Responsabilidad Extracontractual Final

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Responsabilidad

civil
extracontractual

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APUNTES DE CLASE
26 de octubre de 2019
Responsabilidad extracontractual
Un punto importante de la responsabilidad extracontractual es el vínculo de subordinación
que hay entre un principal y un dependiente para efectos de determinar la responsabilidad
por el hecho ajeno. Ésta es la primera forma que tiene el principal de desvirtuar su culpa, ya
que dirá que no existe un vínculo de subordinación.
Se trata de los casos en que hay un guardia de un supermercado que mata a una persona, o
un reponedor que da vuelta un aceite y provoca lesiones a una persona.
La jurisprudencia ha dicho que no es necesario que exista un vínculo laboral, bastaría con
que la persona actúe bajo una “esfera de control” del tercero civilmente responsable. Así,
los casos fáciles de subordinación serán cuando existe un contrato de trabajo (si aparece, es
porque no se está discutiendo esto).
Otros casos que se podrán presentar, son aquellos en que existe un subcontrato. Sin
embargo, lo importante no es el contrato, sino que analizar la esfera de control, de manera
que, podría ser que el guardia esté bajo un subcontrato, pero finalmente lo que haga
dependerá del supermercado.
En estos casos grises hay que recurrir al principio de buena fe. A partir de este principio,
tenemos que atender a la primacía de la realidad (el derecho protege la apariencia) y a la
doctrina de los actos propios (las personas deben comportarse de una misma manera en el
tiempo).
Un caso más difícil es el de la responsabilidad médica. Tal vez haya un contrato de
prestación de servicios, pero el actuar del médico es un poco más autónomo, por eso
presenta dificultades.
X se atiende en el centro médico 1 y el doctor le dice que lo puede operar en un plazo de 2
meses, pero que si se atiende en el centro médico 2 lo puede operar en 1 semana. Lo opera
en el centro médico 2 y sufre una negligencia médica. No puede demandar al centro
médico 1 porque si se operó en el centro médico 2 sólo porque sería más rápido, entonces
ya no hay una “esfera de control”.
Luego que reconocemos el vínculo de subordinación, vemos la culpa in vigilando y la culpa
in eligendo. Lo que se presume es la culpa en la elección y la culpa en la vigilancia. Sin
embargo, el tercero civilmente responsable podría decir que vigiló y eligió bien.
El más importante es el deber de vigilancia, ya que, por ejemplo, podría suceder que el
guardia no tenía depresión y que le dio después, de manera que, sería bueno que la empresa
contara con apoyo psicológico o que adoptara otras alternativas para alivianar la carga
laboral, que haya una actitud activa frente a los problemas que puedan surgir.

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Supongamos que Lider dice que elige bien porque tiene una buena agencia de selección de
personal (lo que resulta beneficioso para ellos porque podrían decir que incluso
profesionalizaron la elección). Dice que han invertido en un buen sistema de seguridad y
una empresa de vigilancia.
El reponeros bota un aceite en un pasillo y una señora pasa por ahí, se cae y resulta
gravemente herida.
Descartamos la defensa de Lider porque su finalidad de contratar todo ese sistema no es
para evitar accidentes o para resguardar a su personal, sino que para evitar que les roben.
Además, se ha dicho permanentemente que no basta con implementar las medidas, sino que
hay que agotarlas para evitar que el riesgo se verifique y se produzca el daño.
Si la víctima se expone imprudentemente al daño no se desvirtúa la culpa de Lider, solo se
rebaja la indemnización.
Requisitos de la acción indemnizatoria por responsabilidad extracontractual
Se ha sostenido que los elementos necesarios para que exista responsabilidad
extracontractual en el derecho civil chileno son: capacidad, dolo y culpa, daño y relación de
causalidad. Así lo ha manifestado Ramos Pazos.
Sin embargo, Corral ha manifestado que la capacidad es un presupuesto general de la
responsabilidad civil y que hay que distinguir los requisitos o elementos del hecho
particular que causa esa responsabilidad. Así, los elementos del hecho generador de
responsabilidad pueden analizarse del siguiente modo:
• En primer lugar, se necesita que el hecho o acto sea originado en la voluntad del ser
humano.
• A continuación, debe exigirse que ese hecho voluntario contraste con el derecho, es
decir, sea injusto o ilícito desde un punto de vista objetivo.
• Luego, al hecho voluntario antijurídico debe añadirse el que haya efectivamente
causado daño, requisitos que se desdobla en dos: el daño propiamente tal (nocividad) y
el vínculo causal entre el hecho ilícito y el perjuicio (causalidad).
• Además, el hecho debe ser subjetivamente antijurídico, es decir, que sea reprochable o
imputable a una persona. Las formas de imputación ordinaria son el dolo y la culpa y;
las formas de imputación extraordinaria configuran los supuestos de la llamada
responsabilidad objetiva.

- Capacidad como presupuesto común


Cuando hablamos de capacidad, nos referimos a la imputabilidad personal, es decir, a la
aptitud que tiene una persona para contraer la obligación de reparar un daño.
Al igual que para la responsabilidad contractual, la regla general es que toda persona es
capaz de delito o cuasidelito, salvo aquellas que la ley declara expresamente incapaces. En

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este sentido, en sede extracontractual, las incapacidades pueden sintetizarse en dos causas:
la falta de razón y la minoría de edad, en otras palabras.Al respecto, serán incapaces:
• Los dementes (art. 2319 inciso 1° CC), siempre que la demencia sea actual, total y no
sea imputable a la voluntad del sujeto.
• Los ebrios en caso que sea permanente al punto de considerarse una enfermedad, ya
que, si es transitoria, será responsable (art. 2318 CC).
• Los infantes menores de 7 años (art. 2319 inciso 1° CC).
• Los menores entre 7 y 16 años, los cuales quedarán a la prudencia del juez si son o no
responsables (art. 2319 inciso 2° CC).
Con todo, el art. 2319 CC señala que, por los daños causados por los incapaces,
responderán las personas a cuyo cargo estén, si pudiere imputárseles negligencia.
- La voluntad: acción u omisión
Puede consistir en una conducta positiva u omisiva. La omisión se configura cuando el
deber general de cuidado prescribía al agente el asumir una determinada conducta y éste no
la realizó.
Hay ciertos casos de exclusión de responsabilidad por falta de voluntad, tales como:
• El caso fortuito (imprevisto al que no es posible resistir), Corral lo considera como una
causal de supresión de la voluntariedad del hecho, a pesar que otros lo consideran como
una causal de exoneración de responsabilidad por falta de antijuridicidad, culpa o de
nexo causal.
• Estados transitorios de pérdida del uso de la razón como el que actúa en estado de
hipnosis o sonámbulo. La doctrina suele asimilarlos a la demencia, pero Corral señala
que no se les debe asimilar a la demencia que es una causal de falta de capacidad
delictual.
¿Qué sucede con la responsabilidad de las personas jurídicas? La doctrina, que ve en la
persona jurídica una mera ficción, señala que no cabe hablar de responsabilidad de ella
puesto que no existe una voluntad humana. Con todo, la responsabilidad civil
extracontractual de las personas jurídicas está regulada en el art. 39 CPP. En Chile, se
estima que el problema debe resolverse de diferente manera según se trate de una
Corporación o de una Sociedad Anónima:
• En el caso de las Corporaciones, la norma a aplicar es el art. 552 CC, de manera que,
sus representantes serán responsables, pero como no hay representación para ejecutar
hechos ilícitos, no se divisa la razón por la que tuviera que responder la Corporación
por los actos ilícitos en que incurrieran sus representantes.
• En las Sociedades Anónimas, nuestra legislación acepta la teoría del órgano, es decir,
sus administradores o representantes legales responderán.

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En cuanto a la voluntad en los actos colectivos, hay coautoría no sólo cuando dos o más
voluntades concurren en la realización de un hecho ilícito, lo que da lugar a la solidaridad
del art. 2317 CC; sino igualmente cuando se contribuye con el voto a la formación de una
voluntad de un ente o persona colectiva (responsabilidad de directores de una S.A).
- Antijuridicidad
Para que haya responsabilidad es necesario que el daño provenga de un comportamiento
objetivamente ilícito, contrario al ordenamiento. La valoración de la licitud de la conducta
generadora de la responsabilidad puede fundarse en una infracción a un deber legal expreso
o en la transgresión del principio general de que no es lícito dañar sin causa justificada a
otro.
En materia civil, la tipicidad y antijuridicidad tienden a confundirse en una sola etapa: no es
posible exigir que haya “tipos” preestablecidos de todos los hechos que generan
responsabilidad. El análisis de la ilicitud se centrará, por tanto, en la constatación de si el
hecho en cuestión constituye una infracción a una norma positiva o si va contra el principio
general de que nadie puede dañar injustamente a otro (alterum non laedere).
A veces el ejercicio de un derecho, en sí mismo justo, puede llegar a ser ilícito o injusto, ya
que, puede causar daño ilegítimamente. En este sentido, nos referimos a la “teoría del abuso
del derecho” que sostiene que el ejercicio abusivo de un derecho genera obligación de
reparar los perjuicios producidos.
En Chile, la teoría del abuso del derecho no está consagrada en forma general, pero existen
indicios de aceptación. Nuestra doctrina ha reconocido que, el ejercicio abusivo de un
derecho es una especie de acto ilícito que, si se ejecuta con dolo o culpa, genera
responsabilidad. Se considera que, si el abuso se constituye por el ejercicio con exclusiva
finalidad de dañar, habrá necesidad de probar la intención dolosa, pero en cambio, si se
trata de una conducta que lesiona las buenas costumbres o la buena fe, esa misma
infracción será constitutiva de culpa.
Hay ciertas circunstancias que excluyen la ilicitud, tales como:
• La legítima defensa.
• El Estado de necesidad.
• Cuando se actúa con autorización legal.
• La ignorancia o error respecto de la naturaleza del hecho dañoso exime de
responsabilidad si en las mismas circunstancias un hombre prudente hubiere incurrido
en ella o el.
En cuanto a la asunción voluntaria de la posibilidad del daño, encontramos pactos de
irresponsabilidad, sobre los cuales se discute su validez. Alessandri sostiene que son
válidas, siempre que no se apliquen al dolo o culpa grave; y no pueden referirse a daños
contra las personas.

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En cuanto a la aceptación de los riesgos, la mera aceptación no exime de responsabilidad
por el daño causado, sólo autoriza a reducir el monto de la indemnización si se estima que
la víctima actuó con imprudencia (art. 2330 CC).
Por último, cabe señalar que la ilicitud misma, esto es, la antijuridicidad de la conducta, no
amerita prueba, ya que, se trata de un juicio de derecho que corresponde al juez. No
obstante, el comportamiento activo u omisivo debe ser acreditado por el demandante,
asimismo, los supuestos de hecho de una causal de exclusión de la ilicitud deberán ser
probados por el demandado que intenta liberarse de la obligación de reparar el daño.
- La nocividad del daño
Para que exista responsabilidad civil es menester que el hecho ilícito haya causado daño
(arts. 1437 y 2314 CC). Este elemento debe haberse ya producido para que pueda
accionarse de responsabilidad civil. No obstante, en ciertos supuestos se permite que la
responsabilidad civil actúe por anticipado antes de que un daño inminente se produzca y
para que se adopten las medidas necesarias para evitarlo, esto es lo que se conoce como
responsabilidad preventiva.
La doctrina más tradicional define el daño como el detrimento, perjuicio o menoscabo que
se recibe por culpa de otro, en la hacienda o la persona. Sin embargo, no todo daño es
resarcible.
Una teoría piensa que sólo hay daño resarcible en la medida en que el menoscabo lesiona
un derecho subjetivo de la víctima. Sin embargo, esta concepción del daño parece
demasiado restringida, por lo que la doctrina y la jurisprudencia modernas prefieren
ampliar la noción de daño resarcible a la lesión o afectación, sea de un derecho subjetivo
reconocido formalmente, o de un interés en la satisfacción de necesidades o bienes
humanos de carácter privado.
Alessandri ha señalado que basta con que se lesione un interés legítimo (tutelado por el
derecho) para que se genere daño indemnizable. Esta es la postura de la jurisprudencia y de
los estudios doctrinales más recientes.
La doctrina y la jurisprudencia han ido delimitando las diversas condiciones que deben
cumplirse para que el daño tenga relevancia jurídica y pueda ser fundamento de un
resarcimiento a título de responsabilidad civil:
• Certeza del daño: Un daño resarcible debe ser cierto, real y efectivo. No quiere decir
que el daño sea actual, ya que, puede ser indemnizable un daño futuro, pero sólo en la
medida en que, al momento de dictar la sentencia, haya certeza de que necesariamente
sobrevendrá.
En la doctrina francesa se ha acuñado la expresión “pérdida de un chance” para aquellos
casos en los que el demandante pide indemnización porque la conducta culpable del
demandado le impidió aprovechar una oportunidad o ejercer un derecho del cual, con
mayor o menor probabilidad, pero no con certeza, obtendría un beneficio. Parece ser,
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que es resarcible, pero no con el valor total de la pérdida del beneficio que se podría
haber logrado de haberse aprovechado la oportunidad, sino que, lo que debe
indemnizarse es sencillamente la frustración de la oportunidad, ya que, ese es el daño
cierto.
• Relación directa con el hecho ilícito: De esto surge que los daños secundarios o
indirectos no puedan ser indemnizados.
• Previsibilidad: Nuestra doctrina afirma que en la responsabilidad extracontractual
deben indemnizarse tanto los perjuicios previsibles como los imprevisibles (art. 2329
CC).
• Subsistencia: No puede indemnizarse un mismo daño dos veces, pues habría un
enriquecimiento injusto. Por ello, si el victimario ya ha reparado espontáneamente el
daño, no procederá la indemnización.
Ello no ocurre si el daño es reparado por la propia víctima o por un tercero que no es el
responsable, como sucede con el asegurador. En estos casos, el daño es subsistente.
• Magnitud suficiente:Aunque, en general, se suele enfatizar el principio de la
reparación integral que impone que “todo” daño debe ser indemnizable, lo cierto es que,
si las personas reclamaran por todos los daños que sufren en su diario relacionarse con
los demás, el sistema judicial colapsaría. Por ende, parece lógico que se refiere a un
daño que tenga una entidad mínima proporcionada a la actividad que deberá
desplegarse para obtener su reparación.
Por último, es necesario señalar que el daño debe ser probado en el proceso, ya que, si no es
así, no podrá ser objeto de indemnización.
- La imputación causal: exigencia de un nexo causal
Entre el comportamiento voluntario e ilícito del autor y el daño sufrido por la víctima debe
existir una relación o nexo causal. Este requisito está contenido implícitamente en el art.
2314 CC.
Se plantea el problema cuando hay multiplicidad de causas, esto es, coexisten en la
producción de un resultado dañino, por una parte, un acontecimiento inevitable,
imprevisible e irresistible (caso fortuito) y, por otra parte, un comportamiento imprudente
del agente. Para determinar la responsabilidad habría que cuestionar si el comportamiento
imprudente puede ser considerado causa del daño, con independencia de la existencia de la
fuerza mayor o caso fortuito, es decir, si la acción hubiese causado el perjuicio, aún cuando
no hubiere intervenido el caso fortuito. En este caso debe afirmarse la relación de
causalidad y, por ende, la responsabilidad del agente.
Al revés, si la causa del daño es el caso fortuito y éste se hubiera producido con
independencia del comportamiento negligente del sujeto, no habrá relación de causalidad
entre esta conducta y el daño.

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Si en algún supuesto cabe imaginar que caso fortuito y comportamiento negligente actúan
como concausas en forma necesaria y simultáneamente, quizás lo más justo sería no
absolver totalmente de responsabilidad al agente, pero sí reducir el monto de la
indemnización de manera proporcional a la entidad del aporte causal del agente.
Si en un hecho existe participación de una pluralidad de personas, es necesario determinar
si es posible predicar una relación de causalidad respecto de todas ellas.
En general, el que invoca la existencia de la obligación de indemnizar debe probar sus
presupuestos, entre ellos la causalidad entre el hecho y el daño.
- La reprochabilidad o culpabilidad
El hecho no solo debe ser ilícito, sino también culpable, en el sentido de que ha de poderse
dirigir un juicio de reproche personal al autor. Este juicio de reprochabilidad puede
fundarse en la comisión dolosa o culposa.
Así, se distingue el delito civil del cuasidelito civil. El primero, es aquel hecho ilícito
cometido con intención de dañar que ha inferido injuria o daño a otra persona y; el
segundo, es aquel hecho ilícito cometido sin intención de dañar que ha inferido injuria o
daño a otra persona.
El dolo consiste en la intención positiva de inferir injuria a la persona o propiedad de otro;
mientras que la culpa es la omisión de la diligencia a que se estaba jurídicamente obligado.
La culpa debe apreciarse en abstracto, esto es, comparando la conducta del agente con la
que habría observado un hombre prudente, de manera que, el análisis no se hace en
concreto, o sea, según las circunstancias exclusivamente personales del agente o sus
disposiciones psicológicas o anímicas.
Sin embargo, el análisis en abstracto debe ser relativizado para ponerlo acorde con el nivel
de especialización de las actividades riesgosas que existen en las sociedades modernas. En
este sentido, el prototipo de hombre prudente con el que se debe contrastar el actuar del
agente debe ser el que corresponde al hombre prudente promedio de la actividad en la que
se desempeñó el actor para causar daño.
La culpa, como elemento de la responsabilidad extracontractual, se distingue de la
contractual en que no admite graduaciones, de manera que, cualquier tipo de culpa impone
responsabilidad.
La culpabilidad en sus dos modalidades, dolosa o culposa, debe ser probada por quien la
alega, esta es la regla general (art. 1698 CC). Para probar el dolo o la culpa son admisibles
todos los medios de prueba.
Requisitos para hacer responsable al tercero civilmente responsable (arts. 2320 y 2322
La atribución de vigilancia se fundamenta en el deber de vigilancia o en el deber de
correcta selección que tienen ciertas personas respecto de otras. Por tanto, no se responde

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sólo por la culpa ajena, sino también por la propia.La doctrina ha señala que, para que se dé
esta presunción deben cumplirse los siguientes requisitos:
• Capacidad delictual del tercero civilmente responsable: No puede predicarse
responsabilidad si no se cumple con el presupuesto esencial de la capacidad para ser
sujeto pasivo de esta obligación.
• Comisión de un hecho ilícito dañoso por parte del dependiente
• Capacidad delictual del autor material del daño: Art. 2319 CC, si el subordinado es
incapaz, no se aplica la presunción y habría que probar la culpa del civilmente
responsable.
• Prueba de la responsabilidad del subordinado o dependiente: El dolo o la culpa del
subordinado deben ser probados por la víctima, y establecida la responsabilidad del
subordinado, se presume la del civilmente responsable.
• Vínculo de subordinación o dependencia entre el responsable y el autor material
del daño: El vínculo de dependencia no requiere formalización jurídica, ya que, es una
situación fáctica caracterizada por la autorización expresa o tácita del principal para que
alguien gestione en interés del primero un determinado negocio siguiendo sus
instrucciones, órdenes u orientaciones.
Así, lo ha entendido la jurisprudencia, que no exige acreditar la existencia de un vínculo
laboral formal, y bastaría con que una persona preste servicios a las órdenes de otra para
que aquella tenga el carácter de dependiente.
El vínculo de dependencia se ha ido abriendo también para dar cabida al caso en que el
empleador o tercero civilmente responsable sea un organismo público.

- Enumeración de los terceros civilmente responsables


1. El padre, y a falta de éste la madre, es responsable del hecho de los hijos menores
que habiten en la misma casa (art. 2320 inciso 2° CC): El único requisito que exige
este precepto es que el hijo menor habite en la misma casa de su padre o de su madre.
Asimismo, si el hijo menor tiene un peculio profesional o industrial y, dentro de él,
comete un hecho ilícito, se afirma que el padre no tiene responsabilidad, por cuanto el
hijo se mira como mayor de edad para la administración y goce de este peculio.
2. El tutor o curador es responsable de la conducta del pupilo que vive bajo su
dependencia y cuidado (art. 2320 inciso 3° CC):Nótese que el pupilo tiene que vivir
bajo la dependencia o cuidado de su guardador, pero no es necesario que vivan en la
misma casa.
Los únicos que van a responder son los curadores generales o interinos, pues son los
únicos que pueden tener al pupilo bajo su dependencia y cuidado. Por consiguiente,
quedan excluidos de la regla general los curadores adjuntos, pues ellos tienen que ver
con los bienes y no con la persona del pupilo.

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3. Los jefes de colegio y escuela responden del hecho de los discípulos, mientras estén
bajo su cuidado (art. 2320 inciso 4° CC): Esta responsabilidad se produce únicamente
cuando el hecho ilícito ocurre mientras el discípulo está bajo el cuidado del colegio.
Esta responsabilidad no tiene relación con la edad del discípulo y no cubre los daños
que él se pueda causar a sí mismo.
4. Los artesanos/empresarios responden del hecho de sus aprendices/dependientes,
mientras estén bajo su cuidado (art. 2320 inciso 4° CC): Esta responsabilidad sólo se
produce si el aprendiz o dependiente se encuentra bajo la dependencia o cuidado del
artesano o empresario. No cubre los daños que el aprendiz o el dependiente se cause a sí
mismo.
Además, esta responsabilidad cesa si los empresarios o artesanos prueban que no
pudieron impedir el hecho con la autoridad y cuidado que su respectiva calidad les
confiere.
5. Los amos responderán de la conducta de sus criados o sirvientes, en el ejercicio de
sus respectivas funciones; y esto, aunque el hecho de que se trate no se haya
ejecutado a su vista (art. 2322 CC): El fundamento de esta responsabilidad es “la
culpa in eligendo” y “la culpa in vigilando” que se atribuye al amo, la ley presume que
si un criado o sirviente comete un delito, cuasidelito en el ejercicio de sus funciones, es
porque aquel no lo vigiló o dirigió debidamente o porque eligió como tal a un individuo
incompetente o sin las condiciones requeridas.
RESÚMENES TEXTOS
Responsabilidad extracontractual – Ramos Pazos
Capítulo I. De la responsabilidad en general
Dentro del ámbito jurídico podemos afirmar que una persona tiene responsabilidad cuando
está obligada a resarcir, reparar o indemnizar todo perjuicio causado a otra, sea porque
habiendo contratado con él, incumplió alguna obligación derivada de ese contrato, sea
porque incurrió en una conducta dolosa o culpable que le ha producido un daño, sea porque
incumplió una obligación derivada de la ley o de un cuasicontrato.
La primera distinción que debe hacerse es entre la responsabilidad penal y la
responsabilidad civil. Esta última puede ser, a su vez, contractual, extracontractual,
precontractual o postcontractual.
Así, la responsabilidad penal proviene de la comisión de un delito o cuasidelito penal, es
decir, de toda acción u omisión voluntaria o culpable penada por la ley. La responsabilidad
penal es ajena a la idea de daño, toda vez que, la ley sanciona delitos o cuasidelitos penales
que pueden no causar daño como, por ejemplo, la conducción de un vehículo en estado de
ebriedad o portar un arma de fuego sin estar autorizado. Lo que tipifica la responsabilidad
penal es que se trata de una conducta penada por la ley.
¿Un mismo hecho puede generar responsabilidad penal y civil?

