La Diversidad Reconciliada

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MARCELO

FIGUEROA
LA DIVERSIDAD
RECONCILIADA
Un protestante en el peri!dico del Papa

Pr!logo del Papa Francisco


LA DIVERSIDAD
RECONCILIADA
Figueroa, Marcelo
La diversidad reconciliada : un protestante en el periódico del Papa / Marcelo
Figueroa ; prólogo de Papa Francisco ; Emilce Cuda. - 1a ed. - Rosario : UNR
Editora ; Vaticano : Instituto para el Diálogo Global y la Cultura del Encuentro
; Librería Editrice Vaticana , 2022.
382 p. ; 21 x 15 cm.

ISBN 978-987-702-594-1

1. Ecumenismo. I. Papa Francisco, prolog. II. Cuda, Emilce, prolog. III.


Título.
CDD 262.0011

Título de la primera edición en italiano:


Le diversità riconciliate. Un protestante nel giornale del Papa

Imagen de tapa:
© Servizio Fotografico – Vatican Media

© Copyright 2022 – Libreria Editrice Vaticana


00120 Città del Vaticano
Tel. 06.698.45780
E-mail: [email protected]
www.libreriaeditricevaticana.va // www.vatican.va

©Marcelo Figueroa
Universidad Nacional de Rosario, 2022.
Queda hecho el depósito que marca la Ley N° 11.723.
Ninguna parte de esta obra puede ser reproducida sin el permiso expreso del editor
MARCELO FIGUEROA

LA DIVERSIDAD
RECONCILIADA
Un protestante en el periódico del Papa

Prólogo del Papa Francisco


PRÓLOGO

Recibo con mucho gozo este trabajo literario que, bajo la ini-
cial apariencia de un libro más sobre el diálogo entre las reli-
giones, se descubre al recorrerlo como un peregrinaje ecumé-
nico genuino, personal y especialmente espiritual. Me gustó
el término que usó el presbítero Marcelo Figueroa cuando
me presentó el borrador de este trabajo: “¡Lo escribí desde
las tripas!”.
Durante años, y se verá en este libro, hemos adjetivado
al ecumenismo como el del amor, la esperanza, la misericor-
dia, la solidaridad o la paz. Yo mismo he utilizado un térmi-
no fuerte, buscando despertar a las realidades que nos unen
desde las venas sangrantes de tantos hermanos y del mismo
Verbo encarnado, sufriente y orante por la unidad (Jn 17,1),
como “el ecumenismo de la sangre”. Pienso en el “ecume-
nismo desde las tripas”, como una definición que marca un
estilo de comprender la hermandad humana unida a imagen y
semejanza de un Dios que nos amó a todos desde su corazón,
bajo la guía de su Espíritu, con la carne de su Hijo y como un
Padre ama a sus hijos, “desde las tripas”.
El libro describe los diversos puertos de mi viaje hacia un
ecumenismo que busca navegar mar adentro de toda la hu-
manidad, sus problemas reales, sus angustias y sus búsquedas
más trascendentes. Un ecumenismo al cual Figueroa insiste
en integrarlo a lo creado y al cosmos como parte de un eco-
sistema armónico, interconectado e interdependiente. ¡Esto
está muy muy presente en mis Encíclicas Laudito si’ y Fratelli
tutti, ambas ecuménicas!
Este trabajo tiene también el buen sabor de una persona
instruida en el reino de los cielos que sabe encontrar tesoros

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en lo nuevo y lo viejo (Mt, 13, 52). Conozco al presbítero
evangélico Marcelo Figueroa desde hace más de veinte años.
Doy fe de su compromiso genuino con el verdadero diálogo
y encuentro ecuménico, dentro del cual hemos compartido
una muy enriquecedora amistad fraternal y hasta un progra-
ma de televisión con el rabino Abraham Skorka, “Biblia, diá-
logo vigente”, en Buenos Aires.
No debe pasar desapercibido que este biblista protestan-
te presenta en este ejemplar una selección de cien columnas
publicadas en L’Osservatore Romano escritas durante los últi-
mos seis años. ¡Me llena de alegría que este hecho histórico y
de real apertura ecuménica dentro del periódico vaticano se
esté realizando desde mi pontificado! Leo siempre con aten-
ción los artículos de Marcelo y lo seguiré haciendo porque
me ayudan a mirar el camino ecuménico recorrido y el que
está por venir desde los ojos y la mirada de un hermano que
ha buscado releer e interpretar mi pontificado desde su mi-
rada ecuménica.
Me congratula la visión que el hermano ofrece del ecu-
menismo, y me gusta recordar que se trata de un concepto
que está arraigado en los cimientos de mi pontificado, como
un modo de buscar ser una única Iglesia fundada en Cristo
Señor, y desde allí con toda expresión de Fe; como un camino
que realizamos juntos en la oración, en las obras de caridad y
en el testimonio, bajo la mirada de Dios.
Considero como una parte fundamental del magisterio
pontificio esta dimensión cotidiana del ecumenismo, que
transita la senda que partiendo desde el testimonio bíblico
apostólico abrió el Concilio Vaticano II y que tanto enrique-
cieron mis predecesores impulsando el diálogo y el compro-
miso ecuménico.
Me permito recomendar con entusiasmo y acompañar
con mi bendición este libro Un protestante en el periódico del Papa

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Francisco. ¡Que el Señor de la diversidad reconciliada lo utilice
para iluminar las miradas anhelantes, ampliar los horizontes
espirituales más allá de su partencia de fe y abrazar los co-
razones inquietos, hacia un Dios que es con todos y sobre
todos en una misma Casa común!

Noviembre de 2021

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FRANCISCO, LOS TEÓLOGOS
Y LA IGLESIA DE JESUCRISTO

¡Hipócritas! Ustedes saben discernir el aspecto


de la tierra y del cielo; ¿cómo entonces no saben discernir
el tiempo presente?
(Lc 12, 56)

En el décimo año del pontificado de SS Francisco cuesta en-


contrar teólogos católicos visibilizados que se hayan dedica-
do en profundidad a aportar los argumentos teológicos que
se encuentran a la base, y como fundamento, del magisterio
social del Papa latinoamericano. Eso no significa que el actual
obispo de Roma no tenga seguidores. Por el contrario, tiene
seguidores dentro y fuera del catolicismo, considerando los
últimos siglos. Lo sigue el pueblo-pobre-trabajador descarta-
do; lo siguen los jóvenes de las periferias; lo siguen los líderes
políticos que han tomado posición del lado del pueblo –sin
ser “populistas” en el sentido que este vocablo es utilizado
hoy por las derechas como sinónimo de demagogia neofas-
cista–; lo siguen los científicos comprometidos con el cuida-
do de la creación; lo siguen los economistas heterodoxos; lo
siguen los artistas y las vanguardias; lo siguen los trans, las
feministas, los pandilleros; lo siguen los religiosos y las reli-
giosas de los márgenes; lo siguen las comunidades de base,
los movimientos populares y los sindicatos; lo siguen los uni-
versitarios; lo siguen los niños, los abuelos, los huérfanos; lo
siguen los agnósticos y hasta los ateos; lo siguen periodistas,
psicoanalistas, filósofos, politólogos, enfermeros, ingenieros,
arquitectos y sacerdotes; lo siguen los estudiantes y semina-
ristas; lo siguen las organizaciones de la economía popular,
los organismos internacionales y muchos gobiernos; lo si-
guen protestantes, judíos, budistas y católicos. Lo critican los

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clericalistas, los individualistas, los falsos místicos y profetas;
los financistas; los egoístas; los armamentistas; los petroleros;
los usureros; los fijadores de precios de alimentos; en fin, los
hipócritas que no saben discernir el tiempo presente amena-
zado por cuatro urgencias según la Comisión Pos-Covid 19
del Vaticano: amenaza ecológica, económica, sanitaria y de
seguridad (de Estado, de alimentos de cibernética).
Sin embargo, faltan más teólogos. ¿Será, en América La-
tina, que la memoria de un pasado de dictaduras con secues-
tro de teólogos, pastores y religiosos del lado del pueblo –del
lado de Jesús, el Nazareno–, seguido de tortura y muerte ge-
nera miedo en nuestra generación para predicar el Reino de
amor, verdad y justicia social? ¿Será, en Europa, que la me-
moria de un pasado fascista con crimen sistemático por parte
de Estados totalitarios impide ver en el vocablo “pueblo” la
unidad en la diferencia? ¿Será, en las universidades católi-
cas, que los profesores, calculando un futuro sin Francisco
no queremos arriesgar el posicionamiento adquirido, del que
vivimos y mantenemos a nuestras familias? ¿Será, en la jerar-
quía, que el cálculo carrerista estima más la falsa prudencia
que la parresia? ¿Será que los católicos ubicados dentro del
10% más rico del mundo, esos que priorizan más lo acopia-
do en la tierra que su lugar en el Reino, tengan confundidos
con sus dispositivos ideológicos a los teólogos y teólogas de
buena voluntad?
Algo de todo eso debe ser así porque, en el décimo año
del pontificado de Francisco, faltan teólogos que den funda-
mentos desde las Sagradas Escritura, la Tradición teológica
y conciliar, y desde la Doctrina Social de la Iglesia al actual
magisterio pontificio frente a aquellos argumentos mediocres
que, desconociendo la historia del pensamiento social de la
Iglesia, la historia de los concilios, la tradición teológica en su
conjunto y la latinoamericana en particular, la economía, la

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teoría política y la tecnología: confunden a la opinión pública;
generan ruido y no palabra; impiden iniciar procesos de vida
digna y transición tecnológica justa para toda la familia hu-
mana; y sobre todo, atemorizan a los teólogos. “Rogad, pues,
al Señor, que envíe más obreros a la mies” (Mateo 9: 35-38).
Al día de hoy pueden encontrarse en las librerías de todo
el mundo, y en todos los idiomas, libros biográficos y hasta
bio-bibliográficos sobre Bergoglio-Francisco. Hasta yo mis-
ma caigo en ese conjunto, no vacío, de autores que han escrito
sobre el Papa argentino. También pueden encontrarse libros
sobre una supuesta Teología del Pueblo, como si se tratase,
su discurso, de otra teología1. Pueden encontrarse periodistas
replicando partes de sus homilías y discursos, porque –no
puede negarse–, que este pontífice “tira” titulares –como se
dice en ese ambiente– cada vez que interviene en el discurso
público. Pueden encontrarse columnas “verosímiles” sobre
supuestos “apoyos” o “despegues” a los gobiernos de tur-
no en cada país, llegando incluso a manipular sus palabras
en torno a conflictos armados; o también columnas, escritas
por teólogos y pseudo-teólogos, quienes utilizando vocablos
difíciles, complicados silogismos y muchas citas de autores
canónicos a pie de página, pretenden dar los argumentos su-
ficientes para afirmar que el Papa es populista o el Papa es
comunista, y luego concluir: el Papa no es teólogo. Y todo
eso, como dijo el Cardenal Bergoglio: “con cara de estampi-
ta”2. Por supuesto, tampoco faltan a la fiesta los oportunistas,
que publican sobre el magisterio de Francisco, pero no se
embarran en el compromiso educativo, eclesial, cultural, so-
cial, económico, político y ecológico que pide la reforma del

1 Cf. Emilce Cuda, “Nella scia del concilio Vaticano II”, en: L’Osservatore
Romano, 19 de febrero 2021. https://www.osservatoreromano.va/it/
news/2021-02/quo-041/nella-scia-br-del-concilio-vaticano-ii.html
2 Cf. Jorge Bergoglio, Corrupción y pecado, Claretiana, Buenos Aires, 2013.

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actual pontificado; no huelen a oveja. Lo más asombroso fue
cuando un periodista tuvo que salir a decir, al comienzo de su
pontificado: ¡el Papa es cristiano!
Por todo lo dicho, voy a repetir la cita evangélica con la
que abro este prólogo, ya que por lo general se pasa de largo
el arché que da sentido al proceso:

¡Hipócritas! Ustedes saben discernir el aspecto de la


tierra y del cielo; ¿cómo entonces no saben discernir
el tiempo presente? (Lc 12, 56)

El presbítero de la Iglesia Presbiteriana Argentina, direc-


tor durante 25 años de la Sociedad Bíblica Argentina y actual
editorialista del Osservatore Romano que vio en Francisco un
signo de los tiempos es, sin lugar a dudas uno de los princi-
pales apologistas del Papa Francisco. ¡Un protestante! Sí, un
teólogo protestante. Su capacidad para detectar, entender y
traducir cultural, ecuménica y socialmente el magisterio del
actual pontífice, lejos ser consecuencia de una amistad de lar-
ga data, responde –según mi modo de verlo–, a su condición
indiscutible de teólogo biblista latinoamericano comprome-
tido con el sufrimiento humano. Como él mismo dice: “he
hecho una consideración teológica profética del diagnóstico
de Jesús sobre aquella capacidad contradictoria que tenemos
(...sobre todo los hombres de fe) de no entender los signos
de los tiempos que cambian”. También el filósofo y teólogo
jesuita argentino, Juan Carlos Scannone, ha repetido muchas
veces en público –en espacios académicos nacionales e in-
ternacionales–: Francisco es un signo de los tiempos en el
cambio de época.
Marcelo Figueroa no es el único que está aportando ar-
gumentos –en este caso teológico-bíblicos–, que dan funda-
mento al magisterio social del pontífice del cambio de época,

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claro está. Hay otros, pero no son visibilizados o no buscan
visibilidad. Muchos no son siempre bienvenidos al banquete
reflexionante de la considerada alta teología, o al bufet de
los medios masivos. Aunque se mueven en la periferia y des-
de ahí hacen teología –como punto de partida–, merecerían
estar al otro lado del muro. Esos teólogos profesionales por
vocación, y por misión, escriben y publican, pero no logran
salir de círculos académicos amigos, entonces no llegan a pe-
netrar el juicio de las libertades negativas que hoy ejerce la
opinión pública como el nuevo teólogo del siglo XXI que
juzga qué es verdadero y qué no lo es, tal como bien lo des-
cribe Pierre Rosanvallon3. También existen clérigos que se
consideran teólogos, y laicos clericalistas que se auto perci-
ben como teólogos, quienes no siempre ven en la pastoral
teológica de Francisco, y de otros teólogos latinoamericanos,
africanos y asiáticos –es decir del 85% que según John O’Ma-
lley voto la reforma del Concilio Vaticano II–4, una teología
“verdadera” y una práctica “evangelizadora”. Sin embargo,
esos teólogos de las periferias, que tocan la carne –cuerpo y
alma–, para sanarlos, constituyen un discurso teológico y una
práctica evangelizadora comunitaria, y defienden hasta sus
últimas consecuencias la institución pontificia, independien-
temente de quien esté en ese momento en la silla de Pedro,
porque esa unidad es la catolicidad. Eso es muy respetable y
hasta necesario. Las instituciones cuentan; son lo que queda,
son la realidad efectiva de las palabras y de la Palabra. Y la
palabra pública, hablada, publicada, comunicada es una ins-
titución que debe defenderse como garantía de sociedades
democráticas, como verdadera politeia donde los individuos
devienen personas –en sentido aristotélico–, en relaciones de
reconocimiento amoroso, en sentido cristiano. Hace falta esa

3 Cf. Pierre Rosanvallon, La contrademocracia, Manantial, Buenos Aires, 2010.


4 John O’Malley, What happened at Vatican II.

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palabra tanto como hace falta la Palabra. Marcelo Figueroa
es uno de esos teólogos, un protestante en el periódico de
Francisco, que visibiliza no solo al Papa, sino a muchos de
nosotros, teólogos y pastores, que no siempre nos jugamos.
No diría que Marcelo es un representante del pensamien-
to crítico de liberación, como tampoco lo fue Bergoglio. Fi-
gueroa vive como un teólogo cristiano comprometido, que
realiza su tarea pastoral también en los medios –una realidad
virtual, muy real, donde hoy está gran parte de la Iglesia de
Cristo–; lo hace como muchos otros católicos, que no son
teólogos, son periodistas, historiadores, pero no teólogos.
Faltan más teólogos con palabra pública, porque hoy ahí,
como siempre, está también la Iglesia, Pueblo fiel de Dios,
asamblea, palabra pública. Marcelo es un teólogo protestante
con el Jesús en la boca, dirían en los barrios porteños, lo que
significa que no hace apología de lo político ni de Bergoglio,
sino que evangeliza, sin silogismo, pero con teología, junto a
Francisco, caminando con él. El subtítulo de su libro es muy
significativo: “Un protestante en el diario del Papa”. No solo
por el hecho de que un protestante escriba en el Osservatore
Romano, habiendo tantos católicos, sino también por afirmar
que el Osservatore Romano es el diario del Papa. No es, como
muchos piensan, un medio más entre la multimedia vaticana;
es el diario del Papa, su instrumento de comunicación.
El primer artículo que figura en el libro es del 30 de octu-
bre de 2015; el último, del 10 de noviembre de 2021. De ese
período, Figueroa realizó una selección de 100 artículos en
relación directa con el magisterio de Francisco. No cae en la
burda alabanza, por el contrario, no alaba al pontífice argen-
tino sino que lo contextualiza social y culturalmente –tanto
en el plano local latinoamericano como en el geopolítico y
georeligioso internacional–; y al mismo tiempo va aportando
los fundamentos teológico-bíblicos de sus mensajes en el día

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a día, la de una teología de lo cotidiano, de lo real, del sufri-
miento aquí y ahora –sin metafísica, diría Fernando Pessoa en
su poema Tabaquería–.
Por un lado, como mencione anteriormente, no faltan al
lector ofertas literarias sobre el Papa Francisco, y este libro
que presento puede correr el riesgo de ser considerado como
uno más de tantos y quedar último en la fila de los defenso-
res y/o detractores del Papa. Por otro lado, si se trata de un
lector proveniente del campo de la teología, la sociología o
las ciencias religiosas, también puede pasarlo de largo si se
considera solo el imaginario al que refiere su subtítulo, “Un
protestante en el periódico del Papa”, presuponiendo que se
trata de un periodista más, de un acto narcisista del autor, o
de un presbítero con aspiraciones de vaticanista. Puede tam-
bién suponerse que es la obra de un argentino hablando de su
conciudadano, aprovechando la oportunidad histórica de que
un cardenal amigo, que además llegue a la Curia Romana para
ocupar la silla de Pedro, le abra posibilidades por coterráneo.
Por último, no faltará quien suponga que el libro habla de
ecumenismo, o que se trata de una obra que hace proseli-
tismo del interés por el diálogo religioso del actual pontífice
para llevar agua a su corral, dejando de lado a todo lector
dentro o fuera del cristianismo, interesado solo en Bergo-
glio-Francisco.
En mi caso, observo que La diversidad reconciliada es,
plenamente, la obra de un teólogo biblista protestante que,
tomando como punto de partida la realidad –característica
constitutiva de la teología latinoamericana de la liberación–,
no analiza ni interpreta a Francisco, sino que: (I) adhiere, de
manera personal y pastoralmente cristiana, al magisterio del
pontífice argentino; (II) contextualiza sus mensajes y homi-
lías y aporta fundamentos teológico-bíblicos; (III) va más
allá de lo dicho al agregar casos concretos que lo explican y

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lo complican –en sentido cusano–. No habla ni bien ni mal
del Papa. No juzga. No responde a la pregunta metafísica y
tramposa sobre qué es la verdad. No se coloca ni detrás, ni
delante del Papa. Camina a su lado; habla con él. Sinodalidad
encarnada.
El diálogo ecuménico-social-teológico que mantuvieron
por más de veinte años el sacerdote católico y el presbítero
protestante muestra la presencia de uno en el otro, como un
punto de luz al fondo de cada una de sus prédicas evangé-
licas, como una Figura P –si se me permite, por analogía,
referir otra vez a Nicolás de Cusa–. Esto no es una simple
metáfora para comprender; tampoco una metonimia para
desplazar. Es una invitación a ver la realidad de otro modo,
más allá de las construcciones simbólicas estáticas que nos
fuerzan a clasificar o a descartar lo inclasificable. No hay una
naturaleza Marcelo y otra Jorge; hay una relación expresada
por un presbítero y por un pontífice. Esa expresión es amor.
Si, amor. Se quieren, y cuando eso ocurre, los resultados son:
caminar juntos. Lo hicieron en las periferias de Buenos Aires,
en los medios masivos de comunicación, en espacios institu-
cionales y ahora en el Vaticano.
No pretendo hablar aquí bien del autor ni de su libro.
Lo mismo digo en relación con el Papa Francisco. Se trata
de mostrar, a partir de lo escrito en este libro por Marcelo y
–a través de citas de Jorge-Francisco–, que caminar juntos en
la unidad de las diferencias es posible. La relación entre un
protestante y un católico es una realidad efectiva de diversidad
reconciliada.
Desde las periferias sabemos que el arte es la mejor for-
ma de unir diferencias con sentido. El arte muestra cómo,
enunciando vocablos a modo expresionista, el sentido apa-
rece, se hace presente en el encuentro de estos devenidos en
nuevos conceptos. El arte es un modo elegante y no violento

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de escapar a la sobredeterminación del lenguaje como dispo-
sitivo de dominio y acaparamiento. El arte, propio de una cul-
tura del encuentro, me resulta más cercano para presentar los
contenidos de este libro. ¿Por qué? Porque no siguen la lógica
de una escritura lineal, como una tesis para ser aprobada por
un tribunal que ya conoce el final del cuento. Se trata de otra
lógica, analéctica, donde primero la unidad y luego, al final, el
sentido o estrategia. La unidad: Jorge-Marcelo. La lógica o
estrategia: caminar juntos. En el camino –que es historia, mo-
vimiento, sorpresa– emergen los conflictos tanto como las
reflexiones evangélicas y las posibles soluciones. Eso muestra
este conjunto de artículos que a lo largo de diez años afron-
taron los temas que la misma realidad iba presentando como
fin dado a hacerse cargo. No se trata de una suma de partes
sin sentido. No debe leerse así, sino como sinfonía compues-
ta de interpelaciones de todo tipo y reflexiones a partir del
Espíritu. En esta colección de artículos, como en toda obra
de arte, la parte muestra al todo, sin agotarlo. Las partes aquí
son los hechos, son Bergoglio, son Francisco, son Marcelo, el
todo es Jesucristo, su Reino. Eso intentaré, hablar en forma
de poema, algo surrealista y anacrónico, al mismo tiempo.
Diría André Breton5, a modo de unión libre de las dife-
rencias: Marcelo Figueroa, mi amigo con forma de pluma,
con forma de tweets, con forma de sermón que se escucha
en un barrio. Marcelo Figueroa con forma de presbítero, con
forma de pastor, con forma de cristiano que siente al pueblo.
Marcelo Figueroa, con forma de Lutero y de Santo Tomás,
con forma de Barth, de Hummes y de cura villero. Marcelo
Figueroa, amigo con forma de argentino, de latino y de Vati-
cano; con forma de Doctrina Social de la Iglesia y de Teolo-
gía de la Liberación; con forma de Teología del Pueblo y de
Tradición. Marcelo Figueroa con forma de flor recién cortada
5 Cf. André Breton, “Poema a mi mujer”.

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al costado del Riachuelo y de sapienza antigua; con forma de
padre, de esposo, de hijo y de amigo. Marcelo Figueroa con
conocimiento de sínodos y de acuerdos colectivos de trabajo;
con ecología, con Laudato Si’ y Fratelli Tutti. Marcelo Figueroa
con San Lucas, con San Mateo, con Concilio Vaticano II y
con ecumenismo. Marcelo con cara de CELAM, con cara de
CLAR y de REPAM, con cara de trabajador y de desocupado.
Marcelo con cara de paz y de conflicto; con cara de Ama-
zonia, de Asamblea Eclesial y de porteño. Marcelo Figueroa
contra los fundamentalismos, del lado de la beatitud de los
santos de la puerta de al lado; con exégesis y con Jesús en la
boca. Marcelo con Bergoglio, con Francisco, con sindicalis-
tas, con indígenas, con políticos, con jóvenes y con nosotros.
Podría hacer citas de cada uno de esos pares categoriales
aparentemente inconexos. Sin embargo, me limitaré solo a
algunos, los que para mí han cobrado sentido fuerte, y de ese
modo no abrumar al lector.
Para comenzar, me gustaría citar las palabras del Santo
Padre en el prefacio del libro en cuestión: “ecumenismo de
las vísceras”. Esa frase corta, lacónica, lo dice todo. Ecume-
nismo desde el sentimiento, desde las entrañas. Ecumenis-
mos que puede asociarse a unidad, la cual no solo es necesaria
entre los cristianos, sino también entre los católicos y entre
toda la familia humana.
Cuando Figueroa, al comienzo de su libro, en relación al
encuentro entre el Papa Francisco y el Patriarca Carillo, hace
referencia al pasaje del Evangelio diciendo “los convertiré en
pescadores de hombres” (Mc. 1,17), marca con eso la línea de
su trabajo teológico al señalar con una frase aquello que defi-
ne el pontificado de Francisco. Ser pescadores de hombres es,
precisamente, buscar la unidad más allá de toda diferencia. La
beatitud como bendición, por ejemplo, un tema recurrente en
Francisco, es sistematizado por Marcelo –a partir del mensa-

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je del Santo Padre– de manera simple, rápida y contundente.
Dice nuestro autor, benditos son aquellos que: (I) soportan
con fe el mal que otros le hacen y los perdonan de corazón; (II)
miran a los ojos a los descartados y marginados mostrándoles
su cercanía; (III) reconocen a Dios en cada persona y luchan
para que otros lo descubran; (IV) protegen y curan la casa co-
mún; (V) renuncian al propio bienestar por el bien común; (VI)
renuncian al propio bienestar por el bien de los otros; (VII)
rezan y trabajan por la plena unidad cristiana. Desde ese lugar
se unen Figueroa y Bergoglio de manera ecuménica. No es un
ecumenismo de salón, para la foto. Es un ecumenismo para
cuidar y salvar al mundo: “El ecumenismo para Francisco es
más que una bella palabra y foto para el recuerdo. Es la base
de la política con mayúscula que busca las vías seguras y urgen-
tes porque el Señor nos invita a todos a la unidad que sana la
diversidad con la voz fuerte de los profetas mayores y con el
silbido dulce de Dios de Elías”; y reza Marcelo: “Gracias Dios,
que hoy tenemos un hermano y amigo como Jorge Bergoglio
que promueve este tipo de encuentros”.
A lo largo de su obra no pocas veces se menciona a Jesús.
Rescatar esto puede parecer un sinsentido, sin embargo, mu-
chas veces los teólogos católicos, preocupados y ocupados por
salvar al mundo de buena fe, no lo hacen. “Jesús, muerto por
amor”, es una constante en su obra dicha de muchos modos,
con el único fin –pienso yo, de acuerdo a su lectura–, de pro-
mover el amor para garantizar la paz, porque así lo expresa.
En el Decálogo del Ecumenismo es más que eso, es un
camino a la unidad, más allá de la confesión religiosa, algo
que Figueroa no solo pone por escrito sino que atraviesa
todos sus artículos: (I) Diversidad sobre uniformidad; (II)
cosmovisión sobre monovisión; (III) pedagogía más que
ideología; (IV) natural más que ideal; (V) identidad más que
universalidad; (VI) fundamentos más que fundamentalismo;

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(VII) inclusión más que selección; (VIII) alteridad más que
tolerancia; (IX) incomodidad más que confort; (X) dudas
más que certezas. El lector verá que estos principios guían
sus comentarios y reflexiones para evitar la polarización, para
alcanzar la reconciliación; para valorizar la cultura como lo-
cus de la Gracia.
Para finalizar diré que esta obra, lejos de hablar el autor
de sí mismo, de ser autorreferencial, y de exaltar su visión
de mundo, pretende –y lo logra–, visibilizar el mensaje de
Francisco, la presencia del Espíritu en su pontificado, y del
Evangelio en su hacer y decir. Marcelo es un ejemplo de ser
teólogo al servicio del Evangelio y de la Iglesia de Jesucristo,
antes que un protestante en el periódico de Francisco.
Gracias Marcelo, amigo, por tu compromiso con el Pue-
blo de Dios, con el Santo Padre, con la Patria Grande y con
tus compañeros en el camino. Gracias por hacerme el honor
de prologar tu libro.

Emilce Cuda
Ciudad del Vaticano, 16 de agosto de 2022

22
LA DIVERSIDAD RECONCILIADA
¿QUÉ SE DEBE LEER
PARA ENTENDER A FRANCISCO?

Octubre 2015

A menudo me consultan sobre qué literatura recomien-


do para comprender al Papa Francisco, habida cuenta de la
abundante cantidad de libros, escritos y artículos publicados
sobre su vida y pensamiento. Mi respuesta es siempre la mis-
ma: Los Evangelios, y de ser posible toda la Biblia. Es muy
recomendable, desde luego, leer todas las otras y muy buenas
fuentes mencionadas, pero si obviamos estas aproximada-
mente 140 páginas que contienen los Evangelios, nunca lo
entenderemos adecuadamente. En ellos está el lumen de su
semiótica particularísima. Sus encíclicas, homilías, discursos,
gestos, estilo de vida, y especialmente sus pensamientos más
profundos están enraizados en esas páginas.
Muchos contemporáneos de Jesús admiraban especial-
mente de él “que les hablaba con autoridad, no como los
doctores de la Ley” (Mc 1, 22). ¿En qué residía esa autoridad?
En que en Cristo veían una coherencia inquebrantable entre
sus dichos, hechos y estilo de vida. Integridad que no perci-
bían en muchos fariseos, escribas y autoridades eclesiásticas
que podían enseñar catedráticamente la Ley con sus palabras,
pero las contradecían hasta anularlas con su comportamien-
to. No era de extrañar entonces, que las luchas, discusiones,
acusaciones y conspiraciones más feroces que Jesús sufrió en
su ministerio provinieran de ese sector interno de su propia
religión. Ellos se creían “dueños de la fe” y habían hecho de
sus dogmas, costumbres y prácticas una vara inflexible con
la cual juzgaban a cualquiera que desafiaba su estatus quo y
su poder religioso y político, aún si éste fuera el mismísimo

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Hijo de Dios. ¿Es difícil inferir que, a los discípulos cristia-
nos genuinos, especialmente aquellos que ocuparían lugares
destacados dentro de la Iglesia, les ocurriera lo mismo desde
sectores fundamentalistas?
Jesús se atrevió a atravesar fronteras con sorprendente
libertad y espontaneidad. Lo hizo honrando el primer man-
damiento de amor a Dios y al prójimo. Tuvo el coraje de
tocar enfermos de lepra y hasta el canasto fúnebre del hijo
muerto de la mujer de Nahúm; dejaba que la multitud lo
apretujara y en medio de ésta hizo detener la caravana para
atender a una mujer con una enfermedad considerada im-
pura. Como ejemplos concretos de encuentro interreligioso,
reconoció públicamente la fe de una mujer sirofenicia y tuvo
una animada conversación teológica con otra samaritana. ¿Se
entiende porque Francisco, en nombre de ese amor cristo-
céntrico, desconcierta protocolos de seguridad para acercar-
se personalmente al que sufre? ¿Cómo no considerar que la
misericordia haya sido desde un comienzo una gran palabra
cuyo significado y contenido más profundo la aprendió y
aprehendió de esos gestos del Mesías que, para algunos, de-
safío lo “políticamente correcto”? ¿Por qué no pensar que su
insistente acercamiento a otras religiones, especialmente a las
del tronco de Abraham, es una correcta interpretación de la
misión cristológica más pura?
Infructuosos fueron los intentos de encasillar a Jesús.
Con el fin de dominarlo, acusarlo y usarlo, lo quisieron iden-
tificar con lo zelotes, fariseos, herodianos, saduceos, y hasta
con las fuerzas del mal. Quisieron ponerlo en aprietos con el
poder político y en conflicto con el religioso, al extorsionarlo
para a definir si se debía o no pagar impuestos al Imperio.
¿Cómo sorprenderse que a Francisco se lo haya querido es-
tigmatizar con todo tipo y hasta opuestas ideologías políticas,
económicas, etc.?

26
Los ejemplos y correlatos bíblicos se podrían extender
hasta el infinito y seguramente nos ayudarían a reflexionar,
que a medida que nos alejamos de las enseñanzas de los cua-
tro Evangelios y del Señor de los Evangelios, nos apartamos
de la posibilidad de comprender al “Papa del Fin del Mundo”.
Culminaré con una referencia nacional y otra personal.
Jesús, a pesar de haber dicho y hecho en su Nazaret ju-
venil las mismas cosas que en sus años de máxima visibilidad
en Jerusalén, muchos coterráneos nunca pudieron ver en él
otra cosa que al hijo del vecino carpintero José. Sin embar-
go, aquel Jesús venido de las periferias de Israel, logró que
todo el “mundo conocido” hablara de él y que muchos de
sus discípulos galileos decidieran con todas sus limitaciones
acompañarlo.
Finalmente, muy cerca de la imponente Ciudad Santa, en
la pequeña Betania, Jesús tenía una familia amiga en las per-
sonas de Lázaro, María y Marta. Jesús encontró en esos ami-
gos simples un remanso seguro y confiable y la posibilidad
de tener contacto con sus afectos. Quien escribe estas líneas
pretende, quizá presuntuosamente, simplemente pertenecer
a esa familia de “su Betania amiga”. Y es desde ese lugar
de donde espero haber sido de ayuda con estas líneas para
comprender a un hombre lleno del Espíritu de Dios que está
revolucionando el mundo entero con el Evangelio de nuestro
Señor Jesucristo.

27
BENDITA ORACIÓN EN KANGEMI

Diciembre 2015

Como es bien sabido, el séptimo capítulo de la carta a los He-


breos está centrado en la misteriosa figura de Melquisedec y su
encuentro con el patriarca Abraham, de quien recibe la bendi-
ción. Es precisamente el número 7 de la epístola “Ahora bien, no
cabe duda de que corresponde al superior bendecir al inferior”
(Hebreos 7, 7), el telón de fondo para entender que la frase repe-
tida por el Papa: “recen por mí”, no es un latiguillo de despedida.
Cuando en su primer saludo en la plaza San Pedro pidió que el
pueblo reunido allí lo bendijese, no hizo un gesto demagógico
mediático. Al solicitar la oración de todos, no expresa su deseo
de hacer más simpática y descontracturada la liturgia.
Para Francisco, la bendición orante del pueblo tiene un
profundo contenido espiritual, un altísimo simbolismo mi-
sional y una sentida necesidad personal.
Por eso, el gesto que realizó en su reciente visita al barrio
marginal Kangemi en Nairobi al detenerse en su recorrido
para recibir una bendición y oración muy especial, no pue-
de pueda pasar desapercibido. Es epicentral para entender
su pensamiento y comprensión de esta expresión espiritual.
Quien lo bendijo fue un sacerdote anciano, misionero,
lugareño y en silla de ruedas.
El texto bíblico recordado al inicio de esta reflexión en-
cuadra esta práctica dentro del contexto de un suceso similar
entre Abraham y Melquisedec. Toda la tradición judeocris-
tiana y musulmana, como la de otras confesiones, ha visto
siempre en este acto de bendición una enorme solemnidad
con una semiótica importantísima.

28
Francisco siendo Sumo Pontífice de la Iglesia católica,
expresa en este pedido su necesidad de que este humilde y
desconocido hombre de Dios lo bendiga para seguir adelante
en su misión petrina. En ese momento único, el Papa Ber-
goglio siente que al hacerlo se eleva él mismo a través de la
mediación de este hombre sencillo que ha llevado a cabo su
tarea pastoral en ese lugar ignoto. Toda la cristiandad en ese
preciso instante debe entender que necesita nutrirse de esa
paradigmática vivencia evangélica para proseguir su discipu-
lado de Jesucristo.
No es un gesto más, no es marketing, no es demagogia.
Es Evangelio orante en su máxima y pura expresión.
Recemos por él, porque cuando afirma que lo necesita
dice la verdad, es un urgente privilegio que nosotros estamos
llamados a hacer.

29
El ABRAZO CÓSMICO
ENTRE PEDRO Y ANDRÉS
(Francisco y Kirill)

Febrero 2016

En la economía de los tiempos de Dios, “mil años es como


un día” (Salmo 90, 4).
Francisco, un “tiempista” paciente del kairos divino no
puso reparos para el encuentro con de hoy con el patriarca
ortodoxo Kirill. “Un día” después del llamado de Jesús a Pe-
dro y Andrés devino el escándalo del cisma, y al “otro día” de
aquella división, el Señor y el mundo fue testigo del abrazo
del reencuentro.
Fueron importantes los diálogos teológicos, el debate
sincero, los gestos cuidados, la diplomacia mutua de altísimo
nivel y respeto, pero parafraseando a Tertuliano, la sangre de
los mártires es la semilla de este encuentro.
El documento conjunto, rico en acuerdos teológicos, de-
claraciones ecuménicas esperanzadoras, palabras de inusual
frescura sacramental y visiones éticas compartidas, menciona
la unión histórica de los mártires comunes de los primeros
siglos. Esta unión primigenia sellada con la sangre apostóli-
ca de la iglesia incipiente es en ese texto un claro punto de
partida. Por ello, la persecución actual de los cristianos de
todas las confesiones se transforma en un punto inocultable
de llegada donde las jurisdicciones eclesiales borronean sus
límites humanos.
El ecumenismo por el cual oró Jesús (Jn 17, 21) es un
camino. En ese transitar los gestos superan las palabras y los
minutos eclipsan los siglos. Tanto el obispo de Roma como
el patriarca de Moscú no ignoran que el camino por delan-

30
te para una unión visible de esa diversidad reconciliada será
largo. Sin embargo, Francisco y Kirill están plenamente cons-
cientes que la historia entre la Iglesia Católica y la Iglesia Or-
todoxa tendrá el día de hoy como un punto de inflexión hacia
la unidad espiritual.
Es probable que en lo profundo de la mente y corazón
de Francisco que muchas veces refirió al encuentro de José
con sus hermanos (Gn 50, 19-21) para ilustrar la necesidad
del diálogo interreligioso, haya hoy recordado a San Pedro
y San Andrés, apóstoles patronos de ambas confesiones. Es
que estos primeros discípulos de Jesús, hermanos de carne y
luego de la sangre del martirio, los llama desde la voz de Jesús
que aún resuena en el cosmos. “Yo los haré pescadores de
hombres” (Mc 1, 16-18).
Hoy, ese abrazo y ese encuentro sucedido en ese “no lugar”
fueron el tiempo y el espacio del cosmos ecuménico atempo-
ral. Como si Andrés y Pedro volvieran a mirar a Jesús, bajarse
por un tiempo de sus propias barcas y comenzar un tiempo
nuevo de anuncio del Reino de Dios, su justicia y su paz.

31
FRANCISCO LAVA LOS PIES
DE LOS REFUGIADOS

Marzo 2016

En los difíciles e incómodos caminos que llevaban a Jerusa-


lén, los pies de los peregrinos se lastimaban y ensuciaban en
ocasión de las Altas Fiestas. Especialmente los de los pobres
y extranjeros que, viniendo de los lugares más remotos, mi-
graban con enorme sacrificio a la Gran y Santa Ciudad, aun
sabiendo que como prosélitos no tendrían una buena acogi-
da. De encontrar alguna casa hospitalaria que les invitara a
comer y descansar, el primer y más misericordioso gesto era
lavarles y curarles los pies lacerados. No era tarea del dueño
de casa, sino que era función de los esclavos, pero aun así
significaba un gesto de suma caridad humana y espiritual.
En la cena de la fiesta de Pesaj, estando Jesús reunido
con sus discípulos nadie prevé este gesto, ni está dispuesto a
cumplir esa tarea considerada humanitaria, pero “humillan-
te” para quien la realizara. Excepto Jesús, que como ejemplo
de su concepción de servicio lo hace con cada uno de ellos.
Esa noche, probablemente en la piadosa casa de la madre
de san Marcos, se inclinará como esclavo de la misericordia
para lavar él mismo los pies de los desconcertados discípulos.
Luego les dirá: “¿Entienden esto? Dichosos serán si lo ponen
en práctica” (Jn 13, 17),
El Papa Francisco una vez más pone en práctica este ges-
to con un fuertísimo simbolismo que nos interpela a todos
para entenderlo cabalmente y practicarlo en otras formas de
servicio hospitalario y amoroso. Los que tienen hoy los pies y
el alma lacerados de su errante peregrinar a las “Grandes ciu-
dades” son los migrantes y los refugiados; hombres y mujeres

32
de diversos países doblemente excluidos. Por ello el ritual del
lavamiento de los pies cobra en la persona del Papa Bergo-
glio un significado especial, universal, inclusivo, profético y
urgente en el comienzo del Triduo Pascual. El mensaje desde
la Ciudad Eterna, su casa, es una invitación a repensar la Casa
Común y la inclusión misericordiosa y digna de los excluidos
y extranjeros errantes de hoy.
La última cena de Pesaj de la que participó Jesús recorda-
ba la liberación del pueblo de Dios hacia la Tierra Prometida
y a su vez era para él mismo, el inicio irreversible de su propia
pasión vicaria. En ese profundo memorial y personalísimo mo-
mento es donde Jesús decide lavar los pies de los discípulos.
Este jueves de Pascua, Francisco repetirá el gesto liberta-
rio con doce refugiados, hombres y mujeres de diversos paí-
ses. La pregunta del Maestro de Galilea sigue resonando el
cosmos y la historia y replicará este Jueves Santo desde Roma.
“¿Entienden esto? Dichosos serán si lo ponen práctica”. De
esa comprensión y practicidad dependerá el destino de nues-
tra humanidad errante, refugiada y herida. Que el Señor nos
ayude a todos a entender y hacer, estando a la altura de estos
tiempos difíciles y el kairos actual de la misericordia. Amén.

33
LA COMUNIÓN ECUMÉNICA
COMO CAMINO EUCARÍSTICO

Octubre 2016

La división entre los cristianos es un escándalo, un dolor al


corazón mismo del Señor Jesucristo que en su oración sacer-
dotal más profunda pidió que su Iglesia se mantuviera unida
(Juan 17, 21). Por ello, este 31 de octubre sería inapropiado
hablar de una celebración, pero sí es preciso proclamar con
gozo esta gracia de ofrecer a Dios está conmemoración Lu-
terana-Católica.
Porque conmemorar es precisamente hacer memoria de
lo transitado en estos casi 500 años, donde reconocemos con
tristeza que muchas veces nos hemos “enamorado” del con-
flicto. Pero también es necesario mirar con esperanza como
en los últimos 50 –si tomamos el Concilio Vaticano II como
referencia– el Señor nos ha llamado por nuestro nombre pro-
pio confesional para “dejarnos enamorar” por la búsqueda
de la comunión. Comunión que es unión común, un necesa-
rio caminar juntos en la riqueza de la diversidad reconcilia-
da. Donde encontramos mojones teológicos fundamentales
como la “Declaración conjunta sobre la Justificación”, pero
por sobre todo nos reconocemos en un peregrinar humilde,
orante, paciente y esperanzador hacia la unidad visible del
Cuerpo de nuestro Señor.
Resulta inevitable que la palabra “comunión” haga re-
ferencia para nosotros a la Eucaristía en común, a lo que el
Cardenal Walter Kasper llamó el “Sacramento de la unidad”.
Es hoy una mesa que nos espera, es la mesa del Señor de la
unidad, la mesa de la unión sacramentada. Pero las mesas se
preparan con tiempo y dedicación, y la mesa del Señor lo

34
hace con el kairos y los carismas que ella requiere. Vayamos
un momento a las Sagradas Escrituras, cuya lectura conjunta
tanto ha contribuido en este derrotero ecuménico.
El apóstol Pablo en su primera carta a la Iglesia de Corin-
to hace una dramática afirmación sobre la celebración euca-
rística en esa comunidad: “Cuando se reúnen, lo que menos
hacen es comer la Cena del Señor…” (1 Cor 11, 20). Había
dos cuestiones a “examinar, discernir, corregir” (vs 28, 29,
32) previamente para allanar el camino a fin de que en la par-
ticipación de esa celebración demuestren que eran capaces de
“discernir el Cuerpo del Señor” (vs. 29).
En primer lugar, había divisiones (v 18) en donde unos
y otros decían “Yo soy de Pablo…yo soy de Pedro” (vs. 11).
Como protestante muchas veces, seducidos por la llave her-
menéutica luterana en Romanos 1,7 “el justo vivirá por la fe”,
hemos leído la Biblia con “los anteojos de San Pablo” en ten-
sión a la percepción de centralidad ministerial de la sucesión
apostólica de Pedro en Roma. Hoy felizmente nos encontra-
mos con un largo, difícil pero espiritual búsqueda conjunta
hacia una lectura cristocéntrica y orante de la palabra de Dios
“para que la cruz de Cristo no pierda su eficacia” (vs. 17).
En segundo lugar, las asambleas y comidas se realizaban
en casas particulares, muchas veces en la de aquellos herma-
nos más acomodados que podían ofrecer más espacio físico.
Sin embargo, tristemente se producían discriminaciones con
los pobres y excluidos de la sociedad con quienes los ricos no
compartían sus propias viandas. Ese conflicto San Pablo lo
describe de esta manera: “porque apenas se sientan a la mesa,
cada uno se apresura a comer su propia comida, y mientras
uno pasa hambre, el otro se pone ebrio” (vs.20). Esta comi-
da previa a la celebración eucarística estaba carente de amor,
piedad y misericordia hacia los más necesitados y con ello,
vaciaban de contenido espiritual la principal celebración. En

35
este contexto bíblico, resultan muy iluminadoras las palabras
de S. S. Francisco cuando en un diálogo reciente con jóvenes
luteranos les expresó: “El testimonio que el mundo espera de
nosotros es sobre todo el de hacer visible la misericordia que
Dios tiene para con nosotros, a través del servicio a los más
pobres, a los enfermos, a los que han abandonado su tierra
para buscar un futuro mejor para sí mismos y para sus seres
queridos. Poniéndonos al servicio de los más necesitados ex-
perimentamos que ya estamos unidos: es la misericordia la
que nos une”.
Oremos para que en este año jubilar conmemorativo la
distancia geográfica que hay entre Lund 2016 y Wittemberg
2017 sea extendida por todo el planeta con un peregrinar con-
junto que busca, aprende y se reconoce en un mismo Señor,
una misma fe y mismo bautismo (Ef 4, 5). Que caminado
juntos, católicos y protestantes en oración unida, nos “deje-
mos leer” desde los Evangelios para obedecer el llamado a la
unidad de nuestro Señor Jesucristo. Que tomados de la mano
del Dios de la Misericordia demos testimonio de verdadera
comunión sirviendo a los descartados de un mundo necesita-
do de justicia y paz. Si damos esos pasos juntos, la Mesa del
Señor que nos llama a estar unidos estará cada vez más cerca,
hasta que llegue el tiempo que el Cristo de la Eucaristía y el
Señor de la historia lo haya establecido.

36
EL ECUMENISMO DE LA MISERICORDIA

Noviembre 2016

La conmemoración conjunta Luterano-Católico de la Refor-


ma tuvo su espacio de comunión espiritual y epicentro de en-
cuentro universal en las ciudades suecas de Lund y Malmoe,
el pasado 31 de octubre.
El lema elegido “Del conflicto a la comunión” es una
definición en sí misma que marca una mirada esperanzadora
del hilo invisible de estos casi quinientos años. La declaración
conjunta lo expresa en estos términos: “Aunque el pasado
no puede ser cambiado, lo que se recuerda y cómo se re-
cuerda, puede ser trasformado”. Pero para que la mirada sea
completa, necesariamente debe poder ver el presente con los
ojos del Señor de la Iglesia universal e intentar asomarnos
al futuro por la mirilla profética del Espíritu Santo que nos
une a todos, católicos y protestantes. Para éstas dos miradas,
resulta necesario repensar, revalorizar y saborear el contenido
de las palabras. Y la palabra que probablemente más sinteti-
ce el kairos divino del ecumenismo de hoy y probablemente
del futuro próximo sea la palabra “Misericordia”. El quinto
imperativo del último capítulo del documento que lleva el
mismo título del lema lo expresa claramente: “católicos y lu-
teranos deben dar testimonio común de la misericordia de
Dios en la proclamación y el servicio al mundo” (art. 243).
El ecumenismo no es un tema más en la agenda del Papa
Francisco, es un estilo, una sensibilidad profunda para todos
aquellos que se sienten parte de la Iglesia, y esto se percibió
claramente en palabras y gestos en el encuentro luterano-ca-
tólico en Suecia. Y en este estilo, el Papa Bergoglio a menu-
do ha conceptualizado el ecumenismo de distintas maneras,

37
como una invitación a comprender que su sentido espiritual
se mantiene inalterable, pero los contextos de ese peregri-
naje en común requieren una comprensión de los tiempos
en el uso de su terminología. Si otrora ha hablado del “ecu-
menismo de la Palabra”, del “ecumenismo de la oración”,
del “ecumenismo de la diversidad reconciliada” y en tiempos
recientes con profundo dramatismo del “ecumenismo de la
sangre”, ahora habla del “ecumenismo de la misericordia”.
En la Catedral de Lund, Francisco lo expresó de esta ma-
nera: “Jesús intercede por nosotros como mediador ante el
Padre, y le pide por la unidad de sus discípulos «para que el
mundo crea» (Jn 17, 21). Esto es lo que nos conforta, y nos
mueve a unirnos a Jesús para pedirlo con insistencia: «Danos
el don de la unidad para que el mundo crea en el poder de tu
misericordia». Este es el testimonio que el mundo está espe-
rando de nosotros. Los cristianos seremos testimonio creíble
de la misericordia en la medida en que el perdón, la reno-
vación y reconciliación sean una experiencia cotidiana entre
nosotros. Juntos podemos anunciar y manifestar de manera
concreta y con alegría la misericordia de Dios, defendiendo
y sirviendo la dignidad de cada persona. Sin este servicio al
mundo y en el mundo, la fe cristiana es incompleta”.
El Papa ha insistido en promover que el ecumenismo es
un continuo caminar. En este sendero de encuentro, hay ca-
lles y avenidas. La calle de la doctrina es un sendero complejo
pero importante. Los documentos de acuerdos teológicos y
los constantes trabajos en este campo de la unidad eclesial son
encomiables, habida cuenta que a menudo se han encontrado
de ambas partes obstáculos que muchas veces parecen insal-
vables. Por otro lado, existen avenidas de tránsito más fluido,
que por ser axiomáticos no dejan de ser teológicos, pero por
su contexto se transforman en urgentes. Es la teología del
rostro de nuestro único Cristo, reflejado en la cara de los po-

38
bres, los marginados, vulnerables y excluidos de este mundo.
Las calles y avenidas a menudo se pueden encontrar en una
esquina cualquiera y marcar un punto de referencia para la
brújula del caminar ecuménico. Y esa esquina hoy tiene un
nombre “La esquina de la misericordia”. Si la misericordia
es el nombre de Dios, y ese nombre por serlo es predecesor
a la doctrina, ésta es un capítulo de aquella y no viceversa. Si
nosotros, católicos y protestantes, comprendemos este cam-
bio de paradigma, este cambio de época, entonces el viaje
en calles y avenidas irá impulsado por la esperanza, que no
defrauda.
Luego de escuchar conmovedores testimonios en el es-
tadio de Malmoe, Francisco expresó con profunda emoción,
pero con firmeza: “Para nosotros cristianos, es una prioridad
salir al encuentro de los desechados y marginados de nuestro
mundo, y hacer palpable la ternura y el amor misericordioso
de Dios, que no descarta a nadie, sino que a todos acoge”.

39
LAS BIENAVENTURANZAS DE FRANCISCO

Noviembre 2016

Las bienaventuranzas son de alguna manera el carné de identidad


del cristiano, que lo identifica como seguidor de Jesús

Esta particularísima manera de re expresar la identidad cris-


tiana haciendo referencia a los primeros textos del Sermón de
la montaña nos desafía como discípulos de Cristo en el aquí
y ahora. Fueron pronunciadas por el Papa Francisco en la
Misa celebrada en Malmoe, Suecia el pasado primero de no-
viembre. Pero no se detuvo allí en su exégesis contextualiza y
contemporizada de las bienaventuranzas de Jesús. Él mismo
invitó a releerlas desde esa hermenéutica renovadora “Así,
podríamos señalar nuevas situaciones para vivirlas con el es-
píritu renovado y siempre actual”. Haciendo epicentro en la
tercera bienaventuranza “Bienaventurados los mansos…”
(Mt 5, 5) y enumerando seis caracterizaciones nos invitó a
pensar quiénes son los bienaventurados de hoy.
La primera bienaventuranza tiene que ver con la impor-
tancia de tener un corazón abierto al perdón genuino ante
un mundo en donde el mal está mostrando sus más diversas
y peores caras. Y si muchas veces lo que se violenta es la
sola pertenencia religiosa, la fe es imprescindible para sopor-
tar con mansedumbre. Francisco lo expresó de esta mane-
ra: “Bienaventurados los que soportan con fe los males que
otros les infligen y perdonan de corazón”
Vivimos en medio de una cultura del descarte en donde
los vulnerables y los frágiles de la sociedad son desechados
como objetos con fecha de vencimiento. La misma sociedad
tiende a marginar a los pobres y débiles que se han caído del

40
tejido social empujándolos a un abismo sin red de contención.
Entonces, la invitación del “hombre de Galilea” a los ciudada-
nos del Reino de Dios de tender nuestras redes (Mateo 13, 47),
debe reconstruirse usando hilos que unan miradas y relingas
que nos acerquen. El Papa Bergoglio lo dice de esta manera en
su segunda cita: “Bienaventurados los que miran a los ojos a
los descartados y marginados mostrándoles cercanía”.
La tercera se corresponde a un doble uso de espejos que
tiene como eje el convencimiento de que todos somos he-
chos a imagen y semejanza de un mismo Creador (Gn 1, 26).
Semejante pertenencia nos debe impeler a una humilde otre-
dad y a una mansa evangelización que atraiga a otros a ver
el luminoso rosto del otro en ese espejo. “Bienaventurados
los que reconocen a Dios en cada persona y luchan para que
otros también lo descubran”.
Nuestro planeta está bajo amenaza, y somos nosotros,
sus habitantes y especialmente los que teniendo el poder de
protegerlo, los que muchas veces utilizan ese recurso para
destruirlo. Los hijos de Dios debemos ser protagonistas en la
defensa de la ecología del mundo creado por nuestro Dios.
Por eso, la cuarta cita es concreta en este sentido: “Bienaven-
turados los que protegen y cuidan la casa común”.
En un sistema materialista que subsume a las personas a
una vida egocéntrica y consumista más allá de sus necesidades
e insensible a las de otros, los cristianos debemos repensar
nuestra economía personal. El desapego, la solidaridad y la
renuncia en favor de otros, es una fuente de gozo y liberación
espiritual hacia y desde nosotros. Por ello, la quinta expresión
de Francisco no duda en afirmar: “Bienaventurados los que
renuncian al propio bienestar por el bien de otros”.
La homilía del Papa fue dada en el “Día de todos los san-
tos”, pero se enmarca en el viaje del importantísimo encuentro
ecuménico luterano-católico. Por ello, la última bienaventuran-

41
za de Francisco hace expresa referencia al don de la unidad que
es siempre superadora del conflicto: “Bienaventurados los que
rezan y trabajan por la plena comunión de los cristianos”.
Las bienaventuranzas de Francisco son una profunda y
fresca invitación a repensar las de Jesús, en un espíritu de
mansedumbre y santidad cristiana. Es una imprescindible
búsqueda para que no perdamos pisada al Señor de las bien-
aventuranzas porque, al decir del Papa, “son el camino de
vida que el Señor nos enseña, para que sigamos sus huellas” y
“el perfil de Cristo y, por tanto, lo son del cristiano” para que
como discípulos hoy entendamos que “Estamos llamados a
ser bienaventurados, seguidores de Jesús, afrontando los do-
lores y angustias de nuestra época con el espíritu y el amor
de Jesús”.

42
ENTREVISTA AL EX PRESIDENTE
JOSÉ (PEPE) MUJICA

Noviembre 2016

El presente es la trascripción de una entrevista concedida por el


ex presidente de la República Oriental del Uruguay, José (Pepe)
Mujica, en ocasión de su visita al Vaticano como participante
del III Encuentro Mundial de Movimientos Populares.

El mundo está en crisis. ¿Qué reflexión nos puede hacer sobre el


trabajo que Papa Francisco encarna en términos de construcción de la paz?
Creo que la construcción de la paz es una tarea perma-
nente y sistemática porque el hombre a pesar del avance de
su civilización no ha podido desprenderse del uso de la gue-
rra como recurso para imponer finalidades político o eco-
nómicas que en definitiva son siempre la razón de la guerra
en última instancia. Siendo así, la lucha por la paz es casi
permanente, porque es el único antídoto que tenemos para
evitar que el hombre incurra en el uso de ese recurso. Lamen-
tablemente, pienso contra lo que catalogan los historiadores,
que saldremos de la prehistoria humana recién cuando el fla-
gelo de la guerra desaparezca entre nosotros y hasta tanto
no lo logremos seguiremos permaneciendo en la denomina-
da prehistoria de la humanidad. La guerra no tiene ningún
sentido y lo peor es que además directa o indirectamente es
un tácito castigo a los menos responsables, los que tienen
menos culpa de la misma, los que más sufren son los que no
participan de la guerra los que no tienen nada que ver, las
poblaciones civiles, los niños, los ancianos, los desheredados
que terminan pagando el peor costo. Mientras, en cambio, la
gente que la decreta está sentada detrás de una computadora

43
a miles de kilómetros. La evolución técnica, que se ha ido
acentuando en el tiempo, nos obliga a entender que la lucha
por la paz es el único instrumento que tenemos. Tal vez pa-
rezcamos pacifistas o idealistas pero prepararse para la guerra
es interrumpir el progreso de una sociedad. La humanidad
gasta dos mil millones, sumando los presupuestos militares
mundiales, de dólares por minuto para armarse y, en muchos
casos, se siente decir que no hay recursos para combatir el
hambre. Si lográramos, no digo abolirlo, pero al menos redu-
cirlo a la mitad existiría una masa de recursos para destinar a
las grandes cuestiones mundiales como la lucha a la pobreza y
la indigencia. Tendríamos que invertir recursos en la promo-
ción de vida de los más débiles, incluso como estrategia para
aumentar la futura demanda agregada en el planeta, es decir,
arrancarlos de la pobreza e incorporarlos a la demanda. La
religión tacita de hoy es el mercado.

Usted nos habla de egoísmo de pobreza de injusticia. ¿Qué influen-


cia cree que tiene Francisco para cambiar estas cosas?
Todavía no podemos medir los frutos inmediatos por-
que en la historia de la humanidad los cambios vendrán del
hombre mismo o no vendrán, y para que vengan del hombre
mismo el hombre tiene que entender o por lo menos deben
existir amplias capas de mayorías que hagan proprio estos te-
mas. Para que el verbo de Francisco empiece a caminar anó-
nimamente y autónomamente, y se haga paso y se transforme
en opinión pública en el mundo, hay que prestarle todo el
apoyo posible. Lo que está en juego el destino de la humani-
dad y hasta tal vez la continuidad de la especie

¿Y cómo ve la situación de Latinoamérica?


Es crucial. Latinoamérica es un continente muy contra-
dictorio, probablemente es el continente que tenga todavía

44
el margen mayor de recursos vírgenes y potenciales con una
reserva de agua dulce de carácter estratégico pero es el más
injusto de la tierra, el que reparte peor la riqueza. A lo largo
del continente hoy existen 32 señores que son propietarios de
una fortuna similar a la de 300 millones de latinoamericanos y
que cuyos patrimonios personales están creciendo a una tasa
del 21% anual, es decir que ganan más que la marcha de los
PBI de los países de la región y este dato nos habla claramen-
te del tremendo proceso de concentración de la riqueza que
se está dando en América latina. No es casual que el hombre
más rico del mundo sea un latinoamericano no obstante el
continente represente solo un 10% de la economía mundial.
Yo no soy creyente pero soy una persona que le tiene admira-
ción política a la Iglesia católica y creo que la palabra de Fran-
cisco es fundamental para la región. Porque el continente ne-
cesita márgenes de unidad que no ha tenido si quiere existir
en el mundo de hoy. Uno de los ejes de unidad que tiene a
parte de su lengua es su tradición católica apostólica romana
y Francisco encarna esto, por eso lo siento muy cercano.

Usted tiene una relación personal con Francisco. ¿Qué cosa los une?
Creo que por caminos distintos ambos percibimos el
drama humano y las condiciones de ese drama humano que
están a la base de América latina y también del mundo. En
esto es que uno encuentra una identificación. Yo me siento
identificado con Francisco. Y me siento también identificado
con todos los luchadores sociales que están luchando para
que haya paz y equidad en el mundo y que tienen tal vez
otras creencias y religiones. Necesitamos apertura y dialogo
para ver el drama de la injusticia que está a la base de la hu-
manidad de hoy y que es doblemente sublevante porque el
hombre tiene como nunca en su historia todos los medios
para erradicarla. Nunca el hombre tuvo tanto como hoy, la

45
explosión tecnológica es infinita. Entendemos el lenguaje de
la naturaleza con el manejo de la ciencia e la tecnología. ¡La
felicidad de la humanidad no es una utopía! Y la sensación de
impotencia e injusticia ante todo esto es enorme.

46
EL JUBILEO PARA TODAS LAS RELIGIONES

Noviembre 2016

La puerta Santa de la Misericordia se cerrará este domingo,


pero el manso perfume de este año jubilar permanecerá en
millones de corazones. Del mismo modo, las anchas y miseri-
cordiosas puertas de encuentro a todas las religiones seguirán
abiertas muchos años.
Es que la invitación a todas las confesiones estaba ya pre-
sente en la Bula de Convocación “La misericordia posee un
valor que sobrepasa los confines de la Iglesia. Ella nos rela-
ciona con el judaísmo y el islam, que la consideran uno de los
atributos más calificativos de Dios”.
Dado que ese documento explica que “Israel primero
que todo recibió esta revelación, que permanece en la historia
como el comienzo de una riqueza inconmensurable de ofrecer
a la entera humanidad, y las páginas del Antiguo Testamento
están entretejidas de misericordia” es que no resultó extraña
una mención especial del Papa Francisco en su primera visita a
la Sinagoga de Roma en enero de este año: “Cada persona debe
ser vista con benevolencia, como hace Dios, que da su mano
misericordiosa a todos, independientemente de su fe y de su
origen, y que se ocupa de las personas que más lo necesitan: los
pobres, los enfermos, los marginados y los indefensos”.
El mismo numeral de Misericordiae Vultus dice de los her-
manos musulmanes: “El islam, por su parte, entre los nombres
que le atribuye al Creador está el de Misericordioso y Clemen-
te. Esta invocación aparece con frecuencia en los labios de los
fieles musulmanes, que se sienten acompañados y sostenidos
por la misericordia en su cotidiana debilidad. También ellos
creen que nadie puede limitar la misericordia divina porque sus

47
puertas están siempre abiertas”. En la conferenciad de prensa
en el vuelo de regreso de Lesbos, cuando el Papa Bergoglio fue
consultado por su gesto de traer consigo a tres familias musul-
manas, no dudó en afirmar: “No hice ninguna selección entre
cristianos y musulmanes… No se trata, pues, de un privilegio;
estas doce personas son también hijos de Dios. El ‘privilegio’
es ser hijos de Dios, esto es verdad”.
Visitar a los presos es una de las catorce obras de mise-
ricordia. Conmovedoras y reveladoras fueron las palabras de
Francisco en la cárcel de Sinaloa, en México donde segura-
mente había reclusos de distintas confesiones y otros no cre-
yentes: “No quería irme sin venir a saludarlos, sin celebrar el
Jubileo de la Misericordia con ustedes… Hermanos, siempre
me pregunto al entrar a una cárcel: ¿Por qué ellos y no yo? Y
es un misterio de la misericordia divina; pero esa misericordia
divina hoy la estamos celebrando todos mirando hacia delante
en esperanza”.
Un hito histórico en este año jubilar, tanto desde lo es-
piritual como desde la gran política, fue el encuentro con el
Patriarca Kiril en Cuba en el mes de febrero. Del texto de la
declaración conjunta leemos este párrafo donde si bien no está
citada la palabra “misericordia”, su significado está presente en
todo el enunciado: “Las comunidades cristianas realizan am-
plias actividades caritativas y sociales, prestando diversos tipos
asistencia a los necesitados. Los ortodoxos y los católicos tra-
bajan a menudo hombro con hombro. Así dan testimonio de
los valores del Evangelio y ponen de manifiesto la existencia de
una base espiritual común de la convivencia humana”.
Del mismo modo en su viaje a Armenia, en ocasión del
encuentro ecuménico de oración, el Papa Francisco dijo: “San
Nerses advertía la necesidad de acrecentar el amor recíproco,
porque sólo la caridad es capaz de sanar la memoria y curar las
heridas del pasado: sólo el amor borra los prejuicios y permi-

48
te reconocer que la apertura al hermano purifica y mejora las
propias convicciones... No los cálculos ni los intereses, sino
el amor humilde y generoso atrae la misericordia del Padre, la
bendición de Cristo y la abundancia del Espíritu Santo”.
Hace pocas semanas, en la Catedral de Lund en oportuni-
dad de la conmemoración de los 500 años de la reforma lute-
rana, el Santo Padre declamó: “Danos el don de la unidad para
que el mundo crea en el poder de tu misericordia”. Este es el
testimonio que el mundo está esperando de nosotros. Los cris-
tianos seremos testimonio creíble de la misericordia en la me-
dida en que el perdón, la renovación y reconciliación sean una
experiencia cotidiana entre nosotros. Juntos podemos anunciar
y manifestar de manera concreta y con alegría la misericordia
de Dios, defendiendo y sirviendo la dignidad de cada persona.
Quisiera culminar con un hecho estrictamente personal. A
quince días de la firma de la Bula en abril del 2015, me sometí
a una difícil intervención quirúrgica en Buenos Aires. Antes,
durante y después de la misma, Francisco me acompañó tanto
a mí como a mi familia con llamados, cartas y oraciones. De
esta manera, hizo carne en este hermano protestante la pri-
mera obra de misericordia corporal “Visitar a los enfermos”.
Nunca olvidaremos con mi familia sus gestos de cercanía que
fueron una imborrable pedagogía de la misericordia, haciendo
mía la primera obra espiritual “Enseñar al que no sabe”.
Sepamos los que confesamos una fe diferente a la ca-
tólica que este Jubileo de la Misericordia fue para todos una
profunda y especial oportunidad de contemplar juntos el ros-
tro misericordioso de nuestro común Dios. Un Dios cuyo
nombre es entre otros “Misericordia” y que está reflejado en
el de nuestro prójimo y de un mundo urgido de esta caricia
en su alma tan necesitada.

49
EL ECUMENISMO COMO DIPLOMACIA
RECONCILIADORA

Enero 2017

“Reconciliación. El amor de Cristo nos apremia” (2 Co 5, 14)


es el potente tema de la Semana de Oración por la Unidad de
los Cristianos que se celebra en estos días. En el documento
base se explicita al respecto “El mundo necesita embajadores
de reconciliación que rompan barreras, construyan puentes,
hagan la paz…”.
En su esperado discurso anual al cuerpo diplomático, el
Papa Francisco, “hizo pie” en su experiencia ecuménica e in-
terreligiosa para abrir caminos de acción política hacia la bús-
queda de la paz y la justicia. Manifestó su viva convicción de
que toda expresión religiosa está llamada a promover la paz,
y agregó: “En la base de ese camino ha de estar el diálogo
auténtico entre las diversas confesiones religiosas”. No dudó,
en base a su propia experiencia apostólica en calificar a este
diálogo como “posible y necesario”.
En contraposición, existen los embajadores de la guerra
que utilizan la experiencia religiosa para la violencia. En refe-
rencia a esta matriz fundamentalista mundial, el Santo Padre
expresó: “Se trata de una locura homicida que usa el nombre
de Dios para sembrar muerte, intentando afirmar una volun-
tad de dominio y de poder”.
Llamó a una acción común entre líderes religiosos y po-
líticos. Los religiosos tienen la tarea de “transmitir aquellos
valores religiosos que no admiten una contraposición entre el
temor de Dios y el amor por el prójimo”. Al liderazgo políti-
co, diplomáticos y gobernantes les invitó a “garantizar en el
espacio público el derecho a la libertad religiosa, reconocien-

50
do la aportación positiva y constructiva que esta comporta
para la edificación de la sociedad civil (...) y la responsabilidad
de evitar que se den las condiciones favorables para la propa-
gación de los fundamentalismos”.
Si el diálogo ecuménico e interreligioso debe transcender
las esferas de una diplomacia de buenos modales para cami-
nar juntos en búsqueda de acciones concretas hacia la paz, la
justicia y la caridad, bien puede transpolarse esta visión a la
esfera política. Por eso, Francisco llamó a trabajar en “políti-
cas sociales que combatan la pobreza, y que requieren de una
sincera valorización de la familia, como lugar privilegiado de
la maduración humana, y de abundantes esfuerzos en el ám-
bito educativo y cultural”. Porque “existe una íntima relación
entre justicia y paz”.
Su final orante del discurso a los embajadores expresado
en su “deseo para el próximo año que crezcan en nuestros
países y sus pueblos las oportunidades para trabajar juntos
y construir una paz verdadera” fue coincidente a su pedi-
do mensual de oración. En un video, Francisco invitó a unir
nuestras voces a la suya porque “En el mundo actual, muchos
cristianos de diversas iglesias trabajan juntos al servicio de la
de la humanidad necesitada, para la defensa de la vida huma-
na y de su dignidad, de la creación y contra las injusticias”.
De esta manera, el ecumenismo tomando impulso en su
experiencia religiosa puede alcanzar esferas de diplomacia ac-
tiva en búsqueda la paz, las dimensiones de la alta política en
pos de la justicia y enviarnos a todos como embajadores de la
reconciliación posible y necesaria.

51
ENTREVISTA AL PADRE PEPE DI PAOLA

Enero 2017

Es un lunes pesado de verano en el suburbano profundo de


Buenos Aires. Encontré al Padre Pepe Di Paola esperándome
sonriente a la puerta de la parroquia San Juan Bosco en la Vi-
lla de Emergencia La Cárcova. Una de las tantas del partido
de General San Martin, quizá la más castigada por el olvido,
la marginalidad y la droga. Dialogamos en una mesa sencilla,
mate de por medio, sobre el Papa Bergoglio. Su padre espiritual
a quién conoce bien y que, según sus dichos, le salvó la vida
cuando a este “cura villero” lo amenazaron de muerte los nar-
cotraficantes en tiempos que ambos vivían en Buenos Aires.

Vos has tenido una larga trayectoria de trabajo junto al Carde-


nal Bergoglio en las villas de Buenos Aires. Y ahora, ya como Papa
Francisco, una continuidad de contacto y conocimiento de su visión hacia
las periferias y los marginados. A la luz de tu experiencia. ¿Cuáles
consideras son las herramientas que pueden ayudar para comprender su
palabra y misión?
Para mí, unos elementos importantes que tenemos que
destacar aquellos que hemos compartido trabajos con él, es
que lo consideramos un padre espiritual. Porque ese es real-
mente el vínculo más importante que tenemos muchos cu-
ras villeros con Bergoglio. Todo lo que está viviendo ahora
como Francisco desde un magisterio que lo lleva a una di-
mensión mundial, lo vivía en una dimensión pequeña, local
como obispo nuestro. Por eso, algunos temas que salen hoy,
a nosotros no nos extrañan porque tienen que ver con una
mirada de la Iglesia, del sacerdocio, del mundo, del pobre que
él tenía aquí en Buenos Aires. Ese es un punto fundamental,

52
que a mí me alegra mucho porque yo creo que él fue a Roma
y se potenció porque tenía bases serias y profundas. Porque
es una persona muy espiritual, muy sólida en lo que piensa.
Se ha potenciado y se transmite al mundo de una manera
clara y contundente que da una aceptación muy grande en la
gente, fundamentalmente en los pobres, la gente común, la
gente sencilla de la Iglesia y aún en las que se habían ido de
ella. Esto es en todas partes del mundo. A mí me toco hablar
con sacerdotes, periodistas y religiosas que han venido a la
Argentina, y cuentan que un fenómeno que se va dando a
nivel espiritual es el acercamiento de muchas personas que
estaban lejos de la Iglesia.
Hay un punto que tiene que ver con la mirada de Bergo-
glio. Yo siempre digo que él no miró a Buenos Aires desde la
Plaza de Mayo que era su lugar donde vivía, sino que el mira-
ba a Buenos Aires desde la periferia. Por eso insiste hoy con
la periferia. Él miraba a Buenos Aires y lo hacía desde la villa.
Por eso cuando muchas veces tenía que hablar de Buenos
Aires, decía cosas que algunos podían sentirlas como cierta
palabra dura, la de un profeta. Porque hablaba de la liviandad
con que Buenos Aires miraba al pobre. Él hizo ver el Buenos
Aires real, ese que después salió a luz. Porque por muchos
años que a mí me tocó estar en la villa, ningún funcionario
nos visitaba. Ningún medio de comunicación iba a las villas.
Y de pronto la única persona que iba caminando los barrios
y visitando las familias, que reemplazaba los curas cuando
estaban enfermos era Bergoglio. Entonces, esta empatía que
tiene con estos sectores es porque conoce el verdadero Bue-
nos Aires. Le dio una magnitud a la realidad de la pobreza, la
marginalidad, las migraciones, que es un tema que está pre-
sente en él hoy, por eso esa visita a Lampedusa que me hace
acordar a una visita a cualquier a una villa nuestra. Hoy en
día que están muchos discursos xenófobos de moda, fue a

53
ponerse al lado del migrante. Creo que toda esta realidad que
uno ve hoy en Francisco como migrantes, pobreza, trabajo,
infancia y la juventud hipotecada por la droga y la violencia
son los que siempre más le preocupaban a él.

