(7) Ogilvie R. M. Roma Antigua y Los Etruscos.
(7) Ogilvie R. M. Roma Antigua y Los Etruscos.
(7) Ogilvie R. M. Roma Antigua y Los Etruscos.
TAURUS v —
Roma Antigua
y los Etruscos
Título original: E arly Rome and íhe Elruscans
© 1976, R. M. Ogilvie
Editor británico: WiuiAM C oluns Sons & Co., Glasgow
ISBN: 0 006333494
Cubierta
de
M a n u e l R u iz A n g e l e s
1 Literalmente significa «bosque sagrado de Feronia»; esta últim a era una divinidad a
la que rendían culto los líbenos \N. de la 7'.].
ETRURIA '
Lucus MONTES
'Feroniao. S A B IN O S
Veyes
.Fidenas'
ROMA
.,- ^ ■r
MONTES^
Salinas
9a l b a n o s
LACIO
Antio
Y sigue así para las cinco clases. Sin embargo, existe un testimonio
de una etapa anterior que dividía el cuerpo de ciudadanos en dos: clas-
sis (los que podían ser elegidos para el servicio militar, dadas sus condi
ciones económicas) y los infra dassem. Esta distinción simple, conocida
a través de fuentes de anticuarios (Festo, 100 L.; Aulo Gelio, 6, 13) está
confirmada por una noticia histórica mutilada que da Tito Livio acerca
de un encuentro en Fidenas, en el que la classis (es difícil que aquí sig
nifique flota) tomó parte en el 426 a. C. (4, 34, 6). La división en cin
co clases pertenece a una época mucho más sofisticada.
Determinar a qué número llegaba la leva original de Servio está
más allá de toda conjetura, tal vez. No hay motivos para dudar de que
estaba organizada en unidades de cien hombres (centurias) y hacia
fines del siglo V el total parece haber variado entre cuatro y seis mil
hombres; estas cifras concuerdan con las mejores estimaciones que pue
den hacerse acerca de la población en Roma. Seis mil también pudo
haber sido el máximo nominal para Servio, porque Roma atravesó un
largo período de recesión a comienzos del siglo V y por entonces tam
bién pudo haber declinado su poderío humano. Si esto es así, la classis
serviana quizá estuvo integrada por unas sesenta centurias. Pero no po
demos saberlo; tal vez haya comenzado con una leva de sólo treinta o
cuarenta centurias. Pero fuera cual fuese el número, el nuevo ejército
marcó una ruptura radical con el pasado, en especial porque otorgó
una prioridad a la infantería frente a la caballería. Este es uno de los
puntos disputados con más calor dentro de la historia romana antigua,
pero el balance de los argumentos sugiere que la vieja caballería se con
virtió en subordinada, militar y políticamente, de los hoplitas, aun
cuando la disciplina rigurosa y las tácticas de un ejercito hoplita regular
todavía se hallaban a mucha distancia, en el futuro. Es posible hacer
un resumen de los testimonios del respecto.
1. La organización militar serviana también adquirió significado
político (cfr. p. 64) y las seis centurias de caballería fueron conocidas
como los Sex Suffragia o Seis Votos (unidades votantes). Sin embargo,
si se sabe algo con certidumbre acerca de las disposiciones en cuanto al
voto en toda la organización de Servio, es que los Sex Suffragia vota
ban después de la c/assis hoplita (Cicerón, Philippicae, 2, 82). Esto sólo
puede significar que se consideraba que su importancia era secundaria.
2. En los primeros años posteriores a la caída de la dinastía de los
Tarquinos, los romanos solucionaron sus crisis, en ciertas ocasiones,
suspendiendo su constitución normal y eligiendo un jefe especial; dic-
tatoro magisterpopuli era el nombre con que se le conocía (cfr. p. 88).
Tenía a manera de asistente un Maestro de caballos (magister equitum)
y a él mismo no se le permitía, a causa del protocolo religioso, montar
a caballo (Plutarco, Fabio, 4). También aquí las prioridades son evi
dentes.
3. La batalla decisiva de la República antigua, la del lago Regi-
11o, c. 496, ha sido coloreada en su descripción con buena dosis de
romanticismo homérico; pero entre la bruma surge una circunstancia
histórica. De acuerdo con la tradición, el dictador. Aulo Postumio Al
bo. dedicó un templo a los Dioscuros en el curso de la batalla. Los
Dioscuros siempre fueron fenicios por protectores de la caballería; esta
ban representados con sus caballos en un grupo estatuario cerca de su
templo en el Foro: una ceremonia antigua —el desfile de la caballería
(transvectio equorum)— estaba asociada con su culto (Dionisio, 6. 13,
4). Pero los Dioscuros no eran tan sólo los patronos de los enemigos de
Roma en aquella batalla (cfr. p. 97), sino que simbolizaban el arma
más poderosa del enemigo en el combate: la caballería. Al dedicarles
un templo a esas divinidades. Postumio intentaba, por tanto, per
suadirlos de que debían cambiar de bando. La deducción es fácil. Por
comparación con los latinos, Roma poseía un arma de caballería débil:
su fuerza mayor estribaba por entonces en la infantería.
