El Gato Negro - Lectura y Análisis 2024 (1) IDEA 7
El Gato Negro - Lectura y Análisis 2024 (1) IDEA 7
El Gato Negro - Lectura y Análisis 2024 (1) IDEA 7
Departamento de Español
Docente a cargo: M.S.c Patricia Segura Bravo. Guía de Trabajo Análisis Literario de
Nivel: 7 Sección: 7 ___ “El Gato Negro” Edgar Allan Poe
Nombre Completo: _______________________________________________________ Sección: ________
1. Fase Natural
1. Escriba el nombre del autor y el nombre de
Obra literaria: ___________________________ Autora: ___________________________
la obra a estudiar.
Barroca ________________________________________________________________________
2. Busque las palabras que no comprende y
Supersticiosa ___________________________________________________________________
anóteles en el espacio correspondiente
Plutón (dios romano) ___________________________________________________________
Aludir __________________________________________________________________________
Taciturno ______________________________________________________________________
Irritable ________________________________________________________________________
Escrúpulo ______________________________________________________________________
Huraño ________________________________________________________________________
Furor __________________________________________________________________________
Aturdido ______________________________________________________________________
3. Investigue con sus compañeras y familia _______________________________________________________________________________
una creencia o superstición respecto a los _______________________________________________________________________________
gatos negros, escríbala. _______________________________________________________________________________
3. Fase de Ubicación
1. Autor: investigue datos básicos de la vida _________________________________________________________________
y obra del autor.
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_________________________________________________________________
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_______________________________________________________________________________
2. Género literario: Cuento y escriba al
menos 4 características del mismo. _______________________________________________________________________________
_______________________________________________________________________________
(Busque en los folletos de “La Abeja Haragana” y _______________________________________________________________________________
“El Clis de Sol” e investigue las características del _______________________________________________________________________________
género cuento)
_______________________________________________________________________________
4. Fase Analítica
Escriba las respuestas en forma amplia a las siguientes preguntas sobre la obra
1. Observe las siguientes ilustraciones. Escriba una oración que relaciones el dibujo con lo que pasa en el cuento “El Gato Negro”.
Siga el ejemplo
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2. Mencione cinco acciones perversas del protagonista _______________________________________________________
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4. Distinga las causas y las consecuencias de la violencia doméstica en la lista que aparece a continuación:
Escriba CA, si son causas y CO si se trata de una consecuencia. Según las circunstancias un mismo hecho puede aparecer
como origen (causa) en un caso y, en otro, como resultado (consecuencia).
Explique su respuesta.
La muerte
Las drogas
El alcoholismo
El encarcelamiento
La desintegración familiar
El machismo y el feminismo
2. Lea el siguiente fragmento de “El Gato Negro” 5. Lea el siguiente fragmento de “El Gato Negro”
“Era este un enorme y hermoso animal, enteramente negro, e I. Al día siguiente del incendio visité las ruinas.
inteligente hasta un grado excepcional” II. Y a impulsos del demonio Intemperancia (me ruborizo al
El texto anterior es una __________________ y corresponde a confesarlo).
_______________ III. Al mismo tiempo el gato se recobraba lentamente.
El narrador expone sus sentimientos acerca de lo que ha
Descripción / un gato. hecho, en el texto
Explicación / una gallina.
Narración / un perro. I II III
3. Lea el siguiente fragmento de “El Gato Negro” 6. Lea el siguiente fragmento de “El Gato Negro”
“Una noche en que volvía a casa completamente “… mi temperamento y mi carácter se alteraron radicalmente
embriagado, después de una de mis correrías por la ciudad, por culpa del demonio. Intemperancia”
me pareció que el gato evitaba mi presencia” De acuerdo con el sentido del texto anterior, ¿Cuál es el
Con base en el fragmento anterior y lo investigado por usted, significado de la palabra destacada?
