Cultura Maya
Cultura Maya
Cultura Maya
Se conoce como cultura maya o civilización maya a un conjunto de poblaciones indígenas que
habitaron parte de Mesoamérica, concretamente el sur de México (la península de Yucatán y partes
de Chiapas y Tabasco) y el norte de América Central. La civilización maya se desarrolló desde el
período Preclásico (2000 a. C.-250 d. C.) hasta el período Posclásico (900-1524 d. C.), cuando se
inició la conquista española de la región. Su época de esplendor fue durante el período Clásico (250-
900 d. C.).
Fue una de las civilizaciones más destacadas de la América prehispánica. Dejó tras de sí un conjunto
importante de restos arquitectónicos y un legado cultural que inspiró a las culturas posteriores.
Actualmente, continúan viviendo poblaciones de origen maya en la región.
Los mayas son conocidos por distintos aspectos de su cultura. Por ejemplo, inventaron el único
sistema completo de escritura de América precolombina, que permitía pasar por escrito todo su
lenguaje hablado, y desarrollaron un conocimiento sofisticado en arte, arquitectura, matemática y
astronomía. Entre otras cosas, se les atribuye la invención del cero. También practicaban la guerra y
el sacrificio humano.
Durante su época de esplendor, fueron una cultura dominante en toda la región. Los mayas
controlaron gran parte del territorio del sur de México y el norte de América Central, y mantuvieron
dinámicas relaciones de intercambio con otras culturas vecinas, como los olmecas, los
teotihuacanos y los mixtecos.
Otras culturas mesoamericanas fueron: cultura teotihuacana, cultura azteca, cultura tolteca, cultura
olmeca, cultura totonaca, cultura zapoteca, cultura mixteca.
Puntos clave
La cultura maya se desarrolló en Mesoamérica, una de las seis regiones del mundo en las que
surgieron sociedades estatales y urbanas de manera independiente. La región mesoamericana se
extiende desde el actual centro de México hasta América Central.
Los mayas llegaron a abarcar el sudeste de México (la península de Yucatán y partes de los estados
de Chiapas y Tabasco), Guatemala, Belice y la región occidental de El Salvador y Honduras. Por lo
tanto, habitaron las tierras altas de clima templado y las tierras bajas de clima tropical, y tuvieron
contacto con el golfo de México, el litoral caribeño y el océano Pacífico.
La historia de la antigua cultura maya tuvo una duración de casi 3500 años. Los primeros pueblos
agrícolas mayas surgieron hace casi 4000 años y su declive como cultura independiente ocurrió a
comienzos del siglo XVI con la llegada de los conquistadores europeos, si bien el colapso de las
grandes ciudades mayas se produjo varios siglos antes.
• Período Preclásico (2000 a. C. a 250 d. C.). En esta etapa surgieron los primeros
asentamientos mayas a lo largo de la franja del Pacífico y luego del Atlántico. Lentamente
estos se convirtieron en las primeras ciudades de la región: Nakbé, Tikal, Dzibilchaltún, El
Mirador, Kaminaljuyú, entre otras. Este período se divide en tres subperíodos: Preclásico
temprano (2000-1000 a. C.), Preclásico medio (1000-350 a. C.) y Preclásico tardío (350 a. C.-
250 d. C.). En este último se produjo el primer florecimiento cultural de los mayas, y hacia el
siglo I d. C. su primer colapso. Muchas de sus grandes ciudades fueron entonces
abandonadas, por motivos hasta hoy desconocidos.
• Período Clásico (250 a 900 d. C.). En este período se produjo un renacimiento de la cultura
maya. Fue una época de esplendor en la que surgieron grandes centros ceremoniales, como
Chichen Itzá y Uxmal, y adquirió gran importancia la ciudad de Tikal. Fue también un período
de grandes guerras entre las ciudades mayas, que provocaron el ascenso y la caída de
diversas dinastías gobernantes. Con el tiempo, la guerra y otros factores condujeron a un
nuevo colapso político, que supuso el abandono de las ciudades en favor de las zonas rurales
y una concentración de la actividad en el norte de la península de Yucatán. Este período se
divide a su vez en tres subperíodos: Clásico temprano (250-550 d. C.), Clásico tardío (550-830
d. C.) y Clásico terminal (830-900 d. C.).
