Adriana Silva Castillo, María, La Primera Cristiana

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Catedra de cristianismo (UCU)

Las mujeres cristianas que cambiaron el mundo


24 de junio 2021

Adriana Silva Castillo, FMA


Doctora en teología sistemática

María, la primera cristiana


Si bien, la definición de lo que es el cristianismo, podemos encontrar matices según nos apoyemos en
su aspecto doctrinal e institucional, o en su aspecto carismático, al detenernos en el título de esta ponencia que
afirma que María es la primera cristiana, podemos evadir las disquisiciones teóricas sobre la definición de
cristianismos, y entrar más de lleno en lo que hace y determina más genuinamente el ‘ser cristiano’.
El cristianismo, nace como un movimiento carismático y apocalíptico dentro de la religión judía. Los
primeros integrantes eran judíos que seguían sus tradiciones religiosas; su predicación tenía dos aspectos
centrales que poco a poco los hicieron diferenciarse y separarse del judaísmo. Dicha predicación afirma que
Jesús, el que había sido entregado y asesinado en la cruz por las autoridades judías y romanas, fue resucitado
por Yahvé, porque es el Mesías, el Ungido de Dios y la encarnación de su Palabra eterna. Con su vida, muerte
y resurrección, llevó a la plenitud la Toráh, constituyéndose en el único Camino que conduce a la salvación
ofrecida por Dios. Él, donó su Espíritu para que este sea el Parácletos de todos aquellos que desean transitar
el camino abierto por él, con su muerte y resurrección (Pascua). Por eso, estos seguidores de Jesucristo fueron
apodados entre los judíos como los Natsarim - nazarenos- (Hech 24,5) y entre los gentiles como los
 -cristianos- (Hech 11, 25-26) en tanto se comprendían como imitadores del que ellos
consideraban el Ungido de Dios, el Cristo. Incluso, siguiendo la tradición hebrea que veía en la Toráh, el
Camino justo, el camino que Dios ofrecía al justo para que este alcance la Salutis, comenzaron a reconocer a
los seguidores de Cristo como los del  -Camino- (cfr Hech 9,2; 18,25.26; 19,9; 22,4; 24,24.22), del Nuevo
Camino instaurado por Jesús. Por eso, san Bernardo dirá que la ‘fe cristiana no es una ‘religión del libro’, no
de una palabra escrita y muda, sino del Verbo encarnado y vivo’.1
Por eso partimos de la afirmación que ser cristiano implica la adhesión conceptual y existencial a
la persona de Jesucristo: Hijo y Palabra eterna del Padre que se hizo Dios-con-nosotros, único mediador y
salvador. Se trata de una adhesión que, según el mismo Jesús, es superior al vinculo de sangre. “¿Quién es mi
hermana, mi hermano y mi Madre? Mirando a los que estaban sentados, alrededor suyo, dijo: los que hacen
() la voluntad de Dios” (cfr Mc 3, 34-35// Mt 12,46-50// Lc 8,19-21).2
Para los cristianos la Palabra de Dios no se identifica con el texto. El texto bíblico es Sagrada Escritura,
es decir es la escritura que contiene la Palabra de Dios de manera atestiguada e inspirada por el Espíritu de
Dios, pero que no la agota, no la tiene acaparada y encerrada. La Palabra de Dios se expresa a lo largo de
toda la historia de la salvación y llega a su plenitud en el misterio de la encarnación, muerte y resurrección
del Hijo de Dios. […] por lo tanto, la Palabra de Dios se trasmite en la Tradición viva de la Iglesia.3 La
Palabra de Dios es el Verbo Encarnado, es la Palabra hecha carne: es Jesús de Nazaret. Al respecto, los
evangelistas utilizan normalmente dos términos diferentes para referirse a la Palabra de Dios: Verbo /Logos
de Dios o del Padre, en neta sintonía con el término griego Pragma (acción). Mientras que para referirse al
texto utilizan el término: Grafa (lo escrito). La exhortación Apostólica Verbum Domine afirma que la
afirmación Palabra de Dios, en el cristianismo, se refiere a la persona de Jesucristo, Verbo eterno del Padre,
hecho carne, pero si bien, el centro de la revelación cristiana es el acontecimiento Cristo, igualmente hay que
reconocer que la misma creación, la liber naturae, forma parte esencialmente de la sinfonía de voces con las

