Juego y Educación Inicial. Min. de Educación-Desktop-3gfech0
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JUEGO Y EDUCACIÓN INICIAL
Juego y
Educación
Inicial
Argentina.Ministerio de Educación de la Nación
Juego y educación inicial / coordinado por Silvia Laffranconi. - 1a ed. - Buenos Aires :
Ministerio de Educación de la Nación, 2011.
64 p. ; 22x17 cm. - (Temas de Educación Inicial / Silvia Laffranconi; 2)
ISBN 978-950-00-0891-4
Agradecemos a los autores de las fotos que se incluyen en este libro y al Museo de Educación Inicial de la
Dirección de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires por las imágenes cedidas.
30 Juego y Educación Inicial
5 En términos de situaciones de enseñanza que promuevan el juego, en los NAP figuran las siguientes
indicaciones:
“Disfruten de las posibilidades del juego y de elegir diferentes objetos, materiales e ideas para enriquecerlo
en situaciones de enseñanza o en iniciativas propias. La participación en diferentes formatos de juegos:
simbólico o dramático, tradicionales, propios del lugar, de construcción, matemáticos, del lenguaje y otros.
La exploración, descubrimiento y experimentación de variadas posibilidades de movimiento del cuerpo en
acción. El logro de mayor dominio corporal resolviendo situaciones de movimiento en las que ponga a prueba
la capacidad motriz. La participación en juegos grupales y colectivos: tradicionales, con reglas preestablecidas,
cooperativos, etc.
El reconocimiento de las posibilidades expresivas de la voz, del cuerpo, del juego dramático y de las produc-
ciones plástico-visuales. La producción plástica, musical, corporal, teatral por parte de los niños. La explora-
ción, observación, interpretación de producciones artísticas de distintos lenguajes. El reconocimiento de las
diferentes manifestaciones artísticas del contexto cultural.
La exploración de las posibilidades de representación y comunicación que ofrecen la lengua oral y escrita. La
participación en conversaciones acerca de experiencias personales o de la vida escolar (rutinas, paseos, lecturas,
juegos, situaciones conflictivas, etc.) y en los juegos dramáticos, asumiendo un rol”. (MECyT, 2004: 17-19).
El juego en los documentos oficiales y la literatura técnica
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los niños o sostener los tiempos de espera. También es un método o un marco a partir
del cual se enseñan contenidos de áreas disciplinares. Para los niños, es una forma de
usar la mente, expresarse, canalizar conflictos y, a la vez, es un derecho propio de su
etapa infantil.
En síntesis, el juego es un contenido en sí mismo cuando la escuela asume
no sólo que se enseña por medio de juegos sino que reconoce su responsabilidad en
cuanto a:
• enriquecer la experiencia de los niños, aportando ideas, materiales, temas, pro-
blemas a resolver sobre los cuales jugar, y
• dotar al niño de un repertorio lúdico variado, enseñando juegos propios de su
cultura, juegos que se perderían si no existieran otros con quienes jugarlos.
Al enseñar contenidos y brindar espacio para jugar con ellos, la escuela mejora,
potencia, amplía y fortalece las posibilidades de aprendizaje del niño. En esta
línea, el juego es un contenido de valor cultural, al permitirle al niño operar con
referentes simbólicos y asignarles sentido a sus acciones.
Es el mes de mayo y no es la primera vez que juegan con este recorrido. Antes de
organizar los grupos, en la ronda, recuerdan entre todos los niños las reglas. Luego se
distribuyen en las diferentes mesas. A una mesa, están sentadas dos niñas (María
y Julieta) y dos varones (Gastón y Enrique). Comienza el juego, todos los jugadores
tienen sus fichas en la salida. Tira María. La secuencia de turnos es María, Julieta,
Gastón y Enrique.
María: (tira) 5 (avanza con su ficha cinco casilleros. Le pasa el dado a Julieta).
Julieta (tira el dado y vuelve a salir 5): Iguales, María, nos ponemos juntitas (mue-
ve su ficha).
Le toca el turno a Gastón. Tira el dado y saca 1. Avanza su ficha y se lo pasa a
Enrique. Este tira y saca 6.
Enrique: 1, 2, 3, 4, 5 (pasa pisando las fichas de las nenas) y 6. Ganamos, Gastón,
ahora vos (le pasa el dado).
