Paul B. Preciado - El Sujeto Del Feminismo Es El Proyecto de Transformación Radical de La Sociedad en Su Conjunto
Paul B. Preciado - El Sujeto Del Feminismo Es El Proyecto de Transformación Radical de La Sociedad en Su Conjunto
Paul B. Preciado - El Sujeto Del Feminismo Es El Proyecto de Transformación Radical de La Sociedad en Su Conjunto
de Franco Pensiones
ENTREVISTA | Filósofo
Paul B. Preciado es uno de los referentes de la teoría queer y los estudios de género: "La estrategia absoluta
es la abolición de la diferencia sexual"
"Lo que hemos hecho es estructurar los movimientos con políticas de identidad y hemos acabado siendo
más mujeres, más lesbianas, más gays –no en sentido cuantitativo–, pero no somos más libres", dice
"No hay necesidad de asignar un género al nacer. Podríamos simplemente decir 'viene un cuerpo humano al
mundo' de la misma manera que a nadie se le ocurre cuando viene un cuerpo decir que es un cuerpo
cristiano", plantea
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Paul B. Preciado. LEA CRESPI
Media hora antes de que Paul B. Preciado (Burgos, 1970) presente en la librería La Central
de Madrid Un Apartamento en Urano (Anagrama), la sala ya está llena. Paul –antes Beatriz–,
uno de los filósofos más influyentes del mundo, comisario de arte y referente de la teoría
queer y los estudios de género, desarrolla en el libro un conjunto de "crónicas del cruce"
publicadas en el periódico francés Libération que revelan la parte más personal de este
autodenominado "disidente del sistema sexo-género".
Dice en 'Un Apartamento en Urano': "No soy hombre, no soy mujer, no soy
heterosexual ni bisexual". ¿Es el suyo un género utópico como afirma la escritora
Virginie Despentes en el prólogo?
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Sí, pero eso es real. La cita hace referencia a las inscripciones jurídicas y médicas, que en el
fondo son abstracciones, es decir, no existen. Son categorías que han sido naturalizadas por
el entramado de la epistemología del siglo XIX y XX sobre todo, pero no tienen contenido
empírico. Sí lo tiene, por ejemplo, el oxígeno, pero no la homosexualidad. Existe la cultura
gay, pero la homosexualidad no. De la misma manera que no existe la raza, existe el
racismo.
Yo creo que la tarea del filósofo, el activista y el artista es desvelar esos procesos de
construcción política que han llevado a la cristalización de ciertas nociones que hoy
entendemos como naturales. Por ejemplo, el género o la homosexualidad. Si fueran
naturales, no podríamos oponernos a ellas, de la misma manera que no podemos oponernos
a la gravedad. Esto es poner en cuestión ya no solo los discursos religiosos que han sido
fundantes para muchas de las tecnologías del cuerpo y de la sexualidad, sino también poner
en cuestión el discurso científico.
El cuerpo trans, ha escrito, "pone en jaque nociones como la nación, los juzgados, la
familia, los centros de internamiento o la psiquiatría". ¿De qué manera es lo trans un
acto político?
Lo trans siempre es un acto político. En una sociedad en la que hay una epistemología
binaria en la que ni el discurso médico ni jurídico contempla otro tipo de género que no sea
masculino o femenino, afirmarse como trans es situarse en el lugar de la patología y que te
apliquen una terapia de género que te permita atravesar esa frontera e ir a otro lugar. Si te
opones a ese tipo de diagnóstico médico y protocolo patologizante, se trata siempre y en
todo caso de una posición política. Es tan político como el herético que en el siglo XV se
oponía a la existencia de Dios. Esta epistemología binaria es la epistemología de la
diferencia sexual, que, de todas formas, está tocada de muerte y lleva al menos los últimos
50 años en una crisis extraordinaria.
En el sentido en el que a partir de los años 40 el propio discurso médico empieza a darse
cuenta de que hay una multiplicidad de cuerpos que no pueden ser reducidos a lo binario.
