Fortaleza Mental en Atletas
Fortaleza Mental en Atletas
Fortaleza Mental en Atletas
Por lo tanto, la injerencia del pensar es fundamental a la hora de hablar acerca del
desarrollo de la actitud en el atleta. Elegir qué pensar, evitar ideas contaminantes y
abogar por otras constructivas es el pilar central para la construcción de otra
variable psicológica que es sostén del desarrollo actitudinal: la autoconfianza.
Definir la autoconfianza es central si hablamos de fortaleza mental en deportistas,
ya que es “la creencia interna de que uno es capaz de hacer algo, basándose en la
idoneidad de las propias capacidades para realizarlo con éxito” (De Diego y Sagredo,
1992, p. 146).
La relación entre rendimiento y autoconfianza tiene mucho que ver con el desarrollo
actitudinal del atleta. A medida que los niveles de autoconfianza crecen, el
rendimiento deportivo también, hasta un punto ideal en el cual, si siguieran
aumentando los niveles de autoconfianza, el nivel de rendimiento comenzaría a
decaer. Por lo tanto, se puede establecer un continuo de autoconfianza que iría
desde niveles escasos a niveles excesivos, donde ambos extremos están mediados
por un nivel óptimo de autoconfianza; es decir que el deportista debiera tener
confianza plena en sus capacidades y rendir al máximo nivel (Dosil, 2004, p. 341).
Estas manifestaciones del pensar y del sentir del deportista, en virtud de sus niveles
de autoconfianza, deben ser relacionadas con modos de actuar concretos. Es en este
punto donde el desarrollo actitudinal, en particular, tiene mucho por aportar.
Se corresponden, con esta etapa, altos niveles de energía negativa y una clara
predominancia de objetivos de resultado únicamente. El pensamiento
característico por parte del atleta es: quiero, pero no sé cómo.
¿Qué diferencia, entonces, al atleta que se bloquea del que explota, si las
características psicológicas de este estadio son las mismas? La respuesta está en
los componentes de la personalidad del atleta en cuestión, en donde se puede
observar que una personalidad introvertida se correspondería con bajos
niveles de habilidad social (orientados a la inhibición) y en donde una
personalidad extrovertida se correspondería con bajos niveles de habilidad
social (orientados a la agresividad). El nivel óptimo de habilidad social se
corresponde con el concepto de asertividad. Cabe destacar que no es condición ni
necesaria ni suficiente, que un sujeto introvertido o extrovertido tenga bajos niveles
de habilidad social.
Todas estas características permiten inferir que los bajos niveles de tolerancia a la
frustración propia de este estadio, entre otros ítems mencionados, hacen al estado
actitudinal de bloqueo y explosión, un escalón sumamente preocupante para atletas,
entrenadores y entorno próximo del deportista. La evidencia indica que no es así,
ya que se está a un solo paso del estadio de desafío.
Durante los temas sucesivos, ahondaremos en los principales ítems que hacen a la
comprensión de los conceptos centrales ligados a la concentración y la atención, su
relación con el rendimiento deportivo en general y la fortaleza mental del atleta en
particular, y algunas técnicas útiles para su entrenamiento.
Al comenzar a desandar las principales ideas, conviene partir de una base central:
sin capacidad de atención y concentración, la experiencia del ser humano
carece de sentido. No hay posibilidad de hilar significado a la vivencia, si no
existe capacidad de enfocarse en los estímulos del entorno del individuo y
percibirlos de manera adecuada. Además, el individuo debe ser capaz de cambiar
su atención de uno a otro estilo de acuerdo con las exigencias del medio (Valdés
Casal, 1998, p. 178).
De este modo, lo primero que se debe tener en claro es la distinción entre los
conceptos de atención y concentración. Para ello, definiremos antes dos conceptos
centrales que mucho tienen que ver con ellos: estímulo y percepción.
Mientras que hacer referencia al primero, es hablar de todo aquello que produce un
efecto en el hombre, describir al segundo, tiene que ver con el análisis de la realidad
a través de los sentidos (De Diego y Sagredo, 1992).
Ambos configuran la definición de atención. Siguiendo los aportes de los mismos
autores definen la atención como “percepción estimular selectiva y dirigida”
(p.175).
