Folleto 1 - Familia Funcional - Salvador Cervera

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FOLL

ETO
1:
FAMIL
IA
FUNCI
ONAL

El presente folleto describe a la familia como una unidad básica dentro de la estructura
social. Independiente de todas las características culturales que posee, y se espera de
ella de acuerdo a sus posibilidades que cumpla o respalde todas las necesidades
básicas de cada uno de sus miembros. De igual forma nos habla de los cambios y la
evolución a la que se ha visto expuesta la estructura familiar y la expone como una
unidad dinámica y estable.
La familia funcional
Salvador Cervera Enguix

Introducción
La familia es la unidad básica de la sociedad, independientemente de
las características culturales que posea y se espera de ella que, de
acuerdo con sus posibilidades, cubra las principales necesidades de
sus miembros y trasmita a las nuevas generaciones los valores
culturales, morales y espirituales de cada sociedad1. Por otro lado,
todas las familias cambian a lo largo del tiempo debido a la propia
transformación de sus componentes, siendo la mayoría de estos
cambios habituales y típicos: se constituye una familia; nacen los hijos;
estos crecen y se desarrollan; asisten a la escuela; se forman en una
profesión o carrera; y generalmente abandonan el hogar para formar
su propia familia. Cada una de estas transiciones requiere que la
familia cambie, que reinicialice sus prioridades y que reorganice las
nuevas perspectivas de esa nueva etapa de la vida.

Concepto
Las familias son unidades de convivencia entre personas enlazadas por
vínculos de parentesco –de consanguinidad o de afinidad-, o también
de adopción. Debemos considerar la familia nuclear como aquella en la
que sus miembros tienen una relación inmediata y constante con los
padres, y la familia extensa que incluye a las personas que, sin estar
tan próximas a los padres, tienen todas las características que
anteriormente hemos señalado. Desde el punto de vista etimológico, la
funcionalidad habla de ejecución, cumplimiento, ejercicio o tarea que
ha de llevarse a cabo, por lo que desde esta perspectiva en la familia
se estudian las funciones y su complejidad, pretendiendo explicar la
dinámica familiar mediante la contribución de las partes a las
necesidades del conjunto, estableciendo los requerimientos que una
familia ha de establecer para mantenerse2.
Un sistema familiar equilibrado y bien estructurado favorece la
realización y logro de las funciones de todos sus miembros. Se trata de
unidades ligadas que forman un grupo, un todo coherente en el que los
distintos elementos que lo componen interactúan, son
interdependientes entre sí y, por lo tanto, están articulados, pueden
crecer desde el interior y constituyen una unidad completa. El sistema
es similar a un cuerpo cuyo crecimiento hace a cada miembro
más fuerte y más adecuado a su finalidad, sin alterar la proporción
del conjunto. El sistema familiar dispone de elementos concretos, como
pueden ser la vivienda, los comestibles, los muebles, etc., es decir,
objetos tangibles, descritos en términos cuantitativos; y elementos
abstractos que están compuestos de ideas, criterios o valores, como el
afecto, la autoridad, las tradiciones, las creencias y otros.
La interacción dentro de un sistema tiene las siguientes características:
1. es multidireccional, es decir, todos los integrantes influyen y
son influidos por los demás;
2. Un objetivo puede lograrse a través de medios y
actividades diferentes;
3. Las partes de un sistema en cuanto tales son subsidiarias entre
sí;
4. Existe una jerarquía entre los elementos de cada sistema y
entre los diversos sistemas;
5. Todos influyen y son influidos de alguna manera por el
ambiente.
En el seno familiar, todos influyen en todos, cada uno desde su
singularidad y desempeñando ciertas tareas o funciones. Por eso, la
causa de los éxitos y los fracasos no se debe a un solo miembro del
grupo, sino a todos, en mayor o en menor grado. Lo ideal para la
permanencia de la familia es que funcione tanto el sistema
como cada uno de sus elementos. Los miembros de la familia,
en cuanto ejecutores de funciones, cumplen diversos encargos y
adquieren cierto estatus al promover una acción que responde a
una misión siempre vinculada al origen y lugar que cada uno tiene en
la familia, por lo que, sin perder la personal autonomía, socialmente
imprime un estilo al grupo familiar. Cuando el papel que cada uno
desempeña se cumple hablamos de una familia funcional, que
desempeña bien sus tareas y éstas tienen una repercusión social.

