Comunicació Ndiscurso Pag113-117
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los intereses reales que los hablantes tienen: hay que observar
cómo las personas se tratan unas a otras como interesadas,
y buscar las regularidades en la forma en que estos intereses
son arreglados al hablar y escribir.
El estudio de Wooffitt (1992) es un buen ejemplo de aná-
lisis de todos estos elementos en las construcciones factuales.
Este autor insertó anuncios en un periódico para localizar
a personas que hubieran tenido experiencias paranormales
(acontecimientos sobrenaturales, poltergeist, telequinesis, etc.)
y les hizo entrevistas abiertas. Wooffit, como los psicólogos
discursivos, se fijó en las relaciones entre la construcción de
hechos y la construcción de la mente tal y como los entrevista-
dos las trataban. Ambas cosas estaban muy relacionadas entre
sí: los entrevistados tenían que construir un relato factual de
su experiencia, como algo que ocurrió realmente, y al mismo
tiempo debían construir su estatus de perceptores fiables,
racionales y no locos. Wooffit vio que los hablantes utiliza-
ban técnicas recurrentes para arreglar estos aspectos. Así, por
ejemplo, a menudo los entrevistados utilizaban la fórmula “Al
principio pensé que era (X)... pero entonces me di cuenta de
que era... (Y)”. En estos casos, X es algo ordinario y normal, lo
que todos asumiríamos como habitual, e Y es el acontecimien-
to paranormal. De esta forma el hablante se construye como
alguien que, en principio, piensa lo que cualquier persona
normal y racional pensaría y crea las condiciones para contra-
rrestar la incredulidad potencial de quien le escucha.
3.5. Ideología
decir, las conformadas por los valores, las creencias y las acti-
vidades de una determinada sociedad o cultura a través de las
prácticas cotidianas.
De alguna manera se acerca bastante a la idea que tene-
mos de sentido común. Estas ideologías vividas o este sentido
común no son sistemas coherentes y homogéneos, sino que
se caracterizan por la inconsistencia y la contradicción.
En este sentido, las ideologías no tienen un significado
unitario y no proveen a las personas con maneras unívocas y
claras sobre que deben pensar o hacer. De hecho, las personas
tenemos muy presente que existen argumentos contrapues-
tos en relación en cualquier tema: conocemos las posturas a
favor y en contra, los dilemas, que pueden darse en lo que
respecta a cualquier cuestión.
No sólo los conocemos y los tenemos presentes para argu-
mentar una postura determinada, sino que según nuestros
interlocutores, y según el contexto, somos capaces de articu-
lar argumentos o contraargumentos de un mismo tema. De
acuerdo con esto, autores como Billig (1991), nos sugieren
que prestemos atención a los dilemas ideológicos: al hecho
de que el sentido común contiene temas opuestos que se
deben resolver juntamente con las circunstancias.
Las afirmaciones, las opiniones, están situadas en un
contexto argumentativo más amplio: un contexto retórico.
Hacemos afirmaciones, damos opiniones o efectuamos des-
cripciones respecto a temas que presentan debate y desacuer-
do: respecto a dilemas. Así pues, cuando hacemos descrip-
ciones o afirmaciones o manifestamos opiniones estamos al
mismo tiempo, de forma más o menos implícita, posicionán-
donos en contra del punto de vista opuesto. De hecho, este
punto de vista opuesto es parte integral de una descripción
© Editorial UOC 117 Discurso y Comunicación
o una opinión.
No podemos, por lo tanto, tomar las opiniones o ideas ais-
ladamente, sino como parte de polémicas, de contextos argu-
mentativos. Precisamente, el carácter dilemático que obliga a
pensar en la controversia y, eventualmente, en la oposición,
hace que la gente tenga que utilizar la ideología para pensar
y discutir. Al mismo tiempo, la ideología determina los argu-
mentos y la forma retórica que éstos adoptan.
Así pues, podemos pensar la ideología como aquello que
nos aporta temas de debate y de argumentación. Obsérvese
que si nos aporta unos determinados dilemas, se deja de pres-
tar atención a otros.
Así, también puede valorarse la ideología por lo que deja
de constituir un tema de debate o de argumentación intere-
sante.
3.6. Identidad