Cara y Ceca Corto Resumen de Cara y Ceca Sobre Las Instituciones Educativas
Cara y Ceca Corto Resumen de Cara y Ceca Sobre Las Instituciones Educativas
Cara y Ceca Corto Resumen de Cara y Ceca Sobre Las Instituciones Educativas
1) El político: debe entenderse como el que genera el marco para el servicio. Preocupaciones:
como “políticos” nos interrogaremos acerca de si nuestra institución ofrece a la ciudadanía
un servicio de calidad.
2) El administrativo: el que procura las condiciones para la prestación de servicio.
Preocupaciones: como “administradores” estaremos atentos al mejor uso de los recursos
para garantizar un buen servicio.
3) El profesional: el que efectúa el servicio. Preocupaciones: como “profesionales de la
educación” nos cuestionaremos sobre nuestras actividades y su impacto en la calidad de la
educación.
Originariamente, las instituciones se crearon para responder necesidades sociales; como las
sociedades van transformando sus necesidades, también las instituciones.
La institución escuela, es un producto histórico y como tal debe ser pensada diferenciándose de
otras instituciones existentes por un movimiento de especificación, es decir con una asignación de
sentido dada desde lo social. Las modificaciones dan cuenta de las adaptaciones, pero los cambios
llevan la marca de los orígenes. Estos remiten a un primer contrato o contrato fundacional: aquel
que le daba asignación de sentido a esa parcela del campo social.
Los sistemas educativos tienen como piedra fundamental a la instrucción pública. Los contratos
formalizaron las relaciones de los individuos entre sí como de estos con el Estado y su gobierno.
Dieron origen al derecho privado y al derecho público. En ambos, el consenso fue uno de los
principios de las obligaciones que debían ser respetadas bajo pena de sanción.
El contenido del contrato fundacional entre la sociedad y la escuela requería una institución que:
El contrato implicaba compromisos para la escuela y para el Estado. Las leyes establecieron la
obligatoriedad y gratuidad de la educación básica y definieron contenidos mínimos.
El cumplimiento del mandato tuvo y tiene diferencias en cada contexto nacional e histórico. En
ocasiones el Estado no cumplió con su parte del contrato y en otras la escuela pareció
desconocerlo.
Cada establecimiento crea un cerco que será más o menos permeable y dará entrada a lo que
ocurre extramuros. Lo que ocurre intramuros de la escuela no será dependiente de lo que ocurre
fuera de ella, pero posee un cierto grado de autonomía. Aun cuando cada establecimiento tenga
sus rasgos propios y se constate una diversidad de identidades el conjunto del sistema educativo
participa de un proceso global.
La escuela, en tanto a saberes a transmitir tiene la posibilidad de construirse como una escuela
cerrada o abierta.
La importancia del curriculum está relacionada con el hecho de que en las sociedades modernas
los saberes y los diplomas que acreditan su posesión permiten ocupar determinadas posiciones
laborales y sociales.
La escuela rompe el contrato si no transmite los saberes que el desarrollo científico y tecnológico
indican como adecuados, para que los jóvenes puedan entender e intervenir en el mundo actual,
ya que esto obstaculiza no sólo la concreción de las expectativas de la lógica económica sino
aquellas de la lógica domestica. También es sabido que el Estado encuentra inconvenientes para
sostener el contrato. En algunos casos deja de cumplir con muchas de sus obligaciones. La primera
es la desatención económica a las instituciones y a los docentes. Pero existen otras faltas como la
indefinición respecto de los saberes que deben ser transmitidos y las relaciones concretas que
deben existir entre lo que se enseña y el mundo del trabajo; la carencia de una política de
formación de los directivos y docentes, etc.
El desafío es cuando se diseñan los proyectos institucionales, las planificaciones para un cierto
periodo de tiempo, cada responsable institucional efectúa de forma más o menos sistemática una
suerte de diagnostico de su establecimiento.
Las instituciones escolares y los agentes que de ella participan no podrán por si solos sostener un
proceso de recomposición de las articulaciones.
La crisis económica que sufren los países latinoamericanos y el desplazamiento del Estado de la
esfera de las prestaciones sociales, coloca a las instituciones escolares ante la necesidad de
responder a múltiples demandas. Para ello será necesario redefinir roles y tareas, derechos y
obligaciones, adquirir un estilo de gestión que haga posible la actividad pedagógica, ordenar las
múltiples funciones en pos de lo especifico, atender algunas demandas y desoir otras. Entre
aquellas demandas, la democratización es un tema recurrente. Sin saber distribuido no hay escuela
democrática posible.
Además para hablar de escuela democrática es necesario que la escuela funcione facilitando que
todos los alumnos obtengan igual capital cultural a igual inversión temporal. Si falta cobertura,
retención, aprendizaje y compensación no podremos hablar de escuela democrática.
Capitulo 2: los conceptos de cultura y de imaginario institucional:
Cuando nos referimos a las instituciones solemos tener de ellas una “imagen-representación”, que
se trasluce en nuestro lenguaje. Podemos decir: es “tradicional”, “moderna”. Estas y otras
expresiones son formas de señalar que cada escuela tiene un “estilo”. El mismo se construye en un
complejo entramado en el que el proyecto fundacional va siendo moldeado por los actores, cuyas
prácticas son captadas en nuestra imagen-representación.