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No obstante que las nociones de responsabilidad penal y civil son diferentes, un mismo
hecho puede generar ambas. Así lo expresa el art. 10 CPP.
La Corte Suprema ha expresado que, aún cuando de un mismo hecho puedan generar
responsabilidades penal y civil, de naturaleza extracontractual, son distintas e
independientes entre sí. Así, para intentar la acción civil no es necesario deducir previa o
conjuntamente la acción penal, ni que una sentencia haya establecido la existencia de un
delito o cuasidelito penal.
Noción de responsabilidad civil
En términos generales, podemos decir que una persona es responsable civilmente siempre
que deba reparar un daño. Así, cuando una persona ocasiona un daño a otra surge entre
ellas una obligación, en que la víctima pasa a ser el acreedor y el causante del daño el
deudor.
Pablo Rodríguez define la responsabilidad civil diciendo que consiste en el deber jurídico
de reparar los daños o perjuicios que se producen con ocasión del incumplimiento de una
obligación; entendiendo por obligación un deber de conducta tipificado en la ley, de manera
que, si dicha conducta no se despliega, quien la infringe debe indemnizar los perjuicios que
de ello se sigue.
Lo que caracteriza la responsabilidad civil es el daño, si éste falta no hay responsabilidad
civil. Sin embargo, se ha sostenido que en la responsabilidad contractual, más importante
que el daño es el incumplimiento culpable de una obligación (arts. 1542 y 1559 N°2 CC).
La diferencia entre la responsabilidad civil contractual y extracontractual es la siguiente:
• En la contractual se ha incumplido, dolosa o culpablemente, una obligación derivada de
un contrato. Si ese incumplimiento causa perjuicios, éstos deben ser indemnizados.
• En la extracontractual el daño proviene de la comisión de un delito o cuasidelito civil,
esto es, de un hecho ilícito cometido con intención de dañar que causa daño (art. 2284
inciso 3° CC) o de un hecho ilícito culpable, cometido sin intención de dañar, que causa
daño (art. 2284 inciso 4° CC).
Responsabilidad precontractual
Se la ha definido como aquella en que incurre una parte si con dolo o culpa causa a la otra
un daño injusto en el desarrollo de la formación del contrato o en el periodo previo de las
tratativas o negociaciones preliminares. Estas últimas son los debates e intercambio de
ideas entre las futuras partes acerca del contenido del contrato proyectado y de la
conveniencia recíproca de darle vida.
La etapa de las llamadas tratativas o negociaciones preliminares puede ser más o menos
breve o larga, y dura hasta el día en que se formula la oferta de contratar hecha en los
términos que la ley exige.

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Durante el periodo precontractual puede ocurrir que una de las partes falte a la buena fe y
lealtad que debe presidir la vida de los negocios, sea negando la información,
interrumpiendo abusivamente las conversaciones, etc. Si con ello se causan perjuicios se
debe indemnizar y será el juez, en cada caso, quien deberá ponderar las circunstancias
específicas y determinar cuándo ha habito realmente ruptura de las tratativas.
Con todo, no es que quien inicie tratos contractuales haya de quedar ligado desde entonces
y no pueda desistir. El desistimiento es un derecho que le cabe, como manifestación de la
libertad contractual, pero su ejercicio no debe ser abusivo y dañoso.
El CC no establece normas específicas sobre responsabilidad precontractual. Sin embargo,
se obliga a indemnizar los perjuicios producidos por la confianza en la formación del
contrato o del retiro de la oferta de celebrar el contrato propuesto que vulnera la seguridad
dada de que aquél se perfeccionará.
Barros explica que, en la etapa precontractual, aún no hay promesa, de modo que tampoco
puede haber contrato, pero existe un grado variable de confianza que debe ser honrado por
quien la ha creado, por lo que extender en exceso el principio de que no hay
responsabilidad sin consentimiento, puede dejar sin reparación a daños que resultan del
abuso o de no tomar en consideración el interés de la contraparte. Por el contrario, extender
en exceso los deberes precontractuales supone introducir riegos de responsabilidad en una
fase caracterizada por la ausencia de la voluntad de obligarse.
Como ya señalamos, el CC no reglamenta en forma especial este tipo de responsabilidad y
su vacio lo suple en cierta forma el CCom en sus arts. 98 y 100. Según el primero, si el
destinatario de la oferta da extemporáneamente su aceptación, el proponente será obligado,
bajo responsabilidad de daños y perjuicios a dar pronto aviso de su retractación. El segundo
agrega que la retractación tempestiva impone al proponente la obligación de indemnizar los
gastos que la persona a quien fue encaminada la propuesta hubiere hecho, y los daños y
perjuicios que hubiere sufrido.
Así también, existen casos que no pueden ser cubiertos por el CCom. En este sentido, se
estima que la responsabilidad precontractual puede afincarse en el art. 1546 CC, toda vez
que, la buena fe es un principio de aplicación que debe presidir en la relación negocial en
todo su desarrollo. También puede fundarse en las normas de la responsabilidad
extracontractual según las cuales todo el que culpablemente causa un daño a otro debe
indemnizarlo.
- Normas por las que se debe regir la responsabilidad precontractual
Hay que recordar que dentro de esta etapa hay dos fases: la primera, de las tratativas o
conversaciones preliminares que comienza con el inicio de las conversaciones y que
termina con la formulación de una oferta dando paso a la segunda fase. En esta etapa si
existe convención que regule los gastos y acciones que ocurran en ella, la reparación de

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dichos desembolsos deberá ceñirse a las normas de la responsabilidad contractual; y en
ausencia de tales estipulaciones, a las de la responsabilidad extracontractual.
En cambio, en el periodo de la oferta si hubo retractación tempestiva se trataría de una
responsabilidad legal complementada por los preceptos que rigen la responsabilidad
contractual.
Alessandri afirma que la responsabilidad precontractual, aunque no es posible clasificarla
de contractual, porque no existe un vínculo aún, se rige igualmente por las reglas de esa
responsabilidad, ya que, se trata de la infracción de obligaciones simplemente legales. En
cambio, la responsabilidad a que puede dar origen la ruptura de las negociaciones
preliminares a un contrato es extracontractual porque tales negociaciones no crean entre las
partes ningún vínculo jurídico.
Avelino León dice que si el oferente se retracta de su oferta, debe responder del mismo
modo que si hay una causal de nulidad o ineficacia que le sea imputable. Ello, lo lleva a
concluir que se deben aplicar las reglas de la responsabilidad extracontractual. Esta opinión
está referida a la responsabilidad que se genera después de formulada la oferta no
cubriendo, por consiguiente, la etapa de las conversaciones preliminares.
Responsabilidad postcontractual
En ciertos casos, una de las partes de un contrato puede responder a la otra con
posterioridad a su extinción.
Diferencias entre la responsabilidad contractual y extracontractual
Ambas se diferencian porque en la responsabilidad contractual existe entre las partes un
vínculo jurídico preexistente que crea una obligación que una de ellas no cumple. En
cambio, en la extracontractual no existe ninguna relación jurídica previa, lo que ocurre es
que una de ellas, actuando con dolo o culpa, causa un daño a la otra y de allí surge la
obligación de indemnizar.
A partir de la diferencia conceptual, surgen otras:
1. Capacidad: La responsabilidad contractual supone en las partes capacidad para
contratar, es decir, tener 18 años (art. 26 CC). En la extracontractual, la plena capacidad
se adquiere a los 16 años, pero el mayor de 7 y menor de 16 puede ser capaz si el
tribunal determina que obró con discernimiento (art. 2319 CC).

2. Culpa: En materia contractual, la culpa admite grados (art. 44 CC) porque al existir un
contrato, la ley les exige diversos grados de cuidado (art. 1547 CC). En cambio, en la
extracontractual no existe una graduación de culpa, de manera que, cualquier falta de
diligencia que cause perjuicios a otro, genera la obligación de indemnizar.

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3. Mora del deudor: En la responsabilidad contractual es necesario constituir en mora al
deudor para que deba indemnizar (art. 1557 CC), lo cual no acontece en la
responsabilidad extracontractual en que la obligación de indemnizar deriva de la sola
existencia del hecho ilícito.

4. Extensión de la reparación: En la responsabilidad contractual, la regla es que el


deudor responde de los perjuicios directos previstos, salvo que haya actuado con dolo,
caso en que también pasa a responder de los perjuicios directos imprevistos (art. 1558
CC), aún cuando algunos lo discuten, debe también responder del daño moral. En la
responsabilidad extracontractual, en cambio, se responde de todo daño sufrido por la
víctima, por lo que no hay ninguna duda que la indemnización comprende el daño
moral (art. 2329 CC).
Al respecto, cabe agregar que la tendencia actual de la doctrina y de la jurisprudencia es
dar lugar también a la indemnización del daño moral en la responsabilidad contractual.

5. Solidaridad: Cuando el hecho ilícito es cometido por varias personas, la


responsabilidad de cada uno de ellos es solidaria (art. 2317 CC). No ocurre lo mismo en
la responsabilidad contractual, en que cada uno responde por su cuota, a menos que se
haya estipulado lo contrario o lo disponga la ley (art. 1511 CC).

6. La prueba: En materia extracontractual, la culpa debe probarla quien alega la


existencia del hecho ilícito, ya que constituye un elemento de la acción (art. 1698 CC).
No ocurre lo mismo en la responsabilidad contractual, ya que, a partir del art. 1547 CC
se invierte el onus probandi, y será el contratante que incumple el que tiene que probar
que actuó con la debida diligencia, lo que implica afirmar que la ley presume su culpa y
el actor solo debe probar la existencia del contrato.
El art. 1671 CC, al tratar de la pérdida de la especie o cuerpo cierto que se debe,
confirma el mismo principio, toda vez que dispone “siempre que la cosa perece en
poder del deudor, se presume que ha sido por hecho o por culpa suya”.

7. Prescripción: En responsabilidad contractual rige la norma del art. 2515 CC, es decir,
que será por la regla general de 5 años contados desde que la obligación se hizo
exigible. En cambio, la acción para hacer efectiva la responsabilidad extracontractual
prescribe en 4 años contados desde la perpetración del hecho (art. 2332 CC).

8. Compensación de culpas: En la responsabilidad extracontractual existe compensación


de culpas, desde que el art. 2330 CC establece que la apreciación del daño está sujeto a
reducción, si el que lo ha sufrido se expuso a él imprudentemente. En materia
contractual no existe una regla similar.

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9. Por los actos que se responde: En la responsabilidad contractual se responde siempre
de una conducta propia, sin perjuicio del art. 1679 CC que dispone que en el hecho o
culpa del deudor se comprende el hecho o culpa de las personas por quienes fueron
responsables. En cambio, en la responsabilidad extracontractual, la ley admite la
responsabilidad por el hecho propio, ajeno y por las cosas.

10. Acción popular: En ciertos casos, en materia extracontractual, existe una acción
popular (art. 2333 CC), lo cual no existe en materia contractual.

- Del cúmulo u opción de responsabilidades


El problema del cúmulo consiste en determinar si la infracción de una obligación
contractual, cuasicontractual o legal puede dar origen a una u otra responsabilidad
indistintamente o sólo a la responsabilidad contractual. Hay consenso en la doctrina
nacional en orden a que no se puede aceptar el cúmulo de responsabilidades, por lo que si el
perjuicio deriva de un incumplimiento contractual, la indemnización se rige por las reglas
de la responsabilidad contractual (arts. 1545 y 1546 CC).
El problema del cúmulo, es más bien un problema de opción entre una u otra. De ninguna
manera puede entenderse que aceptar el cúmulo signifique permitir la acumulación o
superposición de responsabilidades, es decir, que pudieren demandarse ambas, ya que, eso
importaría un enriquecimiento sin causa que nuestra legislación no admite.
No obstante, es importante dejar establecido que, si aparte de los perjuicios producidos por
la inejecución de un contrato se generan otros ajenos al incumplimiento, por culpa o dolo
del deudor, habrá lugar a ambas responsabilidades: la contractual por el perjuicio
proveniente de esa inejecución y la delictual o cuasidelictual por el otro daño.
La jurisprudencia en forma reiterada ha rechazado el cúmulo de responsabilidades, y
excepcionalmente se ha aceptado.
Alessandri ha señalado como excepciones, en las cuales procede el cúmulo:
• Cuando así lo han estipulado las partes.
• Cuando la inejecución de la obligación constituye a la vez un delito o cuasidelito penal,
puesto que, en conformidad al art. 10 del CPP de todo delito o cuasidelito penal
cometido por el deudor nace una acción civil para obtener la restitución de la cosa o su
valor y la indemnización establecida por la ley a favor del perjudicado, y esta acción no
es otra que la que reglamentan los arts. 2314 y ss., CC.
Capítulo II. De la responsabilidad extracontractual
Se entiende por responsabilidad extracontractual la que proviene de la comisión de un
hecho ilícito que cause daño a otro, es decir, de un delito o cuasidelito civil (arts. 2314 y
2284 CC).

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Existen dos teorías para fundar la responsabilidad extracontractual: la subjetiva o clásica y
la objetiva o del riesgo creado. La primera, se sustenta en la culpabilidad del autor, de tal
suerte que sólo cabe la indemnización si se actúa con dolo o culpa, lo que debe ser probado
por la víctima. De acuerdo con la segunda, debe responder del daño quien crea el riesgo, sin
que tenga importancia la culpabilidad del agente.
Con el tiempo, la responsabilidad se ha ido objetivizando. Sin embargo, la teoría objetiva
no ha estado exenta de reproches, se ha dicho que al suprimir el elemento de culpabilidad
quita el fundamento moral a la obligación de indemnizar, el autor del daño debe responder
porque actuó mal y con ello causó un daño a otro.
La doctrina concluye que ambas teorías presentan ventajas y desventajas. Sin duda la
objetiva facilita a las víctimas el pago de las indemnizaciones por los perjuicios sufridos y
tiene un innegable fondo de justicia, pues si el hombre con su actividad puede obtener un
provecho o beneficio, es justo que repare los daños que causa. Por otra parte, la
responsabilidad subjetiva no puede ser desechada, hay conveniencia en conservarla como
principio general de responsabilidad porque, a diferencia de la responsabilidad objetiva,
descansa en un valor humano, cual es la conducta del agente.
Nuestro CC sigue la teoría clásica o subjetiva fundada en la culpabilidad del autor. Así
aparece de manifiesto al relacionar los arts. 2314 y 2284 CC. Sin embargo, existen en
nuestro ordenamiento positivo diferentes leyes inspiradas en la teoría del riesgo creado.
Requisitos de la responsabilidad extracontractual
Mientras no se cumplan todos los requisitos, no cabe la indemnización, esto es importante
para saber desde qué fecha se cuenta el plazo de prescripción del art. 2332 CC,
normalmente se ha entendido que los cuatro años corren desde que se cometió el hecho
material del cual derivaron los perjuicios.
1. Capacidad del autor del hecho ilícito
La regla general es la capacidad, la excepción la incapacidad. Son incapaces los dementes,
los menores de 7 años y, para el caso de los mayores de 7 y menores de 16, siempre que
hayan actuado sin discernimiento (art. 2319 CC).
• Dementes: No rige en esta materia el art. 465 CC porque se aplica sólo a la capacidad
para celebrar actos y contratos. Las únicas exigencias de la ley es que la demencia sea
total y exista al momento de la comisión del hecho ilícito, no es necesario que la
demencia sea permanente.
Para Rodríguez no existe inconveniente en aplicar el art. 465 CC porque dispone que es
algo más bien procesal.
El CC no resuelve lo que ocurre con aquellas personas que actúan en estados de
inconsciencia (drogados, hipnotizados, sonámbulos). Sólo se refiere al caso del ebrio,
estableciendo en el art. 2318 CC que es responsable del daño causado por su delito o
cuasidelito.
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Sin embargo, cuando el estado de inconsciencia no es consecuencia de un acto
voluntario del autor, sino que proviene de un tercero, opera una causal de
inimputabilidad, porque el autor del daño se encuentra en la misma situación que un
demente o un infante respecto del ilícito civil. De manera que, la acción indemnizatoria
debe ser dirigida en contra de la persona que colocó al autor del daño en la situación de
inconsciencia.

• Menores de 7 años (infantes): Son incapaces de delitos o cuasidelitos por carecer


absolutamente de discernimiento.

• Mayor de 7 años y menor de 16 que haya obrado sin discernimiento: Art. 2319
inciso 2º CC. Queda a la prudencia del juez determinar si el menor ha cometido el
delito o cuasidelito sin discernimiento.

• Responsabilidad de los terceros a cargo de los incapaces: El art. 2319 CC señala que
por los daños causados por los incapaces, responderán las personas a cuyo cargo estén,
si pudiere imputárseles negligencia.

• Responsabilidad civil de las personas jurídicas: Las personas jurídicas de derecho


privado tienen responsabilidad extracontractual (art. 58 inciso 2º CPP). Sin embargo,
hay que diferenciar entre una Corporación y una S.A.
En el caso de la Corporaciones, la norma a aplicar es el art. 552 CC, en cuanto dispone
que quien responderá será el representante de la misma. En cambio, en el caso de las
S.A, quienes responden son sus representantes o administradores, a menos que conste
su falta de participación o su oposición al hecho constitutivo de infracción.
En otro orden de ideas, en el caso de las personas jurídicas no siempre es posible
conocer al dependiente que ejecutó el acto que produjo el daño. La doctrina entiende
que en tal caso, la empresa debe responder si se acredita que la causa de ese daño se
encuentra en la organización humana que titulariza, se trata de una responsabilidad
directa.

2. Imputabilidad (dolo o culpa del autor)


No basta con causar daño a otro para que se genere la obligación de indemnizar. Es
necesario que el acto o hecho que produce el daño sea el resultado de una conducta dolosa
o culpable del actor (arts. 2314 y 2284 incisos 3º y 4º CC).
Esta exigencia es la consecuencia de seguirse en Chile la teoría subjetiva o clásica en
materia de responsabilidad.
• Dolo: Art. 44 CC. Se trata de la intención positiva de inferir injuria a la persona o
propiedad de otro. El dolo puede ser positivo o negativo.

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El dolo se aprecia en concreto en cada caso y no se presume, por lo tanto, quien lo
alegue deberá probarlo (art. 1459 CC).
• Culpa: Es aquella falta de diligencia o cuidado que los hombres prudentes emplean
ordinariamente en sus actos y negocios propios (arts. 2319 y 2329 CC).
Alessandri explica que la culpa es una misma en materia contractual y extracontractual,
pues en ambas importa una conducta descuidada, negligente, imprudente. Cierto es que
en la primera existe una graduación que no se encuentra en la segunda.
Por ello, nos debemos preguntar ¿De qué culpa se responde en materia
extracontractual? Rodríguez Grez afirma que se responde del cuidado que dispone la
ley en cada caso; en los demás casos, es la sociedad misma la que establece el nivel de
diligencia requerido conforme a los usos, hábitos y costumbres imperantes.
La culpa se debe apreciar en abstracto, esto es, comparándola con un modelo ideal que
debe ser “un hombre prudente de idéntica profesión u oficio, colocado en su misma
situación”. Así, el juez deberá comparar ambas conductas para saber si el hombre
prudente habría actuado de la misma forma o no y así determinar si existe o no culpa.
Rodríguez Grez señala que la culpa se apreciará conforme al deber de cuidado y
diligencia que a cada cual corresponde en la comunidad, atendiendo a su ubicación,
actividades, nivel cultural, grado educacional, etc.
En cuanto al caso de la “culpa contra la legalidad”, esto es, aquella que surge del solo
incumplimiento de una norma legal o reglamentaria, como es el caso de la persona que
provoca un accidente por infringir las normas del tránsito. En estos casos basta con probar
la violación de la norma para tener por acreditada la culpa, puesto que ésta consiste
precisamente en no haber respetado la norma en cuestión.
Al respecto, Barros ha señalado que, si bien la regla general es que la infracción de una
norma legal permite dar por acreditada la culpa, ello no significa que el cumplimiento de
todas las normas legales acredite que se ha actuado con la diligencia debida, pero
constituye un valioso indicio de ello.
En cuanto a la prueba de la culpabilidad, quien demanda indemnización por
responsabilidad extracontractual tiene que probar el dolo (art. 1459 CC) o la culpa del autor
de los daños. En sede extracontractual la culpa no se presume, pero su prueba se torna
demasiado difícil, por lo tanto, como una manera de paliar este grave inconveniente se
establecen presunciones de culpabilidad (arts. 2320 a 2323 y 2326 a 2329 CC).
• Presunciones de responsabilidad por el hecho propio (art. 2329 CC)
Según Alessandri, el art. 2329 establece una presunción de culpabilidad cuando el daño
proviene de un hecho que, por su naturaleza o por las circunstancias en que se realizó, es
susceptible de atribuirse a culpa o dolo del agente. Esta tesis no ha sido muy aceptada, pero
Alessandri tiene los siguientes argumentos:

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a) El art. 2329 está puesto después de que el CC regulara casos de presunción por el
hecho ajeno y por el hecho de las cosas.
b) De no entenderse como una presunción por el hecho propio, carecería de relevancia,
pues no haría más que repetir lo que dice el art. 2314 CC.
Para Ducci, el art. 2329 CC tiene un alcance distinto, parecido, pero más limitado. Según
él, estaría consagrando una presunción de responsabilidad en el caso de las actividades
peligrosas, de manera que, quien crea una situación peligrosa, tiene el deber de restablecer
la seguridad de los terceros aumentando su diligencia.
Por su parte, Meza Barros interpreta el art. 2329 CC de manera diferente. A su juicio, en el
inciso 1° se repite la regla general del art. 2314 CC y, en el inciso 2° contempla
excepciones a esa regla, en cuanto se estaría presumiendo la culpa del agente.
• Presunciones de responsabilidad por el hecho ajeno (arts. 2320, 2321 y 2322 CC)
Se responde por los hechos ajenos cuando el hecho ilícito es cometido por una persona que
está al cuidado o bajo la dependencia o vigilancia de otra.
¿Por qué se habla de presunciones de responsabilidad por hecho ajeno? Porque acreditado
que el hecho ilícito fue cometido por el dependiente, debe responder el principal por cuanto
no cumplió debidamente con su obligación de cuidado.
Alessandri dice que está mal hablar de hecho ajeno, ya que, quien tiene bajo su cuidado o
dependencia a una persona que causa un daño, no responde del hecho de ésta, sino del suyo
propio, cual es la falta de vigilancia que sobre ella debía ejercer.
El art. 2320 no es taxativo, pues en su inciso 1° establece la regla general de que “toda
persona es responsable no sólo de sus propias acciones, sino del hecho de aquellos que
estuvieren a su cuidado”, y los siguientes incisos son ejemplos de esa situación de
dependencia.
¿Cuáles son los requisitos para que opere la responsabilidad por hecho ajeno?
a) Que exista un vínculo de subordinación o dependencia entre dos personas: Es
evidente, pues, justamente, la responsabilidad del principal se funda en la existencia
de esta dependencia.
b) Que este vínculo sea de derecho privado: Si fuera de derecho público, las reglas
de la responsabilidad son distintas, ya que, en tal caso habría responsabilidad del
Estado que se rige por reglas diferentes.
c) Que ambas personas sean capaces de delito o cuasidelito: Por consiguiente, si el
subordinado es incapaz de delito o cuasidelito, no cabe presumir la responsabilidad
de quien lo tiene a su cuidado.
Así, el guardián de un demente, de un infante o de un menor de 16 años que obró
sin discernimiento, es responsable del daño que éstos causen si puede imputárseles
negligencia, es decir, a condición de probar la culpa (art. 2319 CC).