Con todo, el nuevo ejército hoplita no tenía que haber adoptado
de inmediato las tácticas hoplitas, que exigían mucha solidez y un en
trenamiento cuidadoso. Hacia finales del sigio V, en las guerras impor
tantes contra Veyes y los galos, se habían convertido en las tácticas
corrientes. Livio nos dice de un dictador, Aulo Postumio Tuberto. que
c. 432 a. C. condenó a muerte a su hijo por salirse de las filas para ata
car al enemigo (4, 29). El castigo era merecido, porque toda la forma
ción hoplita corría peligro tan pronto como se producía algún res
quebrajamiento en ella. Pero cuarenta y cinco años ames, los Fabios
marcharon contra Cremera en su carácter de clan, acompañados por sus
clientes, y esto presupone que no estaban organizados y entrenados co
mo una falange hoplita. Sin embargo, no se ha de construir demasiado
sobre los cimientos de esta leyenda, porque todo el relato está colorea
do por la narración de Herodoto acerca de los trescientos de las Termo
pilas, hasta tal punto que no se puede dar demasiada fe a ninguno de
los detalles. En todo caso, los Fabios avanzaron para constituir una
guarnición de frontera, con el objeto de impedir que los veyenses inva
dieran el suelo romano. En ningún sentido constituían una fuerza de
combate característica.
No obstante, en general, la naturaleza esporádica y típicamente
guerrillera de las actividades bélicas de comienzos del siglo V —contra
los sabinos, los ecuos, los volseos y los hérnicos, todos ellos pueblos
montañeses merodeadores— requería una organización militar flexible.
Sólo cuando Roma se enfrentó con ejércitos organizados, se vio en la
necesidad de formular tácticas precisas. El núcleo ya estaba allí, listo
para expandirse cuando las circunstancias lo requirieran.
CÓMO SE HACE UNA NACIÓN
.anuvio
Ardea
SABINO!
• Caere
Túsculo
ECUOS
Aricia*
Signia*
.•Ardea Pometia
LACIO
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Bovillas . .
• Corbio
Verrugo—
.Veütrae
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•
Pometia
LAC IO
Sátrico* V O L SC O S
Anlío
Circeios
Anxur
(Terracina)
1. Habtá paz entre Roma y (odas las ciudades latinas, mientras el ciclo y la tierra
mantengan la misma posición. No harán la guerra las unas contra las otras, ni
introducirán guerras foráneas, ni otorgarán el derecho de acceso a los agresores.
2. Prestarán toda la ayuda que les sea posible a las que sean atacadas.
3. Cada una de las partes recibirá el mismo lote de despojos y botín provenientes
de las guerras comunes.
4. El juicio en los casos comerciales privados se fallará en el plazo de die7. días, en el
lugar en que se haya hecho el contrato.
5. Nada será agregado ni quitado de los términos de este pacto, si no es con la
aprobación de Boma y de los latinos.
(Dos breves citas en latín, en Festo, 166 L., quizá hayan sido parte de
las estipulaciones financieras y legales de 4.)
Se ha discutido mucho acerca de si los términos, tal como los esta
bleció Dionisio, pueden haber sido los originales. Las previsiones gene
rales acerca de la paz y la neutralidad son relativamente corrientes, pero
surgen algunas particularidades:
1) La duración («hasta tanto el cielo y la tierra mantengan la
misma posición») casi no posee paralelo. El equivalente más cercano se
presenta en un tratado que se firmó entre Alejandro el Grande y los
celtas en el 335 a. C. La frase normal hubiera sido «para siempre».
2) La división de los despojos ha sido considerada no auténtica,
pero recibió una confirmación reciente, merced al texto fragmentario
del tratado entre Roma y Etolia, concluido en el 212 a. C. (SEG, 13,
382), donde se especifica que el botín transportable obtenido en las
ciudades tomadas debía ser dividido entre los dos aliados, en lugar de
ir a dar sólo a las manos romanas (como era habitual). En vista de que
Roma no negociaba con los latinos desde una posición de supremacía
arrolladora, y ya que la alianza estipulaba comandos y fuerzas con
juntos, la previsión de dividir los despojos parece razonable.
3) La cláusula acerca del comercio no es usual. Por una parte, esas
estipulaciones acerca de la ley privada no figuran normalmente en los
tratados públicos, y en segundo lugar, las relaciones comerciales, por lo
común, serían cubiertas por la institución pública del commercium, o
sea, que una obligación contractual que establece el derecho de un tus-
culano, por ejemplo, para firmar convenios con un romano se puede
hacer cumplir en las cortes romanas de acuerdo con la ley de Roma y
viceversa. Sin embargo, si la observamos sobre el fondo de las dificul
tades económicas particulares de la década del 490, que serán discu
tidas más adelante, esta cláusula no puede ser desechada.
En síntesis, por lo tanto, la mayoría de los especialistas admiten
que el texto del tratado, tai como lo proporciona Dionisio, es genuino
en su sustancia (si bien quizá haya sido modernizado y no esté del todo
completo).
Quedan aún dos preguntas: ¿Eran muy numerosas las comunidades
latinas con las que Roma concluyó aquel tratado? ¿Con cuánta eficacia
se había organizado la alianza defensiva?
Dionisio (5, 61) dice que 30 ciudades estaban comprometidas y
éste, en determinado momento, se convirtió en el número tradicional,
tal como lo registró Tito Livio y, por ejemplo, tal como aparece en el
relato acerca del prodigio de los 30 lechoncillos. El historiador propor
ciona, es verdad, una lista de nombres, pero existe la sospecha de que
algunos de los nombres (por ejemplo: Setia, Circeios, Norba) eran ana
crónicos. La lista de Dionisio es la siguiente: Ardea. Arida. Boillae
(presumiblemente Bovillas), Bubentum, Comi (¿Corani? = Cora),
Carventum, Lavinium. Lanuvium, Circeii. Corioli, Corbio, Cabum,
Fortinii, Gabii, Laurentum, Labici, Nomentum, Norba. Praeneste,
Pedum, Querquetulum, Satricum. Scaplia. Septia, Tibur. Tuscu/um,
Tolerium, Tellenae y Velitrae. En rigor, esta lista sólo contiene veinti
nueve nombres. Puede ser que uno se haya perdido en el proceso de
transmisión, quizá Pometia o incluso Tarracina. O tal vez Dionisio
incluía a la propia Roma entre los treinta. Además, es casi seguro que
ya no existía la plaza de Laurentum y que los laurentes formaron una
comunidad adjunta a la de Lavinio, como lo hicieron los rútulos en
Ardea. Muchos de los lugares aparecen en las campañas volseas de Co-
riolano, y existe cierta información separada, pero ambigua, acerca de
Preneste, ciudad de la que se dice que se pasó al bando romano en el
499 a. C. (T. Livio, 2, 19, 2); aunque sospecho que no se ttata sino de
un recuerdo independiente del hecho de que Preneste se uniera a la
alianza latina junto con Roma.
