La Ruptura Fibrilar
La Ruptura Fibrilar
La Ruptura Fibrilar
En la práctica deportiva son las lesiones musculares las que con mayor frecuencia se
producen. De hecho, y según las últimas estadísticas, uno de cada cuatro deportistas sufre una
lesión muscular una vez por año.
El cuerpo humano posee más de 300 músculos que constituyen aproximadamente el 40% del
peso corporal. El músculo está compuesto por miles de células musculares estrechas y
alargadas (fibras) y rodeadas por una vaina. Existen dos tipos de fibras musculares:
Fibras blancas o rápidas: Estas fibras obtienen su energía de la glucosa que se almacena en
forma de glucógeno. Estas fibras responden mejor al ejercicio dinámico.
Fibras rojas o lentas: Obtienen su energía a través del oxígeno de la sangre. Tienen un tamaño
menor que las fibras blancas y una velocidad de contracción más lenta. Están más irrigadas,
aunque tienen menor inervación y resistencia. Su respuesta es mejor al ejercicio estático.
El músculo, además, posee una serie de cualidades o propiedades como fuerza, resistencia,
tono, velocidad de contracción, elasticidad, etc. Según Danowski estas propiedades descansan
en tres pilares muy unidos entre sí como son:
Cuando se lesiona uno de estos tres pilares se derrumba toda esta estructura fisiológica,
produciéndose la lesión.
CAUSAS
Las causas principales por las que se producen estas lesiones se deben generalmente a:
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decir, se produce un descenso del umbral de excitabilidad de los receptores, lo que provoca
una descoordinación en el reflejo muscular autónomo, lo que puede conducir a lesiones
musculares endógenas.
-- Edad. La edad es un factor indiscutible. Según Andrisi (1986):
* Entre los 16 y 21 años la patología muscular es del 28%.
* Entre los 21 y 25 es del 35%.
* Entre los 26 y 30 aumenta hasta el 42%.
Podemos dividir los accidentes musculares en dos grupos:
Los accidentes musculares producidos por causas intrínsecas son los que se producen con
mayor frecuencia. Los calambres, las contracturas, las agujetas son ejemplos de lesiones
musculares sin daño anatómico. Por el contrario, las rupturas miofibrilares (tirón), los desgarros
y las rupturas parciales o totales son ejemplos de lesiones con daño anatómico. Por lo que se
refiere a las elongaciones, existe una diversidad enorme de criterios. Para unos autores se
trata de una lesión anatómica, mientras que para otros se trata de una lesión fisiológica.
LA ELONGACIÓN
Antes de que Zuinen, gracias a sus estudios ecográficos, manifestara que en las elongaciones
existe un daño anatómico demostrado por unas imágenes flameadas o «en llama» observables
en las ecografías, prácticamente la totalidad de autores coincidían en que en la elongación sólo
existía un daño fisiológico. No obstante, y a pesar de estos estudios, hoy día existe una división
de criterios al respecto. Mientras que Zuinen, Danowski y Commandre, entre otros, manifiestan
que estas pequeñas imágenes «en llama» corresponden a microdesgarros de las miofibrillas,
otros autores como Hans-Uwe Hinrichs, Dumas, Battista o Ferret opinan que lo que se afecta
es la túnica que rodea la fibra muscular y que se trata de una desorganización estructural de
las miofibrillas y que, por consiguiente, no se puede hablar de lesión anatómica.
Lo que sí es cierto es que existe una lesión cuyo modo de aparición, así como su clínica, es
muy parecida a la que presenta la típica ruptura miofibrilar, pero, por el contrario, la vuelta a la
actividad deportiva se produce en menor tiempo. Según la mayoría de autores se trata de la
elongación muscular, aunque entre ellos difieran en su fisiología.
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LA RUPTURA MIOFIBRILAR
En general esta lesión se produce por un traumatismo intrínseco, al igual que en la elongación,
provocado por una contracción brusca e intensa.
La aparición del dolor es brusca, intensa, con una sensación punzante y con una sideración
muscular que conduce a una impotencia muscular más o menos marcada, por ejemplo, el
síndrome de la pedrada en la ruptura del gemelo. En la exploración, el músculo es doloroso a
la palpación, encontrándose una zona más dolorosa y que a las 24-48 horas se delimita a un
punto. La movilidad activa y pasiva son posibles, pero con dolor, al igual que el estiramiento. El
dolor no cede con reposo. Se palpa una muesca, que puede observarse si se trata de una
lesión superficial.