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d) Que el subordinado o dependiente haya cometido un hecho ilícito: El principal
sólo responde por los hechos ilícitos de la persona que está bajo su cuidado.
e) Que la víctima pruebe la responsabilidad del subordinado o dependiente: Lo
que presume la ley es la responsabilidad del principal, no la del subordinado, por lo
que la de este último debe probarse.
Así, deberá probar el dolo o la culpa del subordinado o dependiente; el daño
causado y; la relación causal entre ambos.
Probándose estos requisitos, se presume la culpa del principal porque hubo falta de
vigilancia y esta falta de vigilancia fue la causa del daño irrogado por el subordinado o
dependiente.
Del inciso final del art. 2320 CC se desprende que estas presunciones son simplemente
legales, quedando desvirtuada si el principal prueba de con la autoridad y cuidado que su
respectiva calidad le confiere y prescribe, no hubiera podido impedir el hecho. Sin embargo
hay dos situaciones en que no se admite probar en contrario, esto es, cuando el hecho
causante del daño lo realizó el subordinado por orden del principal (art. 2325 CC) y cuando
el delito o cuasidelito cometido por el hijo menor conocidamente provengan de la mala
educación o de los hábitos viciosos que les han dejado adquirir.
Ahora bien, el hecho de que la víctima pueda accionar en contra del principal, no lo privan
de su acción en contra del autor del hecho ilícito. Lo único que no puede hacer es accionar
contra los dos por el total, pues estaría pretendiendo una doble indemnización.
Cabe agregar que si se demanda a los dos, sus obligaciones no son solidarias. Además, el
art. 2325 CC dispone que el principal tendrá acción de reembolso en contra del
subordinado. Sin embargo, carecerá de esta acción cuando el subordinado actuó por orden
del principal o cuando era incapaz de delito o cuasidelito.
Algo importante que hay que tener en cuenta es que las responsabilidades por hecho ajeno
no se pueden acumular. Ello quiere decir que la víctima del daño inferido por quien está al
cuidado de dos o más personas por causas diferentes, sólo puede invocar la responsabilidad
de que tratan los arts. 2320 a 2322 de aquella que lo tenía a su cuidado al momento del
daño y no de los demás.
De manera que, si un menor comete un hecho ilícito mientras está en el colegio, se debe
demandar al jefe del colegio y no a su padre. Así ha sido fallado. Sin embargo, esta regla
tiene como excepción el art. 2321 CC que dispone que cuando el delito o cuasidelito
cometido por el hijo menor provengan de la mala educación o de los hábitos viciosos que
su padre le ha dejado adquirir, caso en que también se puede demandar al padre, puesto que
de conformidad a este artículo los padres son siempre responsables de los delitos o
cuasidelitos cometidos por sus hijos que sean consecuencia de aquello.
Los casos contemplados de responsabilidad por el hecho ajeno son:

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a) Responsabilidad de los padres por el hecho de sus hijos menores: El padre, y a
falta de éste, la madre (hoy no se distingue una prevalencia), serán responsables del
hecho de los hijos menores que habiten en la misma casa. Esto en relación a los arts.
222 y 224 CC según los cuales los hijos deben respeto y obediencia a sus padres.
El único requisito que exige el art. 2320 inciso 2° es que el hijo menor habite en la
misma casa de su padre o de su madre. Si el hijo menor tiene un peculio profesional
o industrial y, dentro de él, comete un hecho ilícito, se afirma que el padre no tiene
responsabilidad por cuanto el hijo se mira como mayor de edad para la
administración y goce de este peculio.
b) Responsabilidad de los tutores o curadores por el hecho de sus pupilos: El tutor
o curador es responsable de la conducta del pupilo que vive bajo su dependencia y
cuidado. Nótese que el pupilo tiene que vivir bajo la dependencia o cuidado de su
guardador, pero no es necesario que vivan en la misma casa, pues la ley no lo exige.
En el caso de los curadores, los únicos que responden son los generales o interinos y
no los adjuntos.
No se debe olvidar que si el pupilo es alguno de los incapaces indicados en el art.
2319 CC, el tutor o curador no va a responder de sus hechos, salvo en cuanto se les
pruebe su propia negligencia.
c) Responsabilidad de los jefes de colegios por el hecho de sus discípulos:
Responderán por el hecho de sus discípulos mientras estén bajo su cuidado, esto es,
desde que el alumno ingresa hasta que sale del establecimiento, a menos que el
colegio haya asumido el deber de cuidado como podría ser el caso de los paseos de
curso, o cuando los alumnos son llevados a sus casas en vehículos del mismo
colegio.
Esta responsabilidad no tiene relación con la edad del discípulo y no cubre los daños
que se pueda causar a sí mismo.
d) Responsabilidad de los artesanos y empresarios por el hecho de sus aprendices
o dependientes: Esta responsabilidad sólo se produce si el aprendiz o dependiente
se encuentra bajo la dependencia o cuidado del artesano o empresario. No cubre los
daños que el aprendiz o dependiente se cause a sí mismo.
Con todo, esta responsabilidad cesa si los empresarios o artesanos prueban que no
pudieron impedir el hecho con la autoridad y cuidado que su respectiva calidad les
confiere.
e) Responsabilidad de los amos por el hecho de sus criados o dependientes: Los
amos responderán de la conducta de sus criados y sirvientes en el ejercicio de sus
respectivas funciones; y esto, aunque el hecho de que se trate no se haya producido
a su vista.
El fundamente de esta responsabilidad es la culpa in eligendo y la culpa in vigilando
que se atribuye al amo.
El amo sólo responde si el hecho lo realiza el criado o sirviente en el ejercicio de
sus respectivas funciones. Y no responde si prueba que el criado o sirviente cuando
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causó el daño ejercía sus funciones de un modo impropio que no tenía medio de
prever o impedir, empleando el cuidado ordinario y la autoridad competente, en este
caso, toda la responsabilidad recaerá sobre dichos criados o sirvientes.

• Presunciones de responsabilidad por el hecho de las cosas (arts. 2323, 2324, 2326,
2327 y 2328 CC)
El dueño o el que se sirve de una cosa, debe cuidar que ésta se mantenga en buen estado
para no causar daños a terceros, de tal suerte que, si alguno se produce se presume su
culpabilidad.
La responsabilidad por el hecho de las cosas es taxativa:
a) Daño causado por un animal (arts. 2326 y 2327 CC)
El art. 2326 prescribe que el dueño de un animal es responsable de los daños causados por
el mismo animal, aun después que se haya soltado o extraviado; salvo que la soltura,
extravío o daño no pueda imputarse a culpa del dueño o del dependiente encargado de la
guarda o servicio del animal. Lo que se dice del dueño se aplica a toda persona que se sirva
de un animal ajeno; salva su acción contra del dueño, si el daño ha sobrevenido por una
calidad o vicio del animal, que el dueño con mediano cuidado o prudencia debió conocer o
prever, y de que no le dio conocimiento.
El art. 2327 se refiere al daño causado por un animal fiero, dispone que el daño causado por
un animal fiero, de que no se reporta utilidad para la guarda o servicio de un predio, será
siempre imputable al que lo tenga, y si alegare que no le fue posible evitar el daño no será
oído.
Lo importante es señalar que se entiende por animal fiero al animal feroz o peligroso como
los leones, tigres, etc. No es sinónimo de animal salvaje o bravío, pues por tal, el art. 608
entiende que son los que viven libres e independientes del hombre.
En este segundo caso, la responsabilidad es de quien tiene el animal, aunque no sea el
dueño ni se sirva de él.
Por último, la presunción de culpabilidad del que tiene el animal es de derecho, ya que no
admite prueba en contrario. Algunos piensan que se trata de un caso de responsabilidad
objetiva, puesto que se debe indemnizar prescindiéndose del elemento culpabilidad.
b) Daño ocasionado por la ruina de un edificio (arts. 2323 y 2324 CC)
El dueño de un edificio es responsable a terceros de los daños que ocasione su ruina
acaecida por haber omitido las necesarias reparaciones, o por haber faltado de otra manera
al cuidado de un buen padre de familia. Si el edificio perteneciere a dos o más personas
proindiviso, se dividirá entre ellas la indemnización a prorrata de sus cuotas de dominio.

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Si la víctima fuera un vecino, sólo se le va a indemnizar si hubiere notificado la
correspondiente querella de obra ruinosa. Si no lo hizo, actuó negligentemente y, por ello,
producido el daño, no tiene derecho a demandar indemnización.
Por último, si la ruina del edificio proviene exclusivamente de una fuerza mayor o caso
fortuito no opera la regla del art. 2323, pues tal ruina no se debe al hecho de haberse
omitido las necesarias reparaciones o por haber faltado de otra manera al cuidado de un
buen padre de familia.
En cuanto a la ruina proveniente de un vicio de construcción (art. 2324 CC), responderá el
empresario que hizo la obra o suministró los materiales. También responderá en este caso el
que se encargó de la construcción del edificio en calidad de arquitecto (art. 2004 CC).
c) Daño causado por una cosa que se cae o se arroja de la parte superior de un
edificio (art. 2328 CC)
El daño causado por una cosa que cae o se arroja de la parte superior de un edificio, es
imputable a todas las personas que habitan la misma parte del edificio, y la indemnización
se dividirá entre todas ellas, a menos que se pruebe que el hecho se debe a la culpa o mala
intención de alguna persona exclusivamente, en cuyo caso será responsable esa sola.
La cosa que cae no puede ser parte del mismo edificio como una cornisa, por ejemplo, pues
en tal caso nos encontraríamos en la situación del art. 2323 CC.
En cuanto a la acción popular para evitar la caída de una cosa de la parte superior de un
edifico, el inciso 2° del art. 2328 dispone que si hubiere alguna cosa que, de la parte
superior de un edificio o de otro paraje elevado, amenace caída y daño, podrá ser obligado a
removerla el dueño del edificio o del sitio, o su inquilino o la persona a quien perteneciere
la cosa o que se sirviere de ella; y cualquiera del pueblo tendrá derecho para pedir la
remoción.
Causales de eximentes de responsabilidad
El autor del daño no está obligado a indemnizar en dos casos: cuando ha habido ausencia de
dolo o culpa y cuando se hubiere establecido una cláusula de irresponsabilidad. En el
primer caso, una opción es que concurra un caso fortuito o fuerza mayor.
Este último es definido por el art. 45 como el imprevisto a que no es posible resistir. Sus
características son ser imprevisto, es decir, que no haya razones para estimar que el hecho
va a ocurrir; e irresistible, o sea, que no es posible evitar sus consecuencias. Por excepción,
se responderá del caso fortuito en el caso del art. 2327 CC.
En cuanto a la cláusula de irresponsabilidad, se le define como aquella por la cual la futura
víctima releva totalmente al futuro autor del daño de su obligación de repararlo si éste llega
a producirse. En la responsabilidad contractual se aceptan en virtud de lo dispuesto en el
art. 1545 CC, sin más límites que el que no pueden significar una renuncia anticipada del
dolo a la culpa grave.

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¿Se deben admitir este tipo de cláusulas en responsabilidad extracontractual? Rodríguez les
niega valor a las cláusulas de irresponsabilidad o responsabilidad atenuada porque es
principio de orden público que la condonación del dolo futuro no vale. También les niega
valor cuando proviene de un hecho ejecutado con culpa inexcusable o cuando se trata de
daños en la persona porque la persona humana no está en el comercio humano, de tal suerte
que no puede disponerse en modo alguno de su integridad.
3. Existencia de un daño
Alessandri señala que el daño es todo detrimento, perjuicio, menoscabo, dolor o molestia
que sufre un individuo en su persona, bienes, libertad, honor, crédito, afectos, creencias,
etc. El daño supone la destrucción o disminución, por insignificante que sea, de toda
ventaja, beneficio patrimonial o extrapatrimonial de que goza un individuo.
Para que el daño sea indemnizable, debe cumplir diversos requisitos:
• Debe ser ocasionado por una persona distinta del ofendido y ello explica que el monto
de la indemnización se reduzca si en el hecho hubo responsabilidad de la víctima (art.
2330 CC).
• Debe ser anormal, de donde se sigue que no dan derecho a indemnización aquellas
molestias propias de la vida en sociedad.
• Debe afectar un interés lícito de la víctima.
• Debe ser cierto.
• Debe ser directo.
• No debe encontrarse reparado.
En cuanto a que el daño deba ser cierto, se ha dicho que es indemnizable tanto el daño
presente como el futuro, con tal que sean ciertos. Por consiguiente, no procede indemnizar
el daño eventual o hipotético, sin perjuicio de que se considere para otros efectos como la
acción popular.
Este requisito tiene mucha importancia para la determinación del lucro cesante. En relación
con este punto, la doctrina se ha planteado si debe indemnizarse o no la pérdida de un
chance, entendida ésta como una expectativa de ganancia o una probabilidad más o menos
cierta de pérdida.
En cuanto a que el daño debe ser directo, ello significa que debe ser la consecuencia
inmediata y necesaria del hecho que la provoca.
Por último, parece evidente que si el daño ha sido reparado, la víctima no puede pretender
que se le vuelva a indemnizar, pues importaría un enriquecimiento sin causa.
Los daños pueden ser materiales, esto es, una lesión pecuniaria o disminución del
patrimonio. A su vez, puede ser de dos clases: daño emergente y lucro cesante.

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• Daño emergente: Se trata del detrimento patrimonial efectivo que sufre la víctima. Es
la diferencia que se produce en el activo del patrimonio de una persona, como
consecuencia del ilícito civil, entre su valor original y el valor actual.
• Lucro cesante: Consiste en la privación de una ventaja económica que, como
consecuencia del ilícito, la víctima no va a poder lograr. Siempre constituye un daño
futuro y, por lo mismo, es difícil calcularlo.
En cuanto al daño moral, el CC no contempló la indemnización de este tipo de daño, han
sido los tribunales los que, por razones de equidad, lo fueron incorporando. En el caso de la
responsabilidad extracontractual, lo fundaron en el art. 2329 CC.
Hoy, parece insostenible mantener una postura contraria a la reparación del daño moral
tanto en la responsabilidad contractual como extracontractual, dentro del ordenamiento
jurídico chileno.
Algo que es necesario precisar es el concepto de daño moral. Hay una primera tesis según
la cual el daño moral consiste y encuentra su fundamento en el sufrimiento, dolor o
molestia que el hecho ilícito ocasiona en la sensibilidad física o en los sentimientos o
afectos de una persona. Esta teoría aceptada mayoritariamente en nuestro país, ha sido
objeto de varias críticas como que no es aplicable a las personas jurídicas ya que estas no
pueden experimentar dolor y; además, porque no cubre todos los perjuicios
extrapatrimoniales, quedando excluidos, por ejemplo, los estéticos o las molestias causadas
por la alteración en las condiciones de vida.
¿Cómo se avalúan los perjuicios? Se debe distinguir entre el daño emergente, el lucro
cesante y el daño moral:
• Valoración y prueba del daño emergente: Podrá probarse con facturas, peritajes,
testigos, etc., según el ilícito de que se trate. La prueba testimonial no tiene las
limitaciones de los arts. 1709 y 1710 CC, por cuanto éstas sólo rigen para la prueba de
los actos y contratos.
• Valoración y prueba del lucro cesante: La valoración es más difícil por su naturaleza
eventual. Es corriente, en el caso de accidentes laborales, que se demande como lucro
cesante lo que la víctima podría haber ganado de haber seguido trabajando hasta el
término de su vida laboral.
Con todo, en el suceder fáctico entre la mera posibilidad y la certidumbre, existe una
zona intermedia, que es la probabilidad suficiente, que es más que la posibilidad pero
menos que la certeza, situación que se conoce como “chance”. Por ende, los hechos que
constan como lucro cesante, caen dentro de esa zona gris que se llama “chance”. Sin
embargo, por el carácter vago e incierto del lucro cesante, el legislador no ha
establecido reglas sobre su apreciación, con el objeto de dejar su determinación sujeta a
la prudencia del tribunal.

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• Valoración y prueba del daño moral: Presenta aún mayores problemas para
valorizarlo debido a su naturaleza netamente subjetiva. Por ello, la jurisprudencia
nacional en forma reiterada ha venido estimando que es facultad de los jueces
apreciarlo discrecionalmente.
En cuanto al momento al que debe estarse para fijar el daño material, Alessandri ha dicho
que el juez debe regular la indemnización según el monto del daño al tiempo del delito o
cuasidelito, si este recae sobre una cosa, la indemnización se determinará por el valor que
entonces tenía la cosa.
Otra opinión señala que el juez avalúa los perjuicios materiales en la sentencia, pero ello no
implica que deba hacerlo necesariamente en relación a ese tiempo presente, pudiendo
recurrir a otras alternativas como situarse en un tiempo pasado o incluso en uno futuro.
Explica que para evaluar los perjuicios materiales el juez debe colocarse en el momento en
que éstos se produjeron, pues el derecho a la reparación y la obligación correlativa nacen al
producirse el daño, más aún, es en ese instante que existen las constancias materiales qe lo
constituyen y los factores económicos que en ese mismo momento determinaban su valor y
que permiten probarlo.
En cuanto al momento al que debe estarse para fijar el daño extrapatrimonial, se entiende
que esta apreciación debe hacerse al momento en que se dicta la sentencia, ya que, aquí no
existen las constancias materiales que permitan retrotraer la avaluación al instante en que el
perjuicio se produjo.
Como la indemnización debe ser íntegra, las sumas ordenadas pagar deben serlo reajustadas
y con intereses.
4. Nexo causal entre el hecho u omisión dolosa o culpable y el daño
Debe entenderse que, entre un acto ilícito y un determinado daño hay relación causal
cuando el primero engendra el segundo y éste no puede darse sin aquél, se desprende de los
arts. 2314, 2316, 2318 y 2329 CC.
Si el daño proviene de una sola causa el problema es simple. Sin embargo, puede suceder
que provengan de varias causas y surge el problema de las concausas, para las cuales
existen distintas teorías.
• Teoría de la equivalencia de las condiciones (condictio sine qua non): La causa,
filosóficamente hablando, es la suma de las condiciones de toda naturaleza, que siendo
realizadas, hacen que siga el consiguiente, de toda necesidad. Así, todo efecto es
resultante de conjugación de todas las condiciones que deben ser consideradas
equivalentes en lo causal y en lo jurídico, de manera que, constituyen condictio sine qua
non del resultado final.
• Teoría de la causa próxima: Sólo constituye causa aquella de las diversas condiciones
necesarias de un resultado que se halla temporalmente más próxima a éste; las otras son

26
simplemente condiciones. Se la critica porque no siempre la condición última es la que
verdaderamente causó el daño.
• Teoría de la condición preponderante: La causa resulta ser aquella condición que
rompe el equilibrio entre los factores favorables y contrarios a la producción del daño,
influyendo decisivamente en el resultado.
• Teoría de la causa eficiente: Todas las condiciones no tienen la misma eficacia en la
producción del resultado, por lo que no son equivalentes.
• Teoría de la causa adecuada: No todas las condiciones necesarias para un resultado
son equivalentes. Aquella que según el curso natural y ordinario de las cosas es idónea
para producir el resultado, esa es la causa. Las demás condiciones que no producen
normal y regularmente ese efecto son solamente condiciones o antecedentes o factores
concurrentes.
Para establecer cuál es la causa conforme a esta teoría, debe formularse un juicio de
probabilidad, o sea, considerar qué acción u omisión del presunto responsable era
idónea para producir regular o normalmente el resultado dañoso.
Efectos de la responsabilidad extracontractual
El efecto propio es generar la obligación de indemnizar íntegramente los perjuicios
causados a la víctima (arts. 1437, 2314 y 2329 CC). La indemnización debe ser completa,
salvo que quien lo haya sufrido se haya expuesto imprudentemente (art. 2330 CC).
El hecho ilícito genera para el autor la obligación de indemnizar a la víctima y para esta
última el derecho personal correlativo para exigir la reparación íntegra del daño que se le ha
producido (arts. 578, 1437, 2284 y 2314 CC).
La acción de indemnización de perjuicios es personal porque sólo puede reclamarse del
autor del daño; es mueble porque persigue una reparación pecuniaria o la ejecución de
hechos destinados a hacer cesar o impedir el daño, y los hechos que se deben se reputan
muebles (art. 581 CC) y; es patrimonial, lo que implica que es transmisible, comerciable,
renunciable y prescriptible.
Titulares de la acción
En principio, esta acción sólo compete a quien ha sufrido o teme un daño y solamente a él,
ya que sin interés no hay acción. Ahora, como el daño puede ser contingente o producido,
es necesario formular algunas precisiones:
• Si el daño es contingente, debe subdistinguirse según amenace a persona determinada o
indeterminada. En el primer caso la acción compete sólo a esas personas; en el segundo
caso, hay por lo general, una acción popular.
• Si el daño se ha producido, la acción compete exclusivamente a quien lo sufrió, a
menos que lo haga en su nombre o como heredero, legatario o cesionario suyo. Nadie
más tendría el interés jurídico necesario para intentar la acción.

27
Ahora, cuando la víctima puede ser una o varias personas. La primera situación no genera
problemas, pero cuando los perjudicados son varios, todos tienen derecho a que se les
indemnicen los perjuicios que se le han causado. Por consiguiente, habrá tantas
indemnizaciones distintas como personas damnificadas.
En el caso de pluralidad de víctimas, éstas pueden ser afectadas de distinta manera, sea
porque cada una ejerce, con relación a la cosa destruida, derechos diferentes, sea porque el
daño causado a una repercute a otra. Y debe además, distinguirse según el daño recaiga en
una cosa o en una persona; y en este último caso si el daño es material o moral.
En cuanto al daño material en las cosas, en este supuesto se aplica el art. 2315 CC el cual
dispone que puede pedir esta indemnización no sólo el que es dueño o poseedor de la cosa
que ha sufrido el daño, o su heredero, sino el usufructuario, el habitador o el usuario, si el
daño irroga perjuicio a su derecho de usufructo o de habitación o uso. Puede pedirla en
otros casos el que tiene la cosa con obligación de responder de ella, pero sólo en ausencia
del dueño.
En cuanto al daño material en las personas, tienen acción para demandar la víctima
inmediata y directa del ilícito y la víctima mediata o indirecta del mismo, cuando con
motivo del delito o cuasidelito, queda privado de la ayuda económica que le proporcionaba
la víctima principal.
En cuanto al daño extrapatrimonial o moral, puede demandarlo todo aquel que ha visto
lesionado un interés extrapatrimonial, por ende, tienen acción tanto las personas naturales
como las jurídicas, estas últimas cuando vean afectado su prestigio comercial, reputación,
crédito o confianza.
En el caso de las personas naturales, tienen acción por daño moral no sólo las víctimas
directas del ilícito o sus herederos, sino también las denominadas “víctimas por
repercusión”, esto es, todos aquellos que sin tener la calidad de víctimas inmediatas o
directas, también lo sufren en razón de que el daño inferido a las víctimas directas los hiere
en sus propios sentimientos o afectos o les lesiona algún interés o derecho extrapatrimonial
del que son titulares, no requiriéndose que entre ellas exista vinculación jurídica.
La acción derivada de un hecho ilícito es transmisible por testamento o ab intestato, a título
singular o universal. Luego, pueden ejercitarla tanto los herederos como los legatarios. Y, si
la víctima fue íntegramente indemnizada por el autor del ilícito, no podrá dirigirse en contra
de quien obtuvo provecho del dolo ajeno, pues habría un enriquecimiento sin causa.
¿Es transmisible la acción de responsabilidad por daño moral? Hay que hacer algunas
distinciones:
a) La víctima fallece cuando ya hay sentencia que acoge la demanda por daño
moral: Si la sentencia ordenó pagar a la víctima directa una indemnización por
cualquier tipo de daño (material o moral), si ésta fallece, la acción para cobrar la
indemnización se transmite a sus herederos (art. 1097 CC).
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b) La víctima demanda en vida, pero fallece durante el juicio: Si la víctima directa
litigaba por sí sola se aplica el art. 5 CPC y si lo hacía a través de mandatario
judicial este mandato se mantiene.
c) La víctima fallece antes de deducir la acción: ¿Pueden sus herederos demandar el
daño moral sufrido por la víctima directa? Para algunos sus herederos pueden
hacerlo, argumentan que en caso contrario, el autor de un accidente mortal sería
tratado mejor que el autor de lesiones no mortales, ya que, muerta la víctima el
autor quedaría a salvo de toda demanda.
Agregan que la víctima adquiere un derecho de reparación desde que el daño se
produce y este derecho es un verdadero crédito de indemnización que, por lo
mismo, forma parte del patrimonio de la víctima como cualquier otro crédito.
Ramón Domínguez señala que esta acción es intransmisible, ya que, esta acción
tiene un fundamento personalísimo del daño a reparar y la finalidad perseguida con
la indemnización no se avienen con un ejercicio de la acción por quienes no han
sufrido el daño.
Hecho de la víctima y reducción de la indemnización
Para que la culpa de la víctima exonere de responsabilidad al agente, no es necesario que a
éste le haya sido absolutamente imposible preverla o resistirla; esta culpa constituye una
causal de irresponsabilidad distinta del caso fortuito. Basta que no haya incurrido en ella,
esto es, que el daño tenga por única causa la culpa de la víctima.
Una situación distinta ocurre cuando el daño es la consecuencia tanto de la culpa del agente
como de la víctima, pues en tal caso procede la reducción de la indemnización (art. 2330
CC).
Ahora bien ¿En qué términos deberá hacerse la reducción? De seguirse la doctrina de la
equivalencia de las condiciones, debería rebajarse a la mitad, pues según ella, todas las
causas del daño son de la misma entidad. Sin embargo, se estima más justo que la rebaja la
haga el juez considerando la influencia que cada una de estas culpas tuvo en la ocurrencia
del hecho, lo que naturalmente implica separarse de la teoría de la equivalencia de las
condiciones.
La acción de responsabilidad extracontractual se puede ceder por acto entre vivos a
cualquier título, de acuerdo a las reglas generales. En este caso, no se divisa inconveniente
para que pueda demandar el cesionario.
Titular pasivo de la acción de indemnización de perjuicios
La norma básica está en el art. 2316 CC, la cual dispone que es obligado a la indemnización
el que hizo el daño y sus herederos; y el que recibe provecho del dolo ajeno, sin ser
cómplice en él sólo es obligado hasta la concurrencia de lo que valga el provecho.
• El autor del daño: Se entiende por “autor” no solo aquel que materialmente cometió el
ilícito, sino también a los cómplices o encubridores.
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• Los herederos del autor del ilícito: Los herederos del autor del delito o cuasidelito
responden porque representan a la persona del causante y le suceden en todas sus
obligaciones transmisibles (art. 1097 CC). Alessandri aclara que los sucesores a título
singular no tienen responsabilidad porque no representan a la persona del causante.
En el caso que los herederos sean varios, cada uno deberá concurrir a la reparación a
prorrata de su cuota (art. 1354 CC).
• El que recibe provecho del dolo ajeno y sus herederos: Estos sólo responderán hasta
el monto del provecho.
En este caso se plantea el problema de determinar en contra de quien se debe dirigir la
acción. Al respecto, Alessandri señala que se puede dirigir directamente en contra de
quien se aprovecha del dolo, aunque no se haya declarado previamente la existencia del
delito y la consiguiente responsabilidad de su autor.
Por otro lado, Ducci estima que para que pueda interponerse la acción de reparación
contra el que recibe provecho del dolo ajeno, es preciso que con anterioridad se haya
establecido que existe un delito y que es responsable de éste su autor.
Con todo, si la víctima fue íntegramente indemnizada por el autor del ilícito, no podrá
dirigirse en contra de quien obtuvo provecho del dolo ajeno, pues habría un
enriquecimiento sin causa.
La acción de responsabilidad extracontractual se puede dirigir también en contra de las
personas que, en conformidad a lo dispuesto en los arts. 2320 al 2322, responden del hecho
de otras personas.
Si los autores del ilícito son dos o más personas, todos ellos responden solidariamente de
todo perjuicio (art. 2317 CC), sin perjuicio que, en sus relaciones internas, cada uno soporte
el pago en la parte que corresponda a la gravedad de su falta. Alessandri aclara que la
solidaridad afecta a todos los que hayan intervenido en la comisión del delito o cuasidelito
como autores, cómplices o encubridores. Sin embargo, Ducci afirma que la solidaridad no
alcanza a los encubridores.
El art. 2317 CC debe interpretarse restrictivamente, por eso no alcanza a los terceros
civilmente responsables, porque ellos no son coautores de un mismo delito. Por la misma
razón, en el caso de que las víctimas sean varias, no hay solidaridad activa, pues la ley no la
establece.
Extinción de la responsabilidad extracontractual
Se extingue por los modos generales contemplados para cualquier obligación. Sin embargo,
sólo nos referiremos a tres:
1. La transacción
Art. 2449 CC. La transacción tiene efectos relativos (art. 2461 CC)
2. La renuncia

