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cupauam 46 (2020) - Páginas 119-140

Recibido: 22-01-2020 - Aceptado: 06-10-2020

Territorio y materialidad en el Bajo Segura


durante el Bronce Final inicial: nuevos datos
del asentamiento de Cobatillas la Vieja
(Santomera, Murcia)
Territory and materiality in the lower valley of the
Segura River during the early Late Bronze Age:
new data from the settlement of Cobatillas la
Vieja (Santomera, Murcia)

Benjamín Cutillas Victoria Juan Francisco López Ortigosa


Universidad de Murcia Arqueólogo Profesional
Dpto. de Prehistoria, Arqueología, Historia Antigua, [email protected]
Historia Medieval y CCTT. Historiográficas https://orcid.org/0000-0001-9276-8858
[email protected]
https://orcid.org/0000-0002-6358-4176

Resumen
El Sureste de la península ibérica experimentó durante el Bronce Final significativos procesos de reordenación
poblacional visibles en la configuración espacial de sus asentamientos y en el nuevo paisaje político‑territorial
de la región. En el caso de la vega baja del Segura, el abandono de parte de los asentamientos postargáricos
propició una orientación del poblamiento hacia nuevas posiciones en altura, bien interconectadas y estrecha‑
mente ligadas con las capacidades productivas de sus entornos. Paradigma de tales procesos es el asentamien‑
to de Cobatillas la Vieja, inserto en un paisaje de amplia biodiversidad y relaciones territoriales arraigadas en
épocas previas que facilitaron su reocupación en el nuevo escenario sociopolítico y económico de la zona. El
análisis de tales circunstancias desde el prisma de la arqueología del paisaje, en conjunción con el estudio de la
territorialidad e identidad de su materialidad, constituye el objetivo de este trabajo. Como resultado se pone de
manifiesto la importancia de este enclave y su contextualización con el resto de centros cercanos con el fin de
delimitar las problemáticas particulares que se dieron en las primeras etapas del Bronce Final en el Bajo Segura.
Palabras clave: Bronce Final, Sureste ibérico, paisajes de producción, territorio, estratigrafía, visibilidad, regis‑
tro vascular

Summary
The population dynamics during Late Bronze Age in Southeast of the Iberian Peninsula caused a reorganization
of its settlements and the beginning of a new political‑territorial landscape of the region. In the lower Segura
valley, the abandonment of part of the post‑argaric occupations led to an orientation of the communities to‑
wards new positions in height, interconnected and linked with the productive capacities of their environments.
The site of Cobatillas la Vieja is an appropriate case study for the review of this new model from its location in
a landscape of wide territorial relations and biodiversity rooted in previous chronologies that facilitated its re‑
occupation in the new socio‑political and economic scenario of the area. The purpose of this work is analyze
these factors from the view of landscape archeology, in conjunction with the study of the territoriality and the
identity of its materiality. The results introduce the importance of this settlement and its contextualization with
the nearby centers in order to approach the particular problems that occurred in the early stages of the Late
Bronze Age in the lower Segura river.
Key words: Late Bronze Age, southeastern Iberia, productive landscapes, territory, stratigraphy, visibility, ceramics

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1. Introducción1 áreas residenciales fueron trasladándose entre las di­


ferentes elevaciones del actualmente denominado co­
La transición entre el período postargárico del Bron­ mo Monte de las Brujas o de las Flechas (Santomera,
ce Tardío y el Bronce Final estuvo marcada por Murcia). Esta micromovilidad juega un papel clave
una se­rie de importantes cambios estructurales que en la configuración del registro arqueológico, con sec­
pro­vocaron la profunda modificación del ambiente tores diferenciados, zonas reocupadas y períodos de
cul­tural del Sureste peninsular (Molina, 1978: 206; hiatos que dificultan la interpretación de su secuen­
Ros, 1989: 48). En los siglos anteriores a la transición cia cronoestratigráfica. Además, diferentes frentes de
del II al I milenio a. C., la emergencia de nuevas di­ cantera contemporáneos han pulverizado uno de los
námicas de reestructuración territorial modificó el cerros del conjunto por completo (figura 1), así como
paisaje hasta entonces conocido, a la par que se in­ parte del que alberga los hábitats del Bronce Final e
trodujeron novedades en las materialidades que afec­ Ibérico (Medina, 1999: 129 y 142), afectando con ello
taron a los diferentes ámbitos de la cotidianeidad. a una parte de su conocimiento más exhaustivo
Tales procesos se desarrollaron de forma progresi­ A pesar de esta coyuntura, el valor del yacimien­
va y jugaron un papel significativo en la configura­ to y su óptima localización no pasaron desapercibidos
ción de las comunidades de esta etapa, lo que acabó desde su descubrimiento en 1972 por M.J. Aragoneses,
por confluir hacia una identidad que se ha planteado entonces director del Museo de Murcia. En diciembre
en algunos aspectos como culturalmente homogé­ de 1976 y abril de 1977 dos excavaciones de urgencia
nea y en constante conexión con las dinámicas ma­ se iniciaron en el yacimiento, una centrada en el sec­
yores que afectaban al resto de la península ibérica tor argárico del mismo dirigida por la doctora Muñoz
y al Mediterráneo Occidental (Molina, 1978). No Amilibia y otra sobre el sector ibérico dirigida por el
obstante, esta identidad en líneas generales común doctor Lillo (figura 1). En esta última se alcanzaron
no implicó la ausencia de diferencias regionales o niveles y estructuras del Bronce Final inicial de los que
territoriales; estas existieron de forma constante a únicamente fueron publicados los datos estratigráficos
lo largo del período y dieron lugar a entidades cul­ procedentes del corte Ñ (Lillo, 1976‑1978; Lillo, 1981)
turales diferenciadas pese a localizarse en espacios y una revisión posterior de las vajillas cerámicas iden­
compartidos e interconectados como el Bajo Segura. tificadas en los niveles preibéricos de dicha estratigra­
Inmerso en esta coyuntura, el complejo pobla­ fía (Ros, 1985). Pero estas primeras intervenciones no
cional de Cobatillas la Vieja se define como uno de tuvieron continuidad, al igual que las labores de in­
los yacimientos clave para entender la dinámica po­ vestigación en cualquiera de sus fases, quedando gran
blacional prehistórica en las vegas media y baja del parte del material inédito y pendiente un análisis ex­
río Segura. Con una secuencia ocupacional discon­ haustivo de su singular localización medioambiental y
tinua que se prolonga desde el período argárico has­ de las relaciones sociopolíticas y económicas derivadas
ta el Ibérico Final, este asentamiento humano no se de su papel territorial en el contexto del Bajo Segura.
mantuvo estático durante su desarrollo, sino que sus La contribución que aquí se presenta realiza preci­
samente un nuevo análisis de la secuencia del Bronce
Final del yacimiento y su contextualización en el pai­
1 Esta investigación se ha realizado en el marco de las tareas saje productivo, económico y político del momento.
comprendidas en el Proyecto Carthago Nova desde su entor‑
Su conjunción con la movilidad espacial de la pro­
no litoral. Paleotopografía y evolución medioambiental del sector
central del Sureste Ibérico. Dinámica poblacional y productiva pia comunidad que lo habitó y una nueva lectura del
(HAR201785726‑C2‑1‑P) concedido por el MINECO. Este registro correspondiente al período del Bronce Final
trabajo no hubiera sido posible sin los comentarios e indica­
inicial, permiten avanzar novedades en cuanto a la
ciones realizados por la doctora Milagros Ros Sala, quien ha
enriquecido esta tarea aportando una mayor perspectiva sobre identidad territorial de la zona y ajustar una serie
las problemáticas de este horizonte cultural. Igualmente que­ de materialidades compartidas con otros núcleos del
remos agradecer el trato recibido en el Museo Arqueológico
de Murcia tanto por su director, Luis E. de Miquel, así como Sureste ibérico. La comprensión de un núcleo de es­
por todo el personal de la institución y sus fondos. tas características, en una posición geoestratégica de

