TEMA 9.fisiopatologia Aplicada A La Dietética-1

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Fisiopatología

aplicada
a la dietética
Tema 9. Fisiopatología del sistema nervioso y del aparato
locomotor

1. Introducción al sistema nervioso


2. Anatomofisiología del sistema nervioso
3. Anatomía y función del aparato locomotor
4. Fisiopatología del sistema nervioso.
5. Fisiopatología del aparato locomotor

1. Introducción al sistema nervioso

A pesar del reducido tamaño de los órganos y estructuras que componen este sistema (apenas
supone el 3 % del peso corporal total), se trata sin duda de uno de los más complejos y
especializados del cuerpo humano. Desempeña un papel de gran relevancia, ya que participa en
la coordinación y regulación de prácticamente todas las funciones del organismo y es el
responsable de nuestra actividad intelectual.

1.1 Función biológica del sistema nervioso


La supervivencia de los seres humanos, al igual que la del resto de los seres vivos, depende de
su capacidad de adaptarse a los cambios que se producen tanto en el medio externo que les
rodea como en su propio medio interno celular.
Por otro lado, no debemos olvidar que somos seres gregarios integrados en estructuras sociales
de gran complejidad, por lo que nuestra capacidad de establecer relaciones eficaces con otros
individuos de la especie adquiere una especial relevancia. Los sistemas encargados de dar
respuesta a estas necesidades son el sistema nervioso y el endocrino (estudiado en la Unidad
4), cuya acción conjunta permite:
• El mantenimiento de la homeostasis celular.
• La coordinación de las acciones de las distintas células, tejidos, órganos, y sistemas o
aparatos que conforman el cuerpo humano permitiendo que trabajen como un todo.
• El desarrollo de procesos mentales como el aprendizaje, la capacidad de comunicarnos
mediante el lenguaje o el razonamiento, así como nuestra respuesta emocional ante las
situaciones que vivimos y los recuerdos que mantenemos, guiando por tanto nuestro
comportamiento y en parte nuestra personalidad.
Para ello, el sistema nervioso debe llevar a cabo las siguientes funciones:
• Función sensitiva: recibe información:
- Del medio externo mediante los exteroceptores, receptores ubicados en la
superficie corporal o cerca de ella. Aportan información visual, auditiva, etc.
- Del medio interno mediante los interoceptores, ubicados en vísceras, vasos
sanguíneos, etc. —registran cambios en la presión (barorreceptores), en la
concentración de determinadas sustancias químicas (quimiorreceptores), etc.— y los
propioceptores, localizados en músculo, tendones y otras estructuras,nos informan
sobre la posición del cuerpo, el equilibrio o el movimiento.
• Función integradora: analiza, procesa e integra la información recibida, ya sea de forma
consciente (cuando los estímulos alcanzan la corteza cerebral) o inconsciente.
• Función efectora: elabora respuestas adecuadas a las situaciones percibidas. Estas serán
transmitidas a los órganos efectores (músculos, glándulas, etc.), que actuarán en
consecuencia.

1.2 Clasificación del sistema nervioso


Las estructuras que componen el sistema nervioso pueden clasificarse en función de tres
criterios:
• Desde el punto de vista anatómico, diferenciamos:
- Sistema nervioso central: comprende la médula espinal y el encéfalo.
- Sistema nervioso periférico: está formado por los nervios que conectan el sistema
nervioso central con otras estructuras como los órganos de los sentidos, los
músculos o las glándulas. Incluye los nervios o pares craneales, y los nervios
espinales.
• En función de la dirección del flujo de la información:
- Aferente: se trata de información sensitiva que «entra» al sistema nervioso central.
- Eferente: se trata de estímulos de tipo motor que «salen» del sistema nervioso
central.
• Según el tipo de control ejercido sobre los órganos efectores:
- Sistema nervioso somático: el control es consciente; regula por ejemplo la acción de
la musculatura estriada de contracción voluntaria.
- Sistema nervioso autónomo o vegetativo: es de control involuntario o inconsciente;
regula la acción de las glándulas, de las fibras musculares de tipo liso, como las que
encontramos a nivel del tracto gastrointestinal o estriadas, pero de contracción
involuntaria como las presentes en el miocardio. A su vez engloba:
§ El sistema nervioso simpático: también denominado sistema de «lucha o huida»,
porque prepara al organismo para responder a situaciones de peligro, su
estimulación provoca la activación del organismo (con excepción del sistema
digestivo que se inhibe).
§ El parasimpático: es de acción contraria al anterior; induce un estado general de
reposo (salvo a nivel digestivo).
§ El entérico: se encarga de la regulación local del sistema digestivo.

