Puer Papers

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PUER PAPERS

JAMES HILLMAN, ED.

TRADUCCION: Orlando Gallego Bedoya, psicólogo.

El puer aeternus, la radiante juventud, apartada, sensitiva, y eterna: un arquetipo en el mito


y la poesía, un síntoma en la psicoterapia, una figura en los sueños, un leitmotiv en la
biografía. Temas de la Fenomenología Arquetipal, las Patologías del Puer, y el Puer en los
Mitos y la Literatura constituyen los nueve ensayos de esta colección clásica actual.
Examinando el rango completo de los fenómenos del puer, este libro eminentemente
práctico cimienta el arquetipo en el terreno real de la condición humana, donde los vuelos
y problemas del puer son relevantes para la diagnosis, el análisis de sueños, la
hermenéutica, los movimientos societarios y la crítica literaria.

1. LA SITUACIÓN

En el mismo momento entre la conferencia de Eranos del último verano y este encuentro
de 1967, nos movemos en el último tercio de este siglo. Los momentos de esta clase
pertenecen más bien a las fantasías del tiempo que al cronómetro de los relojes y los
calendarios. Por lo tanto no podemos con exactitud señalar la hora en que esta transición
ocurrió, porque la ´hora´ depende no de medidas racionales sino de factores de la fantasía
arbitraria tal como lo que sucede en el momento en que los calendarios se cambian, cuándo
comenzó este siglo, cuando nació el Jesús histórico y con él el tiempo de nuestra era.

A pesar de estas oscuridades, nosotros somos solo una generación del siglo XXI. Estamos
más cerca de él en el tiempo medible del reloj y el calendario que del siglo diecinueve.
Además, estamos más cerca en tiempo medible al hombre del siglo veintidós que lo que
estamos al hombre del temprano siglo diecinueve. Napoleón (muerto en 1821), Byron
(muerto en 1824), Jefferson (muerto en 1827), Hegel (muerto en 1831), Goethe (muerto en
1832) están más distantes que las desconocidas presencias del año 2100.

Este concluyente tercio de nuestro siglo es también el concluyente trigésimo de nuestro


milenio, y por tanto estamos en el sexagésimo fraccionario del calendario eón del signo de
Piscis, el signo de la Era Cristiana, el mito del tiempo dentro del cual recibimos nuestra
histórica orientación. Las generaciones del cincuenta y nueve permanecen detrás de
nosotros en este eón, una se halla delante de nosotros, la última y concluyente, y la
transicional que nos lleva al próximo milenio, y el tiempo de Acuario. La transición del
milenio en una generación repercute en la metamorfosis de los Dioses que tuvo lugar al
comienzo de esta era por su fundador, quien vivió solo una generación. La polaridad senex-
puer está dada por la situación histórica en la cual estamos.

En 1956, hacia el final con la conclusión de su ensayo Gegenwart und Zukunft, C. G. Jung
escribió:

Estamos viviendo lo que los Griegos llamaron el Kairos –el momento preciso- para una
“metamorfosis de los dioses”, de los principios y símbolos fundamentales. Esta peculiaridad
de nuestro tiempo, la cual ciertamente no se debe a nuestra elección consciente, es la
expresión del hombre inconsciente dentro de nosotros que está cambiando. Las
generaciones venideras tendrán que tomar en cuenta esta transformación trascendental si
es que la humanidad misma no está encaminada a la destrucción por cuenta del poder de
su propia tecnología y ciencia.

Él compara el momento con el comienzo de la era cristiana y pregunta: “¿……sabe el


individuo que él es el contrapeso que inclina la balanza?”

