6-Conceptos y Enfoques Básicos - 2
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enfoques básicos
La diferencia entre
amenazas y desastres
Los desastres no son naturales. Sí, existen “amenazas naturales”, como los
terremotos, las erupciones volcánicas, las inundaciones y las olas de calor, pero
no hay “desastres naturales”, pues estas amenazas no tienen necesariamente por
qué conducir a un desastre.
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El primer paso que podría dar como periodista es evitar el término “desastre natural”
y utilizar en su lugar “desastres” o “amenazas naturales”. Esto ayudará a cambiar la
forma en que los líderes de opinión y el público en general perciben los desastres.
Al hacerlo, contribuirá a crear una cultura de prevención y no sólo de reacción.
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Nada socava el desarrollo
como los desastres
El mundo ha sido incapaz de salir del círculo vicioso desastre-respuesta-
reconstrucción-repetición. Históricamente, la financiación se ha centrado en
recoger los pedazos después de un desastre. Pero este enfoque de “parche” no es
apropiado. Los gobiernos nacionales y locales deben cambiar el énfasis y pasar de
la respuesta a los desastres a la prevención del riesgo.
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Los riesgos están
interconectados y son sistémicos
Con la creciente complejidad e interacción de los sistemas humanos,
económicos y políticos (por ejemplo, el sistema financiero internacional, las
tecnologías de la información y la comunicación, el comercio y las cadenas
de suministro, las megaciudades y la urbanización), los riesgos son cada
vez más sistémicos. Es bien
sabido que los desastres suelen
producirse en cascada, donde
una amenaza desencadena
otra, como lo ilustra el
término NATECH (por sus
siglas en inglés), que designa
las amenazas naturales
desencadenantes de desastres
tecnológicos, como demostró
la reciente pandemia de
COVID-19. Ha pasado la era de
la reducción del riesgo amenaza
por amenaza. Tenemos que
reflejar la naturaleza sistémica
del riesgo a la hora de afrontarlo.
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La prevención es rentable
Gracias a la eficacia de los códigos de construcción y a otras medidas de RRD, el
terremoto de magnitud 8.8 de Chile en 2010 “sólo” mató a una persona de cada 595
afectadas. Por su parte, el terremoto de Haití, aunque 500 veces menos potente,
mató a una persona de cada 15 afectadas. El terremoto de magnitud 7.2 en
Christchurch (Nueva Zelanda) en 2010 no causó ninguna muerte. Estas enormes
diferencias en las tasas de mortalidad son un duro recordatorio de la necesidad de
un enfoque estratégico multisectorial para abordar el riesgo de desastres.
El cambio climático es un
amplificador del riesgo
El último avance del informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el
Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) publicado en agosto de 2021 es
concluyente en señalar por primera vez que el cambio climático ya es una realidad
que afecta todas las regiones habitadas en el mundo y que los eventos climáticos
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extremos no harán sino ser más frecuentes e intensificarse en los próximos años.
Las proyecciones del informe indican que en las próximas décadas los cambios
climáticos aumentarán en todas las regiones. Según el informe, con un
calentamiento global de 1,5 °C, se producirá un aumento de las olas de calor, se
alargarán las estaciones cálidas y se acortarán las estaciones frías; mientras que
con un calentamiento global de 2 °C los episodios de calor extremo alcanzarían
con mayor frecuencia umbrales de tolerancia críticos para la agricultura y la salud.
El cambio climático está intensificando el ciclo hidrológico. Esto conlleva una
mayor intensidad de las precipitaciones y las inundaciones asociadas, así como
unas sequías más intensas en muchas regiones.
Si se traspasa el umbral de 1,5 °C, algo que podría ocurrir en las próximas dos
décadas, las posibilidades de adaptación disminuirán a medida que los ecosistemas
de las regiones áridas y semiáridas se colapsen, lo que provocará más y mayores
desastres, así como migraciones a una escala nunca vista.
Los procesos de reducción del riesgo tienen múltiples conexiones con la adaptación
al cambio climático, pero pocos planes de RRD las tienen en cuenta (GAR 2019). Una
estimación de la OMS indicó que podrían producirse 250 000 muertes adicionales
cada año entre 2030 y 2050 debido al cambio climático (Hales y otros, Quantitative
risk assessment of the effects of climate change on selected causes of death,
2030s and 2050s, 2014).
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El riesgo es asunto de todos y todas
Tendemos a trasladar la responsabilidad de reducir el riesgo de desastres a los
gobiernos nacionales, pero lo cierto es que esta responsabilidad es compartida
y que la reducción del riesgo es asunto de todos y todas. Si bien los gobiernos
nacionales y estatales desempeñan un papel central en la reducción del riesgo y la
respuesta a los desastres, es necesario empoderar a las autoridades y comunidades
locales con recursos y responsabilidades en la toma de decisiones. Los medios de
comunicación también deben ser conscientes de su papel en la promoción de la
resiliencia a todos los niveles, desde el local hasta el nacional.
Alianzas y colaboración
Tenemos que establecer alianzas con otras partes interesadas y organizaciones
expertas para crear redes sólidas de intercambio de datos y facilitar la elaboración
de informes extensos. Las redes de periodistas como la DIRAJ (Asociación de
Periodistas para la Reducción del Riesgo de Desastres, por sus siglas en inglés) en
África han demostrado la utilidad de los modelos de colaboración en los que los
miembros pueden compartir datos, contactos y consejos.
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Más información
https://drrhub.org/