Vos estás invitado a entender a Francisco usando “anteojos” que


tienen que ver con su mirada desde la periferia. ¿Cuál es tu opinión
cuando se lo quiere interpretar desde una ideología en particular que en
general tiende a ser política?
Yo creo que la mayoría de esas apreciaciones tiene que
ver con que se quiere achicar el mensaje del Papa. Y se lo
quiere achicar porque es un mensaje que te interpela. Al ser
un mensaje que te interpela y que te debe provocar una res-
puesta es preferible marginarlo. Y yo lo puedo marginar di-
ciendo que está diciendo una tontería o que tiene que ver con
su propia ideología y no con un mensaje que contiene lo que
un Papa o la Iglesia debe decir.
Cuando el año pasado se dijeron barbaridades de él, un
grupo de curas de la villa salimos a defenderlo. En ese mo-
mento yo recordé a San Martín y lo comparé con Bergoglio.
Porque a San Martin, que ahora le decimos que es el padre de
la Patria y tiene monumentos en toda la Argentina, la autori-
dades –no la gente– y dos medios de comunicación impor-
tantes de la época no lo dejaban bajar del barco. Se tuvo que
volver porque lo acusaban de simpatizante de algunos secto-
res. Parecía que ya no tenía nada que ver que había liberado a
Argentina y Chile y que había logrado la emancipación junto
a Bolívar. Estaban en “la chiquita”. Entonces, al Libertador
se lo margino y murió en el extranjero. Fuimos crueles con
San Martín. Creo que en algunos medios de comunicación se
había impuesto hace unos meses atrás, toda una especie de
palabra contra el Papa que estaba armado y organizado. Por
eso hablamos de un plan, no de un periodista que realmente

54
pensaba en contra de él y que tenía toda la libertad de hacerlo.
Eso es señal que la palabra de él, en lugar de aceptarla,
de ver la sabiduría que contiene y tratar de aprovecharla; es-
tán aquellos que se sienten vulnerados en sus comodidades,
en sus políticas, en su ser todopoderoso. Francisco les está
hablando del Evangelio. Entonces se ponen mal porque per-
dona una persona que lo ofendió todo el tiempo que estuvo
en Buenos Aires. Se ofenden porque regala un rosario a una
persona que está en la cárcel. Él tiene una gran preocupación
por toda la problemática carcelaria principalmente en Lati-
noamérica. Es una marca de su papado en todo el mundo, a
luz de su experiencia aquí con todo lo que tiene que ver con
el trato de la cárcel y la delincuencia juvenil.

¿Cuál es para vos la manera de interpretar su visión acerca de esa


problemática?
Él tiene una mirada macro. Es decir, al ver este tema,
mira un poquito más allá. Entonces habla de una infancia y
de una adolescencia con derechos vulnerados desde muy pe-
queños. Uno puede escarbar la historia de la mayoría de ellos
con una adolescencia complicada en donde no sintió identi-
ficaciones positivas, sino que su identificación fue con una
banda que paraba en una esquina. ¿Qué diferencia hay entre
estos pibes, los que están en la alcaldía y los que están en
un centro de recuperación? Muy poca, a lo mejor con unos
llegamos a tiempo, con los otros llegamos tarde. Entonces
hay una sociedad que llega tarde. Nosotros nos expresamos
con un documento que se llamó “La droga en la villa, des-
penalizada de hecho” y que a Bergoglio le interesó mucho.
En él decimos que el mundo adulto se retiró. Y hay cierta
orfandad sobre la infancia y la adolescencia y la juventud.
Entonces el pibe tiende a identificarse con un grupo que le da
ciertos puntos de identidad. Lamentablemente estos puntos

55
están ligados a la droga y al delito. Entonces es muy impor-
tante la propuesta que nosotros llamamos de trabajo positivo,
que era armar dentro de estas barriadas todo lo que signifi-
caba la adhesión del niño, del adolescente y del joven con
los valores cristianos. Yo creo que él tiene esa mirada y creo
que ve a la cárcel como un eslabón de una guerra perdida.
O sea, durante todo ese tiempo la sociedad, salvo los casos
patológicos, no ha hecho mucho para estos chicos. Nosotros
en los documentos de la Comisión de Adicción dijimos que
por lo menos por cuarenta años no hubo en Argentina un
trabajo con responsabilidad en lo que significa prevención y
recuperación de estos chicos. Entonces, si en cuarenta años
el fenómeno creció, la droga se instaló y el chico está todavía
más desamparado. Y ante ese desamparo, lo único que tiene
como respuesta es la propuesta de la droga.

Vos entraste al tema de problemática de la droga que has trabajado


mucho en las villas en su momento con el Cardenal Bergoglio. Ahora él
sigue trabajando mucho a nivel mundial, no solamente en lo que tiene ver
con el daño al individuo o como un flagelo social y familiar, sino también
en lo relacionado al narcotráfico y al dinero y poder que éste genera.
¿Cómo ves esa lucha mundial que Francisco está llevando adelante?
A mi parece que es uno de los pocos o el único líder
mundial que está poniendo este tema en los primeros lugares.
Por lo que vemos en los demás países, en general es un tema
de momento ante un hecho. Es decir, el tema es importan-
te solamente los días que dura la noticia de la incautación
de cocaína o algún procedimiento parecido. El único que lo
pone en agenda en forma permanente es el Papa Francisco
y justamente porque tiene esta convicción de lo destructivo
que significa la droga. También de los negocios que están en
la oscuridad, porque el narcotráfico genera un montón de
negocios que después se transforman armas y más drogas.

56
Entonces el Papa tiene esta miranda amplia que está velando
por la salud desde la infancia del ser humano, tratando que
desarrolle sus capacidades como Dios se las ha regalado a
cada uno con sus dones y vea al narcotráfico como una con-
tracara, como aquel que lo viene a destruir.

¿Vos creés que nosotros como argentinos tenemos problemas para


entender a Francisco? Parece que a los argentinos nos cuesta manejar el
fenómeno Francisco. ¿Vos coincidís? ¿Por qué te parece que se da esto?
Mirá, el otro día hablaba con un grupo de sindicalistas y
les decía que cuando era joven como seminarista leíamos y
meditábamos con palabras de Gandhi, Luther King, Mandela
y de tantos hombres que se han convertido en referentes de
la humanidad. Y no tomamos conciencia que tenemos de-
lante nuestro un argentino que para el resto del mundo es un
referente. ¿Será que nadie es profeta en su tierra? Me parece
que no logramos darle la importancia de que estamos ante un
momento espiritual muy grande. Tenemos el líder espiritual
más importante del mundo que es de nuestra tierra y está
transmitiendo un mensaje lleno de sabiduría. ¿Qué hacemos
escuchando otras cosas o mirando para otro lado? No puedo
decir todos, pero si mucha gente.

Parecería que la gente humilde no tiene ese problema…


La gente humilde no tiene ese problema y mucha gente
de clase media convencida que no se deja afectar por los me-
dios. Yo no puedo creer que hace dos años una persona te
decía “Estoy enamorado de las cosas que dice Francisco” y el
año pasado me decía “¿Me podés explicar por qué la recibió a
Hebe de Bonafini? La clase media es la más influenciable por
los medios de comunicación. Entonces yo creo que el men-
saje de Francisco muchas veces al ser tomado por los medios
de comunicación masivo y ser transmitido por algunos ya con

57
una orientación hace que se pierda el espíritu de sabiduría de
sus actos y sus palabras…

Ahora, nosotros estamos haciendo esta nota para un medio de co-


municación. Sin dudas que es especial porque es un medio oficial del
Vaticano….
El Osservatore Romano en esta edición argentina como me-
dio autorizado por el Papa me parece que es extraordinario
porque es la palabra de él sin la deformación que pueden
producir muchos medios de comunicación. Me parece bár-
baro, es muy bueno. Porque a veces también a muchos se nos
pregunta ¿Qué quiso decir el Papa? O ¿Y por qué el Papa dice
esto? Acá directamente tenés la posibilidad de leerlo. Creo
que L’Osservatore Romano va a ser su palabra hacia la gente de
nuestro pueblo y que se tome como la referencia.
Solamente los argentinos somos capaces de desaprove-
char esta oportunidad. En una iglesia donde vos digas: “El
Papa estuvo hablando de tal tema”, y no sabemos de qué
estuvo hablando. Pero si lo saben en Portugal, en Estados
Unidos, en Ecuador y en Angola. ¡Un disparate! Esperemos
que realmente aprovechemos este medio que es L’Ossservatore
para conectarnos espiritualmente con el Papa, con su pensa-
miento y su palabra. Porque estamos hablando de que siem-
pre tuvimos un guía espiritual en la Iglesia de otro país lejano.
Hoy tenemos un Papa que es de nuestra tierra. Entonces,
desaprovechar esta oportunidad es de tontos.

58
EL DISCÍPULO NO ES MAYOR QUE SU MAESTRO

Febrero 2017

Pilato había hecho escribir un cartel y clavarlo en la cruz


(Juan 19, 19a)

Pasado el tercer año del ministerio público de Jesús, algunos


lo reconocían como Mesías, otros como un profeta y algu-
nos descreían de él. Sin embargo, muy pocos dudaban de
que sus palabras, gestos y estilo de vida estaba produciendo
una reforma profunda e inédita. Reforma que descubrían en
la forma que Jesús tenía de entender la religiosidad divina
y de releer los mandamientos del pueblo de Dios revalori-
zando su enseñanza más pura. A quienes sí desvelaban estas
reformas era a un grupo pequeño pero poderoso de fariseos
y saduceos fundamentalistas que se habían acostumbrado a
considerar “los dueños de la verdadera fe”. No solo eso, su
alianza política-religiosa con el imperio que oprimía al pueblo
elegido les había concedido privilegios de todo tipo, los que
veían peligrar por este profeta venido de un pueblito lejano y
periférico de Galilea.
Los planes oscuros, alianzas transitorias y traiciones varias
utilizaron nuevamente la acción de Pilato para mantenerse en
un anonimato que para muchos resultada grotesco. No se sabe
en qué momento acordaron el texto del cartel de la cita del
comienzo, lo que sí se desprende fácilmente fue su objetivo:
Ridiculizar, burlarse y difamar públicamente a Jesús sin que
él tuviera oportunidad de defenderse. Pero, lamentablemente
para ellos, no tardaron mucho en darse cuenta de que ese cartel
producía el efecto exactamente contrario al buscado en los que
los que lo leyeron. Intentaron convencer a Pilato de cambiarlo,
pero éste ya harto de ser usado se negó (Jn 19, 22).

59
La entrada triunfal de Jesús había sido tan intensa y es-
perada que había calado hondo en el ánimo de los habitantes
de la ciudad santa como de extranjeros que se encontraban
allí en ese momento. Es muy probable este grupo religioso
integrista haya lamentado no haber tenido éxito cuando in-
tentaron interferir en el medio de comunicación medular del
ministerio público del “profeta reformador”, la voz de sus
discípulos. En el evangelio de Lucas, se muestra a las claras
que interferir y aún callar estos medios oficiales de difusión
de la tarea mesiánica era una tarea inútil y burda a la vez.
“Si estos callan, gritarán las piedras” (Lc 19, 41b) recibieron
como respuesta.
El tiempo ha pasado, ese cartel con intenciones injuriosas
ha pasado a ser ícono de la victoria del Resucitado, y esa inter-
ferencia en la comunicación oficial de los suyos ha multiplica-
do el grito de victoria de toda la humanidad como también de
toda la creación que esperaba su redención (Rom 8, 22).
Los apóstoles, y muy especialmente Pedro, no pudieron
escapar a esos mismos e infames oposiciones, pero acompaña-
ron junto a muchos discípulos en la historia de la Iglesia viva y
por ello siempre reformada, el sello inconmovible de la victoria
del evangelio. Es que el mismo Jesús les había advertido que
“el discípulo no es mayor que su Señor” (Mt 10, 24), inclusive
cuando de cuestiones carteles y comunicaciones se trata.

60
EL ECUMENISMO EN CLAVE ESTRATÉGICA

Marzo 2017

Cuando los desafíos de la vivencia y proclamación el Reino


de Cristo como voz y acción profética encuentra puertas ce-
rradas, el Espíritu de Dios busca canales y puentes alternati-
vos. Del mismo modo, cuando la fe se plantea en términos de
vencederos y vencidos frente a otras confesiones, el espíritu
ecuménico se reinventa en búsqueda de la Paz.
En un mundo que se cierra sobre sí mismo, se enamora
del conflicto, utiliza la religión como ariete para la guerra,
excluye a los débiles y descarta a los pobres, parecería que los
canales diplomáticos tradicionales resultan insuficientes o a
veces solo una excusa adormecedora utilizada por los pode-
rosos de turno.
Entre esos dos escenarios aparece el sendero espiritual
de Francisco que, conocedor de que la palabra de Dios no
puede ser encarcelada (2 Tim 2, 9) y que el Espíritu sopla por
donde quiere (Jn 3, 8), “transgrede” los caminos desgastados
y abre otros tan nuevos como inesperados. El ecumenismo
–incluyendo este término a todas las confesiones de fe–, apa-
rece para el Papa Bergoglio como una fortísima invitación
a todos a la gran mesa de la paz y la misericordia, lumen y
nombre del Dios de todas las religiones.
Desde el muro de Jerusalén hasta Lesbos, desde Kirill en
la Habana hasta el imán Tidjiani en República Centroafricana
y desde el patriarca Karikin II en Armenia hasta el anunciado
viaje a Sudán del Sur con el arzobispo Welby son solo ejem-
plos de cómo el ecumenismo para Francisco es mucho más
que bellas palabras y fotos de ocasión. Es la base de la política
con mayúsculas que busca caminos seguros y urgentes para

61
que Dios nos convoque a todos hacia la unidad sanadora de
la diversidad con la fuerte voz de los profetas mayores y el
silbido apacible del Dios de Elías.
Conocer la semiótica del ecumenismo, la fortaleza de sus
gestos, el lenguaje de sus silencios, la profundidad de sus pa-
labras y el trascendente significado de sus acciones concre-
tas será indispensable para comprender la visión y misión de
Francisco. Es un entramado cuidadoso, hasta quirúrgico en
términos de diseño, pero con el tiempo se irá viendo como
una red segura y novedosa para acoger a un mundo que pa-
rece caer en el vacío de sus miserias, egoísmos y palabras
huecas.
En el primer Concilio de la Iglesia (Hechos 15), lo que en
el fondo estaba en discusión era una visión ecuménica e inclu-
siva eclesial frente a una ritualista y excluyente. Los excluidos
eran los helenistas y los paganos convertidos al cristianismo
antioquenses que, a la vista de los rígidos preceptos legalistas
judeocristianos de Jerusalén, quedaban separados del Cuer-
po de Cristo. Los apóstoles tuvieron un rol fundamental con
los testimonios de Pedro, Pablo y la moderación de Santiago
centrada en las Escrituras para preservar la unidad. Se deci-
dió por una Iglesia ecuménica que incluía todo tipo de peri-
ferias cristianas y existenciales con pocas e imprescindibles
“cargas rituales”. El Espíritu Santo, protagonista central del
segundo libro de San Lucas, marcó por siempre una visión
política-eclesiástica que le dio forma, o mejor dicho reformó
al Pueblo de Dios y su relación con el mundo conocido y la
fe. Releer este texto en el contexto del mundo actual y de la
visión de forma y contenido de los cuatro años de pontifica-
do de Francisco puede resultar iluminador.
El encuentro que Jesús provoca con la mujer samaritana
(Jn 4, 1-42) es mucho más que un suceso evangelizador. Es
el camino tierno y misericordioso de Jesús hacia las personas

62
sin paz verdadera, a un mundo sediento, a todos los cargados
por faltas agobiantes y al universo de la discriminación de la
mujer en un mundo patriarcal. Pero el puente es el ecume-
nismo y el camino es la inclusión desde y hacia la fe. Dada la
conocida permanente búsqueda de Francisco para enraizar
su pontificado en la vida e imagen de Jesucristo, haríamos
bien en dejarnos interpelar por textos como estos.
El ecumenismo probablemente sea el hilo conductor, la
llave hermenéutica y el mover pneumático para interpretar y
evaluar sabiamente la estratégica diplomática del Papa Fran-
cisco.

63
PEDRO Y MARCOS, AYER HOY Y SIEMPRE

Abril 2017

La comunión, cercanía espiritual y vivencia personal entre


Pedro y Marcos atraviesa el Evangelio, y lo hace a través de
una intensa experiencia en los tiempos pascuales de nuestro
Señor Jesucristo. Del mismo modo, la esperanza en el Resu-
citado en momentos de prueba, peligros y persecución son el
sello distintivo final de esa particularísima unión que hoy nos
habla de una manera especial desde las páginas del Nuevo
Testamento.
Según gran parte de la tradición, Pedro escribió su pri-
mera carta desde Roma poniendo énfasis en la gran miseri-
cordia de Dios quien nos da, en la resurrección de Jesucristo,
esperanza y una herencia indestructible (1 Pedro 1, 3-4) en
medio de tiempos difíciles. Al final de esa epístola, escrita
poco tiempo antes de su martirio, incluye en los saludos a
su hijo espiritual Marcos (1 Pedro 5, 13). San Marcos, según
la tradición, fundó la Iglesia copta en Alejandría y siendo su
primer obispo, también sufrió el martirio por su fe, probable-
mente en la Pascua cerca del año 68.
La visita a fines de abril del Papa Francisco a Egipto,
que incluirá un encuentro fraterno y ecuménico con el Papa
copto Teodoro II, muestran que la unión entre Pedro y Mar-
cos permanece en esa “herencia indestructible” y debe hoy
renovar nuestra “esperanza en la gran misericordia de Dios”
dentro de un mundo sin paz. Los trágicos y recientes atenta-
dos extremistas, enmascarados en falsa religiosidad islámica,
han provocado profundo dolor en el corazón de la Iglesia
Universal y en todo el mundo ecuménico. Sin embargo, la
victoria pascual que en este fin de semana celebramos, nos

64
debe alentar a todos los cristianos en el mundo a esperar en
gozosa oración ese nuevo encuentro entre Pedro y Marcos
como un signo invencible de La Paz.
San Marcos en su Evangelio, seguramente escrito a la luz
de los relatos de San Pedro, se hace presente en el medio del
relato como un actor cercano. Si la Última Cena fue celebra-
da en la casa de la madre de Marcos, si el joven seguidor de
Jesús que al salvarse de ser detenido pierde su sábana es Juan
Marcos (Marcos 14, 51-52), esos signos de cercanía evangéli-
ca, de acuerdo con lo mencionado en el párrafo anterior, nos
invitan hoy a una renovada lectura de esos textos.
Es el Cristo de la Pascua que vuelve a preparar la mesa
en la casa de todos los discípulos de Marcos de una forma re-
novada. Es el mismo Pedro que abre las llaves de su cercanía
con Jesucristo para invitar a la Iglesia Católica a su celebra-
ción más importante de una manera diferente. Son todos los
discípulos del Resucitado que en el mundo de la diversidad
cristiana reconciliada, releyendo el relato del primer Evange-
lio conocido, reafirmamos nuestra fe y esperanza de un mun-
do que nos quite la sábana de la comodidad y nos mueva a
ser protagonistas del Reino de Justicia desde la gran mesa del
Encuentro.
Esperamos que, en medio de tanta prueba, persecución,
muerte y dolor, el Espíritu de Paz y Salam ilumine el encuen-
tro ecuménico entre el Papa Bergoglio y el Papa Teodoro II,
como también el interreligioso que mantendrá con el Imán
Ahmad al Tayib. Recordemos en esta santa semana las pala-
bras de S.S. Francisco y repitámoslas como una oración per-
manente: “No existe la guerra santa, solo la Paz es santa”.
Que así sea.

65
EL OBISPO ANGLICANO AMIGO DE
FRANCISCO EN ARGENTINA

Abril 2017

Cuando a fines de febrero pasado S.S. Francisco visitó la


Catedral Anglicana All Saint, marcó un hecho histórico en
el ecumenismo mundial. Fue la primera vez que un obispo
de Roma visitaba en su parroquia al obispo anglicano de esa
diócesis. Durante el tiempo de preguntas, el Papa Bergoglio
citó una amistad y fraternidad personal en su historia como
obispo de Buenos Aires. Francisco lo expresó de esta mane-
ra: “Yo era un amigo cercano de anglicanos en Buenos Ai-
res, porque la parte de atrás de la parroquia de la Merced se
comunica con la catedral anglicana. Era un amigo cercano
del Obispo Gregory Venables, un amigo cercano. Pero hay
otra experiencia: en el norte de Argentina hay las misiones
anglicanas con los aborígenes y misiones católicas con los
aborígenes y el obispo anglicano y católico obispo y más allá
de trabajo juntos y enseñar”.
Algunas semanas más tarde y a miles de kilómetros de
distancia, en la residencia personal del obispo Venables ubi-
cado en el norte del gran Buenos Aires, el Osservatore Romano
mantuvo un ameno diálogo con el amigo anglicano del Papa
Francisco.

¿Qué sentimientos y recuerdos le provocaron las menciones persona-


les que Bergoglio hizo en ese evento histórico sobre la amistad y comunión
espiritual entre ustedes, dos obispos de confesiones cristianas diferentes?
Escuchar lo que dijo el Papa Francisco me llegó con mu-
cha alegría y sentido de satisfacción, además me hizo recor-
dar lo que yo siempre sentí con él: Cuando dos personas han

66
llegado a estar en Cristo con la misericordia de Dios y por la
paciencia de Dios, y alcanzan a reconocer y vivir su experien-
cia en Cristo, uno lo reconoce en el otro y se aprecia la cerca-
nía que eso da. Yo creo que seguramente él capta esa misma
relación con Dios que nos ha sido dada con su misericordia,
y con la cual uno se conecta con el otro. Pero cuando habló
así en Roma también siento la tristeza de tener que reconocer
que eso no es tan común, y que por eso tenemos un proble-
ma. Para mucha gente hay factores que no les permiten dis-
frutar y manejar bien la relación que debemos tener con los
que también estamos en Cristo. Me hizo volver a pensar que
el ecumenismo verdadero solamente funciona cuando tiene
su base en la persona de Jesucristo. Podemos hablar con gen-
te de otra fe o filosofía, pero si el cristiano verdadero no tiene
una relación ecuménica con otros cristianos, algo anda mal.
Entonces sentí un gran sentido de agradecimiento a Dios por
la amistad que él y yo disfrutamos, pero al mismo tiempo una
tristeza de que no es tan común esa relación de ecumenismo.

Él también mencionó en forma muy especial la misión de la Iglesia


Anglicana en el norte argentino, especialmente con las comunidades abo-
rígenes ¿Usted considera que, con los postergados, los marginados, los de
las periferias –como le gusta decir a Francisco–, es lugar del encuentro de
la misión cristiana y del ecumenismo?
Yo creo que, si la Iglesia en su misión no está sentada con
los necesitados, los marginados, la gente que no encuentran
un lugar adecuado, algo anda mal. Es fácil imaginar que, si
Cristo estuviese hoy físicamente y volviera a caminar en el
mundo, estaría sentado en las villas de los pobres. Yo dudo
que él encontraría un lugar muy cómodo dentro de las es-
tructuras de las iglesias actuales, así como no lo hizo en su
tiempo. Dios en su misericordia nos ha mandado en este mo-
mento a un hermano como Jorge Bergoglio en las estructu-

67
ras de la Iglesia. Jesucristo estaría sentado con los pobres y
necesitados, pero –y esto es importantísimo– entre los ricos
y necesitados también. Porque Cristo una noche estaba ce-
nando con los ricos delincuentes como en el caso de publi-
canos y otra con los pobres que no tenían nada. Cuando me
pidieron recibir la ordenación al ministerio oficial en la Iglesia
Anglicana hace muchos años, y luego cuando me nombra-
ron obispo hace veinticuatro años tuve un conflicto enorme.
Porque temí que podía desviarme de la misión verdadera de
la iglesia. Y con toda honestidad, hasta ahora no he borrado
esa duda. No quiero descubrir cuando llegue a la Gloria que
todos estos años con jinetas y títulos ha sido una manera de
que Greg no estuviera donde Cristo quería estar.

Hay un sentido del ecumenismo que Francisco está liderando en el


mundo que tiene que ver con que sirva para enfrentar los problemas graves
en el mundo. Concretamente en este encuentro en la Catedral Anglicana en
Roma anunció la visita a Sudán del Sur, quizá unos de los países más pe-
ligrosos del planeta, con el arzobispo de Canterbury. ¿Cuál es su reflexión
del porqué de semejante visita y del significado que ésta tiene?
Primero, porque es necesario que los dos estén ahí. Es-
toy muy conmovido y contento que ellos van a estar. Pero
también es una manera de decir al mundo donde debemos
estar y que debemos estar haciendo los cristianos. El hecho
que los dos ven la necesidad y que ya estén de acuerdo de
hacerlo me llena de un sentido de esperanza. Pero es tam-
bién un desafío, es un reflejo de que debe hacer la Iglesia
actualmente. Creo que es una indicación de que nuestros
hermanos están captando la voz de Dios en cuanto a donde
debemos estar mostrando la tarea del dialogo ecuménico.
Él me lo dijo en los primeros momentos de conocernos:
Tomemos la decisión de caminar juntos y dejar ciertas cosas
con los teólogos.

68
En el ecumenismo está los que hacen y los que no lo
hacen. Pero un gesto así y de la manera en que el Papa Fran-
cisco y al arzobispo de Canterbury se reúnen y hablan es muy
positivo. Recuerdo el gesto de Bergoglio cuando me dio un
abrazo en Buenos Aires, como una manera de decir “¡Ya es-
tamos!” pero luego tenemos que hacer algo. Lastimosamente,
el intento de poder documentar todo teológicamente, histó-
ricamente, etc. solamente divide. Es una pena porque yo sé
que debemos documentar y unirnos doctrinalmente, y no
tengo una respuesta para solucionar esto. Pero sé que todo
tiene que empezar desde un lugar donde estar sentando jun-
tos, restaurando juntos, comulgando juntos, abrazándonos y
trabajando juntos.
¡Gracias a Dios que hoy tenemos a un hermano y amigo
como Jorge Bergoglio promoviendo este tipo de encuentros!

69
IGLESIA EN SALIDA - RELIGIONES EN SALIDA

Mayo 2017

Hace casi un año, el Papa Francisco hablando a los partici-


pantes en la Plenaria del Pontificio Consejo para los Laicos,
propuso un binomio misionológico basado en su reiterado
llamado a una “Iglesia en Salida” (EG 24). El mismo lo de-
nominó “Iglesia en salida - Laicado en Salida”.
Hoy bien podríamos proponer otro binomio al estilo del
pensamiento del Papa Bergoglio en relación con el ecumenis-
mo y al diálogo interreligioso: “Iglesia en Salida - Religiones
en Salida”.
En su reciente viaje apostólico a el Cairo, Francisco brin-
do lo que a mi entender serían las bases y fundamentos para
esta visión de “religiones en salida”.
Contemplamos la ambivalencia ideológica mundial que se
debate entre impulsos laicistas y post religiosos y el resurgi-
miento de fundamentalismos que utilizan su religión profanan-
do el nombre de Dios para provocar odio, guerras y muerte.
Francisco ahondó en esta ambivalencia con estas palabras: “Se
trata de un mensaje muy actual, frente a esa peligrosa paradoja
que persiste en nuestros días, según la cual por un lado se tien-
de a reducir la religión a la esfera privada, sin reconocerla como
una dimensión constitutiva del ser humano y de la sociedad
y, por el otro, se confunden la esfera religiosa y la política sin
distinguirlas adecuadamente. Existe el riesgo de que la religión
acabe siendo absorbida por la gestión de los asuntos tempora-
les y se deje seducir por el atractivo de los poderes mundanos
que en realidad sólo quieren instrumentalizarla”.
Frente a esto, las religiones deben, honrando el nombre
del Dios misericordioso, presentarse como una salida posible

70
y necesaria a riesgo de quedar atrapada en alguno de los extre-
mos relativistas e ideológicos a los que se quiere subsumir a la
religión. Francisco lo expresó de esta manera en la conferencia
referenciada: “Precisamente en el campo del diálogo, especial-
mente interreligioso, estamos llamados a caminar juntos con
la convicción de que el futuro de todos depende también del
encuentro entre religiones y culturas… En este desafío de civi-
lización tan urgente y emocionante, cristianos y musulmanes, y
todos los creyentes, estamos llamados a ofrecer nuestra apor-
tación: «Vivimos bajo el sol de un único Dios misericordioso.
[...] Así, en el verdadero sentido podemos llamarnos, los unos
a los otros, hermanos y hermanas [...], porque sin Dios la vida
del hombre sería como el cielo sin el sol». Salga pues el sol
de una renovada hermandad en el nombre de Dios; y de esta
tierra, acariciada por el sol, despunte el alba de una civilización
de la paz y del encuentro… Por estas razones, sobre todo hoy,
la religión no es un problema sino parte de la solución: contra
la tentación de acomodarse en una vida sin relieve, donde todo
comienza y termina en esta tierra, nos recuerda que es nece-
sario elevar el ánimo hacia lo Alto para aprender a construir la
ciudad de los hombres”.
Ahora bien, esta salida religiosa que “ad intra” debe se-
guir caminando hacia los acuerdos teológicos y intrareligio-
sos basados en los principios de “identidad, alteridad y sin-
ceridad”, también debe reconocer la urgencia de una salida
“ad extra” de tipo axiomática. En el discurso mencionado
en esa “tierra de alianzas”, el Santo Padre lo explica en estas
palabras: “Como líderes religiosos estamos llamados a desen-
mascarar la violencia que se disfraza de supuesta sacralidad,
apoyándose en la absolutización de los egoísmos antes que
en una verdadera apertura al Absoluto. Estamos obligados a
denunciar las violaciones que atentan contra la dignidad hu-
mana y contra los derechos humanos, a poner al descubierto

71
los intentos de justificar todas las formas de odio en nombre
de las religiones y a condenarlos como una falsificación ido-
látrica de Dios: su nombre es santo, él es el Dios de la paz,
Dios salam. Por tanto, sólo la paz es santa y ninguna violencia
puede ser perpetrada en nombre de Dios porque profanaría
su nombre. Sin embargo, la religión no sólo está llamada a
desenmascarar el mal, sino que lleva en sí misma la vocación
a promover la paz, probablemente hoy más que nunca hoy se
necesitan constructores de paz, no de armas; hoy se necesitan
constructores de paz, no provocadores de conflictos; bom-
beros y no incendiarios; predicadores de reconciliación y no
vendedores de destrucción”.
Egipto nos recuerdo al pueblo de Dios sufriendo la es-
clavitud que acorralaba su religión a una esfera minimista,
adormecida su cultura sujetándola a otra que le era ajena y
aplastaba los sueños libertarios bajo el discurso único de un
régimen totalitario y violento. Las religiones hijas de Abra-
ham deben salir unidas nuevamente atravesando el Mar Rojo
de sus visiones parciales e individuales en búsqueda de la mi-
rada de las infinitas estrellas de una descendencia que nos
haga ver el “despunte el alba de una civilización de la paz y
del encuentro”. Una “religión en salida”, hija de un Dios que
sigue abriendo puertas y separando aguas para que ello no
solo sea posible sino imprescindible.
Que así sea.

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PENTECOSTÉS - EL VIENTO DEL ESPÍRITU

Junio 2017

De las lecturas bíblicas centrales seleccionadas por el Papa Fran-


cisco y el padre Raniero Cantalamessa en sus sermones para el
Encuentro Ecuménico del sábado 3 de junio bien podríamos
resaltar las siguientes “estaban reunidos en un mismo lugar (…)
de todos los pueblos bajo el cielo (…) los oímos hablar de la
grandeza de Dios en su propia lengua” (Hechos 2, 1-4 y 5-13).
El mismo fraile Cantalamesssa hizo una relación directa
de ese texto y lo que vieron sus ojos aquella tarde: “Esta es-
cena se renueva hoy entre nosotros. Hemos venido también
nosotros «de todos los pueblos que hay bajo el cielo» y esta-
mos aquí para proclamar juntos «las grandes obras de Dios”.
También el Santo Padre recreó aquella escena de la iglesia
naciente haciéndola viajar en el tiempo hasta ese momento:
“Hoy estamos aquí como en un Cenáculo a cielo abierto...
Muchos han venido de diversas partes del mundo y el Espí-
ritu Santo nos ha reunido para establecer lazos de amistad
fraterna que nos alienten en el camino hacia la unidad…”.
Es probable que muchos, alrededor del mundo que vieron
por los medios de comunicación a las 50.000 personas de 120
países diferentes y de distintas confesiones cristianas alabar
juntos a Dios y proclamar que “Jesús es el Señor” compartie-
ran el sentir y la pregunta de los presentes en Pentecostés: “es-
taban estupefactos y desconcertados diciendo ¿Qué será esto?”
(Hech 2, 13). ¿Qué es realmente este encuentro multitudinario
entre católicos carismáticos y evangélicos pentecostales hoy?
Bien podríamos considerarla como una muestra repre-
sentativa de una corriente impetuosa movida por la fuerza de
mismo Espíritu que une bajo el señorío de un mismo Jesús a

73
personas sencillas en todo el mundo. Este actual “hecho del
Espíritu” (parafraseando el nombre del libro bíblico citado) se
mueve con enorme libertad dentro y fuera de las estructuras
eclesiales y constituye un “viento fuerte” irrefrenable. Fran-
cisco que calificó este suceso como una “corriente de gracia”
lo cualificó al decir: “Pero a la corriente no se le puede poner
diques, ¡ni se puede encerrar el Espíritu Santo en una jaula!
Al mismo tiempo, no haríamos bien en considerar ese
mover espiritual como si estuviera a la deriva de sus emocio-
nes. Tiene una clara dirección misonológica que atravesando
la diversidad de las diferentes confesiones cristianas las re-
concilia con un propósito existencial. El Papa Bergoglio dijo
en este sentido: “unidad para la misión, para proclamar que
Jesús es el Señor (…) ¡Para anunciar la Buena Nueva a todos
los pueblos!”.
Aquella verdad pneumática poderosa y esta razón de existir
se resumen en un texto referenciado por Raniero Cantalamessa
«Realizar la verdad con la caridad» (Ef 4, 15) que luego desarro-
lló “tender a la verdad con la caridad; empezar a amarnos para
comprendernos mejor. Lo extraordinario, sobre esta vía ecumé-
nica basada en el amor, es que ella es posible enseguida, está to-
talmente abierta delante de nosotros. No podemos «quemar eta-
pas» sobre la doctrina, porque hay diferencias y deben resolverse
con paciencia, en los foros apropiados. Sin embargo, podemos
quemar las etapas en la caridad, y estar unidos, desde ahora…”.
El Papa Francisco culminando su discurso lo resumió de esta
manera: “Compartir con todos en la Iglesia el Bautismo en el
Espíritu Santo, alabar al Señor sin pausas, caminar juntos con
los cristianos de diversas Iglesias y comunidades cristianas en la
oración y en la acción a los más necesitados. Servir a los más po-
bres y los enfermos, esto esperan la Iglesia y el Papa de ustedes,
Renovación Carismática Católica, pero de todos ustedes; todos,
todos ustedes que han entrado en esta corriente de gracia”.

74
UNA LUCHA DE AGENDAS

Junio 2017

El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para
anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a proclamar
libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos, a poner en libertad a
los oprimidos, a pregonar el año del favor del Señor (Lc 4, 18-19)

En general se ubica este texto leído y luego encarnado de


Jesús en la sinagoga de Nazaret al comienzo de su ministerio
público. No es una predicación más del hombre de Galilea, es
la declaración pública de su agenda de vida pastoral.
Sin embargo, una de las tantas luchas que Jesús mantuvo
con propios y extraños fue la intención, a veces buena y otras
no tanto, de hacer torcer esta agenda y aún imponerle una
que no le era propia.
Desde dentro de los suyos, los mismos apóstoles se mo-
lestaron por su deseo de quedarse con la multitud hambrienta
y proveerles de alimento luego de escuchar su mensaje, el
mismo Pedro le acercaba consejos para evitar el seguro cami-
no del sufrimiento y varios se molestaron por su insistencia
de ir a la peligrosa Jerusalén al “entierro” de su amigo Lázaro.
Los fariseos y saduceos opositores, en el nombre de “sus
verdades religiosas absolutas” intentaron forzarle hacer de-
claraciones en favor de su propia interpretación de las Es-
crituras. Los zelotes buscaban adherirlo a sus planes revolu-
cionarios, y hasta los soldados romanos hacerlo desistir de
su permanencia en la cruz del calvario haciendo uso de sus
poder y autoridad.
En esa búsqueda de manejar la agenda del mismísimo
Hijo de Dios se mostraba la soberbia de ellos mismos y mu-
chas veces el desconocimiento profundo de las palabras y los

75
gestos del Maestro. También, era obvio que cuando a agenda
de Jesús perjudicaba sus intereses de poder y comodidad, ésta
les resultaba insoportable, y por lo tanto el cambio de agen-
da se alejaba de procedimientos sutiles para enfrentarlo con
burdas calumnias, operaciones de desprestigio y campañas que
pretendían pronosticar su fracaso ministerial. Sus propias limi-
taciones, oscuras motivaciones, mezquindad en sus intencio-
nes los dejaron al margen de la historia y en ridículo luego de
la victoria final de la agenda restauradora y sanadora de Cristo.
Sin embargo, Jesús se mantuvo fiel a su agenda inicial, a
su visión de su lugar en la historia del mover de Dios en ella
y a su mirada hacia los pobres, excluidos, encarcelados, y a
todos los necesitados de gracia, perdón y misericordia divina.
Jesús advirtió que a sus seguidores más cercanos que “el
discípulo no es mayor que su Señor”.
Por ello, salvando las distancias, pero no ignorando la
línea espiritual del ministerio del Papa Francisco con el Cristo
de los Evangelios, nos encontramos con una lucha similar.
No nos debe extrañar ni enojar, por el contrario, es la marca
del fiel discípulo.
Desde sus primeros pasos como obispo de Roma y aún
antes, en su conocido mensaje durante el Cónclave, el Papa
Bergoglio dejó bien clara su agenda. Los pobres, los margi-
nados, los excluidos, la misericordia, la evangelización en el
amor, los encarcelados, las víctimas de todo tipo de esclavi-
tudes modernas, y muchas otras que están presentes en sus
gestos, discursos y en la geopolítica espiritual de sus viajes
apostólicos.
En Argentina parece que al igual que a Jesús, muchos
pretenden cambiar, imponer, recomendar al Papa argenti-
no otras agendas. Con diversidad de intenciones le sugieren
cambiar los destinatarios de sus cartas y gestos, los que debe
o no recibir en audiencias, las líneas teológicas más apropia-

76
das y “políticamente correctas” y hasta su agenda de viajes
apostólicos.
Si se utilizara más tiempo en leer sus escritos, entender
su mensaje, interpretar el contenido profundo de sus gestos
y especialmente su lugar en la historia contemporánea y en el
kairos de la Iglesia, probablemente reflexionaríamos más an-
tes de pretender cambiar o luchar con su agenda. Agenda con
la que él está comprometido con el mismo Señor de las agen-
das, y al único que le dará cuenta de su ministerio y fidelidad a
su llamado: a Jesús el Cristo, el primero en vivir esas luchas y
mantenerse fiel al Padre que lo envió con un propósito y una
agenda para el bien de toda la humanidad.
Recemos por Francisco como él pide, pero hagámoslo
con sabiduría. Para que se fortalezca día a día en el camino de
la agenda de su papado que ha recibido por guía del Espíritu
Santo. Amen.

77
TIEMPOS Y MOMENTOS
EN LA DIPLOMACIA DE FRANCISCO

Agosto 2017

Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo


que se hace bajo el cielo
(Eclesiastés 3, 1)

Al escribir este editorial, el Cardenal Pietro Parolin, secreta-


rio del Estado del Vaticano, está en Rusia desarrollando un
importante viaje para la diplomacia de la Santa Sede. ¿El ho-
rizonte de este camino será un viaje del Papa Francisco a ese
país? No sabemos, el tiempo de Dios lo dirá. Lo importante en
el momento oportuno de hoy está en su agenda; reuniones con
el presidente Vladimir Putin y con altos representantes de la
Iglesia Ortodoxa rusa. Bajo el cielo están las prioridades de su
viaje expresadas por él mismo “la búsqueda del diálogo, la
paz y el bien común”.
El primer encuentro oficial del Cardenal Parolin fue el
lunes pasado con el Metropolitano Hilario de Volokolamsk,
presidente del Departamento para las Relaciones Exteriores
del Patriarcado de Moscú, quien fuera un diplomático eclesial
clave para el histórico encuentro entre el Papa Francisco y el
patriarca Kirill en la Habana en febrero del 2016. Luego de
la reunión citada, y consultado Parolin sobre la posibilidad
de un segundo encuentro entre los “los dos Papas” (El Ca-
tólico romano y el ortodoxo ruso), expresó: “Demos tiempo
al tiempo y que las cosas maduren sin tener demasiada prisa.
Los tiempos de Dios son siempre perfectos, decían en América
Latina”. Es clave mencionar que en aquél encuentro en Cuba,
el encargado de encabezar la diplomacia vaticana no fue Pa-
rolin, sino el Cardenal Kurt Koch, presidente del Pontificio

78
Consejo de para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.
Si trazáramos un eje de tiempo entre ambas gestiones, tradi-
cional y ecuménica, estaríamos rondando más de dos años
de tarea diplomática, principalmente silenciosa. Las dos vías
diplomáticas de Francisco, la tradicional y la interconfesio-
nal, deben considerarse como complementarias, armónicas
y simétricas. A veces los roles de la Secretaría de Estado y el
Pontificio Consejo están bien marcados y sus vías y momen-
tos definidos, en otros casos, éstos confluyen y por lo tanto
se potencian. La reunión del Cardenal Parolin y el Patriarca
Kirill y su contenido eminentemente ecuménico es la muestra
de ello. Se puede hablar entonces del ecumenismo de la paz,
del diálogo, de la caridad, de la sangre y como se dio a llamar
ahora de la santidad. La sinfonía de la diplomacia vaticana
utiliza instrumentos diferentes, pero respetan la partitura del
concierto del Evangelio de la paz que tiene un autor resucita-
do y en estos tiempos una batuta argentina.
Algunos conceptos mencionados bien pueden aplicarse
para analizar el caso Venezuela y el rol de Francisco, la Santa
Sede y la Conferencia Episcopal de ese país. Si las extensas
y profundas crisis suelen generar violencia, las duraderas y
centrales soluciones deben buscar la paz en tiempos, y es-
pacios generosos y posibles. Éste martes en otra entrevista,
Parolin, en su momento Nuncio Apostólico en Venezuela y
quien encabezara hace cerca de un año las gestiones diplomá-
ticas vaticanas en ese país, dijo: “La Santa Sede ha buscado
comprometerse de manera muy activa en lo que respecta a la
situación de Venezuela, a partir de la búsqueda del bien de la
gente y la población que sabemos vive una situación de gran
sufrimiento, sobre todo desde el punto de vista de la falta de
alimentos, medicina, la crisis de seguridad, tantos muertos y
tanta violencia…La propuesta es siempre la misma: es nece-
sario lograr un diálogo entre el gobierno y la oposición de

79
modo serio y llegar a un acuerdo político, que permita encon-
trar juntos una solución democrática y pacífica actualmente
para el país (...) La comunidad internacional puede jugar un
papel para facilitar esta negociación y lo pueden hacer los
países que tradicionalmente están ligados y son amigos de
Venezuela. En este sentido también Rusia tiene un rol im-
portante y ciertamente el tema está en las conversaciones con
las autoridades rusas”. Estas declaraciones demuestran que el
trabajo incasable y extendido de la diplomacia del Papa Fran-
cisco para lograr la paz en ese país no solo no se ha abando-
nado, sino que sigue en forma abierta, paciente y urgente. Es
que, con anterioridad al Comunicado de la Santa Sede del 4
de agosto, Francisco y la Secretaría de Estado ya habían rea-
lizado múltiples declaraciones y gestos. Fueron reiteradas las
declaraciones y oraciones de Francisco desde los balcones del
Palacio Apostólico, precisos los cuatro puntos fundamentales
propuestos por la Secretaría de Estado para el diálogo, y va-
riadas las declaraciones públicas de la Conferencia Episcopal
venezolana en clarísima sintonía con la Santa Sede. Esperar
acciones temerarias o intervencionistas desde lo político de
parte de Francisco, no solo es desconocer su lógica diplomá-
tica, sino dejar al mismísimo Santo Padre sin una instancia
futura, superadora y esperanzadora en pos de una paz posible
por el bien de ese pueblo sufriente.
Los términos resaltados en estas líneas, como “tiempo”,
“momento oportuno”, “diálogo y paz bajo el cielo” nos pue-
den revelar los mecanismos temporales y sus vías tradiciona-
les y espirituales que hacen de la diplomacia vaticana, única
en el mundo. Ésta, y especialmente con el estilo de Fran-
cisco, un coordinador preciso del “cronos” y el “kairos” de
los hechos mundiales, se maneja por coordenadas temporales
especiales y transita caminos diferentes y convergentes. No
está atada a las urgencias políticas de los gobernantes, a los

80
límites del poder temporal de los Estados y mucho menos a
las agendas que algunos medios poderosos de comunicación
intentan imponer sobre el papa Bergoglio. Por eso muchas
veces no es comprendida y otras es calificada erróneamente
en base a aquellos parámetros tradicionales. Esto se aplica no
solo a las relaciones internacionales, sino también a situacio-
nes y fenómenos globales dramáticos. En situaciones urgen-
tes, el cronos actúa programando “despertadores de alertas”,
propios de la voz profética en términos bíblicos. Debería ser
fácil leer esas alertas tempranas desde su inesperada visita a
Lampedusa, su medular y reflexiva encíclica Laudato Si’ o su
permanente puesta en agenda del drama de los migrantes y
trata de personas en todo tiempo y lugar. El cronos y el kairos
de Francisco no llega tarde ni se apresura, suele marcar los
tiempos, las oportunidades y el diálogo y la paz bajo el cielo. Y lo hace
de una manera que hace mover los carriles de la diplomacia
de la Santa Sede en un ritmo espacial que es necesario anali-
zar y comprender con seriedad y serenidad para poder luego
legítimamente realizar análisis serios y comentarios debida-
mente fundamentados.

81
EL ECUMENISMO A DIEZ AÑOS DE APARECIDA

Agosto 2017

Para comprender la mirada pastoral latinoamericana y caribeña


de la Iglesia Católica de la última década y proyectarla hacia
el futuro es imprescindible leer, releer y reflexionar en el Do-
cumento de Aparecida. Muchos han destacado con justo ri-
gor histórico la influencia del arzobispo Jorge M. Bergoglio en
aquella conferencia, pero no menos justo sería resaltar la clara
incidencia que aquel encuentro tuvo en la visión pastoral del
ahora Papa Francisco. Es probable que haya sido en la econo-
mía de los tiempos de Dios un camino de doble vía y un espejo
donde la luz de Cristo marcó caminos y corazones, no solo en
el Papa Bergoglio sino la gran mayoría de los que participaron.
Por ello, es un buen ejercicio volver a mirar con los “ojos
de Aparecida” un tema fundamental en la misión y visión del
Papa Francisco, el “Diálogo ecuménico” que el Documento
de la conferencia le dedica el apartado 5.5.1. Son ocho artícu-
los que condensan y reflejan no solamente el pensamiento de
los obispos participantes sino de los observadores ecuméni-
cos invitados y otros que fueron generosamente consultados
al tiempo de la redacción de los documentos preliminares.
Muy lejos de una concepción social estática, de cordia-
lidad tolerante o fenómeno sociológico, el ecumenismo la-
tinoamericano y caribeño se presenta allí como un tema
eclesiológico, un camino irrenunciable y una exigencia evangélica que
es indispensable comprender y practicar. Esa comunión real, aunque
imperfecta se sustenta en la sacralidad del bautismo como discípulos
y misioneros cristianos. El documento no duda en afirmar que
la falta de unidad representa un escándalo, un pecado y un atraso del
cumplimiento del deseo de Cristo: “Que todos sean uno, lo mismo

82
que lo somos tú y yo, Padre y que también ellos vivan unidos
a nosotros para que el mundo crea que tú me has enviado”
(Jn 17, 21). Más aún, Aparecida vislumbra con esperanza la
comunión eucarística fruto de una actitud espiritual y práctica, en
un camino de conversión y reconciliación. Solo así, afirma Aparecida,
llegará “el día en que podremos celebrar, junto con todos los
que creen en Cristo, la divina Eucaristía” (#227 y #228 punto
5.5.1 DA).
Resulta interesante que a diez años vista ya se percibiera
la importancia de resaltar el equilibro entre una apologética
bien entendida de la fe que está centrada en el conocimiento
y una necesidad de una percepción anclada en el alma cris-
tiana que busca el encuentro en un ecumenismo espiritual. Esta
apologética como explicación de la fe, no tiene porqué ser negativa o
meramente defensiva per se. Implica, más bien, la capacidad de decir lo
que está en nuestras mentes y corazones de forma clara y convincente. Al
mismo tiempo, y ahora en la dimensión sobrenatural, no se
debe olvidar que la unidad es, ante todo, un don del Espíritu Santo,
y esto no es una deuda hacia una religiosidad “políticamente
correcta”, sino que por el contrario, se constituye en el alma
de todo el movimiento ecuménico (#229 y #230 punto 5.5.1 DA).
Ya se percibían dos fenómenos sociales y religiosos muy
intensos en Latinoamérica y el Caribe, los procesos migrato-
rios y el crecimiento de los nuevos movimientos religiosos.
Lejos de ver estos fenómenos como amenazas, el Documen-
to los observa con ojos de caridad, apertura y desafíos para
la misión del Evangelio. Con respecto a los migrantes entre
nuestros países dice que la movilidad humana, característica del
mundo de hoy, puede ser ocasión propicia del diálogo ecuménico de la
vida. En relación a los movimientos religiosos insta a trabajar
juntos las distintas confesiones cristianas en realizar acciones conjuntas
en los diversos campos de la vida eclesial, pastoral y social y a la estima
recíproca, la escucha común de la palabra de Dios y a la cooperación

83
ecuménica. Porque, donde se establece el diálogo, disminuye el proselitis-
mo, crece el conocimiento recíproco, el respeto y se abren posibilidades de
testimonio común. (#231, #232 y #233 punto 5,5,1 DA)
El apartado en cuestión culmina con una cita del Papa
Benedicto XVI presente en la Conferencia: “No bastan las
manifestaciones de buenos sentimientos. Hacen falta gestos
concretos que penetren en los espíritus y sacudan las con-
ciencias, impulsando a cada uno a la conversión interior, que
es el fundamento de todo progreso en el camino del ecume-
nismo”.
Sin duda, a diez años vista, mucho para comprender del
caminar ecuménico de Bergoglio hay en estos textos y más aún
de la mirada hacia el horizonte en comunión del ahora Papa
Francisco en lo que él gusta llamar “la diversidad reconciliada”.
Desde y hacia las periferias del “continente moreno” que lo
vio crecer y que lo ve ejercer su ministerio universal es quizá
una de las claves para comprender y valorar la profundidad y la
extensión del ministerio del “Papa del fin del mundo”.

84
EL ECUMENISMO
DE LA ESPERANZA KERYGMÁTICA

Octubre 2017

En la catequesis del miércoles 4, el Papa Francisco hablo de los


“Misioneros de esperanza hoy”. Mencionó que “el cristiano no
es un profeta de desgracias, sino que la esencia de su anuncio
es lo contrario, lo opuesto a las desgracias: es Jesús, muerto
por amor y que Dios lo ha resucitado la mañana de Pascua. Y
este es el núcleo de la fe cristiana”. Posteriormente, y refirién-
dose a la experiencia apostólica en Pentecostés expresó: “No
tendrán solamente una buena noticia para llevar a todos, sino
serán ellos mismos diferentes de antes, como renacidos a una
vida nueva. La resurrección de Jesús nos transforma con la
fuerza del Espíritu Santo. Jesús está vivo, está vivo en medio
de nosotros, está vivo y tiene esa fuerza para transformarnos.
¡Cómo es bello pensar que se es anunciador de la resurrección
de Jesús no solamente con palabras, sino con los hechos y con
el testimonio de vida!”.
Es que el envío misionero es la portación de un men-
saje de vida encarnada en el Cristo resucitado. Un mensaje
sin esa esperanza triunfante ante el poder de la muerte y la
oscuridad, sería digno de lástima, no de novedad asombrosa
de la victoria eterna y la luz permanente (1 Cor 1, 19). Del
mismo modo, los que son enviados deben llevar consigo el
perfume de una vida portadora de alegría, misericordia y paz.
Esos pies misioneros anunciadores del Evangelio son los que
San Pablo elogia en su carta a los Romanos (Rm 10.15), ci-
tando un revelador texto profético de Isaías (Is 52, 7) “Que
hermosos son, sobre los montes, los pies del que trae buenas
nuevas; del que proclama la paz, del que anuncia buenas no-

85
ticias, del que proclama la salvación, de que dice a Sion «Tu
Dios reina»”.
Entonces, el llamado kerygmático cristiano primario es el
anuncio del Evangelio de Jesucristo. Pero no hay kerygma sin
palabra profética y no hay profecía sin parresia. Del mismo
modo no hay anuncio a todas las naciones (San Mateo 25, 19-20)
sin sentido ecuménico y no hay ecumenismo si hay proselitis-
mo. Por esto, cobra una dimensión universal especial el anuncio
dado a continuación de su catequesis por el Papa Francisco. En
él convoca a una “Reunión pre-sinodal a la que están invitados
los jóvenes provenientes de diversas partes del mundo”. Pero su
convocatoria lleva consigo un poderoso mensaje con relevancia
misionera, kerigmática, ecuménica y valiente al extenderla “tanto
jóvenes católicos, como jóvenes de diversas confesiones cristia-
nas y de otras religiones y jóvenes no creyentes”.
Francisco también mencionó esta mañana el ejemplo de
los mártires cristianos: “Los mártires de todo tiempo, con
su fidelidad a Cristo, narran que la injusticia no es la última
palabra en la vida”. No sería “estirar” la hermenéutica de sus
palabras si lo asociamos con el “ecumenismo de la sangre”.
Por todo ello, quizá sea el tiempo y el lugar en que desde
los más jóvenes de todas las confesiones cristianas con voca-
ción misionera reciban ese llamado como profético. Dejando
de lado diferencias doctrinales, unidos por la diversidad recon-
ciliada, un mismo Cristo resucitado y una urgencia temporal
de un mensaje de vida ante tanta muerte. Se presenta como
urgente, entender el kairos de la historia de una salvación tan
grande para caminar juntos anunciando la esperanza que los
une y que el mundo tanto necesita. Esos hermosos pies pue-
den abrir caminos, no solo a futuras generaciones, sino a sus
mayores para mostrarles un sendero nuevo pero primitivo del
“ecumenismo de la esperanza kerygmática”. Que así sea.

86
LOS HERMANOS EN UNIDAD, ARMONÍA Y PAZ

Noviembre 2017

El libro de himnos, cánticos y poesía del primer testamento


vino a la mente y el corazón del Papa Bergoglio cuando pro-
nunció improvisadas palabras en su encuentro con 17 líderes
religiosos en Myanmar. Y fue precisamente el verso primero
del Salmo 133 que reza “Mirad que hermoso y agradable es
ver que los hermanos habiten unidos en armonía”. Las pa-
labras “unidad”, “armonía” se unieron en el pensamiento de
Francisco con el hilo conductor de la palabra “paz” que es
probablemente el eje semántico profético de su viaje por el
sur asiático.
En lo relacionado a la palabra “unidad”, les ofreció su
habitual interpretación en su continuo peregrinar ecuménico
e interreligioso que le otorga a ese concepto un sentido más
profundo e integrador. Alejado de los pensamientos lineales a
los que se suele asociar la unidad, Francisco resaltó que “Uni-
dos no quiere decir iguales. La unidad no es uniformidad, aun
dentro de la misma confesión. Cada uno tiene sus valores, sus
riquezas, y también sus deficiencias. Somos todos diferentes
y cada confesión tiene sus riquezas, sus tradiciones, sus rique-
zas para dar, para compartir. Y esto solamente puede ser si se
vive en paz. Y la paz se construye en el coro de las diferen-
cias. La unidad siempre se da con las diferencias”. Ese “coro
de las diferencias” con las que entonta el salmista y que hizo
suyas Francisco cobra especial significado en el énfasis que
había dado horas atrás en el respeto y cuidado de las minorías
religiosas, étnicas y culturales. Bien pudo haber pensado el
obispo de Roma en el concepto paulino del paralelo del pue-
blo de Dios con el cuerpo humano en donde precisamente

87
las partes más débiles son las que se deben cuidar más y a
menudo son, también a contrapelo de la cultura dominantes,
las que resultan más importantes (1 Corintios 12, 22-25).
Frente a budistas, islámicos, hindúes, judíos, católicos y
cristianos hizo referencia a la palabra “armonía” que, según
mencionó Papa Bergoglio, la escuchó tres veces de las inter-
venciones de algunos de esos representantes religiosos. Si-
guiendo el espíritu de la cita sapiencial, en el marco descripto
como “el coro de las diferencias”, esa armonía de las diferen-
cias ilustró la sinfonía unida hacia una paz visible pero tam-
bién profundamente invisible en su trascendencia espiritual.
Francisco dijo sobre ese uso de la palabra armonía que “Ésa
es la paz: la armonía. Nosotros, en este tiempo que nos toca
vivir, experimentamos una tendencia mundial hacia la unifor-
midad, a hacer todo igual. Eso es matar la humanidad. Eso
es una colonización cultural. Y nosotros debemos entender
la riqueza de nuestras diferencias (étnicas, religiosas, popu-
lares), y desde esas diferencias se da el diálogo. Y desde esas
diferencias uno aprende del otro, como hermanos que se van
ayudando a construir este país, que incluso geográficamente
tiene tantas riquezas y diferencias. La naturaleza en Myanmar
ha sido muy rica en las diferencias. No tengamos miedo a
las diferencias. Uno es nuestro padre. Nosotros somos her-
manos. Querámonos como hermanos. Y si discutimos entre
nosotros, que sea como hermanos. Que enseguida se recon-
cilian. Siempre vuelven a ser hermanos. Yo pienso que solo
así se construye la paz”.
El Papa, pidió ser considerado como “un hermano más”,
y profundizando la necesidad de que el camino hacia la uni-
dad y la armonía sea atrasado con el don de la paz. Paz que
es camino y es destino, que es construcción, pero también
deconstrucción del principal obstáculo del encuentro ecumé-
nico y el diálogo interreligioso, la ignorancia. Por ello habló

88
de no tener miedo a aprender del otro y más aún a quererse.
Quererse con la semiótica de los hermanos de sangre, que
pueden tener alguna diferencia circunstancial, pero que la
pertenencia a un mismo padre los impele permanentemente
a la reconciliación, y con ella al restablecimiento de la paz
familiar. La familia humana hecha imagen y semejanza de un
mismo Dios.
Francisco concluyó sus sentidas palabras con el agrade-
cimiento. En primer lugar, porque al ser él el visitante, fue-
ron los otros a su encuentro y en segundo lugar porque le
es permitido ser uno más en la construcción de una paz tan
humana como divina, tan urgente como permanente. Lo hizo
de esta manera: “Gracias. Construyan la paz. No se dejen
igualar por la colonización de culturas. La verdadera armonía
divina se hace a través de las diferencias. Las diferencias son
una riqueza para la Paz. Muchas gracias. Y me permito una
oración: de hermano a hermanos. Una antigua bendición que
nos incluye a todos: ‘El Señor los bendiga y los proteja, haga
brillar su rostro sobre ustedes y les muestre su gracia. Les
descubra su rostro y les conceda la paz’”.
Que así sea.

89
ENTRE LA ARAUCANÍA Y LA AMAZONÍA,
LA MIRADA “GALILEA” DE FRANCISCO

Enero 2018

Jesús, proveniente de las periferias semíticas de Galilea, pe-


regrinó por casi todas las regiones conocidas anunciando el
Evangelio del Reino de Dios. Su lenguaje, formas, gestos y
elementos didácticos a los que recurría para enseñar lo ha-
cían fácilmente reconocido como galileo. Su acento particular
era rápidamente identificable, al igual que el de algunos de
los apóstoles (Mt 26, 73). Pero lo realmente significativo es
considerar que esa mirada periférica con la que siempre miró
Judea, Samaria y hasta la misma Jerusalén lo acompañó toda
su vida. Por ello, muchas veces para entenderlo cabalmente
debemos ponernos sus “anteojos galileos y periféricos”. De
esa manera, los campos para la ciega, las semillas del sembra-
dor, el valor de una simple monedita perdida, el significado
de perder una oveja podrá ser valorados desde los verdaderos
ojos del Maestro.
Francisco en su viaje a Chile y Perú se acercó a sus regio-
nes periféricas de sus orígenes. No solo el idioma conocido,
sino la cultura, los sabores, la música y las costumbres le re-
sultaron familiares y fueron reacomodando sus miradas sin
necesidad de extraer sus anteojos del estuche que siempre lle-
va consigo. Y lo hizo desde la columna vertebral de su “patria
grande”, Latinoamérica. Desde ese costado geográfico miró
a todo el continente moreno y también a todo el mundo. Ubi-
carlo en ese extremo oriental de su “Galilea grande” nos da
herramientas para identificar unos de los focos principales
de su viaje, mensaje y vivencia. Es necesario para ello trazar
una línea imaginaria de esos 4000 kilómetros entre Temuco y

90
Puerto Maldonado, entre la Araucanía y la Amazonía para re-
conocer el extenso y paradigmático “atril” desde el cual miró,
recibió, escuchó y habló a todos.
Al hablar de la necesidad de la unidad en la diversidad
que hace al cuidado del ecosistema cultural, lingüístico, étnico
y religioso utilizó la imagen conocida por él, pero principal-
mente por los asistentes del sufrido artesano tejedor. “Un
bello «chamal» requiere de tejedores que sepan el arte de ar-
monizar los diferentes materiales y colores; que sepan darle
tiempo a cada cosa y a cada etapa. Se podrá imitar industrial-
mente, pero todos reconoceremos que es una prenda sintéti-
camente compactada. El arte de la unidad necesita y reclama
auténticos artesanos que sepan armonizar las diferencias en
los «talleres» de los poblados, de los caminos, de las plazas y
paisajes. No es un arte de escritorio la unidad ni tampoco de
documentos, es un arte de la escucha y del reconocimiento.
En eso radica su belleza y también su resistencia al paso del
tiempo y de las inclemencias que tendrá que enfrentar. La
unidad que nuestros pueblos necesitan reclama que nos es-
cuchemos, pero principalmente que nos reconozcamos, que
no significa tan solo «recibir información sobre los demás,
sino de recoger lo que el Espíritu ha sembrado en ellos como
un don también para nosotros». Esto nos introduce en el ca-
mino de la solidaridad como forma de tejer la unidad, como
forma de construir la historia; esa solidaridad que nos lleva
a decir: nos necesitamos desde nuestras diferencias para que
esta tierra siga siendo bella. Es la única arma que tenemos
contra la «deforestación» de la esperanza. Por eso pedimos:
Señor, haznos artesanos de unidad”.

En el extremo norte de ese atril lineal imaginario, en


Puerto Maldonado, el pensamiento de la “Madre tierra” o en
lengua aborigen del norte argentino “Pacha Mama” lo desa-

91
rrolló haciendo referencia a la Virgen pueblerina de Galilea.
“Esta tierra tiene nombres, tiene rostros: los tiene a ustedes.
Esta región está llamada con ese bellísimo nombre: Madre
de Dios. No puedo dejar de hacer mención de María, joven
muchacha que vivía en una aldea lejana, perdida, considerada
también por tantos como «tierra de nadie». Allí recibió el sa-
ludo y la invitación más grande que una persona pueda expe-
rimentar: ser la Madre de Dios; hay alegrías que sólo las pue-
den escuchar los pequeños”. Para Francisco, esa necesidad de
reconocer y reconocerse desde esa maternidad latinoamerica-
na y pluricultural resulta fundamental para mirar al mundo y
sus falsos dioses con la sabiduría de los ojos de quien siente,
ama y percibe los valores de la periferia existencial y vivencial
y el cuidado de la Casa Común. “Amen esta tierra, siéntanla
suya. Huélanla, escúchenla, maravíllense de ella. Enamóren-
se de esta tierra Madre de Dios, comprométanse y cuídenla,
defiéndanla. No la usen como un simple objeto descartable,
sino como un verdadero tesoro para disfrutar, hacer crecer y
transmitirlo a sus hijos”.

En este viaje apostólico en particular, una exégesis lati-


noamericana profunda y una hermenéutica amerindia seria,
resultan fundamentales para comprender la extensión de su
mensaje, todavía más grande que ese atril imaginario desde el
cuál se paró como obispo de Roma y de regreso a su “Galilea
existencial”.

92
CUARESMA 2018

Febrero 2018

Estos tiempos de Cuaresma son siempre propicios para re-


leer las Escrituras y sus textos pascuales en la búsqueda de
reinterpretar el kairos divino con el cronos de nuestras agen-
das, los de la Iglesia y del orden planetario.
Uno de los textos fundamentales que narra los tiempos
cuaresmales de Jesús en su peregrinar hacia su Pascua, son
los de su entrada triunfal en la Ciudad Santa. Sabiendo que
su kairos había llegado y que los tiempos de enfrentamiento
y planes en su contra ya no se ocultaban, decidió entrar en
procesión mesiánica a Jerusalén. En la narración que el Evan-
gelio de Lucas hace de ese evento la algarabía de sus discípu-
los, en su inmensa mayoría jóvenes, se hace inocultable y a la
vez la molestia para algunos fariseos, en su mayoría adultos
mayores, evidente. (Lucas 19, 37-39).
Dos actores más resultan significativos para ese tiempo y
aparecen como significantes hoy. En primer lugar, los proséli-
tos y personas afines a la religión, pero no observantes, ni tam-
poco seguidores misioneros de Jesús. Ellos no quisieron que-
da fuera de la historia. Nos narra el Evangelio que “Mientras
avanzaban, la gente alfombraba con sus mantos el camino”
(Lucas 19, 3). En su percepción de los tiempos, pensaron que
debían allanar el camino del Mesías dejando sus propios man-
tos para sumarse a un fin superador: la esperanza de una paz
duradera. Bien podrían ser hoy los “creyentes a su manera”, o
participante de la fe desde distintas vertientes confesionales o
grupos étnicos con sus propias cosmovisiones espirituales. En
Latinoamérica serían los hermanos de diferentes confesiones
cristianas que dejan de lado por un tiempo su traje denomina-

93
cional para dejar al descubierto su identidad cristiana profunda,
o bien hermanos de diferentes etnias indígenas que ofrendan
sus ponchos, mantas, vestidos artesanales, etc. para unirse al
peregrinar del Rey de la paz. En segundo lugar, la creación
misma toma de la misma boca de Jesús un protagonismo his-
tórico participativo inesperado cuando él responde al pedido
de silenciar a los celebrantes “Yo les digo que, si éstos callan,
gritarán las piedras” (Lucas 19, 40). Toda la creación, incluido a
modo simbólico el burrito de Jesús, que ya comenzaba a sufrir
dolores de parto hasta la llegada de los tiempos de redención
(Romanos 8, 22) aparecen claramente en la escena. Hasta el
material orgánico como las piedras, bien podrían ser anuncian-
tes proféticos gritando que los tiempos nuevos del reino de
Jesús y la Casa Común peregrinan juntos en los tiempos pas-
cuales y nos siguen interpelando hoy.
Esos actores de la escena evangélica: Jesús, los jóvenes
discípulos, los representantes de la diversidad religiosa y la
variedad creacional no son actores de reparto sino protago-
nistas de la historia de ayer y de hoy. Resultaría inspirador
considerara estos grupos en el contexto de los tiempos actua-
les y del futuro próximo.
Estamos en los albores de dos Sínodos, el de los Jóvenes
y el Paramazónico y a menos de un año de la Jornada Mun-
dial de la Juventud. En el kairos de la Iglesia no son hechos
casuales, en el cronos de los tiempos son dos años definidos
y en el espacio geográfico, Latinoamérica ocupa un lugar de
privilegio y enorme responsabilidad.
En el Comunicado de la Secretaría General del Sínodo de
los jóvenes hablando de la reunión pre sinodal que está a pocas
semanas de ocurrencia se dice: “estarán invitados jóvenes en
representación de las Conferencias Episcopales, de las Iglesias
Orientales, de la vida consagrada y de los que se preparan para
el sacerdocio de las asociaciones y los movimientos eclesiales,

94
de otras Iglesias y comunidades cristianas y de otras religio-
nes…”. En la convocatoria al Sínodo Paramazónico, S.S Fran-
cisco expresó la necesidad de: “encontrar nuevos caminos para
la evangelización de este pueblo de Dios, especialmente de los
indígenas, a menudo olvidados y sin perspectivas de un futuro
sereno, también debido a la crisis de la selva amazónica, pul-
món de capital importancia para nuestro planeta”.
El rol ecuménico a la luz del mosaico religioso y cultural
y el enfoque como tierra habitada de la diversidad geográfica
son hilos conductores fundamentales de estos dos Sínodos
con sus encuentros previos y jornadas especiales. Buscar que
los jóvenes interactúen con estas dos realidades ecuménicas
resulta tan providencial como revelador del kairos de Dios.
Comprender el diálogo de formas, fondo, contenido y con-
texto que los padres participantes de los dos Sínodos, será
vital para leer los de documentos que se produzcan como
crónicas de los tiempos actuales.
En el texto del Evangelio de Lucas, Jesús muestra una
emoción que parece desconcertante para esa entrada triunfal
en Jerusalén: ¡llora!, y lo hace sintiendo que la paz que su gesto
y entrega debe provocar no es reconocida (Lucas 19, 41, 42).
No llora por el majestuoso templo que ya había anunciado que
será destruido, sino por algo mucho más profundo, temporal
pero también cósmico y profético: “porque no reconociste el
momento en que fuiste visitada por Dios” (Lucas 19, 44b).
Que el Señor de la historia eterna y del tiempo actual
sonría al ver que somos capaces de reconocer estos meses
de providencial coincidencia entre jóvenes, ecumenismo con-
fesional, ecumenismo creacional, sionodalidad eclesial e im-
pronta latinoamericana. No volvamos a dejar que las lágrimas
de Jesús muestren nuestros ojos empañados para discernir
estos tiempos de Paz.

95
UNA VISITA AL ALMA
DE TODOS LOS ARGENTINOS

Marzo 2018

“Porque, aunque estoy ausente en el cuerpo,


sin embargo, estoy con vosotros en espíritu”.
(Colosenses 2, 5a)

Hay cartas que son únicas, irrepetibles, toman dimensiones


humanas profundísimas y vuelos espirituales más allá de los
horizontes soñados. Son las cartas que, en su fragilidad ma-
terial, sus limitaciones literarias y sus distancias espaciales y
temporales tienen vida propia y conmueven almas. Tal es el
caso de la carta que S.S. Francisco envió al pueblo argentino
el sábado último.
Los argentinos hemos sido visitados por el alma y el co-
razón de nuestro pastor conmoviendo nuestro espíritu. De
la profunda intimidad del escribiente a las raíces mismas del
ser de su pueblo. No creemos posible que el Papa Bergoglio
pueda escribir una misiva de ese vuelo milagroso hacia otro
pueblo porque es el suyo. Pertenece a él ya que nunca se va
del todo quien lo lleva consigo en el corazón. Este pueblo le
pertenece porque le conoce tal como es, y lo siente siempre
uno de los suyos. Por tanto, no requiere más pruebas viven-
ciales de esa unidad única que sentirlo siempre en espíritu
como decía el apóstol de los gentiles en la cita mencionada.
El pueblo lo extraña, pero lo siente cerca. Y esa carta es ante
todo una visita que no necesita más aeropuertos que cada
corazón y más itinerarios que las entrañas de esa identidad
argentina atravesada por cada línea. Las ovejas argentinas re-
conocen su voz, la identifican fácilmente, lo siguen y añoran.
La carta del Papa Francisco es en respuesta a una misiva

96
sencilla pero sentida, con motivo del quinto aniversario de su
elección, que decenas de argentinos de distintas extracciones
culturales, políticas y religiosas suscribimos en pocas horas. La
nota con firmas muy diversas y lejanas se convirtió en un ines-
perado gesto de unidad que supera las diferencias que dividen
a muchos argentinos desde hace varios años. “Los argentinos
te queremos mucho. Valoramos enormemente tu tenaz trabajo
por la paz y la justicia en todo el mundo, a pesar de las resisten-
cias que genera entre quienes pueden ver afectados intereses
que no son legítimos” sostiene uno de los párrafos de la mis-
ma. A lo que el Papa respondió: “Me conmueve descubrir que,
además del respetuoso saludo de las autoridades, en esta carta
se hayan unido personas de diferentes procedencias religiosas,
políticas e ideológicas. Así se confirma que no es imposible
encontrar razones para encontrarse y que ‘la unidad es superior
al conflicto’”, escribió Francisco. También pidió a los argenti-
nos que, si alguna vez se alegran por cosas que él pudo “hacer
bien”, las sientan como “propias” ya que ellos, dijo, son su
“pueblo”. “El pueblo que me ha formado, me ha preparado y
me ha ofrecido al servicio de las personas”, agregó. “Quisiera
decirles que el amor por mi Patria sigue siendo grande e inten-
so. Rezo todos los días por ese, mi pueblo que tanto quiero. Y
a los que puedan sentirse ofendidos por algunos de mis gestos,
les pido perdón”, apuntó. Asimismo, hizo hincapié en que su
intención es “hacer el bien” y que, a su edad, sus intereses “ya
tienen poco que ver” con su persona.
“Pero, aunque Dios me confió una tarea tan importante
y Él me ayuda, no me liberó de la fragilidad humana. Por eso
puedo equivocarme como todos”, admitió.

97
LA MUJER ABORIGEN LATINOAMERICANA
Y LAS TRADUCCIONES BÍBLICAS

Marzo 2018

Desde hace algunas décadas, en casi todo el mundo, pero muy


especialmente en Latinoamérica las ciencias de traducción bí-
blica han tomado rumbos inclusivos, culturales, lingüísticos y
herméuticos tan importantes como irreversibles. La necesidad
de que las traducciones contengan visiones exegéticas ecumé-
nicas es un aporte que enriquece la diversidad cristiana existen-
te en el continente moreno. El énfasis de que los traductores
primarios a las lenguas indígenas sean los propios aborígenes
es la genuina manera de que la traducción contenga los aportes
de su propia cosmovisión nativa. Las disciplinas sociolingüis-
tas aportan a las traducciones bíblicas en los idiomas de las
múltiples etnias americanas, los componentes culturales im-
prescindibles para que la traducción sea realmente emanada y
encarnada en el corazón de cada pueblo.
Pero el aspecto fundamental para el análisis, el desarrollo,
la inculturación y el futuro de una traducción bíblica autócto-
na es el rol activo de la mujer aborigen. En estas culturas su
activa participación es imprescindible dado que en la mayoría
de los casos son las verdaderas guardianas del idioma. A di-
ferencia de los hombres, ellas tienen menor contacto y por
lo tanto mayor resistencia al avance de las culturas e idiomas
dominantes, como el español o el portugués. Son ellas las que
quedan al cuidado de los niños y les transmiten su cultura, sus
costumbres, su fe y su lengua. Son las mujeres las que sostie-
nen la vitalidad, riqueza y pureza del idioma aborigen. Es por
ello por lo que no se puede pensar en equipos de traducción a
lenguas originarias sin que haya mujeres en él y hasta ha habi-

98
do casos en la región en que todas las integrantes del comité
de traducción de una Biblia eran mujeres aborígenes.
El caso paradigmático es la mujer guaraní. Luego de las
guerras del chaco paraguayo que diezmaron a los hombres, el
idioma corrió serio riesgo de desparecer. Fueron las mujeres
paraguayas las que lo cuidaron, lo transmitieron, lo protegie-
ron con sus propias vidas hasta el punto de que hoy el único
país que tiene una lengua aborigen como oficial al igual que
el español es Paraguay. Otro ejemplo puede ser tomado de
la lengua quecha. En Lucas 1, 41 el texto dice que “Cuando
Isabel oyó el saludo de María, la criatura se le movió en el
vientre”. Algunas mujeres de esa etnia se rieron cuando es-
cucharon esos borradores de la traducción realizada por los
hombres. Ellas sugirieron una palabra onomatopéyica para
comunicar la sensación del movimiento repentino que ex-
perimentó Elisabeth. Esa riqueza en la trasmisión lingüística
sensorial solo pudo ser pensada por una mujer que haya te-
nido en su seno un hijo. Por lo tanto, esa traducción quechua
tuvo por siempre una vivencia única del misterio del encuen-
tro entre las madres de Juan el Bautista y Jesús, aspecto sen-
sorial que probablemente hemos perdido en las traducciones
tradicionales en los idiomas dominantes.
El ecumenismo es un término amplio y no solo debe
incluir el aspecto confesional sino, y especialmente, el cultu-
ral de cada pertenencia de fe. Y en ese ecumenismo cultural
integral que refleje la antropología de la fe latinoamericana,
el lugar de la mujer nativa no solo es importante, sino que es
fundamental. Sin la activa participación de estas mujeres na-
tivas, porque la Iglesia es mujer y los textos de los evangelios
son encarnación lingüística, las traducciones indígenas que
hoy utilizan las iglesias indígenas en Latinoamérica perderían
sus máximas riquezas distintivas.