• Período Posclásico (900 a 1524 d. C.). La cultura maya perduró luego de la caída de las
grandes ciudades, especialmente en territorios elevados o cerca de fuentes de agua, donde se
organizaron Estados mayas. Algunas ciudades abandonadas fueron ocupadas por
poblaciones toltecas. Cuando llegaron los conquistadores españoles, en el norte de Yucatán
existían dieciséis Estados mayas, debilitados por sus luchas internas pero difíciles de
conquistar. La conquista comenzó en 1524 y el último Estado maya independiente cayó ante
los españoles en 1697.
Como muchas otras civilizaciones humanas, la cultura maya surgió a partir del abandono del
nomadismo y el desarrollo de la agricultura, cuyos productos, maíz, frijoles, calabaza y chile,
constituyeron durante siglos el fundamento de la dieta maya.
Las primeras ciudades surgieron alrededor del año 750 a. C., y hacia el 400 a. C. ya habían alcanzado
proporciones arquitectónicas monumentales, especialmente en sus grandes templos y centros
ceremoniales. Durante sus épocas de esplendor, especialmente en el período Clásico, las ciudades
mayas abarcaron enormes áreas de influencia y se conectaban entre sí mediante complejas redes de
comercio.
Sus formas artísticas fueron sofisticadas y dejaron rastros duraderos. Los mayas usaban el jade, la
madera, la obsidiana, la cerámica y la piedra tallada. También se destacaron por sus pinturas
murales.
Los mayas hablaban diversas lenguas que derivaban del protomaya ancestral. Las distintas lenguas
mayas se correspondían con los distintos reinos o regiones, como las lenguas huastecana,
quicheana, mameana, entre otras. La mayoría de los textos mayas provenientes del periodo Clásico
están escritos en idioma choltí clásico (también llamado maya clásico).
La religión de los mayas compartió muchos elementos con el resto de Mesoamérica. Los mayas
creían en un plano espiritual habitado por deidades poderosas, como el dios serpiente Kukulcán o el
dios del cielo Itzamná. Para obtener el favor divino, debían apaciguar a sus dioses mediante prácticas
rituales, como sacrificios humanos y ofrendas ceremoniales.
Los antepasados difuntos y los chamanes servían de intermediarios ante los dioses y las fuerzas
sobrenaturales. Por esta razón, los mayas enterraban a sus muertos debajo de sus casas con las
correspondientes ofrendas, acordes a su estatus social.
La cosmovisión maya era muy elaborada: contemplaba trece niveles en el cielo y nueve en el
inframundo, y entre los dos se hallaba el mundo de los vivos. A su vez, cada nivel constaba de cuatro
puntos cardinales, cada uno asociado a un color y a distintos aspectos de las deidades principales.
Algunos mitos de los antiguos mayas fueron incluidos en un libro de la época colonial llamado Popol
Vuh, que recopila tradiciones de los pueblos mayas quiché.
La religión era controlada por los sacerdotes, un grupo cerrado cuyos miembros formaban parte de la
élite de la sociedad. Durante el período Clásico, los gobernantes mayas eran también sumos
sacerdotes y se los consideraba descendientes de los dioses.
Economía maya
La base del sustento maya era la agricultura, especialmente el maíz, los frijoles, la calabaza y el chile.
Sin embargo, el comercio con otros pueblos también jugó un rol fundamental en su civilización. Las
ciudades más grandes e importantes controlaban el acceso a recursos clave, como las minas de
obsidiana, las fuentes de sal e incluso el tráfico de esclavos.
Los mayas de Tabasco construyeron una extensa red de intercambio fluvial, que hizo de ellos los más
grandes comerciantes de la región. Elementos de típica factura maya pudieron encontrarse en
ciudades lejanas de Honduras y Nicaragua, lo que sugiere que existieron relaciones comerciales de
larga distancia.
