MANUAL DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA

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HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA

© TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

Autora:

• Mónika Salgueiro
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Índice

Introducción y presentación

1. Introducción a la historia de la psicología

1.1. Hacia una definición de psicología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4


1.2. Marco histórico en el estudio de la psicología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6

2. Antecedentes filosóficos y epistemológicos: psicología precientífica


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2.1. El período clásico de la Antigua Grecia y el Imperio Romano . . . . . . . . . . . . . 11


2.1.1. Aportaciones desde la fisiología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
2.1.2. Aportaciones desde la filosofía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
2.2. Edad Media . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24
2.3. Siglos XV al XIX: El Renacimiento y la Edad Moderna . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27
2.3.1. El racionalismo de Descartes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28
2.4. El empirismo británico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30
2.4.1. Aportaciones desde la fisiología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34
2.4.2. Aportaciones desde la biología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41

3. Siglo XIX: el surgimiento de la psicología como ciencia

3.1. Wundt y el nacimiento de la psicología experimental . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48


3.2. La psicología de Wundt . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50
3.2.1. La psicología individual o experimental . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51
3.2.2. La psicología colectiva o de los pueblos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53
3.3. El legado de Wundt . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 54
3.4. Estructuralismo frente a funcionalismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55

i
4. Siglo XX: corrientes psicológicas fundamentales

4.1. La psicología de la Gestalt . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69


4.1.1. Principales autores de la Psicología de la Gestalt . . . . . . . . . . . . . . . 69
4.1.2. Propuesta teórica de la Psicología de la Gestalt . . . . . . . . . . . . . . . . 74
4.1.3. Los principios de la percepción de la Gestalt . . . . . . . . . . . . . . . . . . 76
4.2. El Psicoanálisis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 80
4.2.1. Notas biográficas de Sigmund Freud . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81
4.2.2. La Psicología del inconsciente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85
4.2.3. La interpretación de los sueños . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 88
4.2.4. El desarrollo psicosexual infantil . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89
4.2.5. Otros psicoanalistas relevantes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90
4.2.6. El Psicoanálisis post-freudiano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 94
4.3. El conductismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99

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4.3.1. El conexionismo de Thorndike . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100
4.3.2. Reflexología rusa y condicionamiento clásico . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102
4.3.3. El conductismo de Watson . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105
4.3.4. El neoconductismo o conductismo radical de Skinner . . . . . . . . . . . 109
4.4. El Humanismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113
4.4.1. Los inicios de la Psicología Humanista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113
4.4.2. La Teoría de la motivación humana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 114
4.4.3. El enfoque centrado en la persona . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117
4.4.4. La teoría de los rasgos de la personalidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121
4.5. La Psicología Cognitiva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 122
4.5.1. Antecedentes y primeras aproximaciones
al estudio de la cognición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123
4.5.2. La revolución cognitiva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 130
4.5.3. El enfoque conexionista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 136
4.5.4. Modelo modular de la mente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137

Bibliografía

ii
Introducción y presentación
Como parte del Plan de Estudios conducentes a la obtención del Grado en Psicología, la
asignatura Historia de la Psicología es una materia básica de carácter obligatorio de 6 créditos
ECTS, equivalentes a 150 horas de trabajo. Se imparte en el primer semestre del primer curso del
Grado en Psicología.

Esta asignatura comprende los antecedentes filosóficos y epistemológicos que contribuyeron al


nacimiento de la Psicología como ciencia, y el desarrollo histórico de la misma desde sus inicios
hasta la actualidad. Los contenidos incluidos en este manual están organizados en torno a 4
capítulos para facilitar su abordaje. El “Capítulo 1: Introducción a la Historia de la Psicología” trata
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de dar una respuesta sencilla a una pregunta compleja: ¿qué es la Psicología?, abordando la
definición del término y su origen etimológico, y planteando un marco histórico para el abordaje de
la Psicología. En el “Capítulo 2: Antecedentes filosóficos y epistemológicos: Psicología
precientífica” se recogen las principales contribuciones de autores destacados en otras ciencias,
como la filosofía, la fisiología o la biología, que facilitaron y promovieron el nacimiento de la
Psicología científica y su posterior desarrollo. El “Capítulo 3: Siglo XIX: Surgimiento de la Psicología
como ciencia” recoge los hechos que marcaron el inicio de la Psicología experimental. En el
“Capítulo 4: Siglo XX. Corrientes psicológicas fundamentales” se explican las principales escuelas
psicológicas, así como los autores más representativos de los diferentes paradigmas y sus
contribuciones más relevantes, desde el inicio de la psicología científica hasta la actualidad.
Finalmente, el “Capítulo 5: Psicología y profesión en la actualidad” supone un acercamiento a la
realidad de la profesión del psicólogo/a en nuestros días, los campos de desarrollo profesional y
las normas éticas y de conducta que deben regir su desempeño.

Los contenidos recogidos en el presente manual pretenden facilitar al alumno el entendimiento


del origen de la Psicología y de cómo ha sido su evolución a lo largo de la historia. Entender y
aceptar el carácter dinámico de la Psicología, en constante evolución, protegerá al alumno de caer
en el dogmatismo de creer que el conocimiento científico en esta disciplina es algo estanco e
inmutable y, al contrario, le hará consciente de la necesidad de mantener una constante
actualización de contenidos e ideas a lo largo de todo su desempeño profesional.

1
Capítulo Objetivos

Que los alumnos sean capaces de:


1. Introducción a la • Definir el término Psicología y conocer su origen etimológico.
Historia de la • Identificar el marco histórico en el que se sitúa la Historia de la
Psicología Psicología, desde sus antecedentes hasta el surgimiento de la
Psicología como ciencia, y a partir de ahí hasta la actualidad.

Que los alumnos sean capaces de:


• Distinguir las etapas o momentos históricos principales en los que
2. Antecedentes
se organizan los antecedentes históricos de la Psicología: Época
filosóficos y
Clásica, Edad Media y Renacimiento y Edad Moderna.
epistemológicos:
• Asociar los autores principales que contribuyeron a la historia de la
Psicología precientífica
psicología a su correspondiente momento histórico y a su
paradigma o corriente de pensamiento.

Que los alumnos sean capaces de:


3. Siglo XIX:
• Relatar el momento histórico y las circunstancias que contribuyeron
Surgimiento de la
al surgimiento de la psicología como ciencia.
Psicología como
• Identificar a los autores principales y los paradigmas teóricos
ciencia
vigentes en el nacimiento de la psicología experimental.

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Que los alumnos sean capaces de:
• Distinguir las principales escuelas psicológicas y paradigmas
4. Siglo XX. Corrientes teóricos que surgieron en el siglo XX.
psicológicas • Relacionar los autores más destacados o representativos con cada
fundamentales una de las escuelas psicológicas estudiadas.
• Comparar y poner en relación conceptos, modelos y posturas
diferentes.

Que los alumnos sean capaces de:


• Apreciar el carácter dinámico y cambiante de la psicología.
5. Psicología y • Distinguir los campos de desarrollo profesional y ámbitos de
profesión en la aplicación que han ido constituyéndose históricamente en
actualidad psicología.
• Reconocer las normas éticas y disciplina que rigen la práctica
profesional del psicólogo/a.

2
Introducción a la historia de la
psicología 1
“Querida Maty:

Me entusiasma que quieras estudiar psicología -después de la literatura, es mi disciplina


predilecta-, aunque debo prevenirte contra posibles frustraciones. Y es que, mira: a más
de dos mil años de la muerte de Sócrates y su famoso consejo: “conócete a ti mismo”,
todavía no sabemos bien a bien qué estudia la psicología.
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Nuestra mente tiene aún vastas regiones sin mapas que las identifiquen. En relación con
la fauna que ahí habita no somos zoólogos profesionales, qué va, sino meros aficionados
y coleccionistas de ejemplares curiosos. ¿Qué le vamos a hacer, Maty? Los psicólogos
están más cerca del osado boy-scout que del científico riguroso, que todo lo quiere
comprobado en laboratorio para darle validez. Buenas razones hay para que así sea.

Si, decíamos, no existe en la topografía humana paisaje menos explorado que el de la


mente, entonces casi todo lo referente a ella está por decirse; mejor dicho, por pensarse
y discutirse. Y es lo que hacemos, discutir cada vez que sacamos a colación el tema,
sentirnos todos psicólogos con derecho a opinar. Si un médico habla sobre el corazón y la
circulación de la sangre, lo oímos con modestia y curiosidad. Pero si un psicólogo lo hace
sobre la sexualidad infantil, no falta el que tuerce la boca y lo interrumpe.

O sea, primer consejo: no andes diciendo por ahí que vas a estudiar psicología: por tu
edad y sensibilidad van a suponer que la que tiene flojo un tornillo eres tú. Segundo
consejo: si lees algo sobre psicología, guárdatelo y no lo comentes entre familiares y
allegados. Te podrían frustrar -y es lo más peligroso que puede sucederte- los
comentarios que provocarías. Mucho menos interpretes el sueño de una amiga: tienes
altas probabilidades de ofenderla.

Toma tu distancia: como el astrónomo hace con el sol, es la mejor manera de conocer a
la gente.

Y es que, hay que reconocerlo, las definiciones y los rumbos de la psicología son de lo
más disímiles y casi nadie se pone de acuerdo en nada (…)”.

Solares I. (1999, pp.11-12)

3
Introducción a la historia de la psicología

1.1. HACIA UNA DEFINICIÓN DE PSICOLOGÍA

“Los continuos desacuerdos entre los psicólogos no se deben a ninguna medida


considerable a los resultados de los experimentos, sino que están determinados casi
totalmente por cuestiones teóricas” (Hull, 1931, p. 487).

Una pregunta tan sencilla de plantear como: ¿qué es la psicología?, encierra en realidad una
enorme dificultad para ser respondida. Si acudimos al diccionario de la Real Academia Española
(http://www.rae.es) podemos contar hasta cinco acepciones diferentes (figura 1.1):

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Figura 1.1. Acepciones del término “Psicología” que podemos encontrar en el diccionario de la Real
Academia Española. Fuente: http://www.rae.es

De un primer vistazo, puede llamar la atención que la psicología se defina en primer lugar como
“parte de la filosofía que trata del alma, sus facultades y operaciones”. No es hasta su segunda
acepción en el diccionario cuando encontramos una definición más cercana a la concepción
actual de la psicología, entendida como aquella “ciencia o estudio de la mente y de la conducta en
personas o animales”.

Si acudimos a la Wikipedia en Internet (http://es.wikipedia.org) encontramos una acepción tal vez


más cercana a lo que entendemos hoy en día por Psicología: “(…) es, a la vez, una profesión, una
disciplina académica y una ciencia que trata el estudio y el análisis de la conducta y los procesos
mentales de los individuos y de grupos humanos en distintas situaciones, cuyo campo de estudio
abarca todos los aspectos de la experiencia humana y lo hace para fines tanto de investigación,
como docentes y laborales, entre otros” (Cacioppo, 2012; Gross, 2010; Myers, 2005).

Etimológicamente el término Psicología proviene de las raíces griegas:  o psykhé, que hace
referencia a la psique, el alma o la actividad mental, y  o logía, referido a tratado o estudio.
Por tanto, la psicología sería, literalmente, el “estudio o tratado del alma”.

Históricamente hablando, la palabra latina psicología fue utilizada por primera vez por el poeta
croata Marko Marulic (1450-1524), como título de su obra Psichiologia de ratione animae
humanae (La Psicología de la naturaleza del alma humana), a finales del siglo XV (Krstic, 1964).

4
La definición de psicología ha ido variando en el tiempo, a medida que ha ido cambiando su objeto
de estudio y se han perfeccionado sus métodos y técnicas. A lo largo de la historia, se ha definido
como el estudio del alma, del espíritu, de la mente, de la conciencia, y más recientemente, como
el estudio de la conducta humana y de los procesos mentales. Esto es así porque la definición de
psicología, como la de cualquier otra disciplina científica, es contingente al momento histórico en
el que se desarrolla, y se ve afectada, inevitablemente, por factores temporales, sociopolíticos y
geo-lingüísticos.

La diversidad de enfoques, orientaciones, corrientes e interpretaciones de la psicología como


ciencia ha hecho que el foco de atención y la propia definición de la disciplina, haya ido también
cambiando y evolucionando.

La psicología del alma responde a una curiosidad inherente al ser humano, que se plantea
preguntas sobre sí mismo y su propia vida mental. Se trata de una psicología metafísica,
espiritualista, que se mantuvo durante siglos vigente de mano de los pensadores y filósofos
clásicos hasta la Edad Moderna.

A partir de la contribución de Descartes, hablamos de la psicología de la mente, cuyo objeto de


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estudio se centra en los contenidos mentales y la relación de éstos con el cuerpo o como parte del
mismo. Vinculada a la psicología de la mente y de la mano de la naciente psicología experimental,
a partir del siglo XIX el objeto de estudio de la psicología se centra en las experiencias conscientes
y los fenómenos inconscientes que subyacen a los procesos mentales, dando lugar a una
psicología de la conciencia.

El establecimiento, en el siglo XX, de la psicología científica, apoyada ya en métodos


experimentales, facilita un nuevo giro en su objeto de estudio hacia una psicología de la conducta,
interesada en medir objetivamente y cuantificar la actividad humana, la conducta externa
observable.

En los años más recientes la psicología ha experimentado un nuevo cambio conceptual dado que,
sin dejar de preocuparse por la conducta, pretende abordar también la comprensión de los
procesos mentales que subyacen a dicha conducta, es decir, la cognición humana. Esta psicología
de la mente y la conducta ha dado pie a una psicología de los procesos mentales, base de la
Psicología Cognitiva en auge desde la segunda mitad del siglo XX.

Si retomamos la definición del término que encontrábamos al comienzo de este capítulo,


podríamos aceptar la definición de psicología actual como la ciencia de la conducta y de los
procesos mentales. Sin embargo, esta definición, aunque correcta, resulta incompleta, puesto que
la psicología actual busca también explicar cómo sentimos, cómo nos planteamos metas o cómo
resolvemos problemas, teniendo además en cuenta el entorno social en el que lo hacemos y
pretendiendo abordar cómo todas estas variables se interrelacionan entre sí.

En relación a la Psicología, el psicólogo alemán Hermann Ebbinghaus (1850-1909) dijo: “La


Psicología tiene un largo pasado pero una breve historia” (1910). Esta frase, bastante acertada,
ha pasado a la historia y no en vano, pues la psicología como tal es una disciplina muy joven en
comparación con otras ciencias establecidas como la astronomía, la anatomía, la fisiología o la
química, y cuenta con apenas 140 años de historia. Sin embargo, es imposible entender la

5
Introducción a la historia de la psicología

psicología actual sin retroceder a sus orígenes y al pasado que le antecede, tan largo como la
misma humanidad.

1.2. MARCO HISTÓRICO EN EL ESTUDIO DE LA


PSICOLOGÍA

“Aquellos que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo”. (Santayana, 2005,


p. 284)

La Historia de la psicología es un área de especialización que, mediante el empleo de un método


científico, el histórico, trata de explicar el proceso de construcción experimentado por la psicología
a lo largo del tiempo. Sin embargo, la concepción de que la historia es un simple relato cronológico
de hechos se queda muy lejos de lo que realmente engloba el estudio de la Historia de la
psicología, que va más allá del registro pasivo de acontecimientos del pasado. El objetivo de un
historiador es dar sentido al pasado y explicar el presente en base a ese origen, no tanto situar los
acontecimientos en un tiempo lineal. Es decir, la Historia de la psicología busca comprender la

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importancia de las ideas y concepciones antiguas, del momento histórico en el que surgieron,
cómo y por qué se produjeron, y cómo han ido evolucionando y contribuyendo al desarrollo
posterior hasta dar lugar a la psicología actual.

El estudio de la Historia de la psicología no puede, ni debe, iniciarse desde el nacimiento de la


psicología como ciencia, con la puesta en marcha del primer laboratorio de psicología
experimental en 1879 de manos del filósofo alemán Wilhelm M. Wundt (1832-1920). Es
necesario retroceder en el tiempo e identificar y comprender los factores que posibilitaron este
hecho y cómo evolucionó posteriormente la propia disciplina, sus objetivos, técnicas y métodos de
estudio.

La mayoría de los historiadores aceptan distinguir dos momentos en la historia de la psicología,


según fuera el método de estudio: filosófico o científico. Estas dos etapas serían:

1. Psicología filosófica o precientífica: que se desarrolla desde la Antigua Grecia hasta el


último tercio del siglo XIX, y sienta los antecedentes de la psicología posterior.
2. Psicología científica: surgida a partir de la aplicación del método científico al estudio de la
problemática psicológica.

El punto de inflexión que separa ambos momentos y a partir del cual comenzamos a hablar de la
Psicología como disciplina científica, lo podemos situar a finales del siglo XIX, concretamente en
1879, coincidiendo con la fundación del primer laboratorio de psicología experimental en la
ciudad de Leipzig (Alemania) de manos del célebre psicólogo alemán Wilhelm M. Wundt (1832-
1920).

Con Wundt a la cabeza, los psicólogos de la época, padres de la psicología científica, trataron de
llevar “lo psicológico”, hasta entonces objeto de estudio de la filosofía, al laboratorio para abordar
su estudio empleando métodos propios de las ciencias experimentales.

6
Es decir, la Psicología científica surge de la convergencia de dos factores: por una parte, el objeto
de estudio, los problemas y cuestiones psicológicas que no fueron elegidos arbitrariamente, sino
que eran heredados de la filosofía. Por otra, el método de estudio, ya que se trataba de aclarar
estas cuestiones psicológicas, no a partir de las especulaciones metafísicas y abstractas de la
filosofía, sino a partir de los datos proporcionados por los métodos experimentales, por las
técnicas e instrumentos de observación científicos, cuyo origen se encuentra en ciencias
experimentales como la fisiología o la medicina.

Tal como veremos en los siguientes capítulos, la psicología ha contado con multitud de enfoques y
orientaciones teóricas, que han ido evolucionando, apoyándose o contraponiéndose a lo largo de
la historia. Además, han sido muchas las figuras destacadas en la historia de la psicología;
filósofos, pensadores, fisiólogos o científicos que, con sus hipótesis, teorías, propuestas o
experimentos, han contribuido al desarrollo de los principales paradigmas de la psicología.

Es posible que, ante tal cantidad de información, con numerosas corrientes, escuelas e ideas,
autores, publicaciones y fechas, el lector que se aproxima por primera vez a una materia como la
Historia de la Psicología pueda sentirse, en cierto modo, abrumado o temeroso. No obstante, se
pretende presentar los contenidos de una manera accesible y didáctica, aunque esto suponga, en
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muchos casos, no profundizar en exceso en los contenidos propuestos por una corriente
psicológica determinada, o en las teorías de algunos autores. Se busca, principalmente, facilitar
un bosquejo general con las ideas más relevantes y destacadas de cada corriente psicológica, que
permitan al lector elaborar un mapa conceptual completo en el que situar a los autores más
destacados por sus contribuciones a la psicología. En ningún caso se pretende una lectura
memorística de todo el contenido recogido en los siguientes capítulos; no es necesario memorizar
cada una de las múltiples fechas, nombres de las obras de los autores o sus datos biográficos,
pero sí saber situar en el tiempo a aquellos más destacados o especialmente relevantes, y
relacionarlo con sus contribuciones y con las ideas principales de la corriente o escuela
psicológica correspondiente.

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Introducción a la historia de la psicología

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Resumen

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Introducción a la historia de la psicología

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10
Antecedentes filosóficos y
epistemológicos: psicología 2
precientífica

2.1. EL PERÍODO CLÁSICO DE LA ANTIGUA GRECIA Y EL


IMPERIO ROMANO

Si consideramos la psicología desde su concepción más amplia y global, podríamos situar su


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origen en el propio pensamiento humano. La curiosidad sobre sí mismo es inherente al ser


humano, que se plantea preguntas sobre su existencia y sus relaciones con la naturaleza.

Entre las primeras consideraciones sobre los fenómenos que se podrían llamar psicológicos están
las de las series de “los libros de los sueños” asirios, constituidas por una serie de tablillas de
arcilla grabadas con alfabeto cuneiforme y halladas entre los restos de la Biblioteca de Nínive
datadas durante el reinado del rey Asurbanipal (669-627 a.C.). La biblioteca alojaba una extensa
colección de tablillas de arcilla, cubiertas de escritura cuneiforme por ambos lados tratando los
temas más diversos: gramática, diccionarios, listas de ciudades, ciencias, historia, etc. Los asirios
interpretaban los sueños como señales a las que debían atender, y sostenían que los malos
sueños eran advertencias que requerían una acción para corregir el problema que había
aparecido en sueños. Se han identificado “libros” que describen sueños de muerte, de pérdida de
dientes y de cabello, o que relatan la vergüenza de encontrarnos desnudos en público. Uno de los
sueños más antiguos grabados hallado en Nínive dice que si un hombre vuela en repetidas
ocasiones en sus sueños, entonces éste perderá todo lo que tiene.

La Historia de la psicología occidental encuentra sus raíces en la filosofía clásica de la Antigua


Grecia y sus pensadores, quienes fueron los primeros en plantear reflexiones en torno al hombre
como parte de la naturaleza. De hecho, hablar de Historia de la psicología es hablar, durante un
largo período, de Historia de la filosofía dado que, desde su nacimiento, la filosofía ha abordado
problemas que podemos considerar plenamente psicológicos.

2.1.1. APORTACIONES DESDE LA FISIOLOGÍA

Desde su comienzo, la psicología ha recibido influencias de la medicina, la fisiología y la


neurología. En numerosos momentos de la historia de la psicología el análisis de las bases
biológicas de los procesos psicológicos o la conducta ha sido el objeto central de estudio y se ha
defendido por los psicólogos del momento.

11
Antecedentes filosóficos y epistemológicos: psicología
precientífica

Etimológicamente, el término Fisiología proviene de las raíces griegas physis (naturaleza) y logia
(estudio), y se refiere a la ciencia que estudia las funciones de los seres vivos ya sean plantas
(fisiología vegetal) o animales (fisiología animal, que incluye la fisiología humana). Mientras que la
anatomía, disciplina a la que está estrechamente ligada, aborda el estudio de las formas y
estructuras que componen los seres vivos, la fisiología se encarga del estudio del funcionamiento
de dichas estructuras y sistemas.

El estudio de la fisiología humana se remonta a los pensadores de la Antigua Grecia en el siglo V


a.C., que proponían diversas teorías respecto a la ubicación de la mente o el papel que la fisiología
(el funcionamiento del organismo) podía desempeñar en el temperamento de las personas.
Destacaron especialmente las contribuciones de dos figuras: Hipócrates (siglos V-IV a.C.),
considerado como padre de la medicina, y Galeno (siglo II d.C.), fundador de la fisiología
experimental.

Hipócrates de Cos (460 a.C. - 370 a.C.) fue la figura griega más destacada de la historia de la
medicina. Hipócrates se aleja progresivamente de la idea de la enfermedad como proveniente de
los dioses, y emplea la observación del cuerpo como base principal para el conocimiento médico
(figura 2.1). Según enseñó a sus alumnos, las enfermedades son el resultado de causas naturales

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y, por tanto, debían ser tratadas usando métodos naturales. Insistió en que el poder curativo de la
naturaleza permite al cuerpo curarse a sí mismo y librarse por sí solo de la enfermedad. En su
práctica de la medicina, comúnmente prescribía descanso, ejercicio, música, dieta sana y
esparcimiento para restablecer la armonía natural del cuerpo. Su aproximación holística a la salud
y a la curación tiene aún, hoy en día, muchos defensores.

Figura 2.1. Hipócrates (460-370 a.C.).

Hipócrates es considerado como el “padre de la medicina” por sus enormes contribuciones a este
campo. El Corpus Hippocraticum o Cuerpo Hipocrático, la serie de escritos recopilados durante
dos siglos y atribuidos inicialmente a Hipócrates, aunque hoy se admite que pertenecen a varios
autores diferentes, contiene alrededor de 70 libros que describen con minuciosidad multitud de
casos clínicos, diagnósticos, epidemias, y temas de interés médico. De hecho, todavía se
mantiene el tradicional Juramento Hipocrático con el que los estudiantes de medicina se
comprometen al finalizar sus estudios. Pero también podemos considerarle, en parte, uno de los
“padres de la psicología”, ya que fue uno de los pioneros en describir las causas naturales de las
condiciones psicológicas y de algunos problemas conductuales, y formuló teorías aún perdurables

12
del temperamento y la motivación. En su tratado “El arte de curar”, Hipócrates añadió numerosas
notas sobre los casos y sobre los procedimientos empleados en distintos pacientes, cuyas
descripciones muestran claramente síntomas que hoy identificaríamos como melancolía, manía,
depresión postparto o fobia, entre otros.

En otra de sus numerosas publicaciones, el tratado titulado “La naturaleza del hombre”,
Hipócrates se basó en la teoría de los cuatro elementos, propuesta por el filósofo griego
Empédocles, según la cual el cosmos, el Universo, estaba formado por cuatro elementos: agua,
aire, fuego y tierra, y a partir de esta idea presentó su Teoría de los Humores como propuesta para
explicar el funcionamiento del cuerpo humano y el temperamento. De acuerdo con Hipócrates,
estos cuatro elementos dan lugar, en el cuerpo humano, a cuatro humores (o fluidos) básicos: bilis
negra, localizada en el bazo, bilis amarilla, localizada en el hígado, flema, localizada en el cerebro,
y sangre, localizada en el corazón.

La salud vendría determinada por el equilibrio entre los cuatro humores y, por tanto, la
enfermedad, para Hipócrates, sería la consecuencia de un desequilibrio, por exceso o por defecto,
de alguno de estos cuatro humores, ya fuera por causas internas (exceso natural de algún humor,
fatiga, preocupaciones) o por causas internas (cambios bruscos del clima, traumatismos que
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liberen humores). El tratamiento deberá buscar, por tanto, el restablecimiento del equilibrio en los
humores, bien aliviando el exceso a través de la orina, el sudor, los vómitos, las expectoraciones, o
bien recuperando los déficits a través de la alimentación y el descanso.

De entre todas las contribuciones de Hipócrates, la más importante para el tema que nos ocupa,
la Psicología, es que considera al hombre como un todo, argumentando que la naturaleza tiende a
la salud y, por tanto, la persona enferma tiende espontáneamente a la curación. En los escritos de
Hipócrates podemos encontrar, por vez primera, conceptos filosóficos basados en el sentido
común y el uso de la razón, más allá de la mera atribución divina o mágica.

En la Grecia clásica la medicina estuvo dominada por las ideas hipocráticas y la teoría de los
cuatro humores se mantuvo vigente durante muchos siglos, siendo la forma más común de
analizar el funcionamiento del cuerpo humano entre los médicos europeos hasta la puesta en
marcha de la medicina moderna, ya en el siglo XIX. Tuvo su máximo exponente en Galeno de
Pérgamo (129-200 d.C.), filósofo y médico griego del Imperio Romano, considerado uno de los
investigadores que más contribuyeron al conocimiento en campos como la anatomía, la fisiología,
la patología, la farmacología o la neurología (figura 2.2).

Apoyándose en la teoría humoral de Hipócrates, Galeno describió la salud como la ausencia de


dolor y la posibilidad de funcionar bien en sociedad. Para Galeno, el equilibrio o desequilibrio en
los humores o cuatro fluidos básicos determinan el funcionamiento del organismo humano, e
influyen directamente sobre las emociones y la conducta, es decir, sobre el temperamento. Así, la
enfermedad sería un trastorno somático causado por una mezcla anormal de los humores debida
a causas externas, o al temperamento particular del sujeto en cuestión. Propone Galeno cuatro
estilos de temperamento, determinados por el humor predominante en la persona:

1. Temperamento melancólico (bilis negra): los individuos eran descritos como melancólicos,
inquietos, muy reflexivos, inestables y ansiosos. Se basa en un tipo de sistema nervioso
débil, con una alta concentración de la atención y baja reactividad ante los estímulos del

13
Antecedentes filosóficos y epistemológicos: psicología
precientífica

medio que los rodea. Generalmente introvertidos y muy sensibles emocionalmente. Es


difícil incitarlos a comenzar un proyecto ya que constantemente están sopesando los pros y
contras de todas las situaciones.
2. Temperamento colérico (bilis amarilla): los individuos con este temperamento eran
descritos como altamente activos y concentrados, fácilmente excitables e irascibles. Con
fuertes y rápidas reacciones, a menudo se muestran autosuficientes, prácticos en la toma
de decisiones, con grandes ambiciones, activos y extrovertidos, muy autoexigentes,
aunque individualistas, arrogantes y orgullosos.
3. Temperamento flemático (flema): son descritas como personas tranquilas, calmadas,
reflexivas, justas e incorruptibles, poco comprometidas y simpáticas. Basado en un tipo de
sistema nervioso lento y equilibrado. Son individuos a menudo débiles, con falta de interés
por las cosas exteriores, aunque resultan agradables en el trato. Tienen una gran
inclinación hacia el descanso y muestran un tipo de reacción lenta y de corta duración.
4. Temperamento sanguíneo (sangre): los individuos son descritos como alegres, enérgicos,
vigorosos, optimistas. Son fácilmente excitables y su reacción es inmediata y fuerte. Las
personas con este temperamento, en general, serían personas extrovertidas, con alta
flexibilidad a los cambios e interés por las cosas exteriores. Superficiales e inconstantes, a

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veces carentes de arraigo.

La teoría de los cuatro humores se mantuvo vigente durante muchos siglos, y aún perdura su
influencia en el lenguaje actual cuando, por ejemplo, ante un gruñido enfurruñado a modo de
saludo a primera hora de la mañana afirmamos: “¡Vaya cara de enfado! Parece que hoy te has
levantado de mal humor”, o cuando empleamos la expresión “¡qué poca sangre tiene!” para
referirnos a alguien que se muestra lento y torpe en su quehacer.

Durante el período neoclásico en Europa, la teoría humoral tuvo gran influencia en el diagnóstico y
tratamiento de las enfermedades, dominando la práctica de la medicina. Algunas prácticas típicas
del siglo XVIII, como las sangrías o la aplicación de calor local, eran la solución que se proponía a
enfermedades debidas, supuestamente, a desequilibrios en los humores del cuerpo,
concretamente, exceso de sangre y de bilis, respectivamente.

Figura 2.2. Galeno (129-200 d.C.).

14
Galeno se formó como anatomista, y apoyándose en su propia experiencia clínica como cirujano
de los gladiadores de su ciudad natal, Pérgamo, y en las disecciones que realizó a pequeños
simios, animales de ganado, y posiblemente a algunos cadáveres humanos, fue el primero en
realizar una descripción minuciosa de los huesos, el sistema nervioso y algunos órganos y se
consideran sus trabajos como el inicio de la Fisiología Experimental. Escribió un tratado de 17
libros, De Usu Partium (“sobre el uso de las partes”), en el que recoge una descripción anatómica
y funcional de diversas partes del cuerpo humano: mano, brazos, pie, piernas, las tres cavidades
(abdomen, tórax y cerebro), sus recubrimientos y los sistemas de relación entre las diferentes
partes. A partir de sus descubrimientos, sentó las bases de la fisiología general a partir de la cual
se avanzó en el conocimiento del funcionamiento del cuerpo humano.

Con el objetivo de comprender cómo funcionaba el cuerpo, Galeno se apoyó en influencias de


filósofos como Platón o Aristóteles, e hizo suyos los conceptos griegos de naturaleza, movimiento,
causa y finalidad para elaborar su propia teoría filosófica-fisiológica para explicar la mayoría de los
fenómenos visibles en los seres vivos aun sin una base experimental. Para él, el alma (psykhé) era
el principio vital del que dependía el movimiento y cambio en los seres vivos, la causa y la
finalidad. Adopta además el concepto filosófico de espíritu (del término latino spiritus que traduce
el original griego pneuma) para referirse al soplo o aire, a la materia que pone en funcionamiento
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los órganos de una cavidad. A cada tipo de facultad del cuerpo le correspondería un tipo de
pneuma. Galeno se apoyó en los tres tipos de alma definidos por Aristóteles, y en la Teoría
pneumática desarrollada por otros filósofos para explicar el funcionamiento de los seres vivos
(tabla 2.1).

Según Galeno, los humanos cuentan con tres tipos de pneuma o espíritus, cada uno específico de
un tipo de alma, encargados de “dar vida” al cuerpo incorporándose a la sangre desde un órgano
específico:

1. Alma concupiscible: localizada en el hígado, que es el órgano fundamental de la cavidad


del abdomen para los clásicos. El pneuma natural, también llamado por los griegos
espíritu vegetal o vegetativo ya que, al difundirse por las venas que parten desde el hígado
hacia todo el organismo, sería responsable de diversas funciones propias de los vegetales
(vegetativas): nutrición y crecimiento.
2. Alma irascible: localizada en el corazón, órgano fundamental de la cavidad del tórax. El
pneuma vital, que partiría del corazón hacia las arterias y de ahí a todo el cuerpo, sería
responsable de las operaciones que mantiene la vida: la respiración, el latido cardíaco, el
pulso. Tradicionalmente la muerte se determinaba por el cese de las funciones torácicas, y
se concebía como la desaparición del espíritu vital. En esta cavidad, el tórax, también
situaban algunas virtudes psíquicas: la ira, la audacia, el temor, la desesperación.
3. Alma racional: con sede en el cerebro, era considerada superior, compleja y característica
del ser humano. El pneuma animal se desplazaría desde el cerebro hacia los diferentes
órganos por el interior de los nervios, y tendría varias facultades: aferentes (sensitivas, que
reciben sensaciones a través de los órganos de los sentidos) y eferentes (motoras, que
gobiernan el movimiento de los músculos), y centrales (tienen lugar en el sistema nervioso
central y se refieren a funciones como la imaginación, la razón o la memoria).

15
Antecedentes filosóficos y epistemológicos: psicología
precientífica

Tabla 2.1: Resumen de la teoría pneumática propuesta por Galeno.

Pneuma o
Alma Órgano Cavidad Funciones
espíritu

Funciones vegetativas: nutrición y


Concupiscible Hígado Abdomen Natural o vegetal
crecimiento

Mantenimiento de la vida:
Irascible Corazón Tórax Vital
respiración, latido, pulso

Funciones centrales: imaginación,


Racional Cerebro Cabeza Animal
razón o memoria

En la fisiología general galénica también es muy importante el concepto de calor innato,


considerado como una característica esencial para la vida. Los anatomistas describieron que el
calor en general caracteriza a los cuerpos vivientes, mientras que el enfriamiento caracteriza a los
muertos. Identificaron el corazón como sede del calor, y pensaban que se trataba de un fuego o
llama, cuyo signo visible era la respiración tibia que salía del cuerpo por la nariz y la boca, y que se
difundía por todo el organismo a través del pulso. La alimentación sería el combustible necesario

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para mantener ese calor innato, y la respiración tendría una función refrigerante del cuerpo.

Asimismo, describió un método para el “reconocimiento y curación de las enfermedades del


alma”, en su tratado “Sobre las pasiones y los errores del alma”. Galeno creía que las
enfermedades del alma surgían de lo que denominó pasiones, acciones gobernadas por la parte
irracional, como el enojo, el miedo, la envidia o la ira. Para liberarse a sí mismo de estas pasiones,
el individuo debe procurar el autoconocimiento, el entendimiento, para que la razón pueda
gobernar sus acciones. Sin embargo, esta tarea de autoconocimiento sería difícil porque el amor
propio nos ciega ante nuestros errores y causa que solo veamos los de los demás, por lo que se
hacía necesario recurrir a un mentor (terapeuta) que nos guiara en este cambio. Escribió:

“Si (una persona) desea llegar a ser buena y noble, déjenla buscar a alguien que la ayude
revelándole cada acción que sea errónea (…) No debemos dejar el diagnóstico de esas
pasiones a nosotros mismos, sino que debemos confiarlo a otros (…) Esa persona
madura puede ver esos vicios y debe revelarnos con franqueza nuestros errores. Luego,
cuando nos señale alguna falta, déjennos primero agradecérselo inmediatamente;
después déjennos alejarnos y considerar la causa nosotros mismos; permítanos
censurarnos a nosotros mismos y tratar de acabar con la enfermedad, no sólo hasta el
punto donde no sea visible para otros, sino hasta el de remover sus raíces de nuestra
alma”. (Galeno, citado por Hajal, 1983, pp. 321-322)

Este pasaje permanece hasta hoy como la descripción de una relación ideal entre terapeuta y
paciente.

Con el fallecimiento de Galeno, en torno al año 200 d.C., se vivió un parón en el avance del estudio
de la anatomía y de la fisiología, ya que los romanos destacaban por su pragmatismo y no estaban
especialmente interesados en la ciencia. Por tanto, el pensamiento médico-fisiológico estuvo
dominado por las teorías hipocráticas “actualizadas” por Galeno, las cuales no fueron
reemplazadas en la antigüedad y se mantuvieron vigentes hasta la época del Renacimiento.

16
2.1.2. APORTACIONES DESDE LA FILOSOFÍA

Etimológicamente el término Filosofía proviene de las raíces griegas  o filein, “amar” y
 o sofía, “sabiduría”; literalmente: amor a la sabiduría. Hace referencia al estudio de una
variedad de problemas fundamentales acerca de cuestiones como la esencia, la existencia, el
conocimiento, la moral, la mente, el lenguaje, y en general, aquello que atañe al hombre y al
universo. De hecho, la filosofía en la época clásica fue la madre de todas las ciencias, que
posteriormente, en la época moderna, comenzaron a definirse como disciplinas independientes;
en primer lugar, las ciencias naturales como la física, la astronomía y la química, posteriormente
las ciencias biológicas como la fisiología o la zoología y, por último, las ciencias humanas, entre las
que se encuentra la psicología.

Durante la Grecia antigua todo giraba en torno a la mitología, la cual reconocía la dominancia de
multitud de dioses y deidades que, de alguna manera, controlaban el devenir de a los seres
humanos. El problema general de la relación entre la mente y la materia adquiere importancia
cuando algunos pensadores griegos comienzan a cuestionar la fiabilidad de los sistemas
sensoriales para percibir el mundo. Se inicia entonces una tendencia centrada en el estudio del
propio hombre que estableció el escenario para el pensamiento filosófico posterior.
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Fueron muchos los pensadores griegos (Heráclito, Parménides, Empédocles, Diógenes, Demócrito,
etc.) que con su saber y observaciones llenaron de diferentes puntos de vista los primeros
desarrollos de la psicología, pero tres destacaron especialmente: Sócrates, su pupilo Platón, y
Aristóteles. Estos grandes pensadores establecieron la epistemología, la rama de la filosofía que
investiga el origen, principios, fundamentos, métodos y límites del conocimiento humano.

Sócrates (470 a.C. - 399 a.C.) fue la figura principal de la transformación de la filosofía griega en
un proyecto continuo y unificado (figura 2.3).

Figura 2.3. Sócrates (470-399 a.C.).

Aunque no dejó ningún escrito, Sócrates inspiró a muchos discípulos que se apoyaron en sus
ideas para desarrollar las propias posteriormente. Descrito como un hombre rechoncho, con un

17
Antecedentes filosóficos y epistemológicos: psicología
precientífica

vientre prominente, ojos saltones y labios gruesos, con aspecto desaliñado, Sócrates se habría
dedicado a deambular por las plazas y mercados de Atenas, donde tomaba a las gentes del lugar
(mercaderes, campesinos o artesanos) como interlocutores para someterlas a largos diálogos e
interrogatorios.

Se le atribuye la conocida frase: “Sólo sé que no sé nada”. Ha sido retratado a través de la historia
como un gran observador y escéptico, conocido por sus discusiones, en las que buscaba
cuestionar cualquier presupuesto y dudaba de lo obvio, como forma de estimular la lógica y el
razonamiento de su interlocutor, sentando las bases de la corriente filosófica del racionalismo,
desarrollada por Descartes en el siglo XVII.

Algo fundamental en la filosofía de la educación de Sócrates fue su postura de que la verdad no


puede ser definida por una autoridad absoluta, sino que descansa escondida en cada mente. El
papel del maestro no sería, por tanto, implantar verdades en las mentes de sus alumnos, sino
plantear a estos una serie de preguntas y dejar que con sus respuestas vayan conduciéndose
hacia la verdad, ilustrando los fallos lógicos en su razonamiento.

El discípulo más destacado de Sócrates fue el filósofo griego Platón (427 a.C. - 347 a.C.) (figura

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2.4), considerado uno de los filósofos griegos más influyentes de la historia.

Nacido en el seno de una familia aristocrática, Platón se interesó primeramente por la política, y
posteriormente, influido por las enseñanzas de Sócrates, por la filosofía. Alrededor del año 387
a.C., Platón fundó la Academia de Atenas, la cual dirigió durante 40 años hasta su fallecimiento.
La Academia, considerada un antecedente de las Universidades, se mantuvo funcionando durante
más de 900 años hasta su clausura por el Emperador Justiniano en el siglo VI d.C., y se convirtió
en el mayor foco de conocimiento de la época, y numerosos pensadores pasaron por ella para
investigar y profundizar en el conocimiento de las matemáticas, retórica, ciencia política, medicina
o astronomía.

Figura 2.4. Platón (427-347 a.C.).

Platón participó activamente en la enseñanza de la Academia y plasmó sus enseñanzas en sus


obras, una serie de Diálogos, sobre los más diversos temas: psicología, epistemología, metafísica,

18
ética, política, filosofía del lenguaje, educación. Su objetivo, al igual que el de Sócrates, era no dar
a sus estudiantes una colección de hechos sino entrenarlos para ver más allá de la superficie de
las cosas, para buscar la realidad subyacente a todo.

