Ficha Rahner. MIKM

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ALUMNA: MARÍA ISABEL KERDEL MATOS

Dios Uno y Trino


FICHA DE LECTURA: RAHNER
EL CONOCIMIENTO DE DIOS
Conocimiento trascendental y aposteriorístico de Dios
Define el conocimiento trascendental o experiencia de Dios como un conocimiento
“aposteriorístico”, en el sentido en que el hombre sólo tiene un conocimiento de Dios a partir del
mundo, mediada primeramente por un encuentro con las categorías de realidades concretas en el
mundo.
El conocimiento de Dios permanece trascendental, pues la referencia originaria del hombre al
misterio absoluto es un existencial permanente del hombre como sujeto espiritual. Está el tipo de
conocimiento que es explícito, conceptual y temático, pero no es el modo original y
fundamentador de la experiencia trascendental del misterio. En el pensamiento nos encontramos
con algo más que aquello sobre lo que hablamos en conceptos. El hablar de Dios es la reflexión a
un saber más originario.
Solo se llega a las estructuras trascendentales desde la condición de sujeto. No se puede conocer a
Dios a posteriori entendido como una realidad más del mundo. Dios es trascendente, y en cuanto
tal, solo puede ser conocido por el hombre en cuanto sujeto.
Estamos referidos a Dios, es una experiencia originaria que está dada siempre. Es la experiencia
del conocimiento de Dios no temático sino siempre presente, el que realizamos en todo momento
incluso cuando no pensamos en Dios, es el fundamento del que brota el conocimiento temático de
Dios. Sabemos muchas cosas sin tematización conceptual, y cuando lo intentamos conceptualizar
se logra en forma imperfecta y desfigurada.
Todo conocimiento explícito de Dios sólo es comprensible si todos los conceptos a los que se
llega son referencia al misterio inefable. Cuando se llega a objetivar la trascendencia, se puede
desvincular de la subjetividad, así también el hombre puede ocultarse a sí mismo su referencia
trascendental al misterio absoluto.
Compara las realidades particulares (comprensibles, manipulables) frente a la realidad de Dios. El
conocimiento de Dios tiene una peculiaridad singular, el concepto “Dios” no es una aprehensión
por la que el hombre se apodere del misterio, sino que el proceso es inverso, un dejarse
aprehender por un misterio siempre presente y que se nos escapa. Surgen conceptos reflejos para
hablar de Dios, pero es siempre misterio absoluto, y el hombre debe acercarse con una aceptación
que se funde en la obediencia incondicional a la conciencia, en la que el hombre se confía al
carácter indisponible de la propia existencia.
¿Es posible hablar de Dios como algo en sí o sólo como algo para nosotros? No hay una
diferencia radical entre Dios en sí y Dios para nosotros.
Las distintas clases de conocimiento de Dios y su unidad interna
1. Conocimiento natural de Dios: conocido en principio por la luz de la razón en un
conocimiento aposteriorístico (CVI)
2. Conocimiento de Dios a través de la revelación: ¿qué ha comunicado Dios sobre sí mismo
en esta Palabra encarnada y revelada?
3. Conocimiento de Dios a través de una acción salvífica: en la personal experiencia
existencial del hombre, individual y colectiva, en la historia de la humanidad
En la DV (CVII) se relaciona el segundo y el tercer modo: el conocimiento de Dios por su propia
revelación gratuita en la palabra. Junta la acción histórica con la comunicación divina.
Rahner quiere proponer una unidad originaria de estas tres formas de conocimiento. El
conocimiento de Dios que puede alcanzar el hombre es una experiencia trascendental en un marco
histórico, pero no puede ser alcanzado por la mera razón humana, por tanto, ha de ser revelado. El
conocimiento de Dios se refiere a una experiencia originaria. El discurso sobre el conocimiento de
Dios no suplanta la originaria experiencia trascendental de Dios.
Es razonable la unidad de las tres formas de conocimiento de Dios en su fundamento originario,
ya que la propia realización del hombre tiende a la inmediatez de Dios (gracia). El conocimiento
concreto de Dios se halla siempre en la dimensión de la determinación sobrenatural del hombre.
