Tenencias para Consumo Personal
Tenencias para Consumo Personal
Tenencias para Consumo Personal
4
Régimen Penal de los Estupefacientes, Rubinzal – Culzoni, Santa Fe, 1989, P. 177.
5
Dogmática y política criminal de la víctima, en Teorías actuales en el Derecho Penal, 75 aniversario del
Código Penal, Ad- Hoc, Bs. As., 1997, p. 326/7.
revolución de las ciencias, entre ellas la biología y la química, ayudaron a que aumentara
el comercio y el consumo de las sustancias.
El cultivo, el uso y la importación de cannabis fueron prohibidos por primera vez
en Egipto en 1868, cuando dicho país era gobernado por el Sultán de Turquía.
A su vez, Sudáfrica fue uno de los primeros países en fiscalizar el cannabis dado
que en 1870 el régimen colonialista aprobó una ley, endurecida en 1887, que prohibía el
uso y la tenencia de cannabis por parte de los inmigrantes indios y que respondía
principalmente a la idea de que el uso estaba amenazando el dominio blanco.
Otro antecedente importante es del año 1894 cuando se presentó oficialmente el
Informe de la Comisión sobre Estupefacientes de Cáñamo en la India ante la Cámara de
los Comunes del Reino Unido. La conclusión del informe consideró innecesario prohibir
y, en cambio, propuso una batería de medidas económicas para que a través de los
impuestos y del uso restringido de las licencias, se restringiera el consumo en exceso.6
En el siglo XX, luego del reordenamiento geopolítico de los países en conflicto, las
naciones conocidas como de Primer Mundo empezaron a difundir mensajes relacionados
con los beneficios del consumo del tabaco y el alcohol. Tal es así que junto con la
promoción de jarabes y de vitaminas por parte de la industria farmacéutica, comenzó a
inundar el mundo de mensajes publicitarios que ligaban el status social al consumo de
tales productos.7
Durante las décadas del ´80 y ´90 las drogas psicoactivas legales e ilegales se
expandieron alrededor del planeta.8 Al igual que en tiempos anteriores, cada cultura fue
seleccionando la suya, cada generación tuvo un patrón de consumo y cada status
consumió y consume según su capacidad económica.9
En lo relativo a la República Argentina, hay que tener en cuenta que nuestro país se
encuentra vinculado a la Convención Única sobre Estupefacientes, adoptada por la
Conferencia de las Naciones Unidas el 30 de marzo de 1961 y aprobada por el decreto –
6
Juan Manuel Suppa Altman, De la prohibición a la regulación, capítulo primero del libro: Cannabis
Medicinal, una cuestión de derechos, Secretaría de Capacitación de la Defensoría General de la Nación,
CABA, 2019, p. 10/2.
7 José Luis Puricelli, Estupefacientes y drogadicción, Editorial Universidad, Bs. As.,
1998, p. 31/40.
8 José Luis Puricelli El uso de drogas para consumo personal y el análisis sociológico
del mundo actual. Una propuesta, Revista Di Psicopatología Forense, Medicina Legale,
Criminología 2019, volumen 24:62.
9 Camilo Verruno, Norma Vallejo, Liliana Chamó y Alberto Bialakowsky, Informe
10
Gaceta del foro, T. 46, septiembre – octubre de 1923, N° 262, Morgan Ricardo, p. 196.
Por ello el proyecto de la Cámara de Diputados que expresaba: “Los que tengan en
su poder las drogas comprendidas en el régimen de esta ley y que no justifiquen la razón
legítima de su posesión o tenencia, sufrirán la misma pena” fue modificado en la Cámara
de Senadores por el siguiente: “los que no estando autorizados para la venta, tengan en
su poder las drogas a que se refiere esta ley y que no justifiquen la razón legítima de su
posesión o tenencia, sufrirán la misma pena”.
