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Resumen Tema 2

En los estudios de la literatura española ha existido una tendencia a enfrentar Modernismo y


Generación del 98, aunque pueden agruparse bajo el marbete de “Generación de fin de siglo”.
La España del siglo XIX es un pueblo dividido en europeizantes y casticistas y en franca
decadencia. En la política exterior, España pierde las últimas colonias ultramarinas (“Desastre
del 98”). En el interior, la sociedad se componía de una gran masa rural dominada por el
caciquismo, a la que se añade –en Cataluña y País Vasco– un proletariado industrial poco
desarrollado.
Regeneracionistas como Macías Picavea o Joaquín Costa clamaban por una enérgica
reconstrucción del país, con las célebres frases de “despensa y escuela” y “echar doble llave al
sepulcro del Cid”. Estas ideas serán recogidas por la Generación del 98.
El panorama político del país es el siguiente: el reinado de Alfonso XIII (1902-1923), la Primera
Guerra Mundial (1914-1918), la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), la Segunda
República (1931-1939) y la Guerra Civil (1936-1939). Desde el punto de vista cultural, se
produce a finales del siglo XIX una desconfianza hacia el Positivismo y la ciencia en general. En
consecuencia, el arte en general experimenta una revalorización de lo irracional, lo sentimental,
lo íntimo y lo emotivo.
La literatura finisecular sucede a la realista y precede al Novecentismo. Por Generación de fin de
siglo entendemos el conjunto de autores que tuvieron su plenitud entre 1890 y 1915. Modernistas
y noventayochistas coinciden en el rechazo a la literatura anterior decimonónica; rebeldía frente
a los esquemas burgueses; renovación cultural, artística y social; y la búsqueda de un lenguaje
literario más claro, preciso y bello. En cuanto a las diferencias:

• Los noventayochistas son pensadores y reformadores sociales (ideólogos); los modernistas


reformadores estéticos (poetas). Los primeros buscan la verdad; los segundos la belleza.
• Los noventayochistas se circunscriben al territorio español; el modernismo es originalmente
hispanoamericano, de influencia francesa y cosmopolita.
• Los noventayochistas crean un movimiento analítico; los modernistas sintético y ecléctico.
• Los noventayochistas cultivan novela y ensayo; los modernistas poesía.
A continuación, se exponen las características del Modernismo. Los modernistas se rebelan
contra la burguesía materialista, positivista y utilitaria adoptando una actitud anticientifista,
irracionalista (siguen a Shopenhauer y Nietzsche) y antiburgués. Además, denuncian los fallos
de la sociedad industrializada, inscribiéndose en corrientes anarquistas y socialistas. Así,
abanderan la individualidad, la originalidad y la diferencia, y tienen experiencias con el alcohol y
las drogas.
La primacía cronológica corresponde a los poetas de allende el Atlántico. En Hispanoamérica,
para alejarse de la literatura vigente en la antigua metrópoli, vuelven los ojos hacia las corrientes
francesas: parnasianismo y simbolismo. El primero, con la divisa “el arte por el arte”, rinde culto
a la perfección formal con la búsqueda de unas líneas puras y escultóricas (“poesía marmórea”).
El simbolismo, cultivado por Baudelaire, Verlaine, Rimbaud y Mallarmé (poetas malditos), da
lugar a símbolos como el atardecer –la muerte–, el camino –el paso del tiempo–, Castilla –
España–, etc. En resumen, buscan lo bello: aristocracia espiritual, elegancia, exquisitez,
opuestas a la ramplonería burguesa. A estas influencias básicas hay que añadir el
Impresionismo, el Prerrafaelismo, el Decadentismo, así como Allan Poe, Walt Withman,
Oscar Wilde o nuestro coterráneo Bécquer, considerado el puente entre la literatura romántica y
la moderna. Este panorama de influjos literarios evidencia el carácter sincrético y ecléctico del
Modernismo hispánico, en el que se entrelazan armónicamente tres corrientes: extranjerizante,
americana e hispánica.

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Resumen Tema 2

La temática modernista apunta, de un lado, hacia el exterior (insatisfacción y escapismo) y, de


otro, hacia el interior (la intimidad del poeta). La exterioridad se refleja en la evasión hacia lo
lejano, el gusto por lo clásico, la mitología, las evocaciones históricas y legendarias, el gusto por
lo exótico (Oriente: jardines con fuentes, estanques, animales elegantes como el pavo real;
colores suaves --azul, violeta, lila...--; olores de flores y sensaciones auditivas de liras, arpas,
flautas…) y el erotismo intenso. Un claro ejemplo es el del poema “Sonatina” de Rubén Darío.
La interioridad se expresa con un intenso vitalismo, melancolía, tristeza, nostalgias… son
síntomas de un hondo malestar que recuerda a la angustia romántica, propia de quienes se
sienten frustrados por el mundo en que viven. El gusto por lo otoñal y los sueños revelan tal
sensibilidad.
Las formas vienen marcadas por una profunda renovación del lenguaje poético. Se amplían los
recursos expresivos: brillantez, delicadeza, delicuescencia, armonía, perfección. Se emplean
colores y valores sensoriales. La musicalidad se presenta mediante recursos fónicos como las
aliteraciones. Dominan un amplísimo léxico, con predominio de términos cultos y evocadores.
Gustan de la adjetivación ornamental. Su esteticismo fue entendido como una forma de evasión
y de literatura estéril. En cuanto a la métrica, el verso preferido es el alejandrino.
Entre los autores, cabe distinguir los hispanoamericanos de los españoles. El precursor del
movimiento es Rubén Darío, cuyo primer gran libro fue Azul (1888). Los españoles recibieron la
influencia americana, entre los que destacan los hermanos Manuel Machado (La fiesta nacional)
y Antonio Machado (Soledades), el joven Juan Ramón Jiménez (Arias tristes), el primer
Ramón María del Valle-Inclán (Aromas de leyenda), a los que se añaden Eduardo Marquina,
Francisco Villaespesa, Alejandro Sawa, Emilio Carrere y Salvador Rueda. En 1903 apareció
la más importante revista del Modernismo en España: Helios.
En cuanto a la Generación del 98 (término acuñado por Azorín), se trata de un grupo de autores
literarios preocupados por la marcha de España hacia la decadencia, que motiva a analizar la
conciencia nacional. De ahí que cultiven los siguientes temas: España y Castilla (dolor y amor;
interés por el paisaje y la vida cotidiana), la intrahistoria (vida humilde de las gentes) y
preocupaciones existenciales (búsqueda del sentido de la vida), teñidas de pesimismo. Entre
los rasgos estilísticos destaca un exigente cuidado de la lengua (búsqueda de la palabra
precisa); el lenguaje es necesidad estética e ideológica; buscan el sentido de la sobriedad y gusto
por las palabras “terruñeras”, esencia del alma del pueblo; reaccionan contra la retórica, el
prosaísmo y la grandilocuencia de la literatura anterior; poseen una visión subjetiva, lírica y
sentimental del paisaje, que asocian al estado de ánimo.
La nómina del 98 es la siguiente: Miguel de Unamuno, Ángel Ganivet, Pío Baroja, hermanos
Machado, Azorín, Valle-Inclán, Ramiro de Maeztu y Manuel Bueno.

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Resumen Tema 2

A continuación, se expone la literatura de los autores Rubén Darío y Antonio Machado. El


nicaragüense RUBÉN DARÍO llevó una vida viajera y cosmopolita. Su obra se divide en las
siguientes etapas:
(1) En la etapa de iniciación, escribe Rimas y abrojos.
(2) Luego se suceden sus primeras obras importantes:
Azul (1888) inaugura el Modernismo hispanoamericano, y recoge tanto relatos en prosa
como poemas. Con influencias parnasianistas, reúne en cuatro secciones (Primaveral, Estival,
Autumnal, Invernal). Destaca el soneto alejandrino "Caupolicán", identidad de América Latina.
Con Prosas profanas (1896) culmina la etapa modernista. Son una colección de poemas
donde predomina lo erótico y toda la imaginería exótica propia de la poética dariana.
Métricamente, se da la polimetría (endecasílabos, tercetos, dodecasílabos, sonetos en
alejandrinos, etc.).
(3) En la última etapa prima un sentimiento decadentista. En Cantos de vida y esperanza (1905)
abandona el virtuosismo formal para producir una poesía más intimista. Deja paso a una temática
melancólica, triste, amarga y pesimista, con una preocupación por el contenido más que por la
forma: “Dichoso el árbol que es apenas sensitivo, / y más la piedra dura, porque ésa ya no siente,
/ pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo, / ni mayor pesadumbre que la vida
consciente” (“Lo fatal”). También se aborda el tema de los años pasados y temas políticos.
(Opción 1) Natural de Sevilla, ANTONIO MACHADO realiza varios viajes a París, donde conoce
a Rubén Darío. Vivió en Castilla durante veinte años, donde conoce a las dos mujeres de su vida:
en Soria a Leonor Izquierdo y en Segovia a Pilar de Valderrama, la “Guiomar” de sus versos.
(Opción 2) En cuanto a nuestro coterráneo ANTONIO MACHADO, su biografía queda reflejada
en el poema que principia Campos de Castilla (1912), intitulado “Retrato”:

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,


y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Machado realiza varios viajes a París, donde conoce a Rubén Darío. Más tarde, en Castilla,
conoce a las dos mujeres de su vida: en Soria a Leonor Izquierdo y en Segovia a Pilar de
Valderrama, la “Guiomar” de sus versos.

• En 1903 publica Soledades, de estética modernista, donde predominan los sueños, que
evocan nostálgicamente su juventud, y la tarde como símbolo.
• En 1907 reedita este libro bajo el título Soledades. Galerías y otros poemas. Su poesía se
hace más reflexiva, viajando por las "galerías del alma". Los temas predilectos son los
sueños, la tarde, la infancia, el recuerdo, el tiempo y la muerte.
• En 1912 aparece Campos de Castilla, donde domina el tema noventayochista de España
dentro de una óptica regeneracionista. La obra comienza con el poema “Retrato”; y luego se
suceden poemas sobre Castilla (“A orillas del Duero”), poemas dedicados a Leonor (“A un
olmo seco”) y recupera la tradición del romancero español con "La tierra de Alvargonzález".
• En 1924 aparece el poemario Nuevas canciones y en 1929 Canciones a Guiomar. Sus
últimas obras son el Cancionero apócrifo y Juan de Mairena.
Como se percibe, el estilo de Machado posee una simbología propia: la tarde simboliza el
tiempo; el sueño, los recuerdos; el camino, la vida; Castilla, España; etc. Sus poemas, teñidos
de nostalgia, presentan formas sobrias y sencillas. Su estrofa más típica es la silva romance, una
combinación caprichosa de versos de 7 y 11 sílabas con rima asonante en los versos pares.
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