Puede decirse, en síntesis, que es indispensable que los dos mecanismos (atención
y concentración) funcionen de manera complementaria en el atleta, ya que, en todas
las disciplinas deportivas, hay señales en simultáneo y será necesario dirigir nuestra
atención a ellas y también, hay situaciones específicas donde habrá un solo estímulo
específico y concreto.
La capacidad que tenga el atleta de combinar el uso efectivo de estas dos variables
psicológicas tendrá mucho que ver en la posibilidad real de optimizar su
rendimiento.
• 1
• 2
• 3
Los distractores son todos aquellos factores que atentan contra la posibilidad
de que el atleta tenga los niveles de atención y concentración adecuados, en
virtud de la demanda deportiva específica.
Cabe destacar que se podría definir un tercer tipo de distractor, una tipología que
fusiona aspectos externos e internos, y que es la incapacidad de cambiar de forma
de atender y que suele desembocar en bloqueo (De Diego y Sagredo, 1992).
Puede decirse que la fortaleza mental de un equipo deportivo son todas las variables
mentales psicosociales que provocan, en el ambito de lo individual, al servicio de lo
colectivo, niveles optimos de rendimiento en relacion con las tareas a ejecutar. Son
variables que necesariamente tienen modos de funcionamiento colectivo y que
precisan del aporte de todos los integrantes de un conjunto para que se desarrollen
en niveles ideales. Nunca fue tan cierta la frase de ciertos referentes gestalticos
cuando proclamaron que el todo es mas que la suma de las partes.
Anteriormente, se destacó la trascendencia de los aportes científicos a las dinámicas
grupales y su relación con el rendimiento deportivo. Para profundizar en este
aspecto se citará a Iván Steiner (1972, como se citó en Weinberg y Gould, 1996, pp.
197-198), quien estableció que la productividad real de un equipo es igual al
cociente entre la productividad ideal de ese equipo, sobre los procesos de
grupo erróneo, siendo estos procesos fallas de coordinación y fallas de
motivación.
Se destaca este concepto, ya que tiene estrecha vinculación con la fortaleza mental
de equipos de alto rendimiento y, en su interior, están comprendidas las tres
principales dimensiones del liderazgo, cuyo principal objetivo es precisamente
lograr niveles óptimos de rendimiento colectivo. Estas dimensiones son:
• Productividad.
• Clima grupal.
• Desarrollo individual.
Proximidad: Los sujetos que se encuentran en una proximidad cerrada, que estan
físicamente muy proximos o cercanos unos de otros, tienen una gran tendencia a
establecer vínculos. La proximidad física no es por sí misma suficiente, pero, de
hecho, permanecer en un contacto estrecho y tener la oportunidad de interactuar en
combinacion con la diferenciacion, la similitud y el establecimiento de objetivos y
recompensas grupales hace que se active el desarrollo de grupo como tal.
Diferenciación: En la medida en que un conjunto de individuos llega a diferenciarse
de los otros, los sentimientos de identidad y de unidad tambien aumentan. Insistir
en el sentido de la tradicion y la historia de la identidad del equipo puede contribuir
a crear un sentimiento de diferenciacion.
Similitud: en actitudes, aspiraciones, compromisos, capacidad. Lo que el entrenador
o profesor debe hacer es trabajar para que surja una similitud actitudinal respecto a
factores, tales como, el logro o el alcance de objetivos grupales, las expectativas de
conductas individuales y un codigo de conducta para los ensayos, y las situaciones
fuera del ambito deportivo.
Objetivos y recompensas grupales: Para garantizar que se consiga el concepto de
unidad, el entrenador debe insistir con enfasis en las metas del grupo y las
recompensas que se acumularan si llegan a cumplirse los objetivos. Las metas y las
recompensas individuales deben ser desestimadas.
Estas fases, si bien pueden tener tiempos de maduración diferentes unas de otras,
de un equipo a otro, invariablemente forman parte del proceso de evolución. Se las
menciona a continuación:
• Constitución.
• Conflicto.
• Normalización.
• Ejecución.
Antes de pasar al tratamiento específico de cada una de las cuatro fases de este
proceso evolutivo, es necesario contar con los aportes de algunos conceptos que
hacen a los aspectos diacrónicos y sincrónicos de un equipo, a saber:
• La estructura de equipo.
• La dinámica de equipo.
Estas dos dimensiones son cruciales, ya que las ideas que dan vida a ambas son las
que se entrecruzarán en los siguientes apartados, para comprender cada una de las
fases.