Existen otras listas de las comunidades latinas, que incluyen una
nómina más tardía proporcionada por Tito Livio, quien recoge las
30 colonias romana s en el 209 a. C. (27, 9, 7), pero ya que ninguna de
esas listas alude siquiera a una relación con el tratado del lago Regillo y
de Casio, el riesgo menor estriba en ignorarlas por completo. La proba
bilidad consiste en que la mayoría de las ciudades citadas por Dionisio
firmara el tratado de inmediato o en la década siguiente. En lo funda
mental, se trataba de una reorganización de la liga romano-latina an
tigua, propulsada por los Tarquinos, con el papel predominante de
Roma recortado en forma severa. El tratado se mantuvo en vigencia
Ostia
■s«^Tellenas,
Lavmio*
Circeios
ETRURIA
Lúeas
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A rd e a L. F e r e n tin r r
\ LAC IO ?
V O L SC O S
Circeios. A nxnr
ÍT e rra c in a )
La guerra en el Lacio
tico aJ leer esta inscripción como lo hizo, se tratara del motivo que se
tratase, porque desautorizó una petición de Marco Licinio Crasso en el
29 a. C., que pedía ser premiado con los spo/ia opima, alegando que
Crasso sólo era un procónsul y no un verdadero cónsul. En todo caso,
bien pudiera haber sido «restaurada» y modernizada en los 400 años
que habían transcurrido desde su dedicación.
Sin embargo, el coselete es una prueba tangible de la acción contra
Fidenas. También es importante en cuanto al problema de la fecha. Si
Cosso era cónsul, se ha de haber librado una batalla crucial en el 428
antes de Cristo, cuando detentaba el consulado junto con Tito Quinctio.
Las fuentes hablan de disturbios en Fidenas, en dicho año, de unas
perturbaciones que motivaron una investigación judicial acerca de los
movimientos de ciertos ciudadanos sospechosos, que después serían
deportados a Ostia, pero no hablan de un choque mayor que, en
cambio, fechan hacia el 437 o el 426. En esos años se otorgó la dicta
dura a Mamerco Emilio y se le adjudicó un ataque victorioso contra Fi
denas. La participación de Emilio en el sometimiento de Fidenas tam
bién fue recogida por los Registros Triunfales del 437 a. C., pero en ese
año Cosso no desempeñaba ninguna magistratura oficial. En rigor,
debe de haber sido demasiado joven y Tito Livio lo menciona sirviendo
en calidad de joven oficial en el ejército que estaba al mando de Emilio.
Con esto, nos queda el 426 a. C., cuando Cosso era tribuno consular y
también había sido elegido por Emilio como su magister equitum. Es
imposible alcanzar la certidumbre. La proeza de Cosso era algo recor
dado en forma independiente, sin duda. Todo lo que se puede conje
turar con sensatez es que durante doce años Roma no estuvo en condi
ciones de asegurarse la alianza de Fidenas en forma decisiva. Fueron
necesarias varias intervenciones y muchas batallas antes de que la po
sición quedara estabilizada por completo. Fidenas poseía un sólido
emplazamiento natural que hubiera sido difícil tomar sin una cantidad
enorme de fuerzas y sin una maquinaria de sitio adecuada. Cuando
sucumbió, los romanos fortalecieron su control del lugar enviando un
destacamento de colonos y asignándoles algunas tierras en las cercanías.
También cabe destacar que algunos ciudadanos romanos de mucho
predicamento, que llevaban el cognomen Fidenas, como Lucio Sergio
(cónsul en el 437) y Quinto Servilio, y cuyas familias, por lo tanto, quizá
fueran oriundas de Fidenas, tuvieron un papel activo en los tratos con
la ciudad, según se dice, sin duda en un esfuerzo por reforzar su
influencia sobre sus antiguos compatriotas.
Aunque no podemos recuperar en detalle el curso de las relaciones
entre Roma y Fidenas a lo largo de esos años, podemos fiarnos del
panorama general. Además, ese panorama recibe una confirmación de
otras tres fuentes. Las inscripciones de Veyes preservan el nombre de
Tulumne como el de una de las familias líderes de la ciudad en el
siglo VI, en tanto que Cicerón menciona que se había conservado hasta
sus días un grupo escultórico que conmemoraba a «Tullus Cluilius,
Lucius Roscius, Spurius Nauíius y Caius Fulcinius, que fueron muertos
por el rey de Veyes» (Philrppicae. 9, 4-5). No hay motivos para dudar
de la autenticidad de una escultura que llevara esa inscripción y los
nombres de Cluilio y Nautio pertenecen a familias que estaban activas
en el siglo V. Por fin, una nota en Tito Livio (4, 34, 6) se refiere a un
combate en Fidenas, en el 426, librado por la classis. En el latín clá
sico, esa expresión se refería normalmente a la flota y así lo entendió
Tito Livio, entre disculpas. Pero, desde luego, Roma no tenía flota de
importancia hacia esas fechas, y en el caso de haberla tenido, una ba
talla naval en el Tíber, frente a Fidenas, hubiera sido algo muy parti
cular. En rigor, la nota debe referirse a la movilización del ejército
centuriado (la clase que podía ser electa, por oposición a los que es
taban por debajo de la clase, los infra classem; cfr. p. 46) y a su des
empeño en Fidenas. La oscuridad y la precisión de la nota (porque sólo
existía una clase que podía ser electa) sugiere que el texto debe de
haber derivado de algún registro contemporáneo.
