El Modulor Por Le Corbusier
El Modulor Por Le Corbusier
El Modulor Por Le Corbusier
EL M O D U L O R
ENSAYO SOBRE
UNA MEDIDA ARMONICA
A LA ESCALA HUMANA
APLICABLE
UNIVERSALMENTE
A LA ARQUITECTURA
Y A
LA МЕДАЩСА
Adquiridos los derechos exclusivos para la edición en castellano.
Queda hecho el depósito que previene la ley argentina n 9 11.723.
© Copyright 1953 by Editorial Poseidon, S. R. L.
Perú 973, Buenos Aires,
Traducción por:
ROSARIO VERA
/
ADVERTENCIA
PRIMERA PARTE
SEGUNDA PARTE .
REALIDADES PRACTICAS
CAPÍTULO 4 — SITUACIÓN DEL MODULOB EN LOS TIEMPOS PRESENTES
CAPÍTULO 5 —PRIMEAOS EJEMPLOS DE APLICACIÓN
CAPITULO 6 — S I M P L E UTENSILIO }
TERCERA PARTE
„#
V
APÉNDICE —Ч -
4
CAPÍTULO 7 — COMPROBACIONES MATERIALES Y CODA '
CAPÍTULO 8 — AFLUYEN LOS DOCUMENTOS Y LA INFORMACIÓN. LOS USUA-
1
RIOS TIENEN LA PALABRA
1
£1 cuadro de valores numéricos de El Modulor está en pág. 79.
ADVERTENCIA
1? La palabra "Arquitectura" significa aquí:
El arte de construir casas, palacios o templos, barcos, automóviles, vago-
nes o aviones;
El equipo doméstico o industrial o el de cambios;
El aiie tipográfico de los diarios , revistas o libros.
La palabra "Mecánica " se refiere a la construcción de las máquinas que
exigen directamente la presencia del hombre tj los espacios que las rodean.
Implica la sustitución de lo arbitrario o de lo aproximado por una elección
motivada por el dimensionamicnto de las piezas estiradas, laminadas o fundi-
das que rntran en la construcción de las máquinas. ;
2? La vida no es enciclopédica para los seres humanos, sino personal.
Ser enciclopédico es mostrarse impasible anie la multitud y la complejidad de
las ideas y los hechos, reconocerlos, conocerlos y clasificarlos. Algunos np pue-
den ser impasibles ante la vida y, por el contrario, son actores de ella\ Aquíy
sólo se pretende manifestar , mediante jalones exactos, la estela, acaso el surco,
de una investigación escalonada al hilo de una vida, investigación anlpliada
(tal vez) a un resultado tangible porque una persona, un medio , un anuiente,
una pasión, una coyuntura, una circunstancia o una ocasión, han vodidQ cons-
tituir una cadena regular que pasa en medio de los tumultos de la vida que,
son: circunstancias, pasiones, contradicciones , rivalidades, crepúsculo; en cier-
tas cosas y aurora en otras, condiciones particulares , incluso revoluciona-
rias, etc., etc.
Lo contrario del estante de una biblioteca enciclopédica donde se ckinean
volúmenes prudentes.
Ira.
parte
AMBIENTE
MEDIO
CIRCUNSTANCIAS
Y'
DESARROLLO
DE LA INVESTIGACION
Capítulo 1
Preámbulo
4
as decisiones, los- usos o las costumbres persisten a través de los aconte-
Todavía queda por explicar lo siguiente: los Partenones, los templos indios
y las catedrales se construyeron según medidas precisas que constituían un
código, un sistema coherente que afirmaba una unidad esencial. Más aún; el
,1 salvaje de todos los tiempos y de todos los lugares, el transmisor de las altas
' civilizaciones, el egipcio, el caldeo, el griego, etc., han construido y, por con-
' siguiente, medido. ¿De qué instrumentos dispusieron? De instrumentos eternos
!
y permanentes, de instrumentos preciosos puesto que están adscritos a la
persona humana, instrumentos que tenían un nombre: codo, dedo, pulgada,
j pie, braza, palmo, etc. Vayamos inmediatamente al hecho: tale*; instrumentos
! formaban parte integrante del cuerpo humano y, por consecuencia, eran aptos
• para medir las chozas, las casas y los templos que se trataba de construir.
Pero hay más: eran infinitamente ricos y sutiles porque participaban de
la matemática que rige el cuerpo humano —matemática graciosa, elegante y
firme a causa de la calidad de armonía que emite: la belleza— (apreciada,
bien entendido, por un ojo humano, según un concepto humano. De hecho,
no podría haber otro criterio para nosotros).
I Шсо&Ь labraza, el palmo, el pie y la pulgada fueron el instrumento pre-
¿histórico y sigue siendo el del hombre moderno.
Los Partenones, los templos de la India y las catedrales, las chozas y las
casas, se construían en lugares precisos: Grecia o Asia, etc., productos estables
que no viajaban y no tenían que viajar, y, por tanto, no habla ninguna razón
para reclamar una unificación de las medidas. Como el viking era más alto
que el fenicio, el pie nórdico no tenía ninguna necesidad de acomodarse a
la estatura del fenicio, y recíprocamente.
NOTA. El lector debe rectificar este esquema hecho hace cuarenta y cinco años en la
selva. Es evidente que los intervalos sobre la vertical no deben disminuir al descender.
Las reducciones fueron impuestas por las pequeñas dimensiones de la hoja enlque se
1
hizo el dibujo.
asisto a la formación de un ser en mí. Por la garra se conoce al león; pero,
¿dónde está la garra y dónde el león?" Gran inquietud, gran turbación,
gran vacío.
Recuerda entonces, que en un viaje de exploración, visitando una villa
moderna, en Breña, el jardinero le había dicho: "Sabe usted; esto es muy
complicado; hay toda clase de trucos, curvas, ángulos, cálculos; esto es muy
sabio." La villa era de un tal Thorn Brick (?), holandés (hacia 1909).
Un día contemplaba unas tarjetas postales ilustradas esparcidas sobre
la mesa bajo la lámpara de petró-
leo de su piecita de París, y su mi-
rada fue atraída por la imagen del
Capitolio de Miguel Angel, de Ro-
ma. Su mano dió la vuelta a otra
tarjeta y, al pasear intuitivamen-
te, uno de los ángulos (ángulo
recto) sobre la fachada del edifi-
cio, apareció de pronto una ver-
dad admisible: el ángulo recto di-
rige la composición. Esto era una
revelación, una certeza. La mis-
ma prueba triunfó en un cuadro
de Cézanne; pero nuestro hombre
desconfía de su veredicto y se
dice: La composición de las obras
de arte está regida por reglas, las
cuales pueden ser métodos agudos o sutiles, conscientes, y también estarci-
dos trivialmente aplicados, y hasta pueden estar implicadas por el instinto
creador del artista, en cuanto manifestación de una armonía intuitiva, como
casi con toda seguridad en Cézanne puesto que Miguel Ángel era de otra
naturaleza, inclinada a los trazados voluntarios y preconcebidos, sabios...
Un libro acaba de aportar certidumbres: las páginas de Auguste Choisy
en su Historia de la Arquitectura, consagradas a los trazados reguladores.
¿Ha habido, pues, trazados reguladores para ordenar las composiciones?
En 1918 nuestro hombre se puso a pintar cuadros muy seriamente reali-
zados. Los dos primeros fueron compuestos "a voluntad de la olla" y el ter-
cero, en 1919, procura ocupar la tela de una manera ordenada. El resultado
es casi bueno; pero en el cuarto cuadro, que es el tercero rectificado, estu-
diado, estructurado, por medio de un trazado categórico, el éxito es indiscu-
tible. Los cuadros siguientes,- en retahila, 1920 (Exposición de la Galería
Druet, 1921) están sostenidos por una firme geometría, habiendo explotado
dos recursos matemáticos: el lugar del ángulo recto y la sección áurea (A).
En el transcurso de estos años, hubo una abundancia en tomo a esta fer-
mentación matemática. Se ha fundado la revista L'Esprit Nouveau que es-
cribe y redacta nuestro hombre con otros colegas, y de su pluma salen series
de artículos teóricos porque al final de la Gran Guerra parece necesario vol-
ver a considerar los elementos básicos; y esta fue, precisamente, • la obra
realizada por L'Ecrit Nouveau.
En 1922 nuestro hombre había abandonado la arquitectura después de
seis años; pero vuelve a construir luego de haber preparado en la misma
"evista, desde 1920, las bases doctrinales perentorias para esta reanudación
de actividades. Sus primeras casas nuevas manifiestan una nueva concep-
ción de la arquitectura, como expresión del espíritu de una época. Ijas fa-
chadas (solamente las fachadas) están iluminadas por trazados reguladores.
La investigación es compleja y sinfónica: medidas básicas de urbariismo
("Ciudad contemporánea de tres millones de habitantes", 1922^, determi-
nación de la unidad celular (con locales), malla de las tuberías (red), v, en
realidad, fenómeno de organización arquitectónica fundamental hondamente
sentida ya una primera vez quince años antes, en la cartuja de Ema, en
Toscana (libertad individual y organización colectiva) [1907]. *
En el transcurso de sus viajes, había observado en las arquitectura^
armoniosas, lo mismo en las folklóricas que en las de alta intelectualidad,
la constancia de una altura de 2,10 a 2,20 metros (de 7 a S pies) entre suelo
y techo: casas balcánicas, turcas, griegas, tirolesas, bávaras, suizas, viejas
casas de madera del gótico francés y también los pequeños departamentos
del barrio de Saint-Germain, e incluso del Pequeño Trianon —Luis XV,
Luis XVI y hasta la tradición de las tiendas de París, desde Luis XV a la
Restauración, que con sus camaranchones duplican esta altura de 2,20 m : la
de-un-hombre-con-elbrazo-levantado (B) que es una altura eminentemente
a la escala humana.
En sus construcciones, se vio obligado a introducir dicha altura, en pugna
con las disposiciones municipales. En cierta ocasión, uno de los concejales
de una importante comuna de París le había declarado: "Le autorizamos a
usted a transgredir algunas veces el reglamento, porque sabemos que tra-
baja por el bien del hombre.**
L'Esprit Nouveau llevaba el subtítulo de Revista Internacional de Acti-
vidad Contemporánea , y en ella se había medido, apreciado y discutido mu-
chas veces la interdependencia de los fenómenos y comprobado que, en nues-
- tro tiempOy todo está desordenado . Es cierto que en una acción consagrada
. al desarrollo de una estética contemporánea se había imbricado el factor
económico. Un día fue objeto de muchos comentarios un artículo titulado
Construir en serie que trataba de la casa a la que calificaba de máquina para
habitar. Serie, máquina, eficacia, precio de costo, rapidez, y otras nociones,
que reclamaban la presencia y el rigor de un sistema de medida (1921) [O] . l
L'Esprit Nouveau se había convertido en el explicador del cubismo, que
abarca uno de los momentos más creadores y revolucionarios del espíritu.
No se trata de una invención técnica que perturbe lo social y lo económico,
sino de una liberación y de un desarrollo del pensamiento, de un comienzo:
1
Estas preocupaciones provocaron un escándalo. En 1935, al regresar de mi primer
viaje a los Estados Unidos, fueron unánimes las censuras de la P r e n s a . . . (Los EE. UU.
¿transaban; es un blasfemo. .. ). Hoy, en 1949: serie, máquina, eficacia, precio y rapidez. ..