El turno le corresponde a María, pero ni ella ni Julieta ponen reparos a que Gastón
tire de nuevo. Gastón tira el dado y sale 5. Avanza hasta el casillero de Enrique.
34 Juego y Educación Inicial
Ahora tira María, que saca 4. Avanza su ficha y le pasa a Julieta. Esta tira y saca
1. Su ficha tendría que ponerse en el mismo casillero donde están las fichas de los
varones. Julieta mueve su ficha como “pisando” las fichas de los varones. Todos se
ríen. Los varones le piden que tire de nuevo. Tira el dado tantas veces como necesita
para que salga el 4 (necesario para llegar al casillero de María). Aplauden cuando
lo logra.
Julieta: Ya está. Otra vez juntas (se abraza a María y le entrega el dado a Enrique).
Enrique tira y saca 6. Avanza su ficha. Le da el dado a Gastón. Este repite las
mismas acciones que realizó Julieta. Tira el dado tantas veces como necesita para
sacar 6 y pone su ficha en el casillero donde está Enrique.
La maestra –que estaba en otra mesa– observa que Gastón tiró varias veces el
dado. Se acerca y les pregunta cuántas veces hay que tirar para avanzar. Los niños
dicen una. Se queda observando el juego. Tira María y avanza. Le pasa el dado a
Julieta. Esta tira, cuenta y avanza su ficha. Luego se lo pasa a Gastón. Las fichas
quedan ubicadas en diferentes celdas. La maestra se retira a otra mesa. Julieta toma
su ficha y la pone en el mismo casillero donde la tiene María. Ninguno de los varo-
nes se opone. Enrique hace lo mismo con la suya y la de Gastón. Una vez que “todo”
está nuevamente ubicado, continúan con la dinámica anterior: tira uno y avanza.
Su compañero tira tantas veces como necesita para sacar el mismo número. El juego
se organiza en parejas. Las nenas avanzan y luego los varones. María y Julieta lle-
gan primero a la meta. Se quedan conversando entre ellas mientras esperan que los
varones terminen. Una vez que sucede, retiran las fichas de la llegada y las ubican
de nuevo en la salida. Comienza el juego nuevamente.
Con respecto a la primera, cada tipo de juego tiene un modo de ser jugado. En
este modo confluyen las características propias del juego, la edad de los niños, su expe-
riencia previa y el contexto en el que se produce el juego. Nos dedicaremos a este pun-
to cuando desarrollemos cada juego en particular, especialmente tomando como ejes
al juego dramático (y en él las múltiples propuestas de juego con base simbólica), el
juego con objetos (ya sea el juego de construcción como los juegos que se asientan en
las propiedades de los objetos que se utilizan) y los juegos con reglas o instrucciones
convencionales (entre los que se encuentran los juegos de mesa, los juegos tradiciona-
les, los juegos corporales con base deportiva, etc.).
En cuanto a la modalidad de mediación, tal como lo desarrollamos en el pun-
to anterior al hablar del conocimiento disciplinar del contenido, el maestro no sólo
necesita conocer el juego, saber jugarlo, saber cómo presentarlo a los niños sino que
también debe entrar en consideración el peso que tiene su propia experiencia como
jugador (Aubert y Caba, 2010; Rodríguez Sáenz, 2010). Así como no se puede enseñar
lo que no se sabe, no se puede enseñar a jugar sino se juega o no se tiene una actitud
“lúdica” en torno a la propuesta que se hace.
6 Aun cuando lo veremos más adelante, esto es así especialmente en los juegos que ofrecen un formato con
instrucciones o reglas convencionales. Al encontrarse en una edad en la que prima el simbolismo y la cons-
trucción de la situación imaginada por sobre la instrucción/regla convencional que guía al juego, los niños
reinterpretan el juego según el curso que en este van tomando las acciones. Esto hace que muchas veces
aparezcan cambios difíciles de anticipar y que tienen sentido para los jugadores pero no para un extraño que
no participaba de esta suerte de “conciencia colectiva” propia del jugar juntos.
36 Juego y Educación Inicial
estos casos, suele ser extranjero en su propio territorio del aula. La necesidad de contar
con materiales para las actividades previstas (libros, juguetes, material de uso múltiple,
etc.) también puede constituirse en un problema en algunas escuelas.