se puede afirmar que “El Gato Negro” pertenece al género
cuento porque dominio moderación falta de moderación
ANEXO N°1
Lea con tención el cuento completo
“El Gato Negro”
Edgar Allan Poe
Ni espero ni quiero que se dé crédito a la historia más que el de horror; pero a muchas personas les parecerán menos
extraordinaria, y, sin embargo, más familiar, que voy a referir. terribles que barrocas. Tal vez más tarde haya una inteligencia
Tratándose de un caso en el que mis sentidos se niegan a aceptar que reduzca mi fantasma al estado de lugar común. Alguna
su propio testimonio, yo habría de estar realmente loco si así lo inteligencia más serena, más lógica y mucho menos excitable
creyera. No obstante, no estoy loco, y, con toda seguridad, no que la mía, encontrará tan sólo en las circunstancias que relato
sueño. Pero mañana puedo morir y quisiera aliviar hoy mi espíritu. con terror una serie normal de causas y de efectos naturalísimos.
Mi inmediato deseo es mostrar al mundo, clara, concretamente La docilidad y humanidad de mi carácter sorprendieron desde
y sin comentarios, una serie de simples acontecimientos mi infancia. Tan notable era la ternura de mi corazón, que había
domésticos que, por sus consecuencias, me han aterrorizado, hecho de mí el juguete de mis amigos. Sentía una auténtica
torturado y anonadado. A pesar de todo, no trataré de pasión por los animales, y mis padres me permitieron poseer una
esclarecerlos. A mí casi no me han producido otro sentimiento gran variedad de favoritos. Casi todo el tiempo lo pasaba con
ellos, y nunca me consideraba tan feliz como cuando les daba refiere a Plutón, aún despertaba en mí la consideración suficiente
de comer o los acariciaba. Con los años aumentó esta para no pegarle. En cambio, no sentía ningún escrúpulo en
particularidad de mi carácter, y cuando fui un hombre hice de maltratar a los conejos, al mono e incluso al perro, cuando, por
ella una de mis principales fuentes de gozo. Aquellos que han casualidad o afecto, se cruzaban en mi camino. Pero iba
profesado afecto a un perro fiel y sagaz no requieren la secuestrándome mi mal, porque, ¿qué mal admite una
explicación de la naturaleza o intensidad de los gozos que eso comparación con el alcohol? Andando el tiempo, el mismo
puede producir. En el amor desinteresado de un animal, en el Plutón, que envejecía y, naturalmente se hacía un poco huraño,
sacrificio de sí mismo, hay algo que llega directamente al comenzó a conocer los efectos de mi perverso carácter.
corazón del que con frecuencia ha tenido ocasión de Una noche, en ocasión de regresar a casa
comprobar la amistad mezquina y la frágil fidelidad del completamente ebrio, de vuelta de uno de mis
Hombre natural. frecuentes escondrijos del barrio, me pareció que el gato
Me casé joven. Tuve la suerte de descubrir en mi mujer evitaba mi presencia. Lo cogí, pero él, horrorizado por mi
una disposición semejante a la mía. Habiéndose dado violenta actitud, me hizo en la mano, con los dientes, una
cuenta de mi gusto por estos favoritos domésticos, no leve herida. De mí se apoderó repentinamente un furor
perdió ocasión alguna de proporcionármelos de la demoníaco. En aquel instante dejé de conocerme.
especie más agradable. Tuvimos pájaros, un pez de Pareció como si, de pronto, mi alma original hubiese
color de oro, un magnífico perro, conejos, un mono pequeño y abandonado mi cuerpo, y una ruindad súper demoníaca,
un gato. saturada de ginebra, se filtró en cada una de las fibras de mi ser.
