Deixis y Discurso

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 18

ESTUDIOS FILOLÓGICOS

DOI: 10.4067/s0071-17132020000100195

Deixis y discurso

Deixis and speech

MIGUEL Á. PERDOMO-BATISTA
Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, España.
Correo electrónico: [email protected]

En este trabajo mostraremos cómo participa la deixis en la construcción metaficcional y metadiscursiva


y, en general, en la construcción del sentido en el plano del discurso. A tal fin, examinaremos una
fábula de Tomás de Iriarte y varias traducciones de esta, y mostraremos las consecuencias de esta
función metadiscursiva. Para ello, y además de examinar los textos señalados, será preciso aclarar en
lo posible la idea de deixis. Nuestro análisis se desarrolla en relación con la tradición gramaticográfica
y la teoría de la enunciación.

Palabras claves: deixis, significado, enunciación, metaficción, pronombre.

In this work we will show how the deixis participates in the metafictional and metadiscursive
construction, and, in general, in the construction of meaning at the level of discourse. To this end,
we will examine a fable by Tomás de Iriarte and several translations of it and show the consequences
of this metadiscursive function. In order to do this, and in addition to examining the texts indicated,
it will be necessary to clarify as far as possible the idea of deixis. Our analysis is developed in relation
to the gramaticography tradition and the theory of enunciation.

Key words: deixis, meaning, enunciation, metafiction, pronoun.

Sumario:
1. Introducción, 2. Marco teórico, 2.1. La deixis en la gramaticografía, 2.2 Deixis,
teoría del lenguaje y lingüística, 3. Materiales y método, 4. Discusión y resultados. 5.
Conclusiones, Obras citadas.

Sumary:
1. Introduction, 2. Theoretical framework, 2.1. The deixis in gramaticography,
2.2 Deixis, language theory and linguistics, 3. Materials and Methods, 4. Discussion and
results, 5. Conclusions. Cited works.

195
ESTUDIOS FILOLÓGICOS

1. Introducción

Son variadas y complejas las categorías, las funciones y los planos de la lengua que
pueden verse concernidos por el mecanismo de la deixis: el significado mostrativo de las
unidades que la expresan, la determinación, tan importante en la arquitectura del idioma, la
persona, la estructura informativa de la lengua y la modalidad, además de otros fenómenos
que interesan a la crítica y la teoría literaria, como la cuestión del sujeto literario y los
procesos metaficcionales, cuestiones de las que también nos ocuparemos. Esta complejidad
nos obliga a extremar las precauciones en el análisis y la prudencia en las conclusiones, sobre
todo si tenemos en cuenta que en las últimas décadas parece haberse diluido el consenso
sobre el fenómeno de la deixis (Zamorano 2011: 209).
La deixis se halla relacionada, además, con la cuestión del sentido (exactamente
con la distinción entre sentido y significado, la diferenciación del plano del lenguaje al que
pertenece cada uno de ellos y la explicación de la interrelación de ambos), que es uno de
los grandes problemas de la lingüística, un problema aparentemente esotérico lo llama Trujillo
(1990: 113).
En este trabajo mostraremos que la deixis participa en la construcción
metaficcional y metadiscursiva del texto literario, en el que los deícticos personales pueden
interpretarse como elemento metaficcional, y consecuentemente en la construcción de
formas discursivas de carácter satírico. Veremos también cómo contribuyen las unidades
deícticas a la construcción del sentido del discurso. Para ello, examinaremos la deixis en
una fábula de Tomás de Iriarte (1750, Islas Canarias, España-Madrid, 1791) comparando
la versión original con varias traducciones al inglés para comprobar cómo resulta afectado
el sentido del texto. En la traducción es importante un tratamiento delicado de las formas
deícticas porque, de lo contrario, pueden anularse tales efectos (y también los efectos de la
modalización). Veremos que, más que en las estructuras de la narración, la metaficción pone
el énfasis en los procesos de construcción del sentido. Por lo demás, nuestro examen puede
ayudarnos a comprender la contribución de la deixis a la construcción del sentido, y nos
obligará a preguntarnos sobre la cuestión del sentido y el significado.
Para todo ello, y además de examinar el texto señalado, será preciso aclarar en
lo posible el concepto de deixis, para lo cual nos proponemos realizar una revisión
historiográfica del concepto en el apartado dedicado al marco teórico. Esta revisión seguirá
una doble perspectiva: en primer lugar, las aportaciones de la gramaticografía, pues muchos
de los avances se han hecho en relación con las teorías sobre el pronombre, el artículo, los
determinantes o los posesivos. En segundo lugar, las aportaciones de la teoría del lenguaje,
porque no es infrecuente que el examen de la deixis comprenda al mismo tiempo una teoría
del lenguaje o se halle estrechamente vinculada con ella, como puede advertirse en los
trabajos de Bühler (1985 [1934]), o Benveniste (1999 [1974]).
Como la deixis es uno de los temas recurrentes de la lingüística y las ideas sobre el
lenguaje desde la Antigüedad, el bagaje acumulado al respecto es considerable, y tornan más
intrincada la cuestión. Para aclarar y objetivar los términos, vamos a referirnos a la deixis tal

196
ESTUDIOS FILOLÓGICOS

y como se define en la Nueva Gramática de la lengua Española Manual de la Real Academia


(2010: 327-328): La deixis es la propiedad que poseen muchas expresiones gramaticales para
expresar significados que dependen de la posición que ocupen en el espacio o en el tiempo el
hablante y el oyente. Y distingue, siguiendo a Bühler, entre deixis ostensiva (ad oculos) y
deixis fórica (anafórica y catafórica) o intratextual; además de diferenciar, por el contenido
semántico, entre deixis personal, temporal, locativa, cuantitativa y modal (nada se dice de
la deixis social). No obstante, para algunos la cuestión no es tan sencilla. Coseriu (2016:
70-71), por ejemplo, señala la existencia de pronombres sustantivos, adjetivos, verbos e
incluso pronombres propios (Fulano, Mengano, Zutano), descubiertos ya en el siglo XVII
por Gonzalo Correas. Pero para nuestro propósito bastarán los límites de la definición
académica.