A. Estructura de equipo
Por otra parte, los roles informales surgen como resultado de interacciones que
tienen los miembros de un grupo.
Normas grupales
Una norma es una pauta de conducta cuyo cumplimiento se requiere por los
miembros del equipo. Puede tratarse de una tarea relevante o irrelevante. En
cualquier caso, una norma refleja el consenso del grupo sobre las conductas a las
que ellos consideran aceptables. Uno de los hechos más conocidos y más
exhaustivamente investigados, en lo que a las normas establecidas hacia tareas
relevantes se refiere, es la normativa de la productividad.
B. Dinámica de equipo
…el campo total de fuerzas que actua sobre los miembros de un grupo para que
permanezcan en el. Se entiende además como el proceso dinámico que refleja
la tendencia grupal de mantenerse juntos y permanecer unidos en la
persecución de sus metas y objetivos. (De Diego y Sagredo, 1992, p.229).
El equipo deportivo debe considerarse como un grupo cuyo rendimiento no
depende sólo de las capacidades y habilidades individuales, sino también de
las interacciones y relaciones que se establecen entre los distintos individuos
que lo componen
Hernandez Mendo, 2005, p. 119
Se propusieron otras definiciones, siendo el eje común a todas ellas las dos
dimensiones básicas de las que consta: la cohesión de tarea y la cohesión social.
La cohesión de tarea refleja el grado en que los miembros del grupo trabajan
juntos para alcanzar objetivos comunes.
Existe también una mayor conformidad con las pautas grupales de conducta y
ejecución de los grupos cohesionados. Los grupos formados recientemente, ejercen
una influencia mínima sobre sus miembros. Pero a medida que el grupo evoluciona
y se hace más cohesionado, se incrementa la adhesión a las normas explícitas de
conducta.
Los próximos cuatro apartados tendrán que ver exclusivamente con enumerar las
características y particularidades de cada fase, a los fines de comprender
cabalmente el proceso por el cual tienen que atravesar todos los grupos de
deportistas, para convertirse en verdaderos equipos de alto rendimiento, y cómo las
variables que hacen a la fortaleza mental tienen mucho para aportar en este
cometido colectivo.
Esta fase se corresponde con el estadio inicial, con los momentos primeros donde
un conjunto de deportistas se junta.
Primera fase del desarrollo del equipo, sus miembros se familiarizan unos con otros.
Las personas tratan de determinar si pertenecen al grupo y, en caso de ser así, cuál es su papel asignado.
Luego de que cada deportista ha encontrado su sitio en la estructura del equipo, se constituyen y ponen a prueba
las relaciones interpersonales, incluidas las que se crean entre los líderes (por ejemplo, entrenadores) y el resto
de los integrantes.
A los miembros que carezcan de una identificación fuerte con el grupo les costará construir relaciones positivas
con otros compañeros.
Los entrenadores deben ayudar a construir estos lazos sólidos en todos los casos, ya que es un momento
fundacional, mediante el desarrollo de estrategias que faciliten esta interacción de equipo.
Algunas particularidades de esta fase inicial tienen que ver, por lo general, con el
alto nivel de expectativa de cada uno de los integrantes del grupo recién
conformado, respecto a qué roles le tocará a cada uno (en definitiva, qué papel
tendrá cada individuo en el futuro equipo), y con el alto nivel de disposición
inicial por querer aportar al conjunto, pero todavía sin información concreta en
relación con cómo y desde qué lugar hacerlo.
Esta situación implica, por parte del líder del grupo, comenzar a establecer claridad
con relación a los roles individuales y adjudicar a cada integrante, las tareas que
serán específicas y que constituirán su contribución.
Por otra parte, es recomendable que el líder no caiga en dos de los errores más
frecuente y más graves del liderazgo, a saber:
• 1
Desconocer a su equipo.
• 2
Buscar ser querido en vez de respetado.
Para evitar ambos ítems, los canales comunicacionales directos (tanto colectivos
como individuales) comienzan a ser una herramienta central de uso del conductor,
a los fines de conocer necesidades, motivaciones y temores de cada uno de sus
integrantes, como así también expectativas colectivas por parte del grupo como tal.
Finalmente, es preciso mencionar que el líder debe comenzar desde esta etapa
inicial a construir la distancia operativa óptima, entre sus liderados y él. Ni lejos ni
encima, sino cerca de su gente. Ni antipatía ni simpatía, sino predominantemente,
empatía.
