Sermon Que en Accion de Gracias Por El Feliz Natalicio de Sar El Principe de Asturias d Alfonso

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 41

SERMÓN

Q U E E N ACCIÓN D E G R A C I A S
POR

«fe
EL FELIZ NATALICIO
DE
S6
S. A. R. EL PRINCIPE DE ASTURIAS.
D. ALFONSO.

Predico eT Presbítero eapafiol

D . J O S É M-a VEL.ASCO
m Comendador de la Real y distinguida orden <le Curios »f,,
Examinador Sinodal fctu

í'í'-'h. Btt la
5T
IGLESIA DEL CONVENTO DE PREÜICAIIOKES %}.
PE BUENOS A I R E S EL DÍA 27
DE JUNIO DE 1858,

BUENOS AIRES,
Imprenta de "La lie vista Española."
1858.

y¿£^V>\£Éj jgg|||g||g^gg^|g|
' ^afes1 Q
ERMON
QUE EN ACCIÓN DE GRACIAS
pon
EL FELIZ NATALICIO
DE

S. A. 11. ÉL PRINCIPE DE ASTURIAS,


D. ALFONSO.

Predicó el Fi'eslj itero español

D. «FOSE M> T E L ASCO


Comendador de la Real y distinguida órjen Je Carlos III.,
Examinador Sinodal lira.

En l<t

ÍGLE3IA DEL GONVENTO DE PREDICADOR]»


DE BUENOS AIRES EL DTA 27
DE JUNIO DE 1858.

BUENOS AIRES.
Imprenta Je "La lio vista Española."
18á58.
Al JSK 1). Carlos A. ée Españar Secretario
de la Legación? de 8. M. C cerca de ¡os Gobier-*
no? del Mío de la; Mata, y Caballero de la indita
orden militar de S* Juan de Jermalenv

En testimonio dd mas mogiáo afecto-, y sin'


eem amistad*

Su antiguo amigo y Capellán


Jvsé María VeláWto
Magnifícate domínum mecmn etexaltemus nomen ejus ín idipaum.
^Glorificad conmigo al Señor y todos juntos alabemos su nombre* Psalm,
;33 yera, 4.

Cantemos en este fausto día himnos suavísi-


mos de paz, consuelo é inefable alegría, porque
el Rey de los reyes y Señor de los que dominan
escuchó benignamente los tristes ayes del mag-
nánimo pueblo español eansado de turbulencias,
y ansioso de la felicidad y bienandanza de que
gozarán sus católicos progenitores. Regocijémo-
nos suavemente M. Y, Sres,, Real Marina es-
pañola, amados compatriotas, quememos incienso
delante de los altares, hagamos resonar armóni-
cos instrumentos, y digamos con toda la efu-
sión de nuestras almas, al Padre de las miseri-
cordias y Dios de todo consuelo-, que bendito sea
una y mil veces, porque mostró de nuevo su pa-
ternal protección á la siempre católica y esforza-
da patria del Cid [1], Pulsemos eí laúd y la cí-
tara, hagamos retemblar el melodioso órgano,
adórnese con sencillas galas la recatada donce-
lla de Israel* y declaremos arrebatados de nacio-
nal entusiasmo, que un beneñcio singular debe la
nación española á la divina Providencia, y que
[1"| Asistían al acto el secretaria de la Legación Sr. España, repre-
sentante oficial de la iníamn, los Sres. comandantes y oficialidad de los
buques dnguerra de S. M. C. Corbeta "Villa de Bilbao,11 y Goleta
"Cruz" el caballero ftr. Cíisares vice-cónsul de Españu en Buenos-
Airee, varios señores cónsules de otras luiciones, con la Comisión espa-
ñola, y extraordinario concurso.
sus hijos residentes j m esta capital, se congregan
en la casa del SEÑOR para rendirle la mas so-
lemne y afectuosa acción de gracias* Clamaba,
señores, el católico pueblo español porque el
cielo concediera al trono esclarecido de los Re-
caredos y Pelayos, sucesión varonil qne perpetua-
ra sus glorias, y sus reverentes súplicas parece
como que no eran atendidas: diez años de ansie-
dad terrible esparcieron por todas partes el desa-
liento y la desconfianza; pero el brioso español
tan católico como amante de sus reyes, poseído
en su angustia del sentimiento religioso que siem-
pre le destinguiera oró COJI el sacerdocio en los
atrios de la casa del SEÑOR y en medio de la
gran corte de Jcnisahn (1), y su deprecación efi-
caz fué oída, y muy al punto sintió en su pecho
santa alegría, y en dia feliz y memorable resonó
por todos los ámbitos d é l a monarquía un grito
universal de contento y alborozo, y la augusta
Reina de las Españas doña Isabel 2, rt de
ISorbon [Q. D* G,] tuvo la dicha de contem-
plar las misericordias del santo Dios de Israel
en el suspirado natalicio de sú escelso hijo el Prín-
cipe de Asturias, y el pueblo español de salu-
dar enajenado de placer con aclamaciones y
festivos cánticos al futuro rey don Alfonso XII•
Españoles!! El sol de la prosperidad y ventura
amaneció en nuestra patria amada para no eclip-
sarse jamás: el bravo león de Castilla ha vuelto
sobré sí: ha despertado del mortal letargo, de la
mortífera fiebre que por luengos años le acongo-
jara: la ilustre nación que legó su catolicismo,
lenguage y civilización á apartados hemisferios,
ha de recobrar su antigua fama y esplendor: !a

(1) Psnlin. lir> V. 18 y 19.


— 5 —
patria afortunada de los santos, de los guerre-
ros, de los hombres grandes» sabios y generosos,
abandonará su postración para constituirse tal
cual fué en no remotos tiempos, grandiosa, mag-
nánima, respetada de propios y estranos* Loor
eterno al Dios compasivo de S. Fernando, que
miró siempre con especial predilección esa pe-
nínsula de los héroes, que se honra con el mag-
nífico timbre de católica por escelencia, q\ie eri-
gió soberbias catedrales, suntuosas basílicas, afa-
mados monasterios, y que por demás reconocida
á la maternal clemencia déla Virgen santa Ma-
ría, que radiante de gloria y hermosura se dignó
visitarla en carne mortal, levantó en la invicta
Zaragoza monumento proverbial de su devoción
tierna y afectuosa á la bendita madre del Salva-
dor, ¡Cisnes del Ebro, cantad, como ha medio sin-
glo cantabais la independencia de la patria ul-
trajada por las águilas del Imperio! ¡cantad, mien-
tras que nosotros reconocidos, bendecimos el nom-
bre santo del SEÑOR, que también es vuestro
el honor y la gloria! Y no suspendáis vuestros
conmovedores trinos hasta que yo que me he em-
peñado en grave asunto, demuestre á mis compa-
triotas en una sola proposición, sin olvidar por eso
el objeto sublime de la presente solemnidad 6(Que
el catolicismo formo siempre la verdadera grandeza
de la nación española.7'
Omnipotente Señor que gobernáis la tierra y
con vuestro infinito poder regis los destinos de las
naciones, iluminad mi entendimiento. Madre mía
purísima, Patrona de las Españas, interceded por
mí.
AVE MARÍA

