Tesis Itzel F Pano nov 2019

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CONCUBINATO Y SUS CARACTERÍSTICAS,

DERIVACIONES O SEMEJANZAS

TESIS
QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE:
LICENCIADA EN DERECHO

PRESENTA:
ITZEL FAJARDO PANO

ASESORAS:

M.D. MA. DOLORES MARTÍNEZ MANDUJANO


M.C.E. ROSARIO ARACELI BERNARDINO CASARRUBIAS

GENERACIÓN:
ENERO 2017 – DICIEMBRE 2019

ACAPULCO, GUERRERO, DICIEMBRE DE 2019.


TESIS TITULADA:
CONCUBINATO Y SUS CARACTERÍSTICAS,
DERIVACIONES O SEMEJANZAS

QUE PRESENTA:
ITZEL FAJARDO PANO

QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE:


LICENCIADA EN DERECHO

POR EL COLEGIO DE MATEMÁTICAS,


CAMPUS ACAPULCO, GUERRERO
FICHA INFORMATIVA

DATOS GENERALES

Datos del investigador

I. Nombre del investigador:


Itzel Fajardo Pano

II. Domicilio:
Calle Principal S/N, Col. Quinto Patio, Acapulco, Gro., C. P.

III. Centro de actividades profesionales:


Departamento de obras Acapulco de Juárez

IV. Número telefónico:


781-1-09-87-93

V. Correo electrónico:
[email protected]
Datos de la Investigación

I. Línea de investigación:
Derecho Civil.

II. Tema:
“Concubinato y sus características, derivaciones o semejanzas”

Datos de la Institución Registradora

I. Nombre de la Institución:
Colegio de Matemáticas, Campus Acapulco.

II. Oferta educativa:


Licenciatura en derecho

III. Campus:
Acapulco de Juárez, Guerrero, México.

IV. Director de las Licenciaturas y Posgrado:


Mtro. Jorge Rodríguez Lezama.

V. Registro de la institución en la Dirección General de Profesiones de la


Secretaría de Educación Pública:
12PSU0100Q
VI. Registro de Validez Oficial de Estudios de la carrera ante la Secretaría
de Educación Guerrero:

SEG/108/2009 Licenciatura en Derecho


Autorizado el 15 septiembre de 2009

VII. Dirección de la institución:


Avenida Cuauhtémoc número 607, Fraccionamiento Marroquín, C.P.
39640, Acapulco de Juárez, Guerrero, México.

Datos de las Asesoras Académicas

I. Nombres:
Mtra. Rosario Araceli Bernardino Casarrubias.
Mtra. Ma. Dolores Martínez Mandujano.

II. Horario y lugar del aula de tutoría:


Aula 07, de 16:00 a 17:30 horas el día sábado.
Avenida Cuauhtémoc número 607, Fraccionamiento Marroquín, C.P.
39640, Acapulco de Juárez, guerrero, México.
INTRODUCCIÓN

En la presente tesis hablaremos del concubinato, sus características,


derivaciones y semejanzas ya que, si bien ha sido uno de los problemas
morales más importantes que ha tenido el derecho a la familia, pero todas las
familias merecen protección constitucional y no es posible restringir el goce o
ejercicio de sus derechos con base en cómo se han conformado.

Es en el seno de la familia donde se conservan con más pureza las formas de


convivencia que dan a la sociedad mexicana su carácter singular y donde se
generan las más limpias y auténticas aspiraciones y transformaciones.

El concubinato es la unión de dos personas, un hombre y una mujer, sin


impedimento para contraer matrimonio, que hacen vida en común, como si
estuvieran casados, por dos años, o antes si han concebido un hijo en común
en dicha relación, encuentra su origen en la vida común sin la necesidad de que
exista una manifestación de la voluntad expresa”, mientras que el matrimonio
exige una serie de formalidades legales, para su constitución.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación, señala que:

La familia se encuentra protegida por los instrumentos jurídicos tendentes a


proporcionarle la organización, unidad y permanencia que requiere como grupo
social primario, lo cual se establece en distintas disposiciones de orden público
e interés social, o través de las que se generan deberes, derechos y
obligaciones entre sus miembros a causa del matrimonio, el parentesco o el
concubinato.
El código civil regula las cuestiones de alimentos, derechos sucesorios,
obligaciones hacia los hijos y demás derechos y obligaciones inherentes a la
familia que se forma mediante el concubinato. Sin embargo, no establece que
pasa con los bienes adquiridos durante la vida en común, así como que las
empresas se inhiban de las obligaciones de pagar las compensaciones por
años de servicios o la reparación indemnizatoria en caso de muerte, por
accidente, debido a que la reclamante no es esposa del trabajador, tal como
ocurre en los dos regímenes del matrimonio.

Si bien existe una gran inconsistencia en la regulación de los derechos civiles y


patrimoniales dejando en el mayor de los desamparos a seres indefensos y en
la mayor impunidad a quien, despreciando todos los obstáculos sociales, es el
creador culpable de tal estado de cosas

Tomando en cuenta la seguridad, el orden y la mayor estabilidad que a la


estructura social confieren los matrimonios formalmente constituidos, y sin
perjuicio de otras consideraciones de índole ético y axiológico, opinión
mayoritaria, tanto en la doctrina de los autores, como en la contenida en los
fallos judiciales de los diversos países, considera que la relación concubinaria
implica un valor negativo, desde el punto de vista ético para unos, religioso para
otros, o en el campo del orden social. Ese carácter negativo, determina en
autores y legisladores diversas concepciones acerca de cómo debe encarar el
derecho ese hecho, que aparece en el medio social.
CAPÍTULO I
EL PROBLEMA Y SUS GENERALIDADES

1.1 PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

La problemática jurídica surge, no de la constitución misma de la unión material


de hechos, ni de su existencia dentro de la vida de relación, porque ello
corresponde al ámbito de la intimidad individual de los hombres y cuya
repercusión afecta a la colectividad y al Estado. Más que el escándalo lo que
hay que temer es a la injusticia.

