La Ciudad Novohispana. Del Tardomedievo A La Modernidad

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 26

Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM

http://www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx https://revistas.juridicas.unam.mx


DOI: http://dx.doi.org/10.22201/iij.24487880e.2019.40.16181

ESCRITOS

Universidad Nacional Autónoma de México, IIJ-BJV, 2021


https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/historia-derecho/issue/archive
Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
http://www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx https://revistas.juridicas.unam.mx
DOI: http://dx.doi.org/10.22201/iij.24487880e.2019.40.16181

LA CIUDAD NOVOHISPANA: DEL TARDOMEDIEVO


A LA MODERNIDAD

Carlos Tormo Camallonga*

Sumario: I. Introducción. II. Lo Dotzè del Crestià. III. La ciu-


dad física. Concepto. IV. Sitio y trazado. V. Funcionalidad social.
VI. Indios y sarracenos. VII. La ciudad institucional. VIII. Breve
epílogo.

I. Introducción

Se ha escrito mucho sobre la fundación, edificación y desarrollo de las ciu-


dades europeas en el Nuevo Mundo. Es lugar común entre los historiadores
calificar la conquista y el poblamiento europeo de las Indias como un proceso
eminentemente urbano. A semejanza de lo ocurrido en Grecia y, sobre todo, en
Roma, los urbanistas siempre han mantenido que el imperio hispano pudo eri-
girse gracias a una perfilada política urbana, urbanística y de comunicaciones
y que, frente a aquellas civilizaciones clásicas, esta política fue mucho más
rápida. Son las ciudades como centros administrativos desde los que irradia
una jurisdicción que debía extenderse por los respectivos territorios asignados
o provincias. Para que las tierras que los castellanos descubrieron pudieran ser
incorporadas efectivamente a la Monarquía hispana era necesario poblarlas y
someterlas a su Derecho. Y puesto que son numerosísimas las publicaciones a
todo este respecto, no puede ser nuestra pretensión aportar aquí y ahora nue-
vas ideas ni construcciones teóricas originales en ningún sentido.1
*
Catedrático de historia del derecho y las Instituciones en la Universitat de València-
Estudi General.
1
Sin ánimo de exhaustividad, puede tomarse como referencia Beatriz Rojas, Las ciuda-
des novohispanas. Siete ensayos. Historia y Territorio, México, Instituto de Investigaciones

UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Revista Mexicana


de Historia del Derecho, XL, pp. 3-27
Universidad Nacional Autónoma de México, IIJ-BJV, 2021
https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/historia-derecho/issue/archive
Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
http://www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx https://revistas.juridicas.unam.mx
DOI: http://dx.doi.org/10.22201/iij.24487880e.2019.40.16181

4 CARLOS TORMO CAMALLONGA

Lo cierto es que la de la ciudad es una temática multidisciplinar. Estamos


ante un concepto también jurídico porque, además de un marco físico de
convivencia, la ciudad es un ámbito de manifestación del Derecho, espe-
cialmente destacado para la Monarquía hispana, tanto en Europa como en
América, a partir de los momentos que vamos a tomar como referencia. Por
todo ello, los historiadores del Derecho también podemos y debemos entrar
en su estudio.
En este sentido, hemos creído interesante aportar, a modo de ensayo o
planteamiento de la cuestión, un estudio sobre la ciudad que se implantó en
las Indias, pero desde la consideración que sobre dicha institución jurídica
—además de realidad física y social— se tenía en esos momentos en la Pe-
nínsula Ibérica. Sabemos que, desde el mismo momento del arribo de los
españoles a las costas de lo que sería la Nueva España, y como en todas las
esferas de actuación, el modelo de ciudad física y política que se implantó
fue el castellano, eso sí, si es que existía un modelo propio para Castilla.
Y puesto que, como volvemos a decir, sobre esto ya se ha escrito mucho,
queremos indagar aquí en una perspectiva tal vez diferente y un tanto par-
ticular: la del modelo de ciudad existente en la otra corona peninsular, la
de Aragón; de nuevo, si es que existía un solo y único modelo propio para
esta monarquía.
Es decir, más allá del patrón de ciudad colonial que todos tenemos en
mente, intentaremos acercarnos a lo que al respecto existía en un territorio
que, en principio o en última instancia, no participó en la conquista ni en el
inmediato poblamiento. Y aunque sobre esta ausencia aragonesa también
se ha escrito mucho, vamos a dejarlo en que se trata de una apreciación que
pronto deviene incuestionable, al menos de facto.
Resumiendo o, dicho de otra manera, lo que pretendemos en estas páginas
es plantearnos la posible repercusión en las Indias —influencias, semejanzas
o diferencias—, de algún modelo urbano de la corona aragonesa, partiendo
de que algo hubiera sobre estos supuestos estándares.
Por una parte, es importante dejar claro, como ya hemos adelantado, que
cuando hablamos de modelos urbanos no nos estamos refiriendo a la exis-
tencia de un plano urbano arquetipo propio y homogéneo, de implantación
única en cada uno de los dos territorios peninsulares, ni tampoco necesaria-
mente diferenciado el uno del otro. Esto no tiene porqué ser así, ni mucho

Dr. José María Luis Mora, 2016. Puede verse también Brewer-Carías, Allan R., “Poblamiento
y orden urbano en la conquista española de América”, Ordenamientos urbanísticos. Valo-
ración, crítica y perspectivas de futuro: Jornadas Internacionales de Derecho Urbanístico,
Madrid-Barcelona, Marcial Pons, 1998, pp. 311-349.

UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Revista Mexicana


de Historia del Derecho, XL, pp. 3-27
Universidad Nacional Autónoma de México, IIJ-BJV, 2021
https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/historia-derecho/issue/archive
Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
http://www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx https://revistas.juridicas.unam.mx
DOI: http://dx.doi.org/10.22201/iij.24487880e.2019.40.16181

LA CIUDAD NOVOHISPANA: DEL TARDOMEDIEVO A LA MODERNIDAD 5

menos. En el siglo XVI peninsular ni había estándares diferentes ni propios,


más allá de que en ambas coronas se combinaran lo que los estudiosos co-
nocen como el paradigma medieval, el musulmán y el incipientemente rena-
centista, con toda la complejidad y variedad que presenta cada uno de ellos.
Por otra parte, y para 1517 que tomamos como punto de partida, cuando nos
referimos al término “modelo” no queremos hablar solo de la representación
material de la ciudad, estrictamente física o urbanística, sino también de la
normativa que pudiera existir para cada una de estas representaciones polí-
tico-institucionales y, si acaso, para cada uno de los territorios peninsulares.
Y puesto que así planteada es una pretensión irrealizable, por vasta y harto
compleja, tendremos que ir acotándola.
En cuanto a la legislación castellana en su vigencia para las Indias, y par-
tiendo del todo insuficiente al efecto código de Las Partidas de Alfonso X,
queda claro que en un primer momento será dispersa e individualizada, sin
premeditación alguna, perfeccionándose poco a poco con el tiempo, para ter-
minar reuniéndose en las Ordenanzas de descubrimiento, nueva población
y pacificación de las Indias, aprobadas por Felipe II el 13 de julio de 1573,
momento en el que, paradójicamente, ya se habían fundado la mayoría de las
grandes ciudades que han llegado hasta nosotros.
La relevancia de las Ordenanzas radica, entre otros motivos, en ser la pri-
mera regulación general al respecto que emanaba del Consejo de Indias, eso
sí, referida no solamente a la fundación y conformación de las ciudades, que
es lo que aquí nos trae, sino también a lo que eran los descubrimientos y la
pacificación. Escritas bajo la dirección de Juan de Ovando, no sabemos con
exactitud en qué medida resultan una mera recopilación de normas anterio-
res, muchas de las cuales parece que todavía son desconocidas en su indivi-
dualidad, o de una completa creación ex novo, o incluso de una combinación
de ambas posibilidades.2
Las disposiciones anteriores no fueron muchas; de hecho, en la primera
ciudad en fundarse en suelo indiano, Santo Domingo en 1502, no parece que
Nicolás de Ovando siguiera ningún trazado preestablecido, más allá de posi-
bles alusiones a las nuevas ciudades de las Islas Canarias y a la siempre re-
ferenciada Santa Fe de Granada. Lo que está claro es que tanto esta ciudad y
otras de la bahía de Cádiz, así como San Cristóbal de la Laguna en Tenerife,
tuvieron una importancia incuestionable en el urbanismo indiano.
Todo indica que las primeras normas relevantes a nuestros efectos fueron
las importantes Instrucciones dadas a Pedrarias Dávila, en 1513 para Castilla
2
Solano, Francisco de, Ciudades Hispanoamericanas y Pueblos de Indios, Madrid, Con-
sejo Superior de Investigaciones Científicas, Biblioteca de Historia de América, 1990, p. 62.

UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Revista Mexicana


de Historia del Derecho, XL, pp. 3-27
Universidad Nacional Autónoma de México, IIJ-BJV, 2021
https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/historia-derecho/issue/archive
Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
http://www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx https://revistas.juridicas.unam.mx
DOI: http://dx.doi.org/10.22201/iij.24487880e.2019.40.16181

6 CARLOS TORMO CAMALLONGA

del Oro, a las que siguieron las concedidas a Luis de Figueroa para los po-
blados de indios de La Española, o a los padres Jerónimos para Puerto Rico,
en 1517. También podríamos traer a colación la real cédula otorgada en 1521
A los que hicieran descubrimientos en Tierra Firme, y dada pocos años des-
pués al gobernador Velázquez y a Francisco de Garay, o la Instrucción para
la población de la Nueva España, conversión de indios y organización del
país, dada a Hernán Cortés en 1523, tras la fundación de la primera ciudad
de lo que sería este virreinato, Veracruz, en 1519.3 Por el contrario, nada con-
tendrán sobre urbanismo las Leyes Nuevas de 1542. Estas normas referidas,
pues, se irían repitiendo —las Instrucciones al virrey del Perú el Marqués
de Cañete en 1556, o las Ordenanzas a la Española en 1560— hasta que se
aprobaron las Ordenanzas de 1573.
Frente a Indias, la Corona de Aragón no va a permitir en ningún momento
individualización normativa semejante, más allá, si se quiere, de las Ordi-
nacions de Jaime II de 1300 para el reino de Mallorca. Hablamos aquí de
diferentes estados dentro de la misma monarquía, que compartían formas
políticas y jurídicas, pero que tenían diferentes legislaciones; como veremos
después, la conformación de la potestad normativa en todos ellos no era
tanto real como regnícola y, en algunos casos, eminentemente local. El ca-
rácter feudal se mantuvo en estos territorios en mucha mayor medida que en
Castilla, hasta bien entrada la Edad Moderna. Pero también es cierto que la
cultura jurídica en sus orígenes y manifestaciones era en gran medida com-
partida con Castilla y tantos otros reinos europeos. Diferencias, pues, podía
haberlas, pero siempre dentro del mismo contexto, entendido éste desde la
acepción que se quiera.
Sea como fuere, en la corona aragonesa no hay un cuerpo legal equipa-
rable, en cuanto a objetivos y contenido, a las Ordenanzas de Felipe II. De
manera que, ante la mencionada exigencia de acotar, hemos decidido tomar
como referencia fundamental para esta corona la obra que a finales del siglo
XIV escribió el fraile franciscano, catalán de nacimiento pero valenciano de
adopción, Francesc d´Eiximenis, llamada Lo Crestià, en su libro duodéci-
mo, conocido como Lo Dotzè, al que vamos a prestar gran parte de nuestra
atención.4 Intentaremos encontrar posibles puntos de conexión entre la obra
3
Sobre los formulismos jurídicos que se siguieron en la fundación de las ciudades, pue-
de verse una extensa transcripción de actas —caso de Mérida, p. 143— en Domínguez Com-
pañy, Francisco, Política de Poblamiento de España en América. La fundación de ciudades,
Madrid, Instituto de Estudios de la Administración Local, 1984.
4
La información de que disponemos sobre la vida de Francisco de Eiximenis resulta
vacilante. Nació en Gerona, se cree que entre 1327 y 1332, y falleció en Perpiñán en 1409.
Tras una primera formación en Cataluña estudió, parece ser que largamente, en la Universi-

UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Revista Mexicana


de Historia del Derecho, XL, pp. 3-27
Universidad Nacional Autónoma de México, IIJ-BJV, 2021
https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/historia-derecho/issue/archive
Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
http://www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx https://revistas.juridicas.unam.mx
DOI: http://dx.doi.org/10.22201/iij.24487880e.2019.40.16181

LA CIUDAD NOVOHISPANA: DEL TARDOMEDIEVO A LA MODERNIDAD 7

del fraile Eiximenis y la normativa castellano-indiana, o lo que es lo mismo,


qué elementos de estas últimas disposiciones podemos ver o intuir ya en la
obra del franciscano.
Pensemos que la llegada de los españoles a la península del Yucatán se
produce en medio de ambas referencias temporales, finales del siglo XIV y
1573. En realidad, creemos que, tomando como punto de partida la cultura
jurídico-política bajomedieval e incipientemente moderna de Europa, tanto
Lo Dotzè del Crestià como las disposiciones castellanas para la península
ibérica podrían representar perfectas referencias para la ciudad al otro lado
del Atlántico.5 Será una ciudad, la indiana, que, vaya como conclusión an-
ticipada, resultará un punto de llegada a la vez que de partida en la Historia
urbana occidental, con una influencia cabal en este campo que se prolon-
gará hasta el urbanismo decimonónico, y no solo dentro de la monarquía
hispana en América.
En cualquier caso, entiendo esta presentación sólo como un primer acer-
camiento, esencialmente teórico y legal —es obvio que muy superficial, pues
no puede ser de otra manera—, a lo que en adelante espero se convierta en
una investigación más profunda. Conscientes de que estamos ante un cuerpo
colosal con muchas y grandes cabezas, a cuál de ellas de mayor enjundia y

dad de Oxford, y es posible que también en la de París, graduándose más tarde en Teología
en la de Tolosa de Llenguadoc. Viajó también a las ciudades de Colonia, Florencia, Roma y
a otras tantas, y aunque no sabemos el tiempo que permaneció en cada una de estas últimas,
su conocimiento sobre la realidad de la Europa del momento queda perfectamente reflejado
en distintos pasajes de sus diversas obras. Después de impartir su magisterio en Barcelona y
otras poblaciones catalanas, se instaló en Valencia allá por 1384, año en que presentó a los
jurados de la ciudad el Regiment de la cosa pública, obra incluida más tarde en la primera
parte de Lo Dotzè, puesto que por aquellos momentos ya estaban escritas algunas partes de
Lo Crestià. En 1408 se traslada a Perpiñán para participar en el Concilio al servicio del Papa
Luna, de Aviñón. El año siguiente es ordenado obispo. Véase Renedo i Puig, Xavier, “Lo
Crestià: una introducció”, Francesc Eiximenis (c. 1330-1409): el context i l´obra d´un gran
pensador català medieval, s.l.i., Institut d´Estudis Catalans, Publicacions de la Presidència,
núm. 44, 2015, pp. 190-231, en donde se ofrece una completa y actualizada bibliografía.
5
Respecto a los autores castellanos nos referimos, por ejemplo, a Rodrigo Sánchez de
Arévalo, que a mitad del siglo XV escribió una Suma de la Política, dividida en dos libros: el
primero, sobre la fundación y edificación de ciudades y villas, y el segundo sobre su buen re-
gimiento, así en tiempos de paz como de guerra. O a Juan García de Castrojeriz, que a finales
de la misma centuria escribió De regimine principum. No obstante, los que han estudiado a
Sánchez de Arévalo consideran que en la mayoría de casos utiliza el término “çibdad” como
sinónimo de estado o reino. Véase Antelo Iglesias, Antonio, “La ciudad ideal según fray
Francesc Eiximenis y Rodrigo Sánchez de Arévalo”, En la España Medieval, Madrid, núm.
6, 1985, pp. 19-50; o Bonachía Hernando, José Antonio, “Entre la «ciudad ideal» y la «so-
ciedad real»: consideraciones sobre Rodrigo Sánchez de Arévalo y la Suma de la Política”,
Estudios de Historia Medieval, Salamanca, núm. 28, 2010, pp. 23-54.

UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Revista Mexicana


de Historia del Derecho, XL, pp. 3-27
Universidad Nacional Autónoma de México, IIJ-BJV, 2021
https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/historia-derecho/issue/archive
Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
http://www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx https://revistas.juridicas.unam.mx
DOI: http://dx.doi.org/10.22201/iij.24487880e.2019.40.16181

8 CARLOS TORMO CAMALLONGA

atractivo, iremos seccionando cada una de ellas a medida que nos obliguen
las limitaciones materiales de un trabajo como este.

II. Lo Dotzè del Crestià

Aunque Lo Dotzè del Crestià es una obra considerablemente anterior en


el tiempo a las disposiciones castellano-indianas que veremos aquí, nos ha
resultado interesante tomarla como referencia fundamental en el presente
trabajo por varias razones.
Por una parte, porque su contexto histórico está presidido, en gran me-
dida, por la misma realidad que en Indias: la conquista, con la consiguiente
fundación de ciudades y el (re)poblamiento derivado. En este caso habla-
mos de las tropas catalano-aragonesas, y especialmente sobre lo que serán
los nuevos reinos de Mallorca y Valencia.6
Por otra parte, porque la amplia repercusión de la obra de Francesc d´Ei-
ximenis en los posteriores tratadistas italianos —y no al contrario, como
tantas veces se ha dicho—, creemos que es una prueba más para pensar que
llegara también a los autores y legisladores castellanos. En este sentido, son
muchos los estudios que efectivamente han visto o han creído ver en Lo
Dotzè un claro y significativo precedente para las ciudades coloniales de
América.7 Por ello nos permitimos corregir las teorías que siguen trasladan-
do directamente los planteamientos griegos y romanos, así como la patrística
cristiana, a los modelos renacentistas —especialmente Vitrubio a través de
Alberti o Palladio, por ejemplo—, y de éstos a los americanos.
En tercer lugar, porque la primera edición impresa de Lo Dotzè —aunque
solo de su primera mitad—, es un incunable de 1484, impreso por Lambert
Palmart en Valencia, lo que la sitúa en muy buena posición para servir como
referencia para los nuevos descubrimientos en Indias. Pensemos, por ejem-
6
Enric Guinot Rodríguez nos recuerda que, pese a la existencia de muchas y consolida-
das ciudades, la monarquía catalano-aragonesa llevó a cabo una auténtica colonización feudal
a través de multitud de nuevas poblaciones bajo el nombre en muchos casos de vilanova o
pobla. Sin embargo, su carácter estratégico y fortificado en la mayoría de ocasiones las hacía
necesariamente diferentes en su morfología física a las americanas; véase en Los valencianos
en tiempos de Jaime I. La formación de una sociedad feudal en el mediterráneo del siglo XIII,
Valencia, Tirant Humanidades, 2012, pp. 174 y ss.
7
Aguilera Rojas, Javier, Fundación de ciudades hispanoamericanas, Madrid, Mapfre,
1994, p. 40, considera que la propuesta de Eiximenis constituye el antecedente más directo
al modelo desarrollado en América. También se ha dicho alguna vez que las órdenes de Fer-
nando el Católico tuvieron como referencia las Ordinacions de Jaime II rey de Mallorca, que
después veremos, inspiradas a su vez en la obra de Eiximenis.

UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Revista Mexicana


de Historia del Derecho, XL, pp. 3-27
Universidad Nacional Autónoma de México, IIJ-BJV, 2021
https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/historia-derecho/issue/archive
Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
http://www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx https://revistas.juridicas.unam.mx
DOI: http://dx.doi.org/10.22201/iij.24487880e.2019.40.16181

LA CIUDAD NOVOHISPANA: DEL TARDOMEDIEVO A LA MODERNIDAD 9

plo, en Alcalá de Henares, urbanizada en estos momentos por el Cardenal


Cisneros bajo muy semejantes parámetros urbanos.
En cuarto lugar, por la condición de franciscano de Eiximenis, dada la
implantación y relevancia que desde el primer momento esta orden tuvo en
el Nuevo Mundo.
En quinto lugar, y muy destacadamente, porque la gran importancia de
esta obra, a nuestros efectos, radica en que, frente a los procedimientos mi-
litares de castrametación o las bastidas francesas, incluso frente a las nuevas
poblaciones castellanas fundadas hasta entonces, Eiximenis concebía la ciu-
dad de una manera más global. Para nuestro autor es el resultado de un idea-
rio político completo, plasmado en una formulación del orden social, que
resulta el reflejo de la perfección del orden divino. Ciertamente, los autores
y las disposiciones castellanas también lo veían así, pero la formulación de
nuestro autor creemos que resulta más compleja por heterogénea.
Lo Crestià se escribió en lengua vulgar y, de haberse terminado, hubiese
resultado toda una compilación enciclopédica de la más depurada literatu-
ra teológica y moral del momento, en donde el autor confrontaba opiniones
divergentes y criticaba puntos de vista y planteamientos según él equivoca-
dos.8 Considerando que una de las características fundamentales del pen-
samiento franciscano es el empirismo y el experimentalismo, Eiximenis lo
acentúa si cabe, tal vez como consecuencia de su estancia en la universidad
inglesa. En la presentación de la obra, el autor dividía Lo Crestià en trece
libros, de los que, finalmente, parece que solo redactó cuatro, los tres pri-
meros y el duodécimo, que es el que más nos interesa: Lo Dotzè.9
Este duodécimo libro es todo un compendio político dedicado “al bon re-
giment de la cosa pública”, centrado en lo que él entendía que era su princi-
pal ámbito de manifestación, la ciudad, pero no solo desde su vertiente física
o geográfica, sino también humana y, destacadamente y como decimos, polí-
tica y, por ende, espiritual. Así lo entendía Eiximenis en la medida en que la
ley cristiana era “noble fonament e principal de la cosa pública” (cap. 359),
y así lo debía ser en mayor medida que lo había sido en cualquiera de las
8
Renedo i Puig, Xavier, “Lo Crestià: una introducció…cit., p. 197.
9
El primero, sobre el cristianismo en general y sus dignidades; el segundo, sobre la tenta-
ción o vida humana como milicia; el tercero, sobre los males y pecados en que cae el hombre
vencido por la tentación; el cuarto, sobre la gracia y dones del Espíritu Santo; el quinto, sobre
las virtudes teológicas; el sexto, sobre las virtudes morales y cardinales; el séptimo, sobre los
mandamientos; el octavo, sobre las cosas creadas; el noveno, sobre la Encarnación; el décimo,
sobre los sacramentos; el decimoprimero, sobre el estamento eclesiástico; el decimosegun-
do, sobre el buen regimiento de la cosa pública; y, finalmente, el decimotercero, sobre las
penas infernales y la promesa de los bienes celestiales.

UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Revista Mexicana


de Historia del Derecho, XL, pp. 3-27
Universidad Nacional Autónoma de México, IIJ-BJV, 2021
https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/historia-derecho/issue/archive
Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
http://www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx https://revistas.juridicas.unam.mx
DOI: http://dx.doi.org/10.22201/iij.24487880e.2019.40.16181

10 CARLOS TORMO CAMALLONGA

fundaciones anteriores.10 A estos efectos, el franciscano insertaba e incluía


en Lo Dotzè su obra El bon regiment del príncep e de la cosa pública, que
había escrito en 1383 para los jurados de la ciudad de Valencia, editándose
por primera vez en 1499, y en donde se centraba especialmente en el gobier-
no municipal, aunque también se refiriera al estatal.
Aunque, como ya hemos referido, el planteamiento totalista de la ciudad
ni mucho menos es exclusivo de Eiximenis, en él apreciamos ciertos matices
que creemos dignos de destacar, y de los que iremos hablando. Lo que sí es
cierto es que la obra de nuestro autor, ciñéndonos a la materia política, tuvo
una gran repercusión en los territorios de la Corona de Aragón, al menos has-
ta los decretos de Nueva Planta, amén de que fuera ampliamente circulada y
conocida en Castilla y Francia, por ejemplo.
Visto lo visto, podemos entender que, mientras que las disposiciones para
Indias se nos presentan más homogéneas en su esencia geográfica y urbana,
las referencias de Eiximenis sobre la ciudad se encuentran dispersas en todo
el libro doceavo, y siempre a expensas de aquella suprema finalidad espiri-
tual, aunque sin excluir otros menesteres, como, y destacadamente, los mer-
cantiles. Es esto muy lógico pensando en la secular presencia aragonesa en
el Mediterráneo, imponente además en esos tiempos; en cualquier caso, eso
sí, siempre al servicio de aquel fin. Porque para el fraile Eiximenis se trataba,
ante todo, de proporcionar un medio donde el hombre pudiera, desde hono-
rar Déu a viure virtuosament, eso sí, y muy destacadamente, partiendo de la
consideración fundamental de que solo podría ser buen cristiano en el marco
de una ciudad. Por ello, el primer tratado del libro, que veremos a continua-
ción, viene dedicado exclusivamente a los motivos, trece en total, por los que
debían ser edificadas las ciudades: para honrar a Dios, huir de la ignorancia,
evitar la codicia, defenderse de los malos hombres, procurar las necesida-
des humanas, lo mismo para la honesta alegría, para perpetuar la fama perso-
nal, para honrar a las personas y a sus actos meritorios, por vanidad personal,
por servicio a la cosa pública, por su necesidad para formular contratos, para
mejor regir el pueblo, y para poder vivir virtuosamente. En contraposición al
individuo aislado, estamos ante todo un elogio a la vida urbana, a la comuni-
dad social como antídoto frente a la ignorancia y a la tiranía, y a tales efectos
el comercio era el sustento básico vital.
Lo cierto es que carecemos de una presentación última y definitiva del
conjunto del libro Dotzè. Dividido en 907 capítulos, distribuidos en dos par-
10
Brines, Lluís, “Eiximenis i la ciència”, Estudis medievals en homenatge a Curt Wittlin,
Alicante, en Badia, Casanova et al. (comp.), Institut Interuniversitari de Filologia Valenciana,
2015, pp. 67-79.

UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Revista Mexicana


de Historia del Derecho, XL, pp. 3-27
Universidad Nacional Autónoma de México, IIJ-BJV, 2021
https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/historia-derecho/issue/archive
Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
http://www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx https://revistas.juridicas.unam.mx
DOI: http://dx.doi.org/10.22201/iij.24487880e.2019.40.16181

LA CIUDAD NOVOHISPANA: DEL TARDOMEDIEVO A LA MODERNIDAD 11

tes, disponemos de una edición crítica de la segunda, en dos volúmenes,


publicada en 1986 y sobre el único manuscrito que de ella se conserva, mien-
tras que de la primera parte solo se ha publicado el primer volumen.11
Esta primera parte, dedicada a las comunidades, se dividía a su vez en
cuatro tratados: 1) Con qué fin fueron edificadas las ciudades y las comu-
nidades, y quién las creó; 2) Qué es una ciudad, qué requisitos debe tener, y
cómo era antes de la Ley de Gracia o Evangelio; 3) Qué es la cosa pública
y qué le atañe desde todas sus perspectivas, siendo en realidad El regiment
de la cosa pública: concordia, buenas leyes, justicia, fidelidad y buenos con-
sejeros; y 4) Cuáles son las diversas formas de gobierno, el origen y legiti-
midad del poder político. En este tratado se incluyen las bases del pactismo
como doctrina política tradicionalmente atribuida a Corona de Aragón frente
al decisionismo regio castellano, la plenitudo potestatis del papa y el papel
del emperador como su subordinado, cosa que excede en mucho las preten-
siones de este trabajo.
La segunda parte de Lo Dotzè, conocida como El regiment del Príncep,
verdadera reunión de consejos dedicados al monarca tenía un contenido no
tanto político como ético y económico. Se dividía en otros cuatro tratados:
5) cómo debe ser el perfil moral de los buenos príncipes frente a los tiranos;
6) como debe ser el perfil moral de los consejeros y oficiales de la Adminis-
tración Pública; 7) cómo deben ser los súbditos de acuerdo con la coligación
natural, según sexo, parentesco u relaciones fraternales o societarias; y 8) de
la coligación legal, o sea, de los vínculos legales y jurídicos que cohesio-
nan la sociedad.
Como se puede apreciar, esta división de Lo Dotzè en dos partes nos ha
sugerido desglosar nuestro estudio también en dos grandes apartados, eso sí,
conexionados e interdependientes. Por una parte, hablaremos de la cuestión
jurídico-conceptual de lo que se entiende materialmente por ciudad; por la
otra, de su presentación político-institucional, es decir, del gobierno munici-
pal y el juego de poderes en y sobre ella.
Cada uno de estos dos apartados los confeccionaremos desde una serie
de premisas respectivas básicas, que pueden valer también como conclusio-
nes. Por una parte, y frente a la legislación para las Indias, las propuestas de
11
Nos falta, pues, una actual edición crítica y revisada del segundo volumen de la primera
parte, para el que tendremos que seguir consultando cualquiera de las dos ediciones incuna-
bles que de la primera parte existen o de los tres ejemplares manuscritos. Francesc Eiximenis,
O.F.M. Dotzè llibre del Crestià. Segona part, volum primer y Segona part, volum segon, edi-
ción de Curt Wittlin et al., Gerona, Col·legi Universitari de Girona, 1986-1987; Dotzè llibre
del Crestià. Primera part, volum primer, edición de Xavier Renedo et al., Gerona, Universitat
de Girona, 2005.

UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Revista Mexicana


de Historia del Derecho, XL, pp. 3-27
Universidad Nacional Autónoma de México, IIJ-BJV, 2021
https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/historia-derecho/issue/archive
Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
http://www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx https://revistas.juridicas.unam.mx
DOI: http://dx.doi.org/10.22201/iij.24487880e.2019.40.16181

12 CARLOS TORMO CAMALLONGA

fundación de ciudades en la Corona de Aragón tendrían mucha menor reper-


cusión, dado que, contrariamente a la construcción ex novo de las ciudades
americanas, los conquistadores catalano-aragoneses ya se encontraron con
muchas y grandes ciudades en los territorios ganados. Parece que las urbes
de los sarracenos se ajustaban mejor a las pretensiones de las sociedades
conquistadoras; compartían muchas características con las ciudades medie-
vales cristianas, su carácter mediterráneo las unía en soluciones ante las ne-
cesidades, y de hecho, muchas de ellas ya tenían un mismo origen romano.
La otra premisa, en este caso respecto al gobierno municipal, es su diferente
conformación en cada una de las dos coronas, lo que se derivaba del dife-
rente entramado de poderes en el binomio rey-reino en cada una de ellas.
Una dualidad, un juego de poderes, que está experimentado una significativa
evolución precisamente en el tiempo que transcurre entre la redacción de Lo
Dotzè y la legislación urbana de los reyes Carlos I y Felipe II; una evolución
en todos los ámbitos en favor de un cada vez mayor intervencionismo real.

III. La ciudad física. Concepto

Sabemos que el debate, la duda o discusión terminológica, no es un asunto


accesorio o coyuntural a la Historia del Derecho. Conocemos la enorme im-
portancia que tiene distinguir cada uno de los significados o acepciones de
cada uno de los términos que empleamos. Desde una perspectiva eminente-
mente pragmática, por poner un ejemplo muy significativo para nosotros, son
muchos los procesos judiciales que a lo largo del tiempo han tenido su origen
en una deficiente o interesada interpretación de según qué vocablos utilizados.
Son muchos los litigios que se han tenido que resolver tras la impugnación de
según qué documentos o decisiones, consecuencia, por ejemplo, de disposi-
ciones testamentarias, en tanto que la referencia central sujeta a disputa eran
los bienes radicados bien en una determinada ciudad, bien fuera de ella. La no
siempre identificación inequívoca de lo que debía entenderse por ciudad, así
como de sus límites físicos y/o funcionales, podía tener una gran repercusión
en el ámbito judicial. Sin ir más lejos, ahí está la discutida diferencia entre ci-
vitas y urbs, así como su alcance en según qué ámbitos, para lo que ni siquie-
ra el derecho romano y sus comentaristas habían ofrecido una única visión,
teniendo siempre como referencia Roma, ciudad por excelencia, y más tarde
también Constantinopla. Ni qué decir que ni el derecho castellano-indiano, ni
ninguno de la corona de Aragón, precisaban más.12
12
A pesar de referirse a un momento más tardío, es bien representativo, por reflejar una
problemática arrastrada durante siglos, un proceso judicial que conocemos del siglo XVIII

UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Revista Mexicana


de Historia del Derecho, XL, pp. 3-27
Universidad Nacional Autónoma de México, IIJ-BJV, 2021
https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/historia-derecho/issue/archive
Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
http://www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx https://revistas.juridicas.unam.mx
DOI: http://dx.doi.org/10.22201/iij.24487880e.2019.40.16181

LA CIUDAD NOVOHISPANA: DEL TARDOMEDIEVO A LA MODERNIDAD 13

Aunque el objeto central de este estudio no sea el componente etimológi-


co o lingüísticamente semántico, debemos tener bien presente el problema
que puede haber en ocasiones a la hora de definir lo que se entienden por
poblaciones en las Ordenanzas o por ciutat en Lo Dotzè, en la medida en
que indistintamente se habla tanto de unas como de otras como sinónimo de
pueblo, villa, ranchería, o incluso lugar, por poner unos pocos ejemplos.
Este es, además, un ejemplo de lo que supone la versatilidad —entiéndase,
también, inseguridad— como una de las características fundamentales de la
normativa del momento, que solo se podría concretar, en su caso, a través
de la jurisprudencia y, esencialmente, de la doctrina.
Como idea básica, opinamos que las Ordenanzas y Lo Dotzè parten de
una diferente pretensión inicial: mientras que la normativa castellana bus-
ca y ofrece un contenido estructural y esencialmente urbano en el sentido
físico y administrativo, por muchas que sean las referencias al “servicio de
Dios” y a la evangelización, insistimos en que Lo Dotzè del Crestià posee
un carácter o motivación diferente, al menos de entrada. No hay más que
acudir a su definición de ciudad en el capítulo 69:

Civitas est congregacio concors multarum personarum ad invicem partici-


pancium, bene composita et honorabilis, ordinata ad vitam virtuosam, et sibi
sufficientem. E vol dir aitant que ciutat és congregació concordant de moltes
persones participants, e tractants e vivents ensems, la qual congregació deu
ésser bé composta, e honorable e ordenada a vida virtuosa, qui és a si matexa
suficient e bastant.

Es decir, que si lo que Eiximenis pretende, básicamente, con el conjunto


de Lo Crestià, es “il·luminr, endreçar e despertar, adoctrinar e amonestar tot
feel crestià d´haver diligent cura de la sua vida e de les carreres de Déu, per
tal que es sàpia cascun guardar de la multitud dels llaços e perills que han
los hòmens en esta present vida”,13 la definición y descripción física de la
ciudad en Lo Dotzè no será ni podrá resultar tan nítida como la castellana. Lo
que supone la fijación y ordenación del espacio urbano, aparece íntimamente
ligado y al servicio de la ciudad espiritual, desde la referencia principal de la

en el Reino de Valencia sobre el reparto de bienes testamentarios radicados en diferentes


ubicaciones. Véase Tormo i Camallonga, Carles, “La ciutat al segle XVIII; una qüestió tam-
bé conceptual”, El Municipi al Segle XVIII. El cas d´Arnes, Barcelona, en prensa.
13
El proceso de reconstrucción de su obra manuscrita, de la cual existen diversos ejem-
plares, sigue resultando todavía complejo y complicado; puede verse al respecto la obra de
Albert Hauf i Valls, en concreto, Francesc Eiximenis. Lo Crestià, Edicions 62, Barcelona,
1983, p. 16.

UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Revista Mexicana


de Historia del Derecho, XL, pp. 3-27
Universidad Nacional Autónoma de México, IIJ-BJV, 2021
https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/historia-derecho/issue/archive
Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
http://www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx https://revistas.juridicas.unam.mx
DOI: http://dx.doi.org/10.22201/iij.24487880e.2019.40.16181

14 CARLOS TORMO CAMALLONGA

bíblica Jerusalén, y que, a su vez, enlaza con la Ciudad de Dios de San Agus-
tín y El Gobierno de los Príncipes de Santo Tomás de Aquino, para hundir
todo ello sus raíces en la teoría aristotélica de la causalidad.14
Mientras tanto, la motivación de las disposiciones castellanas, como fi-
nalmente aparece en las Ordenanzas, es distinto y mucho más concreto, por
mucho que la conformación física de la ciudad pueda ser la misma o muy
similar a la de Eiximenis. Se trataba, más que nada, de erigir y ordenar las
poblaciones. Las referencias teológicas, a modo de razonamiento legitima-
dor, no son más que un acompañamiento, por mucho que pueda parecer otra
cosa, y por mucho, incluso, que se aleguen las mismas bulas pontificias de
conquista.
Sin embargo, en ambos casos la ciudad tiene un claro concepto jurisdic-
cional, desde el control que ejerce sobre lo social y lo económico. El plantea-
miento del fraile franciscano, desde sus pretensiones teológicas, debería o al
menos podría mostrar diferencias, pero no parece que sea así, lo que creemos
que no es más que una consecuencia lógica de la realidad económica de la
Corona de Aragón de esos momentos y de su preeminencia dentro del co-
mercio mediterráneo, como ahora después veremos.15

IV. Sitio y trazado

En cuanto al sitio, regulado en los capítulos 7 de Lo Dotzè y 32 a 41 de las


Ordenanzas de 1573, mientras que Eiximenis opta claramente por la ciudad
marítima, obviamente por razones comerciales ya referidas, la legislación
para las Indias no, salvo en los puertos estrictamente necesarios. Sin duda
alguna, y entre otros motivos, los españoles pronto se dieron cuenta de que,
en el trópico y por cuestiones de salubridad pública, la población debía asen-
tarse mayoritariamente en las zonas altas del interior.
14
Como buen sabio medieval, Eiximenis es un gran valedor del orden, de la estructura,
de la lógica; todo debe estar coherentemente relacionado. Y como según nuestro franciscano,
no hay que entender para creer, sino creer para entender; nos debemos situar ante un orden
teológico de raíz en el que el hombre es la medida de todas las cosas, y la única justificación
del mismo hombre es amar y glorificar a Dios. No es el lugar de entrar en la disección de
todas estas ideas, pero hay que tenerlas bien presentes para entender sus propuestas. Puede
verse Guixeras, David, “L´urbanisme al Dotzè del Crestià”, Mot so razo, s.l.i., núm. 8, 2009,
pp. 68-87.
15
Otra cosa es la regalía para fundarlas; Sarrión Gualda, José, “La regalía de crear ciuda-
des y villas (la doctrina jurídica catalana en la Edad Moderna)”, XVII Congrés d´Història de
la Corona d´Aragó. El món urbà a la Corona d´Aragó del 1137 als decrets de Nova Planta,
Barcelona, Publicacions de la Universitat de Barcelona, 2003, t. III, pp. 837-844.

UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Revista Mexicana


de Historia del Derecho, XL, pp. 3-27
Universidad Nacional Autónoma de México, IIJ-BJV, 2021
https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/historia-derecho/issue/archive
Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
http://www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx https://revistas.juridicas.unam.mx
DOI: http://dx.doi.org/10.22201/iij.24487880e.2019.40.16181

LA CIUDAD NOVOHISPANA: DEL TARDOMEDIEVO A LA MODERNIDAD 15

Pero es en el plano de la ciudad en donde vemos las mayores semejanzas


entre ambas propuestas, y a modo de proyección del pensamiento de Aristó-
teles o de Santo Tomás, de San Agustín y de San Isidoro de Sevilla.16 Bien es
cierto que no sabemos hasta qué punto son éstas influencias determinantes en
tanto que las propuestas de los sabios antiguos son, en gran parte, lugares co-
munes, inherentes al mismo pensamiento utópico.17 En este sentido, el mis-
mo Eiximenis viene a reconocer que la configuración física que él propone
es la que ya ofrecían, en esencia, las bastidas del Mediodía francés y “el que
dixeren els grecs filòsofs”. Y, aunque no lo diga, la traza ortogonal iniciada
en Jaca en 1076 será referencia fundamental; una traza que también se ex-
tendió por Castilla a partir de las ciudades fundadas a lo largo del camino de
Santiago, para ser recogida más tarde por Las Partidas. Porque hablamos
de formas y disposiciones conocidas desde tiempo atrás y comunes en la
mayoría de las civilizaciones, aunque mucho más generalizadas en el ámbito
del pensamiento teórico que en la práctica.
Tanto en Lo Dotzè como en las Ordenanzas resulta incuestionable la mor-
fología de los campamentos militares romanos. Insistimos en que era un
modelo universal. En el momento de redactar esta parte de Lo Crestià, Eixi-
menis habitaba en Valencia y, con ocasión de formar parte de una comisión
contra la piratería, visitó en alguna ocasión la isla de Mallorca. Frente al
carácter completamente enrevesado del prototipo musulmán de la capital de
Valencia, el fraile franciscano hacía propio el modelo geométrico, con el que
Jaime I había fundado en el siglo XIII poblaciones valencianas como Caste-
llón, Nules o Vila-real, y que, en realidad, será el mismo de las Ordinacions
que en 1300 Jaime II aprobó para concederlo a poblaciones isleñas como Pe-
tra, Sa Pobla o Felanitx.18 Eiximenis toma, pues, como modelo el cuadrado
perfecto, por ser a su entender la forma más bella y ordenada, con una gran
plaza central y otra menor para cada uno de los cuatro cuarteles. Las propor-
ciones y tamaños que propone para las cuadras, también cuadradas, de 81,7
metros de lado, resultaban del todo desconocidas por aquel entonces en la
16
Guarda, Gabriel, “Santo Tomás de Aquino y las fuentes del urbanismo indiano”, Bole-
tín de la Academia Chilena de la Historia, año XXXII, Santiago de Chile, núm. 72, primer
semestre 1965, pp. 5-50.
17
Bielza de Ory, Vicente, “De la ciudad ortogonal aragonesa a la cuadricular hispanoa-
mericana como proceso de innovación-difusión, condicionado por la utopía”, Scripta Nova.
Revista electrónica de Geografía y Ciencias sociales, Barcelona, Universitat de Barcelona,
vol. VI, núm. 106 (2002), disponible en: http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn-106.htm.
18
Andreu Galmés, Jaume, “Les Ordinacions de Jaume II de Mallorca per a la creació de
viles (any 1300): planificació urbana en quadrícula i dotació de serveis. El cas de Petra”, XVII
Congrés d´Història de la Corona d´Aragó…cit., t. III, pp. 11-28.

UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Revista Mexicana


de Historia del Derecho, XL, pp. 3-27
Universidad Nacional Autónoma de México, IIJ-BJV, 2021
https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/historia-derecho/issue/archive
Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
http://www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx https://revistas.juridicas.unam.mx
DOI: http://dx.doi.org/10.22201/iij.24487880e.2019.40.16181

16 CARLOS TORMO CAMALLONGA

Península, y solo las veremos reproducidas en las ciudades americanas, con


casi cien metros de lado y plazas todavía mayores. La razón de esto último es
que, frente a la economía de espacio de las ciudades medievales defensivas
—de ahí el carácter residual o incluso ausente de la plaza—, la ciudad hispa-
noamericana está, definitivamente, abierta y preparada para su crecimiento.
Si en Eiximenis la plaza ya destaca, en América resulta ineludible; se va
imponiendo en este sentido el carácter humanista frente al defensivo.19 Por
similares motivos, y salvo en los núcleos costeros, aquí no hay muralla con
el sentido de fortaleza, y por lo mismo, el palacio del príncipe, que en Améri-
ca se situaba junto a la catedral, en Eiximenis lo estará pegado al muro, para
facilitar así la entrada y salida de los soldados.
Pero lo realmente sorprendente es que, en el momento de aprobarse las
Ordenanzas, el trazado regular que incluía ya se había seguido para casi to-
das las ciudades que hasta ese momento se habían fundado, sin que las ante-
riores disposiciones legales lo hubiesen impuesto. Está claro que, al margen
de alguna poco probable influencia de la geometría azteca, el plano en dame-
ro aportaba, además de elegancia, una comodidad y una facilidad incuestio-
nable a cualquier efecto; piénsese, sin ir más lejos, en los solares a repartir
entre los colonos.

V. Funcionalidad social

El punto de partida del pensamiento de Eiximenis es diferente al del legisla-


dor castellano. Mientras que el franciscano escribía para sociedades ya urba-
nas, la legislación castellano-indiana se destinó, especialmente en sus inicios
caribeños, a tierras y pueblos para los que la ciudad era una realidad prác-
ticamente desconocida, al menos en sus parámetros europeos. Además, se
partía de una absoluta ausencia de información sobre el terreno, cosa que no
se daba en Eiximenis, que de hecho no necesitaba conjugar el verbo descu-
brir. Por lo mismo, nuestro autor no sentía tanto la preocupación por la con-
solidación de la conquista a través del poblamiento, como sí habían sentido
los monarcas aragoneses un siglo atrás, y como ahora sentían los monarcas
castellanos en Indias.
19
El modelo urbanístico castellano, como el Vasco-Navarro, con manzanas no tan cuadra-
das sino más alargadas, se caracterizaba por contemplar la plaza como elemento integral, al
margen de que al lado de la iglesia pudiera haber ciertos espacios residuales o ensanchamien-
tos; Andrés-Gallego, José, “La función de la plaza, en la historia”, Madrid, Centro Superior
de Investigaciones Científicas, 2010, pp. 33-68.

UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Revista Mexicana


de Historia del Derecho, XL, pp. 3-27
Universidad Nacional Autónoma de México, IIJ-BJV, 2021
https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/historia-derecho/issue/archive
Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
http://www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx https://revistas.juridicas.unam.mx
DOI: http://dx.doi.org/10.22201/iij.24487880e.2019.40.16181

LA CIUDAD NOVOHISPANA: DEL TARDOMEDIEVO A LA MODERNIDAD 17

Una de las grandes aportaciones de Eiximenis en su formulación de la


ciudad es el enfoque que de lo público ofrece desde una eminente base eco-
nómica. Dando por sentada la inspiración y dedicación divina, que todo lo
impregna, nuestro franciscano presta una gran atención a las infraestructuras
de la vida cotidiana, entendidas como un conjunto de órganos que permiten
funcionar el cuerpo. Es la teoría funcionalista u organicista desde un sustento
claramente económico. Es decir, frente a la especialización de las ciudades
heredadas —piénsese, por ejemplo, en la segregación gremial—, Eiximenis
defiende el equilibrio en la convivencia social. Es revisionista y utópico, eso
sí, dejando por sentada la superioridad social del ciudadano, especialmente
del mercader, puesto que de entre todos los oficios es el que mayores benefi-
cios aporta a la república. En este punto, el franciscano sobrepasa la estricta
sacralidad de la ciudad agustiniana y obvia al pueblo llano, a los campesinos,
a los que parece detestar —“bestias maliciosas” y “sin razón” les llamaba—,
muy al contrario de lo que ocurre en las disposiciones indianas. Y aunque
no es tan implacable con el noble, tampoco le resulta persona de su agrado.
Aportamos a colación, de nuevo, el mercantilismo de la corona aragonesa y
de lo que pronto sería el llamado Siglo de Oro valenciano.
La cuestión estamental merece, pues, diferente consideración en cada uno
de los dos registros. Eiximenis no cuestionaba una estructura dada que, con-
trariamente, no se contemplaba en las disposiciones para las Indias, a donde,
como ya sabemos, acudía gente con pretensiones de ascenso social. Mientras
que, tanto en el medievo del fraile franciscano como en la Castilla moderna,
no se cuestiona la estratificación social, los monarcas castellanos tenían la
clara intención de enmendarla para los nuevos territorios, obviamente en su
provecho. Y aunque en cuestiones como el reparto de los solares se diferen-
ciase según la calidad de los pobladores, peones o caballeros, la adquisición
de la hidalguía que preveía el artículo 100 de las Ordenanzas, por ejemplo,
no era más que una mera concesión prácticamente vacía de contenido.

VI. Indios y sarracenos

Pretendemos en este apartado planteamos el posicionamiento de los modelos


de Eiximenis y castellano-indiano ante las comunidades originariamente no
cristianas; judíos y fundamentalmente sarracenos en la Península, e indios en
América.
De entrada, en el autor franciscano no percibimos el carácter pastoral de
las disposiciones castellanas —capítulo 10 de las Instrucciones de Dávila,
o artículo 36 de las Ordenanzas, reiterado en la ley I, título I, libro IV de la

UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Revista Mexicana


de Historia del Derecho, XL, pp. 3-27
Universidad Nacional Autónoma de México, IIJ-BJV, 2021
https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/historia-derecho/issue/archive
Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
http://www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx https://revistas.juridicas.unam.mx
DOI: http://dx.doi.org/10.22201/iij.24487880e.2019.40.16181