Magnifícate dominum mecnm, et exaltemvs


— 6 —
?wmen eju$ in idipsum* Glorificad conmigo al Se*
ñor y tQdos juntos alabemos su nombre. Psaliik
33 vera. 4,
¡Filosofía vana li^ye de ini$ labios! esta cá^-
tedra santa te rechaza y tus preceptos fastuosos
cuando no maléfico^ an-eibatariaxi á mi alma que ha
de enardecerse con los memorables recuerdo^ de
la patria,, todo ei vigor* toda la fuerza qne necesita
en estos supremos xaor»entos* ¡Sombras espanto-
sas del paganismo., apartaos de jní imaginación!
¡humanidad desgraciada! ¿como dormitabas tran-
quila eníre las ruinas 4e La muerte? ¿qué seria de
tí m el Hombre-Dios que desde el aljtp cielo ob-
servara pesaroso jtu abyeoeiop, no hubiera descen-
dido á redimirte? la funesta eriseñan^ft que te
legaron los prohombres del gentilismo ¿no la ol-
vidarás jamás? las ideas imperfectas que Sócra-
tes, Cicerón y Platón te trasmitieran acerca de Ja
existencia de Dios y de las grandes verdades del
mundo moral* ¿podrán tranquilizarte en tus de-
lirios? tú que gemías exclamada por el genio del
mal y ahora te ves rescatada y vuelta á la vida
¿qué mano protectora derramó sobre tí tanta bon-
dad? ¿has olvidado tan pronto el gran sacrificio
del Gólgota? aquel varón de dolores que escitaba
la compasión de las almas tiernas, y que mofado
por Ja plebe murió en madero de ignominia: aquel
que ie devolvió la dignidad de que tu misma te ha-
bías despojado, que se humilló para que te engran-
decieras* que con admirable doctrina, con ejem-
plos de hombre santísimo enseñp al mundo la man^
sedumbre y la paz, ¿ignoras que reprobó tus qui-
méricos sistemas, tu fatal racionalismo, y el de to-
dos los tiempos? Ved, señores, porque no quise
invocar esafilosofíavana que corrompe el corazón
y lastima las potencias, ¿Verdad de Dios! tu se-
ras mí inseparable guia, la nave dichosa qttfe xm
conducirá á puerto de seguridad ¡fieligion santí?
de mis padres! tú que derramastes sobre mi co-
razón las mas suaves delicias - - á ti te invo-
co, consueta seductor de mi almaf porque si me
abandonas en estos preciosos instantes no podré
hermosear tai desaliñado discurso con tu balsámi-
co aroma-, con tu eficacia arrebatadora y celestial.
Espartóles!!! escuchad eon respetuoso silencio la*
gloriad maá insignes de nuestra patria: del catoli-
cismo proceden todas ellas. Sin este maná delei-
table que descendió de los cielos para hacerla
grandiosa ¿qué género de merecidas alabanzas
pudiéramos tributarle? ¿faltarían acaso? ah}- no!!
qtie le sobran proezas, que no necesita mendigar
agen a nombradla; pero su mas ilustre blasény
su mas alto renombre, lo debe, á no dudarlo, al
catolicismo. Oídme os ruego y considerad- cuán>
crítica es-mi situación para que me concedáis vues-
tra indulgencia*
Trasladaos con vuestra imaginación á la mas
remota antigüedad: ¿Para que introducirme en la
oscuridad de los primitivos tiempos? Hombre»
eminentes que escudriñaron á las edades su¿
secretos3 y comprometieron sus talentos para le-
gar á la posteridad tan minuciosas como prolijas in-
vestigaciones, temieron con sobrado fundamento*
llevar sus plumas á tan impon efcte como máges*
tuoso recinto, ¿Para que hablaros de los feniciofr
y cartagineses* dé sus guerras con los indígenas^
de sus adelantos f civilización de„*-*u.-..r*-..¿
Quiero presentaros en un teatro mas brillante^
mas fecundo en célebres recuerdos. Contemplad
al bravo celtíbero como sacude la omiaosa coyun^
da de la mas soberbia de las repúblicas. Observaé
i k orgullosa JRoma engreída con sus triunfos eo-*
— 8 —
mo se enseñorea sobre un pueblo altivo é indomia-
ble^ sobre un pueblo que resiste á todo trance su al-
tanera dominación. Poco importa al invencible íbe-
ro ia cultura é inmenso poderío del pueblo rey:
Roma dominará> pero será tenazmente combatida,
y un hombre tan afortunado como impávido, un
hombre que conquistará imperecedera fama, ha de
arrancar de sus garras la mas pingüe de las regio-
nes? la joya mas apreciabie de sus conquistas.
Católicos compatriotas*España ha sacudido el yugo
opresor de la señora del universo: no pudo3 no
le fué permitido á su honor soportar mas tiempo,
su tiránico, su injusto proceder: ha tronchado las
duras cadenas que la oprimían, ha dejado de ser
romana, para hacerse goda. Tal acontecimiento
bien merece, que tanto por su importancia, como
por los opimos frutos que ha de producir, bien
merece repito que vosotros lo apuntéis en vues-
tra memoria para considerarlo como el crepúsculo
refulgente del clarísimo dia que ha de amanecer
en el apacible hemisferio de nuestra patria. Por-
que Roma abusó de un modo arbitrario de su gran
poder debió sucumbir, señores, y sucumbió de
hecho. Es cfue Dios asi lo había decretado en,sus
inescrutables designios: la sangre inocente de los
mártires no se derramó infructuosamente: la abne-
gación y heroica constancia de castas doncellas
sacrificadas en holocausto del Dios vivo ha pasma-
de á los mismos verdugos: las voces lastimeras que
exalaban las catacumbas, han conmovido á los cie-
los; elpoüteismo con sus horrores ha declinado por-
que los Ciprianos y Tertulianos con su irresistible
facundia le asestaron certeros golpes, y la verda-
dera y santa religión de nuestros padres oscureci-
da por la maléfica influencia del infando paganis-
mo, preciso era que brillara como las estrellas eíi
el firmamento: el emperador Juliano lo lia com-
prendido y no pudo contener su encono, y el mun-
do escuchó estupefacto una espantosa exclamación
del famoso apóstata ¡Qué oyó3 santos cielos! mi
lenguada lengua de un sacerdote de I Altísimohume-
decida aun con la sangre preciosísima del inmacula-
do Cordero se resiste á pronunciarla mas horrible
de lasbasfemias \vencisíe> &k Galilcol exclamacen-
telieándole los ojos, y habia vencido J. C á no du-
darlo, amados compatriotas, porque al verificarse
la emancipación provocada por los escesos de
Roma, la idolatría quedaba reducida á un cadáver
destrozado por las armas poderosas d^ la verdad
católica, á un cadáver que no acababan de se-
pultarlo para prolongar el martirio de la contris*
tada humanidad. Sigamos nuestros* raciocinios.
Para que el pueblo disfrute las ventajas de
un gobierno regularizado, preciso es que cierta
desigualdad introducida entre los godos y roma-
no-hispanos desaparezca, y gracias al arrojo de un
rey demasiadamente severo que traspasa rígida
y terminante prohibición uniéndose en matrimo-
nio con una española, ambas razas comienzan
á confundirse, y á virtud de ordenamientos sabia-
mente dictados* se confunden, y la legislación se
uniforma, y la nación es una misma. Aquí te-
néis, amados compatriotas,- el ofígen de la unidad
política de un pueblo que se esfuerza para cons-
tituirse sólidamente; ¡cuantos beneficios produjo!
pero la España para adquirir perfecta nacionali-
dad, para aspirar á la grandeza á que está llama-
da, clama con tiernas instancias por su unidad cató-
lica, y ha de concedérsela el; cielo, y ha de ele-
varla al alto rango de señora de las naciones ba-
jo el amparo tutelar de la sacrosanta religión del
Crucificado. Suscitad ¡gran Dios! un héroe que
3-
— 10 —
tremole en esa porción escogida de la tierra el rcrag.
nífico estandarte del catolicismo, para que á su
sombra crezca y se multiplique esa gran familia que
fea de producir tanto mártir invicto, tanto adalid ge-
neroso. No desatendáis Sr., mis fervientes ruegos^
porque siendo arríanos los godos y católicos los
españoles, nopueden ser verdaderamente felices* y
no lo serán hasta que sean tan iguales en sus cre-
encias religiosas,, como lo son ya ante las leyes, Y
señores, un rey obstinado en aberración inconce
bible, un rey que por nada abjuraría el arrianis--
me, maltrata lastimosamente á su católica esposa
la reyna Clotilde en odio 4 la religión que profesa,
y los paños ensangrentados que deponen la bár-
bara acción de A malárico enconan los ánimos
de reyes poderosos, y la guerra se enciende coit
bélico furor, y las luchas intestinas minan el so-
siego y bien estar de un pueblo que se constituye *
y el tenaz arriano cerrando los ojos para no ver
la clara luz de la verdad qpe refleja en sus pupilas^
desconoce que la inquieta heregía hiere de muer-
te sus nacientes instituciones, y un príncipe magr
mínimo, el santo Hermenegildo,- señores, su-
fre con impertubable serenidad la muerte desa-
piadada que contra él decreta un padre desna-
turalizado, y el catolicismo comenzó á triunfar
y triunfó para siempre* Leovigildo, este rey cruel
cumplió su misión: desaparece de la escena del*
mundo, y el inmortal Recaredo que le sucede en
un trono salpicado con la ilustre sangre del már-
tir, enarbola con sus manos y con su corazón la
ensena, salvadora del catolicismo, la bendice, la-
aclama,-abjura con los prelados y magnates ar-
ríanos que le imitan gozosos los errores de su sec-
ta; y aunque descontentos no faltan, el conta-
gioso arriatiismo desaparece entre los clamores-
_ 11 _
de la reprobación general. España es ya ca-
tólica y lo será, amados compatriotas^ regocijaos
y entonad salmos yucundos, porque el Rey in-
mortal de los siglos vela por ella, y los rayos lu-
mínicos que Santiago, S. Pablo y los siete va-
rones apostólicos esparcieron por nuestra patria
