Es Perfilregionaligualdadgenero Alc 07marzo24
Es Perfilregionaligualdadgenero Alc 07marzo24
Es Perfilregionaligualdadgenero Alc 07marzo24
de Igualdad
de Género
América Latina y el Caribe
PERFIL REGIONAL DE IGUALDAD DE GÉNERO PARA AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
© Naciones Unidas, RCP LAC, 2024
Autoría del estudio: Este documento ha sido elaborado por El Perfil Regional de Igualdad de Género ha sido elaborado
el sistema de las Naciones Unidas en el marco del Grupo de en colaboración con el Grupo de Trabajo temático sobre
Trabajo temático sobre Igualdad de Género y Empoderamiento Igualdad de Género y Empoderamiento de Mujeres y Niñas
de Mujeres y Niñas de la Plataforma de Colaboración Regional de la Plataforma de Colaboración Regional en América Latina
en América Latina y el Caribe (RCP LAC), integrado por la y el Caribe (RCP LAC).
Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Refugiados (ACNUR), Comisión Económica para América Latina El contenido de este documento no refleja necesariamente
y el Caribe (CEPAL), Organización de las Naciones Unidas para la las opiniones de las agencias, fondos y programas coautores
Agricultura y la Alimentación (FAO), Organización Internacional del presente documento, de sus Juntas Ejecutivas o de sus
para las Migraciones (OIM), Organización Internacional del Estados miembro, con respecto a la condición jurídica de
Trabajo (OIT), Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad ningún país, territorio, ciudad o área o su autoridad, o con
de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres), respecto a la delimitación de sus fronteras o límites.
Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/
SIDA (ONUSIDA), Organización Panamericana de la Salud Esta publicación puede ser reproducida en su totalidad o
(OPS), Programa Mundial de Alimentos (PMA), Programa de en parte y de cualquier forma para fines educativos y/o no
las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Programa de lucrativos sin permiso especial del titular de los derechos
Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Fondo de autor, siempre que se cite la fuente.
de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), Fondo de
las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), Oficina de Cita: Naciones Unidas y RCP LAC (2024). Perfil Regional de
Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), Oficina Igualdad de Género para América Latina y el Caribe.
de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS),
con la colaboración de Claudia Briones Smith, consultora El presente documento contó con la colaboración de las
internacional de la Oficina Regional para las Américas y el siguientes personas, a quienes se agradece especialmente:
Caribe de ONU Mujeres.
ACNUR: Valentina Duque
Dirección General del Grupo Interagencial Regional CEPAL: Karen García, Maria Lucia Scuro, Catalina Valencia
para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de FAO: Catalina Ivanovic, Claudia Brito
las Mujeres y Niñas: María Noel Vaeza, directora regional OIM: Carmen Paola Zepeda, Elizabeth Membreño
de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe, y Mary Lou OIT: Paz Arancibia Roman, Larraitz Lexartza, Cecilia Lavena
Valdez, directora Adjunta, Organización Panamericana de la Florencia
Salud/Oficina Regional para las Américas de la Organización ONU Mujeres: Alexandra Plumed, Andrea Llerena, Bárbara
Mundial de la Salud (OPS/OMS) Ortiz, Beatriz García, Cecilia de Diego Manrique, Ernesto
Treviño, Giulia Bortolotti, Gustavo Salazar, Itzel Jiménez, Leah
Coordinación del estudio: Oficina Regional de ONU Tandeter, Lorena Barba, Lorena Lamas, Marlene Heinrich,
Mujeres para las Américas y el Caribe, área de Coordinación Marta San Juan, Raquel Coello- Cremades
Interagencial y Planificación Estratégica ONUSIDA: Guillermo Márquez Villamediana, Magdalena
Provis Ramírez
Equipo coordinador y editor: Ernesto Treviño, especialista OPS: Ana Boischio, Aysa Saleh, Britta Baer, Daniel Buss,
de Coordinación, Marlene Heinrich, oficial de Coordinación, Delfina Alvarez, Jessie Schutt-Aine, Karen Polson-Edwards,
Cecilia de Diego Manrique, asistente técnica en Coordinación Martha Saboya, Patricia Morsch, Patricia Schroeder, Roberta
y Planeación Estratégica, Alexandra Plumed, asistente técnica Caixeta, Renato Oliveira e Souza
en Coordinación y Planeación Estratégica y Claudia Briones PMA: Cecilia Roccato, Mila Cantar
Smith, consultora internacional de la Oficina Regional para PNUD: Guillermina Martin, Ivonne Urriola Perez, Marta
las Américas y el Caribe de ONU Mujeres. Álvarez González, Andrea Castaño, Andrea Quesada, Isabel
Torres García, Sara Ramírez
Edición y revisión de contenidos: Constanza Narancio, PNUMA: Adrián Cardona, Evanna Corona van Vliet, María
especialista de Comunicación de la Oficina Regional para Elena Zúñiga Barrientos
las Américas y el Caribe de ONU Mujeres UNFPA: Alejandra Alzérreca, Alejandra Corao, Francesca
Basso, Jackeline Romio, Paula Antezana, Rocío Muñoz Flores,
Diseño editorial: Emicel Guillén, consultora en Diseño de la Sol East, Sabrina Juran
Oficina Regional para las Américas y el Caribe de ONU Mujeres UNICEF: Denise Stuckenbruck
UNODC: Cristina San Juan Serrano
UNOPS: María Regina Cafferata
2024
Perfil Regional
de Igualdad
de Género
América Latina y el Caribe
Tabla de contenidos
Acrónimos y abreviaturas 3
1. Prólogo 6
4.4. Paz77
• Erradicación de la violencia de género, los estigmas y los estereotipos 78
• Participación, rendición de cuentas e instituciones democráticas
con perspectiva de género 83
• Sociedades pacíficas e inclusivas 87
5. Conclusiones 98
6. Glosario 110
7. Bibliografía 120
Notas136
Acrónimos y abreviaturas
ALC América Latina y el Caribe
MM Mortalidad materna
Como parte del compromiso de racionalizar las operaciones de las Naciones Unidas
mediante la mejora de la colaboración entre sus organismos, la reducción de la
duplicación de esfuerzos y el aumento del impacto de la ayuda a nivel nacional, la
Plataforma de Colaboración Regional (RCP, por sus siglas en inglés) proporciona un
marco para mejorar la coordinación y la coherencia de las actividades operativas
del sistema de las Naciones Unidas para el desarrollo. Se basa en esfuerzos de
reforma anteriores y busca abordar nuevos retos y oportunidades en la entrega
de asistencia al desarrollo. Dentro de sus mecanismos de trabajo, se incluyen los
Mecanismos de Coordinación sustantivos, entre los que destacan las Coaliciones y
los Grupos temáticos de trabajo. En este último, y bajo el liderazgo de ONU Mujeres
y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), se encuentra el grupo temático
de Igualdad de Género y Empoderamiento de las mujeres y las niñas.
Bajo este contexto, el Grupo Interagencial de Género (GIG) para América Latina y el
Caribe -conformado por Agencias, Fondos y Programas (AFPs), ha decidido, como
parte de su plan de trabajo y en línea con el fortalecimiento de la coordinación entre
agencias, establecer un camino de trabajo con prioridades para abordar los complejos
desafíos que enfrentan las mujeres y las niñas. Este esfuerzo colaborativo pretende
consolidar conocimientos, recursos y capacidades para proporcionar información
precisa, confiable y de calidad con el objetivo de promover y contribuir a la agenda
de igualdad en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Este perfil se presenta como una herramienta estratégica para fortalecer la comprensión
y promoción de la igualdad de género, así como para apoyar la programación basada
en evidencia. Por lo tanto, es un recurso clave para superar los obstáculos y avanzar
en el progreso de la igualdad de género a nivel nacional, regional y global.
Bajo este marco, este Perfil pretende ser una guía destinada a mostrar las dinámicas,
desafíos y avances que definen el panorama de género en ALC y se presenta como
una herramienta estratégica para posicionar y fortalecer la comprensión con relación
al avance de los compromisos internacionales y regionales hacia la igualdad de género
y el empoderamiento de las mujeres.
Más allá de ser un Perfil Regional sobre la situación de la igualdad de género, este
documento también se erige como un testimonio dinámico del compromiso colectivo
para abordar las inequidades arraigadas y fomentar la igualdad de género. Liderado por
ONU Mujeres, este Perfil ha sido elaborado conjuntamente por las siguientes Agencias,
Fondos y Programas (AFP) de las Naciones Unidas: Oficina del Alto Comisionado
de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Comisión Económica para
América Latina y el Caribe (CEPAL), Organización de las Naciones Unidas para la
Agricultura y la Alimentación (FAO), Organización Internacional para las Migraciones
(OIM), Organización Internacional del Trabajo (OIT), Entidad de las Naciones Unidas
para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres),
Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA (ONUSIDA), Organización
Panamericana de la Salud (OPS), Programa Mundial de Alimentos (PMA), Programa de
las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Programa de Naciones Unidas para
el Medio Ambiente (PNUMA), Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA),
Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), Oficina de Naciones Unidas
Estructura
Metodología
Para asegurar la calidad y la estrecha coordinación entre AFPs de las Naciones Unidas,
se ha asignado a cada capítulo y subcapítulo tanto agencias líderes como agencias
revisoras (peer reviewers). Esta medida garantiza una revisión crítica y colaborativa,
fortaleciendo la coherencia y la confiabilidad del informe a través de la experiencia
combinada de múltiples AFPs.
Alcance y Limitaciones
Por otro lado, el Perfil de Género Regional se ha elaborado sobre la base de ciertas
limitaciones:
Si bien todos los Estados de ALC han ratificado la CEDAW, la igualdad en la vida
diaria entre mujeres y hombres sigue siendo un gran desafío. La igualdad formal
entre mujeres y hombres está refrendada por prácticamente la totalidad de las
Por otra parte, la aprobación en 2015 por la Asamblea General de la Agenda 2030 para
el Desarrollo Sostenible y los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) asociados
A solo seis años para cumplir con el plazo marcado por la Agenda 2030, tanto a nivel
mundial como regional, persiste un importante déficit de datos para conocer el nivel de
progreso hacia la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). A nivel
mundial, los avances se han registrado en 138 de 169 metas (Naciones Unidas, 2023),
mientras que en ALC se ha dado seguimiento únicamente a 126 metas (CEPAL, 2023b).
En relación con la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres, en la región
solo se tiene información sobre la mitad de los indicadores del ODS 5 (ibidem, 2023b).
Pobreza Extrema
Si las tendencias actuales persisten, se proyecta que para el año 2030 aún un 8 por
ciento de la población mundial de mujeres continuarán viviendo con menos de USD
2,15 al día, residiendo la mayoría de ellas en África subsahariana. En ALC, se espera
una reducción de 1,6 puntos porcentuales en la incidencia de la pobreza extrema
entre las mujeres para 2030, pero un aumento de 0,4 puntos en comparación con
2015, siendo la segunda región con mayor incremento en pobreza en referencia a
este año (ibidem, 2023).
Inseguridad alimentaria
Para lograr la meta de hambre cero para el año 2030, se requiere un avance 33 veces
más rápido que el actual. En el año 2022, 27,8 por ciento de las mujeres y 25,4 por
ciento de los hombres en todo el mundo experimentaron inseguridad alimentaria
moderada o grave (ONU Mujeres y DESA, 2023). Este problema se agrava en ALC,
donde entre 2020 y 2022, en promedio, 43,8 por ciento de las mujeres y 33,7 por ciento
de los hombres enfrentaron esta situación (FAO, FIDA, OPS, PMA y UNICEF, 2023a).
Además, se proyecta que para el año 2050, los efectos del cambio climático pondrán a
cientos de millones de mujeres y niñas más en riesgo de pobreza e inseguridad alimentaria.
En el peor de los escenarios, se estima que a nivel mundial el número de mujeres que
experimentarán inseguridad alimentaria debido al cambio climático se incrementará en
235,9 millones. En ALC, este impacto se traduce en 13 millones más de mujeres empujadas
a la pobreza y 19,8 millones más en inseguridad alimentaria (ibidem, 2023).