A esta segunda fase se llega ya con una lectura, por parte del conductor, de las
características de cada uno de los integrantes de su equipo y, por parte de
ellos, con una noción básica acerca de qué rol desempeñarán en la estructura de
este.
Esta fase, caracterizada por el enojo de los integrantes del grupo con su líder y
conflictos interpersonales horizontales entre ellos, tiene que ver con la distancia que
aparece entre el rol asignado a cada uno y el rol efectivamente asumido. Las no
preferencias en virtud del rol adjudicado y la falta de estatus percibido en relación
a ese papel hacen que la ira hacia el conductor y la frustración hacia uno mismo sean
moneda frecuente en esta fase.
Por lo tanto, es aquí donde las relaciones interpersonales están en un estado tan
delicado, que deberían aparecer las normas de convivencia interna que
garanticen estabilidad en el modo de comportarse de los miembros del
equipo. Dentro de estas normas, sería prudente que hubiera alguna específicamente
relacionada con el procedimiento para gestionar conflictos.
Características específicas
• La segunda fase de la formación del equipo se caracteriza por la rebelión contra el líder, la resistencia
al control por parte del grupo y el enfrentamiento interpersonal.
• Cuando tanto líderes como miembros establecen sus roles y sus estatus en el grupo, aparecen las luchas
internas.
• Pueden existir incluso altercados físicos, frutos de la competencia de los miembros por ocupar
determinados lugares dentro del grupo y puestos en el campo de juego.
• Muchas de estas luchas son de carácter interpersonal y social.
• En esta fase, los entrenadores necesitan comunicarse con los deportistas de manera directa,
objetiva y franca: las evaluaciones que hagan de los puntos fuertes y débiles de cada uno, así como su
propio papel en el equipo, ayudarán a mitigar la incertidumbre, fuente principal de estrés de los
deportistas. El estrés como una respuesta no específica del organismo, con carácter adaptativo a una
determinada situación (Dosil,2004, p. 158)
• Este alivio de estrés debería reducir las hostilidades.
En vez de preocuparse en su respectivo bienestar personal, los deportistas trabajan juntos para lograr
objetivos comunes.
Fuente: Adaptado de Weinberg y Gould, 1996.
En esta fase se produce la “cohesión de grupo”, cuando sus integrantes unen sus
esfuerzos y construyen la unidad del equipo.
Esta unión de energías puede ser un catalizador que mejore la satisfacción entre los
miembros del equipo y establezca, a sí mismo, las bases de éxitos futuros.
Ya descriptos los rasgos más importantes de esta fase, se remarca un concepto clave
a desarrollar: la cohesión de equipo.
El desafío al llegar a esta etapa, lógicamente, tiene que ver con sostenerse en ella. En
este sentido, cuidar la energía emocional del plantel es particularmente importante.
Teniendo en cuenta que los niveles de rendimiento son prácticamente óptimos y
tanto la estructura como la dinámica de equipo están consolidadas, es esperable que
el gasto psíquico de los individuos que lo componen sea alto. Saber dosificar
sesiones de entrenamiento y competencia con estímulos que distiendan y relajen al
plantel puede ser una buena estrategia, en el sentido de administrar las energías
existentes.
Por otro lado, cobra valor la noción de regeneración emocional, entendida como un
momento en el ciclo de la energía psíquica, en donde el individuo debe reponer el
caudal de combustible psicológico necesario para desempeñar sus tareas de manera
satisfactoria.
• Fase final del proceso de evolución de grupo a equipo. Estadio ideal en torno a niveles óptimos de
rendimiento deportivo.
• En esta fase, los miembros del equipo se unen para canalizar sus energías a fin de lograr el éxito del
equipo.
• Las cuestiones estructurales están resueltas y las relaciones interpersonales, estabilizadas.
• Los roles están bien especificados y los jugadores se ayudan unos a otros para triunfar colectivamente:
el objetivo principal es el éxito del equipo.
• El entrenador proporciona a cada jugador devoluciones sobre sus contribuciones específicas y se
asegura de que nadie se sienta excluido.
Por este motivo cobra relevancia el rol del líder del equipo (entiéndase entrenador),
a los fines de detectar en qué fase está el equipo y de esta manera saber qué palancas
accionar para que el proceso se oriente siempre hacia la dirección deseada.
