Sentencia T-1078/12
1.1. SOLICITUD
Amalia interpuso acción de tutela contra Vitaliano Sánchez Castañeda y
Eunice Beltrán de Sánchez, por estimar que han vulnerado por largos
años sus derechos fundamentales a la identidad, a la familia, a la
justicia, a la verdad, a la reparación, a la libertad, a la integridad sexual
y a la dignidad humana. Su demanda se fundamenta en los siguientes
hechos:
1.2. HECHOS
1.2.1. Afirma que desde el 1º de julio de 1963 y hasta el 5 de febrero de 1964,
Vitaliano Sánchez Castañeda fue nombrado como Alcalde Militar de
Anzoátegui, Tolima.
1.2.2. Relata que durante ese período, el demandado logró, de alguna manera
que desconoce, apoderarse de ella, quien en la época era una pequeña
niña campesina de aproximadamente seis o siete años de edad.
1.2.3. Indica que el señor Sánchez Castañeda la desplazó a Bogotá y la entregó
a su suegra, María Odilia Franco de Beltrán, en calidad de “esclava”.
1.2.4. Asegura que desde ese momento y durante aproximadamente doce años,
fue objeto de explotación, maltrato físico, abuso sexual y tortura por
parte de distintos miembros de la familia. Explica que la señora Franco
de Beltrán la explotaba, la maltrataba y la “prestaba” a sus familiares
para que también a ellos les sirviera.
1.2.5. La accionante relata que posteriormente estuvo “sometida
definitivamente” a la familia del capitán Vitaliano Sánchez Castañeda, y
que durante este tiempo fue víctima de actos sistemáticos de violencia
sexual por parte de éste, y de maltrato físico por parte de su esposa,
Eunice Beltrán de Sánchez.
1.2.6. Señala que a principios de los años 70, logró huir de la casa de la familia
Sánchez Beltrán, con la ayuda de un chofer de la Armada y de una joven
vecina, hija de otro oficial.
1.2.7. Manifiesta que después de huir se enfrentó a un mundo que desconocía,
indocumentada y sin identidad. Indica que con los fragmentos de
información que ha oído acerca de su historia, ha tratado de reconstruir
su pasado, pero no ha sido posible.
1.2.8. Afirma que años más tarde, regresó en varias ocasiones a la casa de esa
familia con el fin de que le dieran información referente a su identidad.
2
Relata que en una de estas visitas, halló una escritura pública de
“contrato de adopción”, firmado y sellado por el entonces Alcalde de
Anzoátegui, en el que se afirma que la señora María entregaba a su hija,
a la señora María Odilia Franco de Rojas “(…) en carácter de adopción
para que vele por su educación y formación hasta su edad completa y
mancipada por la Ley.” Asevera que en dicho documento no constan las
firmas de las señoras y sólo se encuentran las firmas de tres testigos. La
accionante supone que la niña a la que se hace referencia es ella.
1.2.9. Explica que con base en el documento mencionado, en el año 1977,
acudió a la Alcaldía Municipal de Anzoátegui, Tolima, con el fin de
obtener su registro civil de nacimiento; afirma que para el efecto
suministró la información que creía corresponder a su identidad, esta es
que nació en el año 1955, que se llama Amalia y que es hija
extramatrimonial de la señora María.
1.2.10. Sin embargo, asevera que no está segura de que el documento de
“contrato de adopción” encontrado corresponda a su identidad, ya que
indica que ella no fue la única víctima de los abusos de la familia
Sánchez Beltrán, pues otras menores de edad también fueron sometidas
a esos tratos. Por esta razón, indica que hasta la actualidad, desconoce la
verdad acerca de su historia, su nombre, el nombre de su madre, cuál es
su familia, las circunstancias en las que se apropiaron de su vida y las
razones que tuvieron para hacerlo.
1.2.11. Explica que hasta el año 2011, nunca había acudido ante una autoridad
para denunciar los hechos de los cuales fue víctima.
1.2.12. Asegura que a la fecha no tiene certeza de cuál es su nombre, su edad, ni
la identidad de sus padres.
1.2.13. Manifiesta que la avanzada edad de los demandados, la hace temer que
en cualquier momento mueran sin revelar cuál es su origen.
1.3. PRETENSIONES
1.3.1. La tutelante solicita que se ordene a los perpetradores de los abusos de
los cuales fue víctima, que en un término no mayor a 48 horas,
respondan una serie de preguntas, con el fin de ver tutelados sus
derechos a la verdad y a la justicia. Estas preguntas son:
- “¿Cuáles fueron las circunstancias en que el capitán
Vitaliano Sánchez logró apoderarse de esa niña campesina y
arrebatarla de su familia para desplazarla a Bogotá?
- ¿Cuál es su verdadero nombre, el nombre de su madre y
otros nombres que puedan ayudarla a ubicar a su verdadera
familia y su historia?
- ¿Dónde y cuándo ocurrieron estos hechos?
3
- ¿Poseen ellos o saben en dónde se encuentran sus
documentos originales de identidad?”
1.3.2. Con el fin de ver protegido su derecho a la justicia, solicita que, para
terminar la situación injusta a la que ha sido sometida desde su niñez,
los demandados respondan las siguientes preguntas:
- “¿No les da vergüenza?
- ¿Por qué sí y por qué no?”
1.3.3. Con el fin de que se tutele su derecho a la reparación, pide que se ordene
a los demandados el pago de una indemnización por los daños que le
causaron y que considera le siguen causando a su salud emocional,
integridad y dignidad.