Pero ya en 1930, el Dr. Luna Olmos, en el marco del plenario “González, Antonio”
votó por la impunidad de la tenencia con fines de uso personal, cuando no estuviera
destinada a la venta o difusión, en cuanto importaba un ataque a la libertad personal
garantizada por el artículo 19 de la CN.11
Tiempo después, la CSJN en marzo de 1978 resolvió en el caso “Ariel Colavini”
Dicho caso comenzó cuando el nombrado fue detenido cuando circulaba por la
plaza llamada “Los Aviadores” en la localidad de Ciudad Jardín, Palomar, PBA. Ello
debido a que en tal oportunidad se le secuestraron entre la ropa que vestía dos cigarrillos
que contenían marihuana.
Luego, la Sala I de la Cámara Federal de la ciudad de La Plata confirmó la sentencia
de primera instancia que lo condenaba a la pena de dos años de prisión de cumplimiento
en suspenso y al pago de una multa de cinco mil pesos por ser autor del delito de tenencia
de estupefacientes con fines de consumo previsto en el artículo 6 de la ley 20.771.
decisión que fue recurrida por la defensa de Colavini bajo el argumento de que ello iba
en contra de lo previsto en el artículo 19 de la CN.
Al llegar a la CSJN, el 28 de marzo de 1978 (cuando nuestro país se encontraba
bajo una dictadura militar), los ministros confirmaron la decisión.
Ya en democracia, en 1986, la CSJN mediante el fallo “Bazterrica” declaró la
tenencia de estupefacientes como ilegal. Siendo el primer caso donde la CSJN declara
inconstitucional el artículo 6 de la ley 20.771, es decir: que es inconstitucional penalizar
la tenencia de estupefacientes para consumo personal.
Gustavo Bazterrica era un guitarrista de rock nacional que inició su carrera en la
década del ´70 y supo integrar bandas tales como “La Máquina de Hacer Pájaros” de
Charly García, “Los Abuelos de la Nada” y también fue guitarrista de Luis Alberto
Spinetta.
11
Cámara Criminal y Correccional de la Capital Federal, Fallos Plenarios, 1-60, Terragni, M. A., Régimen
Penal de los estupefacientes, Rubinzal Culzoni Editores, Santa Fe, 1989, p. 163.
Bazterrica fue hallado con 3,6 gramos de marihuana y 0.6 gramos de clorhidrato de
cocaína, lo cual le provocó la recepción de una pena de multa de un año de prisión en
suspenso. Dicha sentencia fue confirmada por la Cámara y arribó mediante un recurso
extraordinario a la CSJN.
Allí fue donde se declaró que la penalización de la tenencia de estupefacientes con
fines de consumo era inconstitucional. Decisión que fue tomada por mayoría dado que
los jueces Fayt y Caballero votaron en disidencia.
Allí se estableció que:
-hay una prohibición constitucional de interferir en las conductas privadas de los
hombres, prohibición que responde a una concepción según la cual el Estado no debe
imponer ideales de vida a los individuos sino ofrecerles libertad para que ellos los elijan,
-las conductas de los hombres que se dirijan sólo contra sí mismo, quedan fuera del
ámbito de las prohibiciones que puede imponer la ley,
-no está probado que la prevención penal de la tenencia, y de la adicción, sea un
remedio eficiente para el problema que plantean las drogas,
-en dicha oportunidad, el ministro Petracchi señaló que el ámbito de exclusión en
las conductas de los hombres que consagra el artículo 19 de la CN, resulta esencial para
garantizar el equilibrio entre un Estado cada vez más omnipresente e individuos cada vez
más dependientes de las formas jurídicas de organización de la sociedad a la que
pertenecen, siendo la existencia o inexistencia de ese equilibrio la que pondrá de
manifiesto las distancias entre los regímenes democráticos, en que el individuo encuentre
el espacio para la constitución de su propio plan de vida según la autonomía de su propia
conciencia y sólo dentro de los límites en los que no afecte igual derecho de los demás, y
los regímenes autoritarios que invaden la esfera de la privacidad e impiden que las
personas cuenten con la posibilidad de construir una vida satisfactoria,
-ampliando dicho ministro en que la garantía del artículo 19 de la CN establece la
existencia de una esfera privada de acción de los hombres en la que no puede inmiscuirse
ni el Estado ni ninguna de las formas en que los particulares se organizan como factores
de poder, constituyendo el orden y la moral públicos y los derechos de terceros el poco
flexible límite que circunscribe el campo de inmunidad de las acciones privadas
Otro de los precedentes históricos de la CSJN fue el fallo “Capalbo, Alejandro”. El
cual tuvo lugar en agosto de dicho año 1986 y conservó la misma línea que el fallo
“Bazterrica”.