18 CARLOS TORMO CAMALLONGA

Recopilación de 1680—. Tampoco encontramos en él el siempre discutido


elemento de “culturalización” que pudiera albergar la legislación de los mo-
narcas castellanos. Eso sí, quede claro que la posible diferencia entre evan-
gelización y culturalización es exclusivamente nuestra. Lo cierto es que,
frente al modelo castellano, que pretende incluir al indio —de nuevo, usando
un término más actual que otra cosa, y que escondía intereses, obviamente,
no tan espirituales—, la realidad de la Corona de Aragón es, en todo caso,
diferente.20
En esta línea, y desde la perspectiva estrictamente legal, será muy dife-
rente el trato que a cada una de estas comunidades se concederá en la políti-
ca urbanística de Indias y de la Corona de Aragón inmediatamente después
de las respectivas conquistas. Una diferencia que en gran parte emana de
la consideración que se tenía ante o frente a sus habitantes, indios y moros
respectivamente: de definitivamente fieles a siempre infieles, por mucho que
hubiesen sido bautizados; de súbditos convertidos a siempre vencidos y sos-
pechosos; de protegidos para ser integrados a no asimilados y excluidos para
terminar, finalmente, con su expulsión a tierras africanas. Más allá del esta-
tus racial o “color legal”, en Indias no existe una “realidad objetiva” diferen-
ciadora entre las diferentes calidades o castas, como sí lo era la discrepancia
religiosa en la Península, absolutamente insalvable.
En las disposiciones indianas el nativo siempre está presente, y se le invita
a poblar las ciudades, eso sí, si hablamos de indios libres, o sea, los no adju-
dicados a encomendero en repartimiento —artículo 50 de las Ordenanzas—.
En cuanto a la agrupación de la población, por una parte están los pueblos de
indios, eminentemente rurales, en donde se reubicaba a la población nativa
—nunca existieron los pueblos de solo españoles—. Por otra parte estaban
los núcleos mixtos, es decir, las que podemos considerar urbes, que actuarían
como germen de mestizaje, por mucho que las diferentes comunidades se
asentasen en barrios distintos, pero no incomunicados. La legislación caste-
llana, desde la perspectiva tanto físico-urbana como institucional, se dirigía
a todos estos núcleos indistintamente, al margen de que, desde bien pronto,
muchos religiosos misioneros defendieran la separación y autonomía de las
“repúblicas de indios” frente a las “repúblicas de los españoles”, para evitar
que los malos ejemplos de los conquistadores, así como de los negros, cun-
20
Por poner un ejemplo, en la legislación valenciana, para el caso de que judío o sarrace-
no yaciera con cristiana, “sien abduy cremats, ell e ella”; si el cristiano lo hiciera con judía,
“abdosos cremats”, y si fuera cristiano con sarracena, “córreguen abduy nuus per la ciutat”.
Véase Furs libro 9, rúbrica 2, fueros 9 y 10, en donde también se concreta la suerte del nacido
para el caso de embarazo.

UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Revista Mexicana


de Historia del Derecho, XL, pp. 3-27
Universidad Nacional Autónoma de México, IIJ-BJV, 2021
https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/historia-derecho/issue/archive
Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
http://www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx https://revistas.juridicas.unam.mx
DOI: http://dx.doi.org/10.22201/iij.24487880e.2019.40.16181

LA CIUDAD NOVOHISPANA: DEL TARDOMEDIEVO A LA MODERNIDAD 19

diesen entre los nativos.21 Propuestas éstas con magros efectos en tanto que
el mestizaje, en este caso urbano y no solo étnico, fue imparable. Es más,
también nos consta algún intento de refundir en un único cabildo interétnico
las diferentes repúblicas o concejos; caso de México desde 1531, entre otras
cosas para evitar los continuos conflictos jurisdiccionales. Y en todas estas
dualidades encontramos la cuestión todavía más compleja de la división pa-
rroquial y su discutido carácter territorial o personal.22
Por el contrario, el sarraceno simplemente no existe en Lo Dotzè. En el
momento en que nuestro fraile escribió su obra, la población cristiana prác-
ticamente se había igualado a la musulmana en el Reino de Valencia, para
llegar a superarla en el siglo XV. Tras la conquista cristiana, los llamados
moros, ahora mudéjares, que habían aceptado quedarse en territorio valen-
ciano, fueron expulsados de las ciudades y relegados a puntos geográficos
muy concretos, casi siempre recluidos en áreas montañosas del interior, mu-
cho más agrestes y menos fértiles. Son las aljamas, espacios rurales a modo
de verdaderas reservas indígenas, en tierras mayoritariamente de señorío, en
donde regía, en mayor o menor medida, la suna e xara, es decir, la religión
y, en el ámbito estrictamente propio, el derecho islámico, incluyendo la orga-
nización familiar, social, política y fiscal. Los términos de esta pervivencia
eran los que quedaban fijados en los pactos de capitulación o nuevas cartas
pueblas conocidas como sarracénicas, que también establecían los términos
21
Véase reales cédulas de 17 de junio de 1555, 2 de mayo y 29 de noviembre de 1563, o
de 3 de junio de 1571; De Solano, Francisco, Ciudades Hispanoamericanas…cit., pp. 23, 50,
77 o 333.
22
En este punto nos referimos fundamentalmente a Nueva España. En cualquier caso, la
significación política o municipalización de ambas repúblicas o ciudades, su intencionalidad
religiosa y su conveniencia fiscal, no les hacía peligrar seriamente en cuanto a su existencia
diferenciada por parte de la administración real. Aun así, Antonio Rubial García insiste en
que la separación de las dos repúblicas era una verdadera ficción, más legal que real; véase
en “¿El final de una utopía? El Arzobispo Lorenzana y la nueva distribución parroquial de
la ciudad de México”, España y América entre el Barroco y la Ilustración (1722-1804). II
Centenario de la muerte del Cardenal Lorenzana (1804-2004), coord., Paniagua Pérez, Jesús,
León, 2005, pp. 277-291. Véase también Rovira Morgado, Rossend, “«Se ha de suplicar que
los regimientos de esta ciudad sean veinticuatrías»: El cabildo de Granada como propuesta
institucional interétnica en la temprana república de la ciudad de México”, Estudios de His-
toria Novohispana, núm. 55, 2016, pp. 80-98; o Sánchez Santiró, Ernest, “El nuevo orden
parroquial de la ciudad de México: población, etnia y territorio (1768-1777)”, Estudios de
Historia Novohispana, núm. 30, enero-junio de 2004, pp. 63-92. Distinta pero en paralelo a
la cuestión estrictamente urbanística, está la de policía, la de control y la de explotación de la
población indígena; Suárez García, Carlos José, “El urbanismo humanista y la “policía espa-
ñola” en el Nuevo Reino de Granada, siglo XVI”, Topoi. Revista de Historia, Río de Janeiro,
vol. 16, núm. 30, enero-junio de 2015.

UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Revista Mexicana


de Historia del Derecho, XL, pp. 3-27
Universidad Nacional Autónoma de México, IIJ-BJV, 2021
https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/historia-derecho/issue/archive
Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
http://www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx https://revistas.juridicas.unam.mx
DOI: http://dx.doi.org/10.22201/iij.24487880e.2019.40.16181

20 CARLOS TORMO CAMALLONGA

en que los musulmanes debían relacionarse con los cristianos. Y, aunque los
estudiosos no han llegado a conclusión definitiva, parece ser que, por enci-
ma de estos derechos locales, no existió uno general para toda la comunidad
musulmana valenciana.
Lo que queremos decir aquí, en cualquier caso, es que, en ningún momen-
to estos núcleos musulmanes —mudéjares o después moriscos— merecieron
objeto de atención o regulación urbanística alguna. Paralelamente, solo muy
escasamente se conformaron, en el momento de su expulsión de las ciudades
o después, morerías urbanas —arrabales, fuera de las murallas—, a la som-
bra del desarrollo económico de algunas de las ciudades más grandes y la
necesidad de mano de obra barata.23
En cuanto al Reino de Mallorca, la historiografía no habla más que de
exclusión absoluta. Aunque la información que nos ha llegado sobre este
territorio es escasa y muy deficiente, está demostrado que tras el atroz encar-
nizamiento en la toma de la ciudad de Palma, los sarracenos que quedaron
en la isla fueron, en su mayor parte, esclavizados, manteniéndose libres úni-
camente los que residían fuera de la ciudad, como premio a su colaboración
con las tropas catalano-aragonesas en el asedio de la ciudad. Sea como fuere,
todo indica que la cristianización para todos ellos fue inmediata y completa.
Aquí ni pudo haber segregación étnica-religiosa ni, por tanto, poblacional.24
Por todo lo dicho, es evidente que para América hay que hablar de nuevas
fundaciones, algunas sobre destrucciones de las anteriores a las que substi-
tuían bajo los nuevos parámetros, pero la mayoría nuevas. En los reinos de
Mallorca y Valencia, sin embargo, serán muchas menos las nuevas fundacio-
nes, puesto que aquí lo que primó fue el repartiment, es decir, la expulsión
de los musulmanes al campo, y de la huerta a la montaña, para emplazar en
23
Aunque muy irregularmente distribuidas ambas comunidades, la población de cristia-
nos a lo largo del XV solía alcanzar un 58% del total, frente a un 40% de musulmanes y una
mucho más reducida minoría de judíos. Aparici Martí, Joaquim, “Moreries urbanes a Caste-
lló: la integració del treball artesà musulmà durant el segle XV”, XVII Congrés d´Història de
la Corona d´Aragó…, t. I, pp. 171-183. En el segundo volumen puede verse Bonet O´Connor,
Isabel, “Urbanisme i minories: Xàtiva després de la conquista cristiana”, pp. 289-294, y Ma-
nuel Ruzafa García, “La morería de Valencia en la Baja Edad Media: aljama, municipio y
ciudad (1300-1530)”, pp. 353-359. Véase también Guinot Rodríguez, Enric, Los valencianos
de tiempos de Jaime I, Valencia, edit. Tirant Humanidades, 2012. Este autor señala que, al
margen de las aljamas y morerías, y excluyendo a los esclavos, existía un tercer grupo de
mudéjares formado por desposeídos de la tierra y convertidos en aparceros al margen de es-
tructuras sociales organizadas: son los exàrics (p. 102).
24
López Bonet, Josep Fc., “Els nuclis urbans a la part forana en el repoblament de
Mallorca (S. XIII-XIV)”, XVII Congrés d´Història de la Corona d´Aragó…cit., t. III, pp.
461-496.

UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Revista Mexicana


de Historia del Derecho, XL, pp. 3-27
Universidad Nacional Autónoma de México, IIJ-BJV, 2021
https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/historia-derecho/issue/archive
Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
http://www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx https://revistas.juridicas.unam.mx
DOI: http://dx.doi.org/10.22201/iij.24487880e.2019.40.16181

LA CIUDAD NOVOHISPANA: DEL TARDOMEDIEVO A LA MODERNIDAD 21

sus propiedades a los cristianos, hasta el punto de que no quedara ninguna


ciudad andalusí con población autóctona que no fuese obligada a tomar el
camino del destierro o exilio.25
Algunos pueden pensar que, frente a las actuaciones más intransigentes
que se están llevando a cabo con los musulmanes en la Península, la legis-
lación castellana —pensemos en las Instrucciones de Dávila de 1513— se
mostraba más conciliadora y tolerante con los indios dentro de los paráme-
tros del momento. Y que con las aportaciones de Francisco de Vitoria y Las
Casas, por ejemplo, se buscará o insistirá en la prudencia como faro que
guiase la convivencia entre europeos e indios. En esta dirección, las Orde-
nanzas de 1573 renegarán —eso sí, ilusamente— del término conquista y
apostarán, más que por los descubrimientos, por la consolidación armónica
y pacífica de lo ya conquistado. Las Ordenanzas se presentarían, así pues,
como un punto de inflexión; la ocupación del territorio pacíficamente frente
a la militar predominante hasta entonces. De manera que, frente a los musul-
manes en la Corona de Aragón, el extremado cuidado con que —insistimos
en que solo ex lege— las disposiciones castellanas regulaban la relación
entre blancos e indios, cosa que impregnaba todo su articulado. Pero la rea-
lidad dista mucho de este panorama. Es cierto que se pretendían evitar los
abusos denunciados por los misioneros, pero no lo es menos que también se
buscaba la supervivencia de los propios colonizadores, y, obviamente, está
el interés por mantener a una población autóctona a la que poder explotar;
una población que difícilmente podría ser substituida, como se intentó con
los musulmanes tras su expulsión definitiva en 1609. Pero estas ya son otras
cosas y otra polémica.

VII. La ciudad institucional

En Indias, las repúblicas tanto de españoles como de indios quedaron suje-


tas indistintamente al mismo Derecho municipal, el del cabildo de Castilla,
con la referencia fundamental de Granada. Aunque se ha discutido mucho al
respecto, dado el elevado casuismo y las diferentes situaciones con que los
conquistadores españoles se encontraron, parece que se intentaron conservar
en la medida de lo posible las demarcaciones territoriales que ya existían a
su llegada, los altepetl o “señoríos”, sobreponiendo y adaptando a ellas sus
propias instituciones de gobierno. Es decir, que en cierta manera los conquis-
tadores se acomodaron al mundo que encontraron, para después integrarlo
25
Guinot Rodríguez, Enric, Los valencianos en tiempos de Jaime I...cit.

UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Revista Mexicana


de Historia del Derecho, XL, pp. 3-27
Universidad Nacional Autónoma de México, IIJ-BJV, 2021
https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/historia-derecho/issue/archive
Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
http://www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx https://revistas.juridicas.unam.mx
DOI: http://dx.doi.org/10.22201/iij.24487880e.2019.40.16181

22 CARLOS TORMO CAMALLONGA

con mayor facilidad. Mientras, en las propias ciudades en concreto, el modelo


de gobierno castellano se impuso con una mayor decisión y desde el primer
momento. En cualquier caso, los nuevos cargos recayeron en gran medida en
los señores o caciques del lugar. Y, en cualquier caso, hay que insistir en que
estamos ante una cuestión muy diversa en sus múltiples soluciones, objeto de
un permanente debate y revisión historiográfica.26
Mientras, en el reino de Valencia, tanto juderías como aljamas o morerías
dispondrían de sus propias estructuras gubernativas, eso sí, siempre tolera-
das por el monarca o señor, a cambio de la correspondiente tributación y bajo
sometimiento al derecho público cristiano. A través de las capitulaciones se
admitieron sus instituciones jurisdiccionales y políticas representativas, pero
nunca en pro de una integración. En este sentido, algunos autores hablan de
que la convivencia entre ambas comunidades se basaba en el silencio recí-
proco, con una tendencia a la progresiva degradación.27
Centrándonos, para ambas coronas, en el mundo cristiano, debemos con-
siderar como punto de partida la diferente configuración de las estructuras
de poder político existentes en cada una. Frente al poder real castellano-
indiano, la oligarquía ciudadana en la Corona de Aragón.
En la obra de Eiximenis queda bien claro que es la ciudad la que se con-
cede a sí misma, y libremente, su gobierno. Eso sí, no hablamos de la multi-
tud de vecinos, puesto que según nuestro franciscano ésta no está capacita-
da; estamos en pleno feudalismo estamental. Así es que, aunque la voluntad
del soberano gozase de valor de ley, será siempre el pueblo, en quien radica
la soberanía, el que le conferirá todo el poder de que dispone, y se lo podrá
arrebatar, hasta el punto de que Eiximenis hace suya la doctrina de la depo-
sición del mal gobernante, o del tiranicidio.
Respecto a los propios ayuntamientos, nos referimos a un Consell elegido
por insaculación, autónomo dentro del Reino, en una monarquía hereditaria
pero hija del pactismo.28 Porque, de hecho, el pacto se fija en beneficio no
tanto del príncipe como de la comunidad, que es la que renuncia al ejercicio
26
Entre otros estudios, puede verse Rojas, Beatriz, Las ciudades novohispanas…cit., pp.
83 ss.; o Menegus Bornemann, Margarita, Del Señorío a la República de indios. El caso de
Toluca: 1500-1600, Madrid, Ministerio de Agricultura, 1991.
27
Entre la destacada obra para los sarracenos de Manuel Ruzafa García, puede verse “Las
aljamas mudéjares valencianas en la Baja Edad Media”, Saitabi: Revista de la Facultat de
Geografia i Història, Valencia, núm. 43, 1993, pp. 167-180. Respecto a los judíos, puede
verse, de entre la también abundante obra de José Hinojosa Moltalvo, “Los judíos del Reino
de Valencia durante el siglo XV”, Anales de la Universidad de Alicante. Historia Medieval,
Alicante, núm. 3, 1984, pp. 143-182.
28
Antelo Iglesias, Antonio, “La ciudad ideal según fray Francesc Eiximenis…cit., p. 28.

UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Revista Mexicana


de Historia del Derecho, XL, pp. 3-27
Universidad Nacional Autónoma de México, IIJ-BJV, 2021
https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/historia-derecho/issue/archive
Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
http://www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx https://revistas.juridicas.unam.mx
DOI: http://dx.doi.org/10.22201/iij.24487880e.2019.40.16181

LA CIUDAD NOVOHISPANA: DEL TARDOMEDIEVO A LA MODERNIDAD 23

de ciertas libertades, que no de su titularidad, en pro de una cierta garantía en


su protección jurídica así como del bien común, lo que, conjuntamente, com-
pensaría la pérdida de la igualdad natural y originaria. El autor franciscano,
tanto con el Regiment de la cosa pública como con Lo Dotzè en su conjunto,
se inspira claramente en la doctrina de Tomás de Aquino, con su De regimine
Principum, en donde la cosa pública conlleva siempre la supeditación del in-
dividuo al bien común, o lo que es lo mismo, la cosa pública es, en realidad,
una cuestión privativa de los ciudadanos. Y para todo ello la religión resulta
la mejor garantía de orden y progreso, dado que las leyes humana y natural
derivan y se subordinan a la divina.
Insistimos en que a todos estos efectos Eiximenis elabora una teoría de
la legitimidad del poder, de clara raíz franciscana, en la que se reformula el
pactismo de siempre hasta puntos ciertamente arriesgados y muy compro-
metedores para su persona.29 Pensemos que en Valencia seguía bien presente
la Guerra de la Unión, que había enfrentado a muchas ciudades contra el
autoritarismo de Pedro el Ceremonioso, por lo que una obra como El regi-
ment no podía sino alegrar a la oligarquía municipal, a la que expresamente
se le había dedicado. Esto mismo explica la defensa que nuestro franciscano
hace de Francesc de Vinatea, ciudadano valenciano ideal, frente a Alfonso el
Benigno.30 Pero es que son muchos más los ejemplos o personajes que Eixi-
menis aporta en la misma dirección, hasta el punto de que vaticina cambios
políticos realmente trascendentes, como la caída de las monarquías, la desa-
parición de la nobleza y la generalización de las repúblicas municipales. Son
constantes sus referencias, imprecisas eso sí, a una “justicia popular” como
forma de gobierno y cuyos contornos no terminamos de concretar, pero que,
obviamente, no podían ser del gusto del monarca.
Tales fueron los temores con los pogromos antijudíos de 1391, y las re-
vueltas contra los cortesanos y las más altas oligarquías urbanas en muchas
ciudades de la Corona de Aragón, que el monarca Juan I instó al franciscano
a retractarse de sus profecías, como efectivamente hizo aunque, sin duda,
obligado por las circunstancias. Recordemos que Eiximenis era un autor de
éxito no solo en Aragón, sino también en muchos otros reinos. Y lo siguió
siendo tras su muerte, hasta el punto de que hay autores que sustentan su
29
Renedo i Puig, Xavier, “Lo Crestià: una introducció…cit., p. 218.
30
Antelo Iglesias, Antonio, “La ciudad ideal según fray Francesc Eiximenis…cit., p. 21.
Si con Jaime I, a mediados del XIII y desde la ciudad de Valencia, podemos decir que se da
inicio en la Corona de Aragón a un municipalismo plenamente organizado con un elevado
grado de autonomía, la dinastía castellana de los Trastámara iniciará un progresivo —por
mucho que muy desigual— proceso de creciente intervencionismo regio.

UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Revista Mexicana


de Historia del Derecho, XL, pp. 3-27
Universidad Nacional Autónoma de México, IIJ-BJV, 2021
https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/historia-derecho/issue/archive
Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
http://www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx https://revistas.juridicas.unam.mx
DOI: http://dx.doi.org/10.22201/iij.24487880e.2019.40.16181

24 CARLOS TORMO CAMALLONGA

gran influencia teórica en las revueltas antiseñoriales de las Germanías de


principios del siglo XVI, en los reinos tanto de Valencia como de Mallorca.31
Es obvio que nada parecido encontraremos en las disposiciones castella-
nas que estamos viendo para Indias, aunque también es cierto que una cosa
son los tratados doctrinales y los ensayos políticos, y otra las disposiciones
legales; además, y en el caso castellano, procedentes no de las cortes sino del
monarca. En las normas castellanas quedaba constancia de una correlación
de los poderes real y municipal bien distante de ese pretendido equilibrio
feudal pactista aragonés. Estamos aquí, en realidad, ante un otorgamiento, a
través de disposiciones exclusivamente reales. No obstante, y ciertamente,
también podríamos hablar de la doctrina castellana, que igualmente existió
al efecto, aunque no tan desarrollada. Pero nada vemos en Sánchez de Aré-
valo, por ejemplo, de las repúblicas municipales de Eiximenis.
En realidad, en Castilla podemos decir que en el momento de la Conquista
ya estaba prácticamente consolidada la institución del corregimiento, cuyo
titular, que corregía el orden público, era de designación estrictamente real,
y venía a afianzar el poder supremo del rey en y sobre el municipio, al tiem-
po que lo unificaba y centralizaba. Lo propio decimos de la alcaldía mayor y
de su alcalde. Había quebrado ya, y de facto de manera irrevocable, la base
democrática de la administración municipal. Y así se trasladó, en sus líneas
básicas, al municipio indiano, “absoluto” desde el principio, pues no pasó
por el tránsito que había recorrido el castellano hasta entonces.