1.4. TRASLADO Y CONTESTACIÓN DE LA DEMANDA
1.4.1. Contestación de Vitaliano Sánchez Castañeda
El 2 de mayo de 2011, el demandado presentó respuesta a la acción de
tutela, en la que señaló que los hechos relatados por Amalia son falsos.
Afirmó que la única relación que tuvo con la familia de “Ema” –como
llama a la accionante- fue con su tío Pedro, preso en la cárcel municipal
de Anzoátegui, quien se había constituido en persona de confianza del
despacho de la Alcaldía de Anzoátegui, donde se desempeñaba en
calidad de estafeta.
Narró que el mencionado señor manifestó que tenía una hermana en el
corregimiento de Palomar y ella tenía una niña de unos 5 o 6 años, pero
que como “(…) su conducta era muy desordenada, conviviendo con uno
u otro, la niña recibía muy mal ejemplo y por tanto, me pedía que la
ayudara, ubicándola con alguien de mi familia, en donde seguramente
iba a estar bien. Yo efectué las coordinaciones del caso con mi esposa,
Eunice Beltrán de Sánchez, y finalmente la adoptó mi suegra, María
Odilia Franco de Rosas, con quien formalizaron los papeles de
adopción.”1
Anotó que sólo vio a la mamá de la tutelante por espacio de cinco
minutos, el día que recibió a la niña para llevarla en un bus a Bogotá.
Señaló que jamás volvió a ver a la mujer ni a tener noticias de ella.
Por otro lado, sostuvo que “Ema” vivió con su suegra y después se
convino que iría a vivir a su casa, en donde fue presentada a sus hijos
como su hermana adoptiva. En este sentido, expuso que la niña tuvo un
trato “prácticamente similar” al que recibieron sus seis hijos biológicos,
1 Folio 67, Cuaderno Principal
4
con los que convivió fraternalmente. Alegó que nunca la agredió
sexualmente.
Además, mencionó que su esposa intentó proveerle educación en una
pequeña escuela del centro de Nariño, donde entonces vivían, lo que no
prosperó por detalles que no recuerda.
Expresó que, como se acostumbraba en la época, la niña colaboró
durante su estadía en las labores domésticas y “(…) en la medida de sus
posibilidades como niña pequeña, con las sanciones o medidas
correctivas también propias de la época para sus travesuras, pero jamás
supe de tratos inhumanos o degradantes como los que se pretende
acomodar en el escrito de esta Tutela.”
Por otra parte, frente a la escritura pública de “contrato de adopción”
presentada, observó que la madre de la tutelante le manifestó que el
nombre de la niña era Ema, por lo que desconoce por qué el nombre de
la niña quedó registrado como Amalia. Además, señaló que el referido
documento fue elaborado en la época en la que el alcalde era el capitán
Luis Perea, es decir, después de su salida de Anzoátegui.
2. CONSIDERACIONES DE LA CORTE
2.1. PROHIBICIÓN DE ESCLAVITUD, SERVIDUMBRE Y TRATA
DE SERES HUMANOS
2.1.1. El artículo 17 de la Constitución dispone: “Se prohíben la esclavitud, la
servidumbre y la trata de seres humanos en todas sus formas”. Esta
disposición se encuentra íntimamente relacionada con el artículo 1
superior, según el cual uno de los fundamentos del Estado Social de
Derecho colombiano es el respeto de la dignidad humana; el artículo 12
que proscribe la tortura y los tratos crueles, inhumanos o degradantes; el
artículo 16 que garantiza el derecho al libre desarrollo de la
personalidad; y el artículo 28 que reconoce el derecho a la libertad, entre
otros.
El artículo 17 debe interpretarse además en concordancia con varias
disposiciones del derecho internacional de los derechos humanos que
obligan a Colombia, como la Convención sobre la Esclavitud de 1926,
el Convenio sobre el Trabajo Forzoso de la OIT de 1930, el artículo 4 de
la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 2, la
Convención suplementaria sobre la abolición de la esclavitud, la trata de
esclavos y las instituciones y prácticas análogas a la esclavitud de 1956,
la Convenio sobre la abolición del trabajo forzoso de la OIT de 1957, el
artículo 8 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de
2 Este artículo dispone: “Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre, la esclavitud
y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas.”
5
19663, el artículo 6 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos de 19694, el Protocolo para prevenir, reprimir y sancionar la
trata de personas, especialmente mujeres y niños de 2000 –Protocolo de
Palermo-, entre otros.
En el caso de los niños, el artículo 44 superior ordena su protección
específica “(…) contra toda forma de abandono, violencia física o
moral, secuestro, venta, abuso sexual, explotación laboral y económica y
trabajos riesgosos”. La obligación del Estado de proteger a los niños
frente a este tipo de prácticas es también resaltada en el derecho
internacional, por ejemplo, en los artículo 19 y 32 de la Convención
sobre los derechos del niño y en el Convenio 182 de la OIT sobre las
peores formas de trabajo infantil, el cual incluye en su artículo 3 entre
las prácticas prohibidas: “(…) todas las formas de esclavitud o las
prácticas análogas a la esclavitud, como la venta y el tráfico de niños, la
servidumbre por deudas y la condición de siervo, y el trabajo forzoso u
obligatorio, incluido el reclutamiento forzoso u obligatorio de niños para
utilizarlos en conflictos armados”.
2.1.2. En particular, es necesario resaltar algunas definiciones de los
fenómenos proscritos en el artículo 17 constitucional contenidas en los
instrumentos internacionales citados, las cuales ayudan a interpretar el
contenido dicho precepto.
3 Este artículo señala: “1. Nadie estará sometido a esclavitud. La esclavitud y la trata de esclavos estarán
prohibidas en todas sus formas.