99
UNA MIRADA ECUMÉNICA DE
GAUDETE ET EXSULTATE

Abril 2018

La reciente Exhortación Apostólica Gaudete Et Exsultate (Alé-


grense y Regocíjense) del Papa Francisco representa un do-
cumento que bien puede denominarse de alcance ecuménico
en el sentido más amplio y preciso de la palabra. En primer
lugar, porque deja entrever su propio derrotero espiritual,
lo que hace cercano a todos. En segundo lugar, porque la
abundancia de citas a de las Escrituras coloca sus reflexiones
cercanas de la espiritualidad cristiana de manera interconfe-
sional. Y en tercer lugar porque llama permanentemente a
una santidad concreta, laica y pragmática a personas y comu-
nidades de todo el mundo.
Si tuviéramos que responder con honrada precisión a la
pregunta de cuánto tiempo le tomó al Papa Bergoglio escri-
bir esta carta, deberíamos responder: los casi cincuenta años
que lleva de sacerdote. Francisco habla desde su profunda
experiencia de santificación cristiana, nos deja conocer sus
guías de espiritualidad y por lo tanto ofrece su legado más
preciado de manera epistolar. Estos tesoros los encontramos
por ejemplo en las citas que realiza sobre los momentos de
tener que enfrentarse con la propia verdad cuando es invadi-
da por el Señor (#29); la fuerza, vida y alegría que la fidelidad
al llamado de Dios a la santidad se realiza sin tenerle miedo.
Miedo que se aleja cuando se enfrenta la propia humanidad y
debilidad a la gracia que es liberadora en la guía del Espíritu
Santo (#34); la construcción de la paz espiritual que se reco-
noce no sencilla cuando se enfrenta personas difíciles y com-
plicadas y requieren el ejercicio de mente y corazón (#89;

100
la santidad que se humaniza en el amor práctico y urgente
ante las necesidades de tocar la llaga humana para reconocer-
le dignidad (#98); la búsqueda orante y práctica que se en-
cuentran en las bienaventuranzas de Jesús en la mayor parte
del Capítulo Tercero y finalmente el desarrollo de conceptos
muy propios de santidad humana desarrolladas en el capítulo
cuarto sintetizadas en aguante, paciencia, mansedumbre, ale-
gría, sentido del humor, audacia, fervor y oración. Todo esto
siempre teniendo en referencia la memoria de toda la historia
de la vida personal y reconocer en ella las marcas de la pre-
sencia de la misericordia de Dios (#153).
En relación con su alcance interconfesional cristiano,
como decíamos al principio, la abundancia de citas, especial-
mente de los Evangelios hace que los lectores no católicos de
esta carta, al igual que los caminantes de Emaús, sientan arder
su corazón al abrirse las Escrituras. Además, hay un texto
íntegramente dedicado a este ecumenismo cristiano llamado
a la santidad como un solo pueblo de Cristo: “La santidad es
el rostro más bello de la Iglesia. Pero aun fuera de la Iglesia
Católica y en ámbitos muy diferentes, el Espíritu suscita «sig-
nos de su presencia, que ayudan a los mismos discípulos de
Cristo». Por otra parte, San Juan Pablo II nos recordó que
«el testimonio ofrecido a Cristo hasta el derramamiento de la
sangre se ha hecho patrimonio común de católicos, ortodo-
xos, anglicanos y protestantes». En la hermosa conmemora-
ción ecuménica que él quiso celebrar en el Coliseo, durante
el Jubileo del año 2000, sostuvo que los mártires son «una
herencia que habla con una voz más fuerte que la de los fac-
tores de división»” (#9).

Finalmente, el tercer aspecto universal que hace de esta


carta un llamado a una vida santa en términos universales y
cotidianos se define en el punto #14 cuando expresa que:

101
“Para ser santos no es necesario ser obispos, sacerdotes, re-
ligiosas o religiosos”. Muchas veces tenemos la tentación de
pensar que la santidad está reservada solo a quienes tienen la
posibilidad de tomar distancia de las ocupaciones ordinarias,
para dedicar mucho tiempo a la oración. No es así. Todos es-
tamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo
el propio testimonio en las ocupaciones de cada día, allí don-
de cada uno se encuentra. Esta santidad de todos tiene tam-
bién un alcance planetario que debe llegar hasta los límites de
las periferias, de la cuales el mismo Papa Bergoglio se recono-
ce proveniente, deudor y misionero. Lo vemos por ejemplo
en el punto #135 “Dios siempre es novedad, que nos empuja
a partir una y otra vez y a desplazarnos para ir más allá de lo
conocido, hacia las periferias y las fronteras…”. Por eso, si
nos atrevemos a llegar a las periferias, allí lo encontraremos,
él ya estará allí. Jesús nos “primerea” en el corazón de aquel
hermano, en su carne herida, en su vida oprimida, en su alma
oscurecida. “Él ya está allí”.

102
ORACIÓN ECUMÉNICA EN EL CONSEJO
MUNDIAL DE IGLESIAS

Junio 2018

Desde el primer coro que recordó que la Iglesia tiene una


fundación única dada por su pertenencia en y por Jesucristo
hasta el himno de despedida que a manera de envío invitó a
los presentes a moverse cuando el Espíritu lo dice, todo el
culto de oración se desarrolló en un clima de recogimiento,
regocijo, reflexión y también de un claro sentido de movili-
dad espiritual.
En el acogedor Centro Ecuménico del WCC en Ginebra,
a media mañana del 21 de junio, se desarrolló esta primera
actividad pública de la visita apostólica del Papa Francisco en
conmemoración de los setenta años de ese Concilio. Fue pre-
cisamente el Metropolitan Gennadios Of Sassima quien dio
la bienvenida recordando ese acontecimiento histórico. De
inmediato, la Obispo Mary Ann Swenson tuvo palabras es-
peciales para el Obispo de Roma de quien dijo que su visión
y trabajo ha inspirado, entusiasmado y fortalecido las relacio-
nes y la cooperación con el Consejo Mundial de Iglesias en el
trabajo común de peregrinar en justicia y paz. Finalizando los
saludos oficiales, el Dr. Agnes Aboum expresó su deseo que
se pueda continuar siendo la voz profética en el mundo de
hoy, un instrumento en la misión de Dios de reconciliación
y sanidad en esas dos bases del peregrinar, la paz y la justicia.
Todos los participantes cantaron inmediatamente al Dios
tres veces santo, remarcando el sentido trino de nuestra fe, ya
puesta en la proa del encuentro en la intercesión del Santo
Padre invocando su nombre: “En el nombre del padre, y del
Hijo y del Espíritu Santo”. También inmediatamente cuando

103
expresó “El Señor esté con ustedes” y todos acompañaron
diciendo “Y con tu espíritu” se resaltó nuestra unidad en Je-
sucristo, señor del ecumenismo cristiano. Esa trinidad que
llama a la unidad y al caminar en el espíritu también estuvo
presente en la bendición final del Papa Francisco luego de
resaltar que Jesús es nuestra paz.
La lectura bíblica escogida (Gálatas 13-16; 22-26) sobre
la cual tuvo su homilía el Santo Padre, también encontró su
hilo conductor espiritual en el carácter y sentido profundo
de las oraciones especiales que antecedieron las palabras del
Papa Bergoglio. Fue muy importante y significativo que este
tiempo de oración se dividiera conceptualmente en dos cami-
nos: el arrepentimiento y la reconciliación. En el espíritu de
ese texto del apóstol Pablo y en el tiempo de arrepentimiento
retumbaron en todos los corazón palabras como: “a pesar de
la Unidad que recibimos en Cristo, nosotros persistimos en la
desunión” y “Nosotros hemos fallado en servirte a nuestros
hermanos y hermanas y a vivir en armonía y respeto por tu
creación” dichas por el Reverendo Olav Faykse Tveit. Por su
parte el Cardenal Kurt Koch pidió a “Nuestro Dios Todo-
poderoso, ten misericordia de nosotros y perdona nuestro
pecados, y llévanos a la vida eterna”. En las oraciones de re-
conciliación en donde participaron representantes de Kenya,
Estados Unidos, República Checa, Brasil y Corea se resaltó la
unidad como una voluntad de Jesús, tal como luego la lectura
bíblica referida expresara a minutos de este momento tan es-
pecial. En esas intercesiones se expresó claramente el deseo
de ser uno en el Señor para que el mundo crea que le perte-
necemos, que todas las naciones sean bendecidas, que toda la
creación quede también bajo el domino de Jesucristo a todo
lo cual finalmente se dio gracias gloria a Dios.
En su homilía el Santo Padre hizo girar su reflexión en
base al concepto “caminar según el Espíritu” que recordó es

104
citado dos veces en pocos versículos por el Apóstol. En lo
relacionado a “caminar” expresó que: El hombre es un ser en
camino. El corazón nos invita a marchar, a alcanzar una meta.
Pero caminar es una disciplina, un esfuerzo, se necesita cada
día paciencia y un entrenamiento constante. Es preciso renun-
ciar a muchos caminos para elegir el que conduce a la meta y
reavivar la memoria para no perderla. Caminar requiere la hu-
mildad de volver sobre los propios pasos y la preocupación por
los compañeros de viaje, porque únicamente juntos se camina
bien. Caminar, en definitiva, exige una continua conversión
de uno mismo. En relación con el concepto “Según el Espíritu”
mencionó que: Las palabras del Apóstol Pablo nos interpelan
hoy más que nunca. Caminar según el Espíritu es rechazar la
mundanidad. Es elegir la lógica del servicio y avanzar en el per-
dón. Es sumergirse en la historia con el paso de Dios; no con
el paso rimbombante de la prevaricación, sino con la cadencia
de «una sola frase: amarás a tu prójimo como a ti mismo» (v.
14). La vía del Espíritu está marcada por las piedras miliares
que Pablo enumera: «Amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad,
bondad, lealtad, modestia, dominio de sí» (v. 22.23). A lo largo
de la historia, las divisiones entre cristianos se han producido
con frecuencia porque fundamentalmente se introducía una
mentalidad mundana en la vida de las comunidades: primero
se buscaban los propios intereses, solo después los de Jesucris-
to… El ecumenismo nos ha puesto en camino siguiendo la
voluntad de Jesús, y progresará si, caminando bajo la guía del
Espíritu, rechaza cualquier repliegue autorreferencial… Este
camino tiene una meta precisa: la unidad. La vía contraria, la
de la división, conduce a guerras y destrucciones. El Señor nos
pide que invoquemos continuamente la vía de la comunión,
que conduce a la paz.
Luego de homilía del Santo Padre se produjo un silencio
respetuoso y reflexivo, solamente interrumpido por el himno

105
del Jubileo de la Misericordia y la lectura conjunta del Credo
de Nicea-Constantinopla.
En el tiempo posterior de intercesión conjunta liderados
por representantes de Egipto, Argentina y Samoa se reiteró la
necesidad de sostener nuestra unidad cristiana en la oración
sacerdotal de Jesucristo, rogando al Dios trino y unido que
nos haga instrumentos de amor, paz, unidad y armonía inde-
pendientemente de nuestra raza, color o credo. Muy relevan-
tes fueron los conceptos de la oración de Ms. Toai Metanoia
Tumaaii-Vaauli, quien recordó que habiendo experimentado
Jesús como niño la vida de inmigrante y refugiado, él mismo
nos llama a dar la bienvenida a la familia de Dios a los que
vienen de otras tierras escapando de la opresión, pobreza,
persecución, violencia y guerra.
Finalmente, y antes de la oración final del Papa Francisco
por la unidad de la Iglesia a través del Señor Jesucristo que
vive en la unidad del Espíritu Santo, un dios, por siempre y
para siempre, todos rezaron juntos el Padre Nuestro.

106
ENCUENTRO ECUMÉNICO EN EL CONSEJO
MUNDIAL DE IGLESIAS

Junio 2018

Respirando todavía un clima de alta espiritualidad ecuménica


luego de la oración matutina, se llevó a cabo en el Visser’t
Hooft Hall del Consejo Mundial de Iglesias el “Encuentro
Ecuménico” celebrativo de los 70 años de ese organismo.
Exaltando la unidad en la diversidad reconciliada en el
nombre de nuestro Señor Jesucristo, y guiados por el lema
“Peregrinación ecuménica: caminando, trabajando y orando
juntos” y ante la presencia de representantes eclesiales de di-
versas confesiones cristianas, se entonaron himnos, compar-
tieron oraciones profundas y desafiantes discursos.
La oración de apertura estuvo a cargo de H.E. Metro-
politan Prof. Dr. Nifon of Tirgoviste, Romanian Orthodox
Church quien intercedió ante el Señor para que “haz de noso-
tros que seamos uno en amor y ministerio, para que nosotros
que invocamos el nombre de Cristo, seamos instrumentos de
paz, caminando juntos como peregrinos en el camino de Tu
Reino para servir a tu pueblo y creación para la gloria de tu
Nombre”.
Especialmente sentidas y profundas fueron las palabras
del Rev. Dr. Olav Fykse Tveit, Secretario General del WCC
quien luego de citar el texto bíblico “Éste es el día que ha
hecho el Señor, nos gozaremos y alegraremos en el” (Salmo
118, 24), dijo refiriéndose a la visita del Papa Francisco: “de-
mostramos que es posible superar las divisiones y la distan-
cia, así como los hondos conflictos causados por diferentes
tradiciones y creencias religiosas”. También refiriéndose di-
rectamente al Sumo Pontífice declaró: “Su Santidad, su visita

107
es una señal de esa esperanza que compartimos. Es un hito
en la historia de las relaciones entre las iglesias. Estamos aquí
como representantes de diferentes iglesias y tradiciones de
todo el mundo”. Continuó luego expresando: “Permitamos
que las próximas generaciones creen nuevas expresiones de
unidad, justicia y paz, a medida que compartimos cada vez
más y más”. Destacadas también fueron estas palabras del
Rev. Tveit: “Hay varios caminos para ir desde el conflicto
hasta la comunión. Y, por supuesto, aún no hemos superado
todas las diferencias y divisiones. Por lo tanto, oramos juntos
para que el Espíritu Santo nos guíe y nos una mientras segui-
mos avanzando”.
Escuchas con suma atención y en clima de silencio, solo
cortado por los aplausos finales, fueron las palabras de la
Dra. Agnes Aboum, de confesión anglicana y actual mode-
radora del comité central del Consejo Mundial de Iglesias.
También refiriéndose a la visita del Papa Francisco expresó
que “muestra que el compromiso de las iglesias con la uni-
dad, por el bien de toda la humanidad y de toda la Creación
de Dios, es firme y está vivo”. Manifestó asimismo: “Permí-
tanme subrayar lo importante que es que las iglesias cristianas
se vean como una sola en Sudán del Sur, lo esencial que es
la acción común en pro de la justicia en el proceso de paz de
Colombia, el potencial de la oración y la labor conjunta para
el proceso de reunificación en la península de Corea y cuánta
acción concertada hace falta en Burundi y la República De-
mocrática del Congo”.
El Santo Padre, es su discurso resaltó que “Tenemos
necesidad de un buen impulso evangelizador” para lo cual
“Estamos llamados a ser un pueblo que vive y comparte la
alegría del Evangelio”. Firmemente expresó en este mismo
sentido que “Estoy convencido de que, si aumenta la fuerza
misionera, crecerá también la unidad entre nosotros” dado

108
que, como dijera inmediatamente “la evangelización marcará
el fortalecimiento de una nueva primavera ecuménica”.
Luego de desarrollar y profundizar los conceptos del
lema elegido: Caminar-Rezar-Trabajar juntos, cerró su discur-
so hablando en forma directa a todo el auditorio de ésta ma-
nera: “Queridos hermanos y hermanas: Renuevo mi cordial
agradecimiento. Ayudémonos a caminar, a rezar y a trabajar
juntos para que, con la ayuda de Dios, la unidad avance y le
mundo crea. Gracias”.

109
VISITA DEL PAPA FRANCISCO AL CONSEJO
MUNDIAL DE IGLESIAS EN GINEBRA

Junio 2018

Cuando el evangelista Juan, ya anciano, recordaba la oración


sacerdotal de Jesús por la unidad de los discípulos “Que to-
dos sean uno para que el mundo crea “(Jn 17,21), los tiempos
ya no eran los mismos que aquellos de la cercanía presencial
con el Maestro. El mantenimiento de la pax romana respe-
tuosa de la religiosidad y mucho menos los primeros años
de expansión casi sin impedimentos después del incontenible
fuego misionero de Pentecostés, habían pasado. Al tiempo
que el discípulo amado escribe el cuarto Evangelio, la per-
secución a los cristianos había dejado de ser hechos aislados
para constituirse en una política imperial discriminada y ge-
neral. La acción destructiva de Jerusalén y su gran templo en
manos de Tito en el año 70 había hecho visible la profecía de
Jesús de que ni una sola piedra iba a quedar de ese esplendo-
roso lugar de culto a Dios (Mc 13, 2).
Retomando trabajos de décadas que fueron interrumpidas
por la segunda guerra mundial, el Consejo Mundial de Iglesias
se constituyó como tal hace setenta años. La devastación geo-
gráfica, étnica, política, racial y humanitaria posbélica impulsó
que esa unidad cristiana institucional se deba vislumbrar de una
forma integral no solo teologal. Desde ese momento al pre-
sente su camino fue regado por los conceptos de apoyo a los
refugiados, encuentros de paz pre y posconflictos, el combate
a toda forma de pobreza, injusticia, racismo, xenofobia, opo-
sición a la persecución religiosa y la adhesión a los derechos
humanos fundamentales. Pasaron por sus mesas de debate,
oración y acción en conjunto hitos importantes de la historia

110
como la Guerra Fría, la caída del muro de Berlín, el desarmado
del apartheid en Sudáfrica, etc. Vieron incrementar su mem-
bresía con centenares de iglesias protestantes y el importantí-
simo universo de las iglesias ortodoxas de Oriente. Del mismo
modo, fueron testigos privilegiados del Concilio Vaticano II y
con él de la participación determinante y creciente de la Iglesia
Católica en sus reuniones.
Esta visita del Papa Francisco a Ginebra es de un va-
lor histórico, referencial y profético únicos. En primer lugar,
porque al igual de quien escribe, muchos referentes de confe-
siones cristianas no católicas hemos sido testigos por décadas
del compromiso del hoy Papa Bergoglio por el ecumenismo
que busca incansablemente un camino abierto y generoso al
hermano en la fe. La Patria Grande Latinoamericana desde
Buenos Aires hasta Aparecida ha sido inspirada y sembra-
da por la mirada y acción ecuménica del entonces Cardenal
Bergoglio. En segundo lugar, y ya como Sumo Pontífice, su
contribución incansable desde los acuerdos teológicos sobre
sacramentos, soteriología y cristología sumados a las muchas
y distintas formas y acciones concretas, le dieron encarna-
dura, contextura y actualidad al encuentro interconfesional
mundial. El ecumenismo de la misericordia, el de la caridad,
el de la oración, el de la ecología integral, el de la migración
y tristemente el de la sangre fueron transitados y liderados
por el Papa Francisco en estos cinco años de su pontificado.
Un peregrinar personal que sin duda se consolidará una vez
más en Ginebra teniendo en sus espaldas recientes su viaje
apostólico a Lund.
Por eso, el recuerdo juanino de la necesidad de la unión
orada, ansiada y comprometida hasta su propia vida de Jesús
tiene enorme valor siempre y especialmente hoy. Cuando al
citar el Evangelio escrito aproximadamente a setenta años de
la despedida del autor con su maestro amado, de la devasta-

111
dora furia imperial del emperador romano del año 70 y de las
siete décadas del Consejo Mundial de Iglesias, se tienen sen-
saciones ciertamente equivalentes. Ellas se traducen en soni-
dos de conflictos, guerras y rumores de guerras en pedacitos
y en trozos grandes, aumento de manifestaciones de racismo
y xenofobia, crisis migratorias y humanitarias espeluznantes,
una ecología integral en serio riesgo de colapso y un creci-
miento nunca conocido en el número de cristianos de todas
las confesiones sufriendo el martirio por su fe.
Quiera el Señor del ecumenismo que, en este encuentro
en Ginebra, y especialmente de lo que surja de él, la oración
de Jesús y la visibilidad de la unidad reconciliada muestren el
rostro de vida, misericordia, esperanza y justicia de nuestro
común Salvador Jesucristo quien sigue clamando a la diestra
del Padre por todos sus discípulos y su única esposa-Iglesia.

112
EL ECUMENISMO DEL EVANGELIO DE LA PAZ

Julio 2018

San Nicolás, patrono de Turquía, Grecia y Rusia descansa en


la ciudad de Bari, pero bien podría hacerlo en la ciudad turca
de Myra donde fue obispo y murió a mediados del siglo IV.
Sin embargo, la providencia quiso que su veneración santa
alcanzara al este de Europa sustentada por una serie de mila-
gros atribuidos a su intermediación desde el traslado de sus
reliquias al sur de Italia. Es por ello por lo que ese santuario
en Bari se constituye inequívocamente en un lugar paradig-
mático para el encuentro y la santidad interconfesional entre
Oriente y Occidente. Allí, la oración silenciosa con la que
S.S. Francisco comenzó la jornada ecuménica en la mañana
del 7 de julio se transformó en un grito de paz profundo,
fuerte y extenso que atravesó territorios, tiempos, culturas y
confesiones cristianas. El trueno silencioso de la oración del
Papa Bergoglio fue acompañado por el rayo infinito de la luz
del Evangelio de la paz en el momento en que se encendió
la “lámpara uniflama” con un claro simbolismo de unidad
indisoluble en la diversidad cristiana. Todo el cosmos celestial
conmovido en testimonio de lo que sería una jornada de alto
voltaje simbólico en el kairos del Jesús, príncipe de paz.
Era necesario que a los tres adjetivos para el ecumenismo
que el Cardenal Koch utilizara en el anuncio de este histórico
peregrinar de Francisco: el de “la vida”, “la santidad” y la “la
sangre” se le agregara otro que los contuviera. Un nuevo ca-
lificativo que se transforme en un hilo invisible pero irrompi-
ble que sirva para conjugar verbos que muevan a la esperanza
en medio de tantos sustantivos agotados en nombrar dema-
siados desconsuelos. Y ese adjetivo imprescindible lo acercó

113
el canto peregrino de David en su Salmo 122 “¡La paz sea
contigo!”. Sería entonces el “ecumenismo de la paz” el que
una a cristianos de todo el mundo por Oriente Medio ese día.
Ya en el encuentro de oración en donde participaron
ministros de más de veinte iglesias de Medio Oriente, orto-
doxos, católicos y luteranos, el Papa Francisco retomó las
imágenes recientes de la luz, fe y tradición en las riquezas
y herencia de los Padres de nuestra común fe “porque en
Oriente Medio están las raíces de nuestras mismas almas”.
Pero a aquellas conmociones espirituales cósmicas y lumino-
sas de los primeros gestos era menester confrontarlas con las
fuerzas tenebrosas que oscurecieron esas tierras con guerras,
destrucción y silencios muy diferentes al del inicio de la jor-
nada, sordos de dolor o callados por la complicidad. Y a esa
grotesca deformación de la belleza de los pueblos que abra-
zaron hace siglos el Evangelio, el Papa Francisco no dudo
en advertir que pueden hasta llegar a “desfigurar el mismo
rostro de la región, porque un Oriente Medio sin cristianos
no sería Oriente Medio”. Y es justamente a ese horrendo es-
pejo deformante del rosto del Cristo sufriente en el semblan-
te de tantos hermanos que es menester contraponer con la
imagen luminosa del Jesús victorioso y con ella hacer arder
y resplandecer “el fuego del Espíritu, Espíritu de unidad, Es-
píritu de paz”. Esa esperanza luminosa debe seguir los pasos
hermenéuticos de ese mismo Salmo davídico que reza en el
verso sexto “Pidamos por la paz de Jerusalén”. Por ello el
Santo Padre instó a repetir e implorar “de modo particular
para Jerusalén, la ciudad santa amada por Dios y herida por
los hombres, sobre la cual el señor aún llora: La paz contigo”.
Ese grito de esperanza, esa luz que enfrenta sin temores
las tinieblas y ese llamado unido a la paz, tuvo una significativa
invitación a la incondicionalidad ante todo pronombre posi-
ble por parte Tawadros II. El Papa de Alejandría rezando en

114
lengua árabe expresó: “Señor, te agradecemos por cualquier
condición, con cualquier condición y en cualquier condición.
Porque Tu nos has protegido, nos has ayudado, nos has preser-
vado, nos has acogido, nos has salvado y nos has sostenido”.
Promediando la jornada, el Papa Francisco desde el atrio
de la Basílica de San Nicolás acompasó a las brisas marinas
con vientos suaves pero firmes de una voz profética cristiana
que enfrente la “lógica del mudo, lógica del poder y de ga-
nancia, lógica apresurada y de conveniencia”. Y la voz profé-
tica es la buena noticia de Jesús, crucificado y resucitado y la
paz que se debe buscar como signo inequívoco y a la altura
de semejante pertenencia en Cristo. Una paz que “hay que
cultivarla también en las áridas tierras de las contraposicio-
nes, porque hoy, a pesar de todo, no hay alternativa posible
a la paz. La paz no vendrá gracias a las treguas sostenidas
por muros y pruebas de fuerza, sino por la voluntad real de
escuchar y dialogar”. Solo de esa manera aquellos “signos
de poder” dejaran paso a los “signos de esperanza”. Una na-
ciente esperanza que para decir “ahora”, también debe saber
decir “basta”. “¡Basta del beneficio de unos pocos a costa
de la piel de muchos! ¡Basta de las ocupaciones de las tierras
que desgarran a los pueblos! ¡Basta con el prevalecer de las
verdades parciales a costa de la esperanza de la gente! ¡Basta
de usar a Oriente Medio para obtener beneficios ajenos a
Oriente Medio! Y así como la raíz de la paz y la fe se debe
buscar en los santos de los primeros siglos, la esperanza se-
gún el Papa Francisco tendrá “el rostro de los niños”. Y fue
pensando en ellos que se lanzaron al aire junto con algunas
palomas el deseo ecuménico de paz con el anhelo de que se
eleve más alto que cualquier nube oscura. Y al terminar el día
de oración ecuménica se podrá releer el Salmo 122 con una
exégesis renovada en esperanza y paz, comenzando por sus
primeros versos: “Yo me alegro cuando me dicen: Vamos a

115
la casa del Señor”. Vayamos juntos, cristianos unidos en la
diversidad reconciliada peregrinando con los hermosos pies
que anuncian el Evangelio de la paz (Rom 10, 15).

116
LA BIBLIA Y EL ECOSISTEMA
CULTURAL INDÍGNEA

Diciembre 2018

La tarea de la teología bíblica y especialmente de las traduccio-


nes ha ocupado en el pasado casi la mitad de mi vida acadé-
mica. Una de las tareas más maravillosas y desafiante fue la de
auxiliar a los lingüistas de las comunidades cristianas indígenas
a traducir los textos bíblicos a su propia lengua, la del corazón,
la de sus ancestros, la que usaba su madre para acunarles.
Traducir los Evangelios a una lengua indígena no es una
imposición ni mucho menos una invasión a su cultura dado
que solamente se realiza ante el pedido expreso de esa comu-
nidad. Es más, en definitiva, hace que la palabra de vida sea
un instrumento muy valioso para preservar, fijar y proteger
la lengua autóctona frente a los avances colonizadores que
la amenazan. Además, es poner el Evangelio en sintonía con
una cosmovisión aborigen al servicio de la preservación del
ecosistema lingüístico universal. Ernesto Cardenal, en un en-
cuentro paralelo del III Congreso Internacional de la lengua
española en el año 2004 dijo al respecto: «Cuando se pierde
una lengua, es una visión del mundo lo que se pierde».
La creencia general de que algunos indígenas hablan usan-
do sólo unos cuantos vocablos dispersos y sin gramática, es
totalmente falsa. Cada lengua indígena es un idioma bien de-
sarrollado y tan o más completo que varios de los idiomas do-
minantes. Las lenguas autóctonas del norte argentino son un
ejemplo de ello. Estos idiomas se interactúan y se nutren de la
riqueza y variedad de la fauna y flora de su hábitat natural. Por
ejemplo, Marcos 1.6 en donde se relata que Juan el Bautista
«comía miel silvestre» la tarea del traductor no es sencilla. En

117
la lengua wichí hay 18 palabras para referirse a ese tipo de miel,
en el toba hay 10, en la lengua chorote, 7 u 8. El texto bíblico
no especifica el tipo de miel silvestre, pero el traductor del Cha-
co (recolector de miel) debe elegir qué palabra usar. En el ex-
tremo sur del territorio argentino, en la ciudad más austral del
planeta, a fines del siglo diecinueve, los misioneros anglicanos
se enfrentaron a un dilema similar con las lenguas de los indí-
genas yaghanes. En el texto de la parábola del sembrador, el re-
lato menciona que “parte de las semillas fueron comidas por las aves”
(Mateo 13, 4). La etnia de los yaghanes que habitaban “el fin
del mundo” no tenía una palabra genérica para las aves. Esto
es porque interactuaban con ellas de tal manera que llamaban a
cada una con su nombre, sabían sus temporadas, costumbres y
preferencias alimenticias.
El hambre, la pobreza y marginalidad a los que son so-
metidos la mayoría de los pueblos indígenas, dejan huellas en
el pensamiento. Los grupos étnicos del Chaco paraguayo han
sufrido una constante escasez de víveres y, muy a menudo,
hambruna. Por consiguiente, cuando hay comida, la comen.
No les cabe la idea de tener víveres o comida almacenada y
decidir no comer. Esto presentó dificultades para interpretar
el ayuno bíblico. Por eso, fue preciso traducirlo explicando el
concepto: «dejar de comer por un tiempo con el propósito de
dedicarse al culto o al servicio a Dios».
Los modismos son un género propio de un determinado
idioma. La Biblia habla del «corazón duro» indicando la ter-
quedad o el entendimiento entenebrecido de una persona. En
cambio, para los shipibo, de la selva peruana, tener un «corazón
duro» es algo deseable y loable, pues se refiere a una persona
valiente. Cuando quisieron expresar la idea bíblica de «corazón
duro», ellos tradujeron: «sus oídos no tienen huecos».
La idea de corazón como el centro de la personalidad
humana aparece con frecuencia en el relato bíblico. En el ser-

118
món del monte, Jesús dice: «Bienaventurados los de limpio
corazón». Bien sabemos que esto es una figura, ya que el co-
razón en un órgano. El problema es que en otras culturas el
órgano usado para referirse al centro de una persona, es el
hígado, no el corazón. En estos casos el texto bíblico debe
decir: «Bienaventurados los de limpio hígado».
Por ello cuando releemos la Laudato Si’ y hablamos de
la ecología integral, no debemos dejar de reflexionar en la
comunicación del Evangelio y en el rol de las traducciones.
Estas experiencias latinoamericanas en este sentido pueden
contribuir para a ir preparando nuestros corazones al Sínodo
de la Amazonía, y el lugar de sus habitantes, su fe y su cultura.

119
JESÚS Y LAS FAKE NEWS

Enero 2019

Durante el ministerio público de Jesús, sus enemigos utiliza-


ron todo tipo de oscuros recursos para enfrentar, obstaculi-
zar, interrumpir y aniquilar su credibilidad, testimonio, vida
y misión. Uno de ellos fue el de difundir noticias falsas en
complicidad con los poderes públicos y/o privados de turno.
Para ello utilizaban alternativamente mensajeros religiosos
“confiables” que buscaban influir en la opinión pública de
los potenciales seguidores de Cristo abusando de su senci-
llez y credulidad. Estas difamaciones que tenían como blanco
el mismísimo Hijo de Dios, tergiversaban citando parcial y
maliciosamente sus dichos y no dudaban en utilizar fuentes
falsas. Hoy las llamaríamos fake news. Veamos solo algunas de
ellas y cómo las enfrentó nuestro Señor Jesucristo según el
relato de los Evangelios.
Buscando atacar su identidad y por lo tanto su deidad
trataron a veces “piadosamente” de difundir que este hombre
de Galilea era en realidad Juan el Bautista, Elías, Jeremías u
otros profetas (Mateo 16, 14). Otras veces descaradamente lo
quisieron emparentar con el mismo Beelzebú (Marcos 3,22).
En el primer caso, esas “fake news” fueron enfrentadas por
el Señor refrendando palabras de Pedro quien anunciaba que
estaban en presencia de “Cristo, el hijo del Dios viviente”
(Mateo 16, 16-17). En el último de los casos las palabras que
eligió el Señor para contrarrestar esas difamaciones sobre su
propia identidad y autoridad celestial fueron para calificarlas
como pecados de tal gravedad que hasta eclipsan los lími-
tes del perdón divino (Marcos 4, 28-30). Cuando el requisito
informativo de “la verdad” está en juego, la luz de esta debe

120
desenmascarar las medias verdades y dejar al descubierto la
oscuridad de las mentiras, que es por definición el lenguaje
del infierno.
Las buenas y bellas nuevas del advenimiento del Reino
de Dios y su justicia, anunciado y descripto incansablemente
por Jesús (Mateo 4, 23) fue acompañando por toda una se-
miótica integral de sermones, parábolas, milagros, referencias
proféticas y anuncios escatológicos. Una vez más y muy espe-
cialmente en los días del juicio, esos gestos fueron tergiversa-
das y manipuladas sin escrúpulos para utilizarlos en un juicio
tan inmoral como ilegítimo en su forma, procesos y uso de
testigos falsos. Estas “fake news” fueron un grotesco y un
desesperado avance que intentó deslegitimar el testimonio y
autoridad del reinado del ungido de Dios. Se lo acusó de ins-
tigar a la destrucción del templo de Jerusalén, no obedecer la
Ley de Moisés, no pagar impuestos al imperio romano, sedi-
ción civil y amenaza al reinado del corrupto Herodes. Jesús
respondió a estas infamias con “la belleza” de su silencio y la
espera del kairos de los tiempos del Padre para que sus verda-
des del reino de los cielos fueran la base de la Iglesia fundada
en la fe de sus informadores veraces, nada menos que sus
apóstoles y discípulos.
Finalmente, siempre hay una enorme dosis de cobardía,
temor y corrupción de las noticias falsas cuando sus actores
comienzan a percibir que sus planes están a punto de naufra-
gar. Eso pasó en los hechos posteriores a la muerte de Jesús.
El poder mediático de los fundamentalistas en complicidad
con estratos políticos y en un uso descarado de la corrupción
en estructuras de poder quisieron asegurarse de que los anun-
cios de resurrección de Jesús no prosperan. La trama con
todos sus actores y procesos están magistralmente narradas
por San Mateo entre los versos 12 al 15 del capítulo 28. La
respuesta de Dios ante esta grotesca operación de fake news

121
fue “la bondad” del perdón del Padre, en el poder difusor de
Espíritu Santo y en la vida resurrecta del Verbo de Dios.
Hubo, hay y habrá fake news para los seguidores de Cristo.
Pueden cambiar los actores y circunstancias, pero la “verdad,
la bondad y la belleza” del Padre, Hijo y Espíritu Santo pre-
valecerán en la Iglesia de Cristo y en el testimonio de un pue-
blo fiel y sus jefes de redacción de la línea apostólica. Cristo,
una vez más fue primero en padecerlas y en vencerlas y por
lo tanto será nuestro modelo de comunicación cuando sea
necesario.

122
TRADUCCIÓN BÍBLICA, ECUMENISMO
Y AMAZONÍA

Julio 2019

Mucho más que oportuna y urgente es la sugerencia “Incen-


tivar la traducción de la Biblia a las lenguas originales de la
Amazonía”1 en el Instumentum Laboris del Sínodo. Además,
que ésta se enmarque en el capítulo de “Diálogo ecuménico
e interreligioso” no solo le da un contenido ecológico inte-
gral religioso y lingüístico, sino que representa un continente
ecológico integrador para el cuidado de la casa común desde
una mirada antropológica y de subsistencia para estas comu-
nidades aborígenes amazónicas.
Las ciencias de las traducciones bíblicas han debido tran-
sitar un camino integrador, inclusivo y ecuménico desde lo
teológico y misionológico para volver a la misma raíz incul-
tural de la Palabra encarnada (Juan 1, 14a) y al mismo tiempo
transitar caminos para que “a partir de las Sagradas Escrituras
procurar dar un testimonio común”2, de una evangelización
sin conquistas.
De las antiguas traducciones que realizaban los misione-
ros que se esforzaban por aprender los idiomas originarios,
se pasó a la imprescindible tarea de los referentes lingüísticos
de esos pueblos para que sirvan como base y desarrollo del
texto traducido. Entonces, la literalidad en la traducción de-
bió por fin dejar paso a la dinámica y vitalidad idiomática de
cada etnia, conservando su cosmovisión, costumbres, hábi-
tat, cultura y costumbres. En esta tarea resulta fundamental
el rol de la mujer aborigen que a menudo se constituye en la

1 Instumentum Laboris – Sínodo Amazonía apartado c) #139 Capítulo VI.


2 Ibid #136.

123
reserva idiomática de su comunidad y la garantía de conser-
vación temporal lingüística al utilizar su propio idioma en el
cuidado de los niños. Un ejemplo clave de ello es la conser-
vación y desarrollo del guaraní en donde el lugar de la mujer
que, sobreviviendo a la guerra del Chaco resistió la conquista
idiomática de la lengua de su corazón y fundó las bases para
que este idioma aborigen sea ahora lengua oficial de Paraguay.
La admirable interacción de los habitantes de las comu-
nidades aborígenes amazónicas con lo creado resultará fun-
damental para la correcta traducción de la enorme variedad
y cantidad de elementos de la fauna, flora y cosmos en los
relatos bíblicos que en sus lenguas fuentes son propias de un
hábitat de origen muy diferente. Por otro lado, el concepto
de distribución comunitaria de los bienes de la tierra - que a
muchas traducciones bíblicas le dificultó la comprensión y
traducción del término “ayuno” como privación de comer lo
que se tiene hoy por la gracia de la Madre Tierra - serán desa-
fíos maravillosos para esas traducciones. Ambos conceptos,
el de un bienestar comunitario solidario y el de una Madre
Tierra proveedora y acogedora expresadas en una traducción,
despejarán por sí solas el avance de algunas teologías apoca-
lípticas, dominianistas y de prosperidad individual que “im-
pactan negativamente en grupos amazónicos”3.
Por otro lado, que “otros grupos que están presentes en
medio de la selva amazónica junto a los más pobres realizan-
do una labor de evangelización y de educación…permite que
ellos divulguen la Biblia traducida a las lenguas originarias”4,
presenta por lo menos dos desafíos y contribuciones socio-
culturales. En primer lugar, los miles de vocablos necesarios
para traducir el texto bíblico –que dicho sea de paso muchas
veces no superan al enorme volumen idiomático de estas co-

3 Ibid #137.
4 Ibid #139.

124
munidades– se constituirán tal la experiencia con otras tra-
ducciones aborígenes en una suerte de diccionario impreso.
Este valor bibliográfico, sería un aporte fundamental en la
preservación y fijación del idioma aborigen en el concierto
de la ecología idiomática y una fortificación lingüística en su
histórica defensa por su libertad e independencia cultural.
Por otro lado, sería imprescindible abordar las traducciones
aborígenes en formatos de audio-escrituras. Esto no solo
contribuiría a reconocer la valoración de sus idiomas orales o
ágrafos como su propio universo cultural, sino que se inserta-
ría en las raíces mismas de las ciencias bíblicas que reconocen
a la transmisión oral como inicio y fuente de conservación de
los relatos sagrados.
Por todo ello, que los biblistas, teólogos y agencias bí-
blicas de todas las confesiones cristianas comiencen a trazar
líneas de trabajos en estas direcciones tal como lo sugiere
el documento comentado5, resultará fundamental para que
estas traducciones, siempre realizadas a pedido de las comu-
nidades aborígenes, se constituyan en puentes de encuentro y
de integración en la ecología integral expresada en los térmi-
nos del primer párrafo de este artículo.

5 Ibid #139 d).

125
ENCARNACIÓN E INCULTURALIZACIÓN DE
LOS PUEBLOS DE LA AMAZONÍA

Julio 2019

“Lo que no es asumido no es redimido”. Este principio mi-


sionológico de San Ireneo proporciona un sustrato ineludible
cuando hablamos de encarnadura e incultura del Evangelio.
Expresamente citado en el Instrumentum Laboris del Sínodo
para la Amazonía, es un faro que ilumina los tres primeros
capítulos del apartado III en donde se desarrollan extensa y
profundamente estos dos pilares para una pastoral dialogante
con la cosmovisión amazónica.
Luego de un proceso de reflexión conjunto entre Ame-
rindia y la Red Eclesial Panamazónica –REPAM–, en donde
participaron 28 teólogos-as y pastoralistas, principalmente de
América Latina y el Caribe salió a la luz un volumen muy valio-
so: “Hacia el Sínodo Panamazónico. Desafíos y aportes desde
América Latina y el Caribe”1. Este material que considero de
referencia ineludible destina un apartado completo para pro-
fundizar sobre estos dos conceptos: “Encarnación e Incultu-
ralización”. A riesgo de pecar de reduccionista, ofrezco en este
artículo algunos conceptos centrales de ese segmento, reiteran-
do mi humilde sugerencia a que el libro sea leído y estudiado
en su totalidad. En respeto al trabajo realizado, los párrafos
seleccionados son citados textualmente a continuación.
Las grandes distancias y diversidades de la Amazonía
advierten del peligro de un neocolonialismo cultural, de la
centralización administrativa y de una visión unilateral del
pensamiento humano. Éstas produjeron también grandes
distancias pastorales.
1 ©Fundación Amerindia Continental, primera edición, junio 2019.

126
Una Iglesia con rostro indígena será una Iglesia postco-
lonial, plural y cercana a las respectivas culturas locales, te-
niendo en cuenta que no sólo la Amazonia, sino el mundo es
una realidad pluriétnica, pluricultural y plurirreligiosa.
Los grandes esfuerzos pastorales de la Iglesia posconci-
liar en la Amazonía no consiguieron superar plenamente su
pasado colonial en sus estructuras, celebraciones y teologías,
y construir Iglesias más próximas, descentralizadas y con ros-
tro amazónico. El misterio de la encarnación, la práctica de
la inculturación y la descentralización, y la política social de
la solidaridad como partes integrantes de una “ecología inte-
gral”2 pueden guiar hacia la superación real de esas distancias
e impulsar, siguiendo la propuesta del Sínodo, los “nuevos
caminos para la Iglesia y para una ecología integral”.
Jesús, siguiendo su naturaleza humana, nació en Belén y
fue criado en Nazaret, donde tuvo una existencia social (se
inculturó) en la cultura de sus padres. Hasta aquí no hubo
inculturación en una cultura extraña. Él aprendió desde la
niñez su propia cultura como nosotros lo hacemos. Como
persona divina, sin embargo, podemos analógicamente de-
cir, que Él salió de su “patria divina” y se inculturó en su
“patria humana”. Su “patria divina” no era sólo otro país o
continente, sino otra realidad, concebida en nuestra fe como
una realidad totalmente diferente, donde él fue “generado, no
hecho” (genitum non factum).
En un contexto pluricultural o de hegemonía cultural, la
asunción de la propia alteridad es esencial. Los pueblos ama-
zónicos, indígenas y no indígenas, requieren continuamen-
te de resistir contra cualquier intento de destrucción de su
identidad/alteridad para la asimilación o integración bajo los
patrones culturales dominantes, viciados por la perspectiva
de lucro, crecimiento y aceleración.
2 Laudato si’, 87-16.

127
En el plano cultural, la reducción de la diversidad de los
pueblos indígenas, la integración en el proyecto hegemónico
y la imitación de la cultura dominante fueron las exigencias
del razonamiento colonial. Muchos pueblos no aceptaron
asentar su vida en el tripié reducción-integración-imitación
y fueron masacrados, otros asumieron el cristianismo como
“religión estratégica” para relacionarse diplomáticamente
con la sociedad envolvente.
Por la encarnación, como prototipo análogo de incultu-
ración, Dios tejió nuevamente una interrelación rota entre el
Creador y la criatura, redimió a la humanidad, a la naturaleza,
al planeta Tierra y a todo el cosmos. “Redimir” quiere decir,
ponerse en comunicación, hacer nuevamente a la humanidad
y a la naturaleza “cercanas”. La cercanía posibilita que todo y
todos estén al servicio recíproco en el interior de una “eco-
logía integral”3. Y esto “exige sentarse a pensar y a discutir
acerca de las condiciones de vida y de supervivencia de una
sociedad, con la honestidad para poner en duda modelos de
desarrollo, producción y consumo. No está de más insistir en
que todo está interconectado”4, incluso “la relación íntima
entre los pobres y la fragilidad del planeta”5. La diversidad
cultural apunta hacia una inculturación o encarnación más
real, concretamente para la asunción de los modos de vida y
de las culturas en su diversidad.
La “encarnación” y la “inculturación” restablecerán una
proximidad comunicativa, amorosa y servicial entre Dios, la
humanidad y la naturaleza.

3 Laudato Si’, 137ss.


4 Laudato Si’, 138.
5 Laudato Si’, 16.

128
DOCUMENTO ECUMÉNICO EN APOYO AL
SÍNODO DE LA AMAZONÍA

Julio 2019

El inminente Sínodo de la Amazonía y la siempre renovada


vigencia de la Encíclica Laudato Si’, está provocando una serie
muy importante de adhesiones, expresiones, debates y puesta
en agenda en todo el espectro del mundo ecuménico en todo
el mundo y muy especialmente en Latinoamérica.
Un ejemplo claro es un documento llamado “Somos La
Amazonía” que proviniendo de la organización ecuménica
Christian Aid está sumando adhesiones de iglesias, consejos
y organizaciones basadas en la fe y socios ecuménicos para
que se comprometan en la lucha por la equidad y la justicia
en la región.
Según dejó trascender ALC (Agencia Ecuménica de Co-
municación en Latinoamérica y Caribe), el documento se
publicará poco antes del Sínodo para la Amazonía, previsto
para octubre de 2019. Los promotores confían que el mismo
demostrará el apoyo y la fuerza ecuménica en defensa de la
floresta y sus pueblos y evidenciará la crisis en la selva amazó-
nica, que desempeña un rol vital en la salud del planeta.
Finalmente expresan que, como partes de una comuni-
dad ecuménica, nosotros y nosotras que firmamos esta decla-
ración, estamos en solidaridad con las iglesias y comunidades
por toda la Amazonía. La crisis ecológica de los bosques exi-
ge por un esfuerzo continuo por parte de socios ecuméni-
cos para lograr la paz y la justicia a niveles local, nacional,
regional e internacional. Es en este contexto que respalda-
mos y apoyamos la siguiente declaración de las Iglesias Lati-
noamericanas:

129
SOMOS LA AMAZONÍA

Dios habla con nosotros de toda la creación. El cielo y


la tierra proclaman la presencia del amor de Dios que
nos da vida en el bosque, en las aguas, en la atmósfera,
en el milagro de las semillas y en la diversidad de todo
lo que existe. Todo ser que respira participa de este
amor. Todo ser que respira también sabe que este amor
hecho mundo, está amenazado y explotado por un mo-
delo económico que transforma todo en mercancía,
que no acepta límites para su expansión y acumulación
de riqueza.

Nosotros, las Iglesias, los Consejos y las Organizacio-


nes Basadas en la Fe estamos conscientes de estas ame-
nazas dolorosas, inminentes y que empeoran:

• Aprendamos a escuchar el clamor del Bosque y todos


sus seres y culturas: muchas veces fuimos insensibles y
sordos a este grito que nace en el corazón de la Ama-
zonia;

• Aprendamos a abandonar nuestras ideas preconcebi-


das sobre la región: muchas veces no escuchamos a los
seres y culturas que hacen pulsar a la Amazonia;

• Aprendamos a interpretar el deterioro de los modelos


económicos, culturales, religiosos y políticos de extrac-
tivismo intensivo y predatorio: muchas veces no levan-
tamos nuestra voz profética en la defensa de pueblos,
especies y territorios frente a los megaproyectos en la
región, financiados con capital local y global, promoto-
res de la crisis climática;

130
• Aprendamos a encarnar nuestra fe en la vida y en
las culturas amazónicas: muchas veces toleramos pro-
puestas misioneras supremacistas y destructoras de la
diversa presencia de Dios en la Amazonia;

• Aprendamos del actual proceso del Sínodo Pan-Ama-


zónico de la Iglesia Católica Romana y la reflexión del
Papa Francisco y de Laudato Si’ para dialogar en este
momento de espiritualidad y profecía asumiendo tam-
bién nuestro compromiso y fe.

En defensa de la gran Amazonia, su gente y sus seres


biológicos. En defensa de nuestra Casa Común. En
defensa de todo ser que respira. Queremos la Amazo-
nia viva, soberana y protegida. Nos comprometemos
a los diálogos de fe y a mantener nuestra presencia en
la región teniendo como prioridad a todos los seres y
culturas de la Amazonia.

Nos comprometemos a:

1- Seguir presionando a los Estados para que garan-


ticen que las comunidades tradicionales amenazadas
(pueblos indígenas, afrodescendientes, ribereños, cam-
pesinos, entre otros) tengan acceso y control sobre la
tierra y sus bienes comunes.

2- Contribuir a que las comunidades históricamente


excluidas y marginadas en el bosque y en las ciudades
puedan participar, influenciar y tomar decisiones en los
procesos que les afectan de manera directa en sus te-
rritorios.

131
3- Defender a defensores/as de Derechos Humanos y
defensores/as de la naturaleza que vienen siendo cons-
tantemente amenazados mediante mecanismos efica-
ces de denuncia y protección;

4- Apoyar a las comunidades locales en la promoción


de alternativas económicas sostenibles y a hacer frente
al sistema económico vigente enfrentando los desafíos
de la crisis climática en la región;

5- Desarrollar una espiritualidad ecológica que nos


ayude a escuchar lo que el Espíritu dice a las Iglesias,
sintiéndonos parte de la Casa Común y todo el mundo
habitado.

6- Apoyar a organizaciones locales e iniciativas basadas


en la fe en el desarrollo de estos objetivos, mantenién-
donos siempre informados, desafiantes y activos en lo
que es para nosotros un imperativo de fe: ¡SOMOS
AMAZONÍA!

7- Convocar a nuestras Iglesias y Organizaciones Her-


manas en el sur y norte a nivel global sur a la oración y
acción, conscientes de que los peligros de extinción del
planeta están ante todos, pero la solidaridad y la globa-
lización de la esperanza es lo que nos une en defensa
de la Casa Común: el mundo al que Dios tanto ama.

132
SEMINARIO INTERRELIGIOSO SOBRE SÍNODO
DE LA AMAZONÍA EN BUENOS AIRES

Julio 2019

En el marco del año sinodal de la Amazonía, el “Instituto


para el Diálogo Global y la Cultura del Encuentro” (IDGCE)
que trabaja en unión estratégica con la REPAM (Red Ecle-
sial Panamazónica) está llevando a cabo en su sede en Bue-
nos Aires el Ciclo de Seminarios “Pensar el futuro”. En esta
primera parte, el tema en desarrollo es “Dialoguemos sobre
espiritualidad y cosmovisiones en un mundo atravesado por
el cambio climático”. Estos seminarios son dirigidos por las
autoridades del IDGCE, licenciado Luis Liberman y magister
Gabriela Sacco y cuentan con la coordinación y moderación
de quien suscribe el presente artículo. En uno de ellos partici-
paron como disertantes la rabina Silvina Chemen, la islamó-
loga Nancy Falcón y el biblista católico José Luis D´Amico.
Los tres comenzaron referenciando sus fuentes literarias
sagradas. La rabina Chemen al mencionar los capítulos 25
y 26 de Levítico y el 15 de Deuteronomio de la Torá, resal-
tó que éstos piden un año de cada siete para que tenga un
Shabat Shabbaton, un Año sabático, un año de shmittah, un
año de descanso de la Tierra y sus trabajadores. La Torá nos
advierte que, si nos negamos a dejar que la Tierra, “descanse”
de todos modos ella descansará, a pesar de nosotros y sobre
nosotros, a través de la sequía y el hambre que llevarán a
las personas al exilio transformándolos en refugiados. Esta
antigua advertencia, continuó expresando Silvina, oída por
un pueblo en una pequeña tierra se ha convertido en el re-
flejo de la crisis de nuestro planeta como un todo y de toda
la especie humana. El comportamiento humano en el abu-

133
so de la Tierra generó una respuesta planetaria sistémica que
pone en peligro a las comunidades humanas y a muchas otras
formas de vida también. La licenciada Falcón por su parte
afirma que, en el Corán, el libro sagrado de los musulmanes,
en su mensaje central de El Tauhid como Unicidad de Dios,
representa un concepto fundamental que atraviesa todo el
texto sagrado y que, si bien se refiere a la divinidad como tal,
también puede entenderse como una forma de denominar a
todo lo creado. Continúo Nancy expresando que Dios crea
directamente con el lenguaje, dice el Corán: “Kun Faya Kun”
(36: 82), es decir “Dice que sea y es”, y su creación por entero
es también Una y Única, Dios crea en el Tauhid: a los cielos,
a la tierra, al universo entero y al ser humano como un todo.
Como seres humanos no estamos disociados de la creación,
sino que formamos parte de ella, reconociéndonos creados
por el Ruh (espíritu) divino dentro de nosotros unidos todos
por una naturaleza común y en armonía con lo creado. El ser
humano es, en sí mismo, un microcosmos, lleva el espíritu de
Dios en su interior y el mandato divino de ser el administra-
dor cuidadoso de la creación de Dios: la tierra, que es a su vez
el material con el cual ha sido edificado. Finalmente, el licen-
ciado D´Amico y luego de leer el texto de la creación desde
los primeros capítulos del Génesis hizo referencia a que el
hombre fue puesto por Dios para labrar (servir) y cuidar esto
y se preguntó ¿qué hacemos con este mandato? Las políti-
cas económicas, en contacto con poderes políticos y otras
veces con el silencio de comunidades religiosas de diversos
credos, no solo generan este estado de deterioro, casi irrever-
sible a esta altura, además genera también pobreza, muerte,
enfermedades, desnutrición, etc. Esto es, prosiguió José Luis,
porque el ser humano se desconecta de su vocación de vivir
en relación con la tierra. Desobedecer el mandato de Dios de
cuidar, servir es desobedecer su misma vocación más prima-

134
ria. Y es desobedecer también lo que los aborígenes, indíge-
nas, claman junto a sus culturas, dioses y tradiciones. Todos
hoy debemos unirnos a ese clamor, que exige una conversión
y esto es un cambio.
Las citas a la Encíclica Laudato Si’ y al magisterio del Papa
Francisco en relación con la ecología integral también se hi-
cieron oír en la diversidad de estas voces representantes de
las tres tradiciones abrahámicas. La rabina Silvina resaltó que
La encíclica Laudato Si’ ha movilizado a los diferentes líderes
como Torah, Pope, & Crisis Inspire 400+ Rabbis to Call for
Vigorous Climate Action en donde rabinos de todas las de-
nominaciones se han pronunciado en medios públicos acer-
ca de la adhesión a las posturas de la encíclica, llamadas Re-
flexiones sobre la Justicia Climática. Del mismo modo, expli-
citó que hay textos especialmente escritos para ser leídos en
las sinagogas el día más sagrado del año: Iom Kipur, o para
hacer sesiones de debate en las comunidades y en donde se
buscan las coincidencias entre los párrafos de la encíclica con
los textos bíblicos. En su momento la referente musulmana
Nancy dijo que el cuidado de la naturaleza como nuestra casa
común, que recogen diferentes tradiciones religiosas y que
nos recuerda el Papa Francisco en su Laudato Si’, es un tema
central en la tradición islámica, la naturaleza misma es un sig-
no de la existencia de Dios y un mandato coránico es que
el ser humano forme parte de su cuidado. Continuó luego
enfatizando que en un tiempo de tanta confusión y pérdida
para el ser humano y para el resto de la creación, es urgente
volver a erigir la figura del hombre Jalifa. Él es el guardián y
defensor de la creación y de quienes hay en ella. Para que la
creación se regenere, el hombre debe asumir su responsabi-
lidad, pero no en forma individual sino colectiva. Dice el Sa-
grado Corán: “Sepan que Dios no cambia la condición de un pueblo
hasta que ellos no cambien lo que hay en sí mismos” (Sura

135
13: 11). Finalmente, el biblista católico José Luis, recordó que
tanto en Laudato Si’ como en el Instrumento de Trabajo del
Sínodo de Amazonia la iglesia denuncia la destrucción y el no
cuidado, el abuso y no el cultivo, la expropiación y el servicio
del agua y la tierra. Llamó a una conversión integral como
lo ha dado en llamar el Papa Francisco, en donde la Iglesia
debe ser signo y palabra en el camino para, luego de leer ín-
tegramente el clamor de la Amazonia desde los apartados 45
y 46 del Instrumentum Laboris, llamar a querer ser sanadores y
curadores de nuestra tierra, tarea a la cual Dios mismo nos
está inspirando y estimulando.
Creo pertinente culminar con una historia referenciada
por la rabina Chemen surgido de un pensamiento rabínico:
“La historia relata acerca de dos hombres que discutían la pro-
piedad de un lote de tierra, y que ante la falta de un acuerdo
coincidieron en apelar a un sabio que oficiara de juez para que
dirima el pleito. El sabio decidió inclinarse y colocar su oído
sobre el piso. Al ver la reacción del sabio, ambos contendien-
tes se acercaron y le preguntaron por qué se inclinó, a lo que
el maestro respondió que él debía consultar a la misma tierra
quien era su dueña. Y culmina el relato diciendo que la tierra
expresó que ella le pertenece al Todopoderoso, su Creador”.

136
LA EXÉGESIS EN AMÉRICA LATINA
A LOS 80 AÑOS DE LA REVISTA BÍBLICA

Julio 2019

El octogésimo aniversario de la Revista Bíblica fue la opor-


tunidad y el acontecimiento que dio lugar al desarrollo del
Congreso Internacional de Estudios Bíblicos en la ciudad de
Buenos Aires entre el 16 y el 19 de julio. Durante esos días y
bajo la inspiración del texto bíblico “Acuérdate de todo el ca-
mino que el Señor; tu Dios, te ha hecho recorrer” (Dt 8, 2) y
con el lema “La exégesis en América Latina 80 años después”
se dieron cita 427 congresistas representando a 27 países. El
Osservatore Romano, en la persona de quien escribe, estuvo pre-
sente en parte del encuentro, siendo testigo de la calidad aca-
démica de los disertantes, tanto de la decena de conferencias
plenarias como de la treintena de seminarios temáticos. Fue
especialmente provechoso el poder participar de la riqueza
de los debates informales compartidos entre tantos biblistas
que cumplieron con creces el objetivo prefijado de recuperar
y prolongar la tradición bíblica de América Latina en su re-
cepción creativa.
Las palabras de bienvenida estuvieron a cargo del rector
de la Universidad Católica Argentina Dr. Miguel Ángel Schia-
vone quien destacó la importancia del estudio bíblico como
una lectura comprometida y actualizada de transformación
de la realidad. Luego el presidente de la Asociación Bíblica
Argentina, Dr. Eleuterio R. Ruíz convocó y provocó a releer
el camino del Señor, nuestro Dios, que ha posibilitado llegar
hasta aquí y aceptar el desafío de mirar hacia adelante plan-
teando nuevos proyectos y sueños cada vez más grandes.
El Dr. Pablo Pastrone presentó a Juan Straubinger como

137
pionero del movimiento bíblico argentino. La ciencia bíblica
y su experiencia pastoral enriquecieron sus análisis bíblicos
desde su Alemania natal, Jujuy su primera presencia en Ar-
gentina como párroco de San Pedro, y en la diócesis de la Pla-
ta. Luego Mons. Luis H. Rivas reseñó la historia de la Revista
Bíblica desde su fundación hasta hoy. En cuatro etapas fue
desarrollando los procesos que la enriquecieron. Destacó la
tarea de los distintos directores a partir del trabajo de Strau-
binger, Rivera, Levoratti y Croatto, y del impacto que produjo
sistemáticamente la revista en el quehacer bíblico en nuestras
comunidades. En un segundo momento, el Dr. Valmor da
Silva al presentar el trabajo de los pioneros en el Brasil marcó
cuatro etapas históricas: colonia, imperio, república, dictadu-
ra y el trabajo del movimiento bíblico en ese país. En su mo-
mento el Dr. Luis Liberti reconoció la tarea de los pioneros,
socios y socias, sencillos animadores y maestros en Argentina
a través de grupos bíblicos que conformaron una sinfonía
desde distintas perspectivas. Al reconocer a los pioneros de
la exégesis en los Países Andinos, en Centro y Norteamérica,
el Dr. Leif Vaage destacó el movimiento bíblico andino no
desde un trabajo de exégesis sino de una lectura bíblica, cen-
trando su aporte en el reconocimiento de Gustavo Gutiérrez
y la teología de la liberación en este proceso, destacando el
trabajo de Helder Cámara.
En el segundo día se abordaron los “Temas y textos pre-
feridos y descuidados en la producción exegética latinoame-
ricana” con 6 conferencias. El Dr. José Ramírez Kidd presen-
tó “El Éxodo como inversión simbólica: complejidad de las
utopías”. La historia del Éxodo leído desde América Latina
en estos 40 años marcó el compromiso, el sueño, la vida y
el canto de nuestra reflexión. Fueron muy valoradas los di-
ferentes enfoques sobre memoria cultural; la relación entre
narrativa y ética; el éxodo-migración.

138
En su momento, el biblista protestante Dr. Néstor Migues
presentó la conferencia: “Hermenéutica Latinoamericana de
los Evangelios”. Migues expuso una línea histórica del desa-
rrollo de la interpretación de los evangelios a partir del tiempo
de la conquista. Destacó la estrecha relación entre ciencia y
arte. Las Iglesias Evangélicas fueron las primeras que introdu-
jeron los métodos históricos críticos alrededor de 1920. En el
2º cuarto del siglo XX comenzaron a surgir los distintos acer-
camientos hermenéuticos. Entre los exégetas se destacaron:
Ernesto Cardenal, Severino Croatto, Carlos Mesters, Jon So-
brino. La interpretación temprana de los evangelios acompañó
los estudios teológicos, sobre todo a los de cristología.
“Métodos y acercamientos cultivados en Latinoamérica:
diversidad e interdisciplinaridad” fue el tema que nos animó
el tercer día del Congreso Internacional Bíblico a través de
una conferencia y una mesa panel. La conferencia estuvo a
cargo del Dr. Ralf Huning a través del tema “Lectura popular
de la Biblia”. En su más de 20 años de experiencia de pastoral
bíblica y reflexión sobre la teoría de la lectura bíblica presentó
el trabajo de Carlos Mesters como el arquetipo científico al
servicio de una lectura popular de la Biblia. La ciencia bíbli-
ca es una actividad que produce un conocimiento científico
con una orientación para la vida. En la lectura popular de la
Biblia, destacando lo comunitario como el eje fundamental,
la aproximación al texto como el espejo de la vida son claves
significativas donde el pueblo tiene como un sexto sentido al
leer el texto y lo comprende más allá de la fe que posee.
En el día se convocó a reflexionar sobre la “Prospectiva
de la exégesis en Latinoamérica” en dos bloques. El primer
trabajo fue realizado en una mesa panel bajo el tema “Desa-
fíos para el futuro de la exégesis en América Latina” con la
participación del Dr. Raúl Lugo Rodríguez, Dr. Jaldemir Vi-
tório, Dr. Santiago Guijarro Oporto y como reactor externo,

139
Dr. Rafael Francisco Luciani Rivero. Entre los desafíos de
la exégesis en nuestro continente reflexionados en el panel
destacamos la necesidad de incluir a las minorías en el tra-
bajo interpretativo como así también el reto de profundizar
en las definiciones epistemológicas de la exégesis y herme-
néutica bíblica en Latinoamérica. Uno de los momentos más
significativos de este bloque fue la proyección de la entrevista
realizada a Carlos Mesters donde comparte su estudio de la
Biblia y el contacto de la palabra de Dios con el pueblo lati-
noamericano, junto al proceso que transitó la lectura popular
de la Biblia en nuestro continente.

140
LA “CONVERSIÓN ECOLÓGICA”
Entrevista a Monseñor Oscar Vicente Ojea

Agosto 2019

Monseñor Oscar Ojea, presidente de la Conferencia Epis-


copal Argentina, recibió en su sede de Buenos Aires a L´Os-
servatore Romano con la cordialidad y calidez a que nos tiene
acostumbrados. Esta vez, y dado que ha sido convocado por
el Santo Padre para participar en el Sínodo de la Amazonía,
el diálogo transitó por esa temática. Le consultamos sobre
sus pensamientos, expectativas y reflexiones ante la situación
planetaria a la luz del eminente encuentro sinodal y especial-
mente en relación con el llamado a una “conversión ecoló-
gica”. Éstas fueron sus muy enriquecedoras palabras, dichas
con mucha pasión y convicción espiritual:
El Papa Francisco en su magisterio nos habla de tres
conversiones. La conversión pastoral, de la cual habla pro-
fusamente en Evangelii Gaudium y que es la conversión de la
Iglesia hacia la misión y un llamado a remover las estructuras
que la impiden. Luego, la conversión ecológica que plantea
en la encíclica Laudato Si’ y que tiene que ver con el enorme
desafío de afrontar esta crisis planetaria que se ha producido
en nuestra casa común y la invitación al cuidado de ella. Y
finalmente nos habla de la conversión sinodal de la iglesia,
que la va a plantear primero en el discurso del aniversario del
Sínodo y luego en Episcopalis Communio.
Si nos detenemos en la conversión ecológica, cuando co-
mienza Laudato Si’, el Santo Padre nos presenta una situación
del hombre frente a la naturaleza fundada en las Sagradas
Escrituras y particularmente en el “Cántico de las Criaturas”
de San Francisco. Se trata allí de una relación armónica en-

141
tre el hombre, la naturaleza, el sí mismo, el prójimo y con
Dios. Una relación donde San Francisco se dirige primero al
Dios Altísimo al cual ningún hombre es digno de nombrar. Y
esto es bueno decirlo porque ante todo San Francisco alaba
al Altísimo creador y luego al hermano sol, a la luna, a las
estrellas, al fuego, al agua y finalmente a la hermana madre
tierra. Este maravilloso cántico es el primer poema en len-
gua vernácula italiana. El Papa toma de esta espiritualidad
todo lo que ella significa para pensar al hombre frente a la
naturaleza. No como lo plantea el subjetivismo moderno que
pone al hombre enfrentado a la naturaleza como si fuera algo
distinto a él, como delante de un marco o como un objeto
del cual pueda extraer todo lo que quiera o succionar todo lo
que quiera, intervenir todo lo que quiera. Ya que el hombre
también es naturaleza, el hombre es agua, el hombre es tierra
y el hombre es aire.
Alejado de una posición de dominianismo o superioridad,
el hombre debe verse como a sí mismo como administrador de
la casa común. Como un responsable dotado de inteligencia y
voluntad pero que, sin llegar al extremo de adorar a la natura-
leza, se transformaría en una suerte de panteísmo. El hombre
cambia la categoría de “dominio” por lo que va a ser el eje de
la Encíclica y que es la categoría de “cuidado”. El cuidado se
basa en el respeto por cada ser, por cada criatura que es amada
en si misma por Dios y por eso mismo es necesaria y hace a la
armonía y al conjunto de toda la creación. Entonces, de alguna
manera, el hecho de concebir al hombre cuidando significa que
el hombre está guardando, respetando, protegiendo, previnien-
do y provocando continuamente acciones que lo convierten en
el ser responsable de un cuidado para lo cual debe mantener
cierto equilibrio y respeto al otro.
¿Cómo resolver entonces este problema que se nos plan-
tea en una naturaleza bella, maravillosa, regalo de Dios y que

142
al mismo tiempo está amenazada frente a un grave peligro?
Para poder desarrollar esto, el Papa nos plantea en el llama-
do al Sínodo una reflexión sobre un territorio concreto que
abarca casi ocho millones de kilómetros cuadrados, con el
río más grande del mundo que tiene más de mil afluentes
y con un ecosistema que resguarda el equilibro a través de
la humedad. De una zona en una región que tiene el veinte
por ciento de las reservas de agua dulce y que contiene un
tercio del carbono del mundo. En este lugar concreto el Papa
plantea poder pensar cómo realizar una conversión ecológica
indispensable. Pone en paralelo el amor por la tierra y el amor
por los pobres porque el grito de la tierra es el grito de los
pobres, en este caso a los habitantes de estos lugares de la
cuenca de la Amazonía.
Esta conversión ecológica abarca una conversión cultu-
ral, económica, social y también generacional. La tierra es un
don de Dios y por eso tiene que ver con la lógica de la recep-
tividad. Nosotros recibimos la tierra que hemos heredado.
Al recibirla, nosotros debemos transformarla y cuidarla para
las generaciones futuras. Pero al mismo tiempo vivimos un
inmediatismo enorme donde cada vez se habla menos del fu-
turo. Esto pone en crisis el sentido mismo de nuestra vida en
la tierra. ¿Qué estamos haciendo con la tierra que hemos re-
cibido? ¿La hemos recibido para depredarla o para cuidarla y
transformarla para las nuevas generaciones? ¿Tenemos algún
deber para las nuevas generaciones o les vamos a dejar un
basural de derroche, de despilfarro con un agua híper-conta-
minada, con un cambio climático irrefrenable que va a causar
un perjuicio enorme a través del calentamiento global a mi-
llones de seres humanos y con dificultades para aprovechar
el oxígeno en el planeta? Entonces, todo esto va a requerir
de nosotros una conversión que abarque distintos aspectos
de nuestra persona. Una conversión que tiene que ver con

143
nuestros hábitos de consumo –porque comprar también es
un acto moral–, con lo educativo, con lo económico, y con
nuestro estilo de vida. Una conversión que finalmente lleve a
establecer una espiritualidad nueva que nos permita sensibili-
zar frente al problema ecológico. Yo me preguntaría desde la
vida espiritual, en qué lugar debemos ponernos para escuchar
el grito de los pobres y de la tierra. Y una vez que descubri-
mos ese lugar, tenemos que unirnos para crear conciencia de
este deber y esta misión que tenemos todos hacia esta tierra y
hacia nuestros hermanos.

144
“AMAZONIZAR” LA IGLESIA, UNA VÍA PARA
“LAUDOTOSIFICAR” LA SOCIEDAD
Entrevista a Alirio Cáceres

Agosto 2019

La mirada de un referente panamazónico de la ecología in-


tegral como la de Alirio Cáceres Aguirre resulta sumamen-
te enriquecedora en este camino sinodal. Cáceres Aguirre
es Diácono Permanente de la Arquidiócesis de Bogotá. Su
calidad académica como ecoteólogo, gestor ambiental, inge-
niero químico especialista en educación y Magister en Teolo-
gía, hacen que sus opiniones sean muy calificadas. Además,
su compromiso con la Iglesia y la misión inculturada en esa
región enriquece desde las bases sus aportes. Alirio participa
activamente en el programa de Ecología Integral de Cáritas
de América Latina y el Caribe y es además Animador Miem-
bro del Movimiento Católico Mundial por el Clima (MCMC).
Compartimos en el presente el diálogo mantenido con Alirio
Cáceres Aguirre con el L´Osservatore Romano:

En el capítulo dedicado a la Ecología Integral, el Instrumentum


Laboris presenta algunas sugerencias y consultas. ¿Cómo respondería la
siguiente pregunta incluida en ese apartado?: “¿Cómo recuperar el terri-
torio amazónico, rescatarlo de la degradación neocolonialista y devolverle
su sano y auténtico bienestar?”
Hay una cuestión crucial en esta pregunta que se refiere
a la propiedad de la tierra en el bioma amazónico, incluyendo
el suelo y el subsuelo. La disputa por la tenencia de la tierra
tiene que estar ligada a la función social y ambiental de la mis-
ma. Es decir, los estados, gobiernos de turno y las sociedades
deben garantizar que quien reclame la propiedad de la tierra,

145
a la vez se comprometa a hacer un uso adecuado. La Ama-
zonía, al igual que los bosques húmedos tropicales del “cin-
turón verde” ubicados sobre la línea del Ecuador (Congo,
Indonesia e incluso, Mesoamérica) representan el sustento de
la vida planetaria para enfrentar el cambio climático. Una ter-
cera parte de los gases de efecto invernadero son capturados
por estas “masas boscosas”. En este sentido, la propiedad
(pública o privada) tiene una relevante hipoteca social, ya que
estamos hablando de un patrimonio de la humanidad. Por
tanto, el Estado, las comunidades de pueblos originarios y
colonos campesinos mestizos, las grandes empresas y los te-
rratenientes, las ONG y organizaciones de la sociedad civil,
deben asumir responsablemente el uso de la Amazonía y ha-
cer un pacto enmarcado en la cultura del cuidado que plantea
Laudato si´.
A la vez, las sociedades, empresas y gobiernos que no
están ubicados geográficamente en la Amazonía, deben com-
prometerse a controlar su incidencia negativa en estos delica-
dos ecosistemas, pues la presión destructora sobre el bioma
se debe al afán de alimentar sus mercados. Esto implica que
hay que ir a la raíz del paradigma tecno-económico y desmon-
tarlo. Siguiendo el enfoque del famoso video “La Historia de
las cosas”, hay que desactivar esa lógica lineal extractivista
que descarta personas y elementos de la naturaleza para dar
paso a una economía circular, ecológica, solidaria, profética.
Una economía de comunión con la Creación.
La mirada desde la ecología integral rescata la noción
de territorio que interconecta a los seres humanos entre sí,
con su historia, cultura y entorno. Ya existen proyectos de
forestería comunitaria, planes de vida basados en círculos de
abundancia y prácticas económicas inspiradas en la sabidu-
ría ancestral de indígenas y afrodescendientes. Identificarlos,
valorarlos y replicarlos en la escala panamazónica es un paso

146
clave para devolverle el bienestar a la Madre Tierra en comu-
nión con sus hijos e hijas.

