Tema 5 Inflamación Morfopatologia

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Inflamación

La inflamación es una respuesta protectora en la que participan las células del huésped, los
vasos sanguíneos, y las proteínas y otros mediadores, que tratan de eliminar la causa inicial
de la lesión celular, además de las células y los tejidos necróticos causados por la agresión
inicial, e iniciar el proceso de reparación. La inflamación consigue su función protectora, en
primer lugar, diluyendo, destruyendo o neutralizando de algún modo los agentes lesivos. Si
no existiera la inflamación, las infecciones evolucionarían sin control y las heridas nunca se
curarían. Los componentes de la reacción inflamatoria que destruyen y eliminan los
microbios y tejidos muertos pueden también ocasionar daños en los tejidos normales. Por
tanto, las reacciones inflamatorias normales totalmente beneficiosas pueden producir
lesiones, las cuales pueden, incluso, convertirse en la característica más importante cuando
la reacción es muy intensa prolongada o inadecuada.

Las células y moléculas implicadas en la defensa del huésped, incluidos los leucocitos y las
proteínas plasmáticas, normalmente circulan por la sangre y el objetivo de la reacción
inflamatoria es localizarlas en el foco de infección o daño tisular.

La reacción inflamatoria típica se desarrolla a través de una serie de pasos


secuenciales

• Reconocimiento del agente nocivo que es el estímulo inicial de la inflamación. Las células
implicadas en la inflamación (células centinela residentes en los tejidos, fagocitos y otras)
están equipadas con receptores que reconocen productos microbianos y sustancias
liberadas por las células dañadas.

Estos receptores se describen con detalle más adelante. La participación de los receptores
posibilita la producción de

mediadores de inflamación, que a continuación desencadenan los siguientes pasos de la


respuesta inflamatoria.

• Reclutamiento de leucocitos y proteínas plasmáticas en los tejidos. Dado que la sangre


perfunde todos los tejidos, los

leucocitos y proteínas como el complemento pueden ser conducidos a cualquier foco de


invasión microbiana o lesión celular. Cuando los microbios patógenos invaden los tejidos, o
cuando las células de dichos tejidos mueren, los leucocitos (primero principalmente
neutrófilos y luego monocitos y linfocitos) y las proteínas plasmáticas son rápidamente
conducidos desde la circulación al sitio extravascular en el que se localiza el agente
agresor. El éxodo de células y proteínas plasmáticas desde la sangre requiere cambios
coordinados en los vasos sanguíneos y secreción de mediadores, descritos con detalle más
adelante.

• La eliminación del estímulo para la inflamación depende principalmente de las células


fagocíticas, que ingieren y destruyen microbios y células muertas.

• La regulación de la respuesta es importante para la terminación de la reacción cuando ha


cumplido su propósito.
• La reparación consiste en una serie de procesos que curan el tejido dañado. En este
proceso, el tejido lesionado es reemplazado gracias a la regeneración de las células
supervivientes y el relleno de los defectos residuales con tejido conjuntivo (cicatrización).

Antes de analizar los mecanismos y funciones y la patología de la respuesta inflamatoria, es


útil revisar algunas de sus propiedades fundamentales:

Componentes de la respuesta inflamatoria. Los principales participantes en la reacción


inflamatoria en los tejidos son los vasos sanguíneos y los leucocitos. los vasos sanguíneos
responden al estímulo inflamatorio relajándose y aumentando su permeabilidad, lo que hace
que determinadas proteínas circulantes accedan al sitio de infección o al tejido dañado.

Consecuencias nocivas de la inflamación. Las reacciones inflamatorias de protección frente