2. Nadie estará sometido a servidumbre.
3. a) Nadie será constreñido a ejecutar un trabajo forzoso u obligatorio;
b) El inciso precedente no podrá ser interpretado en el sentido de que prohíbe, en los países en los cuales
ciertos delitos pueden ser castigados con la pena de prisión acompañada de trabajos forzados, el cumplimiento
de una pena de trabajos forzados impuesta por un tribunal competente;
c) No se considerarán como ‘trabajo forzoso u obligatorio’, a los efectos de este párrafo:
i) Los trabajos o servicios que, aparte de los mencionados en el inciso b), se exijan normalmente de una
persona presa en virtud de una decisión judicial legalmente dictada, o de una persona que habiendo sido presa
en virtud de tal decisión se encuentre en libertad condicional;
ii) El servicio de carácter militar y, en los países donde se admite la exención por razones de conciencia, el
servicio nacional que deben prestar conforme a la ley quienes se opongan al servicio militar por razones de
conciencia.
iii) El servicio impuesto en casos de peligro o calamidad que amenace la vida o el bienestar de la comunidad;
iv) El trabajo o servicio que forme parte de las obligaciones cívicas normales.”
4 Este precepto señala: “1. Nadie puede ser sometido a esclavitud o servidumbre, y tanto éstas, como la trata
de esclavos y la trata de mujeres están prohibidas en todas sus formas.
2. Nadie debe ser constreñido a ejecutar un trabajo forzoso u obligatorio. En los países donde ciertos delitos
tengan señalada pena privativa de la libertad acompañada de trabajos forzosos, esta disposición no podrá ser
interpretada en el sentido de que prohíbe el cumplimiento de dicha pena impuesta por juez o tribunal
competente. El trabajo forzoso no debe afectar a la dignidad ni a la capacidad física e intelectual del recluido.
3. No constituyen trabajo forzoso u obligatorio, para los efectos de este artículo:
a. los trabajos o servicios que se exijan normalmente de una persona recluida en cumplimiento de una
sentencia o resolución formal dictada por la autoridad judicial competente. Tales trabajos o servicios deberán
realizarse bajo la vigilancia y control de las autoridades públicas, y los individuos que los efectúen no serán
puestos a disposición de particulares, compañías o personas jurídicas de carácter privado;
b. el servicio militar y, en los países donde se admite exención por razones de conciencia, el servicio nacional
que la ley establezca en lugar de aquél;
c. el servicio impuesto en casos de peligro o calamidad que amenace la existencia o el bienestar de la
comunidad, y
d. el trabajo o servicio que forme parte de las obligaciones cívicas normales.”
6
En primer lugar, el artículo 1 de la Convención sobre la esclavitud de
1926 define este término como “(…) el estado o condición de un
individuo sobre el cual se ejercitan los atributos del derecho de
propiedad o algunos de ellos”, y la trata de esclavos como “(…) todo
acto de captura, adquisición o cesión de un individuo para venderle o
cambiarle; todo acto de cesión por venta o cambio de un esclavo,
adquirido para venderle o cambiarle, y en general todo acto de comercio
o de transporte de esclavos”.
La Convención suplementaria sobre la abolición de la esclavitud, la trata
de esclavos y las instituciones y prácticas análogas a la esclavitud de
1956 precisa algunas prácticas que constituyen esclavitud, entre las que
se destaca la referencia a “toda institución o práctica en virtud de la cual
un niño o un joven menor de dieciocho años es entregado por sus
padres, o uno de ellos, o por su tutor, a otra persona, mediante
remuneración o sin ella, con el propósito de que se explote la persona o
el trabajo del niño o del joven”5.
Por su parte, el artículo 2 del Convenio de la OIT sobre trabajo
forzoso6 define este último término como “(…) todo trabajo o servicio
exigido a un individuo bajo la amenaza de una pena cualquiera y para el
cual dicho individuo no se ofrece voluntariamente” 7. La Corte
5 El artículo 1 indica que son prácticas análogas a la esclavitud: “a) La servidumbre por deudas, o sea, el
estado o la condición que resulta del hecho de que un deudor se haya comprometido a prestar sus servicios
personales, o los de alguien sobre quien ejerce autoridad, como garantía de una deuda, si los servicios
prestados, equitativamente valorados, no se aplican al pago de la deuda, o si no se limita su duración ni se
define la naturaleza de dichos servicios;
b) La servidumbre de la gleba, o sea, la condición de la persona que está obligada por la ley, por la costumbre
o por un acuerdo a vivir y a trabajar sobre una tierra que pertenece a otra persona y a prestar a ésta, mediante
remuneración o gratuitamente, determinados servicios, sin libertad para cambiar su condición;
c) Toda institución o práctica en virtud de la cual:
i) Una mujer, sin que la asista el derecho a oponerse, es prometida o dada en matrimonio a cambio de una
contrapartida en dinero o en especie entregada a sus padres, a su tutor, a su familia o a cualquier otra persona
o grupo de personas;
ii) El marido de una mujer, la familia o el clan del marido tienen el derecho de cederla a un tercero a título
oneroso o de otra manera;
iii) La mujer, a la muerte de su marido, puede ser transmitida por herencia a otra persona;
d) Toda institución o práctica en virtud de la cual un niño o un joven menor de dieciocho
años es entregado por sus padres, o uno de ellos, o por su tutor, a otra persona, mediante
remuneración o sin ella, con el propósito de que se explote la persona o el trabajo del niño o
del joven.”