En ambos precedentes, los ministros expresaron que: “el hecho de no establecer un
nexo razonable entre una conducta y el daño que causa, implica no distinguir entre las
acciones que ofenden la moral pública o perjudican a un tercero, de aquellas que
pertenecen al campo estrictamente individual, haciéndose entonces caso omiso del
artículo 19 de la Constitución Nacional que, como queda dicho, obliga a efectuar tal
distinción. Penar la tenencia de drogas para el consumo personal sobre la base de
potenciales daños que puedan ocasionarse de acuerdo a los datos de la común
experiencia no se justifica frente a la norma del artículo 19, tanto más cuando la ley
incrimina actos que presuponen la tenencia pero que trascienden la esfera de privacidad
como la inducción al consumo, la utilización para preparar, facilitar ejecutar u ocultar
un delito, la difusión pública del uso, o el uso en lugares expuestos al público o aún en
lugares privados más con probable trascendencia a terceros…”.
Pero luego de dicho precedente, y en clara opinión contraria, en el año 1989 se
sancionó la actual ley 23.737, la cual redactó el artículo 14 tal como vimos que sigue
vigente al día de hoy.
Por ello, el 11 de diciembre de 1990, la CSJN dictó el fallo “Montalvo”, dicho fallo
sostuvo la constitucionalidad de la sanción de la tenencia de estupefacientes para
consumo personal. Lo cual lo hizo por una mayoría conformada por los jueces: Ricardo
Levene (h), Mariano Augusto Cavagna Martínez, Carlos Fayt, Julio Nazareno, Rodolfo
Barra, Julio Oyhanarte y Eduardo J. Moliné O´Connor.
El argumento de tal voto mayoritario consistió en que la tenencia de estupefacientes
trasciende los límites del derecho a la intimidad del artículo 19 de la CN porque el
consumo ofende el orden y la moral pública y perjudican a terceros; en que la tenencia de
estupefacientes atenta contra la salud pública, el cual es un bien común; se exprese en tal
fallo que se deben proteger los valores morales, la familia y la sociedad y que si hay
consumidores hay narcotráfico.
En cambio, el voto minoritario, conformado por los jueces Augusto Belluscio y
Enrique Petracchi, señaló que debía seguirse lo dicho en los precedentes “Bazterrica” y
“Capalbo”. Esto es: señalar que era inconstitucional la penalización de la tenencia de
estupefacientes con fines de consumo personal.
En ese voto minoritario, los jueces manifestaron que penar la tenencia de
estupefacientes para consumo personal no disminuye el narcotráfico, sino que lo aumenta.
Ampliando tal argumento en cuanto a que usar al consumidor para combatir el
narcotráfico es inconstitucional ya que la CN prohíbe usar a las personas como
instrumentos para alcanzar objetivos públicos socialmente valiosos.
Aclarando que era inconstitucional el derecho penal basado en características
personales, como las que podrían ser en tal caso ser drogadicto.
En aquella ocasión, una persona había sido condenada a la pena de un año de prisión
de ejecución condicional y multa por considerarla autora del delito de tenencia de
estupefacientes para consumo personal. Ello en los términos del todavía vigente, al
momento de los hechos, artículo 6 de la ley 20.771.
