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caso clínico

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CASO CLÍNICO.

Hombre soltero, de 21 años de edad, lo ingresaron en el hospital porque en varias ocasiones había
tenido una actitud violenta con su padre. Durante unas cuantas semanas sufrió alucinaciones y
oyó voces. Las voces acabaron desapareciendo, pero entonces adoptó un extraño modo de vida.
Se quedaba de pie toda la noche, dormía todo el día y se enfadaba mucho cuando su padre
intentaba sacarle de la cama. No se lavó ni se afeitó durante semanas, fumaba sin parar, comía
desordenadamente e ingería enormes cantidades de té.

En el hospital se adaptó rápidamente al nuevo entorno y, por lo general, estaba dispuesto a


colaborar. No manifestó ninguna anomalía importante en su comportamiento o estado mental, a
excepción de su falta de interés por cualquier cosa. Se mantenía tan reservado como podía y
conversaba poco con los otros internos o el personal. Los enfermeros debían supervisar su higiene
personal; de lo contrario, enseguida se ensuciaba y mostraba un aspecto descuidado.

Tras 6 años en el hospital, el paciente es holgazán y despreocupado, huraño e irracional. Está


tumbado en el sofá todo el día. Aunque se ha intentado que acepte realizar tareas terapéuticas,
rechaza cualquier tipo de ocupación regular. En verano, deambula por los jardines del hospital o se
tumba bajo un árbol. En invierno, deambula por las galerías que unen los diferentes edificios del
complejo hospitalario, y muchas veces lo ven estirado durante horas bajo las tuberías de paso del
vapor de las galerías.
CASO CLÍNICO

Joven soltero de 25 años. El paciente fue persuadido por su hermano para que busque ayuda en
un hospital psiquiátrico porque tenía reacciones violentas y pensamientos suicidas. Cinco semanas
antes había atacado a su madre sin advertencia y pegándole salvajemente, hasta que su hermano
fue en su ayuda. Durante las semanas siguientes tuvo una cantidad de explosiones agresivas y
varias veces amenazó con quitarse la vida. Explicó el ataque a su madre diciendo que ella había
tratado de perjudicarlo y que había recibido instrucciones de una fuerza extraterrestre para
pegarle. Después del ataque se encerró en sí mismo, absorbido por sus propios pensamientos, y a
menudo hablaba solo, aún cuando otras personas estuvieran alrededor. A veces su familia tenía la
impresión que escuchaba voces que otras personas no podían oír. Le dijo a su hermano mayor que
tenía miedo de atacar a alguien o de matarse; temía perder control de sus propios actos.

El paciente creció en la zona rural del país. Era el segundo de 10 hijos. Su padre tenía tierras pero
era adicto al opio y trabajaba muy poco. La madre trabajaba la granja sembrando cereales y
criando algunos animales con la ayuda de sus hijos más chicos. El paciente dejó la escuela en el
noveno grado para seguir estudiando música. Se fue de su casa y pasó los últimos años de su
adolescencia en la casa de un músico, un viejo amigo de su padre quien le enseñó a tocar la
guitarra. Aprendió a tocar bastante bien y se convirtió en un apasionado por la música. Tocó la
guitarra en varios conciertos pero nunca pudo conseguir un trabajo fijo o ganar suficiente dinero
como para mantenerse. Su hermano mayor, un maestro, lo ayudaba financieramente.
Eventualmente a los 23 años el paciente se mudó con su hermano. Se llevaban razonablemente
bien, siempre y cuando su hermano no interfiriera con su voluntad de estar solo.

Antes de enfermarse había sido bastante ambicioso con respecto a su actividad, quería convertirse
en un gran músico. Solía sentarse durante horas, solo en su habitación, para tocar la guitarra. Sin
embargo, no le gustaba tocar en presencia de otros y se mostraba indiferente a las alabanzas o
críticas. Su interés por la música era abrumador y tenía poco contacto social. No se lo veía
interesado en tener novia ni tenía amigos íntimos de su mismo sexo.

El paciente era un joven bien parecido y estaba vestido apropiadamente. Al ser examinado estaba
tenso, hablaba rápido y en forma excitada. Tenía tendencia a agitar la mano sin razón aparente. Su
conversación estaba interrumpida por interpolaciones y de vez en cuando se volvía incoherente e
incomprensible. Se sonreía superficial e inapropiadamente. En la expresión de sus afectos era
cerrado y se enojaba al hablar de su madre. Decía que ella lo hubiera querido muerto. Expresaba
temor porque un poder extraterrestre llevaría su mente a otro planeta. Explicaba que este poder
controlaba sus pensamientos y le daba órdenes para lastimar a otras personas. Aparentemente, el
poder extraterrestre hablaba sobre la situación de Ibrahim. Le decía que su madre lo quería ver
muerto y le había dado instrucciones para matarla. Los últimos días antes de la internación,
Ibrahim consideró la idea de matarse para impedir que el poder extraño tomara total control de
él.

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