Era este último animal muy fuerte y bello, completamente negro Del bolsillo de mi chaleco saqué un cortaplumas, lo abrí, cogí al
y de una sagacidad maravillosa. Mi mujer, que era, en el fondo, pobre animal por la garganta y, deliberadamente, le vacié un
algo supersticiosa, hablando de su inteligencia, aludía ojo... Me cubre el rubor, me abrasa, me estremezco al escribir
frecuentemente a la antigua creencia popular que consideraba esta abominable atrocidad.
a todos los gatos negros como brujas disimuladas. No quiere esto Cuando, al amanecer, hube recuperado la razón, cuando se
decir que hablara siempre en serio sobre este particular, y lo hubieron disipado los vapores de mi crápula nocturna,
consigno sencillamente porque lo recuerdo. experimenté un sentimiento mitad horror, mitad remordimiento,
Plutón -llamábase así el gato- era mi predilecto amigo. Sólo yo le por el crimen que había cometido. Pero, todo lo más, era un débil
daba de comer, y adondequiera que fuese me seguía por la y equívoco sentimiento, y el alma no sufrió sus acometidas. Volví
casa. Incluso me costaba trabajo impedirle que me siguiera por a sumirme en los excesos, y no tardé en ahogar en el vino todo
la calle. recuerdo de mi acción.
Nuestra amistad subsistió así algunos años, durante los cuales mi Curó entre tanto el gato lentamente. La órbita del ojo perdido
carácter y mi temperamento -me sonroja confesarlo-, por causa presentaba, es cierto, un aspecto espantoso. Pero después, con
del demonio de la intemperancia, sufrió una alteración el tiempo, no pareció que se daba cuenta de ello. Según su
radicalmente funesta. De día en día me hice más taciturno, más costumbre, iba y venía por la casa; pero, como debí suponerlo,
irritable, más indiferente a los sentimientos ajenos. Empleé con mi en cuanto veía que me aproximaba a él, huía aterrorizado. Me
mujer un lenguaje brutal, y con el tiempo la afligí incluso con quedaba aún lo bastante de mi antiguo corazón para que me
violencias personales. Naturalmente, mi pobre favorito debió de afligiera aquella manifiesta antipatía en una criatura que tanto
notar el cambio de mi carácter. No solamente no les hacía caso me había amado anteriormente. Pero este sentimiento no tardó
alguno, sino que los maltrataba. Sin embargo, por lo que se en ser desalojado por la irritación. Como para mi caída final e
irrevocable, brotó entonces el espíritu de perversidad, espíritu del habían derrumbado. Esta sola excepción la constituía un
que la filosofía no se cuida ni poco ni mucho. delgado tabique interior, situado casi en la mitad de la casa,
No obstante, tan seguro como que existe mi alma, creo que la contra el que se apoyaba la cabecera de mi lecho. Allí la fábrica
perversidad es uno de los primitivos impulsos del corazón había resistido en gran parte a la acción del fuego, hecho que
humano, una de esas indivisibles primeras facultades o atribuí a haber sido renovada recientemente. En torno a aquella
sentimientos que dirigen el carácter del hombre... ¿Quién no se pared se congregaba la multitud, y numerosas personas
ha sorprendido numerosas veces cometiendo una acción necia examinaban una parte del muro con atención viva y minuciosa.
o vil, por la única razón de que sabía que no debía cometerla? Excitaron mi curiosidad las palabras: “extraño”, “singular”, y otras
¿No tenemos una constante inclinación, pese a lo excelente de expresiones parecidas. Me acerqué y vi, a modo de un
nuestro juicio, a violar lo que es la ley, simplemente porque bajorrelieve esculpido sobre la blanca superficie, la figura de un
comprendemos que es la Ley? gigantesco gato. La imagen estaba copiada con una exactitud
Digo que este espíritu de perversidad hubo de producir mi ruina realmente maravillosa. Rodeaba el cuello del animal una cuerda.
