vacarezza, incertidumbre, ambivalencia y confianza

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Vaccarezza, Leonardo Silvio

Incertidumbre, ambivalencia y confianza :


percepción social del riesgo de contaminación
por agroquímicos

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Nacional de Quilmes de la Universidad Nacional de Quilmes

Cita recomendada:
Vaccarezza, L. S. (2015). Incertidumbre, ambivalencia y confianza. Percepción social del riesgo de
contaminación por agroquímicos. Redes, 21(40), 15-40. Disponible en RIDAA-UNQ Repositorio Institucional
Digital de Acceso Abierto de la Universidad Nacional de Quilmes
http://ridaa.unq.edu.ar/handle/20.500.11807/366

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INCERTIDUMBRE, AMBIVALENCIA Y CONFIANZA.
PERCEPCIÓN SOCIAL DEL RIESGO DE
CONTAMINACIÓN POR AGROQUÍMICOS

Leonardo Silvio Vaccarezza*

RESUMEN

El desarrollo de la tecnociencia ha impactado en la percepción social públi-


ca de la tecnología y dio lugar al desarrollo de conceptos específicos: riesgo,
percepción y aceptabilidad del riesgo, incertidumbre, ambivalencia, con-
fianza en la ciencia. En el presente artículo se analizan los efectos en la salud
y en el medio ambiente por la expansión del cultivo de la soja en la Argentina
y por el uso del agroquímico glifosato –un tema publicitado en los medios
masivos de comunicación–, como ejemplo adecuado para explorar las rela-
ciones entre esos conceptos, con base en información de una encuesta rea-
lizada a estudiantes universitarios. Se observó una relativa independencia
entre los indicadores de los conceptos mencionados, de manera tal que es
posible sugerir que las actitudes y representaciones sociales de este público
acerca de la ciencia y la tecnología expresan posiciones ambiguas. Se trabaja
empíricamente una distinción con respecto al concepto de incertidumbre
que recoge sendas corrientes teóricas: una que la define como insuficiencia
en el conocimiento, y otra que enfatiza los aspectos emocionales de la falta
de certeza. La incertidumbre cognitiva y la percepción del riesgo son rela-
tivamente independientes de la ambivalencia; esto es, la coexistencia de
valores contradictorios con respecto a la tecnología en el mismo sujeto, y
que la confianza en los científicos y tecnólogos no deriva de la asignación
de ignorancia, sino de la imagen de aquellos como motivados por intereses
contradictorios con las normas morales vinculadas al conocimiento.

palabras clave: riesgo – incertidumbre – ambivalencia – tecnología agrícola

* iesct-unq. Correo electrónico: <[email protected]>.

REDES, VOL. 21, Nº 40, BERNAL, JUNIO DE 2015, PP. 15-40 15


INTRODUCCIÓN

El avance de la tecnociencia en la constitución de la sociedad produce, de


manera ineludible, nuevas significaciones de la ciencia y la tecnología por
parte de los distintos grupos sociales y, en particular, entre lo que se ha veni-
do a denominar el público de la ciencia. Por cierto, algunos conceptos se
han impuesto como referentes de tales significaciones y han establecido sus
fueros tanto en los estudios académicos como en la comunicación social:
riesgo, percepción y aceptabilidad del riesgo, incertidumbre, ambivalencia
frente a los resultados de la tecnología, confianza y desconfianza hacia los
productores y usuarios de conocimiento tecnológico y hacia las institucio-
nes relacionadas, como las de la ciencia regulada, son algunos de ellos. Una
preocupación constante –en los países centrales, pero también más recien-
temente en los países periféricos, en la medida en que se han mundializado
los modelos tecnológicos de producción– refiere a las representaciones
sociales y las actitudes de los “legos” sobre el conocimiento científico y tec-
nológico con respecto a los avances tecnocientíficos, y la constitución de la
legitimidad de aquellas en la sociedad. Algunos tópicos tecnológicos entran
sistemáticamente en las arenas de esta preocupación: la energía nuclear, la
ingeniería genética aplicada a alimentos, la contaminación química, las
terapias génicas, los grandes emprendimientos de infraestructura, las fuen-
tes de radiación electromagnética, la explotación intensiva de los recursos
naturales, la nanotecnología. Un ejemplo socialmente relevante en la
Argentina es la gran expansión del denominado “paquete tecnológico de la
soja transgénica” sobre la base del uso del agroquímico glifosato y la técnica
de la siembra directa, lo cual convirtió al herbicida en objeto de escrutinio
público a partir de presunciones acerca de sus perjuicios en la salud y, en
menor medida, en el medio ambiente.
El objeto de este artículo es, justamente, las opiniones de un público
particular –los estudiantes universitarios– sobre el riesgo de la tecnología
moderna, y específicamente sobre el glifosato, en un momento significativo
en términos de tematización pública del problema por denuncias de daños
en la salud provocados por el agroquímico. Del conjunto de conceptos que
pueblan la temática de la relación entre la sociedad y la tecnociencia nos
interesará explorar qué actitudes predominan en el público considerado
respecto de la incertidumbre que presenta la tecnología en cuestión y la
confianza que se asigna a la ciencia y a la tecnología, y a sus cultores.
Debe destacarse que el objetivo de este trabajo no es aportar conoci-
miento a la percepción pública y a las opiniones sobre la tecnología en cues-
tión, sino emplear su problemática social para indagar acerca de la

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conformación de percepción. En otros términos, no debería entenderse esta
contribución como inscripta en la preocupación por el uso de aquella, sino
en un intento de explorar las relaciones entre los conceptos de percepción
antes señalados. En razón de ello, eludimos una presentación más sistemá-
tica del problema de la producción de soja transgénica y su tecnología aso-
ciada, tema que ha recibido una considerable atención tanto de parte de
investigadores académicos como de políticos y comunicadores sociales.�

INCERTIDUMBRE, AMBIVALENCIA Y CONFIANZA

Un significado del concepto de incertidumbre hace referencia a una carac-


terística del conocimiento científico-tecnológico en su conjunto.
Funtowicz y Ravetz (1993) han destacado la incertidumbre en su esquema
de análisis y en su propuesta de organización de las decisiones tecnocien-
tíficas, de manera que la incertidumbre, por un lado, y “lo que se pone en
juego” –decisionstakes–, por otro, definen el estadio decisional desde la
ciencia disciplinaria hasta la ciencia posnormal. En este sentido, incerti-
dumbre como rasgo del conocimiento se distingue de riesgo en cuanto que
en la primera no es factible el cálculo de probabilidad de ocurrencia de
acontecimientos inesperados y no deseados. Wynne (1992, citado por
Yearly, 2000) amplió significativamente las variantes de los problemas ori-
ginados en la limitación del conocimiento, al diferenciar, en una escala,
riesgo –acerca del cual es posible atribuir una probabilidad a la ocurrencia
del acontecimiento y una magnitud al efecto–, incertidumbre –en la cual
no es factible la primera medición, aunque existe una idea del daño posi-
ble–, ignorancia –en la que ninguno de los parámetros son conocidos y
por lo tanto no se puede ni siquiera anticipar qué tipo de consecuencias
serían posibles– e indeterminación –en que el sistema está sometido a las
acciones sociales que modifican las condiciones de los mismos problemas
bajo análisis–. Si las tres primeras son falencias cognitivas que pueden
esperarse ser resueltas en algún futuro más o menos lejano, la última esca-
pa a toda posibilidad de estimación, cálculo o expectativa.
La incertidumbre como rasgo del sistema de conocimiento no tiene
solamente un valor epistemológico, sino que interviene en la conformación
de características societales. La sociedad del riesgo de Beck (1992) puede
ser interpretada como una sociedad de incertidumbre, en la que esta se
encuentra extendida, que influye en las actitudes hacia la ciencia y la tec-
nología y genera condiciones socioculturales de temor, ambivalencia y opo-
sición hacia estas. La sociedad reflexiva como marco de estos procesos es