Para finalizar, combinando las tres variables principales que se han descripto
en términos de estructura y dinámica de equipo (productividad, normas y
cohesión), se muestra a continuación, cómo la ejecución resultante (objetivo
máximo de la respuesta colectiva) tiene directa relación con el modo de vinculación
de estos conceptos.
• 1
• 2
A primera vista, se podría pensar que los factores que atentan contra un equipo
están en el exterior. En este sentido, el entorno sería el responsable de que un
determinado equipo no se desarrolle, no evolucione de grupo a equipo, no llegue a
óptimos niveles de rendimiento y no alcance la fortaleza mental requerida. Rivales,
árbitros, formatos competitivos inadecuados, infraestructura deficitaria, prensa
malintencionada, entre otros, podrían ser ejemplos de determinantes exógenos al
equipo. Si bien es cierto que los ítems mencionados pueden influir en el desarrollo
de un equipo, no terminan siendo los principales factores que pueden impedir una
evolución óptima.
Los autores confeccionaron una encuesta en la cual la muestra contaba con 150
deportistas, de la mencionada disciplina deportiva, y 150 ejecutivos de empresas
españolas. Lo que deseaban determinar eran las concordancias o disidencias acerca
de los factores que construían un equipo perfecto, como así también, los factores
que eran los enemigos del equipo perfecto. Grande fue la sorpresa de
implementadores y lectores cuando los resultados arrojaron coincidencias
absolutas en relación al principal factor de construcción del equipo perfecto, y su
principal enemigo, tanto en el ámbito deportivo (baloncesto) como en el de
organizaciones de negocio: el compromiso fue lo que más ponderaron
positivamente ambos públicos, en tanto que el egoísmo y el individualismo fue el
principal enemigo mencionado.
...
Nº BALONCESTO EMPRESAS
1 Compromiso Compromiso
2 Espíritu de trabajo Ilusión
3 Capacidad de sacrificio Lealtad
4 Disciplina Confianza
5 Competitividad Generosidad
6 Apoyo Profesionalidad
7 Humildad Apoyo
8 Ilusión Liderazgo
9 Entrega Actitud positiva
10 Confianza Disciplina
11 Generosidad Humildad
12 Actitud positiva Entrega
13 Profesionalidad Capacidad de sacrificio
14 Lealtad Competitividad
15 Liderazgo Espíritu de trabajo
Encuesta n=150 deportistas disciplina baloncesto liga ACB – LEB; 150 empleados empresas españ
2008
Nº BALONCESTO EMPRESAS
1 Egoísmo, individualismo Egoísmo, Individualismo
2 Pereza, falta de entrega Objetivos no claros
3 Soberbia, falta de humildad Falta de solidaridad
4 Falta de compromiso Soberbia, falta de humildad
5 Falta de solidaridad Actitud negativa
6 Actitud negativa Falta de comunicación
7 Exceso de confianza, relajación Falta de liderazgo
8 Falta de respeto Falta de compromiso
9 Indisciplina Desorganización
10 Falta de comunicación Deslealtad
11 Deslealtad Indisciplina
12 Envidia Pereza, falta de entrega
Encuesta n=150 deportistas disciplina baloncesto liga ACB – LEB; 150 ejecutivos empresas españolas. Marzo
2008
La lógica indicaría que todos los que han conformado o conforman de manera
voluntaria parte de un equipo actúan de la manera esperable, en función de lo antes
mencionado. Sin embargo, la evidencia muestra que no es así en muchos casos.
Hay un fenómeno que merece la pena ser estudiado y que, lamentablemente, tiene
participación en muchos de los equipos deportivos contemporáneos, más allá del
nivel competitivo, género o disciplina deportiva de que se trate. Este fenómeno es la
despreocupación social, verdadera amenaza que atenta contra la fortaleza mental
de los equipos y el rendimiento deportivo.
¿Por qué tiene lugar la despreocupación social y qué pueden hacer los entrenadores ante ella?
Cuando se hace hincapié en la idea de equipo, es posible que algunos jugadores no reconozcan la importancia
de su propia contribución al grupo. Se debería estimular a todos a examinar su responsabilidad para con el
equipo y el modo en que pueden mejorar en beneficio de este.
