Reflexiones sobre la mision de la ECAE
Reflexiones sobre la mision de la ECAE
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N° 2
REVISTA
DE LA ESCUELA
DEL CUERPO DE
ABOGADOS DEL ESTADO
Diciembre 2018
REVISTA DE LA ESCUELA DEL CUERPO DE ABOGADOS DEL ESTADO
Sumario: I. Introducción; II. La capacitación en Abogacía del Estado; III. Las herramientas
pedagógicas; IV. La potencia creadora de la Abogacía.
I. Introducción.
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direccionar todos los esfuerzos a servir al conjunto de mujeres y hombres que llevan
adelante la gestión jurídica del Estado.
A continuación, algunas precisiones sobre las que se estableció el qué y el
cómo de la propuesta pedagógica puesta en marcha en el presente año 2018.
acciones que supone el ejercicio de tal arte, son las necesidades de quien requiere la
asistencia.
Ese ejercicio consiste en una comprensión del problema, sobre la base de
diversas circunstancias que se expresa en un dictum/
reclamo/demanda/réplica/alegato/sentencia, etc.
Todos estos textos/discursos tienen por objeto establecer un estado de cosas,
una visión, una interpretación y esa construcción es la plataforma sobre la cual
reposa el “derecho” que asiste, que acusa, que condena, etc.; pero que no es el
derecho identificado con el ámbito ordinamental, aunque este sea parte esencial de
tal descripción.
Si esto es así, el ámbito derecho es recreado cada vez por el ejercicio de la
Abogacía; con lo cual, sería el ejercicio de la Abogacía lo que delimitaría el Derecho.
Y así, habría Derecho en tanto Abogacía.
Con ello, resulta forzoso concluir que sólo se podría entrenar en la Abogacía,
que es un hacer, un arte. Y no en Derecho, que es un lugar, una circunstancia, un
escenario.
Una digresión: el sastre, confecciona la prenda que necesita su cliente y queda
muy bien definido que la tela, los hilos, los utensilios (tijeras, tiza, aguja, plancha,
etc.) no se confunden entre sí, ni menos aún con la destreza puesta en práctica: la
sastrería.
Como en todo derrotero intelectual, las primeras certezas sólo son el comienzo
de nuevas incertidumbre. Así pues, avancemos. Y desde esta misma perspectiva, y
sin negar un componente lúdico, propongo algunas definiciones:
- Estado, todas las cosas que suceden por mandato de la Constitución
y a partir de la Constitución.
- Derecho, ámbito o circunstancia formulada por la Abogacía para
mostrar el problema y encontrar una solución posible.
- Abogacía, acción de formular ámbitos de posibles concreciones de
convivencia frente a conflictos reales surgido de pretensiones
legítimas o ilegítimas.
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La Abogacía del Estado, así, es un hacer constante porque el trabajo del Estado
es constante, trabaja de oficio y con un sentido determinado, irrenunciable como es la
competencia.
El Derecho no puede verse como una realidad ya dada; sino como una práctica
social que incorpora una pretensión de corrección o justificación; e implica atribuir
una especial importancia, digamos ontológica, a la interpretación.
Interpretación, entendida como actividad guiada por la necesidad de satisfacer
fines y valores que dan sentido a la práctica y otorga cierta prioridad al elemento
valorativo del Derecho sobre la visión aséptica de la ley.
Esta concepción, representa un intento, torpe por cierto, para caracterizar una
identidad bien definida que orienta la actividad de esta Escuela, junto a otros dos
principios: juicio crítico y capacidad de gestión.
A partir de allí, y como natural consecuencia surge el segundo principio: Juicio
Crítico. Justamente por lo que acabamos de señalar: la tremenda complejidad, casi
paradojal de hilvanar todos los conflictos y diferencias. Que, insistimos, no pueden
suprimirse en la construcción de ámbitos superadores que permitan la armonización
de todos los intereses, sabiendo que necesariamente algunos deberán someterse a
otros. Pero, insisto, sin renunciar a las diferencias, que son sustanciales para la
dialéctica que supone la convivencia en una sociedad democrática.
Asumiendo esta visión de nuestra materia de estudio, podemos afirmar nuestra
convicción de que cuanto más pongamos el acento en la literalidad que representa
ese campo intangible del Derecho, más nos costará formar nuestra conciencia para el
ejercicio de la Abogacía.
