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Antropologia Cultural e Historia de Los Pueblos Andinos - ACV

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Historia de los pueblos

andinos del Ecuador


El siguiente es un mito de origen de los cañaris, versión de un abuelo contada
a un sacerdote, el mismo que ha sido transferido de generación en generación.

Cuenta la historia que, hace mucho tiempo, en la región de los cañaris, hubo un
gran diluvio; llovió muchos días, el nivel de las aguas subía cada vez, la gente se
dirigió a los cerros, pero, casi todos se inundaron, salvándose solamente dos
hermanos, quienes tuvieron la suerte de subir al cerro Wakayñán, que era el cerro
sagrado y el más alto.

Luego de varios días, mientras bajaba el nivel de las aguas, los dos hermanos
tuvieron hambre y decidieron salir de la cueva en busca de alimento. Al no encontrar
nada regresaron al lugar pero, al llegar, se encontraron con la agradable sorpresa
de que en la cueva había exquisitas arepas de maíz y chicha. Comieron muy
contentos mientras se preguntaban: ¿quién habrá dejado esto? Con esta gran
curiosidad, se pusieron de acuerdo en que el hermano mayor se quedaría en la
cueva, mientras que el hermano menor saldría a seguir buscando alimento. El
hermano mayor se escondió y al medio día se aparecieron dos hermosas

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guacamayas con cara de mujer que traían alimentos. Observó muy asombrado,
intentó atraparlas, pero no tuvo suerte. Al regreso de su hermano le contó lo
sucedido, pero éste se enojó y le dijo: “mañana me quedo yo”. Así lo hicieron, el
hermano menor se quedó. Mientras se escondía, nuevamente aparecieron estas
hermosas guacamayas; él sí pudo atrapar a la primera guacamaya con la que se
casó y tuvo siete hijos, con los cuales, de generación en generación, poblaron la
gran nación cañari.

MITO
Narración que describe y retrata, en lenguaje simbólico, el origen de los elementos y
supuestos básicos de una civilización. La narración mítica cuenta, por ejemplo, cómo
comenzó el mundo, cómo fueron creados seres humanos y animales y cómo se originaron
ciertas costumbres, ritos o formas de las actividades humanas.

El mito es un fenómeno cultural complejo que puede ser encarado desde varios puntos de
vista. Sin embargo, como su naturaleza es totalizadora, el mito puede iluminar muchos
aspectos de la vida individual y cultural. Casi todas las culturas poseen o poseyeron
alguna vez mitos y vivieron en relación con ellos.

Difieren de los cuentos de hadas y de los tradicionales en el tiempo narrativo, diferente del
tiempo ordinario, ya que se desarrollan en un tiempo anterior al nacimiento del mundo
convencional. Por otro lado, como los mitos hablan de dioses y procesos sobrenaturales,
se les relaciona con la religión y, dado que su naturaleza es explicar la cosmología, son
elementos fundamentales para comprender la vida individual y cultural de un pueblo.

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Desde los inicios de la cultura occidental, el mito ha planteado un problema de significado
e interpretación, que ha generado controversias sobre el valor e importancia de la
Mitología.

MITOLOGÍA
Estudio e interpretación del mito y cuerpo de los mitos de una cultura particular.

TRADICIONES MÍTICAS OCCIDENTALES


El debate sobre Mito, Razón o Historia expresa mejor el significado de la realidad de los
dioses, los hombres y la naturaleza y ha continuado en la cultura occidental como un
legado de sus tradiciones más antiguas. Entre este legado figuran los mitos griegos.
Adoptados y asimilados por los romanos (…). proporcionaron inspiración literaria,
filosófica y artística incluso a períodos recientes como el Renacimiento y la época
romántica. Las tribus germanas proporcionaron otro cuerpo de tradición. Después de que
estas tribus llegaron a ser parte de la Cristiandad, elementos de sus mitologías persistieron
como sustrato folclórico de varias culturas europeas.

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CLASES DE MITOS
Los mitos pueden clasificarse según el tema dominante que revelan.

Mitos cosmogónicos

Habitualmente, el mito más importante en una cultura, el que llega a ser el modelo
ejemplar de todos los demás, es el mito cosmogónico. Cuenta cómo fue el origen del
mundo. En algunos relatos, como el primer capítulo del Génesis bíblico, la creación del
mundo procede de la nada (creatio ex nihilo). Los mitos egipcios, australianos, griegos y
mayas también hablan de la creación a partir de la nada. En la mayoría de estos mitos,
las deidades son todopoderosas. La divinidad puede permanecer en el primer plano y
convertirse en el centro de la vida religiosa, como en el caso de los judíos, o puede
retirarse y llegar a ser una divinidad distante o periférica, como en los mitos de los
aborígenes australianos, griegos y mayas.