No interesa que dos personas de sexo opuesto unan sus vidas dentro de una
comunidad sexual al margen de las leyes, las que, por otra parte, no podrán
jamás reglamentar esta clase de actividad humana. Es el resultado de esas
relaciones sexuales lo que sí cae dentro de la ley.

El Estado puede ignorar dichas relaciones, pero no puede permitir que nazcan
niños sin nombre; que una mujer preste sus servicios y asistencia a un hombre
sin remuneración alguna ni participación en los bienes que se adquieren con su
trabajo; que en nombre de la ley se burlen los derechos del acreedor,
alegándose que las obligaciones contraídas, por la mujer no son
responsabilidad del hombre, por cuanto no es su esposa legítima; y, finalmente,
que las empresas se inhiban de las obligaciones de pagar las compensaciones
por años de servicios o la reparación indemnizatoria en caso de muerte, por
accidente, en razón de que la reclamante no es esposa del trabajador.
Otro aspecto que ahonda el problema es la situación de perjuicio que se crea
con la ignorancia legal del concubinato, “no sólo porque no logra reducir el
número de uniones libres, sino porque deja en el mayor de los desamparos a
seres indefensos y en la mayor impunidad a quien, despreciando todos los
obstáculos sociales, es el creador culpable de tal estado de cosas”

1.2 DELIMITACIÓN DEL PROBLEMA

En la presente tesis hablaremos de la vigente Legislación Mexicana que regula


el concubinato, mediante el Código Civil en las entidades de la Federación
Mexicana y el Código Familiar del Estado, dividiendo por materias las diversas
disposiciones aplicables.

1.3 OBJETIVOS DE LA INVESTIGACIÓN

1.3.1 Objetivo General:

Estudiar el concubinato desde un punto estricto para su regulación, ya que es


una conducta humana que, independientemente de la voluntad de los
concubinos produce efectos jurídicos por disposición de la ley.

Desde el contexto social cuya existencia es indiscutible y, por ende, se debe


aceptar y regular sistemáticamente en nuestra legislación, a fin de garantizar la
organización familiar y social, estableciendo los derechos y deberes de los
concubinos y de sus hijos, así como las causas y formas de separación y las
providencias que se deben tomar en este caso, para proteger
fundamentalmente a los hijos y a la concubina
1.3.2 Objetivos Específicos:

● Estudiar lo que es y no es el concubinato, así como los derechos y


obligaciones legales que se adquieren independientemente de la
voluntad de los concubinos.

● Estudiar las leyes y legislaciones vigentes que regulan la unión de dos


personas en concubinato a fin de identificar sus irregularidades en la
aplicación de las mismas, promoviendo su regulación a beneficio de los
más indefensos.

● Promover la regulación de la separación de los concubinos a fin de


establecer legalmente la necesidad de recurrir a los órganos
competentes del poder judicial, para solicitar autorización, la que sólo
podrá concederse cuando se acredite que existe causa justificada para
ello. Tomando en cuenta las previsiones necesarias en cuanto a la
situación de la concubina que pudiera estar embarazada, a los alimentos,
custodia y patria potestad sobre los hijos y a la repartición de los bienes
comunes que hubieren adquirido los concubinos. En resumen, en este
caso deben tomarse decisiones y providencias similares a las previstas
legalmente para el caso de divorcio.

1.4 JUSTIFICACIÓN DEL PROBLEMA

Se ha visto a través de la evolución histórica del concubinato, la preocupación


del legislador por dar, una solución ajustada a las normas jurídicas a esta
realidad social, que irrumpe dentro del Derecho de Familia, pues está sujeta a
principios morales individuales, así como a los de la moral social.
No obstante, la buena disposición del legislador, los efectos civiles y familiares
concedidos al concubinato en el Código de 1928 fueron extremadamente
reducidos; sin embargo, representó un gran avance para su época, en la que la
mojigatería o la moral social rechazaban esta práctica tan arraigada en nuestro
medio.

Actualmente el concubinato es practicado no sólo por los integrantes de las


clases desvalidas económicamente o de las culturalmente bajas, sino por
personas de todos los estratos sociales, culturales y económicos; es una
realidad social que está presente en nuestra vida diaria y que no podemos
ocultar o negar, porque pretenderlo sería tanto como "querer tapar el sol con un
dedo".

Si bien, aunque a lo largo de la historia del concubinato ha habido avances en


el establecimiento de derechos y deberes de los concubinos, es necesario se
siga avanzando en la regulación de los derechos civiles y patrimoniales a favor
de los más indefensos ya que todas las familias merecen protección
constitucional y no es posible restringir el goce o ejercicio de sus derechos con
base en cómo se han conformado.

1.5 HIPÓTESIS

La teoría de la naturaleza jurídica del concubinato en realidad se trata de una


unión de hecho, en la cual no se manifiesta la voluntad, como si se hace en el
acto jurídico matrimonio para crear, modificar, transmitir, o extinguir derechos y
obligaciones. La voluntad de los concubinos no se expresa para celebrar el acto
jurídico matrimonio, y no hay sociedad concubinaria, ni siquiera supletoriamente
separación de bienes, lo que, si ocurre en el matrimonio, porque en el
concubinato cada uno es dueño de lo propio, lo que debe acreditarse con los
títulos de propiedad respectivos.
Las lagunas legales mexicanas en esta figura no tienen principio ni fin, ya que
por un lado el concubinato se genera a partir de la falta de interés de adquirir
obligaciones legales y jurídicas, y el código civil establece efectos jurídicos de
igualdad entre los concubinos y de gran beneficio para los hijos.

