Novena al Sagrado Corazón de Jesús
Novena al Sagrado Corazón de Jesús
Novena al Sagrado Corazón de Jesús
Acto de contrición
Para todos los días.
Omnipotente Señor y Redentor amable de nuestras almas, Jesús benignísimo, por mi amor
sacrificado, humildemente postrado ante vuestro acatamiento divino y pegado mi rostro contra
la tierra, lleno de temor y de ignorancia, confieso que aun siendo como soy, polvo y ceniza, os
he ofendido gravísimamente, debiendo haberos amado como lo deseo ahora; pues de Vos que
sois mi Dios, he recibido el ser y todo cuanto tengo. Duélome de mi ingratitud y descuido y
espero con tu gracia enmendarme como lo protesta mi corazón que implora tu clemencia.
Oración para todos los días
Oh Corazón amabilísimo de Jesús, cuyas finezas para con los hombres se ven tan mal
correspondidas en ese adorable Sacramento del Altar, en el cual las mostráis con tanto exceso
a pesar de experimentar allí mismo nuestra más vil ingratitud. Penetrad, Señor, nuestro
corazón con un tan vivo dolor de nuestra insensibilidad a tanto amor, que nos mueva a
recompensarlo en adelante sirviéndoos muy de veras, agradeciéndoos lo mucho que nos amáis
y sintiendo las injurias, desprecios y olvidos que sufrís de la mayor parte de los hombres en
esas aras donde os adoro, os amo y os bendigo con todo el afecto de mi alma. Amén
PRIMER DÍA
¡Oh Corazón de mi amado Jesús! ¡Que, en aquella triste noche de tantas penas, en vista de la
más enorme ingratitud de los que injustamente te aborrecían y tramaban daros la más terrible
y afrentosa muerte en una cruz, instituiste este augusto Sacramento del Altar, para manifestar
en él vuestro más tierno y fino amor para los mismo que tanto lo despreciaban! Qué
sentimientos serán los vuestros ¡oh amable corazón de mi Salvador! viendo aún después de
esa amorosa demostración, la correspondencia de los que os la debían tener finísima; ¿y qué
halláis, Señor, en torno de tanto amor? Halláis en la mayor parte de los hombres, infidelidades,
sacrilegios, injurias y ultrajes; o al menos tibieza, frialdad, indiferencia, olvido y nada que
apenas pueda llamarse amor. ¿Esto halláis y esto sufrís? ¡Oh amor divino! ¡Oh ingratitud
humana! Esto deseo recompensaros; dadme para ello vuestra gracia.
3 padrenuestros, 3 Avemarías, 3 Gloria
Oración
Omnipotente Dios y Señor mío, que formasteis por el Espíritu Santo en el seno de María un
Corazón santo e Inmaculado a Jesús, vuestro Hijo, y quisiste que naciera para vuestro consuelo;
arrancad de nuestro seno este corazón inmundo y poned en su lugar un corazón todo nuevo, a
fin de sirviéndoos en la tierra con un corazón todo puro, merezcamos gozar eternamente de la
hermosura de vuestro rostro. Por el mismo Jesucristo. Nuestro Señor. Amén.
SEGUNDO DÍA
¡Oh Corazón de mi amado Jesús! inmenso fue el incendio de vuestra caridad, pues en vista de
que aún entre los vuestros había un traidor que os entregaría para la muerte, y uno de los
favorecidos que os había de negar luego, y todos habían muy en breve de huir, dejándoos en
manos de vuestros crueles enemigos, ardisteis en tantas llamas del más tierno y regalado
amor para con los hombres, que os disteis sin embargo todo, en este augusto Sacramento, a
los mismos que así os debían de corresponder.
Esta gratitud hallasteis ya entonces, y esta es la que os muestra ahora, la rebeldía del corazón
humano. Haced, Señor, que el mío y el de todos, en adelante, os sirvan con la mayor fidelidad.
Concededme esta gracia para mayor gloria vuestra y bien de mi alma. Amén.