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A B

Figura 1. Fases de ocupación y entorno del yacimiento arqueológico. A. Situación del relieve de Cobatillas la Vieja con los dos
sectores de hábitat destacados sobre una imagen aérea actual (PNOA‑IGN). B. Fotograma del vuelo americano de 1956 del
relieve sin las modificaciones producidas por las canteras (editada a partir de la Fototeca del IGN). C. Estado actual del sector
ibérico con el cortado producido por la acción antrópica. (Imagen: archivo de los autores)
Figure 1. Phases of occupation and environment of the archaeological site. A. Situation of Cobatillas la Vieja with the two areas
of settlements highlighted on a current aerial image (PNOA-Spanish National Geographic Institute). B. Photography of the 1956
American flight of the relief without the modifications produced by the quarries (edited from the National Geographic Institute
archive). C. Current situation of the Iberian hill with the alterations produced by anthropic action. (Photography: authors)

control y proyección territorial respecto a la princi­ del río Segura, muestra la importancia que los siste­
pal vía de comunicación y contacto del Sureste ibéri­ mas intermedios de la cuenca jugaron en las dinámicas
co (figura 2), se presentaba como una tarea necesaria. urbanísticas y patrones de ocupación de estas comu­
Los nuevos datos que han surgido en los últimos años nidades. Localizados entre la llanura aluvial y las ca­
respecto al Bajo Segura y la zona de confluencia con denas montañosas, estas posiciones se convirtieron en
el tramo medio del mismo río, con una serie de yaci­ puntos de concentración poblacional sobre los que se
mientos poco conocidos pero cuya localización permi­ vertebraron los territorios a partir del cumplimiento
te plantear su funcionalidad como centros de control de un doble objetivo: ocupar lugares elevados en los
territorial, denotan la existencia de un patrón pobla­ que contar con una posición geoestratégica, defensi­
cional complejo y dinámico. Para todas estas cuestio­ va y de relevancia visual respecto a su entorno inme­
nes, Cobatillas la Vieja juega un papel fundamental en diato, sin alejarse de las tierras fértiles de la cuenca y
las dinámicas generales que se dan en el Bajo Segura, de las unidades rurales de menor tamaño que debían
lo que justifica esta nueva revisión sobre el yacimien­ componer una parte esencial de sus tejidos produc­
to cuatro décadas después de las intervenciones sobre tivos. Así, se aprovecharon emplazamientos con una
las que ahora se ha decidido volver. gran capacidad de control visual y que, recíprocamen­
te, también fueran cognoscibles desde el valle. En este
sentido no se debe olvidar que la dimensión espacial
2. Territorios y dinámicas poblacionales adquiere funciones de identidad para los grupos hu­
de la Edad del Bronce en la Vega manos (Hernando, 2002: 81‑82), y una parte muy im­
Baja del Segura portante de este complejo proceso es que la percepción
del territorio constituye un parámetro de construcción
El análisis transversal mediante la arqueología del pai­ cultural de la realidad (Comino, 2016: 17).
saje aplicado a las estructuras sociales que se desarrolla­ Bajo estas premisas se enmarcan en la zona los
ron a lo largo de la Edad del Bronce en el tramo bajo asentamientos correspondientes al período argárico:

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Figura 2. Localización del yacimiento arqueológico de Cobatillas la Vieja con los yacimientos
principales citados en el texto. (Elaboración propia a partir del Modelo Digital del Terreno del IGN)
Figure 2. Location of the settlement of Cobatillas la Vieja with the aim sites mentioned in the text.
(Design: authors and Digital Terrain Model from Spanish National Geographic Institute)

Santa Catalina, Puntarrón Chico y Cerro del Castillo importante labor de adecuación de su superficie, eje­
de Monteagudo hacia el tramo medio del Segura; El cutando una serie de terrazas en las que las plantas
Castellar de Zeneta, Cañadas de San Pedro, Cabezo de las casas se adaptaron a las condiciones topográfi­
Negro en la sierra de la Cresta del Gallo; o los ya­ cas del terreno (Medina, 1999: 127). Esta disposición
cimientos de San Antón y las Laderas del Castillo escalonada en ladera coincide con la identificada en
de Callosa en la zona oriolana. Los datos actuales otros asentamientos cercanos, como el Puntarrón
sugieren, por tanto, un modelo que no difiere del Chico o Santa Catalina del Monte (Ayala, 1982: 66),
planteado para los poblados argáricos de la cuenca al igual que los patrones de construcción, con ca­
del Guadalentín (Lull, 1983), si bien es cierto que sas de tamaño considerable y planta poligonal, con
hay que apuntar el grado de conocimiento todavía un primer alzado de piedra y techumbres a base de
deficitario en torno a las unidades rurales que con­ carrizo y barro (Lull, 1983: 335; Medina, 1999: 127).
formarían los tejidos productivos de estas comuni­ Entre las construcciones exhumadas se identificó en
dades del Bronce Pleno. su interior un taller de sílex con una actividad muy
Producto de este ámbito cultural, el hábitat ar­ intensa ligada a la producción de útiles relaciona­
gárico de Cobatillas la Vieja se localiza sobre el ce­ dos con la agricultura, como dientes de hoz, cuchi­
rro de mayor altura del complejo, caracterizado por llos o percutores (Ayala, 1981: 156). El sílex tiene su
una fuerte pendiente que finaliza de forma abrupta origen al norte del yacimiento, en los afloramien­
en unas paredes escarpadas que sirven como desta­ tos de la cercana Rambla Salada (Medina, 1999: 128)
cadas defensas naturales (figura 3). La propia morfo­ donde se han localizado varios talleres líticos al ai­
logía del cerro obligó a sus habitantes a realizar una re libre ( Jiménez et alii, 2005; Jiménez et alii, 2006).

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Figura 3. Vista de la ladera sur-sureste del sector argárico Cobatillas la Vieja en la que se aprecia
la clara pendiente de la misma y posición respecto a la cuenca media y baja del Segura. (Imagen:
archivo de los autores). Detalle: Cista de enterramiento argárico expoliada (Medina, 1990: 130)
Figure 3. View of the south-southeast hillside of Argaric sector at Cobatillas la Vieja; the slope and
position respect to the middle and lower basin of the Segura River can be seen. (Photography:
authors). Detail: Looted argaric burial cist (Medina, 1990: 130)

La ejecución de estas actividades en el interior del de un nuevo escenario geográfico. En cualquier ca­
poblado manifiesta la participación de la comuni­ so, este período de aparente despoblación finaliza­
dad en tareas agrícolas y sus actividades derivadas; rá con el inicio del Bronce Final del Sureste ibérico
una correlación que se mantuvo activa en las fases y el nuevo proceso de reordenación territorial al
siguientes como atestigua el hallazgo regular de es­ que va asociado ( Jover et alii, 2016). A partir del si­
tos elementos de sílex, junto a molinos barquifor­ glo XIII a. C. aparecen algunos hábitats de nueva
mes y de mano. planta como Botx‑Grupintex (Trelis et alii, 2004),
El final de la ocupación del hábitat argárico pare­ mientras que se produce la reocupación de antiguos
ce originarse en el marco de los procesos de reestruc­ espacios habitados en períodos anteriores, como es
turación territorial que se suceden durante la etapa el caso de Cobatillas. No obstante, esta nueva reocu­
postargárica del Bronce Tardío y que afectan de ma­ pación no se realiza sobre el cerro ocupado en épo­
nera desigual a los yacimientos del Bajo Segura. No ca argárica, sino que el poblamiento se desplaza por
obstante, los datos actuales no permiten establecer completo hacia el cerro anexo.
con claridad si este se produjo de forma drástica o Este segundo cerro o cerro del «sector ibérico»,
respondió a un debilitamiento progresivo del hábi­ cuenta con una cima amesetada sobre unas paredes
tat argárico, como sucede en otros asentamientos verticales que dificultan su acceso, únicamente po­
del mismo marco cultural como Cabezo Redondo sible por uno de los collados al oeste de la posición.
(Hernández et alii, 2016), Fuente Álamo (Arteaga Precisamente las intervenciones en la parte alta de la
y Schubart, 1980), Cerro de la Encina (Arribas et cima de este cono, los cortes M y Ñ, permitieron alcan­
alii, 1974) o Cuesta del Negro (Molina y Pareja, 1975); zar los niveles y estructuras correspondientes al me­
tampoco si este posible cambio tuvo como escena­ nos a una primera etapa del Bronce Final, adscripción
rio el propio cerro de Cobatillas argárico, es decir, si confirmada gracias a la datación radiocarbónica obte­
se produjo ya en el propio lugar del asentamiento, o nida de una muestra de carbón (Lillo, 1976‑1978: 396).
si, por el contrario, supuso la elección intencionada Pese a ser una muestra de vida larga extraída del hogar