En su obra La República (380 a.C.), Platón describió una sociedad utópica con un sistema
oligárquico de gobierno en el que un pequeño grupo de personas estaban dotadas con una razón
superior, los guardias, comandados por un rey-filósofo. Aquellos más valerosos serían los
guerreros, y quienes contaran con un sentido superior de la belleza o la armonía serían artistas o
poetas, mientras que los menos talentosos o habilidosos serían sirvientes o esclavos. De marcada
orientación espiritualista, Platón piensa que el hombre es sobrenatural en su origen, ya que las
diferencias individuales provenían de los dioses, pero que la sociedad debía seleccionar y
preservar estas cualidades por medio de matrimonios arreglados. A partir de las ideas de Platón
se refuerza el dualismo cuerpo-alma. El cuerpo es mortal y por lo tanto también es mutable.
Pertenece al Mundo Sensible, aquel que podemos percibir a través de los sentidos, y por tanto es
corrompible; tiene un principio y un final. En contraposición, el alma (la psique) es nuestra parte
divina, la que nos hace verdaderos humanos. Pertenece al Mundo de las Ideas, es inmutable e
inmortal, eterna.
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El Libro VII de La República comienza con la exposición de la conocida Alegoría de la Caverna, a


través de la cual Platón representa la situación en la que se halla la naturaleza humana respecto
al conocimiento, y refleja el difícil camino del hombre al conocimiento de la verdad, la ascensión
del alma a la inteligencia a través de la luz y la sombra (figura 2.5). Al igual que el resto de sus
obras, recoge la alegoría en forma de diálogo:

“Imagina una especie de cavernosa vivienda subterránea provista de una larga entrada,
abierta a la luz, que se extiende a lo ancho de toda la caverna, y unos hombres que están
en ella desde niños, atados por las piernas y el cuello de modo que tengan que estarse
quietos y mirar únicamente hacia adelante, pues las ligaduras les impiden volver la
cabeza; detrás de ellos, la luz de un fuego que arde algo lejos y en plano superior, y entre
el fuego y los encadenados, un camino situado en alto; y a lo largo del camino suponte
que ha sido construido un tabiquillo parecido a las mamparas que se alzan entre los
titiriteros y el público, por encima de las cuales exhiben aquellos sus maravillas.

- Ya lo veo - dijo.

- Pues bien, ve ahora, a lo largo de esa paredilla, unos hombres que transportan toda
clase de objetos, cuya altura sobrepasa la de la pared, y estatuas de hombres o animales
hechas de piedra y de madera y de toda clase de materias; entre estos portadores habrá,
como es natural, unos que vayan hablando y otros que estén callados.

- ¡Qué extraña escena describes -dijo- y qué extraños prisioneros!

- Iguales que nosotros -dije-, porque, en primer lugar, ¿crees que los que están así han
visto otra cosa de sí mismos o de sus compañeros sino las sombras proyectadas por el
fuego sobre la parte de la caverna que está frente a ellos?

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Antecedentes filosóficos y epistemológicos: psicología
precientífica

- (…) Examina, pues -dije-, qué pasaría si fueran liberados de sus cadenas y curados de
su ignorancia, y si, conforme a su naturaleza, les ocurriera lo siguiente. Cuando uno de
ellos fuera desatado y obligado a levantarse súbitamente y a volver el cuello y a andar y a
mirar la luz, y cuando, al hacer todo esto, sintiera dolor y, por causa de las chiribitas, no
fuera capaz de ver aquellos objetos cuyas sombras veía antes, ¿qué crees que
contestaría si le dijera alguien que antes no veía más que sombras inanes y que es ahora
cuando, hallándose más cerca de la realidad y vuelto de cara a objetos más reales, goza
de una visión más verdadera, y si fuera mostrándole los objetos que pasan y obligándole
a contestar a sus preguntas acerca de qué es cada uno de ellos? ¿No crees que estaría
perplejo y que lo que antes había contemplado le parecería más verdadero que lo que
entonces se le mostraba?

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Figura 2.5. Representación gráfica de la Alegoría de la Caverna, de Platón.
Fuente: http://auladefilosofia.net

- (…) Necesitaría acostumbrarse, creo yo, para poder llegar a ver las cosas de arriba. Lo
que vería más fácilmente serían, ante todo, las sombras; luego, las imágenes de
hombres y de otros objetos reflejados en las aguas, y más tarde, los objetos mismos.

- (…) Y si tuviese que competir de nuevo con los que habían permanecido
constantemente encadenados, opinando acerca de las sombras aquellas que, por no
habérsele asentado todavía los ojos, ve con dificultad -y no sería muy corto el tiempo que
necesitara para acostumbrarse-, ¿no daría que reír y no se diría de él que, por haber
subido arriba, ha vuelto con los ojos estropeados, y que no vale la pena ni aun de intentar
una semejante ascensión? ¿Y no matarían, si encontraban manera de echarle mano y
matarle, a quien intentara desatarles y hacerles subir?

- (…) Pues bien -dije-, esta imagen hay que aplicarla toda ella, ¡oh amigo Glaucón!, a lo
que se ha dicho antes; hay que comparar la región revelada por medio de la vista con la
vivienda-prisión, y la luz del fuego que hay en ella, con el poder del sol. En cuanto a la
subida al mundo de arriba y a la contemplación de las cosas de éste, si las comparas con
la ascensión del alma hasta la región inteligible no errarás con respecto a mi vislumbre,
que es lo que tú deseas conocer, y que sólo la divinidad sabe si por acaso está en lo
cierto. En fin, he aquí lo que a mi me parece: en el mundo inteligible lo último que se

20
percibe, y con trabajo, es la idea del bien, pero, una vez percibida, hay que colegir que
ella es la causa de todo lo recto y lo bello que hay en todas las cosas; que, mientras en el
mundo visible ha engendrado la luz y al soberano de esta, en el inteligible es ella la
soberana y productora de la verdad y conocimiento, y que tiene por fuerza que verla
quien quiera proceder sabiamente en su vida privada o pública.

(Platón, 380 a.C., traducido por Pabón y Fernández-Galiano, 1981).

A través de esta alegoría, Platón sostiene que los seres humanos, al igual que los hombres
encadenados en la caverna, no vemos más que sombras que simulan una realidad engañosa y
superficial, y que esta ficción proyectada por la luz de una hoguera nos distrae de la realidad, del
verdadero conocimiento. Si uno de nosotros pudiéramos liberarnos de las cadenas y ver más allá,
la realidad nos confundiría y nos sentiríamos cegados por la luz, apartando la mirada y
percibiendo apenas figuras borrosas que nos parecerían menos reales que las sombras que
hemos visto durante toda la vida. La única forma de llegar a captar la realidad en todos sus
detalles sería, según Platón, acostumbrarnos a ello, dedicando tiempo y esfuerzo a ver las cosas
tal como son, sin ceder a la confusión y a la molestia que el exceso de luz nos produciría.
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Según Platón, nuestras sensaciones no son más que representaciones imperfectas de la realidad,
y el sistema de percepción sensorial es poco fiable y apenas nos acerca a la verdad. Afirmaba que
el conocimiento (Mundo de las Ideas) no podía ser fruto de lo percibido a través de las
sensaciones (Mundo Sensible), sino que eran los procesos de razonamiento que se ponían en
marcha a través de esas sensaciones los que lo elaboraban. El Mundo de las Ideas estaría
compuesto por lo que él denominó formas, es decir, estructuras reales que conforman el mundo y
que poseen una existencia independiente de las sensaciones que las constituyen. Según Platón,
las formas son reales, permanentes, inmutables y eternas (como el alma), mientras que las
sensaciones son inestables, se corrompen, decaen y mueren (como el cuerpo).

El pensamiento platónico constituye uno de los pilares fundamentales del pensamiento


occidental. Muchos de sus rasgos característicos, tales como la concepción dualista (alma y
cuerpo como entidades independientes), la tesis nativista (la presencia de ideas innatas en la
mente humana), han sido aceptados y refutados una y otra vez con formas diversas a lo largo de
toda la historia de la filosofía y la psicología (Ferrándiz-Lloret et al., 2014, p.15).

En contraposición a la orientación espiritualista de Platón, uno de sus discípulos en la Academia


de Atenas durante más de 20 años, Aristóteles (figura 2.6), propuso una orientación naturalista, la
cual defiende que el hombre es susceptible de ser observado de forma natural, ya que está
gobernado por las fuerzas de la naturaleza.

Aristóteles (385 a.C. - 322 a.C.) nació en Estagira (Tracia) y fue discípulo de Platón en la Academia
de Atenas durante unos 20 años. Sin embargo, descontento con la excesiva importancia que se
daba a las matemáticas en la Academia, decidió abandonarla para centrar sus estudios en la
biología, y trabajar como preceptor de Alejandro Magno.

21
Antecedentes filosóficos y epistemológicos: psicología
precientífica

Figura 2.6. Aristóteles (285-322 a.C.).

Muchos autores atribuyen a Aristóteles el paso del mito al logos, o lo que es lo mismo, la
superación del pensamiento mitológico, aún vigente con Platón, y la progresiva implantación de
formas de pensamiento racional (Ferrándiz-Lloret et al., 2014, p.21).

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Su obra más representativa, De anima (Acerca el alma), es considerada como el primer tratado de
psicología de la historia. De manera general, en ella rechaza las concepciones animistas o
mitológicas vigentes en la época, y acuña el término sustancia para hacer referencia a la materia
que compone el mundo de la naturaleza. Comienza la obra así:

“Resulta, sin duda, necesario establecer en primer lugar a qué genero pertenece y qué es
el alma -quiero decir, si se trata de una realidad individual, de una entidad o si, al
contrario, es cualidad, cantidad o cualquier otra de las categorías que hemos distinguido-
y, en segundo lugar, si se encuentra entre los seres en potencia o más bien constituye
una cierta entelequia. La diferencia no es, desde luego, desdeñable. (…) Luego el alma
es necesariamente entidad en cuanto forma específica de un cuerpo natural que en
potencia tiene vida. Ahora bien, la entidad es entelequia, luego el alma es entelequia de
tal cuerpo. El alma es la entelequia primera de un cuerpo natural que en potencia tiene
vida” (Aristóteles, 2010).

En otro apartado de la misma obra, Aristóteles distingue entre vista, entendida como la mera
capacidad de ver, y visión, entendida como la actividad de ver. Metafóricamente, podría
compararse el alma con la vista y el cuerpo con el ojo.

“(…) Apliquemos ahora lo que hemos dicho a las diversas partes del cuerpo viviente. Si el
ojo fuera un ser vivo, su alma sería la vista. Ella es, sin duda, la entidad definitoria (o
forma) del ojo. Por su parte, el ojo es la materia de la vista. Si se pierde la vista, el ojo no
es tal ojo a no ser de palabra, como cuando denominamos así a un ojo pintado o
esculpido en piedra. Pues bien, lo que se aplica a las partes del cuerpo viviente debemos
aplicarlo también a la totalidad de éste, puesto que entre la potencia (órgano) sensorial
considerada en su totalidad y el conjunto del cuerpo que siente considerado como tal,
debe existir la misma relación que hay entre sus respectivas partes. Por lo demás, lo que
posee en potencia la capacidad de vivir no es el cuerpo que ha perdido el alma, sino el

22
que la conserva. Tampoco poseen tal capacidad la semilla y el fruto, que sólo
potencialmente constituyen un cuerpo de esta clase. El estado de vigilia es entelequia en
el mismo sentido en que lo son la visión o el acto de cortar con el hacha, mientras que el
alma es entelequia en el mismo sentido en que lo son la vista o la capacidad de la
herramienta para cortar. El cuerpo es lo que es sólo potencialmente, pero igual que la
pupila del ojo y la vista constituyen el ojo, así en el otro caso el alma y el cuerpo
constituyen un ser vivo” (Aristóteles, 1983).

Para él, el alma o la psique no procede del Mundo de las Ideas, como defendía Platón, sino que
forma parte de la naturaleza en la que participan todos los seres, y por tanto pertenece al Mundo
Sensible, o mundo de sustancias. El alma es la organización del cuerpo vivo, lo que le dota de vida
y le diferencia de un cuerpo inerte. De este modo, un cuerpo con alma tiene capacidad de llevar a
cabo las funciones vitales, la vida. El alma no sería, por tanto, un espíritu separable del cuerpo,
como defendía Platón, pues no puede existir sin el cuerpo ya que este es su forma, su estructura.
Aristóteles argumenta que hay tres tipos de alma, que se organizaban además de una manera
jerárquica (tabla 2.1):
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Tabla 2.1: Tipos de alma propuestos por Aristóteles.

Tipo de alma Descripción

Denominada así por ser propia de los vegetales, de las plantas, y presente en
Alma vegetativa todos los seres vivos. Asume funciones básicas para el mantenimiento de la
vida: funciones sensitivas y control del movimiento local.

Propia de los animales, se encargaría de las funciones de percepción, deseo y


Alma sensitiva
movimiento.

Sería propia y característica del ser humano, el alma que lo distingue del resto
de los seres vivos. Las funciones racionales consisten en la propia capacidad de
Alma racional
conocimiento. Aristóteles define al hombre como un alma racional, aludiendo al
alma que le es propia.

Aristóteles fue uno de los primeros filósofos griegos en adoptar una aproximación inductiva
observacional en su trabajo. De las observaciones de sus propios procesos cognitivos, desarrolló
algunos principios básicos de la memoria humana que hoy en día siguen siendo fundamentales
para las explicaciones contemporáneas respecto al funcionamiento de la memoria. En su tratado
De Memoria et Reminiscentia (“Concerniente a la memoria y la reminiscencia”) recoge sus
observaciones sobre algunos factores que afectan a cómo recordamos las cosas:

1. Asociación: somos capaces de recordar objetos, eventos o personas mediante cualidades


que los vinculen a otros objetos, eventos o personas, ya sea por:
a) Semejanza.
b) Contraste.
c) Contigüidad espacial o temporal.
2. Frecuencia: cuantas más veces se repite una experiencia particular, más fácilmente será
recordarla que estén vinculados a otros por medio de similitudes o diferencias.

23
Antecedentes filosóficos y epistemológicos: psicología
precientífica

3. Facilidad: Aristóteles observó que algunos eventos o asociaciones entre objetos se


recuerdan más fácilmente que otros.

Para Aristóteles los recuerdos reflejan nuestras experiencias en el mundo. Las experiencias, por
su parte, son las responsables de los contenidos de la mente, ya que sin ellas nuestras mentes
estarían en blanco.

No obstante, el método inductivo observacional también llevó a Aristóteles a cometer algunos


errores. Al contrario de lo que había defendido Hipócrates, que sugería que el cerebro era el
asiento de la sensación, la percepción y el pensamiento, Aristóteles defendió que el corazón era el
lugar donde se ubicaba el alma. Algunas observaciones que llevaron a Aristóteles a llegar a esta
conclusión fueron, por ejemplo, el estudio del desarrollo de un embrión de pollo en el que observó
que el corazón era uno de los primeros órganos en moverse. También había constatado que un
daño en la cabeza, incluso aunque produjera un período de inconsciencia o alteración posterior,
no terminaba con la vida de la persona; sin embargo, una herida en el corazón era
invariablemente fatal.

Estos planteamientos de los filósofos griegos dominaron el pensamiento occidental durante siglos,

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en los cuales fueron apareciendo filosofías que retomaban antiguas ideas y tendencias de
pensamiento y las reformulaban, contraponiendo unas ideas con otras.

2.2. EDAD MEDIA

La mente manda al cuerpo y es inmediatamente obedecida. La mente se manda a sí


misma y encuentra resistencia (San Agustín de Hipona, siglo IV).

Los planteamientos de los filósofos griegos, con especial influencia de las ideas de Aristóteles,
habían acercado el estudio del hombre a la naturaleza, al considerarlo como un elemento más de
ella. Sin embargo, el carácter espiritual y místico del hombre, con el alma como ente
independiente del cuerpo físico, cobró nuevamente protagonismo en un momento de la Historia
dominado por el creciente poder e influencia del cristianismo en Europa: la Edad Media.

La Edad Media, como es sabido, fue dominada por los valores religiosos y estuvo regida por el
teocentrismo, una doctrina o visión del universo que considera a Dios o a la divinidad como el
centro de la realidad y de todo el pensamiento y la actividad humana. Las cuestiones psicológicas
fueron tratadas, por tanto, por hombres de fe y religiosos. Para los pensadores de la época
medieval el primer problema es la existencia del mundo en sí mismo, es decir, el que Dios haya
creado todo cuanto existe. El problema consiste en comprender la realidad del hombre frente a
Dios, el cual se manifiesta en forma de revelación y se hace patente en la intimidad, en el alma
humana. De ahí, que el hombre medieval reflexione sobre sí mismo y que busque en el mundo los
rastros del plan creador de Dios. Con este telón de fondo común, la filosofía siguió dos
orientaciones principales: la de Agustín de Hipona y la de Tomás de Aquino.

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Agustín de Hipona (354 d.C. - 430 d.C.) o San Agustín, fue el máximo pensador del cristianismo del
primer milenio y tuvo una gran influencia en el desarrollo de la filosofía y la teología posteriores
(figura 2.7).
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Figura 2.7. Agustín de Hipona (354-430 d.C.).

Suele considerarse a Agustín de Hipona como el autor que llevó a cabo por primera vez de una
forma plena la integración de la filosofía griega y la religión cristiana.

Nacido en Tagaste (Numidia), estudió retórica en Cartago y dedicó buena parte de su juventud y
primeros años de madurez a la enseñanza de esta disciplina. De naturaleza curiosa, desde su
juventud se dedicó de lleno al estudio de la filosofía, y en una búsqueda incansable de
conocimiento pasó de una escuela filosófica a otra sin encontrar verdadera respuesta a sus
inquietudes. En el 386 se convierte al cristianismo e inicia entonces una intensa actividad como
escritor, siendo un autor muy prolífico y dejando numerosas obras, que tuvieron una gran difusión
y calado en la época gracias al desarrollo de métodos más sofisticados de escritura y al uso, cada
vez más extendido, de libros o volúmenes de hojas cosidas en lugar de los rollos de pergamino que
se habían utilizado hasta el momento.

Ordenado sacerdote en el 391, San Agustín fue consagrado al poco tiempo como obispo de
Hipona, ciudad norteafricana donde moriría años más tarde tras 30 años de labor episcopal.

Su obra más conocida, “Confesiones”, recoge una autobiografía y multitud de reflexiones sobre
sus propias emociones, pensamientos, motivos y memorias. Esta obra supone una gran
contribución a la Historia de la Psicología al recoger una minuciosa descripción de la psique de un
hombre llevada a cabo desde la intimidad, como reducto interior subjetivo susceptible de
observación, descripción y análisis, desde la introspección, la reflexión acerca de uno mismo y de
la propia existencia del yo. Puede decirse que la obra agustiniana ha contribuido a sentar las
bases de una tradición introspectiva que, con mayor o menor presencia según las épocas y los
lugares, se ha mantenido viva en psicología hasta nuestros días (Ferrándiz-Lloret et al., 2014,
p.33). Entre sus líneas, podemos encontrar fragmentos como el que sigue:

25
Antecedentes filosóficos y epistemológicos: psicología
precientífica

“Una vez allí, pido a la memoria que me traiga lo que quiero. Algunas cosas se presentan
al momento; otras tengo que buscarlas durante más tiempo y sacarlas como de unos
escondrijos más secretos. Otras se presentan como en tropel, y cuando quiero buscar
otra cosa se me ponen delante, como diciendo: “¿Somos por ventura nosotras las que
buscas?”. Yo las aparto de mi memoria con la mano del corazón, hasta que se hace claro
lo que quiero y salta desde su escondite a mi vista.

(…) Todo esto lo tengo dentro de mí, en el ámbito inmenso de mi memoria. En ella se me
ofrecen el cielo, la tierra y el mar, junto con todas las cosas que he percibido en ellos por
medio de mis sentidos, a excepción de las ya olvidadas. En la memoria me encuentro
también conmigo mismo. Me acuerdo de mí y de lo que hice, cuándo y cómo lo hice, y de
los sentimientos que tenía entonces.

(…) ¿Cómo, entonces, estos hechos entraron en mi memoria? ¿Por dónde entraron? No
lo sé. Cuando los aprendí, no les di crédito por testimonio ajeno. Simplemente los
reconocí en mi alma como verdaderos y los aprobé, para después encomendárselos
como en depósito y poder sacarlos cuando quisiera. Por lo tanto, debían estar en mi alma
incluso antes de que yo los aprendiese, aunque no estuviesen presentes en la memoria.

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(…) Descubrimos así que aprender las cosas -cuyas imágenes no captamos a través de
los sentidos- equivale a verlas interiormente en sí mismas tal cual son, pero sin
imágenes. Es un proceso del pensamiento por el que recogemos las cosas que ya
contenía la memoria de manera indistinta y confusa, cuidando con atención de ponerlas
como al alcance de la mano en la memoria -pues antes quedaban ocultas, dispersas y
desordenadas- a fin de que se presenten ya en la memoria con facilidad” (Agustín de
Hipona, 1990, pp.267-278).

Agustín de Hipona anticipa a Descartes al sostener que la mente, mientras que duda, es
consciente de sí misma: Si enim fallor, sum (“Si me engaño, existo”). Siguiendo las ideas de los
filósofos de la Antigua Grecia, en especial de Platón, Agustín de Hipona defendía el carácter
trascendental y espiritual del hombre, con el alma como aspecto peculiar que le es propio y es
distinto de su cuerpo físico, y el cual debe emprender la búsqueda de la verdad desde la intimidad,
desde el interior de uno mismo, guiado por Dios. De hecho, el interés último de este tipo de
indagación no era para Agustín de Hipona otro que el de facilitar el camino al conocimiento de
Dios. Este pensamiento, alejado del estudio “natural” del hombre, predominó en los primeros
tiempos de la Edad Media.

Tenemos que avanzar casi 800 años en la historia, hasta el siglo XIII, para que la orientación
naturalista en la concepción del ser humano propuesta por Aristóteles fuera retomada,
concretamente, de la mano de Tomás de Aquino (figura 2.8).

Tomás de Aquino (1225-1274), o Santo Tomás, nació en una familia de linaje noble y se formó en
las Universidades de Nápoles y París, consagrando toda su vida al estudio de la teología y la
filosofía, influido principalmente por su maestro parisino: Alberto Magno.

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Figura 2.8. Tomás de Aquino (1225-1274).

Es considerado el gran filósofo de la cristiandad, y con sus trabajos se convirtió en uno de los
principales representantes de la Escolástica, una corriente teológica y filosófica que trató de
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adaptar los principios de la filosofía grecolatina clásica a los principios de la religión cristiana.

Tomás de Aquino se basó en las ideas aristotélicas y trató de conciliarlas con las creencias básicas
del cristianismo, tales como la inmortalidad del alma y la creación. El ser humano sería, por tanto,
un compuesto sustancial de alma y cuerpo, representado el alma la forma y el cuerpo la materia
de dicha sustancia, donde uno no tiene sentido sin el otro, y ambos juntos conforman al hombre.
No es el alma quien piensa, ni el cuerpo quien siente. Es la persona, con alma y cuerpo, quien
piensa, quiere, siente o actúa.

2.3. SIGLOS XV AL XIX: EL RENACIMIENTO Y LA EDAD


MODERNA

“No existe conocimiento de cosa alguna más excelente que el del alma, ni más grato, ni
más admirable, ni que procure tanto provecho para los asuntos más importantes. En
efecto, como el alma es el ser más excelente de cuantos han sido creados bajo el cielo, y
hasta más preciado y excelente que los mismos cielos, de ahí que estimemos en gran
precio cuantas enseñanzas podamos aprender acerca de ella. (…) Además, puesto que
en ella está la fuente y origen de todos nuestros bienes y males, nada hay más
provechoso que conocerla adecuadamente (…), puesto que no podrá gobernar su espíritu
y mantener la posesión de sí mismo para obrar el bien quien personalmente no se haya
examinado” (Juan Luis Vives, 1492 - 1540)1.

1. Juan Luis Vives (1492-1540) fue un destacado humanista, filósofo y pedagogo español. Sus reflexiones y
acercamiento empírico al estudio del alma humana tuvieron una gran influencia en la formación psicológica de
Descartes, iniciador de las corrientes filosóficas de la modernidad.

27
Antecedentes filosóficos y epistemológicos: psicología
precientífica

El Renacimiento se refiere a un amplio movimiento cultural que se produjo en Europa Occidental


durante los siglos XV y XVI, y que se considera un período de transición entre la Edad Media y los
inicios de la Edad Moderna.

La filosofía renacentista estuvo marcada en su origen por el declive de la teología y del


pensamiento teocéntrico. En todas las esferas se da una nueva interpretación del mundo y de la
vida, abriendo paso a concepciones más individualistas y naturalistas, que irán diluyendo los
planteamientos escolásticos que habían estado vigentes en la Edad Media, aunque sin renunciar
aún a la religión. La nueva forma de afrontar los problemas del ser humano será antropocéntrica,
dando lugar a una nueva corriente humanista, más centrada en el hombre y la naturaleza que en
las cuestiones divinas. El hombre confía en las posibilidades de sus propios recursos naturales,
cree que puede observar el mundo a través de los sentidos y llegar al conocimiento a través del
uso de la razón.

En esta nueva visión del universo se enmarcan las dos posturas principales de la época: el
racionalismo y el empirismo. Ambas visiones fueron esenciales en la psicología filosófica de la
etapa moderna, ya que con su influencia sentaron las bases que posibilitaron el nacimiento de la
psicología científica. Es en este momento cuando la psicología deja de centrarse en el alma y en

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su lugar se ocupa del estudio de la mente y su funcionamiento.

2.3.1. EL RACIONALISMO DE DESCARTES

“¿Qué soy, pues? Una cosa que piensa. ¿Qué es una cosa que piensa? Es una cosa que
duda, entiende, concibe, afirma, niega, quiere, no quiere y, también, imagina y siente”
(Descartes, 1991, p.137).

René Descartes (1596-1650) fue un destacado matemático y filósofo francés (figura 2.9). Durante
su juventud, la posición acomodada de su familia le permitió seguir realizar multitud de viajes por
Europa en los que estudió y se nutrió de diversas fuentes. A su regreso, se estableció en París y
más tarde, ya de modo definitivo, en Holanda, donde se dedicó a estudiar y a elaborar una nueva
filosofía basada en el uso de la razón como única vía de acceso al conocimiento.

Figura 2.9. Descartes (1596-1650).

28
Además de sus aportaciones en otros campos, como las matemáticas, sus ideas contribuyeron a
la formulación del racionalismo, que acentúa el papel de la razón y la lógica en la adquisición del
conocimiento. Según Descartes, ciertas verdades universales evidentes eran innatas, no
derivadas de la experiencia, y a ellas se llega por medio de la razón. En su obra Discours de la
méthode (“Discurso del método”, 1637), trató de adoptar un método riguroso y científico, basado
en las matemáticas, que permitiera unificar todas las ciencias en una sola. Para esto, Descartes
creyó necesario determinar las reglas lógicas universales a las cuales debería ajustarse todo
razonamiento:

1. Evidencia: sólo es verdadero aquello evidente, es decir, que se presente tan clara y
distintamente que no haya ocasión de ponerlo en duda.
2. Análisis: las cuestiones complejas que se han de examinar han de dividirse en el mayor
número de partes posibles y necesarias para su mejor solución.
3. Deducción o síntesis: los pensamientos han de ordenarse empezando por los objetos más
simples y fáciles de abordar, para ir ascendiendo poco a poco, gradualmente, hasta el
conocimiento de los más complejos.
4. Comprobación: una vez llegado al conocimiento, revisar el proceso con la finalidad de estar
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seguros de que se ha aplicado la razón y respetado las reglas anteriores de evidencia,


análisis y síntesis.

Para Descartes el pensamiento (cogito) es la prueba final de la existencia, el propio acto de pensar
(cogito, ergo sum), dado que ni siquiera el escéptico puede negar la existencia del pensamiento,
porque esta negación sería, en sí misma, un pensamiento. No se puede dejar de pensar, porque
se dejaría de existir. Escribió:

“Noté que mientras estaba tratando de pensar que todo es falso, fue necesario que yo,
quien estaba pensando en eso, fuera algo. Y la observación de esta verdad: 'Yo estoy
pensando, luego existo' era tan firme y segura que todas las demás suposiciones
extravagantes sobre lo escéptico eran incapaces de sacudirla. Decidí que podía
aceptarlo sin ningún escrúpulo como el primer principio de la filosofía que estaba
buscando” (Descartes, 1637; citado en Cottingham et al., 1985).

Siendo el pensamiento la prueba final de la existencia, lo importante para Descartes es saber


cómo y dónde pensamos. Al igual que hiciera Platón, Descartes propone un dualismo radical, ya
no de alma y cuerpo, sino de cuerpo y mente las cuales serían sustancias independientes entre sí:

• Cogito (res cogitans o cosa pensante): la mente es diferente del cuerpo, es inextensa, libre y
carente de sustancia, específicamente humana. Se refiere al hecho psicológico de una
conciencia de sí mismo. Constituye la sede del conocimiento.
• Cuerpo (res extensa): el cuerpo es extenso, limitado y tiene sustancia. Es pura materia
inanimada, sometida a principios y leyes mecánicas, como una máquina de cierta
complejidad. Descartes admite, también, que pueda llevar a cabo algunas funciones en las
que no es necesario la intervención de la mente: por ejemplo, no tenemos que desear la
digestión de la comida, o pensar en coger y soltar aire con cada respiración, o en cada latido

29
Antecedentes filosóficos y epistemológicos: psicología
precientífica

del corazón, sino que el cuerpo se encarga de estas funciones de manera independiente de
la mente.

Según Descartes, el cuerpo humano forma parte de la res extensa, aunque debe interactuar de
algún modo con la res cogitans, definida ésta en términos puramente espirituales.

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Figura 2.10. Portada y grabados sobre la glándula pineal publicados en “L'Homme”, de Descartes, en
1664.

Descartes propuso, además, que la interacción entre cuerpo y mente se producía en una
estructura del tamaño de un guisante ubicada en la base del cerebro: el conarium o la glándula
pineal (figura 2.10). Llegó a esta conclusión tras observar que, mientras la mayoría de las
estructuras cerebrales se presentaban por pares y se distribuían igualmente en ambos
hemisferios cerebrales, la glándula pineal era única y ocupaba un lugar central en el cerebro y, por
tanto, una estructura unitaria parecía el lugar lógico donde ocurrían las interacciones entre la
mente y el cuerpo. Descartes creía que en esta pequeña glándula la sangre se convertía en
“espíritus animales” y se distribuía a través de los nervios hacia todo el cuerpo, participando en
funciones como los movimientos corporales, la imaginación o la memoria. Aunque en su momento
Descartes no supo describir de qué forma se produciría esta interacción entre mente y cuerpo, o
cuáles eran las funciones concretas de la glándula pineal, hoy en día sabemos que regula la
secreción de melatonina, una hormona implicada en la regulación del ciclo sueño-vigilia, y que
también interviene en otras funciones vitales como el hambre, la sed o el deseo sexual.

2.4. EL EMPIRISMO BRITÁNICO

“Todas las ideas vienen de la sensación o de la reflexión” (John Locke, 1632-1704).

30
“El hombre es un ser racional y continuamente está en busca de la felicidad que espera
alcanzar mediante la gratificación de alguna pasión o sentimiento. Rara vez actúa, habla
o piensa sin una finalidad o intención” (David Hume, 1711-1776).

Durante los años posteriores al Renacimiento, y en contraposición al racionalismo de Descartes


vigente entre algunos filósofos de la Europa continental, como el holandés Baruch Spinoza (1632-
1677) o el alemán Gottfried W. Leibniz (1646-1716), comenzó a tomar fuerza en Reino Unido una
postura denominada empirismo, que enfatiza el papel de la experiencia, ligada a la percepción
sensorial, en la formación del conocimiento.

El empirismo británico tiene en John Locke (1632-1704) (figura 2.11) su figura más importante y
representativa. Locke estudió filosofía, medicina y ciencias naturales en la Universidad de Oxford,
y se relacionó con algunas de las principales personalidades de la ciencia del momento,
estableciendo la Royal Society. Retirado en Francia, en 1675, comienza allí la redacción de su
obra más relevante: “Ensayo sobre el entendimiento humano” (1689), la cual marcó el inicio
formal del empirismo británico y tuvo un gran peso en la historia de la psicología (Ferrándiz-Lloret
et al., 2014, p.72).
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Figura 2.11. John Locke (1632-1704).

En respuesta al racionalismo de Descartes, cuyas ideas defendían el carácter innato del


conocimiento, la filosofía de Locke negaba la existencia de tendencias innatas y creía que todas
las personas nacen con el mismo potencial, que se modifica a través de la experiencia. Según
Locke, el único conocimiento que los humanos pueden poseer es el generado a posteriori, a través
de la experiencia. Su objetivo era encontrar un conjunto de reglas que explicaran el
funcionamiento de la mente humana, al igual que Isaac Newton (1643-1727) había propuesto
apenas tres años antes en su obra “Principia” para explicar las leyes por las que se regía el
universo (Ley de gravitación universal y Leyes del movimiento de Newton). Locke buscaba
identificar los elementos básicos (átomos) que conformaban la conciencia, y explicar sus
interacciones y combinaciones. Escribió:

“Supongamos que la mente es, como nosotros decimos, un papel en blanco, vacío de
caracteres, sin ninguna idea: ¿cómo se llena? ¿de dónde procede el vasto acopio que la
ilimitada y activa imaginación del hombre ha grabado en ella con una variedad casi

31
Antecedentes filosóficos y epistemológicos: psicología
precientífica

infinita? A esto respondo con una palabra: de la experiencia. En ella está fundado todo
nuestro conocimiento, y de ella se deriva todo” (Locke, 1689, citado en Locke, 1975, p.
104).

“En primer lugar, nuestros sentidos, al ocuparse de los objetos sensibles concretos,
transmiten a la mente varias percepciones distintas de las cosas de acuerdo con los
diversos modos en que esos objetos les afectan. Así accedemos a las ideas que tenemos
de lo amarillo, lo blanco, lo caliente, lo frío, lo blando, lo duro, lo amargo, lo dulce, y a
todas las llamadas cualidades sensibles. Al decir que los sentidos las transmiten a la
mente, lo que quiero decir es que ellos, desde los objetos externos, transmiten a la
mente lo que produce en ella esas percepciones. A esta gran fuente de la mayor parte de
las ideas que tenemos, que dependen totalmente de nuestros sentidos y son enviadas
por ellos al entendimiento, la llamo sensación.

En segundo lugar, la otra fuente desde la que la experiencia suministra ideas al


entendimiento es la percepción de las operaciones de nuestra propia mente en nuestro
interior cuando se ocupa de ideas que ella tiene. Estas operaciones, cuando el alma las
considera y reflexiona sobre ellas, proporcionan al entendimiento otro conjunto de ideas

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que no se pueden obtener de las cosas externas. Tales son la percepción, el
pensamiento, la duda, la creencia, el razonamiento, el conocimiento, la voluntad, y todas
las diferentes actividades de nuestra mente. Al ser conscientes y observarlas en nosotros
mismos, de ellas recibimos ideas tan distintas en nuestro entendimiento como las que
recibimos de los cuerpos que afectan a nuestros sentidos. Todos los hombres tienen esta
fuente de ideas íntegramente en sí mismos, aunque no es un sentido (ya que no tiene
nada que ver con los objetos externos) se parece mucho a un sentido, y se la podría
denominar, con bastante propiedad, sentido interno. Pero ya que a la otra la llamo
sensación, a ésta la llamaré REFLEXIÓN, puesto que las ideas que ella proporciona solo
se obtienen cuando la mente reflexiona internamente sobre sus propias operaciones”
(Locke, 1967, pp.77-79).

Inspirándose en Aristóteles, Locke propone que al nacer la mente humana es una Tabula rasa u
hoja en blanco donde no hay nada, y en la cual se van escribiendo las experiencias derivadas de la
percepción sensorial a medida que la vida de una persona prosigue. El conocimiento, las ideas, ya
sean simples (primarias) o complejas (secundarias), no derivan de la intuición o de una actividad
discursiva, sino que serían el resultado de nuestra experiencia generada a través de la confluencia
de dos surtidores de ideas:

• Sensaciones: provenientes del contacto con objetos externos, percepciones a través de los
sentidos.
• Reflexiones: proveniente de las operaciones internas mentales, como los pensamientos, las
memorias de hechos pasados, etc.

Por ejemplo, en la presencia de una flor nosotros vemos su color, olemos su fragancia, y sentimos
su contacto. Todas estas sensaciones, conforman en nosotros una idea: flor. Pero también
podemos reflexionar acerca de ella; pensar en la flor cuando no está presente de forma física. De

32
esta forma también tenemos ideas sobre la flor que son independientes de las sensaciones, sino
que provienen de las reflexiones.

La sensación sería, por tanto, el fenómeno básico de la vida mental, y la reflexión, por su parte, la
toma de conciencia que acompaña a cada una de estas sensaciones. Toda idea en la mente fue
alguna vez una sensación o una reflexión: no hay nada en el entendimiento que antes no haya
estado en los sentidos.

Con esta propuesta, Locke da un paso definitivo en el abandono del sustancialismo psicológico.
Transforma el cogito cartesiano, entendido como sustancia, como ente metafísico, en una función
psíquica: la conciencia de ser uno mismo. Esta teoría de la mente propuesta por Locke es
frecuentemente citada como el origen de las concepciones modernas de la identidad y del yo, que
aparecen en las obras de filósofos posteriores. Locke fue el primero en definir el yo como una
continuidad de la conciencia.

Llegando al siglo XVIII, la propuesta del filósofo escocés David Hume (1711-1776) puede
considerarse como una transición entre los empiristas y los asociacionistas británicos (figura
2.12). Tras abandonar la carrera de Derecho, Hume se dedicó de lleno a la filosofía y obtuvo la
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Cátedra en la Universidad de Edimburgo y más tarde en la Universidad de Glasgow. Durante la


última etapa de su vida, Hume fue especialmente estimado por los círculos políticos y sociales de
las capitales europeas, y sus ideas tuvieron un gran calado en la época.

Figura 2.12. David Hume (1711-1776).

Tomando como punto de partida la propuesta empirista de Locke, Hume cree que no hay
conocimiento más allá de la experiencia, y se centró en el estudio los componentes de la mente y
las leyes que describieran cómo se conectaban o combinaban dichos componentes. Según él, el
conocimiento humano es el resultado de las asociaciones entre sensaciones.

En su obra An Enquiry Concerning Human Understanding (Investigación sobre el entendimiento


humano, 1748) Hume defendió, que todo conocimiento deriva de la experiencia adquirida a través
de los sentidos. Para Hume: Senso ergo sum (Siento, luego existo). Sentir es casi todo. Además,
los contenidos mentales pueden agruparse en dos categorías, que difieren según el grado de
fuerza o vivacidad con la que se imprimen en la mente:

33
Antecedentes filosóficos y epistemológicos: psicología
precientífica

• Impresiones: son aquellas percepciones que derivan del contacto directo con la realidad
exterior, a través de los sentidos, y entran con más fuerza en la mente. Además, pueden ser:
 Simples: una sensación no descomponible (átomos de la vida mental).
 Complejas: asociación de percepciones que puede descomponerse en percepciones más
simples. La mayoría de las impresiones serían complejas, puesto que estamos
continuamente expuestos a multitud de sensaciones simples a través de los sentidos.
• Ideas: son las imágenes débiles o menos vívidas de las impresiones, de las que somos
conscientes cuando reflexionamos sobre alguna de las sensaciones anteriores, cuando
pensamos y razonamos. A cada idea le corresponde, por tanto, su impresión; es decir, nos
resulta imposible pensar en nada que no hayamos sentido con anterioridad.

Uno de sus planteamientos es que las ideas complejas se forman a partir de ideas más simples,
que se combinan y asocian de acuerdo a tres leyes o principios de asociación: semejanza,
contigüidad, ya sea temporal o espacial, y causalidad, estableciendo relaciones de causa y efecto.
Este concepto de asociación para describir el funcionamiento de algunos fenómenos mentales ya
había sido anteriormente empleado por Platón y, sobre todo, por Aristóteles, que en sus tratados
dejó indicios de las leyes de asociación de ideas (semejanza, contraste y contigüidad). Es,

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además, el concepto troncal del asociacionismo que marcó la pauta de los pensadores de la
segunda mitad del siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX, especialmente en Reino Unido.

A pesar de que en esta época todavía no podemos hablar de “escuelas psicológicas”, el


asociacionismo es considerado por algunos autores como el primer “movimiento” o corriente
estrictamente psicológica. Entre todas las teorías que aparecieron durante la etapa de la
psicología filosófica el asociacionismo fue, probablemente, la que ejerció una influencia más
fuerte en la psicología que iba a desarrollarse a partir de finales del siglo XIX. No sólo afectó a la
primera psicología científica que nacería el Alemania, sino que influiría en numerosas propuestas
posteriores, tales como los condicionamientos de Pavlov y Skinner, el conexionismo de Thorndike
o el conductismo de Watson.

2.4.1. APORTACIONES DESDE LA FISIOLOGÍA

“Una conclusión metafísica es, o bien una conclusión falsa, o una conclusión
experimental que se mantiene oculta” (Hermann Von Helmoltz, 1877).

Además de la filosofía, la fisiología es una de las ciencias que más ha contribuido a la Historia de
la psicología. Durante el siglo XIX experimentó grandes progresos, muy especialmente en el
avance del conocimiento del sistema nervioso, los cuales tuvieron una enorme repercusión sobre
la psicología, ya que aportaban datos que ayudaban a desentrañar la naturaleza del ser humano.
Algunos autores, incluso, afirman que la nueva psicología se gestó en los laboratorios de fisiólogos
y anatomistas.

A finales del siglo XVIII, de la mano del neuroanatomista y fisiólogo alemán Franz Joseph Gall
(1758-1828) (figura 2.13), surgió lo que más tarde sería conocido como frenología, un movimiento
científico basado en la creencia de que importantes rasgos del carácter pueden ser descubiertos
a partir del estudio de la forma del cráneo. Según la frenología, las facultades y funciones

34
mentales se localizan en áreas específicas de la superficie del cerebro y determinan el
comportamiento humano. El cerebro quedaría así organizado y dividido en diferentes zonas más o
menos desarrolladas según lo estuviera también la función o facultad asociada a las mismas, y
encapsulado de forma hermética en el cráneo (figura 2.14).

