Fortaleza Mental en Atletas

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 60

1.

La Fortaleza Mental en atletas individuales

1.1 El desarrollo actitudinal

La actitud es disposición determinante. Es el modo en que un individuo se dispone


frente a las diversas situaciones que el entorno le propone. Siguiendo los aportes de
De Diego y Sagredo (1992), la podemos definir como la “disposición del ánimo
expresada exteriormente de alguna forma, siendo los estados de ánimo, la
manifestación de la afectividad, la forma en la que respondemos a todo aquello que
nos afecta de alguna interiormente” (página 143).

En este sentido, adquiere extrema relevancia uno de los axiomas principales de la


psicología cognitiva-comportamental, en general, y de la psicología del deporte y la
actividad física, en particular: pensar-sentir-actuar. “Pensamientos positivos
generan emociones positivas y todo ello desemboca en actuaciones positivas” (De
Diego y Sagredo, 1992, p. 144).

Por lo tanto, la injerencia del pensar es fundamental a la hora de hablar acerca del
desarrollo de la actitud en el atleta. Elegir qué pensar, evitar ideas contaminantes y
abogar por otras constructivas es el pilar central para la construcción de otra
variable psicológica que es sostén del desarrollo actitudinal: la autoconfianza.
Definir la autoconfianza es central si hablamos de fortaleza mental en deportistas,
ya que es “la creencia interna de que uno es capaz de hacer algo, basándose en la
idoneidad de las propias capacidades para realizarlo con éxito” (De Diego y Sagredo,
1992, p. 146).

La relación entre rendimiento y autoconfianza tiene mucho que ver con el desarrollo
actitudinal del atleta. A medida que los niveles de autoconfianza crecen, el
rendimiento deportivo también, hasta un punto ideal en el cual, si siguieran
aumentando los niveles de autoconfianza, el nivel de rendimiento comenzaría a
decaer. Por lo tanto, se puede establecer un continuo de autoconfianza que iría
desde niveles escasos a niveles excesivos, donde ambos extremos están mediados
por un nivel óptimo de autoconfianza; es decir que el deportista debiera tener
confianza plena en sus capacidades y rendir al máximo nivel (Dosil, 2004, p. 341).

Continuando con los aportes de De Diego y Sagredo (1992 pp. 148-149), se


mencionan algunos rasgos cognitivos y emocionales del atleta en relación a sus
niveles de autoconfianza. Esclarecidos estos ítems, será más sencillo describir los
componentes específicos del desarrollo actitudinal y comprender sus respectivos
estadios.

Tabla 2: Rasgos psicológicos de los niveles de autoconfianza

Fuente: Adaptado de De Diego y Sagredo, 1992.


Autoconfianza escasa Autoconfianza óptima Autoconfianza excesiva
Teme tanto al fracaso que rehúye Juega en base a sus posibilidades El nivel de autoconfianza es
participar o actuar sin convicción. reales y se propone objetivos mayor de lo que le garantizan,
basados en estas. realmente, sus posibilidades.
Se ve a sí mismo como perdedor. Desarrollo conjunto de niveles de Estas creencias inadecuadas
autoconfianza y habilidades físico- del deportista pueden venir
técnicas. reforzadas por mensajes de su
entorno, como padres,
entrenadores, etcétera.
Tiene la firme creencia de que, Interpreta los errores y las derrotas Esta creencia interna
independientemente de cuánto positivamente, como parte del inadecuada puede ser también
entrene, va a seguir haciéndolo mal. deporte, como información para reflejo externo de muy poca
mejorar en el futuro. confianza interna. La
agresividad y el cinismo
pueden ser una respuesta a la
gestión interna de miedos y
dudas.
Altos niveles de ansiedad y bajos No se limita a sí mismo por el miedo Confunde lo que es ahora con
niveles de concentración. a ganar o perder. lo que le gustaría ser.
Alto riesgo de abandono de la práctica Elude situaciones que puedan
deportiva. dañar su imagen con lesiones
ficticias, discusiones con el
árbitro, etcétera.

Estas manifestaciones del pensar y del sentir del deportista, en virtud de sus niveles
de autoconfianza, deben ser relacionadas con modos de actuar concretos. Es en este
punto donde el desarrollo actitudinal, en particular, tiene mucho por aportar.

La actitud se constituye como un estado mental, es decir, goza de la propiedad de la


transitoriedad. Un individuo puede tener niveles óptimos de actitud, para gestionar
una determinada situación en un momento, y niveles muy diferentes para enfrentar
la misma situación en otro momento. Por lo tanto, se debe otorgar a la actitud las
características de dinámica y plausible de modificaciones en sus niveles y estadios,
como veremos a continuación.

Para poder comprender el modo de funcionamiento del psiquismo en términos de


desarrollo actitudinal, es conveniente saber cuáles son los principales componentes
de este proceso:
• Cantidad de energía psíquica: abundante o escasa.
• Tipo de energía psíquica: positiva o negativa.
• Orientación de los objetivos: hacia el rendimiento (ejecución de
la tarea) o hacia el resultado (consecución del logro).
Descriptos estos componentes, se pueden mencionar los cuatro estadios que
configuran la escalera de desarrollo actitudinal. De la combinación de ellos, se ubica
a un individuo en general y a un atleta en particular (en un momento determinado
y específico), en alguno de los siguientes estadios:
• Estadio de desafío.
• Estadio de bloqueo y explosión.
• Estadio de apatía y evitación.
• Estadio de renuncia.

Tabla 3: Estadios del desarrollo actitudinal


Actitud desafiante Actitud de bloqueo o explosión
Intensidad de energía emocional: alta. Intensidad de energía emocional: alta.
Tipo de energía emocional: positiva. Tipo de energía emocional: negativa.
Orientación predominante de los objetivos: de Orientación predominante de los objetivos: de
rendimiento (hacia la ejecución de la tarea). resultado (hacia la consecución del logro).
Actitud de evitación o apatía Actitud de renuncia
Intensidad de energía emocional: baja. Intensidad de energía emocional: baja.
Tipo de energía emocional: positiva. Tipo de energía emocional: negativa.
Orientación predominante de los objetivos: de Orientación predominante de los objetivos: sin
resultado (hacia la consecución del logro). objetivos.

Fuente: elaboración propia.

Antes de desarrollar cada uno de los estadios en particular, se recapitularán los


conceptos centrales presentados hasta el momento:
• Pensar- sentir-actuar: en función de cómo se piensa, se siente y
se actúa.
• El rendimiento es el foco de gestión del atleta, es decir, sus
intentos de ejecución en relación a la tarea. Esta es la causa de sus
actuaciones.
• El resultado es la consecuencia de la gestión del deportista en
relación a sus ejecuciones y la interacción con su entorno
deportivo externo. El resultado no debería ser el foco central de
gestión del atleta, ya que hay factores del resultado que el propio
atleta no puede controlar voluntariamente.
• La autoconfianza es la creencia interna del deportista en virtud
de que puede realizar algo con éxito, basada en posibilidades
reales.
• La actitud es la disposición determinante que debería tener el
atleta para responder a diversas situaciones deportivas.
• La actitud es un estado mental, transitorio, no permanente. Por
lo tanto, la actitud es dinámica y plausible de modificaciones en
sus niveles. De ahí la relevancia de comprender el desarrollo
actitudinal del deportista.
• Existen cuatro estadios en este desarrollo actitudinal: desafío;
bloqueo y explosión; evitación y apatía; renuncia.
• Los componentes de estos cuatro escalones son: cantidad de
energía, tipo de energía y orientación de los objetivos.

1.1.1 La actitud desafiante y su componente cognitivo-emocional

La actitud desafiante es el estadio ideal en el desarrollo actitudinal. Es el escalón más


alto en la escalera de la actitud. En este estadio se observa la perfecta fusión del
concepto de asistencia (presencia cuantitativa a entrenamientos y competencias)
con el de adherencia (presencia cualitativa a entrenamientos y competencias).

Se corresponde con altos niveles de energía positiva y objetivos de rendimiento


predominantes.
El pensamiento característico de este estadio por parte del atleta es: quiero
intentar una y otra vez hasta conseguirlo.

Es la ideal combinación entre objetivos orientados a la ejecución de la tarea y claras


metas de logro.

Los niveles de autoconfianza en la actitud desafiante son óptimos (ni escasos ni


excesivos, sino ideales).

Esto se corresponde con un atleta que, desde lo cognitivo (desde el pensar),


planifica sus actuaciones desde posibilidades reales; se plantea objetivos
desafiantes, pero no utópicos; y gestiona sus errores desde una perspectiva
constructiva (los convierte en verdaderas herramientas de aprendizaje y no en
instrumentos de autocastigo). Entiende a las derrotas como devoluciones útiles
de cara a la próxima contienda o sesión de entrenamiento y no presenta
evidencias de gestionar sus pensamientos desde vicios cognitivos, tales como
pensamiento filtrado, lectura de mente, pensamiento polarizado, catastrofismo,
razonamiento emocional. Cada uno de estos vicios cognitivos se desarrollará en el
apartado siguiente.

Desde lo emocional (desde el sentir), la actitud desafiante configura un deportista


sin temores a tomar decisiones, ni miedos a fallar, sin dramatismos en torno a
no conseguir lo establecido. Lo más importante de todo es que el individuo, en este
estadio, experimenta altos niveles de disfrute con la práctica deportiva en
cuestión.

El conjunto de estos componentes cognitivo-emocionales maximizan la


probabilidad de actuaciones positivas por parte del sujeto.

Todas estas características permiten inferir que la calidad de la vivencia deportiva


del atleta será óptima. Con estas condiciones, aumentan las chances de continuidad
en el mediano y largo plazo de la práctica deportiva, de sostenibilidad en el proceso
de adquisición, asimilación y automatización de los gestos y comportamientos
deportivos aprendidos, y de lograr el máximo aprovechamiento del proceso de
enseñanza-aprendizaje. En la esfera puramente deportiva, propicia la incorporación
de ciertas características a la personalidad del ser humano, tales como:
• Altos niveles de tolerancia a la frustración.
• Convicción en los intentos.
• Perseverancia en los procesos.
• Flexibilidad en los modos de entender las situaciones a gestionar.
• Solvencia en las formas de comportamiento, con él mismo y con
su entorno.

1.1.2 La actitud de bloqueo y/o explosion y su componente cognitivo-emocional

La actitud de bloqueo o explosión es el estadio que precede, en el desarrollo


actitudinal, al escalón máximo antes descripto, el de desafío.
El atleta asiste, quiere adherir, pero no encuentra los procedimientos
adecuados para conseguirlo.

Se corresponden, con esta etapa, altos niveles de energía negativa y una clara
predominancia de objetivos de resultado únicamente. El pensamiento
característico por parte del atleta es: quiero, pero no sé cómo.

La ansiedad por la consecución del logro no permite tener claridad en términos


de las estrategias acerca de cómo conseguirlo. Los niveles de autoconfianza en
bloqueo y explosión son escasos, en muchos casos, y excesivos en otros, pero nunca
ideales u óptimos.

¿Qué diferencia, entonces, al atleta que se bloquea del que explota, si las
características psicológicas de este estadio son las mismas? La respuesta está en
los componentes de la personalidad del atleta en cuestión, en donde se puede
observar que una personalidad introvertida se correspondería con bajos
niveles de habilidad social (orientados a la inhibición) y en donde una
personalidad extrovertida se correspondería con bajos niveles de habilidad
social (orientados a la agresividad). El nivel óptimo de habilidad social se
corresponde con el concepto de asertividad. Cabe destacar que no es condición ni
necesaria ni suficiente, que un sujeto introvertido o extrovertido tenga bajos niveles
de habilidad social.

De este modo, atletas con personalidad introvertida, más propensos a inhibir


externamente lo que les sucede internamente, fabrican respuestas predominantes
de tipo bloqueo, mientras que deportistas con personalidad extrovertida, menos
propensos a inhibir (sino todo lo contrario), que vuelcan en el exterior los motivos
de sus enojos y frustraciones, fabrican respuestas predominantes de tipo explosión.
Pero en ambas personalidades, hay un denominador común que hace a este estadio:
la duda.

La duda como variable psicológica suele aparecer cuando el psiquismo del


atleta:
• Piensa más en el resultado que en el rendimiento.
• Piensa predominantemente en las consecuencias de sus acciones y no
en las causas.
• No tiene un plan que contemple claramente las estrategias de logro.
• Presenta temor a la equivocación en sus actuaciones.
• Considera que lo único importante es ganar.
• Disfruta solamente del destino y no del camino.

Esto se corresponde con un atleta que, desde lo cognitivo (desde el pensar),


planifica sus actuaciones desde posibilidades no realistas (ya sea por defecto o
por exceso), se plantea objetivos inadecuados (solamente de resultado),
interpreta sus errores desde una perspectiva de autocastigo, entiende a las
derrotas como la reafirmación de lo que no puede hacer y presenta evidencias
de gestionar sus pensamientos desde vicios cognitivos, tales como pensamiento
filtrado, lectura de mente, pensamiento polarizado, catastrofismo, razonamiento
emocional.
Tabla 4: Principales vicios cognitivos

Vicio cognitivo Descripción


Pensamiento filtrado Búsqueda de alguna evidencia, entre la totalidad de hechos, que
ratifique el prejuicio inicial que tiene el atleta.
Lectura de mente Presuponer las intenciones, emociones y/o pensamientos de los
demás (Rodríguez Biglieri y Vetere, 2011, p. 36).
Pensamiento polarizado Ideas absolutas en términos de todo o nada alrededor de situaciones
que ameritan evaluaciones objetivas, plagadas de matices.
Catastrofismo Tendencia a suponer el peor resultado o consecuencia posible de una
situación (Rodríguez Biglieri y Vetere, 2011, p. 36).
Razonamiento emocional
Creer que el individuo está pensando ideas, cuando en realidad está
sintiendo emociones.

Fuente: Adaptado de Weinberg y Gould, 1996.

Desde lo emocional (desde el sentir), la actitud de bloqueo y explosión configura


un deportista con temores a tomar decisiones, miedos a fallar y dramatismos
en torno a no conseguir lo establecido. El individuo, en este estadio, experimenta
bajos niveles de disfrute en la práctica deportiva en cuestión.

El conjunto de estos componentes cognitivos-emocionales atenta contra la


probabilidad de actuaciones positivas por parte del sujeto.

Todas estas características permiten inferir que los bajos niveles de tolerancia a la
frustración propia de este estadio, entre otros ítems mencionados, hacen al estado
actitudinal de bloqueo y explosión, un escalón sumamente preocupante para atletas,
entrenadores y entorno próximo del deportista. La evidencia indica que no es así,
ya que se está a un solo paso del estadio de desafío.

Los altos niveles de energía que experimenta un individuo bloqueado o en


estado de explosión hablan acerca de su interés por querer que su situación
mejore. Las claves están en invertir el tipo de energía (negativa por positiva) y la
orientación de los objetivos (de resultado a rendimiento). El modo de hacerlo es a
través de la reestructuración cognitiva; que consiste en disputa activa de las
creencias negativas. Por ejemplo, esta disputa puede hacerse planteándose
preguntas al respecto de esas creencias, para tratar de ver que tal vez no son muy
adecuadas o que son en cierta medida erróneas (Hernández Mendo, 2005, p. 114).
Otros lineamientos principales se comparten en la siguiente tabla.

Tabla 5: Principales vicios cognitivos y reestructuraciones cognitivas


asociadas

Vicio cognitivo Reestructuración cognitiva


Tener en cuenta todos los comportamientos en relación con una
No pensamiento filtrado
situación.
Enumeración de argumentos concretos para conocer
No lectura de mente
fehacientemente la posición del entorno.
Evaluaciones parciales y objetivas en relación con la actuación,
No pensamiento polarizado
subrayando los matices de esta.
No catastrofismo Desdramatización y valencia real de lo sucedido.
No razonamiento emocional Registro de la idea que antecede al sentimiento.