3 padrenuestros, 3 Avemarías, 3 Gloria
Oración
Adorable Jesús, que viviendo sobre la tierra habéis conversado con los hombres con una
humildad y una dulzura de corazón capaces de encarnar todos los corazones: os suplicamos
que hagáis nacer en nosotros estas dos queridas virtudes, que tan fuertemente abraza vuestro
corazón, a fin de que a ejemplo vuestro, conversando entre nuestros hermanos con humildad y
mansedumbre, hallemos el descanso de los humildes de corazón. Amén.
TERCER DÍA
¡Oh Corazón de mi amado Jesús!, que a impulso de las ternuras de vuestro amor, al partir de
este mundo hacia vuestro Padre, os quedasteis con los hombres en ese augusto Sacramento
para permanecer con ellos todos los días, horas y momentos, hasta el fin de los tiempos. Bien
se conoce, Salvador mío, que tenéis todas vuestras delicias en estar siempre con nosotros;
¡pero qué sentimiento será el vuestro al veros tan olvidado de los hombres! Cuán solo os
quedáis muchas horas y días en los altares, sin haber quién os visite, quién se acuerde de
vuestras finezas, ni quién guste de tratar con Vos! Y si algunas veces comparecemos en
vuestra presencia, cuán tibios, cuán distraídos lo practicamos! Imprimid, Padre mío, en
nosotros la memoria de vuestras finezas, y haced que todo nuestro gusto sea vivir siempre con
Vos y serviros cada día con más fidelidad. Otorgadnos esta gracia para mayor gloria vuestra y
bien de nuestras almas. Amén.
Tres Padrenuestros, Avemarías y Gloria.
Oración
Adorable Salvador mío, que tan entrañablemente amáis la soledad; haced que nazca en
nuestros corazones el amor al retiro, a fin de que separados del tumulto del mundo podamos
oír vuestra dulce voz en el silencio de las criaturas y responder fielmente con la lengua del
corazón y con el lenguaje de vuestro amor. Amén.
CUARTO DÍA
¡Oh Corazón de mi amado Jesús!, vuestro amor, más que de Padre, os obligó al cariñoso exceso
de dejarnos en esa Sagrada Mesa el divino convite de vuestro Cuerpo y Sangre bajo los
accidentes del pan y del vino, para regalarnos y sustentarnos espiritualmente en nuestras
almas mientras estamos en el destierro de este mundo, lejos de nuestra patria celestial.
¿Quién creyera, amable Salvador mío, que nos amasteis con tan excesiva finesa, sino lo enseña
la fe? Mas, ¿quién no se pasmará de la horrenda maldad de los que sacrílegamente os reciben?
¿Quién no orará la tibieza, la frialdad, la indiferencia y la poca disposición con que nos llegamos
a Vos? ¡Oh pasmo de insensibilidad del corazón humano! Aquí tenéis, Señor, el mío, aunque tan
vil, deseoso de sacrificarse del todo en desagravio de tan enorme ingratitud; hacedme la gracia
de aceptarlo, para mayor gloria vuestra y bien de mi alma. Amén.
Tres Padrenuestros, Avemarías y Gloria.
Oración
¡Oh adorable Salvador, cuyo Corazón sagrado, lleno de dolor y de amargura, ha gemido tantas
veces sobre los placeres criminales de los hombres! Nosotros os pedimos por los méritos
infinitos de vuestra Santísima Pasión, que nuestros corazones, siguiendo el movimiento del
vuestro, desprecien las caricias del mundo y de la carne por sufrir con Vos y merecer la
participación en nuestra gloria. Amén.
QUINTO DÍA
¡Oh Corazón de mi amado Jesús! Antes de ser sacrificado por mí en el ara de la cruz,
dispusisteis impelido por vuestro amor, serlo por mí y por todos los hombres, tantas veces y
por todos los días en todo el mundo, cuántas son las misas que en él se celebran, ofreciéndoos
Vos mismo en ellas, millones de veces como víctima la más agradable a vuestro Padre, por mis
pecados, en acción de gracias por lo que de su mano recibimos; pidiendo para nosotros de
continuo, otras nuevas; a ese exceso llegaron vuestras fuerzas para provocar las nuestras,
enseñándonos que siquiera una vez nos santifiquemos del todo a Vos.