a las infecciones van a menudo acompañadas de daño de tejidos locales y se asocian a
signos y síntomas (p. ej., dolor y deterioro funcional). No obstante, es característico que
estas reacciones nocivas sean de resolución espontánea y remitan a medida que la
inflamación se reduce, causando afectación leve o no permanente. En cambio, hay muchas
e1ú ennedades en las que la reacción inflamatoria no se orienta de forma adecuada (p. ej.,
contra los tejidos propios en las e1úermedades autoinmunitarias), se genera contra
sustancias que habitualmente no son perjudiciales (p. ej., en las alergias) o no es bien
controlada. En estos casos, la reacción inflamatoria, normalmente protectora, se convierte
en causa de enfermedad, y la afectación que origina es el rasgo dominante. En medicina
clínica se presta gran atención a las consecuencias lesivas de la inflamación (tabla 3.1). Las
reacciones inflamatorias son subyacentes a enfermedades crónicas comunes, como artritis
reumatoide, ateroesclerosis y fibrosis pulmonar así como a reacciones de hipersensibilidad
potencialmente mortales ante picaduras de insecto, alimentos, fármacos y toxinas. Esto
justifica la abundancia en nuestras farmacias de fármacos antiitúlamatorios, cuya finalidad
es controlar las secuelas perjudiciales de la i1úlamación sin interferir en sus efectos
beneficiosos. La inflamación también se ve implicada en una amplia variedad de
enfermedades que se consideran esencialmente metabólicas, degenerativas o genéticas,
como la diabetes de tipo 2, la enfermedad de Alzheimer y el cáncer. Debido al amplio
espectro de consecuencias perjudiciales de la inflamación, en ciertos medios se la designa,
con tono ciertamente melodramático, como «el asesino silencioso».

• Inflamación local y sistémica. La mayoría de los análisis se centran en la reacción tisular


que es una respuesta inflamatoria a una inflamación localizada o a una lesión tisular.
Aunque estas reacciones locales tienen manifestaciones sistémicas (p. ej fiebre en caso de
faringitis bacteriana o vírica), en buena medida la inflamación queda confinada al sitio de infección o
lesión. En situaciones poco frecuentes, como determinadas infecciones bacterianas diseminadas, la
reacción inflamatoria es sistémica y origina anomalías patológicas generalizadas.

• Mediadores de la inflamación. Las reacciones vasculares y a la inflamación son


desencadenadas por factoressolubles, producidos por diversas células o derivados
deproteínas plasmáticas, y son generadas o activadas en respuesta al estímulo inflamatorio.
Los microbios, las células necróticas (con independencia de la causa de la muerte celular) y
también la hipoxia pueden inducir elaboración de mediadores inflamatorios, que inducen la
inflamación. Estos mediadores inician y amplifican la respuesta inflamatoria y determinan
sus pautas, gravedad, y manifestaciones clínicas y patológicas. Las bacterias invasoras.
CAUSAS DE LA INFLAMACIÓN:

Las reacciones inflamatorias son desencadenadas por diversos estímulos;

• Infecciones (bacterianas, víricas, fúngicas, parasitarias) y toxinas microbianas son las


causas más frecuentes y médicamente más importantes de la inflamación. Los patógenos
infecciosos generan diversas respuestas inflamatorias, que pueden ir desde una inflamación
aguda leve, que provoca una lesión leve o no induce lesiones y que erradica
satisfactoriamente la infección, hasta reacciones sistémicas graves potencialmente mortales
o reacciones crónicas prolongadas, que dan lugar a lesión tisular extensa. Los resultados
vienen determinados en buena medida por el tipo de patógeno y la respuesta del huésped
y, hasta cierto punto, por otras características del huésped poco definidas.

• La necrosis tisular induce inflamación con independencia de la causa de la muerte celular.


Las células pueden morir por isquemia (reducción del flujo sanguíneo, como en el infarto de
miocardio), traumatismo o agresión física y química (p. ej., lesiones térmicas, como
quemaduras y congelaciones, o exposición a radiaciones o ciertas sustancias químicas). Se
sabe que diversas moléculas liberadas por las células necróticas, algunas de las cuales se
describen más adelante, provocan inflamación.

• Los cuerpos extraños (astillas, suciedad, suturas) causan inflamación, por sí mismos o por
producir una lesión tisular traumática o transportar microorganismos. Incluso las sus-tancias
endógenas pueden ser nocivas si se depositan en los tejidos. Entre ellas se cuentan
cristales de urato (gota), cristales de colesterol (ateroesclerosis) y lípidos (síndrome
metabólico asociado a obesidad).

