Orar Con La Biblia
Orar Con La Biblia
Orar Con La Biblia
La Biblia no es un libro más de cuantos componen nuestras bibliotecas. Libros antiguos, quizá más
valiosos que la Biblia, son ahora piezas de museo, Con la Biblia no sucede lo mismo: millones de
personas la veneran como Palabra de Dios, la tienen como norma para su fe y para su conducta en la
vida. Se continúa leyendo y proclamando en las celebraciones litúrgicas, en los momentos de oración
personal y comunitaria. Hombres y mujeres, sacerdotes y laicos dedican su vida al estudio, comentario e
interpretación de los textos de la Escritura.
La Biblia no es, pues, un libro muerto, sino un libro vivo, actual. Cada uno de los creyentes estamos
invitados a acercarnos a ella para leerla, meditarla y, sobre todo, vivirla. En este capitulo queremos
presentar la manera de acercarnos personalmente a los libros de la Biblia.
Por ejemplo:
- Concedenos, Señor que sepamos escuchar tu Palabra como Palabra de vida para que sea la norma
constante en nuestro vivir diario. Amen
- Señor. ¿a quien vamos a acudir? Tu tienes Palabras de vida eterna: enséñanos a permanecer siempre
atentos a tu llamada Amen.
Leer el texto seleccionado despacio y con atención. Detenerse en la frase que más nos impacte como
dirigida a nosotros.
Hablar con Dios sobre lo que nos ha llegado al corazón. hablarle de amigo a amigo. Descansar en Dios
nuestras cargas de cada día. y aguardar atentos sus palabras de animo.
Por ejemplo:
Oh Dios. nosotros queremos trabajar a la luz de tu Palabra concedenos prudencia y valor, solidaridad y
sabiduría. para obrar siempre con espíritu de amor fraterno. Amen.
Infúndenos, Señor. el espíritu de inteligencia. de verdad y de paz, para que habiendo conocido por tu
Palabra cual es tu voluntad trabajemos para ponerla en práctica. Amén
5.- IR Y OBRAR
Tomar la palabra de Dios que el Señor ha puesto en nuestro corazón y ponerla en práctica humildemente.
Será una fuente de bienaventuranza para nuestra vida.
C.- Lectura diaria
Nuestro organismo nos pide recibir diariamente el alimento necesario para nuestro sustento. Al igual que
Jesús encontraba su alimento en hacer la voluntad del Padre, así también los cristianos encontramos
nuestro alimento en la Palabra de Dios que se nos revela en la Escritura. Diariamente debemos acudir a
la mesa de la Palabra para alimentar nuestra fe.
--Conseguir un ambiente de silencio que no nos distraiga y que nos ayude a concentrar la atención en lo
que leemos y conseguir que las palabras del texto resuenen con profundidad en nuestro corazón. Cada
persona verá, según sus posibilidades, en qué momento del día puede conseguir un clima de silencio
aceptable.
--¿Cómo proceder para la lectura? Pueden ser útiles los siguientes pasos:
* Leer algún texto que nos introduzca en la lectura del libro escogido, puede servirnos la introducción que
algunas Biblias colocan antes de cada libro o grupos de libros.
* una primera lectura rápida del libro que nos dé la visión de conjunto
* una segunda lectura detenida. intentando captar frase por frase, haciendo frecuentes paradas para dar
cabida a la oración. Para esta lectura lenta puede ayudarnos el leer las notas que a pie de página
incluyen algunas Biblias y en las que se explican los versículos o las palabras más difíciles. Al hacer esta
lectura lenta podemos ir subrayando lo que más nos llama la atención, para volver sobre ello en otro
momento del día, o incluso algunos días más tarde (mejor subrayar con lápiz para poder borrarlo si lo
creemos conveniente).