Será entonces pertinente seguir avanzando en la regulación de los derechos y


obligaciones, en un acto de unión que no tiene legalidad jurídica dejando en el
olvido lo que hasta ahora se constituye como matrimonio.

En la actualidad, la sociología anuncia, por su parte, una drástica disminución


de los matrimonios, un aumento de las tasas de divorcio y un crecimiento
inusitado de las llamadas uniones libres, al grado de que podemos vaticinar que
en cien años, pocos para la historia de la humanidad la mayoría de las familias
tendrán como origen el concubinato.

1.6 FORMULACIÓN DEL PROBLEMA

El concubinato es conocido en nuestro ordenamiento jurídico y es objeto de


diferentes tratos dependiendo del momento y las circunstancias históricas.

En el derecho Romano no estaba regulado jurídicamente y era considerado


inferior al matrimonio, con el Emperador Augusto, en Roma adquiere mayor
rango y se prohibió entre un senado y una liberta. El hombre casado no podía
tener concubina ni el soltero más de una.

En los primeros 50 años de México como país independiente, era difícil


determinar el derecho que se aplicaría ya que existía el derecho real de
Castillas y las Leyes de India, pero las Pandectas hispano-mexicanas permitían
el concubinato.
Algunos consideran que el concubinato solo es la unión de un hombre y una
mujer, sin formalización legal (matrimonio aparente), es inestable y contraviene
a las buenas costumbres.

Pues bien, el concubinato es una figura que protege a la familia, a los


concubinos, a ella, a los hijos, a la propia sociedad, porque ya no quedan en el
desamparo y, sobre todo, estamos en presencia de un hecho jurídico que
produce consecuencias de Derecho por el solo acto de vivir durante dos años
juntos en forma permanente y constante o tener hijos, y tener esta relación sin
tener impedimentos para contraer matrimonio y que sea la unión singular de un
hombre y una mujer. Ante ello, la conclusión última es que estas materias
deben formar parte de un Código Familiar que verdaderamente proteja a la
familia.
CAPÍTULO II
MARCO TEÓRICO

2.1 ANTECEDENTES DE LA INVESTIGACIÓN

2.1.1 Etimología de la palabra concubinato

Es necesario conocer la raíz etimológica de la palabra concubinato, pues dicha


palabra se deriva del latín "con" y "cubito" que significa "acostarse con", esto
más que vivir juntos, o compartir la vida como esposos, es una relación sexual
que nace de la convivencia que se da entre dos personas, entonces el origen
de la palabra concubinato significa "acostarse juntos".

Ahora bien, resulta conveniente referir que los romanos dan el nombre de
concubinatus a una unión de orden inferior más duradera y que se distinguía así
de las relaciones pasajeras consideradas como ilícitas.

Así, el concubinatus fue reconocido por el derecho romano, pues en esta


cultura las personas de distinta condición social no podían unirse en
matrimonio. Debía tratarse de personas púberes y que no hubiera entre ellos
prohibiciones para casarse como la de ser parientes o ya estar casados. Para
ellos, de los dos elementos que contenía el matrimonio uno "de hecho" dado
por la cohabitación y el otro "espiritual" el que se llamaba "affectio maritalis", el
concubinato sólo poseía el primero.

El concubinato parece haber nacido en Roma debido a la desigualdad de las


condiciones, toda vez que un ciudadano tomaba por concubina a una mujer
poco honrada e indígena, para hacerla su mujer. Hasta el fin de la República, el
derecho no se ocupó de estas simples uniones, de hecho, fue bajo el imperio de
Augusto cuando el concubinato recibió su nombre. La ley "julia de adulteriis"
calificada de "stuprum", castigaba sólo al comercio con toda joven o viuda fuera
de las "justae nuptiae", haciendo una excepción a favor de la unión duradera
llamada concubinato, que recibió de esta manera una sanción legal.

Desde entonces le fueron impuestas ciertas condiciones para precisar los


límites por los cuales únicamente existía un comercio ilícito. Por eso el
concubinato sólo estaba permitido en personas púberes, y no en parientes en el
grado prohibido para el matrimonio, entendiendo que es grado prohibido para el
matrimonio, el parentesco por consanguinidad legítima o natural sin limitación
de grado en la línea recta, ascendente o descendente. En la línea colateral
igual, el impedimento se extiende a hermanos y medios hermanos.

En un principio el concubinato no producía ninguno de los efectos civiles unidos


a la "justae nuptiae" por eso la mujer no era elevada a la condición social del
marido, pues aunque algún ciudadano hubiere tomado para concubina a alguna
mujer de su mismo rango, lo cual era muy raro no era nunca tratada como
"uxor" en la casa o en la familia, de donde venía el nombre de "inaequale
conjungium" aplicado a esta unión.