Entonces, para dar cuenta de esa multiplicidad inventa la noción de intersexualidad y
decide no cambiar la epistemología sexual, sino intervenir físicamente sobre los cuerpos y
modificarlos llevando a cabo operaciones que son básicamente una castración genital. Se
habla siempre de la mutilación genital en los países árabes y no hace falta. La mutilación se
produce constantemente en los hospitales de Occidente en beneficio del mantenimiento de
un sistema abstracto y político que es el de la diferencia sexual.
A partir de ahí, ponen una bomba en su propio aparato epistemológico. Ahora, hay una
crítica muy profunda desde los movimientos sociales y del propio estamento médico. Los
científicos más moderados apuestan por considerar que hay tres, cuatro o cinco sexos. Y
otros decimos que no hay necesidad de asignar un género al nacer. Podríamos simplemente
decir 'viene un cuerpo humano al mundo' de la misma manera que a nadie se le ocurre
cuando viene un cuerpo decir que es un cuerpo cristiano. En el siglo XV, sí. La epistemología
es histórica, cultural, construida, y además produce violencia y legitima un sistema de
opresión. Ahí es donde, no es que me oponga a las feministas, pero sí creo que no se puede
seguir con una estrategia de la política de la diferencia.
Hay voces muy autorizadas del feminismo en España que desacreditan la teoría queer
o que no la consideran feminista, incluso apuntan a que interfiere o perjudica en la
lucha feminista, ¿qué opina?
Pienso que en los últimos 50 años, el feminismo ha estado hecho por lesbianas que se han
dejado el pellejo luchando –iba a decir hemos, en el sentido de que yo he sido lesbiana
muchos años. Me sigo considerando mujer, lesbiana, heterosexual, homosexual... Todo y
nada al mismo tiempo–. Los colectivos lesbianos lucharon, por ejemplo, por los derechos
reproductivos de las mujeres heterosexuales. No veo cómo el movimiento feminista que
tenemos ahora hubiera estallado sin los años de lucha contra el sida, sin el feminismo negro,
el feminismo de las políticas transexuales o el feminismo de las trabajadoras sexuales.
El problema es que ocurre siempre lo mismo. Las luchas se hacen desde abajo y luego se
recuperan desde arriba. Ahora es igual y de repente vemos un feminismo blanco
heterosexual que quiere otra vez indoctrinarnos a todos en una idea de mujer naturalizada.
Sin embargo, estamos luchando precisamente frente a ese estereotipo.
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¿Cuáles son las consecuencias?
Este es un estereotipo que produce violencia y que legitima la opresión. Yo no tengo ningún
problema con aquellas chicas ultra femeninas o ultra hetero, pero definidas con radicalidad.
Una chica que exige el derecho a poder casarse, tener hijos, seguir en casa y tener un poco
más de libertad, para mí representa un feminismo liberal de derechas que no me interesa.
De la misma manera que no voy a hacer un pacto con el PP para definir lo que es la lucha
feminista.
Al final, lo que hemos hecho es estructurar los movimientos con políticas de identidad y
hemos acabado siendo más mujeres, más lesbianas más gays –no en sentido cuantitativo–,
pero no somos más libres. La cuestión es volver a introducir prácticas de invención de la
libertad dentro de los colectivos. El resto, da igual. ¿Qué las feministas se enfadan con la
teoría queer? No veo qué problema pueden tener. Yo lo que le pido al feminismo
simplemente es radicalidad en sus propuestas: abolición de la asignación de la diferencia
sexual en el nacimiento y despatriarcalización radical de todas las instituciones y de todas
las administraciones. Veamos, si empezamos por ahí, qué queda de la estructura patriarcal
social que conocemos.
¿No hay entonces que identificar el feminismo como un movimiento y una lucha
esencialmente de mujeres?