Procesos característicos de las familias funcionales


Para que el sistema familiar sea funcional, se precisan ciertas
características. Walsh3 (1993) establece diez procesos que
caracterizan a las familias funcionales:
1. Sentimiento de unión y compromiso de los miembros como
una unidad de relación, de cuidado y de apoyo mutuo.
2. Respeto por las diferencias individuales, autonomía y
necesidades independientes, fomentando el desarrollo y
bienestar de los miembros de cada generación, de la más joven a la
mayor.
3. En las parejas, una relación caracterizada por respeto
mutuo, apoyo y por un reparto equitativo del poder y de las
responsabilidades.
4. Autoridad y liderazgo parental o ejecutivo eficaces para
conseguir soporte, protección y socialización de los hijos y cuidado
de otros miembros vulnerables de la familia.
5. Estabilidad organizativa caracterizada por la claridad,
consistencia y patrones de interacción predecibles.
6. Adaptabilidad: flexibilidad para satisfacer las necesidades de
cambio internas y externas; para afrontar eficazmente el estrés y
los problemas que surjan; y para dominar los retos normativos y no
normativos y las transiciones a lo largo del ciclo vital.
7. Comunicación abierta caracterizada por claridad de reglas y
expectativas, interacción placentera y variedad de expresiones
emocionales y respuesta empática.
8. Procesos eficaces de resolución de problemas y conflictos.
9. Un sistema de creencias compartido que permita la confianza
mutua, dominio de los problemas, sentimientos de unión con las
generaciones pasadas y futuras, valores éticos y morales e interés
por la comunidad humana en general.
10. Recursos adecuados que garanticen la seguridad económica
y el apoyo psicosocial facilitado por una red de personas cercanas y
amistades, así como por la comunidad y los sistemas sociales
mayores
No cabe duda que estos procesos son muy loables y cada sistema
familiar debe tender a asumirlos. Sin embargo, su puesta en
marcha resulta difícil de alcanzar y aunque es una meta a la que
dirigir toda la actividad de la familia, debemos ser
condescendientes si apreciamos que determinada familia en
estudio no responde plenamente a estos fines.