Educación
El acceso a la educación está en aumento entre niñas y niños. Sin embargo, a nivel
mundial, en 2022, la proporción de niñas, adolescentes y mujeres entre 15 y 24 años que
no cursan estudios, no están empleadas ni reciben capacitación fue el doble que la de
los hombres (32,1 por ciento frente a 15,4 por ciento). En ALC, esta diferencia fue similar,
con un 26,9 por ciento de mujeres y un 13,9 por ciento de hombres en esta situación. La
región con el mayor porcentaje de mujeres que no cursan estudios, no están empleadas
ni reciben capacitación es Asia Central y Meridional (ONU Mujeres y ONU DESA, 2023).
Mortalidad materna
A nivel mundial, se requiere un avance seis veces más rápido para alcanzar la meta
de reducción de la mortalidad materna para 2030. Entre 2000 y 2020, la tasa de
mortalidad materna descendió 34 por ciento, pasando de 339 a 223 por cada 100
000 nacidos vivos. Sin embargo, el progreso global se ha estancado desde 2015, y en
ALC, la tasa aumentó en 13 puntos porcentuales entre 2015 y 2020. La región con una
mayor tasa de mortalidad materna en 2020 fue África Subsahariana (ibidem, 2023).
En 2022, alrededor del mundo, 27,1 por ciento del total de mujeres carecían de
acceso a servicios de agua potable segura. En ese mismo año, menos de una de cada
Brecha salarial
A nivel mundial, por cada dólar percibido por los hombres en 2019 por ingresos
laborales, las mujeres recibieron 51 centavos; en ALC, por cada dólar de ingreso
laboral de los hombres las mujeres percibieron 58 centavos. Las regiones donde la
brecha de ingresos laborales es menor fueron Europa y América del Norte, y Oceanía
A pesar de la alta prevalencia de violencia física y sexual contra las mujeres en ALC,
el número de mujeres que fueron objeto de violencia física o sexual a lo largo de su
vida fue menor en 2 puntos porcentuales en comparación con la media mundial. En el
caso del número de mujeres que sufrieron violencia física y sexual en los últimos doce
meses, fue de 5 puntos porcentuales inferior a la media mundial (OMS, 2021a). La región
que registró mayor prevalencia de violencia contra las mujeres fue Asia Meridional (35
por ciento) si se considera como referencia de tiempo a lo largo de su vida, y África
Subsahariana (20 por ciento) al considerar los últimos 12 meses (ibidem, 2021a).
Por otro lado, se observa una tendencia descendente en la tasa de homicidios de mujeres
a nivel mundial, la cual pasó de 2,40 por cada 100 000 personas en 2010 a 2,24 en 2021.
Esta disminución también se reflejó en ALC, donde la tasa descendió de 4,24 en 2010
a 3,72 en 2021. La región con la tasa más alta fue África Subsahariana (UNODC, 2023).
Natalidad y mortalidad
Ante este escenario, cabe señalar que cada país experimenta las diversas etapas de
transición demográfica en momentos distintos, y se observan ritmos de envejecimiento
que varían no sólo entre países, sino incluso entre provincias dentro de un mismo
país. Países que se encuentran en una etapa avanzada de envejecimiento, con una
población predominantemente adulta, incluyen a Colombia y Brasil. En contraste,
aquellos que ya han alcanzado una sociedad plenamente envejecida abarcan a Chile,
Uruguay, Costa Rica y Cuba. Por otro lado, hay países que se sitúan por debajo de la
También dentro de los países se observan desigualdades entre las áreas urbanas y
rurales y entre las ciudades y metrópolis, así como dentro de ellas. La urbanización
en la región es notable, con 82,2 por ciento de la población siendo urbana en 2022
(CEPAL/CELADE, 2024). No obstante, cabe señalar que las grandes ciudades han
experimentado una disminución en su atractivo migratorio, mientras ciudades
medianas muestran creciente popularidad.
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
1950 1960 1970 1980 1990 2000 2010 2020 2030 2040 2050 2060 2070 2080 2090 2100
En los próximos años, nos encontraremos en un periodo crucial en el que las tendencias
demográficas jugarán un papel fundamental en la configuración de nuestro entorno
social. El final del denominado ‘bono demográfico’ y el proceso de envejecimiento
generará repercusiones sustanciales en términos de políticas públicas, que requerirán
de respuestas innovadoras en áreas como la igualdad de género, el trabajo, la salud,
la protección social y los cuidados (CEPAL, 2022b).
Erradicación de la pobreza
Pobreza
150
137.9 139.8
135 130.2
121.0 121.8 122.0 123.0
120 116.9 117.6 118.0 120.1 117.7
111.3 112.8 113.0
105 102.7 104.1 104.5
90
75
60
45
30
15
0
a
as
ala
rú
Pl via
e)
il
ca
ay
ela
ile
Re uay
Am ini lica
a
a
ico
a
do
do
gu
bi
ér can
tin
as
.d
Ri
ur
Pe
gu
Ch
éx
st. li
zu
em
na
m b
Br
lva
ua
ug
ra
La
(E Bo
nd
Do pú
sta
ra
lo
M
ne
Pa
ca
Ec
Ur
at
Sa
ica
Pa
Ho
Co
Co
Ve
Ni
Gu
El
Fuente: CEPAL. Observatorio de Igualdad de Género de América latina y el Caribe. Calculado sobre la base de
Banco de Datos de Encuestas de Hogares (BADEHOG).
Los datos reflejados en el gráfico anterior (Gráfico 3) permiten observar las disparidades
en la incidencia de la pobreza entre mujeres y hombres en los países de la región.
Además, la tendencia al alza en el tiempo de este indicador refleja que los esfuerzos de
reducción de la pobreza en la región no han beneficiado de igual manera a hombres
y mujeres, ni han tenido el mismo ritmo, y que finalmente los hogares en situación de
pobreza concentran una mayor proporción de mujeres en edades de mayor demanda
productiva y reproductiva.
Por otro lado, cuando se analiza la pobreza de las mujeres es importante considerar
que no son un grupo homogéneo, por lo que incorporar un enfoque interseccional que
dé cuenta de la interacción de discriminaciones múltiples que enfrentan en función
de variables como la edad, la pertenencia étnico-racial, el estatus socioeconómico, la
orientación sexual y la situación de discapacidad, entre otras, se hace imprescindible.
Por ejemplo, en ALC la incidencia de la pobreza multidimensional entre las mujeres
varía en función del territorio en el que viven: 52,9 por ciento de las mujeres rurales,
frente a 25,3 por ciento de las mujeres urbanas se encuentran en situación de pobreza
multidimensional4 (PNUD, 2023d).
Mercado laboral
En los países de ALC sobre los cuales se dispone de datos, el tiempo que dedican las
mujeres al trabajo de cuidados no remunerado es mucho mayor en comparación con
los hombres. Esta sobrecarga de trabajo no remunerado que las mujeres asumen
actúa como una barrera que impide su participación en el mercado laboral en igualdad
En algunos casos, los bajos salarios suponen que las mujeres se encuentren en
situación de pobreza a pesar de estar ocupadas y percibir ingresos. Esta situación
afecta particularmente a las trabajadoras domésticas, ya que una de cada cuatro vive
en situación de pobreza (CEPAL, 2023c).
Violencia y salud
Por otro lado, en la región existen brechas de género significativas tanto en relación
con la adquisición de habilidades digitales como respecto a la participación en áreas
relativas a la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (CTIM). En este sentido, la
educación constituye un elemento clave para garantizar la participación plena de las
mujeres en la vida económica, política y social en la era digital (CEPAL, 2023d).
Acceso a tecnología
Para que las mujeres puedan aprovechar las ventajas de la digitalización, es necesario
generar condiciones de igualdad y protección en el mundo digital y oportunidades para
el desarrollo de las capacidades y habilidades necesarias en un contexto cambiante. En
particular, garantizar el acceso y uso de las TIC por parte de las mujeres es fundamental
para promover su autonomía económica.
Protección social
Con relación a las brechas de cobertura, destacan los retos relacionados con la
persistencia de la informalidad en los mercados de trabajo de la región, que limitan
“el desarrollo de los sistemas contributivos que puedan otorgar cobertura universal y
prestaciones adecuadas” (ibidem, 2023). Por otro lado, en lo relativo a las prestaciones,
la política tributaria y el espacio fiscal presentan un reto en este ámbito, por su papel
esencial a la hora de “generar recursos suficientes para el desarrollo de programas de
transferencias monetarias de naturaleza no contributiva” (ibidem, 2023). Aunado a lo
anterior, la protección social también enfrenta el desafío derivado de la transición
demográfica y el envejecimiento de la población, analizada en el capítulo anterior.
Situación que genera una mayor presión sobre los sistemas de pensiones poniendo en
La vigencia de esta organización social de los cuidados, que asigna a las mujeres
la responsabilidad sobre la demanda de cuidados de las familias, implica que en la
actualidad muchas no puedan acceder al mercado de trabajo y, en consecuencia, a la
protección social contributiva. Numerosos países de América Latina y el Caribe cuentan
en la actualidad con programas no contributivos que prevén prestaciones económicas
para quienes no pueden acceder a la protección social de forma contributiva, sin
embargo, la cuantía de dichas prestaciones tiende a ser significativamente inferior.
Las cifras disponibles a nivel regional dan cuenta de esta situación. Cuando se trata
de las prestaciones por vejez, las mujeres cuentan con menores niveles de cobertura
efectiva que los hombres en todos los países de la región (OIT, 2022a). En promedio,
más de la mitad de las mujeres mayores de 65 años no recibe ningún ingreso laboral
ni pensión, mientras que en el caso de los hombres son un cuarto los que están en
la misma situación (ibidem, 2022a). Las cifras relativas a la falta de ingresos varían
de forma importante entre países. Así, en Argentina o Brasil las mujeres mayores de
65 años sin fuentes de ingreso son alrededor de 20 por ciento. Esta es la situación
Cuidados
El cuidado, además de acompañar el ciclo de vida de las personas y ser un factor clave
del desarrollo personal, es también un componente esencial de la reproducción de la
sociedad, al permitir el sostenimiento de la vida y el funcionamiento de las actividades
en su conjunto (ONU Mujeres y CEPAL, 2021).
Hombres Mujeres
54,1 17,6 36,6 Argentina, 2021 19,3 33,2 52,5
39,4 11,1 28,3 Brasil, 2019 16,8 22,1 38,9
54,0 19,4 34,6 Chile, 2015 19,8 42,4 62,2
51,9 12,4 39,5 Colombia, 2021 16,9 34,1 51,0
54,9 18,0 37,0 Costa Rica, 2022 18,6 35,2 53,8
54,1 19,8 34,3 Cuba, 2016 22,1 35,3 57,4
49,6 10,0 39,6 Ecuador, 2012 18,6 37,2 55,8
58,8 17,5 41,2 El Salvador, 2017 21,4 37,7 59,1
46,7 8,3 38,4 Guatemala, 2022 14,4 41,9 56,3
45,4 6,7 38,6 Honduras, 2009 14,3 29,1 43,4
61,5 16,9 44,6 México, 2019 22,1 42,8 64,8
55,6 13,9 41,7 Panamá, 2011 23,3 31,5 54,8
47,2 11,8 35,4 Paraguay, 2016 18,1 28,5 46,6
56,3 16,3 40,0 Perú, 2010 20,3 40,2 60,5
48,4 10,9 37,5 Rep. Dominicana, 2021 22,6 25,5 48,1
50,1 18,1 32,1 Uruguay, 2022 20,9 33,6 54,5
Fuente: ONU Mujeres y CEPAL (2024) Cálculos con base en los datos del Observatorio de Igualdad de Género
de América Latina y el Caribe, CEPAL (2023)
En consecuencia, un análisis de los 13 países para los que se cuenta con datos en
la región revela que la mayor tasa de hogares en situación de pobreza se sitúa
en aquellos categorizados como extendidos y compuestos, donde generalmente
confluyen demandas de cuidado de distintas generaciones (infancia y personas adultas
mayores). A ellos les siguen los hogares monoparentales, donde la singularidad está
en que solo una persona adulta es la proveedora económica y la proveedora de
cuidados de forma simultánea. En casi el 90 por ciento de los casos, estos hogares
están bajo la responsabilidad de una mujer (Scuro, Alemany y Coello, 2022).
Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, Perú, Uruguay,
2020 2020 2021 2017 2017 2010 2014 2021 2010 2013
Fuente: Información actualizada al 05 de septiembre de 2023 y calculada sobre la base de la valorización del trabajo
no remunerado de los organismos rectores de las cuentas nacionales de cada uno de los países, excepto para los
siguientes países en que no participó el organismo rector de las cuentas nacionales y cuyos cálculos se basaron
en: Argentina: Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género del Ministerio de Economía, con inclusión de los
efectos de la pandemia, “Los cuidados, un sector económico estratégico. Medición del aporte del trabajo doméstico
y de cuidados no remunerado al Producto Interno Bruto”, Buenos Aires, 2020; Uruguay: S. Salvador, “La valoración
económica del trabajo no remunerado”, Los tiempos del bienestar social: género, trabajo no remunerado y cuidados
en Uruguay, K. Batthyány (ed.), Montevideo, Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES), 2015.
Según datos de 2020, en 12 países de la región para los que se cuenta con información,
los sectores de la economía del cuidado que están altamente feminizados presentan
importantes brechas de género en los ingresos laborales y una menor proporción
de mujeres trabaja en empleos de alta calificación (Scuro, Alemany y Coello, 2022).
Esta situación genera que las mujeres trabajadoras domésticas en América Latina
estén sobrerrepresentadas entre los hogares en situación de pobreza (ibidem, 2022).
Si bien la situación de pobreza ha mejorado, persiste una brecha importante para
quienes se desempeñan en el trabajo doméstico En el año 2019, 23,8 por ciento de
trabajadoras domésticas remuneradas, vivía en situación de pobreza, resultando esta
cifra mucho más alta que la de las mujeres que son trabajadoras asalariadas (10,3
por ciento) (Valenzuela, Scuro y Vaca-Trigo, 2020).
Por otra parte, de acuerdo con la OIT (2022b)8, a nivel mundial la inversión en el
cuidado universal de niños y niñas y en servicios de cuidado de larga duración podría
generar hasta 280 millones de puestos de trabajo para 2030 y otros 19 millones para
2035: 96 millones de empleos directos se generarían en cuidado infantil, 136 millones
en empleos de cuidados de larga duración y 67 millones en empleos indirectos. Se
estima que 78 por ciento de estos puestos de trabajo los ocuparían mujeres y 84 por
ciento sería empleo formal. Concretamente, la inversión en licencias relacionadas
con el cuidado infantil y en servicios de atención y educación de la primera infancia
(AEPI) podría aumentar la tasa de empleo de las mujeres de una media mundial de
46,2 por ciento en 2019 a 56,5 por ciento en 2035, y reducir la brecha mundial de
género en ingresos mensuales de 20,1 por ciento en 2019 a 8 por ciento en 2035
(OIT, 2023a).
A su vez, para la región con una estimación basada en 7 países se calcula un aumento
de 25,8 millones de empleos directos e indirectos. Concretamente, impulsaría la
generación de 11,3 millones de empleos en Brasil, 2,2 millones en Argentina, 2,8
millones en Colombia, 6,5 millones en México, 1,8 millones en Perú, 893 mil en Chile
y 248 000 en Costa Rica (OIT, 2022b).
A nivel regional, el cuidado ha sido reconocido por los gobiernos como un derecho
de las personas, destacando la función social clave que los cuidados tienen para la
producción y reproducción de la vida y el bienestar de las sociedades (ONU Mujeres
y CEPAL, 2021). En este sentido, en los últimos 45 años, en el marco de la Conferencia
Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, los Gobiernos han aprobado
una serie de acuerdos que incluyen medidas sobre el diseño de políticas para el
cuidado y el llamado a la corresponsabilidad de cuidados entre el Estado, el sector
privado, las familias y la comunidad.
En respuesta a estos compromisos, los sistemas integrales de cuidado han ido ganando
concreción en los países de la región, siendo Uruguay el país pionero. En la actualidad
países como Argentina, Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, México, Panamá, Paraguay, Perú,
y República Dominicana, con diferentes grados de desarrollo, se encuentran avanzando
en su implementación. Uruguay, Venezuela y Ecuador cuentan ya con legislación
Una condición básica para avanzar en Sistemas Integrales de Cuidados en la región radica
en encontrar caminos que hagan viable y sostenible su financiamiento, cumpliendo
con las premisas de universalidad, equidad territorial, solidaridad intergeneracional,
corresponsabilidad y perspectiva de género. No es posible financiar el bienestar que
todas las personas merecen si no existe una contribución efectiva de toda la sociedad,
especialmente de quienes tienen mayores capacidades económicas. Pero sobre todo
muestra empíricamente que es un camino viable y que es el que han recorrido aquellas
sociedades que hoy ostentan mayores niveles de desarrollo humano.
En 2022, la inseguridad alimentaria afectó más a las mujeres, con una brecha de 9,1
puntos porcentuales respecto a los hombres. La región mostró una mayor disparidad
de género en comparación con otras partes del mundo. Aproximadamente el 57 por
ciento de esta brecha se atribuye a desigualdades en acceso a la educación, empleo
a tiempo completo y participación laboral (FAO, FIDA, OPS, PMA y UNICEF, 2023b).
32,7
Hombres
25,4 9,1
Brecha en América
Mundo Latina y el Caribe
27,8
Mujeres
41,8
Fuente: Elaboración propia de PMA basada en la información de FAO, FIDA, OPS, PMA y UNICEF, 2023b.
Las mujeres constituyen 36 por ciento de todas las personas trabajadoras participantes
de los sistemas agroalimentarios en ALC; llegando a constituir, por ejemplo, hasta 54
por ciento de trabajadores de estos sistemas en el Estado Plurinacional de Bolivia (FAO,
2023). Sin embargo, las mujeres no se benefician en igual medida que los hombres de
las oportunidades que brinda el trabajo agrícola, debido a que suelen tener niveles
de educación más bajos, menor participación en la fuerza laboral y tienden a provenir
de hogares con menores ingresos (ibidem, 2023).
Adicionalmente, entre las mujeres rurales la carga significativa del trabajo doméstico
y de cuidado no remunerado, a menudo agravada por las tareas de recolección de
Aunque las mujeres rurales en todos los países de la región enfrentan una mayor
exposición a la pobreza multidimensional, la brecha entre las áreas rurales y urbanas
varía. En Uruguay, República Dominicana, Bolivia, El Salvador y Honduras, la incidencia
rural casi duplica a la urbana, mientras que en Costa Rica, México y Panamá la triplica.
Chile y Colombia tienen la brecha más amplia, con las mujeres rurales experimentando
una proporción de pobreza multidimensional cuatro veces mayor que las mujeres
urbanas. En Bolivia, Honduras y El Salvador, casi 90 por ciento de las mujeres rurales
enfrentan pobreza multidimensional, y la intensidad de la pobreza en Honduras y El
Salvador alcanza 58 por ciento (PNUD, 2023b). A su vez, en Bolivia, Chile, Colombia,
Ecuador y Perú, 34 por ciento de las mujeres indígenas se encuentra en condición de
pobreza en comparación con 26 por ciento de las mujeres no indígenas (OIT, 2022c),
lo que evidencia que las interseccionalidades afectan gravemente el círculo vicioso
de pobreza.
Asimismo, en todos los países del mundo, los hombres tienen mayor propiedad o
derechos de tenencia sobre tierras agrícolas que las mujeres. En el caso de ALC, 58
millones de mujeres viven en zonas rurales, de las cuales en promedio solamente 30
por ciento posee tierras agrícolas (Ver Figura 3) (OXFAM, 2023a). En general, parcelas
más pequeñas, de peor calidad y en condiciones más inseguras, y apenas cinco por
ciento tiene acceso a asistencia técnica. Muchas enfrentan dificultades para ejercer la
propiedad de la tierra que cultivan y utilizar los recursos naturales, incluida el agua,
para regar sus campos (FAO, 2023).
100%
58 millones de mujeres viven en el campo
Adicionalmente, las mujeres rurales tienen mayor susceptibilidad a perder los bienes
familiares en caso de muerte de su cónyuge. Esta brecha de género es particularmente
amplia y estadísticamente significativa en Centroamérica, donde en promedio 25
por ciento de los hombres versus 36 por ciento de las mujeres sienten que estarían
inseguros ante este escenario (Prindex, 2023). Para superar esta situación es necesario
implementar legislaciones que permitan dar fin a las disposiciones de Códigos Civiles
y de Familia que discriminan los derechos igualitarios de administración conjunta
y herencia de los cónyuges y descendientes, tanto en el matrimonio como en las
uniones de hecho o convivientes. Dando lugar a un registro conjunto obligatorio
de todos los bienes inmuebles rurales y urbanos de las parejas casadas y en unión
de hecho, así como a fondos de tierras que favorezcan el acceso igualitario y que
incluyan una partida presupuestaria con un compromiso de los Estados a medio y
largo plazo (FAO, 2024).
Salud materna
Embarazos en adolescentes
El embarazo adolescente también conlleva graves riesgos para la salud. Las adolescentes
menores de 15 años tienen mayor riesgo de morir por causas relacionadas con el
embarazo, siendo las muertes perinatales un 50 por ciento más probables si las
madres de los recién nacidos son menores de 20 años en comparación con el rango
de edad 20- 29 años (UNFPA, 2018). Adicionalmente, de los 2,1 millones de embarazos
adolescentes estimados en la región en 2019, 876 000 dieron lugar a abortos, la
mayoría de ellos en condiciones inseguras (OPS, 2020).
Aunque muchos países cuentan con políticas de prevención del embarazo adolescente,
ha habido un retroceso importante en años recientes en la cantidad de países que
incorporan la educación integral de la sexualidad en la currícula educativa, motivado
entre otros factores a la oposición por parte de algunos grupos anti-derechos.
Aborto
El acceso al aborto en ALC también es muy desigual. Hasta el 2022, el aborto estaba
normado en 31 por ciento de los países de la región y los cuidados maternos después
del aborto en 75 por ciento de los países (CEPAL, 2023e). No obstante, el acceso al
aborto en América Latina y el Caribe es muy desigual. Según un estudio comparativo,
los modelos regulatorios para el acceso al aborto se categorizan en tres grupos: los
que penalizan todos los abortos (Honduras, El Salvador y República Dominicana),
los que permiten algunos abortos por una razón de salud/vida (Argentina, Bolivia,
Chile, Colombia, Costa Rica y México), violencia sexual (Argentina, Chile, Colombia y
Uruguay), salud fetal (Bolivia, Chile, Colombia, Uruguay y México), inseminación no
Desigualdad y VIH
Las desigualdades de género aumentan la vulnerabilidad al VIH, dado que las mujeres
que experimentan violencia por parte de su pareja tienen hasta 50 por ciento más
de probabilidades de transmisión por VIH (ONU SIDA, 2023).
Por otra parte, en América Latina, la prevalencia del VIH es más de 30 veces mayor
entre las personas transgénero comparado con la población cisgénero, y entre 10
y 19 veces mayor entre los hombres homosexuales y hombres que tienen sexo con
hombres (HSH) en el Caribe (ibidem, 2023).
Los avances en la respuesta al VIH se han visto reforzados por la garantía de los
marcos jurídicos y políticos. Si se abordan las desigualdades y barreras subyacentes
relacionadas con el VIH, incluido el estigma relacionado con el VIH, es probable que
la cobertura de tratamiento y los resultados mejoren aún más.