al anunciar en ella, las augustas verdades del
dogma católico no ha de estinguirlos ni la densa
niebla de la impiedad, ni el furor insano de intro-
ducir prácticas contrarias á la índole, á la esencia
constitutiva de las naciones. Que una mano poco
respetuosa arrebate á nuestra amada patria su
prenda mas querida, el dulce catolicismo, y sus
glorias se empañarán como el sol en tenebroso
dia, y su afable y tranquila fisonomía se cu-
brirá de negra tristura y el oprobio y deshonor
eonstituirán-su funestísima herencia. Mas no temed,
porque los Lorenzos y Vicentes, los Emeterios y
Celedonios, los Justos y Pastores, las Eulalias y
Leocadias, las Justas y Rufinas derramaron ge-
nerosamente su sangre española como la nues-
tra por conservarlo intacto y sin mancilla: no te-
med, porque exaltados por el gran principio ca-
tólico y ansiosos de hacerlo resplandecer como la
luz del medio dia, como los dorados arbores del
alba, escribieron tanto y tan elevado, se afana-
ron con tan laudable solicitud los Leandros-,
Fulgencios, Isidoros, Braulios é Ildefonsos, y
tantos ínclitos varones de la España goda en
los célebres concilios toledanos. Españoles, sa-
bedlo de una vez: do quiera que encontréis algo
sublime, alguna memoria de nuestros mayores que
exalte vuesiro patriotismo, allí encontrareis la re-
ligión católica con su cruz á cuestas, con ese árbol
frondoso bajo cuyo espeso raraage se cobijó ei
áaimdo entero y se hizo admirable la nación es-
— 12 —
pafiola ¿Qué representa ante vosotros esa enco*
miada producción del Fuerojuzgo? ¿ese código tan
celebrado que formó, que constituye hoy mismo
uno de los mas envidiables ornamentos <le nuestra
patria? ¿no observáis estampada en él la seducto-
ra imagen del catolicismo? Ah! que yo la veo,
soy dichoso., la veo en cuanto al hombre le es con-
cedido, tan agradable y bella, como la hizo el Eter^
no, y enajenado de júbilo inexplicable la ensal-
zo, la saludo respetuosamente, y mi pecho opri-
mido bajQ el peso de grandeza tanta, ha de desaho-
garse, ha de exclamar ¡benignísimo Señor! qué
paternal,que amable te mosírastes con ÍM favoreci-
do pueblo] lo diatinguistes con señalada, con re-
marcable predilección, y él reconocido, bendijo tu
santo nombre, te ofreció &us mas valiosos do*
nes, y quemó ante tu presencia los aromas mas
delicados y odoríferos de la Arabia. Acontecimien-
tos desagradables que se preparan han de probar
al mundo entero, que á la ilustre nación española
sumida en gran desventura, la salvó faciéndola
memorable su ángel tutelar, el catolicismo, ama-
dos compatriotas.
Como fiera qué ruge en el desierto porque en
sus rabias no encontró que devorar, asi el impla^
cable agareno acechaba «l momento 4e precipi-
tarse sobre nuestra fértil península para clavar en
sus elevadas torres el ignominioso estandarte de
Mahoma y sembrar en nuestros matizados campos
el exterminio y la muerte ¿lo conseguirá, Dios
santo? ¿se pasear^ su vengativo carro por el ame-
nísimo suelo de nuestras provincias? todo hay
que recelarlo, señores, de un pueblo que se apar^
ta de los senderos del bien, que desconoce los ina-
preciables beneficios de la recta y equitativa go^
•hernacion, de aquella gobernación que tiene por
— 13 —
base la mas austera moral, y el mas acendrado
respeto á las leyes, y el pueblo godo de mal en
peor habia caido á no dudarlo en tan graves in-
convenientes. Sobre él ha de pesar, j a lo ve-
réis, señores* la negra mano del infortunio: no
se hará esperar mucho un descalabro afrentoso.
¡Hijos fieros del África! ¿quién os ha dicho que
la desunión y el desquilibrio social se han intro-
ducido en el pueblo godo, y que su monarquía
se desmorona como edificio carcomido por la in-
curia de su indolente y perezoso poseedor? si
sois tan estúpidos, si vuestra liviandad y desca-
ro se confunde con la mas grosera ignorancia
¿porqué bramáis furiosos por arrojaros sobre mi
amada patria? ¿qué buscáis en esa región de los
héroes? qué? ,no se me oculta, no, que la
perfidia ha favorecido vuestros inicuos planes y
q u e — — ¡desgraciada patria mja! ¿no habrá
quien te consuele en tu desamparo? ¡santos már-
tires Asisclo y Victoria! rogad por vuestra patria
amenazada por ese enjambre de bárbaros ¡can*
didas vírgenes españolas Centola y Helena! cla-
mad, que vuestra sangre derramada con varonil
entereza vale mucho para interesar al cielo ¡feroces
mahometanos! retiraos alo mas apartado de vues-
tros hórridos desiertos; ¿creéis que obedecen, Sres.í
¡vana pretensión! Son de dura cerviz,de cráneo em-
pedernido y no retrocedente aferran en sus proyec-
tos de destrucción y mal que les pese andando el
tiempo han de conseguirlo ¡qué drama tan compli-
cado se presenta á mi imaginación! ¿no observáis
allá en el horizonte africano aquella polvoreda que
oscurece los dorados rayos del sol? son los árabes
que se remueven, que se acercan ya con sus formi-
dables huestes ¡qué dolor! ya, amados compatrio-
tas? no hay esperanzas, ya surcan con infernal gri-
— 14 —
teríael estrecho de Gibraltar, ya desembarcan con
algazara inusitada en el puerto de Algeciras, ya
marchan presurosos a un encuentro fatal, ya car-
gan sobre la gente goda como sobre un gran ca-
dáver, le destrozan, le aniquilan ¡santos cielos!
¡<pié espectáculo tan desconsolador! ¿de dónde
tanta destrucción, tan espantosa carnicería? las
riberas del Guadalete otras veces tan risueñas y
agradables ¿cómo perdieron su verdor y loza-
nía? ¿qué se ha hecho del tan desgraciado como
• funesto rey don Rodrigo? ¿qué dejos indomables
godos, terror y ¿sombro de los valientes? fenecie-
ron, señores, se hundieron para siempre con su
rey y su monarquía en el caudaloso Guadalete:
sus ensMngrentadas aguas lo publican á voces: el
mundo se asunta, pero á la realidad no hay resis-
tencia: el astuto guerrero del Koran venció al in-
trépido adalid del Evangelio, y el grande imperio
gótico cayó para no levantarse bajó el duro, bajo
el férreo golpe de la cimitarra de Tarik. La nacio-
nalidad española que aunque imperfecta porque la
fusión de las razas no se había completado: esa
nacionalidad que no era otra cosa á mi vista que
un germen fecundo de catolicismo ¿se habrá per-
dido también? ¡nh mi buen Dios! qué solicito y
benefactor fuisteis en todas épocas para con la
nación española, Lloraba desconsolada como tí-
mida jovencita que en la primavera de sus días
tuvo que lamentar la muerte prematura de una
madre cariñosa que con afanosa solicitud le pro-
digaba sus maternales caricias: sus entrecortados
lamentos, sus lastimeros y profundos gemidos eran
ahogados por la sevicia, por la ruda ferocidad del
insaciable agareno; pero el santo Dios de israel
la defiende: el catolicismo, su bello ideal, amados
compatriotas, ha de libertarla: corrrerá riesgos in-
— 15 —
mensos»- sufrirá convulsiones de muerte; pero al
tabo ha de triunfar. En lo mas inaccesible de ¡as
montañas de Asturias, allí en medio de aquellas
escarpadas rocas, un puñado de valientes que ha-
bitan sus lóbregas cavidades se han agrupado
en torno del inmortal Pelayo, y han dicho con
heroica resolución "VENCERÓ MOKIR." Una causa
mas noble r mas alta que el insano despecho por
las calamidades pasadas escita nuestros bríos:- la
veneranda religión de nuestros mayores, ese patri-
monio sagrado que envuelto en sangre gloriosa nos
legaron, no hemos de permitir qne sea conculcado
por el torpe musulmán; conservándolo ileso reco-
braremos nuestra anhelada nacionalidad,conquista-
rémos fama perdurable, corona inmarcesible: Dios
nos asistirá en la demanda. ¡A. pelear impetuosos
montañeses! y pelearon, amados compatriotas, y
el cielo se mostró propicio en las encarnizadas lu-
chas en que se puso á prueba su indisputable
valor, y á costa- de sacrificios sobrehumanos, y
alentados vivamente por el patriótico grito " D E
SANTIAGO Y A ELLOS",- el impuro sectario del Ko-
ran sufrió el sonrojo de continuadas derrotas y en
dia de grato recuerdo la monumental Granada se
vistió con vestiduras nupciales, y en sus empina-
das almenas se ostentó magestuoso y vencedor el
pendón glorioso déla mas completa y decisiva vic-
toria. Cantad ¡oh cieloú alabanzasy porque el Se-
ñor ha Aecho tan grande misericordia: alégrate tier-
ra de un cabo á otro; montes- selvas y todas las plan-
tas3 haced resonar sus alabanzas, porque redimió*
el Señor á Jacob y será glorificado en Israel [ I ] ,
Me he dejado arrebatar en alas de mi entusiasmo,
señores, he remontado mis vuelos á regiones altí-
simas f y debí contenerlos en la órbita reducida
t i ] : Jsai.-cap. XJLIV. vera.'XXIIÍ;
— 16 —
sobfe qne giran mi pobre razo», mis escasos me
recimientos. Cargado con la quebradiza humani-
dad, y tan lejano de la mansión de los justos ¿co-
rno me atreví á pronunciar semejantes concep-
tos? Los cielos DG escucharán mi apagada voz,
la voz de un mortal que en transitoria mo-
rada poco hace por conquistarlos, y la natura-
raleza cuyos misterios me encantan permane-
cerá inmóvil; por cosa alguna variará sus inmu-
tables leyes, y á pesar de todo fluctuó en parece-
rea encontrados, y medito, y paro mientes y
¿Qué notas tan sonoras, tan graves y alaguen as
son esas que turban mis sentidos, que me ena-
gunan en dulcísima y sentimental placer? ¿qué
plausible acontecimiento las hace resonar á ma-