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La renuncia sólo puede hacerse después de ocurrido el hecho ilícito, pues antes no ha
nacido el derecho.
La renuncia no requiere de formalidad alguna, pero su prueba queda sometida a la
limitación de los arts. 1708 y 1709 CC. En el caso del art. 2317 CC, no se divisan reparos
para que la víctima pueda renunciar respecto sólo de alguna de ellas, ya que al tener efectos
relativos, la renuncia no afecta a los demás.
3. La prescripción
Art. 2332 CC. El plazo serán cuatro años desde la perpetración del acto. En la doctrina se
encuentran distintas opiniones sobre el momento desde el cual deben contarse los cuatro
años en los casos en que el daño no se produce coetáneamente con la realización del hecho
culpable o doloso.
Alessandri estima que los cuatro años corren desde la realización del hecho doloso o
culpable. En cambio, Pablo Rodríguez estima que los cuatro años se deben contar desde
que concurren todos y cada uno de los presupuestos que conforman el ilícito civil, por lo
que sólo empieza a correr cuando sobreviene el daño, pues al constituir éste un elemento
del hecho ilícito, no puede ocurrir antes, ya que ello implicaría supone que la prescripción
comienza a correr antes de que el derecho nazca.
Se ha fallado que corresponde rechazar la demanda de indemnización de daños
patrimoniales si han transcurrido más de cuatro años desde la perpetración del acto que los
causó, pero debe acogerse esa demanda en cuanto reclama la indemnización del daño moral
si éste es el resultado de una secuencia de hechos y desde el día de la terminación de esta
secuencia hasta la notificación de la demanda del perjudicado no han transcurrido los
plazos prescriptivos de los arts. 2332 y 2515 CC.
También pueden presentarse dudas sobre el momento en que se debe empezar a contar el
plazo en aquellos casos en que el acto ilícito está configurado por acciones u omisiones
mantenidos durante un extenso periodo. Estimamos que, en tal caso, el plazo de
prescripción comienza a computarse desde que cesa la actividad ilícita.
Se ha fallado que tratándose de la responsabilidad extrajudicial de un ente de derecho
público, no cabe admitir la aplicación del art. 2332 CC, por cuanto ello sería inconsistente
con las características de la nulidad de derecho público, de modo que su aplicación
conduciría a reconocer la total invalidez de los actos impugnados, pero manteniéndose
incólumes sus efectos.
También se ha resuelto que esta prescripción es una de corto plazo, de manera que, a partir
del art. 2524 CC corren contra toda persona.
Capítulo III. Responsabilidad del Estado
El art. 38 inciso 2° CPR dispone que cualquier persona que sea lesionada en sus derechos
por la Administración del Estado, de sus organismos o de las municipalidades, podrá

31
reclamar ante los tribunales que determine la ley, sin perjuicio de la responsabilidad que
pudiere afectar al funcionario que hubiere causado el daño.
Esta disposición ha sido entendida por la doctrina en el sentido que el único requisito para
que se genere la responsabilidad de la administración es que se haya lesionado un derecho
de un administrado, sin que importe si el acto, hecho u omisión que la produce sea lícito o
ilícito, que haya habido o no culpabilidad en el agente del Estado. Se trata de una
responsabilidad que no se funda en la culpa o el dolo de quien lo causa, sino en la
existencia de una víctima que ha sufrido un daño como consecuencia del actuar de la
administración.
- Características
Es de Derecho Público, lo que la hace diferente al sistema aplicable a los sujetos jurídicos
privados.
Es objetiva, ya que no es una responsabilidad que derive del hecho del otro, sino
directamente de la persona jurídica (administración), se configura por los daños causados
por el actuar lícito o ilícito, jurídico o de hecho de los órganos administrativos. La víctima
sólo debe acreditar que un hecho, acción u omisión de un ente estatal realizada dentro del
ámbito de sus funciones le ha causado un daño, no es siquiera necesario individualizar a la
persona natural que realizó el acto.
Es integral, en cuanto debe comprender la indemnización de todo daño causado a la
víctima, patrimonial o extrapatrimonial.
Un caso en que la Administración del Estado es responsable es cuando hay falta de
servicio. Habrá falta de servicio en los siguientes casos:
• Cuando la administración pública ha funcionado mal, o sea el daño es causado por una
acción positiva.
• Cuando no ha funcionado, o sea el daño se ha cometido por omisión, cuando existe un
deber funcional de actuar.
• Cuando lo haya hecho tardíamente, o sea, cuando el daño es cometido por una falta de
diligencia funcional.
Los requisitos para que pueda prosperar una demanda de indemnización por falta de
servicio son los siguientes:
• Que exista una norma de derecho positivo que obligue a la administración a prestar el
servicio.
• Que se acredite que el servicio no se prestó o se prestó en forma inadecuada o
tardíamente.
• Que se pruebe el perjuicio.
• Que se pruebe que el perjuicio se produjo por la falta de servicio (nexo causal).

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Existe controversia sobre si la acción para demandar la indemnización del Estado prescribe
y para el caso de ser así, en qué plazo. Soto Kloss es de opinión que la acción es
imprescriptible, por tratarse de una responsabilidad de derecho público a la que no debe
aplicarse el estatuto de la responsabilidad del derecho civil.
Rojas opina que la acción prescribe. Ello, por ser la prescripción universal y de todos los
tiempos respecto de las acciones patrimoniales y descansar en la idea de protección a un
valor jurídico importante: estabilidad y seguridad jurídicas.
Apuntes de clase + Barros

I. De la responsabilidad civil en general

Nociones generales de la responsabilidad civil

El daño es de la esencia de la responsabilidad civil extracontractual. De ahí entonces que el


objeto de la acción de responsabilidad civil consista en la reparación en dinero de ciertos
daños. La principal cuestión que debe resolver el estatuto jurídico de la responsabilidad
civil consiste en determinar los criterios, condiciones o requisitos según los cuales las
consecuencias patrimoniales del daño sufrido por una persona deben radicarse en el
patrimonio de otra.

Responsabilidad, proviene de “spondere o re spondere”, es decir, prometer algo que


realmente se debía; sin embargo, hoy no es solo un prometer o deber sino que hoy
constituye una polisemia, de manera que tiene más de un significado jurídicamente.

• Podemos decir que es una obligación de reparar el daño causado.


• Sugiere asumir las consecuencias jurídicas (el incumplimiento contractual) en
donde tenemos la resolución, el cumplimiento y/o indemnización.
• Por último, también pretende explicar el cumplimiento de deberes generales de
conducta de los ciudadanos.

Tenemos una responsabilidad civil, pero también hay otras fuentes de responsabilidad, tal
como la responsabilidad penal que depende del tipo y la culpabilidad, mientras que en
materia civil se tiene un tipo amplio consagrado en el art. 2314. También está la
responsabilidad infraccional o administrativa en donde encontramos multas a beneficio
fiscal y se requiere de culpabilidad. También tenemos la responsabilidad política en donde
encontramos sanciones morales.

El elemento más importante de la responsabilidad civil es el daño, esto quiere decir que sin
daño no hay indemnización ni responsabilidad civil. El daño es el objeto procesal de la
acción (art. 2314 “Alterum neminem laedere”).

La responsabilidad civil también se suele llamar “responsabilidad aquiliana, delictual, de


tort o derecho de daños”.

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Concepto de responsabilidad civil

“Necesidad efectiva o eventual que se encuentra una persona de hacerse cargo de las
consecuencias gravosas de un acto que se le atribuye como propio”.

“Juicio normativo por el que se le imputa a una persona la obligación de reparar a otra”.

Breve reseña histórica

En las culturas antiguas se respondía por hechos voluntarios (delictuales), lo que hoy en día
conocemos como “responsabilidad penal”. En el siglo V a.C., encontramos la Ley del
Talión.

En la Roma antigua encontramos la “Lex Aquilia” en donde podemos ver que la


responsabilidad delictual estaba basada en el hecho voluntario y el furtum damno iniuria
datum (delitos penales y civiles, por lo tanto encontramos penas pecuniarias y la
responsabilidad estaba basada en la negligencia, pero no hubo un principio básico de ella).
Esto se mantuvo en la Roma imperialista.

En la edad media se consolida el cristianismo y la responsabilidad aflora con un concepto


distinto. Ahora surge la idea del “pecado” que supone la idea de la culpa subjetiva (examen
en el fuero interno ya que la persona no actúa como el resto).

Luego encontramos el Code Civil de 1804. En el Código Civil encontramos el principio


general de culpa (art. 1437 y 2284) en el art. 2314 y 2329.

No tuvo mayor importancia la idea de responsabilidad hasta la industrialización y los


riesgos de la sociedad moderna, ya que mientras más riesgos hay, mas daños hay también,
de este modo, se desplaza la subjetividad de la culpa. Surge la necesidad de crear leyes
especiales que objetivan la responsabilidad civil y la jurisprudencia objetiva la misma. De
esta forma, si se desplaza la culpa, entonces hoy se mira el daño, eso es lo importante.

¿Por qué se estudia responsabilidad civil?

Por la libertad, ya que el hombre libre siempre responde.

Según el sistema, si estamos frente a sistemas subjetivos tendremos que atender a la


existencia de una acción u omisión más culpabilidad. Mientras que, si estamos frente a
sistemas objetivos solo atenderemos a la existencia de una acción u omisión.

Se responde por actor propios, pero también respondemos por actos de terceros que
dependen de nosotros (vínculos familiares, militares, laborales, etc), también respondemos
por las cosas que se tienen o poseen (por ej. Tirar el Código Civil y que le pegue a alguien).

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Las preguntas que plantea la responsabilidad civil se deben a casos cotidianos de accidentes
que causan daños a terceros, quienes plantean preguntas acerca del ordenamiento que
debería resolverlos tales como ¿Cuál es la regla socialmente más eficiente? O ¿Cuál es la
regla de atribución de responsabilidad más justa? La cuestión que subyace a la mayoría de
estas preguntas dice relación con el criterio que se utilizará como fundamento de la
responsabilidad civil: la culpa del que causa el daño o la mera relación causal entre ese
hecho de un tercero y el daño.

Así, la pregunta principal es si acaso procede o no que la víctima sea indemnizada por un
tercero. La respuesta a esta cuestión esencial está determinada por las condiciones que el
derecho establece para que haya lugar a la responsabilidad civil: ¿Basta que el tercero haya
intervenido de cualquier modo en la ocurrencia del accidente, o es necesario, además, que
su conducta sea reprochable? Este primer orden de preguntas define los principales
sistemas de atribución de responsabilidad:

• El de responsabilidad estricta u objetiva, que solo exige una relación causal para que
surja la obligación indemnizatoria, con la consecuencia de que quien desempeña
una actividad asume todos los riesgos de accidentes que se derivan de realizarla.
• El de responsabilidad por culpa, que exige, además, que el autor del daño haya
actuado con negligencia o mala fe.

Funciones de la responsabilidad civil

La pregunta por los fines pretende indagar sobre las razones para establecer un determinado
régimen de responsabilidad civil, y en particular, para preferir uno u otro modelo de
atribución.

Desde el punto de vista sustantivo, los fines de la responsabilidad civil pueden ser
agrupados en dos órdenes: a) desde la perspectiva del análisis económico, el fin de las
reglas de responsabilidad civil es prevenir los accidentes en un grado óptimo socialmente; y
b) desde la perspectiva de la relación entre el agresor y la víctima, las reglas de
responsabilidad tienen por finalidad dar una solución justa.

Así, desde el punto de vista instrumental, el derecho puede ser visto como un conjunto de
incentivos y desincentivos que permiten orientar el comportamiento hacia fines socialmente
deseables. Tratándose de la responsabilidad civil, el fin será la óptima prevención de
accidentes, esto es, el establecimiento de una regla tan rigurosa como sea necesario para
evitar accidentes que causan un daño mayor al beneficio que reporta la actividad que los
genera. En este sentido, las reglas de responsabilidad civil actúan como reglas de
prevención general. Actúan además como un mecanismo descentralizado de control. Este
sistema estará con frecuencia complementado con normas de prevención especial, de
carácter admnistrativo.

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Desde una perspectiva económica, el establecimiento de un régimen de responsabilidad
civil supone determinar los niveles óptimos de prevención. Exige responder la pregunta
acerca de cuáles son los niveles de riesgo que estamos dispuestos a tolerar, y cuales las
herramientas legales (tipos de responsabilidad) más eficientes para alcanzar dichos niveles.

Desde la perspectiva de su utilidad, las reglas de responsabilidad civil operan como un


instrumento para alcanzar un nivel óptimo de cuidado. Así, la aplicación de reglas de
responsabilidad estricta solo se justifica en casos en que el beneficio que reporta la
actividad es notoriamente inferior al riesgo que ella misma genera.

Por otra parte, quienes son partidarios de un sistema generalizado de responsabilidad


estricta, argumentan que este sistema obliga a quienes desarrollan la actividad riesgosa a
internalizar el costo de los accidentes. Este argumento, sin embargo, atiende más a la
distribución de los costos provocados por los accidentes que a la eficacia preventiva de la
regla.

Un segundo argumento en favor del sistema de responsabilidad estricta señala que la mejor
regla para prevenir accidentes es la que aplica los incentivos en aquél que genera el riesgo,
de manera que sea éste quien determine el grado óptimo de cuidado. Por regla general,
quien desarrolla la actividad está en mejores condiciones para evitar el daño.

Por último, el sistema de responsabilidad estricta considera como factor relevante el nivel
óptimo de actividad. La responsabilidad estricta opera como un fuerte desincentivo a
desarrollar actividades cuya utilidad marginal es menor al costo de evitar o reparar los
accidentes que provoca.

En resumen, las funciones de la responsabilidad civil son:

1. Reparar: Reparar el daño causado (hay 2 elementos de la responsabilidad civil).


Esta es la finalidad fundamental y debemos dejar a la víctima indemne, nos
centramos en el concepto de “reparación integral”. Generalmente se repara en
dinero.

2. Compensar: Es un símil a la reparación. A medida que avanza la sociedad hay más


daños; sin embargo, hay uno que jamás se puede reparar, hablamos del daño moral
o no patrimonial. También se compensa en dinero.

3. Garantía de libertad: Procura la libertad de las personas.

4. Preventiva o disuasiva: La responsabilidad civil siempre funciona a posteriori del


daño, pero hay quienes postulan que actúa a priori y se ve una acción de cesación
cuando el daño no se ha producido, pero es inminente.

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5. Punitiva o de castigo: Mirando la acción penal se busca castigar al culpable, pero en
el ordenamiento civil no se busca castigar.
En la ley norteamericana, se crearon daños punitivos. Sin embargo, en Chile se han
prohibido constitucionalmente, ya que van contra el debido proceso porque se está
culpando a alguien ex ante. No obstante, hay sesgo en la jurisprudencia.
En el sistema procesal penal encontramos medidas alternativas.
14/03/2016

II. Relación entre la responsabilidad penal y la responsabilidad civil

Nociones generales

El hecho punible también da origen a una responsabilidad civil, esto se veía claramente en
la “Lex Aquilia”, la cual tipificaba delitos con penas civiles.

Hay influencia del positivismo criminológico y se entendía la reparación como integrante


de la pena; incluso en el sistema antiguo, el juez de oficio podía perseguir la
responsabilidad civil en el juicio de responsabilidad penal. En Chile siempre se ha
permitido discutir la indemnización de perjuicios en el juicio penal, pero no debe olvidarse
que sus fines son distintos.

Diferencias entre la responsabilidad penal y la responsabilidad civil

1. Daño: Sin este elemento no hay responsabilidad civil, pero si puede haber
responsabilidad penal, como por ejemplo: los delitos de mero peligro o abstractos.
A diferencia de lo que ocurre en el ámbito penal e infraccional, donde se
contemplan ilícitos de mero peligro y se sancionan conductas tentadas y frustradas,
sin daño no hay responsabilidad civil. Por eso, el daño es condición esencial de la
responsabilidad patrimonial.

2. Personalidad de la pena: En la responsabilidad penal se extingue la responsabilidad


en caso de muerte del hechor, en cambio en materia civil se transmite.

3. Tipo: En materia penal se exige tipicidad, mientras que en materia civil hay un tipo
amplio (art. 2314).

4. Capacidad: Art. 2319, en materia penal se requiere de la mayoría de edad.

5. Cuantía y el monto de reparación: En materia civil se determina en relación al daño,


pero en materia penal depende el dolo y de la culpa.

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6. Renuncia de la acción: En materia penal no se puede renunciar, mientras que en
materia civil si se puede.

7. Estándar de convicción: En materia penal se debe dar certeza y razonabilidad (más


allá de toda duda razonable), mientras que en materia civil hablamos de una
probabilidad razonable (las que los jueces crean más conforme a la verdad).

8. Culpa: La finalidad de la culpa civil tiene por fin reparar un daño, mientras que la
finalidad de la culpa penal tiene como fin que el infractor de la norma sea
condenado a sufrir un daño.

¿Puede haber responsabilidad civil sin responsabilidad penal? ¿Y viceversa? Sí.

La acción civil en el proceso penal

1. Reglas generales:
• Legitimación activa en el procedimiento civil: Cuando estamos ante un daño
en las cosas, el legitimado activo puede ser el dueño, poseedor, iura in re
aliena o los herederos de todos ellos.
Cuando estamos ante un daño en las personas, podemos estar frente a un
daño patrimonial en donde el legitimado activo será la víctima o la víctima
por rebote, y también aquellos que recibían ayuda económica del afectado.
En el caso del daño moral será la víctima directa, mientras que la situación
de las víctimas por rebote se discute, pero se piensa que si pueden ser
legitimados activos en el caso de fundarse en la muerte.

2. Condiciones de la acción civil en el nuevo proceso penal:


• La existencia de un hecho punible.
• No haberse incoado la acción ante un juez civil.
• Distinguir el tipo de acción civil.
• Verificar la legitimación activa y pasiva.

3. ¿Qué acción civil se puede interponer en el proceso penal?


Las acciones civiles pueden ser:
• Restitutorias: Por ejemplo la acción reivindicatoria o los efectos del delito
(art. 59 CPP), siempre deben interponerse por el legitimado activo, dueño,
poseedor, etc.
• Reparatorias o indemnizatorias: Por ejemplo el daño patrimonial y daño
moral (art. 59.2 CPP), aquí pueden interponerse, es decir, es facultativa y
dependerá de la estrategia; como es una facultad se debe ver la legitimación.
Horvitz incluye la acción de pago, nulidad y cancelación y demarcación.

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Hay un derecho de opción (art. 69.2 CPP), es decir, si la victima ejerce la acción
ante juez civil no puede hacerlo ante juez penal porque si lo hace habrá
litispendencia.

4. Legitimación activa de la acción civil en el proceso penal:


Hay una tensión entre el principio de protección del interés de los damnificados
versus la celeridad del proceso.
No hay restricciones en las acciones reparatorias; sin embargo, la restricción es muy
fuerte en las acciones indemnizatorias, ya que solo la víctima puede incoarla.
¿Quién es víctima para estos efectos? Art. 108.1 CPP Victima será el ofendido por
el delito. Si hay muerte del ofendido, o estamos frente a un caso en que este no
puede defender sus derechos, se considerará víctima:
• Cónyuge o conviviente civil y a los hijos.
• Ascendientes.
• Convivientes.
• Hermanos.
• Adoptado o adoptante.
No está contemplada la víctima por rebote, salvo que la norma los considere, como
pasa en el caso de los hijos. Tampoco se considera a aquellos que sufren el daño
como ocasión del delito. Tampoco al asegurador o cesionario. Debemos tener claro
que todas estas personas pueden demandar en sede civil, pero nunca en un proceso
penal; es por esto que hay mucho fallos civiles contradictorios.

5. Legitimación pasiva de la acción civil en el proceso penal:


Solo contra el imputado (Art. 59.3 CPP), no contra los terceros civilmente
responsables como los subordinados. Tampoco contra personas jurídicas, salvo que
nos encontremos en sede especial de personas jurídicas. Tampoco los que reciben
provecho o dolo ajeno (Art. 2316).
16/03/2016

*Solo será procedente la acción restitutoria cuando sea la cosa debida, si ésta se destruye
procede la reparatoria. La acción restitutoria procede en objetos y documentos, sin embargo
la ley penal prefiere la incautación de los objetos.

