Cancion y Nacion en Brasil y Chile Años 40 y 50
Cancion y Nacion en Brasil y Chile Años 40 y 50
Cancion y Nacion en Brasil y Chile Años 40 y 50
RESUMEN
A mediados del siglo XX, entre los años cuarenta y cincuenta, sobre todo después de
la Segunda Guerra Mundial, el interminable debate acerca de la identidad nacional se
retoma en América Latina con nuevas bases. La cultura de masas, especialmente la
música popular ligada al mercado, se configura por su amplia capacidad de difusión
–revelada en sus variadas formas de producción, circulación y consumo– como uno de
los principales campos de disputa en torno de lo nacional. En ese período, en Brasil y
en Chile son importantes las discusiones acerca de la selección, preservación y perpe-
tuación de un determinado repertorio de la música popular urbana como representante
de la música folclórica nacional. Estas discusiones, analizadas a partir de las represen-
taciones discursivas vehiculadas por la prensa escrita especializada, tanto académica
como de gran circulación, constituyen la problemática central de este artículo.
ABSTRACT
At the middle of the twentieth century, between the forties and the fifties, especially
after the Second World War, the endless debate concerning national identity was
taken up again in Latin America with a new focus. Mass culture, especially popular
music with ties to the music industry, was shaped by its great capacity to spread-
shown through its assorted forms of production, circulation and consumption- as
one of the main areas of dispute related to the question of what is considered to be
national. During that period there were important debates in Brazil and Chile about
the selection, preservation and perpetuation of a certain repertoire of popular urban
music as being representative of national folk music. These debates, which are analy-
zed starting from discursive representations driven by the written press, in both the
specialized academic and the large-circulation press, constitute the central focus of
this article.
*
Doctora en Historia Social, Universidade de São Paulo (USP). Profesora del Departamento de
Historia de la Universidad Estadual Paulista (UNESP), Brasil. Correo electrónico: [email protected]
**
Este artículo es parte de los resultados de mi investigación de postdoctorado en Historia Social,
cuyo título es Música Popular e identidad nacional: un estudio comparativo entre Chile y Brasil después
de la Segunda Guerra Mundial (1946-1968), realizada en la Universidad de San Pablo (USP) y en la Pon-
tificia Universidad Católica de Chile, en 2008.
50 HISTORIA 45 / 2012
Key words: popular music, folk music, tradition, modernity, national identity.
Surgidos en la Europa del siglo XIX, los estudios folclóricos estuvieron relacio-
nados con la necesidad de construir una identidad para la nación. En este ambiente,
los folcloristas eligieron al pueblo, entendido aquí como campesinos analfabetos y su
cultura oral –poesía, melodías, danzas, fiestas, costumbres y creencias de las pobla-
ciones rurales–, como el único representante legítimo de la nacionalidad. Se fijó un
tiempo y un lugar de origen como reservorio de esta identidad concebida por estos
estudios como su quinta esencia. Cuanto más próximo a la naturaleza, menos vulne-
rable se estaría a las influencias extranjeras que, hacía algún tiempo, contaminaban
a la población urbana. Lo diferente era traducido como conflicto y la posibilidad de
renovación de esa identidad, inexistente, inaceptable1.
Así, en la operación de folclorización, lo popular fue transformado en tradición2.
Para tradicionalizar lo popular fue necesario primero atribuirlo al pasado –lugar
donde supuestamente era encontrado en estado puro– y en seguida fijarlo, museificar-
lo a partir de criterios ideológicamente constituidos en el presente.
En el campo de la música popular, la constitución y selección de un repertorio
definido como auténtico representante de la identidad nacional implicó un proceso
de inclusión y exclusión, en el cual “los elementos que componían la tradición, su
invariabilidad, repetición y permanencia”3, se elegían teniendo como referencia su
contrario, lo diverso, la discontinuidad, la amenaza de cambios.