nera de querúbicos concentos? Me equivoco, se-
ñores, me ilusionan de nuevo memorias de la pa-
tria cuyo influjo no me es dado, no me es permi-
tido resistir^ porque también como vosotros soy
español y amante enardecido de la religión y de
la patria. Mas algo habrá de cierto cuando tan
extraordinariamente me he conmovido ¡ah, sí!
que no todo es ilusión, que motivos no hay para
encantamientos, ni los acaricio, ni en este sagra-
do lugar deben sustentarse* Es la católica Espa-
ña que entona himnos de amor, yo los escucho,
porque la destructora planta del árabe dejó de de-
solar nuestros campos, de marchitar nuestras flo-
res, de atemorizar, mas todavía, de inmolar nues-
tras vírgenes, dé arrebatar de sus nítidas frentes
la mas fragante azuzena con que pudieran ador-
narlas, ¡dichosas criaturas Columba y Pomposa,
Flora y María, Eugenia y Engracia! alegrad los
alcázares de la celestial Jerusalen con vuestros
angélicos cantos, porque no todo fué en mi fan-
tasía, porque redimió el Señor á Jacob, y será
— 17 —
glorificado en Israel! ¿Que fantasía* ainados cdm-
patriotas, cuando aquel dulce concierto que ena-
genara mis potencias aun no ha suspendido
sus melodiosos y complicados sonidos? ¿por-
qué no cesarán para que mi espíritu agitado repose
algún tanto? ¿qué organismo por fuerte y vigoroso
que sea$ podrá resistirían fuertes emociones? no
cesaránj señores^ por mas que lo intente, porque
son las tiernas plegarias de la pdderosa nación dei
los Abundos y Eulogios que inflamada en> santo
celo por la exaltación del catolicismo se deshace
en melifluas alabanzas al Padre de las bondades*
porque los corrompidos discípulos del falso profeta
que en su odio inveterado a la santa religión de
Cristo intentaran pisotearla, la respetaronmal de sil
grado* y no como quiera, señores, cuando mas
ufanos y orgullosos se compladian en su devasta^
dora dominación. ¿Queréis pruebas auténticas de
la verdad que acabo de anunciaros? ¿habrá entre
los numerosos españoles que se dignan prestarme
benévola atención alguno tan dichoso que hoya vi-
sitado el templo metropolitano del Pilar de Zarago-
za/ pues allí» en ese santuario famoso* en ese au-
gusto recinto que encierra tantas preciosidades, allí
se encuentra para gloria sempiterna del catolicismo
español el arca de fierro do se adoraba á vista del
islamismo triunfante la hostia consagrada, -allí eri
aquel lugar da los arrobamientos perpetuos donde
el alma se extasía en tranquila meditación, alli te-
néis también el embeleso de los aragoneses, el as-
tro mensngero de la paz, la bellísima, la peregri-
na, la española Virgen del Filar, Españoles, glo-
rificad conmigo al tíeñor y todos juntos alabemos
su nombre. Magnifícate dominum mccum et éxaU
íemus nornen ejus %n idipsutu.
No os canséis de escuchar mis débiles aceiv
3
- 18 —
tos, que os hablo el lenguage de la verdad, eí íefl-
guage de la religión que me pertenece y del cuaí
no me apartaré. No os desdeñéis de escuchar mis
3mal fraguados conceptos,, que es hablo de la pa-
tria, que jamás el honrado español dejó de escu-
char coa singular complacencia las hazañas, las,
proezas j hechos heroicos que inspiró a nuestros
padres su proverbial catolicismo ¿Ilustres des-
cendientes de Peí ayo! sin el catolicismo bien pu-
diera aspirar nuestra patria k llamarse grande*
pero no seria portentosa r parqué él forma su mas
bello florón* su mas atractiva diadema. Ya os con-
venceréis* Si a el catolicismo que nos legara el
piadoso Recaredo ¿representaría la monarquía
goda r lo que representa en la historia* lo mucha
que vale en nuestro aprecio? acaso los encum-
brados personajes Fernán González fundador de
la independencia de Castilla, y el arrojado caballe-
ro don Rodrigo Díaz de Vivar, azote de la morisma
y magnánimo conquistador de Valencia ¿aparece-
rían tan grandes como fueron? el descubrimiento
del nuevo mundo en el reinado de los reyes católi-
cos ¿pasaría de un - acontecimiento maravilloso?
EX niérito sobresaliente de Cristóbal Colon, no
obstante el amargo eálix que la ingratitud de a l -
gunos le proporcionara gustar ¿se apreciaría en
todo su valor como acontece en nuestros dias'í
nó, y mil veces? no: porque sin el catolicismo ni
tales héroes se hubieran distinguido tanto, ni ta-
les acontecimientos hubieran llegado hasta noso-
tros con una investidura tan sublime, con la in-
vestidura de la santa fe católica que los realzo
singularmente. Preguntad al intrépido Hernán
Cortes y al denodado Pizarro, porque no se apro-
vechan en bien propio de sus conquistas, porque
todas ellas aunque tan codiciadas las presentan al
— 19 ~
poderoso rey de las Castillas ¡hablad ilustres ca-
pitanea! pero no: yacen sus cenizas en la tumba
de los héroes y solamente se oyen esos coros no
interrumpidos de merecidas alabanzas que la fa-
ma pregona» que los anales históricos han consig-
nado; pero la misma religión católica según que
pueda y deba hablará por ellos: hablaré yo, su de-
sautorizado ministro, que obligación y muy estro-
cha tengo de elogiarlos en este dia. Para nada sir-
ven riquezas mal adquiridas al hombre de aspira-
ciones desinteresadas, mucho menos al ardiente
católico, menos todavía al desprendido y religioso
español que siempre recuerda el amor de la pa-
tria íntimamente unido á la religión de.sus mayo*
res, á esa religión divina qué formó siempre las ca-
ricias de un pueblo grande, de un pueblo como
el español qne aunque combatido por luchas de-
plorables, no se le puede negar entre otros muchos
el insigne honor de haber trasmitido á las Améri-
ca» su puro catolicismo, de haber plantado en e s -
tas remotas playas, la adorable, la santa cruz del
calvario. Decidme, mis amados compatriotas, ¿no
es cierta que nuestra patria cubierta con la es*
plendorosa túnica del catolicismo se remontó á
una altura gigantesca/ Radiante, lleno de fulgor,
es decir, el catolicismo, y despidiendo rayos do con-
soladora alegría lo contemplo absorto, y en mis de-
liquios lo considero como la aurora de bendición,
que amaneció en el limpio horizonte de la católica
España para iluminarla con sus resplandores, para
ilustrarla con sus civilizadores preceptos. ¿No es
cierto también que vuestros españoles pechos se
van encendiendo en patriótico celo y que por nada
renunciaríais el esplendente título de acendrados
católicos? ¡qué lástiilia que mis dotes oratorias
sean tan escasas! sí, amados compatriotas; la*
— 20 —
mentó misltuaeion, es aflictiva: el sentimiento em*
bíirga mis potepcias: Iq razón me abandona: desea
la elocuencia y nq ]a poseo ¡qné dolor! y la pido
á los cielos, y la inspiración se detiene, y en mi
Kondo penar clamo por ella, no por mí que aunque
cercado de nulidades detesté siempre la menguada
ambición, que jamás asoendí á la cátedra santa
^n pos de mezquinas, de transitorias alabanzas,
si no por vosotrosa si no por mi patria, si no por
la religión que constituye todo su ser y no podré
encomiarla con la unción y propiedad que tan de
justicia se merece. Mas por esto ¿queréis que se^
lie mis labios y que nada os diga de nuestras ha-
zañas en Italia y Flandes» y que sepulte también
en reprensible silencio el combate sin igual de Le-
panto, es?i refriega estrepitosa en que tantos y
tan merecidos laureles alcanzaron nuestros ante-
pasados ? ¡contiene tantas maravillas ! tantas
hechos asombrosos! Recordad, amados compa-
triotas, que existió para terror del universo un
Selim 2. ° , parecido en crueldad y reprobados
amaños á los Nerones y Diocleeianos, que soñó en
noche aoiaga intimidar con sus armas á la Eu-
ropa entera, y plantar In odiosa Media-luna en la
cúpula del Vaticano. Hará, no lo dudéis, cuanto
su mala voluntad le aconseje por dar cima á sus
bastardas maquinaciones: aprestará con insultante
aparato su tan numerosa, como aguerrida esena-^
dra: insultará con repetidas correrías á los ino-
fensivos y pundonorosos cristianos: ciego de c ó -
lera y manchado con torpezas inauditas, querrá
añadir á la historia de nuestra patria una página,
mas de gloria, y lo conseguirá sin pretenderlo,
porque en inolvidable día y en jucha desigua],tur-
pos y cristianos vendrán á las manos y sabrá
otin admiración el orbe todo, que la naoion
_ - 21 ~
española qne con pasmosa decisión y bravura, pos*
trara-siempre á Jas falanges agarenas, las derroto
una vez mas en obsequio de la cristiandad y para
honor del catolicismo español en las aguas memo-
rables de Lepanto ¡bizarros marinos que surcando
el espumoso occéano y soportando con meritoria
abnegación trabajos multiplicados, borrascas nun^
ca vistas, asistís con religiosa compostura á este
patético auto! ¿tenéis noticia de algún otro comba-
te naval en que se hubiera demostrado mas á las
claras á que punto raya, la fé, valor y sufrimien-
to del marino español1? ¡Reaí Marina española,
cuerpo distinguido, jamás roanchado,siempre ven-
cedor y nunca vencido! ¡émulos preclaros de Jos
Churrucas y Gravinas! ¿no veis como se afana el
integérrimo D- Juan de Austria, como fija su vis-
ta eu aquel Crucifijo santo que elevado en su ca-
pitana presencia el mas cruento de los combates,
como dirije sus plegarias á la reina sacratísima
del Rosario y supera todos los obstáculos, co-
mo invoca la religión y triunfa á su nombre y