1
Cfr SAN BERNARDO, Homilia super missus est, 4, 11: PL 183, 86 B.
2
Cfr F. LACUEVA, Nuevo Testamento interlineal Griego-Español, Barcelona, Clie 1984.
3
Cfr VD, 7.
1
que se expresa el único Verbo de Dios. De manera semejante la Iglesia confiesa que Dios ha comunicado su
Palabra en la Historia de la salvación, dejando y sigue dejando oír su voz con la potencia del Espíritu Santo,
particularmente en la predicación, en los sacramentos, en el testimonio de los creyentes, en el testimonio de
los santos, en la creación entera, y en la gracia que actúa en cada ser humano que está abierto a su acción.
Regresando a los tres textos paralelos de los sinópticos, con los que inicié esta presentación, textos que por
mucho tiempo fueron tenidos por muchos dentro de la Iglesia católica como ‘anti mariológicos’, justamente
porque los autores sagrados presentan a María, junto algunos parientes que viene al encuentro de Jesús, y al
ser anunciados, recibieron esta respuesta de Jesús: Mi Madre, mis hermanos son los que hacen la voluntad de
Dios, los que escuchan y hacen la Palabra de Dios. Esta respuesta de Jesús en el contexto de la SS. EE no
parece ser nada ofensivo despreciativo de la persona de María, su madre, sino una exaltación de como la
primera comunidad la percibió. En esta misma escena, según el evangelista san Lucas 8, 20, utiliza el verbo
 que los traductores normalmente escriben ‘desean verte’ pero el verbo hace alusión sencillamente a
la acción ‘tiene deseo de ti’, (deseándote) para manifestar la acción de María que viene a su encuentro en este
momento. Esto me hace recordar que el teólogo De Lubac los textos acerca de la búsqueda del Esposo
contenida en el libro del Cantar de los Cantares, se adapta perfectamente a María, justamente porque en ella
se realiza la perfección de la búsqueda y del deseo de Dios como el Amado de su vida. 4 Igualmente para la
teóloga española M. Navarro, él si de la joven de Nazaret fue posible porque entre Dios y María hay un hablar
común: los dos dicen lo mismo en cuanto tienen el mismo deseo profundo. Dios desde su eternidad; María,
en el tiempo. Para la autora, el hecho que Dios y María tengan el mismo deseo significa que tienen el mismo
Espíritu cuyo origen e identidad es divina, pero que habita en el tú de María e hizo posible que ambos
pronunciaran la misma Palabra: el Hijo de Dios en la historia, pues ambos engendraron, uno en la humanidad
y el Otro en la divinidad.5
No quiero detenerme en las fuentes sistemáticas de la mariología, sino que quisiera invitarlos a ir a las
fuentes de la revelación cristiana, las SS. EE. Preguntémosles a ellas, particularmente a las fuentes del Neo
testamentarias y mayormente a los evangelios, pues ellos son memoria del cristianismo nacientes.
Preguntémosle quién es María, como la experimentaron, y veamos con ellos, si es coherente o no, decir que
María es la primera cristiana. El evangelista que mejor responde a estas preguntas es san Lucas, en la primera
parte de su Evangelio, la mal llamada teología de la infancia, pues es en realidad teología de la cruz, y así
debería llamarse. Todos sabemos que Lucas escribió los textos de la infancia de Jesús (cap 1 y 2) después de
narrar la muerte y la resurrección de Cristo, ya que el origen de Jesucristo y con él el de su madre, solo se
comprende al final de su camino.
En el texto de Lc 1, 26-38,6 María es presentada de una manera convencional, pero a la vez, llama la
atención el hecho que faltan datos convencionales. Se percibe que el narrador, intencionalmente reduce los
datos dejando el personaje en buena condición para una creación narrativa, pues a menor dato convencional,
mayor posibilidad tiene el autor para destacar los elementos que hacen a su esencia. Por ejemplo, el autor nos
ofrece su nombre: María. Según la tradición bíblica, el nombre de una persona condensa su identidad, ya que
sintetiza el pasado de esa persona en orden a un presente, y anuncia su futuro en función de una determinada
misión. El narrador la presenta con su nombre, posteriormente dicho nombre se llenará de sentido al ser
pronunciado por el mensajero de Dios (v. 30) que al saludarla por su nombre le consigna su identidad-misión.
María viene presentada en la historia humana con coordenadas cronológicas y geográficas bien precisas. El
autor sagrado la ubica en un tiempo concreto, ‘en el sexto mes’ 7 y en un espacio geográfico y social
determinado, ‘una aldea de Galilea llamada Nazaret’. El anuncio que Dios le hace a María a través de su
mensajero sucede de modo poco habitual para las expectativas religiosas del momento. Para comenzar, esta