Fuente: Adaptado de Weinberg y Gould, 1996.

1.1.3 La actitud de evitacion y apatía: su componente cognitivo-emocional

La actitud de evitación o apatía es el estadio que antecede, en el desarrollo


actitudinal, al escalón menos deseado y más riesgoso, el de renuncia. El atleta
todavía asiste (sin querer ya adherir), pero no encuentra un sentido concreto
constructivo a la experiencia deportiva que está viviendo.

Se corresponde con bajos niveles de energía todavía positiva y con objetivos de


resultado (pero inespecíficos), sin estrategias concretas de logro. El pensamiento
característico de esta fase por parte del atleta es: ¿para qué lo voy a seguir
intentando? Me da igual.

La ansiedad por la consecución del logro se ha transformado en incredulidad por la


chance de conseguir objetivos y crecer como atleta. Los niveles de autoconfianza en
evitación y apatía son escasos en todos los casos.

Esto se corresponde con un atleta que desde lo cognitivo (desde el pensar), no


planifica sus actuaciones con un carácter proactivo (simplemente reacciona
desde la incredulidad a lo que le dicen que tiene que hacer), se plantea objetivos
inespecíficos y de resultado e interpreta sus errores como la reafirmación de
que ya da lo mismo seguir intentándolo o no. Entiende a las derrotas como la
lógica consecuencia de lo que tiene que suceder, presenta evidencias de gestionar
sus pensamientos desde la no implicancia con el proceso en general o situación
deportiva en particular, desde una distancia excesiva.

Desde lo emocional (desde el sentir), la actitud de evitación y apatía configura un


deportista con niveles elevados de insatisfacción, distancia, soledad y falta de
convicción en relación con la experiencia deportiva que está viviendo.

El conjunto de estos componentes cognitivo-emocionales es mucho más riesgoso


que en el caso de bloqueo y explosión, ya que la variable fundamental que cambia
en este escalón es la cantidad de energía disponible por parte del individuo (baja
cantidad de energía emocional). Esto implica estados de ánimo contrarios a los
requeridos para la gestión efectiva de situaciones deportivas. La rehabilitación
psicológica de un atleta en estadio de evitación y apatía es más compleja que
la de bloqueo y explosión ya que el nivel de combustible psíquico es menor y
el deportista descree de la posibilidad de crecer y mejorar.
Una última característica, que hace todavía más difícil la detección de deportistas en
este estadio, es la falta de muestras concretas y visibles de su estado de ánimo
verdadero: el deportista ya ni se enoja, ni explota, ni se bloquea, simplemente asiste,
sin que le interese.

Por este motivo, se subraya la importancia de cooperar activamente con la


rehabilitación de atletas en estados de bloqueo y explosión ya que el cuanto de
energía disponible hace más factible la evolución hacia el máximo escalón: desafío.

1.1.4 La actitud de renuncia y su componente cognitivo-emocional

La actitud de renuncia es el estadio menos deseado. El atleta ni asiste, ni adhiere. Se


corresponde con bajos niveles de energía negativa, sin objetivos. El pensamiento
característico de esta fase, por parte del atleta, es: no quiero más nada de esto.

Los niveles de autoconfianza en renuncia son muy escasos.

Esto se corresponde con un atleta que desde lo cognitivo (desde el pensar), no


interpreta más la práctica deportiva como algo positivo para su persona.
Elabora un constructo de ideas alrededor de su estado emocional (descripto a
continuación), en el cual seguir ligado a la actividad le confiere padecimiento,
angustia, y malestar. Dramatiza todo el tiempo, se castiga con rigor por sus errores,
no separa los pensamientos de sus actuaciones, no tiene estrategias de logro y. por
ende, no entrena en virtud de ellas. Se plantea la distancia absoluta de la práctica
deportiva como método de afrontamiento.

Desde lo emocional (desde el sentir), la actitud de renuncia configura un deportista


con niveles elevados de padecimiento y displacer, altos niveles de ansiedad y muy
bajos niveles de tolerancia a la frustración.

El conjunto de estos componentes cognitivo-emocionales es el más riesgoso de


todos. Se destaca que el estadio de renuncia no se efectiviza el día en que el
deportista formaliza su alejamiento de la actividad. El atleta puede seguir
concurriendo, pero internamente ya se encuentra alejado cognitiva y
emocionalmente de su disciplina.

La evidencia indica que es sumamente importante prevenir que se llegue a este


estado, ya que la reversibilidad hacia otros estadios del desarrollo actitudinal es
compleja.

Finalmente, y en relación con el desarrollo actitudinal en general, se destaca que esta


escalera, como todas las escaleras, puede servir para subir o bajar. Hay
deportistas que desde estadios ideales bajan a otros que no lo son tanto, y viceversa.
El carácter de transitoriedad que se le confiere a todos los estados mentales brinda
la posibilidad de que el atleta modifique sus niveles y tipo de energía, del mismo
modo que la orientación de sus objetivos y niveles de autoestima, a los fines de
acercarse y sostenerse en el nivel óptimo de actitud desafiante.
El entorno del deportista, con la ayuda de los conceptos vertidos por la psicología
del deporte y la actividad física, tiene mucho para cooperar con su desarrollo.

1.2 El entrenamiento de la concentracion

La era postmoderna tiene muchos atributos diferenciales de edades anteriores de la


humanidad. Quizás uno de los más significativos sea la hiperestimulación a la que
está sometida la población actual. De manera permanente, un individuo debe
seleccionar entre una vasta gama de posibilidades, debe decidir a qué prestarle
atención. Desde los más pequeños hasta las personas con mayor edad, todos están
atravesados por este rasgo de la postmodernidad y el deporte no es la excepción.

En la actualidad, el deportista no solamente debe saber en qué estímulos enfocarse


durante la práctica de su disciplina deportiva, sino también a qué señales del
entorno darle relevancia y qué información útil seleccionar, tanto en las fases
previas a la práctica activa (ya sea entrenamiento o competencia), como a las fases
posteriores.

Sujetos atentos, atletas hiperconcentrados parecería ser el lema de los tiempos


presentes. Párrafo aparte merece el tratamiento de un aspecto que parecería ir a
contramano de esta tendencia, pero que es fundamental para el entrenamiento de
la concentración y atención del deportista: aprender a apagar la cabeza,
desenchufarse, para poder dar vuelta la página y prepararse para el próximo
capítulo.

Durante los temas sucesivos, ahondaremos en los principales ítems que hacen a la
comprensión de los conceptos centrales ligados a la concentración y la atención, su
relación con el rendimiento deportivo en general y la fortaleza mental del atleta en
particular, y algunas técnicas útiles para su entrenamiento.

Al comenzar a desandar las principales ideas, conviene partir de una base central:
sin capacidad de atención y concentración, la experiencia del ser humano
carece de sentido. No hay posibilidad de hilar significado a la vivencia, si no
existe capacidad de enfocarse en los estímulos del entorno del individuo y
percibirlos de manera adecuada. Además, el individuo debe ser capaz de cambiar
su atención de uno a otro estilo de acuerdo con las exigencias del medio (Valdés
Casal, 1998, p. 178).

De este modo, lo primero que se debe tener en claro es la distinción entre los
conceptos de atención y concentración. Para ello, definiremos antes dos conceptos
centrales que mucho tienen que ver con ellos: estímulo y percepción.

Mientras que hacer referencia al primero, es hablar de todo aquello que produce un
efecto en el hombre, describir al segundo, tiene que ver con el análisis de la realidad
a través de los sentidos (De Diego y Sagredo, 1992).
Ambos configuran la definición de atención. Siguiendo los aportes de los mismos
autores definen la atención como “percepción estimular selectiva y dirigida”
(p.175).

Mientras que la atención, entonces, es el proceso por el cual se perciben varios


estímulos a la vez, la concentración, por su parte, está focalizada en un solo
estímulo de manera específica. Se deben tener en cuenta las tres propiedades
fundamentales de la atención:

• Es selectiva: filtra estímulos relevantes de los menos trascendentes en


relación con la situación.
• Es limitada: no se puede atender de forma eficaz y eficiente a dos tareas
simultáneas, si bien se pueden percibir varias a la vez.
• Es fluctuante: su estado de alerta no es permanente en términos de la
calidad atencional, sino transitoria.

Puede decirse, en síntesis, que es indispensable que los dos mecanismos (atención
y concentración) funcionen de manera complementaria en el atleta, ya que, en todas
las disciplinas deportivas, hay señales en simultáneo y será necesario dirigir nuestra
atención a ellas y también, hay situaciones específicas donde habrá un solo estímulo
específico y concreto.

La capacidad que tenga el atleta de combinar el uso efectivo de estas dos variables
psicológicas tendrá mucho que ver en la posibilidad real de optimizar su
rendimiento.

1.2.1 La amplitud y la direccion atencional

Ha quedado descripto entonces, a partir de las definiciones de atención y


concentración, la importancia que estas tienen en el rendimiento deportivo.

Dos de los principales componentes de la atención son, precisamente, la amplitud


y la dirección. Entender cómo actúan ambos pilares en el entrenamiento de la
atención, en atletas, puede ser sencillo a partir de los aportes de Nideffer (1981
como se citó en de Diego y Sagredo, 1992, p.177), en relación con su Teoría de los
estilos atencionales e interpersonales, que se describe a continuación.

Teoría de estilos atencionales e interpersonales

Para entender el proceso atencional en la actuación deportiva, es imprescindible


considerar no sólo la capacidad del deportista para desarrollar determinados tipos
de atención, sino también las demandas atencionales de cada actuación deportiva
en particular. Así, el desarrollo óptimo atencional vendría determinado por un
control por parte del deportista de sus propias habilidades atencionales, para
adecuarlas a las diferentes exigencias atencionales del deporte que practica.
En definitiva, los siguientes principios definen las características atencionales de la
actividad deportiva:

1. Hay diferentes tipos de atención en relación con el rendimiento. Estos


obedecen a la intersección de dos dimensiones: la amplitud y la dirección
atencional.
2. Las diferentes situaciones deportivas exigen diferentes demandas
atencionales en los deportistas.
3. El “bloqueo” fisiológico y mental que conduce a un deterioro progresivo del
rendimiento tiene repercusiones varias en la forma de atender y
concentrarse Nideffer

De Diego, S., y Sagredo, C. (1992).

Específicamente, la dimension de direccion atencional indica el lugar hacia donde se


debe dirigir el foco de atencion y puede ser:
Externa: el direccionamiento atencional puede ser, centrar la atencion en el publico,
en los rivales, en el banco de suplentes propio o ajeno o en las referencias específicas
del campo de juego.
Interno: centrar la atencion en la propia respiracion, en el registro de activacion
muscular o en el repaso mental de indicaciones claves.
En cuanto a la dimension de amplitud atencional, se refiere a la cantidad de
informacion que se intenta procesar a la vez (a cuantos estímulos se debe prestar
atencion a la vez) y puede ser:
Reducida: estímulos muy limitados en cantidad, p.ej, la ejecucion de un penal, un tiro
libre, un saque.
Amplia: gran cantidad de informacion a prestar atencion en simultaneo.
Coordinacion de un contraataque, un corner en corto, la posicion de los jugadores,
numero de jugadores, instrucciones del arbitro.
Tanto las direcciones externas e internas, como las amplitudes reducidas y amplias,
“revisten el caracter de complementarias, y es necesario su uso diferencial en
funcion de la demanda deportiva en cuestion” (De Diego y Sagredo, 1992, p. 178).
Figura 1: Cuadrantes de estilos y focos atencionales

Fuente: Adaptado de Nideffer (1981 como se cito en de Diego y Sagredo p. 179).

En el grafico precedente, es posible identificar los focos atencionales que surgen de


la interseccion de los estilos atencionales. Son los focos que todo atleta debe manejar
para hacer frente, de la mejor forma posible, a las situaciones deportivas específicas.
1.2.2 Los focos atencionales y los estados competitivos

La intersección de amplitud y dirección atencional otorgan como resultado focos


atencionales específicos. Acorde a los aportes de Nideffer (1981 como se citó en de
Diego y Sagredo, p. 179), se los define de la siguiente manera:

• 1

Evaluación: lectura rápida del medio. Validación de información


externa para el juego.

• 2

Análisis: planificar esquemas o estrategias de juego. Revisar


información pasada. Tomar decisiones sobre la actuación
siguiente.

• 3

Preparación: revisar las propias variables fisiológicas. Repasar


mentalmente un determinado movimiento deportivo.
• 4
Actuación: centrarse en el objeto o situación deportiva para dar
la respuesta deportiva.

Tabla 6: Ventajas e inconvenientes de cada foco atencional de acuerdo a


estilos de deportivas

Foco atencional Ventajas Inconvenientes


El deportista se ocupa más de analizar la
situación externa que de pensar en
Deportistas capaces de hacer ajustes
reaccionar. Se sobrecarga de información.
rápidos tomando en consideración gran
Comete sistemáticamente los mismos
cantidad de información, de factores
errores, ya que sus pensamientos y conducta
externos.
los controla el medio externo más que el
Evaluación (amplio-
interno.
externo)
Jugadores inteligentes que planifican el
Sobre-analizan su capacidad, por lo que
juego, capaces de hacer ajustes
ocupan sus pensamientos más con lo que ha
estratégicos y tácticos sobre la marcha y
pasado o puede pasar que con el juego
analizar muy bien los cambios externos
presente. Pueden sufrir “parálisis por
y/o (Fórmula innecesaria) los
análisis” (exceso de pensamientos que impide
movimientos de los contrarios, y
Análisis (amplio- pasar a la acción).
anticipar respuestas.
interno)
Deportista muy bueno diagnosticando
una actuación o supervisando los errores Se suele bloquear constantemente al
cometidos. Gran capacidad de autoanalizarse de forma crítica. Está tan
introspección y control sobre los focalizado en sus propias sensaciones y
Preparación componentes internos que inciden en el sentimientos que no puede funcionar bien.
(reducido-interno) gesto deportivo.
Cuando el medio cambia, no sabe tomar una
Ideal para deportistas que tienen
decisión sobre cómo responder a las
establecida una ejecución deportiva muy
Actuación (reducido- modificaciones para rendir
clara.
externo) satisfactoriamente.

Fuente: Adaptado de Nideffer (1981, como se citó en de Diego y Sagredo, pp.180-


181)

1.2.3 Los distractores internos y externos

Los distractores son todos aquellos factores que atentan contra la posibilidad
de que el atleta tenga los niveles de atención y concentración adecuados, en
virtud de la demanda deportiva específica.

De más está mencionar su influencia en el rendimiento deportivo, ya que niveles


deficientes de atención y concentración se traducen de manera automática en
pérdida del nivel de ejecución del gesto técnico en particular, y de los
comportamientos deportivos en general. Además, focos atencionales
contaminados por estos distractores disminuyen la chance de que el atleta llegue al
estadio actitudinal óptimo, es decir, al de desafío, como se describió en apartados
anteriores.

A continuación, se expone un cuadro en donde se describen puntualmente los tipos


de distractores atencionales, con qué tipología de atleta se corresponden y qué
pueden hacer, a grandes rasgos, los entrenadores en cada uno de los casos. Cabe
destacar que los distractores externos están más ligados a emociones que
puede sentir el atleta (aburrimiento, enojo, ansiedad), mientras que los
distractores internos están sumamente vinculados con pensamientos
(disociados, analíticos, débiles).