La sociedad maya se dividía entre una élite dominante y una mayoría de plebeyos. Este orden se
sostenía mediante la fuerza militar y la tradición religiosa. De todos modos, el crecimiento sostenido
de los Estados mayas propició la aparición de sectores sociales más complejos.
Se distinguía entre el gobernante, su corte y los nobles (que podían ser altos funcionarios, sacerdotes
y guerreros), y un amplio sector de súbditos que incluía a sacerdotes y funcionarios de bajo rango,
soldados, artesanos, comerciantes, campesinos (que además de trabajar la tierra debían disponer su
mano de obra para las construcciones públicas) y sirvientes. La base de la pirámide social la
conformaban los esclavos, capturados en las guerras.
A diferencia de los aztecas o los incas, los mayas no conformaron un sistema político centralizado, es
decir, un Estado o reino único. En su lugar, convivían diversos Estados y cacicazgos que en ocasiones
alcanzaban un dominio regional temporario y que solían estar en conflicto entre sí.
Sin embargo, sus gobiernos consistían siempre en variantes de una misma forma de monarquía
teocrática, es decir, de un orden estatal en el que el rey era considerado descendiente de los dioses o
impuesto por voluntad divina. La posición del rey era hereditaria, pero las intrigas y conflictos entre
linajes eran un asunto frecuente.
Además, los mayas fueron una sociedad muy guerrera y protagonizaron numerosos conflictos
políticos y militares a lo largo de su historia, en gran medida debido a su competencia por la
predominancia regional.
La cultura bélica era central en la concepción del mundo de los mayas: la humillación y el sacrificio
de los guerreros vencidos eran prácticas comunes. Las armas que más utilizaron fueron las
cerbatanas, las espadas con bordes de obsidiana y sobre todo los átlatl, un tipo de propulsor de
lanzas.
Vestimenta maya
El vestuario maya era realizado predominantemente con algodón. Las mujeres usaban telas largas,
como faldas y huipiles. Por su parte, los hombres llevaban una prenda similar a un taparrabos
llamado “pati”, que dejaba el torso descubierto, aunque algunos podían usar también mantos.
Los nobles adornaban sus atuendos con bordados de piedras y plumas vistosas. Además, llevaban
tocados, fajas, cinturones y otros aditamentos lujosos que servían para diferenciarlos de las clases
sociales inferiores.
Arquitectura maya
La arquitectura maya se caracterizó por edificaciones como los campos de juego de pelota.
Los mayas dejaron tras de sí una importante obra arquitectónica, de las más grandes del mundo
antiguo. Construyeron palacios, templos piramidales, espacios ceremoniales y campos de juego de
pelota. Además, desarrollaron estructuras alineadas expresamente para la observación astronómica.
Sin embargo, en sus ciudades no había una planificación urbana formal. Las poblaciones crecían
desde el interior hacia el exterior, y los edificios se iban agregando irregularmente. En el centro de las
ciudades se hallaban los edificios administrativos y ceremoniales, rodeados de edificaciones
residenciales.
Los constructores mayas empleaban tecnología neolítica, es decir, herramientas de piedra
(principalmente sílex y obsidiana). Edificaban con piedra y materiales perecederos (como la madera)
y, a través de técnicas de mampostería, podían aprovechar los recursos disponibles a su alrededor.
Una de sus innovaciones fue el arco con ménsulas.
Escritura maya
Esta escritura es semejante a la escritura epiolmeca o ístmica que se documentó en el área del istmo
de Tehuantepec y que consiste en logogramas y signos silábicos, por lo que es posible que surgieran
en paralelo. Los mayas empleaban este sistema de escritura sobre vasijas, murales y estelas para
fines prácticos, religiosos, calendáricos y políticos.
Un importante legado maya fueron los registros en torno a sus observaciones astronómicas del Sol,
la Luna, las estrellas, Venus y otros planetas.
Según su creencia, del cielo podían obtenerse herramientas adivinatorias. Es decir, los sacerdotes
contemplaban los ciclos astronómicos pasados y los vinculaban con eventos que podrían repetirse,
por lo que formulaban profecías.
