Magisterio de La Iglesia
Magisterio de La Iglesia
Magisterio de La Iglesia
Introducción
Es claro que siempre son gratos a Dios quienes le temen y practican la justicia,
pero no es menos cierto que Cristo es el único mediador entre Dios y los
hombres, y que Él instituyó a la Iglesia como instrumento necesario de salvación.
“Por lo cual no podrían salvarse aquellos hombres que, conociendo que la Iglesia
católica fue instituida por Dios a través de Jesucristo como necesaria, sin
embargo, se negasen a entrar o a perseverar en ella.” (Lumen Gentium, p. l4)
Cristo no dio a su Iglesia sólo los sacramentos, sino que le dio su Palabra, o sea el
conjunto de su mensaje, para que lo transmitiera fielmente a todos los hombres
de todas las generaciones. Esto significa que la Palabra de Dios nos llega
necesariamente canalizada por el conducto de instrumentos humanos. Cuando
Rousseau exclamaba:
¡Cuántos hombres entre Dios y yo!, mostraba que no había captado la profunda
dimensión de la sacramentalidad de la Iglesia, es decir, lo divino operante por
medio de instrumentos humanos. Ya los gnósticos, en el siglo II, distinguían la
Iglesia institucional de la Iglesia carismática e invisible. También la Reforma
Protestante postula la fe sin intermediarios y la Escritura sin intérpretes.
La historia muestra que todas las herejías se han basado en alguna expresión
bíblica separada de su contexto vital. Los libros inspirados no pueden entenderse
sino dentro de la fe de la Iglesia, en la que han nacido. Este es un principio de
hermenéutica sensato y natural; San Agustín exclamaba: “Yo no creería en el
Evangelio si no me impeliera a ello la autoridad de la Iglesia”. La credibilidad del
b) Cristo prometió “Yo estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos”.
Los hombres tienen que creer en él porque fuera de él no hay salvación posible.
Pero el único acceso para llegar a él es el testimonio de los apóstoles y de sus
sucesores. Sería indigno de Dios no ofrecer las garantías necesarias de que ese
testimonio es confiable.
“En el vasto trasfondo del gran misterio, que se expresa en la relación esponsal
entre Cristo y la Iglesia, es posible también comprender de modo adecuado el
hecho de la llamada de los doce. Cristo, llamando como apóstoles suyos sólo a
hombres, lo hizo de un modo totalmente libre y soberano. Y lo hizo con la misma
libertad con que en todo su comportamiento puso en evidencia la dignidad y la
vocación de la mujer, sin amoldarse al uso dominante y a la tradición avalada por
la legislación de su tiempo. Por lo tanto, la hipótesis de que haya llamado como
apóstoles a unos hombres, siguiendo la mentalidad difundida en su tiempo, no
refleja completamente el modo de obrar de Cristo.” (Mulieris Dignitatem, p. 26)
Uno de los errores más comunes en nuestra época, es pensar que la Iglesia
Católica recién adquirió su pleno desarrollo con el Concilio Vaticano II, ignorando
que se celebraron, antes, otros veinte Concilios, en los que se esclarecieron dudas
y se precisaron conceptos. En un rápido repaso, mencionaremos algunos de los
Concilios más importantes de la historia de la Iglesia.
EFESO (431): condenó la herejía Nestoriana, que separaba las dos naturalezas de
Cristo. Definió: la unión hipostática de las dos naturalezas; y reconoció a la Virgen
María como Theotokos, Madre de Dios.
CALCEDONIA (451): condena el monofisismo, que afirma que existe en Cristo una
sola naturaleza, la divina.
CONSTANTINOPLA III (680): condena el monotelismo, que sostiene que existe una
sola voluntad en Cristo. Define: hay dos voluntades en Cristo.
NICEA II (787): Declara legítimo el culto a las imágenes religiosas, que había sido
prohibido por el Emperador León. Distingue: veneración, que se debe a la Virgen y
a los Santos, y la adoración (latría) que corresponde únicamente a Dios.
“La docilidad al Espíritu Santo produce y refuerza otra disposición, necesaria para
la orientación correcta de la exégesis: la fidelidad a la Iglesia. El exegeta católico
no alimenta el equívoco individualista de creer que, fuera de la comunidad de los
creyentes, se pueden comprender mejor los textos bíblicos. Lo que es verdad es
todo lo contrario, pues esos textos no han sido dados a investigadores
individuales para satisfacer su curiosidad o proporcionarles temas de estudio e
investigación (Divino Afflante Spiritu; Enchiridion biblicum, 566); han sido
confiados a la comunidad de los creyentes, a la Iglesia de Cristo, para alimentar su
fe y guiar su vida de caridad. Respetar esta finalidad es condición para la validez
de la interpretación.” (p. 10)
“También el Concilio Vaticano II lo ha afirmado: Todo lo dicho sobre la
interpretación de la Escritura queda sometido al juicio definitivo de la Iglesia, que
recibió de Dios el encargo y el oficio de conservar e interpretar la palabra de Dios
(Dei Verbum, l2).”(p. 10)
Entre los factores que directa o indirectamente pueden ejercer su influjo hay que
tener en cuenta la ideología del liberalismo filosófico que impregna la mentalidad
de nuestra época.”
“La totalidad de los fieles, que tienen la unción del Espíritu Santo, no puede
equivocarse cuando cree, y esta prerrogativa peculiar suya la manifiesta mediante
el sentido sobrenatural de la fe de todo el pueblo cuando desde los obispos hasta
los últimos laicos presta su consentimiento universal en las cosas de fe y
costumbres” (LG, l2).
Lo que se describe así es el llamado sensus fidei, o sentido común de la fe, que es
uno de los filones de la tradición. El magisterio de Pío IX, al definir el dogma de la
inmaculada concepción de María (l854), y el de Pío XII, al definir el dogma de la
asunción corporal al cielo de la Virgen (l950), se apoyaron en el sensus fidei. En
efecto, ambos papas pidieron a los obispos que informaran sobre la vivencia al
respecto, del clero y de los fieles, antes de proclamar el dogma.
CARTAS ENCICLICAS: documentos del papa, dirigidos a los Obispos, sobre un tema
importante. El título consigna las primeras palabras del texto, generalmente en
latín.
EPISTOLAS ENCICLICAS: son poco frecuentes y se usan para dar instrucciones, por
ejemplo, sobre un Año Santo.
BULA: utilizada para asuntos judiciales; ej.: “Unigenitus”, que condenó la tesis
jansenista sobre la gracia irresistible (l7l3).
AUTENTICO:
INFALIBLE:
-Del Papa, cuando habla “ex Cathedra” (desde la cátedra), con la intención de
definir una verdad.
l. El Papa enseña como pastor y doctor universal; no como doctor privado ni como
Obispo de Roma.
3. El Papa ejerce su suprema autoridad apostólica, lo cual implica que obre con
entera libertad y no por coacción.
5. Debe ser sostenida por la Iglesia universal: obliga a toda la Iglesia, no a una
parte, y a un asentimiento absoluto e irrevocable.
Fuentes: