2 Reconectarconunomismo

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Re-Conectar

con Uno Mismo

Conocerse uno mismo, es una experiencia movilizante que puede modificar radicalmente
la vida de una persona que ha vivido hasta ahora preso de sus condicionamiento y en
piloto automático.

Auto-observarse en la vida cotidiana, conocerse, comprenderse, “saberse” es empezar a


“habitarse”, a ser protagonista de la propia vida. Solemos decir que nos conocemos
cuando en realidad solo sabemos lo que nos gusta y lo que no. Sin embargo, no somos ni
nuestras preferencias ni nuestros rechazos, somos aquello que yace detrás de las cientos
de capas de condicionamientos que confunden lo propio con lo ajeno.

¿Cómo nos damos cuenta si estamos o no desconectados de nuestra esencia?

Hay determinados comportamientos y síntomas que se manifiestan en nuestra vida como


señal de que estamos desconectados de nuestra verdadera esencia. Algunos de estos son:

· Incoherencia: cuando sentimos una cosa, decimos otra


y hacemos lo contrario.

· Impulsividad: cuando no comprendemos nuestras reacciones


ante los demás y hacia nosotros mismos.

· Evasión continua: cuando necesitamos todo el tiempo estar


entretenidos, con personas, haciendo cosas, llenos de actividades
para no sentirnos solos o vacíos.

· Auto-boicot: cuando abandonamos lo que nos hace bien o


decimos desear.
· Insatisfacción crónica: cuando después de conseguir lo
deseado no nos sentimos satisfechos como pensábamos que nos
sentiríamos.

· Emociones negativas: cuando nos sentimos frustrados,


defraudados, agresivos, decepcionados.

· El cuerpo grita: cuando nuestro cuerpo se enferma o hace síntomas


que anuncian un mensaje que estamos desoyendo.
Cuando emprendemos el camino de regreso a nuestra verdadera esencia, encontramos
dentro lo que buscábamos desesperadamente fuera. Ese vacío interno que intentábamos
llenar con todo tipo de sustitutos (comida, series, personas, trabajo, compras) comienza a
ocuparse de “Sentido” y de los más auténtico de sí. Cuando eso acontece, baja la ansiedad,
la prisa, las preocupaciones porque comenzamos a “Ver” la vida desde otro lugar: con los
ojos de la Consciencia. Nos damos cuenta que seguir corriendo con la venda puesta no nos
conduce a ningún lugar y es un completo sinsentido, que al final no nos trae más que insat-
isfacción, porque lo que se persigue fuera, nunca alcanza para llenar un vacío interior.
El trabajo de regreso a nuestro interior es como un viaje de retorno a nuestra autenticidad,
un “proceso” que lleva tiempo, idas y vueltas, progresos y retrocesos, despliegues y replieg-
ues. Por eso es tan importante acompañarnos “con gentileza” y sin exigencias puesto que
en el camino es cuando más aprendemos. El tiempo que nos lleva, es un tiempo necesario
y fértil para no quedar “crudos” por dentro.

Re-conectar con nuestro interior precisa un tiempo de cocción que no podemos apresurar,
de lo contrario será apenas un “arrebato” de un momento de desesperación y angustia en
el que quisimos, más que transformarnos, tener ya resultados como buscando un analgési-
co para silenciar el dolor del alma. Cuando lo que comanda es la ansiedad o escapar de un
dolor emocional, el proceso se verá truncado. Lo contrario sería, mirar de frente y a corazón
abierto lo que nuestro dolor y nuestro vacío interior, nos está diciendo.

Hacer espacio para escucharnos


Habitualmente nuestra mente está atiborrada de contenidos: información, preocupaciones,
asuntos pendientes, ansiedades, obsesiones, emociones contrapuestas, voces internas que
se contradicen y se pelean entre sí. A todo esto le sumamos, redes sociales, capítulos com-
pulsivos de series, noticias del día. Nuestra mente digiere como puede la gula de conteni-
dos con la que solemos atascarnos.

