La Casa de Ovando Nicolás de Ovando Lectura
La Casa de Ovando Nicolás de Ovando Lectura
La Casa de Ovando Nicolás de Ovando Lectura
Fray Nicolás de Ovando fue el primer gobernador de la isla la Española (hoy República
Dominicana y Haití), de todas las costas y Tierra Firme de las Indias Occidentales,
sustituyendo a Cristóbal Colón en su gobierno. Hoy, Nicolás Ovando, el primer gran
extremeño que llegó a América es, prácticamente, desconocido en su tierra ante el
acontecimiento del V Centenario.
¿Quién fue este hombre que de una región pobre y olvidada fue nombrado por los
Reyes Católicos para sustituir a Cristóbal Colón y a Francisco de Boadilla, que se
encontraban peleados en las Indias Occidentales, poniendo en peligro toda la labor
desarrollada por el Gran Almirante de la Mar Océano?
Nicolás Ovando nació en Brozas, (Cáceres) en 1460. Era el hijo menor del capitán
Diego de Cáceres Ovando y de Isabel Flores, camarera mayor de la Reina Isabel la
Católica. Como el apellido Flores es uno de los más genuinos de Brozas,
conservándose aún el edificio que fue palacio de esta familia, la madre de Nicolás de
Ovando vino a dar a luz en casa de sus padres, don Rodrigo Flores y María Esteban de
Paredes, ya que se había casado en este pueblo en 1.444 con el citado capitán Diego
de Cáceres.
Para conocer la personalidad de Nicolás de Ovando antes hay que conocer los hechos
de los que fue protagonista sus padre en la historia de España y Extremadura.
La alta nobleza española se enfrentó al rey Enrique IV porque dispuso que sus
principales colaboradores fueran escogidos entre personas que no tenían gran
relevancia social. Ante esto, apoyan a su hermanastro Alfonso en la farsa de Ávila en
1465. El infante Alfonso, recibió el capitán Diego de Cáceres Ovando, en 1466, algunas
mercedes. Murió el hermano del rey y los nobles apoyaron entonces a su hermana
Isabel. Para entonces, Diego de Ovando se había congraciado ya con Enrique IV, quien
le autoriza a prolongar su casa de Cáceres sobre las ruinas del alcázar.
Cuando uno visita Cáceres antiguo, el guía turístico le informa que todas las torres de la
ciudad están desmochadas por orden de los Reyes Católicos, orden que fue dada en
1476. Fueron rotas para evitar que ningún señor feudal se atreviera a desafiar a la
Corona, amparándose en sus seguras murallas. Sólo se perdonó una torre, la del
capitán Diego de Cáceres Ovando, por su amistad y vasallaje a los Reyes. Hoy es la
denominada Casa de las Cigüeñas, sede del Gobierno Militar, en la plaza de San Mateo.
La casa es de estilo medieval, con una fachada de puerta de dovelas en arco de medio
punto, con una ventana en arco conopial y los escudos de Ovando-Mogollón, todo ello
enmarcado por un alfiz quebrado. Su torre es de gran altura, cuadrada, de sillares
graníticos y coronada por almenas.
Cuando Nicolás tenía 24 años, en 1475, comenzó una guerra entre España (Castilla) y
el Reino de Portugal. En esta guerra el capitán Diego de Cáceres se puso bajo el mando
de los Reyes Católicos. Estos tuvieron que solicitar ayuda del clavero que había
combatido, Alonso de Monroy, para lo que le ofrecieron el castillo de Benquerencia que
regentaba el capitán. Diego recibiría otro de igual o mayor valor. Además si soltaba a
dos rehenes que tenía, su hijo Nicolás dispondría del castillo de la encomienda de
Lares. Así fue como Nicolás de Ovando, tuvo su primer gran puesto en la Orden de
Alcántara, en lo que hoy es la villa pacense de Galizuela, cerca de la Puebla de Alcocer.
Era Nicolás de Ovando comendador de Lares cuando los Reyes Católicos le mandan
llamar y ser uno de los diez caballeros “de señalada virtud y ejemplo” para que asistiese
como apoyo al príncipe Juan. Era el año de 1.496. Los reyes habían elegido a cinco
mozos, de la edad de Don Juan, y cinco viejos, entre los que se encontraba Nicolás,
aunque sólo contase con 45 años de edad. Los hombres elegidos no eran cortesanos,
sino personas experimentadas en las artes, las letras, las guerras, los asuntos públicos
y la dedicación religiosa.
El príncipe Juan murió a los 20 años el 4 de octubre de 1.497 y Nicolás volvió al servicio
de la orden de Alcántara, quien le nombro uno de los dos primeros visitadores, junto a
Fray Juan Méndez, comendador de Badija “por la capacidad y actitud que tenía”, se cita
en la crónica de la Orden de Alonso Torres y Tapia.