Mitos de los héroes culturales

Otros mitos describen las acciones y el carácter de los seres que son responsables del
descubrimiento de un artefacto cultural o proceso tecnológico particular. Éstos son los
mitos del héroe cultural. En la mitología griega, Prometeo, que robó el fuego a los dioses,
es un prototipo de esta figura. En la cultura de los dogones, el herrero que roba semillas
para la comunidad humana del granero de los dioses es semejante a Prometeo. En
Ceram, Indonesia, Hainuwele es también una figura de esa clase: de los orificios de su
cuerpo, ella abastece a la comunidad con abundancia de bienes imprescindibles y
superfluos.

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Mitos de nacimiento y renacimiento

Habitualmente relacionados con los ritos de iniciación, los mitos de nacimiento y


renacimiento enseñan cómo puede renovarse la vida, modificar el tiempo y transformar a
los humanos en nuevos seres.

En los mitos sobre la llegada de una sociedad ideal (mitos milenaristas) o de un salvador
(mitos mesiánicos), los temas escatológicos se combinan con los temas del renacimiento
y la renovación. Mitos milenaristas y mesiánicos se encuentran en culturas tribales de
África, Sudamérica y Melanesia, así como en el judaísmo, el cristianismo y el islam. Las
mitologías que acompañan los cargo cults (literalmente cultos del carguero) tienen
invariablemente elementos milenaristas y mesiánicos. Se trata de movimientos religiosos,
registrados en culturas tecnológicamente pobres, tales como las de Melanesia a finales
del siglo XIX, basados en la esperanza de que llegue un envío o cargamento de los dioses.
Según esta creencia milenarista, surgida entre los nativos en su contacto con los
navegantes occidentales, llegará un día un navío cargado con toda clase de bienes
deseables, procedentes de una sociedad opulenta.

Mitos de fundación

Desde la aparición de los centros urbanos, alrededor del siglo IV y III a. C., algunos mitos
de creación han narrado la fundación de ciudades. Éstas se desarrollaron fuera de los
centros ceremoniales, que se consideraban extraordinarias manifestaciones del poder
sagrado. Esta manifestación permitía la expresión del poder en un lugar específico, lo que
acentuaba el valor de la vida humana sedentaria. El mito de Gilgamesh en Babilonia y el
de Rómulo y Remo en Roma son mitos de fundación.

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ESTUDIOS SOBRE EL MITO
La mitología ha atraído a investigadores de muchos campos del saber. Algunos han
estudiado los mitos con la ayuda de materiales de la Historia, la Arqueología, la
Antropología y otras disciplinas. Otros han encontrado en los mitos materiales útiles para
sus respectivas especialidades, como en el caso de la Lingüística y la Psicología, por
ejemplo.

El mito como lenguaje

Como el mito es una narración, muchos intentos de comprensión se han centrado en su


estructura lingüística. Hay quien busca el significado del mito en la historia y estructura del
lenguaje mismo.

Mito y conocimiento

Las teorías que afirman que el mito constituye una forma y una vía de conocimiento son
tan antiguas como la interpretación misma del mito. Los filósofos clásicos griegos
señalaron la imbricación de los modos mítico y racional, lo que puede también observarse
en la insistencia de Orígenes, un padre de la Iglesia del siglo III, en que la revelación
cristiana de Dios en Cristo puede comprenderse mejor en términos míticos.

Mito y sociedad

La comprensión filosófica y especulativa del mito, plantea la cuestión del vínculo entre
mito y sociedad, como la del filósofo italiano Giambattista Vico, en su Scienza nuova (La
nueva ciencia, 1725). Vico expuso una teoría de cuatro etapas para el desarrollo del mito
y la religión en Grecia. La primera etapa expresaba la divinización de la naturaleza: el

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trueno y los cielos se convierten en Zeus, y el mar se convierte en Poseidón. En la segunda
etapa, aparecen los dioses relacionados con la domesticación y la dominación de la
naturaleza: Hefesto, dios del fuego, Deméter, diosa del grano. En la tercera etapa, los
dioses encarnan las instituciones y grupos civiles: Hera, por ejemplo, es la institución del
matrimonio. La cuarta etapa se expresa en la total humanización de los dioses, tal como
se encuentra en Homero.