1.3 Histología del sistema nervioso


Como ya explicamos en la Unidad 1, el tejido nervioso se compone principalmente de dos tipos
celulares: las neuronas y las células de la glía.
Las neuronas son las encargadas de la transmisión del impulso nervioso a través de las sinapsis
químicas o eléctricas.
Atendiendo a su funcionalidad, podemos clasificarlas en:
• Sensitivas o aferentes: conducen información sensitiva desde los receptores sensoriales
hacia el SNC.
• Motoras o eferentes: conducen información motora desde el SNC a los órganos
efectores.
• Interneuronas o neuronas integradoras: hacen sinapsis con otras neuronas, nunca con
receptores sensoriales ni con los órganos efectores.
Las células de la glía desarrollan funciones auxiliares.
Funciones principales de las células gliales del SNC:
• Astrocitos: participan en la regulación de procesos como la interconexión neuronal, dan
sostén y protección a las neuronas.
• Oligodendrocitos: producen la mielina que rodea los axones de las neuronas en el SNC.
• Ependimocitos: recubren el interior de los ventrículos cerebrales y el epéndimo.
Intervienen en la producción y circulación del líquido cefalorraquídeo.
• Microglía: fagocitan detritus celulares, microorganismos, etc.
Funciones principales de las células gliales del SNP:
• Células de Schwann: forman la vaina de mielina de los axones del SNP.
• Células satélites: dan soporte a los cuerpos neuronales presentes en los ganglios del SNP
y regulan procesos químicos de intercambio con su medio.
Por otro lado, debemos saber que los distintos componentes del tejido nervioso tienden a
agruparse de formas concretas. Así, observamos que:
• La concentración de axones recubiertos de mielina (sustancia de coloración
blanquecina) en el SNC da lugar a la denominada sustancia blanca. En ella prácticamente
no se producen sinapsis, sin embargo, desempeña una función fundamental en la
transmisión nerviosa.
• La concentración de cuerpos neuronales, de las dendritas que salen de ellos y de
terminales axónicos en el sistema nervioso central da lugar a una sustancia de
apariencia grisácea conocida como sustancia gris. Su coloración se debe a la ausencia de
mielina y a la presencia de gránulos de Nissl. En ella se lleva a cabo una gran actividad
sináptica.
• Los agregados de cuerpos neuronales (sustancia gris) localizados en el encéfalo se
denominan núcleos, mientras que aquellos que se ubican en el sistema nervioso
periférico se denominan ganglios.
• Los axones neuronales se agrupan formando estructuras que incluyen varias capas de
tejido conectivo de sostén. Dichas estructuras reciben el nombre de fascículos o vías—si
se localizan en el sistema nervioso central— y de nervios si se trata del sistema nervioso
periférico.
2. Anatomofisiología del sistema nervioso

Para el estudio de la anatomofisiología del sistema nervioso, dividiremos este en central y


periférico.

2.1. Sistema nervioso central


Es el encargado de procesar la información sensitiva recibida a través de los nervios craneales y
espinales, y de emitir las respuestas correspondientes a través de estos a los órganos efectores.
Está formado por el encéfalo y la médula espinal, así como por una serie de estructuras que los
protegen. Dentro de estas últimas encontramos las meninges, el líquido cefalorraquídeo y dos
estuches óseos: el cráneo (que alberga y protege el encéfalo) y la columna vertebral, que hace
lo propio con la médula.

A. LAS MENINGES Y EL LÍQUIDO CEFALORRAQUÍDEO


Además de la protección que les confieren la columna vertebral y el cráneo, el encéfalo
y la médula espinal están cubiertos por tres membranas serosas denominadas
meninges, que están bañadas por el líquido cefalorraquídeo.
En la siguiente figura queda reflejada la disposición de las tres meninges:

El líquido cefalorraquídeo (LCR) se forma a partir del plasma sanguíneo filtrado en los
plexos coroideos, estructuras vasculares que suponen una continuación de la piamadre
en el interior de los ventrículos. El líquido filtrado será procesado posteriormente por
los ependimocitos presentes en la superficie de los plexos, lo que dará lugar al LCR, que
circulará de forma continuada a través de las cavidades presentes en el interior del
encéfalo (ventrículos) y de la médula (epéndimo), así como del espacio subaracnoideo,
donde se reabsorbe hacia la circulación sanguínea gracias a la presencia de vellosidades.
El LCR no solo desempeña funciones mecánicas evitando que la médula o el encéfalo se
golpeen contra las estructuras óseas que los protegen al andar, saltar, etc., sino que
también participa en el transporte de nutrientes a las células del tejido nervioso y en el
mantenimiento de la homeostasis.

IMPORTANTE

Los ventrículos cerebrales son cuatro cavidades que comunican entre sí. Dos ventrículos
laterales (cada uno se ubica en un hemisferio cerebral), un tercer ventrículo (localizado entre las
mitades derecha e izquierda del tálamo) y un cuarto ventrículo (ubicado entre el tronco
encefálico y el cerebelo). Este último se continúa hacia abajo con el conducto ependimario o
epéndimo (transcurre en el centro de la médula espinal).

B. EL ENCÉFALO
En él diferenciamos cuatro regiones principales: el cerebro, el diencéfalo, el cerebelo y el tronco
encefálico.
El cerebro es el responsable de nuestra actividad intelectual. Es la región más grande del
encéfalo, y la que se sitúa en una posición más elevada.
En él encontramos:
• Una zona periférica o corteza cerebral: formada por sustancia gris, presenta seis capas.
A pesar de su complejidad es realmente fina, ya que su grosor oscila entre los 2-4 mm.
Su superficie presenta multitud de pliegues denominados circunvoluciones o giros,
entre los que encontramos diversas hendiduras. Las más superficiales se denominan
surcos, mientras que las más profundas reciben el nombre de fisuras.
La fisura longitudinal divide externamente al cerebro en dos hemisferios, uno derecho y
otro izquierdo. La información sensorial o motora procesada a nivel cortical se hace
consciente.
• Una zona interna: compuesta principalmente por sustancia blanca, formada por
fascículos o tractos, que suponen vías de comunicación entre zonas del mismo
hemisferio, entre un hemisferio y el opuesto, y entre estos y estructuras inferiores como
el tálamo o el tronco encefálico. Dentro de los tractos presentes a este nivel
destacaremos el cuerpo calloso, que contiene fibras que conectan el hemisferio derecho
con el izquierdo permitiendo que ambos operen de forma coordinada. Embebidos en la
profundidad de la sustancia blanca, encontramos tres formaciones de sustancia gris
denominadas en su conjunto núcleos basales; estos intervienen, entre otras funciones,
en la regulación de los movimientos corporales voluntarios.
En cada hemisferio podemos diferenciar cinco lóbulos, los nombres de cuatro de ellos se
corresponden con los huesos que los cubren; así hablaremos de los lóbulos frontal, parietal,
occipital y temporal.
El quinto se conoce como ínsula y se localiza en la profundidad de los lóbulos frontal, parietal y
temporal; participa en múltiples funciones (integra información audiovisual, está implicado en
la autoconciencia, etc.).