6. La preeminencia de la responsabilidad penal en el juicio civil:


Debemos ver la autoridad de la cosa juzgada de lo penal sobre lo civil (Art. 178 y
179 CPC); para esto diremos que la sentencia que se puede dictar puede ser
condenatoria o absolutoria.
• Condenatoria: Art. 178 CPC, en este caso la sentencia penal tiene un valor
en el juicio civil; el juez civil no puede volver a discutir la existencia de un
hecho punible ni la responsabilidad, por ende, se da por probada la culpa y la
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existencia del delito, solo hay que demostrar el daño y la causalidad. Se
aplica extensivamente a la responsabilidad infraccional (militar).
• Absolutoria o sobreseimiento definitivo: Art. 179 CPC, en este caso la
sentencia penal no tiene un valor en el juicio civil, de manera que, hay que
probar todo. Los efectos de estas sentencias son excepcionales, es por esto
que el art. 180 CPC señala que solo producirán cosa juzgada en materia civil
cuando se funden en las siguientes circunstancias:
a) La no existencia del delito o cuasidelito que ha sido materia del proceso.
La inexistencia del delito se da por probado. Comprende el cuasidelito;
en la jurisprudencia se señala que no existió el hecho punible, hay
inexistencia del hecho material. De esta forma, no se puede volver a
discutir en el juicio civil si hubo o no delito en el hecho material, pero
puede existir responsabilidad civil.
b) No existir relación alguna entre el hecho que se persigue y la persona
acusada. No hay culpable, encontramos inexistencia de participación del
demandado en el hecho dañoso. Esta circunstancia no depende de la
primera y el efecto es que el imputado no cometió delito, de manera que
solo opera por el hecho propio y no por el ajeno.
¿Puede responder civilmente? Sí.
No existir en autos indicio alguno en contra del acusado. Hay
inexistencia de indicios contra el imputado, pero solo respecto de los
intervinientes penales. Es el estándar de convicción en materia penal y se
trata más que solo falta de pruebas.
Se pueden usar las mismas pruebas del juicio penal, siempre y cuando se
le impute responsabilidad civil.
Ahora, la contraexcepción de esta preeminencia, es que siempre se debe restituir.
*Efecto extensivo de la cosa juzgada: Art. 180 CPC, como ideas generales podemos
rescatar la siguiente: “Solo lo que se ha fallado”, es decir, solo esos hechos se dan por
probados, de manera que el juez civil no puede contradecir al juez penal.

7. Culpa penal y culpa civil:


Hay una identidad en sede civil y penal. La culpa es la misma y basta con acreditar
el daño en sede civil una vez condenado el imputado; así, procede una
indemnización aún en caso de sentencia absolutoria sobre todo para las víctimas por
rebote y en contra de los terceros civilmente responsables.
Hay mayor jurisprudencia en torno a la culpa penal (investigación y peritajes).
18/03/2016

III. La responsabilidad civil y las salidas alternativas al proceso penal

Suspensión condicional del procedimiento:

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Art. 240 y 237 CPP. Se produce la detención temporal de la persecución penal por medio
de un acuerdo entre el Fiscal y el imputado, de manera que podemos notar con claridad que
no participa la víctima.

Que se produzca una detención de dicha persecución no quiere decir que se extingan las
acciones civiles de las víctimas o terceros, estas siguen vigentes.

Puede recaer en dinero, pero ¿Formaría parte de la indemnización? La doctrina nos señala
que si formaría parte de la imputación a la indemnización de perjuicios.

Acuerdo reparatorio:

Se trata de una convención entre la víctima y el imputado, la cual, bajo términos y


condiciones, extingue la acción penal. Así, se requiere que exista un hecho punible,
consentimiento e interés general no comprometido.

Tiene un efecto relativo, de manera que, solo va a afectar a aquellos que intervinieron en el
proceso.

Desde el punto de vista de la ejecución se ve como una transacción.

Se discute si este acuerdo forma o no parte de una indemnización de perjuicios. Barros


señala que no, mientras que Corral señala que sí, ya que es un acuerdo entre privados.

21/03/2016

IV. Concurrencia de la responsabilidad civil

Delimitación de regímenes de responsabilidad contractual y extracontractual

Ambos estatutos de responsabilidad comparte un objetivo común, esto es, dar lugar a una
acción civil de indemnización de perjuicios, que persigue la reparación pecuniaria de los
daños sufridos por el hecho de un tercero. Sin embargo, así como comparten un gran
elemento común, también hay diferencias entre ambas, tales como:

• La responsabilidad contractual tiene un carácter secundario, es decir, surge solo una


vez que el deudor ha incumplido la obligación contractual; de manera que, se
traduce en una obligación de segundo grado.
En materia extracontractual, en cambio, la responsabilidad no supone la existencia
de un vínculo obligatorio previo, y su antecedente se encuentra en aquellos deberes
de cuidados generales y recíprocos que las personas deben observar en sus
encuentros espontáneos. Así, el vínculo obligatorio tiene en el ámbito
extracontractual un carácter originario, cuyo antecedente es precisamente haber
ocasionado un daño infringiendo alguno de esos deberes de conducta.

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• Art. 1437, 2284, 2314. La responsabilidad contractual no está explicita en ninguna
parte, pero la podemos construir a partir de los arts. 1545 y ss., mientras que las
normas de la responsabilidad extracontractual se encuentran en los arts. 2314 y ss.

Lo importante es que ambas pueden converger, de manera que se produce una


concurrencia, cumulo u opción, en cuyo caso hablaremos de la frontera interna. En el caso
contrario, pueden coexistir ambas responsabilidades de forma paralela, en cuyo caso
hablaremos de una frontera externa.

No existe impedimento para que el contrato sustituya a las reglas de responsabilidad civil
extracontractual, respetando los límites que imponen las normas de orden público y las
buenas costumbres.

No obstante, en la práctica, la regulación contractual de los riesgos es totalmente


excepcional, ya que los riesgos a los que diariamente nos vemos enfrentados son tan
difusos, que la negociación de contratos entre los potenciales causantes de daños y sus
víctimas resulta inviable por los costos de obtener la información relevante y por los demás
costos de transacción para llegar a acuerdos individuales con innumerables personas. Ello
solo es posible en aquellos casos excepcionales en los que el riesgo y las potenciales
víctimas son perfectamente identificables a priori y, además, se justifica el costo de entrar a
negociar un acuerdo. Es por esto que las reglas de responsabilidad extracontractual siguen
teniendo el carácter de estatuto general de responsabilidad civil.

Principales diferencias

1. De dónde emana la obligación de indemnizar: En el caso de la responsabilidad


contractual, diremos que emana del contrato (Art. 1545, los efectos están regulados
en los arts. 1489, 1554, 1555 y 1556); mientras que en el caso de la responsabilidad
extracontractual puede emanar de un delito o cuasidelito (Art. 2314 y ss.).

2. La graduación de la culpa: En el caso de la responsabilidad contractual, diremos que


tiene niveles de culpa (Art. 44 y 1547); así, el estándar del que hablamos es aquel
del hombre como buen padre de familia; de esta manera, tenemos la culpa leve, lata
y levísima reguladas en el art. 1547 según la utilidad del contrato. La culpa lata se
dará en aquellos casos en que solo son útiles al acreedor (deposito), la culpa leve se
dará en aquellos casos en que es útil para ambos (compraventa) y la culpa levísima
se dará en aquellos casos en que solo son útiles para el deudor (comodato).
En materia extracontractual no hay grados, hay una sola culpa, pero en caso de tener
que clasificarla como alguna de las anteriores, diremos que es una culpa leve, aun
cuando en sistemas especiales se exige culpa levísima.

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3. La prueba de la culpa: En materia de responsabilidad contractual opera la culpa
presunta (Art. 1547.3), es decir, del hecho conocido o contrato se infiere otro hecho
que sería el incumplimiento. Así, en el juicio se debe presentar como prueba solo el
contrato y no el incumplimiento porque este se presume y, de esta manera, la
víctima se beneficia de esta presunción. En doctrina se dice que la presunción de
culpa va a operar de manera distinta si se trata de una obligación de medio o de
resultado; de forma que, en las obligaciones de medio no rige la presunción porque
siempre hay que probar la diligencia y esta se confunde con la prestación, mientras
que en la obligación de resultado opera porque solo basta probar el contrato.
En la responsabilidad extracontractual, la regla es la culpa probada, es decir,
siempre se debe probar. La excepción es la culpa presunta, la cual se da en aquellos
casos de hecho propio (Art. 2329), hecho ajeno (Art. 2320 y 2322), y hecho de las
cosas (Art. 2323). Hoy la excepción es muy grande y se da en la mayoría de los
casos.

4. Mora: Se trata del retardo imputable en el cumplimiento de una obligación, la cual


subsiste una vez interpelado el deudor (la persona fue negligente en atrasarse). Se
aplica a los perjuicios tardíos y no debería exigirse para el cumplimiento por
equivalencia.
El art. 1556 nos señala tres tipos de incumplimiento: el total, parcial y el tardío, solo
respecto de este último encontramos “la mora”.
Opera solo en el régimen contractual y no en el extracontractual.

5. Capacidad o imputabilidad: En el régimen de responsabilidad contractual opera la


regla general de los arts. 1446 y 1447. En el régimen de responsabilidad
extracontractual opera una capacidad especial regulada en el art. 2319.

6. Avaluación anticipada de los perjuicios: En el régimen de responsabilidad


contractual se pueden pactar clausulas penales (“por cada día de retraso me tienes
que pagar $X); mientras que en el régimen de responsabilidad extracontractual no se
pueden pactar dichas cláusulas y siempre se determina el daño con una sentencia
judicial.

7. Responsabilidad por el hecho ajeno: En materia de régimen de responsabilidad


extracontractual se responde del hecho ajeno aun cuando no haya hecho propio; así,
el tercero civilmente responsable responde por el hecho de otro porque existen
deberes de cuidado (Arts. 2320 y 2322) y deberes de custodia.
En materia de régimen de responsabilidad contractual se responde siempre del
hecho propio aun cuando se cometa por terceros; así, no hay responsabilidad
contractual por el hecho ajeno (Art. 1679), como tampoco hay acción de regreso.

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8. Extensión del daño indemnizable: En materia de régimen de responsabilidad
extracontractual se responde de todo daño, de manera que, se ha creado un principio
llamado “principio de reparación integral del daño” (Art. 2329).
En materia de régimen de responsabilidad contractual hay límites en la
indemnización, el cual está dado por la previsibilidad del daño regulado en el art.
1558; si la actuación es culpable, se responde por los perjuicios previstos, mientras
que si es dolosa se responde por perjuicios imprevistos. Siempre se responde de los
perjuicios directos.

9. Pluralidad de responsables: En régimen de responsabilidad contractual la


responsabilidad es simplemente conjunta, la excepción es el art. 1526 N°3.
En régimen de responsabilidad extracontractual se responde de manera solidaria
(Art. 2317). In solidum (Art. 2320 y 2322) por vía jurisprudencial, es una obligación
mancomunada que se responde como solidaria.

10. Prescripción: En régimen de responsabilidad contractual (art. 2515) nos regimos por
las reglas generales, es decir 5 años desde que la obligación es exigible; mientras
que en régimen de responsabilidad extracontractual (Art. 2322) son 4 años desde la
perpetración del acto.
El problema se da en los casos en que el daño se prolonga en el tiempo.

11. Cláusulas de exoneración: En régimen de responsabilidad extracontractual, en


principio no sería posible pactar cláusulas de exoneración por la inexistencia de un
vínculo contractual previo.
En régimen de responsabilidad contractual prima la autonomía de la voluntad, es
por esto que se puede pactar lo que las partes quieran como: atenuantes, eximentes o
agravantes; pero hay límites como la condonación del dolo futuro (Art. 1465), la
buena fe contractual (Art. 1546) y las clausulas abusivas bajo la LPDC (Art. 16 Ley
19.496).
23/03/2016

Frontera interna

Teorías unificadoras de responsabilidad:

• Monista: Distingue un solo tipo de responsabilidad civil, de manera que, hay


unificación del sistema señalando que todo debe caer bajo la órbita extracontractual,
especialmente los daños causados por dolo. Perdió fuerza en Chile.
• Dualista: Confirma dos regímenes de responsabilidad. Aquí encontramos el cumulo.

Delimitación del problema de la opción de responsabilidad:

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¿Puede la víctima optar por el régimen que más le favorezca? El problema es el
desplazamiento de lo contractual hacia lo extracontractual. ¿Por qué es un problema?
Fundamentalmente es porque hay un contrato y no podemos desconocerlo para beneficiar a
la víctima.

No se trata de una concurrencia o cumulo, sino que es una opción. No hay una norma que
solucione el problema, de manera que la doctrina mayoritaria rechaza la opción y la
minoritaria la acepta (Corral y Barros).

Requisitos de la opción:

1. Identidad de partes: No aplica a terceros civilmente responsables ni víctimas por


rebote.

2. Doble condición del hecho dañoso: Es el mismo hecho que ocasiona dos fuentes. Es
fácil detectarla cuando existen obligaciones de seguridad (cuidado de las personas);
como en materia medica, trabajo, urbanismo y construcción, consumo, etc.

Rechazo de la opción:

Encontramos la “Teoría de la no acumulación”, la cual señala que conforme al art. 1545


que establece la fuerza obligatoria del contrato, existe una voluntad presunta de elección del
régimen de responsabilidad contractual y una renuncia tacita a la responsabilidad
extracontractual. Asimismo, debe haber coherencia sistémica en cuando al reconocimiento
del principio de especialidad, y por último por temas prácticos en cuanto a la certeza
jurídica.

Esta es la opción mayoritaria de la doctrina y la jurisprudencia.

A favor de la opción:

Se señala la existencia de un concurso de normas, es decir, un concurso alternativo de


normas. También se indican razones prácticas, ya que se protege a las víctimas directas y
favorece a las víctimas por rebote. Sin embargo, es la doctrina minoritaria y rechazada por
la jurisprudencia.

*¿Cuáles son los límites a la opción? Son dos, cuando hay pacto expreso (Art. 1545) y
cuando el ilícito contractual proviene de un delito penal.

28/03/2016

Frontera externa:

Aquí convergen los dos regímenes de responsabilidad. No se trata de un tercer régimen;


sino que se aplica uno solo, pero no se puede optar.

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1. Inferencia en contrato ajeno: El problema se da en el momento en que un tercero
participa en el incumplimiento, cosa que dogmáticamente no podría pasar porque en
el contrato solo pueden participar las partes; sin embargo, aquí ese paradigma se
repone.
¿El incumplimiento de un contrato puede ser atribuible a un tercero? En principio
no por lo dicho anteriormente, pero en este caso sí. La relatividad del contrato nos
dice que no; no obstante, aceptando que el tercero puede diremos que la
configuración de los deberes del tercero son:
• Excepcionales respecto de la posición de las partes, es una conducta
excepcional que no siempre se da.
• Generales, el tercero debe provocar una conducta que altere el neminem
laedere, es decir, que altere el régimen extracontractual.
En cuanto a la responsabilidad del tercero ¿Habría responsabilidad contractual o
extracontractual? Encontramos ambas, ya que el acreedor puede exigir una
indemnización al deudor por responsabilidad contractual y contra el tercero una
especie de responsabilidad extracontractual, pero fundada en el incumplimiento; eso
es lo extraño, no se trata de una simple infracción al neminem laedere, no se trata de
una simple negligencia. No basta con no conocer los contratos existentes entre las
partes, el tercero debe saber y conocer el incumplimiento (dolo).
Así, se configura una responsabilidad concurrente cumulativa, es decir, afloran
ambas responsabilidades para personas distintas. Ahora bien, si hay solidaridad, una
vez pagado por uno es difícil cobrarle a otro porque o si no habría enriquecimiento
sin causa (pero internamente podría haber repetición respecto del que pago por
otros). Los casos típicos son el libre comercio.
Requisitos de procedencia:
• Existencia de un vínculo contractual: Contrato entre la victima acreedora y
su deudor, debe ser vinculante hacia el futuro y no puede ser de efecto
instantáneo.
• El tercero de mala fe (dolo) genera conductas para incumplir el contrato: No
solo causa daño. Cuando queremos saber si hay inferencia en contrato ajeno
debemos ver la intención del tercero, así, si el tercero tenía la intención de
incumplir la hay, pero si solo produce daño, no.

2. Responsabilidad civil precontractual: El origen se remonta a Ihering, quien se da


cuenta de la culpa in contrahendo, de manera que, en la etapa precontractual una
persona por algún motivo no celebra el contrato y genera un daño. Aquí se exige la
culpa.
Surge de los daños y perjuicios en las convenciones nulas y es un régimen subjetivo
de responsabilidad.

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Seleilles expande los estudios de Ihering y se aleja de la culpa in contrahendo,
trasladándose a una noción objetiva, es decir, prescindimos de la culpa y nos
centramos en cuenta la infracción de deberes o seguridad creada.
¿Por qué se indemniza? Antes en Chile se seguía el régimen subjetivo, de manera
que se debía indemnizar porque el futuro deudor fue negligente. Claro Solar creía
que era una extensión de la culpa contractual, mientras que Domínguez y Alessandri
señalaron que se trataba de la culpa extracontractual. Se ve en los casos de
retractación de la oferta.
Hay otros autores que explican que el fundamento está en la buena fe objetiva del
art. 1546,
Otros como Tapia y Stichkin que piensan que está en el abuso del derecho, sobre
todo cuando hay retractación tempestiva de la oferta. Otros dicen que el fundamento
está en la ley como declaración unilateral de voluntad.
Las más utilizadas son la noción de culpa y de buena fe.
La doctrina mayoritaria señala, respecto a la naturaleza de la responsabilidad
precontractual, que se aplica el régimen de responsabilidad extracontractual como
derecho común y supletorio de la responsabilidad contractual.
Ahora, en los casos de oferta como tenemos el requisito de seriedad (intención de
obligarse), estamos ad portas de un contrato. De esta forma, Corral cree que se
aplicaría el régimen extracontractual, pero Barros dice que es discutible y que
podría ser contractual ya que está más cerca del contrato (por eso que lo discutido es
la revocación o caducidad de la oferta).
30/03/2016

Deberes precontractuales:

1. Deber de comunicación o información: Se crea a partir de ciertas figuras, tales como


los vicios del consentimiento; esto, desde el punto de vista del que no erró. La
inexcusabilidad del error es lo que da origen a este deber, también nace del dolo
cuando trata de deberes pasivos; esto es la reticencia, es decir, cuando debía hacer
algo y no lo hace, en este caso es “el informar”.
Su contenido está en el deber de buena fe, que impone a las partes el deber de
informar las causas de invalidez conocidas, esto incide en la formación del contrato.
De no suceder lo anterior sería anulable por la existencia de un vicio.
Ahora bien, se refiere tanto a las causas de invalidez conocidas, como también a
aquella que hubiera podido conocer si hubiese existido una diligencia ordinaria.
Sobre todo en casos de existencia de partes desiguales, es decir, donde una es
claramente más fuerte que la otra, este deber de información es exigible siempre.

2. Deber de secreto o confidencialidad: Su origen está en la confianza o lealtad y cobra


especial importancia en algunos tipos contractuales.

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Su contenido está en la reserva o secreto de la información recibida. Se presenta en
el acuerdo de confidencialidad que puede tener la forma de un contrato, por
ejemplo, cuyo caso daría origen a responsabilidad contractual.

3. Deber de custodia y conservación: Su origen está en ciertos negocios con requisitos


especiales, es fácil detectarlo en figuras compuestas por futuras obligaciones de dar.
En cuanto a su contenido, debemos examinar las mercancías u objetos antes de la
celebración del contrato. La figura de la buena fe impone este deber de custodia y si
no se llagara a celebrar el contrato nace una acción de restitución.
Etapas de la responsabilidad precontractual:

1. Tratativas preliminares o negociación: En esta etapa, cada quien cuida sus propios
intereses, pero siempre en un ámbito de confianza legítima, es decir, siempre bajo
buena fe. Como bien sabemos, no se puede imponer la celebración de un contrato a
nadie, sin embargo, el problema estará si algo hace mal una de las partes, ya que se
producirá un mal entendido, el cual, desde el punto de vista de la buena fe y desde
el punto de vista del mismo mal, produce un daño. Los requisitos para que surja
responsabilidad precontractual en la etapa de negociación son:
• Que exista una confianza razonable.
• Que se produzca un retiro injustificado.
• Que este retiro injustificado cause daño.
• Que exista un nexo causal entre el retiro injustificado y el daño
¿Qué se indemniza? Nos centramos en el interés negativo o de confianza y se
indemnizará como si no se hubiera celebrado el contrato, es decir, se tendrá en
especial consideración los gastos provocados y el gasto espontáneo; además, se
podrá pedir la indemnización de lucro cesante y daño moral en ciertos casos
puntuales.

2. Oferta: Como bien sabemos, los requisitos de la oferta son: que debe ser seria,
completa y hecha a una persona determinada.
Los casos de responsabilidad precontractual, se hacen notar en casos de una
retractación de la oferta que cumpla con ser tempestiva u oportuna y también en
casos de ofertas sujetas a plazo.

3. Contrato preparatorio: La existencia de un contrato configura de inmediato un


régimen de responsabilidad contractual.
En este contrato preparatorio se promete la celebración de un contrato futuro, de
manera que, también se abre la opción de pedir el cumplimiento de la obligación en
caso de que una de las partes se niegue a honrar el acuerdo, esta obligación es una
de hacer (celebrar el contrato definitivo).

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04/04/2016

V. Responsabilidad extracontractual

Requisitos de la responsabilidad extracontractual: Acción y culpa

Los requisitos generales, según la doctrina tradicional son:

• Culpabilidad (culpa o dolo)


• Daño
• Nexo de causalidad entre el daño y la culpa o dolo del agente
• Capacidad extracontractual
• Hoy, además, se le añade el acto humano (imputabilidad que puede ser objetiva o
subjetiva, la subjetiva es la capacidad y la objetiva es la antijuridicidad)

Imputabilidad

La imputabilidad proviene de un delito o cuasidelito civil, de manera que, no se necesita un


acto jurídico, sino que se necesita un hecho jurídico (Art. 2284).

La ley puede imponer obligaciones que tengan por antecedente un mero hecho jurídico. En
ese caso no existe responsabilidad civil, sino, como señala el artículo 1437, una obligación
legal. En contraste, la responsabilidad civil tiene siempre por antecedente un daño
atribuible a la conducta libre del demandado. Este principio es asumido por nuestro
derecho, que establece como condición de la responsabilidad un hecho voluntario de quien
resulta obligado.

Para que el hecho voluntario pueda ser imputado a su autor se requiere adicionalmente que
éste tenga una aptitud elemental para discernir lo que es correcto y lo que es riesgoso. Por
eso, la imputación subjetiva del hecho a su autor supone que éste tenga discernimiento
suficiente, lo que se expresa en el requisito de capacidad.

Puede manifestarse como acción u omisión, de modo que, en el caso que haya un
movimiento que realice una persona para generar una acción, el deber general de cuidado
será negativo; ej. No golpear a alguien. Como omisión será abstenerse de una conducta,
pero aquí es necesario que esa omisión esté sancionada expresamente cuando el sujeto
estaba obligado a actuar, ej. Cuando se establecen deberes de confidencialidad. Casi la
mayoría de las hipótesis de fuente de la omisión tienen relación con el dolo, la ley (obliga a
que una persona actúe) y también el juez puede crear este deber de actuar.

El hecho voluntario tiene dos elementos, uno material o externo y uno subjetivo o interno:

• Material: Consiste en la conducta del sujeto. Se expresa por un comportamiento


positivo o negativo (acción u omisión). Por regla general, los daños relevantes para

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el derecho son los producidos a consecuencia de una acción, pues el
comportamiento puramente negativo, la pura omisión, está sujeto a requisitos
particularmente exigentes para dar lugar a la responsabilidad, esto es, la existencia
de un deber especial de actuar en beneficio de otro.
• Subjetivo: Consiste en la voluntariedad, aquí suponemos que el sujeto es libre para
actuar. La conducta solo es voluntaria en la medida en que pueda ser imputada a una
persona como su acción u omisión libre, debe ser atribuida como su hecho.

La subjetividad de la acción rara vez forma parte explícita del juicio de responsabilidad, ya
que la atención del juicio de centra en la dimensión material del hecho.

Capacidad extracontractual

Nos centramos en la imputabilidad subjetiva, lo que supone que el autor tenga algún grado
mínimo de aptitud de deliberación para discernir lo que es correcto y lo que es riesgoso; así,
analizamos un aspecto personal del sujeto.