¿Cuáles son sus reflexiones sobre el aporte de los pueblos originarios


en relación con la biodiversidad en el cuidado de un ecosistema integral?
Si los bosques tropicales se han mantenido en pie es por-
que allí habitan comunidades étnicas milenarias. Sus prácticas
ancestrales revelan una cosmovisión que garantiza la sosteni-
bilidad de la vida en la floresta. El paradigma tecnocrático y el
relativismo moral fruto del antropocentrismo irresponsable
que caracteriza la civilización occidental, está destruyendo la
vida del planeta, y en forma especial, esto se hace evidente en
los frágiles ecosistemas amazónicos.
Valorar la sabiduría de estos pueblos y aprender de ellos
las formas de cuidar la selva es un imperativo ético para pro-
mover el buen vivir y convivir en nuestra casa común. Pero la
conversión ecológica que plantea el Papa Francisco en Lau-
dato Si’ va más allá. No solo implica un paso de una cultura
del descarte a una cultura del cuidado, sino un nuevo sentido
de vida, inspirado en la espiritualidad de San Francisco de
Asís, capaz de alabar al Creador, cuidando su obra creada, sin
separar la preocupación por la naturaleza, la justicia con los
pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior.
Así que no basta un imprescindible diálogo entre una
ecología ambiental, económica, social, cultural y de la vida
cotidiana con los principios éticos del bien común y la justicia
entre las generaciones. Se trata de adoptar un nuevo estilo de
vida, sobrio y feliz, con inteligencia territorial y responsabili-
dad comunitaria. En esto, nuestros hermanos y hermanas de
los pueblos originarios son maestros, nos interpelan frente al
consumismo exacerbado y nos señalan otros criterios para
alcanzar una vida buena y sana basada en la abundancia, la
reciprocidad y la experiencia cotidiana de lo sagrado. De ahí

147
que “amazonizar” la Iglesia sea una vía para “laudatosificar”
la sociedad.

¿De qué manera la cultura y cosmovisión espiritual de los pueblos


aborígenes latinoamericanos puede enriquecer la mirada católica en el
camino sinodal?
Es importante diferenciar diversos procesos en los pue-
blos amazónicos: a) Algunos están aislados voluntariamente
y no desean mayor contacto con nuestra civilización. Una
actitud solidaria a su posición, respetuosa de la diferencia y
servicial respecto al cuidado del bioma, enriquece nuestra
contemplación de la presencia de Dios en la biodiversidad.
b) Hay pueblos que rechazan tajantemente cualquier inter-
vención de la Iglesia en razón a un pasado doloroso de ex-
terminio fundamentado en una evangelización que estuvo li-
gada a la colonización. Reconocer humildemente los errores
que como Iglesia cometimos, aprender de nuestros mártires
y pioneros de la inculturación, y buscar una reconciliación
sin mayores pretensiones que la de intentar una sana convi-
vencia en un territorio común, también conduce a encarnar
rasgos del Maestro Jesús en el contexto panamazónico c) Hay
pueblos que ven a la Iglesia Católica como una aliada para
defender sus derechos y los de la Madre Tierra, pero no están
interesados en bautizarse y asumir un comportamiento di-
reccionado por la institucionalidad católica. Un trabajo man-
comunado con ellos es signo de tolerancia y unidad. d) Hay
pueblos convertidos al cristianismo promulgado por iglesias
evangélicas y neopentecostales, que plantean el desafío de un
diálogo y cooperación ecuménica cristiana. e) Hay pueblos
que han asumido el Evangelio dentro del Magisterio Católi-
co, incluso con clero nativo y formas litúrgicas enriquecidas
con expresiones culturales propias de la Amazonía. Allí es
donde una Iglesia autóctona puede madurar y florecer con la

148
inspiración del Espíritu Santo. Aprender a interpretarlos y a
dialogar con ellos, es ocasión de síntesis teológica y práctica
coherente como discípulos misioneros de Cristo Jesús, lo que
nos lleva a ser custodios de la Creación de la cual somos arte
y parte.

149
AMAZONÍA, DIÁLOGO INTERCULTURAL
E INTERRELIGIOSO
Entrevista a Alfredo Ferro

Septiembre 2019

Alfredo Ferro Medina, es un jesuita colombiano que actual-


mente sirve como coordinador del Servicio Jesuita Pan ama-
zónico con sede en Leticia, Amazonas, Colombia. Además es
asesor y miembro del Comité Ejecutivo de la REPAM (Red
Pan amazónica).
El siguiente es el diálogo que mantuvo con L´Osservatore
Romano.

Tomando como referencia el Instrumentum Laboris, especialmen-


te el Apartado III: ¿Cómo percibe la interacción entre la mirada de
una Iglesia con rosto amazónico, también misionero y a la vez valo-
rativo de la espiritualidad propia de las comunidades indígenas?
Creo que uno de los retos más importantes que tiene la Igle-
sia al plantearse la pregunta por nuevos caminos y al tener en
el foco lo que debería ser la evangelización como misione-
ros-as, es repensar nuestra práctica en el territorio y la pro-
puesta a mi manera de ver es central el diálogo intercultural y
religioso, que supone y requiere una escucha muy profunda.
Ya pasaron los tiempos de llevar esquemas mentales que se
plasman en una doctrina pesada, lógicas externas que piensan
el mundo desde nuestra cosmovisión, ritos occidentales que
no tienen en cuenta los símbolos y celebraciones propias de
los pueblos originarios, etc. Nos debemos replantear nuestro
actuar y para ello, es necesario y urgente reconocer los erro-
res y humildemente estar dispuestos no solo a dialogar, sino
también a aprender.

150
¿Cuáles piensa que pueden ser los aportes distintivos que la
mirada jesuita y en su caso particular desde su servicio en la Tri-
ple Frontera ofrecerá a los desafíos sinodales de la Amazonía?
El hecho de que seamos un servicio y no propiamente una
obra jesuítica, ya que nos llamamos Servicio Jesuita Pan ama-
zónico – SJPAM–, tenemos una gran libertad de acción, ya
que nuestra misión es sensibilizar, convocar, animar y dina-
mizar acciones específicas con las redes nuestras de la Com-
pañía de Jesús (educación y social) y de la Iglesia en A. Latina
a favor de la Amazonia, tenemos un compromiso especifico
con el proceso de la Red Eclesial Pan amazónica –REPAM–,
tanto a nivel global como en la triple frontera. Por ello, nues-
tra activa participación en la preparación de la Asamblea pre
sinodal de la Iglesia colombiana que realizamos recientemen-
te en Bogotá los días 13 y 14 de agosto y del próximo En-
cuentro inter-eclesial fronterizo pre sinodal que tendrá lugar
en Tabatinga, Brasil los días 6 y 7 de septiembre. Somos di-
namizadores de procesos.

¿De qué manera considera que se debería universalizar la


Amazonía (pre y post Sínodo) con sus problemáticas ecológi-
cas, sociales, culturales, políticas, etc., ante la probable amenaza
de acotarlas a una situación subcontinental o hasta solo del Brasil?
El hecho de que el sínodo vaya a realizarse en Roma es una
forma concreta de globalizar la amazonia y el que la amazo-
nia pueda universalizarse, entendiendo que el planeta es de
todos y que lo que pasa en la Amazonia nos afecta a toda la
humanidad y a los diversos territorios más allá de la Amazo-
nia. De otro lado, el impulso que le ha dado el Papa Francisco
al Sínodo y el respaldo a la Iglesia amazónica como tal es un
factor fundamental que catapulta el territorio amazónico y
su problemática. El Papa acompañará de cerca el Sínodo y

151
su desarrollo, debido también al interés concreto que tiene el
Santo Pare por alentar cambios y transformaciones en la Igle-
sia amazónica, que necesariamente tendrán repercusión en
las otras Iglesias sean ellas locales, nacionales, continentales o
en la misma Iglesia Universal. Finalmente, la experiencia de la
Red Eclesial Pan amazónica –REPAM–, que rompe fronteras
y busca una mayor articulación entre las diferentes Iglesias
locales y nacionales desde una mirada global ha ayudado y
aportado a una comprensión amplia y universal.

152
¿INTERCULTURALIDAD O INCULTURALIDAD
AMAZÓNICA?

Septiembre 2019

En las reflexiones alrededor de la misión evangelizadora in-


tegral de los pueblos originarios, especialmente en este tiem-
po sinodal sobre los amazónicos, es muy interesante intentar
clarificar algunos términos. Los conceptos de “interculturali-
dad e inculturalidad son desarrollados en el documento Intru-
mentum Laboris especialmente en el capítulo II de la Parte II
titulada: “Desafíos de la inculturación y la interculturalidad”.
Allí se expresa: “La inculturación no es un proceso de arri-
ba hacia abajo ni una imposición exterior, sino de un mutuo
enriquecimiento de las culturas en dialogo (interculturalidad).
El sujeto activo de la inculturación son los mismos pueblos
indígenas. Como ha afirmado el Papa Francisco: “la gracia
supone la cultura” (EG 115).
La aparente tensión teológica y misional de estos dos
términos que si bien, como bien destaca el documento presi-
nodal, “no compiten, sino que se complementan”, merecen
abordarse desde distintas miradas. Una sumamente moviliza-
dora es la que está ampliamente desarrollada en un documen-
to del teólogo Alfredo Ferro Medina y que fuera compartida
al L´Osservatore Romano. De allí, extraje los fragmentos a mi
juicio centrales con la esperanza que los mismos provoquen
caminos de reflexión que es la real intención de este destaca-
do jesuita inculturado en la Amazonia colombiana. A conti-
nuación, sus palabras:
Proponer la interculturalidad como apuesta fundamental
es dar un paso más osado a la misma inculturación, o más
bien, lo que quisiéramos de una vez por todas, es asumir el

153
reto de la interculturalidad como paradigma. La propuesta
en concreto es asumir en serio un dialogo intercultural y reli-
gioso, fundamentado en un reconocimiento de la riqueza del
otro y de un profundo respecto por la diversidad, buscando
nuevas realidades insospechadas, en un horizonte, que nos
invita a transitar nuevos caminos, descentralizando nuestra
acción y saliendo de nosotros mismos, lo que necesariamente
irá rompiendo los referentes establecidos.
Naturalmente, cuando nos atrevemos a cuestionar, algo que
hemos denominado la inculturación del evangelio –lo que otros
ya lo han hecho posiblemente de forma más erudita–6, lo he-
mos hecho desde algún lugar o contexto donde nos ubicamos,
pues en general y desde la Iglesia institucional más tradicional,
por decir algo, estamos suponiendo, que ha habido de hecho
un avance significativo, con lo cual, posiblemente nos hemos
quedado satisfechos, ya que a la hora de la verdad, imaginamos
que con hablar de la inculturación del evangelio –encarnar el
mensaje evangelio cristiano en las culturas–, ya hemos resuelto
el problema que nos aquejaba. En realidad, lo que se ha pre-
tendido, es enfrentar realidades culturales y religiosas diversas,
a través de caminos o métodos de evangelización algunos de
ellos innovadores, aunque en la práctica, si somos honestos, no
hemos sabido muy bien cómo hacerlo en lo concreto.

6 -.Juan José Tamayo, Nuevo paradigma teológico, Madrid 2004, especialmen-


te el capítulo 3: «Horizonte intercultural: Inculturación e interculturali-
dad», págs. 31 y sgs.
-.Raúl Fornet-Betancourt, De la inculturación a la interculturalidad, artículo
y Transformación intercultural de la filosofía, Bilbao 2001; Intercultura-
lidad y filosofía en América Latina, Aachen 2003; Sobre el concepto de inter-
culturalidad, México 2004; y, como editor, Culturas y poder, Bilbao 2003.
-. Raimon Panikkar, «La mística del dialogo», en Jahrbuch für kontextuelle
Theologien 1 (1993) 19-37 y «El imperativo cultural», en Raúl Fornet-Be-
tancourt (ed.), Unterwegs zur interkulturellen Philosophie, Frankfurt/M. 1998,
págs. 20-42.

154
Desafortunadamente a mi manera de ver, la incultura-
lidad mantiene y conserva en general en su seno rasgos de
un proyecto neo-colonizador dogmático y por lo mismo in-
terventor, con una apertura con reservas y controlada, con
pretensiones de un cristianismo universal, donde las culturas
y religiones son objeto de transformación y de instrumentali-
zación y no de una relación de igualdad o equidad. De todos
modos, aunque no lo digamos o no seamos muy conscientes,
nos consideramos superiores, pues hay un deseo ingenuo de
transculturalidad del evangelio, que pretende alterar las cultu-
ras, pero que no considera la posibilidad por ejemplo de alte-
rar la nuestra y por lo mismo, relativiza las otras. En la prácti-
ca, no hay reciprocidad y un respeto radical por la diferencia.
Si queremos colocarnos desde otra perspectiva, más que
una propuesta de inculturación, como lo expresábamos an-
teriormente, a lo que verdaderamente tendríamos que apos-
tarle, es a una arriesgada y desafiante interculturalidad, donde
lo que debe primar no es el deseo de convertir o catequizar
al otro desde nuestros esquemas sino un dialogo abierto y
respetuoso, con una paciencia infinita, sin dogmatismos, sin
temores o prejuicios, despojándonos sin desdibujarnos, de-
jándonos sorprender, reconociendo al otro y a los otros para
poder descubrir la inmensa riqueza de las diversidades cultu-
rales y religiosas. Y aquí no se trata de no proponer o mejor
de no compartir o exponer nuestra propia experiencia de fe
y de Dios, pero sí de una actitud de profunda escucha de la
experiencia del otro o la otra, traspasada por su historia, su
tradición, su cultura o su contexto.
En todo lo anteriormente expuesto, la pregunta funda-
mental para entrar en la interculturalidad que proponemos es:
¿Qué es lo esencial del cristianismo? Solo desde allí podre-
mos entrar en un dialogo intercultural y religioso y creo que,
para ello, necesariamente tenemos que volver a las fuentes y

155
volcarnos a Jesús de Nazaret, a su vida o a su mensaje, que
para nosotros se hace trascendente en el Cristo de la Fe. Es
entrar dentro de un estilo y una lógica propia, que nos debe
abrir a inmensas posibilidades y a no encerrarnos, en discur-
sos fabricados, estructuras, esquemas, ritos o formas de ser
y de vivir. Según S. Ignacio de Loyola en sus E.E., la encar-
nación trae en su seno un propósito y es la redención, que
comienza por el abajarse viendo a las personas en tanta di-
versidad, escuchando lo que hablan y mirando lo que hacen7.

7 E.E. San Ignacio de Loyola, No. 103.

156
EL ANTECEDENTE ARGENTINO
DE APERUIT ILLIS

Octubre 2019

El reciente motu proprio Aperuit Illis del Santo Padre que ins-
tituye el III Domingo del Tiempo Ordinario como el “Do-
mingo de la Palabra de Dios”, trae a la memoria una iniciativa
ecuménica que está cumpliendo quince años en Argentina.
En aquel año 2004 la misma fue impulsada por el entonces
Cardenal Jorge M. Bergoglio y quien suscribe, como director
de la Sociedad Bíblica Argentina. El resultado fue un docu-
mento que instituyó el Domingo Bíblico Nacional y que jus-
tamente se celebró una vez más, el domingo próximo pasado.
Aquel texto solemne cuyo contenido fuera consensuado por
los referentes de las Iglesias Católicas, protestantes, evangé-
licas y ortodoxas buscaba fijar un día para que la Biblia se
constituya en un lugar y un espacio ecuménico celebrativo.
Aquel escrito del año 2004 contenía entre sus argumen-
tos los siguientes: “El mes de setiembre en nuestro país,
la Iglesia Católica Romana, la Iglesia Ortodoxa, la Iglesia
Evangélica y otras confesiones cristianas celebran el Mes
de la Biblia. La primera de ellas, por el recordatorio de San
Jerónimo quien fuera en vida el traductor de la Vulgata o
Biblia al idioma latín, la segunda, recalcando que en idioma
griego se escribieron los Santos Evangelios y los demás li-
bros del Nuevo Testamento, mientras que las iglesias pro-
testantes conmemorando el advenimiento de la traducción
española Reina-Valera”. Justamente, este año se cumplieron
450 años de la Biblia de Casiodoro de Reina traducida en
1569, acontencimiento que dialoga especialmente con el ci-
tado en el Motu Poprio que recuerda al “30 de septiembre,

157
en la memoria litúrgica de San Jerónimo en el inicio del
1600 aniversario de su muerte”.
En Aperuits Illis, el Papa Francisco resalta el lugar ecu-
ménico de la Biblia al citar la oportunidad de “invitados a
fortalecer los lazos con los judíos y a rezar por la unidad de
los cristianos” y que “no se trata de una mera coincidencia
temporal: celebrar el Domingo de la Palabra de Dios”, sino que
“expresa un valor ecuménico, porque la Sagrada Escritura
indica a los que se ponen en actitud de escucha el camino a
seguir para llegar a una auténtica y sólida unidad”. En aquel
momento escribíamos junto al Cardenal Bergoglio tal cual
figura en el aquel histórico documento argentino que “la ins-
tauración del Día Nacional de la Biblia daría la oportunidad a
los diferentes credos, dentro del creciente y fecundo ámbito
ecuménico argentino, de resaltar la importancia que este libro
tiene como base del diálogo entre las diversas confesiones”.
Finalmente, en estos tiempos sinodales de la Amazonía,
con las referencias y propuestas en el Insturmentum Laboris
hacia las traducciones bíblicas a los pueblos aborígenes, se
constituye especialmente pertinente, profético y actual otro
considerando de aquel documento argentino cuando expre-
saba: “Que la Biblia es para muchos grupos aborígenes de
nuestro país el único libro traducido a su idioma materno, y
en muchos casos el vehículo por el cual lenguas ágrafas ad-
quirieren la posibilidad de tener lenguaje escrito y por consi-
guiente conservar su propia cultura. La instauración del ‘Día
Nacional de la Biblia’ permitiría una mayor integración de las
culturas indígenas y abriría una posibilidad de diálogo con
estos grupos en muchos casos marginados y olvidados”.
Por ello, en Argentina, este reciente motu proprio del Santo
Padre no solo será recibido con alegría y acompañamiento
ecuménico, sino que traerá a la memoria, el permanente y
coherente impulso que el entonces obispo Bergoglio y ahora

158
Papa Francisco, hiciera para que la palabra de Dios sea cele-
brada como un punto de encuentro ecuménico.

159
ECLESIALIZAR LA AMAZONÍA
Entrevista a Fray Sebastián Robledo

Octubre 2019

Fray Sebastián Robledo, es un fraile franciscano argentino


que vive en Corrientes, ciudad del noreste de su país. Como
párroco vivió tres años en la Amazonía brasilera en el estado
de Pará junto a los indígenas mundurucú, comunidad aborigen
con quienes los frailes franciscanos mantienen una relación
misionera centenaria. Participa como padre Sinodal del Sí-
nodo de la Amazonía aportando su juventud, experiencia y
vocación con esos pueblos y con la ecología integral.
Consultado sobre sus primeras impresiones del Sínodo
Fray Robledo afirma que les remontan a las palabras que
el Papa Francisco pronunció hace dos años en la plaza San
Pedro al convocar este encuentro cuando dijo que éste será
“poner el corazón de la Iglesia al mundo indígena”. Dice ha-
ber percibido en estas semanas una impronta sinodal que es
la opción pastoral de Francisco en donde el centro está en la
periferia. Esto es pensar la Iglesia desde la periferia amazó-
nica y en el corazón de ese centro los pueblos indígenas. Le
parece al padre Sebastián que la reflexión ha sido intensa en
algo que el define como una tensión de querer eclesializar la
Amazonía cuando para él, el movimiento debería ser amazoni-
zar la Iglesia. Es decir, aclara, que sea una Iglesia con un rostro
indígena.
Consultado sobre si esa visión misionológica está enrai-
zada en las primeras perícopas del evangelio juanino, Fray Se-
bastián sostiene que realmente es así. En su decir mesurado
y tranquilo afirma que nosotros no vamos a llevar o inculcar,
sino que se quiere acompañar a los indígenas para que asu-

160
man su protagonismo evangelizador. Sostiene que a lo largo
del tiempo y como primera etapa del anuncio estos pueblos
han acogido el mensaje de la buena noticia, lo han ido elabo-
rando y que además lo hemos ido procesando y encarnándo-
lo juntos. Por otro lado, a su parecer, y en el contexto de este
Sínodo es necesario dar un nuevo paso: el de acompañar a los
pueblos indígenas a ser sujetos protagonistas de su camino
de fe. De esta manera, reflexiona, nos toca ser como ellos
mismos nos piden ser, sus “aliados”, que en términos más
evangélicos sería “hermanos de camino”.
A partir de su experiencia pastoral personal nos com-
parte que desde que comenzó con su búsqueda misionera, y
principalmente desde lo vivido con los mundurucú ha sentido
profundamente que no iba a inculcar, sino a compartir, a ser
co-sujeto en el camino del discipulado. Desde luego afirma
que le tocaba compartir la catequesis, los Sacramentos, homi-
lías, cursos bíblicos, pero desde sus vidas, desde su cosmovi-
sión y su cotidianeidad. Comparte la importancia del tiempo
para entrar en confianza con los indígenas. A modo de ejem-
plo, y de un modo “bien argentino”, nos comparte que le
ayudó para eso su habilidad para jugar al futbol, su gusto de la
pesca y su costumbre de fumar en pipa. De esta manera, nos
comparte con una sonrisa que, con estas costumbres com-
partidas, pasando tiempo con los hombres de la comunidad
y a la noche sentados en una suerte de ritual conversatorio
le era permitido participar de ese círculo de intimidad y de
vivencias compartidas. De esta manera, concluye Robledo,
ellos le han abierto las puertas y ha sentido que la evangeli-
zación podía ser desde lo cotidiano y desde participar juntos
de un partido de futbol, una incursión de pesca en conjunto
o una pipa compartida. Repite que por supuesto, le tocaba
también presidir la Eucaristía, celebrar un bautismo o un ca-
samiento, pero fundamentalmente descubrir esto de compar-

161
tir camino y descubrir que allí, ellos se animaron a asumir su
fe, su proceso de conversión y su discipulado.
A modo de conclusión, y retomando conceptos iniciales
afirma que en su caso y ahora desde esta experiencia sinodal
el día de mañana lo llevará a profundizar esta renovada op-
ción pastoral. La que menciona como un paradigma eclesial
del Papa Francisco de que la periferia tiene una centralidad
única en el pensar y en el ser de la Iglesia. De modo que, si
bien debe regresar a Argentina, siento ahora renovar su deseo
de volver en un futuro no muy lejano a la Amazonía, pero en
esta clave, dándole prioridad a lo pequeño a lo que no signifi-
ca, a lo imperceptible y reencontrando la lógica misionera de
la encarnación. Es, reafirma, justamente todo aquello donde
se juega la historia, donde se juega la buena noticia porque el
camino sinodal nos está llevando a eso. Fray Sebastián Ro-
bledo está convencido que, en ese pueblo indígena, sobre
todo en los pueblos aislados, en esas comunidades ribereñas,
las están como escondidas, es allí donde está la centralidad y
donde se va a jugar el Evangelio y la Iglesia va a crecer.

162
CLAVES EN EL ECUMENISMO
BÍBLICO AMAZÓNICO

Noviembre 2019

En el Documento final del Sínodo de Obispos por la Amazo-


nía, hay dos referencias muy importantes en relación con el rol
de la palabra de Dios, su traducción, los encuentros y desafíos
ecuménicos desde los cuales es muy importante comenzar a
reflexionar y transitar. Se menciona que: “La centralidad de la
Palabra de Dios en la vida de nuestras comunidades es factor
de unión y dialogo. En torno a la Palabra se pueden dar tantas
acciones comunes: traducciones de la Biblia a las lenguas loca-
les, ediciones en conjunto, difusión y distribución de la Biblia
y encuentros entre teólogos y teólogas católicos y de diversas
confesiones” (24); para luego y en un contexto litúrgico men-
cionar que “Urge formar comités de traducciones y redacción
de textos bíblicos…” (118).
Sin duda que las traducciones y posteriores ediciones y
distribuciones de la Biblia en las lenguas indígenas han sido,
son y serán fuente de unión, comunión y misión entre las dis-
tintas confesiones cristianas. Varias veces se ha mencionado la
relevancia que éstas han tenido en Latinoamérica y los enor-
mes desafíos que aún se tiene por delante, muy especialmente
en la región pan amazónica donde las traducciones autóctonas
no han crecido aún como se hubiera deseado. Por ello, y to-
mando algunas experiencias del caminar en estas disciplinas
me permito acercar dos reflexiones. La primera obedece a una
cuestión pragmática ante la llamada urgente del último aparta-
do citado del Documento Sinodal. La mera traducción de una
porción de textos seleccionados o un Evangelio puede signifi-
car un significativo avance. No solo desde una cuestión cien-

163
tífica literaria ya que se utiliza como prueba piloto dentro de
procesos de traducción que suelen ser largos sino como moti-
vación y aliento de los primeros pasos de un camino posible.
La segunda, que complementa y apoya la anterior tiene que ver
con la inculturalidad de los textos traducidos. Es deseable que
éstos respondan a necesidades genuinas de sus destinatarios y
además que representantes de estas comunidades contribuyan
no solamente en los procesos lingüísticos, sino en la selección
de los textos a traducir. A modo de ejemplo, en una comunidad
indígena argentina que luchaba –y los sigue haciendo– por los
derechos a sus tierras en una visión comunitaria territorial se
editó hace tiempo una porción de textos bíblicos selecciona-
dos por los indígenas y con los cuales entendían que la Biblia
dialoga con esas realidades. Ese material impreso con el tiempo
se transformó en un documento espiritual, pero también argu-
mental en su justo reclamo como los verdaderos y ancestrales
dueños de la tierra.
Finalmente, siguiendo lo anterior pero también en rela-
ción con los encuentros, difusión y acercamientos teológicos
bíblicos, podríamos sugerir la construcción de una exégesis
ecuménica bíblica común dentro de una hermenéutica tex-
tual intercultural. Las lecturas manipuladoras de los textos
sagrados no son nuevas, de hecho, aparecen inmediatamente
en los albores del ministerio público de Cristo. Es el mismo
tentador que en su segundo avance contra la identidad me-
siánica de Jesús (Mateo 4, 6-7) intenta ponerlo en aprietos
utilizando nada menos que el Salmo 91. Para ello, en su lec-
tura fundamentalista de ese maravilloso canto a la confianza
en el Altísimo, no duda en echar mano de dos de sus versos
(11-12) para su fin tenebroso. Luego, descontextualizándolos,
espacialmente buscando manejar la emoción de Jesús por el
lugar cultico de la escena (el pináculo del templo), intenta
desafiar la fe del mismísimo autor y consumador de ella (Heb

164
12, 2). Esa osada y oscura lectura de la Biblia es contrarres-
tada por la luminosa exégesis de Jesús del texto deuteronó-
mico que pone un freno a todo intento de poner a prueba a
Dios (Dt 6, 16). Ese pasaje del Pentateuco hace mención de
la respuesta dialogal entre Dios y Moisés ante el reclamo del
pueblo por agua en el desierto en su éxodo libertario (Ex 17,
1-7). El agua, como escenario ecológico y derecho humano
fundamental es probablemente principio exegético natural
de este conocido texto, al igual que en otros en donde Je-
sús llaves hermenéuticas, interculturales y ecuménicas, siendo
la más destacada el diálogo con la mujer samaritana (Juan
4, 1-26). Sería deseable, por lo tanto, que partiendo de esas
realidades naturales ecológicas se camine de la mano hacia
la integralidad y complementariedad ecuménica en lecturas
comunitarias pluriétnicas.

165
A DIEZ AÑOS DEL ENCUENTRO
DE BERGOGLIO CON KIM PHUC

Noviembre 2019

La sensibilidad y cercanía de Papa Bergoglio a las horrorosas


consecuencias personales y naturales de las armas de destruc-
ción masivas tanto nucleares como químicas no son nuevas.
En el último viaje apostólico en Japón y en oportunidad de
su discurso en el Memorial de la Paz de Hiroshima, S.S. Fran-
cisco dijo: “En una sola súplica abierta a Dios y a todos los
hombres y mujeres de buena voluntad, en nombre de todas
las víctimas de los bombardeos y experimentos atómicos, y
de todos los conflictos, elevemos conjuntamente un grito:
¡Nunca más la guerra, nunca más el rugido de las armas, nun-
ca más tanto sufrimiento!”.
En Buenos Aires, durante una jornada fría y lluviosa de
abril de 2009, se produjo un emotivo encuentro entre el enton-
ces Cardenal Jorge Mario Bergoglio y Kim Phuc, la tristemente
famosa niña de la foto corriendo sin su ropa en el año 1972
luego de que todo su cuerpo se quemara por un bombardeo
con napalm en Vietnan. El mismo se produjo durante un en-
cuentro de C.R.E.C.E.S. (Comunión Renovada de Evangéli-
cos y Católicos en el Espíritu Santo) en el mítico estadio Luna
Park, frente a siete mil personas. Quien escribe estas líneas,
junto a otros referentes ecuménicos fuimos testigos de aquel
encuentro y de las palabras de Bergoglio luego de escuchar el
testimonio de conversión y perdón de Kim: “¿Qué es lo que
posibilitó que Kim Phuc pudiera hacer todo este camino de
purificación? Fue descubrir al Jesús que está vivo. Purifique-
mos nuestra memoria. Volvamos a la Galilea del primer en-
cuentro. Él está vivo y si está vivo es capaz de cambiar la vida”.

166
Por ese entonces la niña de nueve años de la foto que
luego ganara el premio Pulitzer, ya tenía 46 y narró ante la
escucha conmovida de los participantes su historia y su pere-
grinaje de dolor y perdón desde aquella aldea de Trang Bang,
a media hora de Saigón. Desde el escenario de un Luna Park
en silencio Kim Phuc contó su experiencia cuando en 1998
se enfrentó al piloto norteamericano que había ordenado los
bombardeos: “Aprendí a perdonar a mis enemigos. Yo co-
nocía el perdón, pero ese día experimenté la reconciliación”.
En su breve discurso también expresó: “Algunas veces algo
terrible puede suceder en nuestras vidas y puede ayudarnos
a ser más fuertes, aunque duela tanto. El napalm es un dolor
inimaginable. Pasé 14 meses en el hospital y 17 operaciones.
Muchas veces estuve a punto de morir. Estaba sola y aisla-
da. De algún modo sobreviví y encontré fuerzas. Un día, mi-
rando el cielo pregunté: ‘¿Dios, eres verdadero?’. Por favor,
ayúdame. Y Dios atendió mi oración”. “Hoy sigo teniendo
muchas cicatrices y dolores, pero mi corazón está limpio. Así
comprendí el valor del dolor, de mi sufrimiento: podría ayu-
dar a otros. Empecé a ayudar a los niños que son víctimas en
el mundo de la guerra, con su violencia y falta de amor. La
niña que fui está lista para dar nuevas esperanzas. Habiendo
conocido la guerra, pude conocer el valor de la paz. Habien-
do vivido el dolor, ahora conozco el amor. Habiendo vivido
en pobreza y sin tener nada, ahora sé el valor de tenerlo todo.
Habiendo vivido con temor, ahora conozco el valor de la fe y
del perdón. Me di cuenta de que no podía escapar de la foto,
podía trabajar con ella por la paz. La niña ya no corre, vuela”.
Han pasado diez años de aquel encuentro. Recuerdo que
al finalizar el testimonio de Kim, y ante un enmudecido esta-
dio los organizadores le pidieron al Cardenal Bergoglio que
rezara por ella. Antes de hacerlo, y dirigiéndose a todos ex-
presó con profunda emoción:

167
“Es un ejemplo vivo de cómo sabe perdonar y cómo se
reconcilia un cristiano”.

168
LA VIDA COMO MISIÓN
Se presentó en Buenos Aires libro con entrevistas al padre
Juan Gabriel Arias, misionero argentino en Mozambique

Noviembre 2019

El 28 de noviembre, en la Parroquia Inmaculada Concepción


de Belgrano, ícono de ese barrio porteño, se presentó el libro
editado por AGAPE Libros que contiene los diálogos entre
el padre Juan Gabriel Arias y la periodista Silvina Premat.
Ante una nutrida concurrencia que participó previamente
de una Misa celebrada por el padre Juan Gabriel, a quien se
lo recuerda como párroco, estuvieron además el padre Pepe
Vallarino, prologuista del libro y el director de la editorial,
Ignacio Javier Colabelli.
El contenido del libro es el resultado de más de ocho ho-
ras de diálogo fluido, personal y misional. De él se desprende
una vida que no ha sido fácil, con dificultades de todo tipo –
económicas y afectivas–, como la de tantos. Pero los diálogos
que se comparten nos muestran que, en su caso, las carencias,
antes que su límite, fueron su incentivo. El padre Juan Gabriel
se muestra como hincha apasionado del fútbol, montañista,
buzo y afecto a actividades que denotan una personalidad que
pueden parecer excéntrica y podo estructurada. Sin embargo,
desde su identidad profunda, este libro nos descubre, también,
el corazón de un hombre capturado por Jesús.
Durante la presentación, el padre Juan Gabriel Arias,
compartió con desbordante alegría su tarea diaria de aten-
ción pastoral en 45 comunidades con decenas de capillas con
construcciones sumamente precarias. Entiende desde su vi-
vencia misionera en esto años en Mozambique que la cele-
bración eucarística fue la que hizo crecer a las comunidades

169
que se triplicaron desde su llegada. Comenta que, en un ra-
dio de 90 kilómetros, muchas son nuevas, pero que algunas
fueron reabiertas luego de permanecer cerradas en tiempos
de guerra. Destacó también la relevancia de los proyectos
educativos y la potencialidad de ellos con la tarea social. De
hecho, los mozambiqueños de estos sectores marginados no
conocían el desayuno en su dieta dado que en el mejor de los
casos tenían acceso a una sola comida diaria. El ofrecer desa-
yuno con un cuidadoso contenido nutricional en las escuelas
mejoró no solo la presencia en las aulas sino la capacidad
de concentración y salud de los 15.000 alumnos que ahora
concurren a las escuelas parroquiales. De hecho, en la presen-
tación dieron testimonio de ello dos jóvenes mozambique-
ños que ya egresados y becados, están cursando carreras de
grado en la Universidad Católica de Buenos Aires. El apoyo
misional argentino a la tarea del padre Juan Gabriel también
fue destacado por la presencia de equipos de médicos con
vocación misionera que con frecuencia visitan Mozambique
acompañando la misión del padre Arias. La importancia de
esta tarea se puso de manifiesto al narrar que, en sus primeras
visitas, los profesionales de la salud constataron que el 99%
de los lugareños nunca había visto un médico en su vida.
El padre Juan Gabriel Arias recibió su ordenación sacer-
dotal en el año 1997. Ejerció su ministerio en diversas pa-
rroquias de la Arquidiósesis de Buenos Aires, en ese tiempo
bajo la tutela obispal de Monseñor Jorge Mario Bergoglio.
Entre 2003 y 2006 fue misionero en Mozambique; regresó a
Buenos Aires, por consejo pastoral de Bergoglio, donde per-
maneció hasta 2014. Desde entonces lleva adelante la Misión
San Benito de Mangundze, Mozambique.
De las páginas del libro, se puede conocer de la propia
boca del padre Juan Gabriel pensamientos muy cercanos al
Papa Francisco, a quien reconoce como un papá siempre

170
presente en su vida y ministerio. “Para mí los pobres son sa-
grarios vivientes. No puedo arrodillarme frente al Santísimo,
rezar y rendirle culto a la Eucaristía, a Jesús en la Eucaristía,
separado del culto a Jesús en la persona de los pobres. No
puedo dividir eso, no son cosas distintas, sino que están uni-
das, están relacionadas y también están relacionadas con la
Palabra. Para mí es importante la unión entre adoración euca-
rística y adoración en la persona de los pobres. No puedo ir a
la celebración del Viernes Santo, no puedo hacer la adoración
a la Cruz y besar a Jesús crucificado si después no me importa
que Jesús sufre en cada uno de los pobres que están sufrien-
do. En mi fe hay algo mal si hago la adoración a la Eucaristía
o me siento unido a toda la Iglesia en la Comunión y después
no vivo esa Comunión en la solidaridad, no me comprometo
en la ayuda del más pobre. Si no veo a Jesús en el pobre y
lo veo solamente en la Eucaristía, mi fe está incompleta, mi
adoración no es real. Es un problema de caridad, de amor,
pero también hay un problema dogmático porque no estoy
entendiendo bien la fe, estoy teniendo un problema de fe. Va
más allá de un tema moral, es un tema dogmático”.

171
¿ME ESCUCHASTE? ¡HAGAN TODO
LO QUE ÉL LES DIGA!

Diciembre 2019

Entre el 29 de noviembre y el 1de diciembre se llevó a cabo en


San José de Costa Rica el “Seminario: “Conversión Ecológica
integral”. El mismo fue convocado por la Confederación Ca-
ribeña y Latinoamericana de religiosos-as (CLAR). El progra-
ma del seminario contó con ponencias especiales, mesas de
diálogo y reflexión con el objetivo de “Hacer una recepción
crítica, creativa y comprometida del proceso del Sínodo para
la Amazonía en orden a analizar y discernir las implicaciones
para la Vida Consagrada de América Latina y el Caribe, en
perspectiva de la Ecología Integral propuesta por Laudato si’
y el Horizonte Inspirador de la CLAR”. A manera de marco
justificativo del encuentro, los organizadores entre los que
se contaban principalmente referentes como Diácono Alirio
Cáceres Aguirre (Colombia), P. John Kennedy Joseph, SVD
(México), P. Dario Bossi, MCCJ (Brasil) y H. Nancy Raquel
Fretes, ODN (Paraguay), explicitaron el siguiente argumento
convocante: “Dado que vivimos tiempos de una gravísima
crisis planetaria que ha llevado a algunos gobiernos e inclu-
so al Papa Francisco, a declarar la emergencia climática. La
opción por la Ecología Integral a través de la cual la CLAR
pretende “favorecer la armonía personal, social y ecológica
en defensa de la vida, de los pueblos y de las culturas”, y a
la vez, “profundizar en la conversión ecológica que nos re-
concilie, fortalezca en la comunión y nos ubique respetuo-
samente ante los ecosistemas naturales, estimulando el cui-
dado de la vida y de la casa común”, implica un ejercicio de
discernimiento comunitario para comprender las causas de

172
lo que sucede y tejer una respuesta conjunta desde la identi-
dad de la Vida Consagrada en la promoción de procesos que
conduzca a la paz, la justicia y el cuidado de la Creación. En
este marco, es muy importante retomar los lineamientos que
emergen del Sínodo para la Amazonía, releerlos, discernirlos
e interpretarlos en clave de la misión de la Vida Consagrada
con otros biomas del continente como Mesoamérica, el Ca-
ribe, Región Andina, Acuífero Guaraní, Patagonia, Glaciares
del Cono Sur, para impulsar “procesos de conversión a nivel
de la Ecología Integral, la pastoral y la sinodalidad, de manera
que la CLAR sea artífice de procesos encaminados a tejer una
cultura del cuidado que supere la cultura del descarte”.
Al finalizar el seminario sobre el eje interrogatorio: “¿Me
escuchaste?” y los significantentes temáticos de “Ver-Escu-
char; Jusgar-Discernir y Actuar-Planificar”, los 46 participan-
tes de 14 países dieron a conocer un Mensaje Final con los
siguientes contenidos centrales:
“En nuestra América Latina y el Caribe, el método Ver
Juzgar Actuar tiene historia como instrumento pastoral de
nuestras Asambleas. El ‘caminar juntos’ iniciado en el pro-
ceso de preparación al Sínodo Panamazónico ha potenciado
en la aplicación de este método la escucha como forma fun-
damental de reconocer la realidad a través del encuentro y el
diálogo. El Instrumentum Laboris, el Documento Conclusivo
del Sínodo y sin duda, el mismo Sínodo para la Amazonía,
nos han propuesto una forma transformadora de ser Iglesia,
de ser Vida Consagrada. Esto, ha potenciado el volumen de
las voces que claman en nuestros territorios, de manera par-
ticular las voces de los pueblos indígenas y de la madre tierra,
cuyos clamores nos llaman necesariamente al compromiso”.
Sigiendo en todo interrogatorio sobre la mutua escucha
el documento prosiguió a modo de reacción proactiva: “Lle-
ga a nuestros oídos con toda la fuerza de un impulso que

173
nos mueve a la acción. Es cierto que hay muchas circunstan-
cias en nuestros contextos que quisieran adormecernos en el
compromiso. Pero esta pregunta nos sacude, nos despierta y
nos hace tomar consciencia de que ¡ya es la hora de pasar a
la acción! ¡Es la hora de reparar nuestra casa común! Con la
alegría y autenticidad de San Francisco de Asís, celebramos
en estos días 40 años de su proclamación como patrono de
quienes cultivamos la ecología. ¡Es la hora de la mujer y la
sabiduría femenina! ¡Es la hora de los laicos! ¡Es la hora de la
juventud! ¡Es la hora de los pueblos originarios! ¡Es la hora de
la sinodalidad! Por eso mismo, haremos lo posible por hacer
que amanezca la Palabra”.
Finalizando el contenido enunciativo y en referencia di-
recta a la inminente Cumbre del clima-COP 25, el documen-
to deja constancia sin embates que: “Se debe responder con
audacia profética a la emergencia climática, los gobernantes
deben escuchar los clamores que emergen desde las calles y
marchan por las redes sociales, porque las nuevas ciudadanías
están reinventando la democracia y cultivan gobernanzas con
sabiduría. La Vida Consagrada desde la actitud contemplativa
de María asume el compromiso comunitario de coherencia
ecológica en las prácticas de la vida cotidiana”.
En un tono acorde a la convocatoria y el espíritu religioso
del Seminario elevan juntos una intercesión a modo de decla-
ración dogmática: “María, Auxilio de los cristianos, en cuya
casa nos hemos reunido, es para nosotras/os modelo y guía.
Pues ella es la mujer dichosa que escuchó la voz de Dios y la
puso en práctica, con firmeza, compromiso, ternura y coraje.
A lo largo de cada jornada, ella nos ha repetido una y otra
vez: ¡hagan todo lo que Él les diga! Como Vida Consagrada,
en comunión con los mártires, reconocemos en Dios mismo
a Aquel que nos muestra el camino, pues es el primero que
escucha el clamor de su pueblo y, valiéndose de instrumentos

174
humanos, abre procesos de liberación. Con nuestra huella,
nombre, firma y con nuestra vida misma, firmamos el Pacto
de las Catacumbas por nuestra casa común. Invitamos a que
muchos continúen ese torrente que nos convoca a desbor-
dar, crear, aprender, desaprender, reaprender para dar gloria
a Dios en el buen vivir de las/os excluidas/os y vulnerables,
en armonía con la amorosa obra creada por la “comunidad
preciosa de amor infinito”.
La declaración finaliza haciendo referencia a la conver-
sión integral a Cristo, en sus dimensiones ecológica, pastoral,
cultural y sinodal. A la escucha de los clamores hasta llegar
a Dios y a la escucha de Dios hasta asumir los clamores. Y
reitera con fuerza la consigna a modo de lema del encuentro
“¡Ya es la hora! ¿Me escuchaste?”

175
DECÁLOGO DEL ECUMENISMO

Diciembre 2019

En este tiempo de pandemia en donde debemos orar y obrar


en el Evangelio las distintas confesiones de fe, sabiendo que
estamos “en la misma barca” y que “nadie se salva solo”,
y solo a modo de aporte reflexivo, acercamos un decálogo
a sabiendas incompleto y básico del diálogo ecuménico. El
mismo se construye utilizando el recurso de la conjunción
adversativa “antes que” a modo de género sapiencial, para
ayudar a reflexionar en los contrastes de la naturaleza de ese
diálogo.

1. Diversidad antes que uniformidad: La riqueza en el


diálogo, capaz de construir puentes de encuentro y no “to-
rres de babel” con una semántica unívoca es requisito fun-
damental del ecumenismo. Para que “el todo” supere a las
“partes”, éstas deben existir y coexistir en una armonía inte-
gradora y por lo tanto superadora a la suma de ellas. Si hay
un reconocimiento de la unicidad es la construida en forma
armónica y entendida como la diversidad reconciliada.
2. Cosmovisión antes que univisión: Es deseable elevar
nuestras miradas a horizontes y universos variopintos y di-
versos. El quedarnos dentro de nuestra propia observación
parcial y considerarla única no ayuda al ecumenismo. Sa-
bernos parte de un cosmos multiforme nos enriquece no
solo en forma individual sino social y comunitaria.
3. Pedagogía antes que ideología: El estar abiertos a
aprender y aprehender del que piensa y mira su fe de otra
manera es esencial. En esto la pedagogía del diálogo de-
manda primeramente la escucha silenciosa y recién luego

176
de ella la expresividad propia de nuestra espiritualidad. A
menudo la religión revestida de ideología no escucha y
solo intenta convencer.
4. Lo natural antes que lo ideal. Aquí utilizo el térmi-
no “natural” para referirme a la relación que cada uno
tiene con lo creado, los seres vivientes, la “madre tierra”
para otros y las urgencias de acuerdos en un ecumenismo
ecológico. Por otro lado, lo “ideal” se asemeja a concepto
abstractos, que desde luego son buenos y constructivos,
pero que a menudo son usados para evadir o escapar de
realidades concretas más demandantes.
5. Identidad antes que universalidad. Este concepto
no solo no contradice los anteriores, sino que los colo-
ca en un lugar fundamental en el ecumenismo. Mantener
nuestra propia identidad de fe, espiritualidad y convic-
ciones es un requisito no solo honesto sino clave en el
ecumenismo. Por otro lado “licuar” esas identidades en
pos de una mezcla uniforme llamada “universalidad” des-
integra la posibilidad del encuentro en lo diverso.
6. Fundamentos antes que fundamentalismos: Este
punto complementa el anterior a la vez que advierte so-
bre una de las amenazas del ecumenismo. El mantener
la identidad de fe no debe usarse como un arma o una
trinchera para convencer, someter o confrontar con el
que tiene otra distinta. La “verdad” como tal, reconocida
por diferentes creencias como la persona de Dios, por
atributo único de eternidad nos debe poseer a cada uno
y a cada espiritualidad. De esta manera el pensar que se
es poseedor de esa “verdad”, contradice la persona del
Creador reduciéndola a una caricatura formada a nues-
tra imagen y semejanza. Los fundamentalismos religiosos
son lamentablemente herramientas históricas de infinitos
males y atrocidades en el “nombre de Dios”.

177
7. Inclusión antes que selección: Incluir al cualquier
otro dentro de nuestro universo de vivencia espiritual es
la manera de acercarlo para que pueda ser participante
con prescindencia de su procedencia. Cuando selecciona-
mos con quien preferimos dialogar, estamos realizando
un acto discriminatorio. La discriminación por motivos
de religión que puede aparecer inicialmente como ejer-
cicios selectivos inadecuados, sabemos tristemente cuán
fácil puede transformarse en germen de los más atroces
males y hasta genocidios religiosos.
8. Otredad antes que tolerancia: El “otro” o “los otros”
son siempre el motivo imprescindible y los participantes
indispensables en una experiencia que se precie de llamar
ecuménica. La tolerancia que en apariencia puede plantear-
se como sinónimo de aquella, no es un término adecuado.
Esto es porque se suele “tolerar” al diferente desde una
posición de poder, y dominación y no de igualdad.
9. Incomodidad antes que confort: Dialogar siempre
implica salir de nuestra zona de confort que muchas ve-
ces está acotada a los que piensan, sienten, viven o simple-
mente son como uno mismo. La conversación ecuménica
produce incomodidad porque me invita a salir de esa zona
para ingresar en un territorio desconocido que puede tener
códigos, conceptos o herramientas de comunicación de
vida y espiritualidad muy diferentes a las nuestras.
10. Dudas antes que certezas: Si la duda es una amiga
inseparable de la fe, es también una compañera insepa-
rable del caminar ecuménico. Las certezas que muchas
veces se construyen como barreras para escuchar al otro
o el temor a incorporar dudas sanas a mi pertenencia, no
nos ayudan. Bienvenida la bendita duda que nos hará ser
siempre mejores peregrinos en el maravilloso sendero del
encuentro ecuménico.

178
LA POLARIZACIÓN COMO PECADO
Una enfermedad social latinoamericana

Enero 2020

En su reciente discurso ante los miembros del Cuerpo Di-


plomático acreditado anta la Santa Sede, el Papa Francisco
refiriéndose especialmente a América Latina, pone el acento
en una enfermedad y-o pecado social actual y creciente que
podemos llamar “grieta”, “binarismo”, “reduccionismo”,
o como el mismo la llama “polarización”. Textualmente el
Santo Padre expreso que: “Las polarizaciones, cada vez más
fuertes, no ayudan a resolver los auténticos y urgentes pro-
blemas de los ciudadanos, sobre todo de los más pobres y
vulnerables, y mucho menos lo logra la violencia, que por
ningún motivo puede ser adoptada como instrumento para
afrontar las cuestiones políticas y sociales”.
Las polarizaciones no surgen naturalmente y mucho me-
nos de manera ascendente en la escalera social. La necesidad
de dividir el pensamiento, las personas, los sectores sociales
de manera dicotómica generalmente se producen desde altas
esferas del poder y luego se “bajan” como una epidemia a
toda la población. Es el pecado de la desintegración que bus-
ca arrinconar a las ideas y los pueblos y que tristemente es
funcional a diferentes formas de violencia económica, social
y política. Se trata de la antigua fórmula del fundamentalismo
del odio que se siembra sin descanso en las trincheras del
alma de los pueblos para generar una guerra casi intangible,
pero difícil de desarraigar. El odio social polarizado es gene-
rador de viejos y nuevos males que como también menciona
Francisco en ese discurso produce “tensiones e insólitas for-
mas de violencia que empeoran los conflictos sociales y gene-

179
ran graves consecuencias socioeconómicas y humanitarias”.
En los Evangelios vemos al Señor Jesucristo enfrentán-
dose al ataque de las polarizaciones fundamentalistas cuan-
do intentan hacerlo entrar en contradicción binaria sobre el
pago de impuestos al imperio romano (San Mateo 22,15-22).
El Señor no duda en desenmascarar la maniobra con duras
pero precisas palabras: “Jesús, dándose cuenta de la mala
intención que llevaban, les dijo: –Hipócritas, ¿por qué me
tienden trampas?”. Esta referencia bíblica nos puede acer-
car reflexiones para llamar nuestra atención acerca del rol de
algunas expresiones religiosas fundamentalistas que a través
de su poder proselitista buscan, y muchas veces utilizando
símbolos religiosos para exaltarlos o descalificarlos, sembrar
división entre los pueblos. Terminan, como los fariseos fun-
damentalistas de los relatos evangélicos, siendo funcionales a
los poderes políticos imperiales y sus aparatos de opresión,
difusión y corrupción.
Pero este pecado de la polarización tiene en los pueblos,
y especialmente en los sectores más humildes y vulnerables
de nuestro continente amerindio, la purificación de una cultu-
ra del encuentro imparable y la sabiduría de continuos esfuer-
zos de convivencia pacífica, pluricultural y multireligosa. Esta
enfermedad del odio que amenaza con ser una pandemia so-
cial autodestructiva tiene en el ADN de nuestros pueblos los
anticuerpos de la bondad, la verdad y fundamentalmente del
amor sin fingimiento.
Tomando muy en serio el realismo de las palabras del Papa
Francisco de que “en general, los conflictos de la región ameri-
cana, aun cuando tienen raíces diferentes, están acomunados por
profundas desigualdades, por injusticias y por la corrupción en-
démica, así como por las diversas formas de pobreza que ofen-
den la dignidad de las personas” , no olvidamos su llamado a la
esperanza que también levanta sus vacunas y santidades.

180
Los polarizantes del relato evangélico que intentaron po-
ner al mismo hijo de Dios en un extremo de su grieta, de-
bieron salir avergonzados y admirados de su repuesta. A los
poderes políticos les toca lo que les corresponde: esforzarse
por restablecer con urgencia una cultura del dialogo para el
bien común. A los religiosos dar a Dios lo que le pertenece:
Sembrar el amor y la misericordia en las trincheras del alma
de las personas y los pueblos hasta transformarlos en cami-
nos llanos donde la esperanza pueda transitar y tierra fértil
donde la justicia pueda florecer.

181
NUEVAS FORMAS DE SOLIDARIDAD
TRANSVERSALIDAD DE CONTRASTES
Y OPUESTOS

Febrero 2020

El Discurso del Santo Padre con ocasión de la Conferencia


“Nuevas formas de solidaridad”, organizada por la Pontificia
Academia de las Ciencias Sociales del 5 de febrero último, es
una invitación a la reflexión profunda, pero también es una
exhortación a la acción responsable.
Una perspectiva poliédrica motiva a comparar opuestos.
Las diversas dimensiones de un problema global, nos expo-
ne a la tensión entre los extremos. Una manera de construir
puentes que favorezcan el desarrollo implica el coraje de
conocer las orillas y atreverse a cruzar el río turbulento de
las divisiones y las polarizaciones. Tener miradas solidarias
nos mueve a reconocer la luz victoriosa de la justicia frente a
las tinieblas de las desigualdades. Aprender a escuchar voces
pensantes, implica tener los oídos atentos al murmullo del
silbo apacible de la voz de Dios en medio del ensordecedor
ruido del mal que nos agobia. En estos enfoques transversa-
les podemos esbozar algunos conceptos que ayuden a aque-
lla reflexión necesaria y acción imprescindible. Trazaré siete
principales:

a) Mundo rico versus personas pobres: La com-


paración de datos oficiales de ingresos mundiales y
carencias básicas personales expuestos por el Papa
Francisco son dramáticamente elocuentes. Pobreza
extrema, carencia de recursos básicos, millones de ni-
ños carecientes y muertos frente a un mundo rico de

182
recursos naturales, productivos y sociales. ¡Problemas
solucionables y no de ausencia de recursos!
b) Sistema injusto y violento versus economías so-
ciales humanizantes: El Santo Padre nuevamente
expone la tragedia de la esclavitud, el trabajo forzado,
la prostitución, la trata y el tráfico de órganos. Sin
embargo, estos sistemas de descarte no son producto
de un mal de inequidad determinista, sino el espejo
desde donde podemos con coraje tener la voluntad
y decisión para cambiar cosas y prioridades. ¡No to-
dos somos culpables, pero todos somos responsables
para hacer algo!
c) Un grupito engordado versus una humanidad
salvada: La teología hebrea nos ilumina repetida-
mente en el concepto de quien salva a una persona
es como si salvara a toda la humanidad y viceversa.
La ecuación de equivalencia de la desproporción de
las cincuenta personas más ricas del mundo es por
un lado sorprendente, pero por el otro esperanzador.
Si cada uno considerara que, a través de impuestos,
iniciativa filantrópica o ambas cosas pueden salvar
millones de vidas al año estaríamos frente a nuevos
“bartimeos” que recuperen la vista viendo personas
donde solo veían objetos informes. ¡Se nos pide ca-
pacidad para dejarnos interpelar, para dejar caer las
escamas de los ojos y ver con una nueva luz estas
realidades, una luz que nos mueva a la acción!
d) Globalizar la indiferencia versus universalizar
el bien común: El Papa Bergoglio citó a San Juan
Pablo II al llamar esto “estructuras del pecado”. El
Señor Jesús presentó claramente esta tensión de elec-
ción entre Dios y Mamón, en donde no hay grises
de elección. Del mismo modo, Francisco denuncia la

183
idolatría del dinero, la codicia y la especulación favo-
recida por vertiginosos instrumentos de transacción
de economía y comunicación del mal. Frente a estas
orillas del pecado que se nutren de la arena movedi-
za de los paraísos fiscales, y se bañan en las olas de
la ilegalidad y la corrupción, el Santo Padre llama a
la orilla del suelo firme done el sabio de la parábola
construye una casa sólida en un clima natural frater-
no, el abrazo de aguas de la confianza renovada y el
remar con audacia en búsqueda de soluciones inno-
vadoras y humanizantes. ¡Contrastemos con parresia
la co-irresponsabilidad del daño intencionado con la
co-responsabilidad de la esperanza reparadora!
e) Deudas insostenibles versus desarrollos susten-
tables: Citando nuevamente a San Juan Pablo II,
Francisco desarrolla la exigencia moral de pagar las
deudas, pero la ilicitud de hacerlo a costa del hambre
y la desesperación de poblaciones enteras con sacri-
ficios insoportables. Citando el Documento de los
Objetivos Sustentables, el Papa Francisco exhorta a
ayudar a los países en desarrollo a lograr la sosteni-
bilidad de la deuda a largo plazo a través de políticas
coordinadas de la deuda, según corresponda, y abor-
dar el problema externo de los países pobres muy en-
deudados para reducir la angustia de la deuda.
f) Economía para la unión solidaria versus para la
estructura monetaria de la división y la muerte:
En este punto, el Santo Padre afirma con fuerza que
la mayor estructura de injusticia es la industria de la
guerra, ya que es dinero y tiempo al servicio de la
división y la muerte. Frente a esto, citando al profeta
Isaías, Francisco invita a un cambio de instrumentos
de paz y trabajo frente a los de guerra y desunión. Ci-

184
tando esta vez, la Declaración Universal de Derechos
Humanos de las Naciones Unidas, exhorta nueva-
mente al cuidado de la casa común, la humanidad, la
dignidad y los derechos fundamentales de todos. ¡La
buena noticia frente a tanta tragedia es que ahora esos
derechos solidarios están al alance inmediato!
g) Una cultura del encuentro versus una lógica del
conflicto: Francisco insiste con esta mirada de con-
trastes y lo hace en estos conceptos de cambios éticos
necesarios para el bien común, frente al mal general.
“El tiempo presente exige y reclama dar el paso de
una lógica insular y antagónica como único mecanis-
mo autorizado para la solución a los conflictos, a otra
lógica, capaz de promover la interconexión que pro-
picia una cultura del encuentro, donde se renueven
las bases sólidas de una nueva arquitectura financiera
internacional”.

Finalmente, en este inicial bosquejo analítico conceptual


y transversal de una lógica de los opuestos, convergencias y
contrastes, el Papa Francisco culmina con tres citas en ese
sentido. La primera del evangelio lucano, la segunda de san
Ambrosio y la tercera del Sermón del Monte: “Al que mucho
se le da, se le exigirá mucho”; “Tu (rico) no das de lo tuyo al
pobre (cuando haces caridad), sino que le estás entregando
lo que es suyo”; y “Bienaventurados los pobres en espíritu
porque de ellos es el Reino de los cielos”.

185
EL TEJIDO NARRATIVO VITAL
EN LA MUJER LATINOAMERICANA

Marzo 2020

Es una tarde cualquiera en el norte chaqueño argentino don-


de los pueblos originarios viven desde que la memoria étnica
no reconoce la protohistoria oficial narrada. Desde el paisaje
árido del caserío comunitario sobresalen tapiales de paja que
mitigan con humildad esperanzada el sol abrumador. Debajo
de ellos se observa una vez más la maravillosa pintura fa-
miliar de la vida hecha historia relatada: una mujer sentada
frente a su enorme, rustico y colorido telar y a sus pies, sus
niños escuchándola contar sus historias, respirando el aire de
sus antepasados heroicos, aprehendiendo su propia lengua y
cimentando, sin saberlo aún, sus raíces culturales.
¿Qué tiene en común esta breve y pintoresca descripción
con el Mensaje del Santo Padre Francisco para las 54 Jorna-
das Mundiales de las Comunicaciones Sociales y el Día inter-
nacional de la mujer a conmemorarse el 8 de marzo? Mucho,
como un entretejido narrativo providencial y fundamental.
Especialmente además si incorporamos a esta reflexión el
recordatorio de la Encíclica Laudato Si’ y la relectura de la
Exhortación Apostólica “Querida Amazonía”.
Para las culturas aborígenes latinoamericanas, el rol de
la mujer contadora de historias ha sido fundamental desde
la supervivencia, educación y cultura de sus pueblos. Es muy
conocido el rol histórico de la mujer guaraní, que luego de la
guerra del Chaco (1932-1935), fue custodia de su lengua, al
punto de que su resistencia narrativa y transmisora lingüística
para con los niños sobrevivientes fue determinante para evi-
tar la extinción de su cultura, historia y existencia. Hoy, Para-

186
guay es el único pueblo latinoamericano oficialmente bilingüe
(español-guaraní). Fueron las mujeres guaraníes traductoras
que resultaron fundamentales para las ediciones de la Biblia
en esa lengua. Imprescindibles contadoras de historias, re-
ceptoras de la memoria cultural de sus pueblos, constructoras
de puentes culturales y cuidadoras corajudas de sus raíces;
son un mensaje viviente de la comunicación de vida en ple-
nitud. En varios de nuestros pueblos de la Patria Grande, la
mujer aborigen resultó fundamental al tiempo de inculturar
el Evangelio de un Cristo encarnado en la cosmovisión que
les pertenece. Conocer de sus labios la manera de interpretar
un texto, los nombres de las aves, la forma de cuidar lo crea-
do, el sonido de los ríos y sus costumbres domésticas resultó
invalorable para traducir el texto sagrado. De esa manera, el
relato vivo de las Escrituras tuvo significado comunitario y
personal veraz para sus pueblos. Un ejemplo tangible es la Bi-
blia en lengua wichí, una comunidad aborigen muy numerosa
en el norte argentino, que a pedido de ese pueblo lleva como
subtítulo “Historias verdaderas”.
Desde esta mirada, algunas de las palabras del Papa Fran-
cisco en su Mensaje para las Jornadas de Comunicaciones
Sociales, resaltan de una manera nueva, vivificara, poética y
profética. Desde el soplo comunicativo de la mujer aborigen
se puede “respirar la verdad de las buenas historias, que cons-
truyan, que ayuden a reencontrar las raíces, que nos hable
de nosotros y de la belleza que poseemos y que sepa mirar
al mundo y a los acontecimientos con ternura. Necesitamos
como nunca a estas mujeres que conversan y cuidan desde si-
glos la Casa Común, para que nos “cuenten que somos parte
de un tejido vivo, entretejido donde estamos unidos todos”.
Seguramente si detenemos la frenética comunicación virtual
y nos ubicamos respetuosos bajo sus aleros para escuchar
sus narraciones encontraremos historias que “influyan en

187
nuestras vidas, aunque no seamos conscientes de ello, que
plasmen nuestras convicciones y nuestros comportamientos
y nos ayuden a entender y a decir quiénes somos”.
En estos tiempos confusos, los que comunicamos y a la
vez consumimos comunicación social, necesitamos ser “teji-
dos” y “bordados” por este tipo de maestras y maestros de la
narración. Escuchemos con humildad esta voces para valorar
a quienes nos narran relatos de la vida que se hacen histo-
ria. Quienes, como dijo Jesús, sean capaces enseñar narrando
como “el dueño de casa, que de lo guardado saca tesoros
nuevos y viejos” (Mateo 13, 52).

188
CORONAVIRUS EN LA VILLAS
DE BUENOS AIRES

Marzo 2020

En Argentina, cerca del 70% de los casos de coronavirus


constatados, suceden entre la Ciudad de Buenos Aires, y el
cordón urbano cercano de la Provincia de Buenos Aries don-
de residen más de la mitad de los habitantes del país. Pero,
los sectores sociales y sanitarios más vulnerable residen en las
Villas de Emergencia de esta zona, muy especialmente en el
llamado Conurbano Bonaerense.
Por ellos, los “curas villeros” realizaron una declaración
con un pedido de medidas sanitarias urgentes para las villas y
asentamientos donde atienden personalmente a sus habitan-
tes desde hace décadas.
Este grupo de curas, que en su momento recibieron es-
pecial atención y contención del entonces Arzobispo de Bue-
nos Aires, Jorge Mario Bergoglio, hoy cuentan con un obispo
auxiliar diocesano y ministerio pastoral en pleno desarrollo
dado los elevados índices de pobreza y marginalidad.
Este grupo expresó que esta pandemia “nos lleva a re-
flexionar necesariamente en torno a la eventual expansión
y circulación local del virus en la población de las villas y
asentamientos precarios, en los cuales también se ha expan-
dido el dengue y la tuberculosis”. En la declaración conjunta
informaron que: “En nuestros barrios, las responsabilidades
del Estado se acentúan en cuanto a la vulneración de dere-
chos sociales de manera preexistente, que se patentiza en
omisiones con respecto a la provisión de vacantes escolares,
vivienda, alimentos, medio ambiente, y obviamente asistencia
sanitaria. La escuela, la vivienda y la salud están muy dete-

189
rioradas, los espacios de promoción (entre ellos las artes y el
deporte, por ejemplo) se vuelven inaccesibles ante la crisis
económico-financiera, donde el desempleo y el subempleo
crece, mientras la capacidad de contención estatal y de la so-
ciedad civil baja notoriamente”.
Ante la urgencia de la pandemia y el inminente crecimien-
to de casos autóctonos que requerirían atención directa y pre-
sencial de los sanitarista, expresaron una preocupación que al
habitante de centros urbanos de clase media le son ajenos. Ex-
plicaron que: “En nuestros barrios las ambulancias no ingresan
si no es con una fuerza de seguridad, las vacantes escolares de
nivel inicial y nivel primario son insuficientes. El incentivo para
mantener la escolaridad secundaria es insuficiente desde los or-
ganismos estatales. El sistema de salud se limita a la atención
primaria. Actualmente, a esta injusticia social naturalizada, que
evidencia una vulneración preexistente de derechos, se suma la
epidemia de dengue en muchos barrios ante la falta de medidas
preventivas por parte del Estado durante el invierno, y se agre-
ga la eventual expansión y circulación local de u virus de alto
contagio, y fuerte comorbilidad”.
En Argentina se han aconsejado medidas de prevención
que están en consonancia con las recomiendas por la Orga-
nización Mundial de la Salud. Entre ellas, la que tiene que
ver con la higiene y el lavado de manos en forma permanen-
te. En este sentido expresaron que “muchas de las medidas
preventivas aconsejadas por las autoridades sanitarias guber-
namentales en materia de dengue (no acumular agua) o en
materia del ‘Coronavirus’ (lavarse las manos varias veces por
día con agua y jabón, usar alcohol en gel, limpiar superficies
de contacto frecuente con agua y lavandina, aislarse catorce
días ante la presentación de síntomas, entre otras), resultan
de imposible o de muy difícil cumplimiento, en barrios donde
existe un fuerte déficit de agua potable, de calidad de agua

190
segura, y donde muchas personas viven en los pasillos de los
barrios sin acceso a condiciones elementales (adolescentes y
jóvenes afectados por el paco, por ejemplo), y solamente ac-
ceden a la alimentación a través de comedores comunitarios.
Existe una responsabilidad comunitaria, y de la propia iglesia
cristiana, que llevamos adelante promoviendo y articulando
acciones. Sin embargo, la responsabilidad estatal no puede
diluirse ni eximirse por el trabajo de muchas vecinas y veci-
nos que ponen el cuerpo a quienes más sufren en las villas y
asentamientos”. Ante esta situación, finalmente hicieron un
pedido explicito para que “se adopten medidas específicas
para villas y asentamientos, tendientes a poder cumplir con
las medidas preventivas sanitarias, estableciendo las condicio-
nes de hábitat que son necesarias, y brindando la prestación
de los recursos materiales necesarios en salubridad, higiene,
agua segura y alimentación a la población, en especial a los
comedores comunitarios que no pueden dejar de brindar su
asistencia a adultos y niños”.
En este documento público, los firmantes: Presbítero
José María “Pepe” Di Paola; Presbítero Lorenzo “Toto” De
Vedia; Presbítero Carlos “Charly” Olivero; Hermano sale-
siano Mario Daniel “Coco” Romanín; Hermana Cecilia Lee;
Hermana Yolanda Galka; Hermana Marta Pelloni; María
Elena Acosta; Ángela García Elorrio; Gustavo Barreiro; Dr.
Alberto Palacio; y Dr. Gustavo Daniel Moreno culminan ex-
presando que: “Entendemos que las circunstanciales actuales
de la emergencia sanitaria en nuestros barrios (COVID-19 y
dengue) nos ha sobrepasado a todas y a todos, por lo que co-
rresponde priorizar la búsqueda de acuerdos y las propuestas
de soluciones, para cual proponemos la inmediata conforma-
ción de mesas de trabajo o comités de crisis en cada jurisdic-
ción del país, con participación vecinal, que permitan consen-
suar y efectivizar medidas eficaces en nuestros barrios”.

191
DESIGUALDADES SOCIALES
EN TIEMPOS DE PANDEMIA

Abril 2020

El Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA)


dependiente de la Universidad Católica Argentina acaba de
emitir un trabajo muy amplio y profundo sobre la situación
que encuentra a nuestros pueblos, especialmente los vulnera-
bles, en estos tiempos de pandemia.
El informe asegura que la sociedad argentina sufre como
gran parte de la humanidad el avance de una epidemia viral
violenta (COVID19), de alto impacto dada la rapidez de su
propagación, la ausencia de estrategias previas de prevención
y la precariedad de los saberes y recursos orientados a su ade-
cuada atención. El avance de esta pandemia ha obligado en
nuestro país –al igual que en muchos otros– a emprender po-
líticas sanitarias preventivas de aislamiento social forzado, con
efectos regresivos “no deseados” en materia socioeconómica.
El informe reconoce las decisiones adoptadas por el go-
bierno argentino en términos de dilatar la propagación de la
enfermedad para que el sistema de salud pueda absorber la
demanda de atención médica.
En este contexto, continúa expresando el trabajo de la
UCA, le corresponde a las ciencias sociales y a los sanita-
ristas preguntarse sobre la plausibilidad de los supuestos, la
pertinencia de las medidas, su alcance e impacto, los costos
presentes y futuros de las decisiones adoptadas. Esto no para
negar la epidemia en contexto de crisis, sino para calibrar
adecuadamente su alcance y perspectivas de evolución, así
como los efectos sociales de las intervenciones que se llevan a
cabo; en función, ni más ni menos, de contribuir a establecer

192
las mejores políticas que permitan organizar tanto el presente
como el futuro de nuestra sociedad, atendiendo a su presente
crítico tanto como a las necesidades del día después. No es
un antecedente de poca importancia que esta epidemia y las
medidas convocadas tienen lugar, en el caso argentino, bajo
un contexto de estanflación, crisis de deuda y parálisis eco-
nómica estructural, a lo que cabe sumar la fuerte vigencia de
una grieta político-ideológica estéril acerca de la “ontología”
de los problemas que enfrenta la sociedad.
En este marco, la actual emergencia sanitaria pone en
estado de crisis agravada a un sistema socioeconómico des-
igual, estructuralmente empobrecido, no desde ahora sino
desde hace décadas. El nuevo escenario paraliza aún más la
inversión, los consumos y la demanda de empleo en la econo-
mía formal, a la vez que diluye toda expectativa de reactiva-
ción, afectando especialmente a la pequeña y mediana empre-
sa, profundizando la relación entre informalidad económica,
pobreza y exclusión social.
Es muy importante la base apriorística de este informe
porque lo analiza sobre la base de una situación social previa
muy delicada. En este sentido, el trabajo acerca algunos datos
de esa base previa a la pandemia que hablan por sí solos, a
la vez que permiten trazar con preocupación una proyección
postpandemia angustiante. ¿Cómo aumentará la pobreza del
40% registrada a finales del 2019? Este y otros interrogantes
sirven para información, pero principalmente para preven-
ción de escenarios propios de una posguerra.
En el actual contexto, continua el informe, las condicio-
nes de vida, tanto los sectores medios bajos como del sector
informal de la economía social, se deterioran aún más, y con
ello, no sólo hay más nuevos pobres, sino que los pobres es-
tructurales son más pobres. Entre ellos, cabe aquí llamar la
atención sobre el desigual modo en que los sectores sociales

193
pueden enfrentar los problemas de la vida cotidiana, asimilar
sus consecuencias sanitarias y proyectar su futuro en contex-
to de pandemia.
Y esto no sólo porque los accidentes, el dengue, la in-
fluenza y otras múltiples infecciones que golpean especial-
mente a la pobreza –sin todavía una adecuada atención del
sistema de salud pública–, siguen siendo las principales cau-
sas de muerte evitable en nuestro país, sino porque la parálisis
económica generada por la emergencia sanitaria golpea direc-
tamente a las poblaciones más vulnerables, a los segmentos
de la pequeña y mediana empresa, a la economía informal y
a los trabajadores precarios; es decir, a esa gran parte de la
sociedad que no recibe un sueldo regular ni una renta ni tiene
un fondo de reserva con el cual hacer frente a la falta de tra-
bajo que genera la emergencia sanitaria.
Las privaciones estructurales que afectan a más de un ter-
cio de la población no son nuevas. En este caso, a los efectos
sanitarios y económicos regresivos que genera la pandemia
se suman déficits estructurales: el hacinamiento, la degrada-
ción residencial, la falta de servicios públicos sanitarios (agua,
cloacas, etc.), la mal nutrición persistente, la insuficiencia de
los servicios de educación y de salud, la fragilidad de los ca-
pitales sociales en juego, la ausencia de información valiosa,
el mayor riego a sufrir de ansiedad y estrés, la violencia social
intrafamiliar a flor de piel. En fin, no sólo estamos ante una
epidémica sanitaria, también tiene lugar una nueva ola de po-
breza estructural que golpea especialmente la vida cotidiana
de los sectores socialmente más frágiles.
En estos contextos la cuarentena es dramática para mu-
chísimas personas en situación de pobreza o vulnerabilidad,
sea por la soledad o por los peligros de una convivencia for-
zada. A lo que cabe sumar la objetiva imposibilidad de contar
con condiciones que se suponen necesarias para cumplir con

194
los cuidados sanitarios. En este marco, el aislamiento social
tiende a profundizar efectos de exclusión para los cuales no
ha habido antes ni hay ahora efectivas políticas de inclusión
social; pero con el agravante que en el día después de la cua-
rentena, también la economía formal y los sectores producti-
vos más dinámicos estarán más debilitados para motorizar la
necesaria reactivación.
El análisis prologal del informe de la Universidad Cató-
lica Argentina culmina afirmando que es posible superar el
dilema salud versus economía siempre y cuando pongamos
en funcionamiento un marco de nuevas instituciones a partir
de las cuales se definan políticas de Estado en materia de de-
sarrollo humano, social y ambiental sustentables con base en
un estratégico pacto social redistributivo. En este marco, el
acuerdo y la convivencia política constituyen una condición
al menos necesaria.