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del nivel Ñ.VI, sus resultados proporcionaron una fe­ con el período postargárico. La búsqueda de nue­
cha aproximada de 1060±50 a. C. (Lillo Carpio 1981; vas posiciones cristaliza también en el ámbito de la
Ros Sala 1985) cuya calibración posterior ha permitido explotación agrícola, como es el caso del conjun­
ajustar su resultado en torno al 1298 CAL BC (Castro to de ocupaciones detectadas para el Bronce Final
Martínez et alii, 1996: 174‑175). Los intervalos calcu­ inicial del Botx‑Grupintex y su entorno inmediato
lados para esta datación, que abarcan del 1400 al 1195, (Trelis et alii, 2004).
señalan cronológicamente esta etapa entre el Bronce En el caso que aquí nos ocupa, el traslado del há­
Tardío y los primeros compases del Bronce Final, en bitat que se ha constatado en Cobatillas la Vieja des­
consonancia con los datos que están ofreciendo otros de el sector argárico al ibérico persigue, entre otros
yacimientos del Sureste ibérico para este momento fines más difíciles de percibir, una mejora del radio
de transición, tanto en su extremo meridional como de visibilidad y control de los pasos circundantes
en la parte septentrional (Castro et alii, 1996; Jover desde el yacimiento. Desde el nuevo emplazamiento
et alii, 2016). se cuenta, primero, con un mayor control del acce­
La ocupación de Cobatillas la Vieja en este pe­ so a la Rambla Salada y de los pasos ganaderos que
ríodo se circunscribe, al igual que sucedía en el sec­ transitaran por esta ruta, a pesar de que parte de la
tor argárico, a un momento muy determinado que propia rambla queda oculta tras el Collado Bermejo,
no tuvo continuidad en el tiempo al menos en la la­ una de las principales referencias geográficas y visua­
dera intervenida por Lillo. Pese a lo limitado de los les de la zona por su gran altura; y, segundo, se amplía
datos, no se han identificado fases constructivas ni el control visual del territorio inmediato, mejoran­
remodelaciones posteriores que apunten hacia otros do significativamente su proyección hacia la cuenca
momentos dentro del final del II milenio a. C.; una del Segura, especialmente hacia su desembocadura
perspectiva que también se desprende de la homo­ (figuras 4 y 5). Ahora se perciben claramente otros
geneidad de los tipos y manufacturas de la vajilla asentamientos de la sierra de Orihuela y su entor­
cerámica (Ros, 1985). Por tanto, el inicio de la ocu­ no, como las Laderas de San Miguel o el yacimiento
pación correspondiente al Bronce Final inicial coin­ de La Loma de Bigastro; incluso, con una cronolo­
cide con un proceso de reordenación poblacional gía más reciente, el asentamiento de Los Saladares.
cuyas repercusiones son importantes para los terri­ Todo ello manteniendo, al igual que en época argári­
torios y paisajes del Sureste ibérico. En el curso ba­ ca, el control visual de las rutas venidas desde el oes­
jo del Segura tiene lugar, por un lado, la reocupación te y el puerto de Zacacho, a las que ahora se suman
de ciertos núcleos, tanto de nueva planta como ocu­ los pasos serranos hacia el sur y el sureste por don­
pados en fases más antiguas; mientras que, por otro, de discurren las rutas comerciales que conectan por
existen una serie de núcleos continuistas que coin­ tierra con los entornos litorales y por donde podrían
ciden con aquellos asentamientos de mayor tradi­ llegar algunos de los recursos mineros cuyo uso se
ción, como ocurre en los casos de Santa Catalina del encuentra atestiguado en esta fase del poblado, co­
Monte, Monteagudo o El Tabayà. No obstante, tam­ mo la galena argentífera.
bién otros asentamientos como San Miguel (Soriano La nueva posición, pese a ser el resultado de una
Sánchez, 1984; Diz, 1993), Cabezo de las Particiones movilidad reducida, mantiene la comunicación vi­
(Soriano Sánchez, 1985; Martínez Monleón, 2015) y sual con los principales yacimientos contemporáneos
Loma de Bigastro (Soriano Sánchez, 1985) mues­ próximos con fases del Bronce Final inicial. Es el ca­
tran la pervivencia de unas estrategias iniciadas en so de Monteagudo, el núcleo más cercano y con una
períodos anteriores y que también se reproducen entidad que, pese a los escasos datos con los que se
en los asentamientos fundados o reocupados du­ cuenta por el momento (Medina, 2002), jugaría un pa­
rante esta fase. Entre estos últimos casos se encua­ pel principal en la articulación de este territorio por su
dra Cobatillas la Vieja, con una ocupación de nueva posición y su representatividad en la cuenca. Más ale­
planta, pero dentro del mismo complejo geográfico, jado se observa Santa Catalina del Monte que, aun­
que viene a cerrar el hiato poblacional coincidente que queda fuera del radio de visibilidad marcado sobre

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Figura 4. Vista desde el yacimiento de Cobatillas la Vieja de la cuenca baja del río Segura hacia
su desembocadura. (Imagen: archivo de los autores)
Figure 4. View of the lower basin of the Segura river towards its mouth from the settlement of
Cobatillas la Vieja. (Photography: authors)

A B

Figura 5. Análisis de visibilidad del complejo arqueológico de Cobatillas la Vieja. A. Cálculo


de visibilidad desde el sector argárico respecto a los yacimientos contemporáneos de la zona
objeto de estudio. B. Cálculo de visibilidad desde el sector ibérico en el que se encuentra la fase
del Bronce Final Inicial y Reciente, y yacimientos contemporáneos de la zona objeto de estudio.
(Elaboración propia. MDT: IGN)
Figure 5. Visibility analysis of the settlement of Cobatillas la Vieja: A. Results of visibility analysis
from the argaric area and situation of contemporary settlements in the studied area. B. Results of
visibility analysis from the Iberian area where the Late Bronze Age site is located, and situation of
contemporary LBA settlements. (Design: authors and Digital Terrain Model from Spanish National
Geographic Institute)

10 kilómetros y una altura del observador de 1,65 me­ Final del Sureste ibérico. Y todo ello sin contar con
tros, es claramente perceptible desde el yacimiento. Por los distintos asentamientos secundarios y unidades ru­
último, el cambio del hábitat desde la Ladera de San rales dependientes que se dedicarían a la explotación
Antón hacia San Miguel provoca que esta última ocu­ de este territorio inmediato de forma intensiva, como
pación entre no solo dentro del radio de visibilidad de el propio Botx‑Grupintex (Trelis et alii, 2004) o, para
Cobatillas, sino que ocupa una posición más favorable fases posteriores, Los Saladares de Orihuela (Arteaga
desde la que participar en las rutas de tránsito y co­ y Serna, 1979), Casa de Secà (Soriano Boj et alii, 2012)
mercio en relación a las nuevas sinergias territoriales y la continuidad poblacional del entorno de El Botx
y estratégicas, una de las probables causas que origi­ ya bajo la posterior órbita política del emergente nú­
nó el fenómeno de reestructuración del poblamiento cleo de Peña Negra (González Prats, 1983; Trelis, 1996;
dado tanto en el Bronce Tardío, como en el Bronce García Borja et alii, 2007; Lorrio et alii, 2020).