Tabla 7: Distractores atencionales, tipología de deportistas y pautas para


entrenadores

Fuente: Adaptado de De Diego y Sagredo, 1992.

Tipo de distractor Causa Pauta para entrenador


Aburrimiento: deportista Deportista aburrido: averiguar si el
desmotivado. El nivel de aburrimiento tiene que ver con un objetivo
Externo
estímulo en entrenamiento y bajo o demasiado alto, lo cual generaría altos
competencia no es adecuado. niveles de inseguridad.
Deportista enojado: averiguar si la
frustración proviene de una distracción
interna o si es una excusa para manifestar su
Enojo: deportista desconectado
deseo incumplido de rendir de forma
por ira o frustración.
Externo óptima.
Deportista ansioso: averiguar si este estado
es consecuencia de distractores internos,
Precipitación: deportista como suele suceder. La falta de seguridad en
Externo ansioso. Trata de que ocurran las propias capacidades distorsiona el
las cosas demasiado pronto, control perceptual y atencional de tal forma,
por lo que rompe su propio que genera precipitación y aceleración en los
ritmo de ejecución deportiva. actos.
Deportista con pensamiento disociado: el
Pensamientos disociados:
entrenador debe reajustar la actitud
deportista con ideas y
competitiva y sus pensamientos, a través de
Interno sentimientos alejados
una política adecuada de reforzamientos
excesivamente de la actividad
positivos o negativos en la conducta del
deportiva actual.
atleta.
Deportista con pensamiento analítico: es
Pensamientos excesivamente importante reconducir al atleta hacia sus
analíticos: deportistas con objetivos prioritarios, la práctica en sí misma
Interno parálisis por análisis. o los resultados, más que hacia el análisis y
sobreperfeccionamiento.
Deportista con pensamiento débil: es
conveniente fijarse más que en el
Pensamientos débiles:
pensamiento en sí, en la reacción del atleta
Interno deportistas con falta de
después de afirmar su postura dudosa sobre
autoconfianza.
sus capacidades, a los fines de reconducir su
conducta.

Cabe destacar que se podría definir un tercer tipo de distractor, una tipología que
fusiona aspectos externos e internos, y que es la incapacidad de cambiar de forma
de atender y que suele desembocar en bloqueo (De Diego y Sagredo, 1992).

Este abarrotamiento físico y mental que puede experimentar el atleta se manifiesta


en un deportista encerrado en su mente y en sus reacciones corporales. Se
recomienda, por lo tanto, atraer la atención del atleta con estímulos externos lo
suficientemente significativos como para desviar su foco atencional reducido-
interno y reconducirlo a la situación deportiva externa.

1.2.4 El entrenamiento atencional y la fortaleza mental


A lo largo del presente módulo se ha tratado de mostrar la relación directa
existente entre la fortaleza mental y la atención, con el rendimiento deportivo.
Como todas las variables psicológicas que componen este constructo, se pueden
entrenar. Por este motivo, enumeramos a continuación algunos modos de
entrenamiento atencional, de acuerdo con los aportes de Weinberg y Gould (1996),
quienes señalan que “ser capaz de mantener la atención en señales ambientales
pertinentes es fundamental para la eficacia de la ejecución” (p. 388).

Dividimos el siguiente cuadro con sugerencias de entrenamiento atencional:


primero con acciones que pueden ejercitarse en el terreno de juego, luego con
ejercicios que pueden practicarse en otros momentos y contextos.

Tabla 8: Entrenamiento atencional en campo de juego

Nº Denominación Modo de implementación


Simular las condiciones de competición durante las sesiones de
entrenamiento y agregar los ingredientes externos que pueden
Entrenamiento en presencia de
1 deteriorar la atención del atleta) Por ejemplo: gritos de personas,
distracciones.
ruidos ambientales, imágenes distractoras, temperatura
ambiental de competencia, etcétera.
Las palabras claves son especialmente útiles cuando estamos
intentando modificar o cambiar un modelo de movimiento o
comportamiento deportivo complejo, por ejemplo, el swing en
golf o movimiento para el saque en tenis. Estas palabras pueden
2 Utilización de palabras convenidas. ser instructivas (sigue, hombros, mira atrás, estira, etcétera.) o
bien motivacionales o emocionales (fuerte, movimiento,
relajación, aguanta, resiste). La clave está en mantener la entrada
de palabras sencillas que provoquen automáticamente la
respuesta deseada.
Uno de los mayores obstáculos que han de superar los deportistas
para mantener la concentración es la tendencia a evaluar la
ejecución y a clasificarla como buena o mala. Asignan un valor
Empleo de pensamientos no críticos. positivo o negativo a lo que hacen. Y por lo general, al estar
3 implicado el ego en estas consideraciones, estos pensamientos
atentan contra la posibilidad de rendir satisfactoriamente.
El deportista debe aprender a evaluar sus acciones de manera no
crítica. Describir el gesto y aportar indicaciones para mejorar el
cómo, en vez de enfocarse excesivamente en el qué.
Las rutinas o rituales ayudan a la preparación psicológica de cara
a ejecuciones futuras. El deportista suele divagar en muchos
momentos del entrenamiento o competición y estos constructos
4 Establecimiento de rutinas.
de palabras o acciones esquematizados promueven el foco
atencional que corresponde, según la demanda deportiva
específica.
Los ojos tienden a divagar y a centrarse en tales distracciones (no
pertinentes a la tarea), tales como, los movimientos de los
espectadores, las indicaciones del árbitro, las bufonadas del rival,
5 Entrenamiento del control visual. etcétera. La clave, obviamente, está en entrenar el foco visual en
las señales pertinentes a la tarea. Se puede ejercitar mirando al
suelo durante una cierta cantidad de tiempo, fijar la vista en un
punto determinado del campo de juego, en el balón, etcétera.
Los pensamientos orientados hacia el pasado o hacia el futuro
crean problemas atencionales. Mantener la concentración en los
6 Concentración en el presente.
estímulos que hacen a las situaciones presentes es clave para
optimizar el rendimiento deportivo.
Nº Ejercicio Modo de implementación

Cambiar el foco en las dimensiones interna-externa y amplia-


reducida entrena las modificaciones voluntarias de los estilos
atencionales. Se puede ejercitar en una posición cómoda y relajada
con los ojos cerrados, del siguiente modo:
Aprendizaje del
1 cambio de 1. prestar atención a los sonidos del ambiente;
atención. 2. luego, a las sensaciones corporales;
3. después, a los propios pensamientos y emociones;
4. finalmente, abrir los ojos y centrar la atención en un objeto
de la habitación que se encuentre enfrente.

Si el atleta es competente en el mantenimiento de la concentración


a pesar de distracciones e interrupciones, el rendimiento
deportivo se potencia.

Para ello se puede ejercitar en un lugar tranquilo en donde no haya


Aprendizaje del distracciones. Elegir un objeto vinculado a la práctica deportiva
2 mantenimiento del (balón, raqueta, etcétera). Tomar el objeto con las manos y
foco. percibir las sensaciones que produce, como su textura, dimensión,
etcétera. Luego soltar el objeto y concentrarse en esas
percepciones. Si los pensamientos empiezan a divagar, repetir la
secuencia. Registrar el tiempo que se puede mantener la atención
en el objeto o blanco y los progresos a medida que se repite el
ejercicio.

Aprender a centrar la atención en la búsqueda de las señales


pertinentes es particularmente importante en deportes de
Búsqueda de movimientos rápidos. Para ellos, se puede ejercitar con una grilla
3 señales en donde estén escritos de manera desordenada números del 0 al
pertinentes. 99 y, luego, solicitar al deportista que busque secuencialmente y
marque los números durante dos minutos, luego, durante minuto
y medio, luego, en un minuto, y así sucesivamente.
Técnica de visualización: dentro de las numerosas variantes para
entrenar este recurso, se puede adoptar este principio básico para
el entrenamiento de la concentración, del siguiente modo. En un
Ensayo de la lugar tranquilo y sin distracciones, antes de un entrenamiento o
4 concentración en el competencia, imaginar con los ojos cerrados la ejecución de un
juego. gesto técnico o comportamiento deportivo complejo de manera
perfecta. Percibir los detalles de la ejecución, en distintas
velocidades, desde distintos ángulos. Repetir este procedimiento
de tres a cinco veces por sesión.

Tabla 9: Entrenamiento de la concentración

Fuente: Adaptado de Weinberg y Gould, 1996.

Rendimiento = Causa; Intentar; recorrido


Resultado = Consecuencia; Lograr; destino

FM: Autoconfianza, motivacion, actitud y control de niveles de ansiedad; atencion y


concentracion.
2. La fortaleza mental en equipos deportivos

Puede decirse que la fortaleza mental de un equipo deportivo son todas las variables
mentales psicosociales que provocan, en el ambito de lo individual, al servicio de lo
colectivo, niveles optimos de rendimiento en relacion con las tareas a ejecutar. Son
variables que necesariamente tienen modos de funcionamiento colectivo y que
precisan del aporte de todos los integrantes de un conjunto para que se desarrollen
en niveles ideales. Nunca fue tan cierta la frase de ciertos referentes gestalticos
cuando proclamaron que el todo es mas que la suma de las partes.
Anteriormente, se destacó la trascendencia de los aportes científicos a las dinámicas
grupales y su relación con el rendimiento deportivo. Para profundizar en este
aspecto se citará a Iván Steiner (1972, como se citó en Weinberg y Gould, 1996, pp.
197-198), quien estableció que la productividad real de un equipo es igual al
cociente entre la productividad ideal de ese equipo, sobre los procesos de
grupo erróneo, siendo estos procesos fallas de coordinación y fallas de
motivación.

Se destaca este concepto, ya que tiene estrecha vinculación con la fortaleza mental
de equipos de alto rendimiento y, en su interior, están comprendidas las tres
principales dimensiones del liderazgo, cuyo principal objetivo es precisamente
lograr niveles óptimos de rendimiento colectivo. Estas dimensiones son:

• Productividad.
• Clima grupal.
• Desarrollo individual.

¿Por qué se nombran estos conceptos como centrales en términos de liderazgo y


equipos de alto rendimiento? Porque son ellos los que dan existencia a los
principales motivos de intervención de psicólogos deportivos en equipos. Existen
varias causas por las que se convoca a estos profesionales, pero las más importantes
se vinculan a los conflictos que se mencionan en la siguiente tabla.

Tabla 1: Principales conflictos de equipos y las dimensiones a los que


corresponden
Conflicto Dimensión del conflicto
“El equipo no rinde lo que debería” Productividad
“Dentro del equipo hay problemas entre los
Clima grupal
integrantes”
“En el equipo hay jugadores sin ganas” Desarrollo individual
Fuente: Elaboración propia.

Esta definición de Steiner contiene en su interior a varios de los principales


componentes de la fortaleza mental de equipos de alto rendimiento:

• Productividad y su directa relación con objetivos y roles.


• Clima grupal y su vinculación con la estabilidad colectiva, entendida a partir
de las nociones de normas de convivencia interna, cohesión y políticas de
reforzamiento.
• Desarrollo individual y su ligazón con la motivación, disfrute y comunicación.

Cada uno de estos conceptos se enmarca en un proceso de desarrollo que hace al


comportamiento humano colectivo y que es el pasaje de grupo a equipo, como se
verá a continuación.

2.1 El desarrollo evolutivo de grupo a equipo

Numerosos autores y teorías coinciden en afirmar que cuando el individuo está


solo, su conducta difiere de cuando se relaciona con otros. En otras palabras, no
somos los mismos cuando formamos grupos.

Es precisamente este motivo el que origina los principales intereses a la hora de


conocer las palancas que propician altos niveles de rendimiento, cuando de equipos
se habla, y necesariamente se precisa del aporte de varios integrantes para la
consecución de una finalidad común.

Es realmente interesante observar en las disciplinas de conjunto, cómo, muchas


veces un equipo con distintos jugadores, en dos momentos diferentes, se comporta
de modo nada parecido (lo cual sería lógico), pero también, cómo muchas veces un
equipo conformado por los mismos jugadores (y hasta por el mismo entrenador), se
comporta de maneras absolutamente dispares. Con total seguridad, el andamiaje
colectivo posee determinados dispositivos que, activados de la manera apropiada,
dan como resultado las conductas sociales esperadas.

Para ello, es sumamente importante definir entonces qué es un grupo y cuál es su


diferencia con la noción de equipo.

Lo primero que se debe tener en claro, es que “un conjunto de individuos no


constituye necesariamente un grupo” (Weinberg y Gould, 1996, p. 188). La clave
que define la existencia de un grupo pasa por las características de la interacción
entre sus miembros. Y esta interacción tiene, a su vez, determinados rasgos que
definen al grupo como tal y que se enumeran a continuación:

Tabla 2: Características de la interacción para la conformación de grupos

1 Compartir objetivos comunes.


2 Sentimientos de atracción interpersonal en relación con la tarea.
3 Canales de comunicación abiertos.
4 Interdependencia e interactuación con relación a la tarea.
5 Sentimiento de identidad colectiva.

Fuente: Adaptado de Weinberg y Gould, 1996.


Se subraya este último rasgo, ya que es el elemento fundamental que define a un
grupo: este sentimiento de identidad “a partir del cual sus miembros
consideran al grupo como una unidad en sí mismo, distinguible de los demás
grupos” (Weinberg y Gould, 1996, p. 188).

La investigación ha demostrado que algunos de los factores más importantes para


el desarrollo de un grupo, más allá de una colección de individuos, son la
proximidad, la diferenciación, la similitud, y el establecimiento de objetivos y
recompensas grupales. A continuación, se definen los factores importantes para el
desarrollo grupal:

Proximidad: Los sujetos que se encuentran en una proximidad cerrada, que estan
físicamente muy proximos o cercanos unos de otros, tienen una gran tendencia a
establecer vínculos. La proximidad física no es por sí misma suficiente, pero, de
hecho, permanecer en un contacto estrecho y tener la oportunidad de interactuar en
combinacion con la diferenciacion, la similitud y el establecimiento de objetivos y
recompensas grupales hace que se active el desarrollo de grupo como tal.
Diferenciación: En la medida en que un conjunto de individuos llega a diferenciarse
de los otros, los sentimientos de identidad y de unidad tambien aumentan. Insistir
en el sentido de la tradicion y la historia de la identidad del equipo puede contribuir
a crear un sentimiento de diferenciacion.
Similitud: en actitudes, aspiraciones, compromisos, capacidad. Lo que el entrenador
o profesor debe hacer es trabajar para que surja una similitud actitudinal respecto a
factores, tales como, el logro o el alcance de objetivos grupales, las expectativas de
conductas individuales y un codigo de conducta para los ensayos, y las situaciones
fuera del ambito deportivo.
Objetivos y recompensas grupales: Para garantizar que se consiga el concepto de
unidad, el entrenador debe insistir con enfasis en las metas del grupo y las
recompensas que se acumularan si llegan a cumplirse los objetivos. Las metas y las
recompensas individuales deben ser desestimadas.

Ahora bien, siguiendo esta línea de razonamiento se podría formular la siguiente


pregunta: ¿un grupo es lo mismo que un equipo? Y la respuesta sería no.

Se verá, entonces, qué diferencia la noción de grupo, de la de equipo.

Un grupo de deportistas no forman necesariamente un equipo deportivo. “La


formación de un equipo es realmente un proceso evolutivo. De hecho, los
grupos pasan por una secuencia de desarrollo de cuatro fases, que va desde la
simple agrupación de personas hasta el equipo propiamente dicho” Tuckman
(1965, como se citó en Weinberg y Gould, 1996, p. 188).