ciñe sus sienes con la verde palma de la victoria?
En vuestras aflicciones, cuando la recia tempestad
os injurie, cuando el furioso oleage conmueva
impetuosamente vuestros bageles, cuando una
causa justa os llame a l a pelea, imitad tan lau-
dables ejemplos y acordaos que sois caballeros
católicos, y que el catolicismo venció en Lepante
¡Lepante, señores, Lepante! monumento eterno
situado en las puertas del tiempo para patenti-
zar á las generaciones venideras que los españo-
les con su catolicismo arrostraron con prodigioso
valor las empresas mas comprometidas y recibie-
ron de lo alto todo género de felicidades ¿qué mas
felicidad, amados compatriotas, que la de llamar-
nos católicos ha mas de diez y ocho siglos,sin que
_ 22 —
pasiones ¿strnnas h'nyan podido arrebatarnos la
no interrumpida p o s p o n de tan rica heredad? JNí
lo'permitáis ¡eterno Dios! que entonces, ei ludi-
brio, el sonrojo, «I aniquilamiento, la muerte cou
todos sns horrores, caminaría despavorida por el
hogar doméstico, por la frágil cabana, por el arte-
sonado palacio por. „ - -s¡ queréis, amados compa*
triotas, mas testimonios de lo que importa el cato-
licismo en nuestro pais, invocad á las artes, acu-
did lambien á las leiras.
¡Las artes, señores! esas maravillosas pro*
duccioues de lo bello, de lo sublime, esos cuadros
ingeniosísimos en que la mano hábil del pintor
trasladó todas las gracias, delineólos asuntos mas
difíciles robando á la naturaleza sns atractivos,
¿no dicen muy alto que el catolicismo las produ-
jo en nuestra patria? ¿quien inspiró sus deslum-
bradoras producciones, esas producciones donde
campea la fijeza en el colorido, la propiedad en
el dibujo,1a perfección en el todo, aMurilJo, Zur-
baran, Velazquez, Cano, Valdés, Herrera, Var-
gas, Céspedes y Roelas? el catolicismo, señores,
ese pensamiento fecundo que alimentaba sus cora-
zones, que exaltaba sus mentes? que guiaba sus
diestros y elegantes pinceles. Católicos españoles,
¿quién, edificó esas soberbias catedrales, esas
suntuosas cartujas de vuestra patria'/ ¡celebérri-
ma catedral de Sevilla! yo no podré recordar tu
magnificencia, el decoro y esplendor de tu culto
sin afectarme demasiado, ¡santa metropolitana y
patriarcal iglesia de Sevilla, plácido ensueño de
mi pasagera infancia, donde mi alma aprendió á
sorprenderse con la idea de lo sublime! ¿quién te
construyó? ¿quién esparció sobre tí tanta y tan
costosa variedad de objetos? ¡afamada cartuja de
Jerez de la Frontera, hoy casi derruida, hoy ultra-
— 23 —
Jada por eí rayo y la tempestad, jqné artífice to*r*
hábildelineó grandeza tanta? ¿qué arquitecto com-
bina tan vasto plan? ¿quién lo ejecutó con tan
aplaudida maestría? el catolicismo d« nuestros
abuelos, su castellana hidalguía, su te, su santa
abnegación- ¡.Literatura española! tu que en tene-
brosa^ tiempos, cuando la licenciosa Roma apuraba^
en sus bacanales la amarga copa de la corrupción,
así.entabas tu erudición y buen gusto en la patria
pagana de los Virgilios y Horacios, ¿cómo perma-
neces sentada en el pórtico de las escuelas? ¡Le-
tras cristianas españolas, romped vuestro silencio!
resuenen vuestros ecos sonoros en este santo
templo que también edificará la sólida piedad de
un benemérito español, en este santo templo que
recuerda tantas glorias á nuestra patria: decidme-
algo, para que lleguen vuestras voces salvando el
piélago á esa nación privilegiada que tanto enal-
tecisteis, que yo con respetuosa sumisión recibiré
vuestras lecciones, y mis amados compatriotas^ el
blando aroma de la virtud, la regeneradora efica-
cia de su predilecto, c.atolicisinq ¡contraste sin-
gular, señores! los cielos que poco ha pare-
cían insensibles, recordadlp, á mis sentidas insi-
nuaciones, han querido ahora alentar mi poque-
dad con prodigios^ largueza, porque las letras es-
pañolas no se detienen, porque Alonso de Ber-
ceo canta ya Ja vida de Domingo de Silos y san
Millan,y el rey don Alonso X. se deshace en canti-
gas sencillas en honor de la purísima Virgen Ma-
ría, y Fonce de León escribe su "Deseo de volar
al Cielo'' y el erudito Figueroa, su nunca bien
apreciado ^Templo militante7' y el manco de L e -
panto el inmortal Cervantes, que dotado de rarq
ingenio escribiera con singular gracejo sátira^
chistosas, venera la religión de sus padres y ad-
— 24 —
quiere justísima 1ba, y el famoso jesuíta Juan de
Mariana imprime con esmerada, correcta y ga-
llarda dicción sü celebrada "Historia de España"
y Lope de Vega^ Calderón de la Barca* y Mareta
renuncian las pompas del mundo, y en el ultimo
tercio de la vida, después de haber admirado a la
Europa con sus poesías, reciben con ansias de ver-
daderos católicos el sacro presbiterado; y Gueva-
ra, Saavedra Fajardo, León, Granada, Santa Te-
resa, Avila, Rivadeneira y otros muchos se distin-
guieron con sus producciones literarias, y cada
cual en su esfera bien demostró que el catolicismo
los embriagó de placer, que el catolicismo formó
y formara la parte mas selecta del carácter espa-
ñol, como que constituye su propia sustancia, la
gloria de sus glorias, el distintivo mas apreciabíc
de todas sus grandezas,
Se equivocan, amados compatriotas, se en-
gañan los que guiados por miras de interés parti-
cular ó arrastrados por las fascinadoras teorías del
filosofismo moderno^ pretenden arrebatar á la na-
ción española, su puro y fervoroso catolicismo
¡trabajarán en vano! todo será para ellos confu-
sión y espanto, todo ¿Me acusaréis de impor-
tuno porque deseoso de que la verdad resplandez-
ca como el lucero de la mañana, me atreva á evo-
car desde estas apartadas regiones las sombras
venerandas de tantos impertérritos varones, que
yacen en perpetuo silencio esperando la ronca
trompeta del juicio, que los haga volver á la vida?
no me acusareis, bien lo conozco; porque Voso-
tros comprendéis mi difícil posición y no me
negareis los recursos mismos que Ja oratoria no
me niega, ni puede negarme, y ademas ¿no veis
cómo se agitan á manera del tremebundo huracán
esos malaventurados hijos de las tinieblas? ¡d»«
— 25 —•
cuchados! ingenios pocos comunes que se lanzaron
al campo árido dé la controversia para confundi-
ros, han pulverizado vuestros quiméricos sistemas,
vuestras deslumbradoras utopias, y la sociedad,
esa misma sociedad postrada todavía en grave en-
fermedad, se esfuerza por adquirir su curación ra-
dical, porque aunque tarde y muy lacerada ha co-
nocido vuestro inicuo y desolador maquiavelis-
mo. Dejad* dejad a la España su querida reli-
gión, porque si intentáis menoscabársela, has-
ta los elementos se conjurarán contra vosotros,
hasta el grande Osio, ese gran prelado
de Córdoba llamado por S. Atanasio "padre d&
los obispas, padre de los concilios y terror de los
hereges" saltará del sepulcro y con el símbolo de la
fe que compusiera en la mano, os arrojará de su
católica patria, y los poetas cristianos Prudencio
y Juvenco con sus cadenciosos versos» con esas
poesías sagradas en que tanto resaltaba su ardor
católico, os regalarán en justo castigo de vues-
tro atrevimiento la mas denigrante infamia, y
esas comarcas hermosas que brotaron siempre
mártires, los brotarán con mayor fuerza, y si
aun no desistís de llevar á cabo vuestros satánicos
ensayos saldrán á la palestra los Manriques, Sar-
mientos, Muñatones7 Sedeños y Covarruvias, y
si no os asustan tan respetables figuras, yo os ase-
guro por mas que vosotros digáis lo contrario,
que no podréis sufrir la contundente dialéctica de
los Laynes, Salmerones, Sotos, Carranzas, Cas-
tros, y Ayalas, y de otros esforzados adalides que
con su admirable ciencia ilustraron el sanio con-
cilio de Trento, obra colosal que se conserva al
través de las revoluciones, obra maestra del en-
tendimiento humano en que tanto resalía el ca-
tolicismo español, la ortodoxia y sanos principios
— 26 —
de sus prelados, el saber y profundas creencia*
de sus consumados maestros* ¿Deseáis mas prue-
bas, amados compatriotas^ apetecéis datos mas
irrecusables? pues esforzaré mis investigaciones y
os, comunicaré cuanto yo sepa, en vuestro obse-
quio, en el de la patriaf y en el muy especial de
la religión, y cuando haya apurado todos los re-
cursos estaré contento, y vosotros nada mas po-
dréis exigirme. Y si os empeñáis en ello, hacedto
confiadamente por mas que mi insuficiencia me
arguya de impremeditado, porque el catolicismo
español por do quiera me sale al encuentro con-
vidándome á cantar sus glorias, porque el catolicis-
mo español me seduce, me arrastra con sus divi-
nales atavíos, porque lo considero en mis ansias
como aquel árbol misterioso de que hablan los li-
bros santos, plantado en la casa del señor, regado
con las mas fecundas aguas^ que profundizó sus
raices y levantó sus ramas y su copa hasta los
cielos, cubriendo la tierra con su sombra y dando
sucesivamente una admirable abundancia de fru-
tos y de ñores. ¿Reprobareis en mí que os reco-
miende como renuevos frondosos de este ameno
vergel á los Bravos y "Padillas, á esos animosos
caudillos que tanta celebridad alcanzaron en nues-
tra patria? (1) ¡varones decididos por una causa
que creísteis justa! ¡¡infortunados! eígolpe tremendo
de la infame cuchilla del verdugo señaló el término