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De esta manera, pese al estado de la investiga­ aunque las dependencias políticas no estén claras,
ción en el que se encuentra este período cronológico, existía una importante red comercial entre los nú­
puede plantearse la existencia de una serie de cen­ cleos prelitorales y costeros que debió ser estrecha,
tros de primera entidad que reproducen patrones aprovechando los pasos naturales que conectaban
similares a los establecidos en época argárica, resul­ estos diferentes territorios ya fuera por vía terres­
tando un ambiente de continuidad locacional en la tre, la más probable en estas fases iniciales, o por
zona del pasillo del Guadalentín y del tramo bajo vía marítima, como parece desarrollarse durante el
del Segura (Ros, 2003). Pese a los diferentes proce­ denominado como Bronce Final III o inicial en la
sos de reordenación y/o reestructuración del pobla­ zona del denominado Sinus Ilicitanus (Blázquez y
miento de época postargárica, parece conformarse la Ferrer, 2012; Tent‑Manclús y Soria, 2014) y los pri­
expectativa de una continuidad histórica acorde con meros contactos foráneos que condicionan una cier­
la situación de otros escenarios geográficos (Pingel et ta basculación poblacional hacia las zonas costeras,
alii, 2003), marcada por la similitud de las respuestas acompañada de la gestación de núcleos autóctonos
que tienen lugar entre las distintas comunidades de de gran volumen poblacional e importancia políti­
la región al encontrarse completamente vinculados a ca ( Jover et alii, 2016).
partir de relaciones de índole económico, comercial El abandono de Cobatillas la Vieja abriría un
y social. Se reproduciría así un modelo ya planteado segundo pe­ríodo de hiato que se prolongaría has­
para época argárica en la que distintos asentamientos ta el siglo IV a. C. si no fuera por la noticia del ha­
podían realizar actividades complementarias, como llazgo en superficie de cerámicas que remiten a los
ocurría en la zona litoral de Mazarrón con los ya­ inicios del Hierro Antiguo y a los primeros con­
cimientos de Ifre, Zapata, Cabezo Negro o Cabezo tactos coloniales iniciados a partir de mediados del
del Asno (Lull, 1983), y que no haría descartables siglo VIII a. C. (Ros, 1985). Por desgracia, estos ma­
los acuerdos y colaboraciones entre asentamientos, teriales no han podido ser localizados en los fondos
especialmente entre aquellos localizados en un mis­ del Museo Arqueológico de Murcia, lo que dificulta
mo valle o extensión geográfica limitada que pudie­ cualquier consideración sobre este período de tran­
ra llegar a entenderse como un territorio así mismo sición del Bronce Final reciente al Hierro Antiguo,
compartido (Ros, 2003: 225). período ya de por sí marcado por unas intensas di­
Respecto a Cobatillas, parece que durante el námicas de reordenación territorial entre las que
Bron­ce Final del Sureste ibérico no existe un mo­ Cobatillas podría haber jugado un papel fundamen­
delo tan centralizado a nivel político y social como tal por sus propias características.
el implantado durante el Argar, afirmación que debe Por último, la etapa ibérica del cerro se encuen­
tomarse con prudencia ante la falta de intervencio­ tra mejor representada ya que en los cuatro cortes
nes sobre asentamientos de la fase inicial del pe­ practicados —L, M, N y Ñ— se identificaron tanto
ríodo. Sin embargo, sí que existen esos yacimientos datos correspondientes a la urbanística del enclave,
de primera entidad sobre posiciones estratégicas y como secuencias materiales que retratan las distin­
potencialmente defensivas sobre los que recaería el tas fases de su ocupación. En cuanto a su cronología,
control político y territorial de sus entornos. Además, se ha propuesto un inicio de la ocupación ibérica a
se encuentran una serie de evidencias en las que es­ finales del siglo V a. C. (Lillo, 1981: 99), aunque so­
tos centralizan sus actividades, como ocurre con las lamente se ha hallado un fragmento de cerámica áti­
actividades transformativas del mineral que se da­ ca de dicha centuria, pues la mayoría pertenecen a
ban en el poblado y que no solo requerían de una la primera mitad de la siguiente, perdurando el há­
zona y una serie de artesanos especializados que se bitat hasta finales del siglo II a. C. o durante el si­
encargaran del proceso metalúrgico, sino de una red glo I a. C., momento de abandono definitivo (García
dedicada al proceso de minería extractiva y comer­ Cano, 1982: 195‑196). Sobre el carácter de este asen­
cialización de la materia prima para proveer este tamiento se ha planteado la existencia de un peque­
taller. Todo ello apunta hacia un modelo en el que, ño fortín avanzado de observación y exploración del

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Territorio y materialidad en el Bajo Segura durante el Bronce Final inicial:…

territorio circundante, dotado de las protecciones correspondientes al final de la Prehistoria Reciente.


naturales del propio cerro, así como de la utilidad Tras un período de clima más cálido y húmedo que
de las traseras de las casas como elemento de forti­ tuvo lugar desde finales del III milenio cal. BC has­
ficación (García Cano, 2008: 32). Tales característi­ ta el 1400 cal. BC, se inició una nueva pulsación más
cas no hacen más que confirmar la estrecha relación fría y seca que coincide con el Bronce Tardío del
que existe entre Cobatillas la Vieja y su territorio, Sureste y los primeros momentos del Bronce Final
así como la función que ejerció de manera intermi­ (Ros et alii, 2014: 285). Este nuevo período estuvo
tente como punto de control y centro de produc­ marcado por una pluviometría caracterizada por llu­
ción durante las diferentes etapas de la Prehistoria vias más intensas e irregulares que provocarían una
Reciente del Sureste. notable incisión sobre terrenos aluviales previamen­
te configurados (Ros et alii, 2014: 285). La situación
cambió hacia el siglo IX a. C., a otra etapa más cálida
3. Un núcleo principal de la Vega Baja y húmeda en la que se registraron eventuales pulsa­
del Segura: nuevos datos en torno al ciones frías hasta llegar al siglo VI a. C. pero donde
asentamiento de Cobatillas la Vieja las lluvias torrenciales permanecen en la zona mur­
ciana, continuando con esos arrastres puntuales de
3.1. Estrategias económicas en la continuidad sedimentos que seguirían fertilizando las riberas de
y discontinuidad del hábitat los ríos hasta su aminoración desde el siglo VI a. C.
(Calmel‑Avila, 2000: 75‑76).
Cobatillas la Vieja no puede entenderse sin plantear De esta manera se explica la formación de los
la relación que existe entre el cerro en el que se erige suelos que conforman la profunda llanura de sedi­
y el medio que le rodea. Su ubicación en pleno cru­ mentos cuaternarios, con residuos aluviales y colu­
ce de caminos es el resultado del encuentro entre la viales de Pleistoceno y Holoceno en torno al Monte
principal vía de comunicación del Sureste peninsular, de las Brujas y las posibilidades que se abren en tor­
el río Segura, y la rambla Salada, ruta de penetración no a su explotación durante el Bronce Final. Ade­
hacia las primeras estribaciones de la sierra de la Pila, más de los litosoles correspondientes a los conos
el Altiplano y la Meseta. No obstante, es necesario de deyección volcánica triásicos de naturaleza al­
matizar que los cauces y caudales de estos cursos se pujárride, cuyos relieves sobresalen sobre el paisaje
han visto atenuados de forma importante por dife­ —Monteagudo, La Cueva, Cobatillas— (González y
rentes infraestructuras históricas, modificando una Pujante, 2007: 20), los tipos de suelo próximos más
realidad que en época prehistórica fue muy distinta a abundantes son xerosoles cálcicos y fluvisoles calcári­
la actual. En este sentido, se ha estimado que, frente cos (figura 6). En cuanto a los primeros, es cierto que
a los 30 hm³ que actualmente desagua el río Segura estos aceptan cultivos, pero para su explotación se
en su desembo­cadura, sin las retenciones produci­ debe eliminar su costra caliza endurecida, tarea que
das por los embalses esta cifra rondaría los 860 hm³ implica un coste importante al usar el arado de ma­
(Morales et alii, 2005: 75), lo que dejaría el valle ocu­ dera. Pese a que no se descarte su uso, los suelos más
pado por una zona pantanosa cuya máxima exten­ favorables son aquellos fluvisoles de la zona inunda­
sión coincidiría durante las crecidas del Segura y del ble del Segura y que, por sus propias características,
río Guadalentín, este último con un caudal especial­ serían además los que mayor rendimiento permitie­
mente estacional (Calvo, 1968). Sin embargo, estas ran. El problema en cuanto a estos estriba en saber
avenidas no deben considerarse como un factor ex­ cuánta superficie quedaba por encima de las aguas
clusivamente negativo para estas comunidades, sino durante las riadas, y cuánto era practicable para la­
que tales anegaciones eran la forma natural de enri­ bores agrícolas debido a los almarjales, importantes
quecer y fertilizar las tierras de cultivo de la cuenca. aún en el siglo XV d. C. y que marcaron las diná­
La presencia de estos fenómenos torrenciales micas productivas especialmente en la margen iz­
se intensificó, además, en los episodios climáticos quierda del río (Martínez Carrillo, 1988; Ros, 2003).

