Estrés

Descargar como odt, pdf o txt
Descargar como odt, pdf o txt
Está en la página 1de 5

La conceptualización del estrés ha evolucionado con el tiempo y se ha enriquecido a medida que

distintas disciplinas han investigado el fenómeno. Los primeros estudios sistemáticos sobre el

estrés se originaron en el ámbito de la medicina y la biología. Uno de los pioneros, el médico

Hans Selye, definió el estrés en 1936 como una respuesta fisiológica general del organismo a

cualquier demanda externa, introduciendo el concepto de "síndrome general de adaptación".

Selye explicó que el estrés es una reacción que, sin importar el tipo de estímulo (positivo o

negativo), activa el sistema endocrino y nervioso y prepara al cuerpo para enfrentar situaciones

de tensión o peligro.

Años más tarde, en la década de 1960, el psicólogo Richard Lazarus propuso una teoría que

cambió el enfoque hacia la evaluación cognitiva del estrés. Según Lazarus, el estrés se origina no

solo en la situación en sí, sino en cómo el individuo percibe y evalúa sus capacidades para

enfrentar las demandas de dicha situación. En 1984, junto a Susan Folkman, Lazarus desarrolló el

modelo transaccional del estrés, donde destaca que el estrés depende de la interpretación de la

persona sobre el evento estresante y sus recursos para afrontarlo. Así, el estrés se considera una

relación dinámica entre el individuo y el ambiente.

En los años 90, en el ámbito de la psicología laboral, Robert Karasek y Töres Theorell

introdujeron el modelo de "demandas y control". Según este enfoque, el estrés laboral surge

cuando las demandas del trabajo son altas y el control o autonomía sobre las tareas es bajo. Esto

reveló cómo los factores ambientales y de rol pueden influir en la percepción de estrés,

destacando que el entorno laboral y social juega un rol significativo en la experiencia de estrés.

Finalmente, estudios recientes en neurociencia, como los de Robert Sapolsky (2004), han

profundizado en cómo el estrés afecta al cerebro y al sistema inmunológico. Sapolsky describe al


estrés como una respuesta fisiológica adaptativa ante amenazas percibidas, que involucra la

liberación de hormonas como el cortisol y la adrenalina, esenciales para la supervivencia. Su

trabajo muestra cómo el estrés prolongado puede tener efectos negativos en el organismo,

confirmando que la respuesta de estrés es tanto una herramienta de adaptación como un riesgo si

se mantiene en el tiempo. (Cano, 2021)

Tipos de estrés

Según, Romero et al. (2019), el estrés puede clasificarse en diferentes tipos según su duración,

intensidad y efectos. Entre los principales tipos de estrés se encuentran el estrés agudo, el estrés

crónico, el distrés y el eustrés.

El estrés agudo es una respuesta inmediata y temporal ante una situación demandante o

amenazante, como hablar en público o enfrentar una situación de peligro. Esta reacción activa el

sistema de alerta del organismo, preparando al cuerpo para responder rápidamente tanto en el

plano físico como psicológico. Una vez superada la situación, este tipo de estrés desaparece,

dejando que el cuerpo regrese a su estado normal.

En cambio, el estrés crónico es una respuesta prolongada en el tiempo, que suele estar

relacionada con factores persistentes como problemas laborales, conflictos familiares o

situaciones económicas difíciles. En este caso, el cuerpo permanece en un estado de alerta

constante, lo que puede llevar a un desgaste progresivo de diversos sistemas, como el

cardiovascular y el inmunológico, con efectos negativos en la salud.

También se distingue entre el distrés y el eustrés. El “distrés” hace referencia al estrés negativo,

aquel que provoca una sensación de malestar y falta de capacidad para enfrentar las demandas.
Este tipo de estrés puede derivar en problemas tanto emocionales como físicos, como ansiedad,

agotamiento y otros problemas de salud.

Por otro lado, el “eustrés” describe el estrés positivo, ese que motiva y ayuda a la persona a

adaptarse o mejorar su desempeño frente a una situación que demanda esfuerzo adicional. Este

tipo de estrés se considera beneficioso, ya que ayuda a convertir el desafío en una oportunidad de

crecimiento personal y de aprendizaje.

Diferencias entre el estrés positivo y el estrés negativo

El estrés puede experimentarse de forma positiva o negativa, lo que depende de cómo la persona

percibe y responde a la situación que enfrenta. Al decir de Cueto (2023), esta diferencia entre el

estrés positivo (eustrés) y el estrés negativo (distrés) radica en los efectos que producen en el

individuo, en la forma en que se interpretan los eventos y en la capacidad de adaptación de la

persona.

El eustrés o estrés positivo es aquel que impulsa a la persona hacia el logro de sus objetivos y

mejora su rendimiento. Este tipo de estrés es percibido como un desafío que se puede superar,

generando una respuesta de motivación y entusiasmo. En estas situaciones, la activación del

organismo permite mantener una concentración y energía óptimas, ayudando a la persona a

desempeñarse mejor en tareas importantes. Por ejemplo, antes de una competencia deportiva o de

una presentación académica, el eustrés permite canalizar la tensión en un esfuerzo productivo,

estimulando el crecimiento y el aprendizaje.

En contraste, afirma Abad (2020), el distrés o estrés negativo es una respuesta que ocurre cuando

la situación supera la capacidad de la persona para adaptarse. Este tipo de estrés se percibe como

una amenaza y suele desencadenar efectos negativos en la salud mental y física, tales como
ansiedad, agotamiento y frustración. Mientras que el eustrés facilita la acción, el distrés genera

una sensación de sobrecarga y pérdida de control, afectando la capacidad de respuesta y la

claridad mental de la persona. Este estado prolongado puede llevar a problemas de salud, ya que

el organismo permanece en un nivel de alerta elevado que desgasta sus recursos y su capacidad

de recuperación.

Conclusiones

El estudio del estrés revela su naturaleza multifacética, mostrando que puede ser tanto una

herramienta adaptativa como una fuente de riesgo para la salud. Desde sus primeras definiciones

hasta las teorías actuales, se ha evidenciado que el estrés no es inherentemente dañino; su

impacto depende de su tipo, duración y la percepción del individuo. Mientras que el eustrés, o

estrés positivo, motiva a enfrentar retos y favorece el desarrollo personal, el distrés, o estrés

negativo, se convierte en una carga que afecta el bienestar físico y mental, especialmente cuando

es prolongado. La distinción entre ambos tipos de estrés es fundamental para la gestión

emocional y la salud, pues permite desarrollar estrategias enfocadas en reducir los efectos

negativos del distrés y aprovechar el impulso motivador del eustrés. Así, el manejo adecuado del

estrés puede promover un equilibrio que contribuya al bienestar general y al éxito en las áreas

personal y profesional.

Abad, S. (2020). El estrés, sus consecuencias y cómo afrontarlo. Nuberos Científica.

https://ciberindex.com/index.php/nc/article/view/3031nc

Cano Videl, A. (2021). El estrés y la ansiedad. Emse Edapp.

Cueto Escobedo, J. (2023). Estrés y enfermedad mental: la otra epidemia. Revista Médica de la

Universidad Veracruzana.

https://rmuv.uv.mx/index.php/rmuv/article/view/64
Romero, E., Young, J., & Salado-Castillo, R. (2019). Fisiología del estrés y su integración al

sistema nervioso y endocrino. Revista medico científica, 32, 61-70.

https://revistamedicocientifica.org/index.php/rmc/article/view/535

También podría gustarte