Historia Del Telescopio
Historia Del Telescopio
Historia Del Telescopio
Por el camino han quedado ligados a su desarrollo importantes aportes en la historia de la ciencia, como
la confirmación de la validez del sistema heliocéntrico de Nicolás Copérnico, el conocimiento cada vez
más detallado de los cuerpos que forman el sistema solar, y una comprensión cada vez más precisa de
la dinámica de las estrellas, las galaxias y de las leyes que rigen la conformación del Universo.
Y como trasfondo de estos descubrimientos, figuran de forma destacada las sucesivas mejoras
tecnológicas, especialmente en el campo de la óptica, que condicionaron las distintas etapas históricas
de preponderancia de los telescopios refractores o de los reflectores, a través de una prolongada carrera
entre lentes y espejos por obtener resoluciones cada vez mayores. Este recorrido ha sido culminado por
el momento con las redes interferométricas de grandes observatorios, y con la ampliación de las
radiaciones estudiadas para abarcar el espectro electromagnético completo, desde las ondas de
radio hasta los rayos gamma, pasando por la luz visible y las microondas.
Panorama general
Los primeros telescopios conocidos aparecieron en 1608 en los Países Bajos y se atribuyen a Hans
Lippershey (a cuyo nombre figura la patente conocida más antigua sobre el instrumento).1 Entre los
muchos otros que afirmaron haber hecho el descubrimiento figuran Zacharias Janssen, un fabricante de
lentes de Middelburg, y Jacob Metius de Alkmaar. Por otro lado, investigaciones posteriores sugieren que
pudo haber sido inventado en 1590 por el español Juan Roget,2345 cuyo hallazgo podría haber llegado
unos años después a los Países Bajos, donde sería patentado.
El diseño de estos primeros telescopios refractores consistía en una lente convexa -similar a una lupa-
en el objetivo y una lente cóncava en el ocular. Galileo utilizó este diseño tan solo un año después, en
1609. En 1611, Johannes Kepler describió cómo podía fabricarse un telescopio algo distinto, con una
lente en el objetivo convexa y una lente en el ocular también convexa, y ya hacia 1655, astrónomos
como Christiaan Huygens estaban construyendo potentes pero poco manejables telescopios
keplerianos con oculares compuestos.
La construcción del primer telescopio reflector "práctico" se le atribuye a Isaac Newton en el año 1668,
con un diseño que incorporaba un pequeño espejo diagonal plano, dispuesto para desviar la luz recogida
por el espejo esférico principal hacia un ocular montado en un costado del telescopio. La siguiente
mejora significativa en los telescopios de espejo fue introducida por Laurent Cassegrain en 1672, quien
describió el diseño de un reflector con un pequeño espejo secundario convexo para reflejar la luz a
través de un agujero central en el espejo principal.
Las lentes acromáticas, que reducen en gran medida la aberración cromática de las lentes de los
objetivos, permitiendo construir telescopios más cortos y funcionales, aparecieron por primera vez en
1733 en un telescopio fabricado por Chester Moore Hall, quien no hizo público su hallazgo. Sin
embargo, John Dollond tuvo acceso a una de las lentes67 de Hall, y consciente de su importancia,
comenzó la producción comercial de instrumentos ópticos acromáticos a partir de 1758.
Mejoras importantes en los telescopios reflectores fueron la producción de grandes espejos parabólicos
desarrollada por John Hadley en 1721; el proceso del plateado de espejos de vidrio introducido por Léon
Foucault en 1857;8 y la adopción de revestimientos aluminizados de larga duración en los espejos
reflectores a partir de 1932.9 El telescopio Ritchey-Chrétien, variante inventada alrededor de 1910
del reflector Cassegrain, aunque no se adoptó de forma generalizada hasta después de 1950, es una
configuración utilizada por muchos telescopios modernos (como el Telescopio espacial Hubble), gracias
a la mayor amplitud de campo visual que proporciona frente al diseño original de Cassegrain.
Durante el período de 1850-1900, los reflectores se vieron lastrados por los problemas que causaba la
poca durabilidad del brillo de la aleación metálica con la que se fabricaban los espejos, el speculum.
Este hecho propició que se fabricara un número considerable de "Grandes refractores", cuyo tamaño
creció con gran rapidez. El proceso culminó con la puesta en servicio en 1897 del refractor
del Observatorio Yerkes, con una lente de 1 m de diámetro. Sin embargo, ya se había alcanzado el límite
teórico del diámetro máximo de las lentes (condicionado por la excesiva deformación causada por su
propio peso suspendido), y a partir de la década de 1900 se construyeron una serie de reflectores con
espejos de vidrio cada vez más grandes, incluyendo el del Monte Wilson de 60 pulgadas (1,50 m), el
del Telescopio Hooker de 100 pulgadas (2,5 metros) (1917) y el de 200 pulgadas (5 metros) del Telescopio
Hale (1948).
De forma generalizada, la inmensa mayoría de los grandes telescopios de investigación desde 1900 han
sido reflectores. Entre 1975 y 1985 se construyeron numerosos telescopios de unos 4 metros (160
pulgadas) de apertura, eligiéndose emplazamientos de gran altitud en lugares como Hawái o el desierto
de Atacama chileno. El desarrollo de la montura altazimutal controlada por ordenador en los años 1970 y
de la óptica activa en la década de 1980 hizo posible una nueva generación de telescopios aún más
grandes, empezando por el Observatorio W. M. Keck de 10 metros (400 pulgadas) de 1993/1996, y
siguiendo por una serie de telescopios de 8 metros como el Very Large Telescope del Observatorio
Europeo Austral, el Observatorio Gemini o el Telescopio Subaru.
La era del radiotelescopio (en paralelo al desarrollo de la radioastronomía) nació con el afortunado
descubrimiento realizado por Karl Guthe Jansky de una radiofuente espacial en 1931. Otros muchos
tipos de telescopios fueron desarrollados en el siglo XX para una amplia gama de frecuencias, desde las
ondas de radio hasta los rayos gamma. El desarrollo del primer observatorio espacial después de 1960
permitió el acceso a varias bandas imposibles de observar desde la superficie terrestre, incluyendo
los rayos X y las bandas de longitud de onda más largas, como la radiación infrarroja.