Mito y psicología

La psicología encontró en el mito material para delinear la estructura, el orden y los


mecanismos, tanto de la vida psíquica de los individuos como del inconsciente colectivo
de la sociedad. Sigmund Freud utilizó temas de las estructuras mitológicas más antiguas
para ejemplificar los conflictos y mecanismos de la vida psíquica inconsciente (por
ejemplo, en sus complejos de Edipo y de Electra). Carl Jung, en sus interpretaciones
psicológicas del vasto cuerpo de mitos recogidos de diferentes culturas de todo el mundo,
consideró evidente la existencia de un inconsciente colectivo que todos comparten.
Desarrolló la teoría de los arquetipos —modelos de influencia decisiva, y a la vez de
emociones e ideas —que se expresan en conductas e imágenes. Tanto Jung como Freud
consideraron los sueños como expresiones de la estructura y mecanismos de la vida del
inconsciente. El sueño, señalaban, se asemeja en muchos de sus detalles a la narración
del mito en culturas en las que éste aún expresa la totalidad de la vida.

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DESARROLLO HISTÓRICO,
SOCIOECONÓMICO Y CULTURAL DE
LOS PUEBLOS DEL ECUADOR

Descubrimientos arqueológicos indican que la Costa del Ecuador fue punto de


partida de las culturas sedentarias tempranas del continente, las cuáles en Europa
se denomina “Neolíticas” y en América “Formativas”. Para evitar nacionalismos
arqueológicos en este contexto, quisiera citar a un arqueólogo e historiador
peruano que nos dice:

…la alta cultura de América toda, la de México, Colombia como la del Perú, traen
vinculaciones que explican su parecido en su desarrollo y… las mismas se deben
a que la costa ecuatoriana, según los conocimientos actuales, partió del
Formativo… hacia el Norte y Sur motivando los primeros pasos de la Alta Cultura
Americana (Kauffmann 1980: 153).

Las primeras plantas que se cultivaban en esta región eran el algodón y una especie de
calabaza que aún ahora se usa como cuenco y recipiente, además de una variante muy
temprana de maíz. Se utilizaban diversos nichos ecológicos y la gente vivía de la pesca,
la caza y la agricultura, A la cultura más temprana o “fase” establecida a partir de hallazgos
arqueológicos se la ha llamado Valdivia y se calcula que existió entre 2 000 y 4 000 años
antes de Cristo.

Un paso muy importante en la comprensión de lo más característico de las culturas


andinas es el modelo ”de archipiélago vertical” de John Murra (Murra, 1975). Él toma como
punto de partida la gran variación ecológica de la región andina y su conexión con las
diferentes altitudes. El modelo de “archipiélago” muestra cómo las sociedades andinas
lograron utilizar diversos nichos ecológicos situados a altitudes diferentes. Este modelo se
basa en la realidad ecológica de la región central de los Andes, donde existen bastas
mesetas y, por ello, grandes distancias entre los montes y llanuras. Murra llama “control
vertical” sobre diferentes nichos ecológicos al hecho de que un solo grupo culturalmente
homogéneo, tenga asentamientos, pequeñas “colonias o islas poblacionales” en medio de
otros grupos, que habitan en zonas localizadas a distinta altitud. Así “sacrificaban la
continuidad territorial por la independencia económica” (Salomón, 1980: 33).

Las condiciones ecológicas y geográficas son, sin embargo, diferentes en el norte de la


cadena montañosa. Se puede decir que existen dos tipos de terreno en los Andes: “Andes
de Puna” y “Andes de Páramo”. La “puna” se caracteriza por estar formada por zonas
secas de estepas y montes y por tener grandes variaciones de temperatura al día. (…) A
las zonas montañosas que tiene más precipitaciones, menos cambios de temperatura y
que, en general, son más bajas, se las denomina “páramo”. En Ecuador hay “páramo”, no
“puna”; aquí los Andes de dividen en dos cadenas montañosas que corren paralelas y que
forman las llamadas “hoyas interandinas”, que son más paralelas. Son zonas muy
pobladas, localizadas a una altura de entre 2 000 y 3 000 metros. Varios ríos que
desembocan unos en el Pacífico y otros en el Amazonas al este, cruzan la región. La zona
montañosa tiene entre 50 y 80 Km. de ancho siendo, de este modo, más agosta que la
zona central de los Andes, donde hay vastas estepas en la “puna”, especialmente en las
zonas alrededor del lago Titicaca.

Para descubrir las condiciones de la situación política y económica pre-incásica en el


Ecuador, los etnohistoriadores han desarrollado un modelo basado en las ideas de Murra
que toma en cuenta las condiciones ecológicas y características del “páramo”. Al ser
menores las distancias entre los nichos ecológicos situados a diferentes alturas, las “islas
poblacionales”, localizadas en distintos lugares, parecen haber sido menos frecuentes. En
este caso, la estrategia utilizada en la explotación de diferentes nichos ecológicos, se
denomina “micro-verticalidad”.