2. Marco teórico

Pocos dudarán de la contribución de las unidades deícticas a la construcción del


sentido del texto, y menos aún de su contribución a las estructuras semántica e informativa
de la lengua; cosa bien distinta es explicar cómo se efectúa esta. Y, ciertamente, la indagación
sobre la deixis tiene lugar en el ámbito de la discusión sobre el significado. Benveniste, por
ejemplo, afirma que el ser del lenguaje es el significado1. Se trata de una afirmación metafísica
que sin embargo podemos asumir como aceptable. Y en una línea próxima, que no es
otra que la de un estructuralismo fuertemente saussureano, se sitúan gramáticos como M.
Morera (1999) y semantistas como R. Trujillo (1988: 6) para afirmar, respectivamente,
la naturaleza semántica de la gramática y el significado como instancia primaria en relación
con las realidades expresables con palabras. Y lo cierto es que, si distinguimos entre el
significado simbólico (o léxico) y el significado mostrativo, la deixis aparece entonces como
un fenómeno de la significación primaria mostrativa, independientemente de su función
textual (anafórica o catafórica). Sin embargo, en su concepción del estudio del significado,
tanto Morera como Trujillo se alejan de Benveniste, que tal vez supone un esfuerzo por
superar un paradigma lingüístico estructuralista demasiado apegado a la langue de Saussure.
Pero será mejor que vayamos poco a poco y retomemos el plan previsto al principio,
pues, dentro de los límites posibles en un trabajo de este tipo, en la indagación sobre la
deixis, puede sernos muy útil la revisión de las aportaciones de la gramaticografía a partir
de la discusión sobre el pronombre (que es clave), el artículo (a menudo olvidado), los
posesivos y los determinantes. Y en efecto, la mayoría de los elementos que intervienen en
la discusión sobre la deixis la encontramos ya en la gramática alejandrina, en Dionisio de
Tracia y, sobre todo, en Apolonio Díscolo (Manzanares 1997: 640-641).

1
Lo afirma en un trabajo titulado “Forma y sentido del lenguaje” (Le Langage II, Société de Philosophie de
langue Française, Actes du XIIIe Congrès, Genève, 1966, Neuchàtel, La Baconnière, 1967, pp. 29-40), recogido
también en Poblemas de Lingüística General (1999 [1974]: II, 219).

197
ESTUDIOS FILOLÓGICOS

2.1. La deixis en la gramaticografía

Efectivamente, en la gramática alejandrina encontramos ya enunciados, en relación


con las ideas sobre el pronombre, las cuestiones fundamentales sobre las que girará la
discusión sobre la deixis: 1) la idea del pronombre como sustituto, 2) su carácter de parte
de la oración, como el artículo, 3) la persona gramatical como componente del pronombre,
4) la cuestión de la anáfora, 5) el significado de las unidades pronominales. Como veremos,
una revisión de la gramaticografía sobre el pronombre (Manzanares 1997) puede ayudarnos
a aclarar estas cuestiones.
Apolonio introdujo la persona y la deixis como contenido fundamental del
pronombre (Manzanares 1997: 641); identifica persona y pronombre: lo que caracteriza a
la persona es la deixis y a la inversa. A la deixis y la persona se une la determinación, porque
lo designado deícticamente (lo que señala el pronombre) es lo presente en la actualidad
del hablar. Podríamos decir que, a través de la deixis y la determinación, el lenguaje se
encuentra con el mundo, se encarna en él. En el siglo XVIII, Harris también insistirá en
la determinación como componente importante del pronombre, pues, con la excepción
de los nombres propios, los contenidos lingüísticos no significan o aluden en sí mismos
a lo individual (Manzanares 1997: 639). Así pues, y respecto del carácter sustitutorio del
pronombre, podemos concluir que el pronombre no sustituye al nombre para evitar la
repetición, sino porque hace algo que no puede hacer el nombre: señalar determinadamente
(Manzanares 1997: 641), es decir, señala respecto de la actualidad del hablar, en el acto de
la enunciación.
En cuanto a la anáfora, para Apolonio, en la 3ª persona la deixis toma la forma
de anáfora, porque es textual. Ahora bien, debe advertirse que, como agudamente señaló
Bello (1988 [1847]: 259-260), la deixis fórica recae sobre el tiempo del hablar, es decir,
que el señalamiento textual es de orden temporal: lo dicho antes o lo que se dirá después
en el decurso temporal de la enunciación, o, si se prefiere, y desde el punto de vista de la
estructura informativa, lo ya dicho y lo nuevo. De modo que quizá lo más adecuado sea
dejar de lado la cuestión. Bello define la 3ª persona negativamente (como no 1ª y no 2ª)
(Manzanares 1997: 657).
En cuanto al significado del pronombre, para Apolonio (Manzanares 1997:
641), el pronombre sustituye porque es deíctico, y es deíctico porque es personal, pero su
significación es indefinida al margen del contexto (lo que otros llamarán vacío significativo).
Para los modistae y Apolonio, los significados pronominales constituyen una apprehensio
indeterminata que se determina en el acto concreto del hablar (Manzanares 1997: 642),
idea que nos sitúa en la línea de la teoría de la enunciación de Benveniste, como tendremos
oportunidad de comprobar.
El Brocense (1976 [1587]: 52 y 505) consideraba que los pronombres eran
nominadores primarios (los nombres más antiguos), formas gramaticales lingüísticamente
primarias para la categorización de lo real, con relación a los cuales el léxico era secundario.
Por su parte, y en la línea del racionalismo, Gómez Hermosilla (1837: 4-5) señalaba que la