Hasta 1960 era admitido que en presencia de una agresión tisular el músculo lesionado
respondía con la producción de tejido cicatricial fibroso. Dos acontecimientos modifican
totalmente esta tesis:
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Jarniven después de provocar rupturas musculares sin lesión de piel a ratas realiza un estudio
histológico desde el segundo hasta el cuadragésimo segundo día. Lo realiza en dos grupos de
ratas. En el primero se instaura un tratamiento con movilización precoz y en el segundo una
inmovilización.
Koch et al efectuaron el mismo experimento, pero con la musculatura del conejo, realizando
también un seguimiento histológico. Como conclusiones más importantes destacan que 16 días
después de la lesión la resistencia de la cicatriz muscular equivale a la de un músculo sano.
Esta constatación es importante, ya que una utilización demasiado precoz puede provocar
nuevas hemorragias en la cicatriz y provocar un retraso en la curación. El derrame sanguíneo
en la cicatriz retarda la curación y vuelve a la cicatriz hipertrófica, dolorosa y no funcional.
TRATAMIENTO
Así pues, y basándonos tanto en los pilares fundamentales como en las bases establecidas por
Jarvinen, podemos establecer el siguiente protocolo para
las rupturas miofibrilares:
Día 1
-- Crioterapia. Aplicar frío durante 30 minutos (realizar
pausas si el frío es muy intenso), de seis a ocho veces
durante este primer día.
-- Vendaje compresivo, elevación y reposo.
Día 2
-- Vendaje funcional (acortar los extremos y disminuir la
tensión) (Fig. 3).
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Figura 4. Aplicación local de
ultrasonidos a partir del segundo día de
tratamiento.
-- Masaje de drenaje (cuando existe un
importante edema).
Días 3 al 7
-- Termoterapia (microondas, etc.).
-- Vendaje funcional.
-- Corrientes exitomotoras. Interferenciales
bipolares buscando la mínima contracción.
Trenes de impulso de 6 segundos de trabajo y
20 segundos de descanso durante 20 minutos
(Fig. 5).
COMPLICACIONES
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muscular. Existe un estado subfebril, con aceleración del pulso. El tratamiento es médico, a
base de anticoagulantes y reposo.
Miosistis osificante
Se trata de una complicación que puede apartar de la competición para siempre a un
deportista. Las manipulaciones intempestivas, los masajes intensos, las recidivas de rupturas,
el calor aplicado de inmediato, son factores que favorecen su aparición. Clínicamente se
observa un bamboleo muy disminuido, disminución de la amplitud articular y de la elasticidad,
así como la persistencia de una zona indurada.
Cicatriz fibrosa
Se trata de una cicatriz patológica formada por un tejido cicatricial denso. Se observa una
cronicidad al dolor producida por el esfuerzo que se vuelve irritante e invalidante. La cicatriz es
voluminosa y puede ser palpable. El tratamiento debe ir encaminado a reducir el volumen y la
densidad de la fibrosis (ultrasonidos, cyriax e ionización con ioduro de potasio). En el caso de
que no se resuelva el problema debe recurrirse a la cirugía.
PREVENCIÓN
Hemos dicho anteriormente que la mayoría de estas lesiones eran producto de un traumatismo
intrínseco, lo cual nos lleva a plantearnos el evitar su aparición. Uno de los métodos más
efectivo y demostrado científicamente son los estiramientos.
Ya en el año 1984 el profesor Ekstrand dio a conocer unos estudios que había realizado en un
grupo de futbolistas suecos mediante los estiramientos. El resultado era sorprendente.
Mediante la aplicación de esta técnica consiguió una disminución de las lesiones musculares
en un 75%.
-- Relajación: de 2 a 4 segundos.
Con los estiramientos se logra aumentar la amplitud articular y, por consiguiente, aumentar la
elasticidad muscular, con lo que se mejora el gesto deportivo y se disminuye el riesgo a las
lesiones musculares.
Lo que sí queremos precisar es que, si bien en la actualidad seguimos trabajando con esta
técnica como medida de prevención, la realizamos únicamente en el tren inferior, ya que los
estiramientos en el tren superior no deben ser pasivos debido a que en algunos de ellos se
provoca una tensión capsular que produce dolor y no se consigue el efecto deseado, por lo que
aconsejamos realizar estiramientos activos o con tensión activa.