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La zona próxima a Cobatillas por la que discu­ es cierto que apenas se cuenta con información ar­
rre la rambla Salada se caracteriza por la existencia queológica para reconstruir su extracción durante
de salinas y almarjales que han permanecido hasta la esta etapa, pero la existencia de esa salmuera en gran­
actualidad (Ros, 2003: 235) y cuyo paisaje es el ade­ des cantidades en el hinterland del yacimiento per­
cuado para la existencia de una intensa vegetación mitiría fácilmente cocer esta agua saturada de sal en
halófila (figuras 6 y 7). Esta condición mengua la ex­ grandes recipientes hasta obtener el recurso buscado
tensión cultivada en favor de una actividad ganade­ (figuras 6 y 7). Así, el papel de Cobatillas respecto
ra que se beneficia tanto de la presencia de pastos y a este recurso no solo podría reducirse a su utilidad
sal, como de su posición en pleno nudo de comuni­ dentro de las necesidades de la cabaña ganadera, si­
caciones entre la cuenca prelitoral y el interior. Tales no también en lo relativo a su explotación y distri­
circunstancias revelan la idoneidad de este paisaje bución en el marco de los intercambios comerciales
como zona de pasto para el ganado trashumante o de la cuenca baja.
trasterminante y fundamenta la presencia de dife­ Precisamente gracias a esas relaciones con otros
rentes cañadas históricas en el entorno de Cobatillas puntos de la región se contextualiza otra de las acti­
la Vieja, como la Cañada Ancha, ahora desfigurada vidades que se han detectado en las diferentes fases
por el paso de las acequias. del asentamiento: la metalurgia. Para la época argári­
De esta manera, el peso de la ganadería para ca, además del hallazgo de punzones y puñales de
el asentamiento y su entorno tuvo que ser de gran cobre y bronce (Medina, 1999: 128), se ha planteado
importancia, como revela el estudio osteológico la existencia de un taller metalúrgico bajo el taller de
del sector argárico de Cobatillas la Vieja (Mateo y sílex a partir del hallazgo de un crisol de piedra vol­
Vázquez, 1991). Los resultados apuntan hacia un pe­ cánica con bronce estannífero (Ayala, 1981: 168‑169;
so de la caza testimonial, mientras que son los ovi­ Ros, 2003: 241). La presencia de esta aleación, pro­
cápridos los que destacan en el registro (62 % de los ducto de la mezcla de cobre, estaño y plomo, abre
restos), algo análogo a lo que se identificó en el yaci­ interesantes cuestiones sobre la procedencia de es­
miento de Puntarrón Chico, cuya ocupación es úni­ tos minerales en el yacimiento y las posibles rutas
camente argárica (Mateo y Vázquez, 1992). Es cierto que se dieron desde época prehistórica. Por un lado,
que hasta la fecha no se disponen de datos del sec­ la llegada del cobre a Cobatillas parece clara des­
tor del Bronce Final, pero sí que los análisis proce­ de los filones cercanos identificados en los cabe­
dentes de yacimientos cercanos ponen de manifiesto zos de Malnombre o La Mina, así como desde la
estos mismos patrones para el período, como se ha sierra de Orihuela donde hay presencia de sulfuros
comprobado en el poblado de Caramoro II (García y filones de azurita, malaquita, calcopirita, calcosi­
Borja et alii, 2010: 55‑56) o en la fase I de Peña Negra na y cobre nativo (Mojica, 2013: 85‑86). Por otro,
(Aguilar et alii, 1994) con primacía de los ovicápri­ más problemática resulta la identificación del po­
dos y lo limitado de la fauna silvestre. sible origen del plomo y la casiterita, mineral del
Otro factor del entorno necesario para sustentar que se obtiene el estaño y que se trata de uno de los
esa cabaña ganadera, y esencial para la conservación menos abundantes del Sureste. La presencia de am­
de los alimentos, es el recurso de la sal, cuya explota­ bos en las sierras costeras de Cartagena‑La Unión y
ción ha podido ser atestiguada en el interior penin­ Mazarrón (Ros, 1989: 39‑40) podría permitir plan­
sular (Abarquero et alii, 2010) y sobre la que se ha tear una posible procedencia de estos polígonos mi­
planteado su obtención en el Sureste ibérico en zo­ neros, especialmente en el caso del último, donde se
nas como las salinas de La Mata o el propio entor­ ha atestiguado una importante presencia de comuni­
no del Cabezo Redondo de Villena (Mederos, 1999). dades del Bronce pleno y reciente relacionadas con
Su presencia en la rambla Salada no solo se perci­ la explotación minera (Ros, 1987; Ros, 1989).
be del propio topónimo, sino que se encuentra am­ En cuanto a la fase del Bronce Final, los da­
pliamente presente en forma de salmuera (Gil et tos en este ámbito se centran en el hallazgo de un
alii, 2010: 616). En cuanto a su forma de explotación, fragmento de galena y otro de mineral de hierro