198
ESTUDIOS FILOLÓGICOS

distinción entre signos que muestran y signos que nombran era clave de la ciencia gramatical.
El tópico de la existencia de unos signos primarios o primeros signos en la aparición y
evolución del lenguaje debe ser rechazado, como señala Bühler2. No obstante, ideas similares
a las del Brocense y Hermosilla se hallan en la base de la distinción entre signos mostrativos
y signos descriptivos, que es uno de los pilares de las teorías de Bühler. En la línea de Bühler
y otros, Morera (1999) plantea la necesidad de distinguir en la significación primaria (no
en la categorial) entre el significado simbólico o léxico y el mostrativo o pronominal. La
deixis se nos aparece entonces como un fenómeno de la significación primaria mostrativa,
independiente de su función textual (anáfora). Ni el pronombre ni el artículo poseerían
entidad categorial propia, y no serían partes de la oración (Manzanares 1997: 638).
Coincidimos con Manzanares (1997: 650-651), que apela a Bello para afirmar
la comunidad semántica (por la significación mostrativa) de personales, posesivos y
demostrativos. Y en esa comunidad semántica ha de hallarse la clave de la pronominalidad.
El significado mostrativo (la deixis) es independiente de lo categorial, y puede darse bajo
cualquier categoría (persona verbal, adverbio, relativo). La pronominalidad parece un
hecho de significación primaria, no categorial3. No obstante, para Coseriu (2016: 70), los
pronombres son palabras que sólo tienen significado categorial sin significado léxico (sólo
formas de lo aprehendido, sin el qué de lo aprehendido), y no son “«una parte de la oración»,
porque como parte de la oración, como categoría, pertenecen a todas las demás categorías”.
Pero creo que, al afirmar las posibilidades pronominales de cualquier categoría, Coseriu
diluye el mismo carácter categorial del pronombre, por lo que habría que dar la razón a
Morera (1999: 43-44) cuando afirma: Si hay algo que no caracteriza a los pronombres ese algo
es precisamente la significación categorial. Y añade, citando a R. Seco, que el pronombre no se
caracteriza por su función sintáctica, sino por su especial manera de significar los objetos.
Jakobson (1981 [1974]: 310), por su parte, incluye a los pronombres en una clase
de signos a los que llama shifters o conmutadores –la terminología es de Jespersen–, de los
que ofrece una interesante clasificación que permite deslindar las categorías gramaticales.
Se trata de unidades dotadas de una doble naturaleza, porque son símbolos (su relación
con el objeto representado es convencional) y también índices (relación existencial con el
objeto señalado). Añade que la particularidad de los conmutadores no reside en la supuesta
falta de un significado general constante (por lo cual se les consideraba meros índices),
sino que, en realidad, cada conmutador posee su propio significado general: yo significa el
2
Bühler (1985 [1934]: 105) nos previene contra este mito sobre el origen del lenguaje cuyo germen atribuye
entre otros a Brugmann. Se trata del mito del origen deíctico del lenguaje representativo, que debe ser rechazado
porque deixis y denotación son dos actos diferentes, demostrativos y nombres dos clases de palabras que deben
ser distinguidas, de modo que es insuficiente la hipótesis de la prioridad temporal de un señalar original sin
nombres.
3
Creo que, aunque la lingüística racionalista supuso avances significativos en la teoría el pronombre y la deixis,
de hecho, también complicó las cosas, porque entendió la deixis en términos de significado categorial y no
primario, algo que se viene a superar definitivamente con Bühler (con el precedente de Humboldt). Se trata
quizá de la insuficiencia de la semántica (o de una gramática no semántica) en los tiempos del racionalismo.

199
ESTUDIOS FILOLÓGICOS

destinador y tú, el destinatario. Así pues, para Jakobson, que parece augurar a Benveniste, los
conmutadores son elementos metadiscursivos porque se distinguen de los demás elementos
del código únicamente por su referencia obligatoria al mensaje en cuestión. Si aceptamos la
propuesta de Jakobson, creo que todas las categorías deícticas, al actuar como conmutadores
y referirse al mensaje, lo sitúan, y de este modo contribuyen de manera decisiva a la creación
del sentido. Y a propósito de la transformación del significado en sentido, ¿no podría decirse
también que los conmutadores facilitan la dialéctica entre la lengua y el habla?

2.2. Deixis, teoría del lenguaje y lingüística

Los referentes insoslayables de las ideas sobre la deixis en el siglo XX son Bühler y
Benveniste, aunque, como hemos visto, no deben olvidarse las aportaciones de Jakobson
(1981 [1974]: 307-332) con sus ideas sobre los shifters. Uno de los fundamentos de la teoría
de Bühler (1985 [1934], cap. 2 y 3) es la distinción entre campo mostrativo y campo simbólico
del lenguaje, además del consabido modelo de organon del lenguaje cuyo precedente es el
Crátilo de Platón (emisor-objetos-receptor > emisor-signo-receptor), que tienen su correlato
en las tres funciones del lenguaje (cap. 1): expresiva-representativa-apelativa. Sin embargo,
creo que, desde el punto de vista estrictamente comunicativo, la distinción entre emisor
y receptor es delicada, y solo puede hacerse respecto de la iniciativa de uno u otro en la
emisión verbal, porque ambos participan activamente en la construcción del sentido. En
efecto, el receptor no está pasivo, porque contribuye al intercambio con el lenguaje no
verbal, y proyecta su proceso inferencial sobre lo que dice el emisor, que, por lo demás, hace
su propio cálculo inferencial sobre el efecto de sus palabras. La distinción entre un receptor
(pasivo) y un emisor (activo) me parece poco sostenible. Si obviamos lo estrictamente
verbal, no hay tal distinción entre emisor y receptor, lo que hay es significado, que los
envuelve a ambos. Existe el significado porque existe el mundo (lo que desde luego no
significa que podamos identificar o confundir ambos planos) y porque existe la conciencia,
que es intencional, pues “darme cuenta de algo” es “darme cuenta de algo para mí”, es decir,
percibir el lugar que ocupa respecto de mí, su “función” para mí.
El modelo de Bühler, que es el punto de partida también para Jakobson (1981
[1974]: 307), establecido sobre una idea de la comunicación lingüística como sucesiva
codificación y decodificación del mensaje, que muy probablemente tiene su fundamento
en la distinción saussureana entre lengua y habla, parece insuficiente por las razones que
acabamos de exponer y por otras que veremos después, y creo que es más adecuado el
modelo ostensivo e inferencial surgido a partir del desarrollo de la pragmática, que concibe
el mensaje como un estímulo interpretado por el receptor en un contexto. Este giro
pragmático de la lingüística lo advertimos ya en las ideas de Benveniste (1999), que es el
punto de partida de la Teoría de la Enunciación.
Benveniste parte de las ideas de Bühler para superarlas. Con él asistimos al paso de
la lengua como sistema según Saussure, a la lengua como discurso. Distingue dos niveles
de significación: el nivel semiótico, correspondiente al signo o la palabra y a la significación