6 Ratificado por Colombia en 1969.
7 A continuación señala cuales no son trabajos forzosos: “(a) cualquier trabajo o servicio que se exija en
virtud de las leyes sobre el servicio militar obligatorio y que tenga un carácter puramente militar;
(b) cualquier trabajo o servicio que forme parte de las obligaciones cívicas normales de los ciudadanos de un
país que se gobierne plenamente por sí mismo;
(c) cualquier trabajo o servicio que se exija a un individuo en virtud de una condena pronunciada por
sentencia judicial, a condición de que este trabajo o servicio se realice bajo la vigilancia y control de las
autoridades públicas y que dicho individuo no sea cedido o puesto a disposición de particulares, compañías o
personas jurídicas de carácter privado;
(d) cualquier trabajo o servicio que se exija en casos de fuerza mayor, es decir, guerra, siniestros o amenaza de
siniestros, tales como incendios, inundaciones, hambre, temblores de tierra, epidemias y epizootias violentas,
invasiones de animales, de insectos o de parásitos vegetales dañinos, y en general, en todas las circunstancias
que pongan en peligro o amenacen poner en peligro la vida o las condiciones normales de existencia de toda o
parte de la población;
(e) los pequeños trabajos comunales, es decir, los trabajos realizados por los miembros de
una comunidad en beneficio directo de la misma, trabajos que, por consiguiente, pueden
considerarse como obligaciones cívicas normales que incumben a los miembros de la
comunidad, a condición de que la misma población o sus representantes directos tengan
7
Interamericana de Derechos Humanos ha interpretado los conceptos de
“amenaza de pena” y “falta de voluntad” de la siguiente manera:
“161. La ‘amenaza de una pena’, para efectos del presente caso,
puede consistir en la presencia real y actual de una intimidación,
que puede asumir formas y graduaciones heterogéneas, de las
cuales las más extremas son aquellas que implican coacción,
violencia física, aislamiento o confinación, así como la amenaza
de muerte dirigida a la víctima o a sus familiares.
(…)
164. La ‘falta de voluntad para realizar el trabajo o servicio’
consiste en la ausencia de consentimiento o de libre elección en el
momento del comienzo o continuación de la situación de trabajo
forzoso. Esta puede darse por distintas causas, tales como la
privación ilegal de libertad, el engaño o la coacción psicológica” 8.
La Corte Europea de Derechos Humanos, cuya jurisprudencia sirve de
guía para interpretar el derecho internacional de los derechos humanos,
también ha señalado que para efectos de esta definición, otras formas de
coacción que generen miedo en la víctima –como el miedo a ser
arrestado en virtud del estatus migratorio - son equiparables a la
amenaza de una pena9.
Finalmente, el artículo 3 del Protocolo de Palermo 10 define la trata de
personas como “(…) la captación, el transporte, el traslado, la acogida o
la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza
u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de
poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción
de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que
tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación”; y precisa que
algunas modalidades de trata son “(…) la explotación de la prostitución
ajena u otras formas de explotación sexual, los trabajos o servicios
forzados, la esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, la
servidumbre o la extracción de órganos”. También es importante resaltar
que el Protocolo enfatiza que el consentimiento dado por la víctima en
estos eventos no tiene validez.
Vale la pena advertir que varios expertos y organismos internacionales
clasifican la esclavitud, la servidumbre y el trabajo forzoso como
modalidades de trata de personas, razón por la cual las políticas y
derecho a pronunciarse sobre la necesidad de esos trabajos.”
8 Cfr. Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso de las Masacres de Ituango vs.
Colombia, sentencia del 1° de julio de 2006.
9 Ver Corte Europea de Derechos Humanos, Sección Segunda, 26 de julio de 2005, caso de
Siliadin v. Francia.
10 Incorporado al ordenamiento colombiano mediante la ley 800 de 2003.
8
medidas dirigidas a combatir estos problemas se encuentran dentro del
concepto amplio de medidas contra la trata de personas11.
2.1.3. La prohibición de la esclavitud, la servidumbre, los trabajos forzosos y
la trata de seres humanos tiene fundamento en los derechos
fundamentales que tales prácticas lesionan. En efecto, la proscripción de
esas prácticas parte del reconocimiento de que envuelven graves y serias
violaciones de derechos fundamentales que ameritan respuestas estatales
tan extremas como las de tipo penal.
En este sentido, esta Corporación ha indicado que el artículo 17 de la
Carta protege los derechos a la libertad física y a la dignidad, los cuales
proscriben que una persona sea reducida a la condición de un objeto
sobre el que se ejerce dominio y se limite su autonomía para determinar
su proyecto de vida y su cuerpo12.
En el caso de las mujeres, cuando las prácticas en cuestión son
realizadas debido precisamente al género de las víctimas, a la luz del
artículo 2 de la Convención de Belém do Pará 13, constituyen una forma
de violencia contra la mujer que lesiona su integridad, su dignidad y su
derecho a la igualdad, entre otros. En el auto 092 de 2008, a propósito
del problema de la explotación y la trata de mujeres en el marco del
conflicto armado, la Corte resaltó que las mujeres en sociedades
patriarcales como la nuestra están más expuestas al riesgo de
servidumbre y explotación en labores domésticas, debido a los
estereotipos sobre los roles y labores femeninas. Indicó además que
estos estereotipos deben ser combatidos por las autoridades 14. La mayor
11 Ver por ejemplo Elena Vargas Trujillo, Carmen Elisa Florez y Laura María Mendoza
Simonds, “Trata de personas en Colombia: una aproximación a la magnitud y comprensión
del problema”. Bogotá: OIM y Universidad de los Andes, 2011.
12 Ver la sentencia T-498 de 1994, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz. En esa providencia la
Corte indicó que condicionar el cambio de club deportivo de un deportista a la autorización
del club de origen, equivaldría a establecer una carta de esclavitud, contraria a la libertad y
la dignidad humana.
