NOTAS Familia Acogida Incondicional Del Otro
NOTAS Familia Acogida Incondicional Del Otro
NOTAS Familia Acogida Incondicional Del Otro
La primera de ellas tiene que ver con el hecho de que nos acercamos al otro,
desde la necesidad que tenemos por empatizar, pero también para en la medida
de lo posible evitar el dolor evitable, siempre, haciéndolo desde nuestro esquema
conceptual de referencia operativo, y porque me refiero al ECRO, porque
considero que al trabajar con otros seres humanos que resuenan y contienen lo
hacemos poniendo en juego, en acción nuestra propia experiencia, esa que
atraviesa nuestra corporalidad, y nuestra conciencia, constituyéndose en los
elementos que van tejiendo nuestra permanencia y nuestra vocación.
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Desarrollo
En relación a las dos primeras consideraciones que plantee hace unos momentos
no profundizare en ellas, intentaré presentar algunas pinceladas sobre la tercera
de ellas como preambulo de la intervención: el personalismo comunitario. Según
Amitai Etzioni (Etzioni, 2001): “Una buena sociedad es aquélla en la que las
personas se tratan mutuamente como fines en sí mismas y no como meros
instrumentos; como totalidades personales y no como fragmentos; como
miembros de una comunidad, unidos por lazos de afecto y compromiso mutuo, y
no sólo como empleados, comerciantes, consumidores o, incluso, conciudadanos¨.
Usando la terminología del filósofo Martin Buber, una buena sociedad alimenta las
relaciones Yo-Tú, aunque reconoce el inevitable y significativo papel de las
relaciones Yo-cosas (Yo-Ello).
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realidad material o social y de cualquier otra persona humana. Jamás puede ser
considerada como mera parte de un todo” (2002, p. 410).
Por contraste, cuando comerciamos con todo eso nos posicionamos en el reino
instrumental (CAMISETAS), el cual es legítimo en la medida en que no se
entrometa o menos aún domine- en el de los fines. No podremos decir que
habitamos una buena sociedad si ni en los hogares, ni en los colegios, ni en el
trabajo, ni con la ayuda de las instituciones, ni en parte alguna aprendemos que
tratar a los demás como instrumentos es profundamente contrario a la ética, y que
tenemos responsabilidades para con la naturaleza, para con los otros, para con
sus familias, para con la comunidad y el mundo entero (Díaz, 2006).
Las comunidades son los principales entes sociales que alimentan las relaciones
basadas en fines (Yo-Tú), mientras que el mercado es el reino de las relaciones
basadas en medios (Yo- cosas). La relación Estado-ciudadano también tiende a
ser instrumental; por el contrario, la comunidad se basa en dos elementos,
reforzadores ambos de las relaciones Yo-Tú. En primer lugar, las comunidades
proporcionan lazos de afecto que transforman grupos de gentes en entidades
sociales semejantes a familias amplias. En segundo lugar, las comunidades
transmiten una cultura moral compartida: conjunto de valores y significados
sociales compartidos que caracterizan lo que la comunidad considera virtuoso
frente a lo que considera comportamientos inaceptables y que se transmiten de
generación en generación, al tiempo que reformulan su propio marco de referencia
moral día a día. Esa cultura moral puede contribuir a fortalecer significativamente
el orden social, al tiempo que reduce la necesidad de la intervención del Estado en
el comportamiento social. La cultura moral (que no ha de confundirse con ninguna
ideología moralista estatalista) se refunde continuamente para reflejar nuevas
necesidades, demandas y percepciones sociales, lo cual ocurre a través de un
proceso de especial importancia: el diálogo sobre los valores, que se compone de
muchos de esos ratos que pasamos juntos después de comer, de conversaciones
en bares, en desplazamientos, en el trabajo y en los medios de comunicación,
charlando sobre cuestiones con repercusiones morales, etc. Nada de lo dicho está
en contra de cada núcleo de reflexión (think tank) que se componen de
representantes de los principales sectores sociales afectados por la cuestión
estudiada y que dan a conocer las recomendaciones derivadas de sus propios
diálogos. Todo esto puede enriquecer la puesta en común, el debate y la altura de
las propuestas. Al fin y al cabo, la democracia supone mucho más que la
consecución de una mayoría (sólida o precaria) en el parlamento. Pues bien, estos
dos rasgos (lazos de afecto, cultura moral compartida) distinguen netamente a las
comunidades respecto de otros grupos sociales, por ejemplo de los grupos de
interés o lobbys, que carecen de lazos de afecto y de cultura compartida. No hay
que pensar ingenuamente que las comunidades hayan de ser necesariamente
lugares de amor fraterno entre hermanas y hermanos; en realidad, pueden ser
opresivas, intolerantes y desagradables. A pesar de todo, se ha comprobado que
quienes gozan del calor de las comunidades viven más tiempo, con más salud y
más satisfactoriamente que la gente desprovista de esa oportunidad; además
tienen significativamente menos enfermedades psicosomáticas y problemas
mentales que aquellos que viven aislados; con sus ansias de sociabilidad bien
saciadas, los miembros de las comunidades resultan mucho menos propensos a
unirse a pandillas violentas, sectas seudo-religiosas o grupos paramilitares. Por el
contrario, las más sanas son las comunidades que comparten lazos de afecto,
cultura moral y comunión religiosa; por último, los pueblos o las pequeñas
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ciudades de Norteamérica presentan índices de comportamiento antisocial
inferiores a los de las grandes urbes, en donde las comunidades son con
frecuencia más débiles.