Estas fases, si bien pueden tener tiempos de maduración diferentes unas de otras,
de un equipo a otro, invariablemente forman parte del proceso de evolución. Se las
menciona a continuación:
• Constitución.
• Conflicto.
• Normalización.
• Ejecución.

Antes de pasar al tratamiento específico de cada una de las cuatro fases de este
proceso evolutivo, es necesario contar con los aportes de algunos conceptos que
hacen a los aspectos diacrónicos y sincrónicos de un equipo, a saber:

• La estructura de equipo.
• La dinámica de equipo.

Estas dos dimensiones son cruciales, ya que las ideas que dan vida a ambas son las
que se entrecruzarán en los siguientes apartados, para comprender cada una de las
fases.

A. Estructura de equipo

La estructura de un grupo depende en gran parte de las interacciones de sus


miembros: cómo se perciben unos a otros y qué esperan de sí mismos y de cada uno
de los demás. Para que un grupo de deportistas llegue a ser un equipo eficaz deben
desarrollarse ciertas características estructurales. Dos de las más importantes son
(de Diego y Sagredo, 1992, p.225):

Roles grupales: El rol es un conjunto de conductas esperadas de los que ocupan


posiciones específicas dentro de un equipo deportivo. En todos los grupos hay dos
categorías de roles: los formales y los informales. Los roles formales están
asignados explícitamente por el entrenador o por el grupo. Los deportistas son
captados para el cumplimiento y desempeño de estos roles y su conducta mantiene
expectativas específicas.

Por otra parte, los roles informales surgen como resultado de interacciones que
tienen los miembros de un grupo.

La investigación ha demostrado repetidamente que cuando los miembros


individuales del grupo comprenden sus roles, intentan llevarlos a cabo con su
mejor capacidad y la eficacia del equipo mejora. Además, la claridad del rol, su
aceptación y la percepción de la ejecución se asocian, a su vez, con una gran cantidad
de procesos grupales tales como la comunicación, la cohesión, compromiso con el
objetivo comportamiento dirigido a la consecución de metas.

Normas grupales
Una norma es una pauta de conducta cuyo cumplimiento se requiere por los
miembros del equipo. Puede tratarse de una tarea relevante o irrelevante. En
cualquier caso, una norma refleja el consenso del grupo sobre las conductas a las
que ellos consideran aceptables. Uno de los hechos más conocidos y más
exhaustivamente investigados, en lo que a las normas establecidas hacia tareas
relevantes se refiere, es la normativa de la productividad.

Es fundamental resaltar determinados aspectos a tener en cuenta para la mejora de


la estructura del grupo. Los roles que los sujetos tienen y la expectativa de
ejecutarlos deben ser claramente identificados. En otras palabras, los
requerimientos conductuales de un rol deben ser hechos lo más explícitamente
posible. Habitualmente, aquellos que desempeñan un rol, tienen una perspectiva
distinta de los requisitos del rol de la que tienen los otros miembros del equipo.

En términos de aceptación del rol, es también beneficioso exponer las contingencias


asociadas con la ejecución del rol. Tanto la claridad del rol como su aceptación
pueden mejorarse por un programa eficaz de establecimiento de objetivos. El
establecimiento de metas tiene utilidad para funciones diferentes: dirige la
atención y acciones individuales hacia el desarrollo de estrategias para
alcanzar la meta; contribuye a aumentar el interés por la actividad; y conduce
a un efecto prolongado. Todo esto contribuye a la aceptación y claridad del rol.

La aceptación del rol se intensifica también cuando el entrenador minimiza las


diferencias en importancia entre los roles. De esta manera, el éxito de la totalidad
del equipo y la importancia de todos los roles son requeridos para que el equipo
alcance la meta, por lo que todos los papeles deben ser resaltados de manera similar.

El establecer normas grupales positivas es algo de importancia extrema en los


equipos deportivos. Una técnica que ha sido utilizada con éxito es la de reclutar a
los líderes formales y responsabilizarlos como agentes activos del
funcionamiento del equipo. Si los líderes del grupo aceptan y se adhieren a pautas
específicas, otros miembros del equipo pronto lo seguirán.

B. Dinámica de equipo

En busca de poder desarrollar el máximo de productividad de cada uno de los


deportistas y del equipo como resultante final, es que desembocamos en el análisis
de una de las variables más específicas y contundentes dentro de lo que es el manejo
de grupos: la cohesión.

La cohesión es entendida como:

…el campo total de fuerzas que actua sobre los miembros de un grupo para que
permanezcan en el. Se entiende además como el proceso dinámico que refleja
la tendencia grupal de mantenerse juntos y permanecer unidos en la
persecución de sus metas y objetivos. (De Diego y Sagredo, 1992, p.229).
El equipo deportivo debe considerarse como un grupo cuyo rendimiento no
depende sólo de las capacidades y habilidades individuales, sino también de
las interacciones y relaciones que se establecen entre los distintos individuos
que lo componen
Hernandez Mendo, 2005, p. 119

El término dinámica presente en la definición es un reconocimiento a la manera


en que los miembros individuales de un grupo sienten acerca de los demás
participantes, la percepción acerca del grupo como un todo y los cambios en las
metas con el efecto del tiempo y la experiencia.

Se propusieron otras definiciones, siendo el eje común a todas ellas las dos
dimensiones básicas de las que consta: la cohesión de tarea y la cohesión social.

La cohesión de tarea refleja el grado en que los miembros del grupo trabajan
juntos para alcanzar objetivos comunes.

Por su lado, la cohesión social refleja el grado en que los miembros de un


equipo tienen afinidad a nivel personal y disfrutan del compañerismo del
grupo.

Un buen número de propiedades grupales importantes están asociadas con la


cohesión de grupo, una de éstas es la comunicación. El nivel de comunicación
relativo a la tarea y a los asuntos sociales se incrementa a medida que el grupo se
hace más cohesionado. Los miembros del grupo se muestran más abiertos unos con
otros y se entregan más voluntariamente, charlan más y se escuchan mejor. En suma,
el intercambio de información genera simpatía y aumenta la cohesión.

Existe también una mayor conformidad con las pautas grupales de conducta y
ejecución de los grupos cohesionados. Los grupos formados recientemente, ejercen
una influencia mínima sobre sus miembros. Pero a medida que el grupo evoluciona
y se hace más cohesionado, se incrementa la adhesión a las normas explícitas de
conducta.

En la medida en que un grupo incrementa su cohesión, sus miembros establecen un


incremento de valor sobre la aprobación social y las oportunidades de interacción
con otros miembros del grupo. Por consiguiente, muestran un incremento en la
tendencia a adherirse a las normas grupales y a canalizar la influencia del grupo,
incluso si esa influencia va directamente encaminada hacia la ejecución de una
conducta desviada o al mantenimiento de una cuota de trabajo operativamente baja.

La percepción que el grupo tiene de sí mismo y de otros grupos y/o miembros


no pertenecientes al mismo, también llega a distorsionarse con el aumento de
la cohesión del grupo. Por una parte, el grupo tiende a mostrarse muy favorable
en la percepción de sus propios miembros y a sobrevalorar sus propias
contribuciones, importancia y rendimiento. Por otra parte, tiende a infravalorar la
importancia o ejecución de otros grupos o miembros no pertenecientes al suyo.

Otra propiedad asociada a la cohesión es la productividad. Tradicionalmente se ha


asumido la existencia de una relación positiva y directa entre las dos; al
incrementarse la cohesión, la productividad crece. La investigación en deportes
ha demostrado que la gráfica no es tan simple. Si la cohesión del grupo es alta y la
norma de productividad también lo es, entonces la ejecución se verá afectada
positivamente. Recíprocamente si la cohesión es alta y la norma de
productividad es baja, la ejecución será baja o afectada negativamente. Cuando
la cohesión es baja, los grupos con una norma alta sobrepasarán en ejecución a los
grupos con bajas normativas (de Diego y Sagredo, 1992, pp. 230-234).

Los próximos cuatro apartados tendrán que ver exclusivamente con enumerar las
características y particularidades de cada fase, a los fines de comprender
cabalmente el proceso por el cual tienen que atravesar todos los grupos de
deportistas, para convertirse en verdaderos equipos de alto rendimiento, y cómo las
variables que hacen a la fortaleza mental tienen mucho para aportar en este
cometido colectivo.

2.1.1 La fase de constitucion. Características y particularidades

Esta fase se corresponde con el estadio inicial, con los momentos primeros donde
un conjunto de deportistas se junta.

A continuación, se describen características específicas de esta fase para luego,


comentar algunas particularidades en relación a la estructura y dinámica del
proceso de trasformación de grupos a equipos.

Tabla 4: Características específicas de la fase de constitución

Primera fase del desarrollo del equipo, sus miembros se familiarizan unos con otros.

Las personas tratan de determinar si pertenecen al grupo y, en caso de ser así, cuál es su papel asignado.

Luego de que cada deportista ha encontrado su sitio en la estructura del equipo, se constituyen y ponen a prueba
las relaciones interpersonales, incluidas las que se crean entre los líderes (por ejemplo, entrenadores) y el resto
de los integrantes.

A los miembros que carezcan de una identificación fuerte con el grupo les costará construir relaciones positivas
con otros compañeros.

Los entrenadores deben ayudar a construir estos lazos sólidos en todos los casos, ya que es un momento
fundacional, mediante el desarrollo de estrategias que faciliten esta interacción de equipo.

Fuente: adaptado de Weinberg y Gould ,1996.

Algunas particularidades de esta fase inicial tienen que ver, por lo general, con el
alto nivel de expectativa de cada uno de los integrantes del grupo recién
conformado, respecto a qué roles le tocará a cada uno (en definitiva, qué papel
tendrá cada individuo en el futuro equipo), y con el alto nivel de disposición
inicial por querer aportar al conjunto, pero todavía sin información concreta en
relación con cómo y desde qué lugar hacerlo.
Esta situación implica, por parte del líder del grupo, comenzar a establecer claridad
con relación a los roles individuales y adjudicar a cada integrante, las tareas que
serán específicas y que constituirán su contribución.

Por otra parte, es recomendable que el líder no caiga en dos de los errores más
frecuente y más graves del liderazgo, a saber:

• 1

Desconocer a su equipo.
• 2
Buscar ser querido en vez de respetado.

Para evitar ambos ítems, los canales comunicacionales directos (tanto colectivos
como individuales) comienzan a ser una herramienta central de uso del conductor,
a los fines de conocer necesidades, motivaciones y temores de cada uno de sus
integrantes, como así también expectativas colectivas por parte del grupo como tal.

Finalmente, es preciso mencionar que el líder debe comenzar desde esta etapa
inicial a construir la distancia operativa óptima, entre sus liderados y él. Ni lejos ni
encima, sino cerca de su gente. Ni antipatía ni simpatía, sino predominantemente,
empatía.

2.1.2 La fase de conflicto. Características y particularidades

A esta segunda fase se llega ya con una lectura, por parte del conductor, de las
características de cada uno de los integrantes de su equipo y, por parte de
ellos, con una noción básica acerca de qué rol desempeñarán en la estructura de
este.

La palabra conflicto ha gozado y goza de mala prensa en las comunidades, en general


y en las deportivas, en particular. Como si se prefiriera abolir la posibilidad de que
existan conflictos, y en caso de que ocurran, esconderlos, en vez de enfrentarlos.

Por este motivo, es que se afirma lo siguiente: como se observa claramente en el


presente modelo de evolución de grupo a equipo, el conflicto es inherente al
crecimiento de cualquier colectivo humano. El problema no tiene que ver con la
presencia de conflictos (son normales), sino que el inconveniente está en la ausencia
de un modo explícito y claro de gestionarlos.

Esta fase, caracterizada por el enojo de los integrantes del grupo con su líder y
conflictos interpersonales horizontales entre ellos, tiene que ver con la distancia que
aparece entre el rol asignado a cada uno y el rol efectivamente asumido. Las no
preferencias en virtud del rol adjudicado y la falta de estatus percibido en relación
a ese papel hacen que la ira hacia el conductor y la frustración hacia uno mismo sean
moneda frecuente en esta fase.
Por lo tanto, es aquí donde las relaciones interpersonales están en un estado tan
delicado, que deberían aparecer las normas de convivencia interna que
garanticen estabilidad en el modo de comportarse de los miembros del
equipo. Dentro de estas normas, sería prudente que hubiera alguna específicamente
relacionada con el procedimiento para gestionar conflictos.

De más está subrayar la importancia de la comunicación directa y franca por parte


del líder con los integrantes del equipo; “en la medida que la información que
proviene es coherente, el mensaje será más claro” (Valdés Casal, 1998, p.161), a los
fines de argumentar los porqués del rol asignado a cada uno y los beneficios en
términos de la respuesta colectiva, si la aportación específica de cada uno tiene que
ver precisamente con esos roles. Fundamentalmente, validar el estatus diferencial
que cada una de las tareas tiene realmente, ya que muchas veces los deportistas no
ven, en ciertos roles, papeles atractivos que estén a la altura de lo que ellos creen
que deberían tener.

Trabajar en torno a la gestión de los vínculos interpersonales, a partir de normas de


convivencia claras y explícitas y más canales de comunicación directos es
fundamental en esta fase, para que los roles de cada integrante sean la base sólida
de las actuaciones por venir.

Tabla 5: Fase de conflicto

Características específicas
• La segunda fase de la formación del equipo se caracteriza por la rebelión contra el líder, la resistencia
al control por parte del grupo y el enfrentamiento interpersonal.
• Cuando tanto líderes como miembros establecen sus roles y sus estatus en el grupo, aparecen las luchas
internas.
• Pueden existir incluso altercados físicos, frutos de la competencia de los miembros por ocupar
determinados lugares dentro del grupo y puestos en el campo de juego.
• Muchas de estas luchas son de carácter interpersonal y social.
• En esta fase, los entrenadores necesitan comunicarse con los deportistas de manera directa,
objetiva y franca: las evaluaciones que hagan de los puntos fuertes y débiles de cada uno, así como su
propio papel en el equipo, ayudarán a mitigar la incertidumbre, fuente principal de estrés de los
deportistas. El estrés como una respuesta no específica del organismo, con carácter adaptativo a una
determinada situación (Dosil,2004, p. 158)
• Este alivio de estrés debería reducir las hostilidades.

Fuente: Adaptado de Weinberg y Gould, 1996.

2.1.3 La fase de normalizacion. Características y particularidades

Tabla 6: Características específicas de la fase de normalización

Durante la “normalización”, la solidaridad y la cooperación sustituyen a la hostilidad.

En vez de preocuparse en su respectivo bienestar personal, los deportistas trabajan juntos para lograr
objetivos comunes.
Fuente: Adaptado de Weinberg y Gould, 1996.

En esta fase se produce la “cohesión de grupo”, cuando sus integrantes unen sus
esfuerzos y construyen la unidad del equipo.

Esta unión de energías puede ser un catalizador que mejore la satisfacción entre los
miembros del equipo y establezca, a sí mismo, las bases de éxitos futuros.

Los respectivos roles dan estabilidad, a partir de la cual se tiene en consideración la


contribución específica de cada jugador al equipo.

En lugar de competir por estatus o algún tipo de reconocimiento, los jugadores


tienen como meta la economía de esfuerzo y la eficacia en la tarea.

Ya descriptos los rasgos más importantes de esta fase, se remarca un concepto clave
a desarrollar: la cohesión de equipo.

Se debe aprovechar la cooperación y solidaridad que aparece en este estadio,


sumado al hecho de que la estructura del equipo está predominantemente
consolidada (roles claros y asumidos, más normas de convivencia interna en
vigencia). Es momento de dinamizar al equipo a través del desarrollo de acciones de
cohesión social por parte del líder, como así también y manera ineludible, acciones
de cohesión de tarea.