Pero, ¿qué halláis en retorno? Irreverencias, desacatos, inmodestias y agravios en la mayor
parte de los hombres; eso halláis, amable Salvador mío, y esto sufrís todos los días.
¿Y no moveréis siquiera a algunos, a que lo sientan con Vos y os recompensen con su fidelidad
y ardiente amor tantas injurias? Aquí me tenéis tal cual soy, como víctima agraciada de todos
vuestros desagravios; aceptadla, Señor, haciéndome esa gracia, para gloria vuestra y bien de
mi alma. Amén.
Tres Padrenuestros, Avemarías y Gloria.
Oración
Soberano Redentor de los hombres, cuyo amantísimo Corazón fue elevado sobre el altar de la
Cruz, y abrazado con el fuego de la caridad has querido expiar por nosotros; os pedimos que
inflaméis nuestros corazones con el fuego de la misma caridad, a fin de que ellos sean dichosos
no aspirando sino a Vos durante la vida y en Vos sólo merezcan esperar en la muerte. Amén.
SEXTO DÍA
¡Oh Corazón de mi dulce Jesús! Para obligar a los hombres a que os amen y os den
enteramente la pequeñez de su corazón, no sólo les dais Vos en ese augusto Sacramento el
vuestro, sino, todo cuanto sois: vuestra divinidad y en fin a Vos mismo, fuente de todos los
bienes y de todas las gracias, sólo a fin de ganarles su amor, y de que os sirvan reconocidos a
tan excesivas fuerzas. Pero ¡ay!, amabilísimo Salvador mío, cuán poco lográis. Con las dádivas
se pueden vencer las mayores dificultades; pero la dureza de los corazones humanos no se
ablanda con las vuestras, siendo tantas y tan sobremanera preciosas.
Encended, Señor, con ese asombroso incendio que arde en vuestro Corazón, todos los
nuestros, impeliéndolos eficazmente a que sientan vuestros agravios y los recompensen
dándose y entregándose del todo a Vos. Concedédmelo a mí, como el más necesitado, para
mayor gloria vuestra y bien de mi alma. Amén.
Tres Padrenuestros, Avemarías y Gloria.
Oración
Glorioso Redentor, que sois la gloria y centro de todos los corazones; ya que nos habéis dicho
por vuestra propia boca que cuando fuerais exaltado atraerías hacia Vos todas las cosas, os
pedimos, que, purificados nuestros corazones con el fuego de vuestro divino amor, se
transformen en Vos y puedas descansar eternamente en el cielo, donde vives y reinas con Dios
Padre en unidad con el Espíritu Santo, por todos los siglos. Amén.
SÉPTIMO DÍA
¡Oh Corazón tierno de Jesús! Vos os abrazáis siempre en las llamas de un amor tan fino para
con los hombres, que, para unirnos y hacernos una misma cosa, como lo sois con vuestro
eterno Padre, tratasteis esa maravilla de vuestras finezas, quedándoos entre ellos en ese
admirable Sacramento como manjar, para que estando en su interior os unieseis en amoroso
vínculo con el suyo, haciendo que fuesen enteramente unos efectos con la más rendida
subordinación de los suyos a los vuestros.
Mas en cuán poco lo conseguís, sufriendo de la mayor parte de los hombres un ingrato olvido.
No permitáis, Señor, tanta insensibilidad en el corazón humano; quitadla del mío, amabilísimo
Jesús, haciéndolo muy uno con el vuestro; concededme esa gracia para mayor gloria vuestra y
bien de mi alma. Amén.
Tres Padrenuestros, Avemarías y Gloria.