En 2022 y 2023, Antigua y Barbuda, Barbados y Saint Kitts y Nevis, despenalizaron las
relaciones sexuales entre personas del mismo sexo. No obstante, las comunidades
LGBTIQ+ siguen enfrentándose a la discriminación y la violencia y algunos países del
Caribe siguen penalizando las conductas homosexuales (ibidem, 2023). La evidencia
demuestra que la criminalización de las personas que viven con el VIH y las poblaciones
clave reduce el acceso a los servicios y aumenta la incidencia del VIH.
Envejecimiento saludable
Enfermedades transmisibles
A nivel regional, en las Américas, cada año se diagnostica cáncer de cuello de útero a 74
410 mujeres y 37 925 mueren por esta causa relacionada con la infección prolongada
y persistente del virus del papiloma humano (Espinal, et al. 2022). Adicionalmente,
se estima que, en 2020 48 por ciento de los nuevos casos de sífilis (1,2 millones de
2,5 millones de casos) (PAHO, 2022) y 44 por ciento de los nuevos casos de gonorrea
(4,3 millones de 9,8 millones) se dieron en mujeres (Espinal, et al. 2022).
Por otra parte, las mujeres representan 43 por ciento de los 21 038 casos de lepra
(OMS, 2022) en el mundo y las mujeres menores de 15 años 33 por ciento de los
242 000 casos nuevos y recidivas de tuberculosis notificados en 2022 (OMS, 2023b).
Aproximadamente 1,1 millones de mujeres en edad fértil están infectadas por la
enfermedad de Chagas, y 9 000 niñas y niños recién nacidos se infectan cada año
durante el embarazo (OMS, 2015a).
Las enfermedades no transmisibles en las mujeres tienen una fuerte relación con
las desigualdades socioeconómicas y de género. La hipertensión y las enfermedades
cardiovasculares, la diabetes y el cáncer están estrechamente relacionadas con el
entorno y el estilo de vida: la pobreza, la degradación medioambiental, las condiciones
de trabajo inseguras y la falta de acceso a los servicios que influyen en su prevalencia
(De Maio, 2011).
Como ya descrito anteriormente, las mujeres en ALC presentan una mayor prevalencia
de sobrepeso y obesidad, así como de diabetes, en comparación con los hombres,
factor que contribuye a que las enfermedades cardiovasculares hayan sido la causa
más importante de muerte entre las mujeres en 2019, representando 29 por ciento
de todas las muertes femeninas (OPS 2023d). A su vez, el cáncer de mama se registra
como la causa más crítica de muerte por cáncer, con una tasa de mortalidad de 16
por 100 000 mujeres (ibidem, 2023d).
Por otra parte, en las Américas se estima que hasta 7,7 por ciento de la población
femenina padece trastornos de ansiedad en relación con 3,6 por ciento de los hombres,
siendo la depresión también más frecuente entre las mujeres (5,1 por ciento) que
entre los hombres (3,6 por ciento), lo que representa la segunda prevalencia más
alta del mundo (OMS, 2017). Los trastornos mentales, neurológicos y por uso de
sustancias de hecho representan 18 por ciento de la causa de discapacidad entre
mujeres (OPS, 2017).
Casi 12 por ciento de la población de ALC vive con al menos una discapacidad, lo que
representa unos 66 millones de personas. La experiencia de la discapacidad está
fuertemente entrelazada con las discriminaciones estructurales, por lo que las mujeres
tienen más probabilidad de tener una discapacidad que los hombres. Una brecha
que se acentúa entre mujeres indígenas (CEPAL, 2021a) y con el aumento de la edad.
25
20
15
10
0
0-4 5-12 13-19 20-39 40-59 60+ 0-4 5-19 20-39 40-59 60+
El Caribe América Latina
Fuente: Cecchini, S., Holz, R., y Soto de la Rosa, H. (2021). Calculado sobre la base de: Censo de Población y Vivienda
de Argentina, 2010; Censo de Población y Vivienda del Estado Plurinacional de Bolivia, 2012; Censo de Población y
Vivienda de Brasil, 2010; Encuesta de caracterización Socioeconómica Nacional de Chile, 2011; Censo de Población
y vivienda de Costa Rica, 2011; Censo de Población y Vivienda de Cuba, 2012; Encuesta Nacional de Hogares de
Propósitos Múltiples de República Dominicana, 2013; Censo de Población y Vivienda de Ecuador, 2010; Censo de
Población y Vivienda de Honduras, 2013; Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares de México, 2012;
Censo de Población y Vivienda de Panamá, 2010; Primera Encuesta Nacional Especializada sobre Discapacidad
de Perú, 2012; Censo de Población y Vivienda de Uruguay, 2011; Censo de Población y Vivienda de la República
Bolivariana de Venezuela, 2011. Para el caso del Caribe, los datos se obtuvieron de los Censos de Población y
Vivienda de 2010 de: Antigua y Barbuda, Aruba, Bahamas, Barbados, Belice, Bermuda, Islas Caimán, Granada,
Guyana, Jamaica, Monserrat, Trinidad y Tobago.
Adicionalmente, a nivel mundial las mujeres con discapacidad tienden a tener peor salud
que los hombres con discapacidad (ONU DESA, 2018), explicado entre otros factores
por su menor acceso a los servicios de salud en comparación con los hombres (OMS,
2015b). Las mujeres y niñas con discapacidad de hecho enfrentan barreras diversas
cuando intentan acceder a los servicios de salud, que incluyen: estigmatización y
discriminación, falta de accesibilidad física y de los equipos, barreras económicas y de
comunicación, así como una falta de servicios inclusivos y una oferta sanitaria pública
adecuada. La persistente discriminación estructural y los estereotipos, junto con la falta
de formación del personal sanitario, dificultan la calidad de la atención y obstaculizan
la autonomía física de las mujeres con discapacidad, sometiéndolas a procedimientos
sin su consentimiento, menor acceso a información sobre salud sexual y reproductiva,
esterilizaciones forzadas, violencia gineco-obstetra así como a mayores probabilidades
para su institucionalización (Hellum Braathen, Rohleder y Azalde, 2017).
Educación
No obstante, aunque tan solo dos por ciento y seis por ciento de las niñas en edad de
asistir a la escuela primaria y al primer ciclo de educación secundaria, respectivamente,
están sin escolarizar, en América Latina y el Caribe, en promedio, 20 por ciento de
las adolescentes en edad de asistir al segundo ciclo de educación secundaria no
están escolarizadas. En Guatemala y Honduras, la proporción de adolescentes sin
escolarizar en el primer y el segundo ciclo de educación secundaria es especialmente
preocupante: 37 por ciento y 38 por ciento no asisten al primer ciclo de educación
secundaria, respectivamente, mientras que 64 por ciento y 55 por ciento tampoco
asisten al segundo ciclo (UNICEF, 2023b).
Educación primaria Primer ciclo de educación secundaria Segundo ciclo de educación secundaria
70
64
60
55
50
41 41
40 38
37
34
33
31
30 29
28 28
27
25 25 25
22
21
20 19 19
20 20
17 16
16 16
15 15
13 14 13
12 12
11 11 11
10 10 10 10
9
10
8 8
7 7 7
4 6 6
4 5 5 4 5 4
3 3 3 3 3
2 1 2 2 2
1 1 1 1 1 1
0 0 0 0
os
t K ge le
s y ina
sta is
Ur ica
Gr uay
a
ar a
da
nt en lo il
las Bri bia
Am Rep S nad ca
ica oli ta s
tin ian ía
lC )
Ec ibe
(E P r
Pl ú
ica M de)
in m ico
y T na
m o
Be a
ra e
Pa ay
Ja má
Su ica
Tu Sa m
y C or
n s
at as
ala
y e a de
do
ér . B an ina
Ho aico
Pa lic
ad
y B ub
ic
ce rg Co as
Do bag
st. er
Co Nev
Ar Chi
La var Luc
as El na
as d
a i
Gu dur
ad
gu
bu
ad ica
Gr tán
R
in
a
Tr Do éx
em
ar
e y es m
itt nt
na
Br
ua
rc lva
ug
an
m
i
rb
r
id in
Ba
ua
ia
tig
in
liv
bl
Sa
An
Vi Ví
Bo
pú
Isl
n s
Sa Isla
Re
(
ela
zu
ne
Ve
Matemáticas Lectura
Chile
31
73
Trinidad y Tobago
52
67
Uruguay
48
63
Costa Rica 35
58
México
41
58
Brasil
30
56
Colombia
30
52
Ecuador 24
52
Argentina 27
51
Panamá 17
39
Paraguay 6
34
Guatemala 10
33
Honduras 12
31
República 9
Dominicana 26
Fuente: Instituto de Estadística de la UNESCO (IEU), 2023 (UNICEF, 2023b).
En esta sección, se examina como las múltiples crisis ambientales de cambio climático,
pérdida de diversidad biológica, contaminación y desechos y desastres afectan a toda
la población, pero tienen repercusiones más significativas en las mujeres y aquellos
grupos poblacionales que experimentan diversas formas de exclusión y discriminación,
ya sea en términos de género, origen étnico-racial o nivel socioeconómico. Se analizan
las causas de ello, y como esta problemática cobra una relevancia especial en ALC, una
región caracterizada por una creciente desigualdad social y económica, resaltando la
importancia de reconocer a las mujeres como agentes de cambio y de visibilizar sus
contribuciones a las soluciones ante las crisis ambientales múltiples.
Las crisis ambientales tienen impactos diferenciados sobre las mujeres y niñas en
toda su diversidad, ya que interactúan con y exacerban desigualdades existentes,
deteriorando la resiliencia de las mujeres ante crisis futuras (Castellanos et al, 2022).
Además, las mujeres también realizan múltiples actividades relacionadas a la gestión del
agua y recolección de biomasa para la cocina y calefacción a nivel de hogar y comunidad
(OIT, 2023b; ONU Mujeres, 2022). Por lo tanto, su carga de trabajo, incluyendo de
trabajo de cuidados no remunerado, así como su seguridad alimentaria e hídrica se
ven altamente afectadas cuando los recursos naturales se ven deteriorados por el
cambio climático, la pérdida de biodiversidad, los desastres, o por la contaminación.
Por otra parte, esta circunstancia se ve agravada por la pobreza y la desigualdad, más
pronunciada entre mujeres rurales, indígenas y afrodescendientes, que reduce los
recursos disponibles para enfrentar las crisis ambientales múltiples (OIT, 2023b). La
falta de acceso y poder de decisión sobre la tierra y los recursos naturales, descritos
con anterioridad, no solo afectan la seguridad económica y alimentaria de las mujeres,
sino también su resiliencia ante las crisis, su capacidad para implementar prácticas
agrícolas sostenibles y su posibilidad de adoptar tecnologías resistentes al clima (FAO,
2023; Oxfam, 2023b).
Para las mujeres en toda su diversidad, las desigualdades son un gran factor de aumento
de riesgo y disminución de resiliencia ante las crisis ambientales múltiples (ver figura 4).
Fuente: Adaptado de Castellanos et al (2022) AR6 Cambio Climático 2022 - Impactos, adaptación y vulnerabilidad.
Cambio climático
Incremento
Pérdida de Mujeres Situación Niñas y en mortalidad
asociaciones Etnia económica
en situación adolescentes materna
de mujeres de pobreza e infantil
Orientación
Contaminación
Edad
sexual
Desastres
ER
D
ES Mujeres jefas
N TI D
EN
TO D de hogar E IDE Mayor
Abandono A SU ES D
escolar IO N morbilidad
D IV E R S
ID A D / DIMENS Incremento de
Incremento
de violencia complicaciones
contra mujeres relacionadas
defensoras a la salud
Pérdida Menor reproductiva
ambientales de acceso seguridad
Incremento de
a remesas desplazamiento alimentaria
forzado
IMPACTOS D RENCIADOS
IFE
Pérdida de diversidad
Bio
De igual forma, las personas defensoras ambientales juegan un rol clave en la protección
del medioambiente en América Latina y el Caribe, sin embargo, experimentan graves
30
28
26
25
25
20
20
Número
de jerarcas, 15
15 14
según sexo
11
10
6
5 4 4 4
3
2 2
1
0
Medioambiente Agricultura Energía Agua Manejo y reducción
del riesgo de desastres
Fuente: Elaboración propia del PNUMA con base en los últimos datos disponibles y los gabinetes vigentes en
enero de 2024.