J los tiempos que vienen... Hora de una perturbadora reforma plástica que
j entró en ese momento en la arquitectura (D).
? Nuestro amigo era un autodidacto. Había huido de las enseñanzas oficia-
S íes y, por tanto, ignoraba las reglas canónicas y los principios establecidos
por las Academias. Evadido del espíritu académico, tenía la cabeza libre y
I
la nariz al viento, y, como cubista, se inclina al fenómeno plástico y razona
visualmente. Pertenece a una familia de músicos, pero ni siquiera conoce
una nota, y, sin embargo, es intensamente músico, sabe muy bien cómo está
hecha la música y hasta es capaz de hablar de ella y de juzgarla. La música
es tiempo y especio, como la arquitectura. La música y la arquitectura de-
t penden de la medida/
Cuando unos años después de publicar en L'Esprit Nouveau su artículo
Los trazados reguladores (1921), aparecieron los libros de Matila Ghvka so-
bre las proporciones en la naturaleza y en el arte, y sobre el número de òro 2 ,
no estaba preparado para poder seguir prácticamente la demostración mate-
mática (el álgebra de las fórmulas); pero, por el contrario, las figuras que,
de hecho, interpretan el asunto considerado, las comprendió instantáneamente.
Un día, el profesor Andréas Speiser, de la Universidad de Zurich (hoy
en Basilea), dedicado a eminentes inve^igaciones acerca de los grupos
y los números, le dio cuenta de un estudio sobre los ornamentos egipcios,
sobre Bach y sobre Beethoven, al que el álgebra aportaba todas las demos-
traciones y pruebas. "Pe acuerdo —le respondió al profesor— la naturaleza
es matemática; las obras de arte están en consonancia con ella, y egresan
y utilizan las leyes naturales. Por consecuencia, la obra de arte es matemác
t tica y el sabio puede aplicarle el razonamiento implacable y las fórmulas
I impecables. El artista es un medium infinita y extraordinariamente sen-
' sible; siente, discierne la naturaleza y la traduce en sus creaciôîTBB, èxperi-
. menta su fatalidad y la expresa; y así, por ejemplo, el estudio matertiático
! de usted se ha apoderado de este ornamento egipcio para demostrar su
2
Publicados en castellano por Editorial Poseidon, Buenos Aires.
deslumbrante composición. Yo como plástico, si usted me manda poner un
adorno en una cinta de esta clase, encontraré la disposición ornamental,
en mi camino porque forma parte de las fatalidades d g J a. n r n a m m t п н ón
y de una sgrie muy brg^de^grupos de soluciones cuyjQpave¡¡)es la propia
geometría^por el espíritu geométrico" que está eu el кшшде Como está tanv
bién la propia ley de la naturaleza."
Tanta inclinación a ciertas cosas debía condu-
cir a nuestro arquitecto a una consagración perfec-
tamente inesperada bacia 3933. En las fiestas del
Sexto Centenario de la Universidad de Zurich re-
cibió el grado de doctor honoris causa en filosofía
matemática, como reconocimiento de sus investi-
gaciones sobre la organización de las formas y del
espacio, distinción que le tomó de sorpresa, pero
en fin ... En 1945, después de los años de ahogo,
encontró la manera de expresar en una frase el
fondo de su emoción: "El espacio indecible" y lo
formulaba así:
"Tomar posesión del espacio es el primer gesto
de los seres vivos, de los hombres y de las bestias,
de las plantas y de las nubes, manifestación funda-
mental de equilibrio y de duración. La primera
prueba de existencia es ocupar espacio.
"La flor, la planta, el árbol y la montaña están
en pie y viven en un ambiente. Si alguna vez lla-
man la atención por una actitud, verdaderamente
firme y ¿bberana, es porque aparecen desprendidas en su contenido, pero pro-
vocando resonancias a su alrededor. Sensibles a tantas ligaduras naturales,
nos detenemos y contemplamos, emocionados por múltiples concordancias que
orquestan tanto espacio, y entonces advertimos que' deslumbra todo lo que
vemos.
"La arquitectura, la escultura y la pintura, dependen específicamente del
espacio, y están'adscritas a la necesidad de regirlo, cada una por medios
apropiados. Lo que aquí diremos esencialmente es que la clave de la emoción
estética es una función espacial.
"Acción de la obra (arquitectura, estatuaria o pintura) sobre su alrededor:
ondas, gritos o clamores del Partenón sobre la Acrópolis de Atenas, rasgos
que brotan como por una radiación, como accionados por un explosivo; el
sitio, próximo o lejano, es sacudido, afectado, dominado o acariciado por él.
Reacción del medio: los muros de la pieza, sus dimensiones, la plaza con el
peso diverso de sus fachadas, las extensiones o las pendientes del paisaje y
hasta los horizontes desnudos de la llanura o los erizados de las montañas,
todo el ambiente viene a pesar sobre este sitio, en donde hay una obra de
arte, signo de una voluntad humana, que impone sus profundidades o sus sa-
lientes, sus densidades duras o blandas, sus violencias o sus suavidades. Se
presenta un fenómeno de concordancia, exacto como una matemática — verda-
dera manifestación de acústica plástica, si se nos permite así llamar a uno de
los órdenes de fenómenos más sutiles, portador de alegría (la música) o de
opresión (la bulla).
"Sin la menor pretensión hago una advertencia relativa a la magnificación
del espacio que los artistas de mi generación han abordado en los impulsos
tan prodigiosamente creadores del cubismo hacia 1910. Han hablado] de la
cuarta dimensión con más o menos intuición y clarividencia. Una vida consa-
grada al arte y,'particularmente, a la búsqueda de una armonía, me Wa per-
mitido observar, a mi vez, el fenómeno por la práctica de tres artes ^arqui-
tectura, escultura y pintura. j
"La cuarta dimensión parece ser el momento de evasión ilimitada -provo-
cada por una consonancia excepcionalmente justa de los medios plásticas em-
pleados y desencadenados por ellos.
"No es el efecto del tema elegido, sino una v i c t ^ ^ de ^oporcion^lidad
en todas las cosas — físic^de la obra como tambiénfeficienda je las intencio-
nés reguladas o irregulables, captadas o incaptables, y, sin embargo» existen-
tes y deudoras de la intuición: milagro catalizador de las sapiencias adquiri-
das, asimiUjîas^^ynclus^^îvM
-Ç
^Шг^рХШедя IMi»"
El 25 de agosto de 1943 llegaba una primera proposition:
la vuelta y
el resultado
dibujarse,
así:
A mediados del mismo mes, partí del Havre a bordo del cargo Vernon S.
Hood que llegó a Nueva York, después de diecinueve días de travesía, durante
los seis primeros de los cuales tuvimos una espantosa tempestad, y los res-
tantes navegamos con mar gruesa. La Compañía armadora norteamericana
nos había dicho que tardaríamos de siete a nueve días; pero desde el segundo
comprendimos que serían dieciocho o diecinueve, lo que encolerizó a los vein-
tinueve pasajeros. Nos acostábamos en los dormitorios colectivos, y los marine-
ros ocupaban los camarotes. En una ocasión, dije a Claudius Petit que me
I acompañaba : "No saldré de este maldito barco sin haber enrnntmdn 1я pyplj-
jgación de mi regla áurea.
Un amable pasajero parlamentó con los oficiales y consiguió que pusieran
a su disposición uno de los camarotes de 8 a 12 de la mañana y durante las
mismas horas de la noche. Allí me absorbí en el tumulto de las olas hilva-
nando mis ideas. Tenía en el bolsillo la crntaa^dgada por Soltan arrollada
en una cajita de aluminio de película Косшс^о! j ï ï a a e l a que nunca me he
separado. Muchas veces —y en los sitios más inesrerados— se me veía sacar de
su cajita la serpiente embrujada y proceder a con probaciones como la siguien-
te, a título de ejemplo: En el puente de mando с el cargo hablábamos algunos
pasajeros de cosas útil y agradablemente proporcionadas, cuando la cinta sale
de su caja y arriesgo una confrontación triunfanie (Navidad de 1945). Hice
otra comprobación en la primavera de 1948, estaijdo en la sección Reconstruc-
ción - Urbanismo - Trabajos Públicos - del Consèjo Económico, donde se ha
examinado el proyecto de la nueva
ley de Alquileres; y, al hablarse de
la altura; de los departamentos, pre-
conizo eí empleo de la de un hombre-
con-el-bijazo-levantado v el doble de
ella. J
Después estoy en el Palais- Ro-
yal de parís, en el piso de los de-
partamentos pequeños (fines del si-
glo ххггр, Restauración y principios
del XIX ). Esta medida bastaría para l o s departamentos pequeños p u e s t o
que aquí, en las salas en que estamos, parece bastar p a r a nuestros debatas.
Despliego mi regla, aplicándola desde el techo hasta el s u e l o , y nuestro pre-
sidente, Caquot, registra la concordancia exacta.
Volvamos a nuestro cargo.
Mientras éste navega cabeceando, e s t a b l e z c o u n a e s c a l a d e cifras:
Se puede afirmar desde ahora que esta regla se adapta al cuerpA humano
en sus puntos esenciales de ocupación de espacio, y que tiene en cuenta la
más sencilla y esencial evolución matemática de un valor, a saber: la unidad,
su doble y las dos secciones áureas sumadas o restadas.
Estamos, pues, más firmes y avanzados que en el momento de la simple
inserción favorable, en el lugar del ángulo recto, de un tercer cuadrado en
dos cuadrados contiguos, siendo iguales los tres. Uniendo las dos conclusiones
en un solo dibujo obtuve entonces una bella imagen. En primer término, cali-
fiqué de serie roja la de Fibonacci formada por la razón Ф establecida sobre
la unidad 108, y llamé serie azul a la construida sobre su doble, 216. Dibujé
el hombre de 1,75 m de alto referido a 4 cifras: 0, 108, 175, 216, y, colocando
la banda roja a la izquierda y la azul a la derecha, las dos series Ф tendían
hacia cero por abajo y hacia el infinito por arriba.
Al salir del cargo el 10 de enero de 1946 en Nueva York, tuve una entrevista
con Kayser, el célebre constructor de los Liberty-sliips durante la guerra. Su
nuevo programa era hacer diez mil casas diarias en los Estados Unidos; "pero
—me respondió— he cambiado de idea y voy a fabricar automóviles".
La exposición que le hice de los motivos de mi visita quedará consignada
después.