Figura 2.13. Gall (1758-1828).


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Figura 2.14. Ilustración típica del siglo XIX sobre frenología.

35
Antecedentes filosóficos y epistemológicos: psicología
precientífica

Según Gall, la forma exterior del cráneo corresponde a la forma interior del cerebro, que está
determinada desde la niñez. Las facultades muy desarrolladas darían lugar a un engrosamiento
de la zona cerebral donde se localiza su función, y causaría una pequeña protuberancia sobre el
cráneo. De igual manera, las zonas menos desarrolladas podrían llegar a causar pequeñas
hendiduras. En consecuencia, la medición o palpación del cráneo (craneoscopia) podía revelar la
calidad de las funciones mentales subyacentes.

Aunque gozó de cierta popularidad durante el siglo XIX, el análisis de Gall sobre las funciones del
cerebro y la propia frenología quedaron en el olvido y no recibieron ninguna atención durante el
siglo XX, hasta ser considerado hoy en día como una pseudociencia. Sin embargo, aunque su
punto de vista fuera erróneo, tuvo un importante papel histórico y contribuyó a impulsar el
pensamiento científico y a establecer el cerebro como órgano de la mente, con determinadas
áreas ligadas a funciones específicas.

En una de sus obras, “Sobre las funciones del cerebro y sus partes” (1825), Gall escribió:

“A través de algunas investigaciones sobre el grado de inteligencia que posee el hombre


y los animales, llegamos a la conclusión de que la complejidad del cerebro de los

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animales guarda una proporción con sus propensiones y facultades, que las diferentes
regiones del cerebro están dedicadas a diferentes clases de funciones y que, finalmente,
el cerebro de cada especie de animales, el hombre incluido, está formado por la unión de
tantos órganos particulares como cualidades morales y facultades intelectuales distintas
existen esencialmente.

Las disposiciones morales e intelectuales e intelectuales son innatas; su manifestación


depende de su organización; el cerebro es exclusivamente el órgano de la mente; el
cerebro está compuesto de tantos órganos particulares y órganos independientes como
poderes fundamentales de la mente existen. Estos cuatro principios incontestables
forman las bases de toda la fisiología del cerebro” (Gall, 1978, p.219).

Por otra parte, entre los siglos XVIII y XIX el interés por el funcionamiento del cuerpo humano había
ido en aumento, y numerosos anatomistas, fisiólogos, químicos y médicos se interesaron por el
estudio del sistema nervioso, coincidiendo en identificarlo como el órgano central de las funciones
humanas. En términos generales, se había venido trabajando bajo el supuesto de que todos los
nervios tenían una misma naturaleza morfológica y una misma función: transmitir los impulsos
nerviosos entre el cerebro y el resto de los órganos. Sin embargo, a comienzos del siglo XIX se
demostró experimentalmente la distinción estructural y funcional de los nervios que transmiten
los impulsos nerviosos desde y hacia el cerebro. Aunque trabajaron de manera independiente, los
anatomistas Charles Bell (1774-1842) y François Magendie (1783-1855), constataron y
publicaron, casi a la vez, la constatación de que las raíces espinales anteriores contienen
únicamente fibras motoras, y las raíces espinales posteriores sólo fibras sensoriales, de manera
que los impulsos nerviosos se llevan a cabo en una sola dirección desde o hacia el cerebro en
cada caso. Este descubrimiento, conocido posteriormente con el nombre de Ley de Bell-Magendie
supuso la distinción entre (figura 2.15):

36
• Fibras aferentes: vías ascendentes, sensitivas. Estos nervios sensoriales estarían
conectados con la médula en sus raíces posteriores y transmiten los impulsos nerviosos
desde el ambiente externo hacia el interior del organismo y el cerebro.
• Fibras eferentes: vías descendentes, motoras. Los nervios motores estarían conectados a la
médula espinal por sus raíces anteriores y transmiten impulsos nerviosos desde el cerebro
hacia la periferia.
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Figura 2.15. Fibras aferentes (sensitivas) y eferentes (motoras) del Sistema Nervioso.

El descubrimiento de la especificidad de las vías nerviosas ascendentes (sensitivas) y


descendentes (motoras) del sistema nervioso fue importante tanto para la fisiología como para la
psicología, puesto que la distinción entre las vías que se encargaban de la sensación y las que se
encargaban del movimiento sentó las bases para una investigación experimental de la percepción
y el movimiento como funciones separadas. Posteriormente a Bell y Magendie, el fisiólogo alemán
Johannes Müller (1801-1858) (figura 2.16) confirmó la distinción entre las fibras aferentes y
eferentes, y además propuso la división y diferenciación de las fibras sensoriales, de manera que
cada uno de los sentidos clásicos (vista, oído, olfato, gusto y tacto) cuente con sus respectivos y
diferentes nervios encargados de transmitir la sensación al cerebro. Según la Ley de Müller o Ley
de energías nerviosas específicas, la cualidad de la sensación no depende tanto del tipo de
estímulo que afecta a nuestros sentidos, sino de la fibra nerviosa que interviene en la percepción
de ese estímulo.

“La sensación es la transmisión a la conciencia, no de una cualidad o estado de los


cuerpos exteriores, sino de una cualidad o estado de un nervio sensorial, determinado
por una causa externa, cualidades que varían en cada nervio sensitivo” (Müller, 1846,
p.155).

37
Antecedentes filosóficos y epistemológicos: psicología
precientífica

Figura 2.16. Müller (1801-1858).

Es decir, cada uno de los nervios sensoriales podía, de manera exclusiva, transmitir un tipo de
sensación específica correspondiente al órgano sensorial con el que estaba vinculado: si se
estimula un nervio visual, tendremos sensaciones visuales, si se estimulan nervios especializados
en provocar sensaciones de calor, tendremos calor, independientemente de si el estímulo es luz o

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no, o si es calor o no. El papel del cerebro consistiría en asociar la información sensorial entrante
con las respuestas motoras apropiadas.

A partir de la contribución de Müller proliferaron numerosos estudios científicos sobre los órganos
sensoriales y el proceso de la percepción. El fisiólogo alemán Hermann Von Helmholtz (1821-
1894) (figura 2.17), considerado uno de los grandes científicos del siglo XIX, aceptó la Ley de
Müller y la completó añadiendo que la mente “interpreta” los estímulos sensoriales mediante
procesos inconscientes y automáticos, de manera que la voluntad no participa del proceso de
percepción.

En el transcurso de su carrera, Helmholtz adquirió una temprana reputación en fisiología a partir


del descubrimiento de la velocidad del impulso nervioso, y más tarde por sus estudios sobre la
fisiología sensorial y los procesos de percepción visual y auditiva en humanos.

Según Helmholtz, las experiencias explican las percepciones. Es decir, la percepción (visual) de un
objeto no responde a una intuición innata, sino aprendida, aunque el sujeto no sea consciente de
haberse dado dicho aprendizaje. Diferenció entre dos procesos para explicar cómo recibimos la
información del mundo exterior:

• Sensación: experiencia producida por la impresión sensorial. Depende de los mecanismos


del sistema sensorial, de los órganos sensoriales.
• Percepción: interpretación de los procesos sensoriales. Se trata de un proceso psicológico
que implica un juicio por parte del sujeto, a menudo inconsciente, y se produce en el
sistema nervioso central.

En su principal publicación, Handbuch der Physiologischen Optik (Tratado de óptica fisiológica,


1867) proporcionó las teorías empíricas sobre la percepción visual y los procesos fisiológicos que
guían la percepción del color, la profundidad y el movimiento, convirtiéndose en una obra de
referencia en el campo. Entre sus líneas podemos encontrar el siguiente texto:

38
“(…) Cuando se estimulan los mecanismos nerviosos que tienen sus terminaciones en la
zona derecha de la retina de los dos ojos, normalmente nuestra experiencia (repetida en
nuestra vida un millón de veces) ha sido que teníamos ante nosotros un objeto luminoso
a la izquierda. Debíamos levantar la mano hacia la izquierda para taparnos la luz o para
asir el objeto luminoso; o teníamos que movernos hacia la izquierda para acercarnos a él.
Así pues, aunque en estos casos no se dé una conclusión consciente determinada, sí que
se ha cumplido en cambio la función esencial y originaria de semejante conclusión y se
ha alcanzado su resultado, sencillamente, claro está, mediante los procesos
inconscientes de asociación de ideas que tienen lugar en el oscuro fondo de nuestra
memoria” (Helmholtz, 1978, pp. 191-192).
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Figura 2.17. Von Helmholtz (1821-1894).

Para Helmholtz nuestra percepción del mundo exterior incluye, no sólo esquemas de las
sensaciones producidas en el mismo momento en que se estimula el órgano sensorial, sino
también imágenes derivadas de impresiones anteriores. Lo que percibimos en un momento dado
sería, por tanto, una combinación de pasado y presente.

Este interés por estudiar cómo percibimos el mundo exterior a través de los sentidos, llevó a los
fisiólogos del siglo XIX a desarrollar nuevas metodologías de estudio para manipular la
estimulación exterior y así poder observar los cambios que se producían en las sensaciones. Se
iniciaba así la experimentación en condiciones controladas de laboratorio.

Uno de los máximos representantes de esta nueva forma de estudio fue el alemán Gustav Theodor
Fechner (1801-1887) (figura 2.18). Formado en medicina y cirugía, dedicó su vida al estudio de la
física en la Universidad de Leipzig. A raíz de una profunda crisis personal, se interesó por los
conceptos filosóficos del alma y el cuerpo, y comenzó a desarrollar la disciplina que él mismo
denominó psicofísica, en la que trató de aunar sus conocimientos sobre física y filosofía con el
objetivo de hallar una base científica o experimental de la relación entre la mente y el cuerpo. En
sus propias palabras, Fechner define la psicofísica como sigue:

“La realidad de las relaciones funcionales entre el cuerpo y el alma es algo que suele ser
admitido generalmente por todos, pero en cambio el problema de las razones, sentido e
implicaciones de esta realidad es una cuestión todavía no resuelta.

39
Antecedentes filosóficos y epistemológicos: psicología
precientífica

Dejando aparte los puntos de vista metafísicos, los cuales pertenecen a la esencia, y no
al fenómeno o apariencia, la psicofísica pretende determinar con toda exactitud posible
las relaciones funcionales reales existentes entre los dominios fenoménicos del cuerpo y
del alma.

¿Qué es lo que pertenece conjuntamente, cuantitativa y cualitativamente, próxima y


remotamente, al mundo del cuerpo y al mundo del espíritu? ¿Conforme a qué leyes los
cambios de uno siguen a los cambios del otro, o ambos cambian conjuntamente? La
psicofísica se hace estas preguntas generales e intenta responderlas con precisión”
(Fechner, 1990, p.20).

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Figura 2.18. Fechner (1801-1887).

En la que fue considerada su obra más representativa, Elemete der Psychophysik (Elementos de
Psicofísica, 1860), Fechner pensó que los hechos conscientes y las reacciones corporales, aunque
no pueden reducirse unos a los otros, son las dos caras de una misma moneda. Para Fechner, el
aspecto mental o psíquico, las sensaciones, no podían medirse directamente, ya que no disponía
de ninguna unidad de medida de los estados mentales, pero sí de manera indirecta mediante su
manifiesto físico, es decir, la respuesta del individuo a dichas sensaciones, su umbral sensorial.
Siendo el interés de Fechner la cuantificación de estos fenómenos, su mayor contribución a la
psicología científica fue el desarrollo de métodos sistemáticos y rigurosos de experimentación,
denominados métodos psicofísicos, que posteriormente dieron pie a numerosos estudios.

El objetivo que perseguía Fechner en sus experimentos era determinar la relación entre la
magnitud física del estímulo y la intensidad subjetiva de la respuesta, ya que para poder captar un
estímulo éste debe poseer una magnitud suficiente para estimular el órgano sensorial, ser
percibido y generar una respuesta. Se centró Fechner en el estudio de los umbrales, que
previamente habían sido descritos por el psicólogo alemán Heinrich Weber (1795-1878). Notó
Fechner que el estímulo y la sensación no aumentaban en la misma proporción: si nos
encontramos en una habitación en penumbra, iluminada únicamente por la luz tenue de una vela,
y encendemos otra vela, enseguida notaremos la diferencia. Sin embargo, si estamos en una
habitación bien iluminada por dos docenas de velas encendidas, y encendemos una vela más, el
cambio de iluminación apenas será percibido. Basándose en esta idea desarrolló la Ley

40
Psicofísica de Weber-Fechner, la cual establece la relación cuantitativa entre la magnitud del
estímulo físico y cómo éste es percibido: “Si un estímulo crece en progresión geométrica, la
percepción evolucionará en progresión aritmética. El menor cambio discernible en la magnitud de
un estímulo es proporcional a la magnitud del estímulo”.

Tras varios estudios describió dos tipos de umbrales en la percepción de las sensaciones: el
umbral absoluto, que define los límites -mínimo y máximo- de la percepción o la magnitud de
estímulo necesaria para que éste sea percibido (mínimo) o deje de ser percibido (máximo), y el
umbral diferencial, referido a la capacidad discriminativa de los sentidos (tabla 2.2).

Tabla 2.2: Tipos de umbrales en la percepción de las sensaciones.

Umbral Definición

Magnitud o “cantidad” de estímulo necesaria para generar una


Mínimo
sensación perceptible.
Umbral absoluto
Magnitud de estímulo a partir de la cual dejamos de percibir
Máximo
cambios en la sensación y lo percibimos como invariable.
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Magnitud o “cantidad” mínima de estímulo necesario para que


Umbral diferencial pueda captarse el cambio en la sensación. Diferencia justamente
perceptible.

Los éxitos obtenidos por Fechner y Helmholtz, entre otros, forman parte esencial del embrión que
dio lugar al nacimiento de la psicología científica y supusieron una clara inspiración a psicólogos
como Wundt, siendo los verdaderos precursores de la psicología experimental contemporánea. De
hecho, la psicofísica y sus métodos de estudio continúan siendo, hoy en día, una útil herramienta
científica.

2.4.2. APORTACIONES DESDE LA BIOLOGÍA

“No es el más fuerte de las especies el que sobrevive, tampoco es el más inteligente el
que sobrevive. Es aquel que es más adaptable al cambio” (Charles Darwin, 1869).

Desde los filósofos de la Antigua Grecia hasta finales del siglo XVII, la historia del universo se
había planteado desde una perspectiva “fixista”, que consideraba a los seres vivos invariables e
inmutables desde el origen del mundo (algunos tratarán de volver a esta perspectiva fixista con el
creacionismo, que defiende que los seres vivos han surgido de un acto creador divino, y no son
fruto de la evolución). A partir del siglo XVIII, se comenzó a dudar de este planteamiento y
surgieron diversas teorías que aceptaban cierto cambio o progreso en los seres a lo largo de su
existencia.

El primero en proponer una teoría evolutiva aplicada a los seres vivos fue el francés Jean Baptiste
Lamarck (1744-1829) que argumentó que los organismos cambiaban cuando, de forma
imprevista, el medio al que están adaptados cambia y se ven obligados a modificar el uso de sus
recursos, bien buscando unos nuevos, o bien abandonando los que ya no son útiles. Este

41
Antecedentes filosóficos y epistemológicos: psicología
precientífica

planteamiento fue conocido como “ley del uso y del desuso”. Aunque en un principio fue
rechazada, esta propuesta dio paso al evolucionismo, que sería después enormemente
desarrollado.

Charles Darwin (1809-1882) (figura 2.19) nació en Gran Bretaña y estudió medicina en la
Universidad de Edimburgo y teología en la Universidad de Cambridge, completando
posteriormente sus estudios con otros de botánica, biología y geología. Entre 1831 y 1836
participó en una expedición por diversos países y recogió infinidad de información en sus diarios
de viaje y anotaciones de índole científica relativas a la biología, geología y antropología. Estas
observaciones servirán a Darwin como base para construir su Teoría de la Evolución, que lo
convertirá una de las figuras más influyentes en el pensamiento del siglo XIX.

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Figura 2.19. Darwin (1809-1882).

Tal como recogió en una de sus obras más importantes, “El origen de las especies” (1859), todas
las especies de seres vivos han evolucionado a partir de un antepasado común mediante un
proceso de selección natural, de forma que la diversidad que se observa en la naturaleza se debe
a las modificaciones acumuladas por la evolución a lo largo de las sucesivas generaciones.
Escribió:

“(…) como de cada especie nacen muchos más individuos de los que puedan sobrevivir y
como, consiguientemente, hay que recurrir con frecuencia a la lucha por la existencia, se
deduce que cualquier ser, si varía, aunque sea levemente, de algún modo provechoso
para él, bajo las complejas y a veces variables condiciones de la vida, tendrá mejores
probabilidades de sobrevivir, y de ser así seleccionado naturalmente. Según el vigoroso
principio de la herencia, toda variedad seleccionada tenderá a propagar su forma nueva y
modificada.

(…) A este principio de conservación o supervivencia de los más aptos lo he llamado


Selección Natural. Tal principio implica el perfeccionamiento de cada criatura en relación
con sus condiciones de vida orgánicas e inorgánicas y, por tanto -en la mayoría de los
casos- algo que debe considerarse como un avance de organización” (Darwin, 1979,
pp.158-160).

42
A partir de sus estudios, Darwin propone una Teoría de la Evolución, que explicaría el origen
común de todas las especies animales y el proceso por el cual han ido sucediéndose los cambios
y adaptaciones a lo largo de los años (tabla 2.3).

Además, este proceso evolutivo es dinámico y se mantiene en el tiempo, de manera que se da un


fenómeno de selección acumulativa, es decir, las variaciones van ganando fuerza según son
transmitidas a las siguientes generaciones, incluso hasta poder dar lugar a una nueva especie, y
ocurre también un perfeccionamiento progresivo como efecto de la selección natural.

Por su contribución a la Historia de la Psicología, destaca también la obra “La expresión de las
emociones en el hombre y en los animales” (1872), en la que Darwin trató de determinar los
gestos con los que los humanos y algunos animales, principalmente pájaros y mamíferos,
expresamos las diferentes emociones. Darwin reconocía cierto valor universal en la expresión
facial de las emociones, según la cual seres de razas muy distintas, tanto humanos como
animales, expresan estados mentales similares con los mismos movimientos. Propuso que ciertos
comportamientos emocionales humanos son herencia de comportamientos que fueron útiles en
la vida animal anterior. Por ejemplo, lo que hoy sería un gesto facial de desprecio o cólera, en una
época anterior (animal) podía haber sido una preparación para morder.
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Las ideas de Darwin supusieron el inicio de la moderna Psicología comparada, que emplea
modelos animales no humanos para investigar sobre el comportamiento o la vida mental.

Tabla 2.3: Principios básicos de la Teoría de la Evolución de Darwin.

Principio Descripción

Los organismos tienden a adaptarse al medio cambiante en el que viven


Adaptación
para sobrevivir. La vida es adaptación.

Lucha por la El medio dispone de recursos finitos y limitados, por lo que los individuos
supervivencia han de pelear para acceder a ellos y sobrevivir.

En ocasiones se van produciendo ciertas variaciones individuales,


Variaciones pequeñas y progresivas, que permiten una mejor adaptación al medio
cambiante.

Cuando estas variaciones o cambios son provechosas para el individuo,


además de mejorar su adaptación y aumentar su supervivencia, también
Selección natural
aumentan sus posibilidades de reproducirse, ya que “el vigoroso, sano y
feliz, sobrevive y se multiplica” con más facilidad.

Las variaciones, los caracteres adquiridos, que han mostrado ser positivos
Herencia para la supervivencia tenderán transmitirse a través de la herencia a los
descendientes, y así propagarse.

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Antecedentes filosóficos y epistemológicos: psicología
precientífica

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Resumen

45
Antecedentes filosóficos y epistemológicos: psicología
precientífica

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46
Siglo XIX: el surgimiento de la
psicología como ciencia 3
“Así, pues, me parece, en definitiva, que el único camino que la Psicología puede tomar
es aquel que parte de los más elementales problemas de la vida anímica, los cuales se
hallan ocultos en los fenómenos de la percepción sensible (…)” Wilhelm M. Wundt, 1920.

Como hemos visto en los capítulos anteriores, esta joven ciencia, la Psicología, nace y se
desarrolla de la mano de otras disciplinas, tales como la filosofía, la anatomía, la biología o la
fisiología, y son muchos los autores que contribuyeron a darle su forma y a sentar sus bases.
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Desde el siglo XVIII, y a lo largo de todo el siglo XIX, había ido creciendo progresivamente el interés
por describir el funcionamiento del cuerpo humano y los procesos fisiológicos ligados a la
percepción sensorial, así como por desarrollar nuevos métodos experimentales que permitieran
abordar el estudio de estos procesos. Autores como Fechner o Helmholtz, y sus contribuciones al
estudio experimental de la percepción y al desarrollo de la psicofísica, posibilitaron que se
empezara a considerar la aplicación del método científico al estudio de la mente humana, de la
Psicología.

En este escenario, muchos autores comenzaron a alejarse de la denominada psicología filosófica,


caracterizada por su enfoque especulativo-reflexivo, e interesarse por obtener datos empíricos
para fundamentar sus teorías. Se estaba gestando una nueva disciplina: la Psicología, ahora ya
como ciencia independiente y en pleno derecho.

La mayoría de los autores y publicaciones coinciden en identificar a Wundt y la puesta en marcha


de su laboratorio en Leipzig a partir del año 1879 como el nacimiento “oficial” de la psicología
experimental. Es cierto que, de la mano de Wundt, la Psicología entró en la Universidad y adquirió
por primera vez el estatus de disciplina académica reglada, logrando un respaldo social e
institucional que hasta entonces no había tenido. No obstante, coincidiendo en el tiempo con este
surgimiento de la psicología científica, iban gestándose también otras corrientes de pensamiento
y destacando importantes figuras en la historia de la psicología, tales como Sigmund Freud y su
psicología del inconsciente, o William James y su pragmatismo, considerado además por muchos,
al menos en Estados Unidos de América, como padre de la psicología moderna.

47
Siglo XIX: el surgimiento de la psicología como ciencia

3.1. WUNDT Y EL NACIMIENTO DE LA PSICOLOGÍA


EXPERIMENTAL

Wilhelm Maximilien Wundt (1832-1920) fue un filósofo, fisiólogo y psicólogo alemán, conocido
principalmente por ser considerado el fundador de la Psicología científica (figura 3.1). Se formó
teniendo a Müller como maestro en Berlín, y estuvo vinculado personalmente con Helmholtz y
Fechner, con quienes coincidió en Heidelberg y Leipzig, respectivamente. Otra fuente importante
de sus intereses fue la filosofía, y recibió influencias del asociacionismo inglés.

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Figura 3.1. Wundt (1832-1920).

Pocos años después de graduarse, en 1858 Wundt entró a trabajar en el Instituto de Fisiología de
la prestigiosa Universidad de Heidelberg, como asistente del fisiólogo alemán Hermann von
Helmholtz, conocido por sus contribuciones al estudio de la percepción humana. A pesar del
entusiasmo inicial, Wundt se sintió pronto desilusionado, ya que el tipo de asistencia que le era
requerido se centraba más en tareas docentes, y apenas participaba activamente de la
investigación en laboratorio. No obstante, durante los años que trabajó como asistente de
Helmholtz, Wundt se formó y recibió influencias de la fisiología experimental y sus métodos de
estudio. En 1862 publicó su primer libro: “Contribuciones hacia una teoría de la
sensopercepción”, donde analiza las funciones sensoriales y desarrolla una teoría de la
percepción. Wundt ubica la psicología entre las ciencias físicas y las ciencias sociales, y utiliza el
método experimental para documentar cuestiones diversas del comportamiento y hacer de la
psicología una ciencia inductiva, experimental.

En 1864, insatisfecho, Wundt renunció a su nombramiento como asistente en el Instituto de


Fisiología, y se dedicó a diversas tareas docentes e investigadoras durante unos años hasta que,
en 1875 obtuvo la cátedra de filosofía en la Universidad de Leipzig, donde impartió clase durante
más de 40 años.

Al asumir la cátedra, la Universidad de Leipzig asignó a Wundt un pequeño espacio en el edificio


Konvikt para que almacenara sus equipos y aparatos experimentales. Ante la incomodidad que le
suponía cargar con todo el instrumental cada vez que impartía una conferencia, Wundt acabó por
trasladar las clases al edificio y establecerse finalmente en el Konvikt, donde realizaba pequeños
experimentos y demostraciones ante sus alumnos y estudiantes, cada vez más numerosos. En el

48
otoño de 1879, Wundt inició una serie de experimentos ajenos al curso que impartía, y puso así en
marcha el primer laboratorio de psicología experimental, dando lugar al surgimiento de la
psicología como ciencia (figura 3.2).
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Figura 3.2. Fotografías del edificio Konvikt, donde Wundt puso en marcha el primer laboratorio de
Psicología Experimental.

El laboratorio de Wundt actuó como un imán y atrajo a numerosos estudiantes e investigadores de


otros países de todas las partes del mundo a realizar estancias en Alemania y aprender de sus
métodos. Posteriormente, a su vuelta a los países de origen, estos psicólogos e investigadores
ponían en marcha nuevos laboratorios en sus universidades, expandiendo así la aplicación del
método experimental a la psicología, y estableciendo la psicología científica también en sus
países. Sin embargo, es necesario admitir que, aunque fueron numerosos los psicólogos
experimentales que se formaron con Wundt, la mayoría de ellos acababan por alejarse del
planteamiento wundtiano original y proponían nuevas ideas, a menudo discrepantes con el que
había sido su maestro.

Entre 1873 y 1874 Wundt había publicado los dos volúmenes de su obra “Principios de Psicología
Fisiológica” como una síntesis entre la fisiología y la filosofía de la mente. Es importante aclarar
que, en este contexto, aún no debemos entender por “psicología fisiológica” el estudio de las
bases biológicas de la conducta humana, tal como la definimos actualmente, sino la concepción
que Wundt adoptó para este término, esto es, un área de conocimiento centrada en la
investigación de un ámbito fronterizo entre lo físico y lo mental, empleando para ello técnicas

49
Siglo XIX: el surgimiento de la psicología como ciencia

experimentales análogas a las de la fisiología. En el prefacio de una edición posterior del libro
podemos leer:

“El libro que aquí presento al público es un intento por definir un nuevo dominio de la
ciencia. Estoy muy consciente de que la cuestión debe ser incorporada aun cuando el
momento todavía no es oportuno para tal empresa. La nueva disciplina se apoya en
fundamentos anatómicos y fisiológicos los cuales, en ciertos aspectos, están muy lejos
de ser sólidos; mientras que el tratamiento experimental de los problemas psicológicos
debe ser pronunciado desde cualquier punto de vista por estar en sus primeros
comienzos. Al mismo tiempo, los mejores medios para descubrir los espacios en blanco
que nuestra ignorancia ha dejado en la importante cuestión de una ciencia en desarrollo
son, como todos nosotros sabemos, tener un panorama general de su presente
condición” (Wundt, 1904, p.v. Citado en: Hotershall, 1997, pp.125-126).

3.2. LA PSICOLOGÍA DE WUNDT

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En la obra donde el autor definió por primera vez la psicología científica, Principios de Psicología
Fisiológica (1873-1874), Wundt proclamó una alianza entre dos ciencias, la fisiología y la
psicología, que conjuntamente resultarían en una psicología fisiológica cuyas tareas eran, en sus
propias palabras:

“(…) primero, investigar aquellos procesos vitales [la conciencia] que, a medio camino
entre la experiencia interna y externa, requieren de la aplicación simultánea de ambos
métodos de observación, el externo y el interno. Segundo, arrojar luz sobre todos los
procesos vitales desde los puntos de vista conseguidos por las investigaciones en esta
área y, de esta manera, quizás, contribuir a una comprensión total de la existencia
humana. [Esta nueva ciencia] comienza con los procesos fisiológicos y comprende
demostrar cómo influyen éstos en el ámbito de la observación interna (…). El nombre de
psicología fisiológica (…) indica que la psicología es el verdadero tema de nuestra ciencia
(…). Si uno desea poner el acento en sus características metodológicas, se podría
denominar a nuestra ciencia psicología experimental, para distinguirla de la habitual
ciencia de la mente basada únicamente en la introspección” (Wundt, 1873, pp. 157-158.
Citado en: Leahey, 2005, pp. 490-491).

En esta obra Wundt propone una división de la psicología en dos:

1. Psicología individual o experimental: centrada en el estudio de lo que él denomina


“procesos inferiores”, es decir, la experiencia inmediata que adquirimos a través de la
percepción sensorial y que puede ser evaluada mediante el método experimental, en el
laboratorio.
2. Psicología colectiva o psicología de los pueblos: según Wundt, la parte de la psicología que
estudia los procesos superiores, los cuales no pueden abordarse de forma sistemática y
experimental.

50
3.2.1. LA PSICOLOGÍA INDIVIDUAL O EXPERIMENTAL

Inicialmente, Wundt desarrolló un mayor interés por el estudio de los procesos inferiores,
especialmente los procesos perceptivos que daban como resultado representaciones mentales.
En este escenario, el objeto de estudio de la Psicología era la experiencia inmediata de la
conciencia, entendida ésta como el conjunto de experiencias conscientes vividas por una persona.
La Psicología aspira a estudiar toda esta experiencia, incluyendo todos los elementos que la
conforman. Lo mismo que los físicos o los anatomistas de la época trataban de analizar la materia
o el cuerpo humano reduciéndolos a sus elementos básicos, los átomos o las células en cada
caso, Wundt decidió que los psicólogos debían analizar la mente reduciéndola a los componentes
más básicos que la constituyen: sensaciones y sentimientos (tabla 3.1).

Tabla 3.1: Contenidos elementales de la mente, según Wundt.

Fenómenos objetivos mentales resultantes de la elaboración subsecuente a la


estimulación de los órganos de los sentidos. Algunos provienen del exterior
Sensaciones (sensaciones visuales, táctiles, gustativas) y otras del interior (fatiga muscular,
dolor, presión). Poseen atributos como la cualidad o la intensidad, que pueden ser
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medidas y cuantificadas.

Fenómenos subjetivos que proceden del propio sujeto. Emociones referidas al


Sentimientos
mundo subjetivo.

Wundt concebía la percepción como una experiencia inmediata, la entrada de una representación
mental a nuestra conciencia. Desarrolló además el término de apercepción, referido al proceso
que se ocupaba de mantener o trasladar dicha representación mental al centro de atención de la
conciencia. Así, lo que recibe atención es apercibido. De esta forma, el concepto de apercepción
se encuentra muy estrechamente ligado a la voluntad, entendida, según Wundt, como un
sentimiento de decisión o resolución que conduce a una acción manifiesta. La apercepción
requiere de la participación activa del sujeto y es, para Wundt, un acto de la voluntad con el que
controlamos y damos unidad sintética a nuestra mente. Es decir, para ver claro un contenido de la
conciencia, éste debía ser llevado al foco de atención mediante el uso de la voluntad por parte del
sujeto. De esta forma, la voluntad jugaba un papel primordial en los procesos de apercepción y en
todo el sistema psicológico, por lo que muchos, incluido el propio Wundt, consideraron esta
propuesta como voluntarista. En sus propias palabras:

“La psicología voluntarista no afirma en manera alguna que la voluntad sea la única
forma realmente existente del proceso psíquico, sino que simplemente afirma que la
voluntad con los sentimientos y las emociones con ella íntimamente conexos,
constituyen una parte de la experiencia psíquica tan necesaria como las sensaciones y
representaciones; afirma, además, que por la analogía del proceso volitivo debe
interpretarse todo otro proceso psíquico; esto es cual un hecho que siempre muda en el
tiempo, y no cual una suma de objetos persistentes como generalmente admite el
intelectualismo (…). Cuando llamamos psicología voluntarista a la dirección
estrictamente empírica que se contrapone a las tentativas de renovar la doctrina
metafísica que se caracteriza por los principios formulados más atrás, no debemos
olvidar que, en sí y por sí, este voluntarismo psicológico nada tiene que ver con ninguna

51
Siglo XIX: el surgimiento de la psicología como ciencia

doctrina metafísica de la voluntad (…). Los principios del voluntarismo psicológico


considerado en el sentido indicado son completamente contrarios a la metafísica por
que excluye de la psicología toda metafísica; se hallan, pues, en oposición con las otras
direcciones psicológicas, porque rechaza todos los esfuerzos que tienden a referir los
procesos de la voluntad a simples representaciones, y al propio tiempo acentúa el
significado típico de la voluntad por la naturaleza de la experiencia psicológica” (Wundt,
1896, 22-27).

En diversos momentos de su carrera, Wundt se enfrenta al problema del dualismo mente-cuerpo,


y trata de explicar cómo ambos elementos interactúan y se comportan. Tomó una postura
decidida: el paralelismo psicofísico, es decir, los procesos mentales y los corporales y fisiológicos
transcurrían paralelamente, pero sin una interacción mutua (figura 3.3):

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Figura 3.3. Niveles de análisis de la conciencia, según Wundt.

Según el esquema anterior, todo contenido de la conciencia, todo “evento psíquico” exhibe dos
dimensiones:

1. Externa: se presenta como un fenómeno mental, entendido éste como contenido


consciente o estructura de la conciencia (sensación, representación, recuerdo, emoción,
etc.). Es un fenómeno consciente y, por tanto, accesible a la introspección.
2. Interna: se presenta como un fenómeno cognitivo, entendido como actividad psíquica o
función de la conciencia (percibir, atender, recordar, pensar, etc.). Estos fenómenos son
inconscientes y, por tanto, inaccesibles a la introspección. Para Wundt, estas actividades
son la causa de los fenómenos correspondientes de la experiencia consciente.

Para Wundt, el objeto de estudio de la Psicología no sería el mundo exterior en sí, sino los
procesos psicológicos a partir de los cuales observamos y experimentamos el mundo exterior, y a
los cuales podemos acceder mediante la introspección, la autoobservación experimental.

Wundt define la introspección, ya no como una serie de autorreportes, sino como un conjunto de
procedimientos objetivos, experimentales, estrictamente controlados, que comprendía

52
mediciones objetivas y cuantificables, como los tiempos de reacción o tasa de respuestas. Al
estudio de procesos como la atención, la memoria o la apercepción, Wundt aplicó la metodología
experimental propia de la fisiología, recurriendo especialmente a estudios cronométricos,
cuantificación de los tiempos de reacción y estudio de umbrales.

Aunque los trabajos atribuidos a Wundt son cuantiosos, su principal labor fue la dirección y tutoría
de estudiantes, los cuales llevaban a cabo el mayor peso de los experimentos.

3.2.2. LA PSICOLOGÍA COLECTIVA O DE LOS PUEBLOS

En todo momento Wundt había defendido que la psicología experimental del individuo no podía
constituir una psicología completa, y a partir de 1900 centró su estudio en lo que él mismo había
considerado “la otra mitad de la psicología”, la psicología colectiva. Desde 1900 hasta pocos días
antes de su muerte en 1920, Wundt acometió la inmensa tarea de publicar su obra más extensa,
consistente en 12 volúmenes, con lo que él mismo había denominado Völkerpsychologie (lit. del
desarrollo de la humanidad; “Psicología de los pueblos”). En esta obra, Wundt elevó el método
comparado-histórico al mismo nivel que el método experimental, y se centró en el estudio del
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individuo en el entorno sociocultural al que pertenece, en contraposición al estudio del individuo


en el laboratorio.

Según el propio Wundt, esta psicología colectiva ya no permitía el uso de métodos experimentales,
sino que requería de métodos descriptivos, más propios de las ciencias sociales, con el fin de
realizar una interpretación histórico-cultural de la realidad del individuo, y así inferir, a partir de
ella, el funcionamiento de los procesos psíquicos superiores. Se centró entonces Wundt en el
estudio de los productos de la mente colectiva, es decir, lenguaje, los mitos o las costumbres, que
a su vez pueden estar influidos por otros fenómenos sociales y culturales como la religión, las
leyes o el arte. Para Wundt, la enorme variedad sociocultural existente es un claro reflejo de las
distintas fases de la evolución mental y cultura del ser humano, desde las tribus más primitivas
hasta las sociedades más civilizadas.

Posteriormente a Wundt apenas se mantuvo el interés por la psicología colectiva y cultural, y no se


avanzó demasiado en su estudio, aunque sí sentó las bases para el desarrollo posterior de la
psicología social, especialmente notable en el enfoque histórico-cultural de Lev Vygotski (1896-
1934), el cual defiende que el desarrollo personal será el resultado de la interacción con otras
personas en un entorno histórico-socio-cultural determinado que va a determinar cómo éste
acontece.

Aunque sus hallazgos concretos no se mantuvieron vigentes, la concepción de Wundt de la


psicología como un saber independiente y su influencia en el desarrollo y establecimiento del
método experimental para el abordaje de los problemas de la psicología le llevaron a ser
considerado uno de los psicólogos más influyentes en la historia de la psicología.

53
Siglo XIX: el surgimiento de la psicología como ciencia

3.3. EL LEGADO DE WUNDT

Aunque Wundt impulsó el surgimiento de la psicología como disciplina reconocida, su propuesta


teórica no fue representativa de la psicología posterior a él. A Wundt se lo ha considerado más
como una figura de transición que une el pasado filosófico de la psicología con su futuro como
ciencia natural y aplicada (Leahey 2005, p. 509).

Así, podemos considerar como la mayor contribución de Wundt a la psicología, más allá de teorías
o principios que pudieran llevar su nombre, el empuje que otorgó a la psicología como ciencia
independiente de la filosofía, su establecimiento como disciplina. Además, el enorme volumen de
estudiantes que acogió en sus instalaciones -se calcula que por el laboratorio de Leipzig pasaron
cerca de 24.000 alumnos- facilitó la difusión de este método científico al regresar éstos a sus
lugares de origen y fundar en ellos sus propios laboratorios. Durante sus años de docencia, Wundt
dirigió cerca de 200 tesis doctorales y escribió más de 500 publicaciones originales. Debemos
admitir, es cierto, que la mayoría e los sucesores de Wundt rechazaron su división de la psicología
en psicología individual y psicología de los pueblos, y fueron más numerosos los que se opusieron
a las ideas wundtianas que los que las continuaron, pero la influencia de Wundt en la difusión y

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establecimiento de la psicología como disciplina científica, alejada ya de cuestiones meramente
filosóficas o metafísicas, es incuestionable.

De entre los alumnos de Wundt en el laboratorio de Leipzig surgirán también algunos que fueron
figuras relevantes para la psicología: Titchener, Kraepelin, Külpe, Cattell, Durkheim, Spearman,
Sapir, entre otros.

Si bien la psicología como disciplina científica independiente surgió en Alemania, donde se habían
dado las condiciones óptimas que facilitaron su institucionalización y asentamiento en la
Universidad, fue en Estados Unidos donde obtuvo un crecimiento institucional mayor. A finales del
siglo XIX la psicología estadounidense puso en marcha la primera organización profesional activa,
la Asociación Americana de Psicología (del inglés, American Psychological Association, APA)
fundada en 1892 y considerada, aún en la actualidad, la mayor institución profesional de la
psicología en todo el mundo. También en pocos años se establecieron multitud de laboratorios de
psicología en las Universidades de Chicago, Clark, Columbia, Cornell, Harvard, Pennsylvania,
Winsconsin, Yale, etc., y se comenzaron a editar las primeras publicaciones periódicas (revistas)
dedicadas a la psicología general, experimental y aplicada.

A diferencia de la resistencia que encontró a menudo en Europa para introducirse en las


universidades e instituciones profesionales, la psicología fue muy bien acogida en Estados Unidos,
tanto académica como socialmente. Las cuestiones psicológicas eran de interés común en la
cultura estadounidense, dándose el caldo de cultivo para un rápido desarrollo de esta disciplina,
apoyada en un gran apoyo público y administrativo.

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3.4. ESTRUCTURALISMO FRENTE A FUNCIONALISMO

Tradicionalmente, la obra de Wundt se ha considerado ligada al estructuralismo. No obstante, este


término fue realmente empleado a posteriori por otros autores, como Edward Titchener o William
James, para referirse a su obra, y realmente Wundt nunca lo empleó.

Edward Bradford Titchener (1867-1927) fue un psicólogo británico, formado también en filosofía y
fisiología, que se estableció posteriormente en Estados Unidos, donde llegó a ser considerado el
impulsor definitivo de la psicología experimental americana (figura 3.4).
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Figura 3.4. Titchener (1867-1927).

Titchener, buen conocedor de la lengua y cultura alemanas, tradujo la tercera edición de Principios
de Psicología Fisiológica de Wundt, y quedó impresionado por sus ideas. En 1890 decidió viajar a
Alemania e incorporarse al laboratorio de Leipzig bajo la tutela de Wundt, de quien obtuvo su
doctorado en 1892. Aunque no mantuvieron una relación muy estrecha, la influencia de Wundt
sobre Titchener es indiscutible.

Obtenido su doctorado, en 1892 se trasladó a Estados Unidos, recomendado por otro alumno de
Wundt, Frank Angell (1857-1939), para ocupar un puesto como profesor en la Universidad de
Cornell, donde se mantuvo en activo 35 años, hasta su fallecimiento en 1927.

La contribución de Titchener a la psicología en sus años como profesor en la Universidad de


Cornell fue enorme: puso en marcha el mayor programa de doctorado en psicología en Estados
Unidos, amplió el laboratorio experimental y publicó multitud de obras originales y traducciones de
otros autores, como Wundt y Külpe.

