02 - La Nadiversidad - La Opcion Santa Bohemia

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La Opción Santa Bohemia

Cuentos no tan cuentos

Tapa: Adrían Bet (sobre una imagen de Leonardo.AI)

La Santa Bohemia es : Marcos Díaz Metz,


Leandro J. Blásquez,
Leonardo Regensburger,
Ariel Villarreal,
Luis Darío Figueroa
y Adrián Bet.

ISBN: en trámite

©El Pinta y sus amigos 2024,


Todos los derechos reservados.
A Cristo Rey, Señor de la Historia.

A Nuestra Señora, la Virgen María, Madre de la Iglesia,


Auxilio de los cristianos, Vencedora de todas las batallas.

A los islotes de sentido que resisten.

A nuestras familias.

A los cristianos de los Últimos Tiempos, quienes


resistirán al propio Anticristo.
LA NADIVERSIDAD

U na conversación se mantenía en una de las mesas del bar de


la esquina de la Nadiversidad Neocatólica de Beata Fe:
—Bueno, ahora me queda claro. En un proceso judicial sólo se
puede llegar a la verdad procesal, no a la verdad real —dijo Andre-
sito.
—Sí —dijo Tomasito—. Menos mal que vinimos a la gran diser-
tación del prestigioso Sr. Juez de la Corte Suprema de la Región
Agraria de aquello que se llamó La Argentina, el Dr. Honoris Causa
Wenceslao V. Ersero. Te digo la verdad, Andresito, yo vine a la
conferencia porque quiero tener el presente, y así poder aprobar la
materia. Si por mí fuera, me hubiera quedado mirando Netflix, en
mi monoambiente.
En ese momento ingresó un viejo exalumno de dicha institu-
ción.
—Hola muchachos, ¿cómo andan?
—¿Qué hacés por acá, Sheriff? Hace mucho que no te veía —di-
jo Tomasito simulando alegría por el reencuentro.
—Sí, desde que terminé de cursar, no volví a pasar cerca de este
antro. ¿Ustedes qué hacen por acá? ¿Les queda alguna materia para
recibirse?
Andresito, tomando la palabra contestó:
—Sólo Filosofía del Derecho. Recién salimos de una clase ma-
gistral dictada por el Dr. Ersero. Comentábamos sobre la cuestión
de la existencia de las dos verdades, y el…
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En ese preciso instante, el Sheriff interrumpió con una risa que


escondía una tragicomedia.
—¿No me digan que este impresentable sigue currando con eso?
Es un sofista más de los tantos que hay especialmente por esta zo-
na. No pierdan tiempo, eso se llama «El mito de las dos verdades»,
y como ya escucharon, es simplemente un mito. Un mito peligroso.
»Miren, les recomiendo que lean el libro «Verdad y Crisis del
Proceso. El mito de las dos verdades». Allí, un gran amigo ha desa-
rrollado el tema en detalle. Y como frutilla del postre, la obra está
prologada por el Dr. Héctor H. Hernández. No dejen de leerlo. Al
menos que quieran ser como Wenceslao V. Ersero, un “hombre ju-
rídico” de manual.
“Hombre jurídico” le decían a aquellos típicos profesores de De-
recho que ante el auditorio repiten como loros, ideas y frases he-
chas, totalmente aisladas o, lo que es peor, contradictorias con la
realidad. Sumado a una característica cercana a la bipolaridad: que
ellos, en su fuero íntimo, no suelen creer en lo que enseñan a sus
propios alumnos.
—Me suena el nombre de ese filósofo que nombraste —dijo To-
masito.
—Claro que tenés que acordate de él. Es el mismo que te aclaró
el tema del liberalismo cuando creías que habías perdido libertad
por casarte y tener hijos —acotó el Sheriff.
—¡Ah, sí, sí! —recordó rápidamente— ¿Y por qué no da clases
en esta Universidad?
El Sheriff, con un poco de desgano, pero con el deber de tener
que «hacer verdad», se metió de lleno en otro tema polémico.

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—¿Universidad? No, ya no hay Universidad. Lo que queda es


una parodia. Yo le digo la Nadiversidad. Acá sólo te dan instruc-
ción, y un libro triste para que puedas hacer algo de plata en el fu-
turo, pero no se aprende nada de lo importante. Les digo más mu-
chachos, parafraseando a San Atanasio, y haciendo una analogía
con su famosa sentencia «ellos tiene los templos, nosotros la Fe»,
podemos decir que en el caso del que venimos hablando, «ellos tie-
nen las aulas, nosotros la Universidad».
Andresito, un poco molesto por la situación, cuestionó:
—¿Quiénes tienen la Universidad? ¿Dónde?
—No hay que sorprenderse tanto. Hace años que los maestros
vienen siendo excluidos de las cátedras de las grandes instituciones,
¿y qué piensan ustedes? ¿que se van a quedar sin enseñar? No, eso
es imposible, porque cuando se conoce la verdad, el deseo de trans-
mitirla no puede contenerse. Por eso, existieron y existen, las lla-
madas «cátedras privadas», donde estos maestros continúan su
gran labor universitaria. Un ejemplo de ello fue Jordán Bruno Gen-
ta que tuvo su cátedra más importante en su propia casa. Quienes
fueron partícipes de ese privilegio, dicen que lo dejarían todo para
poder volver a compartir aquellas clases.
El Sheriff, continuó citando ejemplos, y entre éstos les dijo:
—Otro fue Carlos Alberto Sacheri, quien también tenía sus dis-
cípulos fuera del ámbito académico institucional. Y miren qué de-
talle: los dos fueron asesinados por odio a la Fe. Son mártires.
»Como estos casos que les cuento, hay varios en el país. Y ahora,
con la tecnología, se puede acceder fácilmente a escuchar a verda-
deros maestros. La semana pasada presencié una clase virtual sobre

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literatura. Fue sublime. Les aseguro que en una hora se aprende


más que en todo el paso por la Nadiversidad.
Tomasito y su amigo quedaron sorprendidos. Eran buenos, pe-
ro no entendían del todo la modernidad, por eso les costaba dar el
salto. Eran los típicos que preferían seguir perdidos en el laberinto,
para mantenerse adentro, porque… afuera hace frío. No se anima-
ban a mirar hacia las alturas, y ver que, como nos enseñaba Leopol-
do Marechal, «de todo laberinto se sale por arriba».
Ya era hora de despedirse, por lo que nuestro amigo el Sheriff se
puso el sombrero y les dedicó unas palabras finales.
—Recuerden que las deficiencias que pueda tener una persona
para llegar a conocer la realidad no autoriza a decir que la verdad
no existe o a definir como verdad lo que no lo es.
Mientras se cerraba la puerta de aquel bar, se oyó un susurro
desde la mesa donde estaban sentados Andresito y Tomasito:
—Pobre, todavía sigue con sus utopías medievalistas... No
aprendió que el principio de no contradicción atrasa...
—Tal cual —dijo Tomasito—. Además, ¿Qué es la verdad?

El Pinta y sus amigos


SE DIFUNDE EN FORMATO
ELECTRÓNICO EL DÍA
20 DE NOVIEMBRE DE 2024, EN QUE
LA SANTA MADRE IGLESIA
CONMEMORA LA FIESTA
DE SAN EDMUNDO, REY DE LOS
ANGLOS Y MÁRTIR DEL SIGLO IX.

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