Si no recurrimos a una actitud crítica, corremos el riesgo de dejarnos atrapar
por la herramienta; diseñada para atrapar, sin éxito, al Derecho.
Y mientras el Derecho huye, nosotros quedamos inmovilizados por las redes
normativas hasta perder el interés por el Derecho en sí, con el alcance que le dimos
en párrafos anteriores; y así, renegamos de la potencia del Derecho. Una verdadera
calamidad.
Pero más allá de las caracterizaciones que podamos barruntar sobre el
“Derecho como ámbito”, o precisamente porque lo asumimos de esa manera,
corresponde centrar la atención en el modo de desarrollar acciones concretas que
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los expertos prudentes que asesoraban a los tribunales respecto de los conflictos que
eran presentados en sus estrados.
El Derecho, así entendido, es una creación intelectual y una acción
comunicativa que opera cambios en la vida real.
Allá por el 200 AC. Tiberio Coruncanio, se transformó en el primer plebeyo
que integrando el pontificado procedió a explicar las reglas que aplicaba para llegar a
su conclusión, y así pocos años después Sexto Elio Peto, publicó sus Tripartita en
las que comenta las XI Tablas, con sus interpretaciones y fórmulas procesales.
El proceso se desarrolló con la absoluta laicización del ejercicio y comenzó a
acumularse una jurisprudencia organizada con opiniones, dictámenes emitidos por
los Prudentes, que eran juristas laicos. Los Jurisconsultos. Tal vez los abogados del
Estado de la antigüedad.
Lo que deseo resaltar es la actividad de lo justo concreto, que elaboraban
aquellos arquetipos de abogados que resolvían en justicia y equidad, y sobre la base
de su propia sabiduría “construían” la solución, el Derecho.
Esa idea es la que nos guía a sostener como principios de la Escuela, la
Identidad, el Juicio Crítico y la Capacidad de Gestión. Principios que se
entremezclan sostienen y justifican mutuamente.
El Estado, tiene intereses que representan al conjunto de la sociedad que,
además puja dentro de ella; y con el mismo Estado que la representa. El Estado que,
a su vez produce normas generales y obligatorias que, si bien con algo de indulgencia
se lo menta como “orden normativo”, suelen contradecirse y re direccionarse unas a
otras a las vez que se derogan o repristinan mutuamente.
Es en esa Babel en que la Abogacía del Estado, resulta necesaria y se
diferencia con la Abogacía colegiada.
Frente a este complejo mundo en el que se sustenta la actividad estatal resulta
entonces incuestionable la necesidad de establecer una Escuela que se dedique a la
formación y perfeccionamiento del Cuerpo de Abogados del Estado.
La Abogacía del Estado requiere un modo diferenciado de enseñanza.
Puestos a discutir la mejor forma de encarar la tarea de formar a quienes
desarrollan la Abogacía del Estado, nos vimos obligados a trabajar en el desarraigo
de hegemonías de saberes parciales como el Derecho Administrativo, el Derecho
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Tributario, el Derecho Procesal, etc. Todo ello es objeto de la carrera de grado que
habilita el ejercicio profesional.
La Escuela debe trabajar para que esas “partes” del conocimiento entren en
sinergia y profundicen la capacidad para hacer que sucedan cosas, para asegurar el
funcionamiento de la Constitución Nacional en su proyección, que es el Estado.
Por ello, el nuevo Programa de Formación en Abogacía del Estado es un
conjunto de ejes temáticos separados en cuestiones problemáticas en las que se
entrecruzan todas las disciplinas necesarias para su estudio y solución.
Es decir, en esta Escuela se enseña una sola materia: Abogacía del Estado.
Otra cuestión, también compleja, que sobrevuela nuestra actividad es el
conflicto de intereses.
En el ámbito del llamado Derecho Público, notables autoridades de diversas
disciplinas, ejercen la Abogacía y en dicho cometido, pueden representar intereses
particulares que entren en conflicto con los que les compete a la Abogacía del
Estado. Importantes personalidades académicas litigan contra el Estado.
Lo cual no es nada malo, en sí mismo; pero que debe ser observado con
prudencia, en orden a los mandatos legales y las instrucciones precisas que el
Procurador del Tesoro estableció en su resguardo.