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una sociedad basada– a diferencia de la sociedad del conocimiento o la
sociedad posindustrial de Bell– en el conocimiento científico y tecnológico
atravesado por la incertidumbre de los procesos de aplicación que desenca-
dena. Este significado del concepto de incertidumbre implica considerarla,
no ya solo como rasgo del conocimiento científico, sino como atributo de
los individuos y los grupos sociales.
Aunque de acuerdo a las definiciones habituales, incertidumbre refiere
a la falta de conocimientos o información y expresa el grado de desconoci-
miento de una condición futura; el término connota con frecuencia una
tensión emocional. Por ello, The Free Dictionary define incertidumbre como
“la falta de conocimiento seguro o fiable sobre una cosa, especialmente
cuando crea inquietud en alguien”. En este sentido, el uso del término
resulta relativamente ambiguo en tanto su significado sufre constantes des-
plazamientos entre el estado de falta de conocimiento y la afectación emo-
cional del sujeto. El supuesto de que la incertidumbre deriva de una falta o
escasez de conocimiento o información parte de una definición objetiva de
conocimiento, como conjunto de afirmaciones compartidas y legitimadas.
Sin embargo, en el plano de la construcción y del uso del conocimiento
como proceso social, no siempre se alcanza dicha objetividad o acuerdo.
En el plano de la sociedad con relación a la aplicación de tecnologías en la
sociedad, el problema de la incertidumbre se complejiza por la reducción,
pérdida o falta de legitimidad de las fuentes del conocimiento. Aquí ya nos
invade el fenómeno de la confianza-desconfianza hacia el portador de
conocimiento y, en un sentido menos subjetivo, el problema de la autori-
dad –legitimidad del poder– de los voceros del conocimiento científico y
tecnológico o de conocimientos “alternativos”.
El uso del término “incertidumbre” como atributo individual o de gru-
pos sociales sometidos a efectos potenciales de la tecnociencia se encuentra
en autores como Tutton (2007). Incertidumbre es la posición del sujeto con
respecto al conocimiento propio –y el que atribuye a los expertos– sobre las
seguridades de la aplicación tecnológica. En este plano, es necesario distin-
guir el concepto de incertidumbre, como referido al quántum de certifica-
ción, legitimidad y certeza sobre lo conocido que atribuye el sujeto, de la
percepción del riesgo, como una posición del sujeto frente a la posibilidad de
acontecimientos inciertos. La incertidumbre es una dimensión subjetiva en
el sentido que, a nivel individual, puede considerarse la percepción de
incertidumbre del sujeto. Powell et al. (2007), por ejemplo, utilizan como
indicador de incertidumbre en tanto característica del sujeto la autoatribu-
ción de incertidumbre: esta se indica y analiza con base en lo que el mismo
sujeto atribuye como tal de sí mismo. La percepción del riesgo, en cambio,

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no hace una referencia directa al conocimiento sino a las expectativas, emo-
cionalmente constituidas, de acontecimientos no deseados, en general de
carácter perjudicial, sea para sí mismo o para el conjunto de la sociedad o
para subsistemas o grupos particulares. En esto, las expectativas están entre-
lazadas con sentimientos de temor o anhelo, y se entremezcla con senti-
mientos de confianza o desconfianza hacia los operadores directos o
indirectos del conocimiento tecnocientífico.
Por cierto, tanto la incertidumbre subjetiva como la percepción del ries-
go, tal como las hemos diferenciado, no son atributos fijos y aislados del
sujeto, sino rasgos propios de las identidades sociales (Irwin y Michael,
2003; Kerr et al., 2007), y por lo tanto contingentes a las relaciones socia-
les que conforman tales identidades. Siendo así, debemos mantener una
distinción entre grupos sociales integrados en torno a un tema tecnocien-
tífico que afecta potencialmente su existencia, y en consecuencia atenta
contra su identidad, por un lado, y los atributos de incertidumbre y per-
cepción del riesgo en públicos amorfos, no directamente sometidos a la
aplicación de la tecnología, por otro. En el primer caso, tanto la incerti-
dumbre como la percepción del riesgo son variables en el marco de relacio-
nes sociales constitutivas de identidades sociales. En situaciones de protesta
social o movimientos sociales, la posibilidad de identidades “coherentes”
lleva a respuestas en términos de incertidumbre que resultan identitarias de
grupos sociales. Ciertamente las situaciones de conflicto no son homogé-
neas y por lo tanto la identidad social de los pobladores afectados se ve frac-
turada por la emergencia de intereses divergentes en el marco de relaciones
sociales de poder, cooptación, etc. Pero en estas situaciones, la incertidum-
bre –como problema cognitivo y como sentimiento– permite la articula-
ción entre biografía e historia, y posibilita que los sujetos adquieran
identidades sociales y signifiquen sus situaciones personales como dramas
colectivos (Mc Cormick, 2007).
Nuestros estudiantes universitarios entrevistados no tienen una expe-
riencia directa con el problema de la contaminación ni aparentemente for-
man parte de movimientos sociales, por lo cual, necesariamente, la
percepción de riesgo, incertidumbre y el valor de confianza es más lábil,
indeciso, contradictorio. Carecen de un marco referencial –retórico, expe-
riencial, relacional– que le produzca una determinación del significado –de
las ideas, las representaciones, las imágenes, las actitudes–. Se trata de un
público abierto, no implicado de manera expresa en un determinado con-
flicto tecnológico, sin marcos de referencia social fuertes e inmediatos para
la construcción de su identidad. Si bien se trata de un público relativamente
homogéneo en términos estructurales –estudiantes universitarios–, no tene-

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mos por qué suponer homogeneidad en las respuestas, ni que la identidad
que comparten –como universitarios– es fundante de la percepción con
respecto a la incertidumbre por la tecnología. Esta característica supone una
cierta limitación en la tarea interpretativa de las respuestas de la población
entrevistada, ya que no será posible montar la interpretación en contextos
con claros procesos de significación de la tecnología en cuestión. En parti-
cular, si en la interpretación del proceso de formación de incertidumbre en
contextos de afectación inmediata de la tecnología juegan de manera rele-
vante conceptos como el de conocimiento local en tanto fuente de significa-
dos de aquella (Kerr et al., 2007), o los procesos de construcción de la
ignorancia (Michael, 1996), de espiral de silencio (Priest, 2006), en un
público abierto y amorfo tales rasgos y procesos dinámicos no son posibles
de considerar. Habitualmente se cruzan las opiniones y actitudes con algu-
nas características básicas de los individuos –nivel educativo, ocupación,
edad–, y se les atribuye a estas variables capacidad de condicionar las res-
puestas, pero tomándolas como condiciones abstractas de los individuos,
ajenas a la dinámica de formación de sentidos a partir de las interacciones
sociales y la formación de identidades colectivas. Sin llegar a este nivel de
análisis, consideraremos, no obstante, el tipo de carrera que cursan los estu-
diantes universitarios como un condicionante de las opiniones.
Otro concepto de interés en nuestra indagación es el de confianza.
Aunque interrelacionados, incertidumbre y confianza no cubren los mis-
mos aspectos en la representación social de los sujetos. Si aquel está vincu-
lado a las seguridades cognitivas sobre determinada tecnología, la confianza
hace referencia a los sujetos portadores, usuarios y productores del conoci-
miento. Como vimos, la incertidumbre puede entenderse en términos del
conocimiento propio o ajeno –de los expertos o agentes involucrados con
la tecnología–; la confianza, en cambio, refiere siempre a otro actor o con-
junto de actores.
Para Sztompka (2006), el término confianza (trust) refiere a la credibi-
lidad que el sujeto manifiesta hacia la acción de otros –otro agente, un sis-
tema, etc.–, en términos de la relación que mantiene con él: tengo confianza
que el piloto es experto, y por lo tanto actúo subiéndome al avión. Siempre
confianza implica la propia acción: confío en lo que me dicen los expertos
y utilizo tal fertilizante; confío en los expertos y “no actúo” en contra de la
aplicación de glifosato cerca de mi casa. Pero, también, confianza puede
referir a situaciones en que el objeto de riesgo está alejado de mi experien-
cia personal directa y en relación con lo cual no postulo una agencia propia.
No hay una acción de mi parte y no la habrá –a no ser que adquiera un
compromiso militante por el medio ambiente y actúe en organizaciones