195
DEL DERECHO AL AGUA
AL DERECHO A LA ESPERANZA

Julio 2020

Estos foros están siendo organizados por el Instituto


para el Diálogo Global y la Cultura del Encuentro (IDG-
CE), en conjunto con la Red Eclesial Panamazónica (RE-
PAM). Se trata de un ciclo que se inició el pasado jueves 18
de junio y tuvo su segundo encuentro éste jueves 2 de julio.
Los mismos contaron con la participación de reconocidos
expertos a nivel nacional e internacional en materia de polí-
ticas públicas y desarrollo sustentable y fue presidido por el
Card. Claudio Hummes, Relator General del Sínodo para la
Amazonía y presidente de la REPAM.
En la apertura del evento el Director del IDGCE y anfi-
trión de los Foros, Luis Liberman, afirmó que este ciclo, “que
culminará el mes de septiembre, propone la profundización
de los desafíos sobre el derecho al agua, el desarrollo susten-
table y la participación de las comunidades para el cuidado de
nuestra casa común”.
Dom. Claudio Hummes, dio la bienvenida a todos los par-
ticipantes del Foro con la siguiente máxima: “no basta hablar
de esperanza porque se corre el riesgo de tornar la palabra vacía
y engañosa, la esperanza requiere ser construida en un proceso
de diálogo y de encuentro. La situación devastadora dejada por
la crisis sanitaria, socioambiental y económica del CoVid-19,
creó una perplejidad global, de inseguridad angustiante en la
gente común”. Por ello, el presidente de la REPAM, invitó a
los panelistas del foro a esforzarse por encontrar “nuevas for-
mas y prácticas de solidaridad, de convivencia armoniosa y fa-
miliar, de creatividad en diversos campos”.

196
En el primer foro, expusieron sus análisis la Dra. Cecilia
Tortajada, Investigadora en el Institute of Water Policy de
la Lee Kuan Yew School of Public Policy, quien destacó el
trabajo de la Santa Sede en el movimiento global ambiental y
remarcó que la promoción del derecho humano al agua “es
un primer paso, pero necesita una implementación cuidadosa
para llegar al objetivo deseado del acceso al agua potable se-
gura para todas las poblaciones. También hizo su exposición
el Dr. Asit Biswas, Premio Estocolmo del Agua. En su expo-
sición, el Dr. Biswas puso en primer lugar la preocupación
por la confianza en la calidad del agua a la que tienen acceso
las poblaciones vulnerables, y a ello se suma, como afirmó
Peter Gleick, director del Instituto del Pacífico, la idea de que
los países más desarrollados todavía tienen una deuda con
sus poblaciones, porque en Estados Unidos, por ejemplo, el
acceso al agua potable todavía no tiene un alcance universal
y amplía las desigualdades. “Peor que esta crisis es solo el
drama de desaprovecharla”, afirmaba Lucio Ruiz, Secretario
del Dicasterio de Comunicación del Vaticano, quien destacó
tres claves de diagnóstico: todos estamos en la misma barca,
frágiles y desorientados, pero al mismo tiempo, todos impor-
tantes y necesarios mutuamente. La tempestad desenmascara
nuestra vulnerabilidad, nuestras falsas seguridades. Las fron-
teras caen y todos los discursos integristas se disuelven. En el
tema del agua, el Dr. Ricardo Lorenzeti, Ministro de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación, en Argentina, ve que el
gran error es querer ajustar los conflictos a las jurisdicciones,
y no al contrario. Eso demanda transformar las instituciones
para ajustarlas al problema. Al mismo tiempo, la necesidad de
entender que el agua es un bien común, y por lo tanto se debe
analizar como un bien jurídico protegido. En representación
de los pueblos amazónicos, en la voz de Patricia Gualinga,
Lideresa del Pueblo Sarayaku y miembro de la REPAM. Gua-

197
linga hizo notar los efectos de todas las problemáticas que
azotan a su región “es un momento apocalíptico para nues-
tras comunidades, porque confluyen: pandemia, crisis climá-
tica, inundaciones” en el territorio amazónico y a partir de
ello instó a todos los asistentes a que no dejen de trabajar por
la Amazonía, tan importante para el sostenimiento del medio
ambiente. Al final del encuentro, hizo una aparición especial
el filósofo italiano Gianni Váttimo, agradecido con las insti-
tuciones y los organizadores del evento, manifestó que “el
problema del agua, es el problema en el que confluyen casi
todos los problemas sociales de nuestro tiempo” y destacó el
rol del Papa Francisco, como el único líder capaz de encauzar
acciones significativas para la resolución de estos problemas.
El segundo foro llevó por título “Educación y ecología
integral en la construcción de un futuro sustentable e inclusi-
vo”. El encuentro fue abierto por el Cardenal Pedro Barreto,
vicepresidente de la REPAM quien expresó que “La educa-
ción es el fundamento de la ecología integral ya que el agua es
factor común de sus tres columnas, la económica, la social y la
ambiental”. Refiriéndose a la actualidad afirmó que “en estos
tiempos de pandemia, promover la cultura del agua, valorarla
y respetarla como un bien destinado a todos es una necesidad
urgente hacia una nueva de actitud solidaria en estos tiempos
de pandemia. La nueva solidaridad implica una nueva edu-
cación que sea un propuesta clara para crear una ciudadanía
ecológica de un humanismo integral en relación a Dios, la
naturaleza y el prójimo ya que la educación técnica y científica
son insuficientes”. Mauricio López, secretario ejecutivo de la
REPAM a su turno manifestó que: “Necesitamos recuperar
la ruptura epistemológica en contra de la hiper-especializa-
cion al hablar de educación ambiental”. López realizó esta
afirmación dado que sostuvo que hoy “No hay espacio para
el rostro de la diversidad cultural, estamos encerrados en una

198
concepción lineal del tiempo centrada en el presente y no en
una circular planetaria y en una concepción más que holística
y no establecida en términos de dominación”. Finalizó ase-
verando que “la educación para la conversión del sujeto tiene
claves como la metanoia, la alteridad, la otredad, la parresia y
la profecía”. En el ámbito académico argentino, el ex ministro
de Educación Alberto Sileoni opinó en su espacio que “a tra-
vés de la educación, la sociedad decide que quiere transmitir
en saberes a las nuevas generaciones y desde allí habla la con-
dición humana. La escuela tiene que proponer paz, vinculari-
dad y ser una herramienta fundamental en el tema del medio
ambiente. Las nuevas generaciones son grandes divulgadores
de la conciencia ambiental, a veces más que algunos docente
que forman parte de otra generación. Si no se comprende
no se ama, y si no se ama no se enseña. Este derecho a la
educación en relación al acceso al agua debe ser garantizado
por el estado dado que se trata de un derecho humano que
presupone la igualdad que es un hecho político”. A su turno,
Jennifer Mason McAward, de la Universidad de Notre Dam
afirmó que: “El uso de la naturaleza como explotación lleva
a la negación de los derecho humanos. Necesitamos saber la
dimensión política y ética de la fe para establecer un marco
normativo de la ecología a la luz de Laudato Si’. Es necesario
educar para defender los derechos al agua cambiando el cora-
zón de una nueva generación de líderes para ver dejar de ver
la ecología como un hecho técnico sino moral”. Pedro Ro-
mero, catedrático de la Universidad de Rosario manifestó que
“es necesario escribir una cartografía educativa para la próxi-
ma década para poner un norte sostenible. Se pueden pensar
en cinco puntos para diez años. Repensar el dispositivo de la
escuela, articular los actores en el territorio que implique una
movilización colectiva docente, asumir definitivamente una
diversificación de los destinatarios en términos colectivos y

199
ser constructores de sentido y no de un diseño instrumental
que gire en el vacío existencial”. A su turno Rafael Lozano,
catedrático de la Universidad de Bologna opinó que: “En su
propia experiencia universitaria se buscó conectar los objeti-
vos del plan estratégico educativo con los diecisiete objetivos
de desarrollo sostenible, combinando el desarrollo económi-
co, social y ambiental. Se buscó crear acciones y presupues-
tos para que estos factores de sostenibilidad sean aplicados
a sistema educativos para formar ciudadanos con conciencia
ecológica y humanismo integral. El compromiso social es la
base de cualquier sistema de educación basada en una estruc-
tura con participación de toda la comunidad académica para
sensibilizar sobre cuestiones de desarrollo sostenible”. Final-
mente Juan Fernández Rodríguez, catedrático de la Universi-
dad Javerina, Bogotá afirmó que: “Se debe proponer una mi-
rada de participación comunitaria con la gobernanza del agua
con una visión de una ecología integral ya que estamos ante
un problema ecológico pero también ético. Necesitamos una
educación transformadora con un enfoque del bien común,
los derechos humanos, las culturas de los pueblos indígenas
y de ecosistemas organizacionales transformadores centradas
en la preservación de la vida”.

200
LA RECONSTRUCCIÓN
DE NUESTRA CASA COMÚN POST COVID-19

Julio 2020

La humanidad aún posee la capacidad de colaborar


para construir nuestra casa común1

El valor de las palabras no se puede mensurar de manera atem-


poral, o perdido en el espacio conceptual, ni tampoco vacío de
profundidad espiritual. De hacerlo, se corre el riesgo que aun
las palabras más bellas, queden encerradas en la cárcel de las
ideas sin poder crear el bien, y principalmente de darle encar-
nadura. Esto es especialmente necesario en la hermenéutica de
la palabra de Dios e imprescindible en tiempos de crisis.
En estos tiempos de pandemia, y ahora comenzando a
visualizar cómo será el mundo post COVID-19, las palabras
“nueva normalidad” suelen ser utilizadas sin aquellos condi-
mentos semánticos citados. Al hacerlo así, se corren por lo
menos dos riesgos importantes de interpretación y acción.
Por un lado, esta frase de moda se puede entender como una
vuelta a la vida antes de la pandemia asimilable a un “aquí no
ha pasado nada”. Por otro, y peor aún, se pueden banalizar
con un mero “gatopardismo” en donde solo se cambia la
apariencia para que nada profundo lo haga en realidad. En
ambos casos, añadiríamos a la crisis del coronavirus, la pan-
demia del sinsentido de las oportunidades perdidas.
Esta crisis sanitaria mundial ha también dejado al descu-
bierto una serie de enfermedades sociales, culturales, econó-
micas, climáticas, humanas y hasta religiosas. Son otras pan-
demias que requieren ser comprendidas y sanadas. Y como
son enfermedades sistémicas, requerirán de construirse dada
1 Laudato Si’, #13

201
su probada fragilidad, para reconstruirse en un mundo más
sano y con otra normalidad de vida, justicia, equidad y paz.
No es casual que, en el ordenamiento del sermón de la
montaña, San Mateo coloque al final la parábola de los dos
constructores (Mt 7, 24-27). En ese relato, las dos casas cons-
truidas a simple vista son aparentemente idénticas, pero en tér-
minos de profundidad espacial y espiritual son dramáticamente
diferentes. Solo el viento, las lluvias y los ríos lograron poner
en dramática evidencia esas diferencias. La clave del ingenioso
relato de Jesús está en el trabajo y la parresia de uno de los
constructores que buscó un lugar firme para realizar su tarea,
frente al otro que privilegió el “parecer” al “ser”. En términos
relacionales con el primer discurso del Evangelio, la clave her-
menéutica se ofrece en la igualdad en que ambos escucharon
la palabra de Cristo, pero en el abismo de consecuencias en
donde solo uno estuvo dispuesto a ponerla en práctica.
En estos tiempos post pandemia, seguramente los vien-
tos del hambre arrasarán la mesa de los vulnerables de todo
el mundo, los ríos del desempleo y subempleo socavarán las
bases de la economía personal y las lluvias de crisis macro-
económica inundará especialmente la casa de los países que
ya tenían goteras financieras. Se requiere trabajar en un cam-
bio del sistema para la reconstrucción, se necesita repensar
las variables socio económicas de un mundo enfermo y urge
el coraje y el esfuerzo para trabajar esas profundidades para
evitar nuevas catástrofes.
En la cita de la Encíclica de S. S. Francisco que antecede
este artículo, está la clave esperanzadora de que se puede y se
debe reconstruir nuestro planeta con otros sistemas que sean
capaces de profundizar en valores trascendentes y encarnar
una humanidad sanamente equilibrada. ¡Aún poseemos la ca-
pacidad de colaborar para construir, y en este caso recons-
truir, nuestra casa común!

202
El Señor de la palabra hecha carne nos dará la fuerza,
la unión y la convicción para realizar esta tarea. Tal como
lo expresa el Papa Francisco en su Exhortación Apostólica
Post Sinodal: “Querida Amazonía”, en el párrafo donde nos
exhorta a buscar la pasión para construir por y con el Reino
del Señor:

A todos los cristianos nos une la fe en Dios,


el Padre que nos da la vida y nos ama tanto.
Nos une la fe en Jesucristo, el único Redentor,
que nos liberó con su bendita sangre y con su
resurrección gloriosa. Nos une el deseo de su
Palabra que guía nuestros pasos. Nos une el
fuego del Espíritu que nos impulsa a la misión.
Nos une el mandamiento nuevo que Jesús nos
dejó, la búsqueda de una civilización del amor,
la pasión por el Reino que el Señor nos llama
a construir con Él. Nos une la lucha por la paz
y la justicia. Nos une la convicción de que no
todo se termina en esta vida, sino que estamos
llamados a la fiesta celestial donde Dios secará
todas las lágrimas y recogerá lo que hicimos
por los que sufren2.

2 EA- Querida Amazonía #109

203
POR UNA JUTICIA SOCIAL AMBIENTAL

Julio 2020

Entre los días 18 y 19 de julio se llevó adelante esta primer


Asamblea de la Amazonía con la participación de representan-
tes de Brasil, Ecuador, Colombia, Perú, Bolivia, Chile, Para-
guay, Guyana, Venezuela y Surinam. Al cierre de la misma, los
organizadores difundieron un documento final. Desde el inicio
de ese texto conclusivo, se reconocen como auto convocados y
convocadas “ante la destrucción de la Amazonía y sus pueblos,
que producirá una catástrofe global, por la inter-dependencia
profunda de todo lo que existe”. Del mismo modo, llaman en
su primer párrafo a una “movilización mundial por la Ama-
zonia”. Los objetivos de esta son tres. Detener el ecocidio, el
etnocidio y el genocidio de los pueblos indígenas.
En el primer caso, se denuncia que se “avanza al ‘pun-
to de no retorno’ de sabanización y fractura ecosistémica de
la Amazonía y sus conexiones”, y a la vez del “infierno de
las masivas quemas e incendios, del garimpo, del tráfico de
tierras, parcelación, colonización, para los intereses de la ga-
nadería, soja, palma aceitera, monocultivos, minería, hidro-
carburos y otros”. Piden un alto a lo que llaman “la dictadura
de la infraestructura (como carreteras y represas hidroeléc-
tricas) y de los ‘commodities’ convencionales o falsamente
‘verdes’. Consolidar los derechos de la naturaleza y del ecosis-
tema amazónico como ser viviente sustancial a la perviven-
cia planetaria”. Realizan un llamado urgente para que “antes
que sea irreversible, detener la catástrofe de la vida global,
por la destrucción de la Amazonía como corazón del mundo,
por sus innumerables bondades como mega biodiversidad,
oxígeno, agua dulce, regulación y refrigeración climática”. En

204
relación con su exigencia de detención de lo que denominan
etnocidio y genocidio de los pueblos indígenas, afrodescen-
dientes y amazónicos en general, expresan su agravamiento
dentro de la pandemia del Covid-19: En este sentido, llaman
a “detener las aberraciones del genocidio, necro política y los
‘cuerpos desechables’, desde los Estados, especialmente en
Brasil y otros. Erradicar el racismo estructural, social, tecno-
crático, estatal, ontológico y epistemológico; la destrucción y
homogeneización de las culturas y el mito de las ‘razas’, y así
avanzar en la descolonialidad del poder, del saber y del ser.
Dejar de ser lo que no somos, ni podemos ni queremos ser”.
En la segunda parte del documento asambleario, los or-
ganizadores realizaron varios “llamados” puntuales, que al
cierre del mismo identifican como realizados “a los ciuda-
danas-os del mundo a Amazonizarse: sellar una alianza per-
manente y solidaria con la Amazonía: ¡Informemos, movili-
cemos, actuemos en defensa de la vida y de los derechos de
las personas y de la naturaleza!”. El primero de esos llamados
es a la “cobertura de emergencia de servicios sociales, con
sistemas de salud y autocuidado basados en las estructuras
comunitarias y estatales que combinen saberes tradicionales
y medicina occidental; inversiones estratégicas y consistentes
de los poderes públicos en salud y educación, con partici-
pación y control de los pueblos amazónicos; atención inte-
gral y transfronteriza de las pandemias (actuales y futuras) y
enfermedades tropicales. Sistemas de educación bilingüe in-
tercultural de calidad y no marginales, basados en el diálogo
equitativo de saberes y el respeto del patrimonio intelectual
colectivo y transgeneracional de los pueblos”. El segundo lla-
mado está relacionado con la erradicacación de toda forma
de dominio y violencia de género. Bajo ese postulado invi-
tan a construir “efectivas relaciones de equidad de género e
intergeneracional y superando las opresiones históricas del

205
patriarcado”. En este contexto sostienen que “las mujeres
amazónicas son protagonistas de resistencia, de formas loca-
les y cíclicas de economía, de nuevas aperturas al sagrado de
la vida. La juventud amazónica fortalece los procesos, con la
renovación dirigencial y la creatividad en múltiples dimensio-
nes, como la comunicacional y artística”. También llaman a
un “autogobierno y libre determinación de los pueblos indí-
genas y la sociedad, en especial de los pueblos en aislamiento
…”. Este llamado está orientado a “superar las opresiones,
del estado-centrismo”. Dramáticamente denuncian y llaman
a detener los “los asesinatos de líderes, la defensa de los de-
fensores de la Vida, sin la criminalización y judicialización de
los derechos y luchas sociales. Institucionalidad y organiza-
ciones sociales laicas, con libre espiritualidad y sin sectas del
miedo, represión y violencia psicosocial”. Como en reiteradas
ocasiones, llaman también a “detener el extractivismo y sus
estructuras de depredación, opresión y corrupción empresa-
rial y estatal, y los tratados o acuerdos de ‘libre comercio’ que
los refuerzan. Por economías comunitarias, con reciprocidad
y solidaridad, con y dentro del bosque, para que se quede en
pie”. En lo que llaman la des-mercantilización de la Vida,
llamaron a “Detener la dictadura ecocida de los negocios
del capitalismo privado y del capitalismo de Estado, en sus
diversas expresiones políticas. Justicia climática con reduc-
ción neta de emisiones sin falsas soluciones (geoingeniería,
mercado de carbono y otras). Acción social y estatal para
detener las mafias, sicariato y todas las formas de violencia
de las ‘economías’ ilegales en la minería, madera, narcotrá-
fico, plantaciones y tráfico de tierras”. Finalmente llaman a
la creación de “ciudades inclusivas, igualitarias, acogedoras,
ecológica y económicamente sustentables. Políticas urbanas
e inversión, con prioridad al derecho a una vivienda digna, el
acceso al agua y saneamiento básico, a relaciones justas en el

206
intercambio con el campo y la floresta. Detener el consumo
de productos amazónicos basados en el ecocidio, etnocidio
y múltiples formas de opresión”. Claman concluyendo ese
llamado para que “¡ni una gota más de sangre indígena y po-
pular en las economías amazónicas! Frenar el crecimiento sin
fin en un planeta limitado y los patrones de consumo incom-
patibles con la preservación de la vida”.
Los asambleístas, al cierre del histórico documento ex-
presan creer en “los procesos de auto organización de los
pueblos en la Pan Amazonía y el Abya Yala, con la movili-
zación de las comunidades, ciudades y movimientos socia-
les”. No dudan en concluir su declaración final con una serie
de expresiones determinantes y urgentes: “¡Ya no hay más
tiempo! ¡Basta de antropocentrismo, de soberbia suicida, de
tecnolatría del crecimiento ilimitado, hasta la explosión glo-
bal! La Amazonía no nos ‘pertenece’, nosotros convivimos
y dependemos de ella. Vida plena es la interdependencia en-
tre todo lo que existe. ¡Amazonía Viva, Humanidad Segura,
¡Buen Con-Vivir para todas y todos!”.

207
EL PECADO ECOLÓGICO
Y LA CONVERSIÓN ECOLÓGICA

Agosto 2020

Proponemos definir el pecado ecológico como una acción de omisión


contra Dios, contra el prójimo, la comunidad y el medio ambiente. Es
un pecado contra las generaciones futuras y se manifiesta en actos
y hábitos de contaminación y destrucción del medio ambiente,
transgresiones contra los principios de interdependencia y la ruptura de
redes de solidaridad entre las criaturas (cf. Catecismo de la Iglesia
Católica, 340-344) y contra la virtud de la justicia (Sínodo, 82).

Partiendo de la cita de referencia, Alfonso Murad1 realiza una


abundante y prolífica reflexión sobre el tema por él titulado
“El pecado ecológico y la conversión ecológica”. Sobre el
mismo título, que Murad anticipa que le resulta indispensable
para entender y utilizar este concepto que incluye el cambio
personal colectivo, de la mentalidad y estructuras, es decir
una conversión, escribe un artículo de cincuenta apartados
que fuera publicado por la revista EcoTeología#2 2.
En la primera parte, explica cómo aparecen las nociones
de pecado y conversión en la Biblia y sus implicaciones socia-
les. Luego, el autor prefacia que desea mostrar como el peca-
do ecológico deriva del pecado social o estructural, utilizando
los documentos de los obispos latinoamericanos en Medellín,
Puebla y Aparecida. En tercer lugar –sigue diciendo el autor–
intenta responder a una pregunta crucial para la pastoral: ¿por

1 Pedagogo, activista ambiental y doctor en teología. Hermano marista,


profesor e investigador de la Facultad Jesuita de Filosofía y Teología y del
ISTA, en Belo Horizonte.
2 Fuente: Agencia Ecuménica de Comunicación desde América Latina y
Caribe.

208
qué gran parte de los cristianos tiene dificultad para aceptar
los temas del pecado y la conversión ecológica? Finalmen-
te, toma como propuesta de conversión ecológica la citada
en Laudato Si’, anticipando que no incluirá el Sínodo para la
Amazonía, ya que, a su juicio, merece otra reflexión.

Para concluir el trabajo, deja varias y desafiantes conclu-


siones abiertas que desarrollamos en el presente artículo por
su valor de ampliar horizontes de pensamiento, reflexión y
acción. Justamente, en la primera de ellas llama a pensar en
una acción u omisión contra Dios, contra el prójimo, la comunidad
y el ambiente. Sobre esto, el autor afirma que “aquí se enfatiza
su aspecto objetivo y complejo. El pecado ecológico rompe
el pacto con Dios, daña a las personas, a las comunidades y al
medio ambiente que nos rodea y del cual somos parte. Tal pe-
cado es efectivo en acciones humanas visibles. Pero el ser hu-
mano también forma parte de él cuando calla ante la injusti-
cia socio ambiental o es cómplice de ella”. Luego, y elevando
su mirada a la relación entre pecado y las generaciones futu-
ras afirma que: “Somos responsables de la continuidad de la
vida en nuestro hogar común, en toda su extensión. La ecolo-
gía evoca un compromiso con el presente y el futuro. La so-
lidaridad intergeneracional se aplica no solo a la comunidad
humana, sino también a otras especies de seres vivos que
habitan nuestro planeta”. Continuando con sus pensamien-
tos alrededor del pecado ecológico expresado en acciones,
Murad concluye que “que causan impactos negativos que se
acumulan lentamente con el tiempo (contaminación) o tienen
un efecto inmediato (destrucción). Proviene de hábitos y per-
cepciones que tienen su raíz en la desviación del corazón hu-
mano y se exterioriza en estructuras de pecado, que rompen
el equilibrio de los ecosistemas”. Esto lo invita a reflexionar
desde la mirada donde “Él se manifiesta en actos y hábitos

209
de contaminación y destrucción de la armonía del ambien-
te”. Siguiendo con el tema, insiste en que incluye “transgre-
siones contra los principios de interdependencia y la ruptura
de redes de solidaridad entre criaturas y contra la virtud de
la justicia”. Según su mirada “aquí se señalan cuestiones más
profundas relacionadas con el pecado ecológico. El indivi-
dualismo moderno y la globalización de la indiferencia frente
al dolor de los pobres y el planeta tienen su causa humana en
el paradigma antropocéntrico desordenado. Rompe con la
solidaridad básica entre las criaturas, y pone la competencia, y
el éxito individual como valores supremos. En el lenguaje de
las escrituras judías, diríamos que es una forma de idolatría,
una forma de abandonar el camino de la vida y seguir los ras-
tros de la muerte”. Casi finalizando sus conclusiones, Alfon-
so Murad, expresa sus dudas sobre si el concepto de “pecado
ecológico” es el más conveniente para abarcar el conjunto de
situaciones y estructuras, actitudes y actos, a nivel personal,
comunitario, institucional, corporativo, económico y políti-
co, contra Dios y nuestro hogar común. Para el, quizás sería
mejor hablar de: “pecado contra la madre tierra”, o “pecado
contra la ecología integral”, o “pecado socio ambiental”. La
noción de pecado ecológico es una extensión de la noción
de pecado social o pecado estructural, cuando incorpora el
nuevo paradigma de la conciencia ecológica. A modo de sín-
tesis, el final de sus conclusiones abiertas a la reflexión ex-
presa su creencia de que “el objetivo principal del discurso
debe ser la conversión ecológica, que requiere reparación real
de los daños causados en contra la biosfera y sus miembros:
los seres abióticos (agua, aire, suelo y energía) y los organis-
mos vivos (microorganismos, plantas, animales y nodos hu-
manos). Esto implica simultáneamente actitudes personales,
colectivas y un nuevo proyecto de sociedad”. Por todo esto,
ya a modo de invitación personal manifiesta que “cada uno

210
de nosotros, en diferentes grados y esferas de existencia, par-
ticipa en la condición de peregrino(a) en el camino de la vida,
que llamamos santidad, así como del pecado. Por lo tanto, de-
bemos ‘mirar y orar’ (Mt 26,41). Con humildad, examinemos
nuestras actitudes y gestos, a la luz de la misericordia de Jesús
y su llamado a la conversión. Esta conversión significa pasar
del mal al bien, así como pasar de bueno a mayor bien. La
oración nos conecta con el Dios de la Vida y fortalece en no-
sotros la vocación de discípulos y misioneros. Actuamos en
grupos, para defender el medio ambiente y las comunidades
afectadas por la minería. Fomentamos una espiritualidad eco-
lógica, que implica lucha por la justicia socioambiental, pero
que no es solo de lucha y confrontación. Ella incluye la me-
ditación de la Palabra de Dios, el cultivo de la paz interior, la
gratitud hacia los demás y la naturaleza, la alegría de saborear
las pequeñas cosas de la vida cotidiana, la alabanza y la acción
de gracias a Dios, la experiencia de la comunión con el suelo,
el agua, el aire, plantas, animales y personas”.

211
POR LA DIGNIDAD DE LOS DESCARTADOS

Agosto 2020

En la mañana del sábado 15 de agosto se inauguró en Bue-


nos Aires la Universidad Latinoamericana de las Periferias
–ULPe–. La misma se realizó con una misa online de doble
celebración por tratarse del “Día de la Asunción de la Virgen
María”. La Misa, que se llevó a cabo a las 9 de la mañana fue
presidida por Mons. Gustavo Carrara, vicario episcopal para
las villas de CABA. Mons. Carrara, en la homilía, hizo refe-
rencia a la Virgen de Guadalupe, patrona del pueblo Latinoa-
mericano diciendo: “ Ponemos en sus manos el proyecto de
la ULPe, le pedimos que en todo tiempo nos lleve caminando
y que nunca permita que nos olvidemos de los últimos, que
son valiosos”. En su intervención de manera virtual, el Padre
“Pepe” Di Paola expresó que “Rescatar la sabiduría del pue-
blo y que sea el pueblo el que encamine el proyecto de Nación
que queremos nos parece extraordinario. Esta Misa es como
una caminata hacia el Santuario de Nuestra Virgen de Luján.
Que Dios nos bendiga en este camino”. También, el Padre
“Charly” Olivero quiso estar presente en la Misa celebrativa
manifestando que “Este proyecto lo estamos haciendo co-
munidades eclesiales y de las organizaciones sociales nuclea-
das en la UTEP. Ponemos en las manos de Nuestra Madre
la Virgen el camino de este proyecto, que sea un camino real
para las personas más postergadas del suelo argentino”.
Posteriormente a las 10 horas se desarrolló la Cátedra
Abierta Inaugural de la ULPe también en forma virtual. De la
misma participaron la Secretaría de Desarrollo Socio urbano,
Fernanda Miño, el secretario de la Unión Obrera de la Cons-
trucción, Gerardo Martínez, el ex ministro de Obras Públicas

212
de la provincia de Córdoba Hugo Testa, el dirigente de los
Movimientos Populares, MTE-UTFP Juan Grabois, y el vica-
rio episcopal para las villas de CABA Mons. Gustavo Carrara.
Con una invitación de los organizadores para celebrar
juntos este sueño del pueblo hecho realidad, se adelantó que
la ULPe será un espacio de debate sobre uno de los ejes cen-
trales de la Argentina que viene en tiempos de pos pandemia:
la integración socio urbana de las villas y barrios populares,
cuya columna vertebral es el acceso a las tres T, tierra, trabajo
y techo.
El proyecto educativo de la Universidad Latinoamerica-
na de las Periferias está centrado en el Desarrollo Humano
Integral. Ofrece educación superior destinada a mejorar la
calidad de vida de las personas que viven en los barrios popu-
lares para poner en valor el reconocimiento y la dignidad de
los descartados del sistema económico. La ULPe está desti-
nada a los desocupados, campesinos, indígenas, horticultores,
cartoneros, vendedores ambulantes y trabajadoras y trabaja-
dores de la economía popular.
El objetivo es poner a la economía al servicio de los pue-
blos desde un conocimiento producido desde el pueblo, des-
de abajo, desde los márgenes y las periferias, orientado en la
conquista de nuestras banderas, las ya citadas “Tierra-Trabajo
y Techo”.
La Universidad Latinoamericana de las Periferias –ULPe–
surge como una necesidad de sistematizar la sabiduría popular
y el conocimiento producido en el camino común que vienen
recorriendo los Hogares de Cristo y los movimientos socia-
les nucleados en la UTEP, para seguir encontrando respuestas
reales a los problemas de nuestros barrios, comunidades y es-
pacios de la economía popular. Los convocantes enfatizaron
que los une el anhelo de Justicia y Amistad Social en el marco
del nuevo orden mundial de pospandemia para darle una so-

213
lución definitiva al problema de la pobreza. Del mismo modo
expresaron que se inaugura esta propuesta junto a diversos
espacios políticos, religiosos, sindicales, académicos y cultu-
rales de la organización popular unidos.
El poliedro que nos identifica, y que está presente en el
logo de la Universidad, es la figura geométrica que eligió el
Papa Francisco como propuesta inclusiva para alcanzar el bien
común y la paz social mundial, ya que posibilita la unidad en la
diferencia. Para ello, citan en su invitación formal la Encíclica
Evangelli Gaudium donde cita esta figura geométrica: “El mo-
delo no es la esfera (...), donde cada punto es equidistante del
centro y no hay diferencias entre unos y otros. El modelo es
el poliedro, que refleja la confluencia de todas las parcialidades
que en él conservan su originalidad. Tanto la acción pastoral
como la acción política procuran recoger en ese poliedro lo
mejor de cada uno. Allí entran los pobres con su cultura, sus
proyectos y sus propias potencialidades. Aun las personas que
puedan ser cuestionadas por sus errores, tienen algo que apor-
tar que no debe perderse. Es la conjunción de los pueblos que,
en el orden universal, conservan su propia peculiaridad; es la
totalidad de las personas en una sociedad que busca un bien
común que verdaderamente incorpora a todos”.

214
JORGE LUIS BORGES,
SUS ANCESTROS PROTESTANES Y LA BIBLIA

Agosto 2020

Este 24 de agosto se cumplen 121 años del nacimiento de


Jorge Luis Borges, sin dudas, uno de los escritores argenti-
nos más importantes y prolíficos de la literatura universal.
Mucho se ha escrito sobre la influencia religiosa de Borges
en su obra. Numerosos cuentos como “Los teólogos”, “El
Evangelio según San Marcos” o “El libro en la arena” donde
aparece lo que en su tiempo se llamaba colpotor, en este caso
un presbiteriano de la Sociedad Bíblica, quien le ofrece una Bi-
blia con el argumento de tratarse de un libro infinito. Si bien el
mismo Borges se ha identificado como agnóstico, es impor-
tante, y poco conocida la influencia en su vida y literatura de
sus ancestros protestantes.
Según el historiador Martín Hadis3, Jorge Luis Borges
descendía de los británicos Haslam de quienes recibió su le-
gado intelectual y también le proveyó la forma de cristianis-
mo que practicaban, dejando una fuerte impronta tanto en
su persona como en sus escritos. Los Haslam, habían incur-
sionado en el metodismo y el anglicanismo, y nunca abando-
nado sus raíces calvinistas. Es por ello por lo que Borges se
identifica en cuestiones de religión, con su abuela protestan-
te. El mismo lo narra de esta manera:

Mi madre es ferviente católica, mi padre, como


todos los señores de su época, de éste y del otro lado
del Plata, era librepensador. Mi abuela inglesa, que

3 Literatos y excéntricos. Los ancestros ingleses de Jorge Luis Borges, Martín Hadis
-Editorial Sudamericana, abril de 2006.

215
era muy religiosa, sabía la Biblia de memoria: usted le
citaba un versículo cualquiera y ella decía: “Si, Levíti-
co, tal libro, tal versículo. Y seguía delante. O: “Libro
de Job, tal versículo”. Bueno, yo me he criado en ese
ambiente contradictorio, católico, protestante y libre-
pensador y anarquista. Sin embargo, todos nos que-
ríamos mucho y nos llevábamos bien4.

Del mismo modo, Norman Thomas Di Giovanni, quien


trabajó junto a Borges como traductor, relató sobre él que
“la religión es una de las cosas que lo diferencian de otros
intelectuales latinoamericanos. Si bien su madre es católica
devota, y su padre fue ateo, Borges era protestante de alma.
Una vez mientras nos encontrábamos trabajando el año pa-
sado en su autobiografía, escribí la frase ‘como protestante
amateur que soy…’, y Borges exclamó, deleitado: ‘¡Esos es!
¡Eso es!’”5.
Aunque es verdad que Jorge Luis Borges nunca practicó
la fe cristiana ni ninguna otra, varias veces resaltó que se ha-
bía criado oyendo de su abuela, los textos de la Biblia en la
versión inglesa antigua, que influyó también en su interés por
esas lenguas pre-anglosajonas. En uno de sus últimos discursos
pronunciados en inglés, en la Universidad de Harvard durante
el curso 1967-1968 y disertando sobre la importancia de la lite-
ralidad lingüística en las traducciones poéticas expresó:

¿Cuál fue el origen de las traducciones literales?


No creo que surgieran de la erudición; no creo que
surgieran del escrúpulo. Creo que tuvieron un origen
teológico. Cuando tocó traducir la Biblia se planteó

4 “Borges juzga a Borges”, revista Plural, agosto de 1974.


5 Norman Thomas Di Giovanni, citado por Selden Rodman en su libro
Tongues of Fallen Angels.

216
un asunto muy diferente, porque se suponía que la Bi-
blia había sido escrita por el Espíritu Santo. Cuando
pensamos en el Espíritu Santo, cuando pensamos en
la infinita inteligencia de Dios comprometida en una
tarea literaria, no podemos concebir elementos ca-
suales –elementos azarosos– en su obra. No. Si Dios
escribe un libro, si Dios condesciende a la literatura,
entonces cada palabra, cada letra, como dicen los ca-
balistas, debe haber sido meditada a fondo. Y podría
ser una blasfemia manipular el texto escrito por una
inteligencia infinita y eterna. Creo, así, que la idea de
una traducción literal surge con las traducciones de
la Biblia6.

Sea como fuere Jorge Luis Borges en la intimidad de su vida


espiritual, la influencia de la fe protestante y muy especialmente
de la recitación de los textos bíblicos de parte de su abuela, for-
maron en este extraordinario escritor un sustrato trascendente
que luego se vio reflejado en sus obras y discursos.

6 Arte poética. Jorge Luis Borges. Editorial Critica, 2001.

217
EL ECUMENISMO DE LA SOLIDARIDAD

Septiembre 2020

El reciente documento Al servicio de un mundo herido en solida-


ridad interreligiosa: un llamado cristiano a la reflexión y a la acción
durante y después de la pandemia de COVID-19 es mucho más
que un acuerdo de buenas intenciones. Es la muestra visible
de una unión centrada en la oración ecuménica de Jesús (Jn
17,21) que entiende que el kairos del encuentro interreligio-
so transita hoy los caminos de la solidaridad. En estos tiem-
pos de pandemia, el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) y
el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso (PCDI),
hacen con este documento un llamado a un ecumenismo que
sane, de esperanza, amor, compasión, y ayude a replantear-
se el mundo post-COVID-19. Al discernir los tiempos ac-
tuales con la hermenéutica de la fe cristiana que nos une de
una manera sólida, le dan el sustrato etimológico y el envió
axiomático a la solidaridad cristina. Responde con creces a la
pregunta: ¿Para qué sirve el ecumenismo y el diálogo interre-
ligioso hoy? ¡Para la solidaridad!
Esa búsqueda de un caminar ecuménico que conjugue el
amor como un don kerigmático superador de las diferencias,
tiene justamente un antecedente importante en relación al
Consejo Mundial de Iglesias y la Santa Sede. En junio de 2018,
el Papa Francisco viajó a Ginebra para la conmemoración de
los 70 años de ese Consejo. En su homilía del 21 de junio, el
Papa Bergoglio expresó: “El hombre es un ser en camino.
El corazón nos invita a marchar, a alcanzar una meta. Pero
caminar es una disciplina, un esfuerzo, se necesita cada día
paciencia y un entrenamiento constante. Es preciso renun-
ciar a muchos caminos para elegir el que conduce a la meta y

218
reavivar la memoria para no perderla. Caminar requiere la hu-
mildad de volver sobre los propios pasos y la preocupación
por los compañeros de viaje, porque únicamente juntos se
camina bien”. También reforzó el concepto al decir que: “Ca-
minar según el Espíritu es rechazar la mundanidad. Es elegir
la lógica del servicio y avanzar en el perdón. Es sumergirse en
la historia con el paso de Dios; no con el paso rimbombante
de la prevaricación, sino con la cadencia de ‘una sola frase:
amarás a tu prójimo como a ti mismo’”. Finalizando, y dentro
de la mirada de que, si Cristo es el camino al ecumenismo, el
encuentro interconfesional cristiano es el “ecumenismo del
camino”, el Santo Padre declaró que: “Caminar juntos para
nosotros cristianos no es una estrategia para hacer valer más
nuestro peso, sino que es un acto de obediencia al Señor y de
amor al mundo. Pidamos al Padre que caminemos juntos con
más vigor por las vías del Espíritu. La cruz oriente el camino,
porque allí, en Jesús, los muros de separación ya han sido
derribados y toda enemistad ha sido derrotada (cf. Ef 2, 14).
Allí entendemos que, a pesar de todas nuestras debilidades,
nada nos separará de su amor (cf. Rm 8, 35-39)”.
Durante el pontificado del Papa Francisco, y en ese ca-
mino interreligioso, él ha hablado del “ecumenismo de la
Palabra”, del “ecumenismo de la oración”, del “ecumenis-
mo de la diversidad reconciliada” y en tiempos recientes del
“ecumenismo de la sangre” haciendo dramática referencia
al martirio cristiano que no discrimina denominaciones. En
octubre de 2016 y conmemoración de los 500 años de la Re-
forma, S.S. Francisco viajó a las ciudades suecas de Lund y
Molme para un encuentro luterano-católico. Muchas fueron
las expresiones de unidad en la diversidad gestuales, discursi-
vas y documentadas en ese viaje histórico. En ese encuentro
y bajo el lema “Del Conflicto a la comunión”, que se tradujo
en una declaración conjunta, resalta el “ecumenismo de la

219
misericordia”. El quinto imperativo del último capítulo del
documento que lleva el mismo título del lema lo expresa cla-
ramente: “Católicos y luteranos deben dar testimonio común
de la misericordia de Dios en la proclamación y el servicio
al mundo” (art. 243). En la Catedral de Lund, Francisco lo
expresó de esta manera: “Jesús intercede por nosotros como
mediador ante el Padre, y le pide por la unidad de sus dis-
cípulos ‘para que el mundo crea’ (Jn 17, 21). Esto es lo que
nos conforta, y nos mueve a unirnos a Jesús para pedirlo con
insistencia: ‘Danos el don de la unidad para que el mundo
crea en el poder de tu misericordia’. Este es el testimonio que
el mundo está esperando de nosotros. Los cristianos seremos
testimonio creíble de la misericordia en la medida en que el
perdón, la renovación y reconciliación sean una experiencia
cotidiana entre nosotros. Juntos podemos anunciar y mani-
festar de manera concreta y con alegría la misericordia de
Dios, defendiendo y sirviendo la dignidad de cada persona.
Sin este servicio al mundo y en el mundo, la fe cristiana es
incompleta”.
En estos tiempos de pandemia, la solidez del ecumenis-
mo se conjuga en la semiótica de la solidaridad que incluye
en su integridad caminante al ecumenismo de la misericordia,
de la oración, de la sangre y de la caridad. Y lo hace, expan-
diendo avenidas cristianas que se abren a la luz de las siete re-
comendaciones con las que concluye el documento Al servicio
de un mundo herido en solidaridad interreligiosa: un llamado cristiano
a la reflexión y a la acción durante y después de la pandemia de CO-
VID-19. Ésta son: “Encontrar maneras de dar testimonio del
sufrimiento, llamar la atención sobre él y desafiar a cualquier
fuerza que pretenda silenciar o excluir la voz de los heridos y
vulnerables entre nosotros, haciendo responsables a las per-
sonas y estructuras que están detrás de este sufrimiento”. En
segundo lugar, promover la cultura de la inclusión; y la ter-

220
cera: alimentar la solidaridad a través de la espiritualidad. En
cuarto lugar, ampliar la formación del clero, agentes de pasto-
ral y los fieles en la importancia de la cooperación con otros;
quinto, comprometer y apoyar a la gente joven; sexto, crear
espacios para el diálogo y, séptimo, reestructuras proyectos y
procesos que permitan la solidaridad interreligiosa.

221
RECONSTRUYENDO LA CASA COMÚN
CON LA PALABRA DE DIOS

Septiembre 2020

La restauración de la identidad como pueblo de Dios, la re-


novación de la esperanza en la comunidad, el retorno de la
confianza social en políticos justos, la necesidad de retomar el
legado de paz generacional, y la revalorización de la fe como
ethos nacional, fueron los ejes centrales del reinado de Josías
en Judá (2 Re 22, 1-23, 30; 2 Cr 34, 1-35, 27). Pero semejante
reconstrucción ecuménica, por tener raíces en el hábitat, mi-
rada en el ser individual y social, y proyección en la espiritua-
lidad ancestral, solo podía ser integral si se comenzaba por la
casa de Dios, espejo teologal de la casa común. Conocedor
de la necesidad y urgencia de esta tarea liberadora indispen-
sable, luego de tantos años de desastre, dolor y muerte, Josías
emprende la tarea (2 Re 22, 4-6). Recién cuando pusieron ma-
nos a la obra en esa reconstrucción fundacional, encontraron
la piedra fundamental que cambiaría el eje y el sentido del rei-
nado restaurador del bisnieto de Ezequías: la palabra de Dios.
El texto bíblico lo narra de esta manera: “Cuando estaban
ingresando al templo, el sacerdote Jelcías, encontró el libro
de la ley del Señor escrito por Moisés” (2 Cr 34, 14). Una vez
que Josías recibió el libro sagrado, y habiendo consultado a
la profetisa Huldá sobre los pasos a seguir, emprende la mi-
sión mas profunda de la reconstrucción de su reino, la casa
común judía: la renovación de votos populares y dirigenciales
alrededor del pacto con el Creador. “Entonces el rey mandó
llamar a todos los ancianos de Judá y de Jerusalén, para que
se reunieran con él. Luego el rey y todos los hombres de Judá,
y los habitantes de Jerusalén, y los sacerdotes, los profetas y

222
la nación entera, desde el más pequeño hasta el más grande,
fueron al templo del Señor. Allí el rey les leyó en voz alta todo
lo que decía el libro de la alianza que había sido encontrado
en el templo del Señor. Luego el rey se puso de pie junto a
la columna, y se comprometió ante el Señor a obedecerle, a
poner en práctica fielmente y con toda sinceridad sus man-
damientos, mandatos y leyes, y a cumplir las condiciones de
la alianza que estaban escritas en el libro. Y todo el pueblo
aceptó también el compromiso” (2 Re 23, 1-3).
En América Latina durante septiembre, se celebra el Mes
de la Biblia. La Iglesia Católica por el recordatorio de San Je-
rónimo quien fuera en vida el traductor de la Vulgata o Biblia
al idioma latín; la Iglesia Ortodoxa, recalcando que en idioma
griego se escribieron los Santos Evangelios y los demás libros
del Nuevo Testamento; mientras que las iglesias evangélicas
y protestantes conmemoran el advenimiento de la traducción
española Reina-Valera.
El relato del rey Josías, si bien está situado cronológica-
mente en los años 640-609 ac, tener una connotación histó-
rica pre babilónica, y un contexto veterotestamentario pro-
fético, bien nos puede iluminar este presente de una manera
significativa.
Este mes de la Biblia nos encuentra en nuestros países
latinoamericanos en la etapa más crítica del COVID-19. Un
continente atravesado por una pandemia que ha puesto en
colapso gran parte del ya endeble sistema sanitario, y que es
traducido dolorosamente en millones de enfermos y cientos
de miles de muertos. Por otro lado, el terremoto sanitario del
virus está provocando el tsunami de las tragedias alimenta-
rias, laborales y sociales que han elevado los índices de pobre-
za y desocupación a niveles nunca vistos. Todo esto dentro
de una crisis ecológica que, teniendo epicentro en el ecocidio
amazónico, está repercutiendo en toda la casa común de la

223
que llamamos por estas latitudes “la patria grande latinoame-
ricana”.
Deberemos cuanto antes comenzar la restauración de la
identidad como pueblos, la renovación de la esperanza comu-
nitaria, el retorno de la confianza social en políticos justos,
la necesidad de retomar el legado de paz generacional, y la
revalorización de la fe sencilla, pura y popular como ethos
cultural. En esta reconstrucción integral y ecuménica de la
casa común morena, deberemos reencontrarnos con la pa-
labra de Dios. No como un mero instrumento religioso, ni
como una fría herramienta literaria y mucho menos como
un amuleto de simbología política vacía. Si, como la palabra
de fe, de esperanza, de caridad, de reconciliación y de her-
mandad latinoamericana. Palabra viva que sepa dialogar con
los pobres de la tierra, con la tierra generosa, con todas las
culturas ancestrales y las confesiones de fe populares maravi-
llosamente diversas. Entonces, parafraseando el último texto
bíblico citado arriba, desde todas las voces de la fraternidad
americana: “llamar a las naciones enteras, a todos los repre-
sentantes, desde los ancianos hasta los niños, a cumplir las
condiciones de la alianza. Y todos los pueblos aceptarán el
compromiso”. Compromiso de sanar la casa común íntegra-
mente bajo la mirada misericordiosa de la palabra encarnada
que sostiene todo el universo (Heb 1, 3).

224
DEL VALLE DE LA MUERTE
AL DE LA VIDA EN TIEMPOS DE PANDEMIA

Septiembre 2020

En estos tiempos de pandemia, muchas veces solo podemos


ver a nuestro alrededor la sequedad de nuestras almas sufrien-
tes ante un valle planetario signado por la muerte. Nos cuesta
mirar hacia adelante, especialmente para encontrar caminos se-
guros para recorrer, guías confiables donde recurrir y horizon-
tes de esperanza para soñar. Como diría el salmista, estamos
atravesando un valle de sombras y muerte (Salmo 23, 4).
La crisis ha aumentado nuestra conciencia de fragilidad
de una manera impensada y nos reconocemos diminutos y
débiles por lo vivido. Nos sentimos a la vez desorientados en
nuestro anhelo de que la vida vuelva a ser como lo era antes.
Sin embargo, muy dentro nuestro, también percibimos que
aquel mundo de antes también mostró que era una construc-
ción débil. Que en definitiva aquel era más parecido a una
torre de naipes en donde las cartas conocidas de un mazo que
creíamos único, se derrumbaron frente a los primeros soplos
de un virus microscópico. Nos dimos cuenta también de la
íntima relación de los ecosistemas naturales y económicos de
nuestra casa común, habían sido descuidados. Y fue enton-
ces que los soplos de la pandemia provocaron la tormenta
perfecta para que toda esa débil construcción se viniese abajo
dejando frente a nosotros destrucción, miedo y muerte.
¿Cómo sanar nuestro mundo? ¿Cómo reconstruir nues-
tras vida, familias, sociedades y nuestra casa común? ¿Cómo
recobrar la esperanza? ¿De dónde buscar fuerzas para repen-
sar el futuro? ¿Quién nos ayudará para hacer nuevas y mejo-
res las frágiles certezas donde nos sentíamos seguros? ¿Cómo

225
imaginar un mundo realmente inclusivo desde la ecología in-
tegral? ¿Dónde encontrar la creatividad y la imaginación para
una nueva vida en común? ¿Cómo recuperar nuestras aspira-
ciones de ser una nueva comunidad mundial con justicia, paz,
equidad y amor? ¿Podemos tener esperanza en que todos es-
tos interrogantes tengan una respuesta?
Viene inmediatamente a mi mente, la visión simbólica,
profética y esperanzada de la restauración de la Casa Común
del pueblo de Israel que encontramos en Ezequiel 35, 1-14.
Vale la pena leer el texto:

1
La mano de Jehová vino sobre mí, y me llevó en
el Espíritu de Jehová, y me puso en medio de un
valle que estaba lleno de huesos. 2 Y me hizo pasar
cerca de ellos por todo en derredor; y he aquí que
eran muchísimos sobre la faz del campo, y por cierto
secos en gran manera. 3 Y me dijo: Hijo de hombre,
¿vivirán estos huesos? Y dije: Señor Jehová, tú lo sa-
bes. 4 Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos,
y diles: Huesos secos, oíd palabra de Jehová. 5Así
ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí,
yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis. 6 Y
pondré tendones sobre vosotros, y haré subir so-
bre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré
en vosotros espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy
Jehová. 7 Profeticé, pues, como me fue mandado; y
hubo un ruido mientras yo profetizaba, y he aquí un
temblor; y los huesos se juntaron cada hueso con
su hueso. 8 Y miré, y he aquí tendones sobre ellos, y
la carne subió, y la piel cubrió por encima de ellos;
pero no había en ellos espíritu. 9 Y me dijo: Profetiza
al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu:
Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de los

226
cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivi-
rán. 10 Y profeticé como me había mandado, y entró
espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus
pies; un ejército grande en extremo. 11 Me dijo lue-
go: Hijo de hombre, todos estos huesos son la casa
de Israel. He aquí, ellos dicen: Nuestros huesos se
secaron, y pereció nuestra esperanza, y somos del
todo destruidos. 12 Por tanto, profetiza, y diles: Así
ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo abro vuestros
sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras
sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel. 13 Y sabréis
que yo soy Jehová, cuando abra vuestros sepulcros,
y os saque de vuestras sepulturas, pueblo mío. 14 Y
pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré
reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová
hablé, y lo hice, dice Jehová”.

Todos aquellos interrogantes se resumen en la pregunta


que el Señor le hace a Ezequiel puesto al frente del valle de los
huesos secos “¿Vivirán esos huesos?”. El profeta es llamado
entonces a utilizar el lenguaje de la esperanza que lo ayude a
reconstruir desde esa escena dantesca una nueva humanidad.
Una nueva “casa de Israel”, equivalente profético y soterioló-
gico de una “casa común” ecuménicamente sana. Solo un re-
novado y potente viento del Espíritu producirá el milagro de
una nueva encarnadura humana y comunitaria, o sea una nue-
va humanidad. Deberá ser un camino de reconstrucción. En
él, los huesos de las individualidades deberán volverse a unir
comunitariamente, los tendones de la solidaridad deben sos-
tenerlos y la piel que cubre la carne nueva deberá contar con
una sensibilidad que prefiere sentir el dolor del otro al suyo
propio. Entonces, los cuatro vientos cardinales del Espíritu
le deberán dar una espiritualidad en 360 grados, es decir un

227
soplo pneumático planetaria y común. Y también, esa nueva
casa común planetaria, habitada por una nueva humanidad,
requeriría una renovada espiritualidad. Una espiritualidad ba-
sada en el soplo fresco y nuevo de Dios. Y para ello, es bueno
volver al Salmo 23 guiados por la vara del Señor, el gran y
buen pastor (Sal 23, 4). Allí, nos esperarán verdes pastos (v
2) para nuestro descanso, aguas tranquilas que nos renueven
las fuerzas luego de esta tormenta viral (v 2-3), la bondad y el
amor serán las guías de una nueva vida (v 6), y en la casa co-
mún creada por el buen Pastor podremos vivir para siempre
en paz y armonía integral (v 6). ¡Que así sea!

228
JESÚS, EL MÉDICO DEL AMOR DIVINO
INTEGRAL EN TIEMPOS DE PANDEMIA

Octubre 2020

El COVID-19 no hizo ni hace acepción de personas. De alguna


manera su ADN virulento no discriminó razas, nacionalidades
ni estatus social o económico en sus víctimas. Sin embargo, esa
horizontalidad igualitaria del coronavirus se encontró a su paso
por el planeta con desigualdades y discriminaciones prexistentes.
Es curioso y triste a la vez que muchos hayan necesitado del
ataque de un enemigo invisible para que se visibilicen pandemias
subyacentes en el seno de una humanidad enferma. Enferma
con los virus de las injusticias sociales, la desigualdad de opor-
tunidades, la marginalidad selectiva de clases, la desprotección
de los descartados y el egoísmo de quien acumula egoístamente
para sí recursos sanitarios limitados.
En el relato del evangelio juanino, y en ocasión del ter-
cer signo milagroso de Jesús, se presenta una escena que nos
puede ayudar a comprender situaciones como las que esta-
mos viviendo. Pero lo que es más importante, nos inspirará
para reflexionar en el modelo del Maestro para sanar con su
Amor. El Papa Francisco, en su tercera catequesis sobre “Sa-
nar el mundo” del 19 de agosto pasado, citó este texto bíbli-
co con estas palabras: “Con el ejemplo de Jesús, el médico
del amor divino integral, es decir de la sanación física, social
y espiritual (cf. Jn 5, 6-9) –como era la sanación que hacía
Jesús–, tenemos que actuar ahora, para sanar las epidemias
provocadas por pequeños virus invisibles, y para sanar esas
provocadas por las grandes y visibles injusticias sociales”1.

1 http://www.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2020/
documents/papa-francesco_20200819_udienza-generale.html

229
El texto relata el espacio y la situación con la que se en-
cuentra Jesús de esta manera: “Junto a la puerta de las Ovejas,
en Jerusalén, hay una piscina llamada en hebreo Betsata, que
tiene cinco pórticos. Bajo esos pórticos yacía una multitud
de enfermos, ciegos, paralíticos y lisiados, que esperaban la
agitación del agua” (Jn 5, 2-3).
Jesús se encuentra allí con un “mundo” integralmente
enfermo. Una enfermedad evidente en el universo de per-
sonas con todo tipo de dolencias que anhelaban ser sanadas.
Una segunda enfermedad provocada por el sistema sanita-
rio que en la práctica era una “oferta milagregra meritocrá-
tica”. Esto era así, porque la creencia popular de que quien
llegara primero al estanque luego de la infrecuente agitación
del agua quedaría sano, generaba una evidente injusticia. Los
más débiles y los que estaban en las periferias de ese hospital
místico no tenían chance de llegar. Una tercera enfermedad
marcada por diferencias de clase económica. Quienes tenían
“un plan preferencial de clase” de los recursos de acceso es-
taban mejor posicionados para salvarse. Aquel que tenía una
“ambulancia propia” con criados que lo llevasen a la zona de
la terapia intensiva del agua removida tendría más “oxigeno”
de chances de supervivencia. Una cuarta enfermedad, la del
egoísmo. Si tuviéramos que darle nombre a ese hospital, lo
podríamos llamar “Sálvese quien pueda”. Como solo había
lugar para uno solo en el momento de la agitación de aguas,
la competencia era brutal. Solo los más fuertes, los mejor ubi-
cados y paradójicamente los menos graves podían sanarse, y
al hacerlo les ganaban a los débiles, los alejados y los graves.
En esta pandemia, como dijimos al comienzo los más
vulnerables y los pobres tuvieron que sufrir las asimetrías de
un derecho humano esencial como es la salud. En este uni-
verso mundial o local de enfermedad viral, fueron los que
perdieron la carrera de la meritocracia social, del querer y no

230
poder, de la injusticia sanitaria, de la escasez de recursos, del
egoísmo de los derechos sanitarios de clase y de sus agravan-
tes prexistentes. En este sector que genéricamente podemos
llamar “los pobres frente a la pandemia” encontramos a los
ancianos, que, por su edad, enfermedades prexistentes, haci-
namiento en asilos invivibles o descartados de hecho frente
a otra persona en el uso de un solo respirador disponible
llevaron todas las de perder. Luego, los pobres en términos
económicos. Desde luego que debemos considerar a los ha-
bitantes de las villas, las favelas o los barrios de las periferias
humanas y existenciales. Su vulnerabilidad dada por sus pocas
defensas originadas por su mala alimentación desde niños o
su escasa o nula detección de enfermedades agravantes como
la diabetes, los hizo quedar a mitad de camino o a las puertas
del corredor sanitario. Finalmente, los pueblos originarios,
especialmente en los hermanos y hermanas de la Amazonía.
Sin anticuerpos ancestrales ante enfermedades virales y con
escaso acceso a recursos de protección sanitarias fueron los
que tuvieron que ver enfermar y morir a sus hermanos con la
tristeza de no poder levantar los brazos y los pies para cam-
biar un ápice su situación.
Pero Jesús, nuevamente nos marca el camino con su
amor. En texto seleccionado, él elige a una persona grave-
mente enferma, imposibilitada de caminar, tirada en los már-
genes del estanque-hospital, habiendo esperado 38 años (más
de una generación) su sanidad, pero con la esperanza sencilla
y noble de los pobres y vulnerables. El diálogo entre Jesús y
esta persona es aleccionador. “Jesús le preguntó ¿Quieres cu-
rarte? El respondió: Señor, no tengo a nadie que me sumerja
en la piscina cuando el agua comienza a agitarse; mientras que
yo voy, otro desciende antes. Jesús le dijo: ¡Levántate, toma
tu camilla y camina! ¡Enseguida el hombre se curó, tomó su
camilla y empezó a caminar!” (Jn 5, 6-9). Jesús rompe con

231
su amor activo el sistema sanitario basado en la meritocracia
existencial, en la opción preferencial por lo ricos, la exclusión
a favor de los poderosos y en la injusticia del egoísmo y el
individualismo como recursos salvíficos.
Si el COVID-19 no discrimina, pero se recrudece en un
mundo prexistente en proporciones tan injustas como negati-
vas en los pobres y vulnerables, debemos cambiar ese mundo.
Con el ejemplo de Jesús, el médico del amor divino integral
debemos actuar ahora para construir un mundo post pande-
mia más justo, inclusivo y miserordioso. Y para ello debemos
revertir en forma decisiva las desigualdades a la manera del
Hijo de Dios. Esta vez, la reconstrucción se hace desde el amor
de Dios. El amor de poner las periferias en el centro. El amor
de que ahora los últimos serán los primeros. El amor de que los
pobres serán por fin bienaventurados. El amor de que el signo
de nuestra nueva humanidad sea formado por el Dios Trino y
su Reino de justicia. La reconstrucción es urgente, imprescin-
dible y cristiana. El amor, anclado en la esperanza y fundado en
la fe, harán que un nuevo mundo sea posible.

232
TODOS HERMANOS EN EL BANQUETE
DEL REINO DE DIOS

Octubre 2020

Los banquetes ofrecían en los tiempos de Jesús, no solamen-


te una oportunidad de hospitalidad, tradición y ritualidad,
sino que también exponían una pintura social de sus partici-
pantes. La elección de los comensales a cargo del anfitrión y
la semiótica de su ubicación en las mesas principales eran a
menudo más importante que la comida ofrecida. Jesús acudía
con frecuencia a todo tipo de banquetes y comidas a los que
era invitado. Eso le valió críticas moralistas alrededor de la
compañía aceptada “come con publicanos y pecadores” (Lc
5, 30), y aun calificativos sobre su persona “comilón y bebe-
dor” (Mt 11, 19). Sin embargo, el Maestro también concurría
a la mesa de los considerados “políticamente correctos” y de
“los justos fariseos”. Esta última es la ocasión que constituye
el contexto del relato de Evangelio lucano citado: “Un día
Jesús fue comer a casa de un notable de los fariseos” (Lc 14,
1). Jesús utilizaba frecuentemente el entorno coloquial e in-
formal de estos encuentros gastronómicos para enseñar con
su ejemplo y palabra acerca del reino de Dios.
En la ocasión que analizamos, Jesús es invitado a un ban-
quete en Shabat, con una clara intencionalidad de tenderle
una trampa por cierto repetida por los fundamentalistas de
entonces. Ante la sanidad de un hombre presente que su-
fría hidropesía, se produce uno de los tantos enfrentamien-
tos del Maestro con estos celosos religiosos, alrededor de su
ocurrencia en un día de reposo (Lc 14, 2-5). Pero, el relato
de Lucas nos revela una actitud profunda y fundamental de
Jesús, que hace girar definitivamente el curso de los hechos

233
narrados. Se trata del detalle de su mirada atenta de la esce-
na y los participantes del banquete, especialmente sobre la
obscena disputa por ocupar los primeros y mejores lugares
en la mesa (Lc 14, 7). La intensidad de la mirada de Jesús da
espacio al silencio que él aprovecha para hablar desde ese
instante particular, tanto a los invitados como al anfitrión,
sobre la universalidad del banquete en el reino de Dios. A
los invitados que se abalanzaban para ocupar los mejores lu-
gares, les recuerda la ecuación contra-sistémica de su reino
de justicia que sintetiza en la máxima “quien se engrandece
será humillado, y quien se humilla será engrandecido” (Lc
14, 8-11). Al anfitrión le invierte la pirámide de prestigio que
debe tener en cuenta en su lista de invitados para reubicarlos
según la “agenda de convidados ilustres” del Evangelio. Jesús
la resume en la siguiente tabla de doble entrada de hospita-
lidad y retribución. “No invites a los amigos y ricos, que te
invitarán para recompensarte… Invita a los pobres, mancos,
cojos y ciegos, porque ellos no pueden darte nada a cambio”
(Lc 14, 12-13). La gran mesa del universo de la casa de Dios
privilegia a los últimos y se nutre del alimento de un amor
desinteresado. Tal como menciona el Santo Padre: “Existe la
gratuidad. Es la capacidad de hacer algunas cosas porque sí,
porque son buenas en sí mismas, sin esperar ningún resultado
exitoso, sin esperar inmediatamente algo a cambio”.2
Una declaración de un invitado a ese banquete desenca-
dena una parábola que resulta fundamental para la compre-
sión integradora y universal de su enseñanza. “¡Bienaventura-
do el que participe del banquete del reino de Dios!” (Lc 14,
15).
Es entonces cuando el maestro de Galilea incursiona en
la universalidad, fraternidad, hermandad e integralidad ecu-
ménica de evangelio del banquete en el reino de Dios. El anfi-
2 Fratelli Tutti, #139.

234
trión de la parábola invita a su propia lista de invitados según
su personal escala que, aunque la piensa amplia, está condi-
cionada por su propio mundillo conocido y uniformidad a
su ser social y cultural en donde elige a algunos y descarta a
muchos. En este personaje bíblico bien puede condensarse la
afirmación tipificadora de Francisco: “Nunca dirá que no son
humanos, pero, en la práctica, con las decisiones y el modo
de tratarlos, se expresa que se los considera menos valiosos,
menos importantes, menos humanos”3. Sin embargo, de a
grupos de tres sectores afines, uno a uno se va excusando
del convite. Argumentando el control sobre sus bienes ma-
teriales el primero (14, 18), su egoísta ambición empresarial
el siguiente (14, 19) y su reclusión de comodidad familiar el
último (14, 20), no hacen más que provocar la ira del anfi-
trión (14, 21). Pero este “santo enfado” hace que el dueño de
la casa del banquete abra su mente, su universo y su mirada
humana hacia los listados que él había descartado. Esta nueva
dinámica, asociada por Jesús a la propia inercia del reino de
Dios, se mueve en dos movimientos que amplifica los círcu-
los fraternales. El primero amplia el horizonte de hermandad
inclusiva a los pobladores del descarte ciudadano que se ven
obligados a habitar las plazas públicas, los “sin techo”, los
“nadie para el mundo”: “Sal rápido a las plazas y calles de la
ciudad y trae aquí a pobres, mancos, ciegos y cojos” (14, 21).
Pero, ante la sorpresa del anfitrión, los lugares disponibles en
el banquete aún disponen de lugares. Desde ahí, Jesús en su
relato, dibuja un nuevo círculo de dimensión infinita y univer-
sal de la mesa que, en su narrativa propia tiene a Dios como
anfitrión. Como expresa el Papa Francisco: “La propuesta es
la de hacerse presentes ante el que necesita ayuda, sin impor-
tar si es parte del propio círculo de pertenencia”4. Entonces,

3 Fratelli Tutti, #39.


4 Fratelli Tutti, #81.

235
el siervo del anfitrión lleva instrucciones de atraer al banquete
a todos los que su vista pueda divisar con el objetivo de llenar
la gran mesa. “Ve a los caminos y las veredas y oblígalos a
entrar hasta que se llene la casa” (14, 23. Es que, en defini-
tiva, desde los Evangelios fluye la invitación a un banque-
te particular y único con un lema en la tarjeta de invitación:
¡Todos somos igualmente hermanos, fraternos, comensales,
invitados, integrados e interconectados en la mesa que tiene
al reino de Dios como anfitrión!

236
LA SENDA ABRAHÁMICA
PARA SALIR DE LA PANDEMIA

Octubre 2020

En general los cambios generan una variedad contradictoria


de sentimientos como expectación, tensión, incertidumbre y
resistencia. Especialmente esto se produce en aquellos virajes
existenciales, drásticos y no planeados. Muchas veces en la
historia de los pueblos, familias y personas, estos cambios
que pueden resultar dolorosos en su momento, luego se per-
ciben como necesarios y sanadores.
Esta crisis planetaria y humanitaria que ha producido la
pandemia nos ha dejado mucho dolor, mucho llanto y mucha
impotencia. Desde nuestras fragilidades y hasta enojos; sin
embargo, ha surgido la honda percepción de que es necesario
repensar el mundo en que vivimos y que clase de humanidad
queremos ser. Como Iglesia nos ha golpeado el kairos de una
historia que no esperábamos vivir, pero hemos sido ilumina-
dos por el ejemplo de tantos hermanos y hermanas que han
servido hasta ofrecer sus vidas por los sufrientes. Miramos
más que nunca al Dios de las promesas, al Señor de la historia
y al Cristo sanador de los enfermos, esperando su palabra de
guía en medio de un campo minado por un enemigo invisible.
La promesa de Dios a Abram de mudarse con su espo-
sa en sus tiempos de vejez implicaba mucho más que una
mudanza en su locación; significaba una transformación tan
integral, trascendental como desconocida. (Gn 12, 1-3; 13,
16-16; 15,5). Integral porque el llamado se extendía a los lí-
mites máximos de su ecúmene –todo su mundo conocido–
“todas las familias de la tierra”. Trascendental porque con-
llevaba una promesa de descendencia infinita, comparable

237
con “el polvo de toda la tierra” o “las estrellas del cielo”.
Desconocida porque Dios nos les daba un GPS para llegar a
ese destino recreado y maravilloso; “la tierra que te mostraré”
fue el único mapa de ruta indicado. La propuesta del Dios
de la historia llevaba consigo una conversión vivencial cuyas
coordenadas tenían un norte planetario, un eje humanitario y
un único punto de referencia invisible en la confianza hacia
quien es el que llama.
¿Nuestra Iglesia dos veces milenaria, está abierta a ser
parte de una transformación ecuménica o buscará simple-
mente retomar su vida religiosa anterior? ¿Recurriremos a las
fuerzas del Señor, nosotros sus discípulos para llevar adelante
en formas creativas y desafiantes la gran comisión frente a
esta gran conmoción? ¿Tendremos el coraje los cristianos de
quitar la mano del timón de nuestras seguridades misionales
tradicionales, para caminar por y para la fe, haciendo nuevos
caminos al andar, como dijo el gran poeta español, Antonio
Machado?
Abram, ante semejante llamado, hecha mano a lo que
conoce, maneja y se siente seguro. Piensa como individuo, se
recluye en sus límites y se aferra a su autonomía. En comu-
nión con su esposa Saraí, deciden tener un hijo con la esclava
Agar. Abram al despertar de la pesadilla “de un sueño pro-
fundo envuelto en una oscuridad aterradora” (Gn 15,12), deja
de contemplar al Dios inspirador de los grandes sueños para
su creación. A medida que busca recuperarse del impacto del
desafío que tiene por delante, se aleja de la generosa y sanadora
visión de un nuevo pueblo extenso, numeroso y a la altura de la
dignidad de la humanidad hecha a imagen de Dios.
El proceso de su propia transformación a la altura de
la visión, gratuidad y universalidad le lleva a Abram muchos
años. Pero este amigo de Dios, que, entre risas nerviosas de
incredulidad, y en medio de la crisis provocada por su “solu-

238
ción de continuidad”, finalmente se atreve junto a su esposa
a caminar hacia una conversión integral. En Isaac, se cambia
el rumbo de una humanidad, un pueblo y un planeta. Dios,
por su parte le cambia a Abram su nombre por Abraham
(padre de misericordia) y a Saraí por Sara (princesa). El Señor
instaura el principio de que muchas veces ante las crisis pla-
netarias y humanitarias, no se puede retomar la pequeñez de
lo individual, lo conocido y seguro; sino que hay que tener el
coraje y la fe para transformar el mundo conocido hacia otro
nuevo, desafiante, desconocido e integrador.
Necesitamos poner, al igual que Dios a Abram y Sara,
nuevos nombres a los cambios que esta crisis de la pandemia
ha producido. No podemos seguir hablando de “nueva nor-
malidad” para encubrir la mezquindad del individualismo de
un “sálvese quien pueda”. Tengamos memoria de las “solu-
ciones” de postguerras pasadas, cuando se desaprovecharon
oportunidades de cambios transformadores, con la hipocresía
de recuperar la “vieja normalidad”, donde los débiles paga-
ron la factura en la mesa chica de los poderosos. No debemos
salir de esta pesadilla de la pandemia, adormeciendo la culpa
de saber que debemos cambiar algo, echando rápida mano al
maquillaje de un cobarde gatopardismo. Pongámosles nom-
bre a los cambios que de verdad sanan la tierra enferma y la
humanidad doliente. Animémonos, aun con temor, a cami-
nar con fe los grandes sueños de Dios por una humanidad
solidaria, justa e inclusiva y de un planeta sano, infinitamente
generoso y al que todos debemos cuidar para vivir sanos, en
justicia y en paz.

239
¿TODOS EN LA MISMA BARCA
SIN TIMÓN EN ESTA PANDEMIA?

Noviembre 2020

En estos largos tiempos de pandemia mundial, hemos utili-


zado varias figuras y terminologías para describirla, como si
no nombrarla fuese una manera para intentar manejar algo
desconocido y atemorizante. Al Covid-19 lo hemos llamado:
enemigo invisible, terremoto sanitario, tempestad epidémica,
inundación viral, etc. De alguna manera, describir lo que es-
tamos viviendo, ponerle nombre, nos ayuda a entender, pro-
cesar, pensar y buscar horizontes esperanzadores.
El Papa Francisco, en estos tiempos también nos habló
utilizando palabras como crisis, tempestades, salvatajes, nau-
fragios, barcas, etc. Hace siete meses declaró que “Nos dimos
cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y
desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y nece-
sarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de
confortarnos mutuamente. En esta barca, estamos todos”1.
Figuras similares utilizó también durante la serie catequística
especial “Sanar el mundo”: “En medio de crisis y tempesta-
des, el Señor nos interpela y nos invita a despertar y activar
esta solidaridad capaz de dar solidez, apoyo y un sentido a
estas horas en las que todo parece naufragar”2.
Estas figuras, nos llevan también a una relectura de tex-
tos bíblicos conocidos, como es el caso del diluvio universal,
Noé y el arca. El relato mítico, que encuentra similitudes en
otras narraciones mesopotámicas, nos centra en un naufragio

1 Momento extraordinario de oración en tiempos de epidemia pandemia,


27-03-20.
2 La solidaridad y la virtud de la fe – Catequesis 02-09-20.