4.3. Prosperidad
Durante los años 2022 y 2023, la economía mundial creció 3,5 y 3,0 por ciento
respectivamente, impulsada principalmente por el crecimiento de las economías
emergentes y en desarrollo que experimentaron un crecimiento del 4 por ciento,
comparado con 1,5 por ciento de las economías avanzadas (CEPAL, 2023c). En el caso
de las economías de ALC, estas continuaron en 2022 con la recuperación iniciada en
la postpandemia, aunque a tasas decrecientes con un crecimiento de 3,9 por ciento
comparado con el 7 por ciento registrado en 2021 (ibidem, 2023).
En esta línea, las proyecciones para el 2023 apuntan a un crecimiento en ALC de entre
2,2 por ciento (CEPAL) y 2,3 por ciento (FMI). Mientras que para 2024 se prevé una
dinámica de bajo crecimiento del PIB de 1,9 por ciento. En cuanto a las estimaciones
por subregiones, estas señalan que todas crecerían menos que en 2023: América del
Sur crecería 1,4 por ciento (comparado con 1,5 por ciento en 2023 y 3,8 por ciento en
2022); Centroamérica y México, 2,7 por ciento (comparado con 3,5 por ciento en 2023
y 4,1 por ciento en 2022), y el Caribe (sin incluir Guyana) 2,6 por ciento (comparado
con 3,4 por ciento en 2023 y 6,4 por ciento en 2022) (CEPAL, 2023c).
Las brechas laborales por género son persistentes y siguen siendo muy elevadas, pese
a ciertos avances. En el segundo trimestre de 2023, la tasa de participación laboral
de las mujeres en la región fue 51 por ciento, 23 puntos porcentuales inferior a la
de los varones (74 por ciento), mientras que la tasa de ocupación de las mujeres fue
47 por ciento, siendo inferior en 22,5 puntos porcentuales a la de los varones (69,6
por ciento). Por su parte, la tasa de desocupación fue 7,6 por ciento y 5,6 por ciento,
respectivamente (ibidem, 2023a).
54
51,6
52 50,6 50,9 50,8 50,8
49,6 49,7 50,1
50 49,4 49,3
48 47,1
46 46,7
45,7 45,9 46,3
45,6 45,5 45,5 45,3
44 45,1
42 43,4
40 41,1
38
2013 2013 2013 2013 2013 2013 2013 2013 2013 2013 Prom I-II
2023
Por otra parte, aunque la totalidad de los países de la región recuperó el volumen total
de horas trabajadas evidenciadas previo a la pandemia, también se observan signos de
ralentización, e incluso caídas hacia fines de 2023, particularmente en lo que al servicio
doméstico se refiere. Los datos disponibles revelan una reducción en las horas promedio
semanales en el servicio doméstico en relación con lo observado antes de la pandemia
en 9 de 11 países. En algunos países estas contracciones han sido particularmente
significativas, del orden de ocho a diez por ciento, lo que explica en parte por qué ciertas
mujeres, particularmente aquellas que enfrentan desafíos adicionales derivados de la
intersección de género con otras formas de exclusión, han quedado rezagadas en la
fase de recuperación del empleo en la postpandemia (ibidem, 2023a).
Asimismo, los trabajos a los que acceden las mujeres continúan siendo menos
productivos y en peores condiciones de empleo decente que sus pares varones,
en parte, como ya se ha descrito anteriormente, motivado por el mayor tiempo
que estás dedican a las actividades domésticas y de cuidado no remunerados en
comparación con los varones. Las encuestas de uso del tiempo dan cuenta que
la creciente participación de las mujeres en el mercado de trabajo, no se ha visto
correspondida por una mayor participación de los varones en las labores domésticas
y de cuidados no remunerados al interior de los hogares (CEPAL, 2023c).
Hombres Mujeres
60,7
Bajo
28,5
II trimestre 2023
Medio
70,8
(10 países)
45,4
Alto
77,6
66,9
Fuente: OIT (2023a)
Por otra parte, como ya señalado anteriormente, los sectores de la economía del
cuidado en sentido ampliado que se encuentran altamente feminizados en la región
presentan importantes brechas de género en los ingresos laborales (CEPAL, 2022c),
al estar traccionada por el crecimiento del empleo informal en la mayoría de los
países. En 5 de 11 países de la región, la tasa de informalidad en el segundo/tercer
trimestre de 2023 era similar o incluso más elevada que la observada en el cuarto
trimestre de 2019. A mediados de 2023 la tasa de informalidad regional (promedio
de 11 países) fue de 48 por ciento. En la mayoría de los países con elevados niveles
de informalidad, ésta es aún más alta entre las mujeres, alcanzando 80,84 por ciento,
que entre los hombres (OIT, 2023a).
ia
il
ile
ca
ay
o
in ca
na
do
a
tin
bi
as
ic
liv
Ri
m bli
gu
u
Ch
ica
éx
m
Br
ua
ug
n
Bo
Do Rpú
sta
ra
lo
M
ge
Ec
Ur
Pa
Co
Ar
Co
Cabe señalar, no obstante, una falta generalizada de datos sobre mujeres y niñas en
situación de movilidad, que tiene consecuencias para la gobernanza migratoria mundial,
así como para las propias mujeres migrantes y refugiadas. Por ejemplo, la falta de
datos sobre género y migración dificulta reconocer y visibilizar sus contribuciones a las
economías de los países de origen y destino, y dificulta la protección de sus derechos
(OIM, 2024b).
Los factores que motivan la movilidad humana y en particular de las mujeres son
multidimensionales, e incluyen, la reunificación familiar, la búsqueda de oportunidades
laborales, la inseguridad, la persecución, la violencia en todas sus formas - en especial
la violencia basada en género-, la desigualdad, las violaciones a los derechos humanos
y el deterioro del orden público, así como el creciente impacto del cambio climático
y la degradación ambiental. Variables que pueden generar movimientos temporales
o permanentes.
No obstante, si bien las experiencias que viven las mujeres, adolescentes y niñas
en contextos de movilidad humana son heterogéneas, es reconocido que, en los
contextos de crisis humanitarias las brechas de desigualdad de género y el riesgo de
sufrir violencia de género aumentan significativamente. Además, existen variables
de discriminación interseccional que pueden colocar en mayor riesgo a las mujeres
y niñas con discapacidad, indígenas, afrodescendientes y aquellas con orientación
sexual, identidad de género, expresión y características sexuales diversas. Un análisis
interseccional por tanto es fundamental para reconocer las diversas variables de
vulnerabilidad y/o privilegio, así como las situaciones específicas de riesgo y necesidad
de protección de las mujeres en situación de movilidad (Programa Spotlight, 2021).
Pese a la falta de datos sensibles al género sobre las experiencias y brechas que
sufren las mujeres y las niñas en todas las etapas de la movilidad humana, se sabe
que la desigualdad de género, la discriminación y la xenofobia que enfrentan las
mujeres refugiadas y migrantes representan una importante barrera para su plena
participación en la vida económica, política y social, así como en el pleno disfrute de
sus derechos humanos.
Las condiciones de vida para muchas de estas mujeres son extremadamente precarias,
no sólo en las rutas de desplazamiento, sino también en los países de destino como
consecuencia de la ya descrita sobrecarga de trabajo doméstico no remunerado y de
cuidado, que afecta de igual manera a las mujeres refugiadas y migrantes, así como
de las persistentes barreras de género en el empleo y la generación de ingresos (R4V,
2023). Una situación que a menudo se ve agravada por la falta de documentación e
Por otra parte, según una encuesta regional realizada con más de mil mujeres en
contextos de movilidad, aproximadamente la mitad se encontraba en situación
irregular en el país de destino, y una de cada dos mujeres trabajaba fuera de su casa,
de las cuales 92 por ciento lo hacía de manera informal (ACNUR y HIAS, 2022). Datos
del Banco Interamericano de Desarrollo (2023), también señalan que las mujeres
migrantes tienen más probabilidad de estar desempleadas (10 cada 100) que los
hombres migrantes (5 cada 100), mientras que a nivel mundial se estima que sólo
22 por ciento de las trabajadoras en movilidad humana cuenta con protección social
(ONU Mujeres, 2021a).
Por otra parte, particularmente, en países del Caribe, y países como Ecuador,
Colombia y Perú, la discriminación por género y nacionalidad resulta en estereotipos
“hipersexualizados” de las mujeres venezolanas (incluidas las mujeres transgénero),
lo que lleva a negaciones de otras formas de empleo y las empuja a recurrir a
mecanismos de afrontamiento riesgosos, como es el intercambio y venta de sexo, o
las expone a ser víctimas de explotación sexual (R4V, 2023). A lo largo de la región, las
mujeres transgénero e intersexuales en contextos de movilidad enfrentan desafíos
adicionales para colocarse laboralmente, ya que son discriminadas por motivos de
su identidad de género y características sexuales.
En la región, la violencia de género sigue siendo una las principales razones que
impulsa a las mujeres a abandonar sus comunidades y países. Según datos oficiales,
en Honduras se registraron un total de 380 casos de femicidio en 2023 (Universidad
Nacional Autónoma de Honduras, 2024), y entre los años 2017 y 2023, se dieron 238
muertes violentas de personas LGBTIQ+ (Red Lésbica Cattrachas, 2024). En Honduras,
las niñas y mujeres jóvenes son reclutadas y utilizadas forzosamente para el transporte
de drogas y armas, y tienen un alto riesgo de experimentar violencia sexual ya que
son acosadas y obligadas a ser parejas de integrantes de grupos criminales. Además,
las personas LGBTIQ+ sufren de agresiones físicas, violencia sexual y son expulsadas
de sus comunidades debido a la discriminación perpetrada por personas vinculadas
con grupos criminales que emplean su poder e influencia. En países como Ecuador,
Colombia, Honduras y Guatemala, las mujeres lideresas comunitarias y defensoras
de derechos humanos son también particularmente vulnerables a la violencia y
persecución por el rol que juegan en sus comunidades.
Del mismo modo, los riesgos elevados de violencia de género también se encuentran
presentes en el país de destino, 35 por ciento de mujeres encuestadas declararon
sentirse muy inseguras o inseguras ante el riesgo de sufrir violencia de género. Entre
los principales factores de riesgo, se señalan la xenofobia (31 por ciento), la falta de
oportunidades económicas (19 por ciento) y la falta de información sobre sus derechos
y servicios disponibles (16 por ciento). Las participantes también informaron percibir
como espacios de mayor riesgo los espacios públicos (54 por ciento), el hogar (21 por
ciento) y el lugar de trabajo (10 por ciento) (ACNUR y HIAS, 2022). Adicionalmente, el
Banco Mundial (2021), ha identificado que en contextos de desplazamiento el riesgo
de experimentar violencia por pareja íntima aumenta en 20%.
4.4. Paz
La violencia basada en género contra las mujeres y las niñas es la violación de los
derechos humanos más generalizada en ALC, donde se estima que un promedio de
dos de cada tres mujeres de 15 a 49 años han sido víctimas en distintos ámbitos de
su vida y 12 por ciento de mujeres ha sufrido violencia sexual, cifra que representa
el doble del promedio global de seis por ciento (OMS, 2021a y OMS, 2021b). En 2022,
al menos 4.050 mujeres de 26 países de la región fueron víctimas de femicidio o
feminicidio, la máxima expresión de la violencia de género (CEPAL, 2023f).