El sistema límbico o encéfalo emocional participa en la regulación de nuestras emociones. Está


formado principalmente por un conjunto de estructuras cerebrales (hipocampo, amígdala y
otras) que trabajan de forma coordinada con el tálamo y el hipotálamo.
El diencéfalo
Se ubica en la región central del encéfalo, entre los hemisferios cerebrales y el tronco
encefálico, rodeando el tercer ventrículo. Se divide en:
• Tálamo: supone en torno al 80 % del diencéfalo. Está formado por dos masas ovaladas
de sustancia gris que se comunican entre sí por la comisura intertalámica.
• Actúa como una estación de relevo, ya que todas las neuronas que conducen
información sensorial hacia la corteza cerebral (excepto las olfativas) hacen sinapsis en
él. Además, se encarga de procesar información sensitiva, motora, e interviene en el
nivel de atención y alerta, y en la respuesta emocional.
• Hipotálamo: situado bajo el tálamo, incluye múltiples núcleos que desempeñan
funciones imprescindibles en el mantenimiento de la homeostasis corporal. En él se
ubican, entre otros, los centros que regulan el hambre y la saciedad, o la sed. Se
extiende a través del infundíbulo hacia la hipófisis, con la cual actúa de forma
coordinada desempeñando un papel fundamental a nivel endocrino. Además, participa
en la regulación emocional y conductual del individuo.
• El epitálamo: incluye la glándula pineal (produce melatonina) y los núcleos habenulares
relacionados con la respuesta emocional frente a los olores.

El tronco del encéfalo


Se sitúa entre la médula espinal y el diencéfalo. En él se diferencian el bulbo raquídeo, la
protuberancia o puente, y el mesencéfalo. Estas tres estructuras están formadas por:
• Sustancia blanca: compuesta por tractos sensitivos ascendentes y motores
descendentes.
• Formación reticular (es una mezcla de sustancia blanca y gris) que se relaciona con la
regulación de la vigilia y el sueño.
Por otro lado, destacamos que once de los doce pares craneales salen del tronco. A
continuación, indicaremos las principales características de cada estructura:
• El mesencéfalo o cerebro medio: se ubica entre el diencéfalo y la protuberancia.
Presenta cuatro elevaciones denominadas tubérculos cuadrigéminos; los dos colículos
superiores actúan como centros reflejos que coordinan el movimiento de la cabeza, o
los ojos ante estímulos visuales, mientras que los inferiores hacen lo propio ante
estímulos auditivos. Además, comprende la sustancia negra (contiene neuronas
productoras de dopamina) relacionada con la función motriz.
• La protuberancia: corresponde a la parte media del tronco encefálico. Funciona como
un puente que conecta diversas partes del encéfalo entre sí (bulbo, cerebelo,
hipotálamo...). Alberga el centro neumotáxicoque coopera con el bulbo raquídeo en el
control de la respiración.
• Bulbo raquídeo: supone la parte inferior del tronco cerebral y se continúa con la médula
espinal a través del foramen magno. En él se ubican diversos núcleos, denominados
centros de control; algunos de ellos regulan funciones vitales como la intensidad y la
frecuencia del latido cardiaco (centro cardiaco), la frecuencia respiratoria (centro
respiratorio) o el diámetro de los vasos sanguíneos (centro vasomotor), mientras que
otros regulan funciones como la tos o el vómito.
El cerebelo
Se localiza en la parte posterior e inferior del encéfalo. Está formado por dos hemisferios
cerebelosos laterales y una estructura central más estrecha conocida como vermis.
Presenta una estructura similar a la del cerebro, ya que la sustancia gris se dispone de forma
periférica dando lugar a una corteza cuya superficie presenta pliegues, mientras que la
sustancia blanca se localiza en posición central. Esta última adopta una disposición que en un
corte sagital recuerda a las ramas de un árbol, por lo que se conoce como el árbol de la vida.
Se comunica con otras estructuras encefálicas a través de tres pares de pedúnculos cerebelosos
formados por sustancia blanca.
Participa en la coordinación de los movimientos voluntarios, el equilibrio y la postura.