Cuando nuestra mente está tan saturada, no hay lugar para la elaboración de lo verdadera-
mente importante: eso que nos duele y nos cuesta escuchar, eso que nos prometimos
tener presente, eso que queremos superar, lo que “realmente determinaría una diferencia
en nuestra vida”, se encuentra flotando entre miles de otros contenidos que ocupan nues-
tra atención. ¿Cómo podemos ver con claridad lo importante si es un contenido más dentro
del caos de nuestra mente?

Es como pretender escuchar el sonido tenue de una cajita musical en medio del bullicio de
una metalúrgica ¡imposible! El sonido de esa esencia con la que necesitamos “re-conectar”
es sutil, delicado. No nos grita como las voces de nuestra mente, nos susurra al oído, desde
la más honda intuición y corazonada. Saber diferenciar cuando es nuestra esencia la que
nos habla y cuando son las voces del ego, requiere entrenamiento y afilar el arte del
discernimiento.

¿Cómo podemos escuchar el sonido de la voz esencial?


Es necesario desacelerar, aminorar la marcha, hacer “pausas” y crear instancias de ayuno
mental, en las cuales podamos permanecer con nuestro mundo interno sin atascarlo de
estímulos continuos. En el Raja Yoga se denomina pratyahara a la acción de “retirar del
mundo los sentidos”. De hecho la palabra “Retiro” (hacer un retiro de fin de semana), signifi-
ca generar la posibilidad de un espacio – tiempo de abandonar los estímulos externos y
hacer silencio. Un silencio fértil para que la interioridad se exprese. Pero no es necesario
internarnos en un monasterio para volver a nuestra esencia. Tampoco será posible
re-conectar con ella si solo nos damos la posibilidad de “retirarnos” una vez al año en una
actividad de verano.

Necesitamos instalar esos espacios en nuestra vida de todo los días, como un hábito cotidi-
ano donde nos disponemos a escucharnos, a ir hacia adentro. La terapia, la meditación, un
almohadón en casa, el yoga, la caminata solitaria son recursos que propician un ambiente
adecuado para este re-encuentro.

Si en lugar de hacernos esos momentos, los “re-llenamos” con todo tipo de ruidos, lo que
menos vamos a lograr es generar “intimidad con nosotros mismos”, clave para conocernos
y re-conocernos en quienes estamos siendo momento a momento.

En esta psicología que elijo para trabajar conmigo misma y con mis pacientes: “la psicología
transpersonal”, el inconsciente no traiciona ni nos juega una mala pasada como suele
decirse desde el saber popular. En esta psicología el Inconsciente (con mayúsculas) es nues-
tra mayor fuente de sabiduría, “nos sabe” desde dentro, nos guía y nos advierte.

Un poeta sufí llamado Rumi, dijo cierta vez: “¡Silencio! Pídele a Dios que te informe”. Desde
esta psicología la expresión apropiada sería: “¡Silencio! Pídele a tu Inconsciente que te
informe”. Nuestro inconsciente tiene información muy provechosa y beneficiosa acerca de
nosotros mismos y de lo que es bueno para sí. Busca a su manera, a través de sueños,
intuiciones, sincronicidades, hasta síntomas y dolores comunicarse con nosotros. Sin em-
bargo, nos empeñamos en silenciarlo y en callar su voz. ¡Es que vamos tan apurados, y a
veces escucharlo nos pone en cada aprieto! Que mejor mirar para un costado y seguir como
si nada dentro nuestro estaría sucediendo… ¡¡Error!! ¡tarde o temprano, hace oír su voz y se
cobra intereses! Esto en el mejor de los casos…

El peor escenario es que cese de enviarnos señales, que deje de insistir y se rinda ante nues-
tra indiferencia sostenida. Es ahí cuando el delgado hilo que nos mantenía todavía unidos a
nuestra interioridad, se corta y comenzamos a vivir una vida totalmente enajenada, robótica
y decretamos “el olvido de sí”. Dejamos de ser autores de nuestra vida para seguir guiones
ajenos o perseguir zanahorias que no son las nuestras.