La defección de Fidenas no amenazaba únicamente al tráfico de
Roma, Tíber arriba. También condujo a los romanos a un enfrenta
miento serio con Veyes, una vez más, e impuso una nueva carga militar
sobre la comunidad. Las privaciones ocasionadas por la guerra continua
en tres frentes y por la depresión económica habrían de afectar la moral
popular. Existe una tradición continuada (que está transmitida por Tito
Livio) de una resistencia opuesta por los tribunos de la plebe a la leve
militar anual; si hay algo de verdad en ello —y no se trata de un hecho
del que se pueda esperar que aparezca referido en los anales de los
pontífices— esa resistencia sugiere un descontento y una inquietud
muy generales. Por fortuna no es necesario apoyarse en esta tradición
dudosa, porque existen otras dos narraciones bien testimoniadas, que
conducen exactamente a la misma conclusión y que reflejan una comu
nidad llena de amargura por los inconvenientes económicos y escindida
por la discordia política.
El primer relato, por tradición fechado en el 441-440, se convirtió
en un lugar común para los políticos de finales de la República. Un
caballero, Espurio Maelio, utilizó sus contactos y recursos privados para
importar una cantidad importante de trigo desde Etruria, que vendió a
precios asequibles o incluso regaló a la plebe, con lo cual adquirió una
popularidad muy grande, si bien momentánea. Eran tiempos de
hambre y el Estado ya había elegido un prefecto, Lucio Minucio. para
que coordinara e! abastecimiento público de trigo. Maelio, envanecido
por su éxito, puso en marcha un plan para apoderarse del poder su
premo; Minucio lo supo a tiempo y lo dio a conocer en el Senado.
Los senadores instaron a un asesino. Cayo Servilio Ahala, para que ma
tara a Maelio o, al menos, perdonaron su acción. Sin duda, ésta es la
versión primitiva de la historia y proporciona una descripción concreta
de la ruda justicia propia de la política del siglo V. Más tarde fue «legi-
timizada» por los historiadores que reaccionaban ante la violencia su
maria de la época de los Gracos. Cayo Servilio ya no fue calificado
como un ciudadano privado. Se había declarado un estado de emer
gencia y Servilio había sido elegido maestro de caballos bajo el mando
del dictador Lucio Quinctio Cincinato, cuya temprana carrera ya se
había convertido en un hecho legendario (cfr. p. 109). De acuerdo con
esta versión, Servilio tenía poderes legales para poner en práctica su
justicia brutal. El esqueleto del relato pertenece a la construcción básica
de Ja tradición oral dentro de la historia romana, aun cuando surjan
algunos elementos desconcertantes. Existía un lugar llamado Aequi-
maelium, al sudesde del Capitolio, cuyo nombre era explicado por los
antiguos eruditos, con cierta falta de rigor, aduciendo que ese era el
sitio en que se había alzado la casa de Maelio, que fuera arrasada des
pués de la muerte de éste. Y lo que es aún peor, el Aequimaelium se
hallaba cerca de una columna con una estatua asociada con la familia
de los Minucios; la columna aparece en las monedas acuñadas por los
Minucios durante el período 140-103 a. C., y el historiador Pisón decía
de ella que había sido erigida en honor de este Lucio Minucio (Plinio,
Naturalis historia, 18, 15). Además, existía un Pórtico Minucio (Por-
ticus Minucia) que era un centro del mercado de cereales, situado junto
al ángulo sudeste de la ciudad. Sin embargo, ni Ja estatua-columna, ni
el pórtico pueden fecharse antes del siglo III según los datos arqueo
lógicos; esto acarrea algunas dudas acerca del papel de Lucio Minucio
en el 441, como servidor público del Estado, que debía ocuparse del
abastecimiento de trigo. No obstante, tanto escepticismo es quizá algo
excesivo. Tito Livio refiere que una lista antigua de magistrados, escrita
sobre lino (Ubrilintei), recogía el nombre de Minucio como prefecto de
ese año. No se puede determinar si la suya era una responsabilidad más
específica, con respecto al abastecimiento del trigo (praefectus anno-
nae) u otra más general referida a la ciudad (praefectus urbi). Esas
relaciones sobre telas de lino se hallan entre los más antiguos de los
documentos atestiguados para las magistraturas romanas y se guardaban
en el templo de Juno Moneta, dedicado en el 344 a. C. Por lo tanto,
constituyen la fuente más fidedigna y original. Minucio tenía una po
sición pública en Roma y Maelio fue asesinado. Como en el caso an
terior de Espurio Cassio, se revela una situación revolucionaria en po
tencia, en la que un individuo puede ganar un apoyo sustancial para sí
mismo, explotando las penurias económicas y las insatisfacciones en el
campo de la política.
En estas circunstancias, las familias que tenían poder en Roma, al
parecer, eran los Postumios y los Sempronios, ambas tal vez de origen
etrusco, pero ya romanizadas por completo. En las generaciones poste
riores, los Sempronios fueron una familia plebeya, pero su aparición en
los Fasti consulares del siglo V es una indicación de que deben de haber
sido patricios por entonces. Los Postumios, sin duda, pertenecían al
patriciado y se ha conservado el recuerdo de que ellos habían sido los
paladines de la causa patricia, unidos con los Sempronios (Dionisio,
10, 41, 5). Adquirieron así una especie de monopolio de las magistra
turas superiores: Aulo Sempronio Atratino fue el primer tribuno con
sular en el 444 a. C., y quizá un hermano, Lucio Sempronio Atratino,
cónsul en el mismo año; en la generación siguiente, Aulo Sempronio
Atratino fue cónsul en el 428, tribuno consular en el 425, 420, y 416, y
su hermano. Cayo Sempronio Atratino, cónsul en el 423; Espurio Pos
tumio Albo fue tribuno consular en el 432, Aulo Postumio Tuberto
dictador en el 431, Marco Postumio tribuno consular en el 426, Marco
Postumio Regillense, tribuno consular en el 4l4 a. C. Pero el éxito de
todos ellos no fue proporcionado a su distinción.