Prevaleciendo los objetivos colectivos por sobre los protagonismos individuales,


esta fase es óptima para regular la pauta productiva a partir de la revisión paulatina
de objetivos.

Los niveles de rendimiento deportivo se acercan a los ideales y el sendero hacia la


consolidación total del equipo se vehiculiza de manera satisfactoria.

2.1.4 La fase de ejecucion. Características y particularidades

Como se verá a continuación en la descripción de las características de esta fase,


este estadio se corresponde con la culminación del proceso evolutivo de grupo
a equipo. Los integrantes de un conjunto, junto con su conductor y colaboradores,
se gradúan como equipo de alto rendimiento.

El desafío al llegar a esta etapa, lógicamente, tiene que ver con sostenerse en ella. En
este sentido, cuidar la energía emocional del plantel es particularmente importante.
Teniendo en cuenta que los niveles de rendimiento son prácticamente óptimos y
tanto la estructura como la dinámica de equipo están consolidadas, es esperable que
el gasto psíquico de los individuos que lo componen sea alto. Saber dosificar
sesiones de entrenamiento y competencia con estímulos que distiendan y relajen al
plantel puede ser una buena estrategia, en el sentido de administrar las energías
existentes.
Por otro lado, cobra valor la noción de regeneración emocional, entendida como un
momento en el ciclo de la energía psíquica, en donde el individuo debe reponer el
caudal de combustible psicológico necesario para desempeñar sus tareas de manera
satisfactoria.

Dado que el disfrute es uno de los principales sustratos mentales, es fundamental


trabajar con los deportistas en relación con acciones que propicien tanto el disfrute
deportivo como el extradeportivo. El hecho de saber “apagar la cabeza” del deporte,
refiere a dejar de pensar y conectarse con otras actividades, que fomenten el
contacto con la persona y con el personaje (la función formal dentro de una
comunidad deportiva) cobra trascendencia en esta fase específica.

Tabla 7: Características específicas de la fase de ejecución

• Fase final del proceso de evolución de grupo a equipo. Estadio ideal en torno a niveles óptimos de
rendimiento deportivo.
• En esta fase, los miembros del equipo se unen para canalizar sus energías a fin de lograr el éxito del
equipo.
• Las cuestiones estructurales están resueltas y las relaciones interpersonales, estabilizadas.
• Los roles están bien especificados y los jugadores se ayudan unos a otros para triunfar colectivamente:
el objetivo principal es el éxito del equipo.
• El entrenador proporciona a cada jugador devoluciones sobre sus contribuciones específicas y se
asegura de que nadie se sienta excluido.

Fuente: Adaptado de Weinberg y Gould, 1996.

Es muy importante destacar que este proceso evolutivo no es rígido y


unidireccional, sino todo lo contrario: es dinámico y bidireccional. Un equipo
puede llegar a la ansiada fase de ejecución y estar en otro momento en fase de
conflicto; en tal caso, debe construir normalización para acercarse nuevamente al
estadio ideal y así sucesivamente, con todas las variantes del caso.

Por este motivo cobra relevancia el rol del líder del equipo (entiéndase entrenador),
a los fines de detectar en qué fase está el equipo y de esta manera saber qué palancas
accionar para que el proceso se oriente siempre hacia la dirección deseada.

Para finalizar, combinando las tres variables principales que se han descripto
en términos de estructura y dinámica de equipo (productividad, normas y
cohesión), se muestra a continuación, cómo la ejecución resultante (objetivo
máximo de la respuesta colectiva) tiene directa relación con el modo de vinculación
de estos conceptos.

Tabla 8: Síntesis de estructura y dinámica de equipos y ejecución resultante

Nivel de cohesión social Pauta de normas y productividad Ejecución resultante


ALTO ALTA POSITIVA
BAJO ALTA POSITIVA
ALTO BAJA NEGATIVA
BAJO BAJA NEGATIVA

Fuente: Elaboración propia.

Algunas consideraciones finales en virtud de la precedente tabla:

• 1

La ejecución resultante tiene estrecha relación con el nivel de


norma productiva que posea el equipo.

• 2

Los niveles de cohesión social pueden ser bajos y aun así la


ejecución del equipo puede ser alta. Esto nos indica que, si existen
altos niveles de cohesión social, mejor, pero nunca puede faltar
un alto nivel de cohesión de tarea.
• 3
Cuando los niveles de cohesión social son altos y la pauta de
norma productiva baja, se está en el riesgo que de que dentro del
equipo se formen camarillas, con la consecuencia de ejecuciones
resultantes bajas.

A lo largo de los temas tratados, se ha intentado describir los componentes de la


fortaleza mental de equipos deportivos, en este caso, a partir de los conceptos que
hacen a las fases del desarrollo evolutivo de un grupo a un equipo. Atravesando estas
ideas, se ha introducido la relevancia que el entrenador tiene en esta construcción,
a partir de las herramientas que el liderazgo deportivo le confiere.

En los apartados venideros, el lector podrá comprender la trascendencia que tiene


el líder en el desarrollo de la fortaleza mental de sus atletas y del rendimiento
deportivo como tal.

2.2 Las amenazas al equipo deportivo

A primera vista, se podría pensar que los factores que atentan contra un equipo
están en el exterior. En este sentido, el entorno sería el responsable de que un
determinado equipo no se desarrolle, no evolucione de grupo a equipo, no llegue a
óptimos niveles de rendimiento y no alcance la fortaleza mental requerida. Rivales,
árbitros, formatos competitivos inadecuados, infraestructura deficitaria, prensa
malintencionada, entre otros, podrían ser ejemplos de determinantes exógenos al
equipo. Si bien es cierto que los ítems mencionados pueden influir en el desarrollo
de un equipo, no terminan siendo los principales factores que pueden impedir una
evolución óptima.

Por lo tanto, son aspectos internos al equipo deportivo lo que condicionan y


amenazan muchas veces su desarrollo. Tanto líderes como deportistas son
protagonistas permanentes de que esto suceda en un sentido o en otro, de allí su
particular importancia para conceptualizarlos y dilucidar qué se puede hacer al
respecto.

A modo de introducción, mencionaremos los aportes de Schell Schmid y De Andrés


Rivero en su libro Basuketoboru, cuando se explayan acerca de las causas de éxito
de la selección española de baloncesto, campeona mundial en Japón, en el año 2006.

Los autores confeccionaron una encuesta en la cual la muestra contaba con 150
deportistas, de la mencionada disciplina deportiva, y 150 ejecutivos de empresas
españolas. Lo que deseaban determinar eran las concordancias o disidencias acerca
de los factores que construían un equipo perfecto, como así también, los factores
que eran los enemigos del equipo perfecto. Grande fue la sorpresa de
implementadores y lectores cuando los resultados arrojaron coincidencias
absolutas en relación al principal factor de construcción del equipo perfecto, y su
principal enemigo, tanto en el ámbito deportivo (baloncesto) como en el de
organizaciones de negocio: el compromiso fue lo que más ponderaron
positivamente ambos públicos, en tanto que el egoísmo y el individualismo fue el
principal enemigo mencionado.

...

Tabla 9: Las características del equipo perfecto

Nº BALONCESTO EMPRESAS
1 Compromiso Compromiso
2 Espíritu de trabajo Ilusión
3 Capacidad de sacrificio Lealtad
4 Disciplina Confianza
5 Competitividad Generosidad
6 Apoyo Profesionalidad
7 Humildad Apoyo
8 Ilusión Liderazgo
9 Entrega Actitud positiva
10 Confianza Disciplina
11 Generosidad Humildad
12 Actitud positiva Entrega
13 Profesionalidad Capacidad de sacrificio
14 Lealtad Competitividad
15 Liderazgo Espíritu de trabajo
Encuesta n=150 deportistas disciplina baloncesto liga ACB – LEB; 150 empleados empresas españ
2008

Fuente: Schell Schmid y De Andrés Rivero, 2008.p.28

Tabla 10: Los enemigos del equipo perfecto

Nº BALONCESTO EMPRESAS
1 Egoísmo, individualismo Egoísmo, Individualismo
2 Pereza, falta de entrega Objetivos no claros
3 Soberbia, falta de humildad Falta de solidaridad
4 Falta de compromiso Soberbia, falta de humildad
5 Falta de solidaridad Actitud negativa
6 Actitud negativa Falta de comunicación
7 Exceso de confianza, relajación Falta de liderazgo
8 Falta de respeto Falta de compromiso
9 Indisciplina Desorganización
10 Falta de comunicación Deslealtad
11 Deslealtad Indisciplina
12 Envidia Pereza, falta de entrega
Encuesta n=150 deportistas disciplina baloncesto liga ACB – LEB; 150 ejecutivos empresas españolas. Marzo
2008

Fuente: Schell Schmid y De Andrés Rivero, 2008.p.37

Ante tales conclusiones, podríamos invertir la lógica de la exposición y comenzar


por mencionar cuál debería ser el antídoto ante las amenazas y enemigos del equipo
perfecto: el desarrollo, desde los procesos de enseñanza-aprendizaje, de verdaderos
jugadores de equipo.

Los deportistas individualistas que favorecen el egoísmo tienden a:


• Ser inmaduros.
• Demandar reconocimiento de manera permanente y continua.
• Temer a cometer errores.
• Poseer una baja cantidad de energía emocional disponible.
• Sesgar valoraciones, tanto propias como ajenas.

En contrapartida, desarrollar jugadores de equipo implicaría, para todos los que


tienen responsabilidad desde su rol específico dentro de las comunidades
deportivas, favorecer a atletas que internalicen verdaderamente el valor del
compromiso, a partir de las siguientes conductas:
• Decidir crecer antes que ganar.
• Enfrentar los miedos personales.
• Buscar las indicaciones adecuadas.
• Rodearse de los mejores formadores.
• Ver desafíos en las oportunidades.
• Aprender a convivir con el error.
• Disfrutar del destino y del camino.

Estos ítems pueden forjar de manera sostenida el compromiso, cimiento


fundamental para la construcción de deportistas que prioricen lo colectivo por sobre
lo individual. Adentrándonos en las claves para alcanzar este perfil de atletas,
podríamos nombrar los siguientes lineamientos centrales para la formación:

• Perseguir permanentemente el objetivo de equipo.


• Generar destrezas para colaborar con el equipo.
• Valorar el aporte de cada integrante del equipo.
• Aprender a escuchar.
• Incrementar la competitividad interna.
• Combatir el confort del resultado.
• Jugar por el resultado y por la gloria.

A continuación, se describirán las características y particularidades de dos de las


principales amenazas del equipo deportivo: la despreocupación social y el
anonimato.

2.2.1 La despreocupacion social

El principal objetivo de todo entrenador deportivo y conductor de equipos tiene que


ver con develar los mecanismos para que todos y cada uno de los integrantes de ese
plantel en cuestión den todo lo que tengan para dar, en beneficio de la meta
colectiva. Entregar el 100 % de esfuerzo y habilidades en pos del equipo.

La lógica indicaría que todos los que han conformado o conforman de manera
voluntaria parte de un equipo actúan de la manera esperable, en función de lo antes
mencionado. Sin embargo, la evidencia muestra que no es así en muchos casos.

Hay un fenómeno que merece la pena ser estudiado y que, lamentablemente, tiene
participación en muchos de los equipos deportivos contemporáneos, más allá del
nivel competitivo, género o disciplina deportiva de que se trate. Este fenómeno es la
despreocupación social, verdadera amenaza que atenta contra la fortaleza mental
de los equipos y el rendimiento deportivo.

Tomando las recopilaciones de Weinberg y Gould (1996), se describen a


continuación las principales características de este concepto y los perjuicios que
provoca.

Tabla 13: La despreocupación social

Definición y sugerencias a entrenadores


Al fenómeno por el cual las personas de un grupo o equipo realizan un esfuerzo inferior al 100 % (por causas
de pérdidas de motivación) los psicólogos lo denominan despreocupación social.

¿Por qué tiene lugar la despreocupación social y qué pueden hacer los entrenadores ante ella?

1- Subrayar la importancia del orgullo personal

Cuando se hace hincapié en la idea de equipo, es posible que algunos jugadores no reconozcan la importancia
de su propia contribución al grupo. Se debería estimular a todos a examinar su responsabilidad para con el
equipo y el modo en que pueden mejorar en beneficio de este.

2- Aumentar la individualización
Cuando los miembros de un equipo creen que sus ejecuciones individuales son identificables (es decir,
conocidas por los demás), puede eliminarse la sensación de despreocupación social, porque los atletas
abandonan la sensación de anonimato (Williams, Harkins y Latane, 1981). Los entrenadores y educadores
físicos deberían controlar constantemente los esfuerzos individuales y proporcionar “devoluciones” a sus
deportistas, tanto en los entrenamientos como en las competiciones. Mediante la evaluación de los esfuerzos
individuales, los entrenadores hacen que los deportistas sean conscientes del interés que despierta su
ejecución y de que no están perdidos entre la multitud.

3- Determinar situaciones específicas de despreocupación social

Por medio de la observación directa a través de todos los canales que se disponga, los entrenadores debieran
tener registradas cuáles son, específicamente, las situaciones deportivas en donde aparece la despreocupación
social por parte de alguno o todos los integrantes de un equipo.

4- Tener entrevistas individuales para discutir la despreocupación social

La comunicación fluida e individual es central para determinar los motivos por los cuales el deportista se siente
desmotivado, confundido y hasta atemorizado, en relación a demandas específicas.

Fuente: Adaptado de Weinberg y Gould (1996).

Tabla 14: ¿Qué provoca la despreocupación social?

Los deportistas pueden creer que sus compañeros están menos motivados que ellos mismos y, por ende,
1
realizan un esfuerzo menor.

Pueden tener la sensación de que el trabajo duro no les reporta demasiado reconocimiento, ya que, en
2
cualquier caso, se “ven perdidos entre la multitud”.

Pueden sentir que no tienen necesidad de esforzarse, puesto que sus compañeros ya compensarán la
3
deficiencia.

Quizás tengan la sensación de que pueden esconderse en el seno del grupo y evitar las consecuencias
4
negativas de no esforzarse lo suficiente.

Fuente: Weinberg y Gould (1996, p. 202)

2.2.2 El anonimato

Sumamente ligado a la amenaza anteriormente descripta, el anonimato constituye


el instrumento concreto a través del cual la despreocupación social puede aparecer.
Una amenaza precisa de la otra y viceversa, para perjudicar el rendimiento
deportivo y el proceso evolutivo de grupo a equipo.

El anonimato consiste en el acto de esconderse dentro de la dinámica de grupo que


uno o varios integrantes de un plantel pueden ejercer de manera voluntaria, para no
ofrecer las conductas esperadas por líderes y compañeros y quedar, de esta manera,
expuestos de manera latente, y gozar de las mismas recompensas que el resto, en
caso de que el equipo consiga los objetivos premeditados.

El anonimato es la dirección contraria al aporte que cada deportista debiera hacer a


la construcción de cohesión de tarea. Es el contrario del perfil de jugador de equipo
que se describía anteriormente y es la figura misma de los principales enemigos
detectados por los encuestadores españoles: el egoísmo e individualismo.

La acción del anonimato es mucho mayor que la pérdida de productividad resultante


de la falta de esfuerzo individual y genera un efecto multiplicador muy dañino, fruto
del malestar colectivo que comienza a generar en el resto del equipo por saber que
“algunos tapados” no están haciendo lo que corresponde.