4
Cfr H. DE LUBAC, La Iglesia y la Virgen María, en Meditación sobre la Iglesia, Bilbao, Desclée De Brouwer 4 1964,
328.
5
Cfr M. NAVARRO PUERTO, María, la mujer. Ensayo psicológico-bíblico, Madrid, Publicaciones Claretianas 1987, 77.
6
Cfr A. VALENTINI, Maria secondo le Scritture. Figlia di Sion e Madre del Signore, Bologna, EDB 2007, 89-105.
7
Este acontecimiento, sucedió el sexto mes de la concepción de Juan Bautista, dato ofrecido por la lectura sincrónica del mismo
evangelio de Lucas, que en el v. 45 afirma que la parienta Isabel está en el sexto mes de su embarazo, y en los vv. 8-10 ubicó la
concepción del Bautista en tiempos en que Zacarías oficiaba como sacerdote en el templo de Jerusalén, más concretamente cuando
le tocaba el turno a su grupo de sacerdotes, y específicamente a él ofrecer incienso en el sancta santorum de templo, pues le
correspondía una semana a cada grupo de sacerdotes, cfr 1º Cro 24,19¸2º Cro 23,8.
2
revelación de Dios no sucede en el templo, en el santuario, como sucedió con Zacarías, ni siquiera en Jerusalén,
la ciudad santa (cfr Lc 1, 8-11), o al menos en la región de Judea, una región de gente bien conceptuada a
nivel religioso. Dios acontece en un espacio periférico, semi pagano, donde habita gente que no es bien vista,
que no tienen buena fama porque están en continuo contacto con los que piensan distintos y adoran a otros
dioses (cfr Jn 7,41.52). San Lucas ubica a María en la Galilea de los gentiles, en medio de un pueblo que
camina en las tinieblas (cfr Mt 4, 12-16). El mensajero de Dios, no fue enviado a una gran ciudad, a una
metrópolis de aquel tiempo, ¡no! fue enviado a un pequeño pueblito de Nazaret, que antes de este
acontecimiento, no había sido mencionado ni una sola vez en los textos bíblicos (cfr Jn 1, 46); aldea que el
discípulo Nathanael, dirá: “De Nazaret, ¿puede salir algo bueno?” (Jn 1, 46).
Otro dato que nos da Lucas es su edad o etapa cronológica, sobre esta mujer, se trata de una joven
virgen que estaba desposada. En el texto original en hebreo se emplea la palabra ha-almah, una palabra similar
a “joven mujer” o “soltera” en castellano. El error surgió cuando el mismo texto se tradujo del hebreo al
griego, utilizando la palabra παρθένοs -parthenos-, que quiere decir virgen. La palabra para decir virgen en
hebreo es bethulah y esta no es usada en el texto original. Esto quiere decir que el que escritor del texto original
en hebreo no quiso decir “virgen” refiriéndose a María, sino que quería decir joven, muchacha. En cambio, el
autor al decirnos que es una παρθένοs, nos está comunicando que se trata una persona del sexo femenino que
tiene la edad para contraer matrimonio, pero no para consumarlo; es decir, está viviendo el pasaje de la infancia
a la vida adulta, lo que hoy llamaríamos un joven. Ya no es una niña, pero aún no es mujer, no está casada en
sentido estricto, pues no conoce varón; es una joven que está a la espera de su boda, si bien está comprometida
con alguien no ha tenido relaciones conyugales.8 Bien estos son los datos convencionales que Lucas nos
ofreció, ahora les pregunto cuáles son los datos convencionales, relevantes para la cultura de aquel momento
histórico, que Lucas no los menciona. Dicho de otro modo, ¿Qué no dijo de María, y sería esperable que lo
dijera? Por ejemplo, Lucas no dice cuál es su casa paterna, a que familia pertenece. Este dato es
importantísimo, pues en la antigüedad nadie es por sí mismo, su valor y su identidad está en relación estrecha
a su origen familiar. Fíjense que al presentar a José, v. 27, dijo que es de la casa de David (familia de tradición
real), al presentar al Isabel dijo que ella es de la casa de Arón (familia sacerdotal), en cambio de María, Lucas
no dice nada, ni siquiera hace mención al clan o a la tribu de pertenencia, no dice si es de la Tribu de Juda, de
Benjamín, o de Zabulón; tampoco dice cuál es su ciudad de origen. Dice que está en Nazaret, pero no dice que
es de Nazaret. Además, Galilea era una región de paso, de mucho movimiento por la cercanía a una de las
rutas comerciales más importantes de la época. Se sabe que muchas familias judías emigraban a los confines
de la Galilea para mejorar su situación, hoy diríamos su calidad de vida. Un caso típico de José, sabemos que
está en Nazaret, pero que no es de allí pues cuando se declara el censo imperial debe regresar a su ciudad de
origen, Belén.
Estas ausencias en un autor detallista y preciso como es san Lucas nos hace pensar que no se trata de
olvidos o imprecisiones, sino de omisiones literarias, es decir, son ausencias intencionales. Por eso, nos
preguntamos ¿Cuál es la intención de san Lucas con estas omisiones? ¿Qué pretende? San Lucas pretende
ayudarnos a focalizar en lo que hace a la identidad de María. Que según lo que nos indicó hasta ahora, no está
en su origen familiar, cultural o social. Porque si así fuera, no los hubiera omitido. La pregunta es ¿Dónde y
cuáles son los elementos que determinan la identidad de esta mujer según el evangelio de Lucas? La respuesta
está dada de manera sintética en el diálogo que el evangelista narra en los vv. 28 al 38. Pues la identidad de
esta mujer está dada por la Palabra que Dios le ha dirigido a María, a través de su mensajero, y por la respuesta
que María le ha dado.