13 Convención interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer. El artículo 2
señala: “Se entenderá que violencia contra la mujer incluye la violencia física, sexual y psicológica:
a. que tenga lugar dentro de la familia o unidad doméstica o en cualquier otra relación interpersonal, ya sea
que el agresor comparta o haya compartido el mismo domicilio que la mujer, y que comprende, entre otros,
violación, maltrato y abuso sexual;
b. que tenga lugar en la comunidad y sea perpetrada por cualquier persona y que comprende, entre otros,
violación, abuso sexual, tortura, trata de personas, prostitución forzada, secuestro y acoso sexual en el lugar
de trabajo, así como en instituciones educativas, establecimientos de salud o cualquier otro lugar, y
c. que sea perpetrada o tolerada por el Estado o sus agentes, dondequiera que ocurra.”
14 La Corte expresó: “III.4.7.1. Así, el riesgo de explotación o esclavización para ejercer
labores domésticas y roles considerados como femeninos en una sociedad con rasgos
patriarcales, por parte de los actores armados ilegales, contraviene la prohibición de la
esclavitud y del trabajo abusivo no remunerado. En el marco de conflictos armados internos
como el colombiano, la esclavización y la explotación de trabajos no remunerados o
abusivos, constituyen violaciones de obligaciones convencionales y consuetudinarias de
Derecho Internacional Humanitario, y pueden dar lugar a la configuración de crímenes de
guerra o crímenes de lesa humanidad. Ello se aúna al hecho de que este riesgo está
fundamentado en una noción sociocultural tradicional estereotipada y machista sobre las
labores propiamente “femeninas”, que en sí misma debe ser combatida por las autoridades
9
vulnerabilidad de las mujeres a las prácticas censuradas es resaltado
además por múltiples estudios a nivel mundial15.
En el caso de los niños, la esclavitud, la servidumbre, los trabajos
forzosos y la trata de seres humanos usualmente significan la separación
de los niños de sus familias, en contravía de los artículos 44 de la
Constitución y 9 de la Convención sobre los derechos del niño. En este
sentido, la jurisprudencia constitucional y de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos han resaltado que la familia es la primera llamada a
satisfacer las necesidades materiales, afectivas y psicológicas del niño y
que el derecho de toda persona a recibir protección contra injerencias
arbitrarias o ilegales en su familia, forma parte, implícitamente, del
derecho a la protección de la familia16.
Otros derechos que suelen ser quebrantados en las situaciones bajo
examen son la integridad física, pues en muchos casos el sometimiento
de la víctima se logra a través de la violencia física y las agresiones
sexuales, y las labores que son obligadas a realizar deterioran su
bienestar físico; el derecho al trabajo en condiciones justas, ya que
cuando existe servidumbre o trabajos forzosos, la víctima además de no
ser remunerada por su trabajo, es obligada a trabajar en horarios
extenuantes, en precarias condiciones de salubridad, etc.; el derecho a
elegir profesión u oficio, ya que la víctima es obligada a realizar trabajos
en contra de su voluntad; el derecho a la salud, puesto que el nivel de
salud de las víctimas –físico y emocional- suele ser afectado por los
maltratos y las precarias condiciones de vida; y los derechos a la
alimentación, a la vivienda, a la educación, entre otros17.
colombianas en virtud de las obligaciones adquiridas por el Artículo 6 de la Convención
Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer, en virtud
del cual el derecho de toda mujer a una vida libre de violencia incluye, entre otros, “el
derecho de la mujer a ser valorada y educada libre de patrones estereotipados de
comportamiento y prácticas sociales y culturales basadas en conceptos de inferioridad o
subordinación”. El artículo 8 de la misma convención obliga al Estado a adoptar medidas
específicas para “modificar los patrones socioculturales de conducta de hombres y mujeres,
(…) para contrarrestar prejuicios y costumbres y todo otro tipo de prácticas que se basen
en la premisa de la inferioridad o superioridad de cualquiera de los géneros o en los
papeles estereotipados para el hombre y la mujer que legitimizan o exacerban la violencia
contra la mujer”. Ver también la sentencia C-310 de 2007, M.P. Nilson Pinilla Pinilla, en la
que la Corte señaló: “(…) pese a la influencia que en los últimos tiempos han tenido las
políticas de género, aún hay quienes creen, sin razón, que basta con “ser mujer” para
ejercer tareas del hogar socialmente poco valoradas, prejuicio que quizás explica porqué
históricamente la participación femenina en este tipo de labor es muy significativa.”
15 Ver al respecto Elena Vargas Trujillo, Carmen Elisa Florez y Laura María Mendoza
Simonds, “Trata de personas en Colombia: una aproximación a la magnitud y comprensión
del problema”. Bogotá: OIM y Universidad de los Andes, 2011. Según este estudio, en el
periodo 2005 a 2010, el 90% de las víctimas de trata de personas del país –al menos en los
casos documentados- fueron mujeres. P. 55.
16 Ver sentencias T-572 de 2009, M.P. Humberto Antonio Sierra Porto, T-572 de 2010, M.P.
Juan Carlos Henao Pérez, T-671 de 2010, M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub, T-502 de
2011, M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub, y Corte Interamericana de Derechos Humanos,
Caso Atala Riffo y Niñas Vs. Chile, entre otras.
17 Ver Elena Vargas Trujillo, Carmen Elisa Florez y Laura María Mendoza Simonds, “Trata
de personas en Colombia: una aproximación a la magnitud y comprensión del problema”.