Entre 1901 y 1905 publicó su obra más relevante, “Psicología experimental: manual de prácticas
de laboratorio”, formada por cuatro volúmenes: dos manuales para alumnos y dos manuales para
profesores, la cual se convirtió en la obra de referencia de psicología en Estados Unidos durante
los siguientes 20 años. Aunque los textos de Titchener fueron sustituidos y actualizados con el
tiempo, desempeñaron un papel crucial en el desarrollo de la psicología experimental en Estados

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Siglo XIX: el surgimiento de la psicología como ciencia

Unidos, y sirvieron para ensalzar la importancia del respeto al rigor científico (Greenwood, 2011,
p.278).

Al igual que Wundt, Titchener concebía la psicología experimental como el estudio de la


experiencia inmediata, la conciencia, desde el método científico. Para Titchener el método
científico era la observación; el experimento era una observación que se podía repetir, aislar y
variar, asegurando de tal forma una mayor exactitud y claridad. La forma de observación de la
experiencia inmediata, de la conciencia, sería para Titchener la introspección, la autoobservación,
como método de estudio de los contenidos de la mente. Además, como ya hicieran los empiristas
y asociacionistas británicos, trató de identificar los elementos básicos (átomos) que conformaban
estos contenidos de la mente, y las leyes o principios que regían su asociación.

Según Titchener, el objetivo de la psicología como ciencia experimental sería describir la


estructura de la mente, es decir, los elementos básicos que la conformaban, los atributos de
estos, y los modos en que se combinaban. Por esta razón denominó a su corriente de
pensamiento estructuralismo o psicología estructural, a la cual diferenciaba de la psicología
funcional o funcionalismo, la cual se ocupaba principalmente de las funciones de la conciencia.
Este esfuerzo por esclarecer la estructura de la mente contrastaba frontalmente con el rumbo

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progresivamente funcional y aplicado que, inspirado en la obra de William James, iba tomando
fuerza en la psicología norteamericana de la época. Tal como reflejó el autor en su obra “Los
postulados de una psicología estructuralista” (1898):

“(…) El objetivo primario del psicólogo experimental ha sido analizar la estructura de la


mente, desenredar los procesos elementales de la maraña de la conciencia, o
(cambiando de metáfora) aislar los componentes de una determinada formación
consciente. Su tarea es realizar una vivisección, pero una vivisección de resultados
estructurales, no funcionales. El psicólogo experimental trata de descubrir, en primer
lugar, qué hay y en qué cantidad, no para qué lo hay. De hecho, este trabajo de análisis
tiene tanto peso en la bibliografía de la psicología experimental que un autor reciente ha
cuestionado el derecho de esta ciencia a su adjetivo, declarando que un experimento es
algo más que una medida realizada con ayuda de refinados instrumentos. Y no hay
dudas de que muchas de las críticas vertidas sobre la nueva psicología dependen de la
dificultad que los críticos tienen en reconocer su carácter morfológico. Se dice a menudo
que nuestro tratamiento de los sentimientos y las emociones, del razonamiento, del yo,
es inadecuado; que el método experimental es valioso para la investigación de las
sensaciones y las ideas, pero que no puede llevarnos más lejos. La respuesta es que los
resultados obtenidos de la disección de los procesos 'superiores' siempre serán
decepcionantes para quienes no hayan adoptado el punto de vista del diseccionador.

(…) Por encima de esta psicología de la estructura hay, sin embargo, una psicología
funcional. Podemos considerar la mente como un complejo de procesos, configurados y
moldeados por las condiciones del organismo físico. O podemos considerarla como el
nombre colectivo de un sistema de funciones del organismo psicofísico. Estos dos puntos
de vista se confunden no pocas veces. La frase 'asociación de ideas', por ejemplo, puede
referirse al complejo estructural (el grupo de sensaciones asociadas) o al proceso
funcional de reconocimiento y recuerdo (la asociación de una formación con otra). En el

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primer sentido se trata de material morfológico; en el segundo pertenece a lo que
llamaré (confío en que no se interprete mal la expresión) psicología fisiológica.

Del mismo modo en que la psicología experimental se ocupa en buena medida de los
problemas estructurales, la psicología 'descriptiva' antigua y moderna se ocupa
principalmente de los problemas funcionales. En las discusiones de la psicología
descriptiva, la memoria, el reconocimiento, la imaginación, el concepto, el juicio, la
atención, la apercepción, la volición y un ejército de sustantivos verbales de denotación
más o menos amplia, connotan funciones del organismo en su totalidad. Que sus
procesos subyacentes sean de carácter psíquico es, por decirlo así, accidental; en la
práctica están al mismo nivel que la digestión y la locomoción, la secreción y la
excreción” (Titchener, 1898, citado en: Dennis, 1948, pp. 366-369).

Los sujetos experimentales de Titchener eran entrenados en el método de la introspección


experimental sistemática, a fin de que informaran sólo del contenido puro de la experiencia y no
del significado o las memorias que se activaran a través de esa experiencia, evitando lo que él
llamaba error de estímulo (Titchener, 1912, p. 488), definido como la atención a las propiedades
conocidas del estímulo más que a la experiencia sensorial misma. En palabras del propio
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Titchener:

“El observador ejercitado se introduce en el hábito introspectivo, tiene la actitud


introspectiva inculcada en su sistema, de suerte que le es posible no sólo tomar notas
mentales mientras la observación está en progreso sin interferir con la conciencia, sino,
incluso, tomar notas escritas, como lo hace el histólogo mientras tiene el ojo pegado
todavía al ocular del microscopio” (Titchener, 1910, p.23).

Al igual que defendiera Wundt, Titchener insistía en que las condiciones externas debían
controlarse cuidadosamente para poder determinar con mayor precisión los contenidos de la
conciencia, y para que una misma experiencia pudiera ser experimentada por más de un
observador, permitiendo así una verificación recíproca de los resultados del experimento.

Apoyándose en Wundt, Titchener describió tres elementos básicos de la mente, los cuales no eran
susceptibles de mayor reducción analítica (tabla 3.2).

Tabla 3.2: Contenidos elementales de la mente, según Titchener.

Elementos objetivos provenientes de la percepción a través de los sentidos.


Las sensaciones poseen atributos básicos, los cuales pueden ser medidos
empleando el método experimental, la observación:
• Cualidad: diferencia de clase, característica o distinción de la sensación.
• Atensidad: claridad que varía con la atención más que con las características de
Sensaciones un objeto; cuanto más se centra el foco de atención sobre un objeto, más
claramente se percibe.
• Intensidad: fuerza con la que el objeto es percibido y genera la sensación.
• Protensidad: duración temporal de la sensación.
• Extensidad: atributo adicional que puede darse a algunas sensaciones, las
cuales, además de todo lo anterior, suponen también una extensión espacial.

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Siglo XIX: el surgimiento de la psicología como ciencia

Elementos de las ideas; representaciones mentales de las sensaciones, menos


vívidas, menos intensas.
Imágenes
Al igual que las sensaciones, las imágenes también pueden describirse en base a
sus atributos: cualidad, atensidad, intensidad, protensidad, extensidad.

Sentimientos Emociones propias del sujeto.

El estructuralismo fue muy criticado por considerarse una aproximación artificial y analista al
estudio de la conciencia. El golpe de gracia que hizo tambalear todo el programa de la psicología
estructural de Titchener fue el debate acerca del “pensamiento sin imágenes” que se inició de la
mano de Oswald Külpe (1862-1915) (figura 3.5), filósofo y psicólogo alemán, quien también había
sido alumno de Wundt en el Instituto de Leipzig, y se convertiría después en el fundador y máximo
exponente de la denominada Escuela de Würzburgo.

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Figura 3.5. Oswald Külpe (1862-1915).

Külpe obtuvo el Doctorado con Wundt en 1887, y ocupó varios puestos en las Universidades de
Bonn y Munich. Entre sus obras más importantes cabe destacar “Compendio de Psicología”
(1893), en la que ya cuestionó algunos aspectos fundamentales de los planteamientos
wundtianos. De hecho, Külpe ejemplifica a la perfección una situación que se dio repetidamente:
la de los psicólogos que, formados con Wundt en Leipzig, vieron claramente la necesidad de
trascender los límites impuestos por su maestro a la psicología experimental y quisieron ampliar la
aplicación del método experimental a otros aspectos de la psicología (Ferrándiz-Lloret et al.,
2014).

En 1894 obtuvo una cátedra en la Universidad de Würzburgo, donde dos años más tarde fundó el
laboratorio experimental que sería la sede de las investigaciones llevadas a cabo por la
denominada Escuela de Würzburgo. Los resultados que obtenían en sus investigaciones a
menudo eran contradictorios con los resultados obtenidos en otros laboratorios, lo que generó un
clima de debate clave en estos años.

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Lo que caracteriza a la Escuela de Würzburgo es, precisamente, la creencia de que el método
experimental puede aplicarse a los fenómenos complejos o superiores, tales como el pensar, el
juicio, el razonamiento o la abstracción.

La forma general de estos nuevos métodos consiste en presentar al sujeto de estudio un


excitante, por ejemplo, una palabra o una frase, y preguntar al sujeto acerca de las imágenes o
sucesos que se han generado en su conciencia en respuesta o reacción ante tal excitante. De aquí
el nombre de la técnica, que fue conocida como interrogación. Además, el tiempo que transcurría
desde la presentación del excitante hasta la respuesta por parte del sujeto era medido utilizando
un cronoscopio.

Los seguidores de la Escuela de Würzburgo rechazaban la introspección analítica de Wundt, a la


cual consideraban un método poco fiable, no científico, y por contraste, proponían una
introspección sistemática, reglamentada. En palabras de Külpe:

“Aunque en general la psicología antigua no prestaba la debida atención al pensamiento,


la nueva orientación experimental estuvo tan ocupada en poner en orden las sólidas
bases de las sensaciones, las imágenes y los sentimientos, que no pudo dedicarse a los
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etéreos pensamientos hasta bastante tarde. Los primeros contenidos mentales que se
advirtieron en la conciencia fueron las presiones y las punciones, los sabores y los olores,
los sonidos y los colores. Eran los más fáciles de percibir, seguidos de sus imágenes y de
los placeres y los dolores. Aquello que no tuviera la palpable constitución de estas
formaciones escapaba al ojo del científico que no estuviera adiestrado para percibirlo.

(…) Lo que finalmente nos llevó en psicología a otra teoría fue la aplicación sistemática
de la auto-observación. Anteriormente, lo normal era no pedir el informe sobre las
experiencias habidas durante un experimento nada más terminar éste, sino tan sólo
obtener algún que otro informe en los casos excepcionales o anormales. Sólo cuando
concluía una serie completa de experimentos se pedía un informe general sobre los
hechos principales que aún se recordasen. De esta manera, sólo los aspectos más
llamativos salían a la luz. Además, el compromiso con las concepciones tradicionales de
las sensaciones, los sentimientos y las imágenes, impedía observar o conceptuar lo que
no era ni sensación, ni sentimiento, ni imagen. Sin embargo, en cuanto se permitió que
las personas adiestradas en observar sus propias experiencias hiciesen informes
completos y sin prejuicios inmediatamente después de terminado el experimento, se hizo
evidente la necesidad de ampliar los conceptos y definiciones anteriores. Descubrimos
en nosotros mismos procesos, estados, direcciones y actos que no encajaban en el
esquema de la psicología anterior. Los sujetos empezaron a hablar en lenguaje cotidiano,
y a dar a las imágenes solo una importancia secundaria en su mundo privado. Sabía,
pensaban, juzgaban y entendían, captaban significados e interpretaban conexiones, sin
apoyarse en realidad en ninguno de los acontecimientos sensoriales que aparecían de
vez en cuando” (Külpe, 1912, citado en: Watson, 1979, pp.151-153).

Empleando estos métodos, Külpe demostró experimentalmente que, en muchos casos, cuando
pensamos en cosas muy abstractas, el pensamiento no genera imágenes o representaciones
mentales y, por tanto, los contenidos de la conciencia no podían limitarse a dichos elementos.
Aunque Titchener defendió su postura alegando que la capacidad de reportar imágenes dependía

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Siglo XIX: el surgimiento de la psicología como ciencia

de la capacitación y entrenamiento del sujeto experimental, el estructuralismo que había


dominado en Estados Unidos durante los primeros años del siglo XX fue perdiendo fuerza, y
finalmente murió con Titchener en 1927, a la vez que comenzaron a despegar otras corrientes que
pronto dominaron la psicología, tales como el funcionalismo o el conductismo.

En contraste con el estructuralismo, el funcionalismo o la psicología funcional ponía el énfasis en


el papel activo, creativo e intencional de la conciencia en la generación y el control de la conducta
adaptativa. En gran parte, debemos el término funcionalismo a Titchener, quien definió su
psicología estructural, centrada en la observación experimental de la conciencia, como
contrapuesta a la psicología funcional, ocupada de las funciones de dicha conciencia.

El funcionalismo surge a partir de la convergencia de varias influencias, tales como la tradición


asociacionista, el empirismo británico, la filosofía, y muy especialmente, el evolucionismo
propuesto por Charles Darwin.

El desarrollo del funcionalismo comenzó con William James (1842-1910) (figura 3.6), filósofo y
psicólogo estadounidense de enorme relevancia, profesor en la Universidad de Harvard, y
considerado padre de la psicología norteamericana. Se formó en Estados Unidos y Europa, donde

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visitó los laboratorios de Fechner, Helmholtz y Wundt.

Figura 3.6. William James (1842-1910).

En 1890 publicó su obra más relevante, “Principios de Psicología”, que fue utilizada como texto de
referencia en numerosas Universidades de Estados Unidos y Europa.

Para James, la psicología tiene un carácter más práctico que teórico, por lo que se le ha
considerado cercano al pragmatismo. Muy influido por el evolucionismo de Darwin, James concibe
la psicología como una ciencia natural, que estudia los procesos mentales como actividades
funcionales, adaptativas, cuyo fin último será garantizar la adaptación y supervivencia del
individuo. La conciencia sería, por tanto, una corriente de pensamientos que fluyen
constantemente, una estructura biológicamente relevante y adecuada para facilitar la adaptación
de los seres complejos a entornos complicados (Civera et al., 2006). En sus propias palabras:

“La vida mental es, ante todo, teleológica, o sea, que nuestros diversos modos de sentir y
pensar han llegado a ser lo que son a causa de su utilidad para modelar nuestras

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reacciones sobre el mundo exterior (…). El fin primero y fundamental de la vida psíquica
es, pues, una acción de conservación del individuo” (James, 1892, pp. 13-14).

James entiende la conciencia como un proceso que selecciona constantemente las ideas que han
de traducirse en acciones, siendo, así, el motor de la adaptación que activa el organismo.

Se mostró muy crítico ante el atomismo que defendía la psicología estructural, y consideraba que
el estudio de la conciencia no podía limitarse a la descripción de los elementos que la componen,
sino que debía considerarse como un proceso continuo. Justifica el estudio de la mente de
acuerdo con su utilidad práctica:

“La conciencia, desde el momento de nuestro nacimiento, es conciencia de una fecunda


multiplicidad de objetos y relaciones, y las que llamamos simples sensaciones son
resultados de la atención discriminativa, muy frecuentemente llevada a externos muy
altos. Es asombroso el estrago causado en la psicología cuando se admiten
presupuestos al principio aparentemente inocentes, pero que llevan en su interior ciertos
fallos. Posteriormente, estas consecuencias nocivas se desarrollan y llegan a ser
irremediables al quedar insertas en la totalidad del entramado de la obra. La noción de
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que las sensaciones, al ser las cosas más simples, son las primeras que deben ser
consideradas por la psicología, es una de estas suposiciones. Lo único que la psicología
tiene derecho a postular desde el principio es precisamente el hecho del pensamiento, y
este hecho tiene que ser examinado y analizado en primer lugar. Si después resulta que
las sensaciones están entre los elementos del pensamiento, éstas no saldrán peor
paradas que en el caso de haberlas presupuesto desde el principio.

(…) Por tanto, la conciencia no aparece ante sí misma partida en trozos. Palabras tales
como 'cadena' o 'tren' no la describen adecuadamente tal como se presenta en una
primera instancia. No es nada articulado; fluye. Un 'río' o una 'corriente' son las
metáforas que mejor la describen. Así pues, en lo sucesivo, cuando hablemos de ella la
llamaremos corriente de pensamiento, de la conciencia o de la vida subjetiva” (James,
1890, citado en Gondra, 1990, pp. 108-131).

Esta concepción de la mente de James contrasta frontalmente con el análisis atomista y


estructuralista que proponía Wundt, el cual imaginaba los estados mentales como agregados de
sensaciones simples, susceptibles de ser estudiadas por separado. En cambio, para James, las
sensaciones no tienen nada de simples. La conciencia es un continuo fluir de pensamientos, en el
que todo lo sentido y lo percibido depende de lo experimentado anteriormente. Todo pensamiento
que ocurre en la mente es modificado por pensamientos anteriores (Mora-Mérida y Martín-Jorge,
2010, p.102).

Por lo tanto, para James y para el funcionalismo que surgirá a continuación, a la psicología le
correspondería el estudio de la actividad mental en un sentido adaptativo.

Una de las figuras más relevantes del funcionalismo será John Dewey (1858-1952), (figura 3.7)
especialmente a partir de la publicación de su artículo “El concepto del arco reflejo en psicología”
(1896). Se trata de un artículo polémico, donde Dewey ataca de manera directa el atomismo que
definía la psicología de Wundt y Titchener. La crítica de Dewey no se centró únicamente en la

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Siglo XIX: el surgimiento de la psicología como ciencia

propuesta de estos autores acerca de que ciertos “átomos” o elementos (sensaciones e ideas)
fueran los que constituían los contenidos mentales, sino que supuso una verdadera resistencia
organizada y sistemática contra todo el estructuralismo.

Figura 3.7. John Dewey (1858-1952).

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Dewey no negaba la existencia del estímulo, la sensación o la respuesta, pero sí rechazó la idea de
que fuera eventos separados, yuxtapuestos en el tiempo como una cadena. Propuso, en cambio,
una coordinación por la que el estímulo se enriquece con los resultados de experiencias
anteriores, y la respuesta se modula gracias a la experiencia sensorial. Es decir, estímulo,
sensación y respuesta serían las fases de división del proceso en una coordinación global de la
acción, al ir el organismo adaptándose a su medio (Ferrándiz et al., 2014, p.207). En sus propias
palabras:

“El antiguo dualismo entre sensación e idea se repite en la actualidad en el dualismo


estímulo-respuesta. (…) [Para éste] una cosa es el estímulo sensorial, otra distinta la
actividad central que representa a la idea, y otra la descarga motora representativa del
acto propiamente dicho. (…) lo que se precisa es que consideremos al estímulo sensorial,
conexiones centrales y respuestas motoras, no como entidades completas y distintas en
sí mismas, sino como divisiones de trabajo, factores de funcionamiento integrados
dentro de la totalidad concreta singular, ahora llamada acto reflejo.

(…) La idea del arco reflejo, tal como es usada comúnmente, es defectuosa por cuanto se
supone que el estímulo y la respuesta motora tienen existencias psíquicas distintas,
siendo así que en realidad siempre están dentro de una coordinación.

(…) La realidad es que estímulo y respuesta no son distinciones reales, sino distinciones
teleológicas, distinciones fundadas en la función o papel desempeñado, en la
consecución o mantenimiento de una meta” (Dewey, 1896, citado en Gondra, 1982, pp.
198-206).

En términos generales, en Estados Unidos de América era bastante unánime la creencia de que el
cometido del psicólogo no se podía limitar a diseccionar el contenido de la conciencia, sino que

62
debía incluir la descripción y análisis de los procesos que ocurrían en la misma. Por este motivo, el
movimiento psicológico americano se entregó de lleno al funcionalismo, convirtiéndola en la
primera escuela de psicología típicamente americana.

El funcionalismo es, ante todo, una psicología desde la perspectiva de la continua adaptación del
organismo al medio cambiante en el que se desarrolla. La conciencia, y los procesos que se
derivan de la misma, tales como la memoria, las sensaciones, las emociones, etc., serían el
resultado de una evolución, y estarían por tanto al servicio de un propósito biológico.

El funcionalismo choca frontalmente con el atomismo y el elementarismo propuesto por el


estructuralismo. Opta por el estudio de la mente, pero dentro del cuerpo, entendiendo lo físico y lo
psíquico como dos aspectos igualmente importantes, y ambos participantes de la adaptación del
individuo a su entorno. Es decir, en lugar de estudiar las estructuras y contenidos mentales, la vida
humana es considerada por el funcionalismo como parte del proceso biológico de cambio y
adaptación.

El funcionalismo representó, para la historia de la psicología, la pérdida de interés por los


elementos de la conciencia, el uso de la introspección, y las realidades conductuales no
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materiales. Cronológicamente, el funcionalismo se situaría a caballo entre el estructuralismo de


Wundt y un conductismo naciente y en plena expansión. De hecho, muchos representantes del
funcionalismo se habían formado en la escuela wundtiana, y al mismo tiempo coexistieron con
algunas grandes figuras del conductismo, considerada una de las grandes escuelas psicológicas
surgidas en el siglo XX y vigente hasta nuestros días.

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Siglo XIX: el surgimiento de la psicología como ciencia

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Resumen

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Siglo XIX: el surgimiento de la psicología como ciencia

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Siglo XX: corrientes psicológicas
fundamentales 4
“Si un estudiante de psicología, a comienzos de la década de 1920, hubiera ido a la
Universidad de Cornell, habría oído el tema estructuralista, esbozado por el propio
Titchener, vestido con su toga de Oxford. En la Universidad de Chicago se habría
encontrado con el funcionalismo, enseñado por Harvey Carr. En John's Hopkins, sin duda,
habría oído sobre el conductismo y sobre los estudios hechos por John Watson acerca de
los reflejos y las emociones en los niños. Y si hubiera sido lo suficientemente osado como
para cruzar el Atlántico, podría haber escuchado hablar de la Gestalt a Koffka en
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Giessen, y a Köhler en Berlín.

Si hubiera ido a Harvard, habría encontrado un tinte estructuralista, salpicado con


conferencias sobre las otras escuelas, principalmente dadas por profesores visitantes,
incluyendo a Koffka y a Köhler. En el cercano Clark, podría haber asistido a clases de
conductismo con el profesor Hunter, y de estructuralismo con el profesor Nafe. En
Columbia, habría estado expuesto al eclecticismo -una política intermedia que toleraba
todos los puntos de vista, pero no se avenía con ninguno-. Este fue un período de
doctrinas en competencia, de un claro liderazgo y de lealtades apasionadas (…)” (Keller,
1992, pp. 133-134).

Tal como hemos visto en el capítulo anterior, el impulso de las universidades europeas,
especialmente en Alemania, de finales del siglo XIX, fue el caldo de cultivo ideal que propició el
surgimiento de una psicología científica, distinguida y aceptada ya como disciplina académica,
iniciada en Leipzig de manos del psicólogo alemán Wilhelm Wundt, y difundida posteriormente a
diferentes países occidentales, desarrollándose en cada uno de ellos con sus propias
particularidades.

Desde su nacimiento, la psicología como ciencia que estudia la mente o el comportamiento


humano fue y será una ciencia llena de controversias y puntos de vista diferentes, incluso a veces
enfrentados, y el modelo wundtiano no vino a resolver las problemáticas que comportaba un
objeto de estudio tan complejo, sino tan sólo a proponer su abordaje desde un método
experimental y no sólo a partir de la reflexión especulativa.

Los primeros enfrentamientos teóricos se produjeron en el plano del estudio de la conciencia, aún
bajo el influjo de la introspección. Las discusiones se centraron en lo que debía ser o no
estudiado: ¿debía limitarse el estudio experimental a los procesos considerados inferiores, tales
como los procesos sensoriales y la percepción, o debía abrirse también al estudio de procesos

67
Siglo XX: corrientes psicológicas fundamentales

más complejos o superiores, como el pensamiento o la memoria? ¿debía la psicología limitarse a


definir los elementos básicos o estructura de la conciencia, o debían estudiarse las funciones de
la misma? (Sáiz et al., 2009).

Posteriormente, la falta de consistencia de los resultados obtenidos en laboratorio provocó un


abandono paulatino de la introspección como método de estudio, y una pérdida de interés en el
abordaje de la conciencia como objeto de estudio, dando pie al desarrollo de nuevas metodologías
e impulsando el interés por otros objetos de estudio: el inconsciente, la conducta externa o la
percepción.

En cualquier caso, el siglo XX desde sus inicios fue un momento de enorme eclosión de ideas y
teorías, casi contemporáneas, que coexistieron y fueron predominantes según la universidad en la
que se desarrollaron.

En los próximos apartados que dan forma a este Capítulo 4: Siglo XX: Corrientes psicológicas
fundamentales, iremos desarrollando las características de las principales escuelas o sistemas
psicológicos organizando los contenidos por similitud de ideas, aunando a los diferentes autores
por su cercanía a las diferentes corrientes, y no tanto por orden cronológico, por lo que será común

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que vayamos hacia adelante y hacia atrás en la línea temporal según expliquemos los
antecedentes, surgimiento e ideas principales de una u otra escuela psicológica.

El siguiente esquema ofrece una panorámica de la evolución de la psicología a partir de su


surgimiento y durante todo el siglo XX (figura 4.1):

Figura 4.1. Esquema resumen de la evolución de la Psicología a lo largo del siglo XX.
Fuente: Adaptado y modificado de Sáiz et al., 2009, p.192.

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4.1. LA PSICOLOGÍA DE LA GESTALT

De manera casi paralela al desarrollo del programa de Leipzig llevado a cabo por Wundt, a finales
del siglo XIX y principios del siglo XX surgió, en la Universidad de Berlín, una nueva corriente de
pensamiento, a partir de los trabajos experimentales obtenidos por autores como Max
Wertheimer, Wolfang Köhler, Kurt Koffka o Kurt Lewin, dando lugar al surgimiento de la que se
considera la primera Escuela de Psicología, ya que sus planteamientos compartían una serie de
presupuestos metodológicos y teóricos, que conferían a sus ideas y procedimientos cierta
coherencia y cohesión. Nos referimos a la denominada Psicología de la Gestalt.

El término alemán Gestalt es un vocablo que carece de traducción literal al castellano, aunque en
muchas ocasiones lo podemos encontrar traducido como “forma”. Siendo más fieles al concepto
original, deberíamos también aceptar, como sinónimos de Gestalt, los términos de “figura”,
“conformación”, “configuración”, “hechura”, “estructura” o “creación”, entre otros.

Los principios básicos de la Psicología de la Gestalt, los cuales hacen referencia a la naturaleza
activa y organizada de la percepción, se pueden rastrear hasta los planteamientos teóricos de
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filósofos como Immanuel Kant (1724-1804), el cual afirmaba que los elementos sensoriales de la
percepción se organizaban activamente junto con la participación de la imaginación como
condición subjetiva del individuo, quien elabora una construcción mental a parir de la materia
procedente de los estímulos, de las sensaciones.

Así, la Psicología de la Gestalt conecta con la tradición filosófica alemana de los siglos
precedentes, y surge como una nueva psicología científica ocupada del estudio de la conciencia
humana, entendida ésta como la experiencia, los procesos mentales o los sucesos conscientes, a
través del método experimental. Frente a una realidad que es física y objetiva, la Gestalt va a
preocuparse de evaluar la experiencia o la vivencia de dicha realidad por parte de un sujeto, y
dicha experiencia es psíquica y subjetiva.

4.1.1. PRINCIPALES AUTORES DE LA PSICOLOGÍA DE LA GESTALT

La Psicología de la Gestalt surgió principalmente en los laboratorios de la Universidad de Berlín, de


manos de los psicólogos Wertheimer, Köhler, Koffka y Lewin, los cuales habían sido, todos ellos en
un momento u otro, alumnos de Carl Stumpf (1848-1936), psicólogo alemán fundador y director
del Instituto de Psicología de la Universidad de Berlín. Un cúmulo de casualidades hizo que los
caminos de estos psicólogos se cruzaran.

Max Wertheimer (1880-1943) (figura 4.2) nació en Praga y se formó en psicología bajo la
dirección de Stumpf en la Universidad de Berlín. En 1904 obtuvo su Doctorado en la Universidad
de Würzburgo de manos de Oswald Külpe (1862-1915).

De manera anecdótica en el verano de 1910, mientras realizaba un viaje en tren, Wertheimer


quedó impresionado al darse cuenta de que algunos elementos del paisaje que veía desde su
ventanilla, como los postes o los árboles cercanos, parecían moverse a medida que el tren lo
hacía. Interrumpió su viaje en Frankfurt, y adquirió un estroboscopio en una tienda de juguetes

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Siglo XX: corrientes psicológicas fundamentales

para niños, un instrumento que permite observar, a través de un visor, una imagen que al ponerse
en movimiento rotatorio rápido crea la ilusión de percibirse como estática o en movimiento muy
lento. Utilizando este aparato, y desarrollando instrumentos similares, Wertheimer comenzó a
plantearse preguntas acerca de la percepción del movimiento, y trató de encontrar respuestas
preguntando a algunos colegas de la Universidad de Frankfur t, aunque no obtuvo las
explicaciones que deseaba. Sin embargo, conoció a otros dos psicólogos más jóvenes que habían
sido igualmente alumnos de Stumpf en Berlín: Kurt Koffka y Wolfgang Köhler, y a quienes aceptó
como asistentes e inició una serie de estudios en torno a la percepción óptica del movimiento en
la Universidad de Frankfurt.

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Figura 4.2. Wertheimer (1880-1943).

Entre 1910 y 1912 realizó diversos experimentos sobre la percepción del movimiento aparente, en
los cuales participaron también Koffka y Köhler, primeramente, como sujetos experimentales y
posteriormente como asistentes de investigación. Gracias a este trabajo, Wertheimer consiguió un
puesto como profesor en la Universidad de Frankfurt.

En 1912 publicó su obra más relevante, “Estudios experimentales de la percepción del


movimiento”, reportando los resultados de sus experimentos en Frankfurt. Este trabajo marcó el
inicio formal de la Psicología de la Gestalt.

En los años siguientes realizó numerosas investigaciones en varios laboratorios europeos,


centrándose en los fenómenos perceptivos, en la percepción de estructuras ambiguas y
complejas. Sus resultados fueron dando forma y desarrollando un conjunto de ideas que
conformarían posteriormente los Principios de la Percepción de la Psicología de la Gestalt.

En 1933 se vio forzado a abandonar Alemania, bajo la amenaza del nazismo debido a su
condición judía, y se trasladó a Estados Unidos, donde ya se encontraban Koffka, y donde poco
después también emigró Köhler. Los tres continuaron trabajando en la psicología de la Gestalt,
cuyas ideas impulsaron y difundieron enormemente en el continente americano. En 1935
fundaron la influyente revista Psychologische Forschung, una publicación periódica que recogía
los resultados de los experimentos que llevaban a cabo sobre la percepción.

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Finalmente falleció en New York, en 1943.

Kurt Koffka (1886-1941) (figura 4.3), originario de Berlín, se había formado la Universidad
homónima y había obtenido su doctorado en 1909 con Stumpf. Posteriormente, ocupó un puesto
en la Universidad de Frankfurt, donde se dedicó a investigar sobre la percepción visual.

Entre 1910 y 1912 fue invitado por Wertheimer a participar como sujeto experimental, junto a su
compañero Köhler, en una investigación que él mismo había denominado como “Efecto Phi”.
Cuando participaron en dicho experimento, ni Köhler ni Koffka conocían su finalidad y no fue
hasta finalizar su participación que fueron informados sobre el objetivo de estudio: analizar la
percepción del movimiento aparente. Se convirtieron, a partir de este momento, en entusiastas
del estudio de la percepción y, junto a Wertheimer, iniciaron una serie de estudios que dio lugar a
la Escuela de la Gestalt.
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Figura 4.3. Koffka (1886-1941).

En los años '20 del siglo XX se trasladó a Estados Unidos y desempeñó diversos puestos en las
Universidades de Cornell primero, y posteriormente en la Universidad de Wisconsin y en el Smith
College de Northampton, Massachussets, donde permaneció hasta su fallecimiento en 1941.

Wolfgang Köhler (1887-1967) (figura 4.4) se había formado en las universidades alemanas de
Tübingen, Bonn y Berlín, siendo en ésta última en la que trabajó junto al psicólogo experimental
Carl Stumpf, director del Instituto de Psicología de la Universidad de Berlín, cargo que después
ocuparía él mismo.

En 1909, poco después de obtener su doctorado con una Tesis sobre la Psicología del Sonido
dirigida por Stumpf, Köhler fue contratado como docente y asistente de investigación en la
Universidad de Frankfurt, donde coincidiría con Koffka. Como ya hemos explicado, ambos
participaron conjuntamente como sujetos experimentales en un estudio de Wertheimer sobre la
percepción del movimiento aparente, y a partir de ahí comenzaron a realizar los conocidos

71
Siglo XX: corrientes psicológicas fundamentales

estudios experimentales sobre la percepción que marcarían el punto de partida de la Escuela de


la Gestalt.

Figura 4.4. Köhler (1887-1967).

Entre 1914 y 1920 permaneció en la Isla de Tenerife, donde realizó diversas investigaciones de
Psicología Comparada y etología animal con chimpancés.

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Regresó a Alemania, y tras ejercer como profesor en la Universidad de Göttingen, en 1921 obtuvo
la cátedra de Filosofía en la Universidad de Berlín, y al año siguiente relevó al que había sido su
maestro, Carl Stumpf, en la dirección del Instituto de Psicología de la Universidad de Berlín, el
puesto más importante de la psicología alemana en ese momento. Ocuparía este cargo hasta
1935, año en el que, tras mostrarse crítico con el cada vez más poderoso partido nazi de Adolf
Hitler, y después de varios enfrentamientos con las autoridades alemanas que ponían multitud de
trabas a su trabajo, decide emigrar e instalarse definitivamente en Estados Unidos.

Ocupó una plaza como docente e investigador en el Swarthmore College de Pensilvania hasta su
jubilación, en 1955, aunque siguió realizando multitud de estudios e impartiendo conferencias
por todo el mundo.

En 1959, fue elegido presidente de la Asociación Americana de Psicología (APA), y en numerosas


ocasiones hasta su fallecimiento, en 1967, fue distinguido con todo tipo de premios, menciones y
reconocimientos a su labor profesional.

Junto a los autores anteriores, el psicólogo alemán Kurt Lewin (1890-1947) (figura 4.5), fue
considerado uno de los principales exponentes de la Psicología de la Gestalt de Berlín.

Lewin, de origen judío, inició estudios de medicina en Berlín, y posteriormente de Biología en


Munich, aunque sin terminar su formación, regresó a Berlín y comenzó a estudiar psicología y
filosofía, disciplina en la que se doctoró en 1916 bajo la dirección de Carl Stumpf, director del
Instituto de Psicología de la Universidad de Berlín. En estos años mantuvo una estrecha
colaboración con Wertheimer y Köhler, con los que desarrolló algunos de los preceptos de la
Psicología de la Gestalt.

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Figura 4.5. Kurt Lewin (1890-1947).

Al igual que ocurriera con otros autores, en 1933 con la ascensión de Hitler al poder, Lewin se vio
obligado a emigrar a Estados Unidos, donde comenzó a trabajar en la Universidad de Cornell. A
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partir de 1944 ocupó el puesto de director del Centro de Investigación para la Dinámica de Grupo
del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT), donde desarrolló su trabajo hasta su muerte, en
1947.

Además de como impulsor de la Psicología de la Gestalt, Lewin es reconocido como uno de los
pioneros en el desarrollo de la Psicología social moderna, ya que centró el grueso de su trabajo en
el estudio de los factores que afectan a las interacciones sociales, las dinámicas grupales y el
comportamiento humano en el entorno social. En este sentido, una de sus contribuciones más
importantes es la denominada Teoría de Campo, a partir de la cual pretende explicar cómo las
personas actúan según el modo en el que se perciben a sí mismas en relación al entorno y las
interacciones que establecen con el mismo. Según Lewin, la persona y el entorno que le rodea no
son dos elementos que puedan analizarse separadamente, sino que están en constante
interacción, de forma dinámica, y se afectan el uno al otro produciendo un cambio continuo. Así, la
Teoría de Campo de Lewin establece que el comportamiento es, en realidad, un flujo constante de
interacciones entre los elementos de dicho campo, los cuales generan un proceso de cambio que
lleva desde una situación inicial a otra distinta.

Para la elaboración de su Teoría de Campo, Lewin se apoyó en algunos términos propios de la


física, entendiendo el campo como una zona del espacio en el que diferentes elementos
interactúan entre sí, pudiendo explicarse mediante algoritmos matemáticos la dirección, sentido y
fuerza de dichas interacciones. Siguiendo este esquema, Lewin propone la siguiente ecuación:

C = f (P,A)

Es decir, la conducta del individuo (C) es el resultado de una función (f) de la situación global que
incluye las condiciones específicas de la propia persona (P) y las condiciones específicas del
ambiente (A) en el que se desarrolla.

73
Siglo XX: corrientes psicológicas fundamentales

4.1.2. PROPUESTA TEÓRICA DE LA PSICOLOGÍA DE LA GESTALT

La psicología científica de finales del siglo XIX y principios del siglo XX planteaba nuestra vida
mental como algo susceptible de análisis experimental, principalmente basado en el atomismo, es
decir, en la identificación de los elementos básicos (sensaciones y sentimientos) que conforman la
conciencia humana y que pueden combinarse entre sí para generar estados mentales complejos y
conformar la estructura mental.

En contraste, la Psicología de la Gestalt plantea el estudio de fenómenos mentales que ya no son


susceptibles de análisis, sino que considera su naturaleza es unitaria y global. Estos fenómenos
mentales están configurados de manera que no se pueden descomponer, sino que la experiencia
debe ser considerada de manera global.

Los psicólogos de la Gestalt, Wertheimer, Koffka, Köhler y Lewin, veían una psicología más nueva
y dinámica que la proporcionada por el estructuralismo de Wundt y Titchener, y no se mostraban
satisfechos con lo que consideraban era un estado estático, estéril y estropeado de la psicología
en ese momento. En palabras del propio Köhler:

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“Hemos llegado a una concepción dinámica del mundo perceptivo, más adecuada que la
concepción atomística con sus sensaciones indiferentes y la explicación mediante
mecanismos preexistentes. Pero no es posible introducir este cambio en el mundo de la
percepción sin que nos veamos obligados a introducir cambios correspondientes en la
psicología entera” (Köhler, 1927, p.81).

“En aquellos momentos nos aporreaban con la tesis de que todos los hechos
psicológicos (no sólo los de la percepción) constaban de átomos inertes independientes.
(…) Nos perturbaba enormemente la ausencia total de sentido que mostraba el cuadro y
la implicación de que la vida humana, aparentemente tan colorista y dinámica, era en
realidad tremendamente aburrida” (Köhler, 1960, pp.253-254).

“Su psicología (la del introspeccionista) es muy incapaz de satisfacer a la gente por
mucho tiempo. Dado que ignora las experiencias de la vida cotidiana y se concentra en
hechos raros, los cuales sólo pueden revelar un procedimiento artificial, tanto su
audiencia personal como la laica, tarde o temprano perderá la paciencia. Y algo más
pasará. Habrá psicólogos que le tomarán la palabra cundo dice que ésta es la única
manera correcta de tratar la experiencia. Si esto es verdadero, dirán, el estudio de la
experiencia puede con seguridad no interesarnos. Haremos cosas más vivas.
Estudiaremos la conducta” (Köhler, 1947, p.85).

Este “hacer cosas más vivas” al que Köhler se refiere quedó reflejado en una nueva psicología
más dinámica. El individuo ya no es un receptor pasivo de estímulos sensoriales, sino que las
percepciones pasan a ser activas, vivas y organizadas.

En el contexto psicológico, el concepto Gestalt hace referencia justamente a la estructura


inherente, a la organización que poseen los fenómenos que integran nuestra experiencia
consciente, y que hace de cada uno de ellos un todo unitario y no una mera combinación de
elementos. Esta idea queda reflejada en su principio teórico básico o idea fundamental, el

74
Principio de Totalidad, es decir, “el todo es más que la mera suma de sus partes, y anterior a
ellas”. Es decir, el fundamento primario de nuestra experiencia no lo constituyen los elementos
individuales, sino al revés: cada parte individual depende de lo que es la Gestalt, y sus cualidades
están determinadas por la estructura en la que se integran.

La investigación psicológica se apoya en el análisis fenomenológico experimental, siendo el punto


de partida los fenómenos (gestalten) y ya no los elementos sensoriales aislados. El estudio parte
de la experiencia en su configuración global, sin deformarla ni descomponerla en partes. Esta
postura se aleja de la introspección, método de estudio principal de la psicología estructuralista.
En palabras de Koffka:

“En realidad experimentación y observación deben ir de la mano. Una buena descripción


de un fenómeno puede por sí misma regular una cantidad de teorías e indicar los rasgos
definidos que una teoría verdadera debe poseer. A esta clase de observación la
denominamos fenomenología, palabra que tiene otras varias acepciones que no deben
ser confundidas con la nuestra. Para nosotros, fenomenología significa una descripción
de la experiencia directa tan natural y plena como sea posible. En EE.UU., la palabra
introspección es la única usada para lo que queremos significar, pero esta palabra tiene
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también otro sentido muy diferente y que se refiere a una clase especial de dicha
descripción, esto es, la que analiza la experiencia directa en sensaciones o atributos, u
otras instancias últimas, sistemáticas, aunque no experimentales” (Koffka, 1935).

Las primeras aproximaciones experimentales que sentaron las bases de la Escuela de la Gestalt
se iniciaron con los estudios sobre la percepción del movimiento aparente, o fenómeno Phi
llevamos a cabo por Wertheimer.