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específicas–, pero confío o no en lo que dicen los que dicen que saben –los
expertos–, o confío en lo que dicen los pobladores, los ambientalistas, etc.,
para conformar mi opinión sobre el tema. La confianza se referencia a agen-
tes sociales –los investigadores universitarios, los pobladores afectados, los
empresarios, etc.– como así también a instituciones y sistemas: algunas pre-
guntas del cuestionario utilizado en esta investigación refieren a la confian-
za del entrevistado sobre la fiabilidad de la experimentación científica, por
ejemplo. Cabe agregar que la confianza en agentes sociales puede referir a
capacidades cognitivas de estos agentes –desconfío de los periodistas cien-
tíficos porque saben poco del problema– o a atributos morales –los cientí-
ficos vinculados a las empresas de agroquímicos actúan sobre la base de
intereses comerciales y falsean la información.
Por último, debemos introducir el concepto de ambivalencia. En ello
también nos encontramos con un ramillete de significados que debemos
deslindar para nuestro análisis. En su clásico trabajo sobre el tema, Bauman
(1991) encuentra en la ambivalencia uno de los rasgos de la modernidad:
como proyecto de constitución del orden frente al caos, la modernidad, pro-
ductora, sin embargo, de la fragmentación del mundo, induce continua-
mente a la disyuntiva que se convierte con el avance de la individualización
moderna en un problema del individuo. Experimentar ambivalencia signi-
fica debatirse en medio de impulsos contradictorios: “deseamos un objeto
con la misma fuerza que le tememos, ansiamos su posesión tanto como sen-
timos miedo a poseerlo” (Bauman, 1991: 12). Como afirma Tutton,

Anthony Giddens denominó “proyecto reflexivo del sí mismo” –en otras


palabras, la construcción de una narrativa coherente de la propia identidad
en relación con múltiples elecciones. Tales elecciones se caracterizan, sin
embargo, por la ambivalencia, relacionada con las incertidumbres y dudas
sobre los valores y beneficios del cambio tecnológico y la desconfianza hacia
las instituciones científicas y el rol de los expertos en los procesos decisio-
nales (2007: 175).

Por otra parte, para Torres Albero,

la ambivalencia [es un] eje básico en la conformación de las representacio-


nes sociales de la ciencia y la tecnología, ambivalencia que descansa en la
naturaleza dual de la actividad tecnocientífica… Pero esta ambivalencia ha
aumentado y se ha hecho más visible en tanto que las sociedades avanzadas
contemporáneas, como sociedades de conocimiento, pivotan su estructura
sobre el vector tecnocientífico (2005: 9).

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Por último, podemos entender la ambivalencia como la actitud del sujeto
exigido por series contradictorias de valores; por ejemplo, Luján y Todt
encuentran en las respuestas a una encuesta de opiniones sobre ingeniería
genética que los individuos alternan valores morales –la integridad de la
naturaleza, el rechazo a la alteración de esta–, con los cuales califican espe-
cialmente la investigación genética como proceso, con valores utilitarios
–ventajas para la salud, por ejemplo– con los que califican a los productos
de la investigación (Luján y Todt, 2007).
En este trabajo centraremos el concepto de ambivalencia exclusivamente
en la dimensión valorativa: esto es, en la medida en que el sujeto atribuye
valores aceptados, pero contradictorios, en aquello de lo cual opina. El gli-
fosato como un componente del paquete tecnológico que permitió el incre-
mento significativo de la producción y la generación de riquezas es un
objeto valorado positivamente, al mismo tiempo que su impacto mentado
sobre el medio ambiente y la salud de los habitantes expuestos lo marcan
como factor de riesgo y genera perjuicios de distinta índole.

EL CASO. METODOLOGÍA PARA EL ANÁLISIS

La exploración empírica de los conceptos referidos en los párrafos anterio-


res se realiza, en este trabajo, en relación con un tópico significativo en tér-
minos de la agenda pública sobre la relación entre tecnociencia, producción,
medio ambiente y salud. Especialmente en la última década y media, el
cultivo de soja se ha expandido de manera muy significativa en la Argentina
–y otros países de América Latina–, y se convirtió en el principal cultivo
que abarca la mitad de la superficie sembrada en su territorio. Ello ha sido
consecuencia, por un lado, de la creciente demanda de alimentos en el
comercio internacional –como así también del papel adquirido por los com-
modities agropecuarios como instrumento de especulación del capital finan-
ciero– y, por otro, por la introducción de nuevas modalidades productivas:
la organización de la producción agrícola sobre la base de arreglos tempo-
rarios de capitales financieros sobre tierra arrendada y el empleo de nueva
tecnología de siembra basada en la denominada “siembra directa”, que per-
mite reducir costos y expandir el cultivo a áreas con suelos relativamente
pobres, y en el desarrollo de una semilla transgénica de la soja que la hace
inmune a un producto herbicida –el glifosato– de bajo costo, que elimina
la competencia vegetal del cultivo. Este producto es aplicado en la presiem-
bra a grandes extensiones de campo mediante camiones y aviones hidrantes
sobre superficies muchas veces cercanas a centros poblados y residentes

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rurales. Han sido reiterativas las denuncias sobre los daños que produciría
la fumigación a la salud –cáncer, malformaciones en fetos, leucemia, abor-
tos–, sin que esto haya generado un planteo sistemático de parte de las auto-
ridades regulatorias de lo tecnológico, de manera tal que el tema ha estado
abierto en la agenda pública con base en informaciones precarias, trascen-
didos, investigaciones periodísticas, etc. Desde las instituciones médicas no
existieron manifestaciones explícitas sobre la cuestión con excepción de
médicos asistencialistas de las zonas afectadas. La justicia solo recientemen-
te emitió algunas sentencias de primera instancia que obligan a una mode-
ración o mayor control de las aplicaciones agroquímicas, como así también
algunas autoridades locales adoptaron medidas precautorias en relación con
las distancias entre las áreas fumigadas y los pobladores. Unos cuatro meses
previos a la aplicación de la encuesta, un investigador del Consejo Nacional
de Investigaciones Científicas y Técnicas (conicet) anunció el hallazgo de
efectos del glifosato en embriones de peces expuestos a su contacto. Este
acontecimiento amplificó la presencia del tema en los medios y la partici-
pación en el debate público de distintos agentes sociales vinculados: el
ministro de Ciencia y Tecnología de la Nación, representantes de la empre-
sa productora del agroquímico, periodistas especializados, investigadores
científicos y ecologistas críticos.
Para analizar la relación entre los diferentes conceptos antes señalados
referidos a la percepción social de la tecnociencia se realizó una encuesta
cuantitativa a estudiantes universitarios. El hecho de que la polémica entre
aquellos actores sociales adquiriera repercusión pública a través de periódi-
cos y otros medios de comunicación masiva no aseguraba que el público
estudiado hubiera accedido a tal información. En este sentido, dado que la
encuesta se realizó por medio de un cuestionario autoadministrado, se
incluyó una reseña de los acontecimientos lo más amplia posible, donde se
enfatizó la descripción de las posiciones en la controversia sobre el agroquí-
mico. En este sentido, del conjunto de aspectos que pueden observarse res-
pecto de los efectos de la tecnología empleada y que son temas de
controversia –tendencia al monocultivo, desplazamiento de población
rural, concentración de la tierra, agotamiento del recurso suelo, desmonte,
afectación directa al medio ambiente y a la salud por contacto con el glifo-
sato–, en el cuestionario se refirió a este último. Sobre la base de dicho rela-
to se estructuraron las preguntas del cuestionario, además de considerar la
percepción y valoración de la tecnología en general.
Se seleccionó una muestra en tres universidades públicas –Buenos
Aires, La Plata y Quilmes– y se comprendieron varias carreras y disciplinas
académicas –física, química, farmacia y bioquímica, biología y biotecno-