A pesar de que no tenían una intención científica moderna, los mayas lograron medir el ciclo de
Venus de 584 días con un margen de error de apenas dos horas, dado que tenían también un notable
conocimiento de matemáticas
Los mayas incursionaron en las matemáticas y la escritura, sin embargo, la arquitectura es uno de
sus mayores legados.
La arquitectura maya se caracteriza por su cosmovisión y, por lo tanto, sus estéticas, ordenamientos
territoriales y diseños tomaron lugar a partir de dos conceptos básicos. El primero y más importante
fue permitir la construcción entre la naturaleza para convivir con ella; esto permitió que las
pirámides, templos y viviendas formaran parte del ecosistema de la península de Yucatán, de
Guatemala y Honduras. La segunda premisa fue otorgar un significado a sus edificios, así surgió la
famosa y distintiva plasticidad maya, cuyo diseño guarda más secretos de los que aparenta.
La necesidad que tuvieron los mayas por dotar de significado a su arquitectura derivó en la invención
de un trinomio de construcción hecho con plataformas, el techo en ménsula (incluso, hay registro de
bóvedas mensuladas) y la crestería. La particularidad de este sistema es que permitió la
construcción de las icónicas pirámides escalonadas: las plataformas, con la base ancha y sus
subsecuentes basamentos, conformaban el cuerpo de la construcción; además, el número de
plataformas guardaba relación con la cultura y creencia maya.
Por ejemplo, había construcciones con nueve grandes escalones, que representaban los niveles del
inframundo maya, el Xibalbá; otras, con 13 escalones, los niveles del cielo maya; o con siete, el
número místico de la tierra. Las cubiertas en ménsula fueron la invención maya que consistió en
apilar lajas de piedra para conformar el techo y soportar las siguientes plataformas; por último, las
cresterías eran las superestructuras a modo de penacho arquitectónico o coronamiento de las
construcciones mayas, que fueron perfeccionadas y aligeradas, y cuya función recaía en la
decoración con motivos religiosos a través de pinturas rojas, verdes y amarillas.
Además, cada edificación estaba orientada a un elemento celeste, ya fuera el sol, la luna, las
estrellas, entre otros, y sus templos representaban la culminación de ciclos. Otros elementos
característicos fueron las amplias y señoriales escalinatas al centro de los edificios mayas, cuya
función era alcanzar el punto más alto de los mismos, y las cornisas, decoraciones armoniosas en las
plataformas, junto a las almenas con motivos naturales. Por último, a pesar de que no se conserva
ningún ejemplar, se cree que los rigurosos y rítmicos vanos que engalanaban las fachadas estaban
decorados con materiales regionales, pero poco resistentes. En la arquitectura maya, toda
decoración era un homenaje a su cosmología.
La cultura maya tuvo una duración aproximada de tres mil años, y dicho lapso se dividió en tres
periodos arquitectónicos: preclásico, clásico y posclásico.
El preclásico abarcó alrededor de mil años y durante estos, los mayas buscaron la identidad de su
arquitectura inspirándose de otras culturas mesoamericanas, como es el caso de la olmeca, su
mayor influencia; al ser un periodo de experimentación y pequeños asentamientos, las
construcciones preclásicas no resistieron el paso del tiempo.
Se considera que el periodo clásico fue el apogeo de la arquitectura maya, ya que casi todos los
edificios que aún se conservan pertenecen a él, además, el concepto de la ciudad maya nació en
esta época; el perfeccionamiento de las técnicas constructivas fueron clave para ordenar centros
urbanos y traspasar la barrera del tiempo.
Por último, del posclásico, al igual que del preclásico, casi no se conservan ejemplares
arquitectónicos pues ocuparon la costa del Atlántico y, por lo tanto, fueron destruidos por ser la
primera línea de contacto con los conquistadores europeos.