Aunque hay muchas variantes del experimento, la versión clásica incluía una proyección mediante
un estroboscopio o un taquistoscopio de dos estímulos luminosos que se presentaban en una
sucesión temporal y a un ritmo pautado que era modificado a voluntad del investigador. El objetivo
consistía en medir la percepción producida en función del intervalo de tiempo que hubiera entre
ambas presentaciones. Según este fuera, Wertheimer describió tres tipos de resultados:

1. Impresión de sucesión: si el intervalo de tiempo entre los dos estímulos era largo, superior
a 200 msg., los estímulos se percibían como presentados de manera sucesiva, uno detrás
de otro.
2. Impresión de simultaneidad: cuando los estímulos eran presentados separados por un
intervalo de tiempo corto, inferior a 30 msg., éstos eran percibidos simultáneamente,
como si fueran un único estímulo.
3. Impresión de movimiento: una presentación de dos estímulos separados por un intervalo
de tiempo óptimo, en torno a 60 msg., genera la impresión de movimiento aparente, como
si el primer estímulo se desplazara hasta ocupar el espacio situado por el segundo
estímulo.

Este último efecto de movimiento, al que denominó fenómeno Phi, fue especialmente importante
para Wertheimer e impulsó gran parte de sus investigaciones posteriores.

75
Siglo XX: corrientes psicológicas fundamentales

Desde el punto de vista psicológico, la apariencia de movimiento constituía una experiencia


fenoménica genuina, distinta de la realidad física, y admitía una explicación en términos
gestálticos ya que no podía ser explicada en términos elementaristas o mediante análisis
sensoriales. Es decir, nuestra percepción no está determinada por el estímulo, sino que es más
bien el propio proceso perceptivo el que configura los estímulos otorgándoles estructura y
significado.

El año 1933, coincidiendo con el inicio de la dictadura nacionalsocialista de Adolf Hitler en


Alemania, supuso un punto de inflexión con la psicología de la Gestalt que, como escuela, ya no
volvería a alcanzar la importancia de los años precedentes.

Si bien es cierto que hubo una recuperación económica importante en los años '30 que facilitó, en
estos años, un nuevo impulso de las ciencias sociales, económicas y de la salud, muchas escuelas
y corrientes se vieron gravemente afectadas por cuestiones étnicas o ideológicas. Concretamente
en lo concerniente a la psicología, se calcula que al comienzo de la época nazi aproximadamente
un tercio de los autores más influyentes habían perdido sus cátedras y posiciones por cuestiones
políticas, racistas o religiosas: se clausuraron y desmantelaron multitud de laboratorios, hubo
despidos, encarcelamientos, ejecuciones y emigración forzosa que afectaron a cientos de

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profesores y científicos, hasta entonces líderes de diversos movimientos (Civera et al., 2006).

Tal fue el caso de los principales representantes de la Gestalt: Koffka y Lewin primero, y
posteriormente Wertheimer y Köhler emigraron a Estados Unidos forzados por las constantes
presiones a las que eran sometidos por el régimen nazi. En Norteamérica trataron reanudar su
actividad y continuar con sus estudios, aunque sin el respaldo de la tradición científica y filosófica
alemana, la Gestalt se encontró fuera de contexto. Además, las dificultades idiomáticas y la
complejidad de algunos planteamientos gestálticos dificultaron su expansión, que ya no volvería a
recuperar la fuerza que había tenido en Europa, y no pasó de ser una corriente minoritaria (Sáiz et
al., 2009).

4.1.3. LOS PRINCIPIOS DE LA PERCEPCIÓN DE LA GESTALT

Los psicólogos de la Gestalt, al rechazar el estructuralismo atomista, que presuponía la suma de


elementos más simples para formar una percepción, postulaban la acción de unas fuerzas
organizativas que determinaban que ese “todo” fuese algo más y distinto que la suma de sus
partes.

A partir de sus investigaciones propusieron dos fenómenos que rigen nuestra percepción, en
función de si los estímulos percibidos cuentan con similitudes o diferencias:

• Asimilación: tendencia a minimizar las diferencias entre algunos elementos similares, y


percibirlos como parte de un conjunto. Se genera una fuerza de cohesión de los elementos
percibidos.
• Contraste: tendencia a exagerar las diferencias entre algunos elementos, de manera que
serán percibidos como elementos diferenciados, no pertenecientes a la misma categoría. Se
genera, por tanto, una fuerza de segregación de los elementos percibidos.

76
Este principio organizativo no dependería de la significación de los objetos ni de la influencia de
las memorias o experiencias pasadas, sino que sería un principio primario que organiza la
percepción. Esta organización perceptual participaría también en la configuración de totalidades,
de manera que se distinguen dos componentes:

1. Figura: estímulo en el que se focaliza nuestra atención, que es dominante y se destaca del
entorno que lo rodea. Esta parte está delimitada y estructurada, bien definida, que
sobresale en primer plano y a la cual se dota de significado. A menudo es mejor recordada.
2. Fondo: estímulo más difuso, informe, que rodea la figura y forma parte del entorno y del
campo percibido, pero no centra nuestra atención, queda en un segundo plano.
Generalmente se muestra como una parte indiferenciada, periférica, que captamos de
modo difuso y recordamos menos.

Figura y fondo presentan un contraste, y se halla necesariamente presente en cualquier


percepción, ya que siempre aquello que percibamos serán figuras que destacarán sobre un fondo.
Un ejemplo ilustrativo de este principio es la denominada Copa de Rubin (figura 4.6), propuesta
por otro psicólogo gestáltico, Edgar Rubin (1886-1951), que dedicó sus estudios a investigar los
fenómenos de percepción figura-fondo con imágenes ambiguas e ilusiones ópticas. Según publicó
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el autor en su obra “Figuras visuales” (1915), esta figura presenta una doble visión, la de la copa y
la de dos rostros humanos que se miran frente a frente, pero ambas no pueden ser percibidas
simultáneamente, sino que una de las formas (figura) destacará siempre sobre la otra (fondo),
aunque podamos alternar la percepción entre una y otra.

Figura 4.6. Copa de Rubin.

Además, no sólo percibimos en términos de figura-fondo, sino que la figura, a su vez, tiende a
estructurarse de acuerdo a unas leyes definidas, o Principios de Percepción, que son factores de
agrupación de estímulos en estructuras más simples y conocidas, para dotarlos de significado.

Estas leyes fueron reformuladas y ampliadas en multitud de ocasiones por sus autores. Además
de la Ley de Figura-Fondo que ya hemos comentado, veamos a continuación de forma resumida
los principios y leyes más relevantes:

 Ley de proximidad: elementos similares que se presentan aislados pero cercanos entre sí
son percibidos como pertenecientes a una misma forma. Nuestro cerebro agrupa

77
Siglo XX: corrientes psicológicas fundamentales

elementos cercanos, de manera que invierte menos recursos al tener que procesar menor
número de elementos.
En el ejemplo (figura 4.7), más probablemente se verán cuatro figuras cuadradas
formadas por cuatro círculos cada uno, que 16 círculos independientes.

Figura 4.7. Ejemplo de la Ley de Proximidad.

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 Ley de semejanza o similitud: los elementos parecidos son percibidos como
pertenecientes a una misma forma. Nuestro cerebro agrupa elementos que comparten
propiedades visuales comunes, como el color o la forma, de manera que economiza
recursos al tener que procesar menos elementos.
En el ejemplo (figura 4.8) se percibirán más fácilmente una cruz central formada por
cuadrados, rodeada de un fondo de círculos, que la totalidad de elementos individuales, es
decir, XX cuadrados y XX círculos. Además, es probable que la cruz se perciba como figura y
los círculos formen parte del fondo, según la Ley Figura-Fondo.

Figura 4.8. Ejemplo de la Ley de similitud.

 Ley de Pregnancia o buena forma: este mecanismo permite reducir posibles


ambigüedades o efectos distorsionados, buscando siempre la forma más simple o más
consistente. Nuestro cerebro tiende a percibir los elementos ajustándolos a la unidad
significativa más simple y coherente.

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En el ejemplo (figura 4.9) se percibirá más probablemente un elefante completo y
“normal”, que una figura imposible con cinco patas.

Figura 4.9. Ejemplo de la Ley de Pregnancia.


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 Ley de cierre o clausura: los elementos cerrados y acabados son más estables
visualmente, lo que hace que nuestro cerebro tienda a “cerrar” y a completar las formas
incompletas, y las perciba como mejor organizadas.
Por ejemplo, en la ilusión óptica clásica conocida como Triángulo de Kanizsa (figura 4.10),
desarrollada por el psicólogo italiano Kanizsa (1955), se percibirá más probablemente un
triángulo equilátero blanco, superpuesto a otro de borde negro pero incompleto, ambos
dos cerrados y completos. Además, este triángulo blanco, aunque inexistente, parece ser
más brillante que el área circundante, pero de hecho, tiene el mismo brillo de fondo.

Figura 4.10. Ejemplo de la Ley de cierre.

 Ley de la buena continuidad o dirección: los elementos que parecen estar colocados
formando un patrón o siguiendo un flujo orientado en una dirección, tenderán a agruparse
como parte de un mismo modelo, aunque permanezcan separados entre sí. Este principio
no puede ser considerado aisladamente, ya que actúa de manera integrada con otros. Se
apoya en la Ley de la buena figura, ya que provoca la elección de formas más simples, y en

79
Siglo XX: corrientes psicológicas fundamentales

la Ley de cierre, ya que nuestro cerebro tiende a percibir elementos continuos, aunque
estos estén interrumpidos entre sí.
En el ejemplo (figura 4.11) tendemos a percibir un cubo formado por círculos separados
entre sí. El cubo será, en todo caso, un producto de nuestro cerebro que completa la forma
e identifica los elementos como parte de una misma figura.

Figura 4.11. Ejemplo de la Ley de buena continuidad.

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Es importante comprender que, según la psicología de la Gestalt, las formas o gestalten no son
algo que la mente imponga a la experiencia, sino algo que se descubre en la experiencia. Son
objetivas, no subjetivas. Las gestalten serían, por tanto, organizaciones naturales, físicamente
reales, que encontramos en la naturaleza, en el cerebro, en la experiencia. “En cierto sentido, la
psicología de la Gestalt se ha convertido en una especie de aplicación de la física de campo a las
partes esenciales de la psicología y la fisiología del cerebro” (Köhler, 1967, p. 115).

4.2. EL PSICOANÁLISIS

“El Psicoanálisis es, por lo menos, una teoría de la evolución, una teoría de la neurosis,
una teoría de la cultura, una teoría del papel de la sexualidad, un arsenal de
instrumentos para la interpretación de las producciones de la imaginación humana, un
esquema explicativo de las relaciones interpersonales y una filosofía de la religión”
(Bakan, 1964, p.37).

Hablar de Psicoanálisis es hablar, inevitablemente, de la figura que lo inició y que lo representa


más fielmente: Sigmund Freud. La importancia y significación de Freud van más allá de la estricta
historia de la psicología, hasta alcanzar una influencia en el marco más amplio de la cultura
occidental moderna. En un principio no intentó crear una teoría psicológica compleja, pero al final
elaboró algo más que un sistema psicológico (Ferrándiz-Lloret et al., 2014).

Intentar abarcar en un capítulo breve todo el pensamiento de Freud es del todo imposible, por lo
que en las siguientes páginas trataremos de ordenar, de manera cronológica, algunas de sus
principales contribuciones con la finalidad de plantear un esbozo de lo que fue y representó el
psicoanálisis de Freud.

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4.2.1. NOTAS BIOGRÁFICAS DE SIGMUND FREUD

Sigmund Freud (1856-1939) (figura 4.12), nació en el seno de una familia judía, en la ciudad de
Freiberg, en Moravia, provincia del Imperio Austrohúngaro. Pronto la familia se instaló en Viena,
Austria, donde Freud creció y vivió casi toda su vida, hasta que se vio obligado a emigrar a Londres
en 1938, huyendo de la persecución nazi.
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Figura 4.12. Freud (1856-1939).

Educado inicialmente por un padre creyente pero liberal, Freud se definirá a sí mismo como
radicalmente ateo, aunque adherido firmemente al judaísmo, del que se siente heredero.

A pesar de que su familia atravesó grandes dificultades económicas, sus padres se esforzaron
para que obtuviera una buena educación. Freud sobresalió en la escuela, y tenía un talento
especial para los idiomas, llegando a dominar el alemán, francés, inglés, italiano, español, hebreo,
latín y griego. Mostró una enorme pasión por el conocimiento, la verdad y el coraje, atributo que
reconoce en sí mismo. Según sus propias palabras, en una carta dirigida a su prometida Martha
Bernays:

“Nadie lo creería al verme, pero ya en la escuela era un oposicionista audaz. Me


encontraba siempre donde había una posición extrema que defender y, en general,
estaba dispuesto a pagar por ello. Después, cuando conseguí el primer lugar, que
conservé durante años, y gocé de la confianza de todos, nadie tuvo que volver a quejarse
de mí. ¿Sabes qué me dijo Breuer un día? Me sentí tan conmovido que después de esto
le confié el secreto de nuestro noviazgo. Me dijo que había descubierto en mí a un
hombre intrépido, increíblemente audaz bajo la cubierta de la timidez. Yo así lo he creído
siempre, sin atreverme a decírselo nunca a nadie. Con frecuencia he tenido la impresión
de haber heredado toda la audacia y toda la pasión de nuestros antepasados cuando
defendían su templo, de ser capaces de arriesgar toda mi vida con alegría por un único
gran momento” (Freud, 16 de noviembre de 1886; en Freud, Freud y Grubrich-Similtis,
1978).

81
Siglo XX: corrientes psicológicas fundamentales

Según él mismo cuenta, la lectura de “El origen de las especies” (Darwin, 1859) despertó su
interés por la ciencia, y en 1873, con 17 años, se matriculó en la Facultad de Medicina de la
Universidad de Viena. Durante su formación recibió cursos optativos de psicología, y al finalizar
sus estudios se formó como neuroanatomista y trabajó en el Hospital General de Viena con
pacientes con daño cerebral.

Como investigador médico, entre 1884 y 1887 Freud experimentó en sí mismo el uso de la
cocaína, y fue pionero en proponer su uso terapéutico por sus propiedades estimulantes y
analgésicas. Encontró que este fármaco aliviaba sus sentimientos de depresión, cambiaba el mal
humor por alegría y lo ayudaba a trabajar. Llegó a ser un defensor entusiasta del uso terapéutico
de esta sustancia, y publicó seis artículos sobre los beneficios y propiedades de esta droga, la cual
utilizó regularmente en su consulta con pacientes diversos, y administró también a sus familiares
y amigos. Aunque en un principio el entusiasmo de Freud por la cocaína fue compartido de forma
amplia, pronto empezaron a reportarse numerosos casos de adicción e intoxicación, y la alarma se
extendió a través de la comunidad médica. Como defensor de la droga, Freud fue censurado y
reprendido por sus colegas, que aprovechando la crítica llegaron también a poner en duda toda su
propuesta teórica.

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Aunque reconoce haber consumido cocaína en algunos momentos de su vida, no sufrió con ella la
adicción que sí tuvo a la nicotina. Freud fumaba alrededor de 20 puros al día, incluso después de
haber sido diagnosticado de un cáncer en el paladar y la mandíbula. De hecho, tuvo que ser
sometido a más de 30 operaciones, y llegó a perder la mayor parte de la mandíbula que le fue
sustituida por un dispositivo artificial al que él mismo llamaba “el monstruo” (Jones, 1957).

Aunque en un primer momento la idea de Freud fue continuar con sus trabajos con pacientes con
daño cerebral, sus intereses de investigación cambiaron en el invierno de 1885, cuando fue
becado para estudiar la histeria y la aplicación de la hipnosis en la clínica de La Salpêtrière de
París, bajo la dirección del médico neurólogo francés Jean-Martin Charcot (1825-1893). Durante
su estancia, Freud asistía a las demostraciones públicas de Charcot sobre la histeria femenina y
su capacidad para inducir y aliviar los síntomas histéricos por medio de la hipnosis (figura 4.13). El
interés que Charcot despertó en Freud queda reflejado en las cartas que envió éste desde París
dirigidas su prometida, Martha Bernays, con quien se casaría en 1886 y con la que tuvo seis hijos:

“Charcot, quien es uno de los más grandes médicos y un hombre cuyo sentido común
alcanza grados de genialidad, está simplemente destrozando todos mis objetivos y mis
opiniones. Algunas veces salgo de sus conferencias como salgo de Notre Dame, con una
idea por completo nueva acerca de la perfección. Pero él me agota. Cuando me separo
de él dejo de tener cualquier deseo por trabajar en mis propias cosas tontas… Mi cerebro
está saciado como después de una tarde en el teatro. Si la semilla algún día dará fruto o
no, no lo sé, pero lo que sí sé es que ningún otro ser humano me ha afectado nunca en la
misma forma” (Freud, 14 de noviembre de 1885; en Freud, Freud y Grubrich-Similtis,
1978, p.114).

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Figura 4.13. Detalle del óleo Lección clínica en la Salpêtrière (1887), de Pierre A. Brouillet.
Fuente: Musée d'Histoire de la Mèdecine. Universidad Descartes, París (Francia).

De vuelta a Viena, en 1886, abrió una clínica privada especializada en trastornos nerviosos, entre
los que incluyó la neurosis y la histeria. Al principio empleó tratamientos convencionales para el
tratamiento de la histeria: baños, masaje, electroterapia, y curas de reposo, que no siempre tenían
el efecto esperado. Empleó también la hipnosis que había aprendido junto a Charcot, y
posteriormente, junto al fisiólogo austriaco Josef Breuer (1842-1925), el cual había sido su
mentor en su etapa de estudiante, desarrolló el método catártico como técnica terapéutica para
tratar la histeria. Freud descubrió que podía identificar las ideas patológicas de sus pacientes con
sólo hacer que éstos se relajaran y describieran lo que les viniera a la mente, sin importar que
fueran pensamientos vergonzosos o aparentemente triviales. Creía que el componente esencial
del tratamiento psicoanalítico era la expresión catártica de las emociones asociadas a los
recuerdos reprimidos, los cuales pueden identificarse por medio de estados de trance
espontáneos, la hipnosis y la asociación libre, primero, y posteriormente a través de los sueños,
las bromas, o los lapsus linguae (Greenwood, 2011). A partir de estos trabajos, Freud y Breuer
publicaron su obra “Estudios sobre la histeria” (1895).

Freud plantea la histeria como un problema funcional, y no tanto como un problema orgánico
debido a una lesión cerebral o del sistema nervioso. A partir de sus consultas con pacientes
afectadas de neurosis histérica, Freud establece una relación simbólica entre ciertas experiencias
infantiles y la elaboración del síntoma. La hipnosis y la conversación terapéutica se proponían con
el objetivo de rescatar tales contenidos reprimidos y colocar al paciente en la vía de su curación.

83
Siglo XX: corrientes psicológicas fundamentales

Freud describe también el fenómeno de transferencia, que se refiere a ciertos sentimientos que
originalmente la paciente sintió hacia las personas implicadas en su recuerdo reprimido, y que en
consulta proyecta sobre la figura del terapeuta. La transferencia puede dar lugar también a una
contratransferencia, referida al fenómeno por el cual el terapeuta experimenta una serie de
emociones o sentimientos que se despiertan a partir del relato de la paciente.

A partir del verano de 1897, una serie de circunstancias -la ruptura con el que había sido su
mentor, Breuer, o la muerte de su padre- llevan a Freud a aplicarse a sí mismo las técnicas que
utilizaba en consulta con sus pacientes, iniciando así su propio autoanálisis, el cual continuó a lo
largo de toda su vida.

De manera progresiva, Freud irá reemplazando la hipnosis, la catarsis y la asociación libre por el
interés por la interpretación de los sueños, desarrollando y asentando poco a poco las ideas que
conformaron su propuesta teórica: el Psicoanálisis.

En el año 1900 publica “La interpretación de los sueños”. Si bien es cierto que esta obra no fue
desde el principio un éxito de ventas -vendió únicamente 600 copias en los primeros 13 años
desde su publicación-, luego ha sido considerada la obra más relevante de Freud, y aún hoy en día

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se reconoce su importancia y se recomienda su lectura como obra clásica.

Al año siguiente, en 1901 publicó “Psicopatología de la vida cotidiana”, obra en la cual sugiere que
los actos de la vida cotidiana que percibimos como errores o accidentes, en realidad son
satisfacciones de deseos simbólicos.

Desde los 3 años Freud había vivido en la ciudad de Viena. Sin embargo, en 1938, tras la anexión
de Austria por parte de la Alemania nazi, Freud, en su condición de judío y fundador de la escuela
psicoanalítica, fue declarado enemigo del Tercer Reich. Sus libros fueron quemados públicamente
y tanto él como su familia padecieron un enorme acoso, lo que le llevó a huir y refugiarse en
Londres.

En 1939, muy deteriorado físicamente y achacado de fuertes dolores debido a la propagación del
cáncer de paladar que padecía, solicitó la asistencia de su médico personal y finalmente falleció
tras serle suministradas tres inyecciones de morfina a modo de sedación.

Por algunas de sus propuestas teóricas, Freud había sido duramente criticado y rechazado en
muchos círculos. De hecho, todavía hoy en día persiste el debate acerca de si el psicoanálisis
pertenece o no al ámbito de la ciencia. Mientras unos consideran a Freud un gran científico en el
campo de la medicina, que descubrió gran parte del funcionamiento psíquico humano, otros lo
ven como un filósofo que replanteó la naturaleza humana y contribuyó a derribar algunos tabúes,
pero cuyas teorías, como ciencia, fallan en un examen riguroso. Lo que nadie puede negar es que
Freud, como personaje, será siempre considerado como una de las figuras más influyentes del
siglo XX y del pensamiento contemporáneo por su influencia en campos del conocimiento como la
filosofía, la literatura, la política, las artes, la sociología, la antropología y, obviamente, la
psicología.

Según un informe de la Asociación Americana de Psicología (APA, Freud ocupa el tercer puesto,
por detrás de Skinner y Piaget, en el ranking de los 100 psicólogos más citados del siglo XX

84
(Haggbloom, Warnick, Warnick, Jones, Yarbrough, Russell, Borecky, McGahhey, Powell, Beavers &
Monte, 2002).

4.2.2. LA PSICOLOGÍA DEL INCONSCIENTE

El modelo psicológico que inició Freud se centra al principio en los procesos mentales anormales,
y a partir de allí, encuentra en toda criatura el amplio espacio del inconsciente. Tras el escenario
de la conciencia está el objeto de estudio del psicoanálisis: el inconsciente y su funcionamiento.

En su obra más relevante, “La interpretación de los sueños” (1900), propone su primera tópica, la
primera propuesta de la estructura de la mente, en la que recoge un modelo topográfico del
aparato psíquico. Freud centra sus intereses en el estudio de la adaptación del individuo a sus
propias pulsiones inconscientes. Este nuevo punto de vista precisa la existencia de un órgano
funcional mental, responsable de la creación de fantasías y de su represión, así como de la
elaboración del síntoma que se derive de esos deseos reprimidos.

Para explicar este modelo topográfico, él mismo emplea la metáfora del iceberg, el cual muestra al
exterior sólo una mínima parte de toda la masa que lo compone (figura 4.14).
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Figura 4.14. Modelo estructural del aparato psíquico, según Freud.


Fuente: http://www.wikipedia.org

La parte visible del iceberg, que se puede ver por encima del agua, representa la mente
consciente, cuyos contenidos provienen principalmente de los sistemas de percepción y
conciencia del medio. Incluye, por tanto, las funciones perceptivo-motrices, y está compuesto por

85
Siglo XX: corrientes psicológicas fundamentales

todo aquello de lo que nos damos cuenta en un momento dado: la percepción de las sensaciones
externas e internas, de las sensaciones de placer y displacer.

La parte del iceberg que se sumerge debajo del agua, pero que aún es visible, formaría lo que
Freud denominó preconsciente, que es la parte de la mente que representa nuestra memoria. Si
bien no somos conscientes de esta información de manera continua, sí tenemos un acceso
relativamente fácil o posible a estos conocimientos o recuerdos, y podemos recuperar sus
contenidos cuando sea necesario.

Finalmente, la mayor parte del iceberg quedaría oculta debajo de la línea de flotación y
representaría el inconsciente. Freud lo define como algo vivo, constituido por contenidos tales
como las pulsiones, las emociones, los pensamientos, las motivaciones, los deseos, los recuerdos,
etc., los cuales pueden ser dolorosos, amenazantes o provocadores de ansiedad. La mayor parte
de los contenidos del inconsciente son, según Freud, inaceptables o desagradables. A pesar de
encontrarse fuera de nuestro conocimiento, los contenidos del inconsciente ejercen una
influencia clara en nuestro comportamiento, y se manifiestan en algunas de nuestras conductas.
Freud no encontró el inconsciente en el laboratorio, sino en la clínica, a través del sufrimiento y el
malestar de sus pacientes.

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Según Freud los contenidos del inconsciente no pueden llegar a la conciencia por efecto de un
mecanismo de represión, entendido como la operación a través de la cual la persona trata de
rechazar o mantener en el inconsciente representaciones (pensamientos, sentimientos,
imágenes, deseos, recuerdos) relacionados con una pulsión. El inconsciente se va constituyendo y
“llenando” de contenidos reprimidos, a menudo muy relacionados con la historia infantil de cada
sujeto (Sáiz et al., 2009).

Posteriormente, Freud desarrolló más ampliamente su teoría psicoanalítica, y propuso una


segunda tópica freudiana, o un modelo estructural para explicar el funcionamiento del aparato
psíquico y las tres instancias del psiquismo:

1. Ello o ID: estructura completamente inconsciente, fuente de impulsos y pulsiones básicos.


Depósito biológico que subyace a todas las acciones y que opera en conformidad con el
principio del placer, buscando la gratificación y satisfacción inmediata.
2. Yo o EGO: deriva su energía del ello, pero es el instrumento de la razón y la cordura. Intenta
reunir las demandas del ello con las limitaciones de la realidad, de manera que opera en
términos del principio de realidad. Gran parte del yo es consciente, y emplea la memoria, la
percepción y los hábitos para desempeñar el papel de ejecutivo racional.
3. Superyó o SuperEGO: incorpora criterios absolutos de moralidad y ética, desempeñando el
papel de censura o control. En cierta manera desempeña el papel de la conciencia.

Las tres instancias, en palabras de Freud, tienen un mismo origen, el ello:

“Ésta (el ello) es la parte más oscura de nuestra personalidad y lo poco que sabemos de
ella lo hemos aprendido estudiando la elaboración del sueño y la formación del síntoma
neurótico. Lo poco que sabemos, además, tiene carácter negativo y no puede describirse
si no es por contraste con el yo. Únicamente algunas comparaciones nos permiten

86
hacernos una idea: lo denominamos caos, caldera llena de emociones en ebullición. Nos
lo representamos desembocando en éste su representación psíquica, pero no podemos
concretar en qué sustrato. Se llena de energías a partir de impulsos, pero sin manifestar
ninguna organización ni voluntad general.

(…) Si consideramos los esfuerzos del yo para complacerlos al mismo tiempo o, mejor
dicho, para obedecerlos simultáneamente, no lamentaremos haberlo personificado y
presentado como un ser aparte. Se siente asediado por tres lados y amenazado por tres
peligros ante los que, en caso de presión máxima, reacciona con el sentimiento de
angustia. Al proceder de las experiencias del sistema de la percepción está destinado a
representar las exigencias del mundo exterior, pero también quiere ser un fiel servidor
del ello, estar en armonía con él, ser considerado por él como un objeto y atraer, de esta
manera, su libido. Al tratar de conectarse entre el ello y la realidad se ve obligado
muchas veces a disfrazar exigencias inconscientes del ello (…) a fingir con falta de
sinceridad diplomática, una atención a la realidad (…). Por otro lado, es rigurosamente
vigilado por el rígido superyó, que le impone determinadas normas de conducta (…) y lo
castiga en caso de infracción con los sentimientos de inferioridad y culpabilidad. De esta
manera, conducido por el ello, restringido por el superyó y rechazado por la realidad, el
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yo lucha por llevar a cabo su misión económica, la de establecer una armonía entre las
fuerzas que actúan sobre él; y comprendemos por qué, a veces, no podemos menos que
exclamar: ¡Qué difícil es la vida! Cuando el yo tiene que reconocer su debilidad, se ahoga
con la angustia, angustia real ante el mundo exterior, angustia moral ante el superyó, y
angustia neurótica ante la fuerza de las pasiones en el ello” (Freud, 1932).

Además, Freud definió ciertos principios que dominaban la vida mental, la conducta y las
experiencias humanas (tabla 4.1):

Tabla 4.1: Principios de la vida mental, según Freud.

Principio Descripción

Toda conducta se origina en un estado de excitación molesta, y tiende a reducir


la excitación a fin de disminuir la molestia o displacer y, si se puede, producir
placer. Este principio, el cual domina los procesos inconscientes, puede
manifestarse en los sueños y las fantasías mediante las que pueden
Placer-displacer
satisfacerse indirectamente deseos no consumados. Pero también en las
neurosis: un neurótico se aleja de la realidad porque le resulta insoportable total
o parcialmente: satisfacer sus deseos placenteros es una fuente de conflicto
que se manifiesta en sus síntomas neuróticos.

Regula la actuación del Principio de placer, ya que pretende acomodar la


búsqueda de satisfacción placentera acomodándola a las condiciones del
Realidad
mundo exterior, de la realidad. Este principio facilita algunos logros evolutivos
en el desarrollo del aparato mental.

87
Siglo XX: corrientes psicológicas fundamentales

Principio Descripción

Existen necesidades de satisfacción, en repeticiones, que trascienden el


principio de placer y se manifiestan en forma de automatismos o tendencias.
Determinadas experiencias fuertes, o particulares, tienden a repetirse
Compulsión a la
independientemente de si sus efectos son favorables o nocivos. Esta repetición
repetición
de hechos del pasado se produce sin recordar el prototipo y con la impresión
vívida de que los hechos acontecen con motivación exclusiva en el presente,
negando, ignorando o desmintiendo el pasado.

4.2.3. LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

Antes de Freud, la opinión general de los científicos era que los sueños carecían de interés como
tema de estudio psicológico, ya que consideraban que éstos se originaban en perturbaciones
fisiológicas irregulares del cerebro (Sáiz et al., 2009).

A partir de Freud, la consideración de los sueños va a cambiar radicalmente y el interés por el


estudio del sueño y sus contenidos se va a mantener vigente hasta nuestros días.

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Ya en la década de 1880 podemos encontrar algunas referencias dispersas a los sueños en las
cartas que Freud escribía dirigidas a su prometida y a algunos de sus colegas y amigos. A partir de
su propia experiencia clínica con los pacientes que trataba en su consulta, Freud llegó a ver los
sueños como una vía directa de acceso al inconsciente, ya que durante el sueño la represión de
los recuerdos traumáticos es mucho más débil que durante la vigilia y, por tanto, puede accederse
mejor a dichos recuerdos.

Según Freud, en los sueños podían distinguirse dos tipos de contenidos:

• Contenido manifiesto o aparente: que incluye aquellos eventos, situaciones, elementos y


personas con los que soñamos y que podemos identificar fácilmente.
• Contenido latente o reprimido: hace referencia al significado subyacente de los elementos
manifiestos de los sueños, representando los deseos reprimidos.

Según Freud, el inconsciente se refleja en el contenido latente de los sueños, el cual hay que
interpretar y “traducir”. En 1900 publica su obra “La interpretación de los sueños” que, aunque
inicialmente no fue muy bien recibida, con los años conseguiría una enorme difusión hasta ser
considerada su obra maestra, e incluso hoy en día es considerado una obra clásica de lectura
recomendada. En este libro, Freud explora cómo funciona el inconsciente mostrando que a través
del trabajo de entender el significado de los sueños podemos conocer más profundamente lo
irracional de la mente.

Poco después, en 1901, publica otra obra de gran relevancia, “Psicopatología de la vida
cotidiana”, en la cual sugiere que determinados deslices o errores que cometemos en nuestros
quehaceres cotidianos tienen cierta representatividad, y son en realidad actos fallidos o lapsus
linguae (después también llamados lapsus freudianos), malas jugadas del inconsciente que se
muestra en conflicto interno y se manifiesta a través de dichos errores o accidentes. La
explicación que da Freud a esta situación es que los deseos reprimidos por el inconsciente, a

88
menudo debido a imperativos morales, son liberados por descuido en el momento en que la
represión fuerte y continuada que ejerce el inconsciente se relaja por efecto de la fatiga, y es aquí
cuando se produce el lapsus linguae.

4.2.4. EL DESARROLLO PSICOSEXUAL INFANTIL

En 1905 Freud publica otro de sus trabajos fundamentales, “Tres ensayos para una teoría sexual”
en la cual propone su Teoría Psicosexual del Desarrollo de la Personalidad. Esta publicación
generó un enorme revuelo durante décadas y fue la diana de multitud de críticas, sin embargo,
aún hoy en día esta teoría es considerada como una de las aportaciones más relevantes de la
psicología al conocimiento de la sexualidad humana.

Tabla 4.2: Resumen de las fases del desarrollo según la Teoría Psicosexual de Freud.

Fase del Zona Fuente de


Edad Características de la fijación
desarrollo erógena satisfacción
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Cuidados básicos
Personalidad oral caracterizada
brindados al
por inmadurez, falta de criterio
Fase oral 0-1 años Boca, labios recién nacido,
propio. Conductas orales: fumar,
succión,
beber, morderse las uñas, etc.
masticación.

Personalidad anal-expulsiva
caracterizada por desorden
Eliminación
Vías excesivo, autodestrucción,
urinaria e
Fase anal 1-3 años urinarias, derroche.
intestinal. Control
esfínter Personalidad anal-retentiva
de esfínteres.
caracterizada por rigidez,
obsesión, orden excesivo.

Autoexploración, Complejo de Edipo, angustia de


curiosidad por la castración.
Fase fálica 3-6 años Genitales
desnudez, Complejo de Electra, envidia del
masturbación. pene.

No hay zona erógena y la libido es suprimida temporalmente. Es un


tiempo de exploración en el que la energía sexual aún está presente,
Latencia 6-12 años
pero se dirige a otras áreas, tales como las actividades intelectuales y
las interacciones sociales.

Última etapa del desarrollo


Fase 12 años en Relaciones
Genitales psicosexual, que caracteriza a
genital adelante sexuales.
adultos equilibrados.

Para Freud, la infancia es una etapa crucial en la que se da forma a nuestra personalidad y
comportamiento como adultos, de manera que toda persona progresa a través de varias fases o
etapas, determinadas por un conflicto en la satisfacción sexual asociada a una zona erógena
concreta según la fase (tabla 4.2). Si estas etapas se completan con éxito, el resultado será un
adulto sano y equilibrado. Si, por el contrario, no se resuelve equilibradamente el conflicto de una

89
Siglo XX: corrientes psicológicas fundamentales

de las etapas, el niño tendrá dificultades para avanzar hacia la siguiente fase del desarrollo y
resultará una fijación en la fase no resuelta, es decir, un foco persistente en una etapa
psicosexual anterior que determinará una serie de rasgos de personalidad y conductas
características.

Una de las ideas más controvertidas de la teoría de Freud fue la del complejo de Edipo. Desde la
teoría psicoanalítica, este complejo emocional que vive cada ser humano es el fenómeno más
importante en la conformación de su personalidad. Según el autor, coincidiendo con la fase fálica
del desarrollo (3-6 años), los niños experimentan ciertos sentimientos de deseo hacia la madre y
de hostilidad hacia el padre, al que perciben como un rival a batir y al cual reemplazar. A su vez,
también sienten cierto miedo a ser castigados por estos sentimientos, a lo que Freud denominó
angustia de castración. La resolución de esta situación ocurre cuando este temor es vencido por
el niño, que pasa a identificarse con la figura paterna.

Aunque en ocasiones se ha utilizado el término complejo de Electra para describir unas


sensaciones similares que experimentarían las niñas con respecto a las figuras materna y
paterna, Freud no lo aceptó, ya que rechazaba que existiera un desarrollo análogo de ambos
sexos. En cambio, propuso el concepto de envidia del pene, según el cual, las niñas experimentan

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un trauma generado por la decepción al descubrirse “castradas” con respecto al hombre.
Además, según Freud, esta envidia no llega a resolverse nunca totalmente, y todas las mujeres
mantienen cierta fijación en esta etapa. Aunque esta idea, además de otras muchas, fue muy
controvertida y discutida, por considerarse degradante para la mujer.

Dejando de lado los aspectos clínicos, la concepción antropológica de la propuesta de Freud pone
de manifiesto que el psiquismo humano se va construyendo desde la niñez mediante un proceso
de relaciones e identificaciones con las figuras de referencia (paterna/materna). Es decir, que
tanto el niño como la niña asimilan aspectos del padre y de la madre en la construcción de su
personalidad.

La propuesta de Freud, que había supuesto el inicio del psicoanálisis, es también la teoría más
conocida y extendida de toda la escuela psicodinámica. Para este autor, los fenómenos psíquicos
son el resultado de un juego de fuerzas relacionadas con el nivel de tensiones instintivas y
conflictos internos, y la represión que impide su satisfacción. El psicoanálisis supuso una
revolución en la descripción y el tratamiento de las enfermedades mentales, y durante buena
parte del siglo XX fue el marco de referencia en la mayoría de los países occidentales, sentando
las bases de la psiquiatría contemporánea. No obstante, la crítica más importante que recibió, y
sigue recibiendo la propuesta psicoanalítica, es su escaso carácter científico y la ausencia de
apoyo empírico, y de hecho, hoy en día muchos la califican de pseudociencia.

4.2.5. OTROS PSICOANALISTAS RELEVANTES

Si bien es cierto que nadie duda de la importancia de la figura de Sigmund Freud en el surgimiento
y posterior desarrollo del Psicoanálisis, ni el psicoanálisis en su totalidad ni la psicología
psicodinámica pueden ser explicadas únicamente desde su punto de vista. De hecho, la
psicoterapia basada en las ideas fundamentales del psicoanálisis tiene tres grandes fundadores:
Sigmund Freud, Alfred Adler y Carl Gustav Jung.

90
Alfred Adler (1870-1937) (figura 4.15) nació en Viena, en el seno de una familia judía. Desde niño
estuvo rodeado de consultas médicas y hospitales, debido a diversos problemas de salud que
padeció, lo que posiblemente motivara su interés por la medicina, carrera que acabó estudiando
en la Universidad de Viena.

Figura 4.15. Alfred Adler (1870-1973).


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Tras graduarse en medicina, tuvo contacto con Sigmund Freud y empezó a introducirse en las
ideas acerca del funcionamiento de la psique que proponía la teoría freudiana. Fue tal el
entusiasmo de Adler con estas ideas, que se convirtió en el primer presidente de la asociación de
psicoanalistas de la ciudad, la Sociedad Psicológica de los miércoles, que más tarde pasaría a
llamarse oficialmente Asociación Psicoanalítica de Viena, creada en 1902. Allí se debatían y
desarrollaban las ideas fundamentales con las que los psicoanalistas intentaban explicar la mente
humana, contribuyendo a que los diversos socios fueran desarrollando también sus propias
teorías y puntos de vista propios en torno al psicoanálisis.

En este escenario, Adler empezó a cuestionar algunos pilares fundamentales de las teorías de
Freud y finalmente, en 1911, motivado por una oposición cada vez más notoria a las ideas de
Freud, Adler abandona la Asociación Psicoanalítica de Viena, convirtiéndose en el primero de
varios psicoanalistas que se distanciarían en poco tiempo del psicoanálisis ortodoxo de Freud.

Adler se muestra reacio a aceptar dos ideas fundamentales de la propuesta freudiana: en primer
lugar, el peso que ésta atribuía al componente sexual para explicar el desarrollo de la
personalidad y los conflictos de la vida adulta y, en segundo lugar, la importancia de los hechos
del pasado que, según Freud, se mantienen reprimidos en el inconsciente y continúan afectando a
todo nuestro presente. En cambio, Adler pone el énfasis en el poder de cada individuo a la hora de
estructurar el funcionamiento de su mente según lo que ocurre en el presente: la importancia no
reside en los actos pasados como un lastre que nos condicionan inevitablemente, sino en nuestra
manera de interactuar con lo que sentimos y pensamos en el aquí y el ahora, en el contexto
concreto en el que nos encontramos.

Con estas ideas, Adler forjó las bases de la denominada Psicología Individual, y desarrolló dos
conceptos fundamentales:

1. Complejo de inferioridad: considera la percepción de desarraigo de un individuo a causa de


haber padecido una infancia negativa, la cual da lugar a ese sentimiento de inferioridad

91
Siglo XX: corrientes psicológicas fundamentales

que puede arrastrarse hasta la vida adulta. El sentimiento de inferioridad puede originarse
desde tres orígenes o fuentes:
a) Genético: el desamparo o la dependencia en la que se encuentra el niño ante el adulto
deja siempre a aquél con una conciencia de inferioridad. Este sentimiento queda tan
arraigado mentalmente, que todo el desarrollo posterior puede considerarse como un
esfuerzo por superar la vivencia primaria de inferioridad.
b) Orgánico: el sentimiento de inferioridad puede estar condicionado orgánicamente por
una deficiencia corporal o funcional, por ejemplo, la tartamudez.
c) Situación: diversas situaciones que el niño vive, como un rechazo por parte de los
padres o una situación de maltrato, pueden acentuar todavía más el sentimiento de
inferioridad.
2. Afán de superación: se refiere al mecanismo de compensación o superación del
sentimiento de inferioridad que se pone en marcha en forma de motivación impulsiva. En
la mayoría de los casos, Adler ve este impulso como un fenómeno neurótico que sirve para
compensar de una forma anormal los sentimientos de inferioridad, resaltando aquellas
cualidades en las que se sobresale y exhibiendo cierto complejo de superioridad,
generalmente, proyectando los sentimientos de inferioridad con respecto a los demás.

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Las ideas de Alfred Adler han tenido un gran eco en la historia de la psicología, no sólo por haber
sido el primer gran representante de la psicología psicodinámica en cuestionar la propuesta
freudiana, sino también por sus propias aportaciones. El enfoque de Adler se centra más en el
poder creador del individuo, que vive en el contexto actual y en el presente, y es consciente de sus
capacidades y limitaciones. Aunque la Psicología Individual fundada por Adler sea hoy inexistente,
y sus trabajos se encuentren al margen de lo que hoy en día se considera que es la psicología
científica, muchas de sus ideas sirvieron de óbice para el posterior desarrollo de la Psicología
Humanista, aparecida en la segunda mitad del siglo XX.