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Figura 6. Mapa de los usos de suelo en la zona del yacimiento de Cobatillas la Vieja con los diferentes talleres y canteras de
sílex del entorno de la Rambla Salada. (Elaboración propia a partir de la información del SIOSE)
Figure 6. Map of land uses in the hinterland of Cobatillas la Vieja with the different workshops and silex outcrops around
Rambla Salada. (Design: authors with the information of Information System on Land Occupation of Spain)

procedentes de la vivienda del corte Ñ5. El prime­ arriesgado proponer áreas de proveniencia sobre este
ro de ellos, utilizado para la obtención de la plata, recurso, aunque es necesario apuntar la importancia
cuenta con sus principales yacimientos en la sie­ de los afloramientos de metabasitas y mineralizacio­
rra minera Cartagena‑La Unión, lo que puede in­ nes ferruginosas identificadas en la vertiente norte
dicar una interesante continuidad en esas rutas de del Monte de las Brujas y en la ladera sur del inme­
abastecimiento que siguen vinculando el litoral con diato Cabezo Bermejo (Arana y Ortiz, 1982), así co­
el yacimiento de Cobatillas la Vieja como ya pro­ mo al oeste de Santomera y en el Cabezo Bermejo
pusiera Ros (1985: 46). Estas conexiones tendrían (González y Pu­jante, 2007: 21).
lugar aprovechando las vías y pasos naturales, co­ De esta manera, la riqueza de recursos del en­
mo es el caso de la cuenca prelitoral y la rambla de torno permite plantear tentativamente y a modo de
las Moreras para acceder a las zonas de explotación línea de investigación futura, la existencia de una ac­
de Mazarrón, o los diferentes pasos que se abren tividad metalúrgica y trabajo de fundición de metales
en la sierra de la Cresta del Gallo y que conectan en el poblado o su hinterland, con áreas especializa­
con la cuenca del mar Menor y la sierra Minera de das de producción y artesanos especializados, como
Cartagena‑La Unión. Cómo se produjera esa comu­ se puede afirmar para la fase argárica de Cobatillas.
nicación es una interesante problemática que, por el Concretamente en el identificado como departa­
momento, queda abierta ante la posibilidad de que mento A del asentamiento del Bronce Pleno, se do­
esa relación se hiciera directamente por vía terrestre, cumentó un molde de fundición y un crisol cerámico
o bien por vía marítima, introduciéndose en el Bajo con una pátina de cobre, estaño y algo de arsénico
Segura desde las posiciones situadas en la propia des­ (Lull, 1983: 335; Ayala, 1984: 335), lo que demostra­
embocadura del río. En cuanto al mineral de hie­ ba que la fusión del metal se realizaba en el mismo
rro, sin datos de tipo arqueométrico es sumamente poblado (Medina, 1999: 129). Así, la continuidad de

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Figura 7. Humedal del Ajauque y Rambla Salada en el término municipal de Santomera. (Imagen: archivo de los autores)
Figure 7. Ajauque and Rambla Salada wetland in the municipality of Santomera. (Photography: authors)

esta actividad puede ser considerada en parte gracias un paramento del que apenas se conserva un zócalo
a la potencialidad que los recursos minerometalúr­ compuesto por dos hiladas de piedra, toscamente ca­
gicos presentan en esta zona del Bajo Segura, y cu­ readas y trabadas en seco, que alcanza los 60 centíme­
yo valor es fundamental para estos primeros siglos tros de ancho (figura 8c). Más complicada resulta la
del Bronce Final, tanto en lo relativo al comercio aproximación sobre los niveles identificados por Lillo
de materias primas como de productos elaborados. en el corte M, del que, más allá de apuntar que se co­
rresponde con un estrato de habitación de la Edad
3.2. Competencias espaciales, arquitecturas del Bronce Final —nivel M.IV—, no aportó más
y materiales en transición información que la derivada del propio perfil estra­
tigráfico que presenta su excavador (Lillo, 1981: 101),
Las estructuras del Bronce Final inicial localizadas en pero en el que se tuvieron que practicar actividades
los cortes identificados como M y Ñ corresponden cotidianas como evidencia el hallazgo de un macha­
a los niveles más bajos de las secuencias estratigráfi­ cador pétreo que debe estar en conexión con la pre­
cas apoyadas directamente sobre la roca base, nive­ paración de los alimentos cuyos restos se identifican
ladas al parecer mediante una capa muy compacta con un fondo de cabaña (Lillo, 1981: 101).
de barro y arena de color rojo (Lillo, 1976‑1978: 398). Este tipo de patrón arquitectónico apenas pre­
El espacio habitacional o vivienda del corte Ñ (figu­ senta diferencias respecto a los modelos de cons­
ra 8b y 8c) queda delimitado al lado sur de un muro trucción identificados en asentamientos del Bronce
rectilíneo en el que se halló el pequeño hogar ro­ Tardío localizados en esta misma región geográfi­ca,
deado de piedras y barro del que se obtuvo la mues­ como es el caso del Cabezo Redondo de Ville­na
tra de carbón vegetal para el análisis radiocarbónico (Hernández et alii, 2016), Cuesta del Ne­gro (Mo­
(Lillo, 1976‑1978: 398). En cuanto a la morfología lina y Pareja, 1975), Fuente Álamo (Arteaga y Schu­
y características de la propia estructura, se trata de bart, 1980; Pingel et alii, 2003) o Cerro de la Encina

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B C

Figura 8. Intervenciones arqueológicas en el sector ibérico de Cobatillas la Vieja. A. Sección estratigráfica central del sector E
del corte Ñ según Lillo (1976-1978: 397). B y C. Planta y fotografía del sector excavado en el corte Ñ en la que se diferencia el
muro prehistórico bajo la denominación C (Lillo Carpio 1976-1978: 396 y 399). D. Estado de los cortes M y Ñ del yacimiento en la
actualidad. (Imagen: archivo de los autores)
Figure 8. Archaeological excavations in the Iberian sector of Cobatillas la Vieja. A. Stratigraphic profile of Sector N according
to Lillo (1976-1978: 397). B and C. Planimetry and photography of the excavated area in Sector Ñ in which the LBA wall is
differentiated as structure C. D. Situation of the M and N sectors of the settlement at present. (Photography: authors)

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(Arribas et alii, 1974; Aranda, 2001). No obstante, la no implica que se enmarquen en el nuevo ambiente
perduración de estas formas de construir se ha iden­ territorial y político dentro de la reorganización de
tificado también durante el Bronce Final inicial del los sistemas políticos y productivos que se da a par­
Sureste, tanto por dataciones radiocarbónicas co­ tir del final del Bronce Tardío del Sureste.
mo la procedente de la unidad o espacio habitacio­ Volviendo a Cobatillas la Vieja, a pesar de que
nal 1 de El Negret (Barciela et alii, 2012: 127; Jover et durante la intervención se identificaran diversos ni­
alii, 2016: 93), como mediante las adscripciones cro­ veles estratigráficos correspondientes a la etapa del
noestratigráficas planteadas en la propia Cobatillas Bronce Final (Lillo, 1976‑1978), el análisis del re­
la Vieja (Ros, 1985), en la vivienda de tipo rectangular gistro vascular pone de manifiesto que en ambos
localizada en la calle Cúspide nº 2 en Santa Catalina cortes solamente se encuentra representado un úni­
del Monte (Ruiz, 1992: 88) y en la construcción co momento de ocupación. Como ya se ha apun­
del nivel III de la excavación de la Cuesta de San tado, en el corte Ñ el nivel correspondiente a las
Cayetano , en Monteagudo (Medina, 2002: 156‑157). estructuras del Bronce Final inicial se correlacio­
Si bien la importancia de la piedra es un rasgo carac­ na con el estrato Ñ.VI, mientras que el Ñ.V es el
terístico de los yacimientos del Bajo Segura que se ha nivel de relleno producto del abandono del hábitat
atribuido a la importante tradición que en la región y con presencia de fragmentos de cerámica a ma­
tenía este tipo de arquitectura durante la Edad del no (Lillo, 1976‑1978: 399‑400). Algo distinta es la
Bronce (Arteaga y Serna, 1979), los conjuntos vas­ secuencia de la estructura del corte M, con dos es­
culares asociados a las últimas estructuras y asenta­ tratos de habitación que se corresponden con M.IV
mientos citados apuntan a un horizonte claramente y M.V con presencia de «tierra quemada y restos de
diferenciado del período postargárico. comida» (Lillo, 1981: 105); y el nivel M.III que es el
Se abre así una problemática importante en tor­ resultado de la preparación del terreno para las cons­
no a la diferenciación de los patrones arquitectóni­ trucciones de las fases posteriores, lo que explica la
cos del Bronce Tardío respecto a aquellos del Bronce existencia de producciones de este período junto a
Final inicial, marcada además por la carestía de da­ material rodado ibérico.
tos procedentes de excavaciones sistemáticas corres­ En cuanto a la funcionalidad del material cerá­
pondientes a estos períodos en el sector central del mico hallado, se trata de un registro material típico
Sureste ibérico. Entre las viviendas cuadrangulares tí­ de contextos de habitación, con producciones desti­
picamente postargáricas y las cabañas circulares que nadas al servicio de mesa, formas de cocina y conte­
se identifican con claridad a partir del Bronce Final nedores de almacenaje. A pesar de la homogeneidad
pleno, aproximadamente a partir del año 1000 a. C. del conjunto y el tamaño de la muestra, se ha reali­
( Jover et alii, 2016), se dibuja un lapso temporal de zado un análisis aproximativo de esta fase median­
gran incertidumbre y escasas evidencias. Sin embargo, te el cálculo del número mínimo de individuos y sus
los datos obtenidos de los núcleos que se sitúan preci­ características funcionales. En este sentido, el núme­
samente en el Bajo Segura, así como en la transición ro mínimo de individuos de la vivienda del corte Ñ
entre este y el río Guadalentín, revelan la continui­ —63 en total— se reparte entre un 39 % que alcanzan
dad de las estructuras de tipo rectilíneo con plantas los vasos abiertos, cuencos y escudillas y un 61 % en
angulares y zócalos en piedra; las viviendas de Santa el que se incluyen las orzas cerradas y abiertas des­
Catalina del Monte y las estructuras de Monteagudo tinadas a las funciones de cocina, almacenaje y posi­
y Cobatillas así parecen apuntarlo. Este patrón de ti­ blemente transporte. Mayor precisión se ha podido
po continuista demuestra la importancia que todavía obtener de los 40 individuos diferenciados de la es­
albergan las tradiciones argáricas y postargáricas en tructura del corte M, alcanzando un 27 % los tipos
la configuración de estas primeras comunidades del asociados al servicio de mesa, un 33 % las ollas y orzas
Bronce Final, fenómeno que también se repite en lo cerradas vinculadas con tareas de cocina y pequeño
relativo a las vajillas cerámicas. No obstante, aunque almacenaje, y un 40 % las orzas y grandes contene­
estas manifestaciones se continúen ejecutando, ello dores destinadas al almacenaje y posible transporte.