Tareas principales de las familias


En la práctica, otros autores como Ackerman (1961)4 y Glick (2001) 5
llegan a sintetizar los diferentes componentes de estos procesos en
los siguientes aspectos que presentamos conjuntamente (Tabla 1).
Tabla 1. Tareas principales de las familias
1. Velar por las necesidades básicas: alimento, vestido,
vivienda. salud, etc.
2. Formar los roles sexuales: sexualidad, intimidad y
compromiso.
3. Cubrir las necesidades afectivas, favorecer la salud mental y
fortalecer la personalidad.
4. Sistema de creencias familiares.
5. Crianza y socialización de los hijos
a. Uso de técnicas de crianza apropiadas a la edad
b. Mantenimiento de la coalición parental y de las
fronteras generacionales
c. Sexualidad, masculinidad y feminidad.
d. Apoyo a la coalición fraterna.
e. Culturización de los hijos.
1. En el ámbito biológico, la familia funcional exige la salud física de
sus miembros. En el ámbito social se requiere una infraestructura
adecuada y buena administración de recursos. Un sistema familiar
desbordado por deficiencias graves en las necesidades básicas, no
encuentra razón para ocuparse de consideraciones más sofisticadas
o simbólicas.
2. Es necesario que en el matrimonio exista una disposición de
aprendizaje y participación en el rol sexual, con fomento de la
intimidad y del compromiso mutuo. Para lo cual se requiere un
conjunto complejo de destrezas y sentimientos, así como la
habilidad para cambiar de un modo de funcionamiento a otro.
3. El logro de una madurez afectiva sin fomentar dependencias que
dificulten o impidan el crecimiento interior y en el ámbito
psicológico o personal la salud mental, que se expresa por una
actitud realista respecto a uno mismo y al entorno, pero también
por la aceptación de los miembros de la familia tal cual son.
Pero también el fortalecimiento de la personalidad que permita
siempre la adaptabilidad a las circunstancias y a las demandas de
los otros miembros de la familia.
4. Las áreas clave de creencias giran en torno a la lealtad y al
comportamiento correcto; sin embargo, todas las áreas de la vida
familiar contienen en sí mismas un sistema de creencias, porque
cada una nace de una noción con significado. Las creencias
familiares centradas en temas fundamentales (religiosos, morales,
éticos, etc.) determinan en la familia qué elecciones se consideran
aceptables y cuáles no.
5. Los padres necesitan comprender o intuir las capacidades de sus
hijos en las diferentes edades para educarlos de forma apropiada.
De ahí que es beneficioso tanto para los padres como para los
hijos que los primeros tengan claro que están actuando como un
equipo en la educación de los hijos y que los roles de los adultos
son diferentes de los hijos. Son necesarias también directrices
educativas comunes y consistentes por parte de los padres. Y,
aunque cada miembro de la díada parental sirve de modelo de rol
para la identificación, mientras que el del sexo opuesto actúa como
objeto de amor básico, los hijos son también creativos para
encontrar en las demás personas de su entorno modelos de rol.
Los padres tienen una gran influencia en las actitudes de los hijos con
respecto a la sexualidad, el sentido que tiene la masculinidad y
la feminidad, así como el modo de trasmitirla, teniendo en cuenta que
generalmente gran parte de esta conducta es no verbal.
Los hermanos desempeñan un papel importante en el funcionamiento
normal de la familia. Cada hermano tiene un rol crucial en el
mantenimiento de la homeostasis del sistema familiar, pero también
entre ellos se establece un microentorno, entendiendo por ello el
mundo de los hermanos como diferenciado del de sus padres. Los
hermanos a menudo colaboran unos con otros cuando sus padres
tienen dificultades, se han separado o uno de ellos padece una
enfermedad grave. Ese lazo fraterno suele ser el vínculo que hace que
una familia sea funcional cuando uno o los dos miembros del
matrimonio no pueden ejercer sus roles parentales.
Los hermanos pueden representar una fuente de estrés o un gran
apoyo mutuo. El hecho de que éstos se apoyen entre sí es hasta cierto
punto una cuestión de temperamento y edad, pero también es un
reflejo del fomento que sus padres hayan hecho del comportamiento
amable y de su habilidad para mantener a los hijos fuera del conflicto
parental, pero sin embargo cada hermano ha de ser visto también
como un individuo por separado.
finalmente, los padres enseñan a la generación más joven el modo de
adaptación a su cultura, trasmitiendo las formas de pensamiento, de
sentir y actuar culturalmente apropiadas. Esto incluye las habilidades
de comunicación básicas; pero también las creencias, valores y
actitudes.