Si por un lado hoy este discurso puede fácilmente ser considerado conservador o
reaccionario, por otro se hace necesario entenderlo históricamente. Fueron los fol-
cloristas, pautados en conceptos y argumentos científicos, unos de los primeros en
preocuparse por la definición de un “carácter nacional”. En esta dirección, concuerdo
con el antropólogo Luis Rodolfo Vilhena que propone, antes de condenar y descartar
los estudios folclóricos, la siguiente indagación:
“¿por qué y en qué medida fue importante para segmentos significativos de intelectuales,
en diferentes contextos nacionales e institucionales, focalizar la cultura popular, incluso
vista por un sinnúmero de ópticas deformantes, y tomarla como fuente de respuestas para
sus anhelos de comprender y definir el carácter nacional?”4.
1
A pesar de las polémicas internas entre los folcloristas fue, básicamente, esta concepción de folclo-
re que llegó al siglo XX, conduciendo los debates en torno de los criterios para definir la cultura nacional.
2
Néstor García Canclini, Culturas Hibridas, São Paulo, Edusp, 1998.
3
Eric Hobsbawm, A invenção das tradições, São Paulo, Paz e Terra, 1997.
4
Luis Rodolfo Vilhena, Projeto e Missão, o movimento folclórico brasileiro, Rio de Janeiro, Fu-
narte, 1997, 29.
TÂNIA DA COSTA GARCIA / RECONFIGURANDO LA CANCIÓN, REINVENTANDO LA NACIÓN... 51
El final de la Segunda Guerra constituye uno de estos contextos en los que los es-
tudios folclóricos tuvieron nuevamente relevancia, en particular en países latinoameri-
canos como Brasil y Chile. Si por un lado tal período estuvo marcado por el deseo de
progreso, por la ambición de una nación autónoma e independiente en términos econó-
micos; por otro, el intenso flujo migratorio en dirección a las ciudades, invirtiendo la ló-
gica de ocupación del espacio, y la mayor dinámica del mercado, abierto a las transfor-
maciones tecnológicas, provocó, en sus contemporáneos, un extrañamiento manifestado
en un “desarraigo del tiempo presente”5. El apego al pasado y la revalorización de las
tradiciones constituyeron una de las formas de reacción a este nuevo orden.
5
Elias Saliba, Utopias Românticas, São Paulo, Estação Liberdade, 2003.
6
Manuel Dannemann, “Los problemas de la Investigación del folclore musical”, Revista Musical
Chilena 68, Santiago, mayo/junio de 1960, 84.
7
Este producto, con fecha de diciembre de 1944, se traduce en un álbum compuesto por 10 discos
dobles que contienen 27 cantos y danzas folclóricas, con un folleto explicativo y la melodía de las cancio-
nes en forma de partitura. Los intérpretes responsables se eligieron entre aquellos que presentaban, en la
medida de lo posible, “la forma más auténtica del cantar tradicional y campesino, sin exageraciones tea-
trales”. Esta colección fue reeditada por primera vez en mayo de 2005, por el Centro de Documentación e
Investigaciones Musicales de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Chile.
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8
Rodrigo Torres (ed.), Aires Tradionales y Folcóricos de Chile, Santiago, Universidad de Chile,
Facultad de Bellas Artes, 2005, 10.
9
Idem.
10
Manuel Dannemann, “Posición del folclore musical en el folclore en general”, Revista Musical
Chilena 79, Santiago, enero/marzo de 1962; y Eugenio Pereira Salas, “Consideraciones sobre el folclore
en Chile”, en Revista Musical Chilena 68, Santiago, septiembre/noviembre/diciembre de 1959.
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11
Dannemann, “Posición del folclore musical en el folclore en general”, op. cit., 31 y 32.
12
Ibid., 37.
13
Ibid., 38.
14
Pereira Salas, op.cit., 83.
54 HISTORIA 45 / 2012
15
Luciano Martins, citado en Vilhena, op.cit., 81.
16
Vilhena, op. cit., 94.
17
Ibid., 95-99.