C. LA MÉDULA ESPINAL
Es una estructura de tejido nervioso con forma cilíndrica que se extiende desde el foramen
magno hasta la primera vértebra lumbar, donde se estrecha formando el cono medular. De él
surgen múltiples raíces nerviosas que reciben el nombre de cola de caballo.
En cuanto a su estructura macroscópica, podemos destacar la presencia de:
• Dos prominencias o protuberancias, una cervical y otra lumbar que corresponden
respectivamente al origen de las raíces nerviosas que inervan los miembros superiores e
inferiores.
• Dos surcos: la fisura media anterior y el surco medio posterior, que dividen la médula en
dos mitades simétricas, una derecha y otra izquierda.
En una sección transversal de la médula podemos observar:
• La sustancia blanca en posición periférica. Cada mitad se divide en tres columnas
blancas o cordones (anterior, posterior y lateral), formados por tractos espinales que
conducen información sensitiva hacia el encéfalo (ascendentes) y otros que conducen
información motora desde el encéfalo (descendentes).

• La sustancia gris se ubica en la zona interna adquiriendo una disposición «en alas de
mariposa» formada por:
- Un asta posterior: a ella llegan nervios que traen información sensitiva del resto del
organismo.
- Un asta anterior: contiene núcleos de neuronas motoras; estos envían información
que sale de la médula hacia los músculos voluntarios.
- Un asta lateral: que contiene núcleos motores del sistema autónomo. Además, la
médula es capaz de generar respuestas reflejas que se dan de forma rápida y
predecible sin el concurso de estructuras encefálicas superiores. Un ejemplo sería el
reflejo rotuliano, por el cual se produce la extensión involuntaria de la articulación
de la rodilla tras percutir el tendón rotuliano.

2.2 Sistema nervioso periférico


El sistema nervioso periférico comprende todas aquellas estructuras de tejido nervioso que se
ubican fuera del sistema nervioso central; incluye los nervios craneales y los espinales.

A. Nervios craneales
Son doce pares de nervios que comunican el cerebro con el resto del organismo. Sus nombres y
funciones principales quedan recogidos en la siguiente tabla:

B. Nervios espinales
Conectan el SNC con los órganos efectores (glándulas y músculos) y con los receptores
sensitivos de todo el cuerpo. Se forman por la fusión de dos raíces nerviosas, una anterior y
otra posterior, que emergen a cada lado de la médula en cada segmento. En total, contamos
con 31 nervios espinales (8 cervicales, 12 torácicos, 5 lumbares, 5 sacros y 1 par de coccígeos).
Con excepción del primer nervio cervical (que surge entre el occipital y la primera vértebra
cervical), el resto saldrán de la columna a través de los correspondientes forámenes o espacios
intervertebrales.
En cuanto a las raíces nerviosas, podemos concretar que están formadas por haces de axones
neuronales y que cada una de ellas conduce información de diferente naturaleza. Así, los
axones de las neuronas que conforman la raíz nerviosa dorsal o posterior traen información
sensitiva a la médula. Los cuerpos de estas neuronas se van a localizar en un engrosamiento de
la propia raíz denominado ganglio de la raíz dorsal.
Mientras, los axones que salen de la médula a través de la raíz nerviosa ventral o anterior llevan
información motora fuera de esta hacia los tejidos. Sus cuerpos neuronales se localizan en las
astas anterior o lateral de la sustancia gris medular.

3. Anatomía y función del aparato locomotor

El sistema locomotor o músculo esquelético está formado por tres componentes principales:
• Los huesos: son estructuras rígidas; junto al cartílago constituyen el sistema esquelético.
Dan forma y soporte al cuerpo, protegen órganos vitales como el corazón o el encéfalo,
participan en la hematopoyesis y en la homeostasis mineral (calcio y fósforo).
• Las articulaciones: suponen el nexo de unión entre dos o más huesos, entre un hueso y
un cartílago, o entre un hueso y un diente. La mayoría de ellas permiten movimiento (en
mayor o menor grado).
• Los músculos esqueléticos: se anclan a los huesos, cartílagos u otros músculos mediante
bandas de tejido conjuntivo denominadas tendones (forma de cordón) o aponeurosis
(lámina ancha y fina). Su contracción permite el movimiento de las articulaciones
móviles, participa en la termogénesis (producción de calor) y estabiliza nuestra postura.
La acción conjunta de estos tres elementos regulada por el sistema nervioso nos
permite desplazarnos y realizar multitud de movimientos. A continuación, estudiaremos
cada componente en profundidad.

3.1 Los huesos


Lejos de lo que podría parecer, el tejido óseo no es un tejido inerte y estático sino que está en
continuo cambio.
Durante la infancia se produce su crecimiento a partir de las placas epifisarias (de naturaleza
cartilaginosa). Una vez finalizada la fase de crecimiento, continúa existiendo un proceso de
remodelación (formación y destrucción de tejido) que perdura toda la vida. Como ya
avanzamos en la Unidad 1, el tejido óseo es un tipo de tejido conjuntivo cuya sustancia
fundamental es de consistencia sólida gracias a su elevada concentración en Ca y P. Sus células
adultas características son los osteoclastos (encargados de la resorción ósea) y los osteocitos
(son en realidad osteoblastos que han quedado rodeados por la matriz extracelular que ellos
mismos han producido).
A. ESTRUCTURA ÓSEA
Si tomamos como modelo un hueso largo, podremos diferenciar las siguientes partes y
estructuras:
• Epífisis: son cada uno de los extremos del hueso. Su zona interna está formada por
hueso esponjoso, que contiene médula ósea roja (función hematopoyética). Las zonas
de su superficie que articulan con otro hueso estarán recubiertas por el cartílago
articular.
• Metáfisis: corresponde a la región localizada entre las epífisis y la diáfisis. En los huesos
en crecimiento, contiene tejido cartilaginoso que forma la placa epifisaria a partir de la
cual se produce la elongación del mismo; en los huesos maduros esta se ha
transformado en tejido óseo dando lugar a la línea epifisaria
• Diáfisis: se dispone entre las metáfisis. Tiene forma de cilindro hueco, cuyas paredes
están constituidas por tejido óseo compacto. En su interior alberga la cavidad medular.
Esta cavidad está recubierta internamente por el endostio, y en adultos contiene la
médula ósea amarilla, rica en grasa y que carece de función hematopoyética.
• Periostio: recubre la superficie ósea libre de cartílago articular. De naturaleza
conjuntiva, permite el crecimiento en diámetro del hueso, lo nutre, lo protege, y supone
un punto de anclaje para ligamentos y tendones. Se fija a la matriz extracelular ósea
mediante las fibras de Sharpei.