Veamos que matices tiene la Palabra que Dios ha pronunciado sobre María:
• v. 28: “llena de gracia […] el Señor está contigo”.
• v. 30: “Has encontrado gracia delante de Dios”.
• v. 31: C
• concebirás, darás a luz, pondrás el nombre al Hijo de Dios.

8
Esta expresión griega utilizada en el evangelio de Lucas y en el de Mateo (Mt 1,23) precisa la expresión hebrea Almah (Is 7,14b)
que designa a una doncella, es decir, una muchacha que por la costumbre cultural y religiosa de la época ha adquirido el compromiso
matrimonial pero aún no lo ha consumado.
3
• v. 35: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra”.

Ahora prestemos atención a la respuesta de María, a estas Palabras de Dios.


• v. 29: María se conmovió y se preguntó internamente por el significado de aquel
saludo.
• v. 34: Presenta su incapacidad: “no conozco varón”, y pregunta cómo se hará lo que le fue
anunciado.
• v. 38: “He aquí la servidora del Señor, hágase en mi según tu Palabra”.

La cima de la respuesta de María según Lucas está dada en el v. 38 dónde María proclama su adhesión
a la voluntad de Dios manifestada en su Palabra. Notemos que el evangelista utiliza el mismo verbo que Hacer
con respecto a la Palabra de Dios. San Lucas nos presenta a María y a Zacarías como dos contrafiguras
teológicas. Zacarías es el primero que viene interpelado por Dios en la era cristiana, muestras que María es la
primera joven que es interpelada por Dios. Zacarías en tanto adulto, varón y sacerdote tenía todo para
comprender la Palabra que Dios le dirigió y para hacerla (ponerla por obra), en cambio no la comprendió y
solo la acogió cuando se realizó más allá de su adhesión o no. En cambio, María, sea por su corta edad como
por su condición femenina, no tenía como acceder a las cosas sagradas, a la enseñanza acerca de la Palabra de
Dios, en cambio ella, lo reconoció en la palabra del mensajero, dialogó con él, acogió su Palabra y se
comprometió con ella, hasta llegar a cantar las maravillas que hace Dios. Zacarías representa lo seguro, lo
fuerte y estable en la cultura religiosa de aquella época; en cambio María representa lo frágil, lo débil e
inestable. ¿Qué es lo que hace que un cante y el otro quede mudo? El proceso de fe de esta mujer, que según
el evangelista parece no tener que ver con la comprensión intelectual de las verdades reveladas, sino con el
encuentro personal Jesucristo: Palabra del Padre, mediado por su Espíritu.
María no solo escucho la Palabra de Dios, sino que la hizo suya, permitiéndole encarnarse en su propia
carne. Por eso puede ser llamada con toda razón Madre del Señor (Lc 1,43), porque escuchó la Palabra y la
puso en práctica hasta las últimas consecuencias.9 La Palabra de Dios primeramente resonó como eco del
Espíritu del Padre y del Hijo en el interior de María, luego por su adhesión personal se hizo Carne con su
carne, se hizo Humanidad con su humanidad, sin confusión, manteniéndose como el totalmente Otro, nacido
y hospedado en el ‘yo’ creatural de María. En este sentido, podemos decir que la humanidad que María dio a
Jesucristo tiene la forma que el Espíritu plasmó en ella. Al tratarse del Espíritu del Resucitado sabemos que
él plasma en todo y en todos, la forma del Hijo Amado, la imagen del Dios invisible, la Proexistencia10 por
excelencia que pone de manifiesto la omnipotencia del Amor del Padre. María es el discípulo de Cristo más
acabado, por su escucha atenta y comprometida con la Palabra de Dios, de modo que, gracias a su comunión
con el Espíritu, María la hizo suya y se dejó plasmar por ella.11 Para Lucas María, puso todas sus energías
humanas y femeninas para comprender y hacer la Palabra de Dios. Si recordamos en el capítulo dos Lucas en
dos ocasiones a modo de inclusión literaria dice que María y luego la Madre: “meditaba todas estas cosas en
su corazón” (2, 19. 51). María en Lucas, aparece continuamente como una hermeneuta de la historia que busca
los signos que Dios con su Palabra deja en el camino para que el justo camino que lleva a la vida en plenitud.
María desde la anunciación al calvario siguió a su Hijo configurándose cada vez más con él. Justamente,
cuando aún era niños, el anciano Simeón profetizo sobre su hijo y sobre ella diciéndole: “A ti una espada te
traspasará el alma ()”. Alma -psychin- en el lenguaje de Lucas significa vida en su máxima integralidad,
por lo cual podemos traducir diciendo: “Una espada atravesará toda tu vida”. En la tradición de la Iglesia hay
varias interpretaciones de este texto, pero dos de ellas son las que han prevalecido sobre las demás. La primera,
es la más popular y la más difundida en el orden de lo devocional que afirma que esta profecía se refiere al
dolor que viviría María ante el rechazo que recibirá su hijo sobre todo en la etapa final de la cruz. Así nace la