18
Vale recordar que Câmara Cascudo, en aquella época uno de los folcloristas más influyentes del
país, fundador de la Sociedad Nacional del Folclore en 1941, tuvo poca participación en el movimiento,
caracterizando una disputa en torno del campo. Cf. Vilhena, op.cit.
TÂNIA DA COSTA GARCIA / RECONFIGURANDO LA CANCIÓN, REINVENTANDO LA NACIÓN... 55
19
Semana Nacional do Folclore (1948, 1949, 1950, 1952); Congresso Brasileiro de Folclore (1951,
1953, 1959, 1963); Congresso Internacional de Folclore (1954).
20
Vilhena, op. cit., 140.
21
Las posiciones conceptuales divergentes resultaron, más tarde, en el movimiento folclórico latino-
americano, en oposición a los folcloristas europeos y norteamericanos. Sus concepciones se registraron en
la Carta del Folclore Americano, en 1970.
22
“Un arte nacional no se hace con elecciones discriminatorias y diletantes de elementos: un arte
nacional ya está hecho en la inconsciencia del pueblo. El artista solo tiene que dar a los elementos ya exis-
tentes una transposición erudita que haga de la música popular, una música artística, esto es, inmediata-
mente desinteresada”. Mário de Andrade, Ensaio sobre a música popular brasileira, Primera Parte, Belo
Horizonte, Ed. Itatiaia, 2006, 13.
23
Los folcloristas brasileños, hasta entonces, solo se habían preocupado en registrar las letras.
56 HISTORIA 45 / 2012
Esta frontera porosa y elástica, que define qué repertorio de música popular ur-
bana es folclórico y cuál es estrictamente comercial, le dará legitimidad al discurso
de los editores y colaboradores de la Revista da Música Popular, periódico de gran
circulación, publicado en Brasil entre 1954 y 1956 con la pretensión de elevar un de-
terminado repertorio de la música popular urbana al estatus de folclore, reclamando
su preservación. El musicólogo y folclorista Renato Almeida, en la segunda edición
de su libro Compêndio de História da Música Brasileira, construye una narrativa
sobre el origen de la música popular, relacionándolo con la formación del pueblo
brasileño. En las primeras líneas, Almeida deja claro que concibe la música popular
como expresión de la síntesis de tres razas, compuesta de elementos que caracterizan
perfectamente la mezcla que da identidad a la nación.
Tal perspectiva, como se verá más adelante, será recuperada por los colaborado-
res de la Revista da Música Popular a fin de fundamentar una narrativa en torno al
cancionero popular urbano, atribuyéndole el estatus de folclore.
Renato Almeida, evidentemente, no fue el único que estableció tal relación. Má-
rio de Andrade también entendía la música popular, el folclore, como el mejor cami-
no para percibir la presencia de los tres grupos formadores de la nacionalidad.
Almeida defendía también el concepto de funcionalidad como característico del
folclore:
“la música folclórica tiene tantas formas como las que el pueblo utiliza para su vida –mú-
sica para rezar y música para trabajar, música para la diversión, música para la bebida,
música para varias condiciones y épocas de la vida–, pero siempre como acompañamiento,
que el pueblo nunca la utiliza como un solo, instrumental, coral o individual. La música
está inexorablemente ligada al verso o a la danza”25.
24
Mário de Andrade, “Música e a Canção Populares no Brasil”, Ensaio sobre a música popular bra-
sileira, op. cit., 133 y 134.
25
Renato Almeida, Compêndio de História da música brasileira, Rio de Janeiro: F. Briguiet &
Comp. Editores, s.f., 16.
TÂNIA DA COSTA GARCIA / RECONFIGURANDO LA CANCIÓN, REINVENTANDO LA NACIÓN... 57
26
Ibid., 28.
27
Idem.
28
Ibid., 31.
29
Andrade, “Música e a Canção Populares no Brasil”, op. cit.
30
Almeida, op. cit., 16.