• En las reacciones inmunitarias (también llamadas de hipersensibilidad), el sistema


inmunitario, normalmente protector, daña los propios tejidos de la persona afectada. Las
respuestas inmunitarias lesivas pueden dirigirse, de forma anómala, contra los
autoantígenos, dando lugar a enfermedades autoinmunitarias, o bien ser reacciones contra
sustancias ambientales, como en las alergias, o contra microbios. En estas patologías, la
inflamación es causa destacada de lesión tisular. Dado que los estímulos generadores de
respuestas inflamatorias (p. ej., autoantígenos y antígenos ambientales) no pueden
eliminarse, las reacciones autoin-munitarias y alérgicas tienden a ser persistentes y difíciles
de curar; a menudo se asocian a inflamación crónica y son causas significativas de
morbimortalidad. La inflamación es provocada principalmente por citocinas producidas por
los linfocitos T y otras células del sistema inmunitario

RECONOCIMIENTO DE MICROBIOS Y CÉLULAS DAÑADAS:

El reconocimiento de los componentes o las sustancias microbianos liberados por células


dañadas es el paso inicial en las reacciones inflamatorias. Las células y los receptores que
desarrollan esta función evolucionaron para proteger a los organismos multicelulares de los
microbios en el entorno, y las respuestas que desencadenan son esenciales para la
supervivencia de los organismos. Diversos receptores celulares y proteínas circulantes son
capaces de reconocer los microbios y productos causantes de potencial daño celular,
estimulando la inflamación.
• Receptores microbianos de las células. Las células expresan receptores en su membrana
plasmática (para microorganismos extracelulares), los endosomas (para microbios
ingeridos) y el citosol (para microbios intracelulares), y ello permite que las células sean
sensibles a invasores extraños en cualquier compartimento. El mejor tipificado de tales
receptores pertenece a la familia de los receptores de tipo Toll (TLR); estos y otros
receptores propios de la inmunidad innata se describen en el capítulo 6. Los receptores se
expresan en múltiples tipos celulares, como células epiteliales (por medio de las cuales los
microbios penetran desde el medio externo), células dendríticas, macrófagos y otros
leucocitos (que pueden encontrar microbios en diversos tejidos). La participación de estos
receptores estimula la producción de moléculas implicadas en la inflamación, como las
moléculas de adhesión de células endoteliales, citocinas y otros mediadores.

• Sensores de lesión celular. Todas las células tienen receptores citosólicos, como los
receptores de tipo NOD (NLR), que reconocen una diversidad de moléculas liberadas o
alteradas como consecuencia del daño celular. Dichas moléculas incluyen las de ácido úrico
(producto de degradación del ADN), trifosfato de adenosina (ATP; producido por
mitocondrias dañadas), concentraciones reducidas de K+ intracelular (que reflejan pérdida
de iones por lesión de la membrana plasmática), ADN, cuando es liberado al citoplasma y
no queda secuestrado en los núcleos, como debería suceder normal-mente, y muchas
oh·as. Estos receptores activan un complejo citosólico multiproteínico llamado inflamasoma
(v. capítulo 6), que induce la producción de la citocina interleucina 1 (IL-1). La IL-1 recluta
leucocitos y así da lugar a inflamación (v. más adelante). Las mutaciones de ganancia de
función en los genes que codifican algunos de los receptores son causa de una serie de
enfermedades raras agrupadas bajo el término síndromes autoinflamatorios, caracterizados
por producción e inflamación espontánea de IL-1. Los antagonistas de la IL-1 son eficaces
en el tratamiento de estos trastornos. El inflamasoma también se ve implicado en
reacciones inflamatorias ante cristales de urato (causantes de gota), lípidos (en el síndrome
metabólico y la diabetes de tipo 2 asociada a obesidad), cristales de colesterol
(ateroesclerosis) y también depósitos de amiloide en el cerebro (enfermedad de Alzheimer).
Tales alteraciones se analizan más adelante, en este y otros capítulos.

• Otros receptores celulares implicados en la inflamación. Además de reconocer


directamente a los microbios, numerosos leucocitos expresan receptores para los
fragmentos Fe de los anticuerpos y las proteínas del complemento. Estos receptores
reconocen microorganismos recubiertos por anticuerpos y complemento (el proceso de
revestimiento se llama opsonización), y fomentan tanto la ingestión y destrucción de los
microorganismos como la inflamación.

• Proteínas circulantes. El sistema del complemento reacciona contra los microbios y


produce mediadores de inflamación (descritos más adelante). Una proteína circulante,
llamada lectina de unión a manosa, reconoce los azúcares microbianos y favorece la
ingestión de los microbios y la activación del sistema del complemento. Otras proteínas,
denominadas colectinas, también se unen y combaten los microorganismos.

INFLAMACIÓN AGUDA

La inflamación aguda es la respuesta inmediata que se produce frente al agente lesivo.