Otro de los grandes autores ligados a la historia de la Psicología Psicodinámica fue Carl Gustav
Jung (1875-1961) (figura 4.16). De origen suizo, Jung fue un médico psiquiatra y psicólogo clave
en la etapa inicial del Psicoanálisis; durante años fue discípulo de Freud, y junto a él y a Alfred
Adler fundó, en 1902, la Asociación Psicoanalítica de Viena siendo, además, el único miembro de
origen no judío.

Según se ha podido comprobar en las cartas que se intercambiaban y en las memorias de Jung,
las discusiones y debates entre éste y Freud eran frecuentes y se fueron recrudeciendo con el
tiempo, ya que ambos tenían puntos de vista diferentes acerca del funcionamiento del aparato
psíquico:

“Ahora lo veía claro. Él mismo (Freud) tenía una neurosis y concretamente fácil de
diagnosticar por sus síntomas bastante desagradables, como descubrí en nuestro viaje a
América. (…) Había visto que ni Freud ni sus discípulos podrían comprender qué
significaba el psicoanálisis en la teoría y en la práctica, puesto que ni siquiera el maestro
había logrado resolver su propia neurosis. Cuando anunció su intención de identificar y
dogmatizar la teoría y el método, ya no pude cooperar más con él, y no me quedó más
opción que retrotraerme a mí” (Jung, 1999, p. 201).

92
Figura 4.16. Carl G. Jung (1875-1961).

En 1913, estas diferencias se hicieron más notables, y Jung se mostró abiertamente contrario a la
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propuesta de Freud, especialmente en lo relativo a la importancia de la sexualidad y los deseos


sexuales reprimidos en el desarrollo de las neurosis. A partir de este momento, cada uno seguirá
su camino: Freud continuará con el desarrollo del Psicoanálisis, y Jung, por su parte, fundará la
denominada Psicología Analítica, o Psicología Profunda.

Al igual que Freud, Jung consideraba que la personalidad tenía como propósito fundamental el
equilibrio entre fuerzas conscientes e inconscientes (Brennan, 1999). Sin embargo, a diferencia
de Freud, Jung rechazó el papel fundamental que Freud otorgaba a la primera infancia y la
existencia de una sexualidad infantil, y se centró en los años posteriores de la vida.

Insiste Jung en la imposibilidad de dar una respuesta terminante acerca del método analítico o
psicoterapéutico ideal. Para Jung, la terapéutica será distinta en cada caso, y la curación debe
surgir del propio paciente de manera natural. En sus propias palabras:

“La psicoterapia y los análisis son tan distintos como los mismos individuos. Yo trato a
cada paciente lo más individualmente posible, pues la solución del problema es siempre
personal. Las reglas válidas en general sólo se pueden formular cum grano salis1. Una
verdad psicológica es solamente válida cuando se puede cambiar. Una solución que a mí
no se me ocurra puede ser para otro precisamente la correcta. Naturalmente un médico
debe conocer los denominados “métodos”. Pero debe evitar anquilosarse en lo rutinario.
Las premisas teóricas sólo deben aplicarse con mucho cuidado. Hoy quizás son válidas,
mañana pueden serlo otras. En mis análisis no juegan ningún papel. Intencionadamente
no soy sistemático. Frente al individuo no hay para mi más que la comprensión individual.
Para cada paciente se requiere un lenguaje distinto” (Jung, 1999, pp. 161-162).

1. La locución latina cum grano salis, traducida literalmente significa “con un grano de sal”, y figuradamente parece
significar que uno debe aplicar una capa de sano escepticismo a una determinada afirmación y no darla por certeza
absoluta sin haberla contrastado antes debidamente.

93
Siglo XX: corrientes psicológicas fundamentales

Uno de los conceptos más importantes en la estructura psíquica propuesta por Jung es lo que él
denomina inconsciente colectivo, que hace referencia a la existencia de un sustrato común a los
seres humanos de todos los tiempos y lugares del mundo, constituido por símbolos primitivos en
los que se expresa el contenido de la psique. Los contenidos básicos de este inconsciente
colectivo estarían formados, según el autor, por imágenes primordiales o arquetipos,
representaciones oníricas y fantasías con rasgos similares comunes a todas las culturas,
sociedades y religiones, casi de carácter universal. Estos arquetipos se manifiestan a través de
fantasías, símbolos y representaciones, a través de los sueños y de determinados actos. Según
Jung, cada generación de una sociedad repite ciertos patrones comunes a las generaciones
anteriores y a otras sociedades, ya que está movida por los contenidos del inconsciente colectivo
(arquetipos) que implican ciertas tendencias innatas que se manifiestan a nivel personal (por
ejemplo, a través de los complejos) o a nivel colectivo (como características comunes a todas las
culturas).

En los años '30, coincidiendo con el ascenso de Hitler al poder y la persecución de varias
sociedades psicoanalíticas cuyos miembros eran, en su mayoría de origen judío, Jung fue
nombrado presidente de la Sociedad Médica de Psicoterapia y director de la Revista de
Psicoterapia, ambas de presunta matriz nazi. Este hecho ha sido utilizado como argumento en

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numerosas ocasiones para acusarle de antisemita y atribuir a ello sus desencuentros con Freud,
aunque esta es una discusión que aún hoy continua vigente.

4.2.6. EL PSICOANÁLISIS POST-FREUDIANO

A pesar de la incomparable aportación a la psicología que hicieron Freud y algunos de los primeros
psicoanalistas, sus propuestas dejan aún abiertos algunos interrogantes que requerirán el trabajo
de nuevas generaciones de psicoanalistas que, aun utilizando la obra freudiana como fuente
principal, propusieron profundizar, discutir o ampliar diversos aspectos del conocimiento
psicoanalítico.

Si bien se mantuvieron algunos preceptos básicos del psicoanálisis inicial, las orientaciones post-
freudianas enfatizaron una mayor importancia de la instancia consciente, del YO, frente a los
deseos reprimidos e impulsos inconscientes. Además, pusieron un interés especial en el papel
que juega el entorno cultural y otros factores sociales en el desarrollo de la personalidad del
individuo y su comportamiento.

Los enfoques teóricos surgidos a partir de la obra de Freud y tras su muerte son incontables, e
incluyeron propuestas destacadas, como la denominada Psicología del Yo [Anna Freud, Erik
Erikson, entre otros), la Teoría de las relaciones de objeto (Melanie Klein, Donald Winnicott), el
Psicoanálisis hermenéutico (Jacques Lacan), o el Psicoanálisis social (Karen Horney, Erich
Fromm).

Una parte considerable de las teorías psicoanalíticas actuales centra su atención en las
experiencias tempranas y en la importancia que los problemas de la primera infancia ligados a las
relaciones de objeto tienen en los problemas psicopatológicos posteriores (Mayor y Tortosa,
2006a). Esta Teoría de las relaciones objetales encuentra su mayor exponente en la figura de
Melanie Klein (1882-1960) (figura 4.17), psicoanalista austriaca de origen judío.

94
Figura 4.17. Melanie Klein (1882-1960).

El primer contacto de Melanie Klein con las ideas de Freud fue la lectura de su obra “La
interpretación de los sueños” (1900), la cual despertó su interés inicial en el psicoanálisis.
Además, desde su juventud, Klein había atravesado varios cuadros depresivos de gravedad
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variable, lo que la llevó a iniciar su análisis con Sándor Ferenczi (1873-1933), psicoanalista y fiel
seguidor de Freud, con quien colaboró estrechamente en la Asociación Psicoanalítica de Viena. En
1918, Klein asiste al V Congreso Psicoanalítico Internacional, hecho que ella misma reconoce
como el impulso final que la llevó a dedicarse al psicoanálisis, dedicando su labor a ajustar el
modelo psicoanalítico al trabajo con niños.

Una de las contribuciones más valoradas por parte de la teoría psicoanalítica de Melanie Klein es
la introducción del juego simbólico como método de evaluación y trabajo con menores. Al igual
que Freud hiciera con la asociación libre con los adultos que acudían a análisis, el juego simbólico
es empleado como un método de comunicación a través del cual el infante exterioriza sus
inquietudes y deseos de forma indirecta. De este modo, analizando el simbolismo encerrado en el
proceso de juego, el terapeuta es capaz de observar las fantasías inconscientes que rigen la
conducta del niño, como forma de expresión de sus instintos o angustias.

La teoría psicoanalítica de Klein destaca por ampliar y profundizar en aspectos del desarrollo a lo
largo de la infancia, y crear un enfoque más centrado en cómo se relaciona el individuo con los
objetos, entendiendo generalmente como objetos a otras personas, siendo esta la base de la
teoría de las relaciones objetales. Esta teoría establece que las relaciones afectivas tempranas
que el niño establece en los primeros años de su desarrollo, y especialmente con aquellas
personas (objetos) más relevantes o significativas (madre), generan ciertas huellas permanentes
que marcarán la futura relación que establecerá con otros objetos, internalizándose las
experiencias vividas y originándose en base a ellas la estructura psicológica del sujeto.

Según la autora, a lo largo del desarrollo el ser humano pasa por una serie de etapas en las que
desarrolla el Yo y las relaciones con el entorno. Concretamente, establece dos posiciones
concretas en la infancia:

95
Siglo XX: corrientes psicológicas fundamentales

1. Posición esquizoide-paranoide: se refiere al primer tipo de relación objetal, iniciada en el


momento del nacimiento y hasta aproximadamente los seis meses de edad. En esta etapa
inicial del desarrollo, el niño aún no es capaz de identificar qué es el Yo y qué no, ni puede
integrar la existencia conjunta de aspectos gratificantes y aversivos en un mismo objeto,
sino que considera que existen dos objetos: uno bueno, que le cuida, y otro malo, que le
daña o frustra. El ejemplo más claro que marcará al infante es el del pecho materno, que
en ocasiones le amamanta (objeto bueno), y en otras le frustra (objeto malo), lo que genera
una enorme ansiedad y angustia y desencadena ciertos instintos agresivos y sádicos hacia
el objeto. Según Klein, si el niño consigue introyectar el aspecto bueno de los objetos a
través de la vivencia de más y mejores experiencias positivas que negativas, conseguirá
formar un Yo sano, que le permita pasar a la siguiente posición.
2. Posición depresiva: según el niño va madurando, a partir de los seis meses de edad,
empieza a tener un mayor desarrollo del Yo y una mejor capacidad de discernimiento de la
independencia de los objetos. Se incorpora y asimila el aspecto bueno de los objetos, y se
empieza a poder ver que los objetos son un solo elemento que en ocasiones puede ser
bueno, y en ocasiones malo. Disminuye la pulsión agresiva, pero aumenta el miedo y la
ansiedad ante la posibilidad de pérdida del objeto, apareciendo entonces las angustias de
tipo depresivo. Según Klein, en este momento pueden aparecer también cierto Complejo

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de Edipo, el cual Freud situaba en una etapa posterior alrededor de los 3 años de edad,
caracterizado por la envidia del niño dirigida al vínculo que se establece entre sus
progenitores, y del cual él no participa.

Por su parte, el enfoque del Psicoanálisis social, denominado también psicoanálisis cultural o
neopsicoanálisis, surgió principalmente en el continente americano a partir de la década de 1920
coincidiendo con el mayor desarrollo del conductismo. Centra su interés en el componente social
del desarrollo del psiquismo.

En esta línea destaca, entre otros, Erich Fromm (1900-1980) (figura 4.18), psicoanalista social y
filósofo humanista.

Fromm nació en el seno de una familia de origen judío en Frankfurt (Alemania). A diferencia de
otros psicoanalistas, no fue médico ni escribió sobre psicoterapia, sino que se formó en derecho y
sociología, realizando un doctorado sobre la ley judía.

En 1926 contrajo matrimonio con Frieda Fromm-Reichmann (1889-1957), psiquiatra y


psicoanalista alemana, pionera en la aplicación de la psicoterapia psicoanalítica en el tratamiento
de personas con psicosis. Comenzó entonces Fromm a interesarse por el psicoanálisis, y a finales
de la década de 1920 comenzó su formación en el Instituto Psicoanalítico de Berlín y su ejercicio
profesional como Laienpsychanalitiker, término alemán referido a los psicoanalistas que no eran
médicos de base. Precisamente el no disponer de una formación médica previa permitió a Fromm
tener una visión diferente y más amplia del psicoanálisis, e integrar un enfoque social en su
concepción del ser humano.

A mediados de la década de 1930, ya divorciado de Frieda Fromm-Reichmann, y coincidiendo con


la llegada al poder del partido nazi, Fromm emigró a Estados Unidos donde se mantuvo hasta su
jubilación en 1965.

96
Figura 4.18. Erich Fromm (1900-1980).

La teoría de Fromm se enmarca en un psicoanálisis reformulado, muy influido por la sociología y la


filosofía marxista. Aunque coincide con algunas ideas freudianas, como la importancia de los
impulsos inconscientes e irracionales, o los mecanismos de defensa, Fromm otorga una mayor
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importancia a los factores sociales, y entiende al ser humano como un individuo que se desarrolla
en el contexto de una cultura y entorno social determinado, el cual influye y es influido a
consecuencia de esta interrelación. El comportamiento sería, para Fromm, el resultado de un
aprendizaje en un contexto cultural.

Fromm propone que, durante su desarrollo, el individuo se enfrenta a ciertas dicotomías


existenciales, consistentes en la conciencia de ser, a la vez, individuo diferenciado y parte de la
naturaleza (Mandolini, 1994). Esta dicotomía genera cierto malestar o desequilibrio en la persona,
cuyo objetivo será generar un cambio que le permita adaptarse a la situación y resolver o hacer
más tolerable dicho malestar. En este sentido, el epicentro del pensamiento de Fromm defiende
que, más allá de las necesidades fisiológicas, las personas tienen la necesidad de relacionarse
con el mundo externo y evitar la soledad. Durante el proceso de individuación que se lleva a cabo
durante el desarrollo infantil, se reconoce la propia soledad, lo que genera cierto grado de
angustia y empuja a la búsqueda de la seguridad que brindan los lazos afectivos primarios (la
madre, la familia, el grupo). Se experimenta así esa dicotomía existencial: la necesidad de
individuación y libertad versus la búsqueda de seguridad y pertenencia.

La propuesta de Erich Fromm, tal como él mismo se definió, se enmarca en un Psicoanálisis


Humanista, que considera al ser humano con un enorme potencial para generar estrategias de
desarrollo personal. Mientras que otros psicoanalistas se centraron en la enfermedad, el
sufrimiento y la conducta desviada, Fromm adopta cierto optimismo al otorgar al ser humano la
capacidad de cambio y la motivación para el mismo.

En algunas de sus obras, como “El miedo a la libertad” (1941) o “El arte de amar” (1956),
describe Fromm que la principal fuente de malestar o sufrimiento son las tensiones que generan
las interrelaciones del individuo con su entorno fruto de esa dicotomía existencial: por un lado,
queremos ser libres e independientes, y por otro, buscamos establecer lazos y vínculos seguros.

97
Siglo XX: corrientes psicológicas fundamentales

Según Fromm, la forma de afrontar ese malestar y disminuir el sufrimiento pasa por desarrollar la
capacidad de amar, también y, sobre todo, a nosotros mismos.

El llamado Psicoanálisis hermenéutico pretende un retorno a Freud, al considerar que las nuevas
propuestas surgidas desde el psicoanálisis se han alejado de su núcleo y desvirtuado sus
preceptos. Una de las figuras principales del psicoanálisis hermenéutico fue Jacques Lacan
(1901-1981) (figura 4.19), médico psiquiatra y psicoanalista francés.

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Figura 4.19. Jacques Lacan (1901-1981).

Tras formarse en medicina, entre 1927 y 1931 Lacan realizó la formación de especialista en
psiquiatría, y al año siguiente comenzó su propio análisis de mano de Rudolph Loewenstein
(1898-1976), psicoanalista destacado de la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA) y
reconocido por sus aportaciones a la Psicología del Yo.

Bajo la consigna de un retorno a Freud, y muy apoyado en una visión estructuralista de la psique
humana, e influido por la lingüística y la antropología, Lacan retoma la importancia clave del
inconsciente, al tiempo que se distancia de los nuevos enfoques que proponían otros
psicoanalistas, como los teóricos de las relaciones objetales o los psicólogos del yo.

Estas marcadas diferencias con las nuevas tendencias teóricas le generaron numerosas críticas y
le llevaron, en 1953, a presentar su dimisión como miembro de la Sociedad Psicoanalítica de
París, y unirse a otros psicoanalistas para fundar la Sociedad Francesa de Psicoanálisis. En 1963
fue expulsado de la Asociación Internacional del Psicoanálisis (IPA), y un año más tarde fundó la
Escuela Freudiana de París, que pasaría a ser la Escuela de Causa Freudiana en 1981, con el
objetivo de restaurar el psicoanálisis original que había sido, a su juicio, completamente desviado
obstaculizando su progreso.

El pensamiento de Lacan y su propuesta teórica entrañan cierta dificultad debido, en parte, a que
su legado está compuesto, básicamente, por las transcripciones literales de las grabaciones que
se realizaban en sus numerosas conferencias y seminarios, junto a las notas de algunos
asistentes. Destaca, por ejemplo, “El Seminario”, un compendio de 25 volúmenes que recogen los
seminarios impartidos por el autor entre 1953 y 1979, y en cada uno de los cuales aborda temas
como: “Los escritos técnicos de Freud”, “La Psicosis”, “La relación de objeto”, “Las formaciones

98
del inconsciente”; “La ética del psicoanálisis”, “La transferencia”, “La identificación”, “La
angustia”, “El síntoma”, entre otros.

Para Lacan, la realidad que le da un verdadero sentido al YO es el “Otro”, es decir, lo que nos
permite convertirnos en un sujeto individual, es precisamente el conocimiento de los límites
propios, más allá de los cuales se halla todo lo que no es YO, lo que es “Otro”. Al conocer y
reconocer la existencia del “Otro”, definimos y redefinimos el YO.

Entre las nociones propuestas por Lacan se encuentra lo que denominó estadio del espejo, el
momento en el que el niño, a partir de la visión de su imagen reflejada en el espejo, le otorga un
sentido de otredad a su propia identidad, y por tanto le dota de individualidad. Añade también la
importancia del lenguaje, que en este estadio permite al niño hablar de sí mismo en segunda o
tercera persona. Esta identificación es un primer paso para la construcción del YO por parte del
niño; la identificación de uno mismo en términos del “otro”.

Lacan estuvo muy influido por la lingüística, y consideraba que el lenguaje es determinante, ya que
determina el significado que el individuo otorga al mundo. El relato del paciente es el material del
que el analista dispone. El habla es el proceso por el que un individuo obtiene una significación
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por parte del otro, de manera que el síntoma podría ser, según Lacan, una extensión de la
comunicación que fue inefectiva por otros medios.

A modo de conclusión, podríamos pensar que el Psicoanálisis comenzó y finalizó en la figura de


Sigmund Freud, y en cierto modo así fue. A partir de 1939, con la muerte de Freud, una misma
fuente de inspiración, el psicoanálisis freudiano, dio lugar a múltiples formas de pensamiento y
orientaciones teóricas. Si bien es cierto que el psicoanálisis sigue hoy vivo, con mayor o menor
presencia en diversos entornos geográficos, el debate continúa y cuenta con tantos adeptos como
detractores, los cuales critican, principalmente, la falta de evidencia empírica de sus preceptos y
la inefectividad de la psicoterapia psicoanalítica, etiquetando todo el psicoanálisis como una
pseudociencia sin cabida en la psicología científica que se pretende.

4.3. EL CONDUCTISMO

Los primeros años del siglo XX, coincidiendo con la transformación de la psicología en una
disciplina académica y una ciencia reconocida, confluyeron multitud de corrientes y propuestas
teóricas, a veces contrapuestas y otras complementarias. Por aquel entonces, dos enfoques
teóricos similares, aunque geográficamente alejados, destacaron por mostrar un mayor
compromiso con el objetivismo científico:

• La reflexología rusa: la reflexología nació y se desarrolló en Rusia a partir de los trabajos


llevados a cabo por algunos fisiólogos que pretendieron estudiar determinados procesos
psicológicos considerándolos como reflejos, desde el punto de vista más puramente
fisiológico y elemental. Destaca especialmente Pavlov, cuya propuesta, desarrollada
inicialmente desde la fisiología animal, se extendió después al comportamiento humano.

99
Siglo XX: corrientes psicológicas fundamentales

• El conductismo americano: en Estados Unidos, el funcionalismo de autores como William


James o John Dewey (ver capítulo 3.4) ocupó la escena académica y fue, poco a poco,
orientándose hacia un conductismo que acabó siendo la corriente predominante durante
años. Destaca la propuesta de autores como Thorndike, y más aún la de Watson,
considerado por muchos como el padre de la Psicología Conductista.

Posteriormente, las influencias de Watson dieron origen a un nuevo tipo de conductismo,


denominado Neoconductismo o Conductismo radical, postulado especialmente por Skinner y
adoptado por otros autores contemporáneos que lo entienden como el campo de estudio basado
en el análisis experimental del comportamiento.

4.3.1. EL CONEXIONISMO DE THORNDIKE

Nacido en Massachusetts, Estados Unidos, Edward Lee Thorndike (1874-1949) (figura 4.20) fue
un psicólogo y pedagogo estadounidense, considerado habitualmente como el antecesor directo
de la psicología conductista.

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Figura 4.20. Edward L. Thorndike (1874-1949).

Recibió influencias directas del funcionalismo dominante en Estados Unidos a finales del siglo XIX,
ya que fue alumno de William James en la Universidad de Harvard, y posteriormente realizó su
tesis doctoral, Inteligencia animal (1898), bajo la dirección de James McKeen Cattell (1860-1944)
en la Universidad de Columbia.

En 1899 obtuvo una plaza como profesor adjunto en la Escuela de Magisterio de la Universidad de
Columbia, y 5 años más tarde fue nombrado profesor de Psicología Educacional y director del
Instituto de Investigación Pedagógica, cargos que ocupó durante casi 20 años. Poco antes de
retirarse, entre 1942 y 1943, ocupó la cátedra William James en la Universidad de Harvard.

Para su trabajo de tesis doctoral, Thorndike había construido una serie de laberintos que los
animales experimentales (pollos) debían recorrer buscando la salida a partir de la cual accedían a
la comida o el agua. Según observó Thorndike, en los primeros ensayos los animales recorrían el
laberinto mostrando signos de ansiedad y desconcierto, pero en las sucesivas repeticiones los
animales iban encontrando la salida con mayor rapidez, indicando que se había dado cierto grado

100
de aprendizaje. Este trabajo, en el que analizó los principios que rigen la adquisición de conductas
aprendidas en modelos animales, se convirtió en el primer acercamiento al estudio del
comportamiento animal en condiciones de laboratorio.

A partir de estos trabajos, Thorndike desarrolló una concepción del aprendizaje en términos de
asociaciones basadas en un esquema estímulo-respuesta (E-R), enfoque que él mismo denominó
Conexionismo, esto es, un intento de entender la mente como un sistema de conexiones capaz de
adaptar las respuestas del organismo a la situación concreta a la que se enfrenta en cada
momento. En un primer momento, propuso que estas conexiones E-R respondían a una serie de
principios o leyes básicas:

1. Ley del ejercicio: otorga importancia a la práctica (el uso y el desuso) en el aprendizaje.
Según Thorndike (1911, p.244): “cualquier respuesta frente a una situación se conectará,
en igualdad de condiciones, con más fuerza a la situación en proporción al número de
veces que haya estado conectado con esa situación, y a la fuerza y duración promedios de
las conexiones”.
2. Ley del efecto: se refiere al papel que tienen las consecuencias de una conducta
determinada en el proceso de aprendizaje, ya sean consecuencias satisfactorias (refuerzo)
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como elemento fortalecedor de las conexiones, o insatisfactorias (castigo) como elemento


debilitador de las conexiones. Según Thorndike (1911, p.244): “de las muchas respuestas
dadas frente a la misma situación, aquellas que vayan acompañadas o inmediatamente
seguidas de satisfacción para el animal, en igualdad de condiciones, se conectarán con
mayor fuerza a la situación, de manera que cuando ésta vuelva a presentarse, aquellas
volverán a aparecer con mayor facilidad; aquellas (respuestas) que vayan acompañadas o
inmediatamente seguidas de insatisfacción para el animal, en igualdad de condiciones,
verán debilitadas sus conexiones con la situación, de modo que, cuando ésta vuelva a
presentarse, será muy difícil que aquellas vuelvan a aparecer. Cuanto mayor sea la
satisfacción o la insatisfacción, mayor será la fuerza o la debilidad de la conexión”.

A partir de estos estudios, Thorndike concibe el proceso de aprendizaje y de adquisición de


conductas como un proceso de selección de respuestas que se van conectando a las situaciones
que las motivan:

“El proceso que posibilita el aprendizaje es evidentemente un proceso de selección. El


animal afronta (…) una 'situación'. Reacciona con un cierto número de acciones según su
naturaleza innata o el entrenamiento previo que ha recibido. Esas acciones incluyen la
apropiada, la que tiene éxito. En los intentos posteriores, el impulso a aquella acción es
cada vez más fuerte, esa acción está cada vez más asociada con esa situación, y es
seleccionada de entre las demás por el placer que produce en el animal. Las acciones
ineficaces van desapareciendo; los impulsos para realizarlas frente a esa situación se
van debilitando como consecuencia del malestar o de la ausencia de placer resultante
de aquellas. Así, finalmente el animal realiza frente a la situación tan sólo con la acción
adecuada. No hay razonamiento (…), el animal no piensa sobre la acción que tiene que
ejecutar. Simplemente, después del aprendizaje, sabe cómo hacer algo bajo ciertas
circunstancias, que antes del aprendizaje no sabía cómo realizar (…)” (Thorndike, 1911,
p.284).

101
Siglo XX: corrientes psicológicas fundamentales

Posteriormente, Thorndike quiso comprobar cómo estas leyes del aprendizaje se aplicaban
también a la conducta humana y realizó diversas investigaciones para alcanzar el alcance de las
mismas: “Encontramos este mismo aprendizaje en el hombre. Aprendemos mediante la selección
gradual del acto o del juicio apropiado, por su asociación con las circunstancias o la situación que
lo requiere, justo de la misma forma que lo hacen los animales” (Thorndike, 1911, p.284).

No obstante, tal como el propio autor reconoció en 1929, en su ponencia en el Congreso


Internacional de Psicología, no pudo comprobar experimentalmente que el aprendizaje humano se
rigiera por los mismos principios de adquisición de conductas que había descubierto en sus
investigaciones con animales. Hubo de rechazar la ley del ejercicio, ya que comprobó que la
práctica por sí sola (uso) no fortalece necesariamente la conexión de la respuesta y la situación, y
que el paso del tiempo por sí solo (desuso) no la debilita. Además, sus trabajos también le llevaron
a relativizar la importancia del castigo en el aprendizaje humano, ya que comprobó que un efecto
negativo tras la ejecución de una respuesta incorrecta no era siempre eficaz para debilitar las
conexiones ya aprendidas.

La relevancia de Thorndike en la historia de la psicología es innegable y, de hecho, se encuentra


entre los 10 psicólogos más citados en el siglo XX, según el ranking publicado por la Asociación

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Americana de Psicología (APA) (Haggbloom et al., 2002). A pesar de que su contribución a la
psicología tendría peso suficiente para considerarse en sus propios términos, la mayoría de los
autores han considerado a Thorndike como el precursor del conductismo, que se desarrollará a
partir de sus postulados hasta alcanzar una gran expansión y desarrollo, vigente aún en la
actualidad.

“(Thorndike) sentó las reglas del juego de la investigación psicológica en aquellos años
hasta bien entrada la década de 1950. Son dos las razones básicas por las que se
considera a Thorndike funcionalista y no conductista: la utilización de términos
mentalistas y su deseo de no abandonar completamente el análisis introspectivo, útil en
el estudio de la conciencia humana. Por ello, se le puede considerar como una figura de
transición entre el funcionalismo y el conductismo” (Samelson, 1981, pp.399-400).

4.3.2. REFLEXOLOGÍA RUSA Y CONDICIONAMIENTO CLÁSICO

Nacido en Rusia, Iván Petróvich Pavlov (1849-1936) (figura 4.21), fue un fisiólogo conocido por
sus estudios sobre la adquisición de conductas condicionadas y el aprendizaje.

Cursó estudios de ciencias naturales en la Universidad de San Petersburgo y se especializó en


fisiología animal. Durante los primeros 20 años de su actividad científica centró su interés en el
sistema digestivo, investigando en su laboratorio sobre las glándulas gástricas y pancreáticas. En
1890 obtuvo una cátedra en fisiología, lo que supuso para él empezar a contar con más recursos
materiales y mejores infraestructuras para realizar sus experimentos, tarea a la que dedicaría toda
su vida.

102
Figura 4.21. Iván Pavlov (1849-1936).

Ingenió un método para establecer una fístula desde el aparato digestivo de los animales (empleó
perros) hasta el exterior, con objeto de obtener muestras de los jugos gástricos producidos
durante los experimentos con comida.
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En 1904 recibió el Premio Nobel de Medicina por estos trabajos sobre los procesos digestivos. En
el discurso que pronunció en el acto de entrega, en vez de exponer sus trabajos en el terreno de la
fisiología de la digestión, expuso sus ideas sobre los reflejos condicionales como método de
estudio objetivo para analizar el funcionamiento del sistema nervioso. Anunciaba así su nuevo
programa de investigación: dejaba a un lado la fisiología de los procesos digestivos para centrarse
en el estudio de la actividad nerviosa superior:

“Una nueva e ilimitada área de investigación fructífera se ha abierto ante nosotros. Es la


gran parte de la fisiología del sistema nervioso -el sistema nervioso que principalmente
establece la coordinación no entre las partes del organismo (que era hasta ahora
nuestro principal interés), sino entre el organismo y su entorno” (Pavlov, 1951, p.16,
citado en Ushakova, 1997).

Posteriormente, Pavlov diseñó un método menos intrusivo que la lesión o la ablación, e


igualmente objetivo para el análisis experimental de los reflejos condicionados a partir de la
secreción salivar secundaria a la presentación de estímulos, incondicionados en primer lugar, y
condicionados una vez hecha la asociación correspondiente:

“Citemos dos simples experiencias que cualquiera puede hacer. Vertamos en la boca de
un perro una solución débil de cualquier ácido. Normalmente provoca una reacción
defensiva: el líquido es rechazado con bruscos movimientos de cabeza, la saliva se
derrama abundantemente en la boca, diluyendo el ácido y limpiando la mucosa.

La segunda experiencia consiste en someter al perro a la acción repetida de un agente


externo cualquiera -de un sonido, por ejemplo- inmediatamente antes de introducirle el
ácido en la boca. ¿Qué observaremos? Bastará solamente con repetir este sonido para
que se produzca la misma reacción: idénticos movimientos de boca, igual secreción de

103
Siglo XX: corrientes psicológicas fundamentales

saliva. Los dos hechos son igualmente exactos y constantes y deben ser designados con
el mismo término fisiológico: reflejo (…).

Ante tales hechos, el pensamiento más exigente no encontrará nada que objetar a esta
conclusión fisiológica. Sin embargo, la diferencia entre ambos reflejos es ya muy nítida.
(…) el primer reflejo ha sido producido sin preparación previa, sin condición alguna; el
segundo se ha logrado con un procedimiento especial. ¿Qué significado tiene esto?

En el primer experimento el paso de la corriente nerviosa de las vías aferentes a las


eferentes se hacía directamente (simple conducción). En cambio, en el segundo se
necesita una preparación previa para formar una vía para el paso de esta corriente (…).
Así pues, en el sistema nervioso central existen dos mecanismos distintos: el de la
conducción directa de la corriente nerviosa y el de su cierre y apertura. En nuestro
planeta el sistema nervioso es el instrumento más completo para relacionar y conexionar
las partes del organismo entre sí, al mismo tiempo que relaciona todo el organismo,
como sistema complejo, con las innumerables influencias externas (…).

Apoyándonos en lo que acabamos de enunciar, es lícito llamar reflejo incondicional a la

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conexión permanente entre el agente externo con la actividad del organismo
determinada por éste y reflejo condicional a la conexión temporal. (…) El equilibrio
determinado o de su especie, y consecuentemente su integridad, lo aseguran tanto los
reflejos incondicionales más simples como los más complicados, llamados generalmente
instintos (alimenticio, defensivo, procreador, etc.). (…) Sin embargo, el equilibrio
asegurado por estos reflejos sólo sería perfecto si el medio exterior permaneciese
constante. Pero como éste, además de su extrema diversidad, se halla en estado de
continua variación, los reflejos incondicionales -conexiones permanentes- no son
suficientes para asegurar este equilibrio y deben completarse con reflejos condicionales
-conexiones temporales-” (Pavlov, 1968, pp. 25-27).

Este condicionamiento, según Pavlov, se debía a la creación de una nueva conexión nerviosa. La
relación temporal entre los estímulos y las respuestas era el principio fundamental para la
adquisición de tal condicionamiento, mediada por el córtex cerebral.

Aunque nunca se identificó a sí mismo como psicólogo, sus trabajos dejaron entrever su interés
por áreas como la psicopatología, la psiquiatría, el lenguaje y la personalidad humana, aunque
reivindicó una aproximación científica a su estudio con objeto de obtener datos fiables. En
palabras del propio Pavlov:

“¿Cuál es la relación existente entre el cerebro y la actividad nerviosa superior del


hombre y de los animales?; ¿cómo y por dónde empezar su estudio? Parecería lógico
que, siendo la actividad psíquica el resultado de la actividad fisiológica de una cierta
masa cerebral, se emprendiera su estudio desde el punto de vista fisiológico y que se
alcanzasen de esta forma los mismos éxitos que con el análisis funcional de otros
órganos. Sin embargo, las cosas no sucedieron así. Desde hace mucho tiempo, la
actividad viene siendo objeto de estudio de una ciencia especial: La Psicología. (…) Los
psicólogos solían iniciar sus tratados de psicología con la exposición de la teoría del
sistema nervioso central y muy particularmente de los hemisferios cerebrales (…). A su

104
vez, los fisiólogos interpretaban de un modo psicológico los resultados obtenidos en la
interrupción experimental de la actividad de ciertas zonas hemisféricas en los animales,
por analogía con lo que podía vivenciar el hombre en las mismas circunstancias (…). Sin
embargo, pronto el desaliento se extendió por los dos campos. La fisiología de los
hemisferios cerebrales se detuvo en estos primeros experimentos y casi dejó de
progresar. Resurgieron entre los psicólogos aquellos que, como antaño, se pronunciaron
resueltamente por una independencia total del estudio psicológico en relación con la
fisiología.

(…) Era necesario hallar un fenómeno psíquico elemental que pudiera ser considerado en
su totalidad como un fenómeno puramente fisiológico. Partiendo de él, por un estudio
rigurosamente objetivo (como se practica siempre en fisiología) de las condiciones de su
aparición, de sus implicaciones y de su desaparición, se obtendría el cuadro fisiológico
objetivo y completo de la actividad superior de los animales (…) en lugar de los
experimentos efectuados hasta entonces y basados en la excitación artificial y la
destrucción. Felizmente, desde hacia tiempo muchos investigadores habían advertido
este fenómeno y varios le habían concedido su atención y algunos (en primer lugar debe
mencionarse a Thorndike) habían emprendido ya su estudio, pero por una razón
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desconocida se habían detenido en su mismo principio sin hacer de sus conocimientos la


base de un método fundamental, esencial, de exploración fisiológica sistemática de la
actividad nerviosa superior del organismo animal. Este fenómeno es el que ahora
designamos bajo el nombre de ‘reflejo condicional’. cuyo persistente estudio justifica
completamente la esperanza que acabamos de anunciar” (Pavlov, 1968, pp. 22-24).

Las obras de Pavlov y de sus muchos estudiantes, relacionadas tanto con el reflejo condicional y
los procesos aprendizaje por condicionamiento, como con el resto de temas de investigación que
llevaron a cabo, comenzaron a ser traducidos muy pronto al inglés, francés y alemán, ejerciendo
una enorme influencia sobre el desarrollo de la fisiología, la psicología y la psiquiatría.

Así, aunque inicialmente independientes, la tradición conductista americana y la reflexología rusa


muestran interesantes paralelismos, que ayudarían a explicar el interés posterior del conductismo
por los trabajos iniciados por Pavlov, y las influencias que pueden percibirse en los trabajos
posteriores de autores como Watson, Tolman, Hull o Skinner.

4.3.3. EL CONDUCTISMO DE WATSON

John Broadus Watson (1878-1958) (figura 4.22) nació en Greenville (Carolina del Sur, Estados
Unidos), en el seno de una familia muy humilde. Estudió en las Universidades de Furman y
Chicago, y en ésta última recibió influencias de funcionalistas de la época, como John Dewey o
James Angell.

El punto de vista de su programa de investigación sobre el comportamiento lo constituye su tesis


doctoral: “Educación animal: un estudio experimental sobre el desarrollo psíquico de la rata
blanca, correlacionado con la maduración de su sistema nervioso” (1903).

105
Siglo XX: corrientes psicológicas fundamentales

Figura 4.22. John B. Watson (1878-1958).

Tras unos años como profesor en la Universidad de Chicago, en 1908 se trasladó a la Universidad

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Johns Hopkins, donde ocupó el cargo de director del Departamento de Psicología y realizó la
mayor parte de su trabajo, además de encargarse de la edición de la influyente revista
Psychological Review.

Interesado por la psicología comparada, no tardó en adquirir un considerable prestigio en este


campo, y llevó a cabo numerosas investigaciones con modelos animales y participantes humanos,
escribió ar tículos científicos y libros, y polemizó con los psicólogos tradicionales
introspeccionistas, que consideraban que la psicología era la ciencia de la mente y no de la
conducta. En 1915 fue presidente de la American Psychological Association (APA), y poco
después, en 1920, abandonó la Universidad por un escándalo personal de índole sexual. A partir
de entonces dejaría de lado la investigación básica y se dedicaría a la psicología aplicada y a la
publicación de libros sobre crianza, publicidad y otros temas populares en la psicología de la
época.

Su célebre artículo Psychology as the behaviorist views it (La psicología tal como la ve el
conductista) supuso tal punto de inflexión que su año de publicación, 1913, es considerado por
los historiadores como el del inicio formal del conductismo, considerado por muchos como la
escuela psicológica de mayor relevancia e influencia en la primera mitad del siglo XX. En este
trabajo, Watson desafía los supuestos fundamentales de la psicología vigente, a la par que
reivindica la necesidad de adoptar una serie de medidas que faciliten la construcción de una
auténtica ciencia psicológica. Propone dejar atrás términos tan poco precisos como conciencia o
mente, y abandonar el uso de la introspección como método:

“La psicología tal como la ve el conductista es una rama puramente objetiva y


experimental de la ciencia natural. Su meta teórica es la predicción y el control de la
conducta. La introspección no forma parte esencial de sus métodos, ni el valor científico
de sus datos depende de la facilidad con que éstos se presten a ser interpretados en
términos de conciencia. En sus esfuerzos por llegar a tener una imagen unitaria de la
respuesta animal, el conductista no reconoce línea divisoria alguna entre el hombre y el

106
bruto. La conducta del hombre, con todo su refinamiento y complejidad, sólo constituye
una parte del plan de investigación total del conductista.

La psicología -han sostenido generalmente sus seguidores- es un estudio de la ciencia de


los fenómenos de la conciencia. Se ha considerado que su asunto es, por una parte, el
análisis de los estados (o procesos) mentales complejos en sus componentes
elementales simples; y por otra, la construcción de los estados complejos cuando los
componentes elementales están dados. El mundo de los objetos físicos (los estímulos,
esto es, todo lo que pueda excitar la actividad de un receptor), que constituye la totalidad
de los fenómenos del científico natural, se concibe meramente como un medio dirigido a
una finalidad. La finalidad es la producción de los estados mentales que pueden ser
inspeccionados u observados. En el caso de la emoción, por ejemplo, el objeto
psicológico de la observación es el estado mental mismo. En la emoción el problema es
determinar el número y la clase de componentes elementales que se hallan presentes,
su ubicación, su intensidad, su orden de aparición, etc. Se está de acuerdo en que la
introspección es el método por excelencia por el que se pueden manipular los estados
mentales. Según este supuesto, los datos conductuales (incluyendo en este término todo
lo que entra bajo el nombre de psicología comparada) no tiene valor per se. Sólo son
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significativos en la medida en que arrojen alguna luz sobre los estados conscientes. Para
pertenecer al ámbito de la psicología, estos datos conductuales deben tener al menos
una relación analógica o indirecta con tales estados conscientes.

En realidad, a veces se encuentra uno con psicólogos que ni siquiera creen en esta
relación analógica. Este escepticismo se manifiesta a menudo en la pregunta que le
plantean al investigador de la conducta: '¿qué relevancia tiene para la psicología humana
el estudio de los animales?'. He solido considerar esta cuestión con detenimiento. De
hecho, siempre me ha resultado un poco incómoda. Yo tenía interés en mi propio trabajo
y creía en su importancia, pero no podía establecer ninguna estrecha conexión entre él y
la psicología tal como la entendía mi interlocutor. Espero que esta confesión aclare el
ambiente, y que no tengamos que trabajar ya más con falsos pretextos. Tenemos que
admitir con franqueza que estos hechos tan importantes para nosotros, esos hechos que
hemos logrado obtener tras realizar una gran cantidad de trabajo sobre los sentidos de
los animales con el método conductual, sólo han contribuido fragmentariamente a la
teoría general de los procesos sensoriales humanos, y no han sugerido nuevos puntos de
aproximación experimental. De la misma manera, el enorme número de experimentos
que hemos llevado a cabo sobre el aprendizaje ha contribuido poco a la psicología
humana. Parece razonablemente claro que se debe llegar a algún tipo de compromiso: o
la psicología tiene que cambiar su punto de vista para incorporar los hechos de la
conducta, tengan o no relevancia para los problemas de la 'conciencia'; o la conducta
debe permanecer aparte como una ciencia totalmente separada e independiente. Si
quienes se ocupan de la psicología humana no consideran favorablemente nuestras
propuestas y se niegan a modificar su postura, los conductistas no tendrán más remedio
que utilizar a los seres humanos como sujetos y emplear métodos de investigación que
sean exactamente semejantes a los que hoy se emplean en la investigación animal.