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Territorio y materialidad en el Bajo Segura durante el Bronce Final inicial:…

Las vajillas cerámicas del Bronce Final inicial, pleno. Sin embargo, los ejemplos identificados de
tanto las revisadas en su día por Ros (1985) como este perfil durante la fase inicial son escasos, redu­
las que se encontraban inéditas hasta el momento ciéndose al ejemplar de la necrópolis de Huéchar 3 y
(figuras 9 y 10), apuntan a un mismo horizonte cul­ Caldero de Mojácar, mientras que durante la fase ple­
tural cuya horquilla cronológica se ha delimitado en­ na el paralelo con mayores similitudes se encuentra
tre los comienzos del Bronce Final y los inicios del en el Cerro de la Mora (Lorrio, 2008: 232‑233). Las
Bronce Final pleno (Ros, 1985: 47). Las característi­ producciones de estos vasos en el corte M presentan
cas de los conjuntos de los cortes M y Ñ presentan unos bruñidos y acabados de calidad, pero sin llegar al
una importante homogeneidad tipológica, con una nivel de ejecución y pulido de los dos perfiles docu­
alta uniformidad en sus pastas, la ausencia comple­ mentados en el corte Ñ (figuras 9 y 10). Su alto índice
ta de decoraciones y una serie de rasgos arcaizantes de fragmentación, consecuencia de su escaso grosor,
que revelan las reminiscencias de época postargári­ dificulta el conocimiento de esta forma que conti­
ca que todavía permanecen. nuará en contextos de etapas posteriores del Bronce
Sin embargo, es cierto que destaca la ausencia Final hasta bien entrado el I milenio a. C., donde la
de algunas formas propias del último momento del forma evoluciona hacia los cuencos y tacitas a mano
Bronce postargárico, como las cazuelas o los cuencos de paredes finas de gran calidad (Ros, 1989: 234‑235).
de carena alta (Ros, 1985: 46). Esta carencia podría Otros perfiles que comienzan a aparecer son las
indicar que, si esta situación se confirmase en nue­ escudillas con bordes abiertos y labios indicados
vos sectores del yacimiento, la ocupación del asen­ —tipo 3 de Ros (1985)—, forma evolucionada de los
tamiento se produjese en una fase algo más tardía cuencos, pero de mayor diámetro. Esta forma con­
que la reflejada por la datación radiocarbónica, no creta cuenta con paralelos en otros yacimientos de
exenta de problemática, pero todavía en el marco la cuenca del Guadalentín, concretamente en Santa
del Bronce Final inicial (Castro et alii, 1996; Jover Catalina del Monte y Las Cabezuelas de Totana
et alii, 2016). Hacia esta misma dirección apunta la (Ros, 1986: 46) y se encuentra destinada a un servicio
ausencia en el repertorio cerámico de Cobatillas de de mesa colectivo. En lo relacionado con los conte­
tipos procedentes de Cogotas, los cuales reducen nedores de transporte, destacan las orzas abiertas con
su presencia progresivamente en asentamientos de borde recto al exterior y de perfil en «S», con parale­
transición como El Tabayà (Belmonte, 2004: 335) o los en diversos puntos del eje Guadalentín‑Segura,
Botx‑Grupintex (Trelis et alii, 2004: 322), y que pa­ como en El Tabayá (Molina, 1999: 121‑122), Loma de
ra el Bajo Segura se pone de manifiesto que se trata Bigastro (Soriano Sánchez, 1985: 120‑121) o Mon­
de una forma en completo desuso, como demuestra teagu­do (Medina, 2002: 155‑156), y la cuenca de
su ausencia en los niveles reinterpretados de Santa Ve­ra. En este último caso destacan los paralelos
Catalina del Monte y Monteagudo (Medina, 2002). con el repertorio material de Gatas‑VI (Castro et
De esta manera, de nuevo nos encontramos ante alii, 1999: 250), con el que guarda estrechas relacio­
unas producciones cerámicas todavía muy ligadas nes especialmente en estas vasijas destinadas al al­
a las etapas anteriores, lo que revela la importancia macenaje, aunque, como ya se ha planteado, no se
de una tradición vascular que perdura en el tiempo encuentren las formas con carenas altas y medias que
—y las rutinas de comensalidad y cocina a ellas aso­ sí se hallaron en el yacimiento almeriense.
ciadas—, aunque con determinadas innovaciones e Frente a estas formas propias del nuevo período
interrupciones que marcan esas tendencias entre el cronológico, continúan existiendo una serie de per­
cambio y la continuidad que se dieron entre las co­ files que mantienen los tipos y conceptos de época
munidades postargáricas y del Bronce Final. argárica y postargárica, así como con probabilidad
En este contexto se explicaría la mayor presencia las estrategias de producción alfarera, como podría
de los vasos abiertos de carena baja, una forma que ser el caso de los cuencos abiertos y profundos o las
se halla en ambos sectores y que aparece en contex­ grandes orzas de bordes reentrantes (Ros, 1985: 41).
tos tanto iniciales como avanzados del Bronce Final Uno de los ejemplos más representativos de esta

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Figura 9. Materiales arqueológicos correspondientes a la fase del Bronce Final Inicial. En la parte inferior se recogen aquellos
procedentes del Corte Ñ-VI dibujados por Ros (1985) y en la parte superior las nuevas formas registradas en el proceso de
revisión del registro vascular del yacimiento. (Elaboración propia)
Figure 9. Ceramic assemblage from the early Late Bronze Age phase. On top: new materials identified in the review process of
the materials from the settlement. On the bottom: types from level N-VI drawn by Ros (1985)