240
cósmico sin precedentes y también sin posibilidades bíblicas
de repetición. Al mismo tiempo, nos acerca elementos que
pueden ayudar a comprender y atravesar esta pandemia con
una mirada iluminada en un Dios que renueva sus pactos de
cuidado por su creación. Es claro en ese pasaje del primer tes-
tamento (Gn 6, 5-9, 17) que el abandono del ser humano en el
cuidado de la vida con sus hermanos, con los seres vivos y con
la creación toda, traen catástrofes históricas. Desastres donde
toda la tierra queda bajo el agua de la incertidumbre, hundién-
dose como humanidad y navegando a la deriva sobre una línea
de flotación ficticia, porque debajo de ella se ahoga toda la
casa común. Dios mira la tierra y la ve corrompida (Gn 6,12),
reclama y pide cuentas por la sangre derramada, del hermano
y toda vida no humana. “Yo pediré cuentas de la sangre y la
vida de cada uno de ustedes, se las pediré a cualquier animal; y
al hombre le pediré cuentas de la vida de su hermano… por-
que el hombre ha sido hecho a imagen de Dios” (Gn 9, 5-6).
Pero la corrupción es integral, cósmica, humana, existencial,
profunda y terminal, por lo que se hacen necesarias incon-
mensurables cantidades de agua purificadora.
El único refugio seguro para Noé, su familia y los se-
res de la creación es una embarcación. La palabra que utiliza
el texto sagrado para hablar de esa embarcación particular
es “tevá”- ( ‫) הָבֵּת‬. Es una palabra que en el hebreo bíblico
no es utilizada para nombrar “barco” como en otros pasajes.
Además, la Torá utiliza el sustantivo “tevá”, que nombra un
elemento que no tiene remos ni timón. Esta ausencia de ins-
trumentos de desplazamiento y de manejo del arca, llama la
atención ante las precisas y detalladas instrucciones que Noe
recibe de Dios sobre la construcción de la embarcación (Gn
6, 14-16). Algunas veces, quizá como ahora en estos tiempos
de pandemia, el hombre debe dejar sus usuales e ineficaces
instrumentos de navegación para dejar de timonel al Creador.

241
Estar todos en la misma barca, con la utopía de otro centro
de comandos y la mirada puesta en una nueva humanidad, re-
quiere una renovada visión integral, conectada a todo lo crea-
do y reconociendo al único Todopoderoso como timonel.
“En el mundo actual los sentimientos de pertenencia a una
misma humanidad se debilitan, y el sueño de construir juntos
la justicia y la paz parece una utopía de otras épocas. Vemos
cómo impera una indiferencia cómoda, fría y globalizada, hija
de una profunda desilusión que se esconde detrás del engaño
de una ilusión: creer que podemos ser todopoderosos y olvi-
dar que estamos todos en la misma barca”3.
Solo la ferviente búsqueda de Dios como el primigenio,
nuevo y eterno timonel de lo creado, nos llevará a reorientar
el rumbo. ¡Es el grito de los pobres y de la tierra, una vez
más debajo de la línea de flotación de esta inundación viral!
“El gemido de la hermana tierra, que se une al gemido de
los abandonados del mundo, con un clamor que nos reclama
otro rumbo”4. Debemos cambiar para dejar de normalizar
la corrupción si deseamos verdaderamente una nueva y sana
normalidad. “Muchas cosas tienen que reorientar su rumbo,
pero ante todo la humanidad necesita cambiar. Hace falta la
conciencia de un origen común, de una pertenencia mutua y
de un futuro compartido por todos”5.
Es conocido el final del relato bíblico del diluvio. Dios
salva, purifica, renueva su pacto y da señales maravillosas
con propio sello universal y eterno. La bendición del cierre
del relato (Gn 9, 1-17), es una alianza unilateral, solemne y
ecuménica que renueva el mandato original de ser fecundos,
multiplicarse y llenar la tierra, y de custodiar la vida de todo
ser humano. Un pacto cósmico que, partiendo de Noé, atra-

3 Fratelli Tutti - #30.


4 Laudato Si’ - #53.
5 Laudito Si’ - #202

242
viesa la humanidad, envuelve a los seres vivos tanto animales
como vegetales y se escribe con tinta indeleble en el firma-
mento infinito.
El Señor como timonel de la “teva” del diluvio no solo
nos llevará a una nueva etapa en la historia humana, sino que
dibujará en forma de arco iris su maravilloso compromiso
visible a la esperanza. Y la esperanza, que no defrauda, es
la palabra que estábamos buscando al inicio de estos breves
pensamientos para describir lo que hoy no podemos manejar
ni comprender. Porque: “La esperanza nos invita a reconocer
que siempre hay una salida, que siempre podemos reorientar
el rumbo”6. ¡Alabado seas Señor, timonel y esperanza de tu
maravillosa creación!

6 Laudato Si’ - #61.

243
TODOS HERMANOS
CON TESOROS NUEVOS Y VIEJOS

Noviembre 2020

Todo maestro de la ley que ha sido instruido acerca del reino


de los cielos es como el dueño de una casa, que de lo que tiene
guardado saca tesoros nuevos y viejos
(Mateo 13, 52)

Con esta muy significativa ilustración, Jesús concluye –según


el orden del capítulo trece de San Mateo– una importante
serie de parábolas sobre el reino de los cielos. La intención
del Maestro de Galilea es dejar claro que no ha venido a hacer
“borrón y cuenta nueva” de la religión, edades, cultura, tradi-
ciones y memoria de la fe judía. Su anuncio kerigmático, des-
de luego que inauguraba una nueva era para la fe y para toda
la humanidad. Pero ésta no se trataba de una deconstrucción
destructiva ahistórica, sino por el contrario, debía significar
una construcción inclusiva hacia todos los tiempos y espacios
sociales, antropológicos y religiosos.
Del mismo modo, el Papa Francisco nos advierte de los
peligros de esa tendencia en estos días: “Por eso mismo se
alienta también una pérdida del sentido de la historia que dis-
grega todavía más. Se advierte la penetración cultural de una
especie de ‘deconstruccionismo’, donde la libertad humana
pretende construirlo todo desde cero. Deja en pie únicamen-
te la necesidad de consumir sin límites y la acentuación de
muchas formas de individualismo sin contenidos” (Fratelli
Tutti #13).
Es muy significativa la figura del “padre o dueño de fa-
milia”, que utiliza Jesús en su enseñanza. La imagen del pater
familiae que sabe interpretar con sabiduría el kairos histórico

244
que le toca vivir, es por demás acogedora –entre otras mira-
das– desde el punto de vista generacional. Sacando del arcón
de sus tesoros, tanto los nuevos y los viejos, trae al imaginario
de sus oyentes una impronta del reino de cielos, donde no
hay excluidos ni descartados. ¡Todos son tesoros para el Dios
de este nuevo Reino!
En reiteradas oportunidades, Jesús se ocupó de enseñar
con su pedagogía de la simpleza y profundidad de la escena
cotidiana, que esos extremos generacionales, lejos de ser des-
preciados, debían ser tenidos como ejemplos para atesorar.
Esta mirada nos acerca nuevamente a algunos conceptos
fundamentales expresados por el Papa Francisco en su Encí-
clica Fratelli Tutti, como, por ejemplo: “La falta de hijos, que
provoca un envejecimiento de las poblaciones, junto al aban-
dono de los ancianos a una dolorosa soledad, es un modo
sutil de expresar que todo termina con nosotros, que sólo
cuentan nuestros intereses individuales” (#19).
En el caso de los niños, o los hijos en un concepto de
familia humana, Jesús hace una representación pública con
un contenido inclusivo muy fuerte para sus discípulos y todos
los presentes. En la escala social de aquellos tiempos, los ni-
ños ocupaban un lugar ignorado y descartado, especialmen-
te si se trataba de hijos de familias pobres o de extranjeros:
“Llevaron unos niños a Jesús, para que pusiera sobre ellos las
manos y orara por ellos; pero los discípulos comenzaron a
reprender a quienes los llevaban. Entonces Jesús dijo: –Dejen
que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino
de los cielos es de quienes son como ellos. Puso las manos
sobre los niños, y se fue de aquel lugar” (Mateo 19, 13-15).
Los discípulos actúan en consonancia con aquellos mandatos
culturales y sociales de descarte. Jesús les enseña un camino
nuevo no solo de inclusión fraternal de los niños, sino de re-
ferencialidad de ellos con sus tesoros de pureza en la econo-

245
mía social de su Reino. ¡Los tesoros nuevos necesarios para la
fraternidad humana!
Lo mismo sucede con los ancianos. Jesús se detiene fren-
te al lugar de las ofrendas, a menudo utilizado como un es-
cenario público para la demostración de poder económico,
supremacía de castas y elite de poder social disfrazada de reli-
giosidad. El relato evangélico nos narra que: “Jesús estaba una
vez sentado frente a los cofres de las ofrendas, mirando cómo
la gente echaba dinero en ellos. Muchos ricos echaban mucho
dinero. En esto llegó una viuda pobre, y echó en uno de los
cofres dos moneditas de cobre, de muy poco valor. Entonces
Jesús llamó a sus discípulos, y les dijo: –Les aseguro que esta
viuda pobre ha dado más que todos los otros que echan dine-
ro en los cofres; pues todos dan de lo que les sobra, pero ella,
en su pobreza, ha dado todo lo que tenía para vivir” (Marcos
12, 41-44). Nuevamente, el tesoro inclusivo y referencial de
la mujer pobre y anciana demostraba que, en su contra-cul-
tura del Reino, era necesario adoptar otros parámetros como
fraternidad humana. Jesús, al resaltar el hecho de que esta
mujer anciana daba todo lo que tenía y no sus sobras, ofrece
una contundente enseñanza ejemplificadora de una sabiduría
que los presentes necesitaban absorber. En ella, está reflejada
la reserva indispensable de la ancianidad humana, que nos
interpela al enseñar que el verdadero tesoro está en el dar, el
entregar, el ser y no en el acumular, retener o parecer. ¡Los
tesoros viejos imprescindibles para la fraternidad humana!
Esa misma ceguera que nos impide hoy como familia hu-
mana visualizar la importancia de la ejemplaridad y sabiduría
de los mayores, es claramente advertida en la Encíclica citada:
“No advertimos que aislar a los ancianos y abandonarlos a
cargo de otros sin un adecuado y cercano acompañamiento
de la familia, mutila y empobrece a la misma familia. Además,
termina privando a los jóvenes de ese necesario contacto con

246
sus raíces y con una sabiduría que la juventud por sí sola no
puede alcanzar” (Fratelli Tutti #19).
El padre sabio de la pedagogía de Jesús nos invita a es-
forzarnos en acercar los extremos de la sociedad humana
para poder atesorar lo bueno, unir lo dividido y recompo-
ner nuestro sentido de pertenencia social, religioso, humano
y fraternal. “El esfuerzo duro por superar lo que nos divide
sin perder la identidad de cada uno, supone que en todos
permanezca vivo un básico sentimiento de pertenencia. Por-
que nuestra sociedad gana cuando cada persona, cada grupo
social, se siente verdaderamente de casa. En una familia, los
padres, los abuelos, los hijos don de casa; ninguno está exclui-
do” (Fratelli Tutti #230).

247
TODOS HERMANOS EN EL ECUMENISMO
POLÍTICO DEL AMOR
Una mirada protestante desde Martin Luther King y
Desmond Tutu

Noviembre 2020

Para no pocos referentes cristianos en el diálogo entre las


religiones, el ecumenismo es imaginado como el encuentro
desde y entre tres figuras confesionales concéntricas que se
conectan, cruzan y convergen entre sí; a la vez que giran en
movimientos dobles propios e interconectados. En el primer
círculo comulgarían las confesiones cristianas, en el siguiente
las otras devenidas del tronco abrahámico como el judaísmo
y el islam, y en el tercero –y no por eso menos importante– el
resto de las religiones y cosmovisiones trascendentes.
Si bien la Encíclica Fratelli Tutti es una encíclica ecumé-
nica en sí misma, dedica todo el capítulo VIII para abordar
especialmente el lugar de “Las religiones al servicio de la fra-
ternidad en el mundo”. En ese apartado del documento con-
fluyen armoniosamente esos tres círculos mencionados. Me
permitiré, en estas líneas, centrarme en el primero de ellos, y
especialmente en los dos referentes cristianos no católicos ci-
tados por el Papa Francisco: Martin Luther King y Desmond
Tutu. Finalmente, intentaré reflexionar citando algunos con-
ceptos claves de esos líderes cristianos, por supuesto junto a
las emanadas en el documento por el Papa Francisco, en te-
mas como política, amor, justicia, transformación, liberación,
amor y paz.
El mencionado capítulo VIII de la Encíclica comienza
con un texto orientador y revelador para ese fin: “Las distin-
tas religiones, a partir de la valoración de cada persona huma-

248
na como criatura llamada a ser hijo o hija de Dios, ofrecen un
aporte valioso para la construcción de la fraternidad y para la
defensa de la justica en la sociedad. El diálogo entre personas
de distintas religiones no se hace meramente por diploma-
cia, amabilidad o tolerancia” (FT #271). Esta mirada que se
afirma en la profundidad del contenido común de la filiación
en Dios como Padre, se eleva sobre las superficies protoco-
lares para construir unidos un pragmatismo profético hacia
un continente universal de valores fraternos comunes, el rei-
no de Cristo. En esa dinámica del “ahora y todavía no” del
reino de Dios y su justicia que se recibe, se asume y también
se sueña, nos pueden iluminar las palabras del pastor Martin
Luther King ancladas en la voz del Bautista que hace eco a las
de Isaías (Lucas 3, 4-6) para elevarse en las alas de ese sueño
profético fraternal: “Yo tengo el sueño de que un día cada
valle será exaltado, cada colina y montaña será bajada, los
sitios escarpados serán aplanados y los sitios sinuosos serán
enderezados, y que la gloria del Señor será revelada y toda la
carne la verá al unísono. Esta es nuestra esperanza… Con
esta fe seremos capaces de transformar las discordancias de
nuestra nación en una hermosa sinfonía de hermandad. Con
esta fe seremos capaces de trabajar juntos, de rezar juntos,
de luchar juntos, de ir a prisión juntos, de luchar por nuestra
libertad juntos, con la certeza de que un día seremos libres”1.
La política, o “la mejor política”, para utilizar termino-
logía de la Encíclica, es incluida también por el Santo Padre
como una materia religiosa, ecuménica, trascendente y ecle-
sial en este capítulo VIII: “si bien la Iglesia respeta la autono-
mía de la política, no relega su propia misión al ámbito de lo
privado. Al contario, ‘no puede ni debe quedarse al margen’
en la construcción de un mundo mejor ni dejar de ‘despertar
las fuerzas espirituales’ que fecunden la vida en sociedad…
1 Discurso Yo tengo un sueño, Washington, 28 de agosto de 1963.

249
La Iglesia, ‘tiene un papel público que no se agota en sus
actividades de asistencia y educación’. No pretende disputar
poderes terrenos, sino ofrecerse como ‘un hogar entra los
hogares’ –esto es la Iglesia–, abierto […] para testimoniar al
mundo actual la fe, la esperanza y el amor al Señor y a aque-
llos que Él ama con predilección” (FT #276).
El obispo anglicano Desmond Mpilo Tutu en un trascen-
dental mensaje reflexionado sobre “Política y Religión”2 dijo
que: “Si la Iglesia muestra preocupación por las víctimas de
la indiferencia y la explotación, o denuncia la brecha creciente
que existe en el país entre unos pocos ricos y la vasta mayoría
que son pobres, entonces se acusará a la Iglesia de intervenir
en asuntos de los cuales sabe muy poco. Cuando se trabaja
para lograr una sociedad más justa, participativa y sustentable
cuyos miembros intervengan en la toma de decisiones crucia-
les sobres asuntos que son importantes para su vida, entonces
se oirá decir: ‘¡No hay que mezclar la religión con la política!’.
Tutu va concluyendo su discurso a modo de preguntas retóri-
cas alrededor de la examinación bíblica sobre estos temas con
este tipo de interrogantes: “¿Acaso dicen que a Dios solo le
preocupa la salvación de individuos y no le interesa la reden-
ción de la matriz socio-política y económica en la cual viven?
¿O dicen que de hecho a Dios no le importa la condición del
hambriento, del desposeído, del que no tiene voz ni voto, del
empobrecido y que Él no toma partido a favor ni en contra de
nadie?”. Finalmente, en el párrafo final del mensaje en cuestión
que debió enviar grabado porque el gobierno le había retirado
el pasaporte, el reverendo Tutu dijo: “Cuando dos personas se
encuentran en conflicto y una de ellas es considerablemente
más fuerte que la otra, ser neutral no es justo, ni honesto, ni im-
parcial. Pues implica colocarse de hecho del lado del opresor”.

2 Mensaje para la Conferencia de Iglesias de África en Nairobi, Kenya en


su cuarto aniversario.

250
Finalmente, y a modo de conclusión, es bueno releer el
apartado “Religión y violencia” del capítulo VIII de Fratelli
Tutti que hemos estado reflexionando brevemente. En ella, el
Papa Francisco nos recuerda que: “Los creyentes nos vemos
desafiados a volver a nuestras fuentes para concentrarnos
en lo esencial: la adoración a Dios y el amor al prójimo, de
manera que algunos aspectos de nuestras doctrinas, fuera de
su contexto, no terminen alimentando formas de desprecio,
odio, xenofobia, negación del otro” (FT #282). El ecume-
nismo y el odio en todas sus manifestaciones es un oxímo-
ron insostenible. El verdadero lumen del ser ecuménico es el
amor y la paz. Por eso, continúa diciendo el Papa Francisco:
“La verdad es que la violencia no encuentra fundamento en
las convicciones religiosas fundamentales sino en sus defor-
maciones. El culto a Dios sincero y humilde no lleva a la
discriminación, al odio y a la violencia, sino al respeto de la
sacralidad de la vida, al respeto por la dignidad y la libertad de
los demás, y al compromiso amoroso por todos. En realidad
‘el que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor’ (1 Jn
4, 8)” (FT #282 y 283).

251
TODOS HERMANOS EN LA GRATITUD DE LA
GRACIA SANADORA DE DIOS
“EL OTRO BUEN SAMARITANO”

Diciembre 2020

La Encíclica Fratelli Tutti desarrolla exegéticamente en todo su


segundo capítulo la parábola del “buen samaritano” (Lc 10,
25-37) bajo el título “Un extraño en el camino”. El mismo
Evangelio de Lucas, es el único que narra un milagro que tiene
condimentos parabólicos sobre diez extraños leprosos en el
camino que son sanados por Jesús. En ese texto, nuevamente
la reacción del samaritano ocupa un lugar pedagógico central
en la enseñanza del Maestro de Galilea (Lc 17, 11-19). Si en el
primer relato el eje gira alrededor de la misericordia que se hace
prójimo con amor fraterno desinteresado; en el segundo éste
parece orientarse a la gratitud del que se considera parte de una
fraternidad sin privilegios ante la gracia divina.
La gratitud ante la gracia de un Dios integrador aparece
en los documentos del Papa Francisco reiteradamente. Por
contraposición, inferimos que la falta del reconocimiento
de esa gracia bien puede transitar los caminos del pecado de
la ingratitud, o sea una verdadera desgracia fraternal y es-
piritual. El documento de Abu Dabi, citado en la Encíclica
Fratelli Tutti en forma profusa, expresa al final de su párrafo
introductorio que el mismo está pensado “...en la compren-
sión de la inmensa gracia divina que hace hermanos a todos
los seres humanos”1. La Encíclica Laudato Si’ contiene al final
una oración ecuménica profunda que hace un llamado a no
dormirnos en la pesadilla de la ingratitud: “Despierta nues-

1 Documento sobre la Fraternidad Humana por la Paz mundial y la


convivencia común (Abu Dabi, 4 de febrero de 2019).

252
tra alabanza y nuestra gratitud por cada ser que has creado.
Danos la gracia de sentirnos íntimamente unidos con todo lo
que existe” (LS #246).
En el relato bíblico de “los diez leprosos sanados”, Je-
sús se encuentra con esa cantidad de personas que sufren
aquella terrible enfermedad. Dolencia tan contagiosa como
extendida en esos tiempos y que además provocaba exclusión
social, discriminación religiosa, repulsión humana y obliga a
los enfermos a vivir fuera de los límites de la ciudad. En esa
suerte de hospital a cielo abierto de las periferias, esos le-
prosos padecían su enfermedad en total abandono, sin pri-
vilegios, ni estatus, ni pertenencia alguna. Obligados por las
normas levíticas a abandonar la vida social-religiosa, curio-
samente aquella vieja pandemia también los había igualado
y los había hermanado en la tragedia. Siguiendo la lectura
iluminadora de Fratelli Tutti, encontraremos un paralelismo
actual: “Es verdad que una tragedia global como la pande-
mia de Covid-19 despertó durante un tiempo la consciencia
de ser una comunidad mundial que navega en una misma
barca, donde el mal de uno perjudica a todos… Por eso dije
«la tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al
descubierto esas falsas y superfluas seguridades con las que
habíamos construido nuestras agendas, nuestros proyectos,
rutinas, y prioridades […] Con la tempestad, se cayó el ma-
quillaje de esos estereotipos con los que disfrazábamos nues-
tros egos siempre pretensiosos de querer aparentar; y dejo al
descubierto, una vez más, esa bendita pertenencia común de
la que no podemos ni queremos evadirnos; es pertenencia de
hermanos»” (FT #33).
Aquellos diez leprosos, desde esa hermandad vulnerable
que los unía ya sin las divisiones teológicas, sociales, y descali-
ficadoras entre judíos y samaritanos; encuentran en Jesús una
misma fuente de misericordia, gratuidad y compasión. Esta

253
decena de seres igualados fraternalmente en la enfermedad
se unen en un solo grito: “¡Jesús, Maestro, ¡ten compasión de
nosotros!” (Lc 17, 13). La respuesta del Señor no se deja es-
perar y los efectos de ella tampoco: “Vayan a presentarse a los
sacerdotes. Y mientras iban, quedaron limpios de su enfer-
medad” (Lc 17, 14). Sin embargo, inmediatamente el relato
toma un giro inesperado. Luego de la certificación ritual por
parte de los sacerdotes de su curación, la reacción de los ex
leprosos es dramáticamente opuesta. Nueve de ellos decide
volver a su status religioso y social, o sea a su anterior “nor-
malidad”. Solo uno de ellos desanda el camino, y regresa a
Jesús para darle gracias. La repuesta de Cristo es determinan-
te: “¿Acaso no eran diez los que quedaron limpios de su en-
fermedad? ¿Dónde están los otros nueve? ¿Únicamente este
extranjero ha vuelto para alabar a Dios? Y le dijo al hombre:
–Levántate y vete; por tu fe has sido sanado” (Lc 17, 17-19).
¿Cuál es el criterio equivalente en términos porcentuales
que utiliza Jesús para ir en búsqueda del 1% de las ovejas
perdidas (Lc 15, 4-6) y no salir a buscar este 90% de ovejas
desagradecidas? ¿Estaban estos nueve en mejores condicio-
nes de cercanía a la misericordia de Dios y al sentir de una
fraternidad de iguales antes de ser sanados que luego de ser-
lo? Cuando Jesús le expresa al samaritano que por su regreso
agradecido es declarado sanado: ¿está mencionado una sani-
dad anterior corporal incompleta en contraposición de una
nueva y real sanidad integral? Mi intención en estas líneas es
solo abrir estos interrogantes para la reflexión del lector. Sin
embargo, parecería útil en una primera aproximación pensar
que no es lo mismo una oveja herida que una desagradecida y
que el pecado de la ingratitud o de desprecio a la gracia sana-
dora de Dios es una tragedia enorme a sus ojos. Quizá la res-
puesta a los dos siguientes interrogantes puede ser afirmativa.
La apertura a la gracia sin privilegios ni status religiosos y la

254
salud integral del ser humano es mucho más profunda que la
física, resultando tan fraternal como humilde y tan ecuménica
como humana.
De alguna manera, los judíos desagradecidos nos recuer-
dan algunas actitudes también expresadas por el Papa Fran-
cisco: “En efecto, nuestras múltiples máscaras, nuestras eti-
quetas y nuestros disfraces se caen: es la hora de la verdad”
(FT #70). Pero es tan precisa la expresión de “la hora de la
verdad” porque luego de pasada la urgencia de la enferme-
dad, esas etiquetas, disfraces y máscaras tristemente pueden
levantarse del piso de la igualdad y volver a un rostro que
nunca sanó un semblante de soberbia e ingratitud. También
la citada Encíclica nos renueva la perspectiva del extranjero
agradecido: “Un samaritano, para algunos judíos de aquella
época, era considerado un ser despreciable, impuro, y por lo
tanto no se lo incluía dentro de los seres cercanos a quienes
se debía ayudar. El judío Jesús transforma completamente
este planteamiento…” (FT #80). O sea, el extranjero leproso
era doblemente impuro, portador de una enfermedad terrible
y víctima de la enfermedad de la insensibilidad social ajena.
Una de las tremendas características de la lepra es perder la
sensibilidad o el tacto en los miembros exteriores. Los judíos
del texto lucano tenían una doble impureza, la de la lepra
como enfermedad corporal y la de la insensibilidad como
dolencia del alma. Esta última enfermedad, de la cual no
quisieron ser curados, los hizo desagradecidos, deshumani-
zados y podríamos decir desalmados. Nuevamente un buen
samaritano, de la mano del Jesús de los Evangelios, nos de-
safía a ser cristianos prójimos a la humanidad y próximos al
agradecimiento hacia el Creador. ¡La gratitud hacia la gracia
sanadora integral de Dios nos purifica como seres humanos,
como fraternidad y como humanidad! Aquí también, vaya-
mos y hagamos lo mismo (Lc 10, 37).

255
EL ECUMENISMO BÍBLICO ESPIRITUAL
Una historia de tres décadas detrás
del Vademécum Ecuménico

Diciembre 2020

En el recientemente documento publicado por el Pontificio


Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos:
“El obispo y la unidad de los cristianos: Vademécum ecu-
ménico”, se incluye un apartado referido a las Sagradas Es-
crituras, dentro del capítulo denominado “El ecumenismo
espiritual”. En el mismo, se hace mención a ellas como “un
patrimonio bíblico común que ofrece oportunidades de re-
unirse para la oración y el diálogo basados en las Escrituras,
para la lectio divina, para la publicaciones y traducciones con-
juntas…”. Aquí se referencia explícita al documento “Nor-
mas de cooperación interconfesional para la traducción de la
Biblia” realizado con las Sociedades Bíblicas Unidas.
Si se me permite una nota de tipo personal, el año 1987
en que se firmó ese documento, coincidió con mi ingreso a las
Sociedades Bíblicas en Argentina. Por ello, pude ser testigo de
la relevancia y desarrollo de ese histórico acuerdo durante los
veintitrés años que serví en esa entidad dedicada a la traduc-
ción y la difusión de las Sagradas Escrituras. Pude también ser
caminante y partícipe, junto a mis hermanos católicos de cómo
en y a través de ellas, se pudo transitar avenidas amplias de un
ecumenismo espiritual profundo y enriquecedor.
Aquel documento citaba en su introducción que hacía
mención a un acuerdo fundamental al que calificaba como
inalterable, en donde “La preparación y la revisión de las tra-
ducciones se llevarán a cabo en estrecha colaboración, con el

256
objeto de que el nuevo texto sea bien recibido y usado por
todos los cristianos y las comunidades cristianas que hablan
la lengua en la cual se ha hecho la traducción. La meta obvia
de este esfuerzo interconfesional es producir ediciones de las
Sagradas Escrituras que ofrezcan un mismo texto a todos los
que hablan una misma lengua. Esto hará posible, además, y
con frecuencia por primera vez, ofrecer un testimonio co-
mún respecto de la Palabra de Dios en el mundo de hoy”.
En relación con los aspectos técnicos del texto bíblico,
fue muy importante el acuerdo de uso de las bases textuales
tanto del Nuevo como del Antiguo Testamento. Desde lue-
go que con relación al primero de ellos, no hubo demasiada
controversia. La utilización de la edición crítica en griego que
representó en sí un esfuerzo conjunto de eruditos que re-
presentan a la Iglesia Católica Romana y a las comunidades
protestantes fue un primer punto de encuentro. Este acuer-
do en relación con los textos del Nuevo Testamento tuvo
un correlato directo en la edición y las primeras impresiones
de las futuras versiones interconfesionales. Si bien el acuerdo
mencionado no lo menciona, en la práctica siempre se edi-
taron y distribuyeron primero este volumen, no solo por un
procedimiento de prueba de la traducción, sino como una
manera de dar un aporte tangible cercano a cada trabajo de
traducción bíblica ecuménico. No pocas veces, solo se logró
dejar testimonio impreso de algunas traducciones intercon-
fesionales con la publicación del Nuevo Testamento de la
cuales, por una variedad de motivos, nunca se pudo llegar
por a editar la Biblia completa. En relación con el Antiguo
testamento, el acuerdo recomendó que los equipos intercon-
fesionales utilicen la Biblia Hebraica Stuttgartensia publica-
da por la Sociedad Bíblica Alemana. El documento dice al
respecto textualmente que: “Como norma general, deberá
usarse el texto masorético como base de la traducción. Sin

257
embargo, cuando haya problemas especiales en la forma tra-
dicional del texto, los eruditos deberán usar los resultados de
las investigaciones textuales recientes así como las versiones
antiguas respecto a otras formas del texto hebreo. Deberá
prestarse debida atención a los nuevos conocimientos que
proporciona el estudio de las lenguas semíticas relacionadas
con los idiomas bíblicos, aunque es posible que ello dé lugar
a conflictos con las traducciones ampliamente aceptadas. El
acuerdo explícito de este documento de hace treinta y tres
años que rezaba que “El objetivo de las Sociedades Bíblicas
es proporcionar las Escrituras de acuerdo con el canon que
deseen las iglesias”, tardó demasiados años en materializarse.
Recuerdo en el caso de Argentina, que esto se pudo realizar
recién en el año 2006, en coincidencia cuando el entonces
Cardenal Bergoglio, siendo arzobispo de Buenos Aires, re-
comendó de manera generosa una edición interconfesional
de la Sociedad Bíblica en nuestro país. El Cardenal Bergo-
glio envió una carta que se incluyó en la portada de aquella
edición donde, entre otras consideraciones, expresó que esta
versión fue “realizada por las Sociedades Bíblicas Unidas en
conjunto con biblistas católicos, dedicada a todos aquellos
que con su corazón sencillo quieran abrirse al Señor que nos
habla directo como a sus hijos (cf. Dei Verbum 1), y sabemos
que un padre siempre habla en la forma sencilla para que lo
entiendan. De ahí que esta traducción ha sido preparada de
manera tal que todos podamos entender el plan de Dios para
nuestras vidas, y aprender a ser sus discípulos”1.
El acuerdo citado en el Vademécum Ecuménico también
incluye un apartado con aportes ecuménicos significativos
en relación aspectos exegéticos. El mismo reconoce que: “A
la luz de la creciente colaboración y acuerdos entre eruditos

1 Recomendación Biblia Lenguaje Actual, Card. Jorge M. Bergoglio s.j.,


Buenos Aires, 31 de julio de 2006.

258
de diferentes confesiones cristianas, deberá establecerse una
base exegética común mediante la adopción de comentarios
y obras especializadas que sean mutuamente aceptables”.
De allí que se realizaron recomendaciones específicas sobre
variantes textuales, otras traducciones con interpretaciones
diferentes de lenguas originales a idiomas receptores, explica-
ción de nombre propios poniendo énfasis en las etimologías
populares, información histórica, diferencias culturales, etc.
Otro aspecto destacado del documento acordado fue el rela-
cionado a la lingüística. En este tópico se explicitó la necesi-
dad de aplicar principios científicos cuando se presenten difi-
cultades ante diferentes sistemas ortográficos, la necesidad de
un acuerdo en la adopción de nombres propios en base a su
uso tradicional, el apego confesional y su entidad simbólica
religiosa diferente.
Finalmente, y antes de ingresar en aspectos más relacio-
nados a procedimientos de edición el acuerdo abordó el im-
portante aspecto del estilo. En este particular, el documento
mencionó que: “Cualquier traducción interconfesional debe-
rá esforzarse por lograr un estilo que tenga sentido y sea, a la
vez, de agradable lectura en público”.
Quisiera culminar con las palabras que los firmantes –JO-
HANNES Cardenal WILL EBRANDS Presidente Secretaria-
do para la Unión de los Cristianos LORD DONALD COG-
GAN Presidente Honorario Sociedades Bíblicas Unidas UL-
RICH FICK Secretario General– finalizan su introducción al
acuerdo: “Esta es nuestra oración. Que Dios bendiga a los que
trabajan para hacer que su Palabra sea más ampliamente cono-
cida y vivida; y que por medio de ellos bendiga también a todos
los que recibirán y leerán estas nuevas traducciones intercon-
fesionales” (Ciudad del Vaticano, 16 de noviembre de 1987).

259
TODOS HERMANOS EN EL DERECHO HUMANO
A LA VIDA Y A LA VERDAD EN ARGENTINA

Diciembre 2020

Por estos días, y hasta fin de año en Argentina se está deba-


tiendo en ambas cámaras –diputados y senadores
– un nuevo proyecto de interrupción voluntaria de emba-
razo, más conocida como ley del aborto legal. Es sin dudas
muy curioso y preocupante que a horas del cierre de un año
legislativo y en medio de una pandemia de niveles nunca co-
nocidos se anteponga este tema en la agenda frente a otras
urgencias sociales y humanas.
Esta ley que divide al país es ante todo un asunto referi-
do a derechos humanos, conocimientos científicos y ordena-
miento jurídico nacional con sus tratados internacionales. La
Iglesia y otras confesiones religiosas han hecho uso legítimo
de su derecho de opinar desde sus propias perspectivas en
un tema en donde nada menos que la vida en su sentido más
profundo y débil está en juego. ¡Cómo no hacerlo! Sin embar-
go, se ha visto con preocupación cómo se está intentado, des-
de varios sectores, crear una atmósfera de confrontación bi-
naria entre religión vs ciencia, fe vs conocimientos, creencias
vs política o dogmas vs ideologías. De alguna manera, esta
visión manipulada deliberadamente, es funcional a quienes
prefieren tomar posiciones fundamentalistas simplistas que
poco contribuyen a un debate a la altura del tema en cuestión.
Además, resulta muy desconcertante desde el punto de
vista de la sana comunicación, que se haya insinuado falsa-
mente en que no ha habido publicaciones en nuestro país
que destaquen la voz de Papa Francisco en relación con este
tema. Resultaría interminable la cita de referencias de opinión

260
del Santo Padre publicadas en este periódico, y especialmente
en la edición en español difundida semanalmente en Argenti-
na sobre el tema del aborto.
Finalmente, este debate nos encuentra en plena difusión
de la Encíclica Fratelli Tutti. Por ello, quisiera culminar citando
ese documento con la esperanza de iluminar todo lo antedi-
cho en este análisis de la realidad argentina por estos tiempos
de esperanza cuaresmales y de dolorosa pandemia.

15. La mejor manera de dominar y de avanzar


sin límites es sembrar la desesperanza y suscitar la
desconfianza constante, aun disfrazada detrás de la
defensa de algunos valores. Hoy en muchos países se
utiliza el mecanismo político de exasperar, exacerbar
y polarizar. Por diversos caminos se niega a otros el
derecho a existir y a opinar, y para ello se acude a la
estrategia de ridiculizarlos, sospechar de ellos, cercar-
los. No se recoge su parte de verdad, sus valores, y
de este modo la sociedad se empobrece y se reduce
a la prepotencia del más fuerte. La política ya no es
así una discusión sana sobre proyectos a largo pla-
zo para el desarrollo de todos y el bien común, sino
sólo recetas inmediatistas de marketing que encuen-
tran en la destrucción del otro el recurso más eficaz.
En este juego mezquino de las descalificaciones, el
debate es manipulado hacia el estado permanente de
cuestionamiento y confrontación.
18. Partes de la humanidad parecen sacrificables
en beneficio de una selección que favorece a un sector
humano digno de vivir sin límites. En el fondo «no se
considera ya a las personas como un valor primario
que hay que respetar y amparar, especialmente si son
pobres o discapacitadas, si “todavía no son útiles” –

261
como los no nacidos–, o si “ya no sirven” –como los
ancianos–. Nos hemos hecho insensibles a cualquier
forma de despilfarro, comenzando por el de los ali-
mentos, que es uno de los más vergonzosos».
19. La falta de hijos, que provoca un envejeci-
miento de las poblaciones, junto con el abandono de
los ancianos a una dolorosa soledad, es un modo sutil
de expresar que todo termina con nosotros, que sólo
cuentan nuestros intereses individuales.

¡Que la vida de los más débiles como un derecho hu-


mano fundamental sea protegida antes que debatida, en un
contexto donde la información contribuya a sembrar verdad,
bondad y belleza, en lugar de desesperanza, dominio y des-
confianza!

262
NAVIDAD: EL VERBO ENCARNADO,
ILUMINADO E INCULTURADO

Diciembre 2020

El Dios que se hace hombre, se encarna, ilumina el mundo,


dialoga con la cultura del pueblo y se hace uno con la huma-
nidad sin perder su divinidad, es el centro de la Navidad. El
cristianismo no es una filosofía ni una ideología porque no
parte de un Dios conceptual ni ideólogo, sino de Jesús que se
concretiza y se hace uno con nosotros. Se deja ver, tocar y se
mueve desde una génesis espacial primigenia hasta un cronos
histórico específico para proyectarse en un kairos desde una
parusía que se prolonga a un infinito pleno de su reino de
paz. En los tiempos de la primera epístola del apóstol san
Juan, donde no había quedado en pie el templo de Jerusalén
y ninguno de los doce estaba vivo, vientos de modas filo-
sóficas, ideológicas y teológicas amenazaban los principios
antes mencionados. En esa carta, discurso u homilía, el discí-
pulo amado comienza afirmando que: “Lo que existía desde
el principio, lo que hemos oído con nuestros ojos, lo que
hemos contemplado y han palpado nuestras manos, es lo que
anunciamos: el verbo que es vida” (1 Jn 1, 1). Enfrentando
estos falsos profetas “cristianos” que afectaban el lumen de
la natividad, o sea la encarnación en Cristo con sus pensa-
mientos gnósticos y docetistas, atestigua en primera persona
la humanidad de Dios, base de su anuncio evangélico.
Esa tensión teológica, filosófica y cósmica que siguió
existiendo en intentos más o menos disimulados, de deshu-
manizar a Jesús y con él a la fe cristiana, generando una diso-
ciación peligrosa entre lo mundano y lo divino, la pone sobre
el tapete el teólogo Hans Küng cuando escribió que: “Este

263
Dios es, así, trascendente e inmanente, lejano y cercano, supra-
mundano e intramundano, futuro y presente. Dios está orien-
tado hacia el mundo: ¡no hay Dios sin mundo! Y el mundo está
referido enteramente a Dios: ¡no hay mundo sin Dios! Por lo
tanto, la contradicción no reside, como entre los griegos, entre
el Dios espiritual y el mundo material en sí, sino entre Dios y
un mundo pecador alejado de él. Y la redención que se espera
no es la superación del dualismo platónico Dios-mundo, espí-
ritu-materia, sino la liberación del mundo de la culpa, la miseria
y la muerte, y la comunión con Dios”1.
La encarnación del Verbo trae consigo la luminosidad de
su presencia que se hace camino en medio de la oscuridad.
“Este es el mensaje que le oímos y les anunciamos: que Dios
es luz sin mezcla de tinieblas” (1 Jn 1, 5). En estos tiempos
de pandemia, oscuridad y desesperanza, descubrimos que
nuestros ojos no están diseñados para atravesar esa densidad
opresora. Solamente la luz de Dios a través de los ojos de
Cristo, pueden vencerla y dejarnos ver caminos luminosos
de esperanza. En otros tiempos de la historia como en la
Shoah, donde las tinieblas del mal cubrieron la humanidad
toda, muchos se preguntaron acerca de esta lucha cósmica
pero tan humana entre luz y oscuridad en donde abundan las
preguntas sobre la divinidad, en sus palabras y silencios. Tal
fue el caso del filósofo y teólogo judío Martin Buber, quien
en su ensayo “El eclipse de Dios”2 escribió respondiendo a
otro filósofo “Sartre ha partido del silencio de Dios sin pre-
guntarse qué parte ha correspondido en ese silencio nuestro
no oír y a nuestro no haber oído”. Luego, entendiendo que
esa oscuridad había puesto una distancia entre la luz de Dios

1 Küng, Hans, Ser cristiano. Editorial Trotta, edición española de 1996,


página 322.
2 Buber, Martin, Eclipse de Dios. Ediciones Galatea Nueva Visión, Buenos
Aires, 1955.

264
y la oscuridad terrena afirmó: “Eclipse de la luz del cielo,
eclipse de Dios, tal es en verdad el carácter de la hora históri-
ca que el hombre atraviesa”. Finalmente, reflexionando sobre
el lugar de la fe y la realidad acuciante agregó que “La relación
entre religión y realidad que prima en una época determinada
es el índice más exacto de su verdadero carácter”. Nos toca
vivir esta Navidad en tiempos de silencios, oscuridades y pre-
guntas. Que la luz verdadera que nos recuerda el pesebre de
Belén nos ayude a no dejarnos eclipsar por la confusión y la
oscuridad, y transitemos la esperanza de la luminosidad del
Señor de la historia, de todas las historias humanas.
El tercer concepto de estas reflexiones navideñas tiene
que ver con un Dios que se hizo cultura, para dialogar con
ella, nutrirse de aquella e influirla sin avasallarla, amándola
hasta inculturarse como parte de esta. El Papa Francisco
aborda en reiteradas oportunidades la relación entre encarna-
ción cristiana en diálogo con las culturas, como en Evangeli
Gaudium cuando expresa que: “No haría justicia a la lógica
de la encarnación pensar en un cristianismo monocultural y
monocorde”3. “Este criterio hace a la encarnación de la Pala-
bra y a su puesta en práctica: ‘En esto conoceréis el Espíritu
de Dios: todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido
en carne es de Dios’ (1 Jn 4, 2). El criterio de realidad, de
una Palabra ya encarnada y siempre buscando encarnarse, es
esencial a la evangelización”4.
La relación entre evangelización, encarnación e incul-
turación están muy presentes en el pensamiento y obra del
teólogo Juan Carlos Scannone que viene a nuestro auxilio al
afirmar que: “aunque la inculturación (que es la otra cara de
la evangelización de la cultura) pone el énfasis en lo propio y
particular de cada una, lo hace sin perder de vista lo humano

3 Evangeli Gaudium #117


4 Evangeli Gaudium #233

265
universal de la cultura y del hombre en cuanto tales, no con-
siderados –claro está– en forma unívoca y ahistórica, sino
analógica e histórica, y aunque acentúa la relación orgánica
y constitutiva entre fe y cultura, preserva la trascendencia de
la primera y la autonomía de la última, según el modelo de la
Encarnación”5.
En esta Navidad tan diferente y compleja, que estos con-
ceptos de encarnación, iluminación e inculturación, nos huma-
nice en amor, alumbre en esperanza y bendiga nuestra cultura.
Porque “Sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado
inteligencia para conocer al que es Verdadero, Y nosotros per-
manecemos en el que es Verdadero y con su Hijo Jesucristo. Él
es el Dios verdadero y la vida eterna” (1 Jn 5, 20).

5 Scannone, Juan Carlos, Evangelización, cultura y teología. Editorial


Guadalupe, Buenos Aires 1990, pág. 144.

266
TODOS HERMANOS EN UN DIOS
MÁS GRANDE QUE NUESTRA RELIGIÓN

Diciembre 2020

En estos tiempos de adviento y cambio de página en nuestros


calendarios, resulta interesante releer algunos textos en don-
de Jesús da un giro dramático en su anunciación mesiánica.
Tal es el caso de su presentación en la sinagoga de Nazaret
narrada en el Evangelio de San Lucas.
Antes de comenzar a transitar ese texto, quisiera traer
a modo de introducción a estas líneas la reciente Encíclica
Fratelli Tutti. Como un prólogo del Capítulo II en donde desa-
rrolla la parábola del Buen Samaritano, el Papa Francisco nos
expresa refiriéndose a Cristo que: “Nada hay verdaderamente
humano que no encuentre eco en su corazón”. En el intento
de buscar una luz en medio de lo que estamos viviendo, y
antes de plantear algunas líneas de acción, propongo dedi-
car un capítulo a una parábola dicha por Jesucristo hace dos
mil años. Porque, si bien esta carta está dirigida a todas las
personas de buena voluntad, más allá de sus convicciones
religiosas, la parábola se expresa de tal manera que cualquiera
de nosotros puede dejarse interpelar por ella (FT 56).
El relato lucano citado al inicio nos narra que: “Jesús fue
a Nazaret, el pueblo donde se había criado. El sábado entró
en la sinagoga, como era su costumbre, y se puso de pie para
leer las Escrituras. Le dieron a leer el libro del profeta Isaías,
y al abrirlo encontró el lugar donde estaba escrito: ‘El Espí-
ritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado para
llevar la buena noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar
libertad a los presos y dar vista a los ciegos; a poner en liber-
tad a los oprimidos; a anunciar el año favorable del Señor’.

267
Luego Jesús cerró el libro, lo dio al ayudante de la sinagoga
y se sentó. Todos los que estaban allí tenían la vista fija en
él. Él comenzó a hablar, diciendo: –Hoy mismo se ha cum-
plido la Escritura que ustedes acaban de oír” (Lc 4, 16-21).
La primera reacción de rechazo al Mesías Jesús, se da en
aquellos asistentes en relación con la cercanía, familiaridad,
cotidianeidad y conocimiento que tenían de su vida y la de
su sencilla familia. “¿No es éste el hijo de José?” (vs. 22).
Para ellos, ese conocimiento cercano les otorgaba privilegios
de características posesivas y exclusivistas para con el hijo de
María. Ante esto, Jesús utiliza dos refranes populares como
primeras respuestas. En el primero de ellos “Médico, sánate
a ti mismo” (v 23), hace referencia a un dicho en el cual se
suponía que quien tenía pretensiones de salir de su entorno
para triunfar en su profesión, debía primero dar muestras de
ello en su localidad de origen. Los presentes en la sinagoga
nazarena no podían aceptar que sus prejuicios religiosos-polí-
ticos se vieran amenazados justamente por alguien con el que
solo concebían una relación de apropiación vecinal. También
en nuestros días, nos puede suceder que, habiendo cultivado
cierto costumbrismo cristiano, nos sintamos poseedores por
hábito religioso, del derecho de condicionar o determinar el
espacio y tiempo del accionar de Cristo en el cosmos y en la
historia. El segundo refrán: “Nadie es profeta en su tierra”
(vs 24), complementa el anterior, dejando sentado que su re-
velación profética mesiánica, había descubierto a los suyos
como insensibles y ajenos ante semejante adviento que tenían
enfrente de sus ojos. Ese refrán es también una puerta de
entrada a una nueva declaración en la homilía pueblerina de
Jesús, que produce el segundo rechazo. Esta vez el mismo
es de tal magnitud que, si hubieran tenido éxito, sus vecinos
habrían adelantado la muerte del Mesías por despeñamiento
(vs 29-29).

268
Haciendo uso de una homilética profética penetrante, Je-
sús continúa su sermón expresando: “Verdaderamente, había
muchas viudas en Israel en tiempos del profeta Elías, cuando
no llovió durante tres años y medio y hubo mucha hambre
en todo el país; pero Elías no fue enviado a ninguna de las
viudas israelitas, sino a una de Sarepta, cerca de la ciudad de
Sidón. También había en Israel muchos enfermos de lepra
en tiempos del profeta Eliseo, pero no fue sanado ninguno
de ellos, sino Naamán, que era de Siria” (vs 24-27). Citando a
dos profetas principales en la fe judía, les recuerda dos suce-
sos de catástrofes integrales con un claro sindicado mesiáni-
co universal y ecuménico. Los sucesos hacen referencia a una
crisis climática y ecológica sin precedentes y una hambruna
con altos niveles de mortandad en todo el mundo conocido
por entonces. También trae a la memoria de los asistentes
una pandemia de una enfermedad contagiosa que no tenía
tratamiento ni cura y que solo se “atenuaba” , aún en esos
tiempos, con un cruel aislamiento personal con serias discri-
minaciones sociales. A esta altura de mi breve comentario,
no creo necesario hacer una relación actual y directa con lo
vivido en estos tiempos de desastres ecológicos, alimentarios
y sanitarios. Al parecer, aquel sentido religioso fundamenta-
lista y reduccionista que había construido en los oyentes un
Dios propio, pequeño y manipulable, es el foco que Jesús,
como encarnación del texto mesiánico citado, trata de revelar
e iluminar. El Dios de Jesús, y por lo tanto él mismo como
el Mesías, trascendía los bordes de las estructuras dogmáticas
de toda posible apropiación o domesticación intra confesio-
nal. El Cristo manifestado en la periferia de su existencia pre
revelada, debía ser ahora considerado como parte de una di-
námica de acción divina con alcances no solamente a en los
suyos, sino también a toda la humanidad y otras formas de
entender la fe y especialmente presente en situaciones uni-

269
versales críticas. Las citas del accionar amoroso y misericor-
dioso del Dios de Israel hacia la viuda de Sarepta y del sirio
Naamán por parte de los profetas Elías y Eliseo, serán un
prólogo, de sus futuros encuentros ecuménicos. Bastaría citar
solamente los sucedidos con la mujer samaritana (Jn 4, 1-45)
o con la mujer sirofenicia (Mc 7, 24-30) y desde luego, su en-
señanza en la parábola del buen samaritano ya citada. Que no
nos pase como a aquellos coterráneos y confesos del relato
del Evangelio que por querer encerrar a Jesús en sus dogmas,
formas y condicionantes religiosos, se perdieron la homilía
más importante y fundamental que traía liberación, sanidad,
visión , a la vez de un periodo sabático de paz universal.
En estos momentos dramáticos de la humanidad, en
donde aún no hemos salido de una pandemia que ha profun-
dizado desigualdades sociales y provocado muerte, enferme-
dad y hambre; pero también ha dejado fuertes interrogantes
al ya dramático clamor de la tierra y el planeta, aferrémonos
a este Cristo universal. Encarnado en la historia, su pueblo,
sus raíces periféricas, pero que extiende siempre sus brazos
de amor y misericordia desde y hacia todos los tiempos y a la
humanidad de la cual toma su propia identidad.

270
LA FRATERNANIDAD AMENAZADA
POR EL FUNDAMENTALISMO

Enero 2021

Desde hace un par de años, pero especialmente en estas úl-


timas semanas, hemos sido testigos como ciudadanos del
mundo, y particularmente como personas de fe, de una esca-
lada de expresiones de fundamentalismos, integrismos y divi-
siones socio-religiosas, que concluyeron con la trágica pintu-
ra de imágenes de un caos político para muchos inimaginable.
Releyendo las declaraciones del “Documento sobre la
fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia co-
mún”1 en el contexto mencionado, muchas de ellas tomaron
un renovado peso. Especialmente aquella donde se hace un
llamado “En el nombre de esta fraternidad golpeada por las
políticas de integrismo y división y por los sistemas de ga-
nancias insaciable y las tendencias ideológicas odiosas, que
manipulan las acciones y los destinos de los hombres”. El
hecho de que esos textos sean el sustrato basal y formen un
apartado especial en Fratelli Tutti (FT #285), impulsa nece-
sariamente a releer esa Encíclica para entender el devenir de
estos hechos políticos, sociales y religiosos. Algunos párrafos
sobresalen entonces a nuestra mirada de una manera muy sig-
nificativa, como por ejemplo donde el Papa Francisco expre-
sa que: “Conviene reconocer que los fanatismos que llevan a
destruir a otros son protagonizados también por personas re-
ligiosas, sin excluir a los cristianos, que «pueden formar parte
de redes de violencia verbal a través de internet y de los diver-
sos foros o espacios de intercambio digital. Aun en medios
católicos se pueden perder los límites, se suelen naturalizar la
1 Abu Dabi (4 de febrero de 2019).

271
difamación y la calumnia, y parece quedar fuera toda ética y
respeto por la fama ajena». ¿Qué se aporta así a la fraternidad
que el Padre común nos propone? (FT #46).
Del mismo modo, y sin el mínimo anhelo de auto refe-
rencialidad, muchos colegas y hermanos han revalorizado el
artículo “Fundamentalismo evangélico e integrismo católico,
un ecumenismo sorprendente”2 que escribimos con el padre
Antonio Spadaro s.j. Resulta interesante repasar algunos pá-
rrafos de ese documento para cruzarlos proféticamente con
la actualidad y hacerlos entrar en diálogo con la espiritualidad
social de Fratelli Tutti. Algunas expresiones de aquel trabajo
de hace cerca de tres años bien podrían acercarse a esa doble
dinámica. Como por ejemplo cuando expresamos que: “Ba-
sándose en los valores del fundamentalismo se está desarro-
llando una extraña forma de sorprendente ecumenismo entre
fundamentalistas evangélicos y católicos integristas, unidos
por la misma voluntad de una influencia religiosa directa en
la dimensión política… Tanto los evangélicos como los ca-
tólicos integristas condenan el ecumenismo tradicional y, sin
embargo, promueven un ecumenismo del conflicto que los
une en el sueño nostálgico de un Estado de rasgos teocrá-
ticos... La palabra «ecumenismo» se traduce así en una para-
doja, en un «ecumenismo del odio». La intolerancia es marca
celestial de purismo, el reduccionismo es metodología exegé-
tica y el ultraliteralismo es su clave hermenéutica… Hoy más
que nunca es necesario despojar al poder del pomposo ropaje
confesional, de sus corazas, de sus armaduras oxidadas. El
esquema teopolítico fundamentalista quiere instaurar el reino
de una divinidad aquí y ahora. Y, obviamente, la divinidad es
la proyección ideal del poder constituido. Esta visión genera
la ideología de conquista. En cambio, el esquema teopolíti-
co verdaderamente cristiano es escatológico, es decir, mira al
2 La Civiltà Cattolica (julio de 2017).

272
futuro y quiere orientar la historia presente hacia el reino de
Dios, reino de justicia y de paz. Esta visión genera el proceso
de integración que se despliega con una diplomacia que no
corona a nadie como «hombre de la Providencia»”.
Nuevamente, el diálogo con Fratelli Tutti, nos ayuda a en-
contrar una luz actual y mas profunda de aquellas reflexiones
pasadas y mirar la actualidad con una vigencia inocultable. El
Papa Francisco viene a nuestro auxilio con reflexiones como
la siguiente: “Mientras vemos que todo tipo de intolerancias
fundamentalistas daña las relaciones entre personas, grupos y
pueblos, vivamos y enseñemos nosotros el valor del respeto,
el amor capaz de asumir toda diferencia, la prioridad de la
dignidad de todo ser humano sobre cualesquiera fuesen sus
ideas, sentimientos, prácticas y aun sus pecados. Mientras en
la sociedad actual proliferan los fanatismos, las lógicas cerra-
das y la fragmentación social y cultural, un buen político da el
primer paso para que resuenen las distintas voces. Es cierto
que las diferencias generan conflictos, pero la uniformidad
genera asfixia y hace que nos fagocitemos culturalmente. No
nos resignemos a vivir encerrados en un fragmento de reali-
dad” (FT #191).
Esta decantación de hechos, sucesos políticos, miradas
religiosas y especialmente la búsqueda de una fraternidad
donde se practique el ecumenismo político del amor, me lle-
va a concluir estas líneas en el sentido que fueron comen-
zadas. “En este contexto, quiero recordar que, junto con el
Gran Imán Ahmad Al-Tayyeb, pedimos «a los artífices de la
política internacional y de la economía mundial, comprome-
terse seriamente para difundir la cultura de la tolerancia, de
la convivencia y de la paz; intervenir lo antes posible para
parar el derramamiento de sangre inocente». Y cuando una
determinada política siembra el odio o el miedo hacia otras
naciones en nombre del bien del propio país, es necesario

273
preocuparse, reaccionar a tiempo y corregir inmediatamente
el rumbo” (FT #192).

274
UNA MIRADA ECUMÉNICA DE LA ASAMBLEA
ECLESIAL DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE

Enero 2021

El domingo 25 de enero, coincidiendo con el Domingo de la


Palabra y al finalizar la Semana de Oración por la Unidad de
los Cristianos, se presentó en la ciudad de México, la Asam-
blea Eclesial de América Latina y el Caribe. Si bien la coinci-
dencia de estos tres eventos, aunque sucedan en continentes
y hemisferios diferentes, nos invita a esbozar una mirada pro-
videncial desde lo ecuménico e interreligioso.
El Papa Francisco, en un video mensaje enviado para
esta ocasión al Consejo Episcopal Latinoamericano, CE-
LAM, mencionó dos criterios. El primero ir junto al pueblo
de Dios, al que todos somos parte. Una Asamblea unida al
pueblo de Dios, sin dar paso a la elite, porque la Iglesia, dijo,
“se da con todos, sin exclusión. El segundo criterio es la ora-
ción”. El Papa afirmó que en medio del pueblo de Dios está
el Señor. Estos dos consejos que unen inclusión y oración,
son iluminadadores no solamente dentro del desafío misio-
nológigo y eclesiológico de la Iglesia, sino que nos ayudan a
caminar orando juntos, sin exclusión, en un peregrinar con
las religiosidades populares y ancestrales.
En su mensaje de presentación, el Cardenal Oscar A.
Rodríguez Maradiaga, habló de “un nuevo evento eclesial en
clave sinodal, más que solo episcopal, con una metodología
representativa, incluyente y participativa, como lo fue el síno-
do de la Amazonía”. Estos conceptos de representatividad,
inclusión y participación, bajo la hermenéutica sinodal de la
Amazonía, nos remite, a quienes hemos sido testigos de este
encuentro, a una mirada amplia, generosa en la cultura del

275
encuentro con otras formas de religiosidad popular, ancestral
a la vez de coparticipación misional con otras confesiones de
fe cristianas, presentes en nuestro continente moreno.
Del mismo modo, en su mensaje de apertura Monseñor
Miguel Cabrejos Vidarte, presidente del CELAM, dibujo dos
figuras simbólicas muy significativas y que nos invitan tam-
bién a una mirada ecuménica integradora. En primer lugar,
y en una conexión que enfoca cinco dimensiones itinerantes
basadas en el Magisterio del Papa Francisco: “Evangelii Gau-
dium con la conversión pastoral; Laudato Si’ con la conversión
ecológica; Episcopalis Communio con la conversión sinodal; Que-
rida Amazonía con la conversión cultural; y Fratelli Tuti con la
conversión social”. Estas dimensiones de conversión pastoral,
ecológica, sinodal, cultural y social, hacen que este itinerario
se abra a un horizonte integral que por exponente claro de la
catolicidad, incluye los aspectos de la ecumenicidad con otras
confesiones de fe cristianas. Más adelante, Monseñor vuelve a
hacer girar los horizontes eclesiales en cuatro puntos cardina-
les contenidos en los cuatro sueños de “Querida Amazonía”.
Estos son: “a) Sueño con un Continente que luche por los
derechos de los más pobres, de los pueblos originarios, de los
últimos, donde su voz sea escuchada y su dignidad sea promo-
vida (sueño social). b) Sueño con un Continente que preserve
esa riqueza cultural que lo destaca, donde brille de modos tan
diversos la belleza humana (sueño cultural). C) Sueño con un
Continente que custodie celosamente la abrumadora hermo-
sura natural que lo engalana, la vida desbordante que llena sus
ríos y sus selvas (sueño ecológico). d)Sueño con comunidades
cristianas capaces de entregarse en América Latina y el Caribe
hasta el punto de regalar a la Iglesia nuevos rostros con ras-
gos latinoamericanos (sueño eclesial) (cf. QA 7)”. Nuevamente
aquí la veleta que se mueve con el viento del Espíritu Santo,
siempre incluturado en los vientos de los tiempos, la diversidad

276
de lenguas, culturas, y regiones, nos habla de un movimiento
y una direccionalidad universal e interreligiosa. Estos sueños
social, cultural, ecológico y eclesial nuevamente dialoga con
una mirada encarnada en la diversidad antropológica, religiosa
y mística de todos los pueblos y miradas de fe. Esta dimensión
interreligiosa, basada especialmente en la cosmovisión espiri-
tual de los pueblos originarios, orienta esta futura asamblea a
una apertura interreligiosa, intercultural e interconectada con
estos pueblos, dueños y dialogantes con la tierra y lo creado.
Estas miradas ecuménicas e interreligiosas, incluyen pero
no se limitan a la futura presencia de observadores de otras
confesiones de fe en la Asamblea Eclesial en noviembre de
este año. Sería deseable que haya participación también desde
la preparación, los contenidos, los materiales preparatorios y
principalmente desde la oración. Unidos con otras confesio-
nes de fe cristianas por la oración y la Palabra de Dios de una
manera práctica y no meramente declaratoria. Hermanados
con humilde escucha, empatía y recepción de las cosmovi-
siones de los pueblos originarios de este continente indígena
multicultural y plurilingüisitico.

277
LA GRANDEZA DE LO PEQUEÑO EN CASA
DE MARÍA, MARTA Y LÁZARO

Febrero 2021

Ver lo universal sin perder de vista lo familiar. Compadecerse


por lo mundial sin dejar de lado la misericordia de lo cercano.
Equilibrar la tensión entre la fraternidad como prójimo y la
familia como próxima. Transitar estos tiempos de pandemia
de la mano de un Cristo encarnado como símbolo de huma-
nidad plena, comprendiendo su kairos de amor infinito a la
debilidad individual. Tener la capacidad de analizar la historia
actual a la luz de los sucesos dramáticos vividos, sin perder
la grandeza de detenernos en lo pequeño como un instante
infinito. Una gota de eternidad en un espacio pequeño y cer-
cano en medio de un mar azotado por una marea inesperada
y planetaria.
El pasado 26 de enero, en la memoria litúrgica de los
Santos Obispos Timoteo y Tito, el Cardenal Robert Sarah y el
Arzobispo Arthur Roche, respectivamente Prefecto y Secre-
tario de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina
de los Sacramentos, firmaron un Decreto de variación en el
Calendario General Romano referente a la celebración del
29 de julio, que a partir de este año se llamará de los Santos
Marta, María y Lázaro. Se recuerda que “en la casa de Betania,
el Señor Jesús experimentó el espíritu familiar y la amistad de
Marta, María y Lázaro, y por eso el Evangelio de Juan afirma
que los amaba”. Y se añade: “Marta le ofreció generosamente
hospitalidad, María escuchó atentamente sus palabras y Lá-
zaro salió rápidamente del sepulcro por mandato de Aquél
que ha humillado a la muerte”. “El Sumo Pontífice Francisco,
acogiendo la propuesta de este Dicasterio, ha dispuesto que

278
el 29 de julio se inscriba en el Calendario Romano General la
memoria de los santos Marta, María y Lázaro”.
En esa historia evangélica juanina se percibe como en po-
cas, la tensión de opuestos en los tiempos previos al camino
de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. El Señor estaba
enderezando su rostro para dirigirse hacia Betania, sabedor
que se exponía a la aceleración del proceso final ya orquesta-
do por el Sanedrín, el cual solo buscaba la oportunidad de su
materialización. De alguna manera, algunos de los discípulos
percibieron esa tensión peligrosa cuando le reclamaron “Se-
ñor, hace muy poco los judíos intentaron apedrearte, ¿y toda-
vía quieres volver allá?” (Jn 11, 8). Está clara en la respuesta
encriptada de Jesús que su visión de los tiempos y los sucesos
no coincidía con los de ellos. “¿Acaso el día no tiene doce
horas. El que anda de día no tropieza, porque tiene la luz de
este mundo. Pero el que anda de noche sí tropieza, porque no
tiene la luz. Dicho esto, añadió: Nuestro amigo Lázaro duer-
me, pero voy despertarlo” (Jn 11, 9-11). Del mismo modo se
desprende que para Jesús era necesario el viaje pedagógico
que produciría la resurrección de su amigo Lázaro para testi-
monio de su poder sobre la muerte y sus tiempos, pero tam-
bién para acelerar de una manera definitiva su final –“desde
aquel día (el Sanedrín) convinieron en quitarle la vida” (Jn 11,
53)–. Su victoria sobre la tensión entre la vida, la muerte y sus
tiempos cronológicos e infinitos era la pulsión superadora de
esa tensión de opuestos. “Yo soy la resurrección y la vida. El
que cree en mi vivirá, aunque muera” (Jn 11, 25).
En su reciente mensaje para la Jornada de la Vida Con-
sagrada, el Papa Francisco expresó que “Me gusta recordar
a Romano Guardini, que decía: la paciencia es una forma en
que Dios responde a nuestra debilidad, para darnos tiempo
a cambiar”. Jesús desea en este viaje inesperado, peligroso y
aparentemente extemporáneo e innecesario, dar también una

279
lección de paciencia para la debilidad de los discípulos para
quienes esa tensión les resultaba insoportable. La misma im-
paciencia que tuvieron al principio Marta y luego María al
recibir a Jesús luego de la muerte de su amigo “…si hubieras
estado aquí, mi hermano no hubiera muerto” (Jn 11, 21b;
33b). Jesús también deseaba pasar tiempo de sanación, cer-
canía y cotidianidad con esa familia tan querida. La casa de
María, Marta y Lázaro en Betania, era para el Señor un lugar
acogedor, con aromas de aldea y con sabores de amistad pue-
blerina. Jesús se lanzaría a un universo infinito previo paso
por la majestuosa Jerusalén, pero ni aún en esas circunstan-
cias, se privó del tiempo necesario para acercarse a amadas
periferias aldeanas de su ser personal.
Siguiendo la obra y pensamiento de Guardini, en el “Der
Gegensatz” se desarrolla el sentido profundo de la importan-
cia de la tensión de los contrastes. Contrastes que lejos de ser
un problema, representan una salida superadora a todo endu-
recimiento de una visión binaria y hegemónica de la realidad
teológica, social y antropológica. Porque esa visión estática y
unipolar paraliza, obnubila el pensamiento y no deja lugar a
la acción renovadora de Dios. Guardini sostenía “No pode-
mos admitir que se consolide una sociedad dual”. Podríamos
muy bien decir en este mismo sentido que también se aplica
el lema en el Hyperion de Hölderlin: “No tener límite para lo
grande, pero concentrarse en lo pequeño”.
Es necesario mirar la pandemia mundial con una mirada
universal. La desigualdad en el acceso a los servicios sanitarios
para los países y continentes pobres y ahora, la escandalosa
asimetría en la disponibilidad de las vacunas de acuerdo a la
capacidad económica de cada estado. Pero también es nece-
sario “tensar el arco” de los opuestos para remitirnos a lo pe-
queño que por serlo, por representar lo tangible, lo cotidiano
y lo familiar, reviste un carácter de encarnadura de la situación

280
que está en el lumen del ser cristiano. Por ello, concentrarse
en lo que pasa en mi aldea, familia, comunidad es una mirada
imprescindible que al igual que algunos discípulos, muchos no
comprenderán. Necesitamos la paciencia de mirar lo cotidiano,
cercano y familiar para tener la paciencia que nos puede hacer
cambiar nuestro ser débil en conversión espiritual a Jesús, Se-
ñor de los tiempos y la historia. Desde luego que no debemos
olvidar que en sintonía con nuestra catolicidad espiritual, nues-
tro límite es toda la humanidad y la justicia integral a la luz de
la hermenéutica del reino de Dios y su justicia. Pero también
es importante en estos tiempos recobrar la grandeza de los pe-
queños, como Jesús que en su camino a la salvación universal,
no dejó de lado la cercanía a una familia querida, pequeña y
cercana de María, Marta y Lázaro.

281
CONCILIO VATICANO II, BARTH Y EL
ECUMENISMO LATINOAMERICANO HOY

Febrero 2021

¿Qué incidencia sigue teniendo hoy el Concilio Vaticano II


en el movimiento ecuménico mundial y específicamente la-
tinoamericano? ¿Cuál es la situación actual del caminar in-
terconfesional entre católicos y evangélicos en el continente
del Papa? ¿Resulta importante releer algunas reflexiones de
teólogos reformados conciliares a la luz del crecimiento de
las iglesias evangélica en este continente?
En estas breves líneas, como presbítero protestante, in-
tentaré reflexionar sobre estos interrogantes a la luz del libro
Gespräche1, que contiene una serie de reflexiones, diálogos,
entrevistas y conversaciones contemporáneas al Concilio Va-
ticano II del teólogo protestante Karl Barth. Esos textos, que
en su momento fueron sumamente impactantes y hasta con-
troversiales, bien pueden hoy resultar proféticos y de auxilio
para releer y reorientar el rol el ecumenismo desde una pers-
pectiva reformada en el “nuevo continente” o el “continente
de la esperanza”.
El ecumenismo latinoamericano ha tendido en estos úl-
timos tiempos, a riesgo de ser simplista, dos movimientos en
permanente y dinámica tensión. Por un lado, encontramos el
trabajo de las iglesias reconocidas como “hijas directas de la
reforma europea” que en consonancia con el Consejo Mun-
dial de Iglesias han elaborado en el continente una dialécti-
ca y una praxis en consonancia con la mirada ecuménica del
pontificado de Francisco. En una de sus citas, Barth, quien

1 K. Barth, Gespräche 1964-1968, ed. por E.Busch, Zürich: Theologischer


Verlag 1997.

282
no había podido asistir entre los observadores oficiales del
Concilio por motivos de salud, pero siguió su desarrollo y
reflexionó en sus documentos expresó sobre el mismo que se
trata de: “Un movimiento inquietantemente fuerte. Sí, digo
inquietante; pero podría decir también un movimiento mara-
villosamente fuerte… hacia la palabra de evangelio…”. Del
mismo modo, al desear que el Consejo Ecuménico de Igle-
sias, “pudiera hablar como ha hablado Pablo VI”, se estaba
elevando sin saberlo hacia una mirada profética del buen diá-
logo actual entre ese Consejo y el Papa Francisco. Un Papa
latinoamericano y “ecuménicamente profeta en su propia tie-
rra”, ha sido un viento fresco que ha producido que muchas
denominaciones protestantes hayan levantado sus velas en la
misma barca interconfesional. Lo han hecho hacia la ecolo-
gía, la justicia social, la opción preferencial por los pobres y
por una eclesiología cercana al pueblo sufriente de nuestra
patria grande. El teólogo protestante suizo resaltó la figura
conocida de la barca con Jesús en el cabezal del relato evan-
gélico al citar sobre las diferentes confesiones cristianas que
“se encuentran ambas en el mismo bote, levando anclas hacia
nuevas orillas”.
Por otro lado, actualmente algunas iglesias evangélicas
habitualmente no ecuménicas, han visto una oportunidad
política para acordar agendas comunes en temas morales
afines, en una suerte de ecumenismo ciertamente novedoso,
más cercano a la cobeligerancia religiosa. Si bien no la excluye
directamente, esperamos en el kairos de la historia ecuménica
latinoamericana, que estas uniones en apariencia circunstan-
ciales quiten el dañino concepto de la competencia traducida
en proselitismo religioso. Resulta fundamental entonces reto-
mar el documento de Barth y sus dichos proféticos alentado
a “los católicos tienen que ser buenos católicos y los evangéli-
cos buenos evangélicos… todos partiendo del mismo lugar y

283
persiguiendo la misma meta que es Jesucristo… anhelando y
saliendo de a apoco del espejismo de la división”. Es necesa-
rio reconocer que estos principios de teología moral sobre los
cuales estas iglesias evangélicas han redescubierto a la católica
como hermanas en el camino, no han tenido eco en la mayo-
ría de las primeras. De manera que la categorización de estos
dos movimientos en tensión no se realiza desde una mirada
valorativa ni crítica, sino objetiva y descriptiva.
El Concilio Vaticano II sigue demandando aún hoy una
relectura en clave ecuménica para poder comprender y quizá
reorientar estos dos opuestos en tensión para que puedan
producir un movimiento superador. Sin dejar de lado las di-
ferencias, y reconocer muchas de ellas como necesarias para
la diversidad necesaria en la dinámica ecuménica, Barth men-
cionaba que: “Me parece que sería mucho más importante
que reflexionáramos sobre si no podría suceder que de re-
pente la doctrina de la justificación por la sola fe fuera pre-
dicada desde Roma con mayor pureza que en la mayoría de
las Iglesias Evangélicas. Y ¿Qué hacemos nosotros entonces?
¿Dónde está la Reforma? ¿Dónde se ha efectuado el regreso
a las fuentes? Esta es una cuestión de hechos y no una cues-
tión de las formas de doctrina. ¿Estamos nosotros también
dispuestos a realizar una conversión, como la que ellos se dis-
ponen a realizar?” Siguiendo sus lecturas ecuménicas a la luz
conciliar, Barth no ahorra en su dichos sinceridad, identidad
y cultura del encuentro, como por ejemplo cuando mencio-
nó que “vosotros estáis hablando de cosas que nosotros no
podemos secundar bien, y nosotros de otras que vosotros no
podéis aceptar. Para mí, más importante que tomar esa dife-
rencia tan terriblemente en serio es el hablar unos con otros:
¿qué decís vosotros? ¿qué tenemos nosotros que decir?”.
El teólogo protestante más influyente del siglo XX ex-
presó en la obra que venimos citando que “la renovación es

284
consecuencia de procesos y evoluciones continuados durante
largo tiempo… mediante el subrayado de la Escritura como
elemento determinante en la Iglesia”. Barth resalto “la nece-
saria y debida apertura a otras Iglesias, al mundo, a las reli-
giones”. En el horizonte esperanzado del kairos ecuménico,
Barth acepta que “no nos será dado contemplar la meta de
este camino. En el más extremo límite del horizonte se hará
por fin verdad que todos de hecho somos uno. Eso pertene-
ce entonces a la vida en la luz. Es lo que esperamos. A eso
aguardamos”. Con humildad, y desde esa mirada profética,
reflexionando sobre la relevancia del Concilio Vaticano II
para las iglesias reformadas y la situación y proyección del
ecumenismo en Latinoamérica, me tomo el atrevimiento de
unirme con un amén a esa aceptación confiada de Karl Barth.