La capacidad es un concepto jurídico que se define en términos negativos. El derecho


define quienes carecen de aptitud suficiente de deliberación para ser considerados
responsables (art. 2319). Al igual que en materia contractual (art. 1446), la capacidad es la
regla general en materia de responsabilidad por daños. En materia de responsabilidad
extracontractual operan reglas especiales del art. 2319, regla que es mucho más amplia que
la regla del régimen de responsabilidad contractual (art. 1445 inciso final y 1446).

¿Quiénes no serán capaces? El art. 2319 señala que no son capaces de delito o cuasidelito:

1. En el caso de la minoría de edad, la regla que es el infante (menores de siete años)


es incapaz y el mayor de dieciséis capaz, pero queda a la prudencia del juez
determinar si el menor de dieciséis ha cometido el delito o cuasidelito sin
discernimiento, en cuyo caso se le tiene por incapaz.
Lo anterior a diferencia de las reglas de responsabilidad civil contractual, en las
cuales solo se adquiere la aptitud correspondiente luego de los dieciocho años, sin
perjuicio que se pueda actuar autorizado por el representante legal a partir de la
pubertad.

2. Son incapaces los dementes. La demencia expresa genéricamente diversas formas


de privación de la razón, de manera que, es más amplio el contexto del régimen
extracontractual, ya que se entiende que se trata de cualquier forma de privación,
sea total o parcial; ej. Demencia, hipnosis, sonambulismo.
Asimismo, el decreto de interdicción no produce en materia de responsabilidad
extracontractual efectos permanentes e irrebatibles como ocurre en materia
contractual, en la cual, el decreto tiene el efecto de excluir la capacidad negocial, sin
que sea posible alegar lucidez circunstancial. Por el contrario, en materia

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extracontractual tal decreto es solo un antecedente, que podrá servir de base para
una declaración judicial específica de demencia en el juicio de responsabilidad. Así,
una persona puede ser incapaz de manejar sus bienes y, sin embargo, no tener
perturbada su capacidad para discernir el límite de lo correcto y lo incorrecto.
En consecuencia, al menos teóricamente, el interdicto por demencia puede ser
tenido por capaz para efectos de establecer su responsabilidad extracontractual.

3. En el caso del ebrio (art. 2318), éste siempre responde si era capaz, ya que fue por
voluntad propia que se puso en dicha condición.
La perdida de discernimiento debida a una acción originariamente atribuible al autor
no excluye la responsabilidad. A pesar de la privación de la razón que se sigue
eventualmente de su estado, se funda en que la ebriedad le es imputable, porque
proviene de un acto voluntario que puede ser calificado como un defecto en la
conducción de la vida.
Así, si se demuestra que la ebriedad u otro impedimento n son voluntarios, la
privación de discernimiento o voluntad puede ser alegada como excepción de
inimputabilidad, porque la incapacidad no tiene su antecedente en un acto
voluntario del demandado.

4. ¿Las personas jurídicas son capaces? Sí y sus representantes legales actúan por
ellos. Técnicamente, las personas jurídicas tienen voluntad, la que se expresa por
quienes forman parte de sus órganos o actúan como sus representantes (arts. 550 y
551). De este modo, las personas jurídicas pueden ejercer derechos y contraer
obligaciones civiles.
Su capacidad para contraer obligaciones civiles no solo comprende el ámbito
contractual, sino también extracontractual. De esta forma, las personas jurídicas, al
igual que las personas naturales, responden civilmente por hechos que les son
imputables personalmente; responden, además, por el hecho ajeno, cometido por sus
dependientes.

5. Cuando hablamos de la responsabilidad del guardián (art. 2319.1), nos referimos a


que aquellos que no responden, de manera que se habla por responsabilidad por el
hecho propio, no ajeno. No hay presunción de culpa, solo responde el custodio (art.
2320). La diferencia que grava al custodio del incapaz es distinta de la
responsabilidad por el hecho ajeno, cuya regla general se encuentra en el art. 2320 y
que está sujeta a un importante régimen de presunciones de culpabilidad. Existen
dos sustanciales diferencias entre la responsabilidad por el hecho de incapaces y la
presunción de culpa por el hecho de personas capaces que están al cuida de otra.
✓ Ante todo, la regla del art. 2321, que se aplica indiferentemente a menores
capaces e incapaces, la culpa en el cuidado debido al incapaz no está sujeta a
una presunción de culpa como ocurre con el hecho del dependiente capaz.
51
✓ Además, en la presunción de culpa por el hecho ajeno existen dos
responsabilidades: la de quien actúa provocando el daño bajo su
dependencia o cuidado, cuya culpa se presume y en donde ambos, el
principal y el dependiente, son perfectamente capaces e incurren en
responsabilidad personal (uno por el hecho propio y el otro por el hecho
ajeno).
Por eso, en tales casos existe un concurso de responsabilidades: la del autor
del daño y la del tercero civilmente responsable que tiene a aquél bajo su
dependencia o cuidado. En cambio, si quien comete el daño es un incapaz,
sólo es responsable el custodio. Por tanto, no existe responsabilidad por el
hecho ajeno, sino responsabilidad personal, pues al incapaz no puede
imputarse responsabilidad alguna.
Antijuridicidad

Ahora nos centramos en la imputabilidad objetiva. No está reconocida como un requisito


general y se confunde con el tipo o tipicidad.

La antijuridicidad es actuar en contra del ordenamiento jurídico y sus causales de


justificación son:

• Estado de necesidad: Actúa sin culpa quien ocasiona un daño para evitar otro
mayor. El estado de necesidad es una excusa que se basa en la desproporción de los
bienes comprometidos por la acción, de manera que la víctima soporta un daño que
es substancialmente menor al daño actual o inminente que el autor pretende evitar.
Además de la notoria desproporción de los bienes y la actualidad o inminencia del
peligro, la doctrina agrega los requisitos de que el peligro que se trata de evitar no
tenga su origen en una acción culpable del que alega la justificación y que no hayan
estado disponibles medios inocuos o menos dañinos para evitar el daño.

• Legítima defensa: Opera de modo análogo a como opera en el derecho penal. Así,
actúa en legítima defensa quien ocasiona un daño obrando en defensa de su persona
o derechos, a condición de que la agresión sea actual e ilegítima, no haya mediado
provocación suficiente por parte del agente, la defensa sea necesaria y
proporcionada al ataque, se dirija contra el agresor y el daño se haya producido a
consecuencia del acto de defensa.

• Asunción voluntaria del riesgo.

• Abuso del derecho (art. 1546) “quien ejerce su derecho a nadie ofende, salvo que
cause un daño” salvo que actúe con dolo o culpa.

52
Culpabilidad o reprochabilidad

Cumplidas las condiciones subjetivas de la capacidad y de la libertad en la acción, el


derecho civil trata al autor del daño como una persona que interactúa con los demás bajo un
principio de igual responsabilidad, con la consecuencia de que no puede excusarse
alegando su propia inexperiencia o impericia.

Debemos señalar que la culpa no intencional o negligencia puede ser concebida como la
inobservancia del cuidado debido en la conducta susceptible de causar daño a otros. De
manera que, la culpa civil es esencialmente un juicio de ilicitud acerca de la conducta y no
respecto de un estado de ánimo.

Según un principio reiterado en el Código Civil (arts. 1437, 2284, 2314 y 2329), la
atribución de responsabilidad civil supone que el demandado haya incurrido en culpa, sea
en la forma de dolo o de negligencia.

La culpa es un juicio negativo o de reproche en contra del autor del daño injusto, quien tuvo
un actuar displicente o descuidado. Esta persona no quiere provocar daño, pero lo causa, en
circunstancias que debió haberse comportado de otro modo. La regla general es la del art.
2314, y el juez deberá analizar el comportamiento:

• Subjetivo: Se analiza el comportamiento o conducta que realizó el sujeto.


• Objetivo: El juez analiza el actuar del sujeto y lo mide con el actuar del buen padre
de familia, es decir, cómo se debió haber comportado este buen padre de familia.
Esto se debe discutir, porque ¿Cómo sabemos cómo actúa un hombre promedio?

En sistemas especiales se crean nuevas culpas, de esta manera, a los profesionales se les
exige una culpa profesional.

En el concepto clásico, Alessandri señalaba que era la falta de aquella diligencia o cuidado
que los hombres prudentes emplean ordinariamente en sus actos y negocios propios. Tapia
decía que era la omisión de la diligencia a que se estaba jurídicamente obligado. Corral
seguía a los clásicos y reconoció la prudencia y la previsibilidad, pero consideraba que la
culpa se había difuminado a tal punto de considerar el error culpable. Barros indicó que era
la infracción al deber de cuidado, es decir, era una inobservancia del cuidado debido en la
conducta susceptible de causar daño a otro.

Será subjetiva si la analizamos respecto de la persona y objetiva cuando se mide la


conducta del sujeto, pero no circunstancias personales del mismo. De manera que la culpa
se objetiva a la configuración del deber de cuidado sin tomar en cuenta expectativas o
errores.

La responsabilidad es un derecho de accidentes.

53
06/04/2016

En cuanto al juicio de reproche, debemos considerar que la culpa es individual, subjetiva y


personal, pero hay deberes de cuidado y vigilancia especiales. En la actualidad se confunde
con el error y practicas inevitables.

Respecto de su previsibilidad, diremos que la diligencia es previsibilidad, de modo que, lo


previsto es conocer o conjeturar. ¿Por qué hacemos culpable a una persona? Porque no
anticipa el riesgo de su actuación, solo en el caso fortuito (Art. 45) al ser imprevisto no
habrá culpa (eximente). Hoy en día, se le asocia con la causa o nexo causal porque la
previsibilidad se ha objetivado, de manera que, pondremos atención a la causa para saber la
extensión de los perjuicios.

La previsibilidad es un requisito de especial ubicuidad en la responsabilidad civil. El


modelo del hombre prudente y diligente nos remite a una persona que delibera y actúa
razonablemente; y como lo imprevisible no puede ser objeto de la deliberación, no hay
diligencia que pueda comprenderlo.

La previsibilidad, como condición de la culpa, permite distinguir la acción culpable del


caso fortuito, es decir, del hecho cuyas consecuencias dañosas son imprevisibles y que es
imposible de resistir; el caso fortuito alude a las circunstancias que no pudieron ser objeto
de deliberación al momento de actuar y que, por tanto, no pueden atribuirse a una falta en la
diligencia exigida.

Nuestra jurisprudencia ha admitido que la previsibilidad es un requisito esencial de la


negligencia. Más aún, alguna vez ha definido la culpa como “una posibilidad de prever lo
que no se ha previsto”. También se ha fallado que la culpa extracontractual consiste en “no
evitar aquello que ha podido preverse y evitarse”, incurriéndose, por consiguiente, en “una
negligencia, es decir, un no haber previsto las consecuencias dañosas de la propia
conducta”.

En cuanto que se trate de un régimen común y supletorio, esto es frente a los sistemas
especiales y objetivos de responsabilidad.

¿Qué tipos de culpa existen? Los tipos de culpa regulados en el art. 44

¿Cómo se prueba? Primero que todo, la culpa debe ser probada (art. 1698), se debe probar
que el agente es negligente, pero muchas veces probar dicha negligencia es muy difícil y
por esto existen las presunciones.

Respecto de la determinación, en abstracto entre el modelo ideal y la actuación del sujeto,


hay un análisis subjetivo y objetivo del juez, pero sin tomar en cuenta circunstancias
especiales, ya que se ha objetivado.

54
Dolo

Diferente a la culpa es la responsabilidad que proviene del dolo o culpa intencional, la ley
hace referencia al dolo y a la culpa como condiciones alternativas de la responsabilidad
civil, dando lugar en el primer caso a delitos civiles y en el segundo caso a cuasidelitos. El
dolo supone siempre algún grado de intencionalidad, de modo que la acción dolosa es
inseparable de una voluntad dolosa.

Arts. 44, 2284 y 2314. La persona quiere y conoce provocar el daño, y es esa conducta la
que produce un delito civil capaz de generar indemnización. Existe un concepto unitario del
dolo, contempla el dolo directo, dolo eventual, culpa grave y culpa intencional (aceptación
voluntaria del ilícito con conciencia de antijuridicidad).

También se castiga a las personas que se aprovechan del dolo ajeno, pero su sanción no es
indemnizadora sino mas bien restitutoria por un enriquecimiento sin causa (arts. 2316 y
1458.2).

Responsabilidad objetiva

Se prescinde de la culpa, de manera que, puede que exista, pero no se hace el análisis y solo
se mira el nexo causal y el daño. Son regímenes ex lege, es decir, regímenes que deben
estar establecidos en la ley, no obstante a veces los sistemas subjetivos se han ido
objetivando.

Es fácil advertirla en materia laboral, de consumo, médica, etc.

Cuando estamos frente a un sistema objetivo de responsabilidad ya no hablamos de culpa


sino de riesgos. “Si usted realiza actividades peligrosas hay un riesgo”.

VI. Presunciones de culpa o responsabilidad refleja

Son tres y favorecen a la víctima, quien es liberada de la prueba:

• Por el hecho propio (Art. 2329)


• Por el hecho ajeno (Arts. 2320 y 2322)
• Por el hecho de las cosas (Arts. 2323, 2324, 2326 y 2328)

Alessandri y Barros las aceptan todas como presunciones. Corral las niega, dice que estas
presunciones no son de culpa, sino que de causa. Hay algunas de ellas que se han
objetivado, porque existe un sistema de culpa probada que torna la prueba muy difícil,
porque la victima debe probar la negligencia, pero también hay culpas presuntas lo que da
la culpa objetivada.

Responsabilidad por el hecho propio

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La presunción general de culpabilidad por el hecho propio ha sido construida en el derecho
chileno a partir de la norma del art. 2329. La regla se compone de dos partes.: la primera
expresa que “todo daño que pueda imputarse a malicia o negligencia de otra persona debe
ser indemnizado por esta”. La segunda, señala tres conductas típicas en que esa regla recibe
especial aplicación: el que dispara imprudentemente un arma de fuego; el que remueve las
losas de una acequia o cañería en calle o camino, sin las precauciones necesarias para que
no caigan los que transitan por allí de día o de noche; el que, obligado a la construcción o
reparación de un acueducto o puente que atraviesa un camino, lo tiene en estado de causar
daño a los que transitan por él.

Como vimos anteriormente, se trata de actividades peligrosas. La presunción como tal no


está regulada en la ley pero es una construcción doctrinal. La doctrina ha asumido 3
posturas:

• La niegan porque es una repetición del art. 2314.


• La niegan porque ven otras figuras.
• La aceptan.

Mayoritariamente la jurisprudencia la rechaza.

En cuanto a su origen y evolución, diremos que primero se pensó que era una reiteración
del art. 2314, cuya peculiaridad consistía en citar algunos ejemplos o casos de aplicación
del principio general de responsabilidad por culpa. Esto, hasta que Ducci fue el primero en
hablar de presunciones pero solo en actividades peligrosas, para que luego Alessandri,
siguiendo a la doctrina francesa y especialmente a autores colombianos, lo extendiera
señalando que se establece una presunción de culpabilidad cuando el daño proviene de un
hecho que, por su naturaleza o por las circunstancias en que se realizó, es susceptible de
atribuirse a culpa o dolo del agente.

Corral dice que no es una presunción de culpa sino que es una presunción de causalidad.
Barros, el 2006 nos dice que la interpretación de Alessandri es la más correcta, pero señala
que hay una apariencia de culpa o principio de prueba.

¿Cuándo se aplica la presunción?

• Actividades peligrosas particularmente: El alto peligro permite inferir que el daño


se ha causado con negligencia, ya que es un daño muy intenso, hay alta peligrosidad
y probabilidad de culpa, y es por eso que hay sectores especiales en que se ha
objetivado el régimen.
Quien actúa en ámbitos particularmente riesgosos está obligado, según s ha visto, a
adoptar extremos resguardos para evitar que ocurra un accidente que amenaza un
daño intenso y probable.

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• Control de las circunstancias y rol de la experiencia: El daño es fácilmente atribuido
por el control que tenía el hechor, de manera que, el accidente o daño es un indicio
prima facie del responsable. Es tan evidente que debe haber culpa, que no vamos a
exigir prueba (res ipsa loquitur).
Entonces se da cuando el hechor debiera tener un control y los accidentes ocurren
con negligencia.
Respecto de los efectos de la presunción por el hecho propio, primero que todo ¿Es una
presunción? Presunción prima facie, inferencia indeterminada, apariencia de culpa basada
en la experiencia. Se trataría de acercar a una responsabilidad estricta, si nos saltamos este
examen, prescindimos de la culpa.

Todos los demás elementos se deben probar, sin embargo, para Corral no habría que
demostrar el nexo causal (en la práctica eso se hace).

Las presunciones consisten en inferencias de hechos que se pretenden probar a partir de


otros hechos conocidos. La diferencia esencial entre las presunciones legales y las
judiciales reside en la manera cómo se construye esa inferencia. En las presunciones legales
la inferencia está realizada por la ley, que expresa la consecuencia probatoria que se sigue
del antecedente de hecho que la propia ley describe. En las judiciales, por el contrario, el
juez debe construir un razonamiento basado en la experiencia y articulado lógicamente, que
le permita establecer la relación entre dos hechos, uno conocido y otro que es inferido de
aquel.

Los argumentos que aceptan y rechazan la presunción son:

a. Argumento exegético y literal por “regla general”: desde un punto de vista


exegético, son ilustrativos de la intención del legislador: la ubicación del art. 2329,
inmediatamente después de las normas que establecen presunciones de culpabilidad
por el hecho ajeno y por el hecho de las cosas, y el enunciado inicial de la norma,
que hace referencia a un regla general que puede ser entendida como una regla de
clausura del sistema de presunciones que contempla el Código Civil. Esta es, por lo
demás, la única forma de dar sentido y utilidad a la disposición, pues de lo contrario
habrá que aceptar que se trata de una innecesaria repetición del art. 2314.

b. Forma gramatical subjuntiva del verbo “pueda”: El texto avala esta interpretación.
La norma no se refiere a todo daño que haya sido causado por malicia o negligencia,
sino a ‘todo daño que pueda imputarse a malicia o negligencia de otra persona’. La
forma gramatical subjuntiva se refiere a una conducta cuya descripción ya incluye
en principio una valoración de negligencia.

c. Ejemplos del art. 2329: Los ejemplos del artículo 2329 también contribuyen a esta
interpretación, pues se refieren a hechos que por sí solos son expresivos de culpa.
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Así, en el caso del disparo imprudente de un arma de fuego, la circunstancia que
permite inferir la culpabilidad es disparar un arma en una situación de peligro; y en
la remoción de las losas de una acequia o cañería en una calle o camino, sin que
haya evidencia de las precauciones necesarias, así como en el mal estado de
mantención de un puente o acueducto que atraviesa un camino, son hechos que por
su sola ocurrencia denotan prima facie negligencia.

d. Coherente con la experiencia y razón: La interpretación resulta coincidente también


con la experiencia y la razón. En principio, se atribuye responsabilidad a otro
cuando la experiencia indica que el daño provocado en tales circunstancias se debe
usualmente a culpa o dolo de quien lo causa. Es lo que en el derecho anglosajón se
conoce con la expresión latina res ipsa loquitur (‘dejad que las cosas hablen por sí
mismas’).

e. Razones de economía procesal: Resulta preferible asumir en principio, la


negligencia del demandado si los indicios permiten inferir que lo más probable es
que el daño se deba a su negligencia, aunque técnicamente resulten insuficientes
para construir una presunción judicial. Ello suele tener el efecto de inclinar la carga
de la prueba hacia la parte que tiene un mayor control de los antecedentes
probatorios.

08/04/2016

Responsabilidad por el hecho ajeno (Art. 2320 y 2322). Regla general art. 2320 inc.1.

Por regla general, cada uno responde por sus propios actos, con la excepción de cuando uno
responde por los hechos de otro. Según la doctrina, se responderá por los hechos de otros en
los casos en que se trate de personas bajo el cuidado y vigilancia de otra, o sea existen dos
tipos de culpa, la culpa in vigilando y la culpa in operando. El principal o tercero
civilmente responsable tiene culpa, ya que asume deberes especiales de cuidado
propiamente tales o de vigilancia.

Según Alessandri, se distingue entre autor mediato, el cual en este caso vendría siendo el
tercero y, el autor inmediato que vendría siendo el hechor. Según Abeliuk, el ilícito que
comete el subordinado debe ser con capacidad. Según Corral, existe una mixtura entre la
responsabilidad vicaria y la responsabilidad subjetiva por culpa, esta última se configura
cuando se trata el hecho ajeno con la existencia de dos culpas, por ambos sujetos.

La tendencia judicial ha ido mutando, de manera que, lo que el legislador consagró como
una forma de configuración de la responsabilidad a la vicaria. Esta consiste en la
responsabilidad en la cual la culpa se prescinde para el principal, de modo que será culpa
objetiva, mientras que para el dependiente será culpa subjetiva.

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Barros establece la responsabilidad general por el hecho ajeno, pero reconoce la existencia
de la culpa, al menos para el hechor.

Requisitos generales de la presunción de culpa por el hecho ajeno

1. Comisión de un hecho ilícito por parte del dependiente: Debe realizarse el daño
dentro del deber de cuidado o vigilancia, es decir, en el ámbito de dependencia o
ejercicio de funciones. Hoy en día, se utiliza la expresión “con ocasión de…”, de
forma que se aplica el supuesto.
Barros dice que son daños funcionales o habla de una relación interna de sentido.

2. Existencia de un vínculo entre dos personas: Hablamos del dependiente y del


principal, entre los cuales existe una relación de cuidado o dependencia. Alessandri
dice que es un vínculo de derecho privado, similar a la relación de subordinación y
dependencia, se trata de una relación de hecho, sin formalidad, cuya prueba le
pertenece a la victima (Art. 1698).
El problema se da en el caso de las subcontrataciones.

3. Ambos deben ser capaces: Ambos deben ser capaces conforme al régimen de
responsabilidad extracontractual. Hay diferencia en el art. 2319 y 2325.

4. Culpa del subordinado: Se debe demostrar la culpa del dependiente, ya que es una
culpa probada, pero se presume la del principal.
¿Siempre se debe demostrar la culpa personal y subjetiva del dependiente? No, ya
que en algunas oportunidades encontramos el término de “culpa difusa”, y se da en
aquellos casos en que es difícil ver quien fue el responsable y por lo tanto se
presume la culpa de la organización.
“Culpa anónima” → sabemos que hay alguien responsable, pero no sabemos quién
es directamente.
Además se presumiría el nexo de causalidad (Alessandri y Corral).
Se tienen que acreditar todos los elementos de la responsabilidad civil.

Análisis de los supuestos de responsabilidad por el hecho ajeno (Art. 2320)

1. Padres por el hecho de los menores en general:


• Menores incapaces (Art. 2319): Hay responsabilidad por el hecho propio, ya
que el menor en este caso es inimputable por ser incapaz. Según el art. 2319,
no son capaces de delito o cuasidelito los menores de siete años ni los
dementes; pero serán responsables de los daños causados por ellos las
personas a cuyo cargo estén, si pudiere imputárseles negligencia. Los
incapaces no cometen acto ilícito cuando causan daño a un tercero, porque
su conducta no puede ser objeto de un juicio de reproche, en atención a que
59
no cumplen el requisito subjetivo de la responsabilidad, pero suele ocurrir
que el incapaz que ha causado el daño se encuentre bajo la guarda y cuidado
de un tercero. En tal caso, este tercero puede ser responsable por un hecho
propio, como es haber faltado al cuidado debido, y su culpa debe ser
acreditada de acuerdo con las reglas generales de la responsabilidad por el
hecho propio
No hay presunción de culpa y por esa razón no hay derecho a repetición
(Art. 2325).
• Menores que se encuentran bajo el cuidado de los padres y que viven en la
misma casa (Art. 2320): Es el padre o la madre quien responde por los
delitos o cuasidelitos provocados por los hijos que viven en la misma casa,
no se considera la filiación y surge por el deber de educarlos (Art. 2321).
Son absolutamente incapaces de delito o cuasidelito los menores de siete
años y los menores de dieciséis que hayan obrado sin discernimiento
(artículo 2319). Ante la falta de responsabilidad civil del menor sólo puede
resultar responsable quien lo tenga a su cuidado. En este caso se considera
capaz al menor y por eso que, contrario al caso anterior, aquí si hay
responsabilidad por el hecho ajeno.
Depende solo del cuidado de los padres, no opera si están bajo el cuidado de otros.