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Figura 10. Materiales cerámicos procedentes de los niveles M-III, M-IV y M-V del yacimiento de Cobatillas la Vieja. (Elaboración propia)
Figure 10. Ceramic assemblage from M-III, M-IV and M-V stratigraphical levels of Cobatillas la Vieja. (Drawing: authors)

herencia material se encuentra en los cuencos de el tratamiento de los alimentos. Es cierto que su conti­
borde reentrante —tipo 2b de Ros (1985)—, cuya for­ nuidad no puede circunscribirse a este horizonte cultu­
ma semiesférica con el borde al interior se encuen­ ral, pero se trata de tipos característicos bien definidos
tra ampliamente documentado en el Bronce Tardío desde el repertorio vascular argárico (Ros, 1985: 41) y
del Sureste ibérico, con ejemplares en la vega baja que perdurarán en su forma y su manufactura hasta
del Segura (Soriano, 1985: 114, fig. 3.17), la Illeta dels mediados del I milenio a. C. (Ros, 1989). No obstan­
Banyets (Simón, 1997: 80‑81) y el Cabezo Redondo te, es importante señalar que estos perfiles cerrados
de Villena (Soler, 1987: 128). Su aparición residual no se encuentran en yacimientos cercanos del Bronce
se ha localizado en otros asentamientos del Bronce Final, como Caramoro II o El Tabayà, y son muy es­
Final pleno del Sureste, como en Caramoro II, con casas en el Botx (García Borja et alii, 2012: 39, 42 y 49).
solo dos individuos de este tipo identificados (García Estas diferencias evidencian la existencia de tradicio­
Borja et alii, 2010: 48), o las Fase III del Peñón de nes distintas de larga duración que se dan entre el eje
la Reina y de Cerro de la Mora (Lorrio, 2008: 235). del Vinalopó y el ámbito del Bajo Segura y que no so­
Otras producciones muy presentes en los niveles del lo alcanzan a las vajillas cerámicas, sino a todo aquello
Bronce Final inicial y que cristalizan las tradiciones an­ que rodea las formas de cocinar en términos de die­
teriores son las formas cerradas destinadas a la cocina y ta, comensalidad y alimentación durante este período.

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4. Discusión ante los nuevos visual y representatividad sobre el entorno inmedia­


planteamientos to, así como una mayor protección gracias a la propia
morfología del cerro, de pendientes abruptas y zonas
Los resultados expuestos en torno al asentamiento de con escarpes naturales que lo hacen más inaccesible
Cobatillas la Vieja y la relación con su entorno, na­ y lo convierten en una posición más fácilmente de­
tural y cultural, recuperan este enclave arqueológico fendible que el cerro que ocupaba el sector argárico.
como una posición de máximo interés para aproxi­ No obstante, este clima favorable que se presupo­
marnos a las diferentes dinámicas socioeconómi­ ne del ambiente comercial y económico del momen­
cas y territoriales que tienen lugar en esta región del to no implica la inexistencia de tensiones políticas
Sureste peninsular a lo largo de sus diferentes perío­ entre núcleos que compartieran el mismo territorio.
dos de ocupación. Su posición le permite aprovechar Los datos actuales apuntan a que la fase adscrita al
los recursos agropecuarios y salinos de su hinterland Bronce Final inicial de Cobatillas la Vieja se trata
inmediato, así como beneficiarse de un emplazamien­ de una fundación ex‑novo, con una perduración no
to óptimo en pleno nudo de comunicaciones. El en­ demasiado prolongada en el tiempo como revela el
cuentro en sus proximidades de las rutas ganaderas estudio de sus estructuras y de sus vajillas cerámi­
y comerciales que transitan por la rambla Salada y el cas, con un fuerte componente de homogeneidad y
Bajo Segura ha conferido a este entorno un papel ac­ a medio camino entre las nuevas formas y los rasgos
tivo que se ha mantenido de forma transversal duran­ arcaizantes del período anterior. El enfoque combi­
te períodos posteriores, tal y como demuestra el paso nado de los estudios de las producciones cerámicas
de algunas de las veredas y cañadas históricas más y la evolución del poblamiento permite comenzar a
importantes en cuanto a caminos de trashumancia entrever los cambios y continuidades que se dan en
que conectaban esta región con la zona de Cuenca y la región como resultado de la evolución en las di­
el interior peninsular (Martínez Carrillo, 2001: 323; námicas que se producen a nivel territorial y ma­
Ros, 2003: 234‑235). Es en este contexto de actividad terial. Así, aunque en el patrón arquitectónico se
asociada a los movimientos ganaderos donde la dis­ haya identificado un modelo constructivo claramen­
ponibilidad y explotación de la sal tuvo que jugar un te continuista respecto a las etapas del Bronce ar­
papel fundamental para la comprensión de la idio­ gárico y postargárico, la evolución de los repertorios
sincrasia de esta zona desde la Prehistoria. de mesa y almacenaje del Bronce Final inicial, con
A ello hay que añadir que el papel estratégico del la adaptación de determinadas producciones y es­
complejo poblacional no solo se reducía a los tránsi­ pecialmente el abandono de otras, implica algunos
tos que se establecieron en dirección este‑oeste o ha­ cambios importantes dentro de un ambiente cultu­
cia el norte, sino que también se han planteado una ral en plena transición.
serie de conexiones que relacionan el asentamiento La pérdida del papel de las grandes fuentes desti­
con las comunidades del litoral murciano, especial­ nadas a exhibir los alimentos supone el cambio en una
mente aquellas ligadas a la explotación de minera­ práctica social que pasa de contar con un carácter más
les y cuyas evidencias se han relacionado con una colectivo a un sentido más restringido, ocupando ese
actividad metalúrgica desarrollada en el mismo ya­ espacio a partir de ahora el cuenco de perfil abierto y
cimiento. Estas condiciones retratan lo significati­ uso individual el espacio protagonista (Cutillas, 2020).
vo de su creación en tanto supone la búsqueda de Puede que estemos ante el reflejo de una sociedad que,
una nueva localización en medio de una coyuntu­ en un momento puntual en el que se pretende la re­
ra condicionada por profundos procesos de reorde­ organización tras la disolución de los modelos políti­
nación y reestructuración del poblamiento entre los co‑territoriales postargáricos, el consumo individual
siglos XIII‑XII a. C. ( Jover et alii, 2016). Además, en­ en torno a la mesa gane terreno sobre el colectivo, o
tre las principales ventajas del nuevo emplazamiento bien que las nuevas formas de cocinar y presentar los
en el sector ibérico se encuentra la búsqueda de una alimentos impliquen el abandono de antiguas cos­
mejor posición geoestratégica en términos de control tumbres o la readaptación ante la desaparición de la

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llegada de materiales foráneos mediante lazos comer­ Esta orientación sobre proyectos de investigación en
ciales interrumpidos, como podría apuntarse con el los que se promueve el análisis y excavación de terri­
final de las importaciones de Cogotas. torios sobre la de yacimientos aislados centrados en
En definitiva, los nuevos datos aquí presentados análisis territoriales (Ros, 2003) será la única estra­
sirven para volver a centrar nuestra atención sobre tegia capaz de reportar una realidad global de las di­
un yacimiento que debe ser recuperado para la in­ ferentes fases de ocupación que no solo se dieron en
vestigación. Pero no solo se trata de emprender nue­ el Monte de las Brujas, sino que seguro han deja­
vas excavaciones arqueológicas con el fin de conocer do trazas de poblamiento en sus entornos cercanos.
mejor sus distintas fases o precisar con mayor exacti­ Cobatillas la Vieja se presenta, así, como un escena­
tud sus secuencias, sino concebir un proyecto en el que rio fundamental desde el que completar y avanzar en
se incluya todo su territorio inmediato con el objeti­ nuestro conocimiento sobre los cambios y continui­
vo de conocer los distintos asentamientos y unidades dades a partir del final de la etapa postargárica y los
de producción que constituirían su tejido productivo. inicios del Bronce Final del Sureste ibérico.

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ISSN 0211-1608, ISSN Digital: 2530-3589

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