10
En resumen, la esclavitud, la servidumbre, los trabajos forzosos y la
trata de personas constituyen graves violaciones de derechos humanos,
razón por la cual han sido proscritos y censurados en el ordenamiento
internacional y en nuestro ordenamiento constitucional. Las víctimas de
estos fenómenos enfrentan traumas y otros daños derivados de las
vulneraciones de sus derechos que suelen prolongarse por muchos años.
Bogotá: OIM y Universidad de los Andes, 2011. P. 50.
11
2.2. OBLIGACIONES DEL ESTADO PARA ERRADICAR LA
ESCLAVITUD, LA SERVIDUMBRE, EL TRABAJO FORZADO Y
TRATA DE SERES HUMANOS
2.2.1. El artículo 2 de la Carta señala que son fines esenciales del Estado
colombiano, entre otros, garantizar la efectividad de los principios,
derechos y deberes consagrados en la Constitución. Además, indica que
las autoridades de la República están instituidas para proteger a todas las
personas residentes en Colombia, en su vida, honra, bienes, creencias y
demás derechos y libertades.
2.2.2. Adicionalmente, varios instrumentos internacionales, que proscriben la
servidumbre, la trata de seres humanos y el trabajo forzado, disponen la
obligación de los estados de (i) impedir que se imponga trabajo forzoso
u obligatorio en provecho de particulares, de compañías o de personas
jurídicas de carácter privado18; (ii) adoptar medidas legislativas o de otro
carácter necesarias para hacer efectivos tales prohibiciones, como la
prevención, investigación y penalización de delitos tales como la trata
de personas19, campañas educativas, campañas sociales y otros
mecanismos de difusión20; (iii) vigilar sus fronteras para impedir y
detectar la trata de seres humanos 21; (iv) proteger y garantizar los
derechos de las víctimas, por ejemplo, estableciendo mecanismos para
su recuperación física, sicológica y social, brindando asesoramiento e
información sobre sus derechos, ofreciendo protección frente a los
victimarios, y en el caso de fenómenos trasfronterizos, contribuyendo a
la repatriación de la víctima22; y (v) prevenir la revictimización.
2.2.3. En el caso de Colombia, para dar cumplimiento a estas obligaciones,
además de la tipificación y persecución penal de la trata de personas, a
nivel orgánico, por medio del decreto 1974 de 1996, se creó el “Comité
Interinstitucional para la Lucha contra el Tráfico de Mujeres, Niñas y
Niños como organismo consultivo del Gobierno Nacional y ente
coordinador de las sesiones que desarrolle el Estado Colombiano para
combatir el tráfico, la explotación y abuso sexual de las mujeres, niñas y
niños”, y encargó sus secretaría técnica al Ministerio de Justicia 23. El
18 Convenio de la OIT sobre Trabajo Forzoso.
19 Artículo 5 del Protocolo de Palermo.
20 Ver artículo 9 del Protocolo de Palermo.
21 Ver artículo 11 del Protocolo de Palermo.
22 Ver artículos 6 y ss. del Protocolo de Palermo.
23 El Comité está integrado por El Ministro del Interior y de Justicia o su delegado, quien
lo preside, el Ministro de Relaciones Exteriores o el director de Asuntos Consulares y de
Comunidades Colombianas en el Exterior, o su delegado, el Ministro de la Protección
Social o su delegado (hoy Ministro del Trabajo), el Ministro de Educación o su delegado, el
Director General del Departamento Administrativo de Seguridad -DAS- o su delegado, el
Director General de la Policía Nacional o su delegado, el Fiscal General de la Nación o su
delegado, el Procurador General de la Nación o su delegado, el Defensor del Pueblo o su
delegado, el Subdirector General de la Oficina de Interpol en Colombia o su delegado, el
Director General del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar -ICBF- o su delegado, el
Consejero(a) Presidencial para la Equidad de la Mujer o su delego(a), el Director(a) de
12
decreto previó que el Comité tendría entre sus responsabilidades revisar
las políticas del Gobierno para combatir el tráfico de personas, sugerir
otras acciones y medidas de prevención, coordinar el diseño e
implantación de un sistema de información y procesamiento de datos de
las actividades y desplazamientos de las redes criminales nacionales e
internacionales y de las víctimas potenciales en Colombia, entre otras.
La ley 985 de 2005 –Por medio de la cual se adoptan medidas contra la
trata de personas y normas para la atención y protección de las víctimas
de la misma- cambió el nombre de este comité por el de “Comité
interinstitucional para la lucha contra la trata de personas”, ahora
presidido por el Ministerio del Interior. En 2011, después de la escisión
del Ministerio del Interior y de Justicia, el Ministerio del Interior
mantuvo la competencia de coordinar la política pública en materia de
trata de personas, en particular por intermedio del Grupo de lucha contra
la trata de personas de la Dirección de gobierno y gestión territorial24
Mediante la ley 985 de 2005 también se dispuso la adopción de otras
medidas como la implementación de una “Estrategia Nacional contra la
Trata de Personas”; la realización –bajo la coordinación del Ministerio
del Interior- de campañas y programas de prevención de la trata de
personas con enfoque de derechos humanos y con énfasis en las
poblaciones más vulnerables; el diseño de programas de asistencia a las
víctimas para retornar a sus hogares, si lo desean, y proveerles
alojamiento, oportunidades de empleo, asistencia legal, etc.; y la
provisión de medidas de protección cuando cooperan como testigos,
entre otras.
También se creó un “Fondo Nacional para la Lucha contra la Trata de
Personas” administrado por el Ministerio del Interior, cuya finalidad es
“(…) atender gastos tendientes a propiciar la prevención, protección y
asistencia de las víctimas y posibles víctimas de la trata de personas, el
fortalecimiento de la investigación judicial y la acción policiva y el
fortalecimiento de la cooperación internacional”25.