Con la adopción del cristianismo por parte del imperio romano, el concubinato
fue perdiendo su reconocimiento como institución legal, pues se consideraba
que afectaba a la institución matrimonial que era un sacramento. Los
emperadores cristianos buscaron la manera de hacer desaparecer el
concubinato y procuraron convencer a los concubinos de que contrajeran
matrimonio. Constantino creyó acertar ofreciendo a las personas viviendo
entonces en concubinato, y teniendo hijos naturales, legitimarlos siempre que
transformasen su unión en justae nuptiae siendo también acordado por Zenón
este mismo favor sin ningún reparo. Anastasio fue aún todavía más lejos, pues
decidió que, tanto en lo presente como en el futuro, todos los que tuvieren hijos
nacidos de concubinato podían legitimarlos contrayendo las "justae nuptiae".
Distinguiéndose los concubinos privados de los públicos. El Concilio de Basilia
entiende por estos últimos, no sólo aquellos cuyo concubinato está comprobado
por sentencia o por confesión hecha ante el Juez, o por una causa tan pública
que no pueda ocultarse por ningún pretexto, sino también aquel que conserva
una mujer difamada y sospechosa de incontinencia y se niega a abandonarla
después de haber sido advertido por su superior.

En el primer Concilio de Toledo del año 400, se excomulgaba a quien tenía una
mujer fiel como concubina, pero si la concubina ocupaba un lugar de esposa, de
modo que solamente existía una sola mujer a título de esposa o de concubina,
no sería sancionado con la excomunión.

Hacía el siglo X hubo grandes abusos de parte del clero para los cuales se
procuró un remedio con diferentes penas, en algunos casos se ordenó que los
culpables de este crimen fueran depuestos. El Concilio de Trento hizo
importantes declaraciones al respecto, refiriéndose a los legos los cuales dice:
"Gran pecado es que los solteros tengan concubinas, pero es mucho más grave
y en notable desprecio de este sacramento del matrimonio que los casados
también en semejante estado de condenación y se atrevan a mantenerlas y
conservarlas algunas veces en su misma y hasta en compañía de sus propias
mujeres".

Para ocurrir, pues el Santo Oficio con oportunos remedios a un mal de tanta
trascendencia estableció la excomunión contra semejantes concubinarios, así
solteros como casados de cualquier estado, dignidad o condición que, después
de ser amonestados por el ordinario aun procediendo de oficio por tres veces,
no despidieran las concubinas y apartasen de su trato, no serían absueltos
hasta que efectivamente obedecieran a la corrección dada.

Si despreciando las censuras permanecieran un año en el concubinato,


procedería el ordinario severamente atendida la calidad del delito. Las mujeres
solteras o casadas que vivieran públicamente con adúlteros o concubinarios, si
amonestadas por tres veces, éstas no obedecieran, serían con rigor castigadas
de oficio por los ordinarios locales de oficio según su culpa, aunque sin parte
que lo pidiera y serían además desterradas del lugar o de la diócesis si
pareciere conveniente a los mismos ordinarios, invocando para ello que fuere
menester el brazo seglar quedando en todo su vigor las demás penas
fulminadas contra adúlteros y concubinarios.

2.1.2 Antecedentes históricos

En muchas sociedades tal vez la mayoría, incluso en nuestra civilización, los


hombres podían tener tantas mujeres como estuvieran en condiciones de
mantener. Como ejemplo tenemos no sólo las fantasías orientales de “Las mil y
una noches”, narradas por Sherezade, sino que hasta la propia Biblia nos habla
de las setecientas concubinas del Rey Salomón. Tal como ocurre hoy con los
poderosos, disponer de varias mujeres hermosas como objeto sexual ha sido
siempre símbolo de poder y fuente de prestigio, aunque la verdadera relación
del poderoso con sus concubinas no siempre guardaba relación con la
etimología del término.

El concubinato tiene un origen muy remoto, fue admitido como institución legal
en el Código de Hammurabi que es el más antiguo texto legal que se conoce.
En Roma fue regulado por el Jus gentium, alcanzando su mayor difusión a fines
de la República. Entre los germanos existió el concubinato para las uniones
entre libres y siervos, debido a que no se permitía el matrimonio entre personas
de distinta condición social, siendo sustituido después por el matrimonio
llamado de mano izquierda o morganático, por el cual la mujer de condición
inferior no participaba de los títulos ni rango del marido, siguiendo los hijos la
misma condición de la primera sin heredar a éste. El concubinato subsistió en la
Edad Media, no obstante, la creciente oposición del Cristianismo. Así, en
España lo consagraron antiguas costumbres y ciertas disposiciones legales,
tomando el nombre de arragania, que posteriormente fue sustituido por el de
amancebamiento.

En los Fueros y en las Partidas se reglaron las uniones de hecho a la manera


de los romanos, con la diferencia de que la barragana podía en cualquier
momento contraer matrimonio, siempre y cuando no tuviera impedimentos.
Posteriormente en el llamado Concilio de Trento se prohibió sancionar a los
concubinos Hace mil años, el matrimonio cristiano se realizaba ante la vista de
Dios, sin necesidad de ceremonia o de autoridad que diera fe de la voluntad de
los contrayentes. Luego, la iglesia exigió el rito que todavía conocemos y
calificó como inmoral cualquier otra unión, recurriendo a la autoridad seglar para
reparar a los pecadores que evadían la fórmula eclesiástica.

2.1.3 Panorama jurídico en México

En general, en todo el centro del país había poligamia, lo mismo que en Jalisco,
Michoacán y, en la Mixteca y en algunas tribus de Tampico y Sinaloa. En
cambio, otras tribus eran monógamas como los Chichimecas, los de Nuevo
México y en especial los de Yucatán; Landa expresamente nos dice que,
aunque dejaban con facilidad a sus mujeres, nunca los Yucatecos tomaban más
de una como se ha llegado en otras partes. Entre los toltecas la poligamia se
castigaba severamente.
Había ceremonias especiales para desposar a la mujer principal pero, además,
se podían tener tantas esposas secundarias como conviniese. El sistema
matrimonial de los mexicanos era una especie de transacción entre la
monogamia y la poligamia, sólo existía una esposa legítima, siendo aquella con
la que el hombre se había casado observando todas las ceremonias, pero
también había un número indefinido de concubinas oficiales que tenían su sitio
en el hogar y cuyo estatuto social era de ninguna manera sujeto de burlas o de
desprecio.