En 1965, Fred Hoyle en un ensayo llamado Del Hombre y las Galaxias escribió:

Nuestro especial problema hoy día es precisamente este: somos esencialmente criaturas
primitivas luchando desesperadamente para adaptarnos a nuestro modo de vida que es
extraño a casi la totalidad de la historia pasada de nuestras especies…la transición de la
primitiva a la sofisticada tecnología debe hacerse rápidamente –el problema del recurso
demanda que esto sea de esta manera. Hoy día nosotros vivimos en un momento único, ni
en la larga era primitiva, ni en el más adaptado futuro próspero. Es nuestro siglo, nuestro
milenio, el que debe forzosamente realizar el máximo esfuerzo, pues es nuestro destino
vivir durante la fase transicional. Y ya que vivimos en esta fase especial encontramos
dificultades sociales, presiones, situaciones que desafían incluso los más simples procesos
lógicos. No nos encontramos en contacto verdadero con las fuerzas que están modelando
el futuro.

No tener contacto real con las fuerzas que están modelando el futuro sería abandonar el
Kairos de la transición. Convenirse con este Kairos significaría descubrir una conexión entre
el pasado y el futuro. Para nosotros, los individuos, contrapesos que pueden inclinar la
balanza de la historia, nuestra tarea es descubrir la conexión psíquica entre el pasado y el
futuro, de otra manera el hombre inconsciente dentro de nosotros quien es también el
pasado primitivo modelará el futuro histórico quizás desastrosamente. De esta manera el
Kairos, este momento único de transición en la historia mundial, se convierte en una
transición dentro del microcosmos, el hombre, dentro de cada uno de nosotros
individualmente mientras luchamos contra estas conexiones psicológicas entre el pasado y
el futuro; lo viejo y lo nuevo, expresado arquetípicamente como la polaridad del senex y el
puer.

2. LA PSICOLOGÍA Y LA HISTORIA

Una división polar entre el senex y el puer tiene que ver con todo acerca de nosotros, afuera
en el campo histórico. Encontramos buenos ejemplos de esto en la demografía, la cual ha
retrocedido a un sistema arcaico, los pueblos están de nuevo divididos en líneas de edad y
juventud. Las principales categorías de la estructura social –raza, región, religión, clase,
ocupación, economía, sexo- son insuficientes. La sociedad moderna urbana enfatiza
nuevamente la división de acuerdo a niveles de edad. Existen comunidades en los Estados
Unidos –comunidades nuevas, no precisamente aldeas abandonadas de las cuales los
jóvenes han huido siempre- donde solamente viven los “viejos”, ciudades enteras del
retirado, el “hogar para lo añejo” ahora extendido sobre millas de cuadras. Existen nuevos
suburbios en Francia donde el promedio de edad de la población es menor de veintiún años.
En Suecia, en Gran Bretaña, en los Estados Unidos, hay comunidades del tamaño de
ciudades donde solo viven jóvenes parejas casadas; y poblados, casas de apartamentos,
resorts solo para los jóvenes o solo para los viejos. Dos campos nuevos de la psicoterapia
han sido inventados en este siglo: la geriatría y la delincuencia juvenil, y tenemos
especialistas para la psique del viejo y del adolescente. Las discusiones sobre explosión de
la población vuelven sobre el problema del incremento de los dos extremos del tramo de la
vida: la aritmética creciente de lo añejo y de los niños. Dentro de los próximos treinta años
más o menos se predice que la tierra tendrá dos veces la cantidad de gente que la que tiene
hoy día, y de nuevo, en este atestado mundo de nuestro futuro, la división está entre la
edad y la juventud: por un lado las naciones establecidas con una más lenta y controlada
tasa de nacimientos, y con población envejeciendo; por otro lado las así llamadas más
nuevas, jóvenes y necesitadas naciones con altas tasas de nacimiento y con la proliferación
de niños reflejada en una baja mediana edad.

La división está en la familia como el conflicto de generaciones, algunas veces ya no un


conflicto de incomprensiones, sino de silencio. Pues existe una división de los sistemas de
comunicación entre la edad y la juventud: ésta última aprende hoy día no a través de las
formas tradicionales y la palabra impresa sino totalmente de los medios de comunicación
en nuestro colectivo urbano. La juventud forma una clase social, auto-cerrada y no iniciada
por sus mayores, y de este modo sin comunicación exterior a ella.