200
ESTUDIOS FILOLÓGICOS

intralingüística dentro del sistema donde lo importante es distinguir; y el nivel semántico,


correspondiente a la frase y a la situación dentro del discurso, donde la clave es comprender.
Benveniste explica la deixis como una instancia de la enunciación, entendida esta como el
acto mismo de producir un discurso. Comprender es percibir el significado de un enunciado
en cada contexto enunciativo4.
Para Benveniste (1999 [1974]: 83-91) existen tres categorías abstractas de la
enunciación: el Yo (aquí, ahora) corresponde al locutor, 1ª instancia del discurso; el
Tú corresponde al alocutario, 2ª instancia de la comunicación; Él y los demostrativos
corresponden a la identificación de un objeto o hecho.
Como se advertirá, el planteamiento de Benveniste supone un avance en cuanto
a la comprensión de la deixis personal, pero plantea también una cuestión discutida: la
ubicación del sentido en el plano de la parole, y, por lo tanto, fuera de la lengua (y del
estudio lingüístico para cualquier estructuralista inflexible). Pues en efecto, Benveniste
distingue dos planos de la significación: el semiótico, que corresponde al signo o palabra y
a la significación intralingüística; y el semántico, que corresponde al sentido en la situación
del discurso. Ambos planos deben ser descritos de diferente modo:

Así, la enunciación es directamente responsable de ciertas clases de signos que


promueve, literalmente, a la existencia. Pues no podrían nacer ni hallar empleo
en el uso cognitivo de la lengua. Hay pues que distinguir las entidades que tienen
en la lengua su estatuto pleno y permanente y aquellas que, emanadas de la
enunciación, solo existen en la red de “individuos” que la enunciación crea y en
relación con el “aquí-ahora” del locutor. Por ejemplo, el “yo”, el “eso”, el “mañana”
de la descripción gramatical no son sino los “nombres metalingüísticos del Yo, eso,
mañana producidos en la enunciación (Benveniste, 1999 [1974]: II, 86-87).

Y señala que tal distinción y la explicación de la interacción entre los dos planos es
una de las cuestiones pendientes de la Lingüística:

La enunciación supone la conversión individual de la lengua en discurso. Aquí la


cuestión –muy difícil todavía y poco estudiada– es ver cómo el “sentido” se forma
en “palabras”, en qué medida puede distinguirse entre las dos nociones y en qué
términos escribir su interacción. Es la semantización de la lengua la que ocupa el
centro de este aspecto de la enunciación, y conduce a la teoría del signo y al análisis
de la significancia (Benveniste, 1999 [1974]: II, 83-84).

Pero para Trujillo, por ejemplo, el terreno del saber lingüístico es el de la competence;
la interpretación lingüística de la realidad corresponde a la performance:

4
En la síntesis de las ideas de Benveniste sigo a Bertorello (2008: 45-53).

201
ESTUDIOS FILOLÓGICOS

El punto de vista de la lengua, por el contrario, es el de la percepción del significado


como tal significado, con independencia de que, al margen de la lengua, puedan
hacerse toda clase de intentos interpretativos, relacionando los mensajes lingüísticos
con realidades concretas (Trujillo 1990: 119 y 120).

Llegamos así a lo que podríamos denominar la aporía del significado, pues en efecto,
siendo este de naturaleza estrictamente lingüística, queda fuera de la lengua al transformarse
en sentido en el discurso. Si, como afirma Trujillo (1990: 116), cualquier signo tiene la
posibilidad de significar cualquier cosa, hallamos aquí una contradicción, porque tal
posibilidad debe darse en el habla. Creo que en la tesis de Trujillo se confunde un hecho
de naturaleza epistémica, la necesidad de que el significado sea estudiado por la semántica
en el estricto plano de la lengua (algo que Benveniste podría suscribir), y otro hecho de
naturaleza ontológica, la realidad dialéctica del significado como sentido, que surge de la
interacción entre lengua y habla. Por eso afirma Meix (1994):

En consecuencia, y frente al punto de vista de Trujillo (R. Trujillo, 90), creemos que
los significados no existen antes y aparte de las interpretaciones concretas, sino que
se revitalizan en el acto mismo de la interpretación. Lo que sí existe es la inercia de
las interpretaciones anteriores, y a esa inercia el diccionario la llama “significado”,
otorgándole una consistencia y un espesor que inducen al fetichismo (219).

Creo que ni el mismo Saussure sería tan intransigente en la distinción dicotómica


entre langue y parole, porque como señala en el Cours: Hay pues interdependencia de lengua y
habla: aquella es a la vez el instrumento y el producto de esta (Saussure 2002 [1916]: 64). Así
es que el maestro de Ginebra parece orientarnos hacia una concepción dialéctica. Es verdad
que a continuación afirma que al hacer la teoría del lenguaje Hay que elegir entre dos caminos
que es imposible recorrer a la vez; tienen que ser recorridos por separado. Pero, como hemos
señalado, creemos que esta es una afirmación de carácter epistémico, no ontológico. La
explicación de Trujillo es de tipo pragmático, porque lo que le interesa como semantista es
cómo puede ser estudiado el significado. A partir de esa concepción dialéctica del lenguaje,
Meix sostiene:

la actividad del significar es radicalmente interpretativa. La interpretación es


una competencia plenamente lingüística desde el momento en que la vitalidad
del lenguaje se sustenta en una tensión recodificadora permanente que le permite
adaptarse e intervenir eficazmente en las nuevas situaciones de la vida social (Meix
1994: 219).

Así pues, para superar la aporía señalada, creo que deberíamos considerar algún
tipo de “injerencia” de la parole en la langue. Y ello reclama una orientación pragmática
de la Lingüística, sin que ello deba conducirnos a los errores metodológicos del pasado.

202
ESTUDIOS FILOLÓGICOS

Y en este sentido quizá convenga recordar a Rauh cundo señala que la dependencia de
las expresiones deícticas de la situación del emisor sugiere que la descripción de la deixis
pertenece al componente pragmático de la gramática (Gargiulo 1999: 14).