Los requisitos son: que el hijo sea menor de edad con patria potestad y que habite en la
misma casa, no es necesario que el hecho ilícito se produzca en la casa. Barros dice que
puede extenderse más allá de si vive o no en la misma casa, por un deber general (Art.
2314).

¿Cómo opera la presunción? Probada la culpa del menor, se da por probada la culpa de los
padres, o sea, al menos el Código Civil requiere de la culpa de los padres. Por eso pueden
eximirse de responsabilidad probando ausencia de culpabilidad o prueba liberatoria (Art.
2320 inciso final).

Si ponemos atención a la jurisprudencia, el estándar de cuidado que piden los jueces es de


una vigilancia extrema, de modo que piden mucho más que el estándar que pide el Código
Civil.

11/04/2016

¿Qué sucede con los malos hábitos conocidos del menor? Bajo la regla del art. 2320
hablamos de responsabilidad por culpa presunta, de manera que estamos bajo el caso de
que el menor de edad vive en casa del padres. Sin embargo, bajo la regla del art. 2321 se
habla de “siempre”, es decir, siempre serán responsables, tratándose del caso en que vivan
o no en la misma casa de los padres.

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Ahora continuando en el art. 2321, por regla general, se entendería que no hay ninguna
causal de exculpación, de manera que sería un supuesto sin culpa y se le llamaría una
“hipótesis de responsabilidad objetiva”, de modo que, los padres siempre deben responder.
Incluso hay quienes postulan que es una presunción de derecho y por lo tanto no admite
prueba en contrario, no teniendo limitación temporal ni permitiendo exoneración alguna.

Hay una doctrina que aplica la regla del art. 2317 para efectos del discernimiento, pero es
muy excepcional. Se entiende que estos malos hábitos son realmente peligrosos, producto
de la mala educación de los padres, lo cual se debe probar, pero es tan difícil probar eso que
nunca se usa o se usa muy poco. Además se exige que sea conocido que se dejó adquirir
malos hábitos, lo cual agrava la situación.

2. El tutor o curador por el hecho de los pupilos:

Se obliga al tutor o curador, a falta de padres. Este tutor o curador, será responsable de los
pupilos que viven bajo su dependencia y cuidado, la prueba le pertenece a la víctima y se
aplica la prueba liberatoria para el tutor de igual manera que para los padres.

La regla debe entenderse referida a la guarda que tiene por objeto el cuidado personal del
pupilo, que corresponde a los tutores y curadores generales (artículo 340). Se excluyen, en
consecuencia, los guardadores limitados a la administración de bienes. La presunción surge
del deber legal de cuidado, y no sólo de la común habitación, por las razones expuestas a
propósito de la responsabilidad de los padres

3. El artesano por el hecho de sus dependientes:

Similar al caso de los jefes de establecimientos educacionales, se aplica la prueba


liberatoria.

Los requisitos son: que los dependientes estén bajo su cuidado y que la víctima debe ser
otro aprendiz o dependiente.

4. El marido por los hechos de la mujer:

Derogado.

5. Los jefes de colegios y escuelas por el hecho de sus discípulos:

Deben vigilar a sus pupilos y mantener la disciplina, responden los directores o quienes
dirigen un establecimiento educacional, no se aplica a los profesores.

Esta regla se refiere a los jefes de colegios y escuelas y no a los profesores. Cuando
corresponda, sin embargo, éstos pueden quedar sujetos a la presunción general del inciso
primero del artículo 2320. La presunción está limitada al tiempo en que los alumnos están
bajo el cuidado del colegio o escuela, pero se extiende a los daños producidos cuando

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escapan al control del establecimiento mientras estaban sujetos a su guarda. Atendidas las
restricciones que la Constitución, la ley y las costumbres imponen a la potestad
correccional de las escuelas y colegios, pareciera que la autoridad de que están dotados para
cuidar de sus alumnos debe ser medida en atención a las circunstancias

Los requisitos son: que los actos se ejecuten bajo el cuidado de estos jefes y que la victima
debe ser otro alumno.

6. Los amos por los actos de sus criados:

Los amos responden por el hecho de sus criados o sirvientes en el ejercicio de sus
funciones. Aplica la prueba liberatoria.

Los requisitos son: que los criados actúen en el ejercicio de sus funciones y que la victima
sea otro criado o un tercero.

7. Responsabilidad del empresario:

Bajo esta denominación doctrinaria se comprende propiamente la responsabilidad del


empresario por los hechos de quienes trabajan bajo su dependencia (artículo 2320), de la
misma forma que se aplica a la situación de los amos por la conducta de sus criados o
sirvientes (artículo 2322). Este conjunto de reglas, que son formuladas de un modo que hoy
resulta arcaico, establece la más importante presunción de culpabilidad por el hecho ajeno
en el derecho moderno.

Es una presunción simplemente legal por el hecho del dependiente (Arts. 2320 y 2322), por
esa razón es que la doctrina ve un concurso de norma, pudiendo utilizar ambas reglas
porque son equivalentes.

La diferencia es que el art. 2320 regula la responsabilidad del dependiente en el ejercicio de


sus funciones, por lo tanto es más general y, de esa manera, la prueba liberatoria es más
exigente. Mientras que el art. 2322 señala un deber de cuidado y vigilancia, por lo tanto la
prueba liberatoria es menos exigente. Se usan las dos.

Requisitos:

✓ Deber de cuidado o dependencia: Entre el dependiente y el empresario, por eso el


criterio es la capacidad para impartir órdenes o instrucciones. El clásico ejemplo es
el contrato de trabajo, que por su naturaleza supone dependencia y subordinación.
Sin embargo, basta una cierta relación de hecho que autorice a uno para controlar la
conducta de otro mediante instrucciones para que haya al menos un indicio de
dependencia.

62
¿Un abogado tiene que seguir las instrucciones del cliente en el juicio? ¿Médicos
deben operar como le dicen los pacientes? La regla general es que no, porque son
profesiones liberales aunque exista un vínculo.
De esta forma, el primer limite a este deber de cuidado nace de las relaciones
autónomas o liberales, eso no obsta a que si hacen mal su trabajo deben responder
(art. 2314 y 2329), por eso que el matiz más grande es el tema de la subcontratación
porque no sabemos dónde está el vinculo y habría que demostrar una dependencia
conexa.
Inmobiliaria >>>>> constructora >>>>> aseo >>>>> persona

La pregunta por los límites de la dependencia se presenta con particular intensidad cuando
interviene en la producción del daño un contratista, que asume un grado significativo de
autonomía en la ejecución de una obra. Así, el vínculo entre la empresa de aseo y la
persona que finalmente realiza esta labor está claro, pero hay que demostrar los otros
vínculos (entre la inmobiliaria y la constructora, y entre la constructora y la empresa de
aseo) para hacer responsable finalmente a la inmobiliaria, que es quien tiene mayor sustento
económico.

✓ Que el daño sea ocasionado en el ámbito de la dependencia o del ejercicio de las


funciones: El segundo requisito para que opere la presunción consiste en que el
hecho ilícito sea cometido mientras su autor se encuentra bajo el cuidado, vigilancia
o dirección del empresario. Sin embargo, el problema comienza con la expresión
“con ocasión de…”, la cual señala que son daños que no se realizan en la misma
empresa.
¿Responde el empresario por hurtos de sus trabajadores? Se podría decir que “el
hurto que con ocasión de sus funciones cometan los dependientes…”, de manera
que podría haber responsabilidad, pero derechamente diremos que no.
¿Responde el empresario por daños ocurridos mientras se dirige a la empresa? Sí,
porque el concepto se amplia y debería estar bajo el cuidado del superior. Barros
dice que hay una conexión funcional, de modo que, se deben prever posibles daños.
Se puede comprobar que criterios de este tipo no excluyen que la presunción se
aplique en casos de ejercicio anormal o impropio de la función, pero se exige que
ese ejercicio incorrecto pertenezca al curso y al ámbito del trabajo que realiza el
dependiente. De este modo, si el dependiente comete un hecho ilícito, incluso
voluntario, en el tiempo, lugar y circunstancias de su servicio, compromete con ello
presuntivamente la responsabilidad del empresario

✓ Que la víctima sea un dependiente o un tercero: No tiene que haber culpa probada
del empresario, esta es solo presunta.
La prueba liberatoria es muy difícil porque requiere demostrar selección,
entrenamiento, supervisión (pero no al momento de contratar, sino al momento del

63
accidente), se acerca al caso fortuito ya que para liberarse tiene que pasar algo muy
fortuito.

✓ Culpabilidad del dependiente: Las exigencias probatorias típicas de la


responsabilidad por culpa pueden enfrentar a la víctima a la difícil tarea de
individualizar al dependiente que ocasionó el daño. La dificultad puede plantearse
incluso para el propio empresario, en el marco de sistemas productivos cada vez
más complejos.
Es por lo anterior, que no es necesario individualizar al agente del daño y nacen
figuras como la culpa organizacional, en la cual no es necesario determinar al
agente culpable y el juicio de valor analiza a la organización empresarial, respecto
de la manera en como ha funcionado esta organización en su conjunto; y la culpa
anónima, en la cual se sabe inequívocamente que hay un agente culpable, pero no se
sabe quién es.
Coexistencia de responsabilidad por el hecho ajeno con responsabilidad por el hecho propio

Según Alessandri, existe una doble responsabilidad, esto es, una responsabilidad del autor
del hecho y por ende responsabilidad por el hecho propio y otra del tercero civilmente
responsable y por ende responsabilidad por el hecho ajeno.

En estos casos no procedería la acumulación ya que si se paga o indemniza al perseguir una


de estas responsabilidades, no se puede perseguir lo mismo contra el otro sujeto y por lo
tanto contra la otra responsabilidad, ya que se produciría una hipótesis de enriquecimiento
sin causa.

Efectos de la presunción y prueba de la culpa

Cuando el subordinado comete el ilícito, debe probarse su culpa; sin embargo, se presume
la culpa del tercero. Esta presunción se constituye como simplemente legal, por lo que
admite prueba liberatoria.

Derecho a repetición

Art. 2325, la restitución es respecto de quien paga, es decir, el tercero contra el


dependiente. Es un derecho que todos pueden ejercer, sin embargo, en la práctica los
requisitos hacen muy difícil su aplicación, estos requisitos son:

✓ Que el autor no haya actuado bajo las órdenes de un tercero.


✓ Que el subordinado sea capaz. Esto, según Corral, no es un requisito, ya que es una
exigencia de la regla general.
✓ Que el subordinado tenga bienes.

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¿Cómo responde el principal? De un régimen en principio mancomunado, nos estamos
pasando a un régimen de responsabilidad solidaria o vicaria (esto es directo incluso contra
el principal).

Al respecto se discute:

a. Hay autores que defienden que aún deberían responder bajo responsabilidad
simplemente conjunta, tales como Alessandri, Meza y Corral. Para ellos no se trata
de un supuesto del art. 2317, esto agregado al hecho que la solidaridad nunca se
presume, además de que el daño no proviene de un mismo hecho, sino que se
originan en culpas diferentes.
A todo lo anterior, Corral agrega el hecho de que no existe texto expreso. Además
del hecho de que existan tantas obligaciones para el principal declina a aceptar que
sea mancomunado o simplemente conjunta.

b. También hay autores que promueven la defensa bajo un sistema de responsabilidad


solidaria, tales como Pizarro y Barros, además de la mayoría de la jurisprudencia
nacional. Aplican extensivamente el art. 2317 ya que la responsabilidad está en
desuso y el hecho no se basa en la culpa propia del empresario.
Lo anterior protege o favorece a la víctima, a través del principio de responsabilidad
integral, permitiendo que se dirija contra cualquiera por el total.
20/04/2016

Responsabilidad por el hecho en las cosas (Arts. 2323, 2324, 2326 y 2328)

También llamada por custodia. ¿Por qué responde esa persona? Porque hay una infracción
al deber de custodia. Solo se responde por las cosas que están bajo nuestro control, no hay
un artículo que norme una hipótesis por la responsabilidad por el hecho de las cosas, hay
solo presunciones específicas y no generales.

Doctrinas o técnicas:

• Romana: Tres hipótesis de presunciones específicas


• Francesa: Amplía la protección a la víctima, el guardián responde por todo y no solo
por lo previsto, pero desarrolla un principio general.
• Ampliación: Se introduce la noción de cosa peligrosa.

Tipologías:

1. Responsabilidad por el hecho de los animales (Arts. 2326 y 2327)

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a. Animales no fieros: Art. 2326, se trata de una responsabilidad subjetiva, ya que hay
una presunción de culpa para el dueño o de quien lo tenga; como es una presunción
simplemente legal permite una exoneración demostrando ausencia de culpa.

b. Animales fieros: Art. 2327, se trata de una responsabilidad objetiva o sin culpa, de
manera que no admite exoneración y solo admitiría falta de causalidad. Sin
embargo, al decir “no será odio”, permite inferir que no acepta ni siquiera el caso
fortuito. Hay casos en que si se acepta y otros que no.

En el art. 2326 vemos la existencia de una responsabilidad por custodia, de modo que, el
juicio de culpabilidad será si esa persona tenía o no bajo su control un animal. Como el
examen de imputabilidad exige culpa estamos frente a un sistema subjetivo.

Responde el dueño aun si el animal se suelta, ya que responde el que sirve a cualquier
título. Aplica a toda clase de animales, tal como el art. 608 habla de animales para efectos
de la ocupación.

¿Qué pasa con los animales mascotas, circos, centros de entretención? Se aplica la
presunción del art. 2326 porque reporta una utilidad, contrario sensu al art. 2327. Se admite
la exoneración, ausencia de culpa.

En el caso del art. 2327, la fiereza se exige como una consideración objetiva, de modo que,
hay una presunción de derecho que no admite prueba en contrario, esto queda claramente
dicho con la expresión “no será oído”.

¿Se exonera por el caso fortuito? Aquí responde toda persona sin necesidad de un titulo de
tenencia, ya que el animal es fiero y no reporta utilidad.

Si la situación no encaja dentro del art. 2326 o del 2327, se resolverá por las reglas
generales del 2314. Sin embargo, también encontramos otras normas de responsabilidad
por los animales, como la Ley de copropiedad inmobiliaria (Ley 19.537), Ley Orgánica de
municipalidades (Ley 18.695), Ley de Consumo en casos de veterinarias o peluquerías (Ley
19.496).

2. Responsabilidad por ruina de un edificio (Art. 2323)

Tenemos un régimen compuesto por diversas normas.

✓ Responsabilidad preventiva (art. 934).


✓ Responsabilidad resarcitoria (art. 2323).
✓ Responsabilidad del constructor por los vicios de la obra (art. 2324 y 2003 regla 3°).
✓ Fallas o defectos de construcción (Ley General de Urbanismo y Construcción).
✓ Ley de Consumo (Ley 19.496).
✓ Las Municipalidades por fiscalización de cumplimiento de obras.

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El art. 2323 habla de una culpa refleja y por tanto, subjetiva. Como se habla de ruina, esta
puede ser material que evoca el mismo deterioro de los materiales o funcional por daños
por el mal funcionamiento.

¿Quién responde? El dueño, si son varios será una responsabilidad mancomunada.

Requisitos:

✓ Que el daño lo ocasione un edificio.


✓ Que el daño provenga de la ruina del edificio.
✓ Existencia de una infracción al deber de reparar y mantener las cosas.

Hay una hipótesis de responsabilidad preventiva (art. 934) en donde tenemos la querella
posesoria.

3. Responsabilidad por las cosas que se caen o arrojan desde la parte superior de un
edificio (art. 2328)

Tenemos una responsabilidad preventiva y otra reparadora dentro de la misma norma. En el


caso del art. 2328 inciso 1, hay una responsabilidad reparadora que es mancomunada (art.
2317), y es una responsabilidad colectiva, de manera que hay presunción por culpa para
todo el colectivo. Barros considera que se trata de un régimen estricto de responsabilidad.

Por otro lado, en el caso del art. 2328 inciso 2, hay una responsabilidad preventiva, es decir,
cuando la cosa amanece caída, y se dirige contra el dueño o cualquiera que cohabite.

22/04/2016

VII. Relación de causa-efecto

Es un requisito común de la responsabilidad civil, se infiere de los arts. 1437, 2314 y 2329.
El requisito de causalidad se refiere a la relación entre el hecho por el cual se responde y el
daño provocado. Es la materialización de los principios lógicos, sin embargo, en el plano
jurídico no se responde de todas las consecuencias, ya que solo se responde civilmente por
daños y no por conductas reprobables que no se materializan en perjuicios.

La vinculación puede ser objetiva entre un hecho u omisión, o puede ser subjetiva, esto
último referido a la culpa. Ambas deben ser en relación con el daño causado, primero se
tiene conciencia del daño y luego con este se busca la causa.

Es un elemento poco analizado actualmente en la praxis, a tal punto que en la realidad se


llega a presumir esto debido a que es de difícil prueba. Para barros es el fundamento de la
responsabilidad civil, ya que se vincula con la justicia.

Posición tradicional sobre el nexo causal

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a. Teoría de la equivalencia de las condiciones: La doctrina y jurisprudencia están de
acuerdo en que para dar por acreditada la causalidad debe mostrarse que el hecho
por el cual se responde es una condición necesaria del daño. Y un hecho es
condición necesaria de un cierto resultado cuando de no haber existido la condición,
el resultado tampoco se habría producido (el hecho es condictio sine qua non del
daño). El requisito de causalidad exige que haya una diferencia entre dos estados de
cosas: el que existiría si el hecho no hubiese ocurrido y el efectivamente existente.
Esta exigencia mínima de la responsabilidad es conocida como la doctrina de la
equivalencia de las condiciones. Más que una doctrina jurídica, que compite con
otras, debe ser considerada como expresión de un requisito general de que el hecho
por el cual se responde sea causa necesaria del daño.
Que una causa sea necesaria para que se produzca un resultado no significa que
también sea suficiente, esto es, que pueda producirlo sin intervención de otras
causas. Lo usual será precisamente que diversas causas intervengan en un accidente.
Por eso, todas las causas del accidente son equivalentes, en la medida que
individualmente sean condición necesaria para la producción del resultado dañoso.
Así, idealmente, se realiza una supresión mental hipotética, aunque todas las causas
valen lo mismo; hay una sin la cual no se hubiera producido el daño, por lo tanto se
responderá por todos los daños.
No obstante, hay algunos que piensan en una especie de “regreso al infinito”. Los
problemas se presentan en casos donde hay varias causas, y tampoco explicaría el
derecho a repetición (art. 2325).

b. Teoría de la causa adecuada: Opera como un correctivo a la teoría anterior, de modo


que ya no vemos todas las causas, sino que la causa productora del daño es aquella
adecuada, pero ¿Cuál es la causa adecuada? ¿Qué se entiende por previsible o por
adecuada? El problema es cómo y quién determina la previsibilidad.
Incluso Domínguez dice que en este caso hay un examen de previsibilidad, lo que
ocurre es que se confunde la culpa con la causa.
Se ha mostrado como el intento más influyente para limitar la imputación objetiva
del daño. Según la formulación más tradicional de la doctrina de la causa adecuada,
la imputación de daños consecuentes sólo se justifica si desde la perspectiva de un
observador experimentado, que mira retrospectivamente la cadena causal, tales
daños no resultan inverosímiles. La adecuación se muestra en que el hecho culpable
es apropiado, bajo un curso ordinario y no extravagante de los acontecimientos, para
producir las consecuencias dañosas. Por eso, la causa adecuada no es un criterio que
defina positivamente cuáles consecuencias deben ser consideradas como daños
atribuibles al hecho culpable, sino que establece las condiciones negativas para
excluir la responsabilidad cuando los acontecimientos se desencadenan en un curso
causal anormal o extraordinario, ajeno al impuesto por el hecho negligente.

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Teoría de la imputación objetiva

Supone la existencia de dos causas, la causa material y la causa normativa. Sin embargo, el
problema que genera la causa material reflejada en la sine qua non, es el tema de las
concausas (multiplicidad de causas), por lo tanto no nos genera una respuesta, y habría que
recurrir a la causa normativa.

El segundo problema que se generan es respecto a las causas alternativas, ya que estas
suponen que hay diferentes causas que pudieron provocar un daño (ej. El caso del veneno),
aquí se sabe que el daño se generará por causa A o B, pero esta problemática también la
soluciona la imputación objetiva.

El último problema se genera respecto de las causas hipotéticas, esto es, que hay
alternativa, pero una nunca se llegó a generar (hay una omisión), es una probabilidad muy
cercana a la certeza pero que no llegó a ocurrir.

¿Hay límites? No los conocemos porque todas valen lo mismo, sin perjuicio de la
existencia de una sine qua non.

Causalidad jurídica

Larenz creó la teoría de la imputación objetiva, la cual opera a través de factores de


imputación ordenados por estándares y roles sociales (o sea, opera como ve la realidad).

Criterios más invocados en materia civil.

1. Causalidad adecuada o de adecuación: Recoge los postulados de la teoría de la


causa adecuada.

2. Riesgo general de la vida: Se suele utilizar en el tráfico, ya que toda la vida supone
riesgos; sin embargo hay riesgos permitidos y tolerados y otros que no. Estos
últimos son el criterio de determinación de la responsabilidad y se le aplica
fundamentalmente a las empresas productoras (protocolos de seguridad).

3. Principio de confianza: Como estamos en sociedad y cada uno cumple un rol


distinto, confiamos en los demás, bajo este criterio se supone que hay deudores o
terceros que cumplen con sus deberes.
Confiamos porque se han generado expectativas, de modo que cuando se quiebra
esa confianza, se responde.

4. Fin de protección de la norma: Todas las normas tienen una finalidad especial, en
este caso la norma regula una situación para ampararla, de manera que la
imputación se hace hasta el punto que regula la determinada norma, de modo que
responderá hasta todo lo que pudo prever y cuidar.
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Corral la critica porque nuestra protección es muy amplia (art. 2314).
La responsabilidad por culpa exige que exista una conexión de ilicitud entre la regla
de conducta (cuya infracción funda el juicio de negligencia) y el daño que esa regla
persigue prevenir. El principio subyacente es que el derecho a la reparación debe
estar determinado por el sentido de la regla infringida, porque en el derecho civil los
deberes de cuidado son establecidos para evitar un daño, de modo que si éste se
produjo por una razón diferente al incumplimiento del deber de cuidado, la
responsabilidad pierde su fundamento. La regla que califica un hecho como
culpable suele tener un fin protector más o menos inequívoco.

5. Posición de garante: Una persona asume resguardos respecto a otra persona, de


manera que, hablamos de terceros civilmente responsables.

6. Prohibición de regreso: Se trata de un criterio auxiliar. Fija un límite para que no se


produzca el regreso infinito, es un límite a la imputación objetiva.

Entonces...

• 1° se analiza la causalidad material.


• 2° Se analiza la causa jurídica (imputación objetiva).

Dentro del análisis de la causa jurídica, se puede incluir un criterio o más, pero siempre
debe existir al menos uno que impute, ya que incluso operan para limitar o excluir
responsabilidad. En tensión con dos o más criterios, debemos ver cual prima ponderando.

¿Qué se determina? Con ello se determina quién es el responsable, el límite de la


responsabilidad e incluso el monto de la indemnización.

Los daños que se limitan son previstos o imprevistos, daños directos o indirectos.

La causalidad opera como el límite a la indemnización, de modo que no todo daño se


indemniza.

25/04/2016

Casos problemáticos

Conexiones causales complejas

1. Inducción a asumir riesgos o peligros ordinarios: Por ejemplo, una persona induce a
otra a viajar y ésta contrae una enfermedad ¿Responde el inductor? ¿Qué criterio se
emplea para atribuir responsabilidad? Previsibilidad, pero hay problemas en su
determinación.

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¿Qué criterio emplea para atenuar o eximir responsabilidad? Riesgo general de la
vida como eximente y prohibición de regreso.