La división está en el mundo político con sus líderes y sistemas vetustos intentando
mantener “la ley y el orden”, y las rebeliones de la juventud en el nombre de los “derechos
de la libertad”. Como lo ha señalado un filosofo legal: nunca en la historia de los Estados
Unidos hemos tenido tantas leyes, tanta ciencia de la ley y su cumplimiento, y nunca hemos
tenido tanto desorden y tanta violencia.
El halcón no puede oír al halconero,
Las cosas se dispersan; el centro no puede contener;
La anarquía está desatada sobre el mundo,
La oscurecida corriente púrpura está suelta….
Lo mejor carece de toda convicción, mientras que lo peor
Está lleno de intensidad apasionada.
Seguramente alguna revelación está cerca;
Seguramente la Segunda Venida está cerca.

Decía William Butler Yeats en su poema, “La Segunda Venida”.

Y la teología, también surgida del problema del senex-puer, habiendo encontrado a Dios
muerto, tanto el Padre como el Hijo aguarda esta revelación. Pues cuando ésta es
anunciada: “El Rey ha muerto”, inmediatamente sigue: “Larga vida al Rey”. Al mismo tiempo
el Rey muere y el Príncipe se convierte en Rey. Si Dios está muerto, ¿Qué principesco poder
puede tener éxito? ¿Por qué el silencio, y dónde la continuación?

La división polar entre el senex y el puer, el halcón escindido de su halconero, que tiene
todo que ver con nosotros, es por supuesto nuestro interés histórico. Sin embargo, no es
solo histórico ni por el historiador solamente. La psique no está aislada de la historia, y la
psicología tiene lugar no solamente en una pequeña sala entre dos personas en dos sillas
cercadas por la escena histórica. La historia está en la sala. Y así como la psique está situada
en un presente histórico que arrastra detrás de él las raíces de mil árboles ancestrales, así
también la historia tiene existencia psicológica. Mircea Eliade nos muestra que los eventos
históricos, aquellas acumulaciones de tiempo irreversible, no son los hechos primarios de
la existencia. Los hechos históricos son secundarios, ellos son incompletas e imperfectas
acciones que reclaman un antes y un después, consecuencias históricas construidas sobre
antecedentes históricos y son como tal simples acumulaciones de pecados y sufrimientos
que son insensibles a menos que se dirijan al interior de significados centrales. Los “hechos”
históricos pueden ser, sin embargo, fantasías vinculadas a, y germinadas de, esencias
arquetípicas centrales. Bajo el nublado y enmarañado modelo de los eventos, y detrás de
ellos, son experiencias, realidades psicológicas de importancia apasionada, un substrato
mitológico que da al alma un sentimiento de destino, una sensación escatológica de que lo
que sucede, importa. E importa a alguien, a una persona. Sin la persona, sin la sensación del
individuo del alma personal (que compensa la balanza) somos simplemente hombres
prehistóricos con un destino colectivo solamente. Sin la sensación del alma no tenemos
sensación de la historia. Nunca entramos a ella. Esta esencia del alma que teje eventos
juntos dentro de modelos significantes de cuentos e historias recontadas por la
reminiscencia, crea la historia. La historia es historia primero y hecho después. En las
palabras de Lessing: “Geschichte als Sinngebung des Sinnlosen”. Solamente aquellos
eventos que han sido experimentados como hechos que importan a la historia dichos por
alguien, entran a la historia. Solamente aquello que es vuelto a decir, que es recontado,
rememorado, se vuelve historia. Esta remembranza de cosas pasadas requiere una
experimentación sinngebende de la psique individual.