Dejemos un momento nuestros cálculos por una digresión económica y
sociológica:
Los Estados Unidos autorizan perfectamente a Kayser, genial hombre de
negocios y audaz industrial, a producir anualmente tres millones de casa.; en
serie, y, por tanto, familiares, que ocuparán espacio y formarán calles: pero
éstas no estarán en una ciudad, donde no hay sitio, sino en el campo. Las ciu-
dades se extenderán desmesuradamente: suburbios, grandes, inmensos subur-
bios. Hay que crear transportes sensacionales para llegar a ellos y unirlos
entre sí: ferrocarriles, subterráneos, tranvías, ómnibus, etc., y, por consecuen-
cia, innumerables calzadas y canalizaciones infinitas para el agua, el gas, la
electricidad, el teléfono, etc. ¡Qué actividad, qué riqueza producida! Es el
desastre, es el Gran Despilfarro norteamericano que había yo observado y
analizado en 1935.7 Nadie tiene derecho a reprender a Kayser, nadie piensa
7
Véase Cuando las catedrales eran blancas, Editorial Poseidon, Buenos Aires.
en detener su impulso, ningún mecanismo está preparado para conducir hacia
fines sociales y económicos su indomable energía... Pero he aquí que, hechas
las cuentas y después de seis meses de estudios, Kayser decide, con plena
autoridad, que no construirá casas, sino automóviles. Los automóviles sirven
para el transporte, ayudan al transporte, y hacen que parezca tolerable la
enorme desnaturalización del fenómeno urbano norteamericano. El problema
de que se trata es otro: baratura y eficacia del coche; pero la competencia,
en los Estados Unidos, es formidable, gigantesca: será preciso influir sobre
el gusto del público y decirle que el automóvil es un signo de consideración,
el primer peldaño de la consideración, lo cual le halagará: carrocería stream-
line, coche tan grande como los de las más admiradas marcas, manifestación
de potencia e incluso de énfasis: los coches son magníficos, rutilantes, porta-
dores de optimismo y embajadores de fuerza; pero son inmensos, y sus delan-
teras parecen rostros de dioses de la potencia con gigantescas mandíbulas
cromadas. Es pública y notoria la congestión de las calles en los Estados
Unidos. Los coches son doble de largos de lo que sería conveniente; obstruyen
las vías cuando dan la vuelta y las cubren como caparazones. ¿Eficacia? Ve-
locidad prohibida por los reglamentos* doble consumo de acero, de pintura y
de gasolina. Estamos de nuevo ante un problema de escala humana... Cierro
esta digresión y vuelvo a tomar mi MODULOR.
Mi segunda visita fué en Knoxville para entrevistarme con Líliental, direc-
tor general de la Tennessee-Valley-Authority (T. V. A.) y admirable animador
del gran plan de armonía respaldado por el Presidente Roosevelt: diques del
Tennessee, ciudades nuevas, salvación y renacimiento de la agricultura.
La conversación fue amistosa porque mi regla de oro hablaba de armonía,
hacia la cual tiende toda la obra de Liliental, cuyo rostro sonreía ante este ,
dulce pensamiento: hacer reinar la armonía... mediante la ejecución de los J
más gigantescos trabajos y la coordinación de los más vastos proyectos: agua, J
fuerza motriz, abono de tierras, agricultura, transportes, industria, cuya coro- J
nación sería un territorio tan grande como Francia arrancado a la erosión que, j
con angustiosa rapidez, cubría con un sudario desértico las tierras cultivadas. 1
I
u la vida victoriosa volvía a tomar posesión del terreno salvado para realizar
[en él una de las mayores síntesis de la organización moderna, en la que tanto
Í3a U.R,S.S. como los EE. UU. han demostrado su poderío.
' En Nueva York encontré a uno de mis antiguos dibujantes, Wachsmanu,
quien, con admirable energía, había ingresado en la Paneel Corporation dedi-
cada a proveer al por mayor de elementos de serie a los constructores de casas.
Nuestro común amigo Walter Gropius, titular de la cátedra de Arquitectura
de la Universidad de Harvard en Boston, le auxiliaba a dirigir su empresa
hacia una real dignidad arquitectónica.
Llegué demasiado tarde para tomar parte en los trabajos de estos amigos.
El problema seguía en pie: Wachsmann ha trazado un plan a la manera de
un tablero de ajedrez regido por un módulo más sutil: la trenza (el tatami). R
En un país como los Estados Unidos, dedicado a las construcciones en serie,
me hubiera gustado llevar la seguridad de la ilimitada variación que parece
establecida por nuestra regla armónica.
AI volver a París en febrero, un encuentro fortuito me permitió dar a co-
nocer la existencia de nuestra regla a un personaje de la U.R.S.S.; pero las
cosas no han pasado de ahí hasta ahora.
En el taller de la calle Sèvres, confié aêPréveral el cuidado de poner en
orden las meditaciones del Vernon S. Hood . Las necesidades del lenguaje re-
: clamaban uñ nombre para designar la regla de oro, y, entre varios vocablos,
fue elegido el de MODULOR, al mismo tiempo que quedaba registrada la "marca
de fábrica" con el dibujo y la explicación del invento, que ahora podíá anun-
ciarse con una gran sencillez: el Modulor es un aparato de medida ^indadp,
en la estatura .humana y_ enJaJMatemátiên ! I fnh
daa los puntos determinantes de la ocupación de espacio —el pie, el plexo
t . 8 '
El tatami tiene un Ken de largo por medio de ancho. Los Kens variaban según
las provincias; y así, el de Kioto es el Ken aldeano de 1,97 m; el de Tokio mide 1,82 m y
se generalizó cuando el emperador fijó su residencia en esta ciudad. Desplazada por el
sistema métrico, ya sólo se emplea para medir las casas tradicionales.
solar, la cabeza, la punta de los dedos estando levantado el brazo— tres inter» cesa. ¿No habéis o b s e r v a d o en las novelas policíacas inglesas que los buenos
valos que definen una serie de secciones áureas de Fibonacci; y, por otra parte, tipos —un policía, por ejemplo— tiene siempre SEIS PIES de alto?"
la Matemática ofrece la variación más sencilla y más fuerte de un valor: b Entonces intentamos aplicar este módulo:
simple, el doble y las dos secciones áureas.
Las combinaciones que resul- 6 pies = 6 X 30,48 = 182,88 cm
tan del empleo del Modulor se y, con gran alegría por nuestra parte, la graduación de un nuevo Modulon
comprueba que son ilimitadas. Pré- sobre la base de un hombre de seis pies de estatura se traducía ante nuestros
veral quedó encargado de preparar ojos en pies y pulgadas, en cifras que llenaban todos los escalones.
una serie de láminas demostrati- Se ha demostrado —especialmente en el Renacimiento— que el cuerpo hu-
vas. Este bello resultado era el don mano obedece a la regla áurea. Cuando los anglosajones adoptaron sus medi-
natural de los números, el impla- das lineales, se estableció una correlación entre el valor pie y el valor pulgada,
cable y maravilloso juego mate- la cual se extiende ^ implícitamente ) a los valores correspondientes del cuerpo.
mático. En lo sucesivo, quedó consagrada la traducción de nuestro Medidor a base
Pero, he aquí, que se nos pedía de 6 pies (182,88 centímetros) en valores llenos. Estábamos encantados. Soltan
"redondear" nuestras cifras para dibujó una nueva cinta graduada —esta vez definitivamente— que sustituyó a
aproximarlas a otras usuales. El la anterior en la cajita de aluminio en el fondo de mi bolsillo.
agravio que nos habían hecho con- Las equivalencias son las siguientes:
sistía esencialmente en esto: las ci-
fras anotadas en là primera cinta Métrica Valor en uso \ Pulgadas Valor en tiso
(la de Soltan) o en el primer cua-
dro numérico, son métricas: 1.080 101,9 m/n. 102 m/n. 4" 012 4"
milímetros, por ejemplo (-plexo so- 126,02 - 126 — 4" 960 5"
lar). Desgraciadamente, casi todas estas numeraciones métricas eran prác- 164,9 - 165 - 6" 492 / 6Я"
ticamente intraducibies a pies y pulgadas; pero como el Modulor tendrá un 203,8 - 204 - 8" 024 " 8"
día la pretensión de unificar las fabricaciones en todos los países, era necesario 266,8 - 267 - 10" 504 10 M"
buscar valores enteros en pies y pulgadas. 329.8 - 330 - 12" 98 * 15"
4317 - 432 — 16" 997 ^ , "": 17"
Yo no pensé nunca en redondear ciertas cifras de nuestras dos series: la 533.9 - 534 — 21" 008 • < 21"
roja y la azul. Un día que estábamos absortos en la búsqueda de una solución^ 698,5 - 699 — 27" 502 27 K"
uno de nosotros, Py, dijo: "Los valores actuales del Modulor están determina- 863,4 - 866 — 33" 994 j 34"
dos por la estatura de un hombre de 1;75 m, que es una talla más bien frac-] Y así sucesivamente. | y así sucesivamente.
Vencida esta prueba, que nos proporcionaba un provecho singular, nuestro
Modulor resolvía automáticamente las más penosas diferencias que separan a
los que emplean el metro y a los que utilizan los pies y las pulgadas, diferen-
cia tan grave en la práctica que levanta un muro entre los técnicos y los pro-
ductores que usan los pies y las pulgadas y los que emplean el metro. 9 La
conversión de los cálculos de un sistema a otro es una operación paralizante,
costosa y delicada que mantiene extraños uno y otro campo, con más violencia
que la diferencia de idiomas.
El Modulor realiza automáticamente la conversión metro-pie-pul gad ч y
sella, de hecho, el acuerdo no del metro (que sólo es una barra convencional
de metal en el fondo de un pozo en el Pabellón de Breteuil en los alrededores
de París 1 0 ) sino de los decimales y de las pulgadas, aliviando éstas, mediante
operaciones decimales, de los complicados y paralizantes cálculos de sumar,
restar, multiplicar y dividir. " *
"¿Qué reconocimiento no se debe а al empleo
"del cero£_ Sin ella, la Aritmética no se Й ^ Д ш ^ И щ я ^LHÍ-
"sálfq^ gTega. cuya beneficiosa influencia se hace sentir en tantos engranajes,
"no sólo del aparato matemático, sino también de~las técnicas en las cuales se;
"f unda eTpoderio de losgrandes Estádos modernos"^ 1 '
Jbil iv de mayo de 1Й6 tomé el avión de Nueva York, enviado por Francia
a las Naciones Unidas para defender la arquitectura moderna con motivo di?
la construcción de la sede de la UN en los Estados Unidos. ' \
Tuve el placer de conversar largamente sobre el Modulor con el profesor
Albert Einstein en Príncetown. Me encontraba en un período de gran incer*
9
Yo conozco algo de esto por haber sufrido el martirio en la oficina del Cuartel
General de las Naciones Unidas en Nueva York en 1947, cuando dibujaba los planos de
las nuevas construcciones en el East River, Quien no ha padecido irritantes y descorazo*
nadores efectos de una incompatibilidad de cifras, no comprende la gravedad de la situar
ción aqui evocada.
10
Rectifiquemos: el valor absoluto del metro-tipo_está^sustituido hoy porjajongituá
de ondajîè un color particular
** François L.e jjionnais:' La Beauté en Mathématiques (Cahiers du Sud, 1948).
tídumbre, de ansiedad, y me expliqué mal, lo expliqué mal y me enredé en
las "causas y efectos". En un cierto momento, Einstein tomó un lápiz y calculó.
• 4errumpí estúpidamente; se desvió la conversación y los cálculos quedaron
.i dos. El amigo que me había llevado estaba admirado. Aquella misma
ta. u Einstein, hablando muy gentilmente del Modulor, me escribió: "Es una
gama de proporciones que hace lo malo difícil y lo bueno fácil." Algunos creen
que a esta apreciación le falta carácter científico; pero yo creo que es ex-
traordinariamente clara. Es el gesto amistoso que un gran sabio nos hace a
quienes no somos sabios, sino simples soldados en el campo de batalla. El sabio
nos dijo: "Esa arma dispara bien: en problemas de dimensionamientos y, por
tanto de proporciones, haoe más segura su labor."
En su oficina de ingeniero consejero en Broadway expliqué el Modulor a
Mougeot, fundador en París del C. O. E. (Comité de Organización Económi-
ca) del que instalaba una sucursal en los Estados Unidos, destinada a la orga-
nización de fábricas. "Y es usted, un francés, ¿quién pretende Ъг£атгаг las
fábricas norteamericanas?" — "Pues sí, ciertamente. En ellas reina un despil-
farro sensacional, etc." — "Todos los días se aprende algo nuevo."