Es común que la arquitectura de las primeras civilizaciones recurra a edificios religiosos. Los
romanos, griegos y egipcios lo hicieron y, en América, los mayas también priorizaron esta tipología en
sus ciudades. A diferencia de los espacios aporticados grecorromanos, o las pirámides egipcias, los
templos mayas coronaban grandes construcciones escalonadas y se regían por los movimientos
cósmicos.
Nohoch Mul significa “gran montículo” en maya y en este caso, el templo hace honor a su nombre.
Esta construcción es la más grande de la ciudad Cobá, y aunque su estado actual es delicado, la
solidez de sus materiales ha permitido conservar una construcción del periodo preclásico.
Nohoch Mul es una pirámide que tiene sus bordes redondeados, característica que la ubica en el
preclásico, pues en ese momento todavía no se perfeccionaban los paramentos en ángulos rectos.
Se destaca la ausencia de cornisas, almenas y cresterías; en cambio, la pirámide porta una
robusticidad elegante y digna del nombre maya.
Templo Kukulkán
La geometría rectilínea y la astrología son dos conceptos que los mayas dominaron y depositaron en
el Templo Kukulkán. La pirámide está ubicada en Chichén Itzá, y es famosa por el efecto visual en los
equinoccios de primavera y otoño. En este caso, se trata de una construcción de nueve niveles que
alude al Xibalbá, pero ahí no acaba su misticismo, porque además de evocar al inframundo maya, es
sede del descenso de una deidad maya.
Los mayas llevaban el diseño en las venas, y no solo se plasmó en la arquitectura; el urbanismo fue
otro de los campos que conquistó esta cultura mesoamericana. Para los mayas, la organización
territorial fue vital y giró entorno a la astrología y las jerarquías sociales. Todas las ciudades mayas
están perfectamente orientas a la bóveda celeste, desde sus calzadas hasta los vanos en sus
fachadas. Adicionalmente, se priorizaron los templos, construidos en los puntos topográficamente
más elevados, para que pudieran ser admirados desde cualquier lugar.
A pesar de que se han encontrado vestigios de más de 200 ciudades, solo 25 se conservan en
condiciones de ser estudiadas, y de ellas, tres son las que mejor ilustran el portento urbano de los
mayas.
Copán: Honduras
En lo que hoy se conoce como Honduras, esta ciudad maya también fue conocida como “bosque de
reyes”, pues de entre las pirámides truncadas había columnas a modo de estatuas con
representaciones de los antiguos gobernantes de la región.
Catalogada como Patrimonio de la Humanidad, por la UNESCO, Copán es una serie de plataformas
elevadas y semi enterradas, en las que alguna vez hubo tres mil habitantes. La organización de la
ciudad estuvo dividida en dos grandes patios, el más grande fue conocido como el Conjunto Principal
y conectaba, a través de la Escalinata de los Jeroglíficos, con la Plaza Occidental. Lo más notable de
Copán es que el sol cenital marca una posible variación del calendario maya con 260 días por año.
Tikal: Guatemala
Por su parte, Guatemala también protege entre sus selvas una de las ciudades mejor conservadas de
los mayas: Tikal. Esta ciudad expresa a la perfección la cosmología maya, pues entre sus más de tres
mil construcciones rige la jerarquía de un edificio religioso, el Templo del Jaguar, que está alineado
con los astros.
El Gran Templo es la pirámide más alta e imponente, únicamente enmarcada por su calzada que
distribuye al resto de edificios de menor importancia que, además, están ubicados y perdidos a lo
largo de la selva.
En México, en la península de Yucatán, está la ciudad maya que ocupa una de las siete posiciones
dentro de las maravillas del mundo, además de su título como Patrimonio de la Humanidad. Se trata
de Chichén Itzá, que significa “boca del pozo de los brujos del agua”, por su proximidad con los
grandes y hermosos cenotes yucatecos. Esta es, probablemente, el conjunto urbano maya más
famoso gracias al Templo de Kukulcán, la mítica pirámide que se alinea al sol en los equinoccios.