3. Material y métodos

Como se habrá advertido, en el apartado anterior hemos adoptado una perspectiva


historiográfica para aclarar algunas cuestiones y situar el problema de la deixis en el contexto
adecuado. En el siguiente apartado me propongo aplicar las ideas expuestas sobre un texto
literario de Tomás de Iriarte para examinar cómo la deixis contribuye a la creación del efecto
metadiscursivo y metaficcional, y a la modalización.
El texto en cuestión es el primero de una colección de apólogos reunidos bajo el
título de Fábulas Literarias y publicadas por primera vez en Madrid en 1782. La fábula se
titula El elefante y otros animales y sirve de prólogo a la colección, de modo que actúa como
referente textual de toda la obra5. Las Fábulas literarias constituyen una de las principales
obras de la literatura española del siglo XVIII, y seguramente la más conocida de su época
en el exterior. En nuestro análisis compararemos el texto de la edición española con algunas
versiones inglesas. Transcribo a continuación el texto completo, en el que he respetado la
puntuación y la ortografía original.
Antes de iniciar el análisis, parece oportuno contextualizar el texto dentro de la
obra del autor y de su época.
En cuanto a su autor, Tomás de Iriarte (1750-1791), es preciso señalar que fue
una de las personalidades más destacadas de la Ilustración española. Era hermano del
diplomático Domingo de Iriarte y del político Bernardo de Iriarte. Los tres hermanos
procedían de las Islas Canarias (España), y fueron educados en Madrid por su tío Juan de
Iriarte y Cisneros, bibliotecario real, miembro de la Real Academia Española e importante
gramático latino (Iriarte y Cisneros 1771). Puede decirse que las Fábulas Literarias de Iriarte
son la innovación más radical del género fabulístico desde la Antigüedad. Ello se debe en
gran medida a que su temática es exclusivamente literaria. En efecto, estos apólogos tratan
del sentido y la naturaleza de la actividad literaria.
Hay que interpretar la obra en relación con una de las características de la Ilustración
española: las encendidas polémicas literarias, en las que se discute el valor y la naturaleza
de la actividad de los autores o el valor y la finalidad de la literatura. Podría decirse que las
polémicas literarias del siglo XVIII van dibujando, a través del discurso satírico, una especie
de deontología literaria de la época que adquiere su máxima expresión en las Fábulas. Por ello,
podríamos considerar a Iriarte un reformador literario a través del lenguaje satírico de esta obra.

5
También van al principio del I tomo de la Colección de obras en verso y prosa en las ediciones de 1787 y 1805,
lo que nos indica el valor y el significado que tenía la obra para el autor, que la sitúa al frente de sus obras
completas.

203
ESTUDIOS FILOLÓGICOS

PRÓLOGO
FÁBULA PRIMERA
El Elefante y otros Animales
Allá en tiempo de entónces, La Sierpe venenosa!
Y en tierras mui remotas Murmuran por lo baxo
Quando hablaban los Brutos Zumbando en voces roncas
Su cierta gerigonza, El Zángano, la Abispa,
Notó el sabio Elefante El Tábano, y la Mosca.
Que entre ellos era moda Sálense del concurso,
Incurrir en abusos Por no escuchar sus glorias,
Dignos de gran reforma. El Cigarrón dañoso,
Afeárselos quiere; La Oruga y la Langosta.
Y á este fin los convoca. La Garduña se encoje;
Hace una reverencia Disimula la Zorra,
A tódos con la trompa; Y el insolente Mono
Y empieza á persuadirlos Hace de tódo mofa.
En una arenga docta Estaba el Elefante
Que para aquel intento Viéndolo con pachorra;
Estudió de memoria. Y su razonamiento
Abominando estuvo Concluyó en esta forma:
Por más de un quarto de hora A tódos y á ninguno
Mil ridículas faltas, Mis advertencias tocan:
Mil costumbres viciosas: Quien las siente, se culpa;
La nociva pereza, El que nó, que las oiga.
La afectada bambolla,
La arrogante ignorancia, Quien mis Fábulas lea,
La envidia maliciosa. Sepa también que tódas
Gustosos en extremo, Hablan á mil Naciones,
Y abriendo tanta boca, No sólo á la Española.
Sus consejos oían Ni de estos tiempos hablan;
Múchos de aquella tropa: Porque defectos notan
El Cordero inocente, Que hubo en el mundo siempre,
La siempre fiel Paloma, Como los hai ahora.
El leal Perdiguero, Y pues no vituperan
La Abeja artificiosa, Señaladas personas,
El Caballo obediente, Quien haga aplicaciones,
La Hormiga afanadora, Con su pan se lo coma (Iriarte 1782: 1-4).
El hábil Xilguerillo,
La simple Mariposa
Pero del auditorio
Otra porción no corta
Ofendida, no pudo
Sufrir tanta parola.
El Tigre, el rapaz Lobo
Contra el Censor se enojan.
¡Qué de injurias vomita

204
ESTUDIOS FILOLÓGICOS

Como señala Francisco Uzkanga (2001: 425 y ss.), la sátira alcanzó su punto
álgido en la literatura dieciochesca. Pero no se trata ahora de corregir al pecador, sino a
quien se extravía de la razón, porque el discurso satírico se seculariza y se transforma en un
instrumento didáctico. El origen de esta nueva dimensión hay que buscarlo en Inglaterra,
en los editores de The Spectator y The Tatles. Por ello, se nos antojan las Fábulas como la
culminación del proceso de secularización de la sátira en el siglo XVIII.

4. Discusión y resultados

La fábula El elefante y otros animales comienza con una doble deixis de carácter
temporal y espacial. Veámoslo.

Allá en tiempo de entonces,


Y en tierras mui remotas

Se trata de una locución deíctica introducida por el adverbio demostrativo de lugar


allá, que tiene un significado comúnmente ostensivo y expresa distancia respecto al acto de
enunciación establecido por el narrador. No designa un punto o localización específicos,
sino que más bien se refiere a un área o zona (RAE 2010: 340).
El adverbio va seguido de la aposición explicativa en tiempo de entonces (así lo
interpretan también los editores modernos, que la separan con una coma [Prieto 2004:
117]) de valor temporal cuyo núcleo es un sustantivo de denotación temporal. Creo que el
carácter deíctico, esto es, la naturaleza referencial (acaso pronominal) del adverbio allá es lo
que facilita precisamente la construcción en aposición. El núcleo de la aposición va seguido,
además de un complemento del nombre (de entonces) formado por la preposición más el
sintagma adverbial entonces, que muestra también propiedades pronominales y de nuevo
hace deixis anafórica hacia aquel tiempo, de modo que reitera la referencia temporal lejana
e imprecisa. A continuación, el tiempo pasado de las formas verbales, que corresponden
al primer plano (pretérito perfecto: notó) y segundo plano de la narración (imperfecto:
hablaban, era), reiteran la deixis hacia ese pasado propio de la narración. Por su parte,
el presente (afeárselos quiere, convoca, hace) establece un vínculo con el presente de la
enunciación de efecto satírico, pues lo dicho entonces corresponde también al ahora de la
enunciación.
En síntesis, lo que tenemos en el primer verso es una expresión de la lengua
común, sólo en apariencia sencilla, que expresa una referencia temporal lejana e imprecisa.
En realidad, creo que es una mera variante de la locución adverbial temporal “en aquel
entonces” o “por aquel entonces”. La diferencia es que, en la expresión que analizamos, la
deixis temporal está más marcada. Va seguida, en relación de coordinación copulativa, de
un sintagma con preposición de valor locativo (y en tierras muy remotas) que reitera la idea
de lejanía, en este caso espacial.