Poco después me decía Mougeot: "Me he pasado el día entero haciendo
éáIculo$ con su Modulor y ¿sabe usted que entre la medida más baja tomada
boy en consideración^ la qmnceimiïésima dfi milftrie^o y la vuelta de la Tierra^
y medito sobre el caso de los dos puntos т у п que engendran una oblicua,
La tangente al círculo en el cual está inscrito el ángulo recto también es obli-
cua, y, prolongada lo mismo que la mn ¿se encontrarán en la línea de la base
de la figura, permitiendo insertar entre ellas una serie decreciente de triángu-
los rectángulos semejantes al primero que confirmen el principio de la serie
decreciente Ф y la razón de Fibonacci?
El impacto de esta luz es difícil de soportar. Los jóvenes que nos dan el ;
apoyo de su entusiasmo y la inconsciencia de las responsabilidades, quees
la fuerza y la debilidad de sus años1 nos envuelven, si no nos defendemos,
К т т я У Д^Гяш; infwHdymbr^, Ер ftl apunto quP DOS OCUpa, hay que ."
estar firme y saber lo que_sejbusca: un utensilio de precisión que sirva para
elegi^mêdidaíu. Una* vez con el compás en la mano y engolfado en la ma- /
rãna de los números, proliferan los caminos y las pistas: se ramifican, se '*
enlazan en todas direcciones, florecen, se abren... y nos llevan lejos, apar- ^
tándohos del objeto perseguido: los números Los grande? '
teóricos del Renacimiento siguiMH^SfS^Snm^^fflffloRT Habiéndome -
siempre negado a reconocer el fruto de esta marcha —la arquitectura de
esta época y la que siguió— he comprendido, en primer lugar, que no estaba
de acuerdo con ella y durante mucho tiempo no pude explicarme el porqué. }
Se hacía arquitectura en el papel con compás y con estrellas; los humanistas
geómetras habían llegado al icosaedro y al dodecaedro estrellados, forzando
al espíritu a una interpretación filosofante que se alejaba, en lo que concierne
a arte de construir, de los propios datos del problema: la visión del ojo.
Su sistema se instalaba fuera de la interpretación de la percepción visual
y quienes hoy contemplan la obra no pueden tener contacto porque les falta
dicha interpretación visual con las intenciones subjetivas que se pretende
haber cumplido. Cuando cierra los ojos y se-absorbe, en la consideración
de todas las posibilidades, el hombre se abstrae. Si construye es con lus
ojos abiertos; mira con sus ojos —que son dos y no diez, o ciento o mil—
y están colocados delante de la cabeza, en la frente, la de él, mirando hacia
adelante y no pudiendo ver, por tanto, ni de costado ni de espaldas, ni
apreciar la esfera que le rodea, deslumbrante de las combinaciones que
brotan de los poliedros filosóficos . La arquitectura se juzga ern los ojos
que ven, con las piernas que andan. La arquitectura
no es un fenómeno sincrónico, sino sucesivo, hecho de espectáculos que se
suman unos a otros y se suceden en el espacio y en el tiempo, como la
música. Esto es muy importante, incluso capital y decisivo: las estrellas del
Gran Renacimiento han producido una arquitectura ecléctica, intelectuali-
zada, y un espectáculo que sólo se ofrece por fragmentos de intención: el
mismo fragmento que se repite siempre sobre ejes de estrellas. El ojo humano
no es el de una mosca situado en~eT corazón de un poliedro, sino en el
cuerpo de un hombre, a uno y otro lado de la nariz y a una altura media de
1,60 m del suelo. Tal es el aparato de que disponemos para apreciar la sen-
sación arquitectónica. El cono visual está delante, concentrado en un campo
material, limitado en la realidad, y limitado también en el espíritu que,
tras el aparato físico, ni interpreta, ni aprecia, ni mide lo que tier.fi tiempo
de captar.
Dos siglos después de los humanistas renacentistas, Fenolon, que vivió
las horas verdaderamente peligrosas de la arquitectura —las de las grandes
tentaciones de lo clásico, iniciadoras de la decadencia— había dicho: "Des-
confiad de los embrujos y de los diabólicos atractivos de la Geometría."
El problema se había presentado para la música cuando se intentó una
transmisión suficiente por medio de la notación escrita. Se discernieron es-
pacios sonoros, captables por el oído humano, y frecuencias que procedían
de la Matemática. "La cuestión que se había planteado.. . era, pues, la si-
guiente: ¿Cómo elegir, entre los trescientos sonidos discernibles de una oc-
tava, una gama de sólo algunos utilizables? Quisiéramos que el lector com-
prenda bien todo lo que tenía de grave este problema, que comprometía
en cierta forma la música para milenios o para la eternidad." l .
"La música es un ejercicio de Aritmética secreta, y quien se le entrega
ignora que maneja números" (Leibnitz).
"Quien practica el clavicordio no sabe que maneja logaritmos" (Henri
Martin).
"No es la música una parte de la Matemática, sino por el contrario, las
ciencias son una parte de la música, poique están fundadas en las propor-
ciones y la resonancia del cuerpo sonoro las engendra todas."
Esta última e insolente afirmación de Rameau ilumina nuestras búsque-
das: la música domina, reina, y, a decir verdad, la armonía imperando sobre
todas las cosas y rigiéndolas en torno a nuestras vidas-, es4flraspiración espon-
tánea, asidua e incansable del hombre animado de una fuerza: lo divino, y
encargado de una misión: hacer de la tierra un шц-aísaParaíso significa* jardín
en las civilizaciones orientales; el jardín, lo mismo najo los rayos del sol que
en la sombra, rutilaba con las flores más bellas y los verdores más variados.
El hombre sólo puede pensar y obrar como hombre (medidas que sirvan a su,
cuerpo) e integrarse en el Universo (uno o varios ritmos que hacen la res-''
piración del mundo). -
En este dúo, este duelo, este acuerdo, esta lucha, esta diferencia v esta'
indiferencia de destino del uno (el hombre) y del otro (el Universo)>las
medidas captables por nuestro entendimiento pertenecen unas veces a uno «v
otras a otro de los compañeros del juego. En el estudio de la Radio Nacional,
1
Les Mathématiques et la musique, рог Henri Martin, en los Cahiers du Sud, 1948.
la saeta roja de los segundqs que corre incansablemente y sin la esperanza de
una sola cesura sobre^lar-ésfera del reloj, no realiza para nosotros un tiempo,
sino un top, mientras que, por el contrario, la de losihinutos marca un tiemm
abismo de esoaciç comparado con este top alucinante. También la hora, corñü
la jornada de veinticuatro horas, alternando las noches y los días, y cuando
el Evangelista del Apocalipsis dice: "Hubo en el cielo un silencio como de
media hora...", esta aislada apreciación humana de la duración cósmica es
tan súbitamente lancinante que nos corta la respiración.
Los segundos caen sin cesar, como fluido de duración que escurre y pasa.
No se puede reglar un comportamiento sobre esto. (Hablo de nosotros, al
margen de nuestras tareas, a veces científicas o mecánicas, en las que nos
vemos precisamente obligados a pasar bajo el yugo de las exactitudes impla-
cables, y tendremos que constituir las etapas de una vida aceptable, porque
es así como escaparemos al infierno terrestre, omnipresente y actuante en to-
das partes.)
Las distinciones que acabo de hacer no son tan pueriles como pudiera
creerse. Para componer bien hacen falta muy pocos elementos, pero cada uno
de ellos debe tener una personalidad — fuertes personalidades. Bastan veinti-
séis letras para escribir las decenas de miles üe jfajabras de cincuenta idiomas.2
El Universo (según nuestros conocimientos acfpples) se compone de noventa
y dos elementos simples. Toda la Aritmética está escrita con diez cifras y la
música con siete notas. El año tiene, cuatro estaciones, doce meses y días de
veinticuatro horas, y con horas',<díátf' meses y años hacemos el programa de
nuestras empresas. Todo esto es el frirto de órdenes cósmicas y humanas con-
jugadas. El orden es la propia clave de la vida.
Volvamos a nuestro objeto, que consiste en explicar cómo ha podido nacer
un aparato de medida. Si se trata de un cuadro, he demostrado que, sometién-
dolo a trazados reguladores, la regla admitida que considera la geometría de
2
Georges S'adoul.
la obra, era aplicable a su objeto: la tela pintada manifestada por su formato,
su dimensión (alto, ancho y los cuatro ángulos) (fig. 28) a la escala de l'a
tela: la unidad está desde luego, inscrita en el interior del objeto.
Para lo construido, la regla será a
la escala del contenido, que es el
hombre, y, por tanto, a la escala hu-
mana, siendo el ojo el maestro de
ceremonias y el espíritu el dueño de
casa.
¿Qué hace el maestro de ceremo-
nias encargado de introducir medidas
verdaderas en la obra construida?
¿Qué puede hacer y qué debe hacer?
Registrará los factores específica-
mente visuales susceptibles cíe trans-
mitir al dueño de casa diversas reglas visuales.
1. — Trazado regulador de la fachada de un edificio. El ojo considera éste
como anteriormente percibía el cuadro por su forma, su dimensión, su longi-
tud y altura, por sus ángulos. La técnica aplicada aquí es perfecta y estricta-
mente objetiva.
2. — Composición urbanística y arquitectónica que agrupa grandes edificios *
en un paisaje. La regla aparece secundariamente; el ojo no ve absolutamente 3. — En el tercer caso ( el del museo de crecimiento ilimitado construido
nada frontal; los edificios se colocan unos detrás de los otros, y el suelo $e con tres elementos standards unidos: un poste standard, una viga standard y
un techo de luz standard —diurna y nocturna— regidos todos los elementos
por una razón de sección áurea), la explotación del sistema de medidas pro-
ducirá la sensación de unidad orgánica.
4. — Por último, en el 49, que evoca un suceso interno de 1л Unidad de
Vivienda de Marsella, la aplicación sistemática de las medidas armónicas del
Modulor crea un estado de agregación unitaria que se puede calificar de tex-
túrico (de textura). En efecto, una cara común al otro, en el exterior; los
volúmenes de los locales en el interior; las superficies de los suelos y de los
techos, las de las paredes, la influencia tan decisiva de las secciones en todos
los lugares del edificio, están íntimamente regidos por la coherencia de las
medidas con todos los aspectos, y, por consiguiente, todas las sensaciones se
encuentran armonizadas entre sí. Hecho de este modo, se siente uno bastante
cerca de las obras de la Naturaleza que proceden de dentro afuera uniendo
en las tres dimensiones todas las diversidades, todas las intenciones que se han
hecho impecablemente armoniosas (armónicas) entre sí.
Otra serie de imágenes puede precisar aún la naturaleza y la cualidad de •
las relaciones entre el ojo y el espíritu: el maestro de ceremonias y el dueño,
de casa.
Pensando Modulor y considerando las series aritméticas del AFNOR, pre-;
fiero razonar gráficamente:
A) El ojo de nuestro hombre sobre el cual están repartidos en espesor y¡
en profundidad elementos iguales, lo que no es ciertamente verdadero.
A') Como visual más razonable. ;
:
B) Escala variable armónica de las posibilidades perceptivas.