La labor de Ovando como visitador fue tan buena que resultó elegido para un segundo
mandato en el capítulo de 1.498 junto a Fray García Álvarez de Toledo.
Durante su labor como visitador reunió en un edificio a todos los miembros de la orden,
pues antes vivían separados unos de otros en el campo. Restableció la regla de que los
candidatos a la orden, tanto militares como religiosos habían de vivir en el convento
durante un año. Para cubrir el gasto que esto suponía incremento la contribución de los
comendadores. De esta manera se ocupó del restablecimiento de la orden y la
prosperidad de los pueblos y castillos de la Orden de Alcántara, a los que acudían más y
más artesanos y colonos, surgiendo nuevos edificios y enriqueciendo a los pueblos.
También Ovando apoyó la idea de construir un gran edificio acorde con la importancia y
la misión religiosa de la orden, así como el vigor recuperado de los religiosos y
caballeros. De esta manera se construiría el convento de San Benito de Alcántara.
Ovando siempre contó para ello con el apoyo de la Corona, pues era diestro en el trato
con los hombres y sabía ejercer su autoridad en los asuntos espirituales y
administrativos.
De Nicolás de Ovando se ha dicho que poseía la pericia militar del padre, las virtudes y
esmerada educación de la madre, unidas al recuerdo de tantas y tan gloriosas
tradiciones de familia que contribuyeron poderosamente a desarrollar en él aquella fe
religiosa, prudencia, severidad, entereza, lealtad, celo y espíritu caballeresco.
La descripción física que de él hacen las crónicas de su tiempo indica que era un
hombre “mediano de cuerpo y la barba muy rubia y bermeja”. Tenía expresión grave y
temblaba con la humanidad de su persona su autoridad sobre los demás. El famoso
Fray Bartolomé de las Casas, que partió con él hacia América y fue el creador de la
leyenda negra de España dijo de Ovando: “Este caballero es barón prudentísimo y digno
de gobernar mucha gente. Tenía y mostraba grande autoridad, amigo de justicia; era
honestísimo en su persona, obras y palabras, de codicia y avaricia muy grande
enemigo, y no pareció faltarle humildad, que es esmalte de virtudes. Todas estas partes
de virtud y virtudes, sin duda alguna, en él conocimos”.
Adornado con todas estas virtudes humanas, los Reyes Católicos, que ya le conocían
por su labor con el Príncipe Juan y la Orden de Alcántara decidieron nombrarle
gobernador de la isla española y Capitán General de la conquista americana en
Granada el 3 de septiembre de 1501.
Tras despedirse de los Reyes en la ciudad andaluza, Ovando partió hacia Sanlúcar,
donde embarco con 2.500 hombres, la mayor parte de ellos nobles, por disponerlo así
sus majestades. La flota estaba formada por 32 naves y salió el 13 de febrero de 1502.
En ella iban también 10 franciscanos bajo la obediencia de Fray Alonso de Espinar.
A los pocos días de alejarse de la costa española, una de las embarcaciones se hundió
y sus restos fueron arrojados a la tierra. Los Reyes creyeron que había parecido Ovando
y guardaron luto durante ocho días.
En el memorial de Ulloa y Golfín se dice que la reina le encargó el cuidado del culto y
reverencia de Dios, de la buena fe, el buen tratamiento de los indios y otras. Entre esas
otras recomendaciones se indica “que todos los indios de la Española fuesen libre de
servidumbre y que no fuesen molestados de algunos, sino que viviesen como vasallos
libres, gobernados y conservados en justicia, como lo eran los vasallos de los Reinos de
Castilla, y que procurase que en la santa fe católica fuesen instruidos”.
Más adelante, en 1503, se da a Ovando una ordenanza real en la que se dispone “que
se hiciese hacer una casa donde dos veces al día se juntasen los niños de cada
población y el sacerdote les enseñase a leer, a escribir, y la doctrina cristiana con mucha
claridad”.
Este último tenía cierta semi-independencia, bajo el mando de una princesa, Anacaona.
Ovando había ido a esta comarca para hacer justicia contra Roldan y establecer
relaciones amistosas con los indios. Así fue. Para recibir la buena nueva, Anacaona hizo
grandes fiestas en honor de los españoles. Los rumores corrían y se decía que los
indios preparaban durante estas fiestas un levantamiento contra los conquistadores.
Ovando lo sabía y a una señal suya, en plena fiesta, cargaron contra los aborígenes, y
los españoles convirtieron el campo de juego en verdadero campo de batalla. Ala
princesa se le perdonó la vida, pero fue conducida a la ciudad, enjuiciada y ahorcada en
la plaza pública.
LA FUNDACIÓN DE CIUDADES
Según las crónicas, Ovando refundó Santo Domingo, tras el vendaval que destrozó la
primera fundación de la ciudad, que estaba situada a la orilla izquierda del río Ozama.