Debido a que los dos principales factores defensivos frente a los microorganismos (los
anticuerpos y los leucocitos) son transportados normalmente por la sangre, no es
sorprendente que los fenómenos vasculares desempeñenun papel decisivo en el proceso
de inflamación aguda. En si, es una respuesta rápida, a menudo autolimitada, frente a
agentes agresores que se eliminan con facilidad, como muchas bacterias y hongos, y a
células muertas. Habitualmente aparece en minutos u horas y su duración es corta (de unas
horas a pocos días). Se caracteriza por exudado de líquido y Proteínas plasmáticas
(edema) y por migracion de leucocitos, predominantemente neutrófilos. Si el estímulo
agresor se elimina, la reacción remite y la lesión residual es reparada.

La inflamación aguda presenta tres componentes principales:

● Las modificaciones en el calibre de los vasos, que dan lugar al aumento en el


flujo de sangre.
● Las alteraciones en la estructura de la microvasculatura, que aumentan la
permeabilidad vascular, por lo que los vasos permiten la salida de la circulación de
las proteínas plasmáticas y los leucocitos. Además hay respuesta en los vasos
linfáticos.
● La emigración de los leucocitos desde el punto en el que abandonan la
microcirculación hasta el foco de lesión en el que se acumulan.

Alteración en el calibre de los vasos y aumento del flujo sanguíneo

Vasoconstricción: insignificante, de pocos segundos.

Vasodilatación: afecta primero a las pequeñas arteriolas y abre los lechos vasculares.
Además produce un estasis (demora del flujo) sanguíneo, lo que conlleva a una
acumulación de elementos celulares de la sangre (leucocitos y eritrocitos), aumentando la
viscosidad de la sangre (provoca un enrojecimiento localizado).

La vasodilatación esta inducida por varios mediadores: histamina y NO principalmente.

Aumento de la permeabilidad vascular

Está representada por:

Contracción de las células endoteliales: es el


mecanismo más frecuente de la fuga celular, aumenta
el espacio interendotelial (histamina, bradicinina,
leucotrienos y neuropéptidos de sustancia P y otros
mediadores químicos), seguido de un aumento en el
transporte de líquidos y proteínas al medio
extracelular, Sucede poco después de entrar en
contacto con el mediador dura de 15-30 min en
lesiones leves. Las quemaduras y microbios pueden
causar lesión endotelial por necrosis, y pérdida de las
células, entre otras causas esta la adherencia de
neutrófilos.

Acción de los vasos linfáticos: los vasos linfáticos drenan el líquido del edema acumulado
por el aumento de la permeabilidad vascular produciendo:
Linfangitis: o inflamación de los vasos linfáticos.

Linfaadenitis: o inflamación de los ganglios linfáticos.

Emigración leucocitaria

Es un movimiento orientado por un gradiente


químico.

Una de las funciones más características e


importantes de la inflamación es el aporte de
leucocitos a la zona de lesión. Los leucocitos
fagocitan los agentes patógenos, destruyen
las bacterias y otros microorganismos, y
degradan el tejido necrótico y los antígenos
extraños. Los leucocitos también pueden
prolongar la inflamación e inducir lesión
tisular al liberar enzimas, mediadores
químicos y radicales tóxicos del oxígeno.

La secuencia de acontecimientos que se


produce desde que los leucocitos salen de la
luz vascular hasta que alcanzan el tejido
intersticial (extravasación) se puede dividir en
los siguientes pasos:

Se puede resumir en 3 pasos:

I. En la luz vascular: Marginación,


Rodamiento y Adhesión.

a. Marginación: Cuando el flujo de la sangre es normal en las vénulas, los eritrocitos


permanecen confinados en una columna axial central y desplazan a los leucocitos hacia
la pared del vaso. A medida que disminuye la velocidad del flujo sanguíneo en las fases
iniciales de la inflamación (debido al incremento de la permeabilidad vascular), se
modifican las condiciones hemodinámicas (disminuye la fuerza de cizallamiento sobre la
pared) y un número cada vez mayor de leucocitos se sitúa en la periferia, a lo largo de
la superficie endotelial.

b. Rodamiento: los leucocitos, de forma individual y en filas, se colocan sobre el


endotelio y se adhieren al mismo de forma transitoria. Esta marcado por la expresión de
selectinas en la membrana endotelial. (P, E, Glicam-1 y CD34)

c. Adhesión: cuando los leucocitos están unidos al endotelio y no pueden ser movido
(como guijarros en el fondo de un arroyo). Con el tiempo, el endotelio puede quedar
literalmente revestido por leucocitos, lo que se ha denominado pavimentación. La
adhesión depende de la expresión de citocinas, moléculas ICAM-1 (ligando de
integrinas LFA-1 y Mac-1) y VCAM-1 (Ligando de la integrina VLA-4).