La propuesta
Propicia espacios de silencio, de retiro del mundo externo. No se trata de fomentar el
aislamiento, por el contrario, se trata de ir hacia adentro para salir hacia fuera con más luci-
dez y consciencia. De esa manera nos hacemos un gran favor y también se lo hacemos al
resto… porque desde una vida enajenada, no podemos dar nada, apenas migajas de lo que
podríamos llegar a ser si desplegaríamos lo mejor de todo lo que anida en nuestro interior
en forma de “semilla”.

Si no estamos acostumbrados al silencio y a la quietud, al comienzo notaremos como que


el volúmen de nuestra mente se sube de repente. ¡Estate ahí, no te vayas! Al cabo de un
tiempo la mente tiende a serenarse, como si se tratara de un remolino agitado de agua
dentro un vaso, que cuando dejamos de revolver se va aquietando hasta quedar calma.

Te invito a generar en tu vida momentos en los que puedas crear espacio de silencios, de
auténtica reflexión, de intimidad con tu interioridad. La clave es hacer pausas, parar la
máquina, para desarrollar lo que en la psicología budista se conoce como “una mente apre-
ciativa”, dispuesta a apreciar lo que nos rodea y lo que nos habita.

A veces nos negamos ese tiempo con la excusa de estar ¡super ocupados! Y precisamente
es ese el problema, estamos “muy ocupados” y necesitamos “vaciarnos” de todo lo urgente
para ocuparnos de lo verdaderamente importante. Para que nuestra esencia emerga,
necesitamos “hacerle espacio”, si no hay espacio disponible ¿cómo pretendemos re-encon-
trarnos después de habernos perdido? Además, de cuánto nos ahorraríamos, cuántos
errores menos cometeriamos, si en lugar de ir por la vida a las apuradas nos tomaramos un
tiempo para tomar decisiones más conscientes.

A veces, subimos apurados escalón tras escalón en la escalera de la vida y cuando llegamos
arriba, nos damos cuenta de que ¡apoyamos la escalera en la pared equivocada…! ¡Ojo! ¡Eso
nos puede pasar! Mejor detenerse a chequear hacia donde estamos yendo, pues seguir
como topadora a toda marcha hacia delante no significa necesariamente avanzar. Las pre-
guntas que son necesarias hacernos son: ¿este camino que estoy transitando es conse-
cuente con la expresión de mi esencia? ¿es elegido? ¿desde dónde? ¿hacia dónde me lleva?

Empieza por generar un rincón en tu casa que sea “tu lugar”, aquel en el que encuentras
serenidad para dialogar con tu esencia primigenia. Aquel en donde las respuestas a esas
preguntas pueden ser escuchadas. Puedes ambientar tu lugar como más te guste y hacer
un ritual de ese encuentro primordial, que sea una verdadera cita con tu interioridad, de
quince minutos, media hora… lo que puedas ¡pero empieza!

A veces da temor y ansiedad, asomarse a un lugar de sí desde la plena honestidad y sinceri-


dad. Trasciende ese miedo, a nada te verás obligada/o. Dialoga con tu esencia más verdade-
ra, con esa parte de vos que tiene cosas que decirte, quizás desde hace tiempo… No hace
falta hacer cambios drásticos, ni dar vuelta carnera en tu vida, puedes escuchar, y negociar
con ella, hacer acuerdos, volverse partes aliadas. Des-oírla porque no quieres escuchar eso
que “sabes” pero te cuesta atender, no es la solución. Eso solo aumenta la distancia entre
tus circunstancias actuales y la más profunda satisfacción que nace de re-conectar con tu
más auténtico y preciado Ser. Este Ser con mayúscula vino a experimentar, a aprender, a
evolucionar. No a tildar pendientes, a resolver cosas urgentes y a renegar con lo mismo de
siempre.

Esa parte tuya “sabe que la vida es mucho más” que una vida de
cumplidos, y desde lo más hondo de ti, puja por nacer, por ex/presarse,
por volver a conectarse con vos y ser tu aliada en tu camino de real-
ización ¿Qué es realizarnos? Volvernos “real”, auténticos, despojándonos
de las cientos de capas de condicionamientos que obstaculizan la
comunicación con nuestra más honda y profunda esencia.

¡Empieza hoy a construir intimidad con vos! Después me cuentas cómo


se siente hacer espacio en la mente para que tu esencia se exprese…

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