Para ello, intentemos decir que es la familia, que se entiende por familia
Concepto
Estructura
Tipología
Pliego....
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diario, principalmente. Se trata de una unidad económica, preferentemente. Por lo
mismo, un hogar puede estar formado por una familia o varias familias, pero
también por personas que no tienen relación de parentesco alguno (hogares de
corresidentes); inclusive, hay muchos hogares conformados por personas solas
(hogares unipersonales).
Esquema 4
PRINCIPALES ESTRUCTURAS DE FAMILIA EN LAS SOCIEDADES DEMOCRÁTICAS:
ORGANIZACIÓN Y APLICACIÓN EMPÍRICA DE LAS DIMENSIONES ANALÍTICAS
Hijos
comunes
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II. ANÁLISIS DE LAS ESTRUCTURAS DE FAMILIA 1. Cantidad de población y
de hogares en México
Por su cantidad de población, México ocupa el 11o lugar a nivel mundial (United
Nations, 2019), con 126,014,024 habitantes en 2020, según el Censo de
Población y Vivienda de 2020 (véase tabla 2). En cuanto a la cantidad de hogares,
el país tiene 34 millones 987,915 unidades en dicho año, esto es, con 3.6
habitantes en promedio.
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procesos que llevaron a la disgregación del vínculo de pareja. Por lo mismo, son
familias seminucleares, sean ampliadas o no.
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Es evidente que la tipología de las familias en México nos dicen lo que les
duele y por consiguiente nos dan las pistas sobre la necesidad del
acogimiento que se hace prioritario, considerando que las familias pueden
optar por seguir dos vías...
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ANALISIS DE CASO
Las relaciones afectivas son aquellas que permiten a todo ser humano
satisfacer en forma apropiada una de sus mayores necesidades: la de ser
querido, apoyado, escuchado, tenido en cuenta, valorado por otros seres
humanos con los cuales pueda generar una relación centrada en el
reconocimiento ( p. 32).
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En las relaciones que se tejen con los otros, inicialmente en ese primer entorno
natural llamado familia, es donde los miembros que la forman aprenden y
evolucionan en términos físicos, psicológicos y sociales.
De allí que las vivencias afectivas sean fundamentales y tengan efectos a lo largo
de toda la vida, como lo expresa la siguiente frase de Rof, citado por Limón
(2011): “ese ‘otro’, su afecto, en último término, la calidad de su amor o de su
desamor, son quienes crean la base de nuestro destino” (p. 74).
Los procesos que tienen lugar en la familia, necesitan ser nombrados y analizados
con dete- nimiento, ya que son sistémicos e interactivos, de modo que cualquier
evento que afecte a uno de sus miembros repercute en todos los demás. La
enfermedad mental de un integrante de la familia y su hospitalización
comprometen el funcionamiento familiar y puede representar contrariedades y difi-
cultades, especialmente en la manera en la que se adaptan a la situación.
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Hay dos posturas que las familias pueden adoptar:
Las expresiones de cariño se advierten con la presencia del otro, la calidez de sus
palabras y gestos de ternura que brindan los familiares a sus integrantes; a partir
de as manifestaciones amorosas se van disminuyendo sentimientos de
abatimiento, aislamiento y tristeza que acompañan generalmente a algunos de los
integrantes de la familia. Lo que les lleva a encontrar en el otro la seguridad que
necesitan, empezar a sentir que son escuchados por sus familias, su autoestima
empieza a subir.