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En grandes partes de la Sierra se encontraba y se encuentra aún hoy en día… un fenómeno
que se podría denominar “microverticalidad”. Se distingue de la “macroverticalidad” descrita
por John Murra (1975) por falta de las “islas habitadas“, que caracteriza el sistema
archipiélago como tal. Microverticalidad quiere decir que los habitantes de un pueblo, tenían
campos situados en diferentes pisos ecológicos alcanzables en un mismo día con la
posibilidad de regresar al lugar de residencia por la noche (Oberem, 1981: 51).

Modernos etnohistoriadores han descrito la situación política en la región norte de los


Andes como una red de “señoríos”. También se han desarrollado hipótesis que, a partir de
las condiciones ecológicas, pretenden explicar por qué las culturas de la región de los
Andes no formaron imperios, como lo hicieron las culturas del Huari e Inca en la región de
la “puna”.

Al parecer, los diferentes señoríos que existían antes de la conquista incásica, tenía un
sistema económico que hacía posible el acceso a productos de diferentes zonas
ecológicas. Los señoríos estaban relacionados entre sí a través de lazos de parentesco y
de alianzas matrimoniales, y buena parte del intercambio entre zonas ecológicas y
señoríos ocurría a nivel familiar, tanto si se trataba de servicios como de objetos. Al
mismo tiempo, los señoríos tenían, a veces, conflictos entre sí; hay fuentes que
mencionan batallas entre pueblos de Pimampiro y Caranqui (al norte de Otavalo) y entre
Caranqui y Otavalo.

Mientras en la región central de los Andes el mismo sistema de archipiélago puede haber
hecho innecesaria la existencia de formas usuales de comercio, en la región norte existía,
en ese tiempo, un grupo de gente formado por comerciantes profesionales que tenían
relaciones con los señoríos. A este grupo se los llamaba mindaláes y, posiblemente,
estaba integrado tanto de hombres como de mujeres. Su actividad comercial se
combinaba con otras formas de intercambio existentes en la zona (Salomón, 1980). En el
siglo XVI, Otavalo era famosa por la actividad comercial existente, que implicaba prestigios
y privilegios para aquellos que se dedicaban a esta actividad. Así, el hecho de que los

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otavaleños también son famosos en nuestros días por sus actividades comerciales,
parece tener sus raíces en un tiempo lejano.

(Texto tomado de: KAARHUS Randi, Historias en el Tiempo–Historias en el Espacio, Quito, Ed.
TINCUI/CONAIE – ABYA YALA, 1989, pp. 64 – 69)

LA CULTURA DE LOS ANDES DEL


PÁRAMO
Como se ha dicho anteriormente, los Andes septentrionales o del páramo involucran a
Colombia y Ecuador. Se considera que las culturas prehispánicas que se desarrollaron en
esta subregión carecen del protagonismo cultural que tuvieron las zonas “nucleares” o de
grandes focos de civilización: como las de México y Guatemala, en Mesoamérica y Perú
en América del Sur.

Sin embargo, hay evidencia de que en los Andes septentrionales se establecieron las
culturas andinas más antiguas, desde las culturas nómadas de cazadores y recolectores
de moluscos, correspondientes al paleolítico (9 000 a. C. al 3 000 a. C.), hasta las primeras
culturas agrícolas, y por tanto, sedentarias y productoras de cerámica, como la cultura
Valdivia del Ecuador (4 000 – 3 000 a. C.) o la de Puerto Hormiga, en el norte de Colombia
(3 000 a. C.), cuyo desarrollo se difundió primero en el bajo Orinoco y, más tarde, en los
rublos caribeños.

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Quiere decir que entre el sur de Colombia, todo el Ecuador y el extremo norte del Perú se
formó una área cultural, cuya columna vertebral fue la cuenca del río Guayas, zona tropical
muy rica, con extensas sábanas de bajo cultivo, y en donde se desarrollaron contactos
intensos con la Sierra y la región amazónica.

Si bien los cazadores y recolectores que poblaron el continente debieron establecerse en


las tres regiones geográficas (Costa, Sierra y Amazonía), como lo demuestran los
hallazgos de El Inga, cerca de Quito y de Chobshi, en el Azuay, fue en la península de
Santa Elena en donde se inició la agricultura. Esta región es clave para la definición de la
domesticación de las plantas tropicales o macrotérmicas del área andina. Las muestras
más antiguas corresponden a la fase conocida como Las Vegas -en santa Elena- (6 500
– 500 a. C.), a la que se remontan las evidencias de una agricultura incipiente, pre-
cerámica.