Junto con estas variables, en las salas de Nivel Inicial existe también una suerte
de “presunción de juego” (Sarlé, 2006) que actúa como subestructura y marca el clima
escolar. La disposición del ambiente (colores y organización), los objetos presentes, en
su mayoría juguetes y ajustados al tamaño de los niños, los modos de regulación de la
conducta, el tipo de acción espontánea que ocupa a los niños cada vez que el maestro
no está al frente, muestran una “textura lúdica” propia del Jardín que atraviesa los salo-
nes y hace, muchas veces “creer” a maestros y observadores, que el juego está presente
en el hacer cotidiano más allá de las propuestas específicas.
Paralelamente, el juego –a falta de otros recursos como bajar una nota, separar
al niño de un grupo, poner una sanción disciplinaria, etc– se utiliza como un modo de
controlar o disciplinar a los niños. ¿Cuántas veces escuchamos “ahora no se juega, tra-
bajen” o “si siguen así, no vamos al patio”? El interés por jugar, como ocupación central
del niño pequeño, muchas veces facilita y otras dificulta el desarrollo de las actividades.
Las variables que señalamos bastan para dar cuenta de que jugar en la escuela no es
lo mismo que jugar en la casa. Los juegos están limitados por el tiempo y el espacio en los
que es posible jugarlos, por el modo en que el maestro los presenta, las consignas que da,
los permisos que otorga y por la forma en la que los niños –ya sea cada uno o en pequeños
grupos– operan con la propuesta, sus posibilidades evolutivas, experiencias previas, etcétera.
7 Ideas volcadas en el marco del encuentro sostenido con especialistas de educación inicial durante su visita
a Buenos Aires, invitados por la OEI. Mayo 2009.
La mediación del maestro según los tipos de juego
C
uando pensamos en el juego como medio para enseñar contenidos o soste-
ner la atención del niño no siempre estamos imaginando enseñar juegos que
“apasionen”, juegos que inviten a los niños a repetirlos y amplíen su capacidad
lúdica, su repertorio de juegos; juegos en los que el dominio de la situación no esté en
el maestro sino en los jugadores, juegos de los que se pueda disponer y elegir cuando
se está con amigos, se necesite ocupar un tiempo inerte, distraerse o simplemente dejar
volar la imaginación. Estos juegos son los que vale la pena traer a la escuela. Elegirlos
supone mirar no sólo el contenido sino también el “valor” del juego en sí.
Cada tipo de juego supone un modo de intervención específico. Para el maestro
no resulta difícil elegir juegos, presentarlos, evaluar su resultado. Sin embargo, interve-
nir mientras los niños juegan, descubrir cuál es la mediación más pertinente para cada
tipo de juego siempre resulta un desafío.
La mediación del maestro en el juego presenta un amplio espectro de posibili-
dades que van desde la observación atenta de los niños hasta la participación como un
jugador más o “director” que orienta y regula el juego. En todos los casos, el docente
necesita tomar decisiones que no interrumpan el juego pero que lo ordenen respetan-
do las características que le son propias.
Aun cuando existen múltiples clasificaciones de juegos, en la sala de Jardín nos
interesan en este momento tres modos de jugar:
• Juegos que involucran las posibilidades simbólicas de los niños y que llamare-
mos juegos dramáticos.
• Juegos con objetos entre los cuales encontramos los juegos de construcción.
• Juegos que suponen reglas convencionales.
42 Juego y Educación Inicial
Cada uno de estos tipos de actividad difiere según la cantidad de niños que partici-
pe y las decisiones sobre el tema a jugar. En todos ellos, la base es la experiencia del niño
y las posibilidades que tiene de crear o construir una situación imaginaria donde situar la
sucesión de acciones propias de los roles que asume. En la medida en que los niños tienen
posibilidades de conocer nuevos contextos sociales y las formas en que las diferentes per-
sonas se comportan en ellos pueden crear nuevos escenarios y jugar con ellos.
La mediación del maestro según los tipos de juego
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El siguiente ejemplo muestra cómo se articulan las diferentes formas de juego dra-
mático con la enseñanza de contenidos en el desarrollo de una propuesta completa. La
secuencia que presentamos fue realizada en los primeros meses del año 2010 por la pro-
fesora Graciela Elba Meregalli Schmidt, directora y maestra de la sala de 5 años del Jardín
de Infantes N° 904 (La Luisa, partido de Capitán Sarmiento, provincia de Buenos Aires).