B') Ilustra esta proposición: un enlosado, un árbol, un bosque, un ta go, ^
una ciudad, una colína, las cimas en el horizonte, las nubes, etc.
hunde en la lejanía. Sin embargo, la regla impondrá sus efectos, sensación más C) Prueba que a esta capacidad perceptiva no puede corresponder una ^
bien intelectualizada, de orden subjetivo.
escala aritmética simple (adición).
С') Más bien С , que es una escala armónica suscéptible de reducir a una
percepción común el enlosado, el árbol, la ciudad o las cimas del horizonte y
las nubes.
s
Gaston Foulain, mayo de 1945.
DEMOSTRACION: VALORES Y JUEGOS
VALOBES
Los valores numéricos ilimitados:
VALORES EXPRESADOS E N EL VALORES EXPRESADOS E N E L
SISTEMA MÉTRICO SISTEMA DE PIES Y PULGADAS
JUEGOS
Fie. 39. — Combinación llamada Juego de paneles.
Se toma un cuadrado, por ejemplo, y se divide en compartimientos según
las medidas del Modulor. Este juego no tiene limite .
También se puede uno entretener en adivinar cuáles son las combinacion
más satisfactorias e incluso las más bellas.
FIG. 40. — Es otro juego de paneles.
a) Cuadrado dividido en compartimientos por medio de cinco clases de p
neles distintos, medidos con el Modulor. Se ve un primer lote de - dieciséis
combinaciones.
b) Cuadrado dividido en compartimientos por medio de cuatro clases d
paneles diferentes, medidos con el Modulor. También se ve un primer lote d
dieciséis combinaciones.
c) Cuadrado dividido en compartimientos por medio de tres clases de
Con objeto de simplificar hemos prescindido de las superficies demasiado estrechas
que no pueden recibir prácticamente un número de orden.
paneles medidos con el Modulor. Se ve ил primer lote de dieciséis combi- f) El valor-base 2,26 m (89") y su mitad; o sea, 1,130 m (44"%).
naciones.
g) El valor-base 182,8 m (72") y 1,397 m (55").
FIG. 41. - Continúa el juego, pero vamos a hacer variar los cuadrados pri- h) El valor-base 1,13 m (44"%), o sea, 1,13 m (44"h).
mitivos de 2,26 metros (89 pulgadas) así:
a) El cuadrado 2,26 m y su mitad 1,13 (44"%). [Las combinaciones están i) n La sección áurea del anterior 0,698 m (27"%) duplicada, o sea, 0,698 m
dibujadas abajo]. (27' Á).
b) El cuadrado 2,26 m (89") y su sección áurea, 1,397 (55")
c) El valor-base: 1,828 m (72").
la organización harán girar la rueda (el cié.o de las producciones), haciendo] UNA ENTREVISTA CON KAYSER EN EL ROCKEFELLER CENTER
accesibles los alimentos materiales y espirituales. * E —"Usted, Sr. Kayser, ha dotado a los Estados Unidos de una flota de trans-
Y se realizará una civilización por efecto de su propia sensibilidad, de si ióte que ha surgido en un instante de la organización y de la disciplina: los
razón, de sus manos ingeniosas y de sus aparatos (las máquinas). ¿berty-ships, y proyecta hoy construir diez mil alojamientos diarios para
La normalización reduce los obstáculos barriéndolos ante la realeza d lacer frente al inmenso déficit que soporta el país. Y acaso también para He-
la regla. ar con ellos sus Liberty-ships en dirección de las regiones devastadas de
foropa.
U N ARTE DE LA VIVIENDA ;
"Usted va a prefabricar.
Entonces se producirá en la historia este acontecimiento eterno: la creaciá I "El standard es el camino de la perfección.
de una vivienda, producto de la invención de lo^íiombres: ética y estéticj • "Hemos blandido hoy un arma contra al academicismo: la escala humana^,
Producto también del ingenio: "la gran industria se apodera de la edificación be debe regir de nuevo erí"un dominio edificado, caído en la arbitrariedad de
Hombres y máquinas se ponen de acuerdo, sensibilidad y matemática, lo bs programas y de los dimensionamientos.
números hacen brotar la cosecha de prodigiosas relaciones: enrejado d I TSste punto de vista realizará una vez más la ecuación de todas las gran-
proporciones. r
j ees épocas constructivas, la unidad expresada por nosotros en esta proposi-
t a de 1928:
"una casa — un palacio,
"un palacio — una casa."
"Se quiere decir con esto que una casa que cumpla con todos sus deberes
puede superar la estricta utilidad de conseguir la dignidad de un palaciojja
magnitud está en la intención y no en la dimensión. Recíprocamente, un pa
lacio tiene la obligación de estar tan cerca de las necesidades más modesta!
como una simple casa; noble, debe también humildemente servir. I
"Esta ecuación contiene una clave: la proporción, que detenta la sonrisa^
de las cosas. ;
"La guerra ha terminado aniquilando todo lo que encontró a su pasa?
La de 1914-18 había cubierto de ruinas los países, que se reconstruyeron sil
reglas ni disciplina. Entre ambas, y precisamente en estos tiempos mediocres
1918-1939, frente al mal cumplido, se despertó el arte de construir y se ей
contraron hombres y técnicas útiles. Entre 1920 y 1945, y en asaltos incesan;
temente renovados, algunos han pedido que "la gran industria se apoden
de la edificación", lo cual puede abrir un nuevo ciclo en el arte de construii
en el urbanismo y en la vida de las sociedades. Esta proposición de los pre
cursores fue ferozmente combatida en el Viejo Mundo y también entre usté
des, en los Estados Unidos, en nombre de Xx dignidad, del arte, de la bellezi
y ¡hasta en nombre de la patria! i
"Pero la idea continuaba su camino. La guerra (ya la de 1914-18) hábil
demostrado la omnipotencia de la fabricación en serie, y aparecía la nece
sidad de construir casas en serie o elementos en serie, lo cual plantea pro-
blemas cardinales de arquitectura y de urbanismo.
"La casa podría no ser ya objeto de una industria ajustada a la estfc
ción, bajo la lluvia y el sol, sino una actividad regida por las grandes regla
de la organización del trabajo moderno. La casa o los elementos podían sa
prefabricados. ' !
"Quien dice prefabricación dice automáticamente dimensionamiento. Y lie
gamos al nudo del problema, Sr. Kayser. ¿Cómo ha dimensionado usted'su
liberty-ships? A la escaía humana. Ergo ... Existen en el mundo dos me-
didas principales: la pulgada y el metro, que dividen el planeta en prác-
ticas casi inconciliables, levantando un nefasto obstáculo. La sociedad anglo-
sajona emplea el pie y la pulgada, que, extraños al sistema decimal, obligan
a hacer cálculos de inaudita dificultad cuando se trata de las finezas de las
fabricaciones industriales. El metro reina en la otra parte del mundo. Yo
deseo sinceramente que el metro (la cuarentamillonésima parte del meri-
diano terrestre) se desustancialice del mismo modo y se ponga perfecta-
mente (y desgraciada y peligrosamente) fuera de la escala humana. El me-
tro y la pulgada son rivales. Los productos fabricados viajarán, cruzarán los
imares y su encuentro y coexistencia estarán llenos de dificultades. Esto me
recuerda lo dicho por un interpelante en la Comisión Secreta del Senado
Irancés en plena guerra, el 14 de marzo de 1940: «Lamento que no hayan
llegado a feliz término sus esfuerzos en pro de la adopción de un material
y municiones únicas para los dos ejércitos (el inglés y el francés) que per-
mitan alimentar las piezas de uno con las municiones del otro. Nosotros
babemos las dificultades que resultan del hecho de que Inglaterra no haya
adoptado todavía el sistema décimal ... ». Lo que fue un desastre durante
Da guerra, no lo es menos a la hora de fructificar los trabajos de la paz. Las
[fabricaciones, las prefabricaciones, necesitan una medida común a través
Idel mundo, y tal medida podría ser de orden armónico.
I "Esto es, Sr, Kayser, lo que yo tenía que exponerle al llegar de Francia
A
' Nueva York, como presidente de la Misión francesa de Arquitectura y
[Urbanismo en los Estados Unidos, creada por el Ministerio de Relaciones
[Exteriores."
ILL
IV
8
Este шара ha sufrido el silencio de toda la Prensa francesa y de otras. No repre-
sentaba ninguno de los programas políticos actualmente presentes y en conflicto.
Capítulo 5
Primeros ejemplos
de aplicación
M i trabajo —arquitecturas y pinturas— se nutre desde hace más de treinta
años de savia matemática, puesto que en mí la música está siempre
presente. (Hago notar que fui un mal estudiante de cálculo, que sólo
me inspiraba angustia y repugnancia.) La introducción del Modtdor (primera-
mente bautizado con el nombre de Enrejado de proporciones) en mi labor,
no adquirió, pues, de ninguna manera, la marcha revolucionaria: manifes-
taba simplemente el constante maravillarse de un hombre —un ingenuo— a
quien jamás estorbó el academicismo ante la iluminación de infinitas rece-
tas. Días tras día, este ingenuo observa que su arte está regido por una re-
gla. La reconoce, la saluda con respeto y alegría y, obligado a transmitir su
pensamiento a través de las irianos y las cabezas de veinte dibujantes, se da
cuenta, cada vez con más evidencia, de que habiendo franqueado la puerta
de los milagros, su buena suerte le ha conducido a un jardín donde florecen
los números. En 1945-46, le atrajeron los primeros planos de la Unidad de
Vivienda de Marsella; en un taller, paralelo al suyo, se habían leunido inge-
nieros y arquitectos: unos hábiles y astutos como zorros en la maraña de las
técnicas; otros, abnegados y apasionados como verdaderos soldados de una
causa: la de nuestra civilización.
El Enrejado de proporciones se había ensayado y estaba, por tanto, em-
peñado en una prueba. En 1946 y 1947 tuvo que permanecer en Nueva York,
donde también, al trazar los planos de la sede de las Naciones Unidas en •
el East River, el Modulor se había prometido una prodigiosa aventura: regir;
armónicamente la geometría deslumbrante de los inmensos prismas límpi-:
dos de hormigón, hierro, piedra y vidrio, y la increíble, la insospechada com-,
plejidad interna de los innumerables órganos destinados a un funcionamiento;
sintético, sincrónico y sinfónico. Durante aquellos dieciocho meses, el tajlèr,
de París estaba en pleno apogeo. A las preguntas dirigidas desde Nueva York 4
por nuestro hombre: "¿Qué hace el Modulorla respuesta de París era
siempre: "Maravillas."
A tan gran distancia, tanto optimismo me dejaba escéptico como Santo
Tomás. Vuelto a París en 1947, me puse desde el primer día a empuñar con
mis manos (me gusta esta metáfora) las medidas del Modulor.
Muchos planos han pasado desde entonces por estas mismas manos. He
dedicado una vigilante atención al empleo del Modulor y puedo hablar por
experiencia. Sobre los tableros de dibujo he visto muchas veces cosas mal
arregladas y desagradables: "Está hecho con el Modulor" — "¡Tanto peor
para el Modulor! Borren eso. ¿Creen ustedes que el Modulor es una panacea
para los torpes y los distraídos? Si les conduce a horrores, tírenlo. Sus ojos
son sus jueces; los únicos que deben ustedes conocer. Juzguen con sus ojos.