Los primeros vestigios de cerámica aparecen en Achallán, en Santa Elena; San Pedro, en
Valdivia; y Paita en Piura. La cultura Valdivia (3 000 a. C.) era una cultura de agricultores
aldeanos que ya cultivaba el maíz y nos dejó un rico legado de cerámica. En la época de
Valdivia, conocida como Formativa Inferior, aparece también la cultura Machalilla.

En el Formativo Superior surge la cultura Chorrera, la misma que ha dejado evidencias de


ser una cultura agrícola, con cerámica, y de haber mantenido intensos contactos con
grupos mesoamericanos como los Ocós, en Guatemala, y centros andinos, como Chavín
en Perú.

Las grandes culturas del área que estamos analizando se desarrollaron en la región
costanera; estas sociedades agrarias, de tipo tropical, domesticaron, en primer término, la
yuca. Sin embargo, pese a esta innovación tecnológica, no modificaron mucho su modo
anterior; de vida, esto parece explicarse por el hecho de que la yuca se da a lo largo del
año y porque es un producto perecible; y, para la época, todavía no se sabía cómo se la

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podía guardar y utilizar para hacer grandes desplazamientos y, por ende, la movilización
era todavía limitada.

Fue más tarde, una vez que cultivaron el maíz, cuando se experimentaron grandes
cambios, tanto en el ámbito de la producción como en el de la organización social.

Como el maíz es un producto estacional, su siembra y cosecha exigió un manejo


calendárico y el desarrollo de rituales propiciatorios, así como la construcción de obras
agrícolas y de irrigación: terrazas, andenes, camellones, tolas, canales.

Las relaciones de estas culturas con las culturas mesoamericanas datan desde el 500 a.
C., pero se intensificaron entre el 300 y el 100 a. C. Algunos autores sostienen que la
domesticación del maíz se dio como resultado de la influencia mesoamericana, otros
opinan que fue de origen local.

Entre el 500 a. C. y 500 d. C. aparecen las culturas regionales entre las que se destacan
la cultura San Agustín-Colombia, conocida por sus esculturas megalíticas y en cuya
iconografía se reconoce la influencia olmeca de la costa del golfo de México; la Quimbya
en Colombia, famosa por haber alcanzado la orfebrería de la mayor perfección técnica y
estética de toda la América precolombina, y la cultura Tumaco-Tolita, asentada en la
frontera colombo-ecuatoriana. La cultura Tolita es conocida por sus obras de cerámica y
orfebrería, particularmente por el uso de platino, metal que en Europa sólo sería fundido
en el siglo XVIII por medios químicos. También se destacaron las culturas Jama-Coaque,
Bahía, Guangalá; Tuncahuán y Vicús.

Estas culturas eran plenamente urbanas, manejaban los metales, aprovechaban los
recursos fluviales y marítimos y tenían fuertes intercambios con Mesoamérica,
particularmente con el occidente de México y con el área central andina, gracias a la
presencia de los mindalas –mercaderes especializados–. Jacinto Jijón y Camaño da

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cuenta de que en la Costa ecuatoriana existían ligas de mercaderes que practicaban un
tráfico de mercancías a corta, mediana y larga distancia.

Entre los artículos que comercializaban mediante el trueque, merece particular atención el
“mullu” –un segmento extraído de la parte nuclear de la concha Spondylus, propia de las
aguas cálidas, particularmente encontrada en el golfo de Guayaquil. Su comercio
articulaba a las ligas de comerciantes de la Costa ecuatoriana con los comerciantes de
Mesoamérica y con los del Perú; estaban ligados a estos circuitos y parece que fueron los
protagonistas de la difusión del quichua en el Ecuador, mucho antes de que llegaran los
incas.

En la fase de Integración regional (500–1 500 d. C.) aparecen culturas de gran importancia
como la Manteña, en la Costa ecuatoriana; la cultura Carchi, en la frontera del Ecuador
con Colombia; la de los Caras, al norte del Ecuador, y la de los Panzaleos, Puruhuáes y
Cañaris, al centro y sur, respectivamente. Las culturas en mención alcanzaron su mayor
desarrollo entre los años 500 y 700 d. C. Su existencia corresponde a la de las
confederaciones regionales o de los Señoríos étnicos.
(Texto tomado de: Alba Moya, Atlas de Historia Andina, 1995, pp. 64–68)

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DE LOS CURACAZGOS AL ESTADO INCA
El curacazgo es un modelo panandino de organización económica, social y política.
También se lo denomina “cacicazgo”. Esta última palabra, introducida por los españoles
una vez que penetraron a América del Sur, es de origen caribeño, viene del nombre de la
autoridad étnica que era el cacique.