Ante un recurso del imputado, la Cámara disminuyó la pena a tres meses de
ejecución condicional. Pronunciamiento contra el cual la defensa de dicha persona
interpuso un recurso extraordinario federal.
Una vez recibido el mismo, la CSJN, por mayoría, rechazó el planteo y confirmó la
sentencia. Para arribar a tal conclusión, los jueces que lograron la mayoría12 expresaron
que:
-los motivos otorgados por el legislador para incriminar la tenencia de
estupefacientes remiten a cuestiones de política criminal que involucran razones de
oportunidad, mérito o conveniencia, sobre las cuales está vedado a los tribunales
inmiscuirse,
-la cuestión sobre la razonabilidad de una ley que dispone la incriminación de la
tenencia de estupefacientes, no puede llevar al tribunal a examinar la mayor o menor
utilidad real que la pena puede proporcionar para combatir el flagelo de la droga,
-la incriminación de la tenencia de estupefacientes cuando se trata del consumo
personal no se dirige a la represión del usuario sino de cuidar la salud pública.
Considerando que el uso personal de estupefacientes es un medio de difusión de la droga
y aclarando que detrás del tenedor está el traficante hormiga y el verdadero traficante,
-la tenencia de estupefacientes, aunque sea con fines de consumo, afecta lo previsto
en el artículo 19 de la CN en cuanto a que la tenencia ofende el orden, la moral pública y
perjudica a terceros. Destacando dicho precedente que el efecto contagioso de la
drogadicción y la tendencia a contagiar de los drogadictos son un hecho público. Por lo
que no hace falta exigir la prueba de la trascendencia a terceros,
sistema penitenciario y derechos humanos, Editores del Puerrto, Bs. As., 1997, p. 57 y
ss.
15 J.A. Gimeno, Orden cultural y Dominación, La cárcel en las relaciones disciplinarias,
1982, p. 23.
18 La moderna penalogía, Barcelona, 1958, p. 9.
que sometían a los enfermos mentales, delincuentes, prostitutas, etc… Así, esperaban su
pena amontonados en calabozos subterráneos.
El primer establecimiento penitenciario en el que se desarrollaban tareas o trabajos
por parte de los reclusos fue “The House of Correction of Bridewell” en Londres. Luego,
otras ciudades inglesas y europeas abrieron casas de trabajo para recluir a los acusados
por delitos menores pero sin un fin resocializador.
En tal sentido, en Amsterdam aparecieron las “Rasphuis” -que eran prisiones para
hombres donde se encargaban de raspar madera-, las “Sphinuis” –que eran las que
otorgaban tareas de hilandería a las mujeres-, y posteriormente una destinada a jóvenes
rebeldes entregados para su reforma por los propios familiares.19
El siglo XVII, en el que regía el absolutismo monárquico, se caracterizó a criterio
de Edmund Mezger20, como el más repugnante que conoce la historia de la humanidad.
Basando su posición en el despotismo y la arbitrariedad propia de la organización política
y las características del sistema penal de esa época que eran penas crueles tales como la
tortura, el mutilamiento y la pena de muerte.
Tiempo después, algunos Estados, fundamentalmente los que presentaban un mayor
poderío económico y político, advirtieron la fuerza productiva que representaban los que
estaban dentro de la cárcel y se dedicaron a su explotación. Así, Francia, Inglaterra,
España y Portugal implementaron el encierro como medio para obtener mano de obra
para trabajos forzosos.
Así, en Europa para aquél entonces se utilizaba la restricción de la libertad a los
fines de la custodia y tormento físico hasta el juzgamiento pero en América William
Penn21 no creía en el castigo corporal y abogó para la pena de muerte sólo fuera para el
asesino premeditado. De tal forma, Pennsylvania se distinguió por la humanidad de su
régimen penitenicario hasta que se produjo la muerte de Penn en 1718.
Allí fue cuando apareció el sistema celular o de aislamiento implantado por los
cuáqueros22 de Philadelphia. Siendo su prisión estrella Walnut Street fundada en
Pennsilvania en 1790.