¿Quieren ustedes admitir conmigo, de buena fe, que el Modulor es un
utensilio de trabajo, un utensilio preciso, digamos un clavicordio, un piano,
un piano afinado? Lo único que les concierne es tocar bien. El Modulor ho
concede talento y, mucho menos, genio. No convierte en sutil lo espeso. Les
ofrece la facilidad que puede resultar del empleo de medidas seguras; pero
son ustedes quienes tienen que elegir en el ilimitado depósito de las com-
binaciones del Modulor".
He aquí la serie de nuestras primeras experiencias al aplicar el Modulor:
Unidad de Vivienda de Marsella:
a) Planta general y alzada;
b) Fachada y parasol;
e) Un departamento (planta y alzada);
d) Un ejemplo de carpintería;
e) La piedra que sirvió para la ceremonia del 14 de octubre de 1947;
f) La estela de todas las medidas;
g) Glorificación arquitectónica del Modulor;
h) El tejado;
i) Un incidente: dos ménsulas para sostener una estatua;
j) Otro incidente: desde 1925 (Pabellón de L'Esprit Nouveau en
la Exposición Internacional de Artes Decorativas en París) hasta]
1948: estantes prefabricados para equipar un dormitorio. 1
29 Una oficina minúscula en la calle de Sèvres, № 35,
39 Preparación de una exposición volante de los seis Grandes Museos
de los Estados Unidos, 1948.
49 Tipografía.
59 Una manufactura en Saint-Dié.
69 Un nuevo tabique de vidrio con madera.
79 Magnitud matemática: la UN en el East River.
89 Urbanismo; "Plano de París, 1937."
. I
"LA UNIDAD DE VIVIENDA" DE MARSELLA
EN EL BULEVAR MICHELET
{inmueble en construcción para 1600 habitantes con 26 servicios comunes)
i a) P L A N T A GENERAL Y ALZADA. F I C . 49.
El inmueble tiene 140 metros de largo, 24 de ancho y 56 de alto.
1) Esquema de un piso con 58 departamentos;
2) Detalle que da la propia esencia de la construcción, el espacio útil
de los departamentos es L = 366 (Modulor, serie azul)
M. — 419 = L. 366 S.a. -f F. 53 S.a.
К. ~ 296 — S.r. )
L = 113 — S.r. ¡
E. = 43 — S.r. \ el balcón parasol. •
A. = 6,5 — S.r. I •i
H. — 86 — S.a. la escalera. —..
1
Se escribe la letra que representa una dimensión: L В o F, etc. y se la hace
tseguir de su cifra en el sistema métrico, añadiendo el signo de clasificación. S'.r = serie ,
toja o S.a. = serie azul. Consúltese el cuadro numérico dado anteriormente en el ca-
pítulo 3, pág. 79.
3) Alzada general del inmueble, la medida } = 226 S.a., altura de los
departamentos;
4) Alzada detallada da de nuevo J = 226 — S.a.
D. = 33 — S.a. (espesor de los pisos).
F.= 53 — S.a. (espesor de los pisos con cortafuego).
La serie que rige el parasol:
G.= 70 —S.r.
E.= 43 — S.r.
I. = 113 —S.r.
B. = 16,5 — S.r.
D) F A C H A D A Y PARASOL. F I G . 5 0 .
Se ve en 5) un fragmento de fachada con pilotes, los parasoles, el apa-
rejo de un muro liso y el coronamiento y en 6) se precisan las medidas que
van a proporcionar los parasoles:
D, G, E, I , B, I, С ya se han dado excepto С = 20,5 = S.a., y en la parte
inferior de la figura E da el ancho de uno de los elementos verticales del
parasol y M repite la separación entre ejes de las bovedillas del departamen-
to: 419,(L + F).
C) U N D E P A R T A M E N T O : P L A N T A 1 ) Y ALZADA 2 ) . FLG. 5 1 .
A— 6,3 —R F — 69,8! — R
В — 10,2 — В G — 86 — В
С — 16,5 — R H — 113 — R
D —26,7 —R I — 140 — В
E — 53,4 — В
E) L A PIEDRA QUE SIRVIÓ PARA LA CEREMONIA DEL 1 4 DE OCTURRE DE 1947.
FIG.53.
El 14 de octubre de 1947, y después de tantas alternativas patéticas, se
va a celebrar con una ceremonia la iniciación de los trabajos de Marsella: la
colocación de la primera piedra del edificio. ¿Simples discursos? ¡No! Sólo
quedará una huella palpable, una piedra q'i з, más tarde, irá a parar a cual-
quier sitio. Estoy ante las oficinas de la Air-France, en la Cannebière, aper-
cibido a tomar el ómnibus de Marignagne para volver a París. Wogenskv me dibujo que estableciese la nomenclatura de todas las medidas empleadas en
pregunta qué dimensiones hay que dar a la primera piedra. Saco de mi bol- la construcción de Marsella. Han bastado quince medidas. ¡Quince' Pensé
sillo el Modulor, la cinta de 2,26 m, e improviso, mirando mis medidas y lo- glorifiquemos esta proeza de los números. Imaginé una estela de hormTgón
calizándolas entre mis manos separadas:
Ancho 86 — S.a.
Alto 86 — S.a.
Largo 183 — S.r.
Para el nicho que hay que abrir en el que se sellarán los papeles oficiales:
Largo 53 — S.a.
Ancho 16,5 — S.r.
Profundo 27 — S.r.
Esta piedra, consagrada ocho días más tarde, tiene dignidad y elegancia,
e iba a dar motivo para una improvisación arquitectónica a la gloria del
Modulor. He aquí cómo:
F) E S T E L A DE LAS MEDIDAS. F I G . 5 4 .
Los planos para construir la caja de hormigón de los ascensores no.s im,- .
ponían la presencia de una pared ciega de cemento colado insertándose a la
derecha de los pilares y delante del vestíbulo principal, y amenazando le-
vantar una muralla triste en este sitio de capital importancia. ¡Busquemos una
solución! Este gran pan de hormigón dará motivo a un gesto de gratitud
por parte del Modulor. En vez de estar a la sombra bajo los pilares, la estela
de las medidas vendrá a unirse a ella. El gran muro de hormigón colado ;
se dividirá en compartimientos por medio de atarjeas profundas que dibu-
jarán paneles de diversos tamaños, de acuerdo con las indicaciones del
Modulor. El label (marca sindical) se hará de tamaño natural, 2,26 m, en
piedra perforada como una claustra. Las perforaciones llenas de vidrios
rojos y azules revelarán la TRIADA antropocéntrica y las variaciones Ф de lo
simple y de lo doble. A la altura del vértice de la cabeza (182,9 — S.r.) a •
partir del suelo, se fijará el punto central de las medidas de la Unidad de
Vivienda dadas por la intersección vertical y horizontal de los ejes de la
marca (label) del Modulor. (J. que mide un cuadrado de 53,4 — S.a.) y sólo
falta proclamar que este punto decisivo, del grosor de un guisante, deter-
mina el propio eje del grupo de ascensores, clave del sistema cardíaco del
vasto edificio. Fig. 56.
He dibujado esta aventura en un croquis que representa los pilares (so- en un sitio, que es precisamente el alma del edificio. La palabra alma es
bre una longitud de 140 metros); el vestíbulo (punteado) y la caja de los también un término musical, pues es bien sabido que la de un violin es un
palito sujeto entre las dos tapas del instrumento, en un punto que hay que
determinar; precisamente el lugar de las resonancias: el alma.
En la entibación del tabique de hormigón armado de 8 m X 13 m se han
instalado seis hombres de madera, esculpidos, más gruesos de un lado que
de otro, los cuales, al vaciarlos, producirán juegos de luz en las partes hue-
cas y cuyo objeto será decir una vez más que todo lo que se ha imaginado
y construido en este sitio ha sido a la escala humana. Figs. 57 y 58.
H) EL TEJADO.
treinta años pinto todos los días. Lo cierto es que me horroriza el contor-
mismo y que si sueño con una síntesis auténtica de las artes plásticas, pro-
testo contra los infantilismos que tan frecuentemente nos proponen Jos exe-
getas y los artistas: la compotera de frutas sobre la mesa del comedor.
Cuando el automóvil roncaba ya, me traen el plano del hormigón de
los pilares. Dibujo y dimensiono en un minuto lo que los canteros van a
tallar inmediatamente en la entibación:
Dos ménsulas:
Alto 53 —S.a.
Ancho 16,5 — S.r.
Voladizo 86 — S.a.
Separación 183 — S.r.
Y como todo este hormigón, al ser desencofrado, aparece en cada juntura
de las tablas del molde, ordeno tomar tres tabloncillos de anchuras armo-
nizadas:
26,5 — S.a.
16,5 — S.r.
10 —S.r.
lo cuál es una demostración del empleo del Modulor en vivo, sobre el obrador.
j) O T R O INCIDENTE.
En el interior de la cota 3,66 S.a. los carpinteros se instalan cómodamente,
teniendo todos los objetos al alcance de la mano y podiendo estar sentados o
en pie. Fig. 61.
II
UNA OFICINA MINÚSCULA. Fig. 62.
Nuestro taller de arquitectura tiene cincuenta metros de largo sobre la ca- ;
lie de Sèvres y los dibujantes lo ocupan casi por completo. Los empleados ad-
ministrativos han sido llevados a los espacios mediocres. Personalmente heredo í
una oficina sin ventana, con aire acondicionado, donde mis visitantes reciben '
la impresión de que estoy como retirado, lo cual les obliga a ser breves y
concisos. En algunas ocasiones recibo a cuatro personas a la vez, de manera' '
que somos cinco en esta oficina que mide:
Ancho 226 —S.a. -
Profundo 226 — S . a . + 33 —S.a.
Alto 226 —S.a.
Volumen-tipo del Modulor: 226X226X226.
La concordancia de las medidas ha permitido una disposición eficaz de
los muebles y del decorado:
La mesa: 53 — S.a. X ИЗ — S.r.
La pintura mural (a la izquierda) [camafeo fotográfico]:
166 (113 + 53).
226 — S.a.
El panel que queda, 86 — S.a. + tres varillas (3X.2).
La estatua de madera policromada sobre un pedestal de chapa ple-
gada:
El pedestal: saliente 33 — S.a.
ancho 16,5 — S.r.
alto 16,5 —S.r.
Su situación con respecto al ángulo de la pieza:
Distancia a la izquierda: 43— S.r.
— al techo 53 — S.a.
III
IV
TIPOGRAFIA
Se trata de compaginar doscientos clisés destinados al número especial
de la Architecture d' Aujourd'hui de la primavera de 1948. 2
El formato de la revista es: 310 X 240 m/m.
El problema consiste en descubrir un cierto número de formatos de clisés
y un juego de dimensiones para cada uno de ellos. Fig. 64.
EI Modulor ha dado los elementos armonizados entre sí.
2
Boulogne-sur-Seine. L'Architecture d' Aujourd'hui. Segundo número especial L.-C.
Se han recortado cartones de estas dimensiones, y la compaginación se hizo
entonces con rapidez, exactitud y facilidad.
La primera dimensión (A) será la misma que la de la revista. Paseando el
Modulor (la cinta graduada) por la página, se descubre una medida utiliza-
ble, un intervalo situado entre las cotas 29,8 y 328,8, es decir, unos 300 m/m
aprox i m a da m en te.
Para la segunda dimensión, paseada la cinta a lo largo de la página, ofrece,
por ejemplo, la lectura siguiente: el intervalo entre 24 y 267, lo que da
243—S.r. (Б).
Este intervalo de 243 totaliza los valores siguientes del Modulor:
MAGNITUD MATEMÁTICA
L A MAQUETA 2 3 A
1
m parece que significa Modulor.