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logía, medicina, ingeniería, diseño industrial, psicología, historia, sociolo-
gía, trabajo social y economía–. El tamaño resultante de la muestra fue de
667 casos. El cuestionario, compuesto por un total de 43 ítems variables
–muchos de los cuales se conformaron como escalas Likert de aceptación-
rechazo–, fue autoadministrado. El análisis empleó un equipamiento esta-
dístico básico centrado en diferencias porcentuales y se utilizó el coeficiente
Gamma en los pocos casos de asociaciones entre variables. El intento de
realizar un análisis factorial con doble rotación no brindó un resultado
muy satisfactorio. Las distribuciones y diferencias porcentuales, como así
también los coeficientes de asociación, se calcularon al suprimir los casos
que no informan, por lo que el total en cada distribución varía según la
magnitud de estos últimos en cada variable.
Es claro que la muestra seleccionada no pretende ser representativa de
la población en general, ni de la población universitaria en particular. No
ha guiado el trabajo el intento de lograr hallazgos atribuibles a la sociedad
en su conjunto. En cambio, el objetivo ha sido contar con material empí-
rico con suficiente densidad estadística para explorar las relaciones con-
ceptuales antedichas. En este sentido es que se afirma que se trata de un
trabajo exploratorio y no descriptivo de una situación. En todo sentido,
las universidades seleccionadas lo fueron en calidad de la facilidad de acce-
so y la disponibilidad de recursos para el relevamiento, no porque se le
asigne representatividad sustantiva del mundo universitario. Se pretendió
abarcar un espectro amplio de disciplinas científicas y carreras profesiona-
les, si bien no es un objetivo privilegiado de la investigación indagar sobre
la incidencia de los espacios socioculturales disciplinares en la percepción
social de la tecnología.

ANÁLISIS

Incertidumbre y percepción del riesgo

Una primera incursión en nuestros datos muestra una elevada incertidum-


bre, entendida –siguiendo la conceptualización antes expuesta– como per-
cepción del riesgo. Un indicador empleado afirma: “Yo creo que no hay
ningún riesgo en las tecnologías modernas”. Notablemente, la casi totalidad
de la muestra (89%) rechaza esta afirmación, lo que muestra la incertidum-
bre con respecto a tales tecnologías; así también, para el 96%: “En nuestra
sociedad, hay muchas tecnologías que se usan habitualmente, que produ-
cen daños directos o indirectos a la salud y al medio ambiente”. Para casi la

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mitad de la muestra (57%), el desarrollo de las tecnologías modernas es un
proceso que inevitablemente nos expone a riesgos: están de acuerdo con la
afirmación de que “el desarrollo tecnológico es tan rápido y complejo que
inevitablemente tenemos que vivir rodeados de riesgos”. Esta afirmación
puede ser interpretada como un rasgo de “fatalismo” en la actitud de los
respondientes, en el sentido de que la tecnología parece ser fruto de una
secuencia inmanejable. El rechazo a la afirmación, en cambio, sugiere que
dicho desarrollo podría variar de rumbo, ser más selectivo y orientado hacia
objetivos que no pongan en riesgo la salud y el medio ambiente –si bien,
no contamos con datos directos para confirmar que tal es el significado
generalizado de los que rechazan la afirmación–. De manera tal que –como
primera aproximación a los datos– podemos reconocer un público que
extendidamente percibe riesgo en la tecnología pero que se distribuye en
partes más o menos iguales entre los que muestran una actitud fatalista de
la tecnología y los que subscriben a una visión de la tecnología como un
proceso electivo y ligado a objetivos e intereses humanos. Veremos más ade-
lante que la percepción de intereses en relación con la tecnología es un tópi-
co característico de una fracción del público estudiado.
Otro tema de interés está vinculado al papel de la actividad científica y
tecnológica respecto de la formación de la incertidumbre. Un indicador
afirma que “el conocimiento científico y tecnológico es muy firme y segu-
ro, en consecuencia es difícil que se produzcan daños”. La distribución de
respuestas indica que el 87% rechaza la afirmación y el 13% la aprueba, lo
cual es coherente con la percepción de riesgo tecnológico. Sin embargo, el
33% es optimista con respecto a la ciencia: “Hay tecnologías que pueden
tener problemas para la salud y el medio ambiente, pero la ciencia siempre
encuentra la solución para los problemas”. De esta manera, si bien la mayo-
ría de los consultados pone en cuestión la idoneidad de la ciencia para cons-
truir tecnologías libres de riesgos, una tercera parte de la muestra le otorga
al conocimiento científico capacidad para corregir los errores de la tecno-
logía. El cruce de las dos variables permite diferenciar entre tres tipos de
percepción respecto de la ciencia y el riesgo (cuadro 1).
El 13% del público no tiene incertidumbre con respecto a la produc-
ción y al uso de la tecnología científica. La cuarta parte (25,4%) considera
que el conocimiento científico y tecnológico no ofrece seguridades acerca
de los riesgos de la tecnología, pero confía en la capacidad de la ciencia para
corregir sus errores. El grupo más numeroso (61,6%) percibe el riesgo de
la tecnología moderna como una consecuencia de un desarrollo científico
y tecnológico que no ofrece garantías de control del riesgo.

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Cuadro 1. Percepción del riesgo en la ciencia
y la capacidad de corregir sus propios errores

La ciencia tiene capacidad de corregir


sus propios errores

Sí No Total

Sí 7,6% 5,4% 13,0%

El conocimiento científico y tecnológico


es seguro y evita los daños
No 25,4% 61,6% 87,0%

Total 33,0% 67,0% 100

Fuente: Datos de la encuesta realizada para el presente estudio.

En esta percepción mayoritaria de incertidumbre en relación con la tec-


nología, las opiniones sobre la tecnología agrícola basada en el glifosato
presentan tendencias semejantes. Las alternativas de respuesta a una pre-
gunta del cuestionario invita a los respondientes a elegir entre cuatro posi-
ciones: a) “no creo que el glifosato provoque daños importantes a las
personas o al medio ambiente” –no incertidumbre con respecto a la tec-
nología–; b) “yo estoy convencido de que el glifosato es perjudicial para
las personas y el medio ambiente” –actitud de incertidumbre (en tanto
percepción de riesgo) con respecto a los efectos del producto–; c) “no opi-
no ni a favor ni en contra; tal vez es perjudicial, tal vez no” –incertidum-
bre con respecto al conocimiento de los efectos–; y d) “en realidad no me
importa nada del tema; no tiene nada que ver conmigo y prefiero no opi-
nar” –actitud de rechazo a la cuestión. Encontramos en este indicador el
doble sentido de la idea de incertidumbre: la incertidumbre como una
situación de riesgo –calculable o no– de enfermar o sufrir por parte del
sujeto –o el medio ambiente–, por una parte, y la incertidumbre como
desconocimiento o ignorancia sobre los efectos potenciales de la tecnolo-
gía. En el primer caso no se duda acerca del daño potencial, y la idea de
incertidumbre se refiere al riesgo de recibir los efectos de una tecnología
perniciosa. En el segundo, lo que se pone en duda es si esta tecnología es
potencialmente dañina o riesgosa para los sujetos. La distribución de fre-
cuencias se observa en el cuadro 2.

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Cuadro 2. Posición sobre el glifosato*

No incertidumbre (no creo que el glifosato provoque daños) 5,3%


Incertidumbre con respecto a efectos o percepción del riesgo
57,6%
(el glifosato produce daños)
Incertidumbre respecto del conocimiento (no sé si perjudica o no) 33,5%
Desinterés (no tiene nada que ver conmigo) 1,1%
Sin datos 2,6%
Total de casos 665

* La pregunta del cuestionario fue: “¿Qué pensás sobre el glifosato?”.


Fuente: Datos de la encuesta realizada para el presente estudio.

La percepción predominante con respecto a la tecnología del glifosato es


que es perjudicial para la salud y el medio ambiente (57,6%), de manera
tal que se visualiza como una tecnología de alto riesgo para la sociedad,
obligada a soportar la incertidumbre acerca de sus efectos. Para una tercera
parte de la muestra, la incertidumbre se ubica en el plano del conocimien-
to: en principio no asume una posición sobre esta tecnología en particular,
por cuanto desconoce –o “se desconoce”– cuáles son sus efectos. En este
caso, podríamos postular que los efectos emocionales de la incertidumbre
–temor, indignación– quedan en cierta forma obliterados por la ignorancia
atribuida. Solamente el 5,3% cree en la inocuidad de la tecnología con rela-
ción a los efectos perjudiciales; y el desinterés por el tema no reúne a más
del 1% de los respondientes.
Por supuesto, la posición frente al glifosato es consistente con la percep-
ción del riesgo e incertidumbre que merece la tecnología moderna referida
en los párrafos anteriores (cuadro 3).
En efecto, aun cuando independientemente de la posición frente al gli-
fosato la percepción sobre los riesgos de la tecnología moderna es extensa-
mente negativa, esta negatividad es más acentuada entre los que están
convencidos de que el agroquímico es perjudicial, levemente menor entre
los que mantienen dudas al respecto y aun menor entre los que consideran
al glifosato inocuo. En el grupo de encuestados que están convencidos del
perjuicio (383 casos), la mayor proporción (71,4%) puede ser interpretada
con actitudes “fatalistas” frente a la tecnología –esto es, la ciencia y la tecno-
logía no solamente no son seguras, sino que aún no tendrían la capacidad
de solucionar los problemas y riesgos que provocan–. Este porcentaje es
menor entre los que dudan sobre el impacto del agroquímico (223 casos:
53%), y entre los que creen que este no produce daños (35 casos: 23%). Una

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Cuadro 3. Percepción de la incertidumbre con respecto a la tecnología moderna,
según posición frente al glifosato

No hay Estoy
Posición riesgo en No produce convencido de Quizá produce
frente al Totales
tecnología daños que es daños, quizá no
glifosato actual perjudicial

Desacuerdo 71,4% 91,2% 88,4% 85,7% 89,04%

Acuerdo 22,9% 3,3% 8,5% 14,3% 10,95%

Total de
35 383 223 7 648
encuestados

Fuente: Datos de la encuesta realizada para el presente estudio.

primera interpretación de estas relaciones indicaría que los más críticos al


agroquímico no aceptan en ninguna medida su uso, por cuanto difícilmente
puedan ser superados los daños que provoca con más conocimiento.
En el indicador analizado con respecto a la posición del sujeto frente
al glifosato, observamos que las dos primeras alternativas de respuesta –“el
glifosato no produce daños” y “estoy convencido de que es perjudicial”–
expresan afirmaciones que dejan de lado el problema del conocimiento: el
sujeto no duda acerca de lo que “sabe” o “cree”; ambos conceptos, en la
subjetividad del encuestado, son términos equivalentes. Estos dos tipos de
respuesta se inscriben en el concepto que antes formulamos de “percepción
del riesgo”. En cambio, un tercer tipo de respuesta expresa dudas de cono-
cimiento: el glifosato “quizá produce daños, quizá no”; esta respuesta se
inscribe en el concepto de “incertidumbre cognitiva”. A continuación
exploraremos las posiciones frente al agroquímico relacionadas con la per-
cepción acerca del conocimiento sobre esta tecnología.
Una primera dimensión refiere al conocimiento del propio sujeto. El
cuestionario empleado no indaga “objetivamente” sobre el nivel de cono-
cimiento del entrevistado de la tecnología en cuestión, sino que aborda una
dimensión subjetiva: se le solicita que defina la magnitud de conocimiento
o información que tiene sobre el tema (cuadro 4).
Ciertamente, los que se consideran conocedores del tema tienden a
manifestar poca incertidumbre cognitiva con respecto al glifosato, ya sea
que aseguren que es perjudicial o que, por el contrario, digan que no lo es.
En otros términos, cuanto mayor la autoatribución de conocimiento,
mayor la percepción del riesgo, pero también la negación de esta percep-

28 LEONARDO SILVIO VACCAREZZA


ción. En cambio, cuanto menor es el conocimiento autoatribuido sobre el
tema, mayor la probabilidad de manifestarse ambiguo con respecto a los
riesgos del glifosato: sí o no; esto es, mayor incertidumbre cognitiva. El grá-
fico 1 nos ofrece una lectura complementaria: el grupo de los que lo con-
sideran perjudicial y los que lo consideran no dañino se presentan
mayoritariamente como conocedores del tema –mucho, bastante, algo–; en
tanto que los que dudan sobre los efectos perjudiciales tienden a conside-
rarse ignorantes del tema. Estas relaciones refuerzan la dimensión cognitiva
de la incertidumbre expresada en el indicador utilizado.

Cuadro 4. Posición sobre el glifosato según autoatribución de información*

Posición sobre
Mucho Bastante Algo Poco Nada Total
el glifosato**
No daño 33,3% 9,3% 8,2% 2,2% 1,4% 5,3%
Perjudicial 58,3% 77,3% 69,2% 53,1% 33,3% 57,6%
Sí o no 0% 9,3% 20,7% 42,9% 53,9% 33,5%
No importa 0% 0% 0% 0,4% 4,3% 1,1%
Total de
11 72 204 221 138 646
encuestados
Gamma= 0,527

*La pregunta del cuestionario fue: “¿Qué sabés sobre el glifosato?”.


**La pregunta del cuestionario fue: “¿Qué pensás sobre el glifosato?”.
Fuente: Datos de la encuesta realizada para el presente estudio.

Gráfico 1. Autoatribución de información y posición sobre el glifosato


90%
80%
70%
60% No daño
50% Perjudicial
40% Sí o no
30% No importa
20%
10%
0%
Mucho Bastante Algo Poco Nada
Atribución de información
Fuente: Elaboración propia.