1962.
21 Filósofo de origen inglés que fundó la Provincia de Pennsylvania en la América
nació a mediados del Siglo XVIII y duró hasta los primeros años del siglo XIX. Fue
especialmente activo en Francia, Inglaterra y Alemania.
28 El marqués de Beccaría nació en Milano, Italia, el 15 de marzo de 1738 y falleció el
29Mario Juliano, Prologo del libro La readaptación social y la educación como derechos
humanos de Alejandro Javier Osio, Fabian di Placido editor, Bs. As., 2018, p. 7.
citado postulado. Sobrepoblación, ausencia de tareas laborales, dificultad en el acceso a
procesos de socialización y aprendizaje son algunas de las notas características del
sistema carcelario.
Ausencia de un presupuesto acorde a las necesidades y falta de políticas públicas
concretas son las causas alegadas con mayor frecuencia. No obstante, la población
penitenciaria continúa en aumento y, con ella, la problemática general se agrava.
Resultando, insistimos, mucho más trascendente la averiguación y penalización del
ingreso de estupefacientes con fines de comercio a la cárcel que la penalización individual
de los simples consumidores allí alojados
El interés estatal en el orden y la seguridad intramuros justifica ciertas injerencias
en los derechos de los reclusos que no serían admisibles en el medio libre. Sin embargo,
eso no significa que los presos carezcan de toda posibilidad de autodeterminación
personal protegida constitucionalmente.
La CSJN ha dicho en reiteradas ocasiones que el ingreso a una prisión no despoja
al hombre de la protección de las leyes y en primer lugar de la CN y que los prisioneros
son, no obstante ello, personas titulares de todos los derechos constitucionales, salvo las
libertades que hayan sido constitucionalmente restringidas por procedimientos que
satisfagan todos los requerimientos del debido proceso30.
Carlos Santiago Nino ha explicado que cada individuo puede decidir de manera
autónoma en todos los aspectos privados de su vida, y esa privacidad no está constituida
por una circunstancia espacial, no refiere a lo que hacemos fuera del alcance de la
percepción de los demás. Sino que el término refiere al derecho de cada uno a la elección
de nuestros propios planes de vida o ideales de excelencia humanos.31
Los reclusos conservan un ámbito de privacidad protegido por el art 19 de la CN.
Bajo esas condiciones, retienen el derecho a elegir su propio plan de vida y a adecuarse
al modelo de virtud personal que, equivocadamente o no, consideren válido; en tanto no
interfieran con el ejercicio de un derecho igual por parte de los demás.
No es posible presumir que la tenencia de estupefacientes para consumo personal
por parte de in interno siempre afecta los derechos de otras personas. Esta exigencia no
32 PGN, dictamen emitido ante la CSJN, “FVS”, expediente 286/14 del 5 de marzo de
2015.
33 Voto del juez Hornos, Sala IV CFCP, “Acosta, Marcos Ramón”, CN° FPA 10914/2018,
35
UNGASS, 2016.
Muchos Estados eligieron apartarse de la prohibición y regularon el mercado de
cannabis. Los modelos de regulación hacia el cannabis se pueden clasificar en:
descriminilización, despenalización, legalización del cannabis medicinal y legalización
del cannabis para uso recreativo.
Hay que tener en cuenta que descriminalizar y despenalizar no es lo mismo dado
que descriminalizar comprende la eliminación de la conducta o actividad de la esfera del
derecho penal. En cambio, la despenalización implica la flexibilización de la sanción
penal prevista por la ley.
La legalización, por su parte, significa que no hay prohibiciones de ningún tipo en
virtud de la ley sobre producción, venta, posesión o uso de drogas.
En el año 2001, el entonces presidente de Uruguay Jorge Batlle 36, reiteró su
posición favorable en relación a la legalización de las drogas, especialmente las drogas
blandas o naturales.