VIII. Breve epílogo

Entre Lo Dotzè del Crestià del franciscano Francesc d´Eiximenis y las Orde-
nanzas de descubrimiento, nueva población y pacificación de las Indias de
1573, transcurre la transición entre la ciudad bajomedieval y la renacentista.
En la misma medida evolucionaba en las coronas de Castilla y Aragón la pers-
pectiva política de lo público, de los poderes municipal y real, y de la misma
soberanía, de la potestas y sus manifestaciones. Los Reyes Católicos habían
contribuido decisivamente, y en sus respectivas coronas, a la separación de
las funciones gubernativas y judiciales. Es el tránsito de la Baja Edad Media
a la Edad Moderna. Y a mitad camino en el recorrido de este proceso evolu-
tivo los españoles se encuentran con un Nuevo Mundo, y dictan las primeras
31
Es bien probable que estos hechos, siempre políticos, influyesen decididamente en
la decisión de Eiximenis de abandonar definitivamente el proyecto de Lo Crestià; Renedo i
Puig, Xavier, “Lo Crestià: una introducció…cit., p. 224.

UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Revista Mexicana


de Historia del Derecho, XL, pp. 3-27
Universidad Nacional Autónoma de México, IIJ-BJV, 2021
https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/historia-derecho/issue/archive
Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
http://www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx https://revistas.juridicas.unam.mx
DOI: http://dx.doi.org/10.22201/iij.24487880e.2019.40.16181

LA CIUDAD NOVOHISPANA: DEL TARDOMEDIEVO A LA MODERNIDAD 25

disposiciones urbanas para lo que serían las primeras ciudades de lo que


pronto iba a ser la Nueva España.
De una ciudad que en el pensamiento de Eiximenis se quiere eminente-
mente cristiana, ideal, con su voluntad totalista, es decir, que incluyera lo fí-
sico, lo económico, lo social, y lo político, todo ello en honor y amor a Dios,
pasamos a una ciudad que, ante todo y sobre todo, es eminentemente física
e institucional. Hablamos de un espacio en el que se relacionan las autorida-
des, Iglesia, rey y señores, además de centro jurídico-político desde el que
se irradia el poder —del rey, y esto es importante— a todo su territorio, por
muchas que sean las invocaciones divinas.32
Como está apuntado, el triunfo de la ciudad moderna —y la indiana em-
pieza a serlo— exigía dos atenciones preferentes: su óptima ubicación es-
tratégica así como ordenación física interior, y su perfecta configuración
representativa en lo social y en lo político-institucional. Si en Eiximenis,
que desde muchas consideraciones supone la culminación de un cierto cla-
sicismo urbano, no prima el papel de ciudad símbolo de conquista y modo
de ocupación, este carácter resulta fundamental en la ciudad indiana, que de
alguna manera nos puede resultar menos cristiana por eminentemente prag-
mática. Frente a la “ciudad ideal”, espejo de la Jerusalén celestial, la legisla-
ción para Indias ofrece una ciudad humana y, ante todo, factible, realista en
su edificación ante la premura de los tiempos.
También es cierto que pasamos de una geografía ya construida y poblada
a otra que, sobre todo en los inicios, había que construir y en muchos casos
también poblar. Por ello la cuestión sobre la misma fundación reviste en In-
dias sentido capital. Si nuestro franciscano no hablaba al respecto, las dispo-
siciones castellanas, muy detallistas, la atribuyen, exclusivamente, al monar-
ca; unas disposiciones que dan un gran salto respecto a la propia legislación
castellana anterior, las Partidas, por ejemplo, atribuían el emplazamiento
también a los mismos repobladores.
Así pues, y además si el franciscano reformula en cierta medida la ciudad
heredada, podemos decir que Felipe II la fórmula de nuevo, para un mundo
nuevo.
En realidad, las diferencias no están tanto en lo físico como en lo políti-
co; de un modelo al otro no deberíamos enfrentar tanto los adjetivos, en que
existen diferencias, sino los substantivos, es decir, el sentido y la pretensión.
No cambia ni preocupa tanto cómo debe ser la ciudad, que en esencia ya se
32
Tal vez por esa dedicación eminentemente política y el descuido que se hizo a cues-
tiones más logísticas, como aprovisionamiento, muchas de las primeras ciudades indianas
pronto desaparecieron.

UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Revista Mexicana


de Historia del Derecho, XL, pp. 3-27
Universidad Nacional Autónoma de México, IIJ-BJV, 2021
https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/historia-derecho/issue/archive
Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
http://www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx https://revistas.juridicas.unam.mx
DOI: http://dx.doi.org/10.22201/iij.24487880e.2019.40.16181

26 CARLOS TORMO CAMALLONGA

sabe, sino qué debe ser y a qué fines debe servir. Lo mismo sería decir que
en Eiximenis no preocupa tanto la ciudad como la sociedad, mientras que la
legislación castellano-indiana que estamos estudiando, preocupada también
por la sociedad, centraba su atención más claramente en la ciudad real y uti-
litarista. Es, en parte, la diferencia entre un autor humanista y una adminis-
tración eminentemente pragmática. Ello no obsta, sin embargo, para que en
el fraile franciscano apreciemos una faceta urbanista muy acentuada, incluso
en algunos puntos más que en las disposiciones castellanas, al servicio de un
fin humano si se quiere, pero siempre como medio, instrumento, y no tanto
como fin. De ahí que digamos que su obra es, en su pretensión, más totalista.
Al menos en parte, los modelos de Eiximenis y de las Ordenanzas supo-
nen, respectivamente, el fin de una percepción-significación de la urbs-polis
y el inicio de otra ciudad que se está construyendo. Y las primeras ciudades
indianas, las novohispanas, resultan un ensayo entre dos aguas, pero siempre
con el utilitarismo como norte. Podemos pensar que la elaboración filosófica
de Eiximenis, junto con la ciudad de Santa Fe de Granada, como conquista
espiritual, y La Laguna en Tenerife, como colonización pacífica, conforman
una triple base de la política urbana implantada en Indias.33 El carácter ex
novo de estas dos ciudades últimas, les convertirá en verdaderas referencias
materiales, pero faltaba, si se quería, el sentido, no tanto espiritual pero sí
religioso.
Definitivamente, si el fraile franciscano vivía aferrado a la concepción teo-
crática y teocentrista del mundo, la legislación castellano-indiana sobre la
ciudad se muestra, desde el primer momento, más secularizada por funcional.
Es algo que ya se aprecia en la obra de Sánchez de Arévalo, que tenía una
concepción de la ciudad eminentemente social, por mucho que, como siem-
pre, fueran numerosas las referencias, obvias, a su origen divino y espiritual.
Nada encontramos en las disposiciones indianas sobre ese cos místic al que
Eiximenis se refería.
Por otra parte, en la obra del autor valenciano se observa un profundo
sentimiento burgués, al servicio certero no tanto del monarca, como de los
ciutadans, entre ellos y destacadamente, los mercaderes. Eiximenis, prototi-
po del ciudadano urbano, no buscaba asentar ni consolidar la población, pues
33
Navarro Segura, Ma. Isabel, “Las fundaciones de ciudades y el pensamiento urbanísti-
co hispano en la era del Descubrimiento”, Scripta Nova. Revista electrónica de Geografía y
Ciencias Sociales, Barcelona, Universidad de Barcelona, vol. 10, 2006, disponible en: http://
www.raco.cat/index.php/ScriptaNova/article/view/58243. A la ciudad de Santa Fe le habían
precedido otros planos regulares desde el XIII, como los del Puerto de Santa María, de Chi-
piona, Rota, Sanlúcar de Barrameda y, sobre todo, del Puerto Real.

UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Revista Mexicana


de Historia del Derecho, XL, pp. 3-27
Universidad Nacional Autónoma de México, IIJ-BJV, 2021
https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/historia-derecho/issue/archive
Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
http://www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx https://revistas.juridicas.unam.mx
DOI: http://dx.doi.org/10.22201/iij.24487880e.2019.40.16181

LA CIUDAD NOVOHISPANA: DEL TARDOMEDIEVO A LA MODERNIDAD 27

su realidad no lo requería, lo que le permitía denostar a las clases bajas. Esta


clase burguesa se ve arrinconada en Sánchez de Arévalo en favor de la no-
bleza, dada la relevancia que le concede a la guerra, y en el caso de América
en favor de los aventureros, así como de los oficios y agricultores en cuanto
sustento imprescindible para una nueva ciudad que se quiere construir y que
devenga permanente. El contexto territorial, pues, era diferente, y también
las distancias entre los diferentes núcleos. Así es que, frente a una realidad
urbana física más parcial en Eiximenis, la formulación de las ciudades his-
panas en este sentido sí que nos puede resultar más completo.
Y en otro ámbito de cosas, lo que hay que tener bien presente es que,
mientras que la legislación urbana y ciudadana de Eiximenis excluye y aísla
por completo al sarraceno, la legislación castellana lo incluye; al menos, lo
contempla para, desde la perspectiva estrictamente normativa, integrarlo. El
significado y el alcance de los términos de estas últimas aportaciones desbor-
dan las presentes páginas; mejor lo dejamos para otra ocasión o delegamos
en los especialistas sobre este tema.

UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Revista Mexicana


de Historia del Derecho, XL, pp. 3-27
Universidad Nacional Autónoma de México, IIJ-BJV, 2021
https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/historia-derecho/issue/archive

También podría gustarte