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31
Vale notar que en Chile, a diferencia de lo ocurrido en Brasil, no hubo una música originaria del
medio urbano, capaz de competir con las cuecas y las tonadas, migradas a la ciudad. Será, por lo tanto,
esta música folclórica la base de una música mediatizada, nombrada aquí como música popular urbana.
TÂNIA DA COSTA GARCIA / RECONFIGURANDO LA CANCIÓN, REINVENTANDO LA NACIÓN... 59
“Las emisoras se preocuparon este año en presentar, de forma más o menos permanente,
espacios que destacan valores de nuestro folclore. Queremos destacar aquí los programas
organizados con este fin, […]: Así canta así es un programa de creación y esfuerzo de
Radio Agricultura. Tertulia Chilena (22 horas), en la Radio Pacífico. Y en los espacios de
septiembre, Tradiciones Chilenas en la Minería y Alma Chilena en la Cooperativa”33.
También de acuerdo con Ecran, en los años siguientes, entre 1952 y 1954, la
música folclórica masiva alcanza su período de mayor transmisión en las radios, con
nuevos programas: “Cantos y Hechos de Chile”, “Esta es la Fiesta Chilena”, “Can-
tares de Chile”, “Chile Lindo”34. Entre los denominados conjuntos folclóricos más
populares del período estaban Los Baqueanos, acompañados o no por Silvia Infantas;
Dúo Rey Silva, Los Cuatro Hermanos Silva, Los Hermanos Lagos, Sonia y Miriam
y, a partir de mediados de los años cincuenta, integraron también este equipo Los de
Ramón. Entre los solistas se destacaron Esther Soré, Mirta Carrasco, Eliana Moraga
y Raúl Gardy.
Estos intérpretes presentaban una música folclórica estilizada, adaptada a la forma
de oír del público urbano, diferente de aquella “auténticamente folclórica”. Sin em-
bargo, los criterios para ser considerado folclórico en el ambiente masivo eran bastan-
te flexibles. Los integrantes de Los Baqueanos, al ser indagados sobre la autenticidad
de su trabajo, argumentan que para ellos “si el folclore es un conjunto de tradiciones,
poemas, canciones, danzas y leyendas populares de un país, solo puede ser el reflejo
de la vida de este. Y si esta vida evoluciona, no hay razón para que el folclore, que es
su expresión viva, no evolucione también”35. Sin purismos, comentan que están pre-
ocupados con la tradición, aunque reconocen que antes que ella está el público.
32
Juan Pablo González y Claudio Rolle, Historia Social de la Música Popular en Chile, 1890-1950,
Santiago, Ediciones Universidad Católica de Chile, 2005, 417.
33
Ecran 1040, Santiago, 26 de diciembre de 1950, 18.
34
Transmitidos los dos primeros en Radio Corporación (enero de 1953 y diciembre de 1952, respec-
tivamente), el tercero en Radio Minería (septiembre de 1953) y el cuarto en Radio Cooperativa (abril de
1954).
35
Ecran, Santiago, septiembre de 1958, 14 y 15.
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“Una de las características más destacadas de la actuación del conjunto es el esfuerzo por
darle a la música chilena la calidad que merece. Supervisan los escenarios de sus presenta-
ciones y le dan especial atención al vestuario femenino. Se puede decir que la vestimenta
de la folclorista chilena no existía y Silvia la inventó”36.
Según la opinión de los músicos, uno de los síntomas del profesionalismo se po-
día notar justamente en la preocupación por la vestimenta (del huaso y de la china),
que cada vez era más elegante.
También sobre la forma de bailar la cueca, los artistas mediáticos presentaban va-
riaciones con relación a la “forma original” difundida por los grupos de proyección
folclórica37. La cantante Mirta Carrasco, al ser indagada en una entrevista concedida
a Ecran sobre lo que era preciso para bailar la cueca, respondía sin vergüenza: “Pi-
cardía y sentimiento. Las cuecas que yo bailo no se parecen en nada a las de Margot
Loyola, por ejemplo, que se atiene a un estilo clásico. Bailo de forma propia, a mi
manera”38.