9
Cfr Mc 3,31-35; Mt 12,46-50; Lc 8,19-21; 11,28; cfr A. VALENTINI, Maria nei Vangeli secondo le diverse prospettive
teologiche, en «Ephemerides Mariologicae» 67/3 (2017), 231-252.
10
Concepto definido por J. Fischer y ratificado por Böhnke, como vida determinada por el Espíritu; determinación adverbial del
comportamiento de Jesucristo que manifiesta el auténtico rostro de Dios, como ser-para que alcanza el culmen en su donación
kénotica en la cruz, por amor al Padre y a su creación; cfr M. BÖHNKE, Lo Spirito Santo nell’agire umano. Per una pneumatologia
pratica, = Giornale di teologia 417, Brescia, Queriniana 2019, 92.
11
Existe una íntima vinculación entre la Palabra de Dios y el Espíritu del Resucitado que actualiza su Palabra.
4
imagen de la Virgen dolorosa, que tiene una espada atravesada en el pecho y está asociada a la pasión del
Hijo. Una segunda interpretación que es la más antigua y a su vez la menos conocida por nosotras, interpreta
el signo de la Espada con la Palabra de Dios. Según esta interpretación la espada se identifica con Jesucristo:
Palabra y con su Proyecto de salvación. El simbolismo de la espada con la Palabra ya lo encontramos en los
textos tardíos del AT en el siglo II y I antes de Cristo. Estaba muy presente en la literatura hebrea de la época
de Jesús y en la literatura cristiana primitiva de oriente y accidente. En el Targum, que es la interpretación
popular (en arameo) de los textos sagrados, allí nos encontramos con la afirmación: ‘La Toráh es la verdadera
circuncisión, porque es la verdadera espada que corta’. En varios Midrah, que es la interpretación de tradición
rabínica dice: ‘La Palabra es una espada de doble filo’. En varios comentarios teológicos de los rabinos del
tiempo de Jesús nos encontramos con frecuencia la asociación de la Toráh con la Espada de doble filo. La
teología judaica es más simbólica y comparativa; menos discursiva que la nuestra. En hebreo las palabras que
identifican Toráh y espada se escriben con las mismas consonantes, por ende, tienen la misma raíz (‫)חרב‬. Por
eso también los rabinos llaman al monte Sinaí como Horeb porque el Sinaí es el lugar donde se nos fue donada
la espada de doble filo12.
Cuando Simeón le dice a María una espada le atravesará tu vida, en el contexto de la circuncisión del
niño, tenemos que pensar no en lo que afirma la interpretación de la “Devotio Moderna”: el dolor de la madre
por su Hijo, sino que tenemos que tener de trasfondo lo que significaba para un hebreo la espada ligada
justamente a este rito de iniciación: la circuncisión. La verdadera espada no es la que corta el prepucio del
varón la verdadera espada es la Toráh. Esta lectura lo volvemos a encontrar en otros textos del NT, por
ejemplo, en Efesios 6,17: “Tomen la espada del Espíritu o sea la Palabra del Señor”. En la carta a los Hebreos
4,12 encontramos la afirmación dice: “La Palabra de Dios es viva y eficaz, más cortante que espada de doble
filo”. En el Apocalipsis en varios textos de los capítulos 1, 2, 9 y 15, dice que una espada afilada sale de la