Pero Chichén Itzá es más que eso, su extensión abarca varios templos más, viviendas, el Juego de la
Pelota e, incluso, un observatorio donde se aprecia el arco maya, una innovación singular para su
tiempo y ubicación. A pesar de su periodo, pues pertenece al posclásico, y su posición costera,
Chichén Itzá es de la escasa arquitectura maya que sobrevivió a la conquista.
El mayor aporte que los mayas tuvieron en la arquitectura fue la construcción de templos a manera
de pirámides escalonadas, no solo por su estética icónica, sino por su sistema constructivo que
permitió soportar grandes cargas, alturas y superposición de plataformas.
Sin embargo, fuera de la arquitectura, los mayas fueron pioneros en la urbanización de los
asentamientos prehispánicos; apostaron por una organización jerárquica a base de grandes patios o
plazas centrales, entorno a las cuales los edificios se alinearon, e insertaron ciudades dentro de un
entorno completamente natural. Es por esto, que la arquitectura maya es amada alrededor de todo el
mundo.
Chichén Itzá, ubicada en la península de Yucatán, en México, fue una ciudad maya fortificada. Su
nombre se traduce como 'Boca del pozo de los itzaes'. Los itzaes eran, aparentemente, personajes
mítico-históricos, cuyo nombre se pude traducir como 'brujos de agua'.
Chichén Itzá alberga aún hoy las ruinas de un pasado glorioso que dan cuenta de su importancia: el
Castillo, el observatorio Caracol y los sacbé (calzadas), serán algunos de ellos. Pero también tendrán
mercados, campos de juego, templos y edificios de gobierno que, junto a las osamentas halladas y
las formaciones naturales de los cenotes, tienen mucho que contarnos.
Sin embargo, caben las preguntas: ¿qué hizo a los mayas tan valiosos arquitectónica y culturalmente
y por qué, a pesar de ello, Chichén Itzá perdió su poder?
El Caracol
En el sur de la ciudad se encuentran los restos de un edificio llamado Caracol, debido a que posee en
su interior una escalera caracol.
Se cree que esta obra es un observatorio para analizar y cartografiar el firmamento, debido a varios
factores: primero, se ubica sobre varias plataformas que le dan altura sobre la vegetación,
proporcionando vista a cielo abierto; segundo, toda su estructura está alineada con los cuerpos
celestes.
En este sentido, la escalera principal apunta al planeta Venus. Ya que el edificio está en ruinas,
apenas sobreviven unas tres ventanas. Dos de ellas están alineadas con los cuadrantes de Venus y
una está con el sur astronómico.
Para rematar, las esquinas de la base están alineadas con los fenómenos solares: el amanecer, el
anochecer y el equinoccio.
El observatorio les permitía a los mayas predecir y planificar las cosechas, y era utilizado también
para predecir los momentos más oportunos para la guerra, entre otros aspectos sociales.
Las calzadas
Un hallazgo extraordinario de los arqueólogos ha sido el rastreo de al menos 90 calzadas mayas que
conectaban Chichén Itzá con el mundo circundante.
Recibían el nombre de sacbé, que proviene de las palabras mayas sac, que quiere decir ‘blanco’ y be,
que significa ‘camino'. Los sacbé permitían las comunicaciones, pero además servían para
establecer límites políticos.
Aunque no lo parezcan a simple vista, estas calzadas eran todo un fenómeno arquitectónico. Estaban
formadas con piedras grandes en la base con algo de mortero antiguo. Sobre estas piedras se
disponía una capa de piedras más pequeñas para nivelar la superficie. Estas capas se limitaban a
cada lado por paredes de mampostería que les daban contención. Al final, la superficie era revestida
de una especie de yeso blanco hecho con piedra caliza.
Todos los sacbé, de un modo a otro, conducían al corazón de Chichén Itzá, es decir, al castillo en
forma de pirámide.
En el corazón de la ciudad está en pie el Castillo, una pirámide monumental de 30 metros en honor a
Kukultán, el dios serpiente de las culturas mesoamericanas, equivalente a Quetzalcóatl. Está
construido totalmente en piedra caliza, material abundante en la zona.