completa. El vivo e insondable deseo del alma de atormentarse Apenas hube visto esta aparición -porque yo no podía considerar
a sí misma, de violentar su propia naturaleza, de hacer el mal aquello más que como una aparición-, mi asombro y mi terror
por amor al mal, me impulsaba a continuar y fueron extraordinarios. Por fin vino en mi amparo la
últimamente a llevar a efecto el suplicio que había reflexión. Recordaba que el gato había sido ahorcado
infligido al inofensivo animal. Una mañana, a sangre en un jardín contiguo a la casa. A los gritos de alarma,
fría, ceñí un nudo corredizo en torno a su cuello y lo el jardín fue invadido inmediatamente por la
ahorqué de la rama de un árbol. Lo ahorqué con mis muchedumbre, y el animal debió de ser descolgado
ojos llenos de lágrimas, con el corazón desbordante por alguien del árbol y arrojado a mi cuarto por una
del más amargo remordimiento. Lo ahorqué porque ventana abierta. Indudablemente se hizo esto con el fin
sabía que él me había amado, y porque reconocía de despertarme. El derrumbamiento de las restantes
que no me había dado motivo alguno para encolerizarme con paredes había comprimido a la víctima de mi crueldad en el yeso
él. Lo ahorqué porque sabía que al hacerlo cometía un pecado, recientemente extendido. La cal del muro, en combinación con
un pecado mortal que comprometía a mi alma inmortal, hasta el las llamas y el amoníaco del cadáver, produjeron la imagen tal
punto de colocarla, si esto fuera posible, lejos incluso de la como yo la veía.
misericordia infinita del muy terrible y misericordioso Dios. Aunque prontamente satisfice así a mi razón, ya que no por
En la noche siguiente al día en que fue cometida una acción tan completo mi conciencia, no dejó, sin embargo, de grabar en mi
cruel, me despertó del sueño el grito de: “¡Fuego!” Ardían las imaginación una huella profunda el sorprendente caso que
cortinas de mi lecho. La casa era una gran hoguera. No sin acabo de dar cuenta. Durante algunos meses no pude liberarme
grandes dificultades, mi mujer, un criado y yo logramos escapar del fantasma del gato, y en todo este tiempo nació en mi alma
del incendio. La destrucción fue total. Quedé arruinado, y me una especie de sentimiento que se parecía, aunque no lo era, al
entregué desde entonces a la desesperación. remordimiento. Llegué incluso a lamentar la pérdida del animal y
No intento establecer relación alguna entre causa y efecto con a buscar en torno mío, en los miserables tugurios que a la sazón
respecto a la atrocidad y el desastre. Estoy por encima de tal frecuentaba, otro favorito de la misma especie y de facciones
debilidad. Pero me limito a dar cuenta de una cadena de parecidas que pudiera sustituirle.
hechos y no quiero omitir el menor eslabón. Visité las ruinas el día Hallábame sentado una noche, medio aturdido, en un bodegón
siguiente al del incendio. Excepto una, todas las paredes se infame, cuando atrajo repentinamente mi atención un objeto
negro que yacía en lo alto de uno de los inmensos barriles de ya, poseía grandemente la ternura de sentimientos que fue en
ginebra o ron que componían el mobiliario más importante de la otro tiempo mi rasgo característico y el frecuente manantial de
sala. Hacía ya algunos momentos que miraba a lo alto del tonel, mis placeres más sencillos y puros.
y me sorprendió no haber advertido el objeto colocado encima. Sin embargo, el cariño que el gato me demostraba parecía
Me acerqué a él y lo toqué. Era un gato negro, enorme, tan crecer en razón directa de mi odio hacia él. Con una tenacidad
corpulento como Plutón, al que se parecía en todo menos en un imposible de hacer comprender al lector, seguía
pormenor: Plutón no tenía un solo pelo blanco en todo el cuerpo, constantemente mis pasos. En cuanto me sentaba,
pero éste tenía una señal ancha y blanca, aunque de forma acurrucábase bajo mi silla, o saltaba sobre mis rodillas,
indefinida, que le cubría casi toda la región del pecho. cubriéndome con sus caricias espantosas. Si me levantaba para
Apenas puse en él mi mano, se levantó repentinamente, andar, metíase entre mis piernas y casi me derribaba, o bien,
ronroneando con fuerza, se restregó contra mi mano y pareció clavando sus largas y agudas garras en mi ropa, trepaba por ellas
contento de mi atención. Era pues, el animal que yo buscaba. hasta mi pecho. En esos instantes, aun cuando hubiera querido
Me apresuré a proponer al dueño su adquisición, pero matarle de un golpe, me lo impedía en parte el recuerdo
éste no tuvo interés alguno por el animal. Ni le conocía de mi primer crimen; pero, sobre todo, me apresuro a
ni le había visto hasta entonces. confesarlo, el verdadero terror del animal.