El movimiento para el cambio de la política de cannabis que impulsaron diferentes
actores de la academia, los medios de comunicación, grupos de la sociedad civil, grupos
de jóvenes de diversos partidos logró posicionar la legalización de la marihuana a través
de la articulación de la política y la cultura de la época: impulsar la idea de ir preso por
tener una planta de marihuana resultaba una injusticia y el prohibicionismo era un
atentado contra la libertad individual.37
En la segunda administración de dicho país del Frente Amplio presidida por José
Mujica entre los años 2010 a 2015, se impulsó de manera importante la demanda de los
usuarios de marihuana, al grado de incluirla en una política de derechos individuales que
había iniciado el presidente Tabaré Vázquez (en su presidencia entre los años 2005 -
2010) con la legalización del aborto pero también con un tema de convivencia, justicia,
salud, seguridad pública y seguridad del Estado.
Siguiendo la tendencia, José Mújica promovió separar el mercado de drogas
(cannabis) para luchar contra el narcotráfico por intermedio de la regulación de su
producción, distribución y comercialización por parte del Estado.38
36
Fue presidente entre los años 200 y 2005.
37
Florencia Lemos, Coalición por la Transformación de la Política de Drogas, en Collazo Damina, Coord.
Uruguay se planta, Manual de cultivo y uso legal de marihuana, Uruguay, Estuario Editores, 2015.
38
Diego Sanjurjo García, La aplicación del enfoque de coaliciones promotoras al cambio en las políticas
de drogas en el Uruguay, Documento para su presentación en el IV Congreso Internacional en Gobierno,
Administración y Políticas Públicas, GIGAPP – IUIOG, España, Instituto Nacional de Administración
Pública, 23 y 24 de septiembre de 2013.
Es clave comprender que el debate y la defensa del cambio de la política de cannabis
por parte de la coalición reguladora también se desarrolló en el terreno de la salud pública.
En esa línea, en mayo de 2013 la Organización de los Estados Americanos presentó
un informe sobre drogas llamado Escenarios para el problema de las drogas en las
Américas 2013 – 2015, el cual señaló que tal problema debería ser abordado de manera
diferenciada y flexible entre los países del hemisferio.
Paso siguiente, el 10 de diciembre de 2013 el Senado uruguayo votó la ley 19.172
sobre el control y regulación del Estado de la importación, producción, adquisición,
almacenamiento, comercialización y distribución de la marihuana y sus derivados.
Como adelantamos, el otro país con una mirada más moderna sobre el tema de la
tenencia de cannabis con fines de consumo es Canadá, en tal país, la prohibición de la
marihuana tuvo lugar en el año 1923 cuando se promulgó la ley del Primer Ministro
William Lyon Mackenzie King la prohibió junto al opio y otras sustancias.
En el año 1969, con el aumento del consumo del cannabis, el gobierno federal creó
una Comisión Real conocida como la Comisión Le Dain para investigar sus usos. Tres
años después, tal comisión labró un informe en el que expresó que recomendaba derogar
la prohibición del cannabis porque era muy costosa tanto para las personas como para el
Estado. En esa época, la pena máxima por poseer pequeñas cantidades de cannabis eran
de seis meses de prisión y una multa de mil dólares canadienses por una primera ofensa.
Pero en el año 2001, se aprobó en Canadá el acceso al cannabis para uso medicinal.
Dicha ley permitió a los pacientes cultivar su propio cannabis o acceder a el a través de
los productores con licencia. Luego de tal regulación médica, los gobiernos de Jean
Chrétien y Paul Martin intentaron despenalizar el cannabis en los años 2003 y 2004 pero
ambos proyectos fracasaron.
La política respecto al cannabis cambió bajo el gobierno de Stephen Harper, el cual
tuvo lugar entre los años 2006 y 2015, toda vez que impuso penas mínimas para los
productores ilegales y ello provocó que aumentaran los arrestos por la simple tenencia de
estupefacientes.