107
Siglo XX: corrientes psicológicas fundamentales

(…) Ha llegado el momento de que la psicología elimine cualquier referencia a la


conciencia (…). La psicología tiene algo de esotérico en sus métodos. Si no consigues
reproducir mis resultados, ello no puede achacarse a fallos en el aparato o en el control
del estímulo, sino a que la persona no ha sido suficientemente entrenada en cómo
realizar la introspección (…) en física y química estos fallos serían atribuidos a
condiciones experimentales (…). Creo sinceramente que, dentro de doscientos años, si el
método introspectivo no se descarta, la psicología seguirá dividida.

(…) Creo que podemos escribir una psicología (…) no haciendo uso en ninguna ocasión
de términos como los de conciencia, estados mentales, mente, contenido, verificable por
introspección, imaginería, etc. (…) Podemos hacerlo recurriendo a términos como
estímulo y respuesta, formación e integración de hábitos, y otros similares (…), tomaría
como primer punto de partida el hecho observable de que cualquier organismo, tanto
animal como humano, se adapta al medio gracias a su dotación hereditaria y a sus
hábitos. (…) Mi objetivo último al realizar todo este trabajo es aprender métodos
generales y particulares mediante los cuales podamos controlar la conducta” (Watson,
1913, pp. 158-167).

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La nueva propuesta de Watson define la conducta como una actividad de ajuste del organismo,
que se adapta a un medio cambiante a través de un esquema de conexiones estímulo-respuesta
que se aplica a conductas reflejas, instintos, hábitos y todo tipo de aprendizajes. Elimina los
conceptos de conciencia e introspección, y reduce la diferencia entre humanos y animales al
desarrollo del lenguaje.

En otoño de 1919 Watson inició su famoso experimento con “El pequeño Albert”, un bebé de 11
meses con el que pretendió estudiar las bases conductuales de las emociones, concretamente, la
naturaleza aprendida de los miedos infantiles.

El procedimiento, de varios meses de duración, consistió en presentar al niño una serie de objetos
(una rata blanca, un perro, máscaras, un paquete de algodón, etc.), los cuales no producían
ninguna reacción de miedo o ansiedad. De manera paralela, se comprobó que otros estímulos,
como la presentación de sonidos intensos repentinos, sí producían en el bebé una reacción de
miedo y sobresalto. Posteriormente se realizaron en el laboratorio diversos ensayos en los que se
presentaba, por ejemplo, uno de los estímulos neutros (rata blanca), seguido de un fuerte ruido
desagradable cada vez que el niño trataba de tocarla, provocando una respuesta de miedo y
llanto. Tras varias repeticiones, se comprobó que la sola presencia del animal, ya sin ir
acompañado del ruido, provocaba una respuesta condicionada de miedo, llanto, evitación y huida,
e incluso la respuesta de temor se había generalizado a otras situaciones u objetos con
características similares (conejo, perro, algodón blanco, etc.). Según Watson y sus colaboradores,
este experimento demostraba que determinadas reacciones emocionales, como el miedo que
desencadenan las fobias, son en realidad respuestas conductuales adquiridas durante la infancia
y la primera juventud.

El diseño original del experimento también incluía aplicar métodos de descondicionamiento para
comprobar cómo podía eliminarse la respuesta emocional una vez adquirida, sin embargo, el niño
abandonó el hospital antes de que llegara este momento, por lo que el experimento no pudo
completarse.

108
Posteriormente, en su publicación Behaviorism (Conductismo, 1930) acentúa todavía más si cabe
el énfasis de la objetividad, el valor de lo empírico y el rigor. Considera la psicología como una
ciencia natural, compañera necesaria de la fisiología como ciencia interesada en el
funcionamiento del organismo, aceptando como concepto central el ambientalismo que
determina la adquisición de conductas. A esta obra debemos el célebre pasaje de Watson:

“Dadnos una docena de niños sanos, bien formados y un mundo apropiado para criarlos,
y garantizamos convertir a cualquiera de ellos, tomado al azar, en determinado
especialista: médico, abogado, artista, jefe de comercio, pordiosero o ladrón, no
importan los talentos, inclinaciones, tendencias, habilidades, vocaciones y raza de sus
ascendientes. Lo confesamos: rebasamos lo hasta hoy establecido por nuestras
experiencias, pero también lo han hecho así durante miles de años los defensores de la
parte contraria. Por supuesto, de efectuarse este experimento, deberíamos ser nosotros
quienes habríamos de especificar la forma de criarse a los niños y el tipo de mundo en el
cual habitarían” (Watson, 1930, pp.108-109).

La propuesta de Watson gira en torno al ambientalismo: en el ser humano no existen diferencias


hereditarias, y toda conducta debe explicarse como consecuencia de las influencias sufridas a lo
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largo del ciclo vital, especialmente durante los primeros años cuando se adquieren la mayor parte
de los hábitos a través del condicionamiento y el aprendizaje. Este ambientalismo extremo implica
una filosofía optimista en relación al comportamiento humano y la sociedad; los seres humanos
están sujetos al cambio, y pueden modificar -en sentido adaptativo o no adaptativo- sus
conductas, no están a merced de contingencias biológicas o genéticas. No hay un determinismo
biológico, sino que el ser humano es modificable y perfeccionable; la sociedad puede ser cada vez
mejor, si las personas así lo deciden.

4.3.4. EL NEOCONDUCTISMO O CONDUCTISMO RADICAL DE SKINNER

El conductismo watsoniano fue la fuerza dominante en la psicología de los años '20 del siglo XX, la
cual era definida como una ciencia de la conducta, cuyo método de estudio rechazaba
tajantemente la introspección y se enmarcaba en el método experimental. A partir de estas ideas
surge el denominado neoconductismo, iniciado por una serie de autores cuyas propuestas
teóricas, sustentadas en las ideas de Watson, trataron de proporcionar una base empírica y más
elaborada para mostrar la veracidad de sus planteamientos.

Aunque podríamos destacar varios nombres, tales como Edward Chace Tolman (1886-1959) o
Clark Leonard Hull (1884-1952), una figura abanderó especialmente esta nueva tendencia:
Skinner, reconocido por la Asociación Americana de Psicología (APA) como el psicólogo más
influyente y más citado de todo el siglo XX (Haggbloom et al., 2002).

Burrhus Frederic Skinner (1904-1990) (figura 4.23) nació en Pennsylvania, y durante su juventud
trató de ser escritor, aunque sin demasiado éxito.

Se interesó por la psicología a raíz de leer algunas obras de autores como Watson o Thorndike, y
finalmente se graduó en la Universidad de Harvard, donde también obtuvo su doctorado, en 1931,
con una tesis teórica sobre el concepto del reflejo.

109
Siglo XX: corrientes psicológicas fundamentales

Figura 4.23. Skinner (1904-1990).

Entre 1936 y 1945 se estableció en la Universidad de Minnesota, donde llevó a cabo numerosos
experimentos con modelos animales, principalmente palomas o roedores, cuyas conductas

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estudiaba utilizando una versión sofisticada de la caja-problema de Thorndike, hoy conocida como
caja de Skinner (figura 4.24).

Una caja de Skinner clásica cuenta con un espacio donde se coloca el animal, permitiendo la
observación y registro de sus conductas. Contiene además los siguientes elementos:

• Manipulandum: uno o más mecanismos que el animal puede manipular: presionar una
palanca, empujar una tecla, etc. En función de las respuestas dadas, recibirá el estímulo
reforzador correspondiente (comida, descarga eléctrica).
• Estímulo discriminativo: actúa como indicador para señalizar que la respuesta dada es la
adecuada. Suele utilizarse una luz o un sonido.
• Registro acumulativo: un aparato externo a la caja registra la tasa de respuesta, es decir, la
frecuencia de respuestas dadas en una unidad de tiempo determinado. También señaliza la
aparición de los reforzadores y su naturaleza (gratificante o aversiva).
• La superstición de la paloma es un experimento ya clásico de Skinner, en el que participaron
8 palomas hambrientas, introducidas en la caja de Skinner, a las cuales se les ofrecía
comida a intervalos regulares con independencia de la respuesta que éstas emitieran. No
obstante, se observó un condicionamiento evidente en todas las palomas. Por ejemplo, una
de las palomas aprendió a dar vueltas en sentido contrario a las agujas del reloj alrededor
de la caja, otra paloma pegaba su cabeza a una de las esquinas superiores de un modo muy
característico, y una tercera sacudía la cabeza hacia los lados. Cada paloma había
desarrollado su propia respuesta, idiosincrática. Tanto fue así, que daba la impresión de que
las palomas se comportaban de ese modo al creer que tales conductas eran las que
provocaban la aparición de la comida, atribuyendo a sus respuestas cierta superstición.

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Figura 4.24. Caja de Skinner.

La explicación de Skinner sobre este fenómeno apelaba al refuerzo recibido: entendió que
cualquiera que fuese la respuesta que el sujeto acabara de realizar justo antes de la aparición del
estímulo deseado (comida), su ejecución resultaría reforzada por el valor de recompensa asociado
a dicho estímulo.

A partir de 1948 Skinner regresa a la Universidad de Harvard, donde ya se quedará el resto de su


carrera. Fue objeto de multitud de menciones y galardones a lo largo de su vida, destacando la
Medalla Nacional de Ciencia (1968) o la primera mención que otorgó la American Psychological
Association (APA) a toda una vida contribuyendo a la Psicología, y que recibió Skinner pocos días
antes de su fallecimiento, en 1990.

Skinner sostiene que la unidad de la conducta es el reflejo, que resulta de una conexión entre los
estímulos y las respuestas dadas a esos estímulos. Por lo tanto, la conducta sería una cadena de
reflejos, cuya asociación está determinada por el papel que desempeñan otro tipo de estímulos:
los reforzadores, referidos éstos a las consecuencias (gratificantes o aversivas) de una
determinada respuesta.

“Es habitual referirse a cualquier movimiento del organismo como a una respuesta. Este
término procede del campo del acto reflejo e implica un acto que, por decirlo así,
responde a un hecho anterior, el estímulo. Pero podemos hacer que un acontecimiento
sea contingente con la conducta, sin identificar, o sin ser capaces de identificar, un
estímulo previo (…).

Una respuesta que ya se ha producido no puede, desde luego, predecirse o controlarse.


Podemos predecir solamente que ciertas respuestas similares se producirán en el futuro.
La unidad de una ciencia predictiva no es, por tanto, una respuesta, sino una clase de

111
Siglo XX: corrientes psicológicas fundamentales

respuestas. La palabra operante es la que utilizaremos para designar esta clase. El


término pone de relieve el hecho de que la conducta opera sobre el medio ambiente para
producir consecuencias. Las consecuencias definen las propiedades por las que las
respuestas se llaman similares. El término se utilizará tanto como adjetivo (conducta
operante), cuanto como sustantivo para designar la conducta definida por una
consecuencia dada.

(…) El término aprendizaje puede mantenerse provechosamente en su sentido


tradicional para describir la reorganización de las respuestas en una situación compleja.
Los términos para el proceso de la impresión pueden tomarse de los análisis de Pavlov
sobre el reflejo condicionado. El mismo Pavlov llamó reforzamiento a todo hecho que
fortaleciera la conducta, y a todo cambio resultante, condicionamiento. En el
experimento de Pavlov, sin embargo, un reforzador es asociado con un estímulo,
mientras que en la conducta operante es contingente con una respuesta. El
reforzamiento operante es, por tanto, un proceso distinto y requiere un análisis aparte.
En ambos casos, el fortalecimiento de la conducta que resulta de un reforzamiento se le
llama, de una manera apropiada, condicionamiento. En el condicionamiento operante
fortalecemos una operante en el sentido de hacer que la respuesta sea más probable o,

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de hecho, más frecuente. En el condicionamiento pavloviano o 'respondente'
simplemente incrementamos la magnitud de la respuesta provocada por el estímulo
condicionado y acortamos el tiempo que transcurre entre el estímulo y la respuesta. (…)

Cuando estamos despiertos actuamos constantemente sobre el medio ambiente, y


muchas de las consecuencias de nuestras acciones son reforzantes. A través del
condicionamiento operante, el medio ambiente da lugar al repertorio básico con el que
mantenemos nuestro equilibrio, andamos, jugamos, manejamos herramientas y
utensilios, hablamos, escribimos, conducimos una embarcación, un coche o pilotamos
un avión. Un cambio en el medio ambiente -un nuevo coche, un nuevo amigo, un nuevo
campo de interés, un trabajo nuevo, una vivienda nueva- puede cogernos desprevenidos,
pero nuestra conducta en general se adapta rápidamente a medida que adquirimos
nuevas respuestas y desechamos las antiguas” (Skinner, 1981, pp. 93-96).

La psicología de Skinner se ha considerado una propuesta de conductismo radical, y no


metodológico, ya que no acepta la distinción entre lo mental y lo conductual, ni es partidario de los
datos estadísticos. A diferencia del conductismo metodológico, para el conductismo radical
skinneriano el objeto de estudio de la psicología de la conducta no son tanto las manifestaciones
visibles de la vida mental, sino la conducta en sí misma, provocada por la relación del organismo
con el ambiente. La tasa de respuesta, definida como la frecuencia de respuestas en una unidad
temporal determinada, se convierte en la variable dependiente por antonomasia. Defiende el
objetivismo metodológico y los experimentos de caso único como métodos de estudio para
estudiar sistemáticamente el comportamiento individual, definido en términos de conductas
observables. Para Skinner no existe un mundo mental enfrentado e independiente al mundo
físico, sino que las cogniciones, las emociones, la creatividad o los estados mentales, son en
realidad hechos físicos privados, que pueden ser sólo percibidos por el propio sujeto que los
experimenta.

112
La meta de los analistas de conducta, según Skinner, debería ser el poder dar respuesta a
cuestiones como: ¿qué aspectos de la conducta son importantes? ¿de qué variables son función
los cambios en estos aspectos de la conducta? ¿cuáles son las relaciones entre la conducta y las
variables que la controlan? ¿qué métodos son apropiados para poder estudiar tal sistema
experimentalmente?

4.4. EL HUMANISMO

A partir de mediados del siglo XX, después de la II Guerra Mundial, la psicología que se había ido
asentando los años anteriores, era ya una disciplina plenamente reconocida y de prestigio, y los
trabajos llevados a cabo por psicólogos eran bien considerados desde diferentes ámbitos
académicos. Además, como consecuencia derivada directamente de los conflictos bélicos de la
primera mitad del siglo XX, se hizo necesario contar con un volumen importante de especialistas
en la atención y tratamiento de los diversos trastornos psicológicos, desórdenes mentales y daños
nerviosos que afectaban a los soldados que habían intervenido, y la figura del psicólogo fue
impulsada como el perfil profesional más demandado, junto al psiquiatra, para llevar a cabo estas
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tareas.

No obstante, lejos de favorecer la adopción de un enfoque teórico homogéneo y compartido por


todos los psicólogos, en las primeras décadas del siglo XX asistimos a una enorme proliferación de
propuestas y propuestas teóricas diversas, a menudo contrapuestas entre sí.

A partir de las décadas de los años 1920 y 1930, Alemania, y Europa en general, habían perdido
fuerza como foco académico de la psicología, que vivía una mayor expansión y desarrollo en el
continente americano, donde imperaba principalmente el enfoque conductista. No obstante, a
partir de mediados de siglo, el conductismo también empieza a resultar insuficiente para algunos
investigadores, que criticaban, entre otras cuestiones, la pérdida de interés por los procesos
psíquicos superiores o la concepción reduccionista de que la mente animal era equiparable a la
mente humana.

En este escenario, algunas de las nuevas propuestas teóricas que surgirán y se desarrollarán en la
segunda mitad del siglo XX tratarán, sobre todo de recuperar al individuo como centro de los
intereses de estudio desde la psicología (Humanismo), y reconocerán la necesidad de incluir el
abordaje de las variables internas y los procesos cognitivos (Psicología cognitiva).

4.4.1. LOS INICIOS DE LA PSICOLOGÍA HUMANISTA

La psicología humanista, iniciada a mediados de siglo y desarrollada más fuertemente a partir de


la década de 1960, fue más un movimiento plural que una escuela psicológica, e integraba
autores de procedencias teóricas distintas: terapeutas existencialistas, fenomenólogos,
gestaltistas, psicoanalistas no freudianos, psicólogos evolutivos, etc. (Sáiz, Sáiz, Pedraja, Romero
y Marín, 2009).

113
Siglo XX: corrientes psicológicas fundamentales

El movimiento humanista surgió en un contexto sociocultural marcado por una tendencia de


retorno a “lo humano” y alejamiento del enfoque más materialista que se había mantenido en
años precedentes. En consecuencia, uno de los aspectos que dará cohesión a las ideas
humanistas será la idea de que la Psicología debía humanizarse, recuperar al sujeto consciente e
intencional, dar validez a la experiencia humana, a los valores y a las intenciones. La persona
debía convertirse, nuevamente, en el eje central de la posición teórica de la psicología.

Desde una perspectiva estrictamente psicológica el movimiento de la psicología humanista nació


con la pretensión de configurarse como una alternativa a la visión del ser humano que
proporcionaban tanto el psicoanálisis como el conductismo, las dos grandes fuerzas de la
psicología en esos años, de ahí que este movimiento también sea conocido como la tercera
fuerza. Desde el enfoque humanista, el psicoanálisis fue criticado por limitar su interés al estudio
de la conducta desviada, la personalidad anormal o el individuo enfermo o en conflicto. Por su
parte, consideraron también que el conductismo mantenía una actitud reduccionista, determinista
y mecanicista, centrado únicamente en conductas aisladas y perdiendo la perspectiva del
individuo en su conjunto.

Ante esto, la psicología humanista va a ser más un movimiento que una escuela; va a proponer

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rehumanizar la ciencia, recuperar al ser humano como centro del interés que motiva el avance de
la psicología, a la que consideran ciencia humana por definición.

“Los principios que condensan los postulados básicos que guían el enfoque humanista
son:

1) El hombre como tal sobrepasa la suma de sus partes. El hombre debe ser considerado
como algo más que un resultado de la adición de varias partes y funciones.

2) El hombre lleva a cabo su existencia en un contexto humano. Su naturaleza se expresa


en su relación con los otros seres humanos.

3) El hombre es consciente. La conciencia forma parte esencial de su ser.

4) El hombre tiene capacidad de elección. La conciencia hace al hombre, no mero


espectador, sino partícipe de sus experiencias.

5) El hombre es intencional. La intencionalidad es la base sobre la cual el hombre


construye su identidad”.

(Bungental, 1964; visto en: Tortosa, 1998, p.504)

4.4.2. LA TEORÍA DE LA MOTIVACIÓN HUMANA

Abraham H. Maslow (1908-1970) (figura 4.25) puede ser considerado uno de los máximos
exponentes del movimiento humanista, junto a Carl Rogers.

114
Figura 4.25. Abraham H. Maslow (1908-1970).

Nacido en New York, Estados Unidos, en el seno de una familia de origen judío procedente de
Rusia, se formó en Psicología en la Universidad de Winsconsin.
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Inicialmente se formó como conductista junto a Thorndike y recibió influencias del conductismo de
Watson, pasando por varias etapas intelectuales hasta considerar que muchos de los conceptos
más ortodoxos de la psicología científica resultan insuficientes para explicar el comportamiento y
la experiencia humanos. Abandonó entonces esta línea, y recibió influencias de varios psicólogos
de la Gestalt, como Max Wertheimer o Kurt Koffka, y de psicoanalistas como Alfred Adler,
colaborador directo de Sigmund Freud.

Tras la Segunda Guerra Mundial, Maslow comenzó a cuestionarse el modo en que los psicólogos
llegan a sus conclusiones, y a desarrollar sus propias ideas sobre cómo entender la mente
humana. Adopta y desarrolla entonces el concepto de autorrealización, idea clave de su
propuesta, para probar que los seres humanos no actúan de manera mecanicista ante las
situaciones del ambiente, sino que tratan de alcanzar experiencias cumbre, momentos sublimes
en la vida en los que el individuo está en armonía consigo mismo y con su entorno:

“¿Qué hace uno cuando se autorrealiza? ¿Aprieta los dientes y se retuerce? ¿Qué
significa la autorrealización en función de la conducta real? (…).

Primero, la autorrealización significa vivenciar plena, vívida y desinteresadamente, con


una concentración y absorción totales. Significa vivenciar sin la timidez del adolescente.
En este momento, la persona es total y plenamente humana. Este es un momento de
autorrealización, el momento en que el sí mismo (self) se actualiza. Como individuos,
todos pasamos por tales momentos de vez en cuando. Como consejeros, podemos
ayudar a los pacientes a sentirlos más a menudo, alentándoles a que se absorban
totalmente en algo y a que se olviden de poses, defensas, timideces, es decir, a que “se
lancen de cabeza” (…)

Segundo, consideremos la vida como un proceso de elecciones sucesivas. En cada


instante existe una elección progresiva o una elección regresiva. Podemos orientarnos

115
Siglo XX: corrientes psicológicas fundamentales

hacia la defensa, la seguridad o el mido. Pero, en el lado opuesto, está la opción de


crecimiento. Elegir el crecimiento en lugar del miedo doce veces al día significa avanzar
doce veces al día hacia la autorrealización. La autorrealización es un proceso continuo
(…).

Tercero, hablar de autorrealización implica que hay un sí mismo que se actualiza. Un ser
humano no es una tabula rasa, una masa de arcilla o plastilina. Es algo que ya está, por
lo menos una especie de estructura cartilaginosa. Un ser humano es, como mínimo, su
temperamento, sus equilibrios bioquímicos, etc. Existe un sí mismo, y lo que a veces he
llamado “escuchar las voces del impulso” significa dejarlo que emerja. Muchos de
nosotros, la mayor parte del tiempo (y esto se amplía en especial a los niños y jóvenes)
no nos escuchamos, sino que escuchamos las voces introyectadas de Mamá, Papá, el
Sistema, los Mayores, la autoridad o la tradición (…).

Cuarto, en la duda, optad por ser sinceros. Estoy a resguardo con la frase “en la duda”,
así que no necesito debatir cuestiones de diplomacia. A menudo, cuando dudamos no
somos sinceros. Los clientes casi nunca lo son. Juegan juegos y adoptan poses. No
aceptan con facilidad la sugerencia de ser sinceros. Mirar dentro de uno en busca de

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respuestas implica asumir responsabilidad. Esto es en sí mismo un paso hacia la
autorrealización. (…).

Quinto, (…). No se puede escoger sabiamente para toda una vida a menos que uno se
atreva a escucharse a sí mismo, a su propio sí mismo (self), a cada instante de la vida, y
a decir con alma: “no, esto y aquello no me gustan”. Expresar algo sinceramente implica
atreverse a ser diferente, impopular, inconformista.

Sexto, la autorrealización no es únicamente un estado final, sino también un proceso de


actualización de las propias potencialidades, en cualquier momento, en cualquier grado.

Séptimo, las experiencias cumbre son momentos transitorios de autorrealización. (…).


Prácticamente todo el mundo tiene experiencias cumbre, pero no todos lo saben. Ayudar
a la gente a reconocer esos breves momentos de éxtasis cuando suceden es parte de la
tarea del consejero (…).

Octavo, descubrir quién es uno, qué es, qué le gusta, qué no le gusta, qué es bueno o
malo para uno, hacia dónde va y cuál es su misión -abrirse para sí mismo-, significa
desenmascarar la psicopatología” (Maslow, 1983, pp.71-75).

A modo de guía visual para ilustrar su Teoría de la motivación humana, Maslow elaboró una
jerarquía de necesidades (figura 4.26), representada como una pirámide que contiene una
organización en cinco niveles de las necesidades humanas, psicológicas y físicas. Según Maslow,
sólo cuando las necesidades más básicas -situadas en los niveles inferiores de la pirámide- son
satisfechas, podrá buscarse satisfacer necesidades de los niveles superiores.

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Figura 4.26. Jerarquía de las necesidades de Maslow.

En la base de la pirámide se encontrarían las necesidades relacionadas con la supervivencia de la


persona: en primer lugar, las necesidades más básicas o fisiológicas, que incluyen la
alimentación, respiración, descanso, sueño, etc., seguidas de un segundo nivel que corresponde a
las necesidades de seguridad y protección. A partir de ahí, los siguientes escalones de la pirámide
incluyen las necesidades relacionadas con el crecimiento personal: en primer lugar, una serie de
necesidades de índole social, tales como el amor o la necesidad de pertenencia. El cuarto escalón
se referiría a las necesidades de estima, éxito y estatus, tanto autopercibido como
heteropercibido. Por último, en la cima de la pirámide, Maslow representó la necesidad de
autorrealización, alcanzable cuando se logra un estado de armonía y entendimiento con los
demás y con uno mismo.

La tesis central de la pirámide de las necesidades, que ha tenido aplicación en diversos campos
incluso más allá de la psicología, expresa que los seres humanos tienen necesidades
estructuradas en diferentes estratos, de tal modo que las necesidades secundarias o superiores
van surgiendo a medida que se van satisfaciendo las más básicas.

Junto a Carl Rogers y otros representantes de la Psicología Humanista, Maslow fundó en 1962 la
Asociación Americana de Psicología Humanista, y su revista: la Journal of Humanistic Psychology.
En 1968 fue elegido presidente de la American Psychological Association (APA).

4.4.3. EL ENFOQUE CENTRADO EN LA PERSONA

Carl Rogers (1902-1987) (figura 4.27) fue un psicólogo estadounidense de enorme influencia,
conocido principalmente por ser el iniciador junto a Abraham Maslow del enfoque humanista en
psicología. Según el estudio llevado a cabo por la Asociación Americana de Psicología (APA)

117
Siglo XX: corrientes psicológicas fundamentales

(Haggbloom et al., 2002), Carl Rogers ocupa el sexto puesto en el ranking de los 100 psicólogos
más citados del siglo XX.

Figura 4.27. Carl Rogers (1902-1987).

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Tras iniciar diversos estudios en ciencias agrarias y en teología, y tras vivir unos meses en China,
abandonó sus estudios para formarse en Psicopedagogía, obteniendo el Doctorado en Filosofía en
la Universidad de Columbia (1931), y pasando a ocupar una cátedra de Psicología Clínica en la
Universidad de Ohio.

En sus primeros años de práctica profesional, Rogers trabajó como psicólogo infantil y fue
paulatinamente aproximándose a la psicología clínica. En 1942 publica su obra Counseling and
Psychotherapy, fundando las bases de la terapia centrada en el cliente o terapia no directiva, que
se convertirá en la piedra angular de la Psicología Humanista. La hipótesis central de este
enfoque, basado en la no directividad, establece que el individuo posee, en sí mismo, las actitudes
y capacidad de dirigir su comportamiento, y que estos medios pueden ser explotados para
producir un cambio buscado. En palabras del propio autor:

“Para que un proceso terapéutico se produzca es necesario:

1. Que dos personas estén en contacto.

2. Que la primera persona, a la que denominaremos cliente, se encuentre en un estado


de incongruencia, de vulnerabilidad o de angustia.

3. Que la segunda persona, a quien denominaremos terapeuta, sea congruente en la


relación con el cliente.

4. Que el terapeuta experimente una consideración positiva incondicional hacia el


cliente.

5. Que el terapeuta experimente una comprensión empática hacia el marco de referencia


interno del cliente.

118
6. Que el cliente perciba, al menos en un grado mínimo, las condiciones 4 y 5 (…).

Cuando las condiciones enunciadas precedentemente existen y se mantienen, se pone


en marcha un proceso que tiene las siguientes características:

7. El cliente es cada vez más capaz de expresar sus sentimientos por medios verbales y/
o motores.

8. Los sentimientos que expresa se refieren cada vez más al yo por oposición al no-yo.

9. Es capaz, cada vez más, de establecer una distinción entre los objetos de sus
sentimientos y percepciones (…).

10. Los sentimientos que expresa se relacionan cada vez más con el estado de
incongruencia existente entre algunas de sus experiencias y su concepto del yo.

11. Llega a experimentar conscientemente la amenaza de tal incongruencia.


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12. Experimenta con plena conciencia sentimientos que, hasta entonces, habían sido
negados a la conciencia o distorsionados conscientemente.

13. La imagen del yo se reorganiza para integrar las experiencias que habían sido
distorsionadas conscientemente o negadas a la conciencia.

14. A medida que prosigue la reorganización de la estructura del yo, la congruencia entre
su concepto del yo y la experiencia aumenta cada vez más (…).

15. El cliente se vuelve cada vez más capaz de experimentar la consideración positiva
incondicional que el terapeuta le manifiesta.

16. Siente cada vez más una consideración positiva incondicional hacia sí mismo.

17. Se experimenta progresivamente como el centro de valoración.

Los cambios que se producen en el cliente y que, por hipótesis, se consideran


relativamente constantes son los siguientes:

18. El cliente es cada vez más congruente, menos defensivo y está más abierto a su
experiencia.

19. Sus percepciones son, por consiguiente, más realistas, más objetivas y más
diferenciadas.

20. Es cada vez más eficaz en la resolución de sus problemas.

21. Su adaptación psicológica mejora y se desarrolla en el sentido óptimo.

22. Su vulnerabilidad a la amenaza disminuye.

119
Siglo XX: corrientes psicológicas fundamentales

23. Su percepción de yo ideal es más realista, más realizable.

24. Su yo es más congruente con su yo ideal.

25. Se produce una disminución general de la tensión, tanto fisiológica como psicológica,
y del tipo específico de tensión psicológica denominado angustia.

26. La consideración positiva de sí mismo aumenta.

27. El sujeto se percibe como centro de valoración y como centro de elección.

28. Percibe a los otros de manera más realista y exacta.

29. Como experimenta cada vez menos necesidad de deformar sus experiencias, en
especial sus experiencias en relación a otras personas, siente hacia ellas una mayor
aceptación.

30. Su conducta se modifica.

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31. Los otros perciben que su conducta es más socializada y más madura.

32. El sujeto se revela como un ser más creativo, más capaz de adaptarse a cada
situación especial y a cada nuevo problema”.

(Rogers, 1985, pp. 49-50 y 54-57).

El enfoque psicoterapéutico de Rogers enfatiza la actitud y cualidades del terapeuta como


elemento esencial del cambio. Cualidades como la empatía, autenticidad, capacidad de escucha,
y congruencia, son requeridas al terapeuta como condición esencial para producir un cambio
terapéutico. El peso recae en el terapeuta más que en la técnica que éste emplee.

La propuesta de Rogers sobre la no directividad y el enfoque centrado en el cliente no se limitó al


campo de la terapia y la psicología clínica, sino que se extendió también a otros campos. En 1969
publicó la obra Freedom to learn: a view of what education might become (La libertad de
aprender: una visión de cómo la educación debería ser), en la que propone superar el modelo
pasivo y memorístico tradicional y aboga por una educación no directiva, basada en un
aprendizaje significativo, vivencial y personal, sustentado en los siguientes principios:

1. Los seres humanos tienen potencial y deseo natural para aprender.


2. El aprendizaje se hace efectivo cuando el estudiante relaciona los contenidos con sus
propios objetos.
3. El aprendizaje activo y participativo es más efectivo que el aprendizaje pasivo.
4. Cuando un alumno participa responsablemente se facilita su propio aprendizaje.
5. El aprendizaje autoiniciado es más durable.
6. El aprendizaje socialmente más útil es el propio proceso de aprendizaje.
7. Una persona no puede enseñar a otra, sólo facilitar su aprendizaje.

120
Durante toda su carrera Rogers mantuvo una clara oposición al conductismo dominante de la
época, muy especialmente al conductismo radical de Skinner, al que acusaba de tratar a las
personas como objetos incapaces, sin considerar su capacidad de elección y libertad, sus
intenciones o creencias, como factores determinantes de la conducta humana.

Rogers representa, junto a Maslow, un claro exponente de la Psicología Humanista.

4.4.4. LA TEORÍA DE LOS RASGOS DE LA PERSONALIDAD

Gordon Willard Allport (1897-1967) (figura 4.28) fue un psicólogo estadounidense, conocido por
ser uno de los pioneros en el estudio de la personalidad, considerado a menudo como el Padre de
la Psicología de la Persona.
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Figura 4.28. Gordon W. Allport (1897-1967).

Uno de sus hermanos mayores fue el también célebre psicólogo Floyd Henry Allport (1890-1978),
considerado Padre de la Psicología Social como disciplina científica.

Aunque no estudió psicología de base, sino filosofía y economía en la Universidad de Harvard, la


psicología siempre había interesado a Allport, tal vez influido por su hermano mayor. En 1922 se
doctoró en psicología, y obtuvo una beca que le permitió continuar su formación en diferentes
universidades: Berlín, Hamburgo, Cambridge, recibiendo influencias de algunos de los psicólogos
más destacados de la Gestalt, como Wertheimer y Köhler.

En 1930 se incorporó como profesor a la Universidad de Harvard, donde se mantuvo hasta su


muerte, en 1967.

Allport se mostró crítico con las escuelas imperantes, tanto con el psicoanálisis de Freud como
con el conductismo de Watson o Skinner, e insistió en la importancia de la individualidad del ser
humano.

En su obra “Personalidad: una interpretación psicológica” (1937) define la personalidad como una
organización de los sistemas psicofísicos del individuo que le permiten adaptarse al ambiente.

121
Siglo XX: corrientes psicológicas fundamentales

Propone que la personalidad es única de cada individuo, y descarta la utilización de métodos poco
rigurosos en su estudio, como la astrología o la quiromancia. Insiste, por el contrario, en emplear
procedimientos basados en la observación de los hechos, del estilo del comportamiento de una
persona, la grafología, el estudio de los escritos, diarios y autobiografías, etc. (Mayor y Tortosa,
2006b).

Para Allport, la conducta humana responde a un funcionamiento propio o proprium, un concepto


derivado del self propuesto desde la perspectiva fenomenológica, referido al concepto y la
percepción que el individuo tiene de sí mismo y que se mantiene coherente con sus
comportamientos. Apoya Allport su teoría en el concepto de rasgo, para referirse a las
disposiciones o particularidades propias del individuo que guían su conducta adaptativa.

En su Teoría del rasgo de la personalidad, Allport distingue tres tipos de rasgos, en función de la
mayor o menor influencia que éstos tienen en el comportamiento del individuo:

• Rasgos cardinales: se refieren a las disposiciones definitorias de la persona, su núcleo, los


cuales predominan en toda su vida. Pueden observarse presentes en todos los
comportamientos del individuo, definiendo su repertorio conductual, y a menudo la persona

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se da a conocer a los otros en base a estos rasgos definitorios.
• Rasgos centrales: se refieren a características generales que caracterizan la base de la
personalidad. No son tan dominantes como los rasgos cardinales, y podrían utilizarse para
definir a numerosas personas.
• Rasgos secundarios: hacen referencia a disposiciones mas periféricas, relacionadas con las
actitudes o preferencias, manifestándose de manera esporádica o bajo circunstancias
específicas.

Por tanto, la propuesta de Allport entiende la personalidad desde un punto de vista estructural, de
manera que cada persona se configura a partir de combinaciones de diferentes rasgos cardinales,
centrales y secundarios, dotando a cada individuo de una composición única.

4.5. LA PSICOLOGÍA COGNITIVA

Desde mediados del siglo XX hasta la actualidad la escena psicológica ha visto cómo una nueva
propuesta, a pesar de su nacimiento reciente, ha ido desarrollándose a un ritmo vertiginoso,
llegando a desplazar a las escuelas hegemónicas hasta el momento: la Psicología Cognitiva.

La psicología cognitiva, más que limitarse a estudiar ciertos procesos referidos a la cognición,
aspira a dar una perspectiva general sobre todos los procesos psíquicos, incluyendo también una
dimensión aplicada y práctica.

Con el nacimiento de la psicología cognitiva se ha recuperado el interés por la mente, ya desde un


abordaje enmarcado en la psicología científica, con un método experimental. Comienza a
desarrollarse la denominada psicología de los procesos mentales.

122
4.5.1. ANTECEDENTES Y PRIMERAS APROXIMACIONES AL ESTUDIO DE LA
COGNICIÓN

A pesar de que los inicios de las ciencias cognitivas debemos buscarlos a mediados del siglo XX,
ya en el siglo anterior algunos autores se habían interesado en el estudio de los procesos
cognitivos desde un enfoque experimental. Así, por ejemplo, Hermann Ebbinghaus (1850-1909)
(figura 4.29) es hoy en día reconocido como el impulsor del estudio experimental de la memoria y
del aprendizaje verbal. Dedicó también parte de su trabajo al estudio de la percepción visual, el
rendimiento escolar o la inteligencia y estuvo fuertemente influenciado por los asociacionistas
británicos y alemanes, así como por la psicofísica.
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Figura 4.29. Hermann Ebbinghaus (1850-1909).

La lectura de la obra de Fechner, Elementos de Psicofísica (1860), inspiró en él el uso de la


metodología propia de la psicofísica para aplicarla en sus experimentos sistemáticos sobre la
memoria, por ejemplo, para cuantificar los niveles de retención mnésica, establecer los umbrales
de percepción, y poder explicar el funcionamiento de la memoria.

Tengamos en cuenta que afrontar el estudio experimental de la memoria en estos años no era una
tarea fácil, ya que trataba de aplicar el método experimental a un proceso mental superior,
premisa que ni siquiera el propio Wundt veía factible.

En sus experimentos, la mayoría de los cuales aplicó sobre sí mismo como sujeto de estudio,
Ebbinghaus empleó listas de pseudopalabras, trigramas o sílabas sin sentido (WID, ZOF, TAR),
para comprobar cómo se sucedían el recuerdo y el olvido. Publicó sus hallazgos en su obra Sobre
la memoria (1885):

“Para intentar en la práctica una vía de penetración -verdad es que limitada a un


territorio muy pequeño- en los procesos de memoria hemos seguido el siguiente
procedimiento:

123
Siglo XX: corrientes psicológicas fundamentales

Con las consonantes simples del alfabeto y las 11 vocales y diptongos del idioma
alemán, construimos todas las sílabas posibles que pertenecieran a una determinada
clase, a saber, la formada por una vocal puesta en medio de dos consonantes.

Dichas sílabas, aproximadamente unas 2.300, fueron mezcladas unas con otras, y a
continuación extraídas al azar de manera que formaran series de diferentes longitudes,
las cuales constituyeron el objeto de los diversos experimentos. (…) Las sílabas
empleadas en un experimento eran dejadas a un lado hasta haber agotado el total de las
mismas; después se volvían a mezclar y a utilizar conforme el mismo procedimiento.

Todos los experimentos realizados con estas series de sílabas pretendían en último
término lo siguiente: conseguir que, mediante la lectura repetida en voz alta, una serie
quedara grabada de tal forma en la memoria que pudiera ser repetida después a
voluntad. Considerábamos este objetivo la primera vez que el sujeto, dada la sílaba
inicial, era capaz de realizar toda la serie sin interrupciones, a una determinada
velocidad, y con la conciencia de no cometer ninguna falta” (Ebbinghaus, 1885, en
Gondra, 1982, pp.136-137).

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A partir de sus hallazgos, publicados en su obra Sobre la memoria (1885), Ebbinghaus definió la
denominada curva del olvido (figura 4.30) para ilustrar cómo se va perdiendo el nuevo material
retenido (elementos aprendidos, sílabas) a lo largo del tiempo. Según el autor, el ritmo de olvido
basal es prácticamente el mismo para todas las personas, y la pérdida espontánea de
aproximadamente el 50% de la información retenida ocurre relativamente rápido. Consideró
también el efecto que tenía la repetición, a modo de repaso o refresco de la información
aprendida, la cual suaviza la curva en los sucesivos ensayos, y disminuye la tendencia al olvido.

Figura 4.30. Curva del olvido de Ebbinghaus. Fuente: http://www.inquasar.com

124
Gracias a sus experimentos con listas de palabras, Ebbinghaus también describió el denominado
efecto de posición serial, referido a la tendencia de una persona a mostrar una tasa mayor de
recuerdo libre o espontáneo de aquellos elementos situados en los primeros puestos (efecto de
primacía) o en los últimos puestos (efecto de recencia) de la lista de palabras a recordar, en
comparación con los elementos intermedios.

Otro autor relevante en el estudio de la cognición humana fue el británico Frederic Charles Bartlett
(1886-1969) (figura 4.31), primer profesor de psicología universal en la Universidad de
Cambridge, y considerado históricamente como el verdadero precursor de la psicología cognitiva
contemporánea.
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Figura 4.31. Frederic C. Bartlett (1886-1969).

En 1932 publicó su obra Remembering: an experimental and social study (El recuerdo: estudio
experimental y social), con sus hallazgos sobre el funcionamiento de la memoria humana, y
posteriormente amplió sus estudios al proceso cognitivo del pensamiento, entendido como un
proceso psíquico superior de carácter social.

Una de las mayores contribuciones de Bartlett es su Teoría del esquema de la mente, a partir de la
cual sostiene que el recuerdo, al igual que el pensamiento, no es tanto un proceso de
reconstrucción de información almacenada, sino un proceso de producción de nueva información
en la cual se invierten sobre todo los esquemas mentales del sujeto, sus intereses sociales,
emociones, expectativas, etc., más que los datos concretos que se intentan recordar. Según
Bartlett, el conocimiento se organiza en base a una compleja red de esquemas, esto es,
estructuras mentales que representan el entendimiento que se tiene del mundo.