Algunas de las reacciones a este proceso de masificación de la canción popular
folclórica están registradas en el periódico académico Revista Musical Chilena, cuyo
perfil fue comentado anteriormente.
En 1962, período en el que del día a la noche surgieron y también desaparecieron
muchos grupos de música folclórica vehiculados por el disco y por la radio, se publi-
ca el artículo “Función de los grupos de difusión del folclore musical”39. El mismo,
firmado por autor o autores que se identifican como “Agrupación folclórica chilena”,
presenta una evaluación de los grupos que practican el folclore musical, haciendo la
distinción entre lo que se nombra como “auténticamente folclórico” y lo “típicamen-
te chileno”. Para tal fin, se contemplan los siguientes criterios: número de integran-
tes, repertorio, personajes, vestuario, ambientación, giras, investigación, difusión, ac-
cesorios y, finalmente, objetivos. De todos, me detengo solamente en aquellos ítemes
que sintetizan la idea central del autor.
36
Ecran, Santiago, 20 de enero de 1959, 30.
37
De acuerdo con Manuel Dannemann, Enciclopedia del folclore en Chile, Santiago, Editorial Uni-
versitaria, 1998, 18, “La proyección, en un sentido estricto, se circunscribe a la difusión, a demostraciones
de expresiones folclóricas, casi siempre coreográficas y musicales con o sin complementación escenográ-
fica, por parte de una o más personas, lo que en cierta medida podría considerarse imitación de la cultura
folclórica, realizada con mayor o menor acierto”. El término proyección tiene el objetivo de resaltar la
artificialidad del espectáculo presentado por artistas fuera de su ambiente natural.
38
Ecran, Santiago, 15 de marzo de 1953, 18. Margot Loyola, también investigadora e intérprete del
folclore, era una especie de representante oficial de la auténtica música chilena. Participaba intensamente
de programas vehiculados por el gobierno en las emisoras de radio, sobre todo durante las fiestas patrias.
39
Agrupación folclórica chilena, “Función de los grupos de difusión del folclore musical”, Revista
Musical Chilena 79, Santiago, enero-marzo de 1962.
TÂNIA DA COSTA GARCIA / RECONFIGURANDO LA CANCIÓN, REINVENTANDO LA NACIÓN... 61
“Una nota chocante por su falta de acuerdo con la realidad, constituye el vestuario de
algunos conjuntos que incluyen detalles como el excesivo adorno del traje masculino; la
impropiedad del peinado de las mujeres […]. Todo se refiere casi exclusivamente al cam-
pesino de la zona central, sin que se pueda ver, salvo excepciones, en presentaciones de
divulgación como las que nos ocupan, la manta larga, el poncho, ni la manta de castilla,
de uso corriente en los climas más al sur y otras muestras de vestuario propio de otras
zonas”41.
40
En los conjuntos de música típica la figura masculina estaba representada por el huaso. Vestido
con su ropa de montar, el huaso constituye una imagen clásica de la identidad chilena, que simboliza la
virilidad y el poder de los grandes propietarios de tierra de la zona central del país. Conjuntos como Los
Cuatro Huasos, seguidos por Los Huasos Quincheros, intérpretes de cuecas y tonadas, divulgaron y fija-
ron masivamente este personaje en el imaginario nacional e internacional, contribuyendo también para la
difusión y perpetuación de esta tradición. A la china, compañera del huaso en el baile, le cabría un papel
secundario de poco prestigio. Todos sus movimientos están dirigidos a valorar la performance del huaso.
41
Ibid., 72.
62 HISTORIA 45 / 2012
“[…] El momento actual, que agrupa las diversas nacionalidades en campos comunes, con
fines económicos, políticos, culturales y otros que las solidarizan y las unen, tiende por
reacción a marcar lo nacional. Esto explica el interés por los estudios folclóricos y el au-
mento de los grupos que lo cultivan”42.