2.2.4. Pese a las medidas adoptadas, estudios recientes muestran que la
situación en Colombia sigue siendo preocupante y se requieren mayores
medidas para combatir el problema26.
2.2.5. Remedios a adoptar
Fondelibertad o su delegado, el Director(a) General de la Unidad Administrativa Especial
de Información y Análisis Financiero -UIAF- o su delegado.
24 Ver decreto 2893 de 2011 y resolución 2434 de 2011.
25 Artículo 27 del decreto 2893 de 2011.
26 Ver Elena Vargas Trujillo, Carmen Elisa Florez y Laura María Mendoza Simonds, “Trata
de personas en Colombia: una aproximación a la magnitud y comprensión del problema”.
Bogotá: OIM y Universidad de los Andes, 2011.
13
2.2.5.1. En primer término, con el propósito de poner fin a la vulneración de
los derechos fundamentales de Amalia a la identidad, a la familia y otros
conexos, la Sala ordenará al Ministerio del Interior, Grupo de lucha
contra la trata de personas, como coordinador del Comité
interinstitucional para la lucha contra la trata de personas y ente a cargo
de la política del Gobierno Nacional en materia de prevención de la trata
de personas y asistencia a las víctimas 27, brindar asistencia a la
accionante y coordinar con las entidades que conforman el Comité, las
investigaciones necesarias para encontrar a su familia y permitirle
reconstruir su pasado. Para verificar el cumplimiento de esta orden, el
Ministerio del Interior deberá remitir un informe al juez de primera
instancia –competente para verificar el cumplimiento del fallo- y al
Despacho con las labores realizadas y los logros alcanzados, al cabo de
seis meses contados a partir de la notificación de esta providencia.
La Sala observa con preocupación que los mecanismos que en la
actualidad apoyan la búsqueda de personas desaparecidas –como el
Registro Nacional de Desaparecidos y las investigaciones de la Fiscalía
y la Policía28, para poder ser puestos en movimiento, requieren la
existencia de una investigación penal. La Sala reitera que la categoría de
víctima de fenómenos como la trata de personas, no puede supeditase a
la existencia de un proceso penal, y que la perspectiva penal no puede
ser la única ni la más importante para abordar el problema. Más que un
asunto de política criminal, la trata de personas es un problema de
violación de derechos humanos y desde esa perspectiva deben
protegerse los derechos de las víctimas.
2.2.5.2. En segundo término, para garantizar el derecho a la reparación de la
peticionaria y dado que ya no cuenta con otros mecanismos de defensa,
en aplicación del artículo 25 del decreto 2591 de 1991, se condenará a
los accionados a pagar una indemnización en abstracto a la peticionaria
para resarcir el daño psicológico y emocional detectado por los expertos
de la Defensoría del Pueblo.
El artículo 25 del decreto 2591 de 1991 dispone en lo pertinente:
“ARTICULO 25. INDEMNIZACIONES Y COSTAS. Cuando el
afectado no disponga de otro medio judicial, y la violación del
derecho sea manifiesta y consecuencia de una acción clara e
indiscutiblemente arbitraria, además de lo dispuesto en los dos
artículos anteriores, en el fallo que conceda la tutela el juez, de
oficio, tiene la potestad de ordenar en abstracto la indemnización
del daño emergente causado si ello fuere necesario para asegurar
el goce efectivo del derecho así como el pago de las costas del
proceso. La liquidación del mismo y de los demás perjuicios se
hará ante la jurisdicción de lo contencioso administrativo o ante el
27 Ver ley 985 de 2005, decreto 2893 de 2011 y resolución 2434 de 2011.
28 Ver al respecto las respuestas enviadas por la Policía Nacional y la Fiscalía General de la
Nación.
14
juez competente, por el trámite incidental, dentro de los seis
meses siguientes, para lo cual el juez que hubiere conocido de la
tutela remitirá inmediatamente copia de toda la actuación.
La condena será contra la entidad de que dependa el demandado y
solidariamente contra éste, si se considera que ha mediado dolo o
culpa grave de su parte, todo ellos sin perjuicio de las demás
responsabilidades administrativas, civiles o penales en que haya
incurrido.”
Esta Corporación ha resaltado que dada la naturaleza subsidiaria y la
finalidad de la acción de tutela –poner fin a la amenaza o vulneración de
un derecho fundamental-, la aplicación del precepto citado debe ser
excepcional29. En este orden de ideas, ha señalado que solamente tiene
cabida en las circunstancias excepcionales sintetizadas en la sentencia T-
299 de 200930 así:
“(iii) solo procede cuando no existe otra vía judicial para el
resarcimiento del perjuicio, por lo cual, en todo caso, no es
procedente cuando se concede la acción de tutela como
mecanismo transitorio; (iv) no es suficiente la violación o
amenaza del derecho sino que es necesario que esta sea evidente y
consecuencia de la acción clara e indiscutiblemente arbitraria del
accionado; (v) debe ser necesaria para asegurar el goce efectivo
del derecho del tutelante; (vi) se debe garantizar el debido proceso
al accionado; y (vii) sólo cobija el daño emergente, esto es, el
perjuicio y no la ganancia o provecho que deja de reportarse;
(viii) si el juez de tutela, fundado en la viabilidad de la condena
‘in genere’ accede a decretarla, ‘debe establecer con precisión en
qué consistió el perjuicio; cuál es la razón para que su
resarcimiento se estime indispensable para el goce efectivo del
derecho fundamental; cuál es el hecho o acto que dio lugar al
perjuicio; cuál la relación de causalidad entre la acción del agente
y el daño causado y cuáles serán las bases que habrá de tener en
cuenta la jurisdicción de lo Contencioso Administrativo o el juez
competente, según que se trate de condenas contra la
administración o contra particulares, para efectuar la
correspondiente liquidación’31”.