IMPORTANTE

El hueso no es una estructura maciza. Si fuera así, seríamos incapaces de movernos debido al
gran peso que supondría el esqueleto. Su capa más externa está formada por tejido compacto
que le aporta rigidez, pero se aligera gracias a la presencia de la cavidad medular y del hueso
esponjoso.

A continuación, describiremos las características principales del tejido óseo compacto y el


trabecular.
• Tejido óseo compacto: su unidad básica estructural es la osteona. Está formada por
láminas de matriz extracelular mineralizada dispuestas en forma concéntrica alrededor
de un conducto central denominado conducto de Havers, por el cual discurren nervios y
vasos sanguíneos procedentes del periostio. Los vasos que transcurren por los
conductos de Havers se comunican unos con otros a través de los Canales de Volkman.
Entre las láminas se localizan pequeñas oquedades o lagunas en las que se ubican los
osteocitos.
• Tejido óseo esponjoso o trabecular: sus láminas no siguen un patrón concéntrico como
en el hueso compacto (no forman osteonas) sino que se disponen de forma irregular
dejando espacios macroscópicos en los que se ubica médula ósea (roja o amarilla en
función del hueso). Aunque su disposición es irregular, no es aleatoria, ya que toman la
orientación que permite sobrellevar mejor las cargas o tensiones sufridas por dicho
hueso.

B. TIPOS DE HUESOS
Podemos clasificar los huesos del esqueleto humano en cinco tipos según su forma:
C. EL ESQUELETO
Los 206 huesos que componen el esqueleto humano adulto pueden agruparse en dos
divisiones:
• Esqueleto axial: está compuesto por los huesos que se localizan en el eje longitudinal del
cuerpo (cráneo, costillas, esternón y columna vertebral) y por los huesecillos del oído.
• Esqueleto apendicular: está formado por los huesos de los miembros superiores e
inferiores, más aquellos que permiten su conexión con el esqueleto axial, es decir, los
que conforman las cinturas pélvica y escapular.

3.2 Las articulaciones


Podemos clasificar las distintas articulaciones presentes en el cuerpo humano atendiendo a dos
criterios:
A. ESTRUCTURA DE UNA ARTICULACIÓN SINOVIAL
Son las articulaciones más complejas, y las que permiten un mayor rango y variedad de
movimientos.
A continuación, describiremos los elementos que pueden formar parte de este tipo de
articulación.
A partir del periostio de los huesos que participan en la articulación, se extiende una lámina que
envuelve sus extremos manteniéndolos unidos; es la cápsula articular.
Los ligamentos son estructuras de tejido conjuntivo que aportan estabilidad a la articulación.
Estos pueden localizarse en su interior (ligamentos intracapsulares) o en su exterior (ligamentos
extracapsulares).
Los meniscos son estructuras de tejido fibrocartilaginoso que se ubican entre las superficies
articulares.
Sobre las superficies óseas articulares se dispone una capa de cartílago hialino (cartílago
articular) que tiene una superficie lisa que favorece un movimiento fluido. Además, amortigua
impactos y ayuda a distribuir las presiones ejercidas sobre la articulación.
En algunas articulaciones podemos encontrar pequeñas bolsas rellenas de líquido o bursas, que
se ubican en zonas específicas de elevada fricción y contribuyen a reducirla.
Entre los huesos se dispone la cavidad articular, cuya superficie interna está recubierta por la
membrana sinovial, que secreta el líquido sinovial. Este es el encargado de nutrir y lubricar al
cartílago articular; además, contribuye a amortiguar posibles impactos.

3.3 La musculatura esquelética


Como vimos en la Unidad 1, los músculos esqueléticos están compuestos por células
denominadas miocitos o fibras musculares que se agrupan formando fascículos. Estas
estructuras están recubiertas por tejido conjuntivo, así, cada fibra muscular está envuelta por el
endomisio; cada haz de fibras que conforman un fascículo, por el perimisio, y el músculo en su
conjunto, por el epimisio. Este tejido conjuntivo forma una vaina que se continúa con el tendón
que insertará el músculo en el hueso correspondiente.
Las fibras musculares contienen actina y miosina (proteínas contráctiles), que permiten el
acortamiento del músculo en respuesta a su estimulación por parte de las fibras nerviosas que
lo inervan (estudiamos su funcionamiento en el CPE Fisiología de la contracción muscular
esquelética). El conjunto formado por la membrana presináptica de la neurona, la hendidura
sináptica que la separa de la fibra muscular y esta misma forman la unión neuromuscular o
placa motora.