Miembro de un grupo de “difusión del folclore musical” concluye el autor que los
grupos folclóricos deberían estar comprometidos con una función pedagógica, “con-
tribuyendo con la formación de una conciencia folclórica”. Y para tal función se hace
necesaria una capacitación, lo que significaría seguir un determinado “manual” que
les permitiese aprehender “el verdadero concepto de folclore musical”. El arte, aquí,
al estilo de los gobiernos de ideología fascista, es entendido como un instrumento
para forjar conciencias.
Sin embargo, si por un lado la música folclórica interpretada por estos conjuntos
de Música Típica no agradaba a los más puristas, que insistían en seleccionar y fijar
en el tiempo lo que debería representar la verdadera música popular nacional; por
otro, la radio, el disco y la prensa escrita, al vehicular y registrar las relecturas rea-
lizadas de la música folclórica por estos grupos de Música Típica, permitieron que
este repertorio museificado ganase vida, perpetuándose y propagándose internacio-
nalmente.
Posteriormente, en la década del sesenta, frente a los nuevos fenómenos musica-
les como el Neofolclore y la Nueva Canción Chilena, esta Música Típica, formateada
y perpetuada por los medios de comunicación, será reivindicada como referencia de
la auténtica música folclórica chilena, actualizando la tradición.
En los años cincuenta, el espacio de las radios brasileñas estaba ocupado menos
por el samba y más por el samba-canción, el bolero, el jazz y, al final de la década,
por el rock. En aquella época eran populares las cantoras Emilinha Borba, Marlene,
Linda y Dircinha Batista, Dalva de Oliveira, Doris Monteiro, Angela Maria, Nora
Ney y Elizete Cardoso. Entre los hombres, tuvieron éxito Cauby Peixoto, Orlando
Silva, Francisco Carlos, Nelson Gonçalves, Jorge Goulart, Carlos Galhardo y Silvio
Caldas.
Es en este escenario que la Revista da Música Popular surge con el propósito de
fijar y perpetuar el samba carioca de la década de treinta como representante de la
tradicional música popular brasileña. Es importante resaltar que la intención de la
RMP no era ser la vidriera de los últimos éxitos de la radio y tampoco traer las no-
ticias sobre el circuito musical de su tiempo. Su objetivo, claramente, era establecer
los cánones, las marcas para diferenciar la así llamada música popular de “calidad”
de aquella cada vez más masiva, vehiculada por los medios de comunicación y
aplaudida por los fans-oyentes. Las páginas de la RMP se dedicaban a explicar, le-
gitimar y difundir esa propuesta, buscando para eso los argumentos disponibles en
aquel período, sobre todo el discurso folclorista.
Vale notar que A Revista da Música Popular, surgida en Brasil en 1954 y en
circulación hasta 1956, con ediciones mensuales o bimestrales, se destinaba a un
42
Ibid., 74.
TÂNIA DA COSTA GARCIA / RECONFIGURANDO LA CANCIÓN, REINVENTANDO LA NACIÓN... 63
Catulo, Sátiro, Bilhar, Ovale y hasta el gran Villa Lobos fueron grandes chorões cariocas
que precedieron a ese grupo de nuestro tiempo comandado por Pixinguinha, figura inigua-
lable en la música popular carioca que, con Joaquim Antonio da Silva Calado y Patápio
Silva formaban la magnífica tríada de flautistas brasileños.
De los chorões a los sambistas fue apenas un paso. Y la música popular que se enrique-
cía cada vez más, cierra una historia romanceada que promete grandes sorpresas a los
investigadores”43.
“Después surgió la canción brasileña, sin duda la forma más estilizada de la modinha.
Y como todo lo que es moderno encubre lo antiguo, la canción hizo que se olvidara la
modinha. […]. Los compositores famosos hacen canciones que conservan las caracterís-
ticas generales de las antiguas modinhas: lirismo y romance. Pero de cualquier manera es
música doliente, sentimental y encantadora, modinha de ayer, canción de hoy, que el alma
brasileña exterioriza en la música el sentimiento de la raza”44.