Continué acariciándole, y cuando me disponía a Este terror no era positivamente el de un mal físico, y, no
regresar a mi casa, el animal se mostró dispuesto a obstante, me sería muy difícil definirlo de otro modo. Casi
seguirme. Se lo permití, e inclinándome de cuando en me avergüenza confesarlo. Aun en esta celda de
cuando, caminamos hacia mi casa acariciándole. malhechor, casi me avergüenza confesar que el horror y
Cuando llegó a ella se encontró como si fuera la suya, el pánico que me inspiraba el animal habíanse
y se convirtió rápidamente en el mejor amigo de mi acrecentado a causa de una de las fantasías más
mujer. perfectas que es posible imaginar. Mi mujer, no pocas veces,
Por mi parte, no tardó en formarse en mí una antipatía hacia él. había llamado mi atención con respecto al carácter de la
Era, pues, precisamente, lo contrario de lo que yo había mancha blanca de que he hablado y que constituía la única
esperado. No sé cómo ni por qué sucedió esto, pero su evidente diferencia perceptible entre el animal extraño y aquel que había
ternura me enojaba y casi me fatigaba. Paulatinamente, estos matado yo. Recordará, sin duda, el lector que esta señal, aunque
sentimientos de disgusto y fastidio acrecentaron hasta convertirse grande, tuvo primitivamente una forma indefinida. Pero lenta,
en la amargura del odio. Yo evitaba su presencia. Una especie gradualmente, por fases imperceptibles y que mi razón se esforzó
de vergüenza, y el recuerdo de mi primera crueldad, me durante largo tiempo en considerar como imaginaria, había
impidieron que lo maltratara. Durante algunas semanas me concluido adquiriendo una nitidez rigurosa de contornos.
abstuve de pegarle o de tratarle con violencia; pero gradual, En ese momento era la imagen de un objeto que me hace
insensiblemente, llegué a sentir por él un horror indecible, y a temblar nombrarlo. Era, sobre todo, lo que me hacía mirarle
eludir en silencio, como si huyera de la peste, su odiosa presencia. como a un monstruo de horror y repugnancia, y lo que, si me
Sin duda, lo que aumentó mi odio por el animal fue el hubiera atrevido, me hubiese impulsado a librarme de él. Era
descubrimiento que hice a la mañana del siguiente día de ahora, digo, la imagen de una cosa abominable y siniestra: la
haberlo llevado a casa. Como Plutón, también él había sido imagen ¡de la horca! ¡Oh lúgubre y terrible máquina, máquina de
privado de uno de sus ojos. Sin embargo, esta circunstancia espanto y crimen, de muerte y agonía!
contribuyó a hacerle más grato a mi mujer, que, como he dicho
Yo era entonces, en verdad, un miserable, más allá de la miseria y arrojar al suelo los pedazos. Resolví después cavar una fosa en
posible de la Humanidad. Una bestia bruta, cuyo hermano fue el piso de la cueva. Luego pensé arrojarlo al pozo del jardín.
aniquilado por mí con desprecio, una bestia bruta engendraba Cambien la idea y decidí embalarlo en un cajón, como una
en mí en mí, hombre formado a imagen del Altísimo, tan grande mercancía, en la forma de costumbre, y encargar a un
e intolerable infortunio. ¡Ay! Ni de día ni de noche conocía yo la mandadero que se lo llevase de casa. Pero, por último, me
paz del descanso. Ni un solo instante, durante el día, dejábame detuve ante un proyecto que consideré el más factible. Me
el animal. Y de noche, a cada momento, cuando salía de mis decidí a emparedarlo en el sótano, como se dice que hacían en
sueños lleno de indefinible angustia, era tan sólo para sentir el la Edad Media los monjes con sus víctimas.