A. TIPOS DE MÚSCULOS
El cuerpo humano tiene más de 600 músculos de tipo esquelético; para clasificarlos podemos
emplear distintos criterios, como su forma, su localización o la disposición de sus fibras. Tal vez
las clasificaciones que nos permiten obtener una visión más clara de su papel en el
funcionamiento del aparato locomotor sean las que se basan en la acción del músculo y en el
movimiento articular que acompaña a su contracción. Así encontramos:
Clasificación según su acción
Los músculos esqueléticos actúan con frecuencia de forma coordinada para obtener un
determinado movimiento. Así, podemos decir que el músculo cuya contracción provoca la
acción principal en un movimiento se denomina agonista, mientras que aquel cuya contracción
ejercería la acción contraria y que, por tanto, debe relajarse para permitir el movimiento, se
conoce como antagonista. Los músculos que contribuyen a la acción del agonista
contrayéndose al mismo tiempo que él se denominan sinergistas, mientras que los fijadores
estabilizan otras articulaciones manteniendo la postura o la posición mientras actúa el agonista.
Clasificación según el movimiento de contracción
• Flexores: reducen el ángulo existente entre los huesos que forman la articulación.
• Extensores: aumentan el ángulo
existente entre los huesos que
forman la articulación.
• Abductores: separan un miembro o
un órgano de la línea media.
• Aductores: acercan un miembro o
un órgano a la línea media.
• Rotadores: hacen girar un hueso
sobre su eje longitudinal.
• Supinadores: hacen que la mano
rote y la palma se ubique mirando
hacia delante o hacia arriba.
• Pronadores: hacen que la mano
rote y la palma se ubique mirando hacia atrás o hacia abajo.
Puedes ver los principales músculos del cuerpo humano en la siguiente figura:
4. Fisiopatología del sistema nervioso

En el epígrafe 2 de esta unidad ha quedado reflejada la gran complejidad estructural del


sistema nervioso. Debemos tener en cuenta que su correcto funcionamiento depende de la
exquisita integridad de los distintos elementos que lo componen. Asimismo, podemos destacar
otras particularidades de este sistema que influyen en las repercusiones que las distintas
patologías pueden tener en él:
• Contiene áreas específicas encargadas de regular funciones concretas, lo cual lo hace
más sensible a lesiones focales que otro tipo de tejidos como el hepático, que pueden
compensar dichas lesiones sin problema con el tejido sano remanente. Por otro lado, las
consecuencias serán muy diversas en función de la zona afectada.
• La médula y el encéfalo se ubican en el interior de estuches óseos; esto les confiere
protección frente a traumatismos, pero limita su capacidad de expandirse sin sufrir
compresión, ya sea en el contexto de procesos inflamatorios, neoplásicos, etc.
• El sistema nervioso central es especialmente sensible a la hipoxia (falta de oxígeno), y
pueden producirse lesiones irreversibles en muy poco tiempo.

4.1. Enfermedades inflamatorias/infecciosas


Las distintas estructuras que conforman el sistema nervioso pueden sufrir procesos
inflamatorios de diversa etiología, aunque la más frecuente es la de origen infeccioso. Pueden
deberse a agentes bacterianos, víricos, fúngicos o parasitarios. Su denominación dependerá de
la estructura afectada, así, hablaremos de meningitis si afecta a las leptomeninges (son las más
frecuentes), de encefalitis en el caso del parénquima cerebral, mielitis si el tejido medular es el
afectado y neuritis si son los nervios. Otro patrón lesional que podemos observar son los
abscesos, que corresponden a una acumulación focal de material purulento en una cavidad
separada del tejido circundante por una membrana o cápsula piógena. La sintomatología
asociada puede ser variable; en general, es frecuente la presencia de fiebre. En las meningitis
también es típico observar rigidez cervical y cefalea (dolor de cabeza), mientras que las neuritis
se asocian con el entumecimiento o incluso parálisis del área inervada.

4.2. Enfermedades cerebrovasculares


Se producen por procesos patológicos que afectan a los vasos sanguíneos que irrigan el tejido
cerebral. Esos procesos reciben el nombre de ictus, sobre todo cuando los síntomas son
agudos. Según el mecanismo que produce la lesión podemos diferenciar entre:
• Procesos isquémicos: debidos a la disminución o ausencia de riego sanguíneo a una zona
del tejido cerebral que conduce a su necrosis. Se producen por la oclusión de la luz del
vaso sanguíneoque lo irriga, bien por la formación de un trombo sobre una placa de
ateroma preexistente o bien por la presencia de un émbolo.
• Procesos hemorrágicos: las hemorragias intracraneales se deben a la rotura de un vaso
sanguíneo, ya sea en el parénquima cerebral o en alguna de las meninges. Entre sus
causas destacamos: la hipertensión, los traumatismos, la presencia de malformaciones
arteriovenosas, etc.
• Se nombran en función de la localización en la cual se acumula la sangre extravasada.
Así, hablaremos, por ejemplo, de una hemorragia subaracnoidea cuando se ubica entre
la aracnoides y la piamadre, o de una intraparenquimatosa cuando se acumula en el
parénquima cerebral.

4.3. Defectos del tubo neuronal


El tubo neural es la estructura embrionaria a partir de la cual se forman el encéfalo, la médula
espinal y sus envolturas. Las malformaciones más frecuentes del SNC se producen por
alteraciones en su formación o en su proceso de cierre. Por esta última causa se produce la
espina bífida (es la de mayor incidencia), que puede cursar de forma asintomática en el caso de
la espina bífida oculta (existe una fusión incompleta de las vértebras que da lugar a una
pequeña separación entre ellas) o con alteraciones graves (parálisis y/o déficit sensorial total o
parcial en los miembros inferiores) como ocurre en el mielomeningocele, en el cual se produce
la protrusión del SNC a través de una abertura en la columna normalmente a nivel lumbosacro.
Uno de los principales factores de riesgo es el déficit de ácido fólico en las primeras semanas de
gestación.