43
Mariza Lira, “A música das três raças”, Revista da música popular 11, Rio de Janeiro, noviembre/
diciembre de 1955, 6-7 y 39.
44
Mariza Lira, “História social da música popular carioca: a modinha”, Revista da música popular
13, Rio de Janeiro, junio de 1956, 40.
TÂNIA DA COSTA GARCIA / RECONFIGURANDO LA CANCIÓN, REINVENTANDO LA NACIÓN... 65
el que enfoca la diferencia entre folcmúsica y música popular. Tema caro a los que
pretendían legitimar la canción popular urbana como manifestación folclórica. Vale
la pena reproducir algunos párrafos del artículo, con el fin de seguir el razonamiento
del autor, que atribuye los orígenes de la canción popular carioca a la folcmúsica.
“[…] Folclore: […] ciencia que trata de todo lo que es o se volvió tradicional (transmitido
de generación en generación, oralmente o no), funcional (de ceremonia o festividad colec-
tiva), y típico (propio o característico de un pueblo).
Folcmúsica: (del anglosajón folc music, música del pueblo) la que forma parte, en conse-
cuencia, del folclore, significa también, como consecuencia, la música tradicional, funcio-
nal y típica de un pueblo, en un país o región.
Música Popular: se refiere a la folcmúsica o no que se popularizó, o sea, que el pueblo
aceptó, colectivamente, en un país o región. Ejemplifiquemos:
Si una Congada, un Reisado, un Bumba-meu-boi son tradicionales o típicos de ciertas
regiones de Brasil, ya un frevo, de Pernambuco, o una escola de samba de Rio de Janeiro,
por ser creaciones relativamente modernas de nuestro pueblo, es decir, sin tradición pro-
piamente dicha, son apenas típicos, pero ambos folcmúsica brasileña y por lo tanto, del
folclore brasileño”45.
45
Cruz Cordeiro, “Folcmúsica e música popular brasileira”, Revista da música popular 7, Rio de
Janeiro, mayo/junio de 1955, 6.
46
Mário de Andrade, “Música Popular” (Estado, 15/01/1939), Música doce música. Obras Comple-
tas, Vol. VII, São Paulo, Livraria Martins Fontes, 1944, 279-281.
47
El destacado es nuestro.
48
Ibid., 7.
66 HISTORIA 45 / 2012
49
El primer artículo sobre el tema es de enero de 1955. Firmado por Claudio Murilo, el texto se
preocupa en historizar el origen de la Escola de Samba Portela, desde 1922. En febrero de ese mismo año,
Mariza Lira escribe sobre los orígenes del carnaval en Brasil. Jota Efegê, también trata sobre el carnaval
carioca, en la edición de septiembre de 1955, a partir de la Festa da Penha, que constituye, según su con-
cepción, un preludio del carnaval carioca. De la edición de abril de 1956, ya que entre enero y marzo la
revista no circuló, data el otro artículo de Claudio Murilo, ahora sobre la historia de Mangueira.
TÂNIA DA COSTA GARCIA / RECONFIGURANDO LA CANCIÓN, REINVENTANDO LA NACIÓN... 67
cesario que los oyentes rechazasen los formatos alienígenas y para eso era preciso
educar la forma de oír del público. Si este nacionalismo puede sonar xenófobo en la
actualidad, cuando la idea de fusión cultural atraviesa como tendencia la producción
artística contemporánea, en los años cincuenta, después de las dos grandes guerras y
en plena Guerra Fría, ser nacional era una condición para afirmarse en el escenario
político mundial.