La guerra con Fidenas se prolongaba; las guerras contra los volseos
resultaban perennes e indefinidas. La conciencia de los defectos mili
tares se adviene en las decisiones adoptadas en el 421, cuando se deter
minó aumentar la cantidad de cuestores (magistrados administrativos)
de dos a cuatro, y en el 409 elegir plebeyos para el cargo de cuestores,
con lo que se aseguraba el campo de elección más amplio posible.
Algunos rastros de las críticas que se alzaban contra el gobierno pueden
ser reunidos. En el 431, Aulio Postumio obtuvo una victoria muy dura
contra los volseos mandados por Vettio Maessio, en Álgido, el paso
estratégico de los montes Albanos. Se conservó una leyenda acerca de
que había hecho ejecutar a su propio hijo porque había abandonado su
puesto de batalla, como lo habría de hacer un jefe militar posterior.
Tito Manlio Torcuato, en el 347 a. C. La proverbial «disciplina pos-
tumia» siguió en pie (Aulio Gelio, 1, 13). En Ja guerra hoplita, una
estricta disciplina era esencial para mantener la cohesión de la falange,
y esto puede ser lo que está detrás de aquella anécdota. Pero, en todo
caso, sugiere unas medidas despiadadas y una moral incierta. Marco
Postumio fue derrotado en Veyes, en el año 426, y Cayo Sempronio en
Verrugo en el 423, cuando el ejército se salvó gracias a los esfuerzos de
los mandos subordinados. Diez años de insatisfacción estallaron en una
serie de ataques personales entre las dos familias. La historia ha sido
escrita con posterioridad, como es evidente, pero existen testimonios lo
bastante sólidos como para reconstruir los hechos. Tito Livio menciona
a cuatro plebeyos, Sexto Tempanio, Marco Asellio, Tito Antistio y (?)
Espurio Pullio. de los que dice que habían obrado con gran presencia
de ánimo como oficiales no investidos en Verrugo. Tres años más tarde.
Cayo Sempronio, el infortunado jefe de aquella ocasión, fue por fin
declarado culpable y castigado con una multa. Tito Livio menciona
como cabecillas de la acción contra él a tres tribunos de la plebe, An
tistio, Sexto Pullio (?, la grafía del nombre aparece corrupta) y Marco
Canuleio. Parece tratarse de los mismos individuos, pero ese Marco Ca-
nuleio había sido sustituido por Marco Asellio, a causa de la fama
del antiguo Canuleio (cfr. p. 128). Esto se ha corroborado gracias a una
inscripción fragmentaria (fechada a comienzos de la época imperial,
pero que quizá sea una recontrucción de un monumento más antiguo)
que nombra a Tiberio Antistio, hijo de Tiberio Antistio, como la per
sona que dedicó o construyó algo en el tribunado consular de [Me]b-
nenio Agrippa y Lucrecio T[ricipitinoj. es decir en el año 419 a. C. La hi
pótesis mis aceptable es la de que el valor de los cuatro hombres y la
acusación que formularan contra Cayo Sempronio fueron conmemo
rados en una inscripción, así como la muerte de los cuatro legados en
Veyes fue recordada de una forma similar. Otras manifestaciones de
esta hostilidad consistieron en el juicio seguido, también en el 420.
contra Postumia, una virgen Vestal a la que se acusó de comporta
miento indecoroso —un hecho que tendría que haber sido recogido
por los anales pontificiales— y el juicio contra su hermano, Marco Pos-
tumio, basado en su fracaso en Veves, juicio que tuvo éxito. Por fin,
Marco Postumio Regillense, en el 415 a. C., fue lapidado por sus
propias tropas tras haberles recriminado su derrota frente a los ecuos en
Bolae.
El período termina con una nota de lobreguez extrema, iluminada
sólo por la recuperación de Fidenas y por el hecho de que los volscos
todavía eran mantenidos a raya. A lo largo de más de treinta años, el
ejército había dado muestras de sus debilidades de técnica, de moral y
de liderazgo; y el pueblo de Roma, asolado por las enfermedades, la po
breza y el fracaso militar, estaba dividido y descontento. Y en tales
circunstancias se alzó la amenaza más seria contra la existencia de
Roma. Veyes desafió a Roma y durante cierto número de años (diez
según la tradición, pero la contienda adquirió las proporciones épicas
de una guerra troyana en sus primeras etapas) Roma se vio empeñada
en una lucha a vida o muerte. De aquel enfrentamiento emergería,
bajo la inspiración de un hombre, Marco Furio Camilo, provista de un
ejército particularmente mejorado y dueña de un sentido de unidad
corporativa que, aun cuando dejaría sin resolver los problemas políticos
más importantes, proporcionaría la perspectiva de un compromiso y
del progreso para un futuro.
VEYES
Las fechas proporcionadas aquí son las convencionales, que para la mayor parte de la
monarquía han de entenderse como casi completamente especulativas (y. por ende, están
señaladas como trad.) y que para el período de la República han de considerarse unos
tres o cuatro años anteriores (p. ej., la caída de Roma en poder de los galos está sincro
nizada por las autoridades más antiguas con sucesos griegos fechados con certeza en el
386 a. C., pero la cronología convencional romana la dató en el 390 a. C.).