En esta oportunidad, la Sala estima que se reúnen los elementos
anteriores, por las siguientes razones: (i) como la Sala ya tuvo la
oportunidad de explicar, la demandante no cuenta con otras vías
judiciales para solicitar que cese la violación de sus derechos y se
reparen los daños causados como consecuencia de tal violación; (ii) la
lesión de los derechos de Amalia a la identidad, a la dignidad, a no ser
29 Ver entre otras, las sentencias T-299 de 2009, M.P. Mauricio González Cuervo, y T-458
de 2010, M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.
30 M.P. Mauricio González Cuervo.
31 “Sentencia T-403 del 14 de 1994. M.P.: Dr. José Gregorio Hernández Galindo. “
15
separada de su familia, a la libertad y a la integridad, entre otros, es
evidente, como se concluyó en la sección anterior, y deriva directamente
de las acciones y omisiones de Eunice Beltrán y Vitaliano Sánchez,
tanto entre 1963 y 1975, cuando tuvieron bajo su poder a la demandante,
como en años posteriores en la medida que no han contribuido a que
cesen su afecciones emocionales, reconstruya su pasado y se reúna
nuevamente con su familia; (iii) la indemnización en abstracto es
indispensable para garantizar el derecho a la reparación de la tutelante;
(iv) la indemnización debe resarcir las secuelas emocionales y
psicológicas que las experiencias traumáticas de 1963 y 1975, y la
ausencia de datos sobre su identidad y origen familiar, han dejado en
Amalia, secuelas que la Defensoría del Pueblo resalta que deterioran su
calidad de vida y sus relaciones personales, familiares y sociales.
En este orden de ideas, el juez administrativo, para realizar la
liquidación de la indemnización en abstracto que se ordenará en esta
providencia, deberá tener en cuenta los daños emocionales y
psicológicos plenamente probados en el dictamen de los expertos de la
Defensoría del Pueblo.
2.2.5.3. Finalmente, como garantía de no repetición, la Sala ordenará al
Ministerio del Interior, en concordancia con la ley 985 de 2005, realizar
de campañas dirigidas a erradicar definitivamente, de conformidad con
las obligaciones internacionales del Estado colombiano, prácticas como
las que dieron lugar a la presente decisión, con énfasis en las áreas
rurales de país.
Además, la Sala desea recordar a las autoridades con responsabilidades
en la materia, que si bien el proceso penal es un mecanismo importante
para garantizar los derechos de las víctimas de esclavitud, servidumbre,
trata de personas y trabajo forzoso, no es el único ni el más idóneo, entre
otras razones, porque supedita la protección de las víctimas a la
comprobación de la ocurrencia de un delito. Por tanto, las autoridades
deben diseñar otros mecanismo que aseguren la realización de los
derechos de las víctimas y que atiendan a la complejidad de los
fenómenos. En particular, el diseño de tales mecanismos debe tener en
cuenta que en muchas ocasiones las víctimas están en imposibilidad de
denunciar y participar en un eventual proceso penal debido al poder que
siguen ejerciendo sus victimarios sobre ellas –pueden temer por su
integridad o la de sus familiares-.
RESUELVE:
PRIMERO.– LEVANTAR LA SUSPENSIÓN DE TÉRMINOS decretada
mediante auto del 26 de enero de 2012.
SEGUNDO.- REVOCAR el fallo proferido por el Juzgado Quince Penal del
Circuito de Bogotá, el 14 de junio de 2011, que confirmó la sentencia
16
proferida por el Juzgado Cuarenta Penal Municipal con Función de Garantías
de Bogotá, el 1 de mayo de 2011. En su lugar, TUTELAR los derechos
fundamentales a la identidad, a la familia, a la justicia, a la verdad, a la
reparación, a la libertad, a la integridad sexual y a la dignidad humana, de la
peticionaria.
TERCERO.- En consecuencia, ORDENAR al Ministerio del Interior brindar
asistencia a la accionante y coordinar con las entidades que conforman el
Comité Interinstitucional para la Lucha contra la Trata de Personas, las
investigaciones necesarias para encontrar a su familia y permitirle reconstruir
su pasado. En cumplimiento de esta orden, en el término de seis (6) meses
contados a partir de la notificación de esta providencia, el Ministerio del
Interior deberá remitir un informe al juez de primera instancia y a esta
Corporación con detalles de las labores realizadas y los logros alcanzados.
CUARTO.- CONDENAR a Vitaliano Sánchez y a Eunice Beltrán de Sánchez
al pago de una indemnización a favor de la tutelante, de conformidad con el
artículo 25 del decreto 2591 de 1991. Para efectos de la liquidación de la
indemnización, el juez respectivo deberá tener en cuenta el concepto técnico
remitido por la Defensoría del Pueblo sobre las secuelas psicológicas y
emocionales que presenta Amalia como consecuencia de las vulneraciones de
derechos que se reconocieron en esta providencia.
QUINTO.- ORDENAR al Ministerio del Interior, Grupo de lucha contra la
trata de personas, realizar campañas dirigidas a erradicar definitivamente, de
conformidad con las obligaciones internacionales del Estado colombiano,
prácticas como las que dieron lugar a la presente decisión, con énfasis en las
áreas rurales de país.
Cópiese, notifíquese, comuníquese y cúmplase.