REDES, VOL. 21, Nº 40, BERNAL, JUNIO DE 2015, PP. 15-40 29


Ciertamente, los que se consideran conocedores del tema tienden a mani-
festar poca incertidumbre cognitiva con respecto al glifosato, ya sea que
aseguren que es perjudicial o que, por el contrario, digan que no lo es. En
otros términos, cuanto mayor la autoatribución de conocimiento, mayor
la percepción del riesgo, pero también la negación de esta percepción. En
cambio, cuanto menor es el conocimiento autoatribuido sobre el tema,
mayor la probabilidad de manifestarse ambiguo con respecto a los riesgos
del glifosato: sí o no; esto es, mayor incertidumbre cognitiva. El gráfico 1
nos ofrece una lectura complementaria: el grupo de los que lo consideran
perjudicial y los que lo consideran no dañino se presentan mayoritariamen-
te como conocedores del tema –mucho, bastante, algo–; en tanto que los
que dudan sobre los efectos perjudiciales tienden a considerarse ignorantes
del tema. Estas relaciones refuerzan la dimensión cognitiva de la incerti-
dumbre expresada en el indicador utilizado.
Podemos explorar el mismo indicador en su relación con la percepción
de conocimiento e información que, en general, atribuye el encuestado
(cuadro 5). Una opción del cuestionario plantea: “Creo que nadie sabe si
el glifosato es perjudicial o no, ni los que están a favor, ni los que están en
contra”. El 22% de la muestra adhiere a la afirmación y el 78% la rechaza.
Esta última magnitud porcentual revela que el público, mayoritariamente,
no pone en cuestionamiento el aparato cognitivo de la ciencia y la tecno-
logía y expresa una concepción racionalista del proceso de producción
tecnológica.

Cuadro 5. Percepción sobre el conocimiento general del glifosato


según posición ante el glifosato*

Muy de Muy en
Posición** De acuerdo En desacuerdo Total
acuerdo desacuerdo
No hace daño 6,5% 9,2% 4,5% 4,7% 5,3%
Perjudicial 29% 33% 62,2% 71,3% 57,6%
Sí o no 64,5% 54,1% 30,3% 19,3% 33,5%
No importa 0% 1,8% 1,2% 0,6% 1,1%
Sin datos 0% 1,8% 1,8% 4,1% 2,6%
Total de
31 109 333 171 665
encuestados
Gamma= -0,329

*La opción del cuestionario fue: “Nadie sabe si es perjudicial o no”.


** La pregunta del cuestionario fue: “¿Qué pensás sobre el glifosato?”.
Fuente: Datos de la encuesta realizada para el presente estudio.

30 LEONARDO SILVIO VACCAREZZA


Obviamente, la ignorancia atribuida en general –“nadie sabe”– tiende a
volcar actitudes de incertidumbre cognitiva. Lo interesante es que los que
no están de acuerdo con la ignorancia científica y tecnológica sobre los
efectos del glifosato tienden a afirmar que este es perjudicial. Esto reafir-
ma el carácter “belicoso” de la actitud en contra del glifosato, o mejor
dicho, la tendencia a que el público interprete que el uso riesgoso del agro-
químico responde a “intereses” de los usuarios más que a la ignorancia
sobre sus efectos.
Como síntesis de este punto, podemos afirmar que el público que pre-
senta dudas sobre el carácter perjudicial –o no– del glifosato –un total de
223 casos, el 33,5% de la muestra– mayoritariamente se considera igno-
rante sobre el tema y opina que nadie sabe realmente si el agroquímico es
perjudicial o no. Los que aseguran que no es perjudicial –solo el 5% de los
casos– se consideran a sí mismos muy informados. Los que creen que el
glifosato es dañino –el grupo más numeroso, con el 57,6%– tienden a
rechazar la idea de que “nadie sabe nada”, aunque el grupo se reparte en
proporciones similares entre quienes se autoatribuyen conocimiento y quie-
nes no. Es interesante apuntar que este grupo más crítico respecto de esta
tecnología en particular no basa su crítica en la ignorancia generalizada sino
que postula que su característica perjudicial sería un resultado conocido por
la misma ciencia. Esto abre un plano de interpretación que postularía una
situación de desconfianza en relación con la ciencia y la tecnología –que
analizaremos más adelante.

Ambivalencia

Entendemos por ambivalencia la predisposición del sujeto a mantener


una valorización ambigua del objeto. No se trata, como en el caso de la
incertidumbre, que sufre una carencia cognitiva que le impide resolver las
dudas sobre el perjuicio de la tecnología, sino de la coexistencia de valo-
raciones positivas y negativas sobre el mismo objeto. Una afirmación del
cuestionario fue formulada de la siguiente manera: “Me parece que esta
cuestión tiene aspectos negativos y positivos. Entonces es difícil tener una
opinión a favor o en contra”. El supuesto para la interpretación de las res-
puestas a esta afirmación es que los encuestados entienden por “aspectos
negativos y positivos” consecuencias o efectos de la tecnología en cuestión
que reciben valoraciones opuestas, tales como: por el lado positivo, los
costos de producción son menores, aumenta considerablemente el rendi-
miento; o, por el lado negativo, produce enfermedades a las personas

REDES, VOL. 21, Nº 40, BERNAL, JUNIO DE 2015, PP. 15-40 31


expuestas a la fumigación, genera mayor desigualdad social, provoca el
monocultivo.
La muestra de encuestados se distribuye equitativamente entre los que
están de acuerdo con la idea de que la cuestión del glifosato encierra aspec-
tos positivos y negativos. O sea, el 49,7% de los casos mantiene una actitud
ambigua hacia esta tecnología. Esta ambigüedad no está plenamente deter-
minada por la incertidumbre cognitiva del sujeto ni por la percepción del
riesgo. El cuadro 6 brinda información al respecto.
En efecto, para quienes el glifosato es perjudicial, el 34% es ambivalente
respecto de la valoración de la sustancia, pero esta proporción es del 74%
entre quienes tienen una percepción de incertidumbre cognitiva sobre los
efectos del glifosato. Este resultado revelaría que la incertidumbre y la ambi-
valencia se refuerzan mutuamente, aunque una proporción significativa de
casos se desvía de esta tendencia (26% en un grupo y 34% en el otro). Para
el grupo de encuestados que no manifiestan incertidumbre cognitiva ni
perciben riesgo en el glifosato –afirman que no hace daño–, la valoración
ambigua y la no ambigüedad se reparten, prácticamente, en partes iguales
(53% y 47%).
La ambivalencia presenta una relación positiva con la percepción de
incertidumbre cognitiva general, esto es, con la opinión de que “nadie sabe
si el glifosato es perjudicial o no” (cuadro 7).
De manera tal que quienes tienen incertidumbre tienden a manifestar
ambigüedad valorativa –ambivalencia– hacia el glifosato. Sin embargo, casi
la mitad de los que no manifiestan incertidumbre cognitiva –esto es, recha-
zan la idea de que el conocimiento sobre el glifosato es insuficiente– acuer-
dan con la idea de que esta tecnología presenta valores tanto positivos como
negativos. O sea, la incertidumbre es una dimensión en la orientación de
los sujetos relativamente independiente de la valoración ambigua de los
beneficios y perjuicios tecnológicos.
Una posición que ha tenido presencia en algunos comunicadores socia-
les implica una orientación pragmática y “desarrollista” ante la tecnología
del glifosato, la cual es percibida, al margen de su inocuidad o del perjuicio
que pudiera provocar, como conveniente en términos económicos: “No tie-
ne sentido hacer tanto lío por los supuestos daños del glifosato; lo más
importante es lo que gana el país con la exportación de soja” –la soja es el
principal cultivo asociado a la tecnología en cuestión–. La respuesta de los
encuestados permite descartar toda orientación volcada al desarrollo eco-
nómico como argumento fundamental de la tecnología: el 92% de los casos
rechazan la afirmación y revelan una posición en la que otros criterios tie-
nen más importancia que los económicos.