a vuestro trabajoso vivir; pero vosotros en vuestra
infortunio fuisteis grandes, porque fuisteis ca-
tólicos, porque el católico siempre triunfa murien-
do en su ley de los horrores de la muerte- Españo-
les. Oíd para vuestra edificación las palabras que
el célebre Juan de Padilla pronunciara al dispo-
(1) Alabo en Bravo y Padilla su catolicismo, su muerte contrita y cris-
tiana; de sus planes políticos y de las causas que Jo 'arrastraron ú, tanta'
desgracia, no puedo ni debo juzgar, ni es mi ánimo hacerlo.
— 27 —
tierse para marchar al patíbulo. "Sr. Juan Era*
s?o, $r. Juan Bravo, ayer era día de pelear como
¿abülíetos y hoy es dia de morir como católicos" y
murieron en la fe de J. C , publicando sus dulzu-
ras y trasmitiendo á la historia este elocuente ras-
go del catolicismo español. ¿Me significáis con
vuestro edificante recogimiento deseos de que pro-
siga? puesprosiguiré, ya que vosotros asi lo que-
réis, ya que tan estenso y variado eampo se me
presenta ¿q*aién humilló la frente del valeroso espa-
ñol al proponerse la iefensa de su religión in-
juriada, mucho mas cuando el agravio pudo en-
volver también la independencia de la patria?
¡ay patria mial ¿quién empañó jamás el brillo
detnlarmas? ¿quién te venció en honrosa lid?
¿acaso el capitán del siglo, el impetuoso Napoleón?
¡patria afortunada de Sagunto y Numanoia!
patria guerrera del gran Capitán Gonzalo de Cór-
doba ¡despierta! tremola tus banderas, ajita el
ruidoso atambor que convoca á las batallas, que
tu independencia fluctúa, que tu religión ha de ser
ultrajada, y jamas lo eonsentistes. Rechaza á ese
gran coloso que intenta subyugar la Europa, que
ha aprisionado á tu rey, que ha despreciado tu
nacionalidad, que su poderoso y disciplinado ejér-
eito, ávido de sangre española, atraviesa ya las
fronteras, y á marchas forzadas llega á la corte
de tus monarcas, y se apodera de tus inexpugna-
bles fortalezas, y cohive tus productivas provincias.
Y la nación, señores, como nn solo hombre se
reorganiza, y defiende acaloradamente &us dere-
chos, y derrama su sangre con singular denue-
do, y recoge los aplausos de la Europa estupe-
facta en Zaragoza, Gerona y Bailen, y corta sus
vuelos á las atrevidas águilas del imperio, y las
legiones francesas escarmentadas con tan vergon-
— 28 —
zosa derrota, trepan los escabrosos pirineos, y
la España se salva, y el catolicismo triunfa de
nuevo, y Napoleón cabizbajo y todo caufuso mira
ya la ruta de santa Elena, y pone sobre ella su
temibie planta, y quiere tascar el freno, y se re-
vuelve, y premedita azonadas, y el santo Dios de
los ejércitos le contiene, y el hombre grande de su
siglo, el vencedor de Jena, Austerlitz y Marengo,
exala su postrer aliento en estrecha y degradante
mansión. Españoles, Magnificóte daminum me'
cimi ftexaltemus nomen ejusin idipsum. Glorificad
conmigo al Señor, y todos juntos alabemos su nom-
bre.
Sí glorificadlo conmigo, amados compatriotas»
porque fué inagotable su misericordia para con
nuestra patria, porque hizo descender sobre ella
el rocío salutífero de su protección, porque —
¿sabéis vosotros si agoviado bajo* la placente-
ra impresión de tanta grandeza, de tanta ma*
gestad y gloria, contaré con alientos para ter-
minar mi pobre, mi desnuda oración sagrada?
¡mas agitaciones para mi apocado espíritu!
tenedme de vuestra poderosa mano ¡santo Dios
de israel! porque languidezco, si no de santo
amor como el grande obispo de Hipona, al menos
abatido por esa prolongada serie de sucesos que
han conmovido hasta mis entrañas- ¡Cuánto ce-
lebraría que el mas imperioso de los deberes del
hombre, me permitiera bajar las gradas de esta sa-
grada cátedra! ¿pero como tomar tan arriesgada
resolución? ¿qué se diriade los hijos de la católica
España? qué ¿será posible, que en este mis-
mo instante en que luchaba con pensamientos en-
contrados/me baya representado mi acalorada ima-
ginaeion la gran figura del santo rey de CastiHa
Fernando III? posible es ? señores, y tan posible
— 29 —
-quesi fuera yo dichoso hasta el punto de que la fic-
ción se trocará en grata realidad, mí dicha en esta
mañana sería cumplida,porquele diriasnolo dudéis,
rebozando mi alma en consoladora alegría, ¿Qué
causaos impulsó, bienaventurado monarca, á de-
jar la preciosa tumba que con lágrimas en los ojos
visitara en mis juveniles dias? ¿habéis atravesado
ese inmenso océano que nos separa de la antigua
metrópoli de las A maricas, para regocijaros con
nosotros en el fausto natalicio de vuestro augusto
nieto el príncipe de Asturias? ¿cómo habrá que-
dado la reina del Guadalquivir, de puras, abun-
dantes y deleitosas aguas, con la ausencia de su
glorioso restaurador? sumida en la mas amarga
desolación no hay lienzos para secar sus lágrimas,
ni mortal alguno que le haga suspender sus me-
lancólicas lamentaciones. Solo vos, ¡Ínclito rey!
regresando á vuestra silenciosa morada, podéis
consolarla en su inesperada horfandad, y lo haréis
sin duda, porque hasta las hermosas comizas de
vuestra primorosa real capilla se desplomarán
de dolor, porque la reina doña Beatriz y los in-
fantes don Fadrique, don Alonso y don Pedro que
reposan á vuestro lado, se incorporarán para
buscaros, porque la encantadora Virgen de los
Reyes, esa esmeralda de subido precio que po-
see la capital de Andalucía, os hecha de menos
como madre solícita, y quiere ocultar sus bené-
ficas miradas á los católicos y nobles sevillanos,
¿regresad, justificado príncipe! porque la nación
cuenta para admiraros con sobrados testimo-
nios de vuestra rara perfección, porque vos
fuisteis aquel piadoso rey que en unión del
arzobispo don Rodrigo pusiera la primera piedra
cu la gigantesca catedral de Toledo, prima-
da de las Españas, aquel campeón valeroso que
— 30 —
enardeció jos pechos guéireros de Alvar Pérez
de Castro, y Garcí-Perez de Vargas en la reñida
batwlla del Guadalete, en aquel mismo Guadalete
de ingrato reeiierdo en que siglos atrás se perdiera
con su rey la monarquía goda; porque vos fuisteis
¡bienaventurado Fernando! aquel íntegro monar-
ca que asombró al mundo con sus prodigiosas vic-
torias contra las moros, que conquistó tantas y tan
ricas provincias para unirlas al cetro de Castilla,
para llevarlas al seno maternal de la católica Igle-
sia, aquel ejemplar cristiano que resplandeció por
sus heroicas virtudes como la luna entre las opacas
sombras de la noche, y que en el lecho de la
muerte abandonó la cania, para recibir postrado en
tierra y con una soga al cuello el sacratísimo viá-
tico, aquel santo rey de Castilla y de León que
conociendo cuan deleznables son las riquezas
terrenas dijera con edificante tono ^desnudo salí
del vientre de mi madre, desnudo he de volver al
seno de la tierra," el mismo santo rey, Sres-, que
en las mansiones del cielo intercede por los es-
pañoles: el mismo que demandó y obtuvo por
feus méritos del Rey de los reyes que nos
concediera en nuestros dias una reina católi-
ca que rebozando en clemencia rigiera los des-
tinos de la esclarecida España, una reina ca-
tólica que dotada de altas prendas, anhela la pros-
peridad y ventura de esa nación fuerte que tanto
enaltecieron losMendozas y Cisneros; una reina
temerosa de Dios y de su justicia que acude á él en
sus tribulaciones, frecuenta los santos sacramen-
tos, ruega por sus fieles subditos que ama con en-
trañas de verdadera madre, y olvida reprobadas y
muy criminales acciones: una reina bondadosa que
distribuye mercedes, derrama beneficencia y cari-
dad, funda hospitales, y llora con el desgraciado
— 31 —
que implora su r$al munificencia: una reina ex-
celsa que apenas se le anuncia por los médicos de
su cámara la situación delicada en que se encuen-
tra, ruega y encarga á los venerables prelados de
sus reinos, que oren con el pueblo para que el Al-
tísimo atienda sus plegarias, y el tañido lúgubre
resuena por toda la monarquía, y sus leales habi-
tantes se imponen de la causa que motiva tanto
clamoreo, y claman también con el sacerdocio por
su afligida soberana, y confian en las misericor-
dias del Señor, y se preparan para un festejo ge-
neral, y cuentan los momentos, y se cumplen,y al
cabo de 73 años, como á las once de la noche del
28 de noviembre de 1857, retumba en la populosa
corte de España el estampido del canon que anun-
cia á sus moradores el ansiado natalicio de un Prín-
cipe de Asturias. Permitidme, señores, que desde
este sagrado lugar dirija á nuestra virtuosa sobera-
na algunas palabras de consuelo que no me dic-
to la falaz lisonja, sino la mas desinteresada
adhesión á su real persona, "bendito sea el Se-
ñor, que no ka querido faltase un digno sucesor
de vuestra familia, ni que se dejase de oír en Is-
rael vuestro nombre: bendito sea el Señor que
ha dado quien llene vuestra alma de consuelo, y
sea el báculo de vuestra vejez.9* (1) ¡Cuánta feli-
licidad para nuestra amada patria, señores! el te-
légrafo opera con su acostumbrada celeridad, y tan
placentera nueva se trasmite ron increíble rapi-
dez á los puntos mas importantes de la península,
y mientras esto acontece, el consejo de ministros,
los cuerpos colegisladores, los tribunales supre-
mos, las asambleas de las ordenes, y las acade-
mias, felicitan á lá mas dichosa de las reynas, y