La acción del líder es muy importante para diluir este fenómeno, a partir de la
gestión efectiva de los roles individuales y las normas de convivencia interna.
Maximizar la individualización del aporte (y de la falta de aporte) de cada uno de los
integrantes de un plantel es crucial, así como también, tener una política de
refuerzos (como se verá a continuación), que sea coherente e imparcial con todos y
cada uno de los deportistas, a partir de indicadores claros que permitan premiar a
quien se lo merece y provocar la corrección de la conducta de quien no comprende
la grandeza de ser parte de un equipo deportivo.

El anonimato del que suelen rodearse algunos integrantes de diversos equipos


constituye una seria amenaza para el rendimiento actual de los mismos, así como
para su desarrollo potencial.

Algunas razones por las cuales se conforma esta amenaza son:

• 1

En primer lugar, esto sucede porque quienes asumen esta actitud


seguramente la utilizan para disimular su falta de compromiso hacia su
propio rol y hacia el desempeño del equipo.

• 2

En segundo lugar, el anonimato de alguno de sus integrantes resiente el


rendimiento del equipo en su conjunto, porque no todos los miembros
realizarán un aporte acorde a sus posibilidades.

• 3

En tercer lugar, introduce en el funcionamiento del equipo una sensación de


inequidad, dada por la desigualdad de los esfuerzos con los que cada
integrante afronta sus obligaciones.

• 4
En cuarto lugar, puede afectar la motivación intrínseca de los integrantes del
equipo y dificultar la introducción de sistemas que impulsen la motivación
extrínseca como, por ejemplo, esquemas de remuneración variable.

• 5

En quinto lugar, afecta la construcción de una cultura propicia para el


desarrollo de la organización, porque atenta contra valores esenciales que
forman parte de la identidad de cualquier equipo.

• 6

En sexto lugar, incorpora en el entorno del equipo un “mal ejemplo” que, si la


organización no se encarga de penalizar de forma adecuada, puede ser
adoptado por otros integrantes cuyas convicciones al respecto no sean lo
suficientemente sólidas.
• 7
Por último, dificulta la gestión del talento y el desarrollo del equipo, porque
no todos ponen de manifiesto sus potencialidades ni generan las sinergias
posibles, con lo que la expansión de los límites del rendimiento del equipo
resulta restringida.

2.2.3 Principios de recompensas generales

Intervenir en la conducta del atleta, para ampliar las probabilidades de que la


conducta deseada aparezca (o desaparezca la indeseada), es el mecanismo por el
cual se desarrollan políticas de reforzamientos en los equipos deportivos.

Este instrumento es una de las herramientas con las que cuenta el líder, a los fines
de prevenir el avance de las amenazas antes citadas y para consolidar los
comportamientos esperables, que en su conjunto conforman un concepto central en
la vida de un equipo: su cultura. La cultura del equipo son los usos y costumbres
que lo distinguen de otros equipos y que lo definen como tal. Los factores
críticos de éxito se sostendrán a lo largo del tiempo en los niveles de rendimiento
esperados, aun con las oscilaciones lógicas de todo proceso.

Premiar y castigar ha sido, desde tiempos inmemorables, un método de enseñanza-


aprendizaje en sí mismo, sin caer en exabruptos, faltas de respeto y agresiones que
nada tienen que ver con una comunidad deportiva. Sí es destacable cómo la
aplicación de determinados refuerzos, en determinadas personas y en
determinados momentos, puede ser un soporte necesario para incrementar el nivel
de respuesta en algunos casos.

Eliminar la despreocupación social y el anonimato, borrar el egoísmo y el


individualismo, fomentar el desarrollo de jugadores de equipo comprometidos con
la causa colectiva por sobre la propia, consolidar el cumplimiento de las normas de
convivencia interna, incrementar los niveles de cohesión social y de tarea, como así
también, motivar a los deportistas desmotivados son algunos de los beneficios que
trae aparejada la aplicación de políticas de reforzamiento.
Algunas consideraciones centrales en torno a la implementación del principio de
reforzamiento tienen que ver con lo siguiente:
• Es fundamental conocer realmente qué es un refuerzo para el
destinatario. Puede suceder que el líder crea que está premiando
con algo, cuando en realidad está castigando. Conocer las
preferencias de refuerzos a nivel individual en cada integrante es
un pilar fundamental.
• Saber que se puede reforzar tanto otorgando algo, como quitando
algo. Quitar algo no siempre puede ser un castigo También puedo
premiar al quitar.
• Reflexionar en torno a los premios colectivos, ya que, en muchas
ocasiones, bajo el manto de buenas intenciones, unos integrantes
sienten injusticia alrededor del mismo refuerzo positivo o
negativo para todos.
• Tener presente que, en toda política de refuerzos, el objetivo es
ver aparecer la conducta deseada o desaparecer la indeseada. En
función de esta máxima, al principio, el refuerzo debería ser
continuo (aparece conducta deseada / desaparece indeseada =
refuerzo) y luego, debería ser discontinuo, a los fines de no
generar una dependencia en la recompensa para lograr del
comportamiento esperado.

Tabla 15: Tipos de reforzamiento

Premio + Castigo +

Se aplica un estímulo positivo Se aplica un estímulo


Premio – Castigo –

Se retira un estímulo negativo Se retira un estímulo positivo

Fuente: Adaptado de Weinberg y Gould, 1996.

Si bien los psicólogos deportivos predican que predominantemente habría que


aplicar premios y no castigos (ya sean premios positivos o negativos), es
determinante que el conductor conozca a cada uno de sus integrantes. Es importante
que sepa cuáles son las dinámicas grupales que funcionan y cuáles no, que tenga en
claro el impacto de cada uno de estos tipos de refuerzos en relación a la proximidad
de la situación competitiva en cuestión o de la demanda deportiva específica, para
saber cuál aplicar en cada situación.

La Teoría de los dos factores de Frederick Herzberg (1968) puede conectarse con el
principio de reforzamiento, cuando refiere a los tipos de factores que podrían
modificar la conducta de integrantes de un equipo, en un sentido u otro, de acuerdo
a los objetivos perseguidos. Para comprender el concepto, se sugiere reparar en la
siguiente tabla.

Tabla 16: Teoría de los dos factores


Factores higiénicos Factores motivacionales
Si están presentes no hay motivación extra, pero si están Si están ausentes no hay desmotivación, pero si están
ausentes, sí hay desmotivación. presentes, sí hay motivación extra.

Fuente: Herzberg (1968 como se citó de De Diego y Sagredo, 1992, p.72).

La vinculación de la política de reforzamiento con esta teoría está presente en una


circunstancia que suele presentarse muchas veces en equipos deportivos. Esta
situación también es una amenaza contra la fortaleza mental del equipo y sus
respetivos niveles de rendimiento. Es la percepción de los integrantes del equipo de
que los factores motivacionales son, en realidad, factores higiénicos.

Si esta fuera la realidad, hay que modificar la política de refuerzos, ya que los
objetivos perseguidos no son los obtenidos: todo factor de refuerzo debe motivar a
los integrantes, no hacerlos percibir que son derechos adquiridos.

2.2.4 La cultura del resultado

El último apartado de este módulo está reservado para compartir algunos párrafos
en torno a la principal amenaza de un equipo deportivo: consumir
permanentemente la cultura del resultado.

Si bien es cierto que todo equipo persigue la consecución de resultados (ya que ellos
hacen a la naturaleza del juego reglado, en general, y a las disciplinas deportivas, en
particular), la era postmoderna ha puesto sobre el tapete un consumo excesivo de
esta dimensión de la conducta humana. Hoy pareciera ser que todo se reduce a
“consíguelo o descártate”.

La esfera deportiva no es ajena a este fenómeno. Y una aclaración fundamental,


desde la psicología del deporte y la actividad física, es que no se considera al
resultado como una mala palabra. Todo lo contrario, es el objetivo ulterior que se
persigue a partir de todo lo que se trabaja, pero es muy importante determinar cuál
es la cuantía justa en la que se lo pone como eje. Recordemos algunas de las
características del resultado deportivo:
• Es la interacción de la ejecución propia con el entorno.
• Es la consecuencia de lo que se ejecuta.
• Es una variable dependiente de factores externos.

Mientras que en el caso de la variable rendimiento, verdadero eje de gestión del


deportista y sus conductores, los rasgos tienen que ver con los siguientes:
• Es el nivel de ejecución de la conducta deportiva.
• Es la causa de lo que se ejecuta.
• Es una variable independiente de factores externos.

Si se comprenden las diferencias entre ambos conceptos y cómo se complementan,


puede concluirse que: aumentar la probabilidad de conseguir los resultados
deseados tiene que ver, necesariamente, con poner el foco en la gestión del
rendimiento siempre.
La experiencia de consultorio deportistas y entrenadores se resume muchas veces
en expresiones como las siguientes: “no sé qué me pasa, a la hora de competir pierdo
la confianza”, “tengo miedo a equivocarme”, “antes disfrutaba de esto, ahora lo
padezco”, “me pongo nervioso antes de jugar”, “después de los partidos no paro de
pensar en lo que pasó”, “me desconcentro en la cancha”, “estoy pensando en dejar”.

El único denominador psicológico común que atraviesa todos estos motivos de


consulta es un excesivo consumo de la cultura del resultado. Si todo pasa por
ganar o perder, hay muchas chances de que la experiencia deportiva se limite a
presión por ganar, miedo a perder, pero nunca deseo por jugar.

Teniendo en cuenta que el disfrute es uno de los principales combustibles del


psiquismo humano, la ecuación debería ser disfrutar para ganar y no ganar para
disfrutar, como predica el excesivo consumo de la cultura del resultado. Crecer en
relación a las habilidades, aptitudes y actitudes que conforman nuestro capital
interno, debería ser el norte, en vez de la permanente comparación externa.

Quien se enfoca desmedidamente en dónde quiere llegar, se desenfoca


necesariamente de cómo hay que intentar subir cada escalón.

La construcción del camino puede ser la mejor forma de forjar el destino deseado,
en vez de obsesionarse, desde el minuto uno, con la llegada, sin percibir y vivir cada
uno de los momentos del sendero a transitar.

3. La regulacion emocional del entrenador

El presente módulo está dedicado específicamente a cómo influye, positiva o


negativamente, la regulación (o desregulación) emocional del entrenador deportivo,
en los niveles de fortaleza mental del atleta, objeto central del curso.

Numerosas investigaciones acerca del liderazgo y la gestión de personas y del


talento, en la actualidad, convergen en un punto común: nunca el nivel de influencia
de un líder es neutro. Nunca es igual a suma cero. Siempre existe un cuanto de
impacto en los liderados (en este caso, atletas, pero podríamos extender el concepto
a cualquier ámbito humano en donde haya vínculos verticales). Este cuanto de
influencia arroja dos posibilidades mutuamente excluyentes: la influencia en los
atletas puede ser positiva o negativa.

De este modo, podemos decir que el entrenador deportivo, como líder de un proceso
tanto de enseñanza-aprendizaje (en donde los deportistas deberían adherir
cuantitativa y cualitativamente a esta fase del proceso como premisa psico-
deportiva esencial), como de competencia (en donde los deportistas deberían
transferir las herramientas adquiridas durante el entrenamiento como premisa
psico-deportiva esencial), puede, a través de los niveles de su regulación emocional,
provocar los siguientes efectos en sus atletas:

A nivel de entrenamiento:
• Entrenarlos.
• Desentrenarlos.

A nivel de la competición formal:

• Potenciar conductas apetitivas ante el evento competitivo.


• Potenciar conductas de evitación ante el evento competitivo.

A modo de síntesis, se puede definir el concepto de lesión del entrenador como el


nivel inadecuado de regulación emocional. Del mismo modo que un atleta puede
lesionarse un músculo, hueso, o ligamento, e impedir el normal desenvolvimiento
de su accionar habitual dentro de la disciplina deportiva, un entrenador también
puede lesionarse: en este caso, su aparato anímico. Estas dolencias emocionales
provienen de ideas que las anteceden, por eso se resalta la especial importancia que,
en el constructo pensar-sentir-actuar, tiene la esfera de lo cognitivo, raíz de todo el
árbol emotivo y conductual ulterior.
Ejemplos de entrenadores lesionados pueden ser (entre muchas otras):

• El entrenador desbordado.
• El entrenador culpado.
• El entrenador tensionado.
• El entrenador angustiado.
• El entrenador atemorizado.
• El entrenador castigador.

Ahora bien, ¿qué provoca estas lesiones del entrenador? Lesiones en sus
deportistas. Lesiones emocionales.

Lógicamente, por la figura de autoridad del entrenador y el efecto de identificación


que suele ejercer sobre sus atletas, al compartir suficiente tiempo durante un
determinado proceso, los deportistas también pueden lesionarse emocionalmente a
partir de las lesiones de su líder.

De este modo, no sería inusual encontrarnos con atletas desbordados, culpados,


tensionados, angustiados, atemorizados o castigados. Un cóctel sumamente potente
si tomamos en cuenta variables, como la deserción deportiva o experiencias
deportivas tóxicas, como correlatos de estos modos de influencia asimétrica en la
relación entrenador-atleta.

Resumiendo, podemos afirmar que el desborde emocional de un entrenador


deportivo atenta directamente contra los niveles de fortaleza mental del atleta.
Un deportista, independientemente de su género, edad, disciplina o nivel
competitivo, no debería ser nunca un sobreviviente de los procesos de
entrenamiento y competición a lo largo del tiempo.

Debería ser un adherente voluntario a un sendero de crecimiento físico-psíquico-


social, en donde el deporte bascula como un poste en relación al cual innumerables
habilidades, actitudes, y valores humanos pueden desarrollarse.
3.1 La regulacion emocional durante el entrenamiento diario

Si hablamos de regulacion emocional como protagonista central de este modulo,


parece prudente definir que se entiende por emocion.
Emocion: es el resultado de una medida (o valoracion) subjetiva de la posibilidad o
probabilidad de supervivencia del organismo en una situacion dada o frente a unos
estímulos determinados. La emocion informa al organismo acerca de la
favorabilidad de cada situacion Wukmir (1967, como se cito en Gonzalez, Barrull et.
al., 1998).

El entrenamiento deportivo involucra aspectos capaces de conducir a una


estabilidad emocional cuyo resultado es la asimilación de los conocimientos,
destrezas y el desarrollo de posibilidades físicas; o a la desestabilización emocional
que produce resultados inversos (Valdés Casal, 1998, p.132).

Prosiguiendo con el título que da sentido a esta unidad, la noción de regulación hace
referencia a equilibrio y balance. Estas dos palabras tienen mucho que ver con uno
de los principios rectores del funcionamiento de la psicología humana: la
homeostasis psíquica como promotora del andamiaje normal de la esfera de
lo mental.

De estas definiciones podemos extraer los siguientes apartados centrales: en primer


lugar, que la emoción es un estado y que esta característica no es menor, ya que en
el aparato psíquico del ser humano conviven, dentro de la personalidad, dos
dimensiones mutuamente excluyentes: los estados y los rasgos.

Una conducta rasgo se entiende como la manifestación conductual


predominantemente permanente y sostenida en el tiempo, que define algún
signo caracterial esencial de la persona. El rasgo no suele cambiar, se mantiene en el
espacio y el tiempo. Es diferente a la naturaleza de las conductas estado, las cuales
tienen las propiedades principales de ser transitorias, dinámicas, y cambiantes
a lo largo del espacio y el tiempo. El estado sí cambia.

Lo importante de lo manifestado es que las emociones son estados y como tales,


son transitorias, dinámicas, y cambiantes. Esto supone una muy buena noticia, si
tomamos como referencia emociones no placenteras para el individuo, tales como
ira, tristeza, miedo o aversión.