II. Transmigración a través del endotelio (también denominada diapédesis). Tras su


adhesión firme al endotelio, los leucocitos dirigen sus pseudópodos hacia las uniones
que existen entre las células endoteliales, se introducen apretadamente a través de las
mismas, y quedan situados entre la célula endotelial y la membrana basal. Finalmente,
atraviesan la propia membrana basal y salen al espacio extravascular. Este mecanismo
de salida lo utilizan los neutrófilos, los monocitos, los linfocitos, los eosinofilos y los
basófilos.

III. Migración en los tejidos intersticiales hacia un estímulo quimiotáctico: una vez
dispersos en el tejido intersticial, los leucocitos buscan señales quimiotacticas, para
dirigirse a las distintas zonas.

PATRONES MORFOLÓGICOS DE LA INFLAMACIÓN AGUDA:

Los rasgos morfológicos característicos de las reacciones de inflamación aguda son la


dilatación de pequeños vasos sanguíneos y la acumulación de leucocitos y líquidos en el
tejido extravascular. No obstante, patrones morfológicos especiales se superponen con
frecuencia a estos rasgos generales, dependiendo de la gravedad de la reacción, de su
causa específica, y del tejido y la localización afectados. La importancia del reconocimiento
de los patrones macro- y microscópicos radica en el hecho de que, a menudo, ofrecen
pistas útiles sobre la causa subyacente.

Inflamación serosa

La inflamación serosa se caracteriza por exudación de líquido con bajo contenido de células
en los espacios creados por la lesión celular o en las cavidades corporales revestidas por el
peritoneo, la pleura o el pericardio. Habitualmente, en la inflamación serosa, el líquido no
contiene microbios o grandes cantidades de leucocitos (que tienden a generar inflamación
purulenta, descrita más adelante). En las cavidades corporales, el líquido puede proceder
del plasma (por incremen to de la permeabilidad vascular) o de secreciones de células
mesoteliales (por irritación local). Las ampollas cutáneas que se forman por quemadura o
por infección vírica se deben a acumulación de líquido seroso en la epidermis dañada, o
inmediatamente por debajo de ella.

Inflamación fibrinosa
Al ser mayor el aumento de la permeabilidad vascular, las moléculas grandes, como el
fibrinógeno, salen del torrente circulatorio, formándose fibrina, que se deposita en el espacio
extracelular. Cuando la extravasación vascular es importante o cuando hay un estímulo
procoagulante (p. ej., por células cancerosas), se desarrolla un exudado fibrinoso. Dicho
exudado es característico de la üúlamación en el revestimiento de cavidades corporales
como meninges, pericardio (fig. 3.14A) y pleura.

Inflamación purulenta (supurativa) y absceso

La inflamación purulenta se caracteriza por la producción de pus, un exudado formado por


neutrófilos, residuos licuados de células necróticas y líquido de edema. La causa más
frecuente de esta inflamación (también llamada supurativa) es la infección por bacterias que
causan necrosis tisular por licuefacción, como los estafilococos, designados como bacterias
piógenas (productoras de pus). Un ejemplo común de inflamación supurativa aguda es la
apendicitis aguda.

Los abscesos son acumulaciones localizadas de pus, causadas por supuración alojada en
un tejido, órgano o espacio delimitado. Se producen por diseminación de bacterias piógenas
en un tejido. Los abscesos tienen una región central licuada compuesta de leucocitos
necróticos y células tisulares. En torno a este foco necrótico suele haber un área de
neutrófilos preservados y, fuera de ella, se observan dilatación vascular y proliferación
parenquimatosa y fibrofibroblástica, indicativas de inflamación crónica y reparación.

Con el tiempo, los abscesos pueden quedar rodeados por una pared y, en última instancia,
ser reemplazados por tejido conjuntivo.