Los curacazgos eran sociedades comunitarias, caracterizadas por la ausencia de


propiedad privada de la tierra y de las clases sociales. La tierra era comunitaria, pero se
la repartía anualmente a cada familia tomando en cuenta el número de miembros; solo
una parte era reservada para uso comunitario.

Los curacazgos eran grupos de parientes, pero esto no significa que se tratara de
sociedades absolutamente igualitarias. Había un acceso diferenciado a los recursos, al
prestigio y al poder. Claro que la diferenciación no era individual sino de linajes. El
curacazgo era una sociedad segmentada de acuerdo con el rango. La dirección se
centralizaba en la persona del curaca y su rango era transmitido por herencia,
matrilinealmente.

Si bien el curaca era elegido por sus cualidades para gobernar, los candidatos eran: en
primer lugar, el hermano del curaca; en segundo término, el hijo de la hermana, y en
tercero y último término, el hijo del curaca.

La sucesión era regulada por la línea de filiación materna, pero la diferenciación jerárquica
de los linajes estaba determinada por el parentesco totémico. La organización cacical se
asociaba por clanes y linajes que se recocían como descendientes de un ancestro común,
representado por una piedra y adorado como huaca. La pertenencia al grupo se
establecía, entonces, a partir del reconocimiento del ancestro común y su función era la
de establecer la exogamia.

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La jerarquización de los linajes se establecía por el grado de proximidad o distancia del
linaje respecto al ancestro. Este tipo de organización generaba tensiones y litigios entre
los curacazgos desde épocas preincas.

Según un anónimo de Quito, en estos curacazgos se daban matrimonios entre las hijas
de curacas y personas rústicas de la comunidad, como un mecanismo para reducir las
tensiones sociales y disminuir la competencia entre los herederos al curacazgo.

El curaca era exógamo de la comunidad, es decir que se casaba con mujeres de otras
comunidades, para asegurar las alianzas interraciales. También era polígamo: se casaba
con varias mujeres y, en muchos casos, cuando la alianza era importante, se practicaba
la poligamia sororal (se casaba con varias hermanas). En el caso de Quito, se cita el
ejemplo de un curaca que se casó con cinco hermanas. El resto de hombres de la
comunidad eran monógamos (se casaban con una sola mujer) y exógamos del linaje (se
casaban con mujeres de linajes distintos al suyo) pero endógamos de comunidad (se
casaban con mujeres de su comunidad). Este hecho explica por qué la casa y la chacra
del cacique eran las más grandes de la comunidad, pues los miembros de su familia
podían llegar hasta cuarenta.

Los curacazgos norandinos tenían un sistema económico basado en los intercambios o


en una economía complementaria, lo que supone no sólo la existencia de un mercado,
sino la existencia de múltiples lazos y relaciones de reciprocidad.

En el caso ecuatoriano, los mindalas fueron los protagonistas de los intercambios


comerciales. Éstos, a pesar de ser especialistas de la comercialización, no se
constituyeron en clase social porque su actividad era dependiente y controlada por el
curaca. Ellos controlaban los intercambios de artículos de circulación restringida, es decir,
de los artículos de lujo u ostentación; pero, fundamentalmente, los de valor ceremonial
como el mullu y las hachas monedas.

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Los miembros de la comunidad practicaban el intercambio de bienes de uso generalizado,
mediante los mecanismos de reciprocidad entre parientes y no parientes o mediante el
trueque.

Los tiangueces o mercados indígenas eran muy activos. Había algunos con un área de
influencia interregional como el de Quito que articulaba la Costa, la Sierra y la Amazonía;
otros tenían un área de influencia mucho más amplia, como el de los Quijos o el de
Otavalo, este último llegaba hasta Panamá.

(Texto tomado de: Alba Moya, Atlas de Historia Andina, 1995, pp. 69–73)

En todo este proceso de desarrollo, mientras se consolidaban social y económicamente,


llegaron los incas y reorganizaron todos los campos, influyendo negativamente en algunos
casos y positivamente en otros pero, ciertos elementos culturales se perdieron, ejemplo el
idioma.

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La historia de los Incas:
MITOS DE ORIGEN

Las primeras crónicas que los españoles escribieron acerca de los mitos y leyendas de
los indios recogían versiones diferentes de la creación del mundo y del nacimiento de los
incas. Según unas de ellas, Viracocha, el gran Dios creador, decidió crear un mundo donde
vivieran los hombres. Primero hizo la tierra y el cielo, después creó las gentes que
habitarían la tierra, esculpiendo para ello gigantescas figuras de piedras a las que dio
luego vida. Al principio todo fue muy bien, pero al cabo de un tiempo los gigantes de piedra
se negaron a trabajar, y dieron en luchar unos con otros. Viracocha decidió destruirlos. A
algunos los volvió a convertir en estatuas de piedras, que todavía existen en Tiahuanaco
y Pucarí. Y el resto pereció ahogado en una gran inundación.