V a rró N : Marco Tercncio Varrón (116 a. C.-27 a. C.). Anticuario romano que cscribió
mucho sobre las costumbres, los ritos y las tradiciones romanos. Sus Antiquitates no
se han conservado, pero fueron citadas con amplitud por escritores tardíos. Fue cono
cido como el «más erudito de los romanos». Las obras que de el perduran son üe
hngua Latina y Res rusticae, publicadas en Loeb Classical Library, con traducción.
GceróN: Marco Tulio Cicerón (106-43 a. C.). Aunque era sobre todo un abogado y un
político, poseía un hondo interés por la historia y serios conocimientos del tema. Su
obra fragmentaria De re publica contiene valiosa información. Existe una traducción
anotada por ti. H. Sabine y S. B. Smith en la Library of Liberal Ara. bajo el título
On the Commonweaíth. [Hay varias traducciones al castellano.)
D io n is io : Nacido en Halicarnaso, Asia Menor, pasó a Roma en el 30 a. C. y allí vivió
hasta su muerte en el 8 a. C. Escribió sus Antigüedades, romanas, una historia de
Roma hasta el 264 a. C., en griego, en la que incorpora testimonios abundantes de
escritores antiguos; también obras retóricas. Texto con traducción en Loeb Classical
Library.
Estrabón : (Elio) Estrabón, geógrafo e historiador griego que se estableció en Roma en el
29 a. C. Su Geografía contiene interesantes leyendas de la fundación y otros detalles.
Texto con traducción en Loeb Classical Library.
Virgh.10: Publio Virgilio Marón, de Mantua (70-19 a. C.). Poeta romano cuyas obras, en
especial Aenets, incorporan muchas leyendas y tradiciones de la Roma antigua. Hay
una traducción en prosa de Eneida en Penguin Classics; la versión en verso de C. Day
Lewis también es buena. [Hay varias traducciones castellanas. Bilingüe en la edición
de la Universidad Nacional Autónoma de México.)
T ito Livio; Tito Livio, de Padua (59 a. C.-17 d. C.). Escribió la historia de Roma desde
la fundación hasta el 9 a. C., en 142 libros, de los que se conservan los que van del
1 al 10 y del 21 al 45. Sus intereses principales eran artísticos y filosóficos; pero su obra
contiene una gran cantidad de material original y es la fuente específica más impor
tante del período. Texto completo en Loeb Classicif Library. con traducción; comen
tario de R. M. Ogilvie sobre los libros 1-15, Clarendon Press, 1969: traducción de los
libros 1-5 en Penguin Classics, bajo el título de The Early History ofRome (la historia
antigua de Roma). [Hay traducción en castellano.]
O v id io : Publio Ovidio Nasón (43 a. C.-18 d. C.). Poeta romano algunas de cuyas obras,
en especial los Fasli —una relación poética del calendario romano—, contienen de
talles preciosos acerca de los ritos antiguos. Texto con traducción en Loeb Classical
Library. [Hay traducción en castellano.]
PLUTARCO: Quinto Mestrio Plutarco, historiador y filósofo griego de Queronea, en Beocia
(í. 4Vi. 120 d. C.). Erudito que realizó muchos viajes, que adquirió la ciudadanía
romana y que se interesó profundamente por la historia romana. Además de sus
obras de antigüedades, escribió una serie de biografías paralelas griegas y romanas,
que incluían a Rómulo, Numa, Publicóla y Camilo, en las que se incluye mucha
investigación original acerca de la Roma arcaica. Texto, con traducción, en Loeb Clas
sical Library. [Hay traducción castellana de las Vidas Paralelas. ]
feSTO: Sexto Pompeyo Festo (fl. 150 d. C.). Autor de un diccionario (compendio de otro
anterior escrito por Verrio Flacco) que contiene un gran caudal de información re
ligiosa y sobre la antigüedad, junto con vocablos arcaicos. Texto en edición de
Tcubner.
I^MEO: Historiador griego oriundo de Taormina. Sicilia (c. 350-260 a. C.). El primer
historiador griego que escribió con amplitud acerca de la historia italiana y romana.
Su obra se conserva sólo a través de citas, que se pueden consultar en Jacoby, Frag
mente der Griechischen Histariker, núm. 566.
FabiO : Quinto Fabio Píctor, el primer historiador romano (fl. 225-200 a. de C.). Su obra
se ha conservado sólo en resúmenes y citas, pero dio pie a la formulación de gran
parte de la historia de la Monarquía y de la República arcaica. Fragmentos en Peter,
Historicorum Romanorum Reliquiae.
P IS O N : Lucio Calpurnio Pisón (cónsul en el 130 a. C.). Primer historiador romano que
utilizó ampliamente el material de archivos de la Roma arcaica. Su trabajo pervivió
sólo a través de fragmentos y citas, que se pueden consultar en Peter, Historicorum
Romanorum Reliquiae.
BIBLIOGRAFÍA SELECTA
i . In t r o d u c c ió n h istó rica
2. F uentes
Los fragmentos de los historiadores romanos antiguos han sido publicados por H. Pe-
TER, Historicorum Romanorum Reliquiae (Leipzig, 1906). Los historiadores cuyas obras
se conservan todavía no han sido editados en forma completa, aparte de Tito Livio.
libros 1-5 (Oxford, 1965, 2.* edición, 1969).
