La Milo y La Calaca

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Rondando la esquina de Medellín estaba la calaca “No me extraña”

Con grandes joyas y toda entaconada Dijo irónica la calaca

portando un largo vestido de un puesto de paca. Pensando herirlo con saña.

Buscaba a los profes Jav y Adri con la mirada pues ella unos cuantos trucos ocultaba

pero nada y nada que los hallaba Como vieja tanguera, bajo la manga.

hasta que por fin le dijeron: “no te apures, cara blanca,

que en el Bodhi la Milo ya no se halla. Con voz alta pronunció

Un poema que a todos

Cuando llegó al conocido lugar tanguero Pronto hechizó:

primero se pidió una hamburguesa “Se dice de mí que soy grela y hasta percanta

Y unos nachos con queso. Yo refuto todo desde el alma

Mientras comía pensaba traviesa Pues más bien soy una santa.

Cómo llevarse a uno que otro extranjero. En la buena y en la mala

Acompaño al que haga falta.

Terminaron las clases y empezó la milonguita De día y de noche, los espero en la antesala”:

Mientras los tangueros rápido llegaban

al ritmo de la Cumparsita. El maleficio claro se oyó

La huesuda miraba asombrada Y al malevo huidizo

Las sombras nada más de las almas En torrente cautivó.

Mano a mano arrejuntadas. En un santiamén pronto se hincó

Pero rápido perdió la calma “Arráncame la vida, madre mía”

Por una cuantas dolorosas pisadas. Aulló el llorón.

Enojada la calaca se apiló “De aquí no te escapas, maldito”

A un tanguero todas mías, Rió la enfurecida parca

el primer malevo que miró. “en el infierno conmigo te necesito

Y de él prendida y por una cabeza por poco me desbancas.

Quedó. Se pasó tu cuarto de hora, señorito”.

Y al decir esto se fue la flaca.

No le duró mucho el gusto A ningún otro de la querida Milo

Pues en el primer gira que gira La muerte se llevaba.

El hombretón se le fugó.

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