Úlceras

Una úlcera es un defecto o excavación local en la superficie de un órgano o tejido, inducido


por esfacelación (desprendimiento) de tejido necrótico inflamado (fig. 3.16). La ulceración
solo se produce cuando la necrosis tisular y la consiguiente inflamación están presentes en
una superficie o cerca de ella. Es más frecuente: 1) en las mucosas de boca, estómago,
intestino o vías genitourinarias, y 2) en la piel y los tejidos subcutáneos de las extremidades
inferiores en personas con trastornos que predisponen a la insuficiencia vascular como la
diabetes, la anemia drepanocítica y la enfermedad vascular periférica.

Ejemplos característicos son las úlceras pépticas de estómago o duodeno, en las que
coexisten inflamaciones aguda y crónica. Durante la fase aguda hay una intensa infiltración
de polimorfonucleares y dilatación vascular en los bordes de la anomalía. Al hacerse crónica
la lesión, los bordes y la base de la úlcera desarrollan proliferación fibroblástica,
cicatrización y acumulación de linfocitos, macrófagos y células plasmáticas.

Evolución de la inflamación aguda

Aunque, como es previsible, numerosas variables pueden modificar el proceso básico de la


itúlamación, por ejemplo, la naturaleza e intensidad de la lesión, la localización y los tejidos
afectados, y la respuesta del huésped, los procesos inflamatorios agudos evolucionan de
una de las tres formas siguientes
• Resolución completa. En condiciones ideales, una vez que se ha conseguido eliminar el
agente causal, todas las reacciones inflamatorias deberían concluir con el restablecimiento
del estado normal en la localización de la inflamación aguda.

Este proceso se denomina resolución o remisión, y es la evolución habitual cuando la lesión


es limitada, de duración corta, o cuando hay escasa destrucción de tejido y las células
parenquimatosas dañadas pueden regenerarse. La resolución conlleva la eliminación de
residuos celulares y microbios a cargo de macrófagos y la reabsorción del líquido de edema
por los vasos linfáticos, seguido de la regeneración del tejido dañado.

• Curación por reposición de tejido conjuntivo (cicatrización, o fibrosis). Esta evolución se


observa tras una destrucción sustancial de tejido, cuando la lesión inflamatoria afecta a
tejidos que no son capaces de regenerarse o cuando hay abundante exudación de fibrina
en tejidos o cavidades serosas (pleura, peritoneo), que no es posible eliminar
adecuadamente. En todas estas situaciones, el tejido conjuntivo crece en el área de lesión o
exudado, convirtiéndose en una masa de tejido fibroso, en un proceso conocido como
organización.

• Progresión de la respuesta a inflamación crónica (v. más adelante). La transición del


proceso agudo al crónico tiene lugar cuando la respuesta inflamatoria aguda no puede
remitir por persistencia del agente lesivo o por alguna interferencia en la curación.

INFLAMACIÓN CRÓNICA

La inflamación crónica es una respuesta de duración prolongada (semanas o meses) en la


que la inflamación, la lesión de los tejidos y los intentos de reparación coexisten, con
combinaciones variables. Puede suceder a la inflamación aguda, como ya se ha indicado, o
presentarse de forma gradual, como respuesta progresiva de bajo nivel, sin manifestaciones
de reacción aguda previa.

Causas de inflamación crónica

La inflamación crónica se presenta en los siguientes contextos:

• Infecciones persistentes por microorganismos difíciles de erradicar, como micobacterias o


ciertos virus, hongos y parásitos. Estos organismos a veces provocan una reacción llamada
de hipersensibilidad retardada. Las respuestas inflamatorias crónicas en ocasiones
desarrollan un patrón específico denominado reacción granulomatosa (tratada más
adelante). En otros casos, la inflamación aguda no resuelta evoluciona a inflamación
crónica, como sucede en infecciones bacterianas agudas del pulmón que progresan hasta
formar un absceso pulmonar crónico. Pueden coexistir la inflamación aguda y la crónica,
como en una úlcera péptica.

• Enfermedades por hipersensibilidad. La inflamación crónica desempeña un importante


papel en un grupo de enfermedades que son causadas por activación excesiva e
inapropiada del sistema inmunitario. En determinadas condiciones, las reacciones
inmunitarias se desarrollan contra los propios tejidos de la persona, causando
enfermedades autoinmunitarias. En estas patologías, los autoantígenos inducen una
reacción inmunitaria autoperpetuada que da lugar a lesión tisular e inflamación crónicas.
Entre ellas se cuentan la artritis reumatoide y la esclerosis múltiple. En otros casos, la
inflamación crónica es consecuencia de respuestas inmunitarias no reguladas contra
microbios, como sucede en la enfermedad inflamatoria intestinal.