2- Aumentar la individualización
Cuando los miembros de un equipo creen que sus ejecuciones individuales son identificables (es decir,
conocidas por los demás), puede eliminarse la sensación de despreocupación social, porque los atletas
abandonan la sensación de anonimato (Williams, Harkins y Latane, 1981). Los entrenadores y educadores
físicos deberían controlar constantemente los esfuerzos individuales y proporcionar “devoluciones” a sus
deportistas, tanto en los entrenamientos como en las competiciones. Mediante la evaluación de los esfuerzos
individuales, los entrenadores hacen que los deportistas sean conscientes del interés que despierta su
ejecución y de que no están perdidos entre la multitud.
Por medio de la observación directa a través de todos los canales que se disponga, los entrenadores debieran
tener registradas cuáles son, específicamente, las situaciones deportivas en donde aparece la despreocupación
social por parte de alguno o todos los integrantes de un equipo.
La comunicación fluida e individual es central para determinar los motivos por los cuales el deportista se siente
desmotivado, confundido y hasta atemorizado, en relación a demandas específicas.
Los deportistas pueden creer que sus compañeros están menos motivados que ellos mismos y, por ende,
1
realizan un esfuerzo menor.
Pueden tener la sensación de que el trabajo duro no les reporta demasiado reconocimiento, ya que, en
2
cualquier caso, se “ven perdidos entre la multitud”.
Pueden sentir que no tienen necesidad de esforzarse, puesto que sus compañeros ya compensarán la
3
deficiencia.
Quizás tengan la sensación de que pueden esconderse en el seno del grupo y evitar las consecuencias
4
negativas de no esforzarse lo suficiente.
2.2.2 El anonimato
La acción del líder es muy importante para diluir este fenómeno, a partir de la
gestión efectiva de los roles individuales y las normas de convivencia interna.
Maximizar la individualización del aporte (y de la falta de aporte) de cada uno de los
integrantes de un plantel es crucial, así como también, tener una política de
refuerzos (como se verá a continuación), que sea coherente e imparcial con todos y
cada uno de los deportistas, a partir de indicadores claros que permitan premiar a
quien se lo merece y provocar la corrección de la conducta de quien no comprende
la grandeza de ser parte de un equipo deportivo.
• 1
• 2
• 3
• 4
En cuarto lugar, puede afectar la motivación intrínseca de los integrantes del
equipo y dificultar la introducción de sistemas que impulsen la motivación
extrínseca como, por ejemplo, esquemas de remuneración variable.
• 5
• 6
Este instrumento es una de las herramientas con las que cuenta el líder, a los fines
de prevenir el avance de las amenazas antes citadas y para consolidar los
comportamientos esperables, que en su conjunto conforman un concepto central en
la vida de un equipo: su cultura. La cultura del equipo son los usos y costumbres
que lo distinguen de otros equipos y que lo definen como tal. Los factores
críticos de éxito se sostendrán a lo largo del tiempo en los niveles de rendimiento
esperados, aun con las oscilaciones lógicas de todo proceso.
Premio + Castigo +
La Teoría de los dos factores de Frederick Herzberg (1968) puede conectarse con el
principio de reforzamiento, cuando refiere a los tipos de factores que podrían
modificar la conducta de integrantes de un equipo, en un sentido u otro, de acuerdo
a los objetivos perseguidos. Para comprender el concepto, se sugiere reparar en la
siguiente tabla.
Si esta fuera la realidad, hay que modificar la política de refuerzos, ya que los
objetivos perseguidos no son los obtenidos: todo factor de refuerzo debe motivar a
los integrantes, no hacerlos percibir que son derechos adquiridos.
El último apartado de este módulo está reservado para compartir algunos párrafos
en torno a la principal amenaza de un equipo deportivo: consumir
permanentemente la cultura del resultado.
Si bien es cierto que todo equipo persigue la consecución de resultados (ya que ellos
hacen a la naturaleza del juego reglado, en general, y a las disciplinas deportivas, en
particular), la era postmoderna ha puesto sobre el tapete un consumo excesivo de
esta dimensión de la conducta humana. Hoy pareciera ser que todo se reduce a
“consíguelo o descártate”.
La construcción del camino puede ser la mejor forma de forjar el destino deseado,
en vez de obsesionarse, desde el minuto uno, con la llegada, sin percibir y vivir cada
uno de los momentos del sendero a transitar.