205
ESTUDIOS FILOLÓGICOS

Lo que me interesa de esta doble deixis temporal y espacial es que se trata de una
deixis en fantasma (am phantasma) según la clasificación de Bühler (1985 [1934]: 141),
pues remite a un tiempo y espacio lejanos al de la enunciación narrativa y que no es otro que
el de la fantasía (la ficción) y, por tanto, el de la fábula. Como él mismo señala:

Pero las circunstancias cambian de golpe, por lo visto, cuando un narrador lleva al
oyente al reino de lo ausente recordable o al reino de la fantasía constructiva y lo
obsequia con los mismos demostrativos, para que vea y oiga lo que hay que ver y oír
[…]. No con los ojos, oídos, etc., exteriores, sino […] “interiores” o “espirituales”
(Bühler 143).

Estimo que no es inútil distinguir la deixis en fantasma de la deixis ad oculos y la


deixis fórica, pues en la primera no hay continuidad existencial entre lo señalado y el locutor
y alocutario (sí hay, naturalmente, continuidad histórica o cognitiva, que es precisamente lo
que permite esa deixis en fantasma). Pero tal distinción, basada en la situación, no me parece
esencial, y creo que solo tiene consecuencias para la taxonomía, porque el funcionamiento
del mecanismo deíctico es el mismo (el receptor no puede ver o escuchar lo señalado, pero
es llevado a donde podría verlo y oírlo si estuviera allí, es decir, al espacio de la fantasía).
Creo que la locución deíctica Allá en aquel tiempo de entonces es similar a otras que
caracterizan el inicio del relato en la literatura oral: En aquel tiempo, Érase una vez, Érase que
se era, Había una vez, etc. Para expresarlo en los términos de van Dijk (1980 [1977]: 325-
339), desde el punto de vista semántico y pragmático se trata de fórmulas que expresan una
función narrativa que configura un macroacto discursivo de carácter narrativo. Pero todo
es producto de la instancia enunciativa de la narración, del yo, aquí, ahora del narrador. Y
aunque en el ejemplo analizado, la deixis no provoca un efecto metadiscursivo, sí genera,
desde luego, un efecto discursivo que trasciende la mera ostensión: el de remitir a la ficción
narrativa, cuyo correlato en la enunciación escrita es la relación literaria. También se alude
a estas fórmulas introductorias en las que el tiempo señala al mundo narrado en el trabajo
clásico de Harald Weinrich (1974 [1964]: 81-84).
El segundo ejemplo que vamos a analizar aparece al final de la fábula: Quien
mis fábulas lea / sepa también que todas. Hallamos de nuevo dos ejemplos de deixis, la
del pronombre que introduce la relativa libre, que se repite en el penúltimo verso, y la
deixis del posesivo (mis fábulas), retomada enseguida por el anafórico todas y por la 3ª
persona de todas las formas verbales hasta el final. Hablaremos en ambos casos de deixis
personal, pues, como se sabe, el relativo quien contiene dos componentes gramaticales, uno
nominal (la persona) y otro relativo (que), de modo que remite de forma indeterminada
a cualquier lector futuro (los del pasado quedan excluidos por el modo verbal subjuntivo:
lea), sin excluir al lector presente, (es la “agrupación” de posibles lectores, que incluye al
lector presente) en el momento de la enunciación escrita, de modo que quien mis fábulas lea
equivale también a ‘Tú, lector’. En los términos de Benveniste, hay una deixis personal a la
2ª instancia de la enunciación, precedida de una deixis a la 1ª instancia, expresada por la 1ª

206
ESTUDIOS FILOLÓGICOS

persona del posesivo. Ambas deixis personales al autor y al lector (emisor y receptor) dentro
de la propia enunciación narrativa provocan un efecto metaficcional y metadiscursivo que
me parece destacable, pues es el responsable de la orientación satírica de esta fábula y aun
de todas las demás, porque esta es la primera y sirve de referente, y además se introduce el
anafórico todas. En este ejemplo, el posesivo y el relativo son expresiones idiomáticas de la
persona que designan, en el plano óntico, al autor enunciador y al lector enunciado. Las
instancias de la enunciación conectan el plano lingüístico con el óntico (la designación se
une al significado para conformar el sentido).
Ya hemos comentado el valor de la sátira en el contexto de la obra y la época de Tomás
de Iriarte, pues a través del discurso satírico que se apoya en la metaficción (las Fábulas literarias
son una reflexión crítica sobre lo literario, y consecuentemente sobre sí mismas), constituyen
una suerte de deontología de lo literario. Por lo demás, la deixis al enunciador (mis fábulas),
que reclama así su control sobre la enunciación, y el enunciado desiderativo (conformado
sobre el relativo quien y la forma paradigmática subjuntiva lea), instauran una modalidad
enunciativa de carácter deóntico, pues se establece cómo deben ser interpretadas (todas) las
fábulas de Iriarte, si bien la modalidad de la enunciación no es propiamente imperativa.
No podemos omitir las referencias deícticas que se establecen al final de la fábula,
que vienen a reforzar nuestra interpretación:

[Mis fábulas] Hablan á mil Naciones,


No sólo á la Española.
Ni de estos tiempos hablan;
Porque defectos notan
Que hubo en el mundo siempre,

La 2ª instancia de la enunciación se desdobla en un “tú, lector” y aquellos a los que se


dirigen (Hablan á mil Naciones), ambos se confunden, de modo que el efecto satírico
resulta evidente y se intensifica. Y no podemos pasar por alto, además, la maravillosa deixis
temporal del final:

Ni de estos tiempos hablan;


Porque defectos notan
Que hubo en el mundo siempre,

Como los hai ahora.

Sustentada sobre el sintagma estos tiempos (adviértase el valor del demostrativo), el


presente de indicativo de las formas verbales y el adverbio ahora, la deixis está apuntando
claramente al tiempo de la enunciación, y ello resulta esencial no solo para el efecto satírico,
sino para el propósito de la fábula y, por tanto, para establecer su sentido final.
Los efectos que hemos ido señalando desaparecen o se debilitan mucho si se omite
la deixis personal sobre la que se apoya el efecto metadiscursivo y metaficcional, lo que

207
ESTUDIOS FILOLÓGICOS

debe tenerse muy en cuenta en la traducción, como veremos en seguida. Presentamos a


continuación una traducción temprana al inglés en la que se mantiene la deixis.

