Proyeccion Educativa2
Proyeccion Educativa2
Proyeccion Educativa2
20 de noviembre 2021.
INTRODUCCIÓN.
Hace aproximadamente treinta años se empezó a investigar sobre la depresión infantil y sobre la
posibilidad de que niños depresivos a su vez tuvieran padres depresivos. De acuerdo con estas
investigaciones existe una mayor incidencia de depresión en las mujeres, sin embargo, el riesgo de sufrir
una depresión durante la infancia era mayor en los hombres.
A partir de 1975, se determina la existencia de problemas depresivos en los niños, pero no se puede
predecir la edad de inicio (Dr. Hernández, Eduardo, La depresión infantil www. psicólogo infantil.com,
octubre 2007) Los síntomas de la depresión infantil son muy parecidos a la depresión en adultos y
algunas de sus características principales son: auto-imagen negativa, baja autoestima y auto-culpa, entre
54’256otros. De acuerdo con los estudios realizados por la C.C.S.S. uno de cada 33 niños experimentará
depresión y, al llegar a la adolescencia, un 15% de esos niños se suicidará. (Manual de atención integral
a la depresión y el suicidio en adolescentes, CCSS 2005).
En la actualidad, dos de cada 10 niños y jóvenes que viven en la Ciudad de México presentan síntomas
relacionados con la depresión, así lo reveló un estudio realizado por investigadores de la Facultad de
Psicología de la UNAM. Los mayores indicios de síntomas de depresión se encontraron en la etapa pre
púber (primera fase de la adolescencia). Al respecto, Verónica Alcalá-Herrera, líder del grupo de
científicos, señaló que los niños con características depresivas muestran irritabilidad, desatención y
aburrimiento, y contrario a lo que se cree, la forma de expresar sus sentimientos no está relacionada con
su conducta, ni es reflejo de su tristeza. “Por eso se dice que la depresión infantil se encuentra
enmascarada. Sus señales suelen confundirse con otros desordenes de la conducta y el diagnóstico suele
ser complicado”.
El presente trabajo es una investigación que busca brindar un mayor conocimiento sobre la depresión
infantil. Hoy en día se promueve más el cuidado de la Salud Mental y Bienestar de la persona
probablemente por los altos índices de depresión, estrés, ansiedad, etc. Desde el año 2014 el Instituto
Nacional de Salud Mental “Honorio Delgado Hideyo Noguchi” indica que alrededor del 70% de
niños(as) y adolescentes con trastornos depresivos pueden presentar ideas suicidas.
En definitiva los porcentajes son alarmantes y preocupantes, con el único objetivo de tomar cartas en el
asunto. Y si bien hoy en día existe una preocupación por la salud mental del adulto, cómo no
preocuparnos por los niños y adolescentes, quienes a su corta edad experimentan conflictos tanto
emocionales como académicos dentro de la escuela, y quienes muchas veces, posiblemente no poseen o
no utilizan estrategias apropiadas de afrontamiento, solución de problemas y manejo de emociones,
principalmente la frustración, vista reiteradamente por los docentes, padres y psicólogos.
Este es el motivo fundamental por el cual se realiza esta investigación, para conocer y dar a conocer la
magnitud real de estos hechos y a partir de ello generar soluciones o nuevas estrategias abocado al
desarrollo integral y positivo del niño.
La investigación comprende los capítulos que se describen a continuación. El capítulo I contiene el
Planteamiento del Problema donde se presenta la problemática, se formula el problema, se destaca la
importancia, justificación y limitaciones de la investigación.
En el capítulo II se muestra el Marco teórico que incluye los antecedentes, es decir las investigaciones
anteriores relacionadas con el tema de estudio, las bases teóricas sobre las cuales se sustentó el estudio y
la definición de los términos básicos.
En el capítulo III Se describen las teorías que explican la depresión así como los síntomas que se
llegan a presentar en niños y adolescentes y como se expresan mediante una variedad de problemas
emocionales y conductuales que pueden ser diferentes de la sintomatología depresiva característica en
los adultos.
Capítulo V Se muestra como se diagnostica un episodio depresivo mayor (EDM) realiza mediante
instrumentos de evaluación, entrevistas, y la observación directa, con sus respectivos análisis,
describiendo los principales hallazgos.
Capítulo VI Se refiere las conclusiones a las que se llegó con la investigación aportando algunas
recomendaciones sobre el tema. Finalmente, se registran las referencias bibliográficas.