Básicamente, el Castillo funciona como un calendario para la ciudad. Se compone así de 18 terrazas
que corresponden a los 18 meses del calendario maya. A cada lado de la pirámide, hay una
escalinata de 91 escalones que, junto a la plataforma, suma los 365 días del año.
Las escalinatas culminan en la base con una escultura con la cabeza del dios serpiente. Dos veces al
año, el equinoccio hace que se proyecte una sombra sobre los bordes de las escalinatas, que
simulan el cuerpo de la serpiente que se completa con la escultura. Se construye de este modo el
símbolo: el Dios serpiente baja a la tierra.
Debajo de esa estructura, subyace una capa de escombros, y, bajo esta, a su vez, hay una segunda
pirámide, más pequeña que la anterior.
Dentro de la pirámide, una escalera lleva a dos cámaras interiores, dentro de las cuales se puede ver
la escultura de un trono con forma de jaguar y dientes de jade, así como una estatua de Chac mool.
Si bien el Castillo se ubica sobre un cenote central que oculta con su pesada estructura, también
está flaqueado por cuatro cenotes al descubierto, los cuales forman un cuadrante perfecto. Es decir,
se sitúa de manera equidistante en el centro de cuatro cenotes.
Los cenotes son, en realidad, lagos subterráneos que se forman con los años gracias a los depósitos
de agua de lluvia que van modelando la topografía. Están sumergidos a unos 20 metros bajo la tierra.
Durante los procesos migratorios que movilizaron a la cultura maya, el hallazgo de estos cenotes fue
fundamental para poder establecer la vida civilizada, ya que no había ríos cercanos en la jungla.
Estos pozos o lagos tenían agua suficiente para abastecer a muchas generaciones y, además,
siempre se podría confiar en la lluvia. Así, se convirtieron en la fuente de la economía agrícola de los
mayas.
Mientras que los cuatro cenotes funcionan como una fuente de agua que permitió el asentamiento y
florecimiento de la cultura, el cenote sagrado o el cenote central representa para los mayas el vínculo
con el más allá. Este era el símbolo central de todo el universo maya.
Muchas teorías se han elaborado con los años, pero la más extendida supone que estas ceremonias
estaban relacionadas con una temporada de extrema sequía que azotó a Chichén Itzá. Esta sequía
pudo haberse prolongado entre cinco y cincuenta años, lo que hizo que el agua descendiera a niveles
alarmantes.
Ante el fenómeno natural, las autoridades mayas comenzaron a realizar sacrificios para pedir al dios
de la lluvia que enviara agua. Sin embargo, la lluvia nunca llegó. Los pozos se secaron y la población
comenzó a emigrar buscando un lugar con agua. Poco a poco, Chichén Itzá se fue vaciando, hasta ser
devorada por la jungla.
Está ubicado frente a la gran plaza del complejo. Tiene planta cuadrada, cuatro plataformas con tres
salientes y una escalinata orientada hacia el oeste. Cuenta en la parte superior con figuras
decorativas llamadas Atlantes, que parecen sostener una banca.
Dentro se encuentra un templo anterior, lo que da a pensar que los mayas aprovechaban las
estructuras viejas para construir otras de mayor tamaño. Dentro de este hay varias estatuas de
Chacmool. El templo está rodeado por diferentes tipos de columnas, las cuales son conocidas como
"patio de las mil columnas", que conecta con otros emplazamientos de la ciudad.
Patio de las mil columnas: Las columnas dispuestas en este patio llevan talladas figuras de la vida
militar y cotidiana de Chichén Itzá.
Pirámide o Templo de las Grandes Mesas: Se encuentra al lado del Templo de los Guerreros y fue
hecho con el mismo modelo. Hace unas décadas se encontró dentro del templo un mural
policromado en colores vivos con serpientes emplumadas.
Osario: Este edificio es una tumba que sigue el mismo modelo del Castillo, pero no se sabe con
seguridad cuál de los dos edificios fue el primero. Tiene una altura de nueve metros. En la parte
superior tiene un santuario con una galería, está decorado con diferentes motivos, entre ellos
serpientes emplumadas, entre otros.