285
JESÚS Y LA INMUNIDAD DE REBAÑO

Febrero 2021

En estos tiempos de pandemia, hemos aprendido y asimilado


en nuestro vocabulario palabras con un nuevo significado. Es
el caso de la frase “inmunidad de rebaño”. Según la OMS,
la “inmunidad colectiva”, “inmunidad de rebaño”, también
conocida como “inmunidad de la población”, es un concepto
utilizado para la vacunación, en el que una población puede
protegerse de un determinado virus si se alcanza un umbral
de vacunación. Ese porcentaje, aún en estudio experimental
en el caso del Covid-19, puede rondar entre el 60% y el 75%
de la población.
En estos días, António Guterres, secretario general de UN,
informó desde su red social que: “Solo 10 países han adminis-
trado el 75% de todas las vacunas COVID-19. Sin embargo,
más de 130 países no han recibido una sola dosis. Vuelve a
nuestra memoria, las palabras del Papa Francisco en su mensa-
je a ese organismo del 25 de septiembre del 2010 “Renuevo mi
llamamiento a los líderes políticos y al sector privado para que
no escatimen esfuerzos para garantizar el acceso a las vacunas
Covid-19 (…) Si a alguien se le debe dar preferencia, que sea el
más pobre, el más vulnerable”.
Jesús utilizó con frecuencia la imagen de las ovejas y del
rebaño para sus enseñanzas, no solamente en sus parábolas,
sino en sus homilías trascendentales. Tal fue el caso de su dis-
curso conocido como del “Buen pastor” que se encuentra en el
Evangelio de San Juan 10, 1-21. En el núcleo de su enseñanza,
el Maestro presenta una comparación didáctica entre el pastor
bueno que ofrece todo por el rebaño y aquel que solo es mo-
vido por el lucro que le hace insensible a esa población de ries-

286
go. “Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las
ovejas. El asalariado no es el pastor, y a él no le pertenecen las
ovejas… a él no le importan las ovejas” (Jn 10, 11; 13b). En la
escandalosa cifra porcentual de desigualdad en el suministro de
las vacunas citada, queda claro que una minoría de países con
superior capacidad económica acaparan las dosis mientras que
trece veces países más pobres no tienen nada. Se revierte aquí,
la ecuación profética del reino del Dios, expresada por la Vir-
gen María en su Magníficat “A los hambrientos los colmó de
bienes, y a los ricos los despidió con las manos vacías” (Lc, 1,
53). La lógica insensible del dios dinero, del poder del mercado
y del egoísmo autosuficiente en este modelo tecnocrático, no
disimulan aún en estos tiempos de pandemia mundial sus mi-
serias para con la humanidad toda. Mientras algunas personas
anónimas y culturas olvidadas ofrendan literalmente su vida en
esta lucha desigual, los asalariados actuales hacen resonar en el
cosmos con fuerza profética sobre sí mismos, el diagnóstico de
Jesús “no les importan las ovejas”.
Retomando el concepto de la “inmunidad de rebaño”, se
comprende fácilmente que en la locura de esa desigualdad del
poder monetario se esconde el germen su propia autodestruc-
ción. ¡Nadie se salva solo!, viene repitiendo el Papa Bergoglio
hace meses. Es que la inmunidad poblacional solo se logra si se
cubre la humanidad toda. Aquellos que piensan que se salvan
en minoría por su capacidad económica, se enfrentarán con la
realidad de la codependencia de vacunar a todos, inclusive a
los que ignoran, los más pobres. Este concepto universal de la
salvación por inmunidad poblacional se vuelve a conjugar en
las palabras de la soteriología universal del Jesús que convoca
generosamente no solo a todas las ovejas, sino a todos los reba-
ños: “Tengo otras ovejas que no son de este redil, y también a
ellas debo traerlas. Así ellas escucharán mi voz, y habrá un solo
rebaño y un solo pastor” (Juan 10, 16).

287
Nuevamente en términos de ecuación de ovejas y reba-
ños, es pertinente recordar a esta altura, la parábola de la ove-
ja perdida en Mt: 18, 10-14: “Miren que no menosprecien a
uno de estos pequeños. Porque les digo que en el cielo los
ángeles de ellos contemplan siempre el rostro de mi Padre
celestial. «¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas
y se le extravía una de ellas, ¿no dejará las noventa y nueve
en las colinas para ir en busca de la extraviada? Y, si llega a
encontrarla, les aseguro que se pondrá más feliz por esa sola
oveja que por las noventa y nueve que no se extraviaron. Así
también, el Padre de ustedes que está en el cielo no quiere
que se pierda ninguno de estos pequeños»”. El Señor nueva-
mente invierte la pirámide de la lógica del mundo corrupto, a
la luz de la semiótica y praxis del reino de Dios. No solamen-
te se debe proteger el 99% de la “población del rebaño”, sino
que el 1% débil y perdido del rebaño olvidado, debe ser un
anhelo de salvación de tal magnitud que impela al cuidador
responsable a ir en su búsqueda.
La “inmunidad de rebaño” de acuerdo a la lógica de Jesús
y su reino, no conoce de porcentajes en relación a capacidades
económicas, y si lo hace, los utiliza en una relación prioritaria
exactamente en contrario de la sociedad anestesiada de justicia
distributiva. El unificador y universal llamado de Jesús, como
el buen pastor que es capaz de atraer para si todos los rebaños,
nos recuerda que la ceguera del egoísmo impide ver a muchos
“poderosos” este mundo enfermo el germen de su propia des-
trucción si insiste en comportarse de esa manera desigual con
las vacunas del Covid-19. Se requieren en forma urgente líde-
res mundiales con alma de buenos pastores que prioricen a los
pobres para salvar a la humanidad toda de esta pandemia de
desigualdad e injusticia que sacó a la superficie el Covid-19.

288
LAS PERIFERIAS COMO CLAVE
HERMÉUTICA PASCUAL

Marzo 2021

El camino cuaresmal que estamos promediando en este difí-


cil tiempo de pandemia, debería ser una ocasión para pedir al
Verbo sufriente que nos ayude a releer los Textos Sagrados, y
dejarnos escudriñar a través de las Escrituras de una manera
especial. En medio de tanto dolor, muerte e incertidumbre,
vemos con espanto el avance del pecado del individualismo,
el egoísmo y la desigualdad. Desde las periferias vivenciales
y existenciales de tantos pueblos e individuos olvidados, des-
cartados e invisibilizados, el rostro de Jesús se nos vuelve a
presentar como palabra, espejo y clave herméutica.
La teología pascual se debe nutrir, desafiar y enraizar en
los que el mundo actual ha decretado “malaventurados” y los
que los “cabritos deshumanizados” de hoy no han querido cui-
dar ni un minuto. El planeta se enfrenta a un virus que no solo
no discrimina, sino que por causa de las inequidades estruc-
turales de un sistema diseñado por los poderosos, se ensaña
libremente con los débiles de la tierra. Por ello, sería deseable
que vivamos en reflexión y acción este peregrinar pascual, bus-
cando en los “bienaventurados” del Evangelio y las “ovejas
humanizadas” las llaves de una hermenéutica santa. Hace días,
en la liturgia pascual recordábamos que Jesús, como verbo en-
carnado se presenta como exégeta de los textos sagrados: en
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No crean que he ve-
nido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolirlos, sino
a darles plenitud (Mt 5, 17)”. Estas palabras, a la luz de su con-
texto simbólico mosaico “Al ver la multitud, subió al monte”
con que Mateo comienza el capítulo cinco de su Evangelio, se

289
encuentran como clave exegética de las bienaventuranzas (Mt
5, 3-12). Posteriormente, y hasta finalizar ese capítulo, Jesucris-
to presenta sus siete “ustedes han oído que se dijo… pero yo
les digo”. En esta dinámica de interpretación bíblica, Jesús nos
invita a mirar al pueblo sufriente como los lentes desde los cua-
les leer la Biblia, y a la vez, como en un espejo doble, dejarnos
leer como pueblo e individuos por sus propias palabras.
En la Homilía en la Catedral caldea de San José de Bagdad,
el Papa Francisco decía que: “Jesús, la Sabiduría en persona,
completa este vuelco en el Evangelio, no en cualquier momen-
to, sino al principio del primer discurso, con las Bienaventuran-
zas. El cambio es total. Los pobres, los que lloran, los perse-
guidos son llamados bienaventurados… La propuesta de Jesús
es sabia porque el amor, que es el corazón de las bienaventu-
ranzas, aunque parezca débil a los ojos del mundo, en realidad
vence. En la cruz demostró ser más fuerte que el pecado, en
el sepulcro venció a la muerte”. Se trata de una invitación que
nos ayuda a ubicar este tiempo de victoria pascual a la luz de la
sabiduría de los bienaventurados de Jesús.
En dos de sus Misas matinales en Santa Marta, el Santo Pa-
dre se refirió a la unión hermeútica de los textos de las bienaven-
turanzas de Mateo 5 y las del juicio a las naciones de Mateo 25.
En la del 9 de junio de 2014 expresó que las bienaventuranzas
«son el programa de vida que propone Jesús», «tan sencillo, pero
tan difícil». «Si nosotros quisiéramos algo más, Jesús nos da tam-
bién otras indicaciones», ese «protocolo sobre el cuál seremos
juzgados», en el capítulo 25 del Evangelio de Mateo. «Tuve ham-
bre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, estaba
enfermo y me visitasteis, estaba en la cárcel y vinisteis a verme».
Dos años después, en la Misa del lunes 28 de febrero de 2016,
el Papa Francisco reiteró que “Cuando Jesús hace la propuesta
del camino de salvación, jamás habla de cosas grandes”, sino “de
cosas pequeñas”. Son “los dos pilares del Evangelio” que se leen

290
en Mateo, las Bienaventuranzas y, en el capítulo 25, el Juicio final,
“Ven, ven conmigo porque usted hizo esto”: “Cosas simples.
Como preparación para la Pascua, yo los invito –también yo lo
haré– a leer las Bienaventuranzas y a leer Mateo 25”.
En el apartado 85 de Fratelli Tutti, el Santo Padre nos
enseña que: “Para los cristianos, las palabras de Jesús tienen
también otra dimensión trascendente, implican reconocer al
mismo Cristo en cada hermano abandonado o excluido (Mt
25, 40-45). En realidad, la fe colma de motivaciones inauditas
el reconocimiento del otro, porque quien cree puede llegar a
reconocer que Dios ama a cada ser humano con un amor infi-
nito y que “con ello le confiere una dignidad infinita. A esto se
agrega que creemos que Cristo derramó su sangre por todos y
cada uno, por lo cual nadie queda fuera de su amor universal. Y
si vamos a la fuente última, que es la vida íntima de Dios, nos
encontramos con una comunidad de tres Personas, origen y
modelo perfecto de toda vida en común. La teología continúa
enriqueciéndose gracias a la reflexión sobre esta gran verdad”.
En estos tiempos de Cuaresma, nuevamente en medio de
una pandemia mundial, debemos asentir con claridad que “nadie
se salva solo”. Pero también, en la lectura soteriológica indis-
pensable para estos tiempos pascuales, nadie, y mucho menos
los cristianos, nos salvaremos si no vamos de la mano con los
sufrientes de nuestras periferias. Ellos deben ser, si deseamos
mirar con santidad el rostro de Cristo, nuestros guías en las lectu-
ras de los Evangelios. Nuestra teología bíblica en todo tiempo, y
en estos especialmente, deben tener estos nombres como claves
hermenéuticas: Los pobres, los afligidos, los desposeídos, los que tienen
hambre y sed de justicia, los misericordiosos, lo limpios de corazón, los que
trabajan por la paz y los perseguidos por causa del bien de las bienaventuran-
zas. Los que tienen hambre, los que tienen sed, los emigrantes, los desnudos,
los enfermos y los encarcelados del juicio a las naciones.

291
JESÚS Y LA SAMARITANA COMO PARÁBOLA
DEL DERECHO AL AGUA

Marzo 2021

El 22 de marzo se conmemora el “Día mundial del agua”.


Para su comprensión integral, resulta de lectura imprescindi-
ble el documento Aqua Fons Vitae elaborado por el Dicasterio
para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. El presente
artículo espera ofrecer un acercamiento de reflexión de ese
tema a la luz de la palabra de Dios.
El relato del encuentro de Jesús con la mujer samaritana
(Jn 4, 1-26), es uno de los textos del Evangelio más relevantes
al tiempo de considerar algunos aspectos fundamentales con
relación al acceso del agua. Los dos protagonistas del texto
juanino, se presentan en toda su riqueza, tanto en lo que hace
al simbolismo planetario de la mujer como al integrador epi-
centro de fe personificado en Jesús.
Para ella, el lejano y sordo sonido del agua le recodaba
que, por ser mujer, pertenecía a una categoría social menor.
El lugar del pozo le quedaba tan lejos de su casa como sus
débiles esperanzas de una vida cercana a su pueblo y cultura.
La profundidad del pozo le obligaba a inclinarse para mi-
rar el agua, como un turbio espejo que le devolvía la imagen
de su estigmatizado rostro. El recipiente que debía utilizar
para buscar agua se constituía para ella en un instrumento
hostil que laceraba su autoestima personal. Para ella, la hora
incómoda en que debía dirigirse al pozo, marcaba el tiempo
infinito de su angustia cotidiana. El insoportable calor del
mediodía, único espacio disponible de acceso, le afiebraba el
alma. La soledad en que debía dirigirse en búsqueda del agua
aislaba su ser, ya deshidratado de tanto desamparo.

292
Esta mujer, en síntesis, simboliza la situación de muchas
personas y pueblos vulnerables en relación con el agua, en es-
tos tiempos de pandemia. Para muchos de ellos, el consejo de
lavarse las manos en forma permanente les resulta una gro-
tesca parodia “pilatiana”. La escasez del agua, como elemen-
to vital integral, es para demasiadas personas hoy, también el
recuerdo de su discriminación social, la lejanía de sus raíces
populares, el espejo horrendo de sus estigmas culturales, un
instrumento hostil deshumanizante, el tiempo infinito de su
angustia, la fiebre de sus almas desamparadas, la deshidrata-
ción de sus cuerpos descartados y la soledad de su peregrinar
en el desierto de la invisibilidad mediática y política. En estos
tiempos de pandemia, estos son los síntomas dolorosos del
odio, la discriminación, el olvido y la inequidad y que muchas
veces resultan asintomáticos para un sistema mundial egoísta
y utilitario. No conocemos el nombre de esta mujer, por ello
también en ella caben todos los nombres. Es recordada por
su pertenencia de fe samaritana, lo que permite al relato bus-
car la luz de la espiritualidad y el agua vivificante de la fe. En
ese camino de esperanza, transita el encuentro de Jesús con
la mujer samaritana.
En el pozo de Sicar, es el Señor quien inicia el diálogo
con la mujer. En su pedido “dame un poco de agua”, Jesús le
está ofreciendo a ella, y como estamos diciendo, a todos hoy,
vivir un pilar de la soteriología cristiana en relación con el
agua “tuve sed y me dieron de beber” (Mt 25, 35). Las barre-
ras de pertenencia religiosa son las primeras en levantarse en
el relato: “¿Cómo se te ocurre pedirme agua, si tú eres judío y
yo soy samaritana?”. Resulta imperioso en estos tiempos que,
en relación con el acceso al agua, dejemos de lado las cate-
gorías religiosas para considerarnos todos hermanos bajo la
misericordiosa provisión de Dios. La respuesta de Jesús sigue
resonando en el cosmos de los grandes interrogantes a toda

293
la humanidad de fe. “Si supieras lo que Dios puede dar”. Ese
“agua que da vida” y que promete a quien tiene acceso “no
volver a tener sed jamás”, constituyéndose en un “manantial
del que brotará vida”, es un llamado a la esperanza de una
equidad distributiva de los recursos acuíferos hoy. Esta posi-
bilidad prontamente moviliza todo el ser de esta mujer y su
problemática narrada al inicio “Señor, dame de esa agua para
que no vuelva a tener sed ni siga viniendo aquí a sacarla”.
No debemos normalizar aquellos conceptos descriptos al ini-
cio como discriminación social, desarraigo popular, estigmas
culturales, deshumanización del ser, angustia infinita, almas
desamparadas, cuerpos descartados y soledades ignoradas.
¡No! Es urgente, en el nombre de Dios misericordioso, resis-
tir con la esperanza puesta en la inclusión social, la equidad
popular, la igualdad cultural, la humanización de todo ser,
la paz integral, el amparo planetario, la cultura del encuen-
tro y la fraternidad interconectada. Luego de un interesante
debate teológico interreligioso entre ellos, aparece Jerusalén
como epicentro confluyente de la fe. Fue precisamente allí,
en ocasión del último y más solemne día de la Fiestas de Las
Chozas, cuando se realizaba la procesión para traer agua al
templo desde la piscina de Siloé, donde Jesús sentencia: “¡Si
alguno tiene sed, que venga a mí y beba! (Jn 7, 37b). Hoy la
Ciudad Santa es fuente y confluyente de las aguas de las tres
religiones del tronco abrahámico. Las religiones monoteístas
provenientes reconocen a Moisés como el liberador que con
la fe dominó las aguas del mar de la división, transformán-
dolas en vehículo de liberación popular. Semejante legado de
unión religiosa ligada al agua como un confluente igualitario
nos debe mover a unirnos en pos de un acceso equitativo,
justo y liberador de ese recurso. La invitación imperiosa a
ser una fraternidad humana extendida a toda expresión de
fe, están contenidas en las palabras de Jesús en el relato que

294
venimos analizando: “Dios es espíritu, y quienes lo adoran
deben hacerlo en espíritu y en verdad”.
¡Quiera el Dios de toda misericordia que nos unamos en
este día mundial del agua, todos los hombres y mujeres de
fe, alrededor de un espíritu y una verdad que nos haga ver-
daderos adoradores y genuina fraternidad! Dos palabras que,
no casualmente, nos alientan a releer y vivir dos documentos
fundamentales hoy: Laudato Si’, y Fratelli Tutti.

295
TIEMPOS NUEVOS PARA EL REINO DE DIOS
EN ÉPOCAS DE COVID

Abril 2021

Como humanidad, hemos avanzado muchísimo en los últi-


mos años –más que en centenos anteriores– en temas casi
invisibles e imperceptibles, pero a la vez tangibles en lo uti-
litario. La velocidad inusitada de internet, el crecimiento ex-
ponencial de la virtualidad, la precisión en la ciencia robótica
o la sobreinformación invasiva por el uso de algoritmos, son
algunos ejemplos. Muchos han intentado asociar estos avan-
ces, que exaltan el ingenio casi infinito del ser humano, con
cambios de época, eras o tiempos. Puede ser. Sin embargo, es
probable que estos adelantos deslumbrantes, por su uso co-
tidiano casi frenético, nos encandilen impidiéndonos ver los
verdaderos y profundos cambios presentes. Se hace vigente
aquí el duro diagnóstico de Jesús sobre esa contradictoria ca-
pacidad que tenemos, aún y especialmente las personas de fe,
para entender los cambios de épocas. “Si saben discernir el
aspecto del cielo y de la tierra, ¿cómo es que no saben discer-
nir el tiempo en que viven?” (Lc 12, 56).
Ya hemos aprendido de la historia universal que los cam-
bios de época poco tienen que ver con calendarios y con su-
cesos predecibles o esperados. No necesitamos irnos lejos
en el tiempo, como al pase de la edad media a la moderna
a raíz de la caída de Constantinopla en manos de los turcos
otomanos en 1453, para constatarlo. Los cambios actuales
suceden más velozmente y muchas veces de manera dramá-
tica e impensada. En nuestra historia contemporánea, todos
esperábamos el cambio de milenio al ritmo de una simple
vuelta de página del calendario en el 2000. Sin embargo, no

296
pocos analistas, identifican el verdadero cambio de milenio y
de época en el 11 de septiembre de 2001 con el atentado que
produjo la caída de las Torres Gemelas. Nos demos cuenta o
no, porque vivimos obnubilados en la inmediatez, ahora es-
tamos presenciando un cambio de época histórico profundo
y dramático debido a la pandemia mundial del Covid-19. No
solamente ésta ha expuesto sobre la superficie un mundo de
desigualdades y una humanidad indefensa, sino que ha decre-
tado que ya nada de lo que conocíamos y nos mantenía orien-
tados en tiempo y espacio, volverá a ser como antes. ¿Qué tie-
ne que ver nuestra comprensión del kairos del reino de Dios
con este cambio de época en tiempos de pandemia? ¡Mucho!
Por lo menos en tres aspectos, para cuyo desarrollo temático
utilizaré un acróstico simplificador. Analizar estos cambios
de época, ampliando nuestro CO-nocimiento, VI-vencia y
D-ifusión del reino de Dios en estos tiempos.
Vemos en los Evangelios que, al presentar el reino de
Dios, el Señor hizo uso didáctico especialísimo en el género
parabólico. La mitad de las parábolas de los sinópticos –ca-
torce sobre veintiocho– se dedicaron al reino de los Cielos.
La dinámica de conocimiento, vivencia y difusión creciente
del reino de Dios se ve claramente en la parábola de la semi-
lla (Mc, 4, 26-29). La parábola simboliza un contra sistema
divino que va enraizándose y desarrollándose imperceptible-
mente a la vez de ir marcando nuevas épocas de buen trigo
en un mundo infructuoso y “cizañero” (Mt 13, 24-30). La
secuencia de progresión agrícola que va mutando de semilla,
fruto, tallo, espiga y grano, nos instruye sobre el crecimiento
creciente de un reino del bien, que resulta invisible para un
mundo seco de inmediatez y exitismo. El desenlace de la co-
secha del grano maduro nos recuerda la tensión permanente
entre el “ahora” y el “todavía no” del reino de Dios. Es ese
dinamismo vivencial que nos impulsa a releer los tiempos en

297
forma permanente, a la luz de esas señales que Jesús nos en-
seña en los Evangelios.
En estos tiempos de pandemia, somos testigos de que
cuando los reinos de este mundo con el gélido soplo del dios
Mamón muestran sin tapujos todo el daño y denigración hu-
mana que son capaces, es necesario conocer la dinámica del
reino de Dios y su justicia. El dinero y sus derivados en ma-
nos de un sistema egoísta, utilitario y descartable han marca-
do el fin de la ingenua época de las teorías del ordenamiento
económico automático. Este reino sin Dios ha dejado tirado
en un costado del camino a los más vulnerables, priorizado el
comercio a la salud humana y abandonado a su pobre suer-
te países y pueblos enteros en medio de la mayor tragedia
sanitaria contemporánea. En la visión del reino de Dios, sin
embargo, han surgido como paradigma de un nuevo tiempo,
médicos, enfermeras y asistentes sociales. Ellos, al igual que
la mujer que con su sencillez pueblerina, enciende una luz y
barre toda su humilde casa para encontrar una moneda perdi-
da (Lc 15, 8-10), han sacado recursos humanos de donde no
podían, haciendo vigente la parábola del reino de los Cielos
que enseñó Jesús. Por otro lado, la parábola de los jornaleros
de la viña (Mt 20, 1-16), nos devela la vigencia de un salario
mínimo universal superador a una meritocracia descarnada y
la dignidad suprema de todo trabajador sobre cualquier sis-
tema de selección discriminatoria e inhumana. Las palabras
finales de ese texto “Así los últimos serán los primeros y los
primeros los últimos” (vs 16), son un claro llamado a los po-
derosos que administran las vacunas para que privilegien a los
más vulnerables. Ellos son los “últimos”, los descartados por
un sistema que los ha lanzado a esa situación, y que los vuelve
a condenar impidiendo el acceso a las vacunas, mientras los
países “primeros” multiplican la cantidad de dosis a la de su
población. La pirámide de prioridad vacunatoria en tiempos

298
de pandemia para el reino de Dios es exactamente inversa a
aquella. Un análisis sincero y actual de la vivencia de los valo-
res del reino de Dios, nos debería impulsar a los hijos de ese
reino a difundirlo y proclamarlo sin descanso. Juan anunció
la llegada del reino de Dios, en el Jordán y con el bautismo.
Fueron proclamas duras para un imprescindible arrepenti-
miento, (un dramático cambio de rumbo), que no fuera un
mero gatopardismo, sino que simbolice un nuevo ingreso a la
renovada tierra prometida con los lavamientos santos de una
nueva era (Mt 3, 1-12).
A la espera de establecimiento final del reino de Dios,
como las diez muchachas de la parábola (Mt 25, 1-13), se-
pamos entender los tiempos con sabiduría paciencia y espe-
ranza. ¿Estamos en la etapa de la historia de los tiempos del
reino de Dios asimilable a algún momento específico entre la
semilla y el grano de la parábola? ¿Consideramos que estos
tiempos de pandemia mundial marcan el reloj de una nueva
era en la historia de la humanidad? Reflexionemos y anali-
cemos estos cambios de época, ampliando nuestro CO-no-
cimiento, VI-vencia y D-ifusión del reino de Dios en estos
tiempos únicos que nos ha tocado vivir.

299
EL INFINITO EN UN INSTANTE PARA EL
REINO DE DIOS EN TIEMPOS DE COVID

Mayo 2021

El quinto segmento discursivo del Evangelio de San Mateo,


por algunos conocido como el “Sermón escatológico del Se-
ñor”, culmina con la predicación de Jesús sobre “juicio a las
naciones” (Mt 25, 31-45). Se trata de un anuncio que describe
la llegada de los acontecimientos finales del reino de los Cie-
los, narrados en tiempo presente por el Maestro de Galilea,
pero haciendo referencia a sucesos pasados. Es, en definitiva,
una línea imaginaria infinita, eterna, pero que encuentra su
clímax narrativo temporal en decisiones del momento, del
preciso instante donde se consolida la eternidad del amor di-
vino y de su Reino.
En un artículo anterior1, realicé una consideración teo-
lógica profética del diagnóstico de Jesús sobre esa contra-
dictoria capacidad que tenemos, aún y especialmente las per-
sonas de fe, para entender los cambios de épocas. “Si saben
discernir el aspecto del cielo y de la tierra, ¿cómo es que no
saben discernir el tiempo en que viven?” (Lc 12, 56). En ese
momento, reflexionaba sobre la posibilidad de que estemos
siendo protagonistas de un punto de inflexión, o una nueva
era en la historia de la humanidad. En ese sentido, y reflexio-
nando sobre la tensión permanente entre el “ahora” y el “to-
davía no” del reino de Dios, consideraba que ese dinamismo
vivencial nos impulsaba a releer los tiempos en forma per-
manente. Un intento de comprender sabiamente los tiempos

1 Tempi nuevi per il Regno di Dio-Quello che insegna il dramma della


pandemia. L´Osservatore Romano 21/04/2021.

300
de la historia humana y el kairos del Reino de Dios. Esta
perípoca mateana, nos ayuda mucho para encontrar un ancla
temporal que pueda sincronizar esos dos relojes planetarios
y celestiales.
El Papa Francisco, en el prólogo de su Carta Encíclica
Fratelli Tutti, hace mención en primera persona de esa tensión
temporal. “Cuando estaba redactando esta carta, irrumpió de
manera inesperada la pandemia del Covid-19 que dejó al des-
cubierto nuestras falsas seguridades” (FT #7). En ese sentido,
expresó su pensamiento más profundo, uniendo la tempora-
lidad de esta Encíclica Apostólica con los tiempos actuales:
“Anhelo que en esta época que nos toca vivir, reconociendo
la dignidad de cada persona humana, podamos hacer renacer
entre todos un deseo mundial de hermandad” (FT #8).
El texto del Evangelio que venimos reflexionando, está
especialmente presente en la predicación y el pensamiento
del Papa Francisco, y desde luego encuentra un lugar clave en
su última Encíclica. El Santo Padre expresa claramente que:
“Para los cristianos, las palabras de Jesús tienen también otra
dimensión trascendente; implican reconocer al mismo Cristo
en cada hermano abandono o excluido (Mt 25, 40-45) En
realidad, la fe colma de motivaciones inauditas el reconoci-
miento del otro, porque quien cree puede llegar a reconocer
que Dios ama a cada ser humano con un amor infinito y que
con ello le confiere dignidad infinita” (FT #85). Algunas lí-
neas anteriores, y con respecto al drama de los migrantes, el
Papa Francisco recordó el texto “Fui forastero y me recibie-
ron” (Mt 25,35), reflexionando en que “Jesús podía decir esas
palabras porque tenía un corazón abierto que hacía suyos los
dramas de los demás” (FT #84).
En este capítulo veinticinco del primer Evangelio, Je-
sús comienza revelando el reino de Dios en su advenimien-
to futuro “Cuando el Hijo del Hombre llegue con majestad,

301
acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono
de gloria” (Mt 25, 1). Luego, el Señor les habla de aconte-
cimientos pasados que toma para sí mismo: “tuve hambre,
tuve sed, era emigrante, estaba desnudo, estaba enfermo y
estaba encarcelado” (Mt 25, 35-36). Este giro inesperado en
el eje de tiempo que realiza Jesús en su predicación se explica
pedagógicamente en un diálogo imaginario con “los justos”.
Estos, desconcertados, y autosuficientes en su religiosidad,
reclaman conocer el momento en la ocurrencia de tan graves
desatenciones. Finalmente, Jesús, como el rey que es anuncia-
do en majestad, toma para sí los sucesos temporales que los
“justos” o aquellos que “no saben discernir el tiempo en que
viven” (Lc 12, 56) omitieron. “Él responderá: Les aseguro
que lo que no hicieron a uno de estos más pequeños no me
lo hicieron a mí” (Mt 25, 44).
Vivimos tiempos cambiantes y dramáticos en términos
humanitarios, sanitarios y planetarios. Son cambios de vida
inesperados e impredecibles. Creo que se trata de aconteci-
mientos de cambio de época que las generaciones venideras
estudiaran como una vuelta de página en la historia. Pero,
ese análisis cronológico de los sucesos, no solo no nos debe
obnubilar, sino despertar para comprender los tiempos del
Reino de Cristo. Lo que hagamos en este preciso instante
por los enfermos, en este momento por los sedientos y ham-
brientos, en nuestro espacio de influencia actual en favor de
los débiles actuales (migrantes, desnudos y encarcelados), de-
finirán el momento de amor con implicancias en lo infinito.
Revelarán nuestra verdadera pertenencia al Verbo encarnado,
inculturado e inmortalizado que decidió tomar para sí esos
dolores, en todo tiempo y como único soberano del Reino de
Dios y su justicia.

302
LAS BIENAVENTURANZAS DEL REINO DE
DIOS EN TIEMPOS DE COVID

Mayo 2021

Reflexionando sobre las bienaventuranzas y el reino de Dios,


John P. Meier1, propone una armonización crítica entre las
versiones de aquellas en los Evangelios de Mateo y Lucas, y
sus fuentes textuales comunes. Desde esta premisa concluye
que, en una forma hipotética, las tres bienaventuranzas que
estos Evangelios bebiendo de la “Fuente Q”, resultan me-
dulares son las siguientes: “Bienaventurados los pobres (en
espíritu) porque de ellos es el reino de los cielos; bienaventu-
rados los que lloran porque serán consolados; y bienaventu-
rados los que tienen hambre y sed (de justicia) porque serán
saciados” (Mt 5, 3; 4, 6 y Lc 6, 20-21)
Siguiendo con la hipótesis de artículos anteriores, donde
sugiero que estamos viviendo un cambio de época o de era
y que, por lo tanto, es importante tamizarlos a la luz del kai-
ros del Reino de Dios, estos textos centrales en el mensaje
de Jesús son muy relevantes. Prosigo, entonces, la base del
diagnóstico profético del Señor sobre la dificultad que el ser
humano tiene para comprender esos cambios profundos “Si
saben discernir el aspecto del cielo y de la tierra, ¿cómo es
que no saben discernir el tiempo en que viven?” (Lc 12, 56)2.
Del mismo modo, en la dinámica de la ocurrencia temporal, y
la urgencia de la hora en estos tiempos de pandemia mundial,
sigo considerando que lo que hagamos en este preciso instan-

1 Un judío marginal. Tomo II, el reino de Dios. Ediciones Verbo Divino


2 Tempi nuevi per il Regno di Dio-Quello che insegna il dramma della
pandemia. L´Osservatore Romano 21/04/2021.

303
te por los enfermos, los sedientos y hambrientos, los débiles
actuales, definirán el momento de amor con implicancias en
lo infinito. Revelarán nuestra verdadera pertenencia al Verbo
encarnado, inculturado e inmortalizado que decidió tomar
para sí esos dolores, en todo tiempo y como único soberano
del Reino de Dios y su justicia3.
En el comienzo de la pandemia, a principios del año
2020, el Papa Francisco reflexionó especialmente sobre las
bienaventuranzas. Refiriéndose a estas tres seleccionadas en
el primer párrafo, el Santo Padre expresó: “El Reino de Dios
es de los pobres de espíritu. Están aquellos que poseen los
reinos de este mundo, poseen bienes y tienen comodidades.
Sin embargo, sabemos cómo acaban. Reina verdaderamente
quien sabe amar el verdadero bien más que a sí mismo. Y este
es el poder de Dios”4. “Uno de los primeros monjes, Efrén el
Sirio dice que un rostro lavado con lágrimas es indeciblemen-
te hermoso (cf. Discurso ascético). ¡La belleza del arrepenti-
miento, la belleza del llanto, la belleza de la contrición! Como
siempre, la vida cristiana tiene su mejor expresión en la mi-
sericordia. Sabio y bendito es el que acoge el dolor ligado al
amor, porque recibirá el consuelo del Espíritu Santo que es
la ternura de Dios que perdona y corrige”5. “Las Escrituras
hablan del dolor de los pobres y de los oprimidos que Dios
conoce y comparte… Jesús anuncia en esta bienaventuranza,
hambre y sed de justicia, que hay una sed que no será defrau-
dada; una sed que, si se secunda será saciada y siempre será
satisfecha, porque corresponde al mismo corazón de Dios, a
su Espíritu Santo que es el amor y también a la semilla que el
Espíritu Santo ha sembrado en nuestros corazones”6.

3 Infinito in un attimo per il Regno di Dio in tempi di COVID..


4 Audiencia general del 5 de febrero de 2020.
5 Audiencia general del 12 de febrero de 2020.
6 Audiencia general del 11 de marzo de 2020.

304
En estos tiempos de Covid, la pobreza está siendo, en
muchas regiones del planeta, una comorbilidad social sinto-
mática del reino de un mundo basado en la riqueza y la des-
igualdad. El llanto contenido y silencioso de las familias que
casi no han podido ver partir y despedir a sus seres queridos
–especialmente a los ancianos– ha dejado al descubierto una
cultura el descarte y la inhumanidad de un sistema utilitario.
La pandemia del virus ha sacado también a la superficie el
hambre de los que han perdido su poco sustento que tenían
y la sed para los que el agua ya no es un derecho humano. En
algunos casos, otro elemento vital como es el oxígeno se ha
transformado en un bien escaso para los más humildes. Por
otro lado, en estos tiempos de tragedia mundial, no pocas
personas y empresas se han enriquecido escandalosamente,
no faltan los que ríen bajo el son de la música atroz del ne-
gacionismo soberbio, y son varios los saciados no solo de
comida y bebida, sino de más cantidad de vacunas y recursos
sanitarios que los que pudieran necesitar. Frente a esto, la di-
námica del Reino de Dios propone una reversión de la suerte
de los más débiles, no solo en un sentido escatológico, sino
en una práctica activa actual e impostergable. Citando nueva-
mente la obra de Meier, “Las tres bienaventuranzas medula-
res del sermón de Q aluden a personas de las que no se dice
explícitamente que sean buenas o virtuosas, sino sólo que
están en apuros: los pobres, los afligidos, los hambrientos.
Dios los socorre no porque merezcan su ayuda, sino porque
la necesitan desesperadamente y nadie más puede propor-
cionársela”. Seamos nosotros, como personas de fe los que
proclamemos esta urgente visión de una necesaria nueva era
en la humanidad, a nivel individual, familiar, eclesial y político
planetario. ¿Sabremos interpretar el kairos del reino de Dios
en el crono dramático de un planeta enfermo? ¡Dios quiera
que así sea!

305
LA “GRIETA” PANDÉMICA Y EL REINO DE DIOS

Mayo 2021

Del Covid-19, como ha anticipado en reiteradas oportunidades


el Papa Francisco, se sale mejor o peor, pero no igual. Habien-
do transitado un año y medio de esta pandemia, los hechos le
han dado la razón. Esta crisis sanitaria mundial está dejando al
descubierto desigualdades sociales y económicas preexistentes,
y las ha ahondado. Al mismo tiempo, ha permitido que emer-
gieran sobre la línea de flotación, la heroica tarea del perso-
nal de las áreas de salud y solidaridad comunitaria. Del mismo
modo, tristemente vemos como se ahondaron las diferencias,
profundizaron las distancias y dinamitaron puentes de salvataje
humanitario. El Santo Padre lo había expresado de esta mane-
ra: “El virus, si bien no hace excepciones entre las personas, ha
encontrado, en su camino devastador, grandes desigualdades y
discriminación. ¡Y las ha incrementado!”1.
Vivo en un país, Argentina, donde a lo descripto en el pá-
rrafo anterior, hasta lo hemos bautizado. Lo llamamos “grie-
ta”. En el agua turbia de ese contra-sacramento profano se
hierven a fuego lento los caldos indigestos del odio, el rencor,
el egoísmo y las mezquindades sociales y políticas. Se trata
de una suerte de clave herméutica situacional donde busca
dirimir cualquier cuestión, situación o evento. A veces, parece
que muchos hemos naturalizado el oxímoron de “enamorar-
nos de la grieta”, de “coquetear” con este contra reino celes-
tial, con ese principado infernal. ¡Y en tiempos de pandemia!
Tomo el ejemplo de mi país, con el solo fin de “pintar lo uni-
versal desde mi aldea”. Lamentablemente percibo también
que en otros países han recrudecido la violencia estructural,
1 Catequesis en la Audiencia general, 19 agosto 2020.

306
la polarización racial, los fundamentalismos “teológico nega-
cionistas”, las radicalizaciones ideológicas, y la acumulación
de recursos básicos de algunos poderosos frente a la escasez
de los muchos empobrecidos.
Ese contra reino tensa la cuerda de la “grieta” hasta bus-
car, a través de la semiótica atroz de la violencia, invisibilizar
el contra sistémica amoroso e integral del Reino de Dios y su
justicia. Se hace aquí, nuevamente vigente la palabra de Jesús
refiriéndose a Juan el Bautista y sus tiempos: “Desde que vino
Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violen-
cia, y los que usan la fuerza pretenden acabar con él” (Mt 11,
12). Al Bautista ya encarcelado, le había asaltado la duda sobre
la radicalización de su anuncio de la llegada del Reino de los
Cielos y del advenimiento de la era mesiánica esperada. “ Juan,
que estaba en la cárcel, tuvo noticias de lo que Cristo estaba
haciendo. Entonces envió algunos de sus seguidores a que le
preguntaran si él era de veras el que había de venir, o si debían
esperar a otro” (Mt 11, 2-3). Es la duda que humanamente y
desde entonces, a todos los que quedamos por siempre un es-
calón debajo de Juan (Mt 11, 11), nos asalta. ¡Y cuánto más en
esto tiempos de “grieta”, dolor y muerte! Pero es justamente
en ese momento, cuando el Maestro instuye sobre la dinámica
inclusiva e integral del Reino de Dios y nos da las pistas que
necesitamos para no caer en aquella grieta y construir puentes
superadores a ella: “Vayan y díganle a Juan lo que están viendo
y oyendo. Cuéntenle que los ciegos ven, los cojos andan, los
leprosos quedan limpios de su enfermedad, los sordos oyen,
los muertos vuelven a la vida y a los pobres se les anuncia la
buena noticia” (Mt 11, 4-5). Es allí, donde, al igual que en las
bienaventuranzas, se revierten los órdenes de prioridad social,
agenda política y urgencia económica. “Sin embargo, el último
en el reino de los cielos es mayor que él” (Mt 11, 11b).
Jesús se enfrentó a una sociedad que no supo, no quiso

307
o no pudo comprender el cambio de época y la necesidad de
dejar de lado la violencia divisoria de las grietas existenciales
para allanar el camino a una nueva época, la del Reino de Dios.
Versículos más adelante, Jesús echa mano a la figura de los
juegos de los niños en las plazas sobre “bodas y funerales”.
Con esa tierna imagen ayuda a graficar de manera que todos
lo entiendan, el contratiempo de los que vivían aferrados a las
diferencias pasadas, y la contramarcha de las grietas divisorias
en tiempos que es imperioso transitar con humildad pero con
firmeza, caminos hacia una salvación universal e integral.
En esta serie de cuatro reflexiones alrededor del Reino
de Dios en tiempos de Covid, he intentado poner en consi-
deración teológica profética el diagnóstico de Jesús sobre esa
contradictoria capacidad que tenemos, aún y especialmente
las personas de fe, para entender los cambios de épocas. “Si
saben discernir el aspecto del cielo y de la tierra, ¿cómo es
que no saben discernir el tiempo en que viven?”. (Lc 12, 56).
He sugerido sobre la posibilidad de que estemos siendo pro-
tagonistas de un punto de inflexión, o una nueva era en la
historia de la humanidad.
Ante este cambio de época que nos ha tocado vivir como
humanidad, y tamizándola con el karios del Reino de Dios, se
hace necesario dejar de lado las grietas del odio, la semiótica
de la violencia, la deshumanización de los recursos sanitarios
y la profundización de las desigualdades sociales. ¡Es tiempo
de encuentro en amor sin distinciones, de solidaridad plane-
taria concretada en la liberación de patentes que salvan vidas,
de sacar lo mejor de nosotros para allanar el camino hacia
una nueva era donde reine la igualdad social, la integración
humana y la equidad planetaria. ¡Que así sea!

308
LA VIDA EN COMUNIDAD POST PENTECOSTÉS
Y AHORA EN PANDEMIA

Mayo 2021

La llegada del Espíritu Santo en Pentecostés inauguró, en


un evento sobrenatural único de multiplicidad y pluralidad
de idiomas y culturas, la formación de una nueva comuni-
dad alrededor del Evangelio del Reino de Dios anunciado
por Jesucristo (Mateo 4, 17). Luego del poderoso mensaje
petrino (Hechos 2, 14-42) que abrió las llaves de ese Reino
(Mateo 16, 19), los discípulos primero, y los judíos y proséli-
tos visitantes a las celebraciones de Shavuot después, fueron
bautizados en el fuego profético (Mateo 3, 11). Esta fiesta
que celebramos recientemente es la clave hermenéutica del
segundo tomo de San Lucas (Hechos 2, 1-13), pero además
es la secuencia iluminadora del peregrinar del pueblo de Cris-
to en los primeros años de vida comunitaria en medio de un
contexto atravesado por miedos, encierros, persecuciones y
muerte; pero también por señales prodigiosas, liberaciones
milagrosas y crecimiento exponencial de creyentes que se in-
corporaban por atracción espontánea y vivencia cotidiana a
esa comunidad: “Todos los días se reunían en el templo, y en
las casas partían el pan y comían juntos con alegría y sencillez
de corazón. 47 Alababan a Dios y eran estimados por todos;
y cada día el Señor hacía crecer la comunidad con el número
de los que él iba llamando a la salvación” (Hechos 2: 46-47).
Esa nueva comunidad formada por Dios debía nece-
sariamente practicar una vida acorde a las enseñanzas del
Maestro. Estas, como las bienaventuranzas, las parábolas y
los sermones; eran por entonces suficientemente conocidas
por transmisión oral y anunciaban e instruían acerca de las

309
normas de convivencia de ese contra sistema llamado Reino
de Dios. En su segundo tomo, el evangelista Lucas culmina
su segmento narrativo de los Hechos de los Apóstoles con
un resumen ilustrativo de la vida en común de los primeros
cristianos (Hechos 2, 42-47). En general la teología ha otor-
gado a ese segundo sumario lucano, las prácticas sacramenta-
les hoy ecuménicas para católicos, ortodoxos y protestantes,
como la eucaristía y el bautismo “Y eran fieles en conservar
la enseñanza de los apóstoles, en compartir lo que tenían, en
reunirse para partir el pan y en la oración” (Hechos 2, 42).
Del mismo modo, los biblistas han considerado a esa imagen
comunitaria descripta como la sinfonía normativa fundante
para todos los creyentes reunidos en el futuro como ecclesia.
“La transformación que ha tenido lugar se advierte compa-
rando con este sumario donde aparecen ya los rasgos que de-
finen a la comunidad cristiana: la enseñanza de los apóstoles,
la comunión de los bienes, la fracción del pan y la oración.
Desde el punto de vista literario, esta sección es un magnífico
ejemplo de la técnica literaria de Lucas, sobre todo de su ha-
bilidad para combinar relatos, discursos y sumarios”1.
En estos tiempos de pandemia por el Covid-19, los valo-
res del compartir los bienes se pueden traducir en la urgencia
de ofrecer generosamente todos los beneficios sanitarios, el
desprendimiento de las propiedades en la impostergable li-
beración de la propiedad intelectual sobre las vacunas, y la
atención de las necesidades de cada uno en el alerta sanita-
ria mundial enfocada en atender sin más dilaciones la salud
integral de los más necesitados del planeta. Dicho en otras
palabras, este sumario nos desafía hoy en tiempos de pande-
mia a releer nuestro ethos eclesial y comunitario mundial para
adaptarlo a la visión post pentecostal de los primeros miem-

1 Los cuatro Evangelios, Santiago Guijarro Oporto. Ediciones Sígueme,


segunda edición; pag. 420.

310
bros del pueblo nuevo fundado por el Cristo entronizado.
Como lo mencionó en su momento el Papa Francisco: “El
riesgo es que nos golpee un virus todavía peor, el del egoís-
mo indiferente, que se transmite al pesar que la vida mejora
si me va mejor a mí, que todo irá bien si me va bien a mí. Se
parte de esa idea y se sigue hasta llegar a seleccionar a las per-
sonas, descartar a los pobres e inmolar en el altar del progre-
so al que se queda atrás. Pero esta pandemia nos recuerda que
no hay diferencias ni fronteras entre los que sufren: todos
somos frágiles, iguales y valiosos. Que lo que está pasando
nos sacuda por dentro. Es tiempo de eliminar las desigualda-
des, de reparar la injusticia que mina de raíz la salud de toda la
humanidad. Aprendamos de la primera comunidad cristiana,
que se describe en el libro de los Hechos de los Apóstoles.
Había recibido misericordia y vivía con misericordia “Todos
los creyentes estaban muy unidos y compartían sus bienes
entre sí; vendían sus propiedades y todo lo que tenían, y re-
partían el dinero según las necesidades de cada uno” (Hechos
2, 44-45). No es ideología, es cristianismo”2.
En anteriores artículos he intentado sugerir que estamos
presenciando el advenimiento de una nueva era en la historia
de la humanidad. Del mismo modo, y ante esos cronos de la
historia actual atravesada por la pandemia, consideré que era
menester tamizar estos sucesos con el kairos del Reino de
Dios y su justicia. Ante los acontecimientos bélicos recientes,
no pocos periodista y analistas internacionales han editoria-
lizado estos triste hechos como “la primera guerra en la era
Covid”. Esta situación requiere de una visión eclesial como
lo he expresado en el presente artículo, pero también, y de
manera impostergable, de una mirada planetaria, intercultu-
ral, inteconfesional e interconectada. En este sentido, resulta
oportuno releer algunos conceptos vertidos en la Encíclica
2 La vida después de la pandemia. Librería Editrice Vaticana; pag, 55.

311
Fratelli Tutti del Papa Francisco: “Si no logramos recuperar
la pasión compartida por una comunidad de pertenencia y
de solidaridad, a la cual destinar tiempo, esfuerzo y bienes, la
ilusión global que nos engaña se caerá ruinosamente y dejará
a muchos a merced de la náusea y el vacío. Además, no se de-
bería ignorar ingenuamente que «la obsesión por un estilo de
vida consumista, sobre todo cuando sólo unos pocos puedan
sostenerlo, sólo podrá provocar violencia y destrucción recí-
proca». El ‘sálvese quien pueda’ se traducirá rápidamente en
el ‘todos contra todos’, y eso será peor que una pandemia”3.

3 Fratelli Tutti #36.

312
EL TIEMPO DE LA PIEDAD PENTECOSTAL HOY

Junio 2021

Los sucesos inmediatos que prosiguieron a Pentecostés (He-


chos 2, 1-13), fueron una suma de hechos y palabras caris-
máticas que marcaron la vertiginosa dinámica temporal en
la vida de la naciente Iglesia. En estos acontecimientos fun-
dantes, la figura del apóstol Pedro se agiganta abriendo paso,
con la guía y el ardor pentecostal, a la visión misionera y exis-
tencial de ese nuevo kairos en el reino de Dios. El tiempo del
pueblo de Dios después de la llegada del Paracleto prometi-
do. Al encendido discurso inicial (Hechos 2, 14-40), se sucede
un encuentro cargado de simbolismo temporal, evangélico y
universal: La sanidad del paralítico de nacimiento (Hechos 3,
1-10). Se trata de la curación de un hombre que, en sus cua-
renta años de vida, solo conocía la opción de la lástima a las
puertas del templo. El horizonte temporal pasado, presente
y futuro de este hombre se resumía en cada segundo rutina-
rio en búsqueda de una sola cosa: la limosna. Para este buen
hombre, el día del encuentro con los apóstoles san Pedro y
san Juan, amaneció como un día cualquiera en su lastimosa
rutina cotidiana. Sin embargo, ese día iba a acontecer en su
vida un hecho que la cambiaría para siempre. Un instante de
eternidad, una gota de infinitud definido como una caricia de
la suprema caridad pentecostal. Al decir de William Blake, “el
tiempo es la dádiva de la eternidad”. Y a este hombre, sím-
bolo de una sociedad paralizada, le había llegado el presente
espiritual del bien supremo de la caridad cristiana.
Resulta muy oportuno a esta altura, citar las recientes pa-
labras del Papa Francisco: “El primer consejo del Espíritu
Santo es «vive el presente». El presente, no el pasado o el

313
futuro. El Paráclito afirma la primacía del hoy contra la ten-
tación de paralizarnos por las amarguras y las nostalgias del
pasado, como también de concentrarnos en las incertidum-
bres del mañana y dejarnos obsesionar por los temores del
porvenir. El Espíritu nos recuerda la gracia del presente. No
hay otro tiempo mejor para nosotros. Ahora, justo donde nos
encontramos, es el momento único e irrepetible para hacer el
bien, para hacer de la vida un don. ¡Vivamos el presente!”1.
El hombre del relato citado en el segundo tratado de San
Lucas se liberó de ver la vida del lado externo de la integra-
ción social. La que podía ver desde fuera de las puertas del
templo de Dios. Una exclusión que significaba mucho más
que una limitación religiosa. Representaba la imposibilidad de
caminar la vida de una manera integrada en los social, laboral
y comunitario. En suma, el descarte de su dignidad integral
como hijo de Dios. Por eso lo primero que hace, luego de su
sanidad, no es volver a su casa, sino ingresar al templo. Éste
era el símbolo de su momento sublime y eterno que signifi-
caba su reinserción a la vida en su más completa expresión.
Este hombre es también parábola viva y actual de la parálisis
de un pueblo entero, postrado a las puertas de fe vivificante.
Normalizando de una manera atroz, la espera del espanto
de la lástima en la llegada de las migajas de una sociedad del
descarte y la exclusión. Por eso, este milagro obrado por el
Espíritu Santo en mano de los apóstoles le devuelve a este
individuo y a toda la humanidad en su sentido simbólico, su
dignidad, integridad e igualdad en la vida social, religiosa y
comunitaria. En el milagro del paralítico no hay lugar para
teorías, ideologías o sermones abstractos. Ante los ojos de
todos estaba el mendigo lisiado, ya sanado y lleno de alegría.
Un poder nuevo, que no es el del dinero, se ha manifestado
en medio de todos. Un poder pentecostal eclesial que genera
1 S.S. Francisco, Homilía de Pentecostés, 23 de mayo de 2021

314
el movimiento de lo eterno en un instante preciso y sublime
de profunda caridad.
Jorge Luis Borges culminando su famosa disertación so-
bre el tiempo dijo: “Si el tiempo es la imagen de lo eterno
(Platón), el futuro vendría a ser el movimiento del alma hacia
el porvenir. El porvenir sería a su vez la vuelta a lo eterno.
Es decir, que nuestra vida es una continua agonía. Cuando
San Pablo dijo: “Muero cada día” (1 Cor 15, 31), no era una
expresión patética la suya. La verdad es que morimos cada día
y que nacemos cada día. Estamos continuamente naciendo y
muriendo. Por eso el problema del tiempo nos toca más que
los otros problemas metafísicos. Porque los otros son abs-
tractos. El del tiempo es nuestro problema. ¿Quién soy yo?
¿Quién es cada uno de nosotros? ¿Quiénes somos? Quizás
lo sepamos alguna vez. Quizá no. Pero mientras tanto, como
dijo San Agustín, mi llama arde porque pienso saberlo”2.
En los instantes previos a la curación del paralítico, dos
movimientos corporales resultan de enorme importancia. Se
trata de contactar la mirada y tocar el cuerpo de la necesidad
presente del doliente. Los apóstoles San Pedro y San Juan, adu-
ciendo que tampoco son poseedores de bienes materiales, le
piden que lo miren, que se miren entre ellos. No tienen dinero,
tienen un Nombre, y en nombre de ese Nombre le dicen “¡Le-
vántate y anda!”. Luego le toman de la mano, agregando a la
imagen eterna el contacto físico como símbolo fundamental
de la sanidad integral que honre el Nombre de Jesús. Esta mi-
rada y este contacto son también símbolos de la urgencia que la
Iglesia nacida en Pentecostés, siga peregrinando la caridad sin
perder de vista y sin dejar de abrazar a las personas y al pueblo
pobre y fiel necesitado de esos instantes de infinita sanidad.
Para finalizar, quisiera citar los dichos del entonces Carde-
nal Jorge Mario Bergoglio sobre esta necesidad de mirar y to-
2 “El tiempo”. Jorge Luis Borges, Borges Oral, RAE, 23 de junio de 1978.

315
car, que si bien fueron expresado hace más de diez años, los ha
repetido varias veces en su pontificado como Francisco, y luego
su mención de una anécdota personal: “Cuando se da un diálo-
go espiritual con una persona, yo suelo preguntarle si da limos-
na. Si me dice que sí, le hago dos preguntas, y es curioso cómo
ahí titubea la mayoría: “¿Usted mira a los ojos de la persona a
quien le da la limosna?” Después de pensar un momento, gene-
ralmente responden: “No”. Y la segunda pregunta es:“¿Alguna
vez tocó la mano de la persona a quien le da la limosna?” Y la
respuesta es: “No, nunca le toqué la mano”. La carne no está,
doy algo a un necesitado a quien no miro a los ojos y a quien
no toco, por las dudas. Quiero contar una anécdota personal de
1980 más o menos, cuando era rector de la facultad Máximo
de San Miguel. Un sábado de invierno, por la tarde, me llaman
de la portería para decirme que había una señora que quería
hablarme. Fui a verla y me dijo que tenía siete hijos, que vivía en
una casilla, una especie de asentamiento que había a unas cinco
cuadras de allí, y que los chicos tenían hambre y frío. Realmente
me tocó, y le dije: “Bueno, señora, hagamos una cosa, venga el
lunes que está abierta la oficina de Caritas y vamos a darle”. Esa
mujer me miró con unos ojos dolidos, pero no agresivos, y con
coraje de madre, me dijo: “Padre, mi chicos tienen hambre hoy,
no el lunes”. Me invadió una vergüenza… Y, por supuesto, le
dije: “Espere un momento, señora” y fui a la despensa de aden-
tro, agarré todo lo que pude, inclusive unas frazadas, se lo llevé
y le dije: “Vuelva el lunes”. Y es curioso, esa mujer me siguió
viendo y para mí ese recuerdo significó una visita del Señor que
me “sopapeó”. Tenemos que tener cuidado de no adormecer-
nos, que el Señor siempre nos mande estos profetas cotidianos
que nos “sopapeen” con una palabra”3.

3 Bergoglio, Skorka, Figueroa, Biblia, diálogo vigente. Editorial Planeta, pág.


47, 48.

316
SAN JUAN BAUTISTA,
EL ÚLTIMO PROFETA DESOBEDIENTE

Junio 2021

Al ser Juan el único hijo de un sacerdote oficiante en el tem-


plo de Jerusalén, le cabía sobre sus espaldas y la de su des-
cendencia aarónica el mandato de continuar esa sacra función
ritual. Esa línea sucesoria sacerdotal, le obligaba al bautista
no solo a una vida religiosa activa, sino a una consolidación
matrimonial y de procreación de un futuro descendiente con-
sagrado. Aquella angustia narrada en los Evangelios vivida
por su madre Elizabeth y su padre Zacarías, (Lc. 1, 5-6; 25)
ante la imposibilidad física de descendencia sacerdotal no se
hace, sin embargo, presente en el pensamiento de Juan. No
solo eso, sino que es abandonada en forma consciente y vo-
cacional por él mismo al retirarse solo al desierto de Judea a
una vida asimilable a la de los esenios qumramitas, pero pro-
bablemente algo más ermitaña. (Lc 1, 80). Este cambio ge-
nealógico religioso deja ver que, en el corazón de Juan, había
una firme percepción que la vida consagrada debía atender
de ahora en más a otra dinámica temporal del pueblo de la
promesa. Para Juan, la voz y presencia de Dios se presentaría
a partir de entonces conforme a una renovada inculturación
y contextualización del kairos divino. Su aparente abandono
de los mandatos sacerdotales paternales, sin embargo, estaba
comprendida en forma profética por su propio padre Zaca-
rías. Él mismo había anunciado en su Benedictus: “Y tú, hijito
mío, serás llamado profeta del Altísimo, porque irás delante
del Señor para prepararle el camino. Darás a conocer a su
pueblo la salvación mediante el perdón de sus pecados, gra-
cias a la entrañable misericordia de nuestro Dios” (Lc 76-78).

317
¡Cuánto necesitamos hoy también los religiosos y laicos del
pueblo de Cristo saber comprender los límites de los man-
datos culturales revestidos de religiosidad ancestral para ir al
alcance de la comprensión de los tiempos que nos toca vivir!
Quizá sean tiempos de abrir caminos para nuevas compren-
siones que inculturen y encarnen el Evangelio en un mundo
que demanda nuevos, proféticos y valientes movimientos.
En su reaparición pública en los ríos bautismales, Juan
el Bautista desecha otra tradición de seguridad en términos
de descendencia religiosa. La de su propio pueblo y sus di-
rigentes sacerdotales que seguían aferrados a su “inmunidad
abrahámica” delante de Dios. Esa situación de comodidad
ancestral es vista por Juan, ante la confundida mirada de sus
colegas y congéneres religiosos, como una necia confianza
que no les servirá ante el juicio que había venido a anunciar.
El texto lucano lo relata de una manera dramática: “Muchos
acudían a Juan para que los bautizara. –¡Camada de víboras!
–les advirtió–. ¿Quién les dijo que podrán escapar del castigo
que se acerca? Produzcan frutos que demuestren arrepenti-
miento. Y no se pongan a pensar: “Tenemos a Abraham por
padre”. Porque les digo que aun de estas piedras Dios es ca-
paz de darle hijos a Abraham” (Lc 3, 7-8). Resulta por lo me-
nos interesante considerar que aquel abandono a su herencia
sacerdotal familiar no era solo un tema de índole de misión
personal, sino y principalmente, una ruptura contra sistémica.
Ruptura religiosa que estaba basada en el arrepentimiento y
el cambio de época en el reloj del pueblo de Dios con el ad-
venimiento mesiánico que iba a marcar una nueva y definitiva
era en la historia universal. Para estar preparados para esta
nueva época, los religiosos judíos, que curiosamente venían
al encuentro del bautista itinerante “Juan recorría toda la re-
gión del Jordán predicando el bautismo de arrepentimiento
para el perdón de pecados” (Lc 3: 3), no debían aferrarse a

318
ese gesto externo de purificación ni a su pura descendencia.
Todo aquello no era invalidado “per se”, pero resultaba inútil
si no iba precedido por una conversión integral asimilable
a los tiempos y los requerimientos de la inminente llegada
del Reino de Dios. Desde entonces, tanto las personas, como
los pueblos que consideran a su herencia religiosa como un
patrimonio inmaculado bajo la mirada de Dios en todo tiem-
po, necesitan sumergirse en las aguas de un nuevo Jordán.
Si como al decir de Heráclito, nadie se baña dos veces en el
mismo río, las nuevas aguas del fluir de los tiempos nos piden
a menudo un nuevo baño de espiritualidad y humanidad. Un
re-bautismo no sacramental que nos despierte de nuestros
cómodos adormecimientos religiosos y nos renueven y con-
viertan a la realidad siempre viva del contra sistema del Reino
de Dios y su justicia.
Por otro lado, este predicador escatológico con semiótica
proveniente de la apocalíptica hebrea, extendió su llamado a
la conversión visible y necesaria de todos los actores sociales
y políticos como una señal del cambio de época en la econo-
mía de los tiempos de Dios. Por ello, su llamado se extiende
a los recaudadores de impuestos y los soldados a las órdenes
del imperio como a la gente en general. A los primeros, les
era necesario no cobrar más de lo debido (Lc 3, 13), a los
segundos, no hacer denuncias falsas ni practicar la extorsión
(Lc 3, 14), y a todos compartir sus bienes y alimentos con
los necesitados (Lc 3, 11). Por tanto, partiendo de la casta
sacerdotal, pasando por los poderes políticos y el pueblo, el
bautismo ritual debía tener plena conciencia que algo nuevo
estaba llegando y a lo que se debía estar a la altura. El Cris-
to. El mismo bautista que reconocía no estar a la altura de
sus pies (Lc 3, 16), le otorgaba el simbolismo de poseer las
llaves del bautismo en Espíritu Santo y fuego (Lc 3, 16). Es
necesaria una memoria histórica axial de nuestra pertenencia

319
de fe, desde los ministros religiosos y hacia las estructuras
revestidas con una aparente cobertura de herencia piadosa.
El Papa Francisco, el 20 de enero del 2018 en el “Encuentro
con sacerdotes, religiosos/as y seminaristas de las circuns-
cripciones eclesiásticas del norte del Perú”, durante su viaje
apostólico a ese país latinoamericano expresó que: “Juan era
el hombre memorioso de la promesa y de su propia histo-
ria. Era famoso, tenía fama, todos venían a hacerse bautizar
por él, lo escuchaban con respeto. La gente creía que era el
Mesías, pero él era memorioso de su propia historia y no se
dejó engañar por el incienso de la vanidad. Juan manifiesta la
conciencia del discípulo que sabe que no es ni será nunca el
Mesías, sino sólo un invitado a señalar el paso del Señor por
la vida de su gente”.
Que una renovada mirada de este último profeta desobe-
diente a sus mandatos y seguridades ancestrales, pero obe-
diente a los tiempos renovadores del reloj de Dios, nos ayude
hoy a abrir caminos nuevos para señalar el paso del Señor por
la vida de nuestra gente.

320
EL ACEITE Y EL PERFUME DE LA
RECONCILIACION POST PANDEMIA

Julio 2021

El Papa Francisco, en su mensaje en el Ángelus desde el Hos-


pital Gemelli, comentando el texto del Evangelio del día ex-
presó que “narra que los discípulos de Jesús, enviados por Él,
ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban” (Mc 6:
13) este «aceite» nos hace pensar también en el sacramento
de la Unción de los enfermos, que da consuelo al espíritu y al
cuerpo. Pero este “aceite” es también la escucha, la cercanía,
la atención, la ternura de quien cuida a la persona enferma:
es como una caricia que hace que nos sintamos mejor, que
calma el dolor y anima. Todos nosotros, todos, necesitamos
tarde o temprano, esta “unción”, la cercanía y la ternura, y
todos podemos dársela a alguien, con una visita, una llamada
telefónica, una mano tendida a quien necesita ayuda”. En ese
mismo texto del Evangelio (Mc 6, 7-13) se hace referencia a
una búsqueda que los Doce debían realizar por mandato de
Jesús. Se trataba de un alojamiento amigable y hospedador:
“Permanezcan en la casa donde les den alojamiento” (Mc 6,
10). En las palabras mencionadas aquel domingo, el Santo
Padre también dejó constancia de su sanador y ungido hos-
pedaje en ese centro de salud. De alguna manera, ese aceite
sanador dentro de una hospitalidad ungida de caridad que in-
vite a permanecer, son dos símbolos del cuidado y la ternura
necesarios para calmar y sanar la enfermedad.
A pesar de que gran parte del planeta sigue sufriendo
enfermedad y muerte a causa de la pandemia, en una parte
de éste, las vacunas están permitiendo que las personas pue-
dan retomar algo de sus vidas habituales. Esto sucede dentro

321
de lo que se ha dado en llamar “nueva normalidad”, lo que
traduce en una vida parecida a la que se tenía antes de la
pandemia. ¡Las vacunas han sido un logro científico inmenso
que han salvado millones de vidas y permitido alcanzar esta
“normalidad”! Significaron un óleo fresco, un perfume de sa-
nidad y unas gotas de esperanza para un mundo enfermo.
Las vacunas logran que el organismo obtenga los anticuerpos
necesarios para enfrentar el ataque de ese enemigo silencio-
so llamado Covid-19. No inmunizan al contagio, pero hacen
que sea leve o asintomático. Grandes gestos de solidaridad
y cuidado se han destacado en estos tiempos tan difíciles,
y esto ha sido algo muy valioso. Muchos centros de salud
y de asistencia han ofrecido el ambiente amigable dejando
tras de sí el aroma sanador del cuidado y la ternura. Fren-
te a esta posibilidad de vivir en un mundo post pandemia o
“normal”, tenemos una gran oportunidad confrontado a un
enorme riesgo. Los valores que hemos encontrado en estos
tiempos como el de la salud pública, el sentido profundo de
la solidaridad, la necesidad de una cultura del cuidado, y la
interconectividad de todos los seres humanos deben signifi-
car el componente vector de un antídoto sanador planetario.
Necesitamos como humanidad que ese óleo sanador tenga
los efectos de una vacuna que genere los anticuerpos para
sanarnos del individualismo, la indiferencia, el egoísmo y la
cultura del desencuentro. Ante esto tenemos enormes ries-
gos: Que la “nueva normalidad” que se avecina nos tiente a
creernos inmunizados de nuestras falencias, nos haga asin-
tomáticos ante el dolor del otro, inhospitalarios de ternura o
inodoros del perfume de la cercanía. Porque el mundo sigue
enfermo, no solo de pandemia, sino de pobreza, exclusión,
desencuentros y violencia.
¡Necesitamos la nueva normalidad de “nuevos caminos
de reencuentro”! Palabras éstas extraídas del título del sépti-

322
mo Capítulo de Fratelli Tutti, que comienza exhortando con
estas palabras: “En muchos lugares del mundo hacen falta
caminos de paz que lleven a cicatrizar las heridas, se necesitan
artesanos de paz dispuestos a generar procesos de sanación y
de reencuentro con ingenio y audacia” (FT #225).
Algunos elementos del texto bíblico citado por el Papa
Francisco en aquel Ángelus nos llevan a una escena muy im-
portante del Evangelio y que contiene algunos elementos si-
milares. Se trata de la iniciativa de mujer que derramó el per-
fume sobre Jesús en la casa de Simón (Mt 26, 6-13). El lugar
del encuentro se da en Betania, probablemente en la casa de
Simón, María y Marta. Se trataba de un alojamiento amigable
para Jesús, un lugar confiable y acogedor en medio de una
ciudad y un ambiente que le eran hostiles. Ese espacio de
armoniosa fraternidad alrededor de Jesús, a la que él mismo
llevaba a sus discípulos cercanos, fue un adelanto simbólico
de una fraternidad amigable y sanadora. ¡Cuánto necesitamos
buscar, construir, descubrir y ampliar como hermanos una
comunidad de fraternidad que nos sane desde la hospitalidad
y la ternura! Una hospitalidad que nos sirva de hospital de
campaña donde recibir el óleo fresco de la medicina del amor
y a oler el perfume de la amistad humana. Por ello, la mujer
–seguramente María, hermana de Marta– no duda en vaciar
sobre la cabeza de Jesús un valioso perfume. Los discípulos
objetaron ese acto de desapego con argumentos ciertos de
pobreza actual pero desacertados en la comprensión de los
tiempos y los espacios. Jesús les recuerda que luego de ese
acto, al que califica como una hermosa obra que será recor-
dada en cualquier parte del mundo donde se predique este
Evangelio, el mundo seguirá girando igual de injusto. A ese
apacible ambiente donde recibían todas las medicinas de la
amistad fraternal, les esperaba una nueva normalidad repleta
de, pobreza, conflicto, injusticia y enfermedad. “A los pobres

323
siempre los tendrán con ustedes” (Mt 26, 11), sigue sonan-
do como una advertencia hoy, para no caer en el microclima
autoinmune y antisocial. Resulta aleccionador pensar en que
luego de la escena y el acto narrado, solamente dos personas
tenían en su cuerpo el olor al perfume del amor, del óleo de
la reconciliación y de la vacuna de la sanación de un mundo
sufriente: Jesús y la mujer. En ella probablemente tengamos
hoy el símbolo de lo que necesitamos ser: una nueva huma-
nidad donde la normalidad sea llevar con nosotros el óleo
del Espíritu de la ternura, el perfume del Cristo de la paz y
la hospitalidad de un Padre misericordioso que nos cobija
como fraternidad sanadora.
Roguemos por todo esto en las palabras del Papa Fran-
cisco en la Encíclica Fratelli Tutti: “Pido a Dios «que prepare
nuestros corazones al encuentro con los hermanos más allá
de las diferencias de ideas, lengua, cultura, religión; que unja
todo nuestro ser con el aceite de la misericordia que cura las
heridas de los errores, de las incomprensiones, de las contro-
versias; la gracia de enviarnos, con humildad y mansedumbre,
a los caminos, arriesgados pero fecundos, de la búsqueda de
la paz” (FT #254).

324
PEDRO Y SU VACUNA CONTRA EL VIRUS DEL
NEGACIONISMO EXCLUYENTE

Julio 2021

Lo que Dios ha purificado, tu no lo llames impuro


(Hechos 10: 15)

En los primeros años que siguieron a Pentecostés, la salud del


incipiente movimiento cristiano de mano de los apóstoles es-
taba amenazado por el virus del fundamentalismo judaizante.
Se trataba de una variante del mismo germen que había ce-
gado los ojos de los líderes religiosos que no quisieron ver el
cumplimiento de las promesas mesiánicas en Jesús. Ese ger-
men que provocó el juicio y la sentencia de muerte del Me-
sías, se había mutado luego de su resurrección y ascensión. La
amenaza de la pandemia del odio anti cristiano había deveni-
do en la variante judaizante que había ingresado aún dentro
del cuerpo de Cristo. Esta amenaza fue de tal magnitud que a
poco estuvo de provocar el primer cisma dentro de la Iglesia.
Ruptura que fue sofocada bajo la guía del Espíritu Santo en
el Concilio de Jerusalén (Hechos 15). En dicho encuentro
conciliar, hubo un testimonio sumamente importante que
provocó un giro definitivo y sanador para la unidad eclesial
amenazada. ¡Pedro ya se había vacunado contra el virus del
integrismo judaizante! Que nada menos que San Pedro llegue
a ese Concilio con los anticuerpos necesarios para testificar
a favor de la salud inclusiva y extensiva del reino de Cristo,
fue un remedio fundamental para frenar la pandemia de la
exclusión. Pedro tuvo que ser convencido por Dios mismo
de ser el primero en inocularse con la vacuna que salvara a la
comunidad de fe de la pandemia del fundamentalismo. Debía
recibir en su propio cuerpo los antídotos que permitiesen que

325
la naciente Iglesia no ingresara a la sala de cuidados intensi-
vos. Las voz de Pedro en el Concilio debía ser exhalada por
el oxígeno del Espíritu de unidad que aleje las obstrucciones
pulmonares de los negacioncitas de una nueva era en el pue-
blo de Dios.
El hecho sucede estando Pedro en oración en la azote a
de su lugar de residencia. Las sábanas de la medicina de la in-
clusión de la iglesia se les aparecen visibles aunque algo extra-
ñas. Al principio Pedro se niega a permitir que su contenido
ingrese a su cuerpo pretendiendo dar lecciones de santidad
ante la sanidad divina “¡De ninguna manera, Señor! Jamás he
comido nada profano” (Hechos 10, 14). La respuesta de Dios
encabeza estas líneas “Lo que Dios ha purificado, tu no lo
llames impuro” (Hechos 10, 15). Tres dosis de esta medicina
tuvo que recibir Pedro para comprender cabalmente la im-
portancia de esta purificación corporal. Mientras reflexiona-
ba en esto, tres hombres a modo de enfermeros ambulantes
le llevarán al centro de vacunación, la casa de Cornelio en
Cesarea (Hechos 10, 19-22). Luego de comprender frente a
toda la familia de Cornelio que “Dios me ha hecho ver que
a nadie debo llamar impuro o inmundo” (Hechos 10, 28),
los bautiza como el símbolo visible de la sanidad eucarística
universal. Luego, ante los esperables ataques de los protec-
tores de un purismo religioso ajeno al mover de Dios en la
historia humana, Pedro luego de relatar su historia personal,
simplemente les dijo “¿Quién soy yo para pretender estorbar
a Dios?” (Hechos 11, 17).
Lamentablemente en la actualidad, algunos referentes
fundamentalistas e integristas de la fe cristiana de diversas
confesiones, están inoculando en muchos hermanos alrede-
dor del mundo un sentimiento contrario a la vacunación con-
tra el Covid-19. Basados en algunos prejuicios seudocientífi-
cos, literalismos del texto bíblico, ideologización de la ciencia

326
y cerrados dogmas de fe, han influido para evitar la vacuna-
ción masiva. Sin embargo, y gracias a Dios, la inmensa mayo-
ría de líderes y referentes cristianos han defendido, ayudado,
colaborado y dando el ejemplo personal de la eficacia de las
vacunas disponibles contra la pandemia. El Papa Francisco,
fue uno de los primero en dar el ejemplo. No solamente reci-
biendo la vacuna, sino proveyendo a la Ciudad del Vaticano
de las dosis necesarias para la vacunación masiva. Es más, dio
prioridad a la vacunación de los pobres, los marginados y las
personas que viven en situación de calle dentro de ese estado
vaticano. Sus gestos, también fueron acompañados por pala-
bras, como las siguientes: “Es digno de elogio la ardua labor
de los médicos, enfermeros, personal sanitario, capellanes y
voluntarios, que, en esos difíciles momentos, además de tratar
a los enfermos, con riesgo de sus vidas, han sido para ellos el
familiar y el amigo que les faltaba. Al reconocer los esfuerzos
en la búsqueda de una vacuna efectiva para el Covid-19 en tan
breve tiempo, deseo reiterar que la inmunización extensiva
debería ser considerada como un “bien común universal”,
noción que requiere acciones concretas que inspiren todo el
proceso de investigación, producción y distribución de las
vacunas. Al reconocer los esfuerzos en la búsqueda de una
vacuna efectiva para el Covid-19 en tan breve tiempo, deseo
reiterar que la inmunización extensiva debería ser conside-
rada como un “bien común universal”, noción que requiere
acciones concretas que inspiren todo el proceso de investiga-
ción, producción y distribución de las vacunas”1.
Son tiempos de comprender que si deseamos extender el
don de la vida y la salud de los pueblos, los referentes de la
fe cristiana, deben promover de todas las maneras posibles la
importancia de la vacunación contra el Covid19 y el acceso

1 Carta del Santo Padre Francisco en ocasión de la XXVII Cumbre


Iberoamericana de Jefes de Estado y Gobierno – 21 de abril de 2021.

327
universal de ellas. La tan nombrada “inmunidad de rebaño”
se dará cuando todas las ovejas caminen tranquilas hacia los
delicados pastos de la salud en medio de tanto valle de muer-
te (Salmo 23). Que el ejemplo de San Pedro, al igual que el
mencionado del Santo Padre, sean un aliento para que pronto
esto sea una realidad.