La familia es la institución base de las civilizaciones, pues a través de ella se logra la transmisión de
costumbres y tradiciones, base cultural de cada pueblo(Quiroz, 2006); se considera tan antigua como la
especie humana (Bernstein, 1974); y revela una variedad de formas estructurales como la familia nuclear
(formada por el padre, madre y su descendencia, considerada básica); la extensa (formada por parientes
consanguíneos por ejemplo: tíos, primos y abuelos); la monoparental (que está formada por uno de los
padres y los hijos).
La familia es la primera matriz social y uno de los pilares fundamentales donde se arraiga y se cultiva la
personalidad (Quiroz, 2006). La familia es una unidad flexible que se adapta tanto a las influencias
externas como a su organización interna (Bernstein, 1974); entre las externas se encuentran las normas
morales y costumbres prevalecientes, además de las fuerzas raciales, religiosas, sociales y económicas;
entre las internas se incluye los vínculos construidos en la familia, los cuales se hacen a través de una
combinación de factores biológicos, psicológicos y económicos (Quiroz, 2006).
También se le considera un sistema social que influye en las conductas de cada miembro de la familia
(Doménech, Villatoro y Gutiérrez, 2004). De acuerdo con Villatoro y cols. (2006), la familia incide en el
desarrollo sano y maduro del mismo o bien desviando su crecimiento, por lo cual los padres son
considerados universalmente importantes en la vida de los hijos. Es por eso que las familias
contribuyen al mantenimiento de la sociedad sirviendo como contexto en el que los niños son
protegidos y estimulados para desarrollarse en adultos competentes.
El entorno familiar del niño y la escuela constituyen dos factores ambientales más importantes que
inciden en su conducta futura. El grupo familiar es el primer agente de socialización del niño,
influyendo de manera decisiva en el desarrollo de su estabilidad emocional, constituyendo a su vez un
elemento clave en la configuración de la depresión infantil (Del Barrio, 1988).
Un gran número de investigaciones han encontrado una relación directa entre la discordia familiar y la
presencia de problemas en hijos (Emery, 1982) tales como la depresión (Mc Dermott, 1970), la baja
autoestima y problemas de conducta (Rosen-berg, 1965; Gwynn y Brantley, 1987, Musitu y cols., 1988).
El tamaño de la familia, el lugar que ocupa el niño en el grupo de hermanos y la ausencia de los padres
(muerte, divorcio o separación involuntaria) son elementos que afectan al desarrollo afectivo y
emocional del niño.
(Coopersmith, 1967) señala que existe una relación estrecha entre la separación de los padres y la
aparición de depresión en los hijos, hallándose vinculados el conflicto parenta1 con el mal ajuste y baja
autoestima de los niños. En este sentido, entre los resultados negativos del divorcio se destaca el
incremento de la ansiedad, la depresión, la baja autoestima y el mayor número de problemas escolares
(Gwynn y Brantley, 1987).
Los datos de los estudios apoyan la idea de que la pérdida de un padre por muerte durante la infancia
incrementa el riesgo de depresión futura. En el mismo sentido se encuentra la aportación de Ruttger
(1972), quien sostiene que las perturbaciones depresivas durante la vida del adulto pueden ser
especialmente corrientes cuando un progenitor murió durante la adolescencia. Sin embargo, los datos
no son concluyentes ya que Crook y Eliot (1980) también realizaron una revisión crítica concluyendo
que la muerte de un padre durante la infancia del hijo no mantiene relación con la presencia de
sintomatología depresiva futura. Dentro del tema de las relaciones fraternas y el tamaño familiar la
posición del niño dentro del grupo de hermanos o su estatus fraterna queda definido por las siguientes
variables: el número total de hermanos (tamaño de la familia), el orden de nacimient6 de cada niño
(Único, primogénito, mediano y pequeño), la diferencia de edad o espaciamiento de cada niño con el
hermano que le precede y/o con el que le sigue y el sexo de cada miembro del grupo de hermanos))
(Arranz y Malla,1986, p. 221).