2. Agravamiento del mal por defecto imperceptible de la víctima: Por ejemplo, una
persona golpea a otra con la intención de ocasionarle lesiones, pero lo mata.
¿Qué criterio atribuye responsabilidad? Atribuye responsabilidad el principio de
confianza.
¿Cuál atenúa o exime? El fin de protección a la norma (cuidado y control).

3. Desviación del curso causal normalmente esperable: Generalmente después de un


choque, viene una ambulancia, y luego de eso se dirige al hospital; pero podría
suceder que ocurra algo que desvíe el curso causal normal.
¿Qué criterio atenúa a o exime? El fin de protección a la norma.

4. Circunstancias especiales de la víctima: Por ejemplo, una persona que tiene asma es
golpeada, en circunstancias que el hechor no sabía, y en vez de causarle lesiones, lo
mata.
El autor del daño indemniza a la victima tal como es y no influye en la
configuración de la responsabilidad, pero influye en el monto de la indemnización.
Puede eximir o atenuar el quantum (monto indemnizatorio)
¿Se hubiera evitado de todos modos el daño? Sí, porque si sacamos el hecho de que
tenga asma, solo tendríamos lesiones y no muerte.
Límites a la relación de causalidad

1. Caso fortuito o fuerza mayor (art. 45): El caso fortuito o fuerza mayor tiene una
relevancia más bien limitada en la responsabilidad extracontractual por negligencia.
En efecto, la responsabilidad por culpa supone precisamente que el daño sea
atribuible a negligencia y no a una causa extraña al demandado. En otras palabras,
atribuir un hecho a fuerza mayor excluye imputarlo a culpa y viceversa.
Irrumpe la antijuridicidad o culpa (Corral), el caso fortuito incluye hechos naturales
y la fuerza mayor con hechos del tercero o actuaciones humanas. Corral incluso
incluye el cumplimiento de órdenes imprevistas.
Requisitos:
• Es un hecho imprevisto.
• Este hecho debe ser irresistible, es decir, que la víctima no pueda resistirlo.
• Debe ser un hecho involuntario.
Los efectos son:
• Si tiene efectos permanentes extingue la responsabilidad.
• Si tiene efectos temporales suspende la responsabilidad.

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Cuando concurre caso fortuito y culpa a la vez, debemos preguntarnos si se hubiera
podido evitar de todos modos el daño.

2. Culpa de la víctima (art. 2320): La víctima concurre causalmente a la producción


del daño, pero no sirve cualquier actuación. Solo sirve cuando quebramos un
principio, esto es, el deber de no dañarnos. La víctima es responsable de su
negligencia o hecho.
La culpa de la víctima ¿Es realmente una culpa? Conforme al art. 2330, hay una
infracción a un deber de cuidado, pero no podemos hacer un juicio de reproche
hacia la misma victima (art. 44). Es un requisito no dañarse y se mide conforme a
parámetros objetivos del art. 44, pero matizado por la praxis que es más flexible con
la víctima.
No hablamos de cualquier actuación, solo de una relevante. De manera que solo
cuando la conducta de la víctima asume relevancia, la víctima será responsable de
su propia negligencia. En el art. 2330 se señala que la víctima se expone
imprudentemente al daño, eso hace cuestionarse a la doctrina si acaso la actuación
debe ser culpable o no, pero diremos que no se trata de un juicio de reproche, de
modo que, la responsabilidad se atribuye al hechor del daño, y de esta manera, aquí
solo se rebaja el quantum.
¿Dónde está la imprudencia? Art. 2314 y 44. En cuanto a la capacidad de la víctima,
según el 2330, no se requiere capacidad, salvo si la conducta es objetivamente
descuidada, según Barros este es el caso de los incapaces.
Respecto a los herederos y victimas por rebote, en el caso de los herederos si aplica
el art. 2330, ya que el art. 1907 indica una continuidad de la personalidad del
causante, de esta forma, la rebaja sería susceptible de transmitir por la herencia. En
cuanto a las víctimas por rebote se discute, pero no debería aplicarse porque ellas no
tienen relación con el daño ni la culpa de la víctima.
¿Atenuante de responsabilidad? siempre se supone que el hechor es responsable, de
modo que, no opera como excluyente sino como atenuante porque hay concurrencia
de culpas. Habrá que hacer una compensación, así, se miran las culpas y causas,
porque se tratará de concausas (hay que aplicar criterios).
Se reduce la indemnización haciendo una ponderación, esto se deja a criterio del
juez.
27/04/2016

3. Hecho de la víctima o asunción del riesgo: En materia extracontractual, el daño


surge usualmente de un encuentro espontáneo y no convenido y la responsabilidad
tiene por fuente la ley y no el contrato. Aun así, nada obsta para que alguien asuma
voluntariamente un riesgo, sea de manera expresa o tácita. Sin embargo, las
condiciones para que se entienda asumido un riesgo a costa de la víctima potencial y

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sus efectos son una materia particularmente equívoca en el derecho civil. En
principio, la asunción voluntaria de un riesgo no modifica la relación de la víctima
con los terceros que están en situación de causarle daño. En efecto, la simple
circunstancia de participar voluntariamente en una actividad que supone algún
riesgo no justifica al tercero por la realización del daño, porque del hecho de la
víctima no se sigue intención alguna de liberarlo de responsabilidad.
Para que la asunción del riesgo incida en el juicio de responsabilidad se requiere,
por consiguiente, un acto de voluntad que va más allá de la mera participación en
una actividad que supone algún peligro. Quien asume un riesgo acepta el específico
peligro conexo a la actividad. Con todo, conviene tener presente que la voluntad de
la víctima no reside en la aceptación del daño, sino del peligro, que se asume a
riesgo propio.
La asunción del riesgo no exime a los demás de sus deberes de cuidado, pero
desplaza el riesgo en casos de mero error de conducta y permite definir en términos
menos exigentes los deberes de diligencia de los terceros.
Está fuera del ámbito del art. 2330 y volvemos a las reglas generales del art. 2314.

4. Compensación entre el lucro y el daño (cuando operan seguros)

VIII. El daño en la responsabilidad civil

Sin daño no hay responsabilidad civil (art. 1437, 2329, 2314), por eso es que en la
evolución histórica pasamos de la culpa al daño. El daño es un menoscabo, detrimento,
disminución, perjuicio.

La finalidad de la responsabilidad civil no es el reproche sino que la reparación o


compensación por una justicia correctiva. Así, tenemos un principio de reparación integra
del daño (art. 2329 y 1558).

El daño es el detrimento, perjuicio o menoscabo que se recibe por culpa de otro, en la


hacienda o la persona, estos se pueden provocar en bienes o patrimonio de una persona
(daño emergente o lucro cesante) lo que es conocido como “daños patrimoniales”, o se
pueden provocar en la persona (daño moral) lo que es conocido como “daños
extrapatrimoniales”.

Así como vimos en un principio, a diferencia de lo que ocurre en el ámbito penal e


infraccional, donde se contemplan ilícitos de mero peligro y se sancionan conductas
tentadas y frustradas, en este caso, sin daño no hay responsabilidad civil. Por eso, el daño es
condición esencial de la responsabilidad patrimonial. Pero el daño es también el objeto de
la acción, porque la acción indemnizatoria persigue la reparación en dinero de los perjuicios
sufridos. Las otras acciones diferentes de la acción indemnizatoria, que se conceden a la

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víctima, como la de restitución en naturaleza al estado anterior al hecho del demandado,
también están dirigidas a remover o poner término al daño.

¿Qué se protege?

a. Privación de un derecho subjetivo protegido: Se lesiona un derecho subjetivo, del


cual tenemos titularidad y es jurídicamente exigible, pero ¿Qué pasa con otros
daños como las ganancias? no existe un derecho jurídicamente exigible y eso se
debe corregir.

b. Lesión de intereses jurídicamente protegidos: Se amplía a nuevos daños, como el


daño moral que antes no tenía protección, ahora hay un interés que es una necesidad
jurídica. Es más amplio que un derecho.

c. Lesión a una situación jurídica: Todo tipo de daños, es mucho más amplio que un
interés.

Requisitos, condiciones o principios del daño

1. El daño debe proteger a un interés subjetivamente protegido.

2. Certeza del daño: El daño tiene que ser cierto, pero es contradictorio a los daños
hipotéticos, de modo que, estos no se indemnizan. Cosa distinta es el quantum que
siempre es incierto y queda a criterio del juez.
Hay de todas formas probabilidades, aquí pensamos en la visión completa del lucro
cesante y la pérdida de chance o perdida de oportunidad de una ganancia futura
esperada.
La certeza del daño lo prueba la victima a través de pericias.

3. El daño debe ser actual: Pero no hay acuerdo, este existe y se resarce a posteriori, de
manera que no hay responsabilidad preventiva.

13/05/2016

Para indemnizar el daño causado, el interés debe ser:

• Legítimo: El requisito supone un juicio de valor acerca del interés invocado. La


legitimidad del interés no exige que éste responda a una situación legalmente
establecida, la exigencia de legitimidad es un criterio para definir los límites de los
intereses cautelados. Por eso, la legitimidad no está primariamente dada por
criterios positivos, así, son legítimos todos los intereses que no son contrarios al
derecho.

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• Relevante: Se excluyen aquellas incomodidades o molestias que las personas se
causan recíprocamente como consecuencia normal de la vida en común. No toda
turbación da lugar a reparación.
¿Cuál es el umbral a partir del cual el daño pasa a ser significativo? El límite de
reparabilidad de los daños patrimoniales es más bien práctico que jurídico, pues está
dado por el costo de seguir un proceso judicial por una pretensión de cuantía
insignificante (por ejemplo, en caso de destrucción de una cosa de valor exiguo). El
daño moral, por el contrario, es frecuentemente una lotería de valores más inciertos,
en atención a la dificultad para valorarlo en dinero y la relativa dispersión de las
indemnizaciones reconocidas por los jueces.
• Directo.
• Cierto: El requisito de la certidumbre hace referencia a la materialidad del daño, a
su realidad. Esta certidumbre solo puede resultar de su prueba.
El requisito de la certidumbre no suele presentar problemas tratándose de un daño
actual, ya producido. En ese caso, la víctima alega que antes de la presentación de la
demanda ha sufrido una pérdida (daño emergente), o que ha dejado de obtener un
ingreso o una ganancia (lucro cesante). Más difícil es mostrar que es cierto el daño
futuro, pues éste envuelve necesariamente una cierta contingencia (especialmente el
lucro cesante). A ese respecto, el derecho da por satisfecha la exigencia de
certidumbre si existe una probabilidad suficiente de que el daño se vaya a producir
• Debe afectar personalmente a la víctima.

Tipos de daño

1. Daño en las cosas y daño en las personas: Los primeros se amparan en el ámbito de
la responsabilidad contractual, el otro en la responsabilidad extracontractual.

2. Daños directos o indirectos en relación a la causalidad (art. 1558): En relación a las


causas y concausas.

3. Daños previsibles e imprevisibles: Es lo que se espera de una persona (art. 1558).


En el ámbito contractual cuando se actúa con culpa se responde por los daños
previstos, mientras que cuando se actúa con dolo, se responde por ambos.

4. Daño patrimonial y no patrimonial: Cuando hablamos de daño patrimonial, nos


referimos a la perdida pecuniaria, siempre avaluada en dinero y que afecta al
patrimonio. Puede ocurrir que se impida ganar algo (daño emergente) o se puede
disminuir la riqueza (lucro cesante). Cuando hablamos de daño no patrimonial, nos
referimos al también llamado daño moral.
La diferencia esencial entre ambos daños está dada por su relación con el dinero. En
circunstancias que la indemnización se paga en dinero, la cuestión resulta decisiva.

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5. Lucro cesante y daño emergente (art. 1556): El daño emergente supone para Corral
una pérdida actual en el patrimonio, asimismo, las sentencias dicen que es una
disminución real y efectiva en el patrimonio. Barros dice que es la disminución del
activo. El daño emergente puede ser presente o futuro (pero un futuro cercano).
El lucro cesante es la falta de un lucro cierto porque hay una ganancia legítima.
Corral dice que es la legítima frustración de utilidad que hubiera incrementado el
patrimonio de no haber sucedido el hecho dañoso. Barros dice que es la
imposibilidad que se incremente el activo.
Como son daños proyectados en el tiempo es difícil determinarlo, de manera que en
el caso del lucro cesante más que hablar de certeza, hablamos de una probabilidad
razonable y alta de indemnizarlo, es un daño cierto y por lo general, futuro.
Elorriaga dice que el juicio de probabilidad va en dos sentidos: primero, implica
descartar las ganancias que no sean realmente probables y segundo, evitamos la
suposición de sucesos extraordinarios.
Pero la incertidumbre está en el quantum, por eso las sentencias no indemnizan toda
la proyección laboral de una persona.
Las sentencias confunden el daño con el quantum.
Formas de lucro cesante

No hay una tipología precisa.

• Pérdida de beneficio futuro: Calculada en base a una elevada probabilidad que


puede tenerse por cierto. Ej. Un negocio que no se realizó, pero que era altamente
probable que se realizaría, la incapacidad laboral o los intereses que se dejan de
ganar. En general, es todo lo que dejó de ganar.

• Ingresos lucrativos que no percibirá una persona: Se mide al tiempo de sentencia


¿Qué pasa con el lucro cesante futuro o con el lucro cesante pasado? Elorriaga dice
que el lucro cesante pasado está constituido por las utilidades frustradas con
anterioridad al proceso judicial, concretamente hasta antes de la sentencia, por
ejemplo, una incapacidad por 6 meses y la sentencia se dicta mucho después. En
cuanto al lucro cesante futuro es el que se produce más allá de la conclusión del
proceso, por ejemplo, las enfermedades detectadas después de la sentencia.
Se deben indemnizar cuando el daño se ha manifestado. Incluso se puede iniciar un
nuevo juicio.
Criterios del lucro cesante

• El tiempo restante del contrato: El problema se da en los contratos indefinidos.


• Incapacidad laboral permanente: En dicho caso se fija una suma total.

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• Se mira la vida y años de trabajo pendiente.
• Se atienden a otras fuentes de ingreso: De modo que no se cuenta el total del
tiempo.
• Se mira la situación pasada, como las utilidades.

6. Daños ciertos e inciertos: El daño debe ser cierto, pero hoy en día la certidumbre se
ha ido relajando como es lo que pasa con el lucro cesante donde no hay certeza,
pero hay altas probabilidades.
Los daños inciertos, eventuales o hipotéticos son aquellos que no se saben si se van
a producir, ya que la probabilidad es baja. Estos daños son conocidos como pérdida
de chance u oportunidad, aquí el daño se ha producido pero es incierto, se provoco
una pérdida de oportunidad real y seria.
Se indemniza la oportunidad, no la ganancia futura legítima, pero ha tenido un
incipiente reconocimiento jurisprudencial.
18/05/2016

Daño moral o Daño extrapatrimonial

• Concepción tradicional: Pretium doloris. Es restringida, ya que se centra en la


angustia y no es avaluable en dinero, pero procede su compensación no equivalente
de manera exacta en dinero.
• Concepción moderna: Es más amplia que la anterior, ya que incluye a la persona y
sus intereses extrapatrimoniales. Se puede dañar moralmente a las personas
jurídicas.

Tipos de daño moral

1. Daño emocional: Pretium doloris.

2. Lesión a los derechos de la personalidad: Incluye a las personas jurídicas.

3. Daño corporal o fisiológico: Tiene dos visiones; el campo físico y el campo


psíquico.
Elorriaga dice que es un daño autónomo que da lugar a un daño emergente propio,
lucro cesante propio y daño moral propio. Sin embargo, Corral dice que es un tipo
de daño moral y por lo tanto no es autónomo.

4. Daño estético: Se trata de un daño a la apariencia física, hay cambios negativos en


el aspecto personal.

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5. Placeres de la vida: Nos centramos en el gusto de vivir, vemos placeres sociales o
deportivos. En general, no es autónomo y los jueces de consumo lo toman en
consideración.

6. Daños en la esfera existencial: En este caso, sufren personas distintas al lesionado,


como padres por hijos con discapacidad grave permanente. Es diverso del daño
biológico o emocional.
Afecta la existencia de la persona.

7. Wrongful birth y Wrongful life: El primero es aquel en que demandan los padres al
médico por no informar que darían a luz a un niño “enfermo”, privándolos de tomar
una decisión informada sobre interrupción del embarazo.
El segundo es la acción que posee el niño representado por sus padres contra el
médico, el niño demanda al médico por la vida que le tocó vivir, ya que no informó
a sus padres para que tomaran una decisión informada.
El Código Civil no se pronuncia sobre el daño moral, se infiere de los arts. 2314, 2329,
2317 y 2331. También se regula en la Ley de Protección de los Derechos del Consumidor
(Ley 19.496, art. 3)

Actualmente, tanto la doctrina y jurisprudencia lo admite. Antes se excluía de la


responsabilidad contractual porque el art. 1556 no lo regulaba; pero había otra postura que
si lo admitía porque se podía desprender de una serie de artículos.

Daño moral de las personas jurídicas

Lo pueden padecer todas las personas, hoy en día el concepto se amplía y es por eso que se
pueden proteger las personas jurídicas.

Transmisibilidad del daño moral

Se presenta cuando los herederos no buscan demandar su daño propio como víctimas por
rebote, sino cuando pretenden demandar como herederos de la persona fallecida y por el
daño moral del causante. El problema está cuando la víctima fallece sin demandar.

Respecto al daño patrimonial diremos que se transmite (art. 1907). Respecto de los daños
extrapatrimoniales se discute:

• Teoría de la transmisibilidad absoluta: Procede en dos casos:


✓ Cuando la víctima fallece en forma instantánea con el daño.
✓ Cuando la víctima fallece luego de un lapsus de tiempo entre el daño y la
muerte.
Se fundamenta por razones de igualdad entre víctimas, porque si no fuera así se
favorecería a la persona que mata y no a la que produce lesiones graves.
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• Teoría de la transmisibilidad relativa: Se acepta solo cuando la muerte fue
instantánea.

• Teoría que rechaza la transmisibilidad: Teoría de Domínguez. El daño moral es


personalísimo, se basa en la noción del daño moral y por la finalidad del
resarcimiento.
Esta tesis es admitida en las sentencias porque si no fuera así, una persona
demandaría como víctima por rebote y además por el causante.
Prueba del daño moral

Debe probarse, se aceptan todos los medios de prueba. Antiguamente el daño moral no se
probaba, peor hoy sí, aunque con flexibilidad (generalmente se ve de la misma causalidad).

¿Cómo se prueba la tristeza? Se debe señalar que una persona normal, en la misma
situación, se hubiera sentido igual de triste.

Avaluación del daño moral

Determinación del quantum, es difícil en general, es una facultad privativa de los jueces y
se ha aplicado de forma discrecional.

20/05/2016

Sujeto activo

1. Titulares por derecho propio: Víctimas directas, victimas por rebote o por
repercusión, incluso pueden coincidir ambas calidades.

2. Titulares por derecho derivado: Sucesores mortis causa (art. 951), sucesores entre
vivos.

Legitimados pasivos

1. Autor del daño: Art. 2316, incluso los cómplices y encubridores ¿solidaridad del art.
2317?

2. Tercero civilmente responsable: Por el hecho ajeno tenemos responsabilidad in


solidum y teóricamente este tercero tiene derecho a reembolso (art. 2325).

3. Sucesores mortis causa: Art. 2316 y 915.2

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4. La persona que se aprovecha del dolo ajeno: Art. 2316.2 ¿Hay acción restitutoria o
indemnizatoria? Para Corral hay indemnizatoria, pero se indemniza por el
incremento patrimonial que recibe el tercero. Hablamos del cómplice no del autor
del daño.

5. Grupos no personificados: tutelas difusas, por ejemplo en LPDC o medioambiente.

Tribunal competente

Es el juez de letras en lo civil competente. La determinación del monto o quantum se


reserva para la ejecución de la sentencia (art. 173 CPC).

Se puede interponer una acción civil indemnizatoria en el procedimiento penal.

Demanda y objeto de la acción de responsabilidad

Art. 254 CPC, se necesita una causa de pedir precisa, ya que hay muchas indemnizaciones
y debemos identificar por que pedimos indemnización.

Debemos calificar la responsabilidad ¿Estamos ante responsabilidad civil contractual o


responsabilidad civil extracontractual? Y debemos ver si hay un cumulo, una posible
solución son las acciones subsidiarias (art. 17 CPC)

¿Qué puedo pedir? La reparación o compensación, y se pide de dos maneras; la primera es


por equivalencia, es decir, que quiero algo parecido a lo que perdí que puede ser dinero, y
la segunda es en naturaleza, es decir, es el cese de la conducta dañosa y la reparación de la
misma (principio de reparación integral).

Todo daño se prueba, incluso el daño moral.

Reducción de la indemnización

• Imputaciones injuriosas (Art. 2331): Los daños a la honra e imagen van siempre
acompañados, nunca solos.
• Concurrencia de la victima (art. 2330)
• Deber o carga de mitigar los daños (Art. 1546): Buena fe.
• Compensatio lucri cum damno: La persona que sufre un daño eventualmente puede
ganar, como por ejemplo la venta de escombros.
• Todas las atenuantes o eximentes que interrumpen el nexo de causalidad: Esto es
importante para los demandados en juicio, hay que ver también la falta de prueba de
los daños pedidos (todos los daños se prueban y si no se prueban, entonces no hay
daño).

Extinción de la responsabilidad civil

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1. Renuncia a la acción: Art. 12, la forma procesal es el desistimiento de la demanda,
es un interés propio y no debe estar prohibido.

2. Transacción: Art. 2449 o acuerdo reparatorio, esta tiene efectos relativos y produce
cosa juzgada.

3. Prescripción: Art. 2332, en la responsabilidad contractual son 5 años, son las reglas
generales de la prescripción (art. 2515). En la responsabilidad extracontractual son 4
años desde la perpetración (art. 2332), el problema es el conocimiento del daño y el
otro son los daños a largo plazo.

Discusión sobre la expresión “perpetración”

¿Cómo o desde cuando se cuenta este plazo? Se cuenta desde el inicio, pero ¿y si se inicia y
no termina? ¿O si se origina el daño con posterioridad al hecho dañoso? Por ejemplo, la
ingesta de medicamentos o el cigarrillo o daños medioambientales.

El problema se presenta cuando el daño inicial se prolonga en el tiempo, cuando tenemos


daños intermitentes o daños diferidos, es decir, daños agravados en el tiempo o daños
nuevos. En todos estos casos, la acción estaría prescrita si se cuenta desde el inicio.

• Postura clásica: Alessandri, Somarriva y parte de la jurisprudencia. Dicen que es


desde que se inicia el daño.
• Postura moderna: Corral. Favorece a la víctima, ya que al menos debe percatarse de
la existencia del daño, se cuenta desde que cesa por completo el efecto dañoso en la
victima o al menos desde que se consume globalmente el daño.
Barros señala que se cuenta desde que cesa la manifestación del daño, en los daños
diferidos se considera el conocimiento de la víctima.
Entonces tenemos dos hechos, el cese y el conocimiento de la víctima. El plazo máximo es
de 10 años (plazo general).

¿Se suspende el plazo del art. 2332?

Las acciones de corto plazo se suspenden, pero ¿Será siempre así? Pizarro dice que la
mayoría de la doctrina y también cierta jurisprudencia han advertido que a partir del art.
2524 correspondería entender dos cosas:

• Primero, que la acción indemnizatoria extracontractual contempla una prescripción


de corto tiempo, en razón que el art. 2332 del código civil establece el plazo de 4
años para que prescriba.
• Segundo, que atendido lo dispuesto en el artículo 2524 y por tratarse de una acción
de corto tiempo aquella indemnizatoria extracontractual también debiera

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considerarse una acción especial que nace de cierto acto porque el art. 2332 alude a
“acto”.
• Para Pizarro la acción del art. 2332 si se suspende porque el “acto” del art. 2524 no
es lo mismo que el ilícito aquiliano del art. 2332, ni siquiera se menciona, no se
contempla la suspensión para “acciones especiales” emanadas de actos o contratos
(art. 2524 y 2523). El 2332 no contempla una prescripción de corto tiempo.

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