Por ello, en 2015, el Primer Ministro Justin Trudeau anunció que legalizaría el
consumo de cannabis y regularía su venta. Un año después, el nombrado creó el grupo de
trabajo sobre la regulación y legalización de la marihuana liderado por Anne Mc Lellan,
ex Ministra de Salud y Justicia.
Como resultado de ello, en abril de 2017 el gobierno introdujo el Proyecto de Ley
C-45 destinado a legalizar y regular la producción y venta de cannabis. La ley recibió el
consentimiento real el 21 de junio de 2018 y entró en vigor el 17 de octubre de 2018. Tal
ley permitió a los canadienses mayores de 18 años compren cannabis por correo o en
tiendas minoristas, pudiendo cultivar hasta cuatro plantas de cannabis en su hogar y tener
hasta 30 gramos de cannabis seco. Además, la ley permitió a las provincias establecer sus
propios sistemas para otorgar licencias y regular los negocios de marihuana.
Así, a nivel internacional muchos países despenalizaron la marihuana, pero
Uruguay y Canadá son los únicos dos países que legalizaron la marihuana en su
territorio.39
39
Jorge Contreras Peralta y Pedro Manuel Rodríguez Suárez, El problema mundial de las drogas: un
análisis comparado de la política de cannabis en Uruguay y Canadá, Revista de Ciencias Sociales,
Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México, E-ISSN:
2594-0716, Nueva Época, año 14, número 48, abril – septiembre 2020, p. 343/63.
40
Luzón Peña, La determinación objetiva del hecho. Observaciones sobre la autoría en los delitos
dolosos e imprudentes de resultado, Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales, Madrid, 1989, p. 537.
41
Ob. Cit., La tenencia de estupefacientes en el Derecho Penal.
interno, no respetan por tanto el principio del hecho y no son correctos en un Estado de
derecho, desde el momento en que para fundamentar o agravar la pena se recurre a lo
planeado o no por el autor…”.42
En conexión con Falcone, entendemos que la posesión de drogas pondrá en peligro
la salud pública cuando se abra la posibilidad de una transmisión no controlada (por
ejemplo en casos de tenencia de estupefacientes con fines de comercio ilegítimo). Por el
contrario, cuando la adquisición y la posesión desde la representación del autor, resulte
un acto preparatorio de su propio consumo, en tanto no afecta la salud de otros
consumidores resultará atípica su conducta.
En tal sentido, Falcone desarrolla que admitido que el concepto de bien jurídico
implica una relación dialéctica entre realidad y valoración funcional, se necesita una
redefinición del concepto de daño. En esta medida disvalor de injusto y lesividad deben
medirse con criterios normativos sobre la mayor o menor relevancia jurídico – penal del
comportamiento (disvalor de acción) y de la mayor o menor gravedad de la afectación del
bien jurídico (disvalor de resultado - lesividad), valores que dependerán del bien jurídico
– penal puesto en peligro y afectado como de la modalidad del comportamiento.43
Todas las objeciones que se les pueden hacer a los delitos de mera tenencia, en el
caso de la tenencia de estupefacientes son aún más sencillas de ver y de comprender.
Nestler explica que es posible establecer una importante diferencia entre la tenencia
de armas de fuego y la tenencia de drogas dado que en el caso del arma alcanza con que
se use para que terceros se vean puestos en peligro, mientras que en el caso de las
sustancias estupefacientes, aún después de haber abandonado la esfera del poseedor, sólo
presentan riesgo si el tercero decide ponerse a sí mismo en peligro a través del consumo.44
Por ello, pese a no ser quizás la parte del artículo 14 más debatida, creemos que
debe seguirse una línea similar a la desarrollada respecto a la penalización de tenencia
con fines de consumo personal. Dado que este artículo, en caso que el tenedor de la
sustancia exprese que su fin es su posterior consumo y su versión no sea creída y por ende
se use ésta penalización de fin incierto, notoriamente afectaría la garantía in dubio pro
reo.