Actividad
Diversos aprendizajes
Las fuentes de información son muy importantes. Los niños también observaron
diferentes cuadros que les permitieron apreciar transportes antiguos, los modos en
44 Juego y Educación Inicial
Como nos interesa analizar la mediación del maestro en este tipo de juego, tra-
taremos de precisar algunas cuestiones en torno a cómo varían los juegos en función de
la edad, de los materiales disponibles para construir y de las consignas que acompañan
el juego y orientan la actividad del niño con los objetos.
OCReactive / Flickr
Myfear / Flick
Los juegos de construcción son juegos con objetos. De ahí que los materiales
que se utilicen son de suma importancia: de su variabilidad dependerá el tipo de cons-
trucción, los descubrimientos, creaciones o invenciones que los niños puedan realizar,
los desafíos que provoque su manipulación, etcétera.
Podemos diferenciar los materiales de construcción por su tamaño y por el tipo
de unión que sustentan.
Una de las características de este juego es que no sólo el tipo de material orienta
la acción, sino también la consigna que el maestro da al momento de iniciar el juego o
el tipo de objetos disponibles que complementan la construcción.
En relación con la consigna del
maestro: es muy diferente decir “Vamos
a construir” que decir “Vamos a construir
rampas para los autos”.
El objetivo puesto en esta última
consigna obliga a los niños a pensar cómo
organizar u orientar la construcción para
que dé respuesta a lo solicitado.
Ahora bien, resulta importante tener en cuenta que cuanto más pequeños son
los niños y menos experiencia tienen con el material, más sencilla debería ser la con-
signa al momento de iniciar el juego de construcción. Los niños necesitan tiempo para:
• Conocer el material y poder operar con él (peso, tamaño, posibilidades de equi-
librar, etcétera).
• Descubrir las posibles combinaciones que los bloques permiten antes de poder
anticipar un diseño específico y alcanzar el objetivo deseado.
Juegos de mesa
• Rompecabezas.
• Juegos con cartas, dados y tableros.
• Laberintos y recorridos.
• Otros: ¿quién es quién?, Memo-
test, dominó.
Dview.us / Flickr
niños se sienten obligados a ser lógicos y a
hablar con sentido al tener que coordinar
sus acciones con las de otros.
Junto con estas condiciones, en el marco escolar hay dos aspectos importantes a
tener en cuenta a la hora de planificar juegos con reglas convencionales: el formato del
juego (Sarlé, 2001) y la necesaria repetición del juego para interiorizar la regla (Sarlé,
2006).
El concepto de formato, originariamente desarrollado por Bruner al proponer la
metáfora de andamiaje,8 nos permite “descomponer” el juego sobre la base de dos ele-
mentos: aquel que le da sentido (estructura profunda) y las condiciones que lo hacen
más fácil o difícil de ser jugado (estructura superficial). Veamos esto en un ejemplo.
8 La conformación de los formatos forma parte de los procesos de negociación entre el adulto y el niño.
Los formatos regulan la interacción comunicativa entre el niño y la persona encargada de su cuidado, y
constituyen uno de los instrumentos fundamentales en el paso de la comunicación al lenguaje. Por esto, el
formato es un microcosmos, definido por reglas en las que el adulto y el niño hacen cosas el uno para el otro
y entre sí (Sarlé, 2001).
La mediación del maestro según los tipos de juego
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En una sala de 4 años, la maestra enseña por primera vez a jugar a la casita ro-
bada. Da las siguientes indicaciones: “Elegimos un amigo y repartimos tres cartas
para cada uno sin verlas. En el centro ponemos cuatro cartas boca arriba para que
se vean. Juega el primer jugador. Si entre sus cartas tiene una con el mismo palo
–copas, oros, bastos o espadas– de las que están en la mesa, la ‘roba’ y la pone a su
lado formando un piloncito. Juega el siguiente. Si tiene una carta del mismo palo la
recoge, si no tiene que tirar una carta cualquiera. Cuando se nos acaban las cartas
que tenemos, repartimos de nuevo tres a cada uno. El juego termina cuando no tene-
mos más cartas para repartir. Gana el que al final recogió más cartas”.
Todos los juegos de mesa que no se resuelven por azar suponen una estrategia
que conocen los jugadores expertos: aquellos que jugaron varias veces el mismo juego,
desafiaron sus reglas y comprendieron cómo dominarlas y burlarlas.
• Conocer el formato a fin de realizar las modificaciones que sean necesarias para
que los niños puedan jugar.