Tendencias actuales de la estructura y


funcionamiento de la familia
Basta con establecer una comparación entre el sistema familiar en el
momento actual respecto a épocas anteriores para apreciar que
existen diferencias notables en cuanto a la estructura y
funcionamiento familiar. Aparentemente, podemos suponer que,
en virtud de una serie de acontecimientos que están presentes en
el momento actual, como son el número de divorcios y separaciones
conyugales, la disminución del número de matrimonios, el descenso
de la natalidad, o bien un cúmulo de elementos de tipo cultural, como
las dificultades para compaginar trabajo y vida familiar, una
valoración negativa de una descendencia familiar amplia frente a la
idea de bienestar o aporte de medios idóneos para la formación de los
hijos, etc., la familia como tal se está deteriorando en lo que se
pueden considerar sus elementos más esenciales.
La familia, ciertamente, es una estructura social y cultural que en su
realidad actual difiere bastante de otros modelos anteriores, pero
pensamos que más que por un fenómeno de deterioro es por un
fenómeno de cambio. La familia cambia porque está sujeta al influjo
de la cultura y de la sociedad en la que se desenvuelve y, por ello,
modifica sus estructuras adaptándose a esos cambios. Pero esta
concreción y configuración de manera diferente a otras épocas, no
necesariamente supone una renuncia a esa otra realidad tan profunda
y esencial que denominamos “familia”. J.M. Burgos (2001)6, en un
análisis histórico de este fenómeno, señala que un método para
comprender lo que hoy ocurre es describir un proceso similar que
comenzó en Europa hace aproximadamente un siglo: el paso de la
familia tradicional a la denominada familia moderna o nuclear.