Readers ˗my fables, be it known,


Are not addressed to you, alone,
(For all the world may justly claim
To share their moral, and their blame,)
Nor only to the present times;
For literary faults, and crimes,
Such as obtain their censure free,
Have ever been, will ever be.
Here, then, I openly disclaim
All personal and private aim.
If any, notwithstanding, will
Take a mere general lesson ill,
Because it suits himself, ˗I say,
Let him digest it as he may (Andrews 1835: 4-5).

En la traducción anterior, la deixis personal de carácter metaficcional no se ha eliminado,


sino que acaso resulta más evidente por el vocativo inicial y el pronombre de 2ª persona.
En el siguiente ejemplo también se mantiene la deixis personal de la 1ª persona, aunque el
traductor señala en el prólogo que se trata de una traducción libre.

My fables, in their application,


Refer to every age and nation;
For authors, just as dull and vain
As any who abound in Spain,
Have perpetrated prose and rhyme
In every land, in every time.
But, though I solemnly disclaim
All personality off aim,
If any scribbler, conscience-smitten,
Should wince at aught that I have written˗
Should find, in short, the cap to fit,
The fool is welcome unto it (Rockliff 1846: 5).

El siguiente ejemplo corresponde a una imitación (una recreación) de las fábulas,


bien que su autor se reconoce como translator (p. 31) en la Introducción, y se señala (p.
29): he has ventured to imitate, as nearly a posible, the various beauties of the original (se ha
aventurado a imitar, lo más posible, las diversas bellezas del original). Como se comprobará,
la 1ª persona se ha omitido.

208
ESTUDIOS FILOLÓGICOS

Now be it known, from bussines fred,


To those, who may these Fables read,
To no one party are addrest [sic]
Thoughts, or remarks, in them exprest [sic]:
Vices I note, and faults, ‘tis true,
Yet not the faults of om or Hugh;˗
But such as all my plainly see,
Who nature view, as well as me˗ (Belfour 1804: 39).

En efecto, en who may these Fables read la deixis a la 1ª persona ha desaparecido, y


aunque el efecto metafictional se mantiene gracias al demostrativo, que señala a la fábulas
de las que él mismo texto forma parte (these Fables), queda desdibujado, pues la referencia
metadiscursiva es posible solo porque sabemos de qué fábulas se trata y quién es su autor (en
efecto, de no ser así, ¿a qué fábulas se refiere el demostrativo these?). El texto ha perdido su
autonomía, porque si lo extraemos de la colección de apólogos como entidad independiente,
la posibilidad de deixis desaparece, y con ella la referencia metadiscursiva y metaficcional,
y con ambas el sentido último de esta y las demás fábulas (corregir los “vicios literarios”
a partir de una deontología literaria formulada en clave satírica). En cuanto al relativo
(who), su funcionamiento me parece similar al de la versión española. Por lo demás, como
desaparece la referencia deíctica al autor (Iriarte), creo que se diluye el valor satírico y crítico
(ya no es Iriarte contra sus detractores y émulos). Se pierde al menos parte del artificio
literario, que en el género satírico es muy importante por lo que tiene de lúdico (el referente,
más o menos claro, siempre está presente) con las consecuencias que esto pueda tener para
su valor como obra literaria.
Hemos analizado una sola fábula, pero las referencias deícticas al autor o al lector
que provocan un efecto metadiscursivo y metaficcional son muy abundantes en toda la
colección. Sirvan como ejemplo, las siguientes fábulas: La abeja y los zánganos (Prieto 2004:
123-124), La hormiga y la pulga (Prieto 2004: 133), La parietaria y el tomillo (Prieto 2004:
135), Los dos conejos (Prieto 2004: 137), El caminante y la mula de alquiler (Prieto 2004:
148), El ratón y el gato (Prieto 2004: 153-154), El gozque y el macho de noria (Prieto 2004:
167-169).

5. Conclusiones

Benveniste (1999 [1974]: II, 91) distingue la enunciación hablada de la escrita,


porque esta se mueve en dos planos: el escritor se enuncia escribiendo, y dentro de su escritura,
hace que se enuncien individuos. Esta es precisamente la perspectiva que hemos querido adoptar
en nuestra aplicación de su teoría de la enunciación al texto literario. Hemos comprobado
cómo el escritor se enuncia a sí mismo explícitamente como locutor (mis fábulas) desde
la escritura, provocando de este modo un efecto metadiscursivo y metaficcional que es

209
ESTUDIOS FILOLÓGICOS

decisivo en la construcción del sentido final, y que en nuestro ejemplo favorece el juego
satírico. Cuando no se trata de deixis personal, el señalamiento también puede generar un
efecto discursivo que trasciende la mera ostensión: el de remitir a la ficción narrativa, cuyo
trasunto en la enunciación escrita es el relato literario. Si se elimina el juego deíctico se
pierde al menos parte del artificio literario, con las consecuencias que esto puede tener para
el valor de la obra en el caso de las piezas de carácter satírico, en las que lo metaficcional (y
lo referencial) son componentes muy importantes.
Hemos visto que, más que en las estructuras de la narración, la metaficción pone
el énfasis en los procesos de construcción del sentido a través de mecanismos como la
deixis. No en vano, podría interpretarse la metaficción y el metadiscurso como una deixis
hacia la enunciación (como proceso o hacia sus elementos). Nuestro análisis también parece
sugerirnos que los distintos tipos de deixis corresponden a un único fenómeno esencial
que afecta a categorías diversas y cuya base es el significado primario mostrativo. Este es
el elemento esencial de pronombres y demostrativos, y por tanto de la deixis, que se nos
muestra así como un mecanismo unitario. Nos sugiere también que el pronombre carece
de significado categorial, y que las unidades deícticas parecen formar parte del componente
pragmático de la gramática.
En cualquier caso, nuestro examen se ha desarrollado en el ámbito de la discusión
sobre el significado y el sentido. Y en este particular, el modelo establecido a partir de una
idea de la comunicación lingüística como sucesiva codificación y decodificación del mensaje
parece insuficiente, lo que sugiere la oportunidad de un modelo ostensivo e inferencial
que tenga en cuenta las aportaciones de la pragmática. En tal sentido, la propuesta de
Benveniste se adapta muy bien al análisis que hemos realizado de la deixis, y facilita la
explicación del alcance del fenómeno deíctico en el texto literario examinado. Creo que las
categorías deícticas son muy importantes en la construcción del sentido, porque facilitan la
dialéctica entre lengua y habla.