4.4. Enfermedades degenerativas


En este grupo se incluyen enfermedades muy heterogéneas que presentan como nexo común
la destrucción o disfunción de grupos neuronales específicos o de sus prolongaciones.
Destacamos las siguientes enfermedades:
• Enfermedad de Alzheimer: es la causa más frecuente de demencia
en ancianos. Se debe a la lesión de las neuronas de la corteza cerebral
producida por el depósito de una proteína de naturaleza amiloide.
Afecta principalmente al razonamiento, la memoria y el leguaje del
enfermo, de manera leve en un primer momento, pero avanza de
forma inexorable hasta resultar incapacitante. Aunque existe un
componente genético en su desarrollo, en la mayoría de los casos
también intervienen factores como el estilo de vida o la presencia de
comorbilidades (otras patologías que padece el individuo).

• Enfermedad de Parkinson: es un síndrome clínico de origen


desconocido caracterizado por la alteración de la función motora. El
cuadro clínico incluye: lentitud de movimientos voluntarios, temblor,
rigidez y postura encorvada, entre otros signos. Estos aparecen como
consecuencia de la pérdida de neuronas dopaminérgicas de la
sustancia negra.
4.5. Enfermedades desmineralizantes
Esclerosis múltiple: es la más frecuente de las enfermedades de este grupo, afecta a una de
cada mil personas. Se produce como consecuencia de un ataque inmunomediado a la mielina
que recubre los axones de las neuronas presentes en la sustancia blanca del SNC. Se caracteriza
por la presencia de episodios de déficit neurológico sensorial o motor que se alternan con otros
de mejoría o estabilidad clínica.

4.6. Patología neoplásica


Pueden ser primarios o secundarios a tumores malignos de otras localizaciones (lesiones
metastásicas). Debemos tener en cuenta que, en el SNC, tumores de naturaleza benigna pero
con una tasa de crecimiento rápida pueden ocasionar problemas graves, ya que provocarán la
compresión de los tejidos circundantes. Además, sus repercusiones pueden ser fatales si se
ubica por ejemplo en el bulbo raquídeo (centros de control cardiaco y respiratorio).

5. Fisiopatología del aparato locomotor

El aparato locomotor puede verse afectado por multitud de procesos patológicos. A


continuación, describiremos brevemente algunos de ellos especificando su etiología, el
mecanismo fisiopatológico por el que se producen y el cuadro clínico típico que los acompaña.

5.1. Principales patologías óseas y articulares


Destacamos las siguientes patologías que pueden afectar a huesos y articulaciones:

A. ENFERMEDADES DE CAUSA GENÉTICA


• Acondroplasia: supone la principal causa de enanismo. Se debe a una alteración
cromosómica que puede aparecer como consecuencia de una mutación «de novo» que
posteriormente heredarán los descendientes. Se caracteriza por la presencia de
cartílago desorganizado en las placas de crecimiento, lo que conlleva un bloqueo en el
desarrollo óseo normal que afecta principalmente a los huesos largos, mientras que la
columna, la cabeza, los pies y las manos tienen un crecimiento norma, lo que provoca
una desproporción entre las distintas regiones corporales.
• Osteogénesis imperfecta: se produce como consecuencia de un fallo en el desarrollo
normal del colágeno, y se altera la formación de los tejidos que lo contienen. Se
caracteriza, entre otros signos, por la presencia de múltiples fracturas óseas (también se
conoce como la enfermedad de los huesos de cristal), dentición anormal y esclerótica de
coloración azulada.

B. ENFERMEDADES DE ORIGEN METABÓLICO


• Osteoporosis: cursa con una disminución de la
densidad ósea caracterizada por el adelgazamiento
del hueso cortical y la disminución del grosor y el
número de trabéculas óseas. Esto da lugar a un
tejido óseo más poroso y frágil favoreciendo la
aparición de fracturas. Se produce como
consecuencia de un desequilibrio entre la acción de
los osteoblastos (formación ósea) y los osteoclastos
(destrucción ósea) a favor de estos últimos. En su
desarrollo pueden intervenir factores como la
menopausia, la edad avanzada o la falta de estímulo mecánico (por ejemplo, en
inmovilizaciones prolongadas).
• Raquitismo y osteomalacia: ambas se deben a una deficiencia de vitamina D, calcio o
fósforo que provoca una mineralización defectuosa del hueso. El desarrollo de una u
otra dependerá de la edad del individuo afectado, así:
- Durante la etapa de crecimiento dará lugar a un cuadro de raquitismo, caracterizado
por la presencia de huesos más «blandos» de lo habitual (esta condición los hace
vulnerables a fracturas y deformaciones), así como por la hipertrofia de los
cartílagos de crecimiento.
- En la edad adulta provoca la aparición de osteomalacia, en este caso el crecimiento
óseo se culminó con éxito, pero se verá afectada la remodelación ósea normal que
ocurre durante toda la vida. Esto conlleva la presencia de huesos más débiles lo que
aumenta el riesgo de padecer fracturas espontáneas.