La familia tradicional
La familia tradicional o premoderna7 hace referencia a un tipo de
familia muy estable y fuerte que fue el prevalente en toda Europa
antes del fenómeno de la industrialización. Se trataba de una familia
patriarcal. El padre era quien detentaba el poder, que era completo y
absoluto. Era, además, una familia numerosa y extendida. Se tenían
muchos hijos y las relaciones con las familias de los hijos y de los
parientes eran muy intensas y frecuentes. Hasta el punto de constituir
en ocasiones un auténtico clan familiar. La familia tradicional, además,
estaba muy enraizada en el lugar de residencia y en la sociedad desde
muchos puntos de vista: económico, social y cultural, etc.
Estos rasgos característicos se expresaban en una serie de funciones
sociales que la familia desarrollaba y que eran fundamentalmente las
siguientes:8
• La familia era una unidad de producción económica (agrícola o
artesanal) y de consumo porque familia y trabajo estaban
estrechamente unidos: se trabajaba en familia, con las
propiedades y en los terrenos de la familia y con los miembros de
la familia. Esto hacía que esta institución fuese muy importante
desde un punto de vista social porque en ella residía buena parte
de la capacidad productiva de la sociedad y de su riqueza. Tenía,
además, el efecto de unir de manera muy intensa a los miembros
que la componían. Basta pensar, por ejemplo, que, a causa de
esta estructura, estaban mucho tiempo juntos y la profesión se
aprendía dentro de la propia familia y del propio padre.
• Era la principal transmisora de los valores culturales y
religiosos. Las personas se educaban sólo o principalmente en la
familia y allí era también donde se transmitían los valores
culturales (lengua, costumbres, etc.) de una generación a otra.
Como, además, la cultura campesina tiende a ser tradicional y
conservadora, esta transmisión de valores era particularmente
estable y sólida.
• Era el lugar de la socialización primaria y secundaria y
de la integración social de los sujetos. En la familia, la persona
aprendía y adquiría los conocimientos y capacidades necesarias
para entrar en relación con los otros tanto a nivel primario como
secundario. Constituía además un elemento esencial para integrar
y estabilizar al sujeto en su entorno social.
De acuerdo con estas características esenciales propias de este tipo de
familia, se pueden extraer a modo de resumen las siguientes
conclusiones:
• En estas sociedades, la familia tenía una importancia central
tanto desde el punto de vista de la formación de las personas
como por lo que se refiere a la estructuración de importantes
elementos sociales como la riqueza, los medios de producción, la
formación de las profesiones y de las clases sociales, etc.
• La familia no se veía como algo privado sino como una
institución social, es decir, como una estructura esencial para la
correcta articulación de la sociedad. Planteamiento que producía,
a su vez, una visión especialmente positiva de las dimensiones
familiares que más influyen en este aspecto: procreación,
producción y transmisión de riqueza, relación con otras familias,
etc.
• A veces se ha indicado que, precisamente por esta importancia
social tan grande, este tipo de familia habría infravalorado los
aspectos afectivos e interpersonales a favor de los elementos
objetivo-institucionales. Parece que se puede afirmar,
efectivamente, que en la familia tradicional se dio una cierta
primacía de la institución sobre el individuo que se manifestó,
entre otras cosas, en un fuerte influjo del grupo familiar en las
decisiones matrimoniales, profesionales y educativas de sus
miembros.
La familia nuclear
Debido a los procesos de modernización social, la familia tradicional no
fue capaz de resistir los enormes cambios derivados de estos hechos y
los fenómenos que modificaron esta estructura fueron,
fundamentalmente dos (J.M. Burgos, 2001)9. La industrialización
desempeñó un papel decisivo al separar el lugar de trabajo del lugar
de la familia. La introducción de los modernos métodos de producción
industrial hizo que ya no fuera posible trabajar solo o
fundamentalmente en el entorno familiar y de este modo
desaparecieron muchas de las funciones que la familia cumplía antes.
Dejó de ser un centro de producción económica y un lugar de
formación profesional, por lo que disminuyó también su papel
socializador.
Un segundo fenómeno, ligado al de la industrialización, fue el
del urbanismo. El traslado del campo a la ciudad implicó para las