El hombre casado o soltero, no sacerdote, podía tomar cuantas mancebas


quisiera con tal de que fueran libres de matrimonio religioso. Los padres daban
manceba sus hijos mientras llegaba la edad de casarlos. Para tal fin, pedían las
muchachas a sus padres, sin que éstos consideraran deshonroso darlas.

Las expresiones de legitimidad o ilegitimidad que se emplearon después de la


conquista española bajo la influencia de las ideas europeas no deben
engañarnos; sobre la situación social de las esposas secundarias y de sus
hijos, no pesaba ningún estigma. No hay duda de que, en principio, sólo los
hijos de la mujer principal sucedían al padre, pero en los libros que tratan del
tema abundan de ejemplos de lo contario, y tal es el caso del emperador
Itzcóatl, ilustre que fue hijo de una concubina de origen humilde. En todo caso
los hijos de las esposas secundarias siempre se consideraban "pilli" y podía
llegar, si eran dignos de ello, a las funciones más altas.

En el año de mil quinientos diecinueve, la invasión de los españoles trae a


México una civilización totalmente distinta. La conquista principia, y con la caída
de México-Tenochtitlán, se consolida el imperio español que trunca la evolución
de los mexicas y se impone por la fuerza una nueva cultura con todos los
efectos conocidos.
Después de la conquista se presentó un relajamiento de costumbre y los
hábitos entre los indígenas que crearon profunda preocupación entre los
misioneros y autoridades civiles. La religión, legislación, usos y costumbres
españolas se imponen en México. Las conductas y leyes familiares sobre el
matrimonio se interrumpen para la aplicación de una nueva legislación, la que
es de muy difícil aceptación debido a la costumbre y los usos inventados de los
indígenas en cuanto al matrimonio y vida familiar. La poligamia es difícil de
desarraigar, el concubinato; sin embargo, se trata de arrancar esas costumbres,
y la legislación la española, trasplantada a una tierra de costumbres diversas.
Así, durante la época colonial se aplica la legislación española y con ella lo
relativo al concubinato que ya se encontraba prohibido, buscando la legalidad y
la sacramentalidad de todos los matrimonios.

Llega la independencia sin haberse resuelto los problemas humanos y


familiares. La legislación no comprende al concubinato, ni se habla de los
efectos jurídicos que se pueden producir entre concubinos y sus hijos.

La Ley del Matrimonio Civil del veintitrés de julio de mil ochocientos cincuenta y
nueve, hacía referencia al concubinato dentro de las causas de divorcio
(artículo 21, fracción XIX). Procedía el divorcio, entre otros, por el concubinato
público del marido, lo cual calificaba al concubinato como la relación sexual
ilícita habida fuera del matrimonio.

Los códigos civiles de mil ochocientos setenta y mil ochocientos ochenta y


cuatro, no hacen referencia a esta situación, como si no existiera en el país.
Debido a la influencia del matrimonio religioso, se desconoció el concubinato
como una posible unión sexual.

La Ley sobre Relaciones Familiares, aun cuando no hace referencia al


concubinato, toca ya algunos de los efectos en relación con los hijos. Es hasta
que llega el código de mil novecientos veintiocho cuando se reconoce que hay,
sobre todo en la clase popular, una manera peculiar de formar la familia: el
concubinato.

Hasta ahora se había quedado al margen de la ley los que en tal estado vivían,
pero el legislador no puede cerrar los ojos para no darse cuenta de un modo de
ser generalizado en algunas clases sociales, y por eso en el anteproyecto se
reconoce que produce algunos efectos jurídicos el concubinato, ya en bien de
los hijos, y a favor de la concubina, que al mismo tiempo es madre y que ha
vivido por mucho tiempo con el jefe de la familia. Estos efectos se producen
cuando ninguno de los que viven en concubinato es casado, pues se quiso
rendir homenaje al matrimonio, que la comisión considera como la forma moral
y legal de constituir familia, y si se trata de concubinato, es, como se dijo antes,
porque se encuentra muy generalizado, hecho que el legislador debía ignorar.

Del reconocimiento de esta peculiar forma de constituir la familia se derivan


algunos efectos, que originalmente eran los siguientes:

• Otorgar a la concubina sobreviviente la pensión alimenticia en caso de


necesidad (artículo 1638, fracción V), del Código Civil para el Distrito
Federal en vigencia del año 1928-1974.

• Se organiza la sucesión de la concubina (artículo 1635) del Código Civil


para el Distrito Federal, del año 1928-1974.

• Permite la investigación de la paternidad en caso de concubinato


(artículo 382, fracción III), del mismo ordenamiento jurídico.

• Al crear la presunción de filiación consecuencia del mismo (artículo


383), del citado Código Civil, para el Distrito Federal.
Los anteriores presupuestos del legislador permanecen hasta mil novecientos
setenta y cuatro, año en el cual se igualan al varón y a la mujer sin diferenciar el
sexo. Posteriormente, en mil novecientos ochenta y tres, se modifica el artículo
1635 del Código Civil para el Distrito Federal, para incorporar al concubinario
con derecho a herencia. Adicionalmente, siguiendo los antecedentes de
algunos códigos de la República en donde se otorgan alimentos a ambos
concubinarios.