De este modo, podemos decir que el entrenador deportivo, como líder de un proceso
tanto de enseñanza-aprendizaje (en donde los deportistas deberían adherir
cuantitativa y cualitativamente a esta fase del proceso como premisa psico-
deportiva esencial), como de competencia (en donde los deportistas deberían
transferir las herramientas adquiridas durante el entrenamiento como premisa
psico-deportiva esencial), puede, a través de los niveles de su regulación emocional,
provocar los siguientes efectos en sus atletas:
A nivel de entrenamiento:
• Entrenarlos.
• Desentrenarlos.
• El entrenador desbordado.
• El entrenador culpado.
• El entrenador tensionado.
• El entrenador angustiado.
• El entrenador atemorizado.
• El entrenador castigador.
Ahora bien, ¿qué provoca estas lesiones del entrenador? Lesiones en sus
deportistas. Lesiones emocionales.
Prosiguiendo con el título que da sentido a esta unidad, la noción de regulación hace
referencia a equilibrio y balance. Estas dos palabras tienen mucho que ver con uno
de los principios rectores del funcionamiento de la psicología humana: la
homeostasis psíquica como promotora del andamiaje normal de la esfera de
lo mental.
Para el atleta, uno de los entornos o situaciones claves para el cultivo de un tipo u
otro de emociones es el estilo de liderazgo de su entrenador y de los miembros del
cuerpo técnico, como así también del grado de regulación emocional de estos.
Otra porción trascendente de la definición de emoción tiene que ver con “una
respuesta inmediata del organismo que le informa del grado de favorabilidad de un
estímulo o situación” Wukmir (1967, como se citó en González, Barrull et. al., 1998).
Y este punto tiene estrecha vinculación con lo descripto acerca de las conductas
apetitivas o de evitación; el grado de regulación (o desregulación) emocional que
tienen los líderes del proceso de enseñanza-aprendizaje de los atletas.
¿Qué quiere decir esto último? Que el aparato anímico, a través de las emociones que
lo atraviesan en determinados momentos o periodos del desarrollo del deportista,
lo puede acercar a la experiencia deportiva o lo pueden alejar, en ocasiones, de
manera definitiva. El escenario central que provoca alguna de estas dos alternativas
(recuerda que se explicitó la imposibilidad de influencia neutra por parte del
entrenador) es el entrenamiento deportivo. Este dispositivo es la cocina de gran
parte de la calidad de la experiencia deportiva de un atleta, independientemente de
su edad, género o nivel de ejecución alcanzado.
Ser entrenador deportivo es ser líder. Y ser líder implica influir en la vida de los
liderados. Por lo tanto, emana un concepto que separa a los entrenadores
deportivos que son líderes de los que hacen de líderes y los que juegan a ser
líderes.
• Disfruta de los resultados positivos y culpa al equipo por los resultados negativos.
• Exige a su equipo.
• Se enfoca en el rendimiento.
De este modo, comprendiendo que el alto rendimiento implica una gran cantidad de
energía invertida por parte del entrenador para con sus dirigidos y viceversa, es
menester subrayar el hecho de que determinadas ideas y emociones del líder
pueden potenciar o inhibir el desarrollo de las habilidades y el nivel de ejecución de
sus deportistas. Tales posibilidades modifican el nivel de rendimiento deportivo, en
un sentido o en otro, pero nunca tienen un efecto neutro.
Por otro lado, no es menos importante atender al grado de activación que todo líder
debe tener, tanto en situaciones de entrenamiento como de competencia. Ni la
euforia fruto de logros positivos, ni la disforia a raíz de malos resultados son estados
emocionales recomendables. La mesura propia de niveles de activación emocional
equilibrados es la brújula y los lentes que le permiten anticipar y ver a todo líder
acerca de cuándo incrementar voluntariamente sus niveles de energía (o los de su
equipo) y cuándo desacelerar el ritmo energético propio y el ajeno. Las
características del deporte de alto rendimiento permanentemente ubican tanto a
atletas como a entrenadores y miembros del cuerpo técnico en situaciones que
propician los extremos emocionales.
En este apartado, se describirá cuáles son las variables psicológicas más relevantes
que conforman los recursos emocionales del entrenador, a los fines de optimizar los
niveles de fortaleza mental en sus atletas, como así también enumerar indicadores
conductuales que se pueden observar en un líder entrenado desde el punto de vista
emocional.