328
LA PANDEMIA DE LA POLARIZACIÓN
Y EL CONCILIO DE JERUSALÉN

Agosto 2021

En estos últimos tiempos, y especialmente en los atravesados


por la pandemia, parecería que la lógica de la confrontación
“per se” y la polarización “de hecho” se han instalado como
una metodología política y social naturalizada. Se presentan
a la orden del día confrontaciones exacerbadas en política en
tiempos electorales tanto en Argentina como en otros países
de Latinoamérica. Éstas han llegado inclusive a utilizar en su
lógica destructiva y desesperanzadora hasta temas de salud
pública en medio del sufrimiento popular por el Covid-19.
Parecería que hay espacios de poder que realmente creen que
“tensar la cuerda” de un debate polar sin la menor búsqueda
de consenso es una manera de dominar espacios, aun ponien-
do en juego la salud integral de sus pueblos.
Recordamos las palabras del Papa Francisco en su Encí-
clica Fratelli Tutti “La mejor manera de dominar y de avanzar
sin límites es sembrar la desesperanza y suscitar la desconfian-
za constante, aun disfrazada detrás de la defensa de algunos
valores. Hoy en muchos países se utiliza el mecanismo políti-
co de exasperar, exacerbar y polarizar. Por diversos caminos
se niega a otros el derecho a existir y a opinar, y para ello se
acude a la estrategia de ridiculizarlos, sospechar de ellos, cer-
carlos. No se recoge su parte de verdad, sus valores, y de este
modo la sociedad se empobrece y se reduce a la prepotencia
del más fuerte. La política ya no es así una discusión sana
sobre proyectos a largo plazo para el desarrollo de todos y el
bien común, sino sólo recetas inmediatistas de marketing que
encuentran en la destrucción del otro el recurso más eficaz.

329
En este juego mezquino de las descalificaciones, el debate es
manipulado hacia el estado permanente de cuestionamiento
y confrontación” (FT #15).
El uso de una visión de opuestos, solamente en búsque-
da de provocaciones menores, exaltando de una manera obs-
cena la habilidad de reducir debates serios a discusiones más
afines de una “tribuna futbolera” aparecen hoy como mo-
nedas corrientes. Estos anti-debates que desechan de plano
cualquier mirada a mediano y largo plazo para el bien común
se alimentan de la confrontación como un método en sí mis-
mo. En ese camino del sin sentido de la exasperación y en un
oxímoron dialéctico grotesco, se utilizan grandes palabras a
modo de consignas falaces vaciándolas de su contenido más
noble. Palabras como valores, república o justicia, no se las
profundizan y solo se las utiliza como moneda de cambio
ofrecidas en el altar de la disputa vacía y de la inmediatez
mediática consumista.
Durante el primer Concilio de la Iglesia, la tarea de Jacobo,
tal cual está narrada en el libro de los Hechos de los Apóstoles,
tuvo que encontrar un espacio de unión entre dos posiciones
antagónicas, el camino del encuentro entre dos muros diviso-
rios y la virtud pneumática de una Iglesia que, encontrándose
en salida, podía crecer aún en la tensión de la oposición polar.
Su discurso fue conciliador (valga la redundancia del evento en
cuestión), y aún hoy para nosotros resulta aleccionador. Ante
los opuestos en pugna donde para ser considerado cristiano,
los no judíos no debían tener observancia ritual alguna y los
que sostenía que debían “pagar el peaje” de los rituales ex-
ternos hebreos, Santiago luego de escuchar a Pablo, Pedro y
Bernabé, trazó un camino más elevado. El texto bíblico nos
trae a la memoria actual una nueva metodología de discusión
de grandes palabras, que no desecha la tensión de los opuestos,
sino que busca encontrar un núcleo de unión superador. La

330
misma fuerza de la división de los opuestos puede ser el motor
que eleve a un estado superador. Santiago lo explica de la si-
guiente manera: “Hermanos, óiganme: Simón nos ha contado
cómo Dios favoreció por primera vez a los no judíos, esco-
giendo también de entre ellos un pueblo para sí mismo. Esto
está de acuerdo con lo que escribieron los profetas, como dice
en la Escritura: “Después de esto volveré y reconstruiré la caí-
da choza de David; reconstruiré sus ruinas y la volveré a levan-
tar, para que los demás busquen al Señor junto con todas las
naciones que han sido consagradas a mi nombre. El Señor, que
dio a conocer estas cosas desde tiempos antiguos, ha dado su
palabra” (Hechos 15, 13-18).
Santiago encuentra en los textos antiguos la base de re-
construcción de una incipiente Iglesia que busca encontrar su
propia identidad, sin desconocer los conflictos, pero leyén-
dolos en función de un núcleo común que resulte superador
y principalmente sanador y esperanzador. Muchos años des-
pués ante el conflicto de opuestos que parece ocultar otras
opciones, Romano Guardini rescató los contrastes intraem-
píricos, que engloban los caracterizados por experimentarse
de un modo sensible y empírico. Esto, que es aplicable a la
oposición de fuerzas, procesos y estructuras, el mencionado
autor lo definía de la siguiente manera: “Se parte del hecho
que la vida estructurada desde un centro interno que es di-
fícilmente localizable desde un punto de vista empírico. Los
contrastes transempíricos se dan entre ese núcleo interno y la
organización que configuras”.
En estos tiempos de pandemia, y para algunos países co-
mienzos de post pandemia, es necesario releer aquellos tex-
tos bíblicos, autores y constructores de una mirada que pueda
ver en esa pugna de intereses no una forma de destrucción,
sino de construcción de puentes que nos ayuden a levantar
la cabeza y recobrar la esperanza. Es necesario, retomar las

331
palabras del Papa Francisco en la Encíclica ya mencionada:
“En esta pugna de intereses que nos enfrenta a todos contra
todos, donde vencer pasa a ser sinónimo de destruir, ¿cómo
es posible levantar la cabeza para reconocer al vecino o para
ponerse al lado del que está caído en el camino? Un proyecto
con grandes objetivos para el desarrollo de toda la humani-
dad hoy suena a delirio. Aumentan las distancias entre noso-
tros, y la marcha dura y lenta hacia un mundo unido y más
justo sufre un nuevo y drástico retroceso” (FT #16).
Volviendo al texto bíblico del segundo tomo de San Lu-
cas, encontramos una conclusión llena de la sabiduría que el
Espíritu dio a esos tiempos de debate y conflicto. “Considero,
por lo tanto, que no se les debe imponer cargas innecesarias
a aquellos que, no siendo judíos, dejan sus antiguas creencias
para seguir a Dios. Basta con escribirles que se aparten de
todo lo que haya sido contaminado por los ídolos, que eviten
los matrimonios prohibidos y que no coman carne de anima-
les estrangulados o ahogados, ni tampoco sangre” (Hechos
15, 19-20).
La lógica de la oposición destructiva como búsqueda del
conflicto y la división para construir poder, termina siendo el
germen de la autodestrucción social y política. La construc-
ción de núcleos nobles que en medio de opuestos es capaz
de encontrar puntos de encuentro, valiéndose de la energía
convergente de los polos, restaura el tejido social y el cuida-
do de nuestra casa común. Por eso, para finalizar, volvemos
a leer la Encíclica Fratelli Tutti: “Cuidar el mundo que nos
rodea y contiene es cuidarnos a nosotros mismos. Pero ne-
cesitamos constituirnos en un “nosotros” que habita la casa
común. Ese cuidado no interesa a los poderes económicos
que necesitan un rédito rápido. Frecuentemente las voces que
se levantan para la defensa del medio ambiente son acalladas
o ridiculizadas, disfrazando de racionalidad lo que son sólo

332
intereses particulares. En esta cultura que estamos gestando,
vacía, inmediatista y sin un proyecto común, «es previsible
que, ante el agotamiento de algunos recursos, se vaya crean-
do un escenario favorable para nuevas guerras, disfrazadas
detrás de nobles reivindicaciones»” (FT #17).

333
LA “GREEN PASS” Y LA FRATELLI TUTTI

Agosto 2021

Al comienzo en la Unión Europea, y ahora extendiéndose


en casi todo el mundo, se está expendiendo un certificado
sanitario en forma digital o impresa conocido como “Green
pass” o “pasaporte verde”, que permitirá a los ciudadanos va-
cunados cruzar fronteras y participar de encuentros públicos.
Escribo estas líneas desde Buenos Aires, en el día del Mu-
harram, o Año Nuevo Musulmán. Dada esta circunstancia, no
puedo evitar traer a mi memoria la introducción de la Encí-
clica Fratelli Tutti del Papa Francisco donde destaca que para
escribirla “…me sentí especialmente estimulado por el Gran
Imán Ahmad Al-Tayyeb, con quien me encontré en Abu Dabi
para recordar que Dios ha creado todos los seres humanos
iguales en los derechos, en los deberes y en la dignidad, y los
ha llamado a convivir como hermanos entre ellos” (FT #3). A
continuación, el Santo Padre hace mención a las circunstan-
cias especialísimas dentro de la cuales trabajo en esta Encíclica:
“Asimismo, cuando estaba redactando esta carta, irrumpió de
manera inesperada la pandemia de Covid-19 que dejó al descu-
bierto nuestras falsas seguridades” (FT #7).
¿Qué tiene que ver la “Green pass” actual con las pala-
bras de este documento pontificio que ya tiene casi un año de
publicado? Considero que por lo menos, en tres conceptos:
capacidad de soñar en términos realistas, voluntad de partici-
par en una fraternidad solidaria y subsidiariedad como prin-
cipio orientado al bien común.
La pandemia es desde hace casi dos años una realidad
que nos ha golpeado y cambiado, quizá para siempre, nues-
tra “normalidad de vida y sueños”. Ignorar su existencia, sus

334
efectos, consecuencias y devastación humana integral es un
negacionismo imposible de sostener objetivamente. Pero,
por ello, acallar nuestra búsqueda de respuestas en Dios o
en la humanidad hecha a su imagen, de la inventiva para en-
frentar la crisis, es adormecer la fe, la esperanza, la vida y los
sueños. La vida que es un don de Dios es también un gran
sueño, parafraseando a Don Pedro Calderón de la Barca. Los
sueños humanos generan vida desde la misma historia bíblica
de la creación donde la humanidad se completa en el sue-
ño profundo del hombre primigenio (Gn 2, 21). Por esto, es
necesario recuperar nuestra capacidad de soñar en términos
realistas. Retomando las palabras de Fratelli Tutti: “Anhelo que
en esta época que nos toca vivir, reconociendo la dignidad de
cada persona humana, podamos hacer renacer entre todos un
deseo mundial de hermandad… Se necesita una comunidad
que nos sostenga, que nos ayude y en la que nos ayudemos
unos a otros a mirar hacia delante. ¡Qué importante es so-
ñar juntos! […] Soñemos como una única humanidad, como
caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta
misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza
de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz,
todos hermanos” (FT #8).
Las vacunas desarrolladas por los científicos son fruto
del genio inventivo de hombres y mujeres que supieron unir
sus dones a su capacidad de soñar medicinas para defender-
nos de este flagelo epidemiológico. Tenerlas es una realidad,
y también un desafío a honrar esos sueños y desvelos cien-
tíficos. Poder tener acceso a documento público como las
“Green Pass” es dar fe pública de nuestra capacidad de gra-
titud a esos esfuerzos y esos sueños que se basaron en el rea-
lismo de la situación y el análisis empírico de la inmunología.
En segundo lugar, esta pandemia del COVID-19 nos ha
enseñado que no podemos protegernos solos, no tenemos

335
capacidad de salvaciones individualistas, no hay lugar para
egoísmos comunitarios disfrazados de discursos libertarios
y no es momento de eludir los valores concretos y –valga la
redundancia– sólidos de la solidaridad. Necesitamos más que
nunca renovar como humanidad nuestra voluntad de parti-
cipar en una fraternidad solidaria. Retomamos la mención a
Fratelli Tutti: “Si no logramos recuperar la pasión compartida
por una comunidad de pertenencia y de solidaridad, a la cual
destinar tiempo, esfuerzo y bienes, la ilusión global que nos
engaña se caerá ruinosamente y dejará a muchos a merced de
la náusea y el vacío” (FT #36). “Quiero destacar la solidari-
dad, que como virtud moral y actitud social, fruto de la con-
versión personal, exige el compromiso de todos aquellos que
tienen responsabilidades educativas y formativas” (FT #114).
“Solidaridad es una palabra que no cae bien siempre, yo diría
que algunas veces la hemos transformado en una mala pala-
bra, no se puede decir; pero es una palabra que expresa mu-
cho más que algunos actos de generosidad esporádicos. Es
pensar y actuar en términos de comunidad, de prioridad de la
vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de
algunos” (FT #116).
El certificado sanitario o “Green pass” no es un título a
mérito personal o un carné de supra nacionalidad individual.
En las circunstancias actuales se constituye en una demos-
tración de compasión fraternal con pasión por la solidaridad
comunitaria. Así como hablábamos de fe y esperanza en el
concepto anterior, aquí se hace presente la tercera virtud teo-
logal: el amor. El amor al prójimo, a la salud comunitaria, a
la caridad trasformada en solidaridad ciudadana y una con-
versión social hacia el compromiso generoso hacia la vida de
todos los seres humanos.
En tercer lugar, mencioné a la subsidiariedad como prin-
cipio orientado al bien común. Esto es un signo de la política

336
como expresión más noble de la caridad. Aquí Fratelli Tutti
nos vuelve a iluminar: “Esta caridad, corazón del espíritu de
la política, es siempre un amor preferencial por los últimos,
que está detrás de todas las acciones que se realicen a su fa-
vor. Sólo con una mirada cuyo horizonte esté transformado
por la caridad, que le lleva a percibir la dignidad del otro, los
pobres son descubiertos y valorados en su inmensa dignidad,
respetados en su estilo propio y en su cultura, y por lo tanto
verdaderamente integrados en la sociedad… Lo que se nece-
sita es que haya diversos cauces de expresión y de participa-
ción social. La educación está al servicio de ese camino para
que cada ser humano pueda ser artífice de su destino. Aquí
muestra su valor el principio de subsidiariedad, inseparable
del principio de solidaridad (FT #187).
En todo tiempo, y muy especialmente en estos de pande-
mia, el principio de la subsidiariedad es clave para promover
la dignidad, la igualdad, la equidad y el tutelaje cuidadoso de
todos los ciudadanos, especialmente los más débiles. Un es-
tado con políticas públicas sanitarias orientadas hacia el bien
común debe generar instrumentos para que esta subsidiarie-
dad deje de ser un concepto abstracto para constituirse en
un instrumento activo en salvaguarda del bien comunitario.
A pesar de ser perfectible, ¿qué instrumento público no lo
es?, el pasaporte sanitario parece encausarse dentro de estos
principios de subsidiariedad.
Estamos en un tiempo tan nuevo como impensado, tan
inesperado como desafiante y tan incierto como oportuno.
Debemos como comunidad mundial unirnos en este viaje
con un pasaporte o pase verde que nos lleve a practicar jun-
tos estos conceptos: capacidad de soñar en términos realistas,
voluntad de participar en una fraternidad solidaria y subsidia-
riedad como principio orientado al bien común.

337
JORNADA DE ORACIÓN, CASA COMÚN,
PANDEMIA Y HECHOS DE LOS APÓSTOLES

Agosto 2021

El Papa Francisco instituyó que el 1 de septiembre de cada


año, será celebrada la “Jornada Mundial de Oración por el
Cuidado de la Creación”. Al instaurar la misma, el Santo Pa-
dre hizo referencia a que ésta se encuentra en armonía “con
el amado hermano Bartolomé, Patriarca Ecuménico, en la
preocupación por el futuro de la creación”. El Papa Bergo-
glio aclaró además en su carta del 6 de agosto del 2015 que
“La celebración de la jornada en la misma fecha que la Igle-
sia ortodoxa será una buena ocasión para testimoniar nues-
tra creciente comunión con los hermanos ortodoxos”. La
misma tiene además una invitación a todas las confesiones
cristianas a unirse a esa jornada. En la carta citada también
expresa Francisco: “Vivimos en un tiempo en el que todos
los cristianos afrontamos idénticos e importantes desafíos,
y a los que debemos dar respuestas comunes, si queremos
ser más creíbles y eficaces”. Desde luego que la misma está
en total concordancia con la Encíclica Laudato Si’, donde la
referencia ecuménica en general, a los cristianos en particular
y al Patriarca Bartolomé en lo personal se hacen claramente
presentes desde sus primeros párrafos.
En los textos finales del libro de los Hechos de los Após-
toles encontramos el viaje de San Pablo hacia Roma para
cumplir su pena de arresto domiciliario luego del juicio ante
gobernador Festo, el rey Agripa y su remisión a los tribunales
del imperio. (Hechos 25-26). El viaje del apóstol de los genti-
les junto a otros presos fue signado por los avatares furiosos
de la naturaleza. A los vientos fuertes le siguió la tempestad,

338
y a ésta el naufragio de la embarcación junto a casi trescientas
personas. (Hechos 27, 13-44). Cuando habiendo llegado de
manera milagrosa a tierra firme, nuevamente el embate de la
fauna natural se hizo presente en la vida de Pablo, casi como
un sino mortal que parecía perseguirle. Esta vez, en la isla de
Malta, una víbora huyendo del fuego que habían encendido
casi acaba con la vida de Pablo antes de llegar a Roma (He-
chos 28, 1-10). ¿De quién era la culpa de semejantes ataques
de la naturaleza contra Pablo? De acuerdo con el dramático
relato bíblico los isleños malteses se apresuraron a endilgar
la culpa sobre Pablo. “Sin duda este hombre es un asesino,
pues, aunque se salvó del mar, la justicia divina no va a con-
sentir que siga con vida” (Hechos 28, 4 b). Pero a minutos
de esa sentencia lapidaria e injustificada sobre el apóstol, la
supervivencia al ataque de la víbora le hizo no solo cambiar
de parecer, sino elevarlo a categoría divina. “La gente espera-
ba que se hinchar o cayera muerto de repente, pero después
de esperar un buen rato y de ver que nada extraño le sucedía,
cambiaron de parecer y decían que era un dios” (Hechos 28,
6). ¡Con que facilidad ante la incomprensión del carácter de
Dios, de su lugar en la creación y de la real incidencia humana
frente a ella, volvieron a emitir un juicio equivocado!
En estos tiempos de pandemia y asomándonos a un pe-
ríodo posterior, necesitamos revisar aquellos conceptos de
juicio equivocados sobre la humanidad, Dios y lo creado que
hemos hecho a la ligera. Demasiado rápido hemos culpado y
victimizado al ser humano. Muy a la ligera hemos responsabi-
lizado a Dios o visto rasgos pre apocalípticos bajo el designo
de su ira. Incomprobablemente hemos atribuido lo sucedido
a un capricho de naturaleza o la hemos subestimado en su su-
frimiento de los últimos tiempos. Para reconstruir un mundo
enfermo, encontrar equilibro sabio a lo sucedido y renovar
nuestra esperanza firme, es necesario el fruto de la virtud de

339
la serena reflexión. Necesitamos recobrar la fidelidad a Dios
tal como realmente es, y ser celosos custodios de la casa co-
mún que él nos regaló. Al dirigir nuestra atención al cambio
climático y otros desafíos ambientales a raíz de la pandemia,
debemos permanecer fieles y resistir la desesperación. La fi-
delidad que nos da esperanza en nuestra salvación a través
del Señor resucitado también nos da la confianza para cuidar
nuestra Casa Común y mirar al futuro con optimismo.
El relato del libro de Hechos de los Apóstoles que pro-
sigue a los hechos narrados, y que viene siendo escrito en
primera persona del plural, lo que implica que su escritor Lu-
cas viajaba con Pablo, nos regala unas escenas de sanidad
restauradora integral. “Cerca de aquel lugar había unos terre-
nos que pertenecían al personaje principal de la isla, llamado
Publio, que nos recibió y nos atendió muy bien durante tres
días. Y sucedió que el padre de Publio estaba en cama, en-
fermo de fiebre y disentería. Pablo fue entonces a visitarlo
y, después de orar, puso las manos sobre él y lo sanó. Con
esto, vinieron también los otros enfermos que había en la isla,
y fueron sanados. Nos llenaron de atenciones, y después, al
embarcarnos de nuevo, nos dieron todo lo necesario para el
viaje” (Hechos 28, 7-10).
En las tierras pertenecientes al líder de los nativos, se
produce por acción de la fe en Cristo, el milagro de la sanidad
del ancestro. Esta escena simboliza la riqueza de las culturas
ancestrales, dueñas de la tierra y sabedoras del cuidado de la
casa común. Del mismo modo, en el accionar del Espíritu
Santo a través de Pablo se puede percibir la esperanza de la
sanidad a una humanidad doliente. ¡Todos los enfermos de la
isla fueron sanados! Eso es también el símbolo de la restau-
ración sana de Dios a la humanidad doliente. Recobremos la
fidelidad a ese Dios que nos sana, escuchemos el grito de la
tierra y la sabiduría de las culturas ancestrales. Seamos, al final

340
de esta pandemia, mejores hijos de Dios, fieles a su voluntad
y cuidadosos de nuestra casa común.
¡Que esta Jornada de Oración, nos una en comunión y
oración a todos los cristianos en el mundo, que venimos en
unión común con Jesús que oró por nuestra diversidad re-
conciliada! (Jn 17, 21)

341
FELIPE Y LA JORNADA
DE REFUGIADOS Y MIGRANTES

Septiembre 2021

En su mensaje para el 26 de septiembre, en ocasión de Jorna-


da del Migrante y Refugiado 2021, el Papa Francisco expresó
que: “El futuro de nuestras sociedades es un futuro «lleno
de color», enriquecido por la diversidad y las relaciones in-
terculturales. Por eso debemos aprender hoy a vivir juntos,
en armonía y paz. Me es particularmente querida la imagen
de los habitantes de Jerusalén que escuchan el anuncio de
la salvación el día del «bautismo» de la Iglesia, en Pentecos-
tés, inmediatamente después del descenso del Espíritu Santo:
«Partos, medos y elamitas, los que vivimos en Mesopotamia,
Judea, Capadocia, Ponto y Asia, Frigia y Panfilia, Egipto y la
zona de Libia que limita con Cirene, los peregrinos de Roma,
judíos y prosélitos, cretenses y árabes les oímos decir en nues-
tros propios idiomas las grandezas de Dios” (Hch 2, 9-11)1.
Luego de Pentecostés, la incipiente Iglesia guiada por el Es-
píritu Santo comenzó a recrear el sentido fraternal y ancestral
del pueblo de Dios, y a renovar y extender las fronteras de una
fe que se debía abrir paso para acoger a toda la humanidad. El
primer “dolor del crecimiento” se produjo por la desatención
–con un cierto condimento de doble discriminación– a las
viudas que hablaban griego. La decisión apostólica fue la de
ordenar diáconos que fuera electos dentro de ese segmento
social de judíos griego-parlantes para atender las necesidades
básicas de alimentación y atención humanitaria. (Hechos 6,
1-4). Felipe fue uno de ellos y su ministerio se caracterizó, no

1 Mensaje del Santo Padre Francisco para la 107ª Jornada Mundial del
Migrante y del Refugiado 2021, 26 de septiembre de 2021.

342
solo por atender a los suyos con los frutos de la caridad cris-
tiana, sino en incluir a los extranjeros, excluidos y migrantes
dentro de la comunidad del nuevo reino de Dios. Su profética
visión evangelística lo constituyó en el pionero en ampliar los
espacios de justicia, hospitalidad, igualdad y sacramentalidad
de los nos judíos. Esa valentía y mirada renovada del evan-
gelio de la hospitalidad de Felipe para con el foráneo fueron
la llave de la reconstrucción de un nuevo pueblo de Dios.
Estos frutos y esos valores son especialmente relevantes hoy,
en medio de una pandemia y a las puertas de una vida post
Covid, que pueda acoger a todos en una casa común, espe-
cialmente a los extranjeros, despreciados y necesitados del
mundo actual. Porque la pandemia ha exacerbado la crisis
mundial de refugiados y migración, debemos entender que
el principio de hospitalidad y acogida del extranjero está en
el corazón del Evangelio. Miremos en Felipe, un ejemplo del
don del Espíritu Santo, que nos ayude a ver al refugiado y al
migrante como hijos hermanos de Dios, no como una carga
sino como una bendición para nuestras sociedades.
Centrémonos un momento en el rico relato del encuen-
tro de Felipe con el etíope narrado en el libro de los Hechos
de los Apóstoles (Hechos 8, 26-40. Las cortes reales de la
época tenían una gran cantidad de esclavos y libertos a su
servicio, mucho de ellos eran eunucos. Del mismo modo,
también oficiales cortesanos como coperos, camareros y ad-
ministradores con gran responsabilidad eran eunucos. Segu-
ramente el etíope del relato bíblico pertenecía a este segundo
grupo, su educación que le permitía leer los textos proféticos
también lo demuestran. De todas maneras, su condición de
mutilado y extranjero africano nos permite simbolizar en él
todo un grupo humano extraño y despreciado por el civiliza-
do mundo de Jerusalén bajo el imperio romano. El nombre
de la reina Candance no es particular, sino el título que les

343
daba a las reinas que gobernaban en Nubia, al sur de Egipto.
La región que en aquella época se llamaba Etiopía no corres-
ponde al país que hoy recibe el mismo nombre. Se refería más
bien a Nuvia, cuyos territorios bordeaban el Nilo al sur de
Egipto y correspondían más bien a lo que hoy es Sudán. El
etíope circulaba de regreso de su visita religiosa desandando
el camino de Jerusalén a Gaza. El hecho de que el eunuco
había venido a Jerusalén a adorar indica que era uno de esos
“temerosos de Dios” que, aunque creían en el Dios de Israel,
no se sometían totalmente a la ley ni a la circuncisión. Ade-
más, si traducimos eunuco en el sentido de la castración, de
acuerdo con la Tora, a esta persona no le era permitido parti-
cipar plenamente en la adoración del templo (Dt 23, 1). Feli-
pe se está adelantando al resto de la iglesia, que no descubrirá
las implicaciones universales a los gentiles incircuncisos sino
tres capítulos más adelante en Hechos. Si Felipe se puede
adelantar a los Doce, esto es en parte porque, mientras ellos
eran hebreos, él es griego parlante. Felipe primero trajo a la
iglesia a los samaritanos, que se encontraban en una posición
intermedia entre los judíos y los gentiles. Ahora trae a un
etíope, medio convertido al judaísmo a la asamblea del Señor.
Como persona que ha sido marginada dentro del pueblo de
Ismael, Felipe puede ver que los márgenes se han ampliado, y
así comienza la misión a los gentiles antes que los jefes de la
iglesia la hayan sancionado.
En el relato del encuentro de Felipe con el eunuco, ve-
mos a este alto funcionario de la reina etíope de regreso de
Jerusalén estudiando un texto mesiánico de Isaías. Luego de
la enseñanza de Felipe, este hombre recibe no solo la buena
nueva del Evangelio, sino que, a su pedido, es bautizado. Se
resalta en el texto su alegría luego del suceso. En general, los
eunucos eran considerados castrados, de allí, que, para segu-
ridad de las reinas y princesas, se invitaba a estos varones a

344
ocupar puestos de cercanía y relevancia. En el texto referido,
no hay ninguna observancia de tipo moral de parte de Felipe
ni en su mensaje evangelístico y, especialmente en la práctica
del sacramento del bautismo. Jesús mismo, hizo una amplia
definición del término eunuco, que visto a la luz de este texto,
invita a su relectura. Jesús consideraba que había tres tipos
de eunucos: aquellos que nacieron así, los que fueron hechos
eunucos por los hombres, y los que por sí mismos se hicieron
eunucos (Mt 19, 12). Al final, el Señor culmina con una pa-
labra inquietante “El que pueda aceptar esto, que lo acepte”.
De todas maneras, sea cual fuera la interpretación del texto
bíblico, en el etíope se condensa y resume a toda una cantidad
de personas que sufren la exclusión, la discriminación y la
extranjerización del “mundo desarrollado”. Son extranjeros
de un mundo que los excluye por su raza, prácticas de fe,
color de pie y continente de pertenencia. Felipe, por su parte,
representa los dones de amabilidad, hospitalidad y bienve-
nida al extraño, como viene y con lo que es. Porque no hay
Evangelio sin hospitalidad, Iglesia sin fraternidad inclusiva, ni
reino de Dios sin justicia igualitaria para todos, especialmente
a los vulnerables. ¡No podremos reconstruir un mundo post
pandemia sin incluir a los extranjeros y refugiados y la riqueza
de sus maravillosas diversidades culturales!

345
UN PADRE TRABAJADOR
(Patris Corde)

Septiembre 2021

“San José era un carpintero que trabajaba honestamente para


asegurar el sustento de su familia. De él, Jesús aprendió el
valor, la dignidad y la alegría de lo que significa comer el pan
que es fruto del propio trabajo”1. Con estas palabras iniciales,
el Papa Francisco, nos ofrece una pintura completa y des-
criptiva de lo que significó el ejemplo de vida, testimonio y
trabajo de José para el niño y joven Jesús.
La genealogía mateana de Jesucristo, culmina su derrote-
ro de promesa paternal multi-generacional abrahámica (Gn
17, 5) con José (Mt 1, 1-16). En Lucas, el legado humano y
soteriológico que emana del Padre, y del Espíritu Santo puri-
ficador hacia su hijo Jesús, comienza con José para llevarnos
hasta el Adán primigenio (Lc 3, 23-38). De esta manera, la
figura de José se hace presente en forma central, imprescin-
dible y bidireccional en la genealogía de toda la humanidad
confluida en Cristo. Esa presencia de un hombre declarado
como justo (Mt 1, 19) nos conmueve desde sus acciones de
su coraje, sus silencios, sus sueños y su trabajo. De él se nu-
trió nuestro Señor Jesucristo para cultivar una imagen encar-
nada e inculturada de paternidad responsable. El trabajo de
José consistió también en su ejemplaridad de fe, al llevarlo
junto a María todos los años las fiestas altas, especialmente
la Pascua (2, 38). Estas enseñanzas de religiosidad sincera y
humilde se complementan con su paciencia de enseñarle al
Hijo de hombre su oficio de artesano dentro de un ámbito de
familia y comunidad (Lc 2, 39-40; 51-52).
1 Carta Apostólica Patris Corde, del Santo Padre Francisco.

346
La tarea artesanal de carpintero, si bien no ubicaba a José
en las escalas sociales más bajas sino en las intermedias, no
estaba exenta de discriminación en su tiempo. No debemos
forzar el Evangelio para descubrir algunos vestigios de refe-
rencias burlonas hacia Jesús por seguir el oficio de José. Las
vemos algunas veces en la pregunta descalificadora “¿No es
este el hijo del carpintero?” (Mt 13, 55), y otras en la refe-
rencia sarcástica hacia el mismo José “¿No es éste el hijo de
José?” (Jn 6, 42). ¡Las sombras del madero atroz de la cruz
se iban dibujando desde las luces de los nobles talleres fami-
liares sobre la opacidad de sus herramientas! Quizá se podría
entender esto como el cotidiano y ascendente camino sacrifi-
cial de Jesús y de la co-participación en esa obra por parte del
mismo José. El contra sistema del reino de Dios anunciado
ya tenía en esos sucesos adelantos de sufrir violencia desde
el reino del poder asocial de dios dinero y las burlas de un
mundo hostil al servicio del humilde trabajador. Siguiendo
algunos párrafos adelante de Patris Corde, nos podemos en-
contrar con palabras que nos adelantan estos conceptos. “El
trabajo se convierte en participación en la obra misma de la
salvación, en oportunidad para acelerar el advenimiento del
Reino, para desarrollar las propias potencialidades y cualida-
des, poniéndolas al servicio de la sociedad y de la comunión”.
Resulta interesante la unión material en el sentido am-
plio, pero también artesanal y metafórico que realiza Ernst
Bloch: “El establo, el hijo del carpintero, el soñador entre la
gente humilde, el cadalso final, todo esto está hecho de mate-
rial histórico, no del material dorado del que gusta la saga”2.
El aspecto del simbolismo de la madera, su tarea y derivados
es abordado también por Hans Küng cuando menciona que
“Aparte de lo que el historiador tenga que decir sobre el es-
tablo de Belén, éste es, en cuanto símbolo, exacto. Jesús, cier-
2 E. Bloch, El principio esperanza, III, Madrid 1980.

347
tamente, no fue un proletario, perteneciente al amplio estrato
inferior de la sociedad; los artesanos también eran entonces
algo mejor, como pequeños burgueses. Pero no es menos
cierto que Jesús en su actividad pública llevó una vida libre,
peregrina, de total modestia. Y su predicación se dirigió a
todos y en especial a las clases inferiores”3.
Hay que recordar que José fue, seguramente un carpin-
tero itinerante y Jesús su ayudante y/o aprendiz del oficio.
Esa modalidad de trabajo de carpintería móvil le permitió
acercarse, dialogar y conocer otras actividades artesanales en
áreas usuales a su época como la agricultura, ganadería y api-
cultura. La pregunta del Papa Francisco “¿Cómo podríamos
hablar de dignidad humana sin comprometernos para que to-
dos y cada uno tengan la posibilidad de un sustento digno?”4
seguramente resonaba en la memoria desde sus tiempos con
José en la mente del Jesús adulto de los Evangelios. De allí
que varias de sus parábolas no están dedicadas a aspectos de
la carpintería, sino a aquellas otras actividades. Al decir de
James Martin s.j. “Resulta interesante el hecho de que, en sus
parábolas y relatos, Jesús recurra frecuentemente a imágenes
no de la carpintería, como cabría esperar, sino de la agricultu-
ra: el sembrador y las semillas, la semilla de mostaza, y la mala
hierba que crece junto al trigo, por ejemplo. ¿Significa esto
que Jesús pasó más tiempo del que pensamos en los campos?
Tal vez. Su uso de términos agrarios también habría tenido
sentido cuando se dirigía a multitudes dedicadas principal-
mente a la agricultura, a oyentes que conocían mejor la madu-
ración y la siega del trigo que los serruchos y las azuelas”5. No
obstante esto, una precisa y oportuna referencia la encontra-
mos en las palabras de John P. Meier sobre algunos aspectos

3 H. Kung, Ser cristiano, Editorial Trotta. C II,3.


4 Carta Apostólica Patris Corde, del Santo Padre Francisco
5 Jesús, Spanish Edition, James s.j.

348
del oficio de Jesús que habiéndolo aprendido de José, los uti-
lizo en las enseñanzas durante su ministerio público. “Aparte
de esa clase de carpintería, Jesús fabricaría distintos tipos de
muebles, como camas, mesas, asientos y pies de lámparas (cf.
2 Re 4, 10), amén de cajas, armarios y arcones para guardar
cosas. Justino Mártir dice que Jesús hacía también “arados y
yugos”. Aunque esto es probablemente un añadido de Justi-
no, más que el vestigio de alguna tradición oral, nos revela la
clase de trabajo que un palestino –y Justino lo era– atribuía a
un téktōn. […] Así, aunque Jesús era en cierto sentido un tra-
bajador palestino corriente, ejercía un oficio que exigía, para
el mundo antiguo, un nivel considerable de conocimientos
técnicos”6. Probablemente también el conocer la angustia de
los obreros de las viñas a la espera de su selección denigrante
en las plazas selectivas de los patrones, le hicieran construir
la parábola muchas veces incomprendida del salario univer-
sal equivalente en dignidad antes que productividad (Mt 20,
1-16). Cobra aquí especial vigencia la referencia a la dignidad
superadora en Patris Corde “En nuestra época actual, en la
que el trabajo parece haber vuelto a representar una urgente
cuestión social y el desempleo alcanza a veces niveles impre-
sionantes, aun en aquellas naciones en las que durante dé-
cadas se ha experimentado un cierto bienestar, es necesario,
con una conciencia renovada, comprender el significado del
trabajo que da dignidad y del que nuestro santo es un patrono
ejemplar”.
En José trabajador y su legado en el Jesús, hijo del carpin-
tero, que al decir juanino es también palabra creadora y verbo
inculutuardo en un sentido pleno y universal, se constituye
para nosotros un ejemplo en estos tiempos. Tiempos de crisis
y cambios que con el riesgo de perdernos en una búsqueda
intuitiva de la “normalidad” perdida, por ello dejemos pasar
6 John P. Meier, Un judío marginal, t I, Verbo Divino.

349
la oportunidad de un tiempo más inclusivo, digno y justo en
muchos aspectos como el laboral. ¡Es un tiempo de colaborar
con Dios en su kairos temporal que siempre crea novedad de
vida, y vida plena! Como dice también el Papa Francisco “La
persona que trabaja, cualquiera que sea su tarea, colabora con
Dios mismo, se convierte un poco en creador del mundo que
nos rodea. La crisis de nuestro tiempo, que es una crisis eco-
nómica, social, cultural y espiritual, puede representar para
todos un llamado a redescubrir el significado, la importancia
y la necesidad del trabajo para dar lugar a una nueva “nor-
malidad” en la que nadie quede excluido. La obra de san José
nos recuerda que el mismo Dios hecho hombre no desdeñó
el trabajo”7.

7 Patris Code, S.S. Francisco.

350
GENEROSIDAD, SOLIDARIDAD,
FRATELLI TUTTI Y HECHOS DE LOS APÓSTOLES

Octubre 2021

Luego de un año de la llegada de la Encíclica Fratelli Tutti,


los conceptos allí vertidos sobre generosidad y solidaridad
no solo siguen vigentes, sino que son imprescindibles para
reconstruir un mundo post pandemia. Leemos en el #116:
“Solidaridad es una palabra que no cae bien siempre, yo di-
ría que algunas veces la hemos transformado en una mala
palabra, no se puede decir; pero es una palabra que expresa
mucho más que algunos actos de generosidad esporádicos.
Es pensar y actuar en términos de comunidad, de prioridad
de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por
parte de algunos. También es luchar contra las causas estruc-
turales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, de
tierra y de vivienda, la negación de los derechos sociales y
laborales. Es enfrentar los destructores efectos del Imperio
del dinero. […] La solidaridad, entendida en su sentido más
hondo, es un modo de hacer historia y eso es lo que hacen
los movimientos populares”. Precisamente, hablando de his-
toria y de movimientos dentro de los pueblos, nuestra mirada
bien puede llevarnos al libro de los Hechos de los Apóstoles,
su interpretación pragmática de la generosidad y solidaridad
cristiana y algunas tensiones y mal entendidos que marcaron
el curso de la iglesia y su relación con la propiedad privada.
El crecimiento de la incipiente Iglesia luego del suceso de
Pentecostés fue notorio en la populosa, religiosa y cosmopo-
lita Jerusalén. El anuncio kerigmático apostólico acompaña-
do por milagrosos signos de caridad, provocaron en muchos
el profundo sentir de que un nuevo y mejor tiempo había

351
comenzado. El advenimiento del anunciado reino de Dios y
su justicia, el kairos de nuevos aires de justicia, esperanza y
amor. San Lucas, el escritor del libro de los Hechos, relata de
una manera vertiginosa pero rigurosa estos sucesos. Como
una manera de ordenar los acontecimientos aventados por el
Espíritu Santo, en este, su segundo tratado, el médico evan-
gelista utiliza separadores temáticos. Éstos nos sirven como
bisagras para iluminar con diferentes tonalidades la guía des-
lumbrante del Espíritu de Dios, y también a modo de re-
súmenes fundamentales para comprender la nueva vida en
comunidad.
Luego de la sorprendente sanidad del paralítico en las
mismas puertas del pórtico del Templo por intermedio de
Pedro y Juan, las reacciones contrarias y los juicios que anun-
ciaban la sombra de la persecución, Lucas nos regala una
pintura de esa recuperación de un nuevo mundo posible y
cercano. Un espacio donde se podía recrear la comunidad
igualitaria, renovar la solidaridad ciudadana y de alguna ma-
nera rehacer un mundo injusto, herido y doliente.
En nuestros tiempos, la pandemia ha provocado un cam-
bio inequívoco de época. La crisis sanitaria, humana, social y
laboral que ha provocado el Covid-19, marcará un antes y un
después en los libros de historia. Cambios de épocas que no
reconocen calendarios sino hechos que marquen un mojón
en la dinámica de los tiempos. Estos textos surgidos de la
nueva era del nacimiento de la Iglesia, nos pueden ayudar
para inspirarnos en la manera que el Espíritu Santo nos pue-
de acompañar en el camino de sembrar generosidad y justicia
social como una “nueva normalidad” post pandemia.
En la perícopa contenida en Hechos 4, 32-35, se resaltan
conceptos muy inspiradores en la vivencia de una comunidad
que tenía un mismo sentir y pensar. Valores como el desape-
go hacia las posesiones y la voluntad de compartirlas entre

352
los más necesitados. El resultado de estos actos de genero-
sidad de la nueva época eclesial se traducía en que “no había
ningún necesitado en la comunidad”. Al final del resumen
temático, San Lucas deja constancia del fruto de ese mover
espiritual con el gesto ejemplar de Bernabé. Este levita chi-
priota, decide vender el terreno que poseía y ponerlo a los
pies de los apóstoles como una acción benéfica e igualitaria
hacia los pobres, y como tal, una opción preferente a atesóra-
lo para sí (Hechos 4, 36-37).
Pero ese acto de generosidad para ser genuinamente
espiritual y ubicarlo dentro de la economía de los nuevos
tiempos, debía tener el condimento cristiano de “no saber la
mano izquierda lo que hace la derecha” (Mt 6, 3). O sea, la
generosidad sin búsqueda de recompensa, la opción de com-
partir con los necesitados sin necesitar el aplauso de nadie y
especialmente la integridad de dar y darse íntegramente.
Muy pronto, demasiado pronto en el relato del libro de
los Hechos, se presenta el contra ejemplo de Bernabé. Los
tristes protagonistas de la escena bíblica son el matrimonio
compuesto por Ananías y Safira (Hechos 5, 1-11). En una
maniobra oscura de piedad engañosa y el oxímoron de una
beneficencia codiciosa, estas personas –al decir del San Pe-
dro– mienten al Espíritu Santo ocultando parte de sus bie-
nes para aparentar darlo todo. ¡No era norma ni siquiera hay
constancia de que fuera costumbre resignar todos los bienes!
Lo que sí se requería en estos nuevos tiempos de comunidad
basada en la fe el amor y la verdad era la integridad en la op-
ción de preferencia generosa. Ellos no lo hicieron y su contra
ejemplo seudo piadoso tuvo una lección que nadie olvidaría
hasta hoy. La Iglesia naciente no se podía dar el lujo de natu-
ralizar semejante engaño.
Los tiempos post Covid-19 que se avecinan, nos enfren-
tarán a nuevas pandemias sociales y económicas que estaban,

353
pero ahora han emergido con más dramatismo sobre la “línea
de flotación”. Para reconstruirnos como personas, comuni-
dades y humanidad, será necesario levantar generosamente
a los que han quedado al margen. Los pobres de la tierra.
Con la ayuda del Espíritu Santo, y sin caer en engaños ni
actitudes seudo piadosas como las narradas, podemos apren-
der a dar más de nosotros mismos, incluso hasta el punto de
sacrificarnos, fomentando la solidaridad y construyendo con
integridad de corazón un comunidad benéfica entre todos y
especialmente a los más necesitados.

354
DERECHOS HUMANOS Y JUSTICIA
EN LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES

Octubre 2021

En el mensaje que el Papa Francisco ha enviado a los partici-


pantes en el evento de la Asamblea Parlamentaria del Conse-
jo de Europa titulado Medio ambiente y derechos humanos: Derecho
a un medio ambiente seguro, saludable y sostenible, que se celebra en
Estrasburgo este 29 de septiembre, ha expresado que: “Cual-
quier instrumento que respete los derechos humanos y los
principios de la democracia y el Estado de Derecho (que son
valores fundamentales del Consejo de Europa) puede ser útil
para abordar este desafío global. Nadie puede negar el dere-
cho fundamental de todo ser humano a vivir con dignidad y
a desarrollarse plenamente; y si todos los seres humanos na-
cen en esta tierra con la misma dignidad [...], entonces como
comunidad estamos obligados a garantizar que cada persona
viva con dignidad y tenga las oportunidades adecuadas para
su desarrollo integral”.
El “germen” del Evangelio de Jesucristo estaba siendo
extendido más allá de las fronteras de la fe judía. El apóstol
Pablo, enviado a los gentiles, había desarrollado una tarea mi-
sionera extensa en territorio y diversidades culturales. En los
últimos capítulos del libro de los Hechos de los Apóstoles
encontramos el registro de un proceso judicial vergonzoso
hacia Pablo (Hechos 24-26). Ya desde Tesalónica, la voz del
“peligro público” que representaba la tarea apostólica para el
estatus quo religioso y político de entonces resultaba toda una
definición misionera “¡Estos que han trastornado el mundo
entero han venido también acá...!” (Hechos 17, 6). En el co-
mienzo del juicio a Pablo ante el gobernador Félix, Tértulo, el

355
abogado acusador expuso que el apóstol y su mensaje repre-
sentaban una nueva pandemia: “Hemos descubierto que este
hombre es una plaga…” (Hecho 24, 5a).
En estos tiempos de pandemia por el Covid-19, emergie-
ron otro tipo de epidemias del mal. La pobreza, la exclusión,
el individualismo, el egoísmo individual y social y la corrup-
ción. Estos verdaderos gérmenes dañinos a salud humana
también han desarrollado una estrategia de desacreditación
de acciones del bien y una artillería de fake news difamato-
rias utilizando terminología en forma capciosa. En términos
de comunicación, “viralizar” una noticia o un juicio falso es
una forma de enfermar a la audiencia con mentiras disfra-
zadas de verdades. Vimos en estos tiempos como se calificó
en términos de plagas enfermizas la utilización barbijos, de
conspiraciones apocalípticas a las campañas de inmunización
y hasta de envenenamiento masivo las vacunas. Este uso ter-
giversado de las mismas palabras, que son un espejo de sus
propias miserias, coincide bastante con las que mencionamos
en el primer párrafo en acusación al apóstol Pablo y su mi-
sión evangelizadora.
Mientras buscamos renovar el mundo, las soluciones po-
líticas globales no serán suficientes. Los líderes nacionales e
internacionales deben redescubrir los valores de la humildad
y el autocontrol; deben ejercer su poder de manera responsa-
ble en colaboración con otros. El principio de subsidiariedad
asegura que las decisiones políticas se tomen con la partici-
pación de los más afectados por ellas. Uno de los elementos
fundamentales para renovar el mundo es la valorización de
los principios más nobles de la convivencia ciudadana. Uno
de ellos es la transparencia en los procesos públicos y el com-
bate contra la corrupción. Del mismo modo, y dialogando
con ello, generar una unión subsidiaria entre los poderes pú-
blicos, el derecho y la interacción en los distintos estratos

356
sociales y de poder político. En política y en el derecho públi-
co, el principio de subsidiariedad tiene como función general
garantizar un cierto grado de independencia a una autoridad
inferior respecto de una instancia superior, en particular un
poder local respecto de un poder central. Es fundamental
detectar a tiempo la corrupción. La sociedad debe tener los
antivirus del autocontrol, que resulta un valor fundamental
para neutralizar el daño de estas enfermedades enquistadas
en muchos países. ¡La corrupción mata no solo el derecho
sino, literalmente a personas!
En el relato del libro de los Hechos, en estas instancias
jurídica inusuales e injustas contra el apóstol Pablo, la corrup-
ción y el cohecho no tardan en aparecer. En el texto bíblico
leemos lo siguiente: “Al disertar Pablo sobre la justicia, el do-
minio propio y el juicio venidero, Félix tuvo miedo y le dijo:
¡Basta por favor! Puedes retirarte. Cuando sea oportuno te
mandaré llamar otra vez. Feliz también esperaba que Pablo le
ofreciera dinero; por eso mandaba llamarlo con frecuencia y
conversaba con él. Transcurridos los años, Félix tuvo como
sucesor a Poncio Festo, pero como Félix quería congraciar-
se con los judíos, dejó preso a Pablo” (Hechos 24, 25-27).
Esta secuencia de corrupción, intento frustrado de cohecho
y complicidad con los acusadores, provocó la permanencia
de Pablo en la cárcel y luego el uso de su justo derecho de
apelación al emperador, al ser él un ciudadano romano. Todo
este proceso de apelación, nuevos juicios y posterior depor-
tación a Roma marcan el final de libro de los Hechos, pero, al
mismo tiempo, el comienzo del uso de principios cristianos
ciudadanos. En Pablo vemos los valores de la dignidad, el au-
tocontrol y la entereza ante el acoso de un poderoso corrup-
to. En una unión subsidiaria de una visión jurídica y política,
el apóstol de los gentiles nos orienta a la dosis de frutos espi-
rituales que pueden vacunarnos contra los virus de la contra

357
pandemia el odio, la injusticia y la difamación. ¡Aprendamos
estos valores, en estos tiempos de pandemia iluminados con
estos textos bíblicos que recobran siempre su vigencia!

358
LAICADO, DIACONADO Y FRATELLI TUTTI
EN EL IGLESIA PRIMITIVA

Octubre 2021

La función de Iglesia al servicio de la humanidad, su relación


con un sentido amplio de la buena política, y el rol de los lai-
cos y el diaconado resultan fundamentales en la reconstrucción
de un mundo post pandémico. En la Encíclica Fratelli Tutti, el
Papa Francisco expresa en este sentido que: “si bien la Iglesia
respeta la autonomía de la política, no relega su propia misión
al ámbito de lo privado. Al contrario, no «puede ni debe que-
darse al margen» en la construcción de un mundo mejor ni
dejar de «despertar las fuerzas espirituales» que fecunden toda
la vida en sociedad. Es verdad que los ministros religiosos no
deben hacer política partidaria, propia de los laicos, pero ni
siquiera ellos pueden renunciar a la dimensión política de la
existencia que implica una constante atención al bien común
y la preocupación por el desarrollo humano integral. La Igle-
sia «tiene un papel público que no se agota en sus actividades
de asistencia y educación» sino que procura «la promoción del
hombre y la fraternidad universal». No pretende disputar po-
deres terrenos, sino ofrecerse como «un hogar entre los hoga-
res –esto es la Iglesia–, abierto […] para testimoniar al mundo
actual la fe, la esperanza y el amor al Señor y a aquellos que Él
ama con predilección. Una casa de puertas abiertas. La Igle-
sia es una casa con las puertas abiertas, porque es madre». Y
como María, la Madre de Jesús, «queremos ser una Iglesia que
sirve, que sale de casa, que sale de sus templos, que sale de sus
sacristías, para acompañar la vida, sostener la esperanza, ser
signo de unidad […] para tender puentes, romper muros, sem-
brar reconciliación»” (FT #276). Desde sus inicios, la Iglesia

359
cristiana se enfrentó con estos desafíos sociales, políticos y de
amor social. Y los Apóstoles tuvieron que tomar importantes
y valientes decisiones al respecto.
El libro de los Hechos de los Apóstoles, o como a algunos
biblistas le gusta renombrarlo “Hechos del Espíritu Santo”,
nos acerca un material invalorable, escrito por San Lucas bajo
la inspiración de Dios, donde aprendemos acerca de la nueva
vida que la iglesia transitó en sus inicios. Ese peregrinaje, que
emerge en forma creciente en señales y palabras desde y hacia
los apóstoles y discípulos de Señor, son una luz radiante que
sucedió a la oscuridad del juicio, la muerte, la tumba y la duda
previas a la resurrección de Jesús. Las señales inequívocas de
la nueva vida de Cristo y su ascensión a la diestra del Padre se
vieron reflejadas en un replanteo profundo sobre la manera
de recrear, renovar y construir una comunidad fundada en los
signos del derramamiento pentecostal.
El amor es el principio (1 Cor 13, 1-13), el carácter mis-
mo de Dios (1 Jn 4, 16) y el vínculo perfecto (Col 3: 14)
en búsqueda de la igualdad cristiana. Esa igualdad en amor
implicó desde los comienzos de las comunidades de fe, un
profundo sentido de unión en la diversidad. La diversidad
reconciliada, en lenguas y culturas en el derramamiento del
Espíritu Santo en Pentecostés (Hechos 2, 1-13), marcaron
los compases de la sinfonía del amor que viene de Dios y que
debe iluminar a las personas, comunidades y humanidad. El
amor es el primer fruto del Espíritu Santo en la lista de la car-
ta de San Pablo a la Iglesia de Galacia (Gal 5, 22). La igualdad,
prima de la caridad, es la consecuencia del amor encarnado e
inculturado en la comunidad cristiana (2 Cor 8, 14).
A medida que nos reconstruimos después de la pande-
mia, estamos llamados a abordar la desigualdad en nuestras
comunidades locales, nacionales y globales. Todos somos
creados como hijos iguales de un Dios amoroso, pero nues-

360
tro actual sistema económico global distribuye los beneficios
de manera desigual. A través de la tradición del Espíritu San-
to y un sentido más profundo de fraternidad podemos re-
construir un sistema económico más justo e igualitario.
A la luz de lo postulado en el párrafo anterior, debemos
agradecer al Espíritu Santo que inspiró al escritor del libro de
los Hechos a relatarnos que no todo fue un camino de rosas
en la reconstrucción post crisis en manos de las comunidades
eclesiales de entonces. De hecho, el relato que precede a la ne-
cesidad de inaugurar el ministerio del diaconado en la Iglesia
resulta de una humanidad que nos interpela y alecciona hoy.
“En aquel tiempo, como el número de los creyentes iba au-
mentando, los de habla griega comenzaron a quejarse de los
de habla hebrea, diciendo que las viudas griegas no eran bien
atendidas en la distribución diaria de ayuda” (Hechos 6, 1).
Al parecer, en las acciones de amor comunitario, para
algunos creyentes, todas las personas eran iguales, pero “al-
gunas eran más iguales que otras”. Este desamor selectivo y
discriminador de construcción que debía estar asentada en
las enseñanzas de Jesús, resultaba en la práctica contradecir
el Espíritu del Maestro de Galilea. Y a los apóstoles esta si-
tuación se les había escapado de las manos. Ya no podían
manejarla, los números de las personas con necesidades ha-
bían realizado una proto cultura del descarte y la cultura del
derrame que siguen lamentablemente vigente hoy. La diver-
sidad reconciliada en igualdad y en amor, es la antítesis de
la desigualdad social. Y en esto no se pueden poner excusas
sobre excesos de necesidades, ni de daños colaterales del cre-
cimiento, y mucho menos de escases en los recursos. Cuando
los apóstoles se dieron cuenta que no podían manejar esta
distorsión en sus manos y que lo que estaba en juego era nada
más y nada menos que el equilibrio evangélico entre amor e
igualdad, guiados por el Espíritu Santo deciden comunicarlo

361
valientemente a la comunidad. (Hechos 6, 2). ¡Pero no solo
eso! Lo maravilloso y novedoso fue que delegaron en ella
la decisión de nombrar a los diáconos, previas indicaciones
de la características y dones espirituales de los seleccionados
(Hechos 6, 3).
Si vamos a responder y estar a la altura como comunidad
de fe y humanidad creada a la imagen de Dios, a las necesida-
des de reconstruir un mundo post pandemia apoyados en las
columnas del amor y la igualdad, necesitamos dejar actuar al
Espíritu Santo y abandonar la soberbia de querer manejarlo
todo nosotros. Al mismo tiempo, resulta imprescindible re-
conocer en el pueblo fiel del Señor a todos aquellos herma-
nos y hermanas que silenciosamente aman y construyen un
nuevo planeta de la esperanza con los requisitos bíblicos de
buena reputación, llenura de Dios y sabiduría. ¡Hay muchos!
Son los imprescindibles de Dios, los que en igualdad con los
pobres los sirven y encarnan de una manera maravillosa el
amor de Cristo. ¡Gracias a todos ellos!

362
FELIPE: VALIENTE Y MOLESTA
MODESTIA POPULAR

Octubre 2021

El Papa Francisco ha resaltado permanentemente la labor de


los movimientos populares en la transformación de los pro-
cesos humanos, sociales, económicos y políticos de los pue-
blos, muchas veces ha transitado los senderos semióticos de
la valentía, la belleza, la modestia, la sana molestia y el pensar
creativamente hacia el bien común.
En un video mensaje del pasado 16 de octubre, el Papa
Bergoglio ha reiterado que los movimientos populares y las
personas a las que representan y ayudan son los que más han
sufrido la pandemia. El Papa los llama ‘poetas sociales’ por
su “capacidad y coraje para crear esperanza allí donde solo
aparece descarte y exclusión…Verlos a ustedes me recuerda
que no estamos condenados a repetir ni a construir un futuro
basado en la exclusión y la desigualdad, el descarte o la indife-
rencia; donde la cultura del privilegio sea un poder invisible e
insuprimible y la explotación y el abuso sea como un método
habitual de sobrevivencia. ¡No! Eso ustedes lo saben anunciar
muy bien”.
En la Encíclica Fratelli Tutti, leemos sobre este particular
en el apartado 169: “En este sentido son “poetas sociales”,
que trabajan, proponen, promueven y liberan a su modo. Con
ellos será posible un desarrollo humano integral, que implica
superar «esa idea de las políticas sociales concebidas como
una política hacia los pobres pero nunca con los pobres, nun-
ca de los pobres y mucho menos inserta en un proyecto que
reunifique a los pueblos». Aunque molesten, aunque algunos
‘pensadores’ no sepan cómo clasificarlos, hay que tener la va-

363
lentía de reconocer que sin ellos la democracia se atrofia, se
convierte en un nominalismo, una formalidad, pierde repre-
sentatividad, se va desencarnando porque deja afuera al pue-
blo en su lucha cotidiana por la dignidad, en la construcción
de su destino”. Los valores enumerados en el primer párrafo,
bien los podemos encontrar en el texto bíblico alrededor de
la figura de Felipe.
La pandemia puso de rodillas a los países poderosos y
en postración a los débiles, en desconcierto a líderes mun-
diales y en angustia a todos los pueblos. El Covid-19 infectó
la salud de la humanidad, la aparente inmunidad de la econo-
mía y los espacios de cómoda seguridad ciudadana. El virus
no distinguió raza, religión, estrato social o nacionalidad. Se
virilizaron el desconcierto, la angustia, la desesperanza y la
muerte. Pero ante este panorama, descubrimos también que
debíamos comenzar a reconstruir en nuestro cuerpo social
los anticuerpos de la modestia y, reubicar el poder y quienes
lo ejercen en búsqueda del bien común, especialmente de los
más humildes. Ante el “ecumenismo de la soberbia y el mal
general”, muchos comprendimos que debíamos tejer juntos
el “ecumenismo de la modestia y el bien común”.
Si bien no basta con recurrir únicamente a nuestros líderes
para promover el bien común tras la pandemia, quizá sea a la
oportunidad de desarrollar liderazgos con virtudes “política-
mente incorrectas”. En una próxima etapa post pandemia, en
búsqueda de un mundo más humano y más justo, necesitare-
mos referentes mundiales que tengan el coraje de la modestia.
Si, aunque parezca contradictorio, la modestia dialoga con la
audacia de poder traspasar los límites funcionales, la osadía de
ofrecerse a los otros sin medir los costos políticos y el discer-
nimiento de enfrentarse erguido antes los falsos poderes. Una
falsa modestia puede oscurecer nuestra propia responsabilidad
porque se nutre del aplauso fácil y de los narcóticos políticos

364
de la popularidad circunstancial. Para acercarnos a una nueva
manera de liderar y levantar a nuestras comunidades pobres y
marginadas, se requieren personas virtuosas que lo hagan “cara
a cara”. Con la ayuda del Espíritu Santo podemos humillarnos
y desempeñar nuestro papel fundamental en la renovación del
mundo. Sin la guía del Paracleto, podemos caer en el facilismo
de humillarnos al macartismo y el mal común del doble men-
saje barnizado de modestia.
En el libro de los Hechos descubrimos al pueblo de Dios
en su caminar espiritual para reconstruirse en forma de una
comunidad eclesial. Dentro de esos primeros pasos de la Igle-
sia, aparece dentro de los recién nombrados diáconos, la figu-
ra de Felipe (Hechos 8, 4-40). Felipe tuvo el coraje de ir más
allá de su “descripción de tareas” que se remitían a “servir las
mesas” que le había delegada por los apóstoles (Hechos 6, 2).
Tuvo la osadía, ni bien comenzada la persecución, de llevar
el Evangelio a los samaritanos (Hechos 8, 4-8), aggiornando
inclusive a los tiempos que vivía, el legado dado por Cristo a
los apóstoles en relación con las prioridades misioneras (Ma-
teo 10, 5). Felipe es un nuevo modelo de liderazgo guiado
por el Espíritu Santo que supo armonizar su fe, humildad,
fidelidad y amor al coraje y la parresia como un ejemplo de
una modestia cristiana empoderada. En el primer relato de su
accionar diaconal, sucede una circunstancia fundamental que
dejan al descubierto dos estilos muy diferenciados de lideraz-
go: El de Felipe, y luego de dos apóstoles y el de Simón el
hechicero (Hechos 8, 9-25). Simón se jactaba de ser un gran
personaje que atraía a multitudes que le llamaban “El hombre
del gran poder de Dios” (Hechos 8, 10). Ese estilo de lide-
razgo mágico y populista para beneficio propio y sin ninguna
vocación solidaria, utilizó el engañó de una falsa conversión
cristiana, al ver el mover del Espíritu Santo a través de Felipe.
Con la astucia y la mezquindad de la mala política, cayó en

365
el mal común de fingir una falsa modestia donde ocultar sus
oscuros intereses personales. ¡Hasta nuestro querido Felipe,
fue engañado por Simón quien lo bautizó y le permitió se-
guirle! El avance del reino de Dios en tierras de Samaria fue
tan notorio que los mismos Pedro y Juan fueron enviados en
misión apostólica (Hechos 8, 14).
En todo tiempo, comienzo y reconstrucción de los nue-
vos tiempos es necesaria una dosis de modesto coraje aún a
riesgo de la ingenuidad del bien que busca en todo las virtu-
des y los frutos más puros. Pero al mismo tiempo, se requiere
para no caer en la trampa de los oportunismos, los antivalo-
res y del engaño, saber recurrir a la sabiduría de los doctos, la
paciencia de los sabios y la modestia de los que disciernen las
intenciones. Solo la verdadera valentía de los modestos bus-
ca genuinamente el bien común. La falsa modestia utilizada
como careta de la codicia puede engañar a algunos por algún
tiempo, pero tarde o temprano el mal mostrará su cara más
atroz. Simón ya tenía poder político propio, pero la codicia
le llevó a querer “subirse” a un poder que le era ajeno, que
no conocía, pero intuía era muy importante: ¡El poder del
reino de paz y justicia del Cristo resucitado! Entonces, ante la
oferta de Simón de utilizar su dinero mal habido para recibir
el don del Espíritu Santo, Juan y Pedro disciernen las inten-
ciones de ese falso líder y lo delatan públicamente “No tienes
arte ni parte en este asunto, porque no eres íntegro delante de
Dios” (Hechos 8,21). La integridad es una de las claves para
encontrar personas capaces de reconstruir una nueva etapa
en la historia humana. Ésta junto a las virtudes y los frutos
del amor, la fe y la esperanza servirán para alentar el coraje
de la modestia y el bien común sobre los intereses personales.

366
LA DIGNIDAD DEL TRABAJO,
DORCAS Y FRATELLI TUTTI

Noviembre 2021

En estos tiempos vividos de Covid-19, y también en los que


vislumbran como la época post pandemia, no solamente se
vio afectada, enferma y moribunda a muchas personas, sino
también a valores como la dignidad laboral y la bondad en
el trabajo, especialmente desde y hacia los más pobres. Los
más afectados fueron los humildes trabadores, los artesanos
barriales y aquellos que no tuvieron una estructura laboral
sostenible para desarrollar sus tareas. El trabajo es una fuerza
para el bien que expresa y cumple nuestro deseo de contri-
buir al bienestar de nuestras familias y de la sociedad en ge-
neral. Tanto la actividad como el resultado del trabajo, apoya-
dos por el Espíritu, contribuyen a la renovación del mundo.
Es imprescindible que cuando pensamos en reconstruir un
planeta post pandemia, recuperemos, revaloricemos y “resu-
citemos” a los imprescindibles trabajadores comunitarios que
contribuyen a recrear un mundo con esperanza y dignidad.
Estos conceptos de dignidad de trabajo hacia el bien co-
mún se encuentran destacados en toda la Encíclica Fratelli Tutti,
y especialmente en el apartado 162: “El gran tema es el traba-
jo. Lo verdaderamente popular –porque promueve el bien del
pueblo– es asegurar a todos la posibilidad de hacer brotar las
semillas que Dios ha puesto en cada uno, sus capacidades, su
iniciativa, sus fuerzas. Esa es la mejor ayuda para un pobre,
el mejor camino hacia una existencia digna. Por ello insisto
en que «ayudar a los pobres con dinero debe ser siempre una
solución provisoria para resolver urgencias. El gran objetivo
debería ser siempre permitirles una vida digna a través del tra-

367
bajo». Por más que cambien los mecanismos de producción, la
política no puede renunciar al objetivo de lograr que la organi-
zación de una sociedad asegure a cada persona alguna manera
de aportar sus capacidades y su esfuerzo. Porque «no existe
peor pobreza que aquella que priva del trabajo y de la digni-
dad del trabajo». En una sociedad realmente desarrollada el
trabajo es una dimensión irrenunciable de la vida social, ya que
no sólo es un modo de ganarse el pan, sino también un cauce
para el crecimiento personal, para establecer relaciones sanas,
para expresarse a sí mismo, para compartir dones, para sentirse
corresponsable en el perfeccionamiento del mundo, y en defi-
nitiva para vivir como pueblo”.
Dorcas, representa en el relato de libro de los Hechos
de los Apóstoles el paradigma de la trabajadora humilde, ser-
vidora y bondadosa (Hechos 9, 36-43). Su noble trabajo de
costurera de vestimentas para las viudas pobres y marginadas
de la comunidad cristiana contrasta en frutos espirituales a
la mezquindad de aquellos que discriminaban a algunas de
ellas en el reparto de alimentos (Hechos 6, 1). Tabita –como
también se le llamaba– era una discípula, diaconisa innomi-
nada y fiel cristiana que con sus manos iba tejiendo un futuro
de dignidad para las mujeres dentro del movimiento de la
Iglesia. Sin embargo, un día, la enfermedad y luego la muer-
te visitaron a Dorcas. El texto del segundo tomo de Lucas
nos relata con hondo dramatismo las lágrimas de las viudas
y las demostraciones de las prendas con la que se vestían con
la dignidad que ahora sentían muertas junto con el cuerpo
de ella. Estas viudas pobres se decidieron en llamar a Pedro,
quien sin demora se dirigió a la ciudad de Lidia donde residía
(Hechos 9, 38-39). El apóstol ora arrodillado, quebrado del
dolor por la vida de Dorcas y lo que ella significaba como
ejemplo de la dignidad del trabajo al servicio de los más hu-
mildes. Las palabras orantes de San Pedro todavía resuenan

368
en el cosmos desde el relato bíblico “¡Tabita, levántate!” (He-
chos 9, 40). Significó un grito orante que buscaba sacar del
dominio de la enfermedad y la muerte a toda una nueva gene-
ración de trabajadoras sociales que puedan renovar el sentido
del trabajo digno realizado en amor. Un nuevo contra sistema
del trabajo de las mujeres estaba en juego, y Dios respaldó
el pedido de las pobres viudas y de Pedro como un símbolo
de la vitalidad dignificante del Evangelio. Tal fue así que el
efecto multiplicador de la noticia fue tan edificante en aquel
entonces (Hechos 9, 42), como lo es ahora cuando releemos
el texto lucano con la ayuda del Espíritu Santo.
Resulta importante comenzar la reconstrucción del teji-
do social, sanitario y laboral luego de esta pandemia. Pero no
debemos, en el apuro, retomar antiguas y dañinas prácticas
ya probadas en el pasado y que van en sentido contrario. Tal
como lo advirtió el Papa Francisco: “Con las prisas de volver
a una mayor actividad económica al final de la amenaza del
COVID-19, evitemos las pasadas fijaciones en el beneficio,
el aislacionismo y el nacionalismo, el consumismo ciego y la
negación de las claras evidencias que apuntan a la discrimi-
nación de nuestros hermanos y hermanas “desechables” en
nuestra sociedad. Por el contrario, busquemos soluciones que
nos ayuden a construir un nuevo futuro del trabajo fundado
en condiciones laborales decentes y dignas, que provenga de
una negociación colectiva, y que promueva el bien común,
una base que hará del trabajo un componente esencial de
nuestro cuidado de la sociedad y de la creación. En ese senti-
do, el trabajo es verdadera y esencialmente humano. De esto
se trata, que sea humano”1.

1 Video mensaje del Santo Padre Francisco con motivo de la 109 reunión
de la Conferencia Internacional del Trabajo (17 de junio de 2021).

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ÍNDICE

Prólogo, por Francisco 7


Francisco, los teólogos y la Iglesia de Jesucristo,
por Emilce Cuda 11
¿Qué se debe leer para entender a Francisco? 25
Bendita oración en Kangemi 28
Un abrazo cósmico entre Pedro y Andrés
(Francisco y Kirill) 30
Francisco lava los pies de los refugiados 32
La comunión ecuménica como camino eucarístico 34
El ecumenismo de la misericordia 37
Las bienaventuranzas de Francisco 40
Entrevista al ex-presidente José (Pepe) Mujica 43
El jubileo para todas las religiones 47
El ecumenismo como diplomacia reconciliadora 50
Entrevista al padre Pepe Di Paola 52
El discípulo no es mayor que su maestro 59
El ecumenismo en clave estratégica 61
Pedro y Marcos: ayer, hoy y siempre 64
El obispo anglicano amigo
del Papa Francisco en Argentina 66
Iglesia en salida, religiones en salida 70
Pentecostés, el viendo del Espíritu 73
Una lucha de agendas 75
Tiempos y momentos en la diplomacia
de Francisco 78
El ecumenismo a diez años de Aparecida 82
El ecumenismo de la esperanza kerygmática 85
Los hermanos en unidad, armonía y paz 87
Entre la Araucanía y la Amazonia,
la mirada “galilea” de Francisco. 90
Cuaresma 2018 93
Una visita al alma de todos los argentinos 96
La mujer aborigen latinoamericana y
las traducciones bíblicas 98
Una mirada ecuménica de Gaudete Et Exsultate 100
Oración ecuménica en el Consejo
Mundial de Iglesias 103
Encuentro ecuménico en el Consejo
Mundial de Iglesias 107
Visita del Papa Francisco al Consejo
Mundial de Iglesias en Ginebra 110
El ecumenismo del Evangelio de la paz 113
La Biblia y el ecosistema cultural indígena 117
Jesús y las fake news 120
Traducción bíblica, ecumenismo y Amazonía 123
Encarnación e inculturación de los pueblos
de la Amazonía 126
Documento ecuménico en apoyo al Sínodo
de la Amazonía 129
Seminario interreligioso sobre Sínodo
Amazonía en Buenos Aires 133
La exégesis en América Latina a los
ochenta años de la Revista Bíblica 137
La conversión ecológica (entrevista
a Monseñor Oscar Ojea) 141
“Amazoneizar” la Iglesia, una vía para
“laudatosificar” la sociedad 145
Amazonía, dialogo intercultural e interreligioso
(entrevista a Alfredo Ferro) 150
¿Interculturalidad o inculturalidad amazónica? 153
El antecedente argentino de “Aperuit Illis” 157
“Eclesializar” la Amazonía (entrevista
a Fray Sebastián Robledo) 160
Claves del ecumenismo bíblico amazónico 163
A diez años del encuentro del Bergoglio
con Kim Phuc 166
La vida como misión. Se presentó
en Buenos Aires libro con entrevistas
al Padre Juan Manuel Arias 169
¿Me escuchaste? ¡Hagan todo lo que él les diga! 172
Decálogo del ecumenismo 176
La polarización como pecado 179
Nuevas formas de solidaridad- Transversalidad
de contrastes y opuestos 182
El tejido narrativo vital en
la mujer latinoamericana 186
Coronavirus en las villas de Buenos Aires 189
Desigualdad social en tiempos de pandemia 192
Derecho al agua, derecho a la esperanza 196
La reconstrucción de la casa común 201
Por una justicia socio-ambiental 204
El pecado ecológico y la conversión ecológica 208
Por la dignidad de los descartados 212
Jorge Luis Borges, sus ancestros
protestantes y la Biblia 215
El ecumenismo de la solidaridad 218
Reconstruyendo la casa común con
la palabra de Dios 222
Del valle de la muerte al de la vida
en tiempos de pandemia 225
Jesús, el médico del amor divino integral 229
Todos hermanos en el banquete
del reino de Dios 233
La senda abrahámica para salir de la pandemia 237
¿Todos en la misma barca sin timón
en esta pandemia? 240
Todos hermanos con tesoros nuevos y viejos 244
Todos hermanos en el ecumenismo político
del amor 248
Todos hermanos en la gratitud de
la gracia sanadora de Dios 252
Ecumenismo bíblico espiritual 256
Todos hermanos en el derecho humano
a la vida y a la verdad en Argentina 260
Navidad: El Verbo encarnado,
iluminado e inculturado 263
Todos hermanos en un Dios más grande
que nuestra religión 267
La fraternidad amenazada
por el fundamentalismo 271
Una mirada ecuménica de la Asamblea
Eclesial de América y el Caribe 275
La grandeza de lo pequeño en la casa
de María, Marta y Lázaro 278
Concilio Vaticano II, Barth y el ecumenismo
latinoamericano hoy 282
Jesús y la inmunidad de rebaño 286
La periferia como clave hermenéutica pascual 289
Jesús y la samaritana como parábola
del derecho al agua 292
Tiempos nuevos para el reino de Dios
en tiempos de COVID 296
El infinito en un instante para el reino
de Dios en épocas de COVID 300
Las bienaventuranzas del reino de Dios
en tiempos de COVID 303
La grieta pandémica y el reino de Dios 306
La vida en comunidad post pentecostés
y ahora en pandemia 309
El tiempo de la piedad pentecostal hoy 313
San Juan Bautista, el último
profeta “desobediente” 317
El aceite y el perfume de la reconciliación
post pandemia 321
Pedro y su vacuna contra el virus
del negacionismo excluyente 325
La pandemia de la polarización
y el Concilio de Jerusalén 329
La “Green pass” y la Fratelli Tutti 334
Jornada de oración, casa común
y pandemia en el Libro de los Hechos 338
Felipe y la Jornada Mundial de refugiados
y migrantes 342
Padre trabajador (Patris Code) 346
Generosidad, solidaridad, Fratnelli Tutti
y Hechos de los Apóstoles 351
Derechos humanos y justicia
y en los Hechos de los Apóstoles 355
Laicado, diaconado y Fratelli Tutti
en la Iglesia primitiva 359
Felipe: Valiente y molesta modestia popular 363
La dignidad del trabajo, Dorcas y Fratelli Tutti 367
Se imprimió en Rosario, Argentina,
en los talleres gráficos de UNR editora.
Universidad Nacional de Rosario
Noviembre de 2022
“En este libro se descubre un peregrinaje ecuménico
genuino, personal y espiritual”
Papa Francisco

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