32 LEONARDO SILVIO VACCAREZZA


Cuadro 6. Posición sobre el glifosato según ambivalencia*

Tal vez sí, tal No le


Ambivalencia** No hace daño Hace daño Total
vez no interesa
De acuerdo 53% 34% 74% 86% 49,7%
En desacuerdo 47% 66% 26% 14% 50,3%
Frecuencia absoluta 34 370 221 7 632

* La pregunta del cuestionario fue: “¿Qué pensás sobre el glifosato?”.


** La afirmación del cuestionario fue: “Esta cuestión tiene aspectos negativos y positivos. Entonces es difícil tener
una opinión a favor o en contra”.
Fuente: Datos de la encuesta realizada para el presente estudio.

Cuadro 7. Percepción sobre el conocimiento en general del glifosato


según ambivalencia*

De acuerdo En desacuerdo
Ambivalencia** Total
(incertidumbre cognitiva) (no incertidumbre cognitiva)
De acuerdo (ambivalencia) 70,1% 43,6% 320
En desacuerdo (no ambivalencia) 29,9% 56,4% 322
Totales 137 498 642
Gamma= 0,334

*La afirmación del cuestionario fue: “Nadie sabe si es perjudicial o no”.


**La afirmación del cuestionario fue: “Esta cuestión tiene aspectos negativos y positivos. Entonces es difícil tener
una opinión a favor o en contra”.
Fuente: Datos de la encuesta realizada para el presente estudio.

Confianza, desconfianza

El análisis de la confianza remite, obviamente, a la actitud del sujeto hacia


agentes sociales vinculados a la tecnología, y no, como en el estudio de la
incertidumbre, a una consideración de la tecnología misma. En este apar-
tado extenderemos el significado de agente, más allá de los sujetos sociales
involucrados en la producción, uso e interacción con la tecnología, e inclui-
remos a la ciencia, de la cual –al margen de los distintos sentidos que pode-
mos atribuirle al término– los encuestados la perciben ya sea como
institución social o como actividad. A los fines del análisis, la distinción
entre ambas acepciones es irrelevante.
Una primera aproximación refiere a la confianza brindada por el públi-
co a diferentes grupos sociales asociados a la producción, uso y efectos de

REDES, VOL. 21, Nº 40, BERNAL, JUNIO DE 2015, PP. 15-40 33


la tecnología, que se apreció a partir de la siguiente pregunta: “Existen dife-
rentes grupos de opinión sobre las consecuencias negativas o no del glifo-
sato. ¿Cuán creíbles te parecen cada uno de ellos?” (cuadro 8).
Los pobladores afectados por el uso de la tecnología, el investigador
universitario que denunció el perjuicio del glifosato, las organizaciones
ambientalistas y los abogados que representan a las familias afectadas por
el agroquímico recogen, mayoritariamente, la credibilidad del público.
Los expertos agropecuarios –tanto estatales como privados–, las empresas
semilleras y los productores de soja reciben valores bajos en confianza del
público. Esta distribución reproduce, en general, las tendencias halladas
en diferentes estudios de percepción pública de la tecnología, aunque
habría que destacar, en este caso, la alta credibilidad brindada a los pobla-
dores directamente expuestos a la tecnología, superior a los agentes orga-
nizados y basados en conocimiento experto, que revelan una orientación,
aunque contradictoria con otros resultados que veremos luego, favorable
a la experiencia empírica e inmediata del conocimiento local. Estos datos
nos indican que la posesión de conocimiento experto no necesariamente
es fuente de confianza para el público: por una parte, importa la inserción
institucional para asignarle credibilidad o confianza; por la otra, son los
pobladores legos pero afectados en su experiencia los que merecen mayor
confianza. Conocimiento científico y confianza, de acuerdo con esta pri-
mera aproximación, son dos dimensiones independientes entre sí, que
ponen en crisis la relación entre producción de ciencia y tecnología y la
sociedad.
Afirmamos, anteriormente, que una tendencia en el público que con-
sidera al glifosato como perjudicial es atribuir este daño a la intencionali-
dad de los productores de tecnología y no a la ignorancia acerca de sus
efectos. Una serie de indicadores dan cuenta de la creencia en la eficacia de
la ciencia y la tecnología en términos de conocimiento. Por ejemplo, el

Cuadro 8. Grupos de opinión sobre la credibilidad de los efectos del glifosato

Abogado Empresa Experto


Credibilidad Pobladores Investigador Organización Experto Productor
ambien- de del
afectados (uba) ambiental (inta) de soja
talista glifosato gobierno
Muy/bastante
84,4% 84,1% 77,3% 54,7% 42,8% 26,0% 23,8% 21,2%
creíble
Poco/nada
12,5% 12,5% 18,0% 40,4% 52,3% 69,5% 72,4% 74,4%
creíble

Fuente: Datos de la encuesta realizada para el presente estudio.

34 LEONARDO SILVIO VACCAREZZA


87% de la muestra está de acuerdo con la idea de que “los expertos e inves-
tigadores son los que mejor pueden opinar sobre esta cuestión” –de las con-
secuencias del uso del glifosato–. Para el 54%, “uno puede confiar en la
opinión de los expertos, siempre que sean científicos de primer nivel y de
mucho prestigio”, lo cual ubica al saber como criterio de confiabilidad.
Ante una afirmación que cuestiona el conocimiento seguro de la experi-
mentación – “Cuando se plantean discusiones de este tipo sobre el impacto
de la tecnología, no se puede llegar a un conocimiento definitivo, porque
los experimentos de laboratorio o las pruebas científicas nunca ofrecen cer-
teza”–, la mayoría (56%) rechaza esta opinión escéptica, y da crédito a la
ciencia como fuente de certezas. Estos tres indicadores revelan una tenden-
cia singular: la mayoría otorga credibilidad al conocimiento científico, aun-
que una proporción significativa –cercana a la mitad– pone en cuestión ya
sea la certeza que ofrece el método experimental, ya sea la confianza que
inspira el reconocimiento y el prestigio otorgado por la institución de la
ciencia. De esta manera, el público de estudiantes universitarios tiene una
adhesión relativa a los postulados de la ciencia. Sin embargo, en apariencia
contradictoriamente, la gran mayoría entiende que los expertos científicos
tienen las mejores condiciones para emitir opiniones cognitivas sobre la
tecnología en cuestión.[1]
Ahora bien, también porcentajes mayoritarios de la muestra adhieren
a conocimientos alternativos al experto. El 64% rechaza la afirmación de
que “la gente es simplista en sus explicaciones; suele aferrarse a fantasías que
solo sirven para alimentar temores infundados”, y el 54% cree que “los
que sufren la fumigación con glifosato saben más que los expertos sobre los
daños que provoca”. Aquí nos interesa indagar si estas mayorías estadísticas
recortan posiciones enfrentadas de sendos grupos de estudiantes universi-
tarios o reflejan una opinión compleja, voluble y relativa respecto del fenó-
meno que estamos analizando. Así, tenemos en cuenta los siguientes datos:
entre la gran mayoría que opina que “los expertos son los que mejor pueden
opinar…”, una mayoría (53,5%) afirma que “la gente que sufre la fumiga-
ción […] sabe más que los expertos sobre los daños que provoca”. Esta pro-
porción es mayor entre los pocos casos que rechazan la idea de los expertos
como los mejor dotados para opinar sobre la tecnología –en este caso, el
porcentaje de quienes sugieren que los pobladores “saben más” asciende al
77%–; sin embargo, aquella proporción mayoritaria revela que para el ima-
ginario del público experiencia subjetiva directa del poblador y conoci-

[1] Esto ha sido observado por diversos autores, como Beck (1992), Irwin y Michael
(2003), Mc Cormick (2007), Blok et al. (2008).