aliento tibio de la cosa sobre mi rostro y su enorme peso, La cueva parecía estar construida a propósito para semejante
encarnación de una pesadilla que yo no podía separar de mí y proyecto. Los muros no estaban levantados con el cuidado de
que parecía eternamente posada en mi corazón. costumbre y no hacía mucho tiempo había sido cubierto en toda
Bajo tales tormentos sucumbió lo poco que había de bueno en su extensión por una capa de yeso que no dejó endurecer la
mí. Infames pensamientos convirtiéronse en mis íntimos; los más humedad.
sombríos, los más infames de todos los pensamientos. La tristeza Por otra parte, había un saliente en uno de los muros, producido
de mi humor de costumbre se acrecentó hasta hacerme por una chimenea artificial o especie de hogar que quedó luego
aborrecer a todas las cosas y a la Humanidad tapado y dispuesto de la misma forma que el resto del
entera. Mi mujer, sin embargo, no se quejaba nunca sótano. No dudé que me sería fácil quitar los ladrillos
¡Ay! Era mi paño de lágrimas de siempre. La más de aquel sitio, colocar el cadáver y emparedarlo del
paciente víctima de las repentinas, frecuentes e mismo modo, de forma que ninguna mirada pudiese
indomables expansiones de una furia a la que descubrir nada sospechoso.
ciertamente me abandoné desde entonces. No me engañó mi cálculo. Ayudado por una palanca,
Para un quehacer doméstico, me acompañó un separé sin dificultad los ladrillos, y, habiendo luego
día al sótano de un viejo edificio en el que nos aplicado cuidadosamente el cuerpo contra la pared
obligara a vivir nuestra pobreza. Por los agudos peldaños de la interior, lo sostuve en esta postura hasta poder establecer sin gran
escalera me seguía el gato, y, habiéndome hecho tropezar la esfuerzo toda la fábrica a su estado primitivo. Con todas las
cabeza, me exasperó hasta la locura. Apoderándome de un precauciones imaginables, me preocupé una argamasa de cal
hacha y olvidando en mi furor el espanto pueril que había y arena, preparé una capa que no podía distinguirse de la
detenido hasta entonces mi mano, dirigí un golpe al animal, que primitiva y cubrí escrupulosamente con ella el nuevo tabique.
hubiera sido mortal si le hubiera alcanzado como quería. Pero la Cuando terminé, vi que todo había resultado perfecto. La pared
mano de mi mujer detuvo el golpe. Una rabia más que diabólica no presentaba la más leve señal de arreglo. Con el mayor
me produjo esta intervención. Liberé mi brazo del obstáculo que cuidado barrí el suelo y recogí los escombros, miré triunfalmente
lo detenía y le hundí a ella el hacha en el cráneo. Mi mujer cayó en torno mío y me dije: “Por lo menos, aquí, mi trabajo no ha sido
muerta instantáneamente, sin exhalar siquiera un gemido. infructuoso”.
Realizado el horrible asesinato, inmediata y resueltamente Mi primera idea, entonces, fue buscar al animal que fue causante
procuré esconder el cuerpo. Me di cuenta de que no podía de tan tremenda desgracia, porque, al fin, había resuelto
hacerlo desaparecer de la casa, ni de día ni de noche, sin correr matarlo. Si en aquel momento hubiera podido encontrarle, nada
el riesgo de que se enteraran los vecinos. Asaltaron mi mente hubiese evitado su destino. Pero parecía que el artificioso animal,
varios proyectos. Pensé por un instante en fragmentar el cadáver ante la violencia de mi cólera, habíase alarmado y procuraba no
presentarse ante mí, desafiando mi mal humor. Imposible ésta es una casa excelentemente construida. Estos muros... ¿Se
describir o imaginar la intensa, la apacible sensación de alivio van ustedes, señores? Estos muros están construidos con una gran
que trajo a mi corazón la ausencia de la detestable criatura. En solidez.