“Nada más eficaz que otra persona para comunicar vida al mundo que lo rodea o
para –con una mirada, un gesto o una observación– agostar la realidad que nos
aloja” (p. 26).
La familia está llamada a acoger y a dar hospitalidad como otro necesario para
sentirse vinculado en la vida cotidiana; detenerse implica ver de frente al otro,
saber que su presencia es cercana y que se está dispuesto a ofrecer apoyo. Es a
esto a lo que se llama acogida y hospitalidad.
Cuando hay pacientes que tienen familias que los apoyan, que los entienden, que
venga miremos qué es lo que está pasando, hablemos con el psiquiatra, ¿cómo
más podemos continuar el proceso psicológico?, y todo eso, son pacientes que
empiezan a tener una vida más funcional. (Testimonio de entrevistado).
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Este testimonio deja ver la vinculación que tienen algunas familias con el proceso
de hospitalización de su familiar y ello tiene efectos visibles en la recuperación del
paciente. Acompañar es acoger y brindar hospitalidad; en otras palabras, es
recepcionar al otro, hacerlo próximo, cercano. Hacerse responsable de él es un
acto de donación y alteridad.
Es imposible que exista una persona sola, porque la soledad frustra la misma
noción de persona (...) Si la persona es radical y está sola, se destruye su carácter
dialógico. La persona, que es intimidad, lleva consigo comunicación (...) Una
intimidad que fuera ella sola, en definitiva, se abriría a la nada. O la persona
encuentra a otra, es con otra, o es una pura desgracia (...) La persona es un ser
inter, no es un ser solo. La persona ha de saber quién es, pero no lo puede saber
si no es con otra (p. 44).
Uno de los aspectos más relevantes que transversalizan todas las etapas del ciclo
vital de las personas, es el vínculo afectivo; el cual tiene su expresión en la
posibilidad de construir lazos o uniones de cariño, compren- sión, tolerancia,
aceptación, empatía, apoyo, comunicación que se dan principalmente entre las
relaciones que establecen los padres con sus hijos y en su defecto los niños con
sus cuidadores (p. 56).
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manifiestan su interés por la pronta recuperación del mismo y por lo que pueda
suceder en el futuro con él. Así lo expresa el siguiente testimonio de una madre
cuando alude a los cuidados que le provee su hijo:
También me apoya, dándome consejos; que deje de estarme tomando con esas
pastillas, que yo ya sé que con eso me voy a morir, que lo que pasa es que voy a
quedar por ahí tirada en una cama como un vegetal. Lo que hace es darme
buenos consejos (Testimonio de entrevistado).
Este apartado centra sus resultados en los logros afectivos de las familias, como
gestoras y resilientes capaces de asumir la situación de hospitalización. Al
respecto dice Gradillas (1998): “Todo cuanto es bueno para los familiares en
términos de salud y fortaleza repercute positivamente en un miembro enfermo”
(p.14).
Muestra Gradillas (1998) que cuando existe una relación recíproca entre paciente
y familia, se hace visible la capacidad de apoyo; lo anterior pudo notarse en los
testimonios de los entrevistados, dado que las interacciones afectivas de
proximidad, cercanía e intimidad de las relaciones entre fa- milia y paciente, tiene
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efectos positivos en la familia y justo allí, cuando más se necesitan los unos de los
otros, como es el momento de hospitalización. La familia es el espacio clave para
la unión familiar y la materialización del amor que acoge, recibe y acompaña.
Algunas familias fueron vistas como el lugar más seguro y confiable que tienen los
pacientes diagnosticados por enfermedad mental, como lo expresa Oliveros
(2004):
Cada palabra, cada gesto, cada caricia o la ausencia de las mismas, dejan huellas
imborrables en la vida de las personas; por tal razón, el sufrimiento que expresan
algunos pacientes por no sentir- se amados, como lo muestra el siguiente
testimonio de una joven hospitalizada, que cuestiona a una mujer por el amor que
le tiene a sus hijos y dice:
Muy horrible porque a la señora le dije: señora usted que tiene varios hijos ¿usted
quiere a todos sus hijos? Cla- ro... y le dije: mi mamá no. Es que yo desde niña he
sufrido por la mamá que tengo” (Testimonio de entrevistado).
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Aquí el paciente expresa la carencia de ternura y cómo era una necesidad
escuchar y sentir el amor de su padre; al mismo tiempo, justifica al padre por su
forma de ser, “poco expresiva”, que le impedía ser diferente o mostrarse más
cercano y acogedor.
CONCLUSIONES
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