Oración
Amorosísimo Jesús que siendo tan inefable el amor de vuestro Corazón para con nosotros, nos
habéis dejado bajo los velos de ese augusto Sacramento vuestro Cuerpo y vuestra Sangre en
prenda de la gloria donde nos esperáis; concedednos por el mismo Corazón tanta gracia, que
con ella veneremos aquí sus misterios y después os bendigamos eternamente en el cielo.
Amén.
OCTAVO DÍA
¡Oh Corazón de mi amado Jesús! El amor que os hizo sufrir por los hombres tantas veces
enclavado en una Cruz, os tiene en ese augusto Sacramento expuesto a las insolencias, injurias
y sacrílegas profanaciones de los herejes, y que os han tratado en diferentes tiempos y lugares
con tanto atrevimiento, rabia y furor, que no se puede oír sin asombro y horror lo que
ejecutaron con Vos en ese mismo misterio de vuestro amor. A todo te expusiste por no privaros
de nuestra compañía y de quedaros con nosotros; esto, os cuesta el habernos amado con tanto
exceso. ¿Y no lo sentiremos ¡oh amabilísimo Salvador nuestro!, no trataremos de
recompensaros con nuestros servicios y humillaciones y con ardiente amor tantas injurias?
Sí, amado Corazón de mi dulce Jesús, lo siento, y quisiera recompensárosla, aunque fuese con
mi sangre y con mi vida; dadme para ello vuestra gracia, y sea todo para mayor gloria vuestra
y bien de mi alma. Amén.
Tres Padrenuestros, Avemarías y Gloria.
Oración
Divino Salvador de mi alma, que, por favor especial, os dignasteis descubrir a vuestra Iglesia
las inefables riquezas de vuestro Corazón; dignaos también concedernos vuestra gracia para
aprovecharnos de ella y compensar con humildes obsequios las injurias que os hemos causado.
Amén.
NOVENO DÍA
¡Oh Corazón de mi amado Jesús! Cuán digno sois siempre de la mayor veneración y muy
especialmente en el augusto trono de ese adorable Sacramento, en donde realmente está
entre glorias vuestra Divina Majestad, para recibir obsequios y agradecimientos de los hombres
con el fin de llenarlos al mismo tiempo de vuestros dones, uniéndonos íntimamente con los que
tiernamente amáis. Justo fuera, amabilísimo Salvador mío, que todos, con el más profundo
rendimiento, os adoraran y sirvieran agradecidos a vuestras fuerzas, a los menos deseosos de
sus propios intereses.
Mas, ¡ay!, lo que comúnmente halláis en la mayor parte de los hombres, son injurias a vuestro
amor, y deseo recompensarlas con mis rendimientos, humillaciones y obsequios, con más
rendida fidelidad. Concededme esta gracia y la que os he pedido en esta novena, para mayor
gloria vuestra y bien de mi alma. Amén.
Tres Padrenuestros, Avemarías y Gloria.
Gozos
Escuela de perfección
de corazones modelo Acudiendo a tal Sagrario
¡Oh Divino Corazón Fijo en la Cruz ha mostrado ha ofrecido al Padre Eterno,
Dad a los nuestros consuelo! amoroso y complacido, oír con amor paterno
pues apenas concebido, los ruegos del novenario;
Al mundo manifestado fue tu amor crucificado; por Ti sube la oración
en torno de vivas llamas. de acabar la Redención, a los más alto, de un vuelo
Bien muestras cuánto nos Os angustiaba el desvelo ¡Oh Divino Corazón
amas ¡Oh Divino Corazón Dad a los nuestros consuelo!
en caridad abrazado: Dad a los nuestros consuelo!
tan ardiente exaltación Que en nosotros reinarías
ha de inflamar nuestro hielo Mostrándote transparente, dijiste
¡Oh Divino Corazón como espejo cristalino y principalmente
Dad a los nuestros consuelo! descubra el amor divino, cumples ya amorosamente
su más interior patente; tan propicias profecías;
De la lanza la abertura de su fina dilección tu copiosa bendición
nos muestra franca puerta, se ve el misterio sin velo hará feliz nuestro suelo
que para todos abierta ¡Oh Divino Corazón ¡Oh Divino Corazón
nuestro refugio asegura; Dad a los nuestros consuelo! Dad a los nuestros consuelo!
