¿Autocracia o Democracia?
¿Autocracia o Democracia?
¿Autocracia o Democracia?
Departamento de Filosofía
SFC, Política Contemporánea
I Semestre del 2023
Profesor: Lisímaco Parra, Rodolfo Arango Rivera
Estudiante: Juan Camilo Cardenas Benjumea.
¿Democracia o autocracia?
Introducción
La democracia a demostrado ser mejor que la autocracia en muchos momentos. No
obstante, Hans Kelsen (1917) propone que una buena soberanía es la que tiene estas dos
formas de gobierno ejerciendo. Ya que hay algunos órganos políticos autocráticos capaces
de limitar la democracia para que esta no se explaye por completo; porque los extremos
también son malos. De esta manera, me propondré a reconstruir los argumentos expuestos
por este filosofo en los apartados VII, VIII y IX de su obra Esencia y valor de la
democracia, y así entender mejor sus tesis.
Sobre la administración
Kelsen describe cómo la naturaleza graduada de la voluntad colectiva, que se desenvuelve
en dos categorías -normas generales y actos individuales-, ha llevado a la creación de
órganos parlamentarios que actúan como barreras para las aspiraciones ideológicas de la
libertad. Esta barrera se ha hecho más evidente cuando los partidos democráticos han
tratado de realizar el ideal de la democracia en la práctica, y han buscado democratizar la
función ejecutiva del Estado, que incluye la administración de justicia y la administración
pública.
Kelsen señala que esta aspiración a la democratización de la función ejecutiva no siempre
proviene de los partidos democráticos en el poder, sino a menudo de los partidos
minoritarios que no tienen un gran afán por los principios democráticos. También destaca
que, a menudo, los partidos democráticos que antes abogaban por la democratización de la
función ejecutiva, una vez que obtienen el poder, abandonan esta pretensión o la llevan a
cabo de manera lenta. Sin embargo, Kelsen enfatiza que esto no significa que los partidos
democráticos se pongan en contra de los principios de la democracia, sino que ‘la estructura
peculiar del proceso de formación de la voluntad del Estado y la diferente naturaleza de las
dos funciones’ (normas generales y actos individuales) hacen que la democratización de
una de ellas tenga efectos contrarios a la otra. Ya que una es ‘libre formación de la
voluntad’ (legalidad) y la otra ‘una forma reglamentada de voluntad’ (función ejecutiva).
De igual manera, sugiere que el sistema ministerial autocrático, en el que las funciones
ejecutivas son encomendadas a órganos individuales, es más adecuado que el sistema
democrático con órganos colegiados para garantizar la legalidad en la función ejecutiva.
Puesto que estos tienen un grado de responsabilidad frente al parlamento. Dándonos “cierta
garantía -aunque de ningún modo la única posible- para la actuación legal de estos órganos”
(Kelsen, 1974, p. 101)
Es así que, Kelsen propone la incompatibilidad entre el principio de legalidad y el de
democracia. Destaca la diversidad funcional de los actos individuales del Estado y la
formación de la voluntad general, y argumenta que la descentralización es necesaria para la
función ejecutiva, pero puede ser peligrosa para la legislación si conduce a una
contraposición con el Parlamento central. Kelsen sugiere que la democracia en la formación
de la voluntad en el ámbito administrativo puede ser mantenida mejor por organismos
individuales nombrados por el Poder central y responsables ante él, en lugar de por
corporaciones autónomas, como los colegios. Esto es algo que puede ser muy autocrático,
pero necesario para mantener la legalidad y la democracia en la función ejecutiva del
estado. Además, Kelsen considera que la burocratización aumenta en la misma medida en
que crecen las tareas administrativas del Estado y con ellas las funciones ejecutivas. Sin
embargo, la burocratización no significa una ‘claudicación’ de la democracia, sino que en
ciertas condiciones puede significar el mantenimiento de la democracia, ya que el principio
democrático atiende ‘las grandes directrices’ y no los ‘pormenores’.
Kelsen ve esta contraposición entre legalidad y democracia como algo funcional. Aborda la
conexión entre la democracia en la legislación y la democracia en la función ejecutiva en el
ámbito de la administración pública. Según Kelsen, para lograr una verdadera
democratización en la función ejecutiva y la administración, es crucial fortalecer la labor
legislativa y limitar las funciones permitidas por la ley para prevenir posibles violaciones
de la misma por parte de los organismos ejecutivos.