La cultura institucional es aquella cualidad que resulta de las políticas que afectan a esa institución
y de las prácticas de los miembros de un establecimiento. Es el modo en que ambas son percibidas
por los miembros dando un marco de referencia para la comprensión de las situaciones cotidianas,
orientando las decisiones y actividades de todos aquellos que actúan en ella.
Los modelos de gestión resultan de la articulación de una propuesta del directivo (tomando en
sentido amplio) y del ajuste con el resto de los miembros de la institución. Por otra parte, la cultura
y los modelos se adecuan en función de los cambios permanentes en el interior de la institución,
su contexto próximo y el orden social. Quienes ejercen hoy las tareas de gestión educativa rara vez
constataron con alguna formación diseñada para el ejercicio de esta función. No tienen una lógica
áulica. En esa lógica los problemas pedagógicos o didácticos ocupan un lugar central. Sin embargo,
pasan a ocupar, algunas veces, un lugar secundario en la conducción educativa.
En esta cultura institucional la idealización se monta sobre los aspectos positivos de lo “familiar”.
La ilusión de un vínculo seguro. Sin embargo, las trampas del modelo son por ejemplo, no todo lo
familiar es simple. El ámbito de lo familiar también alberga conflictos.
Debemos ser cuidadosos y no inducir a engaños o trampas. Es posible laboralmente establecer una
clausula de respeto. Por supuesto, los vínculos afectivos, cuando son positivos, son importantes
facilitadores de las actividades de aprendizaje. Pero aun los vínculos positivos están lejos de
constituir en si una relación de aprendizaje que reemplace la adquisición sistemática de
conocimientos. Las representaciones familiares se imponen porque, en principio, el grupo familiar
es la primera institución de “pasaje” y en segundo lugar, constituye un modelo relacional que
presenta la “gran ventaja” de no requerir ningún aprendizaje nuevo; solo es necesario actualizar.
Una de las ventajas que se le atribuyen es el hecho de que nos tranquilizan, ya que estos
mecanismos serian previsibles. Se espera de las instituciones que funcionen como las maquinas,
de forma rutinaria y eficaz.
Esta cultura desconoce la trama de las relaciones informales que se tejen entre los sujetos. La
mayor parte de los miembros de la institución solo conoce fragmentos muy limitados de la
información disponible. Predominan las estructuras y reuniones formales. Las autoridades
establecen reglamentaciones que intentan prever el conjunto de las acciones. Esta cultura se
muestra incapaz de gobernar cualquier situación imprevista no contemplada en la reglamentación.
En esta modalidad el curriculum suele operar como un sistema duro o trivial. En este tipo de
institución, el curriculum prescripto funciona como un “instructivo”. Se rutinizan las practicas, se
reiteran los procedimientos, las planificaciones se reproducen casi idénticas año tras año.
Estos espacios permiten a los actores hacer uso de su libertad y desarrollar comportamientos de
cooperación o de resistencia a los objetivos institucionales. La negociación constituye una práctica
siempre presente en las instituciones. A través de ella se pone de manifiesto una pluralidad de
intereses y aspiraciones que pretenden satisfacerse en la institución. La negociación concilia
diferencias y divergencias mediante pactos y compromisos. Se negocia para evitar conflictos.
Los modelos de gestión propios de este tipo de cultura institucional son modelos profesionales. En
relación al curriculum, el equipo de conducción, integrará las facetas de referente, consultor y
evaluador.
Las instituciones se inscriben en el campo individual dejando sus marcas y huellas y por nuestra
parte, las vamos moldeando en un trabajo cotidiano.
En las instituciones son necesarias las reglas que abren el espacio para que se pueda cumplir con la
función específica.
La ley tiene un doble carácter. Por un lado, delimita las prohibiciones. Por el otro, ofrece seguridad
y protección. Este doble carácter es lo que nos permite afirmar que en la base de la relación de los
actores con la institución se halla presente la ambivalencia. Esto determinara en nosotros una
ambigüedad que nos llevará a sentirnos atraídos por las instituciones o sentir rechazo por ellas.
Actores y poder:
El poder a veces está relacionado con los lugares. El poder remite a las relaciones de intercambio
entre los actores institucionales. Los clivajes institucionales están relacionados con el hecho que en
cada institución, cada actor y grupo de actores, hace uso de una fuente de poder.
Actores y conflictos:
Los conflictos inciden de forma determinante en la conducta de los miembros en las
organizaciones. En toda institución el conflicto es parte de su dinámica.
Podemos agrupar a los conflictos, según su carácter, como previsibles o imponderables. Los
previsibles son aquellos recurrentes en las instituciones. Estos conflictos no suelen alterar el
funcionamiento de la cotidianeidad, pero no aportan alguna novedad. Los imponderables son
aquellos conflictos que son novedosos. Pueden formular un deseo de retorno a momentos previos
de la historia institucional o por el contrario un carácter proversivo, o sea proponer un proyecto
innovador para la institución.
Otro lugar para pensar los conflictos es el que resulta de adentrarnos en las peculiaridades de las
instituciones educativas. Cuatro tipos de conflictos que se pueden dar son: