Apuntes Principios Potestad Sancionadora
Apuntes Principios Potestad Sancionadora
Apuntes Principios Potestad Sancionadora
Las disposiciones de este capítulo serán extensivas al ejercicio por las Administraciones
públicas de su potestad disciplinaria respecto del personal a su servicio, cualquiera que
sea la naturaleza jurídica de la relación de empleo.
Cuando lo justifique la debida adecuación entre la sanción que deba aplicarse con la
gravedad del hecho constitutivo de la infracción y las circunstancias concurrentes, el
órgano competente para resolver podrá́ imponer la sanción en el grado inferior.
Cuando de la comisión de una infracción derive necesariamente la comisión de otra u
otras, se deberá imponer únicamente la sanción correspondiente a la infracción más
grave cometida.
1.Sólo podrán ser sancionadas por hechos constitutivos de infracción administrativa las
personas físicas y jurídicas, así como, cuando una ley les reconozca capacidad de obrar,
los grupos de afectados, las uniones y entidades sin personalidad jurídica y los
patrimonios independientes o autónomos, que resulten responsables de los mismos a
título de dolo o culpa.
3.Cuando el cumplimiento de una obligación establecida por una norma con rango de
Ley corresponda a varias personas conjuntamente, responderán de forma solidaria de
las infracciones que, en su caso, se cometan y de las sanciones que se impongan. No
obstante, cuando la sanción sea pecuniaria y sea posible se individualizará en la
resolución en función del grado de participación de cada responsable.
4.Las leyes reguladoras de los distintos regímenes sancionadores podrán tipificar como
infracción el incumplimiento de la obligación de prevenir la comisión de infracciones
administrativas por quienes se hallen sujetos a una relación de dependencia o
vinculación. Asimismo, podrán prever los supuestos en que determinadas personas
responderán del pago de las sanciones pecuniarias impuestas a quienes de ellas
dependan o estén vinculadas”.
Con la redacción aportada por el art. 28.1 de la Ley 40/2015, de 1 de octubre, se zanja
el debate que existía acerca de si era necesaria la concurrencia una responsabilidad
subjetiva o solo objetiva del infractor. Aunque en el ámbito penal sí estaba clara la
necesaria concurrencia de la culpabilidad, en el derecho administrativo, doctrinal y
jurisprudencialmente, existían posturas diferentes, aunque la más habitual era por la
que finalmente se ha optado y reflejado en la redacción dada a este precepto (nótese
que en su antecedente más inmediato, el art. 130 de la Ley 30/1992, de 26 de
noviembre, la expresión utilizada se reducía a la prevención «aun a título de simple
inobservancia»).
El concepto prescripción, a los efectos que nos trata, tiene esa doble dimensión que
recoge, nuevamente, el Diccionario del español jurídico de la RAE y el CGPJ:
“1.Las infracciones y sanciones prescribirán según lo dispuesto en las leyes que las
establezcan. Si estas no fijan plazos de prescripción, las infracciones muy graves
prescribirán a los tres años, las graves a los dos años y las leves a los seis meses; las
sanciones impuestas por faltas muy graves prescribirán a los tres años, las impuestas
por faltas graves a los dos años y las impuestas por faltas leves al año.
2.El plazo de prescripción de las infracciones comenzará a contarse desde el día en que
la infracción se hubiera cometido. En el caso de infracciones continuadas o
permanentes, el plazo comenzará a correr desde que finalizó la conducta infractora.
Interrumpirá la prescripción la iniciación, con conocimiento del interesado, de un
procedimiento administrativo de naturaleza sancionadora, reiniciándose el plazo de
prescripción si el expediente sancionador estuviera paralizado durante más de un mes
por causa no imputable al presunto responsable.
3.El plazo de prescripción de las sanciones comenzará a contarse desde el día siguiente
a aquel en que sea ejecutable la resolución por la que se impone la sanción o haya
transcurrido el plazo para recurrirla. Interrumpirá la prescripción la iniciación, con
conocimiento del interesado, del procedimiento de ejecución, volviendo a transcurrir el
plazo si aquél está paralizado durante más de un mes por causa no imputable al
infractor.
La principal novedad que ofrece la Ley del Régimen Jurídico del Sector Público es la del
apartado 2.o del artículo 30 de la Ley 40/2015, de 1 de octubre, que señala que la
prescripción «comenzará a contarse desde el día en que la infracción se hubiera
cometido». Por fin menciona el legislador, a entender de la doctrina, el dies a quo en
que empieza a computarse el plazo para la prescripción, pues hasta el momento, y dado
el silencio del legislador, había que acudir a la numerosa jurisprudencia al respecto.