Los lagos Titicaca y Popó son restos de aquel diluvio; aún es posible encontrar caracolas
y conchas en las colinas del altiplano a una altura de 3 600 m.s.n.m.
Viracocha salvó del diluvio a dos de los gigantes de piedra, y con su ayuda creó una nueva
raza de su propio tamaño. El mundo aún estaba a oscuras, y Viracocha, por ellos, no podía
entregarse a la contemplación de lo que había creado, por lo cual bajó al fondo del lago
Titicaca y de allí sacó al Sol y la Luna. A partir de entonces el mundo tuvo luz durante el
día, y mucho más claridad durante la noche, pues en aquellos tiempos la Luna poseía más
luz que el Sol. Sólo cuando el Sol sintió celos y arrojó contra la Luna un puñado de ceniza,
la cara de la Luna se tomó tal cual hoy la contemplamos.

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Luego Viracocha decidió crear una raza de hombres superiores a todos los que había
creado hasta entonces, y en un lugar llamado Pacaritambo, en donde hay tres cuevas
pequeñas, hizo salir una raza de hombres y de las mujeres. De las dos cuevas laterales
salieron los antepasados de los aldeanos incas; y de la cueva del centro cuatro hermanos
y cuatro hermanas, que serían fundadores de la familia imperial inca.

Tras instruirlos acerca de cómo fundar un poderoso imperio, Viracocha envió a los
hermanos y a las hermanas a lo largo y a lo ancho de este mundo, viajaron lentamente
por todo el país, permaneciendo un año en un lugar, dos años en otro, y así, aprendiéndolo
todo acerca del mundo.

Muy pronto uno de los hermanos, Ayar Cachi “la sal”, empezó a crear problemas.

Era el más fuerte de los cuatro y gustaba de jugar con grandes piedras y rocas,
arrojándolas, monte abajo y abriendo así grandes barrancos.

Ayar Cachi es demasiado fuerte, dijeron sus hermanos, destruirá del todo la región.

So pretexto de que había un magnífico tesoro en la cueva de una montaña, encerraron allí
a Ayar Cachi y cerraron la entrada.
Después, el segundo hermano, Ayar Ucho cuyo nombre quiere decir “la pimienta”, tomó la
decisión de quedarse en la aldea de Huanacauri.

Aquí haré un santuario, y convertido de nuevo en piedra, como un ídolo, seré inmortal -
dijo.

El tercer hermano Ayar Sauca, que significa “el regocijo” decidió quedarse entre los
campesinos cuidando de los sembrados y las cosechas y así lo honraron como espíritu de
los campos.

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El cuarto hermano, Ayar Manco, finalmente, encaminó sus pasos al lugar en donde hoy se
alza el Cuzco. Con él iban las hermanas.

Aquí levantaremos la capital del imperio –dijo Mama Ocllo-, una de las hermanas, y
clavaron el suelo una vara de oro, para determinar con exactitud cual sería el centro de la
ciudad. En cuanto empezaron la edificación de la misma, resultó obvio que la tarea no iba
a ser fácil. No había colinas alrededor del solar escogido, que no tenía, por ello, protección.
El viento soplaba con furia día y noche, y ni siquiera las piedras ofrecían resistencia a su
fuerza.

Ayar Manco decidió que la única solución era la de captura al viento y meterlo en la jaula
de una llama, hasta que la ciudad estuviera en pie, y eso fue lo que hizo, no sin grandes
dificultades. Un día, sin embargo, el hermano que había decidido quedarse en los
campos, escuchó el ruido del viento cuando trataba de escapar.

¿Qué has hecho con mi viento? –preguntó–. No puedes encerrar así a un espíritu libre.

¿Qué otra cosa puedo hacer? –se disculpó Ayar Manco–. Siempre que trato de levantar
una casa o un templo el viento me la derriba.

Ayar Sauca amaba al viento y lo consideraba como cosa propia, pues siempre lo tenía
junto a sí en su tierra, y lo echaba de menos. A pesar de ello comprendió las razones de
su hermano, y le dijo:

Muy bien, permitiré que tengas al viento preso un día en la jaula de la llama, nada más;
después lo dejaremos en libertad. En el transcurso de ese día deberás levantar Cuzco y
el gran templo del Sol.