En Brasil, por ejemplo, las mujeres afrobrasileñas (pretas y pardas) son la mayoría
de las víctimas de femicidio o feminicidio, y las que más mueren a consecuencia de
abortos inseguros, esto a razón de las discriminaciones múltiples y estructurales que
enfrentan a consecuencia de la intersección de género, raza y clase (Agência Câmara
de Notícias, 2021). Así mismo, las mujeres que viven con el VIH también tienen más
probabilidades de haber sido víctimas de la violencia, y aquellas que la han sufrido
tienen más probabilidades de haberse infectado por el VIH (ONUSIDA, 2009). Mientras
que, en el caso de las mujeres y niñas con discapacidad, un análisis de los datos
disponibles revela que estas tienen tres veces más posibilidades de sufrir violencia
física, violencia sexual y violencia emocional en comparación con las mujeres y niñas
sin discapacidad (UNFPA y Humanity & Inclusion, 2021). En tanto, desagregando
por tipo de violencia se observa que las mujeres con discapacidad tienen hasta diez
veces más posibilidades de sufrir violencia sexual - cifra que alcanza entre 40 y 68
por ciento de mujeres jóvenes con discapacidad antes de los 18 años (ibidem, 2016).
Por otra parte, el riesgo de sufrir violencia y acoso en el trabajo se acentúa particularmente
entre mujeres jóvenes. Los datos disponibles revelan que las probabilidades de haber
sufrido violencia y acoso psicológico en el trabajo son 5,5 por ciento más altas para las
mujeres jóvenes que para sus pares varones, y más del doble en el caso de la violencia
y acoso sexual (OIT, LRF & Gallup, 2022). Asimismo, las mujeres también son víctimas
de una cultura que les impide ocupar ciertos espacios, como puestos políticos y de
toma de decisiones y espacios de liderazgo, y cuando logran acceder a estos espacios,
están sujetas a sufrir violencia basada en género. Una investigación realizada sobre
mujeres con voz pública en América Latina concluyó que 80 por ciento de ellas limitó
su participación en las redes sobre determinados temas debido a violencia en línea que
sufrieron (Alianza Regional por la Libre Expresión e Información y ONU Mujeres, 2022).
De hecho, en los últimos años, como resultado del avance y la diseminación en el uso
de las tecnologías y medios de comunicación, también se ha registrado un importante
aumento de la violencia de género en espacios digitales. Los datos disponibles revelan
que 73 por ciento de mujeres ha experimentado alguna forma de violencia en línea
(MESECVI, 2022a) y que casi 60 por ciento de niñas y jóvenes de todo el mundo han
sido víctimas de diferentes formas de ciberacoso en plataformas de redes sociales
(ibidem, 2022a).
Los matrimonios y uniones infantiles, tempranas y forzadas, que afectan a una de cada
cinco niñas en la región (CEPAL, 2021b), también son una forma de violencia basada
en género. La pobreza, la violencia estructural y la falta de acceso a la educación son
algunas de sus causas (MESECVI, 2022b), así como el embarazo adolescente, que a
su vez es tanto causa como consecuencia de la violencia sexual, incluida la violencia
sexual incestuosa, el estupro y las uniones tempranas. Adicionalmente, la falta de
información y de educación sexual integral, así como de acceso a servicios de salud
sexual y reproductiva, limita las opciones de adolescentes a vivir su sexualidad de
manera segura y libre de violencia.
A lo largo del tiempo, los Estados también fueron desarrollando y adoptando legislación
para responder a formas de violencia que eran invisibilizadas. En 2021, en 22 países de
la región (nueve de América Central y el Caribe) había legislación sobre acoso sexual
en el trabajo (Banco Mundial, 2023). El matrimonio infantil y las uniones tempranas
están prohibidos actualmente en nueve países de América Latina y en dos países del
Caribe, en concordancia con los estándares internacionales. Sin embargo, 13 países
de la región todavía permiten el matrimonio a partir de los 16 años con autorización
de los padres, los representantes legales o de un juez (CEPAL, 2021b).
Son pocos los países que dedican presupuesto significativo para implementar
eficazmente estos marcos normativos. A nivel nacional, los recursos asignados
para políticas de prevención y respuesta de la violencia contra las mujeres y niñas
generalmente son muy bajos. Una revisión del gasto en 35 países de las Américas
y el Caribe reveló que las asignaciones para este fin oscilaron entre 0,1 y uno por
ciento del presupuesto nacional (MESECVI, 2012). La brecha de implementación de
estos marcos representa una cultura de impunidad de la violencia basada en género.
Desde esta perspectiva, entendiendo que la violencia basada en género hace parte
de una estructura más compleja de discriminación contra las mujeres y las niñas,
para erradicarla también se hace necesaria la erradicación de todas las formas de
discriminación, así como de los estereotipos de género y los estigmas que las sustentan.
Los estereotipos de género y las normas sociales de género, que a menudo normalizan
la discriminación, la violencia y las prácticas nocivas contra las mujeres, están
presentes en todos los ámbitos, desde el hogar, hasta las escuelas, a los ambientes de
trabajo, permeando las relaciones laborales, afectivas y familiares. Se encuentran tan
extendidas que encuestas recientes relevan que hasta 90 por ciento de la población
tiene al menos un prejuicio contra las mujeres, que va desde creer que los hombres
son mejores líderes empresariales y que tienen más derecho que las mujeres a ocupar
un puesto de empleo, hasta la convicción de que está bien que un hombre golpee
a su pareja (PNUD, 2023c).
La estrategia de empoderar a las mujeres y las niñas tiene como objetivo facilitar
el ascenso económico, social, psicológico y político de las mujeres y niñas a fin de
promover su independencia económica, mejorar sus relaciones y fomentar que, en los
hogares, las comunidades y la sociedad, las relaciones de poder entre los géneros sean
equitativas. Las intervenciones de esta estrategia incluyen iniciativas para desarrollar
Por otra parte, fomentar una educación no sexista es un elemento clave y necesario
para eliminar los estereotipos y sesgos que refuerzan los patrones discriminatorios, y
para promover relaciones respetuosas desde edades tempranas. Igualmente, trabajar
con hombres y niños para deconstruir masculinidades es fundamental para que ellos
puedan contribuir activamente al cambio de normas sociales, así como influir en el
comportamiento de las personas que los rodean, sobre todo de otros hombres, ya sea
a través de la función que desempeñan en las familias, el trabajo, como observadores
o en diversos cargos de poder que tienen en la sociedad.
Como se ha señalado, las normas sociales de género que limitan las opciones y
oportunidades de las mujeres al regular el comportamiento y establecer los límites de
lo que se espera que hagan y sean, siguen vigentes y -en algunos casos- se han reforzado.
No habrá democracia sin igualdad de género. “Sin una gobernanza efectiva e instituciones
sólidas que garanticen a las mujeres y niñas el pleno goce de sus derechos, incluyendo
el derecho a vivir una vida libre de violencia y discriminación, será imposible recobrar la
confianza en la democracia en la región” (Vaeza y Muschett, 2023).
A raíz de estas medidas, se observa que las mujeres han ingresado a la política en
mayor número que nunca y su influencia en la toma de decisiones de alto nivel ha
ido en aumento. Las parlamentarias representan 35,8 por ciento de los escaños a
nivel regional, si bien diez países aún no alcanzan 20 por ciento de representación
de mujeres en los parlamentos (CEPAL, 2023g); y, en la región de las Américas, solo
siete mujeres presiden las asambleas legislativas (ONU Mujeres y IPU, 2023). En la
actualidad, nueve países cuentan con legislaciones electorales que incluyen la paridad
y otros nueve con cuotas entre 20 por ciento y 40 por ciento de representación por
sexo en las candidaturas electorales (CEPAL, 2023g).
Las mujeres siguen estando subrepresentadas (ONU Mujeres y UIP, 2023), lo que
impacta -en todos los aspectos- las posibilidades de desarrollo de leyes, políticas y
mecanismos que puedan contribuir concretamente al cierre de brechas y al pleno y
efectivo ejercicio de los derechos humanos de las mujeres. Atendiendo la persistencia
de esta situación, el Comité de las Naciones Unidas que supervisa la implementación
de la Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la
Mujer (CEDAW), está redactando una Recomendación General para brindar orientación
a los Estados parte, sobre cómo lograr una representación igualitaria e inclusiva de
las mujeres en los sistemas de toma de decisiones, tanto en el sector público como
en el privado.
Aunque en 60 por ciento de los países de América Latina y en 13 por ciento de los países
del Caribe existe un mecanismo nacional para el adelanto de las mujeres de alto nivel,13
con el objetivo de dirigir y coordinar las políticas de igualdad de género, éstos tienen
una limitada capacidad de interlocución e influencia en el conjunto del aparato estatal.
Datos presupuestarios de 2022 para cuatro países latinoamericanos que cuentan con
Ministerio de la Mujer, evidencian que estas instituciones representan sólo 0,18 por
ciento del total del presupuesto nacional para el Poder Ejecutivo (BID, 2022).
En primer lugar, la violencia sexual contra mujeres y niñas emerge como una táctica
brutal de guerra, especialmente dirigida a los grupos más frágiles, afectando de manera
desproporcionada a mujeres de poblaciones rurales, indígenas y afrodescendientes.
En segundo lugar, el reclutamiento forzoso de niñas y adolescentes no solo implica
su participación como combatientes, sino que también una mayor exposición a la
violencia basada en el género. Además, dentro de las dinámicas de estos grupos,
también se observa la imposición de embarazos no deseados o la interrupción forzada
de los mismos, así como del uso de métodos anticonceptivos, comprometiendo la
salud sexual y reproductiva de las mujeres. Las mujeres combatientes o privadas
de libertad por cuestiones ligadas al conflicto armado, sin embargo, no reciben los
adecuados recursos de rehabilitación y en función del género, ni orientación que las
prepare para su puesta en libertad o para la vida después del encarcelamiento. Por lo
tanto, a menudo enfrentan importantes problemas en su reinserción y reintegración
social en la comunidad.
Por último, la capacitación en cuestiones de género para las fuerzas del orden, como
las fuerzas de seguridad y policía son fundamentales para desmontar estereotipos
y erradicar la discriminación y la violencia de género arraigadas en el conflicto. Sin
embargo, se ha identificado como una carencia a nivel mundial, y América Latina y el
Caribe no es una excepción. La falta de esta sensibilización puede conllevar que las
víctimas no confíen en estas instituciones, y por lo tanto menores índices de denuncia
ante situaciones de discriminación y violencia de género.
Acceso a la justicia
Asimismo, adoptar medidas para asegurar una justicia equitativa, libre de revictimización
y sensible al género es esencial para abordar las desigualdades sistemáticas de las
mujeres, incluidas situaciones de vulnerabilidad. La implementación de leyes que
eliminen las barreras al acceso a la justicia y reconocen la perspectiva de género es
fundamental en este proceso.
La trata de personas es un crimen grave que ocurre en diversas partes del mundo, y
la magnitud del problema puede ser difícil de determinar debido a la clandestinidad
de estas actividades y la falta de informes precisos en algunos lugares. En América
Latina, a pesar de registrar una tendencia a la baja, de 72 por ciento en 2004 a 42 por
ciento en la actualidad, las mujeres y las niñas siguen representando la mayoría de las
víctimas detectadas en Norteamérica, en Centroamérica y el Caribe (UNODC, 2022).
La población de ALC está actualmente enfrentando los efectos de múltiples crisis que
se solapan y que han exacerbado las desigualdades de género en los países, afectando
como se ha descrito a lo largo de este informe en mayor medida a aquellas mujeres
que experimentan distintos tipos de discriminación. Aunado a esta situación, asistimos
a un crecimiento en la concentración del poder económico y político sin precedente,
a un espacio fiscal de los países menguado en presencia de altas deudas externas,
importantes flujos de capitales ilícitos y estructuras fiscales regresivas que impactan
de manera desproporcionada a las poblaciones en situación de vulnerabilidad, en
especial a las mujeres (PNUD, 2023d). América Latina continúa siendo la región
con los niveles de desigualdad más altos del mundo14 y la región con menor efecto
redistributivo de su política fiscal (Lustig, 2017).