familias un corte radical con su cultura campesina y,
consiguientemente, un fuerte desarraigo social y un debilitamiento de
las relaciones de parentesco, que son mucho más difíciles de mantener
en las ciudades industriales por la mayor movilidad, los problemas de
alojamiento, etc.
Una de las consecuencias que produjo el conjunto de estos cambios
fue la privatización de la familia. Al desaparecer muchas de sus
antiguas funciones dejó de ser vista como una institución social y
empezó a considerarse fundamentalmente como un lugar de
relaciones personales, un espacio privado colocado fuera del conjunto
de la realidad social. Conectado a este fenómeno se encuentra
también el de la reducción de la familia, en primer lugar, porque
disminuyó el número de hijos, pero también porque el desarraigo
urbano mermó notablemente las relaciones con los parientes.
El resultado de todo este proceso es lo que se ha denominado familia
nuclear y que podemos describir sintéticamente del siguiente modo:
está compuesta por los padres con algunos hijos y quizá algún familiar,
los cuales crean un ambiente privado –fuertemente separado tanto de
la sociedad como del trabajo del padre- en el que se concede una
importancia nueva y relevante a las relaciones interpersonales, tanto
entre la pareja como entre los padres y los hijos. Cambia parcialmente
el papel de la mujer, que adquiere una mayor igualdad con el hombre,
pero al mismo tiempo se produce una división muy precisa de
los roles familiares: al hombre le corresponden los papeles sociales y
productivos fuera del hogar y, a la mujer, los afectivos y privados en su
interior.
Este proceso evolutivo se llegó a interpretar como un fenómeno social
que implicaría necesariamente una pérdida de importancia de la
familia en la sociedad moderna, pensándose incluso que la familia
había sido importante en el pasado, pero que no era una estructura
social necesaria que incluso llegaría a desaparecer. La posición más
científica fue la propuesta por T. Parsons (1955)9que estableció una
correlación entre nuclearización de la familia, pérdida de poder y
especialización funcional. Es decir, por un lado, se ha instaurado un
proceso de pérdida de funciones (económica, educativa, social, etc.)
por el que la familia nuclear, al contrario de la familia tradicional, no
sería capaz de desarrollar tales funciones y sería poco a poco
sustituida por otras estructuras sociales (industria y mercados,
colegios, medios de comunicación, Iglesia, etc.). Pero, a su vez, la
familia se especializaría en el desarrollo de unas pocas funciones, pero
muy importantes: la estabilización de la personalidad adulta y la
socialización primaria de los hijos.
Gracias a la existencia de una relación mucho más dinámica y
compleja entre la estructura social y la familia que la que existía en el
pasado, la familia nuclear desempeñaba un conjunto de funciones no
de modo exclusivo, sino compartiéndolas con la sociedad y que
podemos especificar en las siguientes10:
1) Función económica. La familia continúa siendo importante desde
el punto de vista económico en lo referente al consumo y a la
gestión del presupuesto familiar, pero también en el volumen de
actividad comercial ligado a empresas familiares.
2) Funciones educativas y de socialización primaria. A pesar de la
creciente importancia del centro escolar y de otras entidades
educativas, la familia resulta fundamental en la formación de la
personalidad del niño y del adolescente.
3) Funciones de socialización secundaria. La familia continúa
influyendo de manera importante en la inserción de la persona en
la sociedad y en el mundo del trabajo a través del patrimonio
cultural, las motivaciones, las oportunidades y los apoyos que dé a
sus miembros.
4) Asistencia y cuidado de los miembros más débiles de la sociedad.
Aunque hoy están sólo de manera parcial a cargo de la familia, su
papel es todavía muy importante y en la mayor parte de los casos
insustituible.
5) Funciones de estabilización de la personalidad y de control
socio-cultural. Por la propia complejidad de la sociedad y el
creciente proceso de individualización aumenta la importancia de la
familia como lugar de afianzamiento de la identidad individual.
Sin embargo, es también cierto que pese a todo existe una falta de
concienciación por parte de la sociedad, de los medios de
comunicación social e incluso de la misma familia respecto a la
importancia de todas las funciones sociales que desempeña y que
dependen de ella.