IMPORTANTE!
3
Se cree uno lector de porvenir.. . jy no es más que un re-
tardatario!
Cuando en 1920 ó 1921 las fábricas de guerra de aviación aban-
donaron sus tareas y se pusieron a construir automóviles, algunos
espíritus impertinentes hicieron publicar en los diarios: "¿Por qué no
hacer aviones para transportar el correo y también pasajeros?"
—Imbéciles, pensaba yo, van a montar los civiles en vuestros avio-
nes para hacerse romper la cabeza. ¡Nadie subirá a bordol
Algunos momentos después de haber escrito estas palabras, hablé del tra-
bajo realizado a Henri Laugier, Secretario General Adjunto de la UN en
Lake-Success y jefe de la Sección Económica y Social, Su reacción fue instan-
tánea: "Es una locura introducir una medida distinta del metro."
El Modulor es un utensilio de trabajo, una gama para componer series de
fabricación y también para alcanzar, por unidad, las grandes sinfonías arqui-
tectónicas.
3ra.
parte
APENDICE
Capitulo 7
Comprobaciones
Materiales
У
Coda
E l galgo levanta la caza; el inventor, siempre alerta, se detiene ante
los testigos de su investigación y donde otros pasan de largo, él se para
y anota. He aquí algunas pruebas de esta actitud.
1
Abadía de Chrnlis (cerca de París).
Verano de 1948. Me encuentro ante estas ruinas cistercienses del siglo xin.
La puerta de entrada (del crucero, según creo) me choca por sus bellas pro-
porciones. Precisamente había" comprado una tarjeta postal con la fotografía
de esta ruina, y escribo al dorso: "Domingo 12 de junio de 1948 en
Ermenonville. Entro en la abadía de Chaalis y saco del bolsillo el Modulor:
exacto ~ 226 en (A). Mido la anchura (B) = 226 y también (C) — 226 140
= 366. Me marcho contento. Rumio y discuto conmigo mismo. A los 200 me-
tros me digo: "Te has olvidado de medir el ancho de la puerta." Vuelvo sobre
mis pasos y mido: = 113 (d). Me voy de nuevo verdaderamente satisfecho.
(Moraleja: empleaban la sección áurea y tenían una referencia a la escala
humana de 1,82 m = 6'),
2
Egipto.
En el otoño del mismo año de 1948 me acuerdo de los egipcios y de su '4
arte imperial, elegante, riguroso y de firmeza impecable. Abro Les Premières
Civilisations de Gustave Lebon, en cuya página 425 hay una reproducción'
fotográfica de un bajorrelieve del templo de Seti I en Abydos. Las medidás
parecen confirmar la serie de Fibonacci tomada de la estatura humana. I-as
diversas medîdaâ sacadas del documento están dadas en milímetros y sus rela-
ciones son bien significativas: serie Ф de Fibonacci en a, b y c. Los valores d
y d localizan con precisión un pequeño disco en el centro de una inscripción
jeroglífica, el cual atrajo desde el primer momento mi atención, acostumbrada
mi vista a la práctica de los trazados, y encuentro que d 4- d está confirma-
do por f y por e.
3
El avión me deja en Istambul el 3 de octubre pasado. Al día siguiente,
el profesor Wittemore me hace los honores de Santa Sofía donde su equipo
de jóvenes arqueólogos busca los mosaicos ocultos desde hace siglos bajo las
pinturas. Estamos en el triforio, en un punto especialmente señalado por un
gran disco de mármol negro, sellado en el suelo ante la balaustrada que so-
bresale sobre la nave. "Este era el sitio del Emperador Justiniano." Me in-
triga esta hermosa pieza esculpida en mármol. El Modulor sale de su estuche y
da la cota exacta: 113 cm.
4 5
Una hora después estamos en el corazón de la vieja Вizancío, en la iglesia El sábado siguiente, al volver de Izmir, hago de nuevo escala en Istambul,
de Kahrió, célebre por los mosaicos que los turcos de todos los tiempos han y esta vez es la puerta del Gran Serrallo la que me detiene. ( Se abre sobre
respetado. . .. la colina en las murallas, antes infranqueables, que guardaban a los sultanes y
La anchura del vestíbulo que hay ante la basílica me parece bella. Apli- a sus harenes, kioscos y Vegetaciones adorables, paisaje de ensueño en la con-
cado el Modulor con el auxilio de un diplomático francés a quien acabamos fluencia del Bósforo, el mar de Mármara y el Cuerno de Oro):
de encontrar, da: ancho A = 226 + 113 = 339. la puerta: 226 + 70 = 296 (tres medidas del Modulor) ;
el nicho lateral sólo tiene 2,23 metros.
Durante estos ocho días de Turquía europea y Turquía asiática, y al mis-
mo tiempo que mis trabajos, había estudiado las medidas turcas, las cuales
han dado origen a una arquitectura fuerte y brillante ( Istambul, Br usa, etc. ) :
Un zira arquitectónico = 24 parmaks (pulgadas) = 24 X 12 hats (líneas)
= 288 X 2 noktas (puntos) = 0,75774 metro.
Lectura: I zira = 0,758 m
— 1 parmak = 0,031 m
— 1 hat = 0,0026
(El Modulor da 0,70 m)
( — — 0,03 m)
( _ — 0,0025 )
La puerta del Gran Serrallo: 4ziras = 4 X 758 = 303,8 (El Modulor
da 296).
Por último: 1 kulak (un-hombre-con-los-brazos-separados) —2% ziras: 188
(El Modulor da 182).
6
El monte Athos (Hagion-Oros, Calcídica). En esta península del mar Egec
es donde desde el año 800 de nuestra era se refugió una parte de la civilización
bizantina en las bibliotecas de estos conventos y en las pinturas de sus iglesias.
Al regresar de mi breve excursión a Turquía, se me ocurrió dar un vistazo
a mis cuadernos de viaje de 1910 cuando, estudiante y con la mochila al hom-
bro, emprendí durante siete meses un gran viaje al Oriente, en el qué aprendí
muchas cosas. Mi pantalón tenía un bolsillo especial para un doble metro, y
ya en aquel tiempo comprobé la necesidad de tomar medidas . Mis croquis dé
viaje están atiborrados de ellas y, al releerlas hoy, me he dado cuenta de que
entonces no hacía caso de las minucias operatorias a que más tarde me condu-
jeron mis preocupaciones. Mis medidas de 1910 sólo deben considerarse, por
tanto, como simples indicaciones.
Iglesia del convento de Filoteo. Fig. 81.
MODULOR I MODULOR II
(base de 1,75 m) . (base de 1.82 m)
1,45 m 1,40
2,20 m 2,16 2,26
2,10 m
3,40 m 3,50 3,66
3,70 m
4,10 m 4,58
4,15 m
4,20 m
7
Pompeya (cuaderno de viaje 1910). Fig. 82.
Templo del Foro
MODULOR I MODULOR I I
(base de 1,75 m) (base de 1,82 m)
1,05 108 113
1,20 108 -f 11 = 119
1,65 134 140
1,75 175
1,85 175 183
3,70 350 366
12,00 12,53
15,00
16,00 15,50
Casa del Nogal de Argento. Fig. 83.
MODULOR I MODULOB И
300 296
400 350 + 50 36в+33
460 458 478
640 592 + 53
12,20 12,54
16,00 15,50
8
Pompeya (continuación). Fig. 84.
La celda del Templo de Apolo (Foro).
MODULOR I MODULOR 11
114 113
146 140
570 566 591
810 775 + 33
MODULOR I MODULOR I I
Un basamento.
9 10
15 X 15 16,4
27
28 140
130 134 142
142
Baños.
210
210
220 216 226
Taza de una fuente.
35 30 33
40 41 43
70 67 70
85 82 86
102 108 113
260 226 + 33
591
520 566
Un estanque.
21 20 22
43 % 41 43
53 53
75 70
296
265 283 366
315
Traducción de la carta reproducida :
Hasta ahora, al regresar a París, no he podido contestar a su carta del 13 de octubre.
He aquí las dimensiones de ciertas partes de Santa Sofía, que van a interesarle:
Balaustrada del gineceo. — El diámetro del disco negro, en ei suelo ante la balaustrada,
es de 132 cm. La altura de la balaustrada indicada por usted, és 113 cm.
Nave. — Orientación Norte-Sur:
Ancho de las pilastras: 3,32 m.
Luz del arco entre las pilastras: 32 m.
Orientación Este-Oeste:
Longitud de las pilastras: 4,65 m.
Luz del arco entrevias pilastras: 22,6 m.
Nártex: Largo: 9,60 m.
Ancho de la puerta Norte; máximo, 2,90 m.
mínimo, 2,68 m.
Ancho de la puerta Sur: máximo, 2,90 m.
mínimo, 2,57 m.
Le incluyo una tarjeta de imitación a la exposición de la copia del Panel J <an II Com-
neno, cuyo original ha podido ver usted.
Espero que encuentre un momento para visitar la Biblioteca del Instituto Bizantino
antes de mi partida de París para Londres y Estados Unidos el 13 de diciembre.
(Como se ve en el membrete, esta carta tiene fecha 4 de diciembre de 1948.)
Traducción de la carta reproducida:
He recibido su amable carta de diciembre que le agradezco vivamente. Haré todo
lo posible por verle antes de su partida para América, pero me encuentro en estos mo-
mentos en un período de mucho trabajo.
A título de curiosidad, le doy la respuesta del Modulor a sus cifras:
1,13 = 1,13
1,32 = 1,13 + 0,203 = 1,33
3,32 = 1,13 + 2,26 = 3,39
32,00 = 32,81
4,65 = 4,787
22,6 = 20,28
9,60 = 9,57
2,90 = 2,959
2,90 = 2,959
9
Pabellón suizo de la Ciudad Universitaria de París, 1930-32. Fig. 87.
Construido bajo nuestros cuidados, pero sujeto a los rigores y arbitrarieda-
des de los reglamentos municipales.
Con motivo de una pintura mural hecha por mí en septiembre de 1948
sobre la pared encorvada de la biblioteca, observo una capacidad matemática
no preconcebida, que procede de la simple intuición.
140 — 226
366 (producto aproximado de 2 X 1 8 2 ) .
Al revestir este muro curvo de un artesonado de placas de aislante con cu-
brejuntas, se han podido adoptar las cotas: 140 -f 140 -f- 70 afectando el resto
a un basamento útil como base de la pintura sobre el suelo y su desencola^
dura del techo.
10
En el momento de hacerlo, en septiembre de 1948, se revela en el muro la
continuación del boceto unido a los valores del Modulor. La maqueta medía
17 % cm X 55 cm, y el muro 3,50 m X H m- No se han dibujado empleando una
cuadrícula, sino tomando solamente algunas abscisas y ordenadas, y se ha
visto que estas coordenadas proceden del Modulor (por simple efecto de una
ley de armonía):
33 + 45 + 53 + 70 + 113 + 140 + 182 + 226, etc.
11
Los cargos.
Mi compañero de avión entre Izmir
e Istambul es un joven ingeniero turco
de la Marina Mercante, que me dijo:
"Voy a Gotemburgo a recibir un cargo
para mi país" — "Dígame la altura-tipo
que, en la construcción de los cargos, de-
termina el espacio libre entre puentes" —
"La altura-tipo libre entre puentes es
2,26 m" — "¿Quiere usted expresarlo por
un dibujo? — "Helo aquí; y también le
digo que lo mismo se hace en la construcción de paquebotes para los cama-
rotes de los pasajeros".