boca del Pantocrátor, del viviente. De la boca del Resucitado sale la Palabra de Dios que es una espada de
doble filo. Es claro que en este contexto la espada de la que habla Simeón en el evangelio de Lucas es la
Palabra de Dios, el Verbo encarnado, no es solo el dolor de la Pasión, es mucho más, no lo excluye, lo abarca,
es más, incluye toda la vida de esta mujer. Toda su vida, estará marcada por esta espada que es la Persona de
su Hijo, el Verbo encarnado de Dios. Ya San Ambrosio decía que la espada señalada por Simeón es la Palabra
de Dios en su totalidad. La espada es el Proyecto de Dios manifestado en su totalidad en Jesús. María es la
que en todo momento dejó que el Proyecto de Dios la penetrara, marcando fuerte su vida. María siempre se
abrió a esta Palabra de Dios que a veces fue desconcertante pero que ella supo guardarla y atesorarla aún sin
comprenderla. El dolor que implica la penetración de esa Palabra de Dios que atraviesa la vida de María es el
signo de un camino de discernimiento y búsqueda de su proyecto. El dolor más grande no está tanto a fuera
sino en su interior en esa búsqueda constante por escuchar y hacer la voluntad de Dios, asumir su proyecto
con todas sus implicancias. La espada corta porque va a la profundidad de su corazón y de su vida.

La vida cristiana es caracterizada por la acogida o no del Espíritu del Resucitado que plasma la imagen
del Hijo, a tal punto que san Pablo presenta a los cristianos de Gálacia las características de aquellos que viven
según la carne y de aquellos que optaron por una vida según el Espíritu del Resucitado. 13 Pues la vida en el
Espíritu es fruto de la muerte y resurrección de Jesús, no se apoya en los méritos ni es fruto del esfuerzo
humano sino que, es obra del Espíritu Santo que trabaja en la creatura como lo hizo en María, contando con
su adhesión libre y responsable. Es en el Espíritu que la creatura hace experiencia del Dios de Jesucristo: Dios-
en-nosotros y para-nosotros; e igualmente es en la tercera Persona de la Trinidad que la creatura es capacitada
para asumir personalmente la vida nueva ofrecida a todos en la Pascua del Señor Jesús. María es primera
cristiana por su docilidad al Espíritu Santo, el único capaz de formar en nosotros al Cristo. Con su presencia
materna evidencia la identidad a la que la creatura está llamada a desarrollar y contribuye con el Espíritu del
Resucitado en la formación de la imagen de Cristo en los que los buscan con sincero corazón. Espíritu Santo,
al igual que hizo en María recrea la estructura interior de la persona, es decir, da origen en el ser humano, a

12
En el Diccionario Etimológico de Matitiahu Clark de hebreo bíblico, la raíz de Horeb, ‘Chorev’ ‫חרב‬, se relaciona con la palabra
hebrea para espada Cherev ‫חרב‬.
13
Cfr Gal 5,19-23.
5
una nueva conciencia de hijo de Dios, genera en el creyente una nueva inteligencia que le permite descubrir
el sentido del mundo, de la historia y de los acontecimientos.

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