La transformación de la familia nuclear


La familia nuclear existe ciertamente y se podrá decir que en general
es el modelo que caracteriza la estructura familiar en nuestra
sociedad, pero ha sufrido últimamente tantas modificaciones que
permiten plantearse la posibilidad de hablar de un nuevo tipo de
familia, o, incluso, de una pluralidad de modelos según lo que parece
ser característico de las sociedades post-modernas. Pero estos nuevos
tipos de vida familiar todavía no pueden ser descritos de modo
preciso porque se encuentran en intensa evolución. Por la gran
rapidez con que se producen los cambios todavía hoy no es posible
establecer parámetros claros y precisos para caracterizarla. Por eso
hay autores (Martinelli, 1994)11que denominan este proceso familia
post-moderna, precisamente porque el término postmoderno indica
un periodo de transición que se da cuenta principalmente de lo que le
diferencia del pasado, pero no tiene todavía una conciencia de la
propia personalidad. Y otros autores (Del Campo, 1991)12 hablan en
términos más sociológicos de familia posnuclear.
J.M. Burgos (2001)13 identifica algunas de las líneas de fuerza, que en
su opinión son dos. La primera es la existencia de una crisis social y
de un sentimiento de crisis; la segunda, la presencia de un profundo
proceso de transformaciones culturales.

La transformación como crisis social


Parece evidente la existencia en nuestra sociedad de una crisis social,
es decir, de un debilitamiento y ruptura de las principales estructuras
familiares. La familia nuclear parece que se reduce poco a poco
(padre y madre con uno o dos hijos, o ninguno) y después se
fragmenta: familias monoparentales, familias unipersonales, las
familias de los divorciados, las familias de hecho, las convivencias, las
uniones de homosexuales, etc. Aun aceptando su existencia y entidad
se ha subrayado que hay que estudiarla y comprenderla teniendo
muy claro que hoy, en la mayor parte de los países occidentales, el
modelo de familia clásico y estable continúa siendo la elección
habitual de la mayor parte de los ciudadanos. Esto significaría que
nos encontramos ante una crisis parcial, que está erosionando un
modelo que, sin embargo, es todavía el más común y aceptado. Y, por
otro lado, no parecen encontrarse los remedios adecuados para
invertir la tendencia hacia la atomización y fracturación de los núcleos
familiares que caracteriza hoy a las sociedades occidentales.

