Trastornos Afectivos

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Trastornos afectivos:

Los trastornos afectivos son un conjunto de trastornos definidos en el manual diagnóstico y


estadístico de los trastornos mentales cuya principal característica subyacente sería una
alteración del estado de ánimo del individuo. Estos se cuentan entre las afecciones
psicológicas más serias, siendo que en cualquier año dado, aproximadamente 9.5 por
ciento de la población estadounidense padece un trastorno anímico (National Institute of
Mental Health, 2011)

Los trastornos anímicos son a resumidas cuentas lo que conocemos como trastornos
depresivos y trastornos bipolares. Para generalizar en los trastornos depresivos, la tristeza
y el abatimiento son exagerados, prolongados e irrazonables, en cambio, en los trastornos
bipolares, la gente sube y baja emocionalmente.

Según el DSM-5 los trastornos depresivos pueden clasificarse en:

Episodio depresivo mayor. Constituye un síndrome depresivo de al menos 2 semanas de


duración y con una intensidad importante que afecta claramente al funcionamiento de la
persona. Atendiendo a la intensidad de los síntomas se puede calificar como “leve”,
“moderado” o “grave”; Lo habitual es que un paciente tenga varios episodios depresivos a lo
largo de su vida (“recurrencias”): cuando solamente se evidencian recurrencias depresivas,
se habla de un trastorno depresivo mayor (o depresión unipolar) mientras que, si se
suceden en el tiempo episodios depresivos y síndromes maníacos, se habla de trastorno
afectivo bipolar (o depresión bipolar).

• Trastorno depresivo persistente (o distimia). Se habla de esta entidad en los casos de


síndromes depresivos de intensidad leve y con un curso crónico de más de 2 años de
duración (en niños y en adolescentes, la DSM baja la duración a 1 año). Este diagnóstico
agrupa la mayoría de las depresiones que anteriormente se llamaban “neuróticas”. En
general, se encuentran en ellos más alteraciones de la personalidad y más síntomas de
ansiedad (crisis de ansiedad, síntomas obsesivos, fobias). Puede comenzar en la
adolescencia (se habla de inicio temprano si aparece antes de los 21 años) o en la edad
adulta (inicio tardío). En su curso es posible que aparezcan episodios depresivos mayores,
por lo que recibe entonces el nombre de “depresión doble”

Excepcionalmente, un episodio depresivo mayor se cronifica y sigue presentando síntomas


graves pasados los años (lo habitual es que los síntomas se atenúen poco a poco); esta
“depresión mayor crónica” suele haber sido resistente a todos los tratamientos empleados.
Cuando el cuadro depresivo de intensidad leve no ha llegado aún a los 2 años de duración,
se emplea a veces el término no oficial de “depresión menor”.

Los síntomas depresivos se pueden reunir en cuatro grupos:

• Síntomas afectivos o fundamentales. Hacen referencia a las alteraciones del estado de


ánimo. Todo trastorno depresivo se caracteriza por tener un estado de ánimo bajo. Lo más
específico es la llamada tristeza vital, descrita por el paciente como una tristeza de cualidad
distinta a la que se presenta tras un acontecimiento desagradable (formará parte de la
melancolía). En las depresiones más graves puede darse una falta total de reactividad ante
las cosas que les rodean (anestesia afectiva o sentimiento de falta de sentimientos). En
determinados pacientes va a predominar la irritabilidad (disforia) sobre la tristeza, sobre
todo en cuadros crónicos de tipo distímico y en las depresiones que aparecen en niños y
adolescentes. En otros pacientes coexisten síntomas de ansiedad (nerviosismo, tensión,
inquietud, tendencia a sobrepreocuparse), que se asocian con un peor pronóstico (más
resistencia al tratamiento, más riesgo de suicidio, tendencia a la cronicidad).

En muchos pacientes, el estado de ánimo cambia a lo largo del día; algunos de ellos notan
que se encuentran mucho peor por la mañana que por la tarde; este ritmo circadiano
(mejoría vespertina) se ha puesto en relación con las alteraciones de la secreción de cortisol
y es un síntoma altamente específico, sobre todo cuando se combina con el insomnio por
despertar precoz (ambos formarán parte de la melancolía).

El otro síntoma fundamental de la depresión es la disminución del interés por actividades


que anteriormente les distraían; es lo que se denomina anhedonia (incapacidad para
disfrutar). Habitualmente, se manifiesta como una dificultad para iniciar actividades
potencialmente placenteras (anhedonia parcial o de iniciativa), llegando en las formas más
graves a imposibilitar el disfrute (anhedonia completa o de consumación). Aunque la
anhedonia es un síntoma fundamental de la depresión, también se puede encontrar en la
esquizofrenia o en pacientes con daño cerebral frontal.