La apertura habida en relación con el concubinato es acogida por algunos


Estados de la República. El Código Civil del Estado de Morelos, de mil
novecientos cuarenta y cinco, en el capítulo de los alimentos, señala en el
artículo 403 que la obligación de dar alimentos corresponde, en primer término,
a los cónyuges y en el segundo párrafo establece que la concubina tiene
derecho a exigir alimentos al concubinario, siempre que reúnan los requisitos
que la misma legislación requiere. El Código Civil de Tlaxcala de mil
novecientos setenta y seis en el artículo 147, establece que los cónyuges deben
darse alimentos en los casos señalados en el mismo código.

Es de esta manera en la que el Estado hace una verdadera transformación de


la figura del concubinato y siempre con la misma pretensión de equipararlo al
matrimonio, ya que en ambos actos jurídicos se generan las mismas
obligaciones: cohabitar, ayuda mutua y procrear; pero en el concubinato no se
han reconocido los mismos derechos: en este régimen no hay sociedad
patrimonial.

Sin embargo, es verdad que poco a poco se reconocen ciertos derechos a favor
de los concubinos; así en la Ley Federal del Trabajo en el artículo 501 hace
referencia al concubinato; la Ley del Instituto Mexicano del Seguro Social en
sus artículos 72, 92, fracción I; la Ley del Instituto de Seguridad y Servicios
Sociales de los Trabajadores del Estado en su artículo 23, fracción I, aparecen
menciones de la concubina como beneficiaria en las situaciones que cada ley
regula.

2.2 BASES TEÓRICAS

2.2.1 Conceptos doctrinales de concubinato

En algunos países se inscriben esta situación en un registro como constancia


de unión y en los que no existe esto se debe probar. También encontramos que
el concubinato se define como una unión sexual de un hombre y una mujer que
viven en privado y públicamente como si fueran cónyuges (sin serlo) libres de
matrimonio y sin impedimento para poder contraer y que tiene una temporalidad
o tienen un hijo.

RAFAEL ROJINA VILLEGAS, en su obra de Derecho Civil, no define, pero


señala que el concubinato es un hecho no tanto de apreciación técnico jurídico,
sino como cuestión de moralidad. Para este autor son más los valores morales
los que se deben de apreciar al momento de definir esta figura como lo es el
concubinato.

El artículo 291 Bis del Código Civil para el Distrito Federal, establece que: las
concubinas y los concubinos tienen derechos y obligaciones recíprocos,
siempre que sin impedimentos legales para contraer matrimonio, han vivido en
común en forma constante y permanente por un periodo de dos años que
precedan inmediatamente a la generación de derechos y obligaciones a los que
alude ese capítulo.
Entonces, concubinato es una comunicación o trato de un hombre con su
concubina, el concubinato es una unión sexual licita, que está permitida por la
ley, que es informal y no requiere de formalidades, ni celebrarse ante ninguna
autoridad competente, que se establece entre un hombre y una mujer, está el
carácter heterosexual de esta relación de hecho, es un hombre y una mujer,
que no tienen impedimentos para casarse, para unirse, en este caso los
impedimentos los establece la ley, deben durar más de dos años y debe haber
la intención de cohabitar y que exista un hijo en común, éstos son los rasgos,
las características esenciales del concubinato.

2.2.2 Elementos integrantes del concubinato

El concubinato posee las siguientes características, que son elementos


integrantes del mismo, como son:

● COHABITACIÓN: Es el rasgo que distingue una unión concubinaria de


una mera relación circunstancial. Si los sujetos carecen de un domicilio
común, no es posible sostener la existencia de un concubinato para los
diversos efectos que éste puede invocarse en el ámbito jurídico. Esta
cohabitación implica la comunidad de vida, es decir, posibilita que la
pareja, en mayor o menor medida, comparta la vida en todos esos
aspectos que determinan situaciones que exigen consideración y
solución por parte del derecho. Cohabitación conlleva la comunidad de
hecho, es decir, la existencia entre los sujetos de relaciones sexuales o,
al menos la apariencia de ellas dado el modo íntimo en que comparten la
vida.

● PUBLICIDAD La unión del hombre y la mujer consiste en una comunidad


de hecho, de habitación y de vida, debe ser susceptible de público
conocimiento; es decir no debe ser ocultada por los sujetos.
● SINGULARIDAD Entre los elementos constitutivos del concubinato tiene
que figurar la singularidad. Este concepto implica que la totalidad de los
elementos que constituyen el concubinato debe darse entre los dos
sujetos.

● PERMANENCIA La relación de los concubinos no puede ser


momentánea, ni accidental. Debe ser duradera, a tal punto que faltando
esta modalidad resultaría inaplicable la casi totalidad de los efectos que
cabe adjudicar al concubinato. Así como en el matrimonio también en el
concubinato puede haber breves rupturas, momentáneas separaciones
seguida de pronta reconciliación, sin que ello afecte el carácter de
permanencia que la relación presente.

2.2.3 Derechos y obligaciones recíprocos

Al respecto, los artículos 291 Bis, 291 Ter, 291 Quáter, 291 Quintus, del Código
Civil para el Distrito Federal disponen:

"Artículo 291 Bis. Las concubinas y los concubinos tienen derechos y


obligaciones recíprocos, siempre que, sin impedimentos legales para contraer
matrimonio, han vivido en común en forma constante y permanente por un
periodo mínimo de dos años que precedan inmediatamente a la generación de
derechos y obligaciones a los que alude este capítulo.