La transformación como cambio social y cultural


Debido a los cambios sociales y culturales la familia nuclear está
inmersa en un profundo proceso de transformación y en una
exposición un tanto somera, podemos determinar los siguientes
factores.
• La inserción de la mujer en el mundo del trabajo es uno de los
factores esenciales que ha modificado la estructura familiar. Se
trata, ciertamente, de un hecho positivo ya que permite a la
mujer desarrollar todas su cualidades personales, pero este
hecho plantea, al mismo tiempo, cuestiones y dificultades
completamente nuevas y de solución muy difícil, ya que la
mujer, sobre todo en los primeros años del matrimonio, cuando
los hijos son pequeños ejerce un papel decisorio para la
estabilidad y fortaleza de la familia, pero todavía se está lejos de
encontrar sistemas adecuados que permitan compatibilizar
correctamente el desempeño de las actividades profesionales y
las familiares.
• El logro de la igualdad entre el hombre y la mujer es asimismo
una novedad importante y positiva que ha supuesto una
revolución en la estructura familiar pero que, por eso mismo, no
está exenta de problemas. Por una parte, favorece una relación
de igualdad entre la pareja que, además de ser adecuada,
contribuye a aumentar el clima de confianza y de respeto mutuo.
Pero plantea el problema de la caracterización y especificación
de la diversidad, como se advierte fácilmente en la cuestión de la
distribución de los roles familiares en el hábitat doméstico.
• Otro factor importante son los problemas demográficos propios
de las sociedades desarrolladas y que influyen en la familia de
manera diversa. Por ejemplo, el alargamiento de la vida media de
las personas unido también a la disminución de los nacimientos,
hace que la vida de la pareja sin hijos se alargue mucho con
respecto a otras épocas, lo que crea situaciones nuevas que hay
que aprender a gestionar (esto es particularmente importante
para la mujer si no tiene un trabajo fuera del hogar); en otro
sentido, el envejecimiento global de la sociedad crea a veces
situaciones complejas: aumento de ancianos solos y sin familia o
de ancianos que causan problemas en la familia de quien
dependen. Otro elemento de tipo demográfico, la caída
dramática de la fecundidad en algunos países produce un
empobrecimiento de la riqueza humana dentro de la familia.
• La mentalidad divorcista supone un cambio en la concepción
del matrimonio, que ya no se ve como una elección para toda la
vida, sino como un contrato, una prestación recíproca de
servicios que se puede rescindir en cualquier momento: “hace
renunciar al compromiso de vincularse establemente con otra
persona y generar hijos, o bien induce a considerarlo como una
de tantas ´cosas´ que es posible tener o no tener, según los
propios gustos, y que entra en competición con otras
posibilidades” 14.
• La secularización, un fenómeno muy difundido en nuestra
sociedad, no es un factor estrictamente familiar, pero tiene su
importancia porque la falta de un punto de referencia religioso
claro atenúa la disposición moral que resulta necesaria para
cumplir los compromisos que requiere una familia estable o
mantener una actitud positiva y coherente en relación con la vida
humana.
• La ingeniería reproductiva es un nuevo mundo que posee toda
la fascinación, los peligros y las promesas de lo desconocido.
Crea posibilidades ignoradas hasta ahora que pueden favorecer
una procreación digna del hombre y la superación de antiguas
dificultades, pero plantea también muchos problemas morales
cuya causa fundamental es la separación que la técnica ha
hecho posible entre sexualidad y procreación. La fecundación in
vitro, las madres de alquiler, los tratamientos de fertilidad, los
problemas ligados a la clonación, la superación de situaciones de
esterilidad, etc., son situaciones nuevas y con un trasfondo
cultural de gran calado que todavía deben asimilarse tanto desde
un punto de vista moral como cultural.
• La sexualidad juega un papel mucho más importante que en el
pasado. Antes se consideraba, fundamentalmente, como una
potencialidad esencialmente orientada a la reproducción. Hoy, en
cambio, sin negar ese aspecto evidente, se tiende a considerarla
también como un valor en sí mismo, independientemente de sus
efectos reproductivos. De ahí surge toda una cultura de la
sexualidad –hoy en día claramente descontrolada y
artificialmente exagerada, que afecta de modo muy directo al
modo con que se viven las relaciones de pareja desde el mismo
inicio de la adolescencia.
• Por último, los medios de comunicación plantean problemas muy
especiales. Son actualmente piezas fundamentales en la
formación de la mentalidad y del comportamiento y están
creando nuevas e insospechadas formas de comunicación entre
los hombres. Sin embargo, resulta evidente que en los medios de
comunicación predominan hoy en día modelos sociales
contrapuestos a los valores familiares.
Todos estos factores no se presentan uno por uno sino conectados entre
sí con la complejidad típica de las sociedades posmodernas, lo que
dificulta la misma elaboración de los modelos de referencia cultural ya
que las variables en juego son tantas que parece, en la práctica, que
debería ser cada familia la que diera su respuesta individual al conjunto
de problemas y de cuestiones con las que se enfrenta. Pero todo esto
también tiene su parte positiva ya que, efectivamente, se puede ver
como una llamada a la iniciativa, a la creatividad y a la responsabilidad
personal para hacer que esta libertad tan amplia y promovida por los
recientes cambios sociales adquiera en el propio ámbito de vida y de
trabajo una forma adecuada al desarrollo de los valores familiares.
Notas
1. Coping with change. UNICEF News 89:3, 1976.
2. A.T. López de Llergo. La familia funcional, pg. 47. En Pensar la familia de Andrés
Gallego J.; Pérez Adán J (Eds.). Ediciones Palabra. Madrid, 2001.
3. Walsh F, Conceptualizations of normal family processes, en Normal Family Processes,
2nd Edition, Guilford, New York, 1993, pg 45.
4. Ackerman N. Diagnóstico y tratamiento de las relaciones familiares, Paidós, Buenos
Aires, 1961
5. Glick I.D., Berman E., Clarkin, J y Rait, D. Terapia conyugal y familiar, Aula Médica,
Madrid, 2003
6. J.M. Burgos, Hacia un nuevo modelo de familia, en Pensar la familia, Andrés
Gallego, ; Pérez Adan J., (Eds). Ediciones Palabra. Madrid, 2001.
7. G. Campanini, Realitá e problemi della famiglia contemporanea, en Compendio di
sociología de la famiglia, Paoline, Milano 1989, pp.30 ss.
8. Cfr. J. M. Burgos, Hacia un nuevo modelo de familia, pg.79 ss, en Andrés Gallego J.;
Pérez Adán, J. (Eds). Pensar la familia. Ediciones Palabra. Madrid, 2001.
9. T. Parsons, R.F. Bales, Family, Socialization and Interaction Process, Free Press,
Glencoe 1955.
10. Cfr. P.P. Donati, P. di Nicola, Lineamenti di sociología della famiglia. Un approccio
relaciónale all´indagine sociologica, en “La Nuova Italia Científica”, Roma 1991, pp 43-
58.
11. Cfr. S. Martinelli, Le famiglie in Italia. Cambiamenti sociodemografici e tranformazioni
culturali,La societá, 2 (1994), pp. 345 ss.
12. Cfr. S. del Campo, La “nueva” familia española, Eudema, Madrid 1991, pp. 15-30.
13. J.M. Burgos, Hacia un nuevo modelo de familia, en Andrés, j; Pérez, J. (Eds.), en Pensar
la familia. Ediciones Palabra, Madrid 2001 pp. 87 ss.
14. Juan Pablo II, Centesimus annus, n. 39

© 2012 Instituto de Ciencias para la Familia | Universidad de Navarra.

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