Por otra parte, las nuevas formas de trabajo en contextos digitales con reglas difusas
de tributación han traído una exacerbación de la concentración de la riqueza y
múltiples barreras a la recaudación de recursos públicos que ponen la sostenibilidad
de la fiscalidad en riesgo. Cabe señalar también que ALC es la segunda región,
después de África, donde se registraron mayores pérdidas tributarias asociadas a
flujos financieros ilícitos, promediando aproximadamente US$ 17.000 millones por año,
es decir 0,7 por ciento del PIB regional, cuando el total recaudado por el impuesto
sobre la renta de sociedades alcanza cerca de 3,1 por ciento del PIB (CEPAL, 2016).
La agenda fiscal de ALC enfrenta desafíos tanto en la cara del gasto como del
financiamiento, presentando impactos diferenciados en las mujeres. En primer lugar,
Desde el lado del financiamiento del gasto, las estructuras tributarias en ALC están
sostenidas por imposiciones indirectas (impuestos al consumo) y con una participación
mínima de impuestos sobre la riqueza, sobre los altos ingresos y sobre la concentración
de activos económicos (CEPAL, 2021c). En general, los países de la región enfrentan
presiones políticas hacia la baja de las cargas impositivas. Sin embargo, su situación
actual de recaudo es insuficiente e ineficiente en términos de sobre quién cae el
peso de esta tributación (Rodríguez, 2024). Estas estructuras son caracterizadas
como regresivas y afectan en mayor medida a las mujeres, quienes absorben cargas
impositivas más altas en proporción a sus ingresos (Almeida Sánchez, M.D., 2021).
Los PEG han permitido hacer un análisis de género de los gastos fiscales, en relación
con el destino y la potencialidad de estos gastos para afectar en un sentido positivo
las desigualdades de género y las condiciones materiales de vida de las mujeres.
Ejercicios de etiquetamiento y clasificación de los gastos son los más comunes en la
región, facilitando evidencia para hacer incidencia sobre los departamentos fiscales
y los ministerios de finanzas, tanto a nivel nacional como local. Otro gran aporte que
han tenido los PEG se vincula con capacitar en materia presupuestaria al activismo
feminista y a las organizaciones que hacen incidencia y que pueden, entendiendo el
presupuesto, ir a disputar los recursos (C. Rodríguez, 2024).
Los PEG, si bien han fortalecido el cumplimiento de la meta 5.1.17 del ODS 5, donde se
mide los esfuerzos de los gobiernos para dar seguimiento público a las asignaciones
para la igualdad de género a lo largo del ciclo de gestión de las finanzas públicas,
también tienen espacio para optimización. En ocasiones son ejercicios temporales que
comienzan, terminan y se van perdiendo en su capacidad de incidencia (Rodríguez,
2024). Es necesario consolidar los avances con la asignación de recursos públicos
potentes, así como con mecanismos de monitoreo y rendición de cuentas (ONU
Mujeres, 2023). Además, resulta relevante aumentar el alcance de los análisis de los
Si bien los presupuestos nacionales, la inversión del sector privado y los sistemas
financieros nacionales e internacionales aún impactan y sirven de manera diferente
a hombres y mujeres, existen herramientas y marcos financieros que buscan
activamente abordar las brechas de género y que se basan en nuevas alianzas con
distintos actores para promover un financiamiento que favorezca la igualdad de
género en la región.
Entre otras iniciativas, un marco de financiamiento nacional integrado (INFF, por sus
siglas en inglés) ayuda a los países a fortalecer los procesos de planificación y superar
los impedimentos existentes para financiar el desarrollo sostenible y los ODS a nivel
de país. Establece la gama completa de fuentes de financiación (fuentes nacionales e
internacionales de financiación pública y privada) y permite a los países desarrollar una
estrategia para aumentar la inversión, gestionar los riesgos y alcanzar las prioridades
de desarrollo sostenible, tal como se identifican en la estrategia nacional de desarrollo
sostenible. Para garantizar que tanto la metodología a nivel mundial como el trabajo
a nivel nacional integren la igualdad de género en el proceso INFF, ONU Mujeres y
PNUD elaboraron una nota orientativa18 que proporciona ejemplos de casos y los
puntos de entrada para introducir el análisis de género en este proceso. Por ejemplo,
el INFF de Colombia se basa en los esfuerzos anteriores del gobierno en el etiquetado
presupuestario de género para revisar, diagnosticar y proponer mejores vías para
canalizar recursos hacia proyectos y programas sensibles al género.
Dentro del ámbito nacional, en los diferentes niveles de gobierno la coordinación entre
las distintas dependencias que participan en el ciclo de planificación y presupuesto son
indispensables. Los ministerios de planificación y finanzas, los ministerios sectoriales,
los mecanismos para el adelanto de las mujeres, el parlamento y la sociedad civil
juegan roles específicos al momento de diseñar, aprobar, ejecutar y monitorear el
gasto público para la igualdad de género. Los Ministerios de Finanzas (MdF) son
A pocos años para que se cumpla el plazo establecido por la Agenda 2030, persiste
un significativo déficit de datos para medir el progreso hacia los Objetivos de
Desarrollo Sostenible, especialmente en lo concerniente a la igualdad de género y el
empoderamiento de las mujeres. Con la información disponible y desde una perspectiva
de género integral e interseccional, el Perfil Regional de Género ha identificado los
numerosos desafíos a los que se enfrenta la región en áreas como la pobreza extrema,
la seguridad alimentaria y nutricional, la educación, la mortalidad materna, el acceso a
servicios básicos, la autonomía económica, y la violencia contra las mujeres. A su vez,
las múltiples crisis, los conflictos y la emergencia climática y de movilidad humana,
han exacerbado estos retos, teniendo repercusiones más significativas en las mujeres
y aquellos grupos poblacionales que experimentan diversas formas de exclusión y
discriminación, entre ellas las mujeres indígenas, afrodescendientes y migrantes.
Todo ello subraya la necesidad de un progreso más rápido y acciones concretas para
abordar estas cuestiones críticas sin dejar a nadie atrás.
Por otra parte, aquellas mujeres que consiguen abrirse paso en sus trabajos tienen
dificultades para ocupar puestos decisorios impactando en sus carreras profesionales
y en sus condiciones laborales, incluyendo en la existencia de brechas salariales
recurrentes. La interseccionalidad agudiza los efectos perversos de la exclusión laboral
y social. Estas inequidades contribuyen a mantener a las mujeres en situaciones
de pobreza, incluso cuando están empleadas, por lo que la evidencia nos señala la
necesidad de políticas públicas inclusivas que aborden integralmente las dimensiones
de género para lograr una igualdad sustantiva y un desarrollo sostenible y equitativo.
Además, a pesar de los avances en la educación para las mujeres, persisten brechas
de género en áreas como la adquisición de habilidades digitales y la participación en
sectores como la ciencia y la tecnología. Las disparidades en la calidad de la vivienda
y los servicios básicos también inciden en la salud y el bienestar de las mujeres,
a menudo relegadas a roles domésticos y enfrentando mayores dificultades en
entornos precarios.
Ante este escenario, el Perfil señala la dinámica económica mundial de los años
2022 y 2023 que reflejó un crecimiento desigual entre economías emergentes y
desarrolladas, con una ligera desaceleración en ALC. El contexto económico en la
región sigue marcado por altas tasas de inflación y limitado crecimiento en el comercio
internacional, por lo que se espera que el espacio macroeconómico que se configure
para la región se caracterice por reducidas tasas de crecimiento económico.
Por otra parte, pese a ciertos avances, las brechas laborales por género son
persistentes y siguen siendo muy elevadas. A pesar de la recuperación de la tasa
de ocupación y desocupación en 2023, las mujeres continúan enfrentando empleos
En el marco de estas desigualdades, los datos del Perfil revelan que la inseguridad
alimentaria y nutricional afecta de manera dispar a hombres y mujeres, siendo las
mujeres quienes enfrentan una mayor vulnerabilidad nutricional y falta de acceso a
alimentos debido a las brechas de género en el acceso a la educación, el empleo y la
participación laboral y política. Las mujeres experimentan mayores tasas de obesidad,
anemia y pobreza multidimensional, exacerbadas por la carga desproporcionada
del trabajo doméstico no remunerado y la falta de acceso equitativo a recursos
productivos, como la tierra y el agua. La falta de representación en los espacios de toma
de decisiones agrava la situación, con desafíos adicionales derivados de la intersección
de género con otras formas de exclusión. Para abordar estas desigualdades, se
requieren medidas que promuevan el empoderamiento económico de las mujeres,
incluyendo a través del acceso a créditos, su inclusión en programas de protección
social, y la búsqueda de la corresponsabilidad de las tareas de cuidado, así como
cambios legislativos que garanticen la igualdad de derechos en la propiedad y la
herencia de bienes.
El Perfil incide en resaltar como la salud de las mujeres se determina por la intersección
de la desigualdad de género con otros factores de exclusión, que impactan en los
determinantes sociales relacionados con la morbilidad y mortalidad de mujeres.
Es por ello por lo que las mujeres, particularmente aquellas de poblaciones
marginalizadas, son particularmente vulnerables a enfermedades transmisibles
como el cáncer de cuello relacionado con la infección prolongada y persistente
del virus del papiloma humano, la sífilis o la gonorrea, y representan también un
alto porcentaje de casos de lepra, tuberculosis y de infección por enfermedad de
Chagas. Las enfermedades no transmisibles también tienen una fuerte relación
con las desigualdades socioeconómicas y de género, estando la hipertensión y las
enfermedades cardiovasculares, la diabetes y el cáncer estrechamente relacionadas
con el entorno y el estilo de vida. Por otra parte, la población femenina también
padece un mayor índice de trastornos de ansiedad y depresión en comparación con
sus pares varones.
Por otro lado, las crisis ambientales pueden aumentar el abandono escolar de las
niñas, principalmente rurales, indígenas y afrodescendientes y exacerbar la violencia
de género, incluyendo la incidencia y prevalencia del matrimonio infantil, la trata de
personas y la explotación sexual, ya que la reducida capacidad adaptativa ante la crisis
incentiva estas estrategias de supervivencia negativas. De igual forma, las mujeres
defensoras del medio ambiente también experimentan graves amenazas a su vida
y seguridad. Las mujeres además están subrepresentadas en la toma de decisiones
ambientales. Reconocer y valorar las contribuciones de las mujeres como agentes
de cambio, garantizar su participación en la toma de decisiones e integrarlas en los
planes de transición justa son aspectos clave para abordar los impactos diferenciales
de las crisis ambientales y avanzar hacia una transición justa y sostenible.
Ante este escenario, se recalca la necesidad de fortalecer los servicios esenciales para
las mujeres y niñas sobrevivientes, incluyendo los servicios de salud, que a menudo
representan el primer punto de contacto para mujeres y niñas sobrevivientes de
violencia y constituyen una importante oportunidad para identificar tempranamente a
Por otro lado, analizando la participación política desde una perspectiva de género, se
destaca la persistencia de normas sociales de género que limitan las oportunidades
de acceso a la vida pública para las mujeres y se profundiza en la crisis de desarrollo
humano y gobernanza que afecta a ALC. Se evidencia un aumento en la desafección
por la democracia y un retroceso en los derechos políticos de las mujeres, a pesar de
los avances legislativos como las leyes de cuotas o paridad. Se subraya la importancia
de una gobernanza efectiva con perspectiva de género para garantizar los derechos
de las mujeres, y se hacen llamados a fortalecer las instituciones, promover la
participación política de las mujeres y garantizar una representación igualitaria en
todos los niveles de gobierno. Asimismo, el análisis reafirma la necesidad de invertir
en políticas públicas y mecanismos efectivos para cerrar las brechas de género y
avanzar hacia una democracia paritaria que promueva la igualdad sustantiva entre
hombres y mujeres en todas las esferas de la vida pública y privada.