La fantasía que llamamos “eventos corrientes”, esa que tiene lugar afuera en el campo
histórico, es un reflejo de una experiencia mitológica eterna. Un análisis histórico de estos
eventos –el viejo Mao y el Guardia Rojo, la flor de la juventud hippie, la sociología de lo
añejo- no conducirá a su significado. No podemos asir el alma de los tiempos a través de un
estudio del periódico más de lo que podemos comprender el alma de una persona solo a
través de los acontecimientos de su historia clínica. (Veintidós volúmenes de un informe
Warren nunca pueden establecer o explicar el vivo fermento de un mito). Nada puede
revelarse a través de un periódico, a través de la chronique scandaleuse del mundo, a menos
que la esencia sea asida desde el interior a través de un modelo arquetípico. El arquetipo
provee la base para unir aquellos inconmensurables, el hecho y el significado. Los hechos
históricos externos están ordenados para develar los significados psicológicos esenciales.
Estos ordenamientos arquetípicos de los hechos históricos son los mitemas (motivos
míticos) eternamente recurrentes de la historia y de nuestras almas individuales. A través
de estos significados la historia afecta nuestra psique, mientras que al mismo tiempo la
historia es el escenario en el que representamos los mitemas de nuestra alma.
La función especial de la psique, la experiencia de grabar la subjetividad que modela las
experiencias históricamente, que hace la historia posible y es su a priori, ha sido
denominada Clío. Y Clío, como primera hija, tiene una relación especial con la madre de las
musas, recordando. De ella, su memoria materna, hablaremos más tarde. El nombre de Clío
significa Gloria, honor, celebración, y ella recuerda mejor las acciones de los héroes. Su
interés está profundamente en las noticias diarias de la historia clínica del mundo, o lo que
Mircea Eliade llama el “tiempo profano”. Antes bien, su interés está en aquellos momentos
nucleares únicos, los momentos heroicos a través de los cuales se revela el arquetipo en la
esencia del alma, lo cual redime los acontecimientos de la ceguera del simple hecho. Como
individuos que estamos sujetos a los hechos de nuestras historias clínicas personales por lo
que nos acordamos de nuestras vidas personales, así está nuestra cultura adicta a la historia
del tiempo profano. Una adicción demanda cada vez más y más, más rápido y más rápido.
Mucha de nuestra inventiva sirve solamente para producir, acumular y reproducir eventos.
Mientras el tiempo del milenio se agota, los acontecimientos se apresuran rápidamente.
Necesitamos mayor “información”, tenemos menos tiempo para esperar. Hemos incluso
alcanzado la “historia inmediata” aquella que Arthur Schlesinger defiende llamándola
“Historia Contemporánea”, en donde todo lo que sucede a cada uno en la escena pública
debe ser grabado y lo que es grabado debe ser publicado –y rápido. Las profanas chroniques
scandaleuses –las blasfemias- de los héroes reemplazan a la gloria de Clío.

En la práctica analítica hemos aprendido que una comprensión arquetípica de los


acontecimientos puede curar la fascinación compulsiva con la propia historia clínica. Los
hechos no cambian, pero su orden está dado en otra dimensión a través de otro mito. Ellos
son experimentados en forma diferente; adquieren otro significado ya que son contados a
través de otro cuento. (El año pasado en Eranos dimos un ejemplo de reordenación a través
de otro mito ubicando el sufrimiento psicológico dentro del contexto del cuento de Eros-
Psique más bien que del drama de Edipo). Entonces la redención de la adicción a la historia
profana podría llegar del mismo modo. Este modo mostraría otra organización arquetípica
de los acontecimientos por los cuales sufrimos. Sin embargo esta reorganización requiere
primero un cambio en la propia memoria, de manera que uno se pregunta cada día no ¿qué
sucedió? Sino ¿qué le sucedió al alma? De este modo rememorando los acontecimientos,
la memoria necesita retornar de nuevo a su reminiscencia de las ideas primordiales, a su
asociación original con las metáforas de raíz arquetípica de la experiencia humana. La
memoria así transformada registraría primero la experiencia del alma y solo
secundariamente los accidentes de los acontecimientos. O además, podría comprender los
eventos psicológicamente, ritualmente, ya no solo como su víctima. Gracias a esta curación
de la memoria, Clío misma podría ser liberada de su fascinación con la historia clínica del
mundo y sería restaurada como grabadora y celebrante del sentido. Para nosotros,
significaría recordar primero que todo nuestra historia del alma individual, sus encuentros
heroicos y su peregrinación, su historia como un proceso épico, un cuento de Canterbury,
válido eternamente, histórico pero sin tiempo. La propia biografía de Jung, la cual ubica su
historia externa en el mito de su psique, es un ejemplo contemporáneo importante. Incluso
en este reino de la historia y la biografía, Jung reencontró el viejo camino y lo trajo de vuelta
a la vida.