Las respuestas inmunitarias contra sustancias ambientales normales generan


enfermedades alérgicas, como el asma bronquial. Dado que las reacciones autoinmunitarias
y alérgicas se desencadenan de manera contra antígenos normalmente inocuos, las
reacciones no tienen propósito útil alguno, por lo que solo inducen enfermedades. Estas
patologías pueden mostrar patrones morfológicos mixtos, con inflamación aguda y crónica,
ya que se caracterizan por brotes inflamatorios repetidos. En las fases tard ías predomina, a
veces, la fibrosis.

• Exposición prolongada a agentes potencialmente tóxicos, exógenos o endógenos. Un


ejemplo de sustancia exógena son las partículas de sílice, material inerte no degradable,
que, cuando se inhala durante períodos prolongados, causa una enfermedad itúlamatoria
llamada silicosis. La ateroesclerosis es un proceso inflamatorio crónico de la pared arterial
inducido, al menos en parte, por producción excesiva y depósito en los tejidos de colesterol
endógeno y otros lípidos

Características morfológicas

A diferencia de la inflamación aguda, manifestada a través de cambios vasculares, edema e


inflamación predominantemente neutrófila, la inflamación crónica se caracteriza por lo
siguiente:

• Infiltración por células mononucleares, como macrófagos, linfocitos y células plasmáticas.

• Destrucción de los tejidos, inducida por el agente causal persistente o por células
inflamatorias.

• Intentos de curación mediante reposición del tejido conjuntivo dañado, desarrollada


mediante angiogenia (proliferación de pequeños vasos sanguíneos) y, en particular, fibrosis.

Células y mediadores de la inflamación crónica

La combinación de infiltración de leucocitos, lesión tisular y fibrosis que caracteriza a la


inflamación crónica es consecuencia de activación local de varios tipos celulares y de la
producción de mediadores.

Papel de los macrófagos

Las células predominantes en la mayoría de las reacciones inflamatorias crónicas son los
macrófagos. Estos contribuyen a la reacción secretando citocinas y factores de crecimiento,
que actúan sobre diversas células, destruyendo los agentes invasores y tejidos extraños, y
activando otras células, en especial linfocitos T. Los macrófagos son fagocitos profesionales
que eliminan microbios y tejidos dañados. También desempeñan importantes funciones en
la reparación de tejidos lesionados.
Normalmente, los macrófagos están distribuidos de forma difusa en la mayoría de los tejidos
conjuntivos. Además, se hallan en localizaciones específicas en órganos como el hígado
(donde se denominan células de Kupffer), el bazo y los ganglios linfáticos (donde se llaman
histiocitos sinusales), el sistema nervioso central (células microgliales) y los pulmones
(macrófagos alveolares). En conjunto, estas células configuran el sistema mononuclear
fagocítico.

Los productos de los macrófagos activados eliminan agentes lesivos, como los microbios, e
inician el proceso de reparación, aunque también son responsables de buena parte de las
lesiones tisulares en la inflamación crónica. Diversas funciones de los macrófagos son
cruciales para el desarrollo y la persistencia de la inflamación crónica y las consiguientes
lesiones de los tejidos.

• Los macrófagos, como el otro tipo de fagocitos, los neutrófilos, ingieren y eliminan
microbios y tejidos muertos.

Los macrófagos inician, asimismo, el proceso de reparación de tejidos, y participan en la


formación de cicatriz y fibrosis.

• Los macrófagos secretan mediadores de la inflamación, como citocinas (TNF, IL-1,


quimiocinas y otros) y eicosanoides, por lo que contribuyen al comienzo y propagación de
las reacciones inflamatorias.

• Los macrófagos exponen antígenos a los linfocitos T y responden a señales procedentes


de estos, estableciendo un asa de retroalimentación para la defensa contra numerosos
microbios, mediante respuestas inmunitarias mediadas por células.

Papel de los linfocitos

Los microbios y otros antígenos ambientales activan los linfocitos T y B, que amplifican y
propagan la inflamación crónica.