• Tener en cuenta que la cooperación –en un comienzo– debe ser posible pero no
necesaria. En este sentido se requiere considerar el tamaño del grupo de juego.
• Habilitar espacios y tiempos para “conocer” el juego, ensayar jugarlo con otros
más expertos, etc. Esto requiere jugar más de una vez el mismo juego.
• Estar cerca y saber observar. Realizar pocas intervenciones en relación con lo
que observa (la intervención excesiva quita iniciativa y torna aburrido el juego).
• Ofrecer información y seguridad en el momento que se necesite, jugar varias
veces el juego con los niños.
Juego y educación inicial
El juego supone alegría, risa y una cuota de humor frente al propio desempeño.
A veces se gana y otras se pierde. Algunos intentos resultan adecuados de entrada. En
otros casos hay que volverlo a intentar rodeando o buscando una alternativa diferente
y aun rompiendo reglas. Muchas veces el resultado queda en manos del azar y son
vanos los intentos por modificarlos. En otros, la destreza y la habilidad en el juego se
adquieren después de jugar varias veces a lo mismo. Algunos juegos son eternos y se
juegan siempre. Otros no despiertan interés y se abandonan a la primera oportunidad.
Muchas veces, los juegos desafían y descorazonan aun al más intrépido. Otros resultan
tan sencillos que se les agregan prendas y reglas que los hagan más divertidos. Jugar
cansa y se requiere tomar respiros, pero siempre el jugador sabe que está jugando, aun
cuando quiebre constantemente la realidad y cree un mundo imaginario donde todo
es posible, y no todo es posible cuando se juega con otros.
Criterios a tener en cuenta para planificar juegos
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Estas experiencias las tienen aquellos que juegan y difícilmente se puede tras-
mitir la pasión por jugar al que nunca se animó a hacerlo. El problema es que no se
puede enseñar a jugar si el juego no es apasionante para el jugador. Enseguida se per-
cibe que la situación es un “como si” y no un juego de verdad.
Podríamos preguntarnos ¿qué significa para el maestro presentar juegos por los
que el niño y él mismo se “apasionen”? ¿Cómo son esos juegos? ¿Cómo puede el edu-
cador comprometer la risa y el “volver a empezar” en las actividades que diseña cuando
observa que la respuesta es diferente de la pensada? ¿Cuál es el sentido que tiene jugar
en la escuela?
Algunos expertos en juego proponen que el educador vuelva a conectarse con
sus experiencias infantiles; recuerde la pasión puesta en los juegos y la experiencia
como jugador. Otros, señalan la necesidad de dotar a toda la enseñanza de una vuelta
a la experiencia lúdica o al menos, a la aparición de algunos de sus rasgos como la cu-
riosidad, el humor, la capacidad de elección y el uso de la imaginación.
Quizás una pista podamos encontrarla en el hecho de permitirnos usar al juego
desde las múltiples formas que son posibles en la escuela: como recurso, como método
para enseñar, como expresión libre, como posibilidad de canalizar conflictos y como
contenido, vigilando que esas múltiples expresiones no ahoguen la capacidad de jugar
y ampliar el repertorio lúdico.
Contar con un repertorio lúdico del cual disponer según las circunstancias pa-
reciera ser un camino interesante a la hora de pensar en el juego como contenido de
valor cultural. Esto supone por parte del maestro tener en cuenta qué juegos vale la
pena enseñar, qué juguetes introducir en las diferentes propuestas y cómo facilitar, en-
tre los niños cuyo principal juego, por cuestiones evolutivas, es el juego de exploración
de objetos o de base simbólica, la posibilidad de conocer otras alternativas y ampliar
su experiencia.
Así como es importante disponer de libros en la biblioteca, de canciones para
escuchar y cantar, de materiales y soportes diversos para dibujar, pintar, modelar tam-
bién se necesita disponer de un repertorio de juegos.
Los niños del siglo xxi, especialmente los de las grandes ciudades, disponen de
poco tiempo para aprender y jugar juegos en la vereda, en las plazas con hermanos
mayores, con los abuelos o con los tíos. Si la escuela no asume la tarea de brindarles
oportunidades para conocer, participar y recrear diversos tipos de juegos ¿cuándo los
jugarán? ¿Quién los enseñará? ¿Cómo hacer para que no se pierda parte de nuestra
herencia cultural?
Juego y Educación Inicial
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62 Juego y Educación Inicial