Obras citadas

Andrews, Richard. 1835. Literary fables from the Spanish of Yriarte. Smith: Elder and Com-
pany.
Belfour, John. 1804. Fables on subjects connected with literature imitated from the Spanish of
Don Tomas de Yriarte. London: Wittingham.
Bello, Andrés. 1988 [1847]. Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los ame-
ricanos. Edición de R. Trujillo. 2 vols. Madrid: Arco Libros. Citamos esta obra por
párrafos, según la numeración usual desde Cuervo.
Benveniste, Émile. 1999 [1974]. Problemas de lingüística general, t. II. México: Siglo XXI.
Bertorello, Adrián. 2008. El límite del lenguaje. La filosofía de Heidegger como teoría de la
enunciación. Buenos Aires: Biblios.
Bühler, Karl. 1985 [1934]. Teoría del lenguaje. Trad. de Julián Marías. Madrid: Alianza

210
ESTUDIOS FILOLÓGICOS

Editorial.
Dijk, Teun van. 1980 [1977]. Texto y contexto. Semántica y pragmática del discurso. Trad. de
Juan Domingo Moyano. Madrid: Cátedra.
Coseriu, Eugen. 2016. La semántica en la lingüística del siglo XX: tendencias y escuelas. Pról.
de Gregorio Salvador, edición e introducción de Maximiano Trapero. Madrid: Arco/
Libros.
Devereux, George. 1855. Literary Fables of Yriarte, translated from the Spanish [Fábulas lite-
rarias de Iriarte, traducidas del castellano]. Boston: Ticknor and Fields.
Díscolo, Apolonio. 1987. Sintaxis. Traducción, introducción y notas de Vicente Bécares
Botas. Madrid: Gredos.
Gargiulo, Hebe. 1999. Espacio, deixis y traducción. San Juan: Argentina.
Gómez Hermosilla, José. 18372ª. Principios de gramática general. Madrid: Imprenta Nacio-
nal.
Harris, James. 1972 [1751]. Hermes or a philosophical inquiry concerning language and uni-
versal grammar. Puede consultarse la clásica traducción francesa (con importantes
notas y observaciones) de François Thurot, Hermès ou recherches philosophiques sur
la grammaire universelle. París, 1796 (Ed. facsímil de André Joly, Ginebra: Libraire
Droz).
Iriarte y Cisneros, Juan de. 1771. Gramática latina […]. Madrid: Pedro Marín. Se imprimió
muchas veces dentro y fuera de España. En América, conocemos la edición simultá-
nea de R. Ackermann en 1826 en Londres, México, Colombia, Buenos Aires, Chile,
Perú, Guatemala. Hay otra edición posterior de 1832.
Iriarte, Tomás de. 1782. Fábulas literarias. Madrid: Imprenta Real.
______. 1805. Fábulas Literarias. En Tomás de Iriarte, Colección de obras en verso y prosa de
D. Tomás de Yriarte, T. I. Madrid: Imprenta Real.
Jakobson, Roman. 1981, 2ª ed. [1974]. Ensayos de lingüística general. Trad. de Josep M.
Pujol y Jem Cabanes. Barcelona – Caracas – México: Seix Barral.
Manzanares, Antonio. 1997. Pronombre y teoría del lenguaje en las gramáticas españolas del
siglo XIX. Tesis Doctoral, Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Las Palmas
de Gran Canaria (España). Disponible en: https://acceda.ulpgc.es/handle/10553/1/
simple-search?query=manzanares [Consulta: 20/02/2019].
Morera, Marcial. 1999. Apuntes para una gramática del español de base semántica. Primera
parte: Morfología. Puerto del Rosario: Cabildo de Fuerteventura.
Meix, Francisco. 1994. La dialéctica del significado lingüístico. Salamanca: Ediciones Uni-
versidad de Salamanca.
Prieto de Paula, Ángel. 2004. Tomás de Iriarte, Fábulas literarias. Edición e introducción.
Madrid: Cátedra.
Real Academia Española. 2010. Nueva Gramática de la Lengua Española, Manual. Madrid:
Espasa Libros.
Rockliff, Robert. 1846. Literary Fables from the spanish of Yriarte. London. Longmans:
Green and Co.

211
ESTUDIOS FILOLÓGICOS

Sánchez de las Brozas, Francisco. 1976 [1587]. Minerva o de la propiedad de la lengua latina.
Madrid: Cátedra.
Saussure, Ferdinand. 2002 [1916]. Curso de Lingüística general. Publicado por Charles Bally y
Albert Sëchéhaye con la colaboración de Albert Riedlinger. Traducción, prólogo y notas
de A. Alonso, presentación de Ignacio Bosque. Argentina – España: Losada.
Tracia, Dionisio de. 2002. Gramática. Comentarios antiguos. Introducción y traducción de
Vicente Bécares Botas. Madrid: Gredos.
Trujillo, Ramón. 1988. Introducción a la semántica española. Madrid: Arco/Libros.
Trujillo, Ramón. 1990. 2-6 de abril. “Semántica y gramática: sobre la capacidad sintáctica
del diccionario”. En M. Ángeles Álvarez (ed.), Actas del Congreso de la Sociedad Espa-
ñola de Lingüística. Madrid: Gredos. 112-132.
Uzkanga, Francisco. 2001. “Ideas de la sátira en el siglo XVIII: hacia una nueva función en
el marco de la ideología ilustrada”. Revista de literatura 126.63­: 425-460.
Vicente, Juan Antonio. 1990. “Deixis y conocimiento”. Anales de filología hispánica 5: 145-
154.
Weinrich, Harald. 1974 [1964]. Estructura y función de los tiempos en el lenguaje. Trad. de
Federico Latorre. Madrid: Gredos.
Zamorano, Alfonso. 2011. “Conceptualización y conciencia metalingüística de la deixis
espacial en la teoría lingüística española del siglo XIX”. En C. Sinner, Mª J. García
y A. Zamorano (eds.). Estudios historiográficos. Tiempo, espacio y relaciones espacio-
temporales en la lengua española. Hamburgo: Helmut Buske Verlag. 206-227.

212

También podría gustarte