Los niños de hogares monoparentales suelen presentar también problemas en el área del rendimiento
escolar (Buceta y cols., 1986; Hofmann y Zippco, 1986), reflejándose en el ambiente escolar la
inseguridad que 10s niños perciben en el hogar. En este sentido, Brenner (1984) señala que todos 10s
investigadores están prácticamente de acuerdo en que durante el año siguiente al divorcio 10s niños
presentan problemas de aprendizaje. La posición ordinal entre 10s hermanos ha sido también
considerada como una variable mediatizadora importante en el desarrollo intelectual, emocional y social
del niño (Koch, 1956; Mussen y cols., 1969; Baskett, 1984). Para que las potencialidades del individuo
puedan sobresalir, se tomarán en cuenta tres factores que serán determinantes para el desarrollo de su
personalidad:
1. Autoestima. La cual se aprende dentro de la familia, se da a partir de las interacciones y los mensajes
que le comunican respecto a su valor como personas. Cuando el menor se aleja del núcleo familiar, se
reforzarán los sentimientos de valor aprendidos dentro de la familia.
2. Comunicación. Este factor es esencial ya que de éste se determinara si el menor tiene un
autoconcepto y seguridad adecuada o todo lo contrario. Se toma en cuenta la comunicación verbal,
actitudinal, lenguaje corporal, tono emocional, contenido, y expresión facial entre otros.
3. Normas. Son los parámetros que guían la conducta; en toda familia, no importa de qué tipo sea,
deben existir normas las cuales van a promover un desarrollo o un estancamiento, las normas les van a
permitir la convivencia entre ellos.
Escalante y López (2002 en Quiroz, 2006) consideran que son siete las funciones que debe cumplir la
familia para el despliegue de su potencial:
1. Brindar identidad al menor. El individuo incorpora no sólo las características biológicas de sus
padres, sino también sus características psicosociales.
2. Proporcionar protección. Los niños dependen absolutamente para su supervivencia de las personas
que los cuidan; y sólo a través del tiempo y en forma paulatina, va adquiriendo autonomía e
independencia.
4. Brindar las primeras y más importantes experiencias sociales. La familia es la célula social por
excelencia; en ella el individuo aprende a compartir su espacio con los demás, desarrollando esquemas
de interrelación que son transmitidos en el trato cotidiano que recibe de las personas que conviven con
él, particularmente de sus padres.
6. El aprendizaje de la expresión amorosa. A medida que crece, el niño aprende a expresar sus
emociones y sentimientos, los cuales le permitirán construir el futuro y mantener sus relaciones
afectivas significativas.
7. Constituir un filtro con el resto de la sociedad. La familia le permitirá al niño experimentar con su
propio comportamiento en la relación con los demás, definiendo la permisividad y/o restricción que
tendrán en el futuro estos comportamientos.
Aunque todos los autores mencionados difieren en la cantidad de funciones de la familia, es cierto que
todos concuerdan en que existen funciones básicas de sobrevivencia que deben cubrirse; además que
éstas no potencian las cualidades humanas, ya que deben cumplirse otras tantas que son primordiales
para el ajuste socio emocional de un individuo, como el afecto, control, comunicación y valores.
Así pues, el desarrollo psicológico en la infancia cimentará las bases para la adolescencia. Cuando se le
proporciona un ambiente familiar óptimo desde la infancia, el adolescente convierte a los padres en
guías y orientadores, además cuando existe en la familia una disciplina razonable y no arbitraria, ésta le
permite desarrollar una conducta que lo dirija hacia el autocontrol y la auto dirección; sin embargo,
cuando ocurre lo contrario y las conductas entre padres e hijos son desfavorables, la conducta del
adolescente se deteriorará y presentará más dificultades de adaptación.
A través de la familia se transmiten valores, se brinda sostén emocional y afectivo promoviendo de esta
manera, el desarrollo adecuado de cada miembro. Idealmente los entrena para la convivencia enseñando
la tolerancia a la frustración procurando el reconocimiento y disfrute de procesos en general (Guelar y
Crispo, 2002 en Castillo, 2005). También se entiende que la familia contribuye al desarrollo social, pues
ejerce una función educativa y socializadora para poder formar personas cooperativas, responsables,
con cohesión social y capaces de afrontar grandes retos sociales dada su función imprescindible e
insustituible para fomentar valores personales y sociales (Martínez, Fuertes, Ramos y Hernández, 2003).
El enfoque dimensional para el estudio de las influencias entre padres e hijos deja ver la importancia del
afecto, el cual es de suma importancia para el desarrollo de cualquier individuo; además del control o
monitoreo; estas dos dimensiones son fundamentales a la hora del estudio del estilo parental.