Los cronistas Bartolomé de las casas y Fernández de Oviedo no consideraron acertado
el nuevo emplazamiento, a la orilla derecha del río, pero cuando vieron la nueva
urbanización que había dispuesto Nicolás de Ovando, construyendo grandes edificios de
piedra, como su propio palacio, hoy convertido en hotel de lujo, con casino, y que posee
el único portal gótico isabelino de todo el país, más la fortaleza Ozama, dos conventos,
uno de franciscanos y el otro de dominicos, así como el primer hospital de América bajo
la advocación de San Nicolás de Bar¡, dotado con cuantiosas rentas, las quejas
disminuyeron. La razón de esta oposición es que a esta parte del río no había mucha
agua potable, pero al final todo se solucionó.
Ovando no se conformó solo con conquistar para la Corona la isla de la Española, sino
que mandó explorar las más cercanas. Mandó al Capitán Sebastián de Ocampo
descubrir toda la tierra de Cuba, pues se desconocía si era isla, península o tierra firme.
Se concluyo la exploración con la circunvalación de Cuba, averiguando que era una isla.
Por otra parte ordenó a Juan Ponce de León, que ya combatiera en la guerra contra el
cacique de Higüey, que explorara la isla de Puerto Rico, de la que le separaba solo el
estrecho de la Mona.
Por último hay que reseñar lo más importante que Ovando realizó en la isla Española: el
establecimiento del sistema de las encomiendas, que consistía en repartir los indios a
los españoles para que trabajaran la tierra, en la mina o en cualquier otra labor que
redundara beneficios para la Corona, pero siempre siguiendo las instrucciones que le
daba la Reina Isabel la Católica: “Que todos lo indios de la Española fuesen libres de
servidumbre, y que no fuesen molestados de algunos, sino que viviese como vasallos
libres, gobernados y conservados en justicia, como lo eran los vasallos de los Reinos de
Castilla, y procurase que en la santa fe católica fuesen instruidos”.
Como nos ha contado la historia, los encomenderos españoles trataron a sus
trabajadores indios de mil maneras diferentes. Unos con un trato exquisito, otros de
manera esclavizante.
LA MUERTE DE OVANDO
Dos años más tarde recibió una carta del rey para que fuera a servirle sólo con su
persona en la guerra de África. Era a mediados de abril. Pero con motivo de celebrarse
el capítulo de la Orden de Alcántara en Sevilla, el mes siguiente, el Rey le ordenó que
fuese a la ciudad andaluza para hacerse cargo de su presidencia. Aquí le sorprendió la
muerte. Ovando solicitó recibir sepultura en la capilla que se había hecho construir en el
convento de San Benito de Alcántara. En esta capilla, recientemente adornada, se
conserva ahora sólo su sepultura, ya vacía, pese a que en 1.947 el conde de Canilleros,
Miguel Muñoz de San Pedro dijera que había encontrado sus restos. Hoy no se donde
están.
ALGUNAS IDEAS
Antes de terminar esta breve biografía sobre Nicolás de Ovando quisiera decir algo para
perpetuar su memoria. Según tengo entendido, en la iglesia de Santa María de
Almodóvar, de Alcántara, se encuentra una calavera que dicen que es de Ovando. Sería
conveniente estudiarla y hacer con ella una reproducción ideal de como era Ovando, al
igual que está la cabeza, en bronce, de Francisco Pizarro en el convento de la Coria, de
Trujillo.
Por otra parte sería conveniente levantar una estatua de este personaje de la Historia de
España y América, tan importante y tan olvidado en nuestros días. La estatua podría
colocarse en la plaza Nicolás de Ovando, de Brozas o frente a lo que se considera que
fue el palacio donde nació hoy propiedad municipal, situado más en el interior de la villa
y así hacer ir al visitante a conocer un poco más el pueblo.
Por otra parte, en este mismo palacio se pedía construir un museo de la historia del
comendador mayor y gobernador de las Islas occidentales. En mi recorrido por Mallorca
pude ver un día la casa natal de Fray Junípero Serra, conquistador y evangelizador de
toda California. Esto es un ejemplo a imitar.
Por último, ya he propuesto, por escrito, en más de una ocasión, que Brozas se
hermanase con algunas de las poblaciones que fundara en la República Dominicana
nuestro paisano. He hablado con el embajador de dicho país, con la Organización de
Estados Iberoamericanos, con la Federación Española de Municipios y Provincias, con
Iberia, líneas aéreas y Enclave 92. Todos han visto con buenos ojos esta iniciativa;
ahora sólo queda llevarla a efecto una vez que el Ayuntamiento de Brozas apruebe en
pleno la idea de su hermanamiento para trasladar esta petición, a través de la
Federación Española de Municipios, al pueblo dominicano elegido.
Esperamos que alguna de estas ideas llegue a ver la luz. Nicolás de Ovando, personaje
de la historia común hispanoamericana, bien se lo merece.