(1) Ruth c< 4 v. 14 y Í5.


— 32 —
los ilustres prelados españoles no necesitan se les
ruegue según loable práctica,que tributen gracias
al Todopoderoso, porque las tributan ardiendo en
santo celo con sus venerables cabildos, y hacen
mas: dirigen al trono reverentes exposiciones por-
tadoras de su lealtad y contento, y los gobernado-
res civiles, diputaciones provinciales, ayunta-
mientos y empleados de la administración* con es-
pontaneidad recomendable les acompañan, y las
provincias se conmueven con las atronadoras sal-
vas de nuestra brillante artillería, y las audien-
cias territoriales, honorable judicatura, universi-
dades, institutos, ateneos, juntas de beneficen-
cia y tanta corporación distinguida, se disputan la
honra de adelantarse en sus ingenuas manifesta-
ciones, y las cortes extrangeras, los mismos mo-
narcas de la tierra, señores, los diplomáticos y
cuerpo consular de nuestra nación, se congratu-
lan con los afortunados españoles, y nuestro
santísimo padre el Papa Pió IX* envia su ben-
dición apostólica á la augusta madre y al escelso
reciennacido, y la piadosísima reyna que lava
los pies del pobre el jueves santo, y al adorar la
santa cruz, perdona al malhechor para que Dios
le perdone, socorre la indigencia con limosnas
copiosas, concede amnistías, decreta merecidos
ascensos en el ejércitoy armada, y manda que sé
tributen especiales obsequios á la purísima 'Vir-
gen María patrona de las Españas. ¡Dulcísima
madre de mi alma! ¿qué nación os rindió mejor
ni mas agradable culto que la española? ¿qué
pueblo defendió con tanta constancia y ardor.-tu
concepción inmaculada? no olvidéis,graciosa Em-
peratriz de lo¿ cielos, que sois patrona de las Es-
pañas, y que el católico rey don Carlos III., eri-
gió en vuestro honor con apreciables privilegios
— 38 —.
apostólicos lü real y: distinguida üftfen que ítevft
su nombre* cuyas insignias, aunque inmereeida-
inente^ honran nii pecho. Proteged desde ahorsf-al
tierno príncipe qué va á recibir las aguas santas
del bautismo en la fuente misiüa en que las reci-
biera tu amante hijo el insigne caballero español
Santo Dcraingb de Ghizmaa ¡Madre, de mi cora-
zon^ madre y protectora efifcaz de los españoles!
favoreced á ese vastago ilustre que hereda la
corona de cien reyes católicos, que vuestro fer-
viente defensor el Padre común de los fieles,-d
mismo que conmovió el orbe católico con la so-
lemne declaración dogmática de vuestra original
pureza3 ha dicho también á la reina católica, que
lo distinguirá con señalado amor, que lo sacará de
pila* qué será su padrino según con filial instanpia
le suplicara*
¿Juzgáis* amados compatriotas* que se re*
tardó mucho el cumplimiento de tan solemne pro^
mesa? Jamás esos augustos sucesores del Pesca-
dor de (¿aldea prometieron en su gravedad y
circunspeccióná lo que no habían de cumplir: ju-
mas los sumos pontífices, vicarios de J* C* en
la tierra dejaron de reconocer en la nación es-
pañolaren sus monarcas y ¡sapientísimos prelados
unos defensores decididos de sus venerables per-
sonas^ de sus prerogativas é inalienables derechos*
y al inmortal Fio IX que con alegría de la univer-
sal iglesia, ocupa hoy el solio elevado de ion Jua-
íies, .Benedictos, Gregorios y Pios* no se le oscu-^
rece; en BU penetración y sabiduría, que entre sus
piadosos;antecesores hubo un español de alta ca-
pacidad, de indisputable mérito* que celebró oonci-1
líos contra los arríanos, sabelianos, apolinaristas
y otros heregeSj que cometió á uno de los mas re-
Hombrados padres de la Iglesia el examen de todos
5
fas versiones del antiguo Testamento, qtre Sopor*
tó con fortaleza evangélica ia atroz calumnia con
que intentaran desacreditarlo Calixto y Coacor-
dio, un sumo pontífice español, tan laborioso é
instruido que compuso según afirman críticos1
historiadores el Qficioromano, de tan m-eritoria y
honesta vida que al austera san Gerónimo, esa
lumbrera refulgente de la Iglesia, no titubeó eu
Mamarlo "amante de, la castidad^ doctor virgen?
hombre excelente é instruido en tm santas cscritu*
?$$.'* ¿Para qtíe extenderme á m-as consideracio-*
nes que juzgo innecesarias, cuando la benigna
condescendencia del Sautc* padre,, merece parti-
cular encomio, cuando conozco que Fíe abusado en.
demasía de vuestra indulgencia'! Un reverenda nun-
cio, delegado extraordinario para representar á sir
Santidad, se encuentra en la corte de nuestros mo-
narcas y ha penetrado ya con-- sus credencia-
les en el regio alcázar,, y nuestra reyrra recono-
cida cambia con él palabras de respetuosa grati-
tud, y todo- se dispone con el ceremonial y des-
lumbrador aparato de estilo, y el M. ít. arzobis-
po de Toledo r primado de las Espadas asistido1
de los señores arzobispos de Sevilla y Vallado-
lid , administra el* santo bautismo á S. A. R. el
Príncipe de Asturias que recibe entre otros y
eomo primer nombre el muy glorioso de Alfonso,,
y las músicas mas escogidas y armoniosas hie-
ren los vientos,, y el pabellón español flamea
entre los vítores de un pueble que salta en*
lusiasmado, y los fuegos artificiales, las dan-
zas mas entretenidas,- las composiciónt*s poéticas,,
el repique general de campanas y las funcio-
nes religiosas, todo anuncia que los leales espa-
ñoles son tan católicos como monárquicos, y de
las moatañas de Lugo y Asturias, y de todas par-
— 35 —
i^s, y en todas direcciones se oyen gritos unifor-
mes, gritos ¡quién los hubiera escuchado! gritos
de. - . .¡viva la.reina] ¡viva el príncipe de Astu-
rias! ¡viva el trono de. ;San Fernando! ¡viva !a rn-,
ligion de nuestros padres simbolizada en la corona
de Castilla] ¡católicos españoles!; ¡privilegiados h i -
jos de Israel! confesad al Señor y alabadlo en pre^-
seneia de todas las gentes, porque el catolicismo
triunfó otra vez mas en nuestra: patria con el naci-
miento de un príncipe que angura tan risueño por-
venir, de un príiicipt? que educado en sus santas
máximas por la mas cuidadosa de las madres, ha
de protegerlo con gu regia potestad, ha de conser-
varlo en sus dominios corno la margarita de mas
v-alor que admitiera con la posecioii de sus reinos*
Ved,si no, cómo le conduce la escelsa reina cató-
lica á la casa del Señor, como le presenta á la Sma.
Virgen de Atocha para que le bendiga, como y
con que eficacia le insta que sea su protectora
y abogada especial, como corren las (kgrimas.par
su angelical rostro» como se enternece, como se
enfervoriza eula deprecación, como los prelados
y grandes del reino que la acompañan admiran su
íé, como el pueblo que la observa en su ferviente
oración se edifica, como conoce que aquella rei-
na que ha depuesto sil cetro ante la milagrosa
imagen de la Reina de los cielos, es la misma que
con ferviente piedad acompaña aJ santísimo viático,
lamisma que visita á los enfermos en la mas lin.mil-
de boardilla, la misma reina católica de las Espa-
ñas, doña Isabel 2. * de Borbon, a quien tanto
ama. ¿Quién me dirá que el catolicismo no está
encarnado en el pueblo español, que es su ma-
yor herna, que constituye su verdadera grandeza*?
¡tal vez! ¡oh lamentable desgracia! algún espíritu
turbulento educado en la pegajosa cátedra del error.
_ 36 —
meditará poner en duda tan palpable verdad; pera
Jas gentes sensatas, el hombie de sano criterio y
recto proceder lo compadecerá en sus delirios, co-
mo yo firme en mis convicciones, me conduelo de
gus impotentes esfuerzos y no temo, escudado
con la armadura impenetrable de lafé/i la siniestra
acción de sus argucias maléficas; nuevas y últi-
mas pruebas, señores, pruebas incontestables que
me proporcionan acontecimientos casi del día
cuya autenticidad es notoria, probarán sin género
de dvida la exactitud da wia asertos,llevarán & vues-
tro animo el nías agradable convencimiento, y pon-
drán el sello á m¡ imperfecta y mal trazada obra.
No ha muchos años* señores, cuando nues-
tra pintoresca península er& combatida por deso-
ladora ^piíjemia, cuando los partidos políticos lu-
chaban ene aro irados por causas que lamenté
hondamente y que &un iio he cesado de lamentar,
entonces señores, ¿quien no pondero el cato*
lirismo del pueblo español? ¿quién no se con-
movió a! ver en la humeante barricada la imagen
sagrada de puesteo Redentor^ ¿quién no con-
fesó mil veces á Cristo viendo a u n pueblo enfu-
recido que acosado por la metralla mortífera,
manda celebrar y oye con recogimiento el santo
sacrificio de la misa? quién de vosotros al regre^
¡sar é vuestros hogares, ai salíar en tierra en la
culta Cádiz no mira á los cielos dandogracias, y
Observa sobrecogido l^s yistqsas torres de su ele--
gante, de su moderna catedral? ¿quién -no la visita,
para admirar su sorprendente arquitectura, sus
jaspeados y rjcos mármoles? ¿quién no conoce al
golpe que el catolicismo español, el catolicismo
de nuestros días construyó sobre las aguas esa
maravilla de las artes, al mismo tiempo que la pi-
cota atrevida detnoliu los iíias afamados monaste-
— 37 —
rios de nuestra patria? ¡Prelado venerable que
hollando comodidades y despreciando perecede-*
ros bienes te eoosagrastes u engalanar la alegre
y bulliciosa Cádiz con ese monumento que
atestiguará a las edades el catolicismo del
pueblo español! ¡apostólico varón ,Fr, Domingo
de Silos Moreno, lustre; de la orden benedictina
ramo frondoso del admirable episcopado espa-
ñol! la religión ba publicado tus virtudes, la pa-
tríate lia ofrecido sus recuerdos, y tu angustiada
grey que -lloraba desconsolada la pérdida de su
buen pastor, vertió sobre tu modesta/tumba lá^
grimas del más puro, del mas filial y entrañable
amor yireconocida á tus afanes quiso dedicarte y
te dedicó en las puertas mismas de ese gran tem*
pío, mausoleo precioso de cuantioso valer. ¿Y
Guando señores? ¿y en que circunstancias? cuan*
do nuestra patria ardia en terrible convulsión,
cuando su ar.aigado catolicismo sufría detrimeuto
lastimoso: entesaépoca de funesto recuerdo?lanaT
eion.entera protesta, y el catolicismo de nuestros
mayores rudamente atacado ¡quién lo diriu! por
vanos sistemas, vence en tenebrosa Jucha, y hoy
como en todos los, tiempos, la nación española es
católica por escelencia, y á ninguna otra cede en
grandeza y magnanimidad bajo la salvaguardia
de supuro,de su ardiente y proverbial catolicismo.
¿Queréis mas glorias* señores? Sed tan católicos y
esforzados como los antiguos españoles y ya en*
rohtrareis los trofeos como ellos los encontraron en
Covadonga, Tolos-a, Pavía, San Quintín y en mil
y mil partes. ¿Deseáis mejor y mas sólida literatu-
ra.para nuestra patria, que es también la patria
délos Sénecas, Lucanos, Marciales- Quintiiianos,
Floros, Columejas y Pompouios? acudid al cato-
licismo, invocadlo y ya aparecerán á oscurecer
_ 38 —
la filosofía pagana los Ruedas, Ercillas, Herre-
ras, Céspedes y Broceases, ¿Apetecéis mas pros-
peridad y ventura pora nuestra patria? sed cato-
lices de corazón, amaos mutuamente; honrad con
la mas exquisita moralidad y unión el pabellón glo-
rioso ¿i que pertenecéis, practicad las virtudes do
que tenéis tan raros ejemplos, y ya se presentarán
á rogenerarla varones tan apostólicos como los
Ignacios de Loyola> Juanes de la Cruz, Pedros de
Alcántara, Vicentes de J/errer, y Diegos de Alca-
lá. ¿Después de todo, amados compatriotas, ten-
dréis á menos llamaros católicos españoles? ¿como
pude ofender vuestro patriotismo y religiosidad con
tan estraña especie? bien sé que amáis con verda-
dero amor esa península grandiosa que os vio na-
cer, no se me oculta tampoco que amáis con res-
petuosa predilección á nuestra católica soberana,
y que á fuer de leales subditos uniréis vuestros
votos á los míos, porque las fuerzas se me han
agotado, porque preciso es ya concluir.
Haced ¡mi buen Dios! que no se extinga en
mi amada patria esa generación de royes que so
congratularon, uen temer vuestro santo nombre ¡f
poner sus coronas á fon pies de vuestro tronov ( I j .
.Prosperad los dias de la católica Reina de España
que hereda el trono de la tierna protectora de
Colon,de la ilustre matrona Isabel la Católica, es-
pejo de princesas y dechado de perfección cris-
tiana, do esa piadosa soberana la señora doña
Isabel II de Ibrbon que tanto se desvela por la
exaltación de la santa f'é católica, que tanto
desea la paz y tranquilidad do sus estados, la
satisfacción y la dicha de los católicos espa-
ñoles. Colmadla do los dones copiosos de vuestra

(i) Ap«c. cap 4, v, 10.


— £9 —
clemencia, asistidla en sus tribulaciones» y no
os olvidéis de su augusto esposo y real familia,
ni de esa, pia nación que tan inaguificamenté
ha celebrado tus misericordias, ni cié nosotros
que os ofrecemos estos reverentes cultos, ni tam-
poco ¡Dios mió! de estos fieles americanos que
son nuestros hermanos, ya que tan sagrados y
aprflciablfea vínculos á ellos nos unen. Conducid
¡padre consolador! los pasos del serenísimo Prín-
cipe de Asturias don Alfonso para que caminando
por el recto sendero de la equidad y de la justicia,
conquiste la merecida fama de los Alfonsos de
Castilla y Aragón, y con sus loables prendas y
meritoria vida consiga "que su corona esmaltada
con la señal de lasantidad¡ con la gloria del honor,
y con la obra de la fortaleza, brille como un globo
de luz sobre sucabkza" (1) Aceptad, Padre cle-
mentísimo mis sinceras expresiones que son hijas
del respeto profundo que me inspira la santa re-
ligión católica, de la decisión y recto fin con que
amo á mi patria, y mientras que llegan á los pies
de vuestro altísimo solio esta afectuosa acción de
gracias por el inapreciable bien que en vuestra
insondable sabiduría habéis concedido á la magná-
nima nación española, permitidnos, Señor, que
para demostraros mas y mas nuestra íntima grati-
tud y reconocimiento entonemos con dulce melo-
día el melifluo Te Deum laudat¡tus fya.

(lj. Eceli, cap. 45 Y, 11

También podría gustarte