Por otro lado, también se soluciona la imprecisión que existía en la Ley 30/1992 al
reemplazarse el verbo «reanudándose» (como se ve, presente aún en el Diccionario del
español jurídico de la RAE y el CGPJ) por el verbo «reiniciándose» del párrafo 2.o del
apartado 2.o, que es más coherente con el concepto de prescripción (el verbo reanudar
parece que se asocia más con la figura de la caducidad).
Finalmente, con la última frase del artículo se zanjan discrepancias respecto del
momento en que empieza a contar la prescripción cuando existe silencio administrativo,
optándose por la solución de que si el recurso de alzada es desestimado empezará a
contar la prescripción desde la fecha de desestimación.
Por su parte, el principio ne bis in idem, formulación clásica del de (no) concurrencia
de sanciones, se puede definir, siguiendo igualmente el Diccionario del español jurídico
de la RAE y el CGPJ, como aquel «principio jurídico en virtud del cual nadie puede ser
enjuiciado dos veces por los mismos hechos ni sancionado dos veces por la misma
infracción». Su plasmación positiva, en el orden administrativo, se encuentra en el art.
31 de la Ley 40/2015, de 1 de octubre:
“1.No podrán sancionarse los hechos que lo hayan sido penal o administrativamente,
en los casos en que se aprecie identidad del sujeto, hecho y fundamento.
2.Cuando un órgano de la Unión Europea hubiera impuesto una sanción por los mismos
hechos, y siempre que no concurra la identidad de sujeto y fundamento, el órgano
competente para resolver deberá tenerla en cuenta a efectos de graduar la que, en su
caso, deba imponer, pudiendo minorarla, sin perjuicio de declarar la comisión de la
infracción”.
«(...) Aunque es cierto que este principio "ha venido siendo aplicado fundamentalmente
para determinar una interdicción de duplicidad de sanciones administrativas y penales
respecto a unos mismos hechos", esto no significa, no obstante, "que sólo incluya la
incompatibilidad de sanciones penal y administrativa por un mismo hecho en
procedimientos distintos correspondientes a órdenes jurídicos sancionadores diversos"
(STC n.o 154/1990, de 15/10/1990, rec. recurso de amparo de 972/1988, FJ 3). Y es
que en la medida en que el ius puniendi aparece compartido en nuestro país entre los
órganos judiciales penales y la Administración, el principio non bis in idem opera, tanto
en su vertiente sustantiva como en la procesal, para regir las relaciones entre el
ordenamiento penal y el derecho administrativo sancionador, pero también
internamente dentro de cada uno de estos ordenamientos en sí mismos considerados,
proscribiendo, cuando exista una triple identidad de sujeto, hechos y fundamento, la
duplicidad de penas y de procesos penales y la pluralidad de sanciones administrativas
y de procedimientos sancionadores, respectivamente. En este último orden de ideas, y
desde la perspectiva del Derecho positivo, tanto el art. 133 de la Ley 30/1992, de 26
de noviembre, de régimen jurídico de las Administraciones públicas y del procedimiento
administrativo común, como el art. 5.1 del Reglamento del procedimiento para el
ejercicio de la potestad sancionadora, aprobado por el Real Decreto 1398/1993, de 4
de agosto, impiden que de nuevo se sancionen administrativamente hechos que ya
hayan sido castigados en aplicación del ordenamiento jurídico administrativo, siempre
que concurra la triple identidad referida(...)».
«(...) Este Tribunal ha abordado el juego del principio non bis in idem dentro de las
llamadas relaciones de sujeción o de supremacía especial, afirmando que: "La existencia
de esta relación de sujeción especial tampoco basta por sí misma, sin embargo, para
justificar la dualidad de sanciones. De una parte, en efecto, las llamadas relaciones de
sujeción especial no son entre nosotros un ámbito en el que los sujetos queden
despojados de sus derechos fundamentales o en el que la Administración pueda dictar
normas sin habilitación legal previa. Estas relaciones no se dan al margen del Derecho,
sino dentro de él y por lo tanto también dentro de ellas tienen vigencia los derechos
fundamentales y tampoco respecto de ellas goza la Administración de un poder
normativo carente de habilitación legal, aunque esta pueda otorgarse en términos que
no serían aceptables sin el supuesto de esa especial relación (vid., entre otras, STC n.o
2/1987, de 21/01/1987, rec. de amparo 940/1985 949/1985 (acumulados), STC n.o
42/1987, de 07/04/1987, rec. de amparo 520/1985 y, más recientemente, STC n.o
61/1990, de 29/03/1990, rec. de amparo 370/1988). Para que sea jurídicamente
admisible la sanción disciplinaria impuesta en razón de una conducta que ya fue objeto
de condena penal es indispensable, además, que el interés jurídicamente protegido sea
distinto y que la sanción sea proporcionada a esa protección". (STC n.o 234/1991, de
10/12/1991, rec. de amparo 1.473/1989, FJ 2)».