Neoliberalismo en México
Neoliberalismo en México
Neoliberalismo en México
Una de las decisiones más impactantes fue la firma del Tratado de Libre Comercio
de América del Norte (TLCAN) en 1994, un acuerdo que buscaba promover el libre
comercio entre México, Estados Unidos y Canadá (Vázquez, 2017). La idea era que
esto generaría más empleo y crecimiento económico para México, pero también
creó un ambiente de incertidumbre para muchos pequeños productores que no
podían competir con los subsidios que recibían los agricultores estadounidenses.
Sin embargo, estas medidas generaron un gran descontento social. Las políticas de
austeridad implicaron recortes en programas sociales, lo que afectó
considerablemente a los sectores más vulnerables de la población. En este
contexto, las protestas sociales se volvieron más comunes, y los sectores
concurrentes exigieron una revisión del modelo neoliberal (Cámara, 2016).
A pesar de los esfuerzos por estabilizar la economía, la pobreza y la desigualdad
continuaron siendo problemas apremiantes. Durante el gobierno de Zedillo, la
brecha entre ricos y pobres se amplió, y muchos mexicanos comenzaron a perder la
fe en las promesas de crecimiento asociadas con el neoliberalismo. Las tensiones
sociales aumentaron y comenzaron a surgir movimientos que cuestionaban las
políticas del gobierno.
En el año 2000, Vicente Fox, del Partido Acción Nacional (PAN), ganó las
elecciones, marcando el fin de más de 70 años de gobierno del Partido
Revolucionario Institucional (PRI). Fox prometió un cambio, una nueva forma de
gobernar basada en la transparencia y la democracia. Sin embargo, las políticas
neoliberales continuaron predominando.
Bajo el gobierno de Fox, se fomentó la inversión extranjera y la apertura de
mercados. Aunque se esperaban resultados positivos, muchos ciudadanos no
vieron mejoras significativas en su calidad de vida (Cámara, 2016). La pobreza
seguía siendo un problema grave, y las diferencias económicas entre el norte y el
sur del país permanecieron marcadas.
A pesar de su retórica pro-democrática, el gobierno de Fox enfrentó críticas por su
falta de resultados tangibles en la reducción de la pobreza. La corrupción y la
ineficiencia administrativa continuaron siendo problemas serios, lo que alimentó el
descontento entre los ciudadanos. La falta de un enfoque claro para abordar la
desigualdad y la pobreza minó la popularidad de Fox (González, 2017).
Durante su mandato, surgieron varios movimientos sociales que exigieron cambios
significativos en las políticas económicas. El descontento social, alimentado por la
frustración ante las promesas incumplidas, se manifestó en protestas y demandas
de justicia social. Muchos mexicanos sentían que, a pesar del cambio de partido en
la presidencia, las condiciones no mejoraban.
Una de las reformas más destacadas de Peña Nieto fue la reforma energética de
2013, que abrió el sector petrolero a la inversión privada. La idea era que esto
traería tecnología y capital para modernizar la industria petrolera. Sin embargo,
muchos ciudadanos cuestionaron si esta reforma beneficiaría realmente a la
población o si solo favorecería a grandes empresas (Burgos, 2014).
Además de la reforma energética, se impulsaron cambios en la educación que
buscaban mejorar la calidad educativa en el país. Sin embargo, estas reformas
enfrentaron resistencia de diversos sectores, incluidos sindicatos de maestros,
quienes defendían sus derechos laborales y cuestionaban la efectividad de las
políticas propuestas.
A lo largo de los siguientes gobiernos, como los de Zedillo, Fox, Calderón y Peña
Nieto, las políticas neoliberales continuaron. Si bien hubo algunos logros en áreas
como las telecomunicaciones y el comercio, la corrupción y la falta de transparencia
fueron problemas que se hicieron cada vez más evidentes. Escándalos de
corrupción en el gobierno generaron desconfianza en las instituciones y frustración
entre la población. Muchas personas comenzaron a cuestionar si realmente estaban
viendo mejoras en su calidad de vida.
Un problema importante que surgió durante este tiempo fue que, a pesar de las
promesas de crecimiento y oportunidades, la pobreza siguió siendo un gran desafío.
Las brechas entre ricos y pobres se ampliaron y muchos mexicanos se sintieron
atrapados en condiciones difíciles, luchando por llegar a fin de mes. Esto llevó a un
descontento social que se manifestó en movimientos y protestas en distintos
momentos.
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