No obstante, si tomamos como parámetro la alegría, el disfrute, la armonía o la


sensación de paz interior, esta característica de estado deriva en la conclusión de
que al aparato anímico hay que cuidarlo, alimentarlo de emociones nutricias y
protegerlo de emociones tóxicas. El psiquismo no lo hace por sí solo, precisa de
la voluntad de la persona para elegir entre posibilidades externas diversas.

Para el atleta, uno de los entornos o situaciones claves para el cultivo de un tipo u
otro de emociones es el estilo de liderazgo de su entrenador y de los miembros del
cuerpo técnico, como así también del grado de regulación emocional de estos.
Otra porción trascendente de la definición de emoción tiene que ver con “una
respuesta inmediata del organismo que le informa del grado de favorabilidad de un
estímulo o situación” Wukmir (1967, como se citó en González, Barrull et. al., 1998).
Y este punto tiene estrecha vinculación con lo descripto acerca de las conductas
apetitivas o de evitación; el grado de regulación (o desregulación) emocional que
tienen los líderes del proceso de enseñanza-aprendizaje de los atletas.

¿Qué quiere decir esto último? Que el aparato anímico, a través de las emociones que
lo atraviesan en determinados momentos o periodos del desarrollo del deportista,
lo puede acercar a la experiencia deportiva o lo pueden alejar, en ocasiones, de
manera definitiva. El escenario central que provoca alguna de estas dos alternativas
(recuerda que se explicitó la imposibilidad de influencia neutra por parte del
entrenador) es el entrenamiento deportivo. Este dispositivo es la cocina de gran
parte de la calidad de la experiencia deportiva de un atleta, independientemente de
su edad, género o nivel de ejecución alcanzado.

En el entrenamiento deportivo, se aprende (o se desaprende), se enriquece la pasión


por la práctica de la disciplina deportiva en cuestión (o se teje el germen de la
deserción), se crean los vínculos horizontales y verticales óptimos (o se
desconfigura la naturaleza vincular necesaria para la creación de un equipo, aún en
las disciplinas de ejecución individual), se moldea al atleta (o se lo disecciona) y lo
más importante de todo, se plasman las condiciones que definen el concepto de
rendimiento: intentar dar lo mejor en cada situación (o temer intentarlo).

3.1.1 La influencia emocional del entrenador

Ser entrenador deportivo es ser líder. Y ser líder implica influir en la vida de los
liderados. Por lo tanto, emana un concepto que separa a los entrenadores
deportivos que son líderes de los que hacen de líderes y los que juegan a ser
líderes.

A continuación, se describen las principales características de estos tres estadios de


los estados mentales del liderazgo, cuya relación con la influencia emocional en
atletas es directa:

Tabla 1: Jugar al líder e influencia emocional

• Existe una autogestión de ideas y emociones aparente.

• Disfruta de los resultados positivos y culpa al equipo por los resultados negativos.

• No gestiona las emociones de su equipo.

• Exige a su equipo.

• Recepta, no responde y critica por los resultados negativos.


• No acepta desafíos.

Fuente: Elaboración propia.

Tabla 2: Hacer de líder e influencia emocional

• Autogestión intermitente de ideas y emociones.

• Disfruta ganar. Teme a perder.

• Gestiona algunas emociones de su equipo.

• Se enfoca más en el resultado que en el rendimiento.

• Responde, exige y critica por los resultados conseguidos.

• Acepta desafíos y los vive o los transfiere como obligaciones.

Fuente: Elaboración propia.

Tabla 3: Ser líder e influencia emocional

• Busca la autogestión de ideas y emociones permanentemente.

• Disfruta del crecimiento.

• Gestiona permanentemente las emociones de su equipo.

• Se enfoca en el rendimiento.

• Gestiona los errores propios y los de su equipo como herramientas de aprendizaje.

• Busca y genera desafíos para él y para su equipo.

Fuente: Elaboración propia.

La distinción básica de ejercer el liderazgo desde alguno de estos tres estados


mentales tiene que ver con el concepto de filosofía. En una de las acepciones
propuestas por la Real Academia Española, se la define como “la manera de pensar
o ver las cosas” (Real Academia Española, 2014). Justamente es la elección de
ejercer una filosofía determinada la que define el modo de ser y actuar del líder.

A continuación, se describen cinco aspectos nodales en relación con la filosofía del


entrenador regulado emocionalmente.

Figura 1: La filosofía del entrenador regulado emocionalmente


Fuente: elaboración propia

Todo lo anteriormente descripto tiene especial relevancia cuando se relaciona cada


uno de los ítems con el desarrollo actitudinal que el entrenador deportivo es capaz
de encender en sus atletas.

Es precisamente el entrenamiento deportivo el escenario propicio para que el líder


se convierta en un agente generador de energías positivas o de energías negativas,
capaz de generar bloqueos o desafíos y de llevar altos niveles de energía a bajos
niveles y viceversa. La naturaleza de su función como conductor hace imposible que
alguna de estas posibilidades no decante en los niveles de fortaleza mental de los
deportistas que tiene a su cargo.

Finalmente, no sería prudente obviar un hecho sumamente importante en los


efectos emocionales que el entrenador puede provocar en sus atletas: orgullo o
vergüenza. Entrenar la regulación emocional del conductor amplía las posibilidades
del fomento de la primera de las emociones descriptas, en detrimento de la segunda.

Justamente el sendero del orgullo el que permite predecir experiencias deportivas


de alta calidad, sostenibles en el tiempo y formadoras de valores constructivos
dentro y fuera de la cancha.

3.1.2 La demanda emocional del entrenamiento


El entrenamiento de alto rendimiento implica altos niveles de energía al servicio de
los procesos de enseñanza-aprendizaje; caso contrario, no se logran niveles
adecuados de adherencia por parte de los atletas.

El nivel atencional, el nivel de activación y la cantidad de energía al servicio


del entrenamiento son exigentes. El entrenador debe conocer cada uno de estos
ítems, para regular la demanda que ejerce sobre sus dirigidos de la mejor manera
posible y las correspondientes cargas en función de las reservas emocionales del
equipo y de la cercanía de la competencia, entre otros escenarios situacionales.

Quizás la principal fuente de demanda emocional para el entrenador sea la gestión


de sus propias ideas y emociones.

La conjunción adecuada de los pensamientos y las emociones es fundamental para


obtener un rendimiento eficaz, además de cimentar la confianza del deportista en
sus propias capacidades (de Diego y Sagredo, 1992, p. 144).

Como se describe en el curso correspondiente a liderazgo de alto rendimiento


deportivo, el entrenador debe influenciar tanto la conducta pública de sus
deportistas como la privada. Lo mismo debe hacer con él mismo. Se define a la
conducta pública como “todo aquello que el sujeto hace o dice”, mientras que la
conducta privada hace referencia a las esferas del pensar y sentir de una persona
(Martin, 2008, p.5).

De este modo, comprendiendo que el alto rendimiento implica una gran cantidad de
energía invertida por parte del entrenador para con sus dirigidos y viceversa, es
menester subrayar el hecho de que determinadas ideas y emociones del líder
pueden potenciar o inhibir el desarrollo de las habilidades y el nivel de ejecución de
sus deportistas. Tales posibilidades modifican el nivel de rendimiento deportivo, en
un sentido o en otro, pero nunca tienen un efecto neutro.

La flexibilidad atencional del entrenador para no permanecer encerrado dentro de


su cabeza todo el tiempo (fundamentalmente ante situaciones de estrés competitivo
o resultados negativos) es fundamental en términos de oportunidad de
permanencia de él mismo y de sus dirigidos en el Alto Rendimiento. Dramatizar,
fruto del catastrofismo interpretado por los malos resultados, o analizar
excesivamente todas y cada una de las conductas de los deportistas no conducen, en
la mayoría de las oportunidades, a desarrollar niveles óptimos de regulación
emocional, lo cual impacta de manera negativa en la fortaleza mental de los atletas.

Por otro lado, no es menos importante atender al grado de activación que todo líder
debe tener, tanto en situaciones de entrenamiento como de competencia. Ni la
euforia fruto de logros positivos, ni la disforia a raíz de malos resultados son estados
emocionales recomendables. La mesura propia de niveles de activación emocional
equilibrados es la brújula y los lentes que le permiten anticipar y ver a todo líder
acerca de cuándo incrementar voluntariamente sus niveles de energía (o los de su
equipo) y cuándo desacelerar el ritmo energético propio y el ajeno. Las
características del deporte de alto rendimiento permanentemente ubican tanto a
atletas como a entrenadores y miembros del cuerpo técnico en situaciones que
propician los extremos emocionales.

3.1.3 Los recursos emocionales del entrenador

En este apartado, se describirá cuáles son las variables psicológicas más relevantes
que conforman los recursos emocionales del entrenador, a los fines de optimizar los
niveles de fortaleza mental en sus atletas, como así también enumerar indicadores
conductuales que se pueden observar en un líder entrenado desde el punto de vista
emocional.

Figura 2: Variables psíquicas: soportes de la regulación emocional del


entrenador

Fuente: Elaboración propia.

Teniendo en cuenta estos conceptos psicológicos, se puede proceder ahora a la


descripción de la esfera de la conducta concreta en relación con el entrenador
deportivo regulado emocionalmente.

Cuando reflexiones acerca de las variables descriptas y de los indicadores que se


presentan a continuación, podrás llegar seguramente a la siguiente conclusión: en
su conjunto cognitivo y conductual, la regulación emocional del entrenador tiene
que ver con ejercer su función de liderazgo, fundamentalmente, en relación con las
necesidades genuinas de sus atletas y no a partir de las propias.

De hecho, la formación integral de atletas tiene que ver con la presencia de


conductores que enfoquen sus esfuerzos docentes en la detección y gestión de lo que
el atleta precisa, en coherencia con su proceso de crecimiento deportivo.

A continuación, se enumeran algunos de los principales indicadores conductuales


que sería prudente observar en todo entrenador regulado desde el punto de vista
emocional, haciendo referencia concreta a la conducta externa del líder, a su
comportamiento público y observable.

Figura 3: Indicadores conductuales de un entrenador regulado


emocionalmente

Fuente: Elaboración propia.

Volviendo al concepto de filosofía, adoptar estos pilares como indicadores que se


deben realizar de manera permanente constituye la garantía de entrenamiento
sostenido por parte del líder para con él mismo.

3.1.4 La preparacion emocional del entrenador

El alto rendimiento deportivo tiene algunas características diferenciales en relación


con otras profesiones u oficios, por la naturaleza misma de lo que implica. Se podrían
citar varias, pero a los fines de sintetizar se mencionarán las siguientes:

• Posee alto efecto de audiencia.


• Posee devolución inmediata por parte de la audiencia.
• Posee un sistema de evaluación externa permanente: el
resultado.
Estos atributos tienen incidencia directa en los modos en que el psiquismo del líder
pueda gestionar su conjunto de ideas y emociones.

Es justamente este tridente el que construye (o destruye) una variable psicológica


trascendental en el alto rendimiento deportivo: la tolerancia a la frustración.
Numerosos estudios de autores de diferentes escuelas y latitudes convergen en
asegurar que los elevados niveles de tolerancia a la frustración son claves en la
formación de deportistas de alto rendimiento y en los perfiles requeridos por
parte de sus formadores (y entrenadores profesionales obviamente). Como todas
las variables mentales, esta no es la excepción, en el sentido de que puede y debe
entrenar.

La evidencia histórica y presente indica que no hay una sola disciplina deportiva en
donde tanto cuerpo técnico, como equipo de deportistas obtengan siempre los
resultados esperados, actuaciones sobresalientes, ausencia de conflictos y factores
externos que atenten contra la perfección de la ejecución. La moraleja es que
nunca en el deporte sale todo, absolutamente todo, como uno quiere. A partir
de esta idea surge un concepto a gestionar desde el momento cero en que un
conductor se pone al frente de un equipo, de un deportista individual, de su propia
decisión de ser entrenador deportivo o a trabajar desde otro rol en una comunidad
deportiva. Este concepto es el error.

La gestión del error es una de las bases fundamentales que se deben comprender,
desde una perspectiva sana orientada al alto rendimiento deportivo. Es un pilar
central para contribuir genuinamente al desarrollo y crecimiento, tanto del líder
como de sus dirigidos, desde una visión genuina. Es lo que posibilita no ponerle
fecha de vencimiento a la práctica activa de atletas, sea cual fuere su nivel alcanzado,
edad, género y disciplina escogida, ni tampoco al efecto de estar quemado por el que
pasan tantos entrenadores, quienes incluso abandonan el ejercicio de su profesión.

El entrenamiento de la tolerancia a la frustración tiene que ver con entender


dos interpretaciones mutuamente excluyentes del error deportivo:

El error como herramienta de aprendizaje

Claramente la primera concepcion sirve a los fines de crecer en virtud del error, de

comprender que la equivocacion es logica y normal y que le ocurre a todos sin

excepcion alguna. Adoptar esta postura implica incrementar las chances de contar

con altos niveles de tolerancia a la frustracion.

El error como arma de castigo y/o autocastigo


La segunda acepcion del error solo sirve para desarrollar altos niveles de ansiedad,

estres, tension, deterioro de la ejecucion, conductas de evitacion en relacion con la

situacion deportiva e incremento de la tasa de desercion prematura

Por otro lado, es menester saber que el deporte implica necesariamente momentos
agrios que están, incluso, fuera del alcance del control de entrenadores y
deportistas: la lesión deportiva fortuita es un ejemplo de ello.

En el alto rendimiento deportivo, no es todo color de rosa: ineludiblemente implica


poner al sujeto, líder o liderado en los extremos de su posibilidad de respuesta ante
entornos o situaciones complejas, desde el punto de vista emocional. Y eso no es
para nada sencillo.

Otro apartado que tiene que ver con la preparación emocional del entrenador es el
dominio voluntario de sus niveles de activación cognitiva. Solamente
recomendaremos en este punto releer lo descripto en apartados anteriores de este
curso, para no redundar al respecto. Ni subactivado, ni hiperactivado: activado en
función de la situación, de la necesidad de los atletas y no con relación a las
preferencias personales del líder.

Finalmente, un atributo necesario para todo líder que se precie de ser medido en sus
emociones: la compasión, tanto para con sus deportistas, como para con él
mismo. Desarrollar la capacidad para perdonar y perdonarse por sus errores, para
no dramatizar actuaciones propias y ajenas y para no predecir catástrofes acerca de
las consecuencias de un resultado o instancia competitiva es nodal en el
entrenamiento sistemático de la regulación emocional del entrenador. El desarrollo
de la compasión no es conformismo, es el pasaporte a procesos de crecimiento de
largo plazo, junto a sus atletas.

A continuación, como correlato de lo descripto, se enumeran los siguientes puntos a


gestionar por parte del entrenador deportivo, desde la aceptación de la realidad en
relación con:
• Que no tiene todas las respuestas.
• Que puede equivocarse.
• Que su equipo o deportista puede rendir mal.
• Que puede ser un buen entrenador aún si su equipo es derrotado.
• Que ningún deportista pretende rendir mal.
• Que es necesario el tiempo para crecer, madurar y alcanzar
grandes logros.
• Que el disfrute está al alcance de su mano.

3.2 La regulacion emocional durante la competencia deportiva


La competencia deportiva ubica al líder en una posición única, a raíz de los
indicadores biológicos y psicológicos que se presentan. Cabe aclarar que esta
alteración del estado habitual de vigilia en otras situaciones de reposo no la
vivencian solamente quienes tienen la chance de dirigir equipos de elite, sino todos
los entrenadores que tienen frente a sí un rival dispuesto a dominarlos y un plantel
que gestionar durante esa disputa.