• Síntomas biológicos o somáticos. Son relativamente frecuentes y fáciles de objetivar, pero


su especificidad es baja, sobre todo en aquellos pacientes que sufren además problemas
médicos o quirúrgicos. Los personas que sufren de un trastorno depresivo pueden prese tar
alteraciones del sueño. El insomnio es el más frecuente, siendo la forma más específica el
insomnio por despertar precoz (síntoma melancólico); en las depresiones leves y en
aquéllas de perfil distímico, donde suele asociarse una importante ansiedad, aparecerá
insomnio de conciliación; la hipersomnia es menos frecuente, pero aparece en las formas
atípicas de depresión y en los episodios depresivos bipolares, sobre todo en la
adolescencia. Asi mismo se presentan alteraciones del apetito y del peso. La más frecuente
es la disminución del apetito y del peso (cuando es grave es otro síntoma melancólico); que
suele estar acompañada de una sensación de falta de energía, fatigabilidad, cansancio
extremo. Tambien pueden presentarse quejas somáticas (dolores u otras molestias físicas,
preocupaciones hipocondríacas). Por último, son frecuentes los trastornos sexuales con
presencia de la disminución de la libido o disfunciones sexuales varias.

● Alteraciones del comportamiento. Al igual que los síntomas somáticos, muestran un


carácter objetivo y una especificidad baja. Se observan entonces:

1. Disminución de la atención y de la concentración (disfunción cognitiva).


Frecuentemente estos pacientes se van a quejar de indecisión, y de fallos de
atención y de memoria reciente; en ancianos producen mayor alarma, al
plantear el diagnóstico diferencial con una demencia incipiente
(pseudodemencia depresiva), y en estudiantes van a asociarse a una
disminución del rendimiento académico.
2. Afectación de la conducta y del aspecto personal. Con abandono de su
autocuidado (ropa, peinado, aseo), que le dan al paciente una imagen típica
(“aspecto depresivo”).

3. Alteraciones psicomotoras (cuando son graves, forman parte de la


melancolía): › Existen depresiones inhibidas, con retardo psicomotor intenso,
que a veces alcanza el estupor catatónico, con riesgo de inanición y de
deshidratación, lo que obliga a la hospitalización del paciente y a veces al
tratamiento con TEC. En otras depresiones se observa inquietud que llega a
la agitación, sobre todo si existen ideas delirantes o ansiedad intensa.

4. Pensamientos o cogniciones depresivas. Son altamente específicos, pero su


carácter subjetivo dificulta el diagnóstico. El paciente tiene una visión
negativa de su vida, con distorsiones cognitivas tanto en lo referente al
pasado (autorreproches, recuerdos mayoritariamente tristes), como al
presente (autodepreciación, minusvalía) o al futuro (sentimientos de
desesperanza, baja autoestima).

En ocasiones, estas ideas alcanzan un carácter delirante (depresión psicótica


o delirante); lo más frecuente es que los delirios tengan que ver con los
típicos contenidos depresivos (llamándose indistintamente delirios
congruentes, delirios secundarios o ideas deliroides); así, se observarán
delirios de culpa, de ruina y de enfermedad.

Un ejemplo del máximo extremo de gravedad en la depresión es el llamado


síndrome de Cotard o delirio de negación. En este cuadro, el paciente niega
que sus órganos internos funcionen y defiende su muerte o la de su familia;
incluso puede presentar alucinaciones olfativas en las que huele a podrido;
aunque este cuadro puede verse en otras enfermedades, es típico de la
depresión grave.

Las alucinaciones son menos habituales que los delirios, pero cuando
aparecen suelen ser auditivas y congruentes con los temas delirantes (“no
vales nada”, “te vas a arruinar”, “mátate”).

Asi mismo suelen presentarse ideas y pensamientos relacionados con la


muerte, desde el deseo de que la vida termine cuanto antes (tedio vital) hasta
la aparición de planes o de intentos de suicidio; la depresión es el principal
diagnóstico psiquiátrico relacionado con el suicidio.

Trastorno o síndromes maniacos: según la CIE y el DSM-5 dichos


trastornos pueden ser clasificados segun:

La combinación de síntomas, intensidad y duración:


Episodios maníacos. Síntomas maníacos en intensidad suficiente para
deteriorar el funcionamiento del paciente y con una duración de, al menos, 1
semana (salvo que sean tan graves que exijan su ingreso inmediato).

Episodios hipomaníacos. Formas leves que permiten un funcionamiento


social más o menos normal; su diagnóstico no resulta fácil, pues estos
pacientes no suelen demandar tratamiento ni los síntomas que presentan se
califican por los demás como claramente anormales. La duración mínima se
acorta a 4 días.