La activación de estas células es a menudo pronunciada en las reacciones inflamatorias


crónicas y, cuando están implicadas, la inflamación tiende a ser persistente y grave, en
parte porque la activación de linfocitos da lugar a generación de células de memoria de vida
larga. Algunas de las reacciones infllamatorias crónicas persistentes, como la inflamación
granulomatosa, descrita más adelante, dependen de las respuestas de la generación de
linfocitos de memoria. Los linfocitos pueden ser la población dominante en la inflamación
crónica observada en varias enfermedades autoinmunitarias.

En virtud de su capacidad para secretar citocinas, los linfocitos T CD4+ favorecen la


inflamación e influyen en la naturaleza de la reacción inflamatoria. Hay tres subgrupos de
linfocitos T CD4+ que secretan distintos tipos de citocinas y generan diferentes tipos de
inflamación.

• Las células Th1 producen la citocina lFN-y, que activa los macrófagos por la vía clásica.

• Las células Th2 secretan IL-4, IL-5 e IL-13, que reclutan y activan eosinófilos y son
responsables de la vía alternativa de activación de macrófagos.
• Las células Th17 secretan IL-17 y oh·as citocinas, que inducen secreción de las
quimiocinas responsables del reclutamiento de neutrófilos (y monocitos) en la reacción.

Los linfocitos B activados y las células plasmáticas productoras de anticuerpos también


están a menudo presentes en los focos de inflamación crónica. Los anticuerpos producidos
pueden ser específicos frente a antígenos extraños o autoantígenos en el lugar de la
inflamación, o desarrollarse contra componentes tisulares alterados. Sin embargo, la
contribución de los anticuerpos a la mayoría de los trastornos inflamatorios crónicos no está
clara.

En algunas reacciones inflamatorias crónicas, los linfocitos, células presentadoras de


antígeno y células plasmáticas acumulados se agregan conjuntamente para formar folículos
litúoides organizados que se asemejan a los de los ganglios linfáticos. Estos son los
llamados órganos linfoides terciarios. Este tipo de organogenia linfoide se suele encontrar
en la membrana sinovial de pacientes con artritis reumatoide de larga evolución y en la
glándula tiroidea de pacientes con tiroiditis de Hashimoto. Se ha propuesto que la formación
local de folículos linfoides pueda perpetuar la reacción inmunitaria, aunque la significación
real de tales estructuras no se ha concretado.

Inflamación granulomatosa

La inflamación granulomatosa es una forma de inflamación crónica caracterizada por


cúmulos de macrófagos activados, a menudo con linfocitos T, y a veces asociada a
necrosis. La formación de granulomas es un intento por parte de la célula de contener a un
agente causal que sea difícil de erradicar. Para ello a menudo se registra una intensa
activación de linfocitos T, que conduce a activación de macrófagos, potencialmente
inductora de lesión en tejidos normales. Los macrófagos activados pueden desarrollar un
abundante citoplasma y comenzar a asemejarse a células epiteliales, por lo que se
denominan células epitelioides. Algunos macrófagos se fusionan, formando células gigantes
multinucleadas.

Hay dos tipos de granulomas, de diferente patogenia:

• Los granulosomas de cuerpo extrnifo son causados por cuerpos extraños inertes, que
inducen inflamación en ausencia de reacciones inmunitarias mediadas por linfocitos T.
Estos granulomas se suelen formar en torno a materiales como talco (asociado al consumo
de drogas por vía intravenosa) , suturas u otras fibras, lo suficientemente grandes como
para impedir la fagocitosis por parte de un macrófago y no son inmunógenos por lo que no
estimulan una respuesta inmunitaria específica. Las células epitelioides y gigantes se
yuxtaponen a la superficie del cuerpo extraño. Habitualmente, el material extraño es
identificado en el centro del granuloma, algunas veces dentro de las células gigantes, en
especial si se observa con luz polarizada con la que puede presentar un aspecto
refringente.

• Los granulomas inmunitarios son causados por diversos agentes, capaces de inducir una
respuesta inmunitaria persistente mediada por linfocitos T. Este tipo de respuesta
inmunitaria da lugar a granulomas generalmente cuando el agente inductor por ejemplo un
microbio persistente, es difícil de erradicar. En tales respuestas, los linfocitos Th1 activados
producen citocinas, como el IFN-y, que activa macrófagos. En algunas infecciones
parasitarias, como la esquistosomiasis, los granulomas se asocian a respuestas intensas de
Th2 y eosinófilos.

Diferencias Generales de la Inflamacion Aguda y Crónica

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