Resúmenes útiles acerca del carácter fidedigno y tendencioso de los historiadores ro
manos se encontrarán en P . G. W a is h , Livy: His Htsloncal Aims and Methods (Cam
bridge, 1961) y E. B a d iá n , Latín Historians (ed. T. A. Dorey, Londres, 1966). También
existen ensayos consistentes acerca de Tito Livio como historiador, escritos por Sir Ronald
SymE, Harvard Studies in Classical Philology. 65 (1 9 5 4 ). p p . ¿ 7 -8 8 , y J. B r is c o í e n /.//•>
(ed. T. A. Dorcy, Londres, 1971).
Las fuentes escritas están discutidas a fondo —pero con un prejuicio muy pronun
ciado— por E. Q je r s ta D . Early Rome J (Lund, 1973).
4 . C ó m o se h a c e u n a n a c ió n
5. S erv io T um o
Sigue siendo una contribución decisiva para la compresión de las reformas de Servio
Tulio el artículo escrito por H. Last en el Journal o f Román Studies (1945). pp. 30-48.
M o m ig lia n o ( Rendiconti Accademia det Lincei 17. 1962, p . 387 y ss.) y A lfo ld i
(Early Rome and the Latins, p . 47 y ss.) ofrecen relacion es d ife re n te s acerca d el c u lto d e
Diana en el Aventino.
6. T a r q u in o el S oberbio
7. La CAlDA DE LA MONARQUÍA
Todos los tiempos principales han sido tratados por ALfOLD! en Early Rome and the
Latins.
La fecha de la institución de la República es muy distinta. Entre los que quieren lle
varla al siglov se encuentran R. WERNER. Der Begmn der Rómischen Repubhk (Munich.
1964), GjERSTAD. en especial en Legends and Facts or Early Rome (Lund, 1962), y
B lo c h . en The Origtn o f Rome y Tite-Live et les premiers siecles de Rome (París, 1965).
Hay una reseña útil acerca de las hipótesis sobre los nombres plebeyos en los Fasti escrita
por A. D ru m m onD en el Journal o f Román Studies 60 (1970). p. 199 y ss. Los Fasti han
sido consultados en forma conveniente por T. S. R. B r o u g h t o n para su obra Magistrales
o f the Román Republic (Nueva York, 1951). Los problemas de la República arcaica
fueron el tema de un simposio organizado por la Fondation Hardt. Los artículos y las
discusiones derivadas fueron publicados en el año 1968. E. País (Ancient Italy. Londres,
1908) fue uno de los críticos más astutos, al detectar los mitos griegos que habían sido
trasplantados a Roma.
Los tratados entre Cartago y Roma son muy discutidos. La discusión de F. W. W a l
BANK sobre el importante capítulo de Polibio, en su obra Historiad Commentary on
Polybius (Oxford, 1957) es el mejor resumen de puntos de vista opuestos. También son
analizados por A. J. T o y n b e e en Hannibal's Legacy. pp. 519-555). De la inscripción de
Pyrgos. el análisis mis fidedigno quizá sea el de J. HEURGON en el Journal o f Román Stu
dies 56 (1966), p. 1 y ss. Las excavaciones de Regia han sido dirigidas por Frank BrOW N,
que ha publicado también los informes correspondientes (p. ej., en Les Origines de la
Républtque Romatne, pp. 47-64).
J . H e u r g o n c o n sid e ra la m a g istra tu ra d e praetor maximus e n el m ism o v o lu m e n (p á
g in a s 9 9 -1 3 2 ). E. S. S ta v e le y . e n u n a rtíc u lo q u e e stu d ia el d esarro llo d e la c o n stitu c ió n
ro m a n a (Historil 3, 1966, p . 99 y ss.). fech aría la ley en c u e stió n e n el 432 a . C.
Una descripción vivida de la tumba de Franpjis se hallará en J. H e u r g o n , Daily
Ufe..., pp. 45-49, pero también habría que leer Claudias (Oxford, 1934), p. 12 y ss., de
(Para las excavaciones de San Giovenale, véanse las publicaciones del Insti
M o m ig lia n o .
tuto Sueco en Roma.) Sobre Aristodemo y su política hay publicadas unas discusiones
recientes: B. O d m b et F a r n o u x , Mélanges d'Archíologie et d'Histoire 69 (1957). pá
ginas 7-44, y C. G. H a r d ie , Papen o f the Bntish Schoolat Rome }7 (1969). pp. 17-19.
El artículo de M o m ig lia n o «An Interim Report on the Origins of Rome» {Journal o f
Román Studies 33. 1963. p. 96 y ss.) es una lectura fundamental para todo el período.
Un estudio muy minucioso acerca de las paredes de Roma ha sido escrito por G . Sa -
FI.UND, Le Mura di Roma. 1932. Después de esa obra, el desarrollo ha sido poco. Los
descubrimientos en Lavinium todavía no han sido publicados en su totalidad, pero
Alfóldi brinda un resumen útil de lo que ya se conoce. Acerca del lago Regillo. véase
Hommages a M. Renard (Bruselas. 1969). 2, p. 566 y ss. El análisis que WEINSTOCK hace
de la inscripción de Eneas se hallará en el Journal o f Román Studies 30, 1960, p. 117 y
siguientes; la inscripción de Cástor y Pólux fue publicada por F. C asta gnou , en Studi e
Mjtertali30 (1959). pp- 109 y ss. A. D rummOND sostiene el desarrollo independíenle de
la historia de Eneas en Roma y en Lavinio; véase el Journal of Román Studies 62 (1972),
página 219.
La fecha y los términos del tratado latino son el tema de una investigación rigurosa
llevada a cabo por W e rn e r (véanse las lecturas referidas al capítulo 7), quien propone
una fecha treinta años posterior a la que se defiende aquí, y también por T o y n b e e .{Han-
mbal's Legacy. p. 120 y ss.). El análisis de la cerámica importada deriva de G je r s ta d ,
Early Rome 4, pp. 593 y ss. M o m ig u a n o ha sido el primero en subrayar la orientación
helénica de los plebeyos al fundar el culto de Ceres (Les Origines de la Républtque Ro
mane, p. 216 y ss.). La exposición más clara acerca del nexum es la que ha brindado el
profesor M. I. R n le y , Revue d'Histoire du Droit 43 (1965). p. 159 y ss.