"No es necesario el transcurso del periodo mencionado cuando, reunidos los


demás requisitos, tengan un hijo en común.
"Si con una misma persona se establecen varias uniones del tipo antes
descrito, en ninguna se reputará concubinato. Quien haya actuado de buena fe
podrá demandar del otro, una indemnización por daños y perjuicios."

"Artículo 291 Ter. Regirán al concubinato todos los derechos y obligaciones


inherentes a la familia, en lo que le fueren aplicables."
"Artículo 291 Quáter. El concubinato genera entre los concubinos derechos
alimentarios y sucesorios, independientemente de los demás derechos y
obligaciones reconocidos en este código o en otras leyes."

"Artículo 291 Quintus. Al cesar la convivencia, la concubina o el concubinario


que carezca de ingresos o bienes suficientes para su sostenimiento tiene
derecho a una pensión alimenticia por un tiempo igual al que haya durado el
concubinato.

No podrá reclamar alimentos quien haya demostrado ingratitud, o viva en


concubinato o contraiga matrimonio.

"El derecho que otorga este artículo podrá ejercitarse solo durante el año
siguiente a la cesación del concubinato."

De lo anterior se colige que el concubinato deviene de la voluntad de los


concubinos de convivir, cohabitar y procrear, sin la existencia de un contrato
solemne, sino que se da por la situación de hecho, pero la finalidad es la misma
que se sigue con el matrimonio: compartir un proyecto de vida común basado
en la ayuda mutua, en la relación afectiva y permanencia, y a través del
desarrollo histórico se han reconocido más derechos en favor de los concubinos
y se ha aceptado esa figura socialmente; empero, todavía hay derechos que se
han soslayado.
El suscrito considera que los derechos a favor de los concubinos deben ser
reconocidos de forma integral, sin limitarlos en virtud de que las partes no se
han sometido al acto solmene del matrimonio civil; es decir, las normas que
regulan el concubinato deben interpretarse de forma amplia, sin ese velo de
distinción o discriminación, toda vez que la familia que proviene del matrimonio
no se puede considerar de primera y la que deriva del concubinato de segunda
clase; así la protección familiar y su patrimonio, con independencia de la fuente
de donde derive, debe ser protegida sin distinciones.

Negar a los concubinos los beneficios originados por la convivencia


permanente, por años de cohabitación y ayuda mutua, implicaría tratarlos como
gobernados de segunda clase, sin justificación racional, ética, ni legal, que
permita restringir sus derechos para obtener parte del patrimonio familiar
conformado durante todos esos años de convivencia.

El sostener que los concubinos pudieran generar un patrimonio familiar, no


conculca la voluntad libre de las partes de no haber celebrado el matrimonio
civil, de no establecer capitulaciones o de no donar o ceder a favor de alguno,
determinado bien, porque la unión similar a la de matrimonio, por sí misma debe
crear derechos reconocidos por el Estado, porque se debe salvaguardar la
seguridad jurídica de la familia como núcleo esencial y primordial de la
sociedad.

Bajo ese contexto, en virtud de que la legislación civil contempla dos regímenes
patrimoniales para los cónyuges: el de sociedad conyugal y el de separación de
bienes, y las partes tienen libertad para elegir el régimen patrimonial que deberá
imperar, de ahí que si el concubinato se equipara al matrimonio, cuya diferencia
sustancial existe en la celebración solmene de un contrato; entonces, también
en el concubinato debe considerarse que ante la falta de acuerdos relativos al
patrimonio familiar, debe regir el de sociedad conyugal.
En concordancia con lo establecido en los artículos 178, 179, 180, 181, 182 Bis,
182 Ter, 182 Quáter, 182 Sextus, del Código Civil para el Distrito Federal,
establecen que las capitulaciones patrimoniales son los pactos celebrados entre
las partes para constituir el régimen matrimonial y reglamentar la administración
de los bienes; la cual debe recaer en ambos cónyuges, salvo pacto expreso.

Además, mientras no se pruebe que los bienes fueron obtenidos por solamente
uno de los cónyuges y que pertenecen a uno, entonces se presume que forman
parte de la sociedad conyugal.

En el mismo sentido, se debe considerar que si en la relación de concubinato,


las partes no comparecen ante el Juez de lo Familiar o ante notario público a
designar a quién pertenecen determinados bienes, entonces si fueron
adquiridos durante la vigencia del concubinato, se debe considerar que forman
parte a la sociedad concubina, salvo prueba de pacto en contrario.

Los artículos citados del Código Civil para el Distrito Federal prevén:

"Artículo 178. El matrimonio debe celebrarse bajo los regímenes patrimoniales


de sociedad conyugal o separación de bienes."

"Artículo 179. Las capitulaciones matrimoniales son pactos que los otorgantes
celebran para constituir el régimen patrimonial de su matrimonio y reglamentar
la administración de los bienes, la cual deberá recaer en ambos cónyuges,
salvo pacto en contrario."

"Artículo 180. Las capitulaciones matrimoniales se otorgarán antes de la


celebración del matrimonio y durante éste. Podrán otorgarse o modificarse
durante el matrimonio, ante el Juez de lo Familiar o ante notario, mediante
escritura pública."

"Artículo 181. El menor que con arreglo a la ley pueda contraer matrimonio,
puede también otorgar capitulaciones, las cuales serán válidas si a su
otorgamiento concurren las personas cuyo consentimiento previo es necesario
para la celebración del matrimonio."

"Artículo 182 Bis. Cuando habiendo contraído matrimonio bajo el régimen de


sociedad conyugal, falten las capitulaciones matrimoniales o haya omisión o
imprecisión en ellas, se aplicará, en lo conducente, lo dispuesto por este
capítulo."

