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Las actividades científicas son valiosas porque permiten conocer los conceptos previos, ilustran

la teoría, desarrollan habilidades manipulativas, mejoran la capacidad de resolución de


problemas, incrementan la socialización y la motivación de los alum- nos y conducen a un
cambio positivo en la actitud y visión hacia la ciencia. En estas actividades se debe impulsar la
participación activa del alumno y la elaboración de los trabajos experimentales debe ser tenida
en cuenta en el proceso de evaluación.

Por el carácter de su resolución

Es el alumno, casi sin ayuda, el que planea y realiza la actividad científica. El profesor da a los
alumnos una guía de lo que pueden realizar, pero se deja a estos, con la supervisión del
docente, introducir nuevas variables. En este tipo de actividades resulta fundamental diseñar
actividades que no acaben convertidas en «recetas» de trabajo. En Primaria es muy
conveniente la práctica dirigida y controlada por el docente, y, debido al nivel cognitivo y el
bagaje científico de los alum- nos, las actividades se centrarán en la comprobación de algún
hecho o fenómeno, asociación de los hechos observados a teorías o leyes que conoce, análisis
de datos y obtención de conclusiones.

A la hora de diseñar cualquier actividad científica se deben tener en cuenta los siguientes
aspectos

Además, todo profesor, antes de proponer la realización de una actividad científica que ha
diseñado, debe realizarla él con anterioridad para observar incidencias, peligrosidad, etc...

A continuación, se presentan los criterios más importantes que deben guiar la selección de las
actividades científicas

Que favorezcan el aprendizaje del contenido científico. Que incrementen la actitud científica,
hacia la ciencia y hacia el trabajo práctico.

El laboratorio escolar debe servir para la experimentación y la comprobación de la teoría


impartida en el aula, aunque también se puede implementar antes de desarrollar los
contenidos como estrategia para conocer las preconcepciones de nuestros alumnos y saber
cómo abordar y plantear el tema dentro del aula. Este recurso metodológico permite a los
alumnos realizar experimentos, aprender a manejar aparatos sencillos, contrastar conceptos
teóricos y comprobar hipótesis obtenidas durante la aplicación del método científico. No hay
que olvidar que los niños son curiosos por naturaleza y a través de su deseo de explorar se les
puede ayudar a aprender, pues en las actividades de laboratorio, además de observar, medir y
experimentar, se consigue que los alumnos desarrollen una serie muy importante de
capacidades cognitivas y procesos mentales. La objetividad o intersubjetividad de la
experimentación, sin que la opinión influya en la interpretación de los datos obtenidos.

La paciencia y la perseverancia ante la espera de obtención de resultados. La predicción, el


análisis y la síntesis. Es muy importante la realización de una observación sistemática, anotar
puntualmente los datos obtenidos y saber cómo extraer las conclusiones relevantes del
experimento realizado. En laboratorio se realizan actividades manuales que en ocasiones
necesitan cierta precisión.
El rigor científico. Exactitud o precisión en todas las operaciones científicas. Los alumnos deben
aprender progresivamente esta forma de expresión. Los alumnos adquieren un do- minio
progresivo y comprensivo del vocabulario científico.

Hay que tener en cuenta las peculiaridades del lenguaje científico, así como las diferencias y
características generales del discurso escrito y oral. En función de la edad de los alumnos
pueden facilitárseles fichas con dibujos en los que los alumnos solo deben colorear.
Aprendizaje cooperativo. Gran parte del trabajo de laboratorio se lleva a cabo en parejas o
pequeños grupos, lo que propicia un trabajo colaborativo.

En resumen, se fomenta una enseñanza más activa y participativa donde se impulsa el método
científico y el espíritu crítico. Aunque hablamos de trabajo de laboratorio, este no tiene por
qué circunscribirse de forma exclusiva a este lugar, ya que es cierto que en muchas ocasiones
las experiencias planteadas pueden realizarse cómodamente en el aula, sin recurrir al
laboratorio. Por ejemplo, la germinación de una semilla y la evolución de su crecimiento o el
estudio de la metamorfosis del gusano de seda en mariposa son dos actividades perfectamente
factibles para ser realizadas en el aula. Hay que ser conscientes de que trabajar dentro del aula
resulta mucho más cómodo, pues no tenemos que preparar el laboratorio ni movilizar a los
alumnos.

Desarrollo del trabajo de laboratorio

Tal y como comentábamos anteriormente, el desarrollo de actividades fuera del aula, en este
caso en el laboratorio, presenta algunos inconvenientes. En primer lugar el número de alumnos
que se aconseja para trabajar en el laboratorio es reducido, por lo que para organizar estas
actividades en muchos casos se hace necesario la existencia de un profesor de desdoble que se
encargue de trabajar con el resto de alumnos en el aula o con actividades alter- nativas, que
pueden ser o no de carácter práctico.

Proporcionar problemas y actividades planificadas adecuadas a la edad y a las características


de los alumnos. Ayudar a los alumnos a formular hipótesis. Permitir que los alumnos hablen de
sus descubrimientos. Los alumnos pueden tener diferentes ideas de una misma realidad, es
adecuado que expresen el modelo mental construido, lo analicen y lo reconstruyan de nuevo
en el caso de que sea erróneo.

Esto facilita la comparación de los resultados y el tener una percepción del modo en que han
trabajado los alumnos. Ayudar a los alumnos a buscar pautas, patrones o tendencias en los
datos encontrados. Guiar a los alumnos a extraer conclusiones basadas en pruebas.

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