toda la noche se presentó, y ésta fue la primera que Entonces, por una fanfarronada frenética, golpeé con
gocé desde su entrada en la casa, durmiendo fuerza, con un bastón que tenía en la mano en ese
tranquila y profundamente. Sí; dormí con el peso de momento, precisamente sobre la pared del tabique tras
aquel asesinato en mi alma. el cual yacía la esposa de mi corazón.
Transcurrieron el segundo y el tercer día. Mi verdugo ¡Ah! Que por lo menos Dios me proteja y me libre de las
no vino, sin embargo. Como un hombre libre, respiré garras del archidemonio. Apenas húbose hundido en el
una vez más. En su terror, el monstruo había silencio el eco de mis golpes, me respondió una voz
abandonado para siempre aquellos lugares. Ya no volvería a desde el fondo de la tumba.
verle nunca: Mi dicha era infinita. Me inquietaba muy poco la Era primero una queja, velada y encontrada como el sollozo de
criminalidad de mi tenebrosa acción. Inicióse una especie de un niño. Después, en seguida, se hinchó en un prolongado,
sumario que apuró poco las averiguaciones. También se dispuso sonoro y continuo, completamente anormal e inhumano, un
un reconocimiento, pero, naturalmente, nada podía descubrirse. alarido, un aullido, mitad horror, mitad triunfo, como solamente
Yo daba por asegurada mi felicidad futura. puede brotar del infierno, horrible armonía que surgiera al unísono
Al cuarto día después de haberse cometido el asesinato, se de las gargantas de los condenados en sus torturas y de los
presentó inopinadamente en mi casa un grupo de agentes de demonios que gozaban en la condenación.
Policía y procedió de nuevo a una rigurosa investigación del Sería una locura expresaros mis sentimientos. Me sentí desfallecer
local. Sin embargo, confiado en lo impenetrable del escondite, y, tambaleándome, caí contra la pared opuesta. Durante un
no experimenté ninguna turbación. instante detuviéronse en los escalones los agentes. El terror los
Los agentes quisieron que les acompañase en sus pesquisas. Fue había dejado atónitos. Un momento después, doce brazos
explorado hasta el último rincón. Por tercera o cuarta vez bajaron robustos atacaron la pared, que cayó a tierra de un golpe. El
por último a la cueva. No me altere lo más mínimo. Como el de cadáver, muy desfigurado ya y cubierto de sangre coagulada,
un hombre que reposa en la inocencia, mi corazón latía apareció, rígido, a los ojos de los circundantes.
pacíficamente. Recorrí el sótano de punta a punta, crucé los Sobre su cabeza, con las rojas fauces dilatadas y llameando el
brazos sobre mi pecho y me paseé indiferente de un lado a otro. único ojo, se posaba el odioso animal cuya astucia me llevó al
Plenamente satisfecha, la Policía se disponía a abandonar la asesinato y cuya reveladora voz me entregaba al verdugo. Yo
casa. Era demasiado intenso el júbilo de mi corazón para que había emparedado al monstruo en la tumba.
pudiera reprimirlo. Sentía la viva necesidad de decir una palabra,
una palabra tan sólo a modo de triunfo, y hacer doblemente
evidente su convicción con respecto a mi inocencia.
-Señores -dije, por último, cuando los agentes subían la escalera,-
es para mí una gran satisfacción habrá desvanecido sus
sospechas. Deseo a todos ustedes una buena salud y un poco
más de cortesía. Dicho sea de paso, señores, tienen ustedes aquí
una casa construida -apenas sabía lo que hablaba, en mi furioso
deseo de decir algo con aire deliberado-. Puedo asegurar que