Plaza de las Monjas: Este edificio recibe este nombre por los españoles, quienes encontraban
parecido entre su estructura y los conventos. En realidad, debió tratarse de un centro de gobierno de
la ciudad. Tiene diferentes ornamentos y máscaras de Chaak como decoración.
Gran Juego de Pelota: Los mayas tenían un juego de pelota, que consistía en introducir un balón en
un aro. Existen varios campos para ello en los diferentes asentamientos mayas. También Chichen Itzá
tiene el suyo.
Detalle del aro: Se enmarca entre murallas de 12 metros de altura. Tiene un área de 166 x 68 metros.
Hacia la mitad del campo, en la parte superior de las murallas, se encuentran los aros, hechos en
piedra. En el extremo de esta área se encuentra el Templo del Norte, conocido como Templo del
Hombre Barbado.
Templo de los Jaguares: Se trata de un templo pequeño situado al este de la plataforma de El Gran
Juego de la Pelota. Su rica decoración alude a este juego. En la decoración se observan serpientes
como elemento principal, así como jaguares y escudos.
Tzompantli o Muro de las Calaveras: probablemente sea un muro alegórico al sacrificio humano,
pues se cree que sobre su superficie se colocaban estacas con los cráneos de las víctimas
sacrificiales, que podían tratarse de guerreros enemigos. Las calaveras son el motivo decorativo
principal, y tiene por característica la presencia de ojos en sus órbitas. Además, también aparece el
águila que devora un corazón humano.
Plataforma o Templo de Venus: Dentro de la ciudad, dos plataformas reciben este nombre y son
muy similares entre sí. Se puede ver la talla de Kukulkán y símbolos que aluden al planeta Venus.
Antiguamente, este edificio estaba pintado de ocre, verde, negro, rojo y azul. Se cree que daba
espacio para la celebración de ritos, danzas y diferentes tipos de ceremonias.
La ciudad de Chichén Itzá fue fundada hacia el año 525, pero alcanzó su apogeo entre los años 800 y
1100, período clásico tardío o postclásico de las culturas precolombinas.
Con más de 30 edificaciones, sus vestigios se han convertido en testimonio contundente de los
avances científicos de esta cultura mesoamericana, especialmente en lo que se refiere a astronomía,
matemática, acústica, geometría y arquitectura.
Además de su valor artístico invaluable, Chichén Itzá fue un centro de poder político y, como tal,
concentraba enormes redes de comercio y gran riqueza.
De hecho, los mayas dominaban el comercio de la zona por medio de las calzadas que dirigían al
Castillo, el corazón de Chichén Itzá. Además, tenían puertos no tan cercanos a Chichén Itzá, pero
desde los cuales controlaban con sus flotas diversos puntos comerciales de la península.
Tuvieron que enfrentar diferentes crisis a lo largo de su historia, algunas de las cuales implicaron
cambios en el orden de dominación y organización. Asimismo, recibieron también influencia de la
cultura tolteca.
Tiempo después de que la ciudad fue abandonada, los españoles dieron con ella en el siglo XVI. Los
primeros en encontrarla fueron el conquistador Francisco de Montejo y el franciscano Diego de
Landa. Ellos dieron testimonio de las maravillas que habían encontrado en ese lugar.
Con el tiempo, Chichén Itzá acabó por ser parte de los dominios privados de sus nuevos ocupantes.
Así, para el siglo XIX, Chichén Itzá se había convertido en una hacienda que pertenecía a Juan Sosa.
En la primera mitad del siglo XIX, la hacienda fue visitada por el explorador y escritor John Lloyd
Stephens y el artista inglés Frederick Catherwood.
La hacienda fue adquirida al final del siglo XIX por el arqueólogo y diplomático norteamericano
Edward Herbert Thompson, quien se dedicó al estudio de la cultura maya. Sus herederos quedaron a
cargo de la hacienda tras su muerte en 1935.
Sin embargo, el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México está a cargo de la exploración
arqueológica y el mantenimiento del lugar.