• Gota: el depósito de cristales de urato provoca la inflamación de las articulaciones


(artritis gotosa). Los mecanismos fisiopatológicos de esta patología se estudiaron en la
Unidad 5.

C. ENFERMEDADES DE TIPO INFECCIOSO E INFLAMATORIO


El término osteomielitis se reserva para describir la inflamación ósea de causa infecciosa. Los
microorganismos causantes suelen ser bacterias que llegan al hueso a través de la circulación
sanguínea (vía hematógena), por extensión de focos infecciosos presentes en tejidos cercanos o
de forma directa en el caso de fracturas abiertas.
Sin embargo, la inflamación de las articulaciones se denomina artritis, independientemente de
si su causa es infecciosa, traumática, metabólica, degenerativa o autoinmune. En cualquiera de
estos casos la articulación aparece inflamada y dolorosa, y puede verse reducida su capacidad
de funcionamiento.

D.ENFERMEDADES DEGENERATIVAS E INMUNOMEDIADAS


• Artrosis: presenta una elevada incidencia en la población de mayor edad y es causa
importante de incapacidad física. Produce dolor y limita el movimiento. Su característica
principal es la degeneración del cartílago articular.
• Artritis reumatoide: en esta patología se produce un proceso inflamatorio crónico de
naturaleza autoinmune que afecta especialmente a las articulaciones, aunque también
pueden lesionarse otros tejidos. El cuadro cursa con una sinovitis que dará lugar a la
destrucción del cartílago articular; puede llegar a una anquilosis total. Los dedos de
manos y pies pueden llegar a montarse unos sobre otros simulando una garra (dedos en
cuello de cisne).

E. HERNIA DE DISCO
Entre cada par de vértebras que conforman la columna se dispone un disco intervertebral.
Estos discos están formados por un núcleo pulposo central y un anillo fibroso periférico. Con el
paso de los años van apareciendo fisuras en el anillo, y el núcleo pulposo se va deshidratando,
aumentando su consistencia. Estos dos procesos facilitan que parte o la totalidad del núcleo
protruya o salga a través del anillo (extrusión) y puede comprimir alguna raíz nerviosa.

F. ENFERMEDADES NEOPLÁSICAS
Las neoplasias óseas benignas presentan una mayor incidencia que las de comportamiento
maligno. Dentro de estas últimas, las metástasis son las lesiones más frecuentes. Existe gran
diversidad de tumores óseos. Destacaremos los dos más habituales:
• El osteocondroma: es el tumor primario más frecuente. De comportamiento benigno,
tiene preferencia por los extremos de los huesos largos; puede ser único o múltiple, y
afecta sobre todo a personas de entre 10 y 20 años.
• El osteosarcoma: es el segundo tumor primario más frecuente. Es de comportamiento
maligno y tiene un carácter agresivo; es frecuente su diseminación al tejido pulmonar.
Su localización preferente es el extremo distal del fémur (articulación de la rodilla) y su
paciente tipo tiene entre 10 y 25 años.
5.2 Principales patologías que afectan al tejido muscular
A continuación, describiremos algunas de las patologías musculares de mayor relevancia:
• Atrofia muscular: como vimos en la Unidad 3, la atrofia es un mecanismo de adaptación
celular que se acompaña de la reducción del volumen de un tejido como consecuencia
de una disminución en el tamaño de las células que lo componen. En el caso del tejido
muscular se produce normalmente como consecuencia de la falta de uso de dicho
músculo, como ocurre en inmovilizaciones, pacientes encamados, etc., o de forma
secundaria a una lesión nerviosa que producirá una atrofia del músculo inervado por
falta de estimulación.
• Miastemia gravis: es una enfermedad autoinmune que afecta a la transmisión del
impulso eléctrico desde el nervio hasta el músculo que este debería estimular. El cuadro
clínico comienza a manifestarse en forma de debilidad y fatiga muscular; si no se
instaura tratamiento, puede afectar a los músculos que intervienen en la respiración y
ocasionar insuficiencia respiratoria. Nervio espinal comprimido.
• Miopatías inflamatorias: en este grupo se incluyen diversas patologías que se
caracterizan por producir cuadros de debilidad muscular y por la evidencia de un
componente inflamatorio en la biopsia de los músculos afectados. Destacaremos dos de
ellas: la polimiositis y la dermatomiositis. Ambas se consideran en realidad
enfermedades sistémicas, ya que además de a la musculatura estriada pueden afectar a
otras estructuras corporales como la piel, los pulmones, etc. Aunque su etiología no es
del todo conocida a día de hoy, la presencia de autoanticuerpos específicos en la sangre
de estos pacientes sustenta la hipótesis de una base autoinmune.
• Fibromialgia: es una de las patologías musculares más frecuentes; afecta a un 2,7 % de
la población general española. Afecta más a mujeres que a hombres. De etiología
desconocida, cursa de forma crónica con dolor muscular y fatiga, y parece existir un
componente psicológico en su desarrollo.
• Patología neoplásica: el tejido muscular puede verse afectado por neoplasias benignas
o malignas. Además de por su comportamiento, el nombre de las distintas neoplasias
vendrá determinado por el tipo de tejido muscular afectado, así, aquellas que afectan a
la musculatura estriada comenzarán por el prefijo rabdo- (son las que afectan a los
músculos del aparato locomotor), mientras que aquellas que interesan al liso lo harán
por el prefijo leio-. El rabdomiosarcoma y el leiomioma son dos ejemplos.

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