Aunque la Revista da Música Popular tuviera un propósito diferente del de la
chilena Ecran, se puede afirmar que ambas contribuyeron a fijar un determinado re-
pertorio como representante de la música popular nacional. Si la RMP luchaba contra
la degeneración del samba auténtico promovida por las interferencias sonoras extran-
jeras, vehiculadas por los medios de comunicación de masa, no dejaba de reconocer,
sin embargo, como genuinamente popular un repertorio formateado desde siempre
por los soportes mediáticos (el samba de los años treinta se popularizó primero por el
disco y después en la radio); la revista Ecran no se preocupó en defender la genuina
música folclórica nacional, pero colaboró, al lado de otros periódicos de gran circu-
lación, en difundir la denominada Música Típica Chilena, que rápidamente se torna-
ría una referencia de autenticidad frente a las nuevas tendencias que surgían. Ambos
periódicos, cada uno a su manera, contribuyeron a reinventar y fijar una tradición al
elegir un determinado repertorio de la música popular mediatizada como la música
folclórica nacional.
CONSIDERACIONES FINALES
ción de masa, primero por el disco y después por la radio, desde el inicio del siglo50.
Cupo a la música propiamente folclórica, aquella de origen campesino, restringirse
a su regionalismo o integrarse a la música culta como elemento constitutivo de la
nacionalidad. De este modo, a pesar de la eterna polémica entre los estudiosos del
asunto sobre si considerar o no dicha música popular urbana como representante de
la música nacional, tendiendo en su mayoría a excluirla, en Brasil prevaleció este re-
pertorio como representante de la nacionalidad.
En la década del cincuenta, periodistas y folcloristas se unieron en la publicación
de la Revista da Música Popular, ideada por Lúcio Rangel, a fin de legitimar el sam-
ba carioca de las primeras décadas del siglo XX como la música folclórica brasileña.
Para ello se hizo un trabajo de selección y monumentalización de compositores e in-
térpretes relacionados a ese período. Este repertorio debería ser museificado para ga-
rantizar que se preservase lo genuino y auténtico, la esencia del cancionero popular.
Con tal propósito se puede ver en las páginas de la RMP un esfuerzo concentrado
por parte de estos estudiosos brasileños por “encontrar” una raíz folclórica, léase ru-
ral, para tales manifestaciones urbanas, a fin de tradicionalizarlas.
La particularidad de estos movimientos en pos de la defensa de una música popu-
lar genuinamente nacional, léase folclórica, en los años cuarenta y cincuenta estuvo
en la relación contradictoria que establecieron con los medios de comunicación. A
pesar de atribuírsele a la industria cultural la deturpación de los géneros nacionales y
la difusión de la música extranjera en detrimento de la nativa, los vehículos de comu-
nicación de masas –emisoras de radio, industria fonográfica– fueron los que forma-
tearon y propagaron el repertorio elegido como representante de la tradición.
Así, el Chile de los años cincuenta asistió a la elección de un folclore masivo, no
por casualidad también denominado Música Típica Chilena, como representante de
la identidad sonora de la nación. Cupo a los detractores del Neofolclore y después de
la Nueva Canción legitimar dicho repertorio como perteneciente a la tradición.
En esa misma época, en Brasil, el samba de los años treinta era folclorizado, rei-
vindicado como tradición por las páginas de la Revista da Música Popular. Nacido
en la ciudad y difundido por los medios de comunicación, el samba carioca de las
primeras décadas del siglo XX fue apropiado por los folcloristas urbanos como el
más “auténtico” representante de la identidad mestiza de nación. El repertorio pro-
piamente folclórico –aquel oriundo del medio rural– no alcanzó, aquí, el estatus de
representante de la identidad nacional y se limitó a ser una expresión de regionalis-
mo. A semejanza de Chile, los detractores de las nuevas tendencias musicales que
surgieron en los años cincuenta y sesenta –la bossa nova y después el tropicalismo–
tenían en el samba de la “época de oro”51, su referencia de autenticidad.
50
La Casa Edison, propriedad de Fred Figner, tiene sus primeras grabaciones fechadas en 1902. En-
tre ellas hay modinhas, maxixes, polcas, lundus y el primer samba grabado, “Pelo Telefone”, en 1917.
51
Expresión acuñada por los intelectuales dedicados a transformar el samba de los años treinta en
representante de la música popular brasileña y acatada por las sucesivas generaciones de estudiosos del
asunto que corroboran la tradición inventada.