- Personalizar. El mensaje de la Biblia es una Palabra dirigida a nosotros. La Sagrada Escritura interpela
nuestra vida. Al leer podemos plantearnos las siguientes preguntas:
- Por dónde empezar a leer la Biblia? Aconsejamos empezar por el Nuevo Testamento. En concreto
comenzar por el Evangelio de Lucas para seguir por el libro de los Hechos de los Apóstoles así leeremos
los dos escritos como lo que son en realidad, como una única obra que pretende mostrar al lector la
acción del Espíritu Santo en la persona de Jesús de Nazaret y en la vida de la primitiva Iglesia. Después
podemos leer alguna de las cartas de Pablo: por ejemplo, la primera carta a los Corintios o la carta a los
Colosenses--y el Evangelio de Mateo. Del Antiguo Testamento podemos leer algunos textos
seleccionados.
2.-¿CÓMO?
La actitud con que nos acercamos a la Biblia no puede ser la misma que tenemos ante los otros libros.
Veamos qué nos exige.
-En primer lugar, hemos de reconocer a Dios en cada página de la Biblia. Al igual que el pueblo de Israel
supo reconocer y leer la presencia de Dios en su Historia y en los textos sagrados que iba escribiendo.
También nosotros estamos llamados a hacer nuestra la experiencia de Dios que tuvieron otros creyentes
tres mil años antes que nosotros.
- Una segunda actitud importante es mantener el corazón abierto a lo que Dios nos dice. Un corazón
abierto que arde en deseos de escuchar el mensaje de la Palabra de Dios, que acepta con dócil
obediencia la voluntad de Dios sobre la propia vida, como Jesús cuyo alimento era cumplir la voluntad del
Padre (véase Jn 4,34)
Si cerramos nuestro corazón a la invitación que Dios nos hace a entrar en su amistad, nuestra vida
cristiana. poco a poco irá perdiendo su sentido hasta quedar completamente vacía.
- La tercera actitud necesaria es el deseo de ponerla en práctica. Acabamos de decir que la lectura de la
Biblia no nos deja indiferentes, sino que incide en nuestra vida. Ante la llamada de Dios que nos invita a
encontrarnos con él, nuestra respuesta es la de aceptar su invitación y comenzar a actuar según sus
caminos, comenzar a vivir la vida nueva que nos ha traído Cristo. El peligro de conformarse con escuchar
la Palabra de Dios y no convertirla en vida ya se daba en los primeros tiempos de la comunidad cristiana;
es por eso que Santiago se vio en la obligación de advertir a los suyos:
Eliminad toda suciedad y esa maldad que os sobra y aceptad dócilmente la Palabra que ha sido plantada
y es capaz de salvaros. Llevadla a la práctica y no os limitéis a escucharla, engañándoos a vosotros
mismos, pues quien escucha la Palabra y no la pone en práctica, se parece a aquel que se mira la cara
en al espejo, y apenas se miraba, daba media vuelta y se olvidaba de como era. Pero el que se concentra
en la Ley perfecta, Ia de la libertad, y es constante. no para oír y olvidarse, sino para ponerla por obra,
este será dichoso al practicarla); (Sant 1 21-25).
También María, después de escuchar la Palabra que Dios le dirigía a través del ángel supo responder a
su invitación mostrándose dispuesta a realizar lo que Dios le pedía "María contesto. Aquí está la esclava
del Señor, hagase en mí según tu palabra" (L.c. 1, 39). La docilidad de María, la virgen fiel y creyente, en
cumplir la invitación de Dios es un buen ejemplo de disponibilidad para cualquiera que se deja interpelar
por la Palabra que Dios nos hace llegar por medio de la Escritura.
- Una última actitud es la del estudio. Ciertamente no es la actitud principal, pero no por ello debemos
dejarla de lado. Intentar comprender qué quiere decir el autor sagrado, saber encontrar el sentido del
texto que estamos leyendo para interpretarlo auténticamente, supone que nosotros debemos conocer en
qué época se escribió, quiénes eran sus destinatarios, a qué género literario pertenece, qué estructura
interna tiene el texto, cómo interpreta la Iglesia su contenido, qué problemas suscita a los teólogos y
exegetas, como podemos utilizarlo en catequesis...