La evidencia histórica y presente indica que no hay una sola disciplina deportiva en
donde tanto cuerpo técnico, como equipo de deportistas obtengan siempre los
resultados esperados, actuaciones sobresalientes, ausencia de conflictos y factores
externos que atenten contra la perfección de la ejecución. La moraleja es que
nunca en el deporte sale todo, absolutamente todo, como uno quiere. A partir
de esta idea surge un concepto a gestionar desde el momento cero en que un
conductor se pone al frente de un equipo, de un deportista individual, de su propia
decisión de ser entrenador deportivo o a trabajar desde otro rol en una comunidad
deportiva. Este concepto es el error.
La gestión del error es una de las bases fundamentales que se deben comprender,
desde una perspectiva sana orientada al alto rendimiento deportivo. Es un pilar
central para contribuir genuinamente al desarrollo y crecimiento, tanto del líder
como de sus dirigidos, desde una visión genuina. Es lo que posibilita no ponerle
fecha de vencimiento a la práctica activa de atletas, sea cual fuere su nivel alcanzado,
edad, género y disciplina escogida, ni tampoco al efecto de estar quemado por el que
pasan tantos entrenadores, quienes incluso abandonan el ejercicio de su profesión.
Claramente la primera concepcion sirve a los fines de crecer en virtud del error, de
excepcion alguna. Adoptar esta postura implica incrementar las chances de contar
Por otro lado, es menester saber que el deporte implica necesariamente momentos
agrios que están, incluso, fuera del alcance del control de entrenadores y
deportistas: la lesión deportiva fortuita es un ejemplo de ello.
Otro apartado que tiene que ver con la preparación emocional del entrenador es el
dominio voluntario de sus niveles de activación cognitiva. Solamente
recomendaremos en este punto releer lo descripto en apartados anteriores de este
curso, para no redundar al respecto. Ni subactivado, ni hiperactivado: activado en
función de la situación, de la necesidad de los atletas y no con relación a las
preferencias personales del líder.
Finalmente, un atributo necesario para todo líder que se precie de ser medido en sus
emociones: la compasión, tanto para con sus deportistas, como para con él
mismo. Desarrollar la capacidad para perdonar y perdonarse por sus errores, para
no dramatizar actuaciones propias y ajenas y para no predecir catástrofes acerca de
las consecuencias de un resultado o instancia competitiva es nodal en el
entrenamiento sistemático de la regulación emocional del entrenador. El desarrollo
de la compasión no es conformismo, es el pasaporte a procesos de crecimiento de
largo plazo, junto a sus atletas.
La trascendencia que el deporte del siglo XXI le otorga a la dimensión del resultado
(en clara concordancia con la importancia que la sociedad, en términos generales, le
imprime), sumada a la naturaleza humana de competir per se, hacen de este
escenario un constructo de conductas que vale la pena analizar de cara a optimizar
los niveles de fortaleza mental en atletas, a partir de la regulación ideal del
entrenador.
Hace referencia al estilo de relación que el entrenador plantea con sus deportistas.
Existen tres posibilidades operativas. La primera de esas posibilidades es la
empatía, que hace referencia a ponerse en el lugar del otro y desde allí entender las
necesidades del jugador, pero luego es necesario volver a la posición de entrenador
para poder tomar decisiones y direccionar el entrenamiento. La empatía es la
distancia más operativa, es una verdadera fortaleza del liderazgo. Por su parte, las
otras posibilidades son la simpatía y la antipatía y ambas son muestras de debilidad
y vulnerabilidad. En el primer caso, las decisiones exclusivamente parten del
deportista, obviando al entrenador y a las necesidades situacionales, mientras que
la antipatía directamente no tiene en cuenta al deportista, al momento de
seleccionar el modo de influencia. Lo esquematizamos de la siguiente manera:
Nivel de actuación:
Cuando las expectativas del entrenador se orientan hacia el rendimiento, son una
verdadera fortaleza, porque se tiene en cuenta y se respetan las diferencias
individuales y se evita el encasillamiento estanco de prejuicios respecto a un
deportista. Por su parte, se transforman las creencias anticipatorias del entrenador
en debilidades, cuando se centran únicamente en resultados y la formación es en
base a indicios subjetivos y de simpatía.
Toma de decisiones
Estado control
Reconocimiento social
Volumen comunicacional