no hay más dulce,
habitación, Vienes después de la octava Pides agradecimiento
ni en la tierra ni en el cielo de Corpus, a tu amor, y en recompensa
¡Oh Divino Corazón has señalado como el día de la ingrata y vil ofensa
Dad a los nuestros consuelo! consagrado ese reconocimiento;
que tu cariño anhelaba; de Ti a la meditación
Con la corona ceñido,
unirse en la comunión ha de ser nuestro desvelo
de espinas, nos significas.
con nosotros es tu anhelo ¡Oh Divino Corazón
Qué pues amante te
¡Oh Divino Corazón Dad a los nuestros consuelo!
explicas,
Dad a los nuestros consuelo!
te lastima nuestro olvido;
Centro de nuestra aflicción
nuestra vil desatención,
dulce imán de nuestro
causa en Ti tal desatención.
anhelo:
¡Oh Divino Corazón
¡Oh Divino Corazón;
Dad a los nuestros consuelo!
Dad a los nuestros consuelo!
LLAMADA DE EMERGENCIA
(oración para una grave necesidad)
Oh Divino Jesús que dijiste “Pedid y recibiréis; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá;
porque todo el que pide recibe, y el que busca encuentra y a quien llama se le abre”;
mírame postrado a tus plantas suplicándote me concedas una audiencia. Tus palabras me
infunden confianza, sobre todo ahora que necesito me hagas un favor.
(se ora en silencio pidiendo el favor)
¿A quién he de PEDIR sino a Ti, cuyo CORAZON es un manantial inagotable de todas las
gracias y dones? ¿Dónde he de BUSCAR si no en el tesoro de TU CORAZON, que contiene
todas las riquezas de la Clemencia y Generosidad Divinas?
¿A dónde he de LLAMAR, si no a la puerta de ese CORAZON SAGRADO a través del cual
Dios viene a nosotros y por medio del cual vamos a Dios?
A Ti acudimos, OH CORAZON DE JESÚS porque en Ti encontramos consuelo, cuando
afligidos y perseguidos pedimos protección cuando abrumados por el peso de nuestra cruz,
buscamos ayuda cuando la angustia, la enfermedad, la pobreza o el fracaso nos impulsan a
buscar una fuerza superior a las fuerzas humanas.
Creo firmemente que puedes concederme la gracia que imploro, porque tu misericordia no
tiene límites y confío en que TU CORAZON compasivo encontrará en mis miserias en mis
tribulaciones y en mis angustias, un motivo más para oír mi petición.
Quiero que mi corazón esté lleno de la confianza con que oró el centurión romano a favor
de su criado; de la confianza con que oraron las hermanas de Lázaro, los leprosos, los
ciegos, los paralíticos que se acercaban a Ti porque sabían que tus oídos y TU CORAZON
estaban siempre abiertos para oír y remediar sus males.
Sin embargo... Dejo en tus manos mi petición, sabiendo que TU ves las cosas mejor que yo
y que si no me concedes esta gracia que te pido, si me darás en cambio otra que mucho
necesite mi alma y me concederás mirar las cosas, mi situación, mis problemas, mi vida
entera, desde otro ángulo, con más espíritu de fe. Cualquiera que sea tu decisión nunca
dejaré de amarte, adorarte y servirte, ¡Oh buen Jesús!
Acepta este acto mío de perfecta adoración y sumisión a lo que decrete TU CORAZON
MISERICORDIOSO, Amén.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria al Padre...
¡SACRATÍSIMO CORAZON DE JESUS EN VOZ CONFIO! (3 veces)
NOTA: Se sugiere rezar esta oración cuando surja algún problema. Puede rezarse en forma
de Triduo o Novenario o por un tiempo indeterminado. Se aconseja que, para rezarla con
mayor provecho, se reciban los sacramentos de la Confesión y la Comunión.