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La desesperación hizo presa de Ayar Manco. ¿Cómo podía levantar una gran ciudad y un
templo en el transcurso de un día? Entonces tuvo una idea. Tras hacerse con una gran
soga, escaló el pico de una montaña; y, una vez alcanzada la cumbre, le echó el lazo al
Sol cuando pasaba por encima. Amarró el cabo de la cuerda a una gran roca, y dejó Sol
atado al cielo, para que no concluyera su diario trayecto. De esa forma prolongó el día
durante semanas y hasta meses; y en todo ese tiempo nunca se hizo de noche ni se puso
el Sol. A partir de entonces, la gran roca que se eleva sobre la ciudad de Machu Picchu
lleva el nombre de “Parada del Sol”.

A su tiempo, dejó en libertad al Sol; entonces, levantada ya la ciudad de Cuzco y construido


el templo del Sol en su mismo centro, el día volvió a tener fin. Entonces Ayar Manco abrió
la jaula de la llama, y el viento voló hacia las montañas. Para mantenerlo lejos de la nueva
ciudad, Ayar Manco levantó montañas que le impidieran el paso, y que impidieran también
la destrucción de lo que fuera creado por la mano del hombre.

Desde aquel lejano tiempo, Ayar Manco recibió el nombre de Manco Cápac, el Rico Rey y
señor, y él y su esposa y hermana Mama Ocllo se convirtieron en los primeros gobernantes
incas.

Una tercera leyenda cuenta que los gobernantes incas descendían del Sol. De acuerdo
con tal afirmación hubo un tiempo, hace muchos años, en el que las gentes no poseían ni
casas ni ciudades. Tampoco conocían el arado, ni la rucca, ni lo concerniente a los dioses;
vivían sin ambición y sin más fin en la vida que el de comer y mantenerse protegidos del
frío. Habitaban cuevas y se cubrían con pieles; en suma, vivían en condiciones muy
precarias.

Cuando el Sol miró a la tierra y vio a los humanos, se compadeció de ellos, pues sabía
que aquellos seres eran capaces de hacer cosas mejores, y decidió enviar a su hijo y a su

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hija para que los instruyeran en las artes de la civilización. Antes de que partieran, les hizo
entrega de una vara de oro de medio metro de largo y dos dedos de ancho.

Cuantas veces hagáis un alto en vuestro camino, para comer o para dormir, deberéis
clavar esta vara en la tierra. La tierra, en muchas partes, es dura y la vara no la penetrará.
Pero algún día arribaréis a un lugar en donde la vara se hundirá como si lo hiciera en el
agua. Allí deberéis levantar la ciudad de Cuzco. Se llamará la ciudad sagrada del Sol, pues
allí se construirá un templo dedicado a mí, para que todos puedan conocerme.

El Sol explicó luego a sus hijos que deberían cuidar de aquellas gentes como él cuidaba
de la tierra, como un padre ha de cuidar de sus retoños. Luego los dejó en la isla del Sol,
en el gran lago Titicaca, y allí dieron comienzo a la tarea encomendada.

Desde el Titicaca marcharon los hijos del Sol hacia el monte, y siempre que decidían
tumbarse para descansar intentaban hundir la vara de oro en la tierra. Por fin llegaron a
un hermoso valle, y allí, en el lugar llamado Huanacauri, consiguieron clavar la vara en la
tierra como si la hicieran en el agua.

Aquí es donde hemos de levantar el templo dedicado a nuestro padre –dijo el inca, hijo del
Sol.

Entonces, Manco Cápac viajó hasta las tierras del norte, y su esposa y hermana Ocllo
retornó al sur, a fin de reunir a las gentes que formarían la nación inca.

En todas partes se les reconocía como hijos del Sol, y los obedecían y honraban. Las
gentes los seguían entusiasmados y bajo sus órdenes construyeron casas y templos.

La etnia de los incas, como se vio, era originaria de una zona cercana al Cuzco. Esta etnia,
impulsada por la escasa productividad de sus tierras, decide asentarse en el Cuzco. Aquí

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la historia real se confunde con la historia mítica de los cuatro hermanos Ayar. Según el
diccionario de González Holguín, Ayar es nombre de la quinua silvestre, alimento muy
importante en los Andes, que remplazaba al maíz en las zonas de altura. Se dice que
los cuatro hermanos Ayar surgieron de la cueva de Pacaritambo. Ellos eran: Ayar
Cachi (cachi – sal), Ayar Uchu (uchu – ají), Ayar Manco (manco – cereal, hoy en
desuso), y Ayar Auca (auca - guerrero)y estaban acompañados de sus hermanas y
esposas a la vez: Mama Ocllo y Mama Huaco (huaco mujer guerrera y varonil). Los
mencionados hermanos emprendieron peregrinaje en busca de un lugar para
establecerse.

Bibliografía:

Solano, P., Ochoa, B. y Gallegos, R. (2007). Antropología Cultural e horizonte de los


pueblos andinos. UNICEF

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