Otro análisis que el Perfil de Género identifica como clave es cómo las mujeres,
especialmente aquellas que enfrentan múltiples discriminaciones, sufren de manera
desproporcionada las consecuencias de los conflictos armados, incluyendo la violencia
sexual, el reclutamiento y el desplazamiento forzado. Se resalta la importancia de
la participación de las mujeres en los procesos de reconciliación para abordar las
desigualdades arraigadas en la región y construir una paz inclusiva. Además, se
analiza el acceso limitado a la justicia para las mujeres, destacando la importancia de
implementar medidas que eliminen las barreras y promuevan una justicia equitativa y
sensible al género. Por último, el Perfil enfatiza sobre la trata de personas, subrayando
Crisis migratorias. Flujos migratorios complejos a gran escala, así como patrones
de movilidad ocasionados por una crisis que suelen traer consigo considerables
Cuidados. Toda actividad que permite la generación del bienestar físico y emocional
de las personas, incluyendo tareas cotidianas como: el mantenimiento de los
espacios y bienes domésticos, el cuidado de los cuerpos, la educación/formación
de las personas, el mantenimiento de las relaciones sociales o el apoyo psicológico
a los miembros de la familia.
Triple rol. Esto se refiere al hecho de que las mujeres tienden a trabajar horarios
más largos y fragmentados que los hombres ya que suelen asumir distintos roles:
reproductivo, productivo y trabajo comunitario.
Espacio fiscal. El margen de maniobra que existe dentro del presupuesto público
para proporcionar recursos sin comprometer la sostenibilidad financiera ni la
estabilidad de la economía.
Intersexual. Categoría que describe a una persona con un trastorno del desarrollo
sexual (TDS); una configuración reproductiva, genética, genital u hormonal que
resulta en un cuerpo que no suele ser fácil de categorizar como hombre o mujer.
Se confunde con frecuencia con lo transgénero, pero son distintos e incluso,
inconexos. Una persona intersexual puede ser heterosexual, gay, lesbiana o
bisexual, y puede identificarse como femenina, masculino o ninguno de los dos.
El término más conocido, hermafrodita, se considera obsoleto y ofensivo.
Migración sensible al género. Respetar los derechos humanos de las mujeres, los
hombres, las niñas y los niños en todas las etapas de la movilidad humana, que se
comprendan y aborden adecuadamente sus necesidades específicas y se les empodere
como agentes de cambio. Incorpora una perspectiva de género y promueve la
igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y niñas, reconociendo
su independencia, capacidad de acción y liderazgo, sin un sentido de revictimización.
Persona refugiada. Cualquier persona que cumpla con los criterios de elegibilidad
según una definición de refugiado aplicable, de acuerdo con lo establecido en
instrumentos internacionales o regionales sobre personas refugiadas, bajo el
mandato del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR)
o en legislación nacional. Según el derecho internacional y el mandato del ACNUR,
las y los refugiados son personas fuera de sus países de origen que necesitan
protección internacional debido al temor de persecución o a una amenaza grave
para su vida, integridad física o libertad en su país de origen como resultado de
persecución, conflicto armado, violencia o grave alteración del orden público.
Uso del tiempo. Una medida importante de las actividades de las mujeres y
los hombres en sus roles productivos, reproductivos y comunitarios. El uso del
tiempo se puede medir utilizando encuestas sobre las actividades que las personas
ACNUR (2023). UNHCR Education Report 2023 – Unlocking Potential: The Right to
Education and Opportunity.
ADB (2023). Gender Bonds: From Incidental to Center Stage, ADB Briefs No. 243.
Agência Câmara de Notícias (2021). Mulheres negras são maioria das vítimas de
feminicídio e as que mais sofrem com desigualdade social. No disponible en línea.
Alianza Regional por la Libre Expresión e Información y ONU Mujeres (2022). Violencia
de género en línea hacia mujeres con voz pública. Impacto en la libertad de expresión.
Banco Mundial (2021). Forced Displacement and Violence against Women, A Policy Brief.
Banco Mundial. (2024). Población rural (% de la población total) - Latin America &
Caribbean.
BID (2018). Mejor gasto para mejores vidas. ¿Cómo América Latina y el Caribe puede
hacer más con menos?
BID y OIT (2020). El empleo en un futuro de cero emisiones netas en América Latina
y el Caribe.
Castellanos, E., Lemos, M.F. (coords) (2022). Central and South America. In: Climate
Change 2022: Impacts, Adaptation and Vulnerability. Contribution of Working Group
II to the Sixth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change.
CEPAL (2016). Flujos financieros ilícitos en América Latina y el Caribe. Podestá, A.,
Hanni, M., y Martner, R. (LC/L.4277).
CEPAL (2020b). Tiempo de trabajo no remunerado según ingresos propios por sexo.
Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe.
CEPAL (2021c). La política fiscal con enfoque de género en países de América Latina”,
serie Macroeconomía del Desarrollo, N° 217 (LC/TS.2021/105).
CEPAL (2022c). La sociedad del cuidado: horizonte para una recuperación sostenible
con igualdad de género.
CEPAL (2023b). América Latina y el Caribe en la mitad del camino hacia 2030. Avances
y propuestas de aceleración, (LC/FDS.6/3/Rev.1).
CEPAL (2023f). Boletín: Violencia feminicida en cifras. América Latina y el Caribe - N°2.
La prevención de los femicidios: obligación de los Estados y reto persistente en
la región.
Chersich, M. F., Pham, M. D., Areal, A., et al. (2020). Associations between high
temperatures in pregnancy and risk of preterm birth, low birth weight, and
stillbirths: systematic review and meta-analysis.
Espinal MA, Alonso M, Sereno L, Escalada R, Saboya M, Ropero AM, et al. Sustaining
communicable disease elimination efforts in the Americas in the wake of COVID-
19. The Lancet Regional Health - Americas.
FAO, FIDA, OPS, PMA y UNICEF (2023a). América Latina y el Caribe - Panorama regional
de la seguridad alimentaria y nutricional 2023: estadísticas y tendencias.
FAO, FIDA, OPS, PMA y UNICEF (2023b). América Latina y el Caribe - Panorama regional
de la seguridad alimentaria y nutricional 2022: hacia una mejor asequibilidad de
las dietas saludables.
Global Witness (2023). Datos sobre violencia y defensores del medioambiente en 2022.
Hellum Braathen,S. , Rohleder, P. and Azalde, G. (2017). Sexual and reproductive health
and rights of girls with disabilities: a review of the literature, SINTEF Technology
and Society.
Llanos, Beatriz (2019). Surcando olas y contra-olas. Una mirada paritaria a los derechos
políticos de las mujeres en América Latina. Atenea. PNUD, ONU Mujeres e IDEA
Internacional.
Naciones Unidas (2012). Estudio sobre los problemas comunes a que se enfrentan
los Estados en sus esfuerzos por garantizar la democracia y el estado de derecho
desde una perspectiva de derechos humanos.
Naciones Unidas (2022). Informe del Secretario General sobre los avances hacia los
Objetivos de Desarrollo Sostenible.
OMS (2021b). Violencia contra las mujeres, estimaciones para 2018: estimaciones
mundiales, regionales y nacionales de la prevalencia de la violencia de pareja
contra las mujeres y estimaciones mundiales y regionales de la prevalencia de la
violencia sexual fuera de la pareja contra las mujeres.
OMS (2022). Global leprosy (Hansen disease) update, 2022: new paradigm – control
to elimination.
OMS (2023a). Trends in maternal mortality 2000 to 2020: estimates by WHO, UNICEF,
UNFPA, World Bank Group and UNDESA/Population Division.
OPS (2017). Guía de intervención mhGAP para los trastornos mentales, neurológicos
y por consumo de sustancias en el nivel de atención no especializada. Versión 2.0.
OPS (2022). Data reported by countries to regional syphilis program. Washington, D.C.
OPS (2023c). La situación de los cuidados a largo plazo en América Latina y el Caribe.
OPS (2023e). Abordar la violencia contra las mujeres en las políticas y los protocolos
de salud de la Región de las Américas. Un informe de la situación regional.
OPS (2024). Regional Report: Leading Causes of Death and Disease Burden in the
Americas: Noncommunicable Diseases and External Causes.
OPS y ONU Mujeres (2023). Adaptación del marco global RESPETO en los países de
América Latina y el Caribe Estrategias y experiencias para la prevención de la
violencia contra las mujeres y las niñas.
OIT (2019). El trabajo de cuidados y los trabajadores del cuidado para un fuuro con
trabajo decente.
OIT y CEPAL (2023). Desafíos y oportunidades para la inclusión laboral de las personas
jóvenes y la redistribución del trabajo de cuidados, Coyuntura Laboral en América
Latina y el Caribe, Nº 29 (LC/TS.2023/197).
OIT y Comisión Europea (2023). Empleos verdes, una oportunidad para las mujeres
en América Latina.
ONU Mujeres y Parlatino (2015). Norma Marco para Consolidar la Democracia Paritaria.
ONU Mujeres (2017). El progreso de las mujeres en América Latina y el Caribe 2017.
Transformar las economías para realizar los derechos.
ONU Mujeres (2022). How gender inequality and climate change are interconnected.
ONU Mujeres (2023a). The climate–care nexus: Addressing the linkages between
climate change and women’s and girls’ unpaid care, domestic, and communal work.
ONU Mujeres (2023d). Fortaleciendo la gestión de las finanzas públicas para lograr
la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres. Avances y desafíos
en América Latina. Informe regional.
ONU Mujeres, PNUD, UNODC & OHCHR, 2018. Herramientas para el diseño de
programas de acceso a la justicia para las mujeres.
ONU Mujeres, OISS y OIT (2022). Acceso de las personas trabajadoras domésticas
remuneradas a la seguridad social en Iberoamérica.
ONU Mujeres, OIT y CEPAL. (2020). Trabajadoras remuneradas del hogar en América
Latina y El Caribe frente a la crisis del COVID-19.
Oxfam (2023a). Las mujeres rurales de América Latina y el Caribe frente al Cambio
Climático.
Oxfam. (2023b). Garantizar los derechos de las mujeres sobre la tierra: La base para
avanzar hacia la igualdad y la justicia climática.
PNUD (2023b). Índice de Pobreza Multidimensional con foco en mujeres para América
Latina y el Caribe: Estado de situación para 10 países de la región.
PNUD (2023d). Estrategia de Igualdad de Género 2023-2025 del PNUD para América
Latina y el Caribe.
PNUD (2024). When gender mainstreaming is not enough: The power of public
institutional reforms to move towards gender-equal economies.
PNUMA. (2020). Gender and the environment: a preliminary analysis of gaps and
opportunities in Latin America and the Caribbean.
The Carter Center (2023). Women and Trachoma Manual, 2nd ed. International
Trachoma Initiative, Kilimanjaro Centre for Community Ophthalmology.
UNESCO (2019). Descifrar el código: la educación de las niñas y las mujeres en ciencias,
tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM).
UNFPA (2018). América Latina y el Caribe Tienen la Segunda Tasa Más Alta de Embarazo
Adolescente en el Mundo.
UNFPA, UNICEF, ONU Mujeres, OPS y NBEC (2023). La salud materna de mujeres y
niñas afrodescendientes en las Américas.
UNICEF (2023a). Childhood overweight on the rise. Is it too late to turn the tide in
Latin America and the Caribbean?
UNICEF (2023b). ¿Por qué las adolescentes? ¿Por qué ahora? Una fotografía estadística
de la situación de las adolescentes en América Latina y el Caribe.
Vaeza, M.N. y Muschett, M. (2023). No hay Democracia sin Igualdad de Género. El País.
Valenzuela, M. E., Scuro, M.L Y Vaca Trigo, I. (2020). Desigualdad, crisis de los cuidados
y migración del trabajo doméstico remunerado en América Latina, serie Asuntos
de Género, N° 158 (LC/TS.2020/179).
Weeden K., Cha, Y. & Bucca, M. 2016. Long Work Hours, Part-Time Work, and Trends
in the Gender Gap in Pay, the Motherhood Wage Penalty, and the Fatherhood
Wage Premium.