Frecuencia cardíaca elevada, presión arterial elevada y tensión muscular


incrementada, solamente por citar algunos signos biológicos, no son propiedad
exclusiva de los atletas, sino de que los pueden sufrir miembros del cuerpo técnico
también, obviamente subrayados en la figura del entrenador.

Y si la competencia tiene la capacidad de modificar la estructura orgánica del líder,


otro tanto hace con la psíquica: ya se comentó cómo la autogestión de las propias
ideas y emociones del entrenador es el desafío más difícil que tienen quienes
dirigen atletas en situaciones de competencia formal.

La trascendencia que el deporte del siglo XXI le otorga a la dimensión del resultado
(en clara concordancia con la importancia que la sociedad, en términos generales, le
imprime), sumada a la naturaleza humana de competir per se, hacen de este
escenario un constructo de conductas que vale la pena analizar de cara a optimizar
los niveles de fortaleza mental en atletas, a partir de la regulación ideal del
entrenador.

3.2.1 La demanda emocional de la competencia y del equipo

La competencia altera. Es un estado no habitual del ser. Por ende, es fundamental


que el entrenador tenga presente que su equipo, desde el primer jugador al último,
precisa en los momentos de precompetencia, competencia y postcompetencia,
desde el punto de vista psicológico, para optimizar sus niveles de fortaleza mental:

• Altos niveles de energía.


• Rápida regulación de energía.
• Altos niveles de tolerancia a la frustración.
• Regulación de la activación cognitiva.

Cada una de estas características tiene un denominador común: el desarrollo


actitudinal. Esta variable es la madre de las conductas apetitivas o de evitación del
atleta, la responsable de que un deportista permanezca dentro de la actividad física,
en general, y el alto rendimiento, en particular, o que se aleje definitivamente.

Si bien el tratamiento de esta variable se describió en el apartado correspondiente


en módulos anteriores, se intentará, a partir del siguiente cuadro de elaboración
propia (fruto del trabajo realizado por los autores de estos contenidos teóricos con
deportistas de diversas disciplinas, edades, géneros y niveles de ejecución
alcanzados), agregar valor a lo específico de la competencia deportiva.

......Figura 5: Desarrollo de la actitud en competencia deportiva


Fuente: Elaboración propia.

Ahora bien, la pregunta es la siguiente: ¿qué ideas posibilitan la aparición de cada


uno de los estados actitudinales precedentes, particularmente en los estadios no
recomendados (duda / evitación / apatía /renuncia)? Los denominados
pensamientos irracionales (Weinberg y Gould, 1996).

Figura 6: Pensamientos irracionales


Fuente: Adaptado de Weinberg y Gould, 1996.

3.2.2 Los estados emocionales saludables y no saludables para el entrenador


deportivo

Ya que la competencia deportiva imprime una demanda tan alta de recursos


cognitivos y emocionales por parte del entrenador, en el presente apartado, se
procedera a describir cuales podrían ser fortalezas concretas de un entrenador
regulado, desde el punto de vista emocional, a los fines de vincular las fortalezas
conceptualizadas con estados saludables y no saludables de la gestion de emociones
del líder.
A. Fortalezas del entrenador deportivo regulado emocionalmente

Manejo de la distancia operativa:

Hace referencia al estilo de relación que el entrenador plantea con sus deportistas.
Existen tres posibilidades operativas. La primera de esas posibilidades es la
empatía, que hace referencia a ponerse en el lugar del otro y desde allí entender las
necesidades del jugador, pero luego es necesario volver a la posición de entrenador
para poder tomar decisiones y direccionar el entrenamiento. La empatía es la
distancia más operativa, es una verdadera fortaleza del liderazgo. Por su parte, las
otras posibilidades son la simpatía y la antipatía y ambas son muestras de debilidad
y vulnerabilidad. En el primer caso, las decisiones exclusivamente parten del
deportista, obviando al entrenador y a las necesidades situacionales, mientras que
la antipatía directamente no tiene en cuenta al deportista, al momento de
seleccionar el modo de influencia. Lo esquematizamos de la siguiente manera:

La empatía permite comprender el pensar, el sentir y el actuar del deportista, pero


en ningún momento cede el espacio de liderazgo del entrenador. Es una posición
objetiva o lo más objetiva posible, caracterizada principalmente por el respeto y la
fluidez comunicacional.

La simpatía, por su parte, hace referencia a la pérdida de subjetividad en pos de ser


querido, de ser aceptado; el vínculo pasa a ser de pares, y desde allí una evaluación
clara es dificultosa. En cambio, la antipatía se basa en el enfado y en la no tolerancia
por las diferencias conductuales entre el deportista y el entrenador.

• Figura 7: Manejo de la distancia operativa: tres posibilidades


Nivel de actuación:

Existen dos modos de actuación que pueden tornarse en debilidades de un


entrenador y son la parálisis por análisis y la compulsión a la acción. En la
parálisis, el entrenador es un espectador más del proceso de entrenamiento, que
recepta y se hace cargo de las quejas, pero no llega a generar cambios. En la
compulsión a la acción, el vértigo por solucionar y afianzar es tan grande que no
existe tiempo de asimilación, no hay tiempo para que el deportista afiance los
conceptos y por tal motivo, suele entenderse que los conceptos son equívocos.

El nivel de actuación del entrenador se transforma en fortaleza cuando es capaz de


anticipar y direccionar el entrenamiento, trabajando desde acciones concretas y
dando tiempo para que el deportista forme parte activa del entrenamiento. La
anticipación es esencial porque reduce la ansiedad y la incertidumbre y facilita el
desarrollo de habilidades y la práctica de destrezas nuevas o más complejas.

Orientación de las expectativas

Cuando las expectativas del entrenador se orientan hacia el rendimiento, son una
verdadera fortaleza, porque se tiene en cuenta y se respetan las diferencias
individuales y se evita el encasillamiento estanco de prejuicios respecto a un
deportista. Por su parte, se transforman las creencias anticipatorias del entrenador
en debilidades, cuando se centran únicamente en resultados y la formación es en
base a indicios subjetivos y de simpatía.

Toma de decisiones

Es imprescindible diferenciar el estilo de fundamento al respecto; el estilo es el


modo en que usualmente reacciona el entrenador frente a situaciones
determinadas, mientras que el fundamento hace referencia a la justificación de la
decisión en sí. Cuando el entrenador prioriza el fundamento frente al estilo, su toma
de decisiones es una verdadera fortaleza, debido a que muestra el mayor grado de
objetividad de su parte. Cuando hace hincapié únicamente en el estilo, se muestra la
dimensión estática del rol del entrenador, absolutamente alejado de lo situacional.
Esto no excluye que en alguna oportunidad fundamento y estilo coincidan.
Estilo de atribución

Cuando el entrenador cree que el éxito o el fracaso de sus deportistas se debe a él


mismo o a los deportistas es una verdadera debilidad. Esto sucede debido a que el
proceso de entrenamiento es una relación dinámica que conlleva participación
activa de ambas partes. Atribuir internamente los éxitos de los deportistas es creer
que todo está bajo nuestro control y esa es una absoluta falacia, del mismo modo
que creer que el fracaso se debe a un mal funcionamiento de los deportistas es
entender que uno no tiene incidencia y esto está contradiciendo al rol mismo del
entrenador.

Las atribuciones deben ser compartidas, con preponderancia de uno u otro de


los participantes de la relación, pero siempre teniendo en cuenta a ambos, tanto
en éxitos, como en fracasos. Si la premisa es formar deportistas independientes, es
necesario que registren el grado de responsabilidad y participación que tienen en
relación a los resultados obtenidos. Responsabilizar no es culpar. Es mostrar para
facilitar asociaciones entre esfuerzo y rendimiento.

Estado control

Cuando el entrenador, antes de una competencia, busca obsesivamente controlar


todos los comportamientos del deportista, invade su espacio de regulacion
emocional. Es una debilidad querer hacer a ultimo momento todos los ejercicios o
querer repetir todas las rutinas para lograr tranquilidad. En ese preciso momento,
el entrenador debe centrarse en lograr autocontrol emocional, buscar su calma y
mostrarse a disposicion, sin invadir el espacio del deportista. Esa ha de ser la
fortaleza en el momento previo a la competencia.

Reconocimiento social

Un entrenador puede considerarse apto para el trabajo con deportistas de elite


cuando logre alcanzar independencia del reconocimiento social, cuando la mirada
de los padres, los fanaticos, los dirigentes, la prensa no interfiera en sus acciones, en
su mirada y, sobre todo, en su autoestima y en el disfrute de la actividad. Todos
necesitamos de la aprobacion de los demas para fortalecer nuestra estima, pero
cuando esa aprobacion es absolutamente dependiente y cuando la mirada de los
otros es lo mas importante, termina desfigurando la orientacion del quehacer del
entrenador. El entrenador debe entrenar para el deportista y para el, no debe ser un
entrenador para la prensa, los padres o los fanaticos

Volumen comunicacional

Hace referencia a la cantidad de palabras que el entrenador es capaz de emitir en un


lapso determinado de tiempo. Este volumen es una verdadera fortaleza cuando es
situacional, cuando el entrenador sabe leer y respetar el tiempo y las necesidades
del deportista y, en funcion de ello, actuar con mas locuacidad, con mas parquedad.
Cuando el volumen esta determinado por las condiciones personales del entrenador,
sí es una debilidad. Si el entrenador es de esos que habla mucho siempre o de
aquellos que nunca hablan, remite nuevamente a la concepcion estatica del
entrenamiento centrado, principalmente, en el entrenador.

3.2.3 La gestión de los estados de euforia y de bronca en el entrenador deportivo

La cultura excesiva del resultado, entendida como la dimensión en la que


prácticamente el único indicador válido para catalogar la gestión del
líder es si ganó o perdió, favorece la aparición de dos estados
emocionales no saludables en quien debería transmitir mesura y
equilibrio en la administración de las energías de los atletas, antes,
durante y luego de la competición.

Ya en apartados anteriores se ha hecho referencia a que el estado de


euforia no es recomendable y a sus características. Aquí agregamos que;
en relación a la competición deportiva, la euforia, como desequilibrio
emocional provocado por la aparición del éxito repentino o inesperado,
lo único que provoca en los atletas es:

• Impedimento de ver en perspectiva los desafíos


venideros.
• Respectivas estrategias de logro para intentar
superarlos.
• Los roles individuales asignados en pos de estos
escenarios.

Utilizando la competencia como dispositivo de aprendizaje. Un


entrenador eufórico no ve lo que debe ver por su rol: la mirada estratégica
indelegable en otra persona, por la naturaleza de su función.

La bronca como estado emocional no saludable es la otra cara de la


moneda, en términos de la gestión basada únicamente en los resultados.
Si el resultado final o la tabla de posiciones es el único indicador válido
de la gestión de liderazgo y ejecución del equipo, lógicamente cuando los
resultados no acompañen de manera favorable las expectativas internas
y externas, la bronca en el líder aparecerá como respuesta automática, y
se transmitirán sentimientos tóxicos al resto de los atletas.

Cabe destacar que el prólogo de la bronca es el enojo y el epílogo, la


depresión.

Nada de este tridente contribuye al alto rendimiento, ni alcanzar niveles


óptimos de fortaleza mental en atletas. El enojo probablemente sea uno
de los mecanismos mentales que más energía le insume y le quita al
psiquismo, y la depresión, la consecuencia lógica de reivindicar o criticar
en exceso al pasado. Como se había mencionado anteriormente, la línea
temporal que debe gestionar en concreto el líder es el presente, el aquí y
ahora.

No obstante, es difícil para el entrenador la gestión de estos estados


emocionales, por la alteración que provoca la naturaleza de la
competencia. Por este motivo es que se pueden recomendar numerosos
instrumentos para favorecer la regulación emocional del líder ante la
aparición de euforia y/o bronca, a saber:

• Técnicas respiratorias, las cuales pueden ser de


músculo a mente o de mente a músculo.
• La gestión de la precompetencia, competencia, y
poscompetencia, apoyada en datos objetivos y no en
opiniones teñidas del estado emocional de turno.
• El permanente foco en el proceso de competición, no
solamente en la última contienda, como soporte de la
mesura necesaria para observar el recorrido
competitivo y no simplemente una fracción.

Finalmente, se comparte una figura en donde aparecen apartados


concretos para la adquisición de autoestima, autoconfianza, y actitud
positiva en los atletas durante un proceso de competencia. La pertinencia
de estos elementos se corresponde con la necesidad del entrenador de
crear estrategias de autorregulación emocional y fortalecimiento de la
capacidad anímica de sus dirigidos, de cara a la competencia.

Figura 8: Claves para generar autoestima, autoconfianza y actitud positiva en


la competencia deportiva

Fuente: Adaptado de Dosil, 2004.


CONTINUE
3.2.4 La gestión del estado de depresión en el entrenador deportivo

Como culminación del presente módulo, se hace referencia al estado de


depresión como un estado no saludable, en primer lugar, para el
entrenador, que lo padece internamente, y tampoco para sus dirigidos,
quienes receptan el déficit anímico del líder y lo transfieren a su propio
rendimiento deportivo.

Se puede decir de la depresión que es exceso de pasado en la mente del


sujeto de la misma manera que podríamos decir de la ansiedad que es
exceso de futuro (Serra, 2014) Tanto en una neurosis como en la otra, hay
déficit de presente.

El entrenador, ante la presencia reiterada de enojos, broncas


consecuentes, dramatismo y catastrofismo por ejecuciones defectuosas
y análisis permanente de acciones pasadas, con desbalance entre el
compromiso con la crítica y el compromiso con la propuesta de mejora,
es probable que padezca de estados depresivos. Como todo estado, es
transitorio. Y para que así lo sea, es sumamente importante gestionarlo.
Para ello, en términos filosóficos, el entrenador debe internalizar la idea
de compasión para consigo mismo y para con sus dirigidos. Compasión
en el sentido cognitivo de la acepción, es decir, como la capacidad para
entender, aceptar y perdonar.

El paso siguiente es adoptar las precisiones de las siguientes figuras,


haciendo foco en la programación cognitiva, presente y positiva, avalada
en datos objetivos.

Figura 9A: Entrenamiento del aparato cognitivo: cómo pensar

Fuente: Elaboración propia.


Figura 9B: Entrenamiento del aparato cognitivo: cómo pensar
Fuente: Elaboración propia.

Para finalizar este módulo, en particular, y este curso, en general, en


cuanto a la producción de contenidos, se resalta de manera
transcendente la comunicación como la principal habilidad de todo líder
y a su entrenamiento, como vehículo de los niveles óptimos de
regulación emocional.

Por este motivo, la siguiente tabla puede esclarecer las diferentes


modalidades y niveles comunicacionales de una comunidad deportiva en
donde hay líder y liderados. Quizás la perfecta combinación de cada
cuadrante tenga que ver con el escenario situacional específico. Pero sí
vale aclarar que nada bueno pasará, si en un equipo el volumen
comunicacional es siempre bajo, la modalidad siempre informal, el
contenido puramente social, la duración acotada, el emisor únicamente
el líder, el tiempo siempre pasado o futuro, la orientación hacia el
reclamo y la calidad fundada en rumores.

Tabla 4: Análisis Comunicacional del entrenado

VOLUMEN Alto Medio Bajo


MODALIDAD Formal Intermedio Informal
CONTENIDO Tarea Tarea/Social Social
DURACIÓN Acotada Intermedia Ilimitada
EMISOR Líder Líder/Equipo Equipo
TIEMPO Pasado Presente Futuro
ORIENTACIÓN Reclamo Respuesta Propuesta
CALIDAD Datos Datos/Rumor Rumor

Fuente: Elaboración propia.

También podría gustarte