Esta comprensión arquetípica podría regenerar la historia en el sentido de reversarla o


depurarla. Tal trabajo es inmensamente difícil, demandando aquella intensidad heroica que
celebra Clío. Por esta razón el trabajo analítico en los niveles colectivos del alma es tan
“heroico”. Los cambios psicológicos –cambios de actitud, cambios de personalidad, aquellas
lustraciones fundamentales del alma- son también regeneración de la historia. Transformar
las actitudes de mi familia descubriendo las pautas en las entretejidas raíces ancestrales no
es solamente un problema analítico personal. Es un paso histórico hacia liberar una
generación de un modelo colectivo. Cambiar ese colectivo significa un cambio en la historia
misma. Y cada uno, cualquiera que haga claridad en su trozo del bosque del pasado es el
héroe que redime el tiempo y es la víctima propiciatoria quien por tomar sobre sí mismo los
pecados repara el tiempo. De esta manera somos complementos –contrapesos en la
transición histórica y lo que hacemos con nuestra vida psicológica es de importancia
histórica, no simplemente en el plano interno de la salvación del alma individual de la
historia. Además, es el modo en el que la historia, como aquello que continúa
colectivamente afuera de nosotros, puede ser lavada y sanada.
Nuestras polaridades –senex y puer- proveen el arquetipo para el fundamento psicológico
del problema de la historia. Primero que todo, en el sentido convencional, el puer y el senex
son historia como secuencia y transición, como un proceso a través del tiempo desde el
comienzo al fin. Y segundo, la historia es un problema en el cual estoy atrapado, por el cual
sufro y por el cual anhelo ser redimido, está dado por el mismo par que el Padre Tiempo y
la Juventud Eterna, la temporalidad y la eternidad, y las paradojas enigmáticas de su
conexión. Estar envuelto en estas figuras es estar metido en la historia. Estar identificado
con cualquiera de los dos es estar dominado por una actitud arquetípica hacia la historia: el
puer que trasciende la historia y salta fuera del tiempo, y es como tal a-histórico o anti-
histórico en protesta y rebelión; o el senex que es una imagen de la propia historia y de la
verdad permanente revelada a través de la historia.

Nuestro interés en el arquetipo del senex-puer está determinado por la transición del
milenio e indica la última etapa de nuestra cultura. Curtio ha reunido evidencia suficiente
de la clásica literatura Latina para apoyar sus afirmaciones de que el término “puer senilis o
puer senex es una afirmación de la tardía antigüedad pagana” y que cuando las tempranas
culturas pueden enaltecer la juventud y honrar la edad, “los periodos posteriores
desarrollan un ideal humano en el cual la polaridad juventud-edad trabaja hacia un
equilibrio”. De este modo nuestro interés es él mismo un reflejo del arquetipo actual
manifestado simbólicamente en la cultura a nuestro alrededor y en los complejos de
nuestro mundo interior. Y la constelación de esta polaridad como una escisión demuestra
la gravedad de nuestra crisis histórica. Por tanto nuestro Auseinandersetzung con este
arquetipo puede restaurar un equilibrio y tener un efecto sobre la histórica destrucción.

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