La preocupación por el bienestar y la economía general de la obra han
puesto a los constructores sobre la pista de los arquitectos del siglo xvin,
cuando buscaban intimidad y comodidad a petición de las mujeres: los "pe-
queños departamentos". Fig. 88.
12
Los vagones del ferrocarril. Fig. 89
Cofres de hombres con medidas de hombres.
Cosecho,
13
El Partenón.
Octubre de 1948. El azar pone en mis manos una excepcional documen-
tación. Se trata de una copia de los
planos originales establecidos en Ate-
nas en 1923-1931 por Baianos, los
cuales contienen los datos rigurosos
de cada uno de los bloques de már-
mol que entraron en la construcción
del Partenón: graderías, columnas,
entablamentos.
El examen de estas medidas р и е ф
conducir ¿r mil conclusiones de lás
que no se saca nada perentorio ni
nada simplista. Una primera lectura
de las cifras que llenan más dépein-
te grandes hojas de papel, me incita
a poner de testigo al Modulor I (ba-
sado en una estatura de 1,75 m 108 —
216). Los griegos eran, ciertamente más bajos que los anglosajones y los
vikings. En estas condiciones, la lectura de dichas cifras es bastante optimis-
t a . . . mediante la convicción y algunos golpes de pulgada —o milímetros-
sugeridos por la fe.
Por definición, el Partenón es el monumento excepcional, lugar de to-
dos los matices. Es una verdadera escultura y no un edificio. Multiplica las
"correcciones ópticas" debidas a su situación sobre la Acrópolis y a la in-
tensidad de la luz ática.
Ictinos, Calícrates y Fidias se nos escapan de entre las manos cuando,
con motivo del dimensionamiento de las columnas, las cifras dan fríamente
la medida exacta de 10.000 metros — ¡anticipada consagración de la Con-
vención Nacional Francesa de 1793!
Repito que estamos ante una grandiosa escultura inserta en el paisaje
del Himeto, del Pen té Ií со, del Píreo y de las islas, y no ante una construc-
ción organizada esencial y necesariamente sobre la recurrencia de los nú-
meros, como por ejemplo, una catedral (bóvedas y arbotantes), o como la
Torre Eiffel, o simplemente la Unidad de Vivienda de Marsella (significa-
ción textúrica [textura] de las medidas).
14
Urbanismo en el Perú, 1948.
José Luis Sert, presidente del Consejo mundial de los CIAM 1 me es-
cribe desde Nueva York el 13 de septiembre:
"Haciendo un trabajo para Lima (un plano de urbanismo) he ensayado
el Modulor. jQué magnífico hallazgol Es un precioso auxiliar en el urba-
nismo y en los trazados a gran escala. Gracias a él se pueden determinar las
alturas reglamentarias, fijar los gálibos y también los volúmenes-límites, así
como establecer la base de un código de legislación urbana. Hasta ahora
no existe nada semejante."
1
Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna, fundados en 1928 en el Sa-
rraz (Suiza).
Un faraón.
Ramsés II confirma la existencia de los trazados. Fig. 90.
Las cifras del croquis que reproduzco expresan en milímetros las di-
mensiones de la imagen según Champollion, tomadas del libro de Gustave
Lebon Les Premières Civilisations. El lector puede comprobar la existencia
de relaciones matemáticas.
16
Fachada de un comercio (BALLY) a construir en el bulevar de la Magda-
lena en París, 1948. Fig. 91.
Se trata de un revestimiento metálico horadado por tres huecos. La com-
posición presenta una diversidad indiscutible.
a = 113 — S.r.
b = 226 — S.a.
c = 86,3 —S.a.
g = Й de 26,6 — S.r. = 13;3. Moderno de Nueva York, da, en A, la solución llamada "del lugar del án-
d - 1 4 0 —S.a. gulo recto", que sirvió espontáneamente de incitador a las investigaciones
e = 86 — g (13) S.a. = 73. del Modulor en 1942, veintidós años más tarde.
h = 43 — S.r. El trazado 2 de un cuadro de 1929 tiene en cuenta la espiral logarítmica.
i = 113 — g (13) S.a. = 100. El trazado 3 reúne el cuadrado y el pentágono.
Se impone una observación: se ve que los trazados no parten de los
17 cuatro ángulos de la tela, sino que dejan un residuo (especialmente en el
Trazados reguladores que han permitido hacer la composición de cuadros. trazado 2): los M y N en los dos bordes; (trazado 3) el residuo da la vuelta,
Figs. 92, 93 y 94. entre 1, 2, 3, 4 y ABCD. El exégeta no advertido se esforzará por reconocer
Los trazados se dan aquí a título de testigos de una práctica introdu- en estas obras trazados que parten de los cuatro ángulos de la tela, pero
cida en mis trabajos de arquitectura desde 1911 y en mis cuadros desde 1919. , no lo conseguirá o caerá en lo arbitrario. Aunque practico los trazados regu-
Particularmente, el primer trazado de dos cuadros de 1920, uno de los cua- ladores desde hace más de treinta años, declaro que al transcurrir el tiempo
les está en la colección La Roche, de París, y el otro en el Museo de Arte y desfallecer la memoria, es muy difícil volver a encontrar el verdadero tra J
zado regulador en una obra de hace diez o treinta años, a menos que se
El cuadro 3 advierte otra trampa: el mazacote del fotógrafo o (leí gra-
bador sobre la prueba fotográfica o el clisé, o la cinta de papel pegada alre-
dedor del clisé de cristal del fotógrafo. Ya no existe la integridad del formato
del cuadro y el exégeta caerá, una vez más, en lo arbitrario.
NOTA: Los trazados reguladores de las figuras 92, 93, 94 y 95 están invertidos; pero
el lector los puede fácilmente imaginar girados de derecha a izquierda.
2
Véase Cuando las catedrales eran blancas, Editorial Poseidon, Buenos Aires.
ducirán las directrices verticales, y por otro (trente al mar) los espacios
arquitectónicos se ampliarán hacia la lejanía...
J
El tema es inagotable. Mis lecturas de la tarde me dan la prueba en el
mismo momento en que acabo de escribí estas líneas. Henry Kahnweiler me .
ha enviado su noble libro dedicado a Juan Gris 3 . Éste, de quien tuve la for-
tuna de ser amigo, pintó todos sus cuadros a base de trazados a priori de gran i
poder geométrico, en cuyo interior colocaba, rompía y forzaba guitarras,
compoteras, vasos, botellas, frutas y figuras. Juan Gris era el hombre más
afecto al arte de pintar (arte = manera de hacer). Fue, y aparece hoy in-
contestablemente, el más firme y noble de los pintores cubistas. La obra de
Kahnweiler (350 grandes páginas) está dedicada a demostrar el único fenó-
meno pictórico, manifestado particularmente en nyestro tiempo por Seurat,
Cézanne, Gris: "fenómenos", pintores-pintores fundamentalmente. Gris geo-
metrizaba a priori: "Para Gris, se trata de encontrar un trampolín y no un,
pretil, y una vez encontrado el trampolín —aparentemente por casualidad—
ya no se entrega a ningún cálculo ni hace intervenir el compás."
Una página antes, había escrito Kahnweiler:
"La empresa de Gris no tenía ninguna relación con ciertos métodos pe»- ¡
dantescos y vacíos que no hacían más que entorpecer el espíritu y la mano ;
del pintor que los adoptaba. Tal fué, especialmente, el caso de la revelación »
de Sérusier en el alto valle del Danubio, en el país de los Hohenzollern, en
el año 1897, revelación de «una estética inédita, de un nuevo hieratismo
y de teorías de arte basadas en la Matemática, el número, la Geometría; i
teorías que profesa una grande y floreciente escuela monástica: la de los
benedictinos de Beuron... que nunca han conseguido hacer obras de va-
lor ... Las teorías de Beuron han influido sobre muchos pintores, siguiendo
con frecuencia un camino subterráneo, a espaldas de los intereses que pro-
bablemente ignoran tanto las obras como los escritos del P. Didier (Beuron).
Citaré, especialmente, a varios cubistas de segunda fila: Jearmeret y Ozen- 1
3
Juan Gris, sa vie, son oeuvre, ses écrits, Gallimard. j
fant, durante su época purista, y la casi totalidad de los partidarios del Arte
Abstracto. Todos estos artistas creen, como Beuron y Sérusier, en una belleza
calculable y en la posibilidad de obtenerla por medios matemáticos."
El Jeanneret soy yo 4 . Los testigos están, pues, presentes. Oí pronunciar
el nombre de Beuron hacia 1922 ó 1923; pero yo soy el más huraño de los
discípulos, y, a decir verdad, soy lo contrario de un discípulo. No he expe-
rimentado la menor curiosidad por Beuron, el cual me inspiraba la más im-
pulsiva desconfianza. Mi vida está hecha de observaciones personales y
planteo el problema que nos va a conducir a la conclusión de este ensayo :
una obra visual destinada a deleitar el espíritu empleando formas, superfi-
cies compartimentadas, hoyos y promontorios, en una palabra: elementos
medibles opuestos o conjugados (hablo de arquitectura y de pintura), ¿tie-
ne derecho a tomar en cuenta la Geometría y las relaciones matemáticas?
Esto por lo que toca a la superfluidad espiritual; porque aquí mi problema
no se refiere a las fabricaciones, los obradores, la serie, sino lo que en la
jerga del oficio se llama la plástica.
La respuesta es normalmente afirmativa; está en el orden de las cosas.
La introducción de esta base de la composición o de este florecimiento
del deleite puede intervenir al principio del camino, o mientras se recorre, o
al final del mismo.
¿Cuándo nace la idea? (en la jerga del oficio: la inspiración). : Antes o
mientras el artista toma o tiene en la mano el lápiz? Es cuestión de indivi-
duos, de circunstancias, de condiciones diversas, de trabajo, de naturaleza
espiritual y también de comportamiento. Diversidad, diferencia de casos,
abanico de los espíritus. Kahnweiler toma partido: "Para Gris se trata de
encontrar un trampolín y no un pretil" (sin polemizar podría decirse un an-
darivel). *
No hay reglas de arte, sino éxito o fracaso después de la solución pro-
puesta al conflicto de las ideas, de las emociones, de la física de procedi-
Después, se verá bien. Yo sé que quienes han tocado con este instrumento
afinado, ya no lo pueden dejar .
Ellos tienen la palabra: ellos y todos los demás a quienes ensayará, se
obstinará, discutirá , corregirá, propondrá.
Desde 1946 yo había dicho a John Dale: "Doy de lado la patente finan-
ciada y mantengo la regla, la cinta del Modulor como utensilio de trabajo,
para fabricarla en los Estados Unidos ; acompañará al compás en el tablero de
dibujo. Lo que hay que hacer verdaderamente es Los AMIGOS DEL MODULOR,
asociación universal de los que crean en él, animada por un boletín mundial
redactado en diversos idiomas más otra lengua artificial de trabajo en donde
los promotores y los usuarios cambiarán sus ideas con el fin de hacer perfec-
cionamientos grandes y pequeños. ¿Temas de esta revista? Desde la más alta
Matemática hasta las más modestas repercusiones sobre la vida, sobre stt
ambiente, sobre los objetos de uso y consumo; desde la batería de cocina hasta
las futuras catedrales de un mundo que busca su unidad.
Los usuarios tienen la palabra.
1
Que no podría tardar en imponerse.