No. Aunque dar visibilidad a los colectivos de mujeres que están menos visibilizados y que
son objeto de mayores técnicas de opresión es muy importante. Pero eso es otra cosa, no me
da la impresión que sea lo que está pasando con muchas partes del feminismo. Yo,
evidentemente, no puedo ni quiero afirmar que no podamos decir nunca más mujer, en
absoluto. La cuestión es cuál es el sujeto mujer que esta lucha está haciendo visible. Si es el
sujeto más oprimido o la alianza de los sujetos oprimidos más allá de la identidad, es otra
cosa.
Es decir, para mí un hombre gay absolutamente puede ser un sujeto del feminismo. Lo es
precisamente por el altísimo indice de feminización, en el sentido de que hay técnicas de
opresión que son aplicadas sobre el cuerpo gay. No me interesa un feminismo que pasa el
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90% de sus debates pensando cuál es el sujeto. Esa no es la pregunta, la pregunta es cuáles
son las prácticas de libertad y cómo podemos oponernos críticamente a las tecnologías de la
violencia que nos oprimen.
Si no, entramos de alguna manera en una nueva taxonomía dentro del feminismo y en una
especie de policía interna. No solo ocurre en el feminismo, también en el movimiento trans
con el buen transexual y el mal transexual. Al final acabamos en una obsesión identitaria.
Lo que propongo es salir de esa identidad y empezar a establecer alianzas críticas.
Desde que habita el mundo de los hombres "como si fuera un hombre" ha comprobado
que la clase masculina y heterosexual "no abandonará sus privilegios porque
enviemos algunos tuits o demos algunos gritos". ¿Qué se ha encontrado en ese otro
lado?
¿Por ejemplo?
Por ejemplo, el alto grado de misoginia. Los hombres –me refiero mayoritariamente a
hombres heterosexuales– muchas veces hablan de las mujeres como si estuvieran hablando
de una subespecie, una cosa muy rara que representa dos modalidades fantasmáticas en su
pensamiento: la madre y la puta. Sigue mirando a la mujer, o a lo que el hombre imagina
que es la mujer, como un espacio de reproducción o como un objeto de su propio deseo
sexual. En algunas conversaciones tengo que decir 'hace años yo ere ese personaje del que
habláis que supuestamente es un ser extraño'. Y No. Ese ser es exactamente igual que
vosotros, no tiene ninguna diferencia excepto que ha sido objeto de todo un proceso de
opresión histórica desde hace siglos.
Hay un proceso movilizador en torno al feminismo que ha estallado con fuerza en los
últimos dos años, en España, pero también en otros lugares del mundo. ¿Cómo lo ve?
Para los que llevamos trabajando en el feminismo toda nuestra vida, que empezamos
cuando decir 'feminista' era un insulto, ver ahora cómo están las calles y ver lo que ocurre
un 8M es una pasada. Es un subidón increíble. Creo que estamos viviendo una revolución.
Cuando digo lo de los tuits, me refiero a que seamos conscientes y que tengamos una
estrategia colectiva de lucha porque esto es muy profundo. Hay que transformar todas las
instituciones, desde la escuela, el espacio doméstico, o los espacios de reproducción. Es
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un proyecto de transformación cultural y política, probablemente el más amplio y profundo
que se puede imaginar junto con el desmantelamiento de las taxonomías raciales que siguen
estructurando todas las políticas de migración.
Por ejemplo, una que vi en París que llevó una adolescente de 12 años y me pareció una
alegría: "Salvemos el clítoris del planeta". Me pareció muy interesante empezar a pensar de
otra manera la lucha ecológica y qué supone empezar a poner estos vectores en relación, lo
ecológico y lo feminista. Hice hace poco otra sobre promover el sexo anal y el dildo como
estrategia para salvar el Planeta. Y es: paremos la reproducción. Es importante hacer una
crítica de la producción y de la reproducción. Por eso me opongo también a esas políticas
reproductivas que intentan culminar el proceso de normalización de todo lo gay y lesbiano.
Por ahí irían mis pancartas.
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