42
Derecho Penal, Parte General, Marcial Pons, Madrid, 1997, p. 211/2.
43
Ob. Cit., La tenencia de estupefacientes en el Derecho Penal.
44
El principio de protección de bienes jurídicos y la punibilidad de la posesión de armas de fuego y de
sustancias estupefacientes, en La insostenible situación del derecho penal, Comares, Granada, año
2000, p. 76.
Artículo que, quizás contrariamente a lo imaginado por aquellas personas que no
suelen tratar éstos temas a diario, es un artículo que es muy utilizado pese a las críticas
que recibe.
Entre las críticas encontramos:
-que es un artículo que parece estar en contra de la garantía constitucional in dubio
pro reo, ya que tal garantía expresa que en caso de dudas debe estarse a favor de la persona
imputada. Lo cual aquí no sucede, siendo que al no lograrse determinar que la sustancia
ilegal tenía un fin de comercio prohibido se termina utilizando una figura que posee una
escala penal muy superior a la del consumo personal (ello para el caso de que la persona
imputada exprese que tal sustancia, pese a la supuesta elevada cantidad, tenía como fin
su posterior consumo personal). Es decir: existe una duda respecto al fin de tal sustancia
y así y todo se termina aplicando una figura que posee una escala penal que lejos está de
ser la más suave de la ley.
-que posee una escala penal de hasta seis años de prisión cuando no se logró
determinar el fin de comercio de tal sustancia.
El precedente “Vega Giménez” de la CSJN es quizás el caso más importante que
estudió el tema. Allí, los ministros dijeron que: “…no puede conducir a que si el
“sentenciante abrigara dudas respecto del destino de la droga” quede excluida la
aplicación de aquél tipo penal y la imputación termine siendo alcanzada por la figura de
tenencia simple (…) semejante conclusión supone vaciar de contenido el principio in
dubio pro reo en función del cual cabe dilucidar si, con las pruebas adquiridas en el
proceso, puede emitirse un juicio de certeza sobre que la finalidad invocada de ninguna
manera existió.
Lo contrario deja un resquicio a la duda, tratándose cuanto mucho, de una
hipótesis de probabilidad o verosimilitud, grados de conocimiento que no logran destruir
el estado de inocencia del acusado con base en aquél principio (artículo 3 del Código
Procesal Penal de la Nación). (…) De allí que, ante la proposición que afirma que no se
pudo acreditar la finalidad de consumo personal, puede postularse que también es
formalmente cierto que no se pudo acreditar que esa finalidad no existiera; y esta
conclusión, favor rei, impide el juicio condenatorio que sólo admite la certeza…”.45
45
“Vega Giménez, Claudio Esteban”, cn° 660 C, rta. 27/12/06.
Justo Laje Anaya explica que: “…es preciso que exista una vinculación de carácter
subjetivo que lo coloque al autor en condiciones de saber que efectivamente tiene en
condiciones tales; que lo tenido se encuentra bajo su poder. Debe saber que lo tiene…”.46
Abel Cornejo lo define como: “…la ocupación y posesión actual y corporal de una
cosa, derivando dicho sustantivo del verbo tener, cuya semántica refiere a la situación
de asis o mantener asida una cosa, mantener o sostener, contener o comprender en sí,
significando también, en ora acepción, guardar…”.47
A su vez, no debe perderse de vista que “el dolo supone que el sujeto activo sabe
que hay estupefacientes en un ámbito sometido a su poder de disposición, pero además
debe tener voluntad de ejercer sobre ellos esa capacidad de disponibilidad que
caracteriza la tenencia…”.48
46
“Narcotráfico y Derecho Penal Argentino”, Editora “Córdoba”, página 165.
47
“Los delitos del tráfico de estupefacientes”, Ad – Hoc, página 180.
48
D´Alessio, Andrés, “CP de la Nación comentado y anotado”, La Ley, Bs. As. , 2010,
p. 1087)