Por otra parte, para que la administración pública sea verdaderamente democrática, es
necesario que tenga una gran autonomía y esté descentralizada, lo que implica un mayor
riesgo a la hora de cumplir sus oficios con legalidad. Esto significa que debe haber órganos
autónomos a nivel regional y municipal que supervisen la legalidad de las funciones
ejecutadas, en lugar de que sean nombrados por jerarquías superiores. Según Kelsen, en una
Monarquía constitucional, existe una mezcla de formas autocráticas y democráticas que
pueden afectar incluso a la formación de la voluntad estatal más alta. Esto puede llevar a un
colapso de la democracia por la autocracia, o viceversa. Sin embargo, si se reserva la toma
de decisiones estatales solo a órganos democráticos y no los superiores, se fortalece la
democracia y no hay riesgo de que la autocracia la debilite.
De esta manera Kelsen defiende que la democracia necesita de la legalidad y el
establecimiento de instituciones de control para garantizar que la función ejecutiva cumpla
con la ley. Para ello, sostiene que la jurisdicción ‘contencioso-administrativa’ es esencial
para supervisar los actos administrativos y asegurar la legalidad de las normas generales.
Asimismo, enfatiza la relevancia de la jurisdicción constitucional para la democracia, ya
que protege la Constitución durante el proceso legislativo y resguarda los intereses de la
minoría. También es fundamental que la minoría tenga la capacidad de apelar directa o
indirectamente ante un tribunal constitucional, para garantizar que la Constitución no sea
ignorada. También se destaca la importancia de implementar un sistema de control en una
democracia moderna para asegurar su sostenibilidad. Una democracia sin control está
destinada al fracaso, ya que la violación del principio de la legalidad sería el equivalente a
un acto de autodestrucción. Mientras que el proceso legislativo y la designación de los
órganos ejecutivos superiores son esenciales para el principio democrático, la función
ejecutiva, que incluye el poder del Estado en la administración pública y la justicia, debe
ser regida por el principio de la legalidad. De esta manera, se excluye cualquier tipo de
influencia partidista en la aplicación de las leyes por parte de los tribunales o autoridades
administrativas.
Para finalizar, Kelsen destaca que la creación de órganos legislativos y burocracias es una
necesidad en cualquier forma de gobierno, ya sea democrático o autocrático. A pesar de las
diferencias ideológicas, ambos sistemas políticos comparten una similitud en su estructura
efectiva. Del mismo modo, se observa una tendencia hacia la unificación en los Estados
modernos en términos de su Constitución y el contenido de sus leyes, tanto en el ámbito
civil como penal. Esto indica que los Estados están cada vez más cercanos en su enfoque de
la justicia en estos ámbitos, lo que puede tener importantes implicaciones en el futuro de la
política y la sociedad en general.
Sobre la selección de dirigentes
Aquí se vuelve a al tema de ideología y realidad. Primeramente, se reflexiona sobre la
aparente contradicción entre la ideología democrática de la libertad y la realidad social de
un Estado democrático. Señala que puede parecer sorprendente que exista una discrepancia
tan grande entre estas dos cosas, y que la ideología democrática de la libertad pueda parecer
una ilusión insostenible en la realidad social. También se hace una analogía entre esta
contradicción y la ilusión ética del libre albedrío frente a la determinación causal de la
voluntad humana. Es decir, la ideología de la libertad democrática puede ser vista como una
ilusión que pretende suavizar los motivos sombríos con que suenan las férreas cadenas de la
realidad social.
De lo anterior, se plantea que, aunque el ideal democrático implica la ausencia de líderes,
esto no es posible debido a la realidad social que incluye el caudillismo. En lugar de la
voluntad de un líder, es importante que una gran parte del pueblo participe en la formación
de la voluntad del gobierno, especialmente en la legislación. Es la importancia del órgano
legislativo en la formación de la voluntad popular y en la limitación del poder del líder a la
ejecución de las leyes. También se menciona la creación de un órgano legislativo colegiado
para impedir que los caudillos elegidos salgan de control y su diferencia con regímenes en
los que el gobernante hace y ejecuta las leyes. Además, se discute la separación de poderes
y la distribución de poderes entre diferentes órganos como una forma de limitar el poder del
monarca, pero no necesariamente como un principio democrático.