1) Ejes Temáticos.
Proyectamos a que cada profesor, emprenda su actividad asumiendo acciones,
con el fin de trabajar los contenidos propuestos en cada Eje Temático.
¿Por qué Ejes Temáticos?
Porque pretendemos problematizar el conocimiento, pondremos especial
énfasis en el aprendizaje del “Saber Hacer”, ya que los contenidos académicos son
propios de la carrera de grado, reafirmando de esta forma el actual concepto de
competencia.
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3) Evaluación crítica.
¿Por qué Evaluación crítica?
Porque consideramos relevante la evaluación del proceso de aprendizaje, y del
alcance paulatino de los objetivos planteados inicialmente, con el fin de evidenciar
las capacidades y aptitudes adquiridas y las que aún son necesarias profundizar.
De esta manera, se logra evaluar progresivamente los avances de cada cursante,
se promueve el compromiso y la motivación, facilitando al profesor la calificación
final de cada eje.
Así, también, para evaluar con prudencia el alcance de cada decisión que se
tome más allá del caso concreto. Es decir, estimar las consecuencias a futuro de cada
conclusión.
La llave principal de este modelo pedagógico autogestionario, está en la
provocación intelectual que el profesor genere con el planteamiento de problemas: el
desafío y la búsqueda de alternativas suelen ser el combustible para que el taller se
ponga en marcha.
A principios del siglo XVI, un joven Miguel Ángel de veintiséis años, observó
un bloque de mármol enorme, que había sido abandonado en al patio de la Catedral
de Florencia, por otros maestros que no le habían encontrado utilidad.
Miguel Ángel, luego de estudiarlo un poco, comenzó a trabajarlo y luego de un
tiempo la humanidad ganaba para sí, al David.
Se cuenta que entre los admiradores de semejante obra, hubo quien le preguntó
como hizo esa maravilla con ese bloque de mármol; y la respuesta fue tan genial
como su obra. Casi como enseñando dijo: “yo sólo quite lo que sobraba, el David
estaba ahí”.
Creo que esta anécdota, más allá de su veracidad histórica, es una seria lección
para la Abogacía, en particular la del Estado, para reflexionar cómo acceder a la
construcción de un discurso jurídico a partir de un bloque normativo que contiene
infinitos davides. Tantos como seamos capaces de ver. Y nos animemos a dejar salir.
Esa obra creadora de la interpretación que muchas veces se ve enervada por la
herencia de un formalismo ciego y estéril, que lleva a endiosar fórmulas por las
formulas mismas.
Si se me permite jugar con las palabras, quiero detenerme en cierta expresión
como Bloque de legalidad. Seguramente, muchos piensan en la representación de
solidez, de seguridad; pero la verdad es que un bloque es algo pesado, opaco, sin
vida.
Nuevamente nos encontramos ante la alternativa de considerar al Derecho
como algo que está ahí como el bloque: inmóvil, inerte (¿inservible?) o bien una
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potencia que contiene el poder transformador que utiliza la Abogacía del Estado para
que ese Estado sea posible.
La aplicación del Derecho es un ejercicio retórico en el que de conformidad
con la formación previa, con la ideología, con la toma de posición ética el intérprete
deberá buscar, diseñar, inventar los caminos más adecuados para la concreción de
esos valores.
La postmodernidad no solo debe mostrarnos el fracaso de los mitos del sistema
legal objetivo, completo, autosuficiente; sino principalmente darnos el espaldarazo
para volver a considerar al Derecho como un instrumento de paz, en la medida que
permita crear condiciones de convivencia, sin exclusiones.
Por supuesto que lo dicho no sólo se cumple con el desarrollo de un Programa
específico, sino con diversas actividades, como lo es la presente Revista, el área
pedagógica, la investigación, jornadas especiales para reflexionar sobre la tarea
compartida, la reflexión filosófica como soporte a la tarea de la Abogacía Pública,
programas de relevamiento de necesidades de capacitación, etc..
Así, entonces, estamos convencidos de que con la reorientación puesta en
marcha, la Escuela se encamina, de cara a sus Bodas de Plata, a concretar una
verdadera política pública, relativa a la formación en Abogacía del Estado.
Diciembre 2018