9. El D ecenvirato
Las relaciones de Roma con Etruria están cubiertas no sólo por el libro de H . H . Scu-
LLARD, sino también por la obra de W. V. H a r r is . Rome in Etruria and Umbna (Ox
ford. 1971), pp. 4-49. La arqueología de Veyes y de la campiña cercana ha sido estudiada
por la British School of Rome desde los comienzos de la década de 1950 y los resultados
están referidos en una cantidad de artículos y trabajos publicados en la serie Papers o f
the British School at Rome.
El entorno social de las Doce Tablas es analizado con competencia por F. W ieacker
(Les Origines de la République Romaine, pp. 295-356). Los fragmentos de las leyes
mismas están recogidos en Fontes luris Románt Anteiustiniam (ed. S. Riccobono, Flo
rencia, 1941) y están estudiados en un libro importante de Alan W atSON. próximo a apa
recer. Para la posible reforma del calendario, ver A. K. Michfxs , ya citado.
12. V eyes
El sistema etrusco de desecación ha sido estudiado por S. JUDSON , Papers o f the British
School at Rome 31 (1063), pp. 67-92. Las leyendas acerca de Veyes han sido analizadas
con gran inventiva por J. H u b e a u x en su libro Rome et Véies (París, 1958). Los descubri
mientos arqueológicos para la tierra de Veyes están catalogados por J. B. Ward-Perkins y
otros, Papers o f the British School at Rome 36 (1968).
E. R a w s o n papers o f the British School at Rome 39, 1971. pp. 13-31) elabora una
reconstrucción cauta de la organización militar romana antes del siglo 11 y tiende a deses
timar la contribución de Camilo a la reforma.
Acerca del triunfo y del exilio de Camilo, véase: M o m ig u a n o , Classical Quarterly 36
(1942), pp. 111-120, y S. W einSTOCK, Divus Julius (Oxford, 1972).
La invasión céltica del valle del Po sólo ha sido investigada, hasta el presente, en
forma sumaria. Hay un material valioso en E., B a u m g a e rte l, Journal o f the Royal
Anthrvpological lnstitute 67 (¡937). pp. 231-286, y un buen resumen en L. BarfíELD,
Northern Itaiy (Londres, 1971), pp. 146-159. El análisis más reciente es el escrito por
P. Tozzi, Storia Pajona Antica (Milán, 1972), pero los testimonios célticos no se en
cuentran bien documentados.
M. S o rd i ( / RapportiRomano-Ceriti. Roma, 1960)ofrecía una estimación extremada
mente original y provocativa de las relaciones entre Roma y Caere en esa época. La
cuestión técnica de la condición de los ceretanos es discutida por W. V. HARRlS, Rome in
Etruria and Vmbria (Oxford), 1971, pp. 45-47, y T o y n b e e , Hannibal’s Legacy, p. 411.
LISTA DE ILUSTRACIONES
L á m ina s r ie r a d e t e x t o :
M a pa s :
Págs.
El ámbito romano inicial .............................................................................................. 10
Roma y la campiña circundante................................................................................... 15
El Lacio y la Liga latina.................................................................................................. 66
El lacio y los Tarquinios................................................................................................ 74
El Lacio contra los Sabinos y los Volseos...................................................................... 93
Los diez miembros afiliados a la Ligalatina.............................................................. 100
El Lacio circa 470 a. C..................................................................................................... 112
La guerra en el Lacio...................................................................................................... 138
Veyes .............................................................................................................................. 147
ÍNDICE DE NOMBRES PROPIOS Y MATERIAS
U
umbros, 50.
Utens (río), 157.
ÍNDICE DE FUENTES
Aristóteles, Política, 1280a, 35: 81. Livio, Tito, Prefacio: 26; 1, 13, 6-8: 44
Aulo Gelio, 13, 23, 2: 37; 15, 27, 5: 52; 1, 30, 2: 50; 1, 43: 45; 2, 21, 7: 53-54
17, 21, 4: 80. 3, 20, 5: 26; 3. 64, 10: 127; 3, 65, 3
Catón. Origines, 58 P: 65. 127; 4, 20, 5-9: 137; 4, 34, 6: 140; 5
Cicerón, De Ora/ore, 2, 52: 19. 19, 9-11: 152; }, 21, 2: 153; 5, 34: 158
A d Atticum. 6, 1, 8: 122. 5. 35, 1-3: 157; 6, 1, 2: 19; 7, 3. 5-9
Philippicae, 9, 4-5: 140. 83; 9, 30, 3: 130; 10, 31, 1-9: 19.
Dionisio de Halicarnaso, Sobre la imita Licofrón, Alexanc/ra, 1250-1260: 96.
ción: 24. Macrobio, Satumaliorum libri, 3, 9, 6:
Antigüedades, 4. 57, 3: 75; 5, 61: 99; 6, 153.
95. 2: 98. Polibio, 1, 6, 1: 162; 3, 22.4-13: 81 y ss.
Estrabón, 4, 180: 65. Servio, Aneidos, 1, 373: 19; 7, 188:
Festo, 66 L.: 135; 180 L.: 94; 276 L.: 101; 166.
290 L.: 57; 486 L.: 85. Tácito, Annales, 11, 22: 133.
Hellánico, FGH, 4 F 84: 35. Varrón, De lingua Latina, 5. 33: 75; 5,
(Hesíodo) Teogonia. 1011-16: 36. 46, 55: 44; 7, 105: 105.
ÍNDICE