Precisamente, la separación de poderes en una monarquía constitucional puede limitar el
poder legislativo. La función legislativa por sí sola no es suficiente para garantizar la
soberanía popular y que se necesita una mayor dependencia del poder ejecutivo en el poder
legislativo. También se comparó el descaro de la República presidencial de los Estados
Unidos con una monarquía constitucional. Ya que este gobierno aceptó el dogma de la
separación de poderes y lo puso en nombre de la democracia. Por lo que se plantea que la
independencia del poder ejecutivo en manos del presidente puede tener consecuencias
similares a las de un monarca hereditario en términos de atacar la soberanía popular. En
este sentido, un presidente elegido directamente por el pueblo podría tener un poder tan
ilimitado como un monarca, lo que podría llevar a una autocracia temporal. Aun así, la
separación de poderes es ‘beneficiosa’ en razón del acercamiento de los ciudadanos al
gobierno. No obstante, se cree que cuando el ciudadano esta eligiendo a su líder, éste
recibirá un tipo de transferencia de la voluntad del que está eligiendo. Lo cual es
lógicamente imposible, la elección no implica una transferencia de voluntad, sino una
selección de lideres basada en la identificación de los intereses de los electores con los de
los elegidos. En este sentido, la elección es un medio para la representación de la voluntad
popular, pero no su transferencia. Aun así, hay lideres autocráticos que si creen tener la
voluntad máxima o algo por el estilo. Haciéndoles creer a los ciudadanos que es un tipo de
divinidad.
Justamente, Kelsen critica el argumento de que la autocracia es más efectiva que la
democracia en términos de promover una buena gobernanza. Sostiene que tanto la
autocracia como la democracia son métodos para establecer un orden social y que ambos
sistemas tienen la capacidad de producir una buena gobernanza en teoría. El problema
radica en cómo fomentar un liderazgo adecuado, y en este sentido, se argumenta que la
democracia es superior a la autocracia. Esto se debe a que la democracia permite una
amplia competencia por los puestos de liderazgo y ofrece mejores mecanismos para
destituir a líderes inadecuados. Además, la democracia tiende a ser más transparente, lo que
facilita la detección de la corrupción y la mala gestión. La democracia requiere educación
para funcionar adecuadamente ya que existe la posibilidad de que los demagogos y
charlatanes alcancen el poder en un sistema democrático. (cf. Esencia y valor de la
democracia, p. 123)
De la democracia formal y social
Para Kelsen la perspectiva marxista está equivocada al argumentar que la idea de
democracia construida por el principio de mayoría es una democracia formal o burguesa.
Puesto que el valor de la libertad es el que define la idea de democracia. El permitir que el
pueblo sea participe de las funciones ejecutivas y legislativas. También sostiene que la
igualdad puede tener diferentes interpretaciones y no es necesariamente esencial para la
democracia. Aunque se puede interpretar la igualdad como equiparación material o
económica, esto no implica necesariamente la existencia de una democracia. Asimismo,
critica la tendencia moderna del marxismo, especialmente la doctrina bolchevique, de
utilizar la democracia como término para justificar su ideología de justicia. Puesto que el
termino de democracia se puede corromper si se utiliza para sistemas políticos dictatoriales.
Después establece una relación entre el socialismo y la democracia, y cómo ha
evolucionado dicha relación a lo largo del tiempo. El socialismo surge de la premisa de que
el proletariado, la mayoría empobrecida y explotada de la población, debe luchar por la
democracia para acceder al poder. Sin embargo, el surgimiento y consolidación de las
democracias burguesas han desestimado las esperanzas del socialismo de que el
proletariado adquiera el poder a través de la democracia. Debido a que la democracia
política no garantiza necesariamente una democracia económica, el socialismo ha
modificado su enfoque y ha abandonado la democracia en favor de la dictadura del
proletariado o la dictadura nacionalista de la burguesía. Es necesario señala que existen dos
formas primarias de estructura estatal: la democracia y la autocracia, y la elección entre
ellas depende de los fundamentos filosóficos subjetivos de cada individuo.
Conclusión
Para finalizar, la idea de llevar un gobierno mixto entre autocracia y democracia suena a
una buena idea de gobierno (sino es que la mejor). No obstante, Kelsen sostiene que el
individuo elige entre estas dos, solo subjetivamente; remitiendo toda la responsabilidad de
la soberanía al pueblo. Siendo así, la esencia de la democracia, un hecho donde el poder
político es ejercido por el pueblo, a través de sus representantes elegidos en elecciones
libres y justas. Asumiendo que la democracia es el mejor sistema político porque asegura la
libertad individual y el derecho de todos los ciudadanos a participar en el proceso político.
En consecuencia, el valor más importante de la democracia es su capacidad para mantener
el orden social y la paz en la sociedad. Un medio para evitar la violencia y el conflicto en la
sociedad. Además, la democracia garantiza que los gobernantes sean responsables ante el
pueblo y que exista una rendición de cuentas efectiva en el gobierno.
Bibliografía
Kelsen, H. Esencia y valor de la democracia (1920), Editorial México, 1974.