Este concepto de esquema desarrollado por Bartlett, aunque pasó desapercibido en sus inicios al
coincidir en el tiempo con una hegemonía absoluta del conductismo americano, fue poco a poco
ganando fuerza y adoptado por otros autores relevantes, destacando, entre otros, Jean Piaget.

Jean Piaget (1896-1980) (figura 4.32) fue un psicólogo y biólogo suizo, reconocido por sus
aportes al estudio de la infancia y por su propuesta teórica sobre el desarrollo de las habilidades
cognitivas y la inteligencia. Es considerado por muchos, junto a William James o Sigmund Freud,

125
Siglo XX: corrientes psicológicas fundamentales

como uno de los psicólogos más sobresalientes de la historia, aunque también es muy discutido.
Según el estudio llevado a cabo por la Asociación Americana de Psicología (APA) (Haggbloom et al.,
2002), Piaget ocupa el segundo lugar, únicamente por detrás de Skinner, en el ranking de los
psicólogos más citados del siglo XX.

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Figura 4.32. Jean Piaget (1896-1980).

Se licenció y doctoró en Ciencias Naturales, y posteriormente se formó en Psicología en la


Universidad de Zúrich (Suiza), recibiendo influencias del psicoanálisis de mano de autores como
Carl Jung.

Pasó un tiempo en la Universidad de París, donde se dedicó a investigar la inteligencia y el


pensamiento de los niños, llegando a participar en la elaboración y perfeccionamiento de algunas
pruebas de estimación del cociente intelectual.

No cabe duda de que Piaget desarrolló una vida académica intensa y realizó importantes
contribuciones a la psicología y al estudio de la inteligencia y el desarrollo cognitivo.

En 1936, siendo entonces profesor en la Universidad de Lausanne (Suiza) fue nombrado director
de la Oficina Internacional de Educación (posteriormente parte de la UNESCO), y entre 1951 y
1954 fue secretario general de la Unión Internacional de Ciencia Psicológica. En 1955, Piaget
fundó el Centro Internacional de Epistemología Genética, en Ginebra (Suiza), el cual dirigió hasta
su fallecimiento en 1980.

Piaget se apoya en el constructivismo y, al igual que hiciera Bartlett, considera que el pensamiento
es en realidad una construcción o elaboración nueva a partir de la información que dispone el
sujeto. Es decir, no podemos conocer la realidad tal como es, puesto que nuestro conocimiento del
mundo no es sino una organización de los datos que obtenemos de la realidad, los cuales
construimos en base a los esquemas (percepciones, memorias, expectativas) que disponemos.

126
Apoyado en este constructivismo, postura encontrada con el empirismo, Piaget propone y
desarrolla el concepto de epistemología genética para considerar el conocimiento como una
interpretación del mundo a partir de las estructuras previas de las que se dispone, las cuales, a su
vez, dependen del momento vital y del medio social y físico.

Así, considera Piaget que dos procesos principales caracterizan la evolución del psiquismo
humano y de la inteligencia, y su adaptación al medio:

• Asimilación: consiste en la interiorización de un objeto o evento a un esquema


preestablecido. Es decir, es el proceso a través del cual la persona adecúa la nueva
información a los esquemas cognitivos existentes, comprende y experimenta el mundo, en
términos de su etapa actual de desarrollo cognoscitivo y su forma de pensamiento. Este
proceso de asimilación se produce cuando los seres humanos se enfrentan a información
nueva o desconocida, y hacen referencia a la información previamente aprendida con el fin
de darle un sentido.
• Acomodación: se refiere al proceso mediante el cual el sujeto modifica sus esquemas o
estructuras cognitivas para poder incorporar nuevos objetos o eventos. Esto ocurre cuando
el esquema existente (conocimiento) no funciona y necesita ser modificado o actualizado
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para hacer frente a un nuevo objeto o situación.

Ambos procesos, asimilación y acomodación, se alternan en la constante búsqueda del equilibrio


para lograr la adaptación a un medio cambiante. No pueden existir una sin la otra; son como dos
caras de una misma moneda. Para asimilar un nuevo objeto en un esquema mental existente,
primero es necesario adaptarse a las particularidades de dicho objeto, y por tanto, acomodar sus
características.

Según Piaget, el conocimiento, y con él la inteligencia, es en realidad un fenómeno adaptativo del


ser humano al medio, que se manifiesta como una sucesión de fases o estadios desde el
nacimiento y a lo largo de su vida. Propone así Piaget su Teoría del desarrollo cognitivo para
explicar la reorganización progresiva de los procesos mentales resultantes de la maduración
biológica y la experiencia ambiental. Las etapas de desarrollo serían las siguientes:

1. Estadio sensoriomotor: abarca desde el nacimiento hasta los 2 años de vida,


aproximadamente. En esta etapa el niño usa sus sentidos y sus habilidades motrices en
desarrollo para conocer el mundo que le rodea.
2. Estadio preoperacional: desde los 2 hasta los 7 años. Esta etapa está marcada por el
egocentrismo imperante del niño, que no ve más allá del “yo-mi-me-conmigo”. Son
procesos característicos de esta etapa el juego simbólico, la manipulación de símbolos y
representaciones, el pensamiento mágico y la falta de reversibilidad.
3. Estadio de las operaciones concretas: entre los 7 y 12 años, aproximadamente. Se
caracteriza por el uso de operaciones lógicas en la resolución de problemas y la capacidad
de conservación de cantidades numéricas, materiales y superficies.
4. Estadio de las operaciones formales: a partir de los 12 años de edad el cerebro humano
estaría capacitado para las funciones cognitivas abstractas, y puede manejar de forma
simultánea varias variables y acceder al razonamiento hipotético inductivo.

127
Siglo XX: corrientes psicológicas fundamentales

Además de a Piaget, debemos considerar también la enorme importancia de otro psicólogo cuya
propuesta teórica ayudó a trazar un puente de transición entre el conductismo y el cognitivismo:
Albert Bandura. Según la Asociación Americana de Psicología (APA) (Haadgloom et al., 2002),
Bandura ocuparía el cuarto puesto en el ranking de los 100 psicólogos más citados del siglo XX,
por detrás de Skinner, Freud y Piaget, siendo el psicólogo vivo más citado.

Albert Bandura (1925-…) (figura 4.33) nació en Canadá, en el seno de una familia originaria de
Europa del Este. Se formó en psicología en la Universidad de Columbia Británica y la Universidad
de Iowa, obteniendo el doctorado en 1952, para ocupar un puesto como profesor en la
Universidad de Standford al año siguiente.

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Figura 4.33. Albert Bandura (1925-…).

Desde sus comienzos, Bandura se mostró interesado en investigar el aprendizaje, y más


concretamente, cómo se genera el aprendizaje de un individuo en un entorno social, dando lugar
a nuevas conductas y comportamientos.

Los modelos conductistas proponían que la conducta de un individuo estaba determinada,


únicamente, por la experiencia directa de la persona con el medio, a través de procesos de
asociación de estímulos y respuestas, y podía modelarse en función de las consecuencias o
refuerzos asociados a dicha conducta.

No obstante, Bandura propone su Teoría el Aprendizaje Social, a partir de la cual sugiere que en el
proceso de aprendizaje intervienen determinados factores cognitivos que pueden actuar como
mediadores y modificar la adquisición de conductas. Sugiere, además, que buena parte del
aprendizaje ocurre en el medio social a través de la observación de los otros (aprendizaje vicario),
sin que sea necesaria la experiencia directa.

En la década de los '60, Bandura llevó a cabo una serie de experimentos con el objetivo de
demostrar que, a diferencia de lo que defendía Skinner, el aprendizaje no sólo dependía de los
estímulos externos sino también de factores internos y sociales.

128
Bandura quiso demostrar que ciertas conductas eran aprendidas en la infancia a partir de la
observación de la conducta de los adultos y su imitación. Para ello, llevó a cabo el célebre
experimento del muñeco Bobo en la Universidad de Standford (Bandura, Ross y Ross, 1961;
Bandura, Ross y Ross, 1963).

El muñeco Bobo era un juguete hinchable, de metro y medio de alto, con forma de payaso (figura
4.34). Los participantes fueron 36 niños y 36 niñas, de entre 3 y 5 años de edad, que se
organizaron en tres grupos: grupo de modelo agresivo, grupo de modelo no agresivo, y grupo
control.
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Figura 4.34. Secuencias extraídas de las grabaciones realizadas por el equipo de Bandura en el
experimento del muñeco Bobo (1961).

En una primera fase, los niños de los grupos experimentales de modelado, tanto agresivo como no
agresivo, pasaban individualmente a una habitación de juegos con diferentes juguetes donde se
les hacía coincidir con un adulto. En el grupo de modelado agresivo, tras un tiempo de juego libre,
el adulto comenzaba a mostrar una serie de conductas agresivas dirigidas hacia el muñeco Bobo,
pegándole patadas, empleando un martillo de juguete para darle golpes, verbalizando
comentarios hostiles, lanzándolo por los aires, etc. En el grupo de modelado no agresivo, el adulto
jugaba con el muñeco con normalidad.

129
Siglo XX: corrientes psicológicas fundamentales

En una fase posterior, los niños fueron pasando uno a uno a la habitación de juegos sin ninguna
instrucción más allá del juego libre. Sus conductas eran grabadas y registradas.

Los resultados mostraron que aquellos niños que habían sido expuestos al modelo agresivo
mostraban una mayor tasa de conductas agresivas dirigidas al muñeco Bobo, repitiendo, en
muchos casos, los mismos comportamientos que habían observado realizar al adulto en la fase de
modelado (figura 4.34). Además, los niños mostraban mayor número de conductas agresivas
cuando el adulto modelo coincidía con su mismo sexo; hombre en el caso de los niños y mujer en
el caso de las niñas. Por el contrario, no hubo diferencias en las tasas de agresividad que
mostraron los niños del grupo de modelado no agresivo y los del grupo control.

A partir de este y otros experimentos similares, Bandura sentó las bases de su Teoría del
Aprendizaje Social, según la cual, las personas adquirimos buena par te de nuestros
conocimientos, reglas sociales, habilidades, estrategias y creencias a partir de la observación de
los otros en el medio social en el que nos desarrollamos.

Tales importantes contribuciones de estos y otros autores acerca del funcionamiento de la


cognición humana fueron dando forma a la nueva psicología de la mente, también llamada

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psicología de los procesos mentales, como alternativa al conductismo imperante. No obstante,
históricamente hablando no es hasta bien entrado el siglo XX que podemos hablar de un
surgimiento de las ciencias cognitivas, motivado, en gran medida, por una serie de desarrollos
tecnológicos ocurridos en disciplinas ajenas a la psicología, tales como las matemáticas, la física,
la cibernética, la ingeniería o la informática.

4.5.2. LA REVOLUCIÓN COGNITIVA

El desarrollo de la psicología cognitiva puede organizarse en tres fases o períodos, en cada uno de
los cuales predomina un enfoque determinado:

1. Enfoque de procesamiento de la información: abarca desde sus inicios, en los años '50,
hasta la década de los '80. Predomina la metáfora del ordenador.
2. Enfoque conexionista: surgido en la década de los años '80 a partir del desarrollo de las
redes neuronales artificiales.
3. Cognitivismo emocional: surgido en los últimos años del siglo XX y siglo XXI, época marcada
por cierto grado de cerebro-centrismo. Propone un sistema modular para explicar el
funcionamiento de la mente.

A finales de los años '30 y '40 se sucedieron una serie de avances en informática y computación
(la máquina de Turing, la ciencia computacional de Von Neumann, etc.), que dieron lugar a los
primeros ordenadores y máquinas programables, capaces de tomar decisiones y con cierto grado
de autonomía.

Por otro lado, el desarrollo de la Teoría de la Información (Shannon, 1948) a partir de la cual la
comunicación podía explicarse mediante una serie de algoritmos matemáticos y leyes físicas,
favoreció que se emplearan analogías de estos sistemas para explicar el funcionamiento de la
cognición humana.

130
Así, fue alimentándose la idea de que el cerebro podía ser explicado desde el Enfoque de
Procesamiento de la Información, empleándose para ello la analogía mente-ordenador, a partir de
la cual la cognición humana se entiende como un ordenador que dispone de determinadas
estructuras físicas (hardware), que funcionan gracias a circuitos eléctricos y llevan a cabo tareas
de procesamiento (software) -selección, percepción, atención, memoria, elaboración,
recuperación- de la información (input) disponible en el medio.

Podemos decir que la Psicología Cognitiva nace oficialmente en los años '50, considerando
muchos historiadores el año 1956 como el del inicio formal, ya que en septiembre de este año se
celebró en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) el Simposio de la Teoría de la
Información, en el que participaron numerosos referentes de esta nueva tendencia, provenientes
de diversas áreas y disciplinas.

Entre los trabajos presentados, destacaron varios por su relevancia y contribución a la historia de
la Psicología. Noam Chomsky (1928-…) (figura 4.35), profesor emérito de lingüísitica del MIT,
presentó su obra Three models for the description of language (Tres modelos para la descripción
del lenguaje), en la que defiende un modelo de producción lingüística derivado de la Teoría de la
Información de Shannon (1948), la cual reformula y amplía con su propio enfoque de la gramática
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transformacional. La gramática de Chomsky requiere de una mente humana capaz de operar con
representaciones simbólicas mediante ciertas reglas, que conviertan la idea que quiere
expresarse en una frase gramaticalmente aceptable que pueda ser transmitida.

Figura 4.35. Noam Chomsky (1928-…).

Chomsky destaca por su enorme contribución al establecimiento de las ciencias cognitivas a partir
de la crítica abierta que mostró al conductismo de Skinner, poniendo en tela de juicio el método
basado en el estudio del comportamiento que imperaba en los años '50. En sus escritos se
aprecia fácilmente su defensa de un enfoque naturalista, que aboga por la validez ecológica de las
investigaciones:

“Las nociones 'estímulo', 'respuesta', 'reforzamiento', están relativamente bien definidas


con respecto a los experimentos de presionar la palanca y otros con limitaciones
semejantes. Sin embargo, antes de que podamos extenderlas al comportamiento de la
vida real, debemos abordar ciertas dificultades. En primer lugar, debemos decidir si
llamaremos estímulo a cualquier hecho físico ante el que el organismo es capaz de

131
Siglo XX: corrientes psicológicas fundamentales

reaccionar en una ocasión dada, o solamente a aquellos ante los que el organismo
reacciona de hecho; y paralelamente, debemos decidir si vamos a llamar respuesta a
cualquier parte del comportamiento o sólo a aquellas que están conectadas con los
estímulos de acuerdo con unas determinadas leyes. (…) Si él (el psicólogo) acepta las
definiciones amplias, según las cuales un estímulo es cualquier hecho físico que incida
sobre el organismo, y una respuesta es cualquier parte del comportamiento del
organismo, debe concluir que no se ha demostrado que el comportamiento siga unas
leyes (…). Si aceptamos las definiciones más restringidas, entonces el comportamiento,
por definición, sigue unas leyes (si es que consiste en respuestas); pero este echo tiene
una importancia limitada, ya que casi todo lo que el animal hace, simplemente no será
considerado como comportamiento. Por tanto, el psicólogo debe admitir, o que el
comportamiento no está sometido a leyes (…), o debe restringir su atención a aquellas
áreas limitadísimas en que sigue unas leyes (por ejemplo, la presión de las ratas sobre la
palanca, con los controles adecuados; para Skinner, el sometimiento a leyes del
comportamiento observado proporciona una definición implícita de un buen
experimento).

Skinner no adopta consistentemente ninguno de estos caminos. Utiliza los resultados

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experimentales como pruebas del carácter científico de su sistema de comportamiento, y
las conjeturas analógicas (formuladas en términos de una extensión metafórica del
vocabulario técnico del laboratorio) como pruebas de su alcance. Esto crea la ilusión de
que nos encontramos frente a una teoría científica rigurosa de gran envergadura (…)”
(Chomsky, 1959, visto en: Bayés, 1980, pp.29-31).

También el psicólogo George A. Miller (1920-2012) (figura 4.36), colaborador de Chomsky y


posiblemente la figura más influyente en el nacimiento de la psicología cognitiva, presentó en este
simposio la que fue su obra más conocida, El mágico número siete, más o menos dos: algunas
limitaciones en nuestra capacidad para el procesamiento de la información (1956).

Figura 4.36. George A. Miller (1920-2012).

132
Miller, que se había doctorado en 1946 en la Universidad de Harvard, fue después profesor en la
Universidad de Rockefeller y en la Universidad de Princeton, donde participó en el establecimiento
del Laboratorio de Ciencia Cognitiva (1986) y se mantuvo hasta su jubilación.

Aunque sus trabajos se llevaron a cabo en un momento de hegemonía conductista indiscutible,


Miller, sensible a las limitaciones de este modelo, se mostró siempre crítico y lo tildó de limitante.
Incluso, se definió a sí mismo como conductista subjetivo ya que, desde su perspectiva, los
fenómenos mentales sí podían constituir un objeto de estudio legítimo para la investigación
empírica en psicología:

“A medida que nuestro debate progresaba y nuestra concepción de los planes se hacía
más clara, creció en nosotros el convencimiento de que estábamos desarrollando un
punto de vista que cubría amplios sectores de la psicología. Comenzamos entonces a
preguntarnos cuál sería la mejor forma de caracterizar nuestra postura de manera que
se pudiera comparar con otras más tradicionales y conocidas. El problema nos dejó
perplejos. No nos creíamos conductistas, al menos no en el sentido en el que J.B. Watson
definió el término y, con todo, nos interesaba mucho más (…) lo que la gente hacía que lo
que sabía. Hicimos hincapié en los procesos que se encuentran inmediatamente detrás
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de la acción, pero no en la acción misma. Por otra parte, no nos hemos considerado a
nosotros mismos psicólogos introspectivos, al menos no en el sentido en el que Wilhelm
Wundt definió el término, aunque deseábamos prestar atención a lo que la gente nos
había contado acerca de sus ideas y planes. ¿Cómo podría caracterizarse una postura
que aparentemente es una mezcolanza de elementos considerados normalmente
incompatibles? En medio de este dilema se nos ocurrió de repente que podríamos ser
conductistas subjetivos. Cuando dejamos de reír, comenzamos a preguntarnos
seriamente si no era exactamente esa la postura en la que nos habíamos mantenido. Por
lo menos el nombre sugería la chocante incoherencia de nuestra postura.

(…)

¿Y por qué no ser conductista subjetivo? Naturalmente, puede objetarse que


'conductismo' y 'subjetivo' no casan entre sí. De igual manera, podríamos hablar acerca
de una negra blancura o de un círculo cuadrado. Pero casi todos los conductistas han
colocado en su sistema algunas tretas invisibles -respuestas intervinientes, impulsos,
estímulos y qué sé yo cuántas cosas más- que son tan 'objetivas' como lo eran en
apariencia las ideas que utilizó John Locke. Todo el mundo lo hace, por la sencilla razón
de que no podemos conferir ningún sentido a la conducta a menos que hagamos esto. El
mismo J.B. Watson mencionó un 'habla encubierta', lo que constituye ciertamente una
conducta subjetiva. Naturalmente, podríamos dar ca nuestros planes nombres
operacionalmente aceptables, como el de variables intervinientes, y pretender así que
estamos hablando realmente acerca de una conducta tácita. Pero ¿qué ganaríamos
haciendo esto? Si un conductista desea llevar a cabo una introspección acerca de lo que
haría si se encontrara él mismo en el apuro en que se encuentran sus ratas, entonces
mantiene, en nuestra opinión, la postura de un conductista subjetivo, tanto si lo admite
como si no” (Miller, Galanter y Pribram, 1983, pp.231-233).

133
Siglo XX: corrientes psicológicas fundamentales

De hecho, llevó a cabo numerosos estudios en los que evaluaba la capacidad de la mente para
asociar elementos, y llegó a la conclusión de que esta capacidad, correspondiente a la memoria a
corto plazo, estaba limitada a la cantidad de entre 5 a 9 elementos en la mayoría de las personas
(de ahí el 72).

Esta propuesta de Miller es aceptada y reconocida hasta nuestros días como uno de los
presupuestos básicos del procesamiento de la información, y numerosas pruebas de evaluación
de la memoria y tareas cognitivas se han desarrollado a partir de esta idea (por ejemplo, la
longitud de los números de teléfono es de 9 cifras, o la de las matrículas de los coches suele ser
de 4 dígitos y 3 letras).

Coincidiendo en el tiempo, en los años '50, en Inglaterra diversos autores se inspiraron en los
trabajos iniciados por Bartlett y su Teoría del Esquema para investigar cómo las personas
procesaban la información proveniente del medio. Se diseñaron en estos años multitud de
paradigmas experimentales para comprobar cómo funcionan los procesos atencionales y la
memoria.

A esta época debemos los estudios llevados a cabo por Colin Cherry (1914-1979) que diseñó el

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paradigma experimental de la escucha dicótica, basados en exponer a los sujetos a dos mensajes
simultáneos, cada uno de los cuales les llegaba a un oído, y pedirles que atendieran únicamente a
uno de los mensajes -información relevante- y lo repitieran inmediatamente después de
escucharlo. Observó Cherry que, al preguntarles por la información que habían recibido por el oído
no atendido -información irrelevante-, los sujetos se mostraban incapaces de recordar nada del
mensaje, y únicamente eran conscientes de haber escuchado sonidos, sin haber llegado a
procesar su contenido semántico.

A partir de estas tareas pudo evaluarse la capacidad de atención selectiva, y algunos autores,
como Donald Broadbent (1926-1993), propusieron modelos teóricos para explicar su
funcionamiento. Basándose en los trabajos anteriores de Bartlett, Broadbent llevó a cabo
numerosas investigaciones sobre los procesos de atención selectiva y memoria a corto plazo,
cuyos hallazgos publicó en su obra Perception and communication (Percepción y comunicación,
1958), considerada un texto clásico en psicología cognitiva. Fue pionero en emplear la analogía
del ordenador, característica del Enfoque de Procesamiento de la Información vigente en los
inicios de la psicología cognitiva, para explicar el funcionamiento de la cognición humana.

Según Broadbent, el procesamiento de la información ocurre en una serie de etapas sucesivas


(procesamiento secuencial), en cada una de las cuales están implicadas unas estructuras
determinadas. Además, asume el autor que la capacidad de procesamiento humano es limitada, y
propone su conocido modelo de filtro o de selección temprana como propuesta teórica de la serie
de mecanismos de filtrado y selección de la información relevante a la que el sistema dará
prioridad, por delante de la información disponible y considerada no relevante.

Este modelo de Broadbent fue pronto modificado y sustituido por otros más complejos, pero
supuso un punto de inflexión definitivo que abrió la puerta a las nuevas teorías sobre el
funcionamiento de los procesos mentales superiores.

134
En los primeros veinte años desde el nacimiento de la psicología cognitiva se habían publicado
multitud de libros que dieron un enorme empuje a este nuevo enfoque, destacando especialmente
la obra de Neisser, Cognitive Psychology (1967).

Ulric Neisser (1928-2012) (figura 4.37) se doctoró en la Universidad de Harvard (1956) y trabajó
en diversas universidades de Estados Unidos, donde llevó a cabo multitud de experimentos y
publicó numerosos artículos sobre percepción, atención y memoria.
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Figura 4.37. Ulric Neisser (1928-2012).

Neisser, que había recibido también formación en ciencia computacional y era un auténtico
experto en ordenadores, fue uno de los pioneros del enfoque de procesamiento de la información
y de la analogía mente-ordenador (input-procesamiento-output):

“(…) existe un mundo de árboles, gente, automóviles e incluso de libros, que tiene gran
participación en nuestra experiencia de estos objetos; sin embargo, no tenemos un
acceso directo e inmediato a dicho mundo, ni a ninguna de sus propiedades. La teoría
antigua de los éidola, que supone que la mente puede captar directamente tenues
copias de los objetos, tiene que ser rechazada. Cualquier cosa que conozcamos acerca
de la realidad tiene que ser mediada, no sólo por los órganos de los sentidos, sino por un
complejo de sistemas que interpretan y reinterpretan la información sensorial. La
actividad de los sistemas cognoscitivos termina en la actividad (en la cual se integra) de
los músculos y las glándulas que llamamos 'conducta'. También parcialmente (aunque
muy parcialmente) se ve reflejada en esas experiencias privadas de ver, oír, imaginar y
pensar, a las cuales las descripciones verbales nunca hacen justicia plena.

(…)

Desde Watson hasta Skinner, el conductismo radical ha sostenido que las acciones del
hombre se deben explicar sólo en términos de variables observables, sin ninguna
vicisitud interna. El recurso de los mecanismos hipotéticos se considera especulativo en

135
Siglo XX: corrientes psicológicas fundamentales

el mejor de los casos, y engañador en el peor. Para el conductista, es legítimo hablar de


estímulos, respuestas, reforzamientos y horas de privación; pero no lo es de categorías,
imágenes o ideas. Hace una década, un libro como este habría necesitado cuando
menos un capítulo sobre autodefensa contra la posición conductista. Actualmente, para
el bien de todos, el clima de opiniones ha cambiado y se requiere muy poca acción
defensiva o casi ninguna. De hecho, los propios teóricos del estímulo-respuesta están
inventando mecanismos hipotéticos con vigor y entusiasmo y con pocos remordimientos
de conciencia. La razón fundamental para el estudio de los procesos cognoscitivos se ha
hecho tan evidente como la razón para estudiar cualquier otra cosa: simplemente porque
están ahí. Nuestro conocimiento del mundo de alguna manera debe desarrollarse
partiendo de los estímulos de entrada; la teoría de la éidola es falsa. Los procesos
cognoscitivos existen con toda seguridad, de manera que no puede ser acientífico
estudiarlos.

(…)

Consideremos la similitud familiar entre el hombre y la computadora. Aunque es una


analogía inadecuada de muchas formas, puede ser suficiente para el propósito que se

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busca. La tarea de un psicólogo que trata de entender la cognición humana es similar a
la del hombre que trata de descubrir cómo ha sido programada una computadora. En
especial, si el programa parece almacenar y recuperar información, le gustaría saber qué
'rutinas' o 'procedimientos' se emplean. Dado este propósito, no le importará mucho si su
computadora en particular almacena la información en núcleos magnéticos o en
pequeñas películas; él quiere entender el programa, no el aparato. Asimismo, no sirve de
mucho al psicólogo saber que la memoria funciona mediante el RNA en oposición a otros
medios. Quiere entender el uso, y no su representación” (Neisser, 1979, pp. 13-16).

Según Neisser, los procesos mentales que ocurren, por ejemplo, durante la percepción o la
memoria, pueden medirse y analizarse posteriormente. Siguiendo la Teoría del Esquema de
Bartlett, Neisser postuló que la memoria es, en gran medida, una reconstrucción basada en la
interpretación de los hechos recordados, y no una fotografía instantánea y exacta del momento
vivido. En sus diversas investigaciones, puso especial interés en diseñar experimentos en
condiciones naturales, con una gran validez ecológica, y criticó la escasa flexibilidad de la
psicología cognitiva del momento, que se limitaba a diseñar tareas y paradigmas experimentales
aplicables en estrictas condiciones de laboratorio, según él, artificiales y con ninguna validez
ecológica.

4.5.3. EL ENFOQUE CONEXIONISTA

Tras unos primeros años de excesivo optimismo con el surgimiento de las ciencias cognitivas, a
partir de los años '70 comenzaron a hacerse evidentes algunas limitaciones de esta nueva
corriente, y algunos autores optaron por reformular los supuestos iniciales y proponer un nuevo
enfoque teórico.

Surge entonces, a partir de los años '80, una nueva orientación para explicar los fenómenos
mentales, conocida como conexionismo.

136
Uno de los argumentos más criticados del enfoque de procesamiento de la información había sido
la concepción de la mente como un sistema de procesamiento en serie o secuencial, respondiente
a una serie de algoritmos pre-programados que determinarían la emisión de la respuesta. No
obstante, lo cierto es que, la mayor parte del tiempo, las personas nos enfrentamos a situaciones
en las que debemos realizar varias tareas simultáneas a gran velocidad y con cierto grado de
flexibilidad, adaptando las respuestas a las demandas del entorno, y ocurriendo el procesamiento
de la información con enorme rapidez. Siendo que el procesamiento secuencial no es capaz de
responder satisfactoriamente a esta realidad, el enfoque conexionista abandona los algoritmos
computacionales y propone un procesamiento en paralelo, según el cual la información se
procesa a través de patrones de propagación de la activación, tal como lo haría una red neuronal.
Esto es, cuando un input de información llega al cerebro, los nodos -unidades neuronales-
encargados de procesar dicha información se activarán, y generarán una activación en red,
propagando la activación al conjunto de neuronas asociadas a ellas y generando un output
determinado. Además, el modelo conexionista asume que los patrones de respuesta dados a
partir de la activación de estas redes neuronales pueden ir cambiando fruto del aprendizaje, el
cual sería, precisamente, una modificación en las conexiones establecidas entre dichas redes.

El modelo conexionista se ha aplicado en diversas disciplinas, destacando especialmente la


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computación y la inteligencia artificial. En los últimos años hemos vivido un auténtico auge de
estas tecnologías, que tratan de “copiar” el comportamiento de las redes neuronales y aplicarlo a
la simulación computacional y al desarrollo de sistemas cada vez más sofisticados y autónomos.

Para el enfoque conexionista, el estudio de la actividad mental es en realidad el estudio de los


sistemas neurales, y a su vez, las redes neuronales asumen como principio fundamental que el
cerebro es un computador, por lo que vincula muy estrechamente la psicología con la
neurociencia, hablándose a menudo de neurociencia cognitiva.

Aunque esta postura ha sido criticada por algunos por considerarla excesivamente reduccionista y
cerebro-centrista, lo cierto es que, en los años siguientes y especialmente a partir de la década de
los '90, estamos siendo testigos de cómo el cerebro y todo lo relacionado con la 'neuro-…', gana el
protagonismo más absoluto en la psicología.

4.5.4. MODELO MODULAR DE LA MENTE

La década de 1990-2000 fue declarada la Década del cerebro por el gobierno de Estados Unidos,
lo que se tradujo en un impulso importante a la investigación, tanto básica como aplicada, no sólo
en Estados Unidos sino en casi la totalidad de los países desarrollados. La inversión en recursos
se intensificó, y la financiación de proyectos de investigación en el campo de las neurociencias se
consideró una prioridad. Por supuesto, a partir del año 2000 la investigación sobre el cerebro ha
continuado avanzando, en gran parte gracias a los hallazgos conseguidos en aquellos años.

En los últimos años la investigación se ha visto fortalecida por un desarrollo tecnológico


espectacular, muy especialmente de las técnicas de neuroimagen que han permitido estudiar con
enorme precisión la anatomía y funcionamiento del cerebro in vivo y en acción.

137
Siglo XX: corrientes psicológicas fundamentales

Los avances en el estudio de las bases neurológicas implicadas en los procesos psicológicos
acentúan las limitaciones de las propuestas iniciales de la psicología cognitiva, basadas en la
analogía mente-ordenador. Los circuitos electrónicos de los computadores, que llevan a cabo un
procesamiento serial y establecen conexiones finitas y limitadas, no responden igual que las redes
neuronales del cerebro humano, que lleva a cabo un procesamiento en paralelo y establece
trillones de conexiones que a su vez van cambiando y modificándose en base a la experiencia y el
aprendizaje.

En los últimos años, algunos autores han propuesto un modelo modular de la mente, según el cual
la mente estaría formada por una serie de módulos o sistemas, con ciertas propiedades y
funciones específicas, los cuales operarían de manera relativamente independiente pero
integrados en un complejo mayor, interconectados entre sí. En este escenario, el cerebro deja de
ser un procesador y pasa a ser un sistema integrado y organizado en módulos específicos y
especializados en diferentes tipos de procesos o actividades: lenguaje, habilidades artísticas,
relaciones sociales, capacidad lógica, etc.

El enfoque modular de la mente también ha tenido su impacto en el estudio de la inteligencia,


destacando especialmente la contribución de Gardner y su Teoría de las Inteligencias Múltiples.

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Howard Gardner (1943-…) (figura 4.38) es un psicólogo estadounidense de origen alemán,
profesor de la Universidad de Harvard, y conocido especialmente por su contribución al estudio de
las capacidades cognitivas.

Figura 4.38. Howard Gardner (1943-…).

En 1983 publicó su obra Frames of Mind: the theory of multiple intelligences (Estructuras de la
mente: la teoría de las inteligencias múltiples), en la que propone la concepción de la inteligencia
humana, no como una capacidad unitaria global, sino como un conjunto o red de habilidades
específicas relacionadas entre sí.

138
Esta propuesta, que será el eje central de los trabajos posteriores de Gardner, ha marcado un
punto de inflexión en la consideración de la inteligencia humana, y ha sido reconocida y
galardonada en multitud de ocasiones. De hecho, en 1990 Gardner fue el primer estadounidense
en recibir el Premio Grawemeyer de la Universidad de Lousville, y en 2011 recibió el Premio
Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales por su contribución a la mejora global de la
educación, y ha recibido la distinción honoris causa en una veintena de Universidades de todo el
mundo.

Según Gardner, y a diferencia de la idea que se ha sostenido durante años, la inteligencia no es


una capacidad cuantificable, que pueda mesurarse con un número o cociente intelectual (CI), sino
que es la capacidad de un individuo de resolver problemas organizando los recursos que tiene
disponibles, y coordinando sus acciones para dar con una solución satisfactoria:

“Una pequeña pasa una hora con un examinador, quien le hace preguntas para indagar
cuánto sabe (¿Quién descubrió América? ¿Qué hace el estómago?), su vocabulario (¿Qué
quiere decir 'disparate'? ¿Qué quiere decir 'campanario'?), sus conocimientos aritméticos
(si cuestan ochenta centavos cada uno, ¿cuánto tienes que pagar por tres chocolates?),
su capacidad para recordar números (5, 1, 7, 4, 2, 3, 8), su capacidad para comprender
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la similitud entre dos elementos (codo y rodilla, montaña y lago). También puede pedirle
que realice otras tareas determinadas -por ejemplo, salir de un laberinto u ordenar un
conjunto de fotografías o cuadros de manera que relaten una historia completa. Tiempo
después, el examinador califica las respuestas y obtiene un solo número -el cociente
intelectual de la niña, o CI-. Es probable que este número (que incluso puede mencionar
a la niña) ejercerá un efecto apreciable en su futuro, influyendo en la manera en que
piensen de ella sus profesores y determinando la posibilidad de que obtenga ciertos
privilegios. La importancia dada al número no es del todo inapropiada: después de todo,
la calificación en una prueba de inteligencia sí predice la capacidad personal para
manejar las cuestiones escolares, aunque poco predice acerca del éxito en la vida futura.

(…)

Razón, inteligencia, lógica y conocimiento no son sinónimos; buena parte de esta obra
constituye un esfuerzo por importunar las diversas habilidades y capacidades que se han
combinado con demasiada facilidad bajo la rúbrica de 'lo mental'. (…) Tan atrincherada
está esta manera de pensar -y hablar- que la mayoría caemos con facilidad en la trampa
de clasificar a los individuos como más o menos 'listo', 'brillante', 'astuto', o 'inteligente'.

(…)

En lo que sigue, afirmo que hay evidencias persuasivas sobre la existencia de varias
competencias intelectuales humanas relativamente autónomas, que en lo sucesivo
abrevio como 'inteligencias humanas'. Estas son las 'estructuras de la mente' de mi
título. Hasta ahora no se ha establecido a satisfacción la naturaleza y alcance exactos de
cada 'estructura' intelectual, ni tampoco se ha fijado el número preciso de inteligencias.
Pero me parece que cada vez es más difícil negar la convicción de que existen al menos
algunas inteligencias, que son relativamente independientes entre sí, y que los
individuos y las culturas pueden amoldar y combinar en una multiplicidad de maneras
adaptativas” (Gardner, 2001, pp. 20-24).

139
Siglo XX: corrientes psicológicas fundamentales

La teoría de Gardner contempla la idea de que las personas cuentan con ocho tipos de
inteligencias o habilidades cognoscitivas (ampliado en los últimos años a nueve inteligencias), las
cuales trabajan de manera conjunta y coordinada, aunque con cierto grado de autonomía. Cada
persona, e incluso una misma persona en diferentes momentos de su vida, tendrá más o menos
desarrollada uno u otro tipo de inteligencia.

A grandes rasgos, las inteligencias descritas por Gardner son:

1. Inteligencia lingüística-verbal: determina la capacidad de dominar el lenguaje y las


habilidades comunicativas, tanto orales como escritas o gestuales. Es una inteligencia
universal y transversal en todas las culturas.
Implica la capacidad para comprender el orden y significado de las palabras durante la
lectura, la escritura, el habla y la escucha.
Este tipo de inteligencia implica estructuras de ambos hemisferios cerebrales, aunque
predominantemente se relaciona con la activación de áreas del lóbulo temporal izquierdo,
donde se localizan la mayoría de los centros neurales del lenguaje, como el Área de Broca.
2. Inteligencia lógico-matemática: corresponde al modo de pensamiento lógico y la capacidad

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de utilizar los números de forma eficaz, analizar los problemas desde la lógica y emplear el
razonamiento inductivo y deductivo.
La inteligencia lógico-matemática implica la activación de estructuras localizadas en
ambos hemisferios; izquierdo, relacionado con la lógica y la lectura y comprensión de
símbolos matemáticos, y derecho, implicado en la capacidad de abstracción necesaria
para el manejo de conceptos numéricos.
3. Inteligencia visuoespacial: abarca la capacidad de formar e imaginar formas en dos y tres
dimensiones, y el potencial para comprender, manipular y modificar las configuraciones
del espacio desde diferentes perspectivas.
En personas diestras, la inteligencia visuoespacial se relaciona con la activación de
estructuras localizadas en el hemisferio derecho, sobre todo en la región parietal.
4. Inteligencia musical: incluye la capacidad para percibir las formas musicales, relacionada
tanto con la composición, como con la interpretación y la valoración de la música y los
sonidos. Se manifiesta en una mayor sensibilidad al ritmo, cadencias, tono y timbre.
La correspondencia neurofisiológica de la inteligencia musical se localiza sobre todo en el
hemisferio derecho, en estructuras localizadas en el lóbulo frontal y en el lóbulo temporal.
5. Inteligencia corporal-cinestésica: este tipo de inteligencia incluye determinadas
habilidades motrices necesarias para manejar herramientas o realizar determinados
movimientos corporales implicados, por ejemplo, en la expresión emocional y la
comunicación no verbal.
El control del movimiento corporal se localiza en la corteza motora, y cada hemisferio
domina o controla los movimientos correspondientes al hemicuerpo opuesto. Es decir, la
mitad izquierda del cuerpo estaría controlada por el hemisferio derecho, y viceversa.
6. Inteligencia interpersonal o social: abarca la capacidad de fijarse en aspectos importantes
para otras personas -como recordar sus intereses, motivaciones, perspectiva e historia

140
personal-, muchas veces prediciendo sus decisiones, sentimientos o acciones. Se trata de
una inteligencia relacionada con las habilidades sociales y la empatía.
Diversas investigaciones han permitido hallar un correlato neurofisiológico de los lóbulos
frontales con este tipo de inteligencia.
7. Inteligencia intrapersonal: define la capacidad de conocerse a uno mismo: entender,
explicar y discriminar los propios sentimientos como medio de dirigir las acciones y lograr
los objetivos que uno se marca.
Al igual que la inteligencia interpersonal, la inteligencia intrapersonal se relaciona con la
actividad de los lóbulos frontales.
8. Inteligencia naturalista: permite detectar, diferenciar y categorizar los aspectos vinculados
a la naturaleza como, por ejemplo, las especies animales y vegetales, o conceptos
relacionados con el clima, la geografía o los fenómenos naturales.
9. Inteligencia existencial: en los últimos años se ha la concepción de la inteligencia
existencial, relacionada con las cuestiones filosóficas de la existencia. Aunque Gardner no
la considera una inteligencia verdadera, sugiere considerarla como la novena inteligencia
ya que también determina la forma en que las personas se desempeñan en el mundo y
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resuelven los problemas a los que se enfrentan.

Los desarrollos tecnológicos ocurridos en los últimos años han tratado, entre otras cuestiones, de
analizar las correspondencias neurofisiológicas y neuroanatómicas de esta concepción modular
de la mente, y es frecuente que la psicología se nutra de los hallazgos obtenidos a partir de
estudios llevados a cabo por equipos multidisciplinares, en los que participan tanto psicólogos
como investigadores de otras áreas: fisiología, neurociencia, ingeniería o física.

Lo cierto es que todavía queda mucho camino por recorrer para alcanzar una comprensión
profunda de lo que está haciendo el cerebro y de cómo sus patrones de actividad dan lugar a las
emociones o los recuerdos, o bien de cómo determinados fallos en su funcionamiento se traducen
en cuadros clínicos o trastornos psiquiátricos.

El progreso de la neurociencia cognitiva es imparable y sus aplicaciones futuras para tratar o


paliar los efectos devastadores de determinadas enfermedades mentales o daños neurológicos
resultan esperanzadoras. Sin embargo, no podemos obviar que este progreso también abre la
puerta a numerosos dilemas éticos, y empezamos a plantearnos cuestiones que hace pocos años
nos habrían sonado a ciencia ficción: ¿podríamos emplear implantes cerebrales o sintetizar
drogas que aumentaran el rendimiento cognitivo o nos otorgaran de capacidades mentales
superiores?, ¿podríamos seleccionar embriones libres de enfermedades o modificados
genéticamente para evitar determinadas vulnerabilidades?, ¿sería ético escanear el cerebro de un
acusado como prueba para comprobar si es culpable de un delito?, ¿podríamos obligar a un
psicópata a llevar un implante cerebral que controlara su comportamiento y evitara que hiciera
daño a otras personas?

Muchas son las cuestiones que esperan respuesta, y la dirección que tome la psicología en los
próximos años, aún está por ver.

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Resumen

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