"Artículo 182 Ter. Mientras no se pruebe, en los términos establecidos por este
código, que los bienes y utilidades obtenidos por alguno de los cónyuges
pertenecen sólo a uno de ellos, se presume que forman parte de la sociedad
conyugal."

"Artículo 182 Quáter. Salvo pacto en contrario, que conste en las capitulaciones
matrimoniales, los bienes y utilidades a que se refiere el artículo anterior
corresponden por partes iguales a ambos cónyuges."

"Artículo 182 Quintus. En la sociedad conyugal son propios de cada cónyuge,


salvo pacto en contrario que conste en las capitulaciones matrimoniales:

I. Los bienes y derechos que le pertenezcan al tiempo de celebrarse el


matrimonio, y los que posea antes de éste, aunque no fuera dueño de
ellos, si los adquiere por prescripción durante el matrimonio;
II. Los bienes que adquiera después de contraído el matrimonio, por
herencia, legado, donación o don de la fortuna;

III. Los bienes adquiridos por cualquier título propio que sea anterior al
matrimonio, aunque la adjudicación se haya hecho después de la
celebración de éste; siempre que todas las erogaciones que se generen
para hacerlo efectivo corran a cargo del dueño de éste;

IV. Los bienes que se adquieran con el producto de la venta o permuta de


bienes propios;

V. Objetos de uso personal;

VI. Los instrumentos necesarios para el ejercicio de la profesión, arte u


oficio, salvo cuando éstos integren o pertenezcan a un establecimiento
o explotación de carácter común. No perderán el carácter de privativos
por el hecho de haber sido adquiridos con fondos comunes, pero en
este caso el otro cónyuge que los conserve deberá pagar a otro en la
proporción que corresponda; y

VII. Los bienes comprados a plazos por uno de los cónyuges antes de
contraer matrimonio tendrán el carácter de privativo cuando la totalidad
o parte del precio aplazado se satisfaga con dinero propio del mismo
cónyuge. Se exceptúan la vivienda, enseres y menaje familiares."

"Artículo 182 Sextus. Los bienes de la sociedad conyugal serán administrados


por ambos cónyuges, salvo pacto en contrario en las capitulaciones
matrimoniales."
Bajo ese contexto, el suscrito considera que si el concubinato es equiparable al
matrimonio en cuanto a sus fines, por razón justa debe cobrar aplicación
también el artículo 182 Ter del código citado, y ante la falta de manifestación
expresa de los concubinos, los bienes adquiridos y utilidades que conforman el
patrimonio familiar, deben presumirse que pertenecen a ambas partes, salvo
prueba de pacto en contrario.

"CÓNYUGES Y CONCUBINOS. AL SER PARTE DE UN GRUPO FAMILIAR


ESENCIALMENTE IGUAL, CUALQUIER DISTINCIÓN JURÍDICA ENTRE
ELLOS DEBE SER OBJETIVA, RAZONABLE Y ESTAR DEBIDAMENTE
JUSTIFICADA. La familia, más que un concepto jurídico constituye uno
sociológico, cuya protección debe cubrir todas sus formas y manifestaciones.
De ahí que tanto los cónyuges como los concubinos son parte de un grupo
familiar esencialmente igual, en el que sus integrantes se proporcionan cariño,
ayuda, lealtad y solidaridad. Así, cualquier distinción jurídica entre cónyuges y
concubinos deberá ser objetiva, razonable y estar debidamente justificada, ya
que de lo contrario, estaría violando el derecho fundamental a la igualdad,
reconocido en el artículo 1o. de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos."

"CONCUBINA, DERECHO DE LA, PARA HEREDAR.- El simple contenido


ideológico del artículo 1635 del Código Civil, entendido con el criterio jurídico
que da el conocimiento de las leyes anteriores que se han ocupado del
concubinato, basta para establecer el principio de que el mismo requiere una
unión temporal y constante, y que la concubina no es solamente cualquier
madre de cualquier hijo, si no precisamente la mujer que ha vivido con un
hombre, como esposa, por un tiempo más o menos largo, y en lo que se refiere
a la herencia, cuando el derecho se sustenta sobre la base de que una mujer
tuvo hijos con el de cujus realmente no necesita probar que tuvo varios hijos,
pero sí es indispensable que demuestre que, además de haber tenido aunque
no determine por qué tiempo, pues la ley ninguna fija, pero siempre con la
realidad objetiva de la propia convivencia, misma que no puede ser suplida con
el sólo propósito de hacerlo, o alegando que espiritualmente existe la
convivencia, pues esta clase de unión meramente sentimental y de pura
intención, podrá ser poderosa y respetable, y aun acaso noble, pero nunca
puede constituir el concubinato, en los términos en que lo reconocen la ley y el
derecho."

"CONCUBINA, DERECHOS HEREDITARIOS DE LA.- Para la existencia del


concubinato se requiere que la mujer viva con el hombre en la misma casa,
atendiéndolo y auxiliándolo en sus necesidades, como si fuera su esposa. Este
es el criterio de la ley al crear la sucesión de la concubina; pues el legislador
consideró, colocándose en un plano de equidad y de justicia, que una mujer que
vive permanentemente con un hombre y que lo ayuda a formar un capital, debe
ser protegida por la misma ley. En consecuencia, no puede considerarse como
concubina a una mujer con quien se tenga relaciones sexuales accidentales,
pues extremando el concepto, podría considerarse a una mujer como concubina
de un hombre, aún sin tener como determinante la relación sexual."

2.3 DEFINICIÓN DE TÉRMINOS BÁSICOS

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