El ateísmo es un proceso en el cual el hombre se cierra a la dirección de su existencia a la
inmediatez de Dios.
Rahner apunta al conocimiento de Dios concreto, originario, trascendental en medio de la
constitución histórica, que bajo el modo de “sí” o de “no” acontece en el fondo de la existencia,
incluso cotidiana, del hombre.
Conocimiento trascendental de Dios como experiencia del misterio
La experiencia trascendental no puede entenderse como una facultad neutral por la que se conocen
varias cosas, sino que es la forma originaria del conocimiento de Dios. La trascendencia
estrictamente sabe de Dios y de nada más, ella está dada tan sólo en el abrirse desde sí misma.
Sólo puede hablarse de la trascendencia hablando de su hacia dónde.
El hacia dónde y de dónde que sustenta la trascendencia podría llamarse inmediatamente “Dios”,
esta palabra es equívoca. Con Jesús llamamos “Padre” a Dios, pero según su crítica esto puede
resultar tergiversable o incompresible la palabra con la que Jesús expresó la inteligencia de Dios y
su relación con él. Por eso, se le da el nombre de “el misterio sagrado”, que no es tan vago como
“el ser”.
El hacia dónde de la trascendencia como lo infinito, indelimitable o indenominable
Para acercarse a la trascendencia tenemos la necesidad de objetivarlo como lo distinto de todo
otro, fundamento absoluto de todo ente, que no es la suma posterior de estos entes. Pero esa
conceptualización solo será verdadera si permanece abierta al hacia dónde infinito. La
trascendencia permanece como lo indelimitable e innominable. No se puede yuxtaponer a Dios y
a lo no-divino como dos cosas, pero tampoco se pueden comprender estas dos realidades como un
dualismo.
El hacia dónde de la trascendencia es el absolutamente indisponible, se sustrae a toda disposición
por parte del sujeto finito. Se nos da en el constante mantenerse bajo una modalidad no explícita,
todo hablar de él exige que se escuche su silencio. Por eso, este hacia dónde de la trascendencia es
misterio, en cuanto no puede ser abarcado y así determinado por algo todavía más amplio.
El hacia dónde de la trascendencia como “misterio sagrado”
El calificativo de sagrado se da a aquello que remite al sujeto a su finitud, y sin embargo es
afirmado en su trascendencia por la libertad amante.
Experiencia trascendental y realidad
En el acto de la trascendencia se afirma necesariamente la realidad del hacia dónde, pues en este
acto y sólo en él se experimenta en general qué es realidad. El hacia dónde de la trascendencia es
el misterio sagrado como el ser absoluto o el ente con absoluta plenitud y posesión del ser.
Algunas anotaciones sobre las pruebas de la existencia de Dios
El conocimiento tematizado de Dios no es lo primero y más originario, esa prueba teorética
pretende mediar una conciencia refleja de que el hombre siempre en su existencia espiritual tiene
que habérselas con Dios. El hombre se encuentra con experiencias trascendentales que busca
tematizar cuando ahonda en la existencia de Dios.
DIOS COMO PERSONA
Analogía en nuestro hablar de Dios
La paradoja del hablar de Dios como lo más íntimo al sujeto finito y a la realidad mundana y a la
vez es el que vive en una absoluta e intocable autoposesión deriva de que la experiencia de la
trascendencia debe ser tematizada. Dios es lo que soporta y funda toda realidad desde lo más
íntimo, y a su vez se manifiesta en lo soportado y fundado, desde lo cual puede denominarse.
Aquí entra el tema de la analogía, que no puede ser un intermedio accesorio entre univocidad y
equivocidad, sino que es precisamente lo más originario de nuestro conocimiento en general,
oscilando entre un punto categorial de partida y la incomprensibilidad del misterio sagrado: Dios,
en ese sentido el hombre existe análogamente porque su ser está fundado en el misterio sagrado.
Sobre el ser personal de Dios
Dios es un ser personal, en el sentido de persona absoluta, libre, si Dios es el fundamento de una
realidad, posee de antemano en sí esta realidad fundada por él. Pero no se puede decir que Dios es
persona individual en cuanto que no se delimita por otro.

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