• Síntomas mixtos. Hasta en un 40% de los episodios maníacos o


depresivos pueden aparecer síntomas del otro polo afectivo; su presencia
obliga a veces a ajustar el tratamiento.

Y en función de la combinación de los síndromes maníacos con los


depresivos se tendría: • La mayoría de pacientes que sufren episodios
maníacos van a presentar también episodios depresivos, pero cabe la
posibilidad de encontrar pacientes maníacos “puros” (sin depresión). Ambos
grupos (maníaco-depresivos y maníacos puros) se diferencian poco y forman
el trastorno bipolar tipo I, que se corresponde con el nombre clásico de
psicosis maníaco-depresiva.
• Para establecer el diagnóstico de trastorno bipolar tipo II, deben coexistir
en un mismo paciente episodios depresivos mayores con episodios
hipomaníacos.

• En el trastorno bipolar, el equivalente a la distimia es el trastorno ciclotímico


(o ciclotimia), que se define como el síndrome afectivo de duración
prolongada (al menos 2 años) en el que se suceden periodos de síntomas
depresivos y de síntomas maníacos, en intensidad leve-moderada y con
escasas semanas de normalidad (Figura 2.8). Con frecuencia estos
pacientes ciclotímicos son incorrectamente diagnosticados de trastornos de
la personalidad.

Los síntomas de los síndromes maníacos también se pueden agrupar en


cuatro apartados:

● Síntomas afectivos o fundamentales. El síntoma más característico es


la presencia de un estado de ánimo alegre, que puede alcanzar la
euforia extrema y que suele calificarse como expansivo y contagioso.
Sin embargo, no es raro que los pacientes se muestren más irritables
que eufóricos, sobre todo cuando se ponen límites a su conducta (se
habla entonces de manías disfóricas).

● • Síntomas somáticos:
-Trastornos del sueño. Típicamente son individuos que duermen muy
poco sin acusar cansancio durante el día (más que insomnio es una
disminución de la necesidad de sueño).
-Trastornos del apetito. No hay una alteración definida; estos sujetos
comen de forma desordenada, algunos mucho y otros casi nada; en
cualquier caso, es raro que engorden debido al aumento de la
actividad física
. -Trastornos sexuales. Se produce un aumento del deseo y de la
actividad sexual, despreciándose los riesgos, con el peligro de
contraer una ITS (infección de transmisión sexual) o de embarazos no
deseados.

● Alteraciones del comportamiento: -Se produce un aumento de la


actividad, tanto física como mental mostrándose a su vez un
desprecio del riesgo y de las consecuencias de la conducta; así, los
pacientes maníacos gastan mucho dinero, hacen regalos
inadecuados, dejan sus trabajos, abordan negocios arriesgados o
presentan promiscuidad sexual. Al mismo tiempo su aspecto suele
ser llamativo (se visten con colores chillones, se arreglan en exceso).

-Otros pacientes maníacos llegan a bloquearse en el plano motor,


presentando externamente síntomas catatónicos.

-La hiperactividad mental se traduce en lenguaje muy rápido, como


consecuencia de la aceleración del curso del pensamiento, pudiendo
llegarse a un pensamiento desorganizado denominado fuga de ideas
(pasan de una idea a otra sin concluirla, con continuos juegos de
palabras y rimas, lo que hace su discurso incomprensible).
-Hay un aumento exagerado de la atención (hiperprosexia) que
conduce a una gran distraibilidad y a un descenso del rendimiento
(laboral, académico).

• Pensamientos maníacos: La autoestima de los maníacos está muy


aumentada y no es raro que crean tener un talento especial, por
encima de las demás personas, de hecho, en la manía, los síntomas
psicóticos son más habituales que en la depresión; son típicas las
ideas delirantes de grandeza (delirios megalomaníacos), que con
frecuencia adoptan un carácter místico/religioso.

También, con mayor frecuencia que en la depresión, los delirios


pueden ser incongruentes con el estado de ánimo (de persecución u
otros). Es frecuente en estos pacientes un aumento de la intensidad
con la que perciben lo que les rodea (hiperestesia): la música les
conmueve más, los colores parecen más intensos.

Las alucinaciones que presentan no son raras, suelen ser auditivo-


verbales y relacionarse con el tema delirante (p. ej., oír la voz de Dios
que les habla).

Por último hay que acotar que es muy característica la falta de


conciencia de enfermedad, por lo que no suelen aceptar ningún
tratamiento y, dadas las conductas que pueden tener y lo irritables y
agresivos que se ponen si se les intenta contener, es difícil realizar un
tratamiento ambulatorio, por lo que la mayoría (hasta el 90% de los
casos) requiere ingreso hospitalario en contra de su voluntad para
poder instaurar el tratamiento y evitar conductas de riesgo para su
salud.

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