REDES, VOL. 21, Nº 40, BERNAL, JUNIO DE 2015, PP. 15-40 35


miento experto son dos dimensiones que no se intersectan: posiblemente,
la experiencia directa del “daño” implica un estatus de certeza tan válido
como las argumentaciones del conocimiento científico y tecnológico, aun-
que ambas dimensiones se ubiquen en planos de significación diferente.
En el imaginario del público, la experiencia local e inmediata de los afec-
tados y el conocimiento experto de la tecnología en cuestión son dimen-
siones que pertenecen a esferas sociales diferentes: confiar en las demandas
de la población significa dar crédito a las manifestaciones de daños expues-
tas por la gente; confiar en el conocimiento experto significa considerar
que, a nivel cognitivo, no hay otra fuente que otorgue más credibilidad
para solucionar problemas.
Si hallamos convicción en el reconocimiento del conocimiento cientí-
fico y tecnológico –los expertos son los que pueden opinar– y al mismo
tiempo una tendencia a valorar la confianza en los usuarios y afectados loca-
les como mejor conocedores de las consecuencias perjudiciales de la tecno-
logía, al revelar una combinación compleja de sentidos en la percepción del
público, otros indicadores nos sugieren que, al margen de ello, el público
tiende a desconfiar de los expertos en términos morales: al mismo tiempo
que son reconocidos como los cultores del saber cierto, reciben el juicio
negativo en cuanto son visualizados como interesados económicos de la
tecnología. De hecho, el 75% está de acuerdo con la afirmación de que “los
investigadores científicos que están a favor del glifosato tienen intereses
comunes con las empresas que lo producen y por lo tanto van a negar que
tenga efectos perjudiciales”. Esta percepción acerca de los científicos y
expertos se confirma con el indicador del cuadro 9.

Cuadro 9. “¿Con cuál de las siguientes opiniones estás más de acuerdo?”

Muchas veces los científicos y expertos que desarrollan nuevos productos y 15,3%
tecnologías en general no saben si tienen consecuencias negativas.

Muchas veces saben que los productos y tecnologías que desarrollaron tienen
67,1%
riesgos de producir daños a la salud, pero mantienen el secreto por conveniencia
propia o de las empresas que les pagan.

Casi siempre los científicos y expertos controlan los daños que puedan llegar a
15,5%
producir las tecnologías que desarrollan.

Sin datos. 2,1%

Fuente: Datos de la encuesta realizada para el presente estudio.

36 LEONARDO SILVIO VACCAREZZA


En estas respuestas, claramente, se observa un juicio moral negativo con
respecto a los científicos. Postulamos que el conocimiento tiene poco que
ver, en la percepción del público, con las consecuencias de la tecnología:
tanto la ignorancia como la idoneidad para controlar los efectos indeseados
son señalados por sendas minorías de la muestra –el 15% cada una–. En
cambio, es la intencionalidad de mantener el secreto, de favorecer la con-
veniencia propia o de las empresas el modus operandi de la actividad de los
expertos.
Podemos concluir que no es una creencia negativa con respecto al cono-
cimiento científico y su pertinencia para controlar los perjuicios de la tec-
nología lo que genera una tensión de la sociedad con la ciencia, sino la
venalidad de los intereses de los propios expertos. De esta manera, “dejar
las decisiones en ciencia y tecnología en manos de los expertos… [porque]
aunque haya distintas opiniones finalmente van a ponerse de acuerdo en la
mejor solución”, no es una opinión que reciba la adhesión mayoritaria: el
46% está de acuerdo contra el 54% que disiente con ello –se excluyen los
pocos casos que no respondieron.
En la misma línea de lo ya adelantado, podemos interpretar que el
público de estudiantes universitarios revela un complejo singular de acti-
tudes hacia la ciencia, los científicos y tecnólogos: en primer lugar, reco-
nocimiento mayoritario del conocimiento experto como fuente principal
del saber tecnológico, a lo que se incluye la capacidad de encontrar solu-
ciones a los problemas; en segundo lugar, la percepción de que existen
intereses venales que llevan a conductas moralmente negativas, como el
hecho de esconder información sobre los perjuicios de tecnologías en uso;
en tercer lugar, el reconocimiento del valor de verdad de las demandas
ciudadanas por los daños provocados por tales tecnologías. Estas distintas
actitudes no son expresadas por grupos sociales diferentes sino que con
frecuencia se manifiestan en los mismos sujetos. Así, entre los encuesta-
dos que acusan a los científicos y expertos de mantener el secreto acerca
de los daños que produce la tecnología “por conveniencia propia…” –abar-
ca una mayoría del 67,1% de la muestra–, el 38%, sin embargo, conside-
ra que “las decisiones en ciencia y tecnología siempre hay que dejarlas en
manos de expertos”. O entre quienes no creen que el “conocimiento cien-
tífico sea firme y seguro…” –una mayoría muestral del 85,2%–, el 43%
todavía sostiene la preeminencia de los expertos para tomar decisiones
científicas.

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COMENTARIO FINAL

La exploración de una serie de conceptos habitualmente trabajados en la


bibliografía especializada como incertidumbre, percepción del riesgo, ambi-
valencia y confianza, en una muestra de estudiantes universitarios, permite
concluir en la relativa independencia entre sus indicadores, de manera tal
que es posible sugerir que las actitudes y representaciones sociales de este
público acerca de la ciencia y la tecnología, particularmente en relación con
los fenómenos de la tecnociencia, expresan posiciones ambiguas. Partimos
de una distinción respecto del concepto de incertidumbre que recoge sen-
das corrientes teóricas: una que define a la incertidumbre como un proble-
ma de insuficiencia en el conocimiento, y otra que pone énfasis en los
aspectos emocionales de la falta de certeza. Denominamos a la primera
incertidumbre cognitiva y a la segunda percepción del riesgo, e intentamos
diferenciarlas empíricamente. Encontramos que la gran mayoría de los
estudiantes universitarios relevados expresan percepción del riesgo –esto es,
temor al sufrimiento de consecuencias negativas de la tecnología emplea-
da–, pero no incertidumbre en términos cognitivos, ya que no se duda
sobre las certezas de los daños. En algunos casos, esta percepción del riesgo
se manifiesta como fatalista en la medida en que se considera a la ciencia
incapaz de superar sus propios errores. Mientras que la incertidumbre cog-
nitiva está asociada a la autoatribución de ignorancia sobre la tecnología, la
percepción del riesgo parece reforzarse con el mayor conocimiento autoa-
tribuido de los aspectos técnicos del problema.
Asimismo, observamos que la incertidumbre cognitiva y la percepción
del riesgo son relativamente independientes de la ambivalencia, esto es, la
coexistencia de valores contradictorios con respecto a la tecnología en el
mismo sujeto. En cuanto a la confianza en los científicos y tecnólogos, des-
tacamos el hecho de que ella no deriva de la asignación de ignorancia o
incapacidad para diseñar tecnologías no perjudiciales, sino de